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Arte, educación y emociones (2021)

La educación es un proceso fundamental en nuestras vidas, una oportunidad para


aprender y crecer tanto personal como profesionalmente. Como planteó Gadamer
en su obra (2011), la educación implica mucho más que la simple adquisición de
conocimientos. Se trata de un movimiento interno, una experiencia en la que nos
educamos a nosotros mismos y nos dejamos acompañar por otros.

En nuestra vida, nos encontramos con personas que nos acompañan en nuestro
camino y con quienes aprendemos. Estos individuos pueden ser nuestros padres,
amigos, profesores o mentores. Su presencia y apoyo son esenciales para nuestro
desarrollo, ya que nos brindan conocimientos, experiencias y perspectivas
diferentes. A través de estas interacciones, adquirimos habilidades sociales,
valores y conocimientos que nos ayudan a enfrentar los desafíos de la vida.

Sin embargo, la educación va más allá de la influencia de los demás. Es un


proceso que requiere de un movimiento interno, de la capacidad de autoeducarnos
a partir de nuestra propia experiencia. Como docentes, es fundamental entender
que el proceso educativo comienza en el interior de cada individuo. Antes de
transmitir conocimientos, es necesario que nos pensemos y nos descubramos a
nosotros mismos.

Para educarnos, es necesario reconocer nuestras fortalezas y debilidades,


reflexionar sobre nuestras experiencias pasadas y presentes, y buscar
constantemente nuevas oportunidades de aprendizaje. La educación no se limita
al ámbito académico, sino que se extiende a todas las áreas de nuestra vida.
Aprender a relacionarnos con los demás, a tomar decisiones, a adaptarnos a los
cambios y a enfrentar los desafíos son aspectos fundamentales de nuestro
desarrollo personal.

La educación también implica aprender a ser autónomos y responsables de


nuestro propio aprendizaje. A medida que adquirimos conocimientos y
experiencias, debemos ser capaces de aplicarlos de manera crítica y creativa en
nuestra vida diaria. Esto implica tomar decisiones informadas, cuestionar las ideas
establecidas y buscar soluciones innovadoras a los problemas que enfrentamos.
(p, 17)

Nuestros cuerpos son verdaderos canales de comunicación, capaces de transmitir


y expresar nuestras emociones a través de movimientos, posturas, distancias y
gestos. Es fascinante observar cómo una danza, una coreografía o un baile
pueden capturar la esencia de nuestras experiencias emocionales.

Los gestos y movimientos que utilizamos en nuestra vida diaria no solo nos
definen como individuos, sino que también nos ayudan a construir y fortalecer
nuestra comunidad. El simple acto de dar la bienvenida, agradecer, despedirse o
pedir permiso se traduce en movimientos corporales significativos, como abrazar,
dar un beso o apretar la mano. Estos gestos físicos no solo son una forma de
comunicación, sino que también refuerzan los lazos sociales y demuestran nuestro
respeto y afecto hacia los demás.

Sin embargo, en situaciones como la que actualmente enfrentamos debido a la


contingencia sanitaria, nos encontramos en una encrucijada entre la necesidad de
evitar el contacto físico y mantener los rituales y gestos del vivir juntos. Esta
tensión nos desafía a inventar nuevos gestos y formas de comunicación que nos
permitan mantenernos conectados emocionalmente sin poner en riesgo nuestra
salud.

Es en momentos como estos que la creatividad y la adaptabilidad se vuelven


fundamentales. A medida que exploramos nuevas formas de expresión corporal,
descubrimos que existen innumerables posibilidades para inventar gestos que
transmitan nuestros sentimientos y emociones sin necesidad de contacto físico
directo. Podemos hacer uso de gestos simbólicos, como un saludo con los codos,
una inclinación de cabeza o incluso un gesto con las manos desde una distancia
segura.

Es importante recordar que la comunicación corporal no se limita únicamente a los


movimientos físicos. Nuestra voz, expresiones faciales y tono de voz también
desempeñan un papel crucial en la forma en que nos comunicamos y expresamos
nuestras emociones. Por lo tanto, debemos prestar atención a estos aspectos y
ser conscientes de cómo nuestras palabras y acciones pueden transmitir
mensajes más allá de las palabras. (p, 19)

La paz no se limita a encontrarse en un lugar sereno, libre de preocupaciones,


problemas, dolor, ruido o incluso del arduo trabajo que la vida nos presenta. La
verdadera paz radica en nuestra capacidad de mantener la calma en lo más
profundo de nuestro corazón, incluso cuando nos encontramos inmersos en todas
estas circunstancias. Esto mismo significa que, a pesar de los desafíos que
enfrentamos, podemos encontrar un espacio de tranquilidad en nuestro corazón.
La paz interior nos permite mantener la serenidad y la claridad mental, incluso en
medio del caos. No se trata de escapar de las dificultades de la vida, sino de
encontrar la fortaleza interna para enfrentarlas con calma y sabiduría.

Relacionando el concepto de paz interior con la educación primaria, podemos


destacar la importancia de cultivar un ambiente de armonía y tranquilidad en las
aulas, que permita a los estudiantes desarrollar su potencial de manera integral.
Asimismo, es nuestra responsabilidad como docentes poder fomentar la paz
interior a través de la promoción de la creatividad y la expresión artística. Las
actividades artísticas, como la música, la danza o el teatro, brindan a los
estudiantes un espacio para explorar sus emociones, liberar el estrés y encontrar
una forma de expresión personal. (p, 20)

Las conexiones entre el arte y la educación son amplias y se desarrollan en una


variedad de contextos. Es importante reconocer que el aprendizaje no se limita
únicamente al ámbito escolar, sino que puede tener lugar en espacios como la
calle, el barrio y el entorno comunitario. Del mismo modo, las prácticas artísticas
no se restringen a la creación y transmisión de ideas o conocimientos que solo
pueden apreciarse en museos o galerías. Cuando el arte y la educación se unen,
tanto estudiantes como docentes, artistas e intelectuales trabajan en colaboración
y comparten su conocimiento. Los procesos resultantes de esta colaboración
pueden ser imprevisibles, pero enriquecedores.
En este sentido, la transmisión de conocimientos se convierte en uno de los
principales objetivos del proceso de aprendizaje y del encuentro entre el arte y la
educación. A través de esta interacción, se crea un espacio donde se entrelazan
diferentes formas de saber, donde se fusionan las disciplinas artísticas con los
contenidos académicos. Esto permite a los estudiantes explorar y comprender los
conceptos de una manera más profunda y significativa.

Cuando el arte y la educación se entrelazan, se fomenta la creatividad, la


imaginación y el pensamiento crítico en los estudiantes. Las prácticas artísticas les
permiten expresar sus ideas y emociones de formas no convencionales,
desafiando los límites de la enseñanza tradicional. Además, el arte también puede
servir como una herramienta para abordar temas sociales y culturales,
promoviendo la reflexión y el diálogo entre los estudiantes.

La colaboración entre artistas, docentes e intelectuales enriquece el proceso


educativo al proporcionar diferentes perspectivas y enfoques. Estas
colaboraciones pueden tomar la forma de talleres, proyectos conjuntos o incluso
residencias artísticas en las escuelas. A través de estas experiencias, los
estudiantes tienen la oportunidad de interactuar directamente con profesionales
del arte, ampliando sus horizontes y descubriendo nuevas formas de expresión.
(p, 22)

Videos actividad arte (nombrar las cosas)(p, 26)

Según Piaget (1999), “la conducta supone dos aspectos esenciales y


estrechamente interdependientes: uno afectivo, otro cognoscitivo” (p. 14). (p, 34
del libro)

Damasio enfatiza que, “el mundo de las emociones es en amplia medida un


mundo de acciones que se llevan a cabo en nuestros cuerpos, desde las
expresiones faciales y las posturas hasta los cambios en las vísceras y el medio
interno” (2010, p. 175)

Nuestro cuerpo es un poderoso medio de comunicación que va más allá de las


palabras. A través de nuestros gestos faciales y corporales, expresamos nuestras
emociones y sentimientos, incluso en ocasiones de manera inconsciente. Esta
capacidad nos permite establecer conexiones emocionales con los demás y
también nos brinda la oportunidad de detectar señales sutiles sobre cómo se
sienten las personas que nos rodean.

En el contexto educativo, ser observadores y estar atentos a los gestos y señales


no verbales de nuestros estudiantes y colegas es fundamental. Al prestar atención
a estas pistas, podemos obtener información valiosa sobre su estado de ánimo y
emociones, lo cual nos permite actuar de manera más consciente y sensible al
tomar en cuenta sus necesidades emocionales.

Cuando somos capaces de identificar los indicios que revelan el estado de ánimo
de los demás, podemos brindar un apoyo más efectivo y comprensivo. Por
ejemplo, si notamos que un estudiante se muestra apagado o triste, podemos
acercarnos a él y ofrecerle un espacio seguro para expresar lo que siente. Del
mismo modo, si percibimos que un colega está estresado o abrumado, podemos
ofrecer nuestra ayuda y colaboración.

