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REPARTIDO N° 1. FILOSOFÍA. PROFESOR PRACTICANTE: Sebastián Trías.

Grupo: 4° 1. Liceo n° 35 I.A.V.A.

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UNIDAD III: PENSAMIENTO,


LENGUAJE Y REALIDAD.

Imagen de: https://stryptor.herokuapp.com/mafalda/09/139/


¿CON EL LENGUAJE DESCRIBIMOS LA REALIDAD TAL CUAL ES?

Como hemos visto en el texto de Edgar Morín, “La humanidad de la humanidad” (2003), el
lenguaje, la mente, la cultura, la conciencia, están imbricados de manera muy estrecha en el
ser humano y en cómo este concibe, conoce y accede a la realidad. Es por esto que nuestras
creencias, que forman parte de la noosfera, tienen una relevancia fundamental en la manera
en que vivimos la realidad en la que nos encontramos. La lengua, a su vez, es el medio con el
que nos comunicamos con el otro, y en donde el lenguaje se manifiesta para compartir
nuestras ideas y poder comprender lo que el otro nos comunica. Sin embargo, esa realidad que
compartimos gracias al lenguaje ¿será igual a la realidad que experimentaron los antiguos
griegos, los egipcios, los esquimales? De ser la misma realidad… ¿será posible estar de acuerdo
sobre los fenómenos que experimentamos, debido a la diferencia de nuestras creencias sobre
lo que sucede en el mundo? Nuestro lenguaje no solamente constituye la forma de pensar la
realidad, sino también la forma que tenemos de concebirla, de experimentarla, de vivirla, de
percibirla.

¿SABÍAS QUÉ…?
“Para los esquimales no hay una palabra para ‘nieve’ sino muchas designaciones para los
diferentes tipos de nieve, dada la importancia que tiene este elemento en su vida cotidiana.
(…) los hablantes delimitan la realidad de diferentes maneras de acuerdo con sus necesidades
prácticas.

Imagen de: https://narrativabreve.com/2018/07/leyenda-esquimal-ana-maria-shua.html

Como en el caso de los esquimales con la nieve, cada colectividad exige una estructuración
particular del lenguaje. Así, el árabe (la lengua) tiene muchas palabras para distinguir diferentes
tipos de camellos.
Imagen de: https://www.hogarmania.com/mascotas/otras/mas/camellos-31345.html
Una comunidad que vive en una región selvática necesitará un vocabulario más extenso en
cuanto al reino vegetal para poder discriminar y aprovechar de manera adecuada su medio
ecológico.”1

Imagen de: https://www.muyinteresante.es/naturaleza/fotos/las-selvas-tropicales-mas-


grandes-del-mundo-931643638204

1
Garza, Beatriz. 1997 El lenguaje, el pensamiento y la acción. Universidad Nacional Autónoma de
México.
INTRODUCCIÓN AL PROBLEMA

Qué pasa cuando imaginamos que por ciertos


desajustes en la línea espacio-temporal del
cosmos, tres astrónomos se encuentran
presenciando una puesta del sol, cuando se dan
cuenta de que posiblemente pueden estar
equivocados en lo que ven, a causa de sus
diferencias culturales.
“VEAMOS EL CASO DE TRES HIPOTÉTICOS ASTRÓNOMOS MIRANDO LA PUESTA DEL SOL . E L PRIMERO,
PARTIDARIO DE UN MODELO ASTRONÓMICO GEOCÉNTRICO , MUY POCO ROMÁNTICAMENTE INFORMA :
“VEO AL SOL PONERSE EN EL HORIZONTE ”. E L SEGUNDO , COPERNICANO CONVENCIDO , DIRÁ: “VEO AL
HORIZONTE MOVERSE HACIA ARRIBA ”. Y EL TERCERO , ASTRÓNOMO EGIPCIO , RESUCITADO
ESPECIALMENTE PARA ESTE DIÁLOGO IMAGINARIO EXCLAMARÁ : “V EO QUE R A ESTÁ POR ESCONDERSE
CON SU BARCA ”.”

