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El dolor social no se cura en el diván

El psicoanalista francés Rene Kaes se especializa en el vinculo


entre el psiquismo y las relaciones institucionales, como las del
mundo del trabajo. Opina que los males de raiz social no se
solucionan con Freud, aunque toma nota de que dejan huellas
muy fuertes.

Héctor Pavón. DE LA REDACCION DE CLARIN.


Las psicopatologías también cruzan fronteras y culturas. Esta es una
clara conclusión que surge de la conversación que Zona mantuvo con el
psicoanalista francés René Kaës. De raíz freudiana, fue invitado por la
Escuela de Psicoterapia para Graduados de Buenos Aires y ofreció una
conferencia en la Biblioteca Nacional. Entre sus libros más conocidos aquí
se encuentran Sufrimiento y psicopatología de los vínculos
institucionales; La institución y las instituciones; Transmisión de
la vida psíquica entre generaciones; y Las teorías psicoanalíticas
del grupo.

—En el diván, ¿se observan patologías clasificables como


"globales"?

—Tal vez haya algo así en el mundo laboral. Se ha observado que la


organización del trabajo dentro de las empresas "neoliberales" prescribe
normas y procedimientos para la ejecución del trabajo que son en cierto
modo inaplicables por su extrema racionalidad. Los empleados sufren el
conflicto entre obedecer las nuevas directivas y la necesidad de hacer
funcionar su trabajo según su conocimiento y experiencia anteriores. Ese
saber previo es el que los define en su identidad de trabajadores. Suelen
ser descalificados en la medida en la que ese procedimiento no puede ser
cumplido. Entonces, no sólo hay un conflicto entre lo ordenado y lo que
es realizable sino que también hay un conflicto interno que toca la
identidad, la iniciativa y creatividad que tiene cada trabajador. Otra
situación de sufrimiento común en escenarios diferentes es la que surge
en torno de los refugiados políticos, los "sin papeles", los que piden asilo
y cuya situación precaria les trae una incertidumbre tal que sus
posibilidades de inserción en la comunidad están muy reducidas. Surgen
síntomas psíquicos y físicos que demandan, primero, cuidados físicos. Así,
no se pueden trabajar sufrimientos psíquicos en forma aislada.

—¿Cuál es la consecuencia más grave en la psiquis del


desocupado?

—En el contexto de los valores en la sociedad contemporánea, el trabajo


no es sólo un medio para ganarse la subsistencia. Es también tener un
lugar en la sociedad y participar en un proceso de producción. Creo que
el desocupado es alguien expulsado de su función, que no tendrá
existencia de otro modo, que no puede participar de un proceso social. Lo
esencial de los valores de trabajo tienden cada vez más a la
remuneración material del trabajo, no a un valor de creación y
participación colectiva. Esto tiene consecuencias sobre el sentimiento de
ser útil o inútil en el proceso social. Su ausencia provoca sufrimientos que
descalifican al sujeto en su lugar en la sociedad, que lo hacen vivir la
sensación de que todo aquello que adquirió como saber hacer, como
experiencia, no es reconocido por los otros.

—¿Qué puede hacer el trabajador para defenderse de situaciones


así?

—No hace falta psicopatologizar estas problemáticas. El tratamiento


psíquico no debe desviar la movilización de los obreros de la toma de
conciencia de los problemas sociales y políticos que están ligados a las
nuevas tecnologías. No se puede decir que su sufrimiento no esté en
consideración, pero no podemos tratar psíquicamente problemas políticos
y sociales. Creo que cambia el nivel de análisis. Y en relación a esto me
pregunto algo que no sé si debo enunciar.

—¿Cuál es su pregunta?
—Me pregunto si el desarrollo de la cultura psicoanalítica en la Argentina
no ha sido un factor de disminución en la elaboración de propuestas
políticas y sociales, de poner el acento en otra parte, de desviar la fuerza
a esos campos. Es una pregunta que me hago.

—Sin embargo, los profesionales argentinos dicen que se


observa un número importante de somatizaciones...

—Mis colegas argentinos observan cuán importantes son los problemas


psicosomáticos. Seguro que hay que tratarlos pero esto no arregla el
origen social del sufrimiento individual. En el diván los analistas son
interpelados. Pero no se puede responder a este nivel sin tomar
consideración del origen social y político. Con todo este
dimensionamiento económico del sufrimiento psíquico, los psicoanalistas
disponen de pocos medios para conceptualizar la relación entre el
sufrimiento psíquico y la organización social. Otra problemática a
responder, es la de los padres de quienes decidieron emigrar, son
preguntas dolorosas que afectan la relación entre las generaciones
cuando parten. Yo soy muy sensible a esta pregunta porque tiene un
paralelo en Europa. Es una experiencia que se transmite
generacionalmente. Lo mismo sucedió con los genocidios, la Shoah, las
dictaduras. Se aborda una situación que se transmite a la generación
siguiente porque no pudo ser elaborado por sus padres y abuelos.

—En algunos países, como la Argentina, parece haber renacido


cierta idea comunitaria que deja al individualismo de lado...

—He leído que aquí hay un reaprendizaje de fundamentos básicos de la


vida social y política para los intercambios, es una forma de economía y
de sociabilidad elemental. Tal vez sea necesario volver a esas formas
porque aún la sociedad no es solidaria en su conjunto. La noción de "red"
es importante para pensar a la vez los efectos beneficiosos de lo que
llamamos globalización a condición de saber que también permite
intercambios que antes no eran posibles. El desafío inmediato es integrar
la idea de vivir simultáneamente en varias comunidades, no en una sola.

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