La empatía juega un papel clave en este proceso. Al ser conscientes de las


emociones de los demás, podemos mostrar comprensión y solidaridad, lo que
genera un ambiente de confianza y apoyo mutuo. Al acompañar a nuestros
estudiantes y colegas en el reconocimiento y manejo de sus emociones, les
brindamos herramientas para desarrollar su inteligencia emocional y fortalecer su
bienestar emocional. (p, 39)

Las emociones son una parte fundamental de nuestra experiencia humana, y


pueden ser desencadenadas por una variedad de factores, ya sean eventos
externos o pensamientos internos.

En primer lugar, un acontecimiento externo, como la contingencia sanitaria que


estamos experimentando actualmente, puede desencadenar una respuesta
emocional en nosotros. Estos eventos pueden ser estresantes, alegres, tristes o
cualquier otra emoción dependiendo de cómo los percibamos y valoremos.
Por otro lado, los pensamientos internos también pueden ser responsables de
generar emociones en nosotros. Nuestros pensamientos sobre el presente, el
pasado, el futuro e incluso sobre un tiempo imaginario pueden influir en cómo nos
sentimos. Por ejemplo, pensar en un recuerdo alegre del pasado puede provocar
una sensación de nostalgia, mientras que preocuparse por el futuro puede generar
ansiedad.

Independientemente de si el desencadenante de la emoción es interno o externo,


hay un proceso de valoración que tiene lugar en nuestra mente y que influye en la
emoción que experimentamos. Este proceso implica evaluar el significado y la
importancia del evento o pensamiento en relación con nuestros valores, creencias
y experiencias pasadas.

Es importante destacar que este proceso de valoración ocurre en su mayoría de


las veces de manera inconsciente, es decir, no somos conscientes de cómo
estamos evaluando el evento o pensamiento que nos afecta emocionalmente.
Esto significa que nuestras emociones pueden ser el resultado de una respuesta
automática y rápida ante una situación dada. (p, 40)

En el s. I d.C., el filósofo griego Epícteto (1802) afirmaba que “No son las cosas
las que turban a los hombres, sino la opinión que de ellas forman” (p. 76). En otras
palabras, no nos afecta lo que nos sucede, sino lo que pensamos y nos decimos al
respecto. (p, 42)

Relación de las emociones y la salud https://www.youtube.com/watch?


v=_xqimkF3Aio (p, 45)

Como lo refieren Jordi Grané y Anna Forés (2019), “Resiliar consiste en hacer
brillar los ojos a nuestro alrededor”. En este sentido, quienes sustentan el enfoque
de resiliencia, la definen como la capacidad de superar la adversidad y seguir
adelante. (p, 47)

La resiliencia es una capacidad fundamental para enfrentar los desafíos y


adversidades que se presentan a lo largo de la vida. Se trata de la capacidad de
adaptarse, superar obstáculos y recuperarse emocionalmente de situaciones
difíciles. Existen diversos factores personales que contribuyen a fortalecer la
resiliencia y fomentar un mayor bienestar emocional y mental.

Autoestima y motivación al logro: La confianza en uno mismo, la valoración


personal y la creencia en nuestras propias capacidades son elementos clave para
desarrollar la resiliencia. Cuando nos sentimos seguros de nuestras habilidades y
motivados para alcanzar metas, estamos más preparados para enfrentar y superar
las adversidades.

Orientación y conciencia de la autocapacidad: Reconocer nuestra capacidad de


autorregulación, adaptabilidad y aprendizaje es esencial para cultivar la resiliencia.
Al tener conciencia de nuestras fortalezas y habilidades, podemos enfrentar los
desafíos con mayor confianza y buscar soluciones creativas.

Empatía y autonomía: La capacidad de comprender y ponerse en el lugar de los


demás, así como la habilidad para tomar decisiones y actuar de manera
independiente, también son factores que favorecen la resiliencia. La empatía nos
ayuda a establecer conexiones significativas con los demás, mientras que la
autonomía nos permite tomar el control de nuestra propia vida y buscar soluciones
efectivas. Además de los factores personales, existen otras herramientas y
recursos que pueden contribuir al desarrollo de la resiliencia. Las artes, como el
cine, la ópera, la literatura, la pintura y la música, son poderosos medios de
expresión y transformación emocional.

Estas formas de expresión artística pueden desempeñar un papel significativo en


la construcción de la resiliencia, ya que nos permiten explorar nuestras
emociones, darles nombre y encontrar formas de transformar el trauma o la
adversidad que hemos experimentado. A través del arte, podemos reconstruir lo
que se ha roto, encontrar significado y sentido en nuestras experiencias y
fortalecer nuestra capacidad de recuperación. Cuando nos escuchamos
mutuamente de manera activa y genuina, estamos mostrando interés y respeto
hacia los demás. Esto crea un ambiente seguro donde las personas se sienten
valoradas y comprendidas, lo cual fortalece los lazos de confianza y solidaridad.
La empatía, por su parte, nos permite comprender y conectar emocionalmente con
las experiencias de los demás, lo cual contribuye a la creación de una red de
apoyo y ayuda mutua. (p, 48 - 49)

En el arte utilizamos los colores para expresar nuestras emociones, como en el


habla la entonación, en la música el tono y en la escritura la puntuación. Asimismo,
se puede hacer uso de los colores intencionalmente para provocar emociones en
los otros y con ello favorecer el proceso de resiliencia. (p, 55)

El poder de los sonidos y la música para conectar con nuestras emociones es


innegable. Desde tiempos inmemoriales, los seres humanos han experimentado
una profunda conexión entre el mundo sonoro y nuestras respuestas emocionales.
De manera inconsciente, asociamos los sonidos que percibimos, incluso los más
sutiles, con nuestras emociones, lo cual tiene un impacto significativo en cómo
reaccionamos y actuamos en diferentes situaciones de la vida.

La relación entre los sonidos y las emociones es tan estrecha que incluso
podemos utilizar la música como una herramienta terapéutica para promover la
resiliencia y el bienestar emocional. La música tiene la capacidad única de evocar
recuerdos, despertar sentimientos y generar una respuesta emocional profunda. A
través de su ritmo, melodía y armonía, la música puede influir en nuestro estado
de ánimo, ayudándonos a encontrar consuelo, motivación y fortaleza en
momentos de adversidad.

Cuando nos encontramos en situaciones desafiantes, como la superación de


traumas o adversidades, la música puede desempeñar un papel fundamental en
nuestro proceso de resiliencia. Al escuchar melodías que resuenan con nuestras
experiencias y emociones, podemos encontrar una forma de expresión y
comprensión de nuestros sentimientos más profundos. La música nos permite
nombrar y dar voz a nuestras vivencias, lo que a su vez puede contribuir a la
reconstrucción y transformación de nuestras heridas emocionales.

Además de la música, otras formas de arte también pueden ser poderosos


recursos para fomentar la resiliencia. El cine, la ópera, la literatura, la pintura y
otras manifestaciones artísticas tienen la capacidad de transmitir historias de
superación, de mostrar la fuerza del espíritu humano frente a la adversidad y de
inspirarnos a encontrar nuestra propia capacidad de resiliencia. A través de estas
expresiones artísticas, podemos explorar diferentes perspectivas, reflexionar sobre
nuestras propias experiencias y encontrar inspiración para seguir adelante en
momentos difíciles.

Asimismo, el desarrollo de habilidades emocionales, como la escucha activa y la


empatía, puede fortalecer nuestras relaciones de confianza con los demás, lo cual
también desempeña un papel crucial en el proceso de resiliencia. Al comprender y
conectar con las emociones de los demás, podemos crear un entorno de apoyo
mutuo que nos ayude a enfrentar los desafíos de manera conjunta y fortalecer
nuestra capacidad de superación, tal y como lo indica Josefa Lacárcel (2003): “La
música, ya sea mediante el comportamiento de interpretación, de escucha o de
composición, si ésta es adecuada, nos conduce a una rearmonización del estado
de ánimo y de los sentimientos” (p. 223). (p, 59 del documento)

■ La resiliencia es una capacidad que se fortalece en el tiempo, y necesita de las


interacciones con los otros para proyectar el futuro.

■ Las emociones que hacen posible la resiliencia son el amor, la confianza, la


aceptación, la alegría, el entusiasmo, la gratitud, la generosidad, la honestidad, el
perdón, entre otras. La alegría es una emoción fundamental, según Spinoza
(2000).

■ Un sujeto resiliente tiene más posibilidades de ser alegre, estar en paz, aceptar
las diferencias, no discriminar, confiar y sostenerse en la idea de que su vida
merece ser vivida y valorada por él mismo y por los otros. La resiliencia crea
fortaleza, no sólo nos hace más fuertes, sino que nos arraiga a nuestro ser, a
nuestras referencias.

■ La serenidad es una emoción clave para construir resiliencia; es la capacidad de


decir sí y expresar un no al mismo tiempo. En el caso de la técnica, la serenidad
es la disposición a aceptarla y al mismo tiempo ser independiente respecto de ella
(Heidegger, 1994). (p, 65)
En la actualidad, la creatividad juega un papel fundamental en nuestra capacidad
para enfrentar un mundo en constante cambio. Nos permite imaginar y desarrollar
múltiples respuestas a los problemas que surgen en nuestra vida cotidiana. Al
cultivar y fomentar la creatividad, nos preparamos para adaptarnos y prosperar en
un entorno que se transforma rápidamente.