Imagen de:
https://www.pinterest.es/pin/700380179533849774/

Imagen de:https://laverdadnoticias.com/estiloyvida/Conoces-que-es-el-Sistema-Solar-
20190117-0007.html

https://tintaindomita.com/cajon-de-sastre/el-mito-de-la-creacion-de-ra-el-primer-dios-del-
antiguo-egipto/
ACTIVIDAD…
Pensemos esta conversación estelar de lunáticos e intentemos problematizar lo problemático
de las sentencias planteadas por los astrónomos.

1.- Respondan las siguientes preguntas de forma breve y sucinta.

a- ¿Qué significa “modelo astronómico geocéntrico”?

b- ¿Qué implica ser un “copernicano convencido” en el marco de este diálogo?

c- ¿Quién o qué es Ra?

2.- Para reflexionar: Teniendo en cuenta el título de la unidad que comenzamos a trabajar
(“Pensamiento, lenguaje y realidad”) ¿Consideran que los astrónomos viven en distintas
realidades? O bien ¿la realidad es la misma pero se refieren a ella de manera distinta? En otras
palabras, ¿los astrónomos están observando el mismo fenómeno o fenómenos distintos?

Fundamenten su respuesta.

3.- ¿Cuál de los astrónomos consideran que está en lo correcto al realizar su sentencia de lo
que sucede? ¿El astrónomo geocéntrico?; ¿El astrónomo copernicano?; ¿El astrónomo
egipcio?; ¿todos ellos?; ¿ninguno de los tres? Fundamenten su respuesta.

Pueden seleccionar más de una opción de las planteadas e incluso imaginar alternativas que
no estén contempladas en la consigna.

“Realismo”
Realismo, verdad y significado. Análisis de algunas claves del debate realismo/anti-realismo.

Ronald Teliz. Universidad de la República. Facultad de Humanidades y Ciencias de la


Educación.

Introducción

“El debate acerca del realismo, en diferentes áreas del conocimiento, se encuentra
estrechamente vinculado a la cuestión filosófica general de las relaciones entre el
pensamiento (o lenguaje) humano y una realidad independiente de dicho pensamiento (o
lenguaje), o si se quiere, a cómo se asocian ciertas entidades en diferentes áreas del
pensamiento con la realidad.

Puede decirse que las cuestiones vinculadas con la relación entre la mente (o sus contenidos)
y el mundo externo independiente de ella, es una característica presente en el debate por lo
menos desde los comienzos de la era moderna; y que el realismo tiene que ver justamente
con los problemas acerca de nuestro acceso y determinación de los componentes de ese
mundo independiente; (…) podríamos pensar que ser un realista acerca de un discurso o área
de investigación, se relaciona con la idea de que nuestro pensamiento aspira a reflejar una
realidad independiente y objetiva, y que ello en ciertas condiciones favorables sucede. De
acuerdo con ello, el realismo sostiene, como mínimo, que el valor de verdad de los enunciados
de cierta clase está fijado por su relación (tradicionalmente se acude la “correspondencia”)
con una realidad determinada; realidad que es independiente de nuestro lenguaje o
pensamiento sobre ella.
Los grandes retos semánticos del realismo hacen referencia al problema de la representación,
al problema de nuestro acceso y conocimiento del mundo externo. Es decir, todos intentan
dar respuesta a la pregunta acerca de las conexiones existentes entre nuestras creencias y los
estados de cosas o los objetos de un mundo independiente de nuestra manera de concebirlo
(lo que supuestamente es evaluado en términos de su adecuada representación por nuestro
sistema de creencias).

La noción de verdad, aunque indefinible, posee un contenido que conforma un círculo con
otras nociones como referencia y significado, y que su contenido se expresa en tanto permite
recorrer el círculo de nociones emparentadas y echar luz sobre nuestras actividades cognitivas
como usuarios del lenguaje que interactúan en un mundo común. Si por razones históricas no
hubiéramos evolucionado como seres con capacidades tales como las que permiten el uso del
lenguaje, seguramente no haría sentido hablar de verdad; ahora de ello no se sigue que
consideremos que la verdad es solo una cuestión de constricciones epistémicas ligadas a la
corrección en el uso del lenguaje; sí implica que la verdad depende en parte de cómo los
usuarios del lenguaje interactúan y se comunican entre sí, en un mundo público y mutuamente
accesible y confortable. Para decirlo de otra manera, la verdad depende de cómo usamos las
palabras y de cómo es el mundo.” 2

Pero qué es la realidad. Hemos visto a lo largo del curso que la


metafísica u ontología, es la disciplina en la que se estudia al ser
en tanto que ser. En otras palabras, el estudio de lo que existe, o
también podríamos decir, el estudio de la realidad. Una de las
concepciones metafísicas que hemos trabajado es la platónica, en
la que la realidad está constituida por arquetipos perfectos de los
cuales el mundo sensible no es sino una copia.
En el pensamiento de Aristóteles, vamos a notar cómo algunas
ideas entre éste y Platón son compartidas, pero el estagirita va a
plantear un giro sustancial en su concepción de la realidad. ¿Qué
quiere decir un “giro sustancial”?

2
Teliz, R. “Realismo y significado. Análisis de algunas claves del debate realismo-
antirrealismo”. Uruguay. Universidad de la República. Maestría en Filosofía.
Imagen: https://www.elconfidencial.com/cultura/2016-05-27/arqueologos-griegos-creen-
haber-hallado-la-tumba-de-aristoteles_1207236/

METAFÍSICA. ARISTÓTELES.
Libro VII.
“Del capítulo segundo. (DISTINTAS OPINIONES ACERCA DE ENTIDAD.
EL PROBLEMA DE LA EXISTENCIA DE REALIDADES
SUPRASENSIBLES)

(…) parece con total evidencia que el ser entidad corresponde a los cuerpos
(por eso decimos que son entidades los animales y las plantas y sus partes, y los
cuerpos naturales como el fuego, el agua, la tierra y los demás de este tipo, y
cuantas cosas son o partes de ellos o compuestos, sea de alguno o de todos ellos,
por ejemplo, el firmamento y sus partes, astros, luna y sol).

La entidad se dice, si no en más sentidos, al menos fundamentalmente en


cuatro: en efecto, la entidad de cada cosa parecer ser la esencia, el universal, el
género y, en cuarto lugar, el sujeto.

Puesto que al comienzo hemos distinguido de cuántas maneras definimos la


entidad, y una de ellas parecía ser la esencia, debemos tratar de ella.

Y, en primer lugar, digamos algunas cosas acerca de ella atendiendo a las


expresiones: que la esencia de cada cosa es lo que de cada cosa se dice que es por
sí misma. Desde luego, aquello que en que consiste lo que tú eres no es aquello
en que consiste <<ser músico>> ya que no eres, por ti mismo, músico. Así pues,
tu esencia es lo que, por ti mismo, eres. No lo es, en efecto, aquello que una cosa
es por sí misma al modo en que la superficie es blanca, ya que aquello en que
consiste ser-superficie no es aquello en que consiste ser-blanco.
Así pues, el enunciado de la esencia de cada cosa es aquel enunciado que
expresa la cosa misma sin que ella misma esté incluida en él; de modo que, si
aquello en que consiste ser-superficie-blanca fuera aquello en que consiste ser-
superficie-lisa, <<ser blanco>> y <<ser liso>> serían una u la misma cosa. Por
consiguiente, hay esencia de todas aquellas cosas cuyo enunciado es definición.

En todo caso, es evidente esto: que la definición, en sentido primario y


absoluto, así como la esencia, es de las entidades. Así pues, es evidente que la
definición es el enunciado de la esencia, y que la esencia pertenece a las
entidades, bien exclusivamente, bien en grado sumo, de modo primario y en
sentido absoluto. En efecto, hay conocimiento de cada cosa cuando se conoce su
esencia. De estos argumentos se concluye que cada realidad singular y su
esencia son una y la misma cosa, y no accidentalmente, y que conocer una
realidad singular no es sino conocer su esencia, de modo que incluso por
inducción se muestra que ambas son una misma cosa."3

Una y tres sillas. 1965. Joseph Kosuth, artista conceptual.

Imagen de: https://www.pinterest.es/pin/316589048776207529/

3
Aristóteles. (1994). “Metafísica”. Madrid. Gredos. Trad.: Tomás Calvo Martínez.
ACTIVIDAD…
Filosofía entre amigos: luego de leer el fragmento de Aristóteles y de recordar lo que hemos
trabajado a principio de año sobre el Fedón, se hace posible pensar en algunas similitudes y
diferencias sobre las realidades planteadas por estos filósofos.

1- a) ¿cuál de las sillas es real para Aristóteles? ¿Y para Platón?


b) ¿en dónde se ubica la esencia de las cosas en uno y otro autor?
c) ¿es esencial a la silla ser de madera y de color negro?

2- a) ¿por qué podemos decir que Aristóteles plantea un giro sustancial con respecto a su
maestro?
b) en función de lo que hemos venido trabajando, elabora al menos dos preguntas
Filosóficas que le plantearías las ideas de estos pasajes de la Metafísica.
c) ¿Cuántas sillas piensas que hay en la imagen? Puedes ofrecer más de una respuesta
pero recuerda siempre fundamentarlas.

3- Para Aristóteles “hablar con la verdad” significa “decir de lo que es, que es; y de lo que
no es, que no es”
¿Estás de acuerdo con esa definición de verdad? ¿Por qué?

ARISTÓTELES NOS DICE QUE CON EL LENGUAJE PODRÍAMOS ACCEDER A LA REALIDAD TAL CUAL
ES, SIEMPRE Y CUANDO CUMPLAMOS CON LA CONDICIÓN DE VERDAD PLANTEADA POR ÉL,
PERO… ¿QUÉ ES EL LENGUAJE?

SEGÚN FERDINAND DE SAUSSURE, LINGÜISTA FRANCÉS, “EL LENGUAJE IMPLICA A LA VEZ UN


SISTEMA DE SIGNOS ESTABLECIDO Y UNA EVOLUCIÓN”. Y BIEN, ¿QUÉ ES UN SIGNO?

“Para ciertas personas, la lengua, reducida a su principio esencial, es una nomenclatura,


esto es, una lista de términos que corresponden a otras tantas cosas. Por ejemplo:

: ARBOR : EQUOS

Esta concepción es criticable por muchos conceptos. Supone ideas completamente hechas
preexistentes a las palabras (ver sobre esto pág. 166; no nos dice si el nombre es de
naturaleza vocal o psíquica, pues arbor puede considerarse en uno u otro aspecto; por
último, hace suponer que el vínculo que une un nombre a una cosa es una operación muy
simple, lo cual está bien lejos de ser verdad. Sin embargo, esta perspectiva simplista puede
acercarnos a la verdad al mostrarnos que la unidad lingüística es una cosa doble, hecha
con la unión de dos términos.

Lo que el signo lingüístico une no es una cosa y un nombre, sino un concepto y una
imagen acústica.
El signo lingüístico es, pues, una entidad psíquica de dos caras, que puede representarse
por la siguiente figura:

Esta definición plantea una importante cuestión de terminología. Llamamos signo a la


combinación del concepto y de la imagen acústica.
Proponemos conservar la palabra signo para designar el conjunto, y reemplazar concepto
e imagen acústica respectivamente con significado y significante; estos dos últimos
términos tienen la ventaja de señalar la oposición que los separa, sea entre ellos dos, sea
del total de que forman parte.
El signo lingüístico así definido posee dos caracteres primordiales. Al enunciarlos vamos
a proponer los principios mismos de todo estudio de este orden.

PRIMER PRINCIPIO: LO ARBITRARIO DEL SIGNO

El lazo que une el significante al significado es arbitrario; o bien, puesto que entendemos
por signo el total resultante de la asociación de un significante con un significado,
podemos decir más simplemente: el signo lingüístico es arbitrario.
Así, la idea de sur no está ligada por relación alguna interior con la secuencia de sonidos
s-u-r que le sirve de significante; podría estar representada tan perfectamente por
cualquier otra secuencia de sonidos. Sirvan de prueba las diferencias entre las lenguas y
la existencia misma de lenguas diferentes: el significado 'buey' tiene por significante bwéi
a un lado de la frontera franco-española y böf (boeuf) al otro, y al otro lado de la frontera
francogermana es oks (Ochs).

El principio arriba enunciado domina toda la lingüística de la lengua; sus consecuencias


son innumerables. Es verdad que no todas aparecen a la primera ojeada con igual
evidencia; hay que darles muchas vueltas para descubrir esas consecuencias y, con ellas,
la importancia primordial del principio.
Se ha utilizado la palabra símbolo para designar el signo lingüístico, o, más exactamente,
lo que nosotros llamamos el significante. Pero hay inconvenientes para admitirlo,
justamente a causa de nuestro primer principio. El símbolo tiene por carácter no ser nunca
completamente arbitrario; no está vacío: hay un rudimento de vínculo natural entre el
significante y el significado. El símbolo de la justicia, la balanza, no podría reemplazarse
por otro objeto cualquiera, un carro, por ejemplo.
La palabra arbitrario necesita también una observación. No debe dar idea de que el
significante depende de la libre elección del hablante (ya veremos luego que no está en
manos del individuo el cambiar nada en un signo una vez establecido por un grupo
lingüístico); queremos decir que es inmotivado, es decir, arbitrario con relación al
significado, con el cual no guarda en la realidad ningún lazo natural.”4

Profundicemos un poco más en este asunto…

Si el significante es arbitrario, es decir, si no existe una motivación que


una o conecte necesariamente el significante al significado:
a- ¿No son los significados, una articulación de otros significantes? Y a
su vez los significados de estos significantes, otras articulaciones de
otros significantes, y así sucesivamente.
b- ¿Es posible que nunca podamos “salir” del propio lenguaje?
c- Entonces, el signo, ¿tiene la posibilidad de acceder a una realidad
extralingüística?

“El deíctico no abre el lenguaje a una realidad de cosas-en-sí”5

Imagen de: https://www.eusemfronteiras.com.br/friedrich-nietzsche/

4
Saussure, F. (1945). “Curso de Lingüística General”. Buenos Aires. Editorial Losada.
5
Núñez, S. (2012). “La vieja Hembra engañadora”. Montevideo. Editorial HUM.
“Sobre verdad y mentira en sentido extramoral”; Nietzsche (fragmentos).

