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Universidad Autónoma de Entre Ríos

Facultad de Humanidades, Artes y Ciencias sociales

Concepción del Uruguay

Introducción a los Estudios Literarios. Año 2022.

Trabajo práctico final: Lectura crítica de la novela Cometierra de


Dolores Reyes.

Profesor: Clara Degregori

Alumna: Rojas, Daiana

Fecha de entrega: 11/11/2022


“Los materiales no los tomo del aire, los tomo de la sociedad en la que vivo.
Entonces eso ya está en la literatura. Lo que se puede hacer en la literatura es sensibilizar,
quebrar el automatismo.” (Dolores Reyes, 2020)

Con esta explicación, la autora de Cometierra nos introduce su propio concepto de


cómo crea la ficción en su obra. No nace de la nada, de su imaginación o sin un contexto
dado, si no que tiene un fuerte arraigo en la realidad que observa con su capacidad crítica. En
este caso, la de un país (Argentina) en donde se comete un femicidio cada treintaiún horas.
Ella consigue incrustarse, desde la literatura, en la complejidad de temas políticos: los
crímenes del machismo y del clasismo. Toma elementos situacionales, acontecimientos
presentes en la vida cotidiana de las personas y problemáticas sociales y contextuales, y los
vuelca a lo largo de las páginas de su libro. Éste nos cuenta la historia de una joven, una
joven a la que no se le da un nombre, cuya madre murió por culpa de la violencia de su padre
y que tiene un don (o una maldición) desde pequeña: cuando come tierra, la tierra le cuenta
las historias silenciadas de mujeres que fueron asesinadas, violadas, mutiladas, torturadas
golpeadas o desaparecida. Le cuenta dónde están, qué pasó con ellas, y por este motivo, las
familias destrozadas de esas mujeres aparecen en la casa que comparte con su hermano
Walter para buscar respuestas. A lo largo de la narración, se ve expuesta a resolver distintos
casos que nos hablan de dolor y de un sistema de justicia injusto. Reyes, en su historia, nos
muestra cómo el concepto de ficción puede ser utilizado para reflejar y denunciar la violencia
patriarcal a la que las mujeres estamos sometidas en nuestro país. Especialmente, aquellas
que crecen en la periferia.
Lo hace a través de un lenguaje que intenta construir como algo sumamente
reconocible: el de la juventud del Conurbano, que ha sido golpeada por la violencia de género
desde que tiene memoria y que crece con ella como algo omnipresente (Dolores Reyes,
2020). Así, la protagonista a la que no se le da nombre como forma de señalar una identidad
mutilada (una de las tantas maneras en las que se puede desaparecer a alguien), crece en un
hogar roto, huérfