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La educación actual se enfoca demasiado en lo lógico y exterior, en lugar de desarrollar los sentidos y la creatividad de los estudiantes. Una educación con vocación aprovecharía mejor los sentidos como el gusto, el tacto y el oído para brindar aprendizajes significativos y adaptados a cada estudiante. Los educadores deben enseñar con pasión, dedicando tiempo individual a cada estudiante y respetando sus ritmos y preferencias únicas, para inspirar en ellos la autonomía y el placer por el aprendizaje.
La educación actual se enfoca demasiado en lo lógico y exterior, en lugar de desarrollar los sentidos y la creatividad de los estudiantes. Una educación con vocación aprovecharía mejor los sentidos como el gusto, el tacto y el oído para brindar aprendizajes significativos y adaptados a cada estudiante. Los educadores deben enseñar con pasión, dedicando tiempo individual a cada estudiante y respetando sus ritmos y preferencias únicas, para inspirar en ellos la autonomía y el placer por el aprendizaje.
La educación actual se enfoca demasiado en lo lógico y exterior, en lugar de desarrollar los sentidos y la creatividad de los estudiantes. Una educación con vocación aprovecharía mejor los sentidos como el gusto, el tacto y el oído para brindar aprendizajes significativos y adaptados a cada estudiante. Los educadores deben enseñar con pasión, dedicando tiempo individual a cada estudiante y respetando sus ritmos y preferencias únicas, para inspirar en ellos la autonomía y el placer por el aprendizaje.
La educación de los sentidos, el sentido de la educación, un juego de palabras que
suenan similar pero que significan precisamente lo contrario, esto, debido a que la educación como tal la conocemos, corresponde a una herramienta absolutamente dinámica, profunda, la cual debiese ajustarse en relación al tipo de educador como del educando, en otras palabras, cada persona que asista a una educación voluntaria u obligatoria la recibirá de distinta manera a otra que asista a la misma, porque todos somos absolutamente diferentes en todos los sentidos. Hoy en día, existen muchas herramientas que complementan la educación, sin embargo, no son aprovechadas en su máximo, tales como los sentidos mismos, el gusto por ejemplo que este ayuda a sentirse placentero/a, en la armonía del cuerpo mismo, el espíritu del hombre y del mundo mismo. El tacto, que con el podemos corroborar en la experiencia misma del aprendizaje, el saber concordar correctamente la verdad que como lo dice su apodo artístico de la prudencia. El oído, que es el que nos permite escuchar más allá de lo lógico, más allá de lo exterior, es aquel que nos permite escuchar lo más profundo de nuestro ser si sabemos y logramos conectarnos de una forma efectiva. Todo esto ya expuesto nos abre la puerta a que la creatividad en los niños y niñas sea algo fundamental, por el simple hecho que, al estimular su lado creativo, innovador y único, lograremos que en un futuro sea autónomo, con aprendizajes significativos a lo largo de su vida, que se puedan expresar libremente, que sean seguros de sus decisiones. Para encontrar el placer en la educación, el educador debe estar convencido y dichoso de lo que está haciendo, tener vocación y entregar lo máximo de uno/a y lograr el interés de sus educandos, incorporando los sentidos, logrando que cada aprendizaje que el niño tenga sea respetando su propio ritmo, tiempo, gustos, entender que todos son diferentes y lo más importante, ser capaces de dedicar tiempo a cada uno/a y saber que potencialidades puede tener uno o el otro, que todos aprenden de distintas formas, que a unos les cuesta más que a otros, pero que por mucho que les cueste o no , esas maneras son absolutamente válidas y tener claro que se les tiene que dedicar, enseñar y atender con el mismo amor, dedicación y entrega a todos por igual. Así como lo dice zoltan kodaly “enseñando e inspirando a los niños y niñas a que desarrollen el sentido del oído”.