En algún apartado rincón del universo, desperdigado de innumerables y


centelleantes sistemas solares, hubo una vez un astro en el que animales astutos
inventaron el conocer. Fue el minuto más soberbio y más falaz de la Historia
Universal, pero, a fin de cuentas, sólo un minuto. Alguien podría inventar una
fábula como ésta y, sin embargo, no habría ilustrado suficientemente, cuán
lamentable y sombrío, cuán estéril y arbitrario es el aspecto que tiene el intelecto
humano dentro de la naturaleza; hubo eternidades en las que no existió, cuando de
nuevo se acabe todo para él, no habrá sucedido nada. Porque no hay para ese
intelecto ninguna misión ulterior que conduzca más allá de la vida humana.
Pero si pudiéramos entendernos con un mosquito, llegaríamos a saber, que también
él navega por el aire con ese mismo pathos y se siente el centro volante de este
mundo.
El intelecto, como un medio para la conservación del individuo, desarrolla sus
fuerzas primordiales en la ficción, pues ésta es el medio por el cual se conservan
los individuos débiles y poco robustos, como aquellos a los que les ha sido negado,
servirse, en la lucha por la existencia, de cuernos o de la afilada dentadura de los
animales carniceros. Este arte de la ficción alcanza su máxima expresión en el
hombre: aquí el engaño, la adulación, la mentira y el fraude, la murmuración, la
hipocresía, el vivir del brillo ajeno, el enmascaramiento, el convencionalismo
encubridor, el teatro ante los demás y ante uno mismo, en una palabra, el revoloteo
incesante ante la llama de la vanidad es hasta tal punto la regla y la ley, que apenas
hay nada más inconcebible que el hecho de que haya podido surgir entre los
hombres un impulso sincero y puro hacia la verdad.
¿De dónde procede en el mundo entero, en esta constelación, el impulso hacia la
verdad?

El hombre nada más que desea la verdad en un sentido análogamente limitado:


desea las consecuencias agradables de la verdad, aquellas que conservan la vida,
es indiferente al conocimiento puro y sin consecuencias, y está hostilmente
predispuesto contra las verdades que puedan tener efectos perjudiciales y
destructivos. Y además, ¿qué sucede con esas convenciones del lenguaje? ¿Son
quizá productos del conocimiento, del sentido de la verdad? ¿Concuerdan las
designaciones y las cosas? ¿Es el lenguaje la expresión adecuada de todas las
realidades?
Solamente mediante el olvido puede el hombre alguna vez llegar a imaginarse que
está en posesión de una verdad en el grado que acabamos de señalar.
¿Qué es una palabra? La reproducción en sonidos articulados de un estímulo
nervioso. Pero partiendo del estímulo nervioso inferir además una causa existente
fuera de nosotros, es ya el resultado de un uso falso e injustificado del principio de
razón. ¡Cómo podríamos decir legítimamente, si la verdad estuviese solamente
determinada por la génesis del lenguaje, la piedra es dura, como si además
captásemos lo duro de otra manera y no únicamente como excitación
completamente subjetiva!
La cosa en sí (esto sería justamente la verdad pura y sin consecuencias) es también
totalmente inaprehensible y en absoluto deseable para el creador del lenguaje.
Éste se limita a designar las relaciones de las cosas con respecto a los hombres y
para expresarlas recurre a las metáforas más atrevidas. ¡En primer lugar, un
estímulo nervioso extrapolado en una imagen!, primera metáfora. ¡La imagen,
transformada de nuevo, en un sonido articulado!, segunda metáfora. Y, en cada
caso, un salto total desde una esfera a otra completamente distinta y nueva.
Creemos saber algo de las cosas mismas cuando hablamos de árboles, colores,
nieve y flores y no poseemos, sin embargo, más que metáforas de las cosas, que
no corresponden en absoluto a las esencias primitivas. Pero pensemos sobre todo
en la formación de los conceptos. Toda palabra se convierte de manera inmediata
en concepto en tanto que justamente no ha de servir para la experiencia singular y
completamente individualizada a la que debe su origen, por ejemplo, como
recuerdo, sino que debe ser apropiada al mismo tiempo para innumerables
experiencias, por así decirlo, más o menos similares, esto es, jamás idénticas
estrictamente hablando; así pues, ha de ser apropiada para casos claramente
diferentes. Todo concepto se forma igualando lo no-igual. Del mismo modo que
es cierto que una hoja nunca es totalmente igual a otra, asimismo es cierto que el
concepto hoja se ha formado al abandonar de manera arbitraria esas diferencias
individuales, al olvidar las notas distintivas, con lo cual se suscita entonces la
representación, como si en la naturaleza hubiese algo separado de las hojas que
fuese la hoja, una especie de arquetipo primigenio a partir del cual todas las hojas
habrían sido tejidas, diseñadas, calibradas, coloreadas, onduladas, pintadas, pero
por manos tan torpes, que ningún ejemplar resultase ser correcto y fidedigno como
copia fiel del arquetipo. La omisión de lo individual y de lo real nos proporciona
el concepto del mismo modo que también nos proporciona la forma, mientras que
la naturaleza no conoce formas ni conceptos, así como tampoco, en consecuencia,
géneros, sino solamente una X que es para nosotros inaccesible e indefinible.
¿Qué es entonces la verdad? Un ejército móvil de metáforas, metonimias,
antropomorfismos, en resumidas cuentas, una suma de relaciones humanas que
han sido realzadas, extrapoladas, adornadas poética y retóricamente y que, después
de un prolongado uso, a un pueblo le parecen fijas, canónicas, obligatorias: las
verdades son ilusiones de las que se ha olvidado que lo son, metáforas que se han
vuelto gastadas y sin fuerza sensible, monedas que han perdido su troquelado y no
son ahora consideradas como monedas, sino como metal.