La educación desempeña un papel crucial en este proceso, ya que nos brinda las
herramientas y los conocimientos necesarios para enfrentar los desafíos que se
nos presentan. Al educarnos, no solo adquirimos habilidades técnicas y
conocimientos académicos, sino que también aprendemos a enfrentar los desafíos
de la vida y a desarrollar habilidades para resolver problemas de manera creativa.
En la actualidad, la creatividad juega un papel fundamental en nuestra capacidad
para enfrentar un mundo en constante cambio. Nos permite imaginar y desarrollar
múltiples respuestas a los problemas que surgen en nuestra vida cotidiana. Al
cultivar y fomentar la creatividad, nos preparamos para adaptarnos y prosperar en
un entorno que se transforma rápidamente.

La educación desempeña un papel crucial en este proceso, ya que nos brinda las
herramientas y los conocimientos necesarios para enfrentar los desafíos que se
nos presentan. Al educarnos, no solo adquirimos habilidades técnicas y
conocimientos académicos, sino que también aprendemos a enfrentar los desafíos
de la vida y a desarrollar habilidades para resolver problemas de manera creativa.
(p, 84 - 85)

Huerto escolar (p, 91)

Las artes, en todas sus manifestaciones, comparten una actitud similar al juego.
En este sentido, permiten que la imaginación se libere de sus limitaciones y
brindan una licencia para explorar y sucumbir a los impulsos que la obra envía al
creador, y que el creador a su vez transmite a la obra. Esta conexión entre el juego
y las artes se vuelve especialmente evidente al observar a los niños en edad
preescolar mientras juegan.
A esta temprana edad, los niños experimentan un placer especial al explorar el
potencial sensorial de los materiales que tienen a su disposición. La capacidad de
imaginación de los niños, aún libre de las limitaciones impuestas por la cultura, les
permite transformar un simple palo en un avión que vuela, un calcetín en una
muñeca a la que arrullar, o una serie de líneas dibujadas en una representación de
su padre. Para los niños pequeños, el mundo sensorial es una fuente de
satisfacción y la imaginación es una fuente de placer basado en la exploración.

Es precisamente esta inclinación hacia la satisfacción y la exploración lo que los


educadores y padres inteligentes desean nutrir y preservar, para que no se vean
sofocadas bajo el peso de una educación "seria". Entienden que una cultura
poblada por personas con una imaginación limitada tendrá un futuro estático, con
pocos cambios y un escaso sentido de la posibilidad.

En un mundo cada vez más orientado hacia lo práctico y lo utilitario, es esencial


reconocer el valor intrínseco de la imaginación y el juego creativo. Al permitir que
los niños exploren y se sumerjan en sus impulsos creativos, les estamos
proporcionando una base sólida para el desarrollo de habilidades cognitivas,
emocionales y sociales.

La imaginación y el juego creativo son fundamentales para el desarrollo del


pensamiento divergente, la capacidad de encontrar múltiples soluciones a un
problema y pensar de manera innovadora. Además, el juego creativo fomenta el
desarrollo de habilidades sociales, como la cooperación, la comunicación y la
resolución de conflictos, a medida que los niños aprenden a compartir ideas,
colaborar en proyectos y negociar con otros. Una cultura que valora y alimenta la
imaginación tiene un potencial ilimitado. A medida que los individuos desarrollan
su capacidad de imaginar y explorar nuevas posibilidades, se vuelven más
adaptables y resistentes al cambio. Están dispuestos a cuestionar las normas
establecidas, a buscar soluciones innovadoras y a enfrentar los desafíos de
manera creativa.

Esta cultura imaginativa y abierta al cambio es la que fomenta el progreso, la


innovación y el crecimiento personal. En contraste, una cultura que carece de
imaginación tiende a estancarse, con pocos cambios y una falta de visión para el
futuro. Promover una mentalidad abierta al juego creativo y al desarrollo de la
imaginación desde una edad temprana es esencial para asegurar un futuro
dinámico y lleno de posibilidades. (p, 93)

Para el filósofo alemán Boris Groys (2017), enseñar arte significa enseñar la vida,
por esa razón nos interesa pensar en la posibilidad de aprovechar los lenguajes
del cine, el teatro, la música, la poesía y las artes plásticas para instaurar la vida
como centro de nuestra acción educativa. (p, 96)

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