Ciertamente, el hombre se olvida de que su situación es ésta, por tanto, miente


inconscientemente de la manera que hemos indicado y en virtud de hábitos
milenarios -y precisamente en virtud de esta inconsciencia, precisamente en virtud
de este olvido, adquiere el sentimiento de la verdad-.

El hombre, como genio de la arquitectura, se eleva de tal modo muy por encima
de la abeja: ésta construye con cera que recoge de la naturaleza; aquél con la
materia bastante más fina de los conceptos que, desde el principio, tiene que
producir de sí mismo. Aquí él se hace acreedor de admiración profunda -si bien,
de ningún modo por su impulso hacia la verdad, hacia el conocimiento puro de las
cosas-.
Si alguien esconde una cosa detrás de un matorral, después la busca de nuevo
exactamente allí y, además, la encuentra, en esa búsqueda y en ese descubrimiento
no hay, pues, mucho que alabar; sin embargo, esto es lo que sucede al buscar y al
encontrar la verdad dentro de la jurisdicción de la razón. Si doy la definición de
mamífero y a continuación, después de examinar un camello, digo: he ahí un
mamífero, no cabe duda de que con ello se ha traído a la luz una nueva verdad,
pero es de un valor limitado; quiero decir, es antropomórfica de pies a cabeza y no
contiene ni un solo punto que sea verdadero en sí, real y universalmente válido,
prescindiendo de los hombres.

El investigador de tales verdades tan sólo busca en el fondo, la metamorfosis del


mundo en los hombres; aspira a una comprensión del mundo en tanto que cosa
humanizada y consigue, en el mejor de los casos, el sentimiento de una
asimilación. Olvida, por lo tanto, que las metáforas intuitivas originales no son más
que metáforas y las toma por las cosas mismas. Sólo mediante el olvido de ese
mundo primitivo de metáforas, sólo mediante el endurecimiento y la petrificación
de un fogoso torrente primordial compuesto por una masa de imágenes que surgen
de la capacidad originaria de la fantasía humana, sólo mediante la invencible
creencia en que este sol, esta ventana, esta mesa son una verdad en sí, en una
palabra, gracias solamente al hecho de que el hombre se olvida de sí mismo como
sujeto y, por cierto, como sujeto artísticamente creador, vive con cierta calma,
seguridad y consecuencia.
La palabra fenómeno encierra muchas seducciones, por lo que, en lo posible,
procuro evitarla, puesto que no es cierto que la esencia de las cosas se manifieste
en el mundo empírico.

Incluso la misma relación de un estímulo nervioso con la imagen producida no es,


en sí, necesaria; pero cuando la misma imagen se ha producido millones de veces
y se ha transmitido hereditariamente a través de muchas generaciones de seres
humanos, apareciendo finalmente en toda la humanidad como consecuencia cada
vez del mismo motivo, entonces acaba por tener el mismo significado para el
hombre que si fuese la única imagen necesaria, como si la relación entre la
excitación nerviosa originaria con la imagen producida fuese una estricta relación
de causalidad estricta; del mismo modo que un sueño eternamente repetido sería
percibido y juzgado como algo absolutamente real. Pero el endurecimiento y la
petrificación de una metáfora no garantizan en modo alguno ni la necesidad ni la
legitimación exclusivas de esa metáfora.

Entonces, ¿qué es para nosotros, en definitiva, una ley de la naturaleza? No nos es


conocida en sí, sino solamente por sus efectos, es decir, en sus relaciones con otras
leyes de la naturaleza que, a su vez, sólo nos son conocidas como suma de
relaciones. Por consiguiente, todas esas relaciones no hacen más que remitirse
continuamente unas a otras y, en su esencia, para nosotros son incomprensibles
por completo; en realidad sólo conocemos de ellas lo que nosotros aportamos: el
tiempo, el espacio, por tanto las relaciones de sucesión y los números. Toda la
regularidad que tanto respeto nos impone en las órbitas de los astros y en los
procesos químicos, coincide en el fondo con aquellas propiedades que nosotros
aportamos a las cosas, de modo que, con ello, nos infundimos respeto a nosotros
mismos. De aquí resulta, en efecto, que esa artística creación de metáforas con la
que comienza en nosotros toda percepción presupone ya esas formas, y, por tanto,
se realizará en ellas; sólo partiendo de la firme persistencia de estas formas
primordiales resulta posible explicar el que más tarde haya podido construirse
sobre las metáforas mismas el edificio de los conceptos. Pues éste edificio es,
efectivamente, una imitación de las relaciones de espacio, tiempo y número, sobre
la base de las metáforas.
Como hemos visto, en la construcción de los conceptos trabaja originariamente el
lenguaje; más tarde la ciencia.
Ese impulso hacia la construcción de metáforas, ese impulso fundamental del
hombre del que no se puede prescindir ni un solo instante, pues si así se hiciese se
prescindiría del hombre mismo, no está en verdad dominado ni apenas domado por
el hecho de que con sus evanescentes productos, los conceptos, se construya un
mundo nuevo, regular y rígido, que es como una fortaleza para él. Dicho impulso
se busca para su actividad un campo nuevo y un cauce distinto, y los encuentra en
el mito y, de modo general, en el arte.6

ACTIVIDAD
En esta actividad deberá estar construida con una parte conceptual y reflexiva, y otra parte de
creación artística.

La consigna consta de los siguientes puntos:

i) La realización de una pieza u obra artística por parte de los estudiantes,


que podrá ser individual o grupal, en la que se refleje la problemática
que hemos trabajado durante la unidad. Esta pieza puede ser un poema,
un dibujo, una pintura, una canción, una actuación, un monólogo, una
escultura, entre otras que pueden ser planteadas por los estudiantes y
serán tenidas en consideración.
ii) Esta pieza artística deberá necesariamente ser acompañada por una
reflexión donde se ponga de manifiesto de forma explícita y
fundamentada la intensión y la reflexión que subyace a la obra.
Asimismo será de suma importancia que se pueda reflejar alguno de los
conceptos trabajados.

6
Nietzsche, F. (1873). “Sobre verdad y mentira en sentido extramoral”.
https://www.lacavernadeplaton.com/articulosbis/verdadymentira.pdf
RECUERDEN LOS CRITERIOS DE EVALUACIÓN CON LOS
QUE HEMOS ESTADO TRABAJANDO DESDE PRINCIPIO DEL
AÑO:
 Ortografía y sintaxis
 Correcta adecuación a la consigna
 Análisis cuidadoso de los textos en donde se vea reflejado la
incorporación del vocabulario filosófico y los conceptos fundamentales así
como la articulación con los textos y otros insumos trabajados en clase.
 Argumentación expresada en forma clara, pertinente y original.
 Se valorarán los aportes personales e inclusión de otros autores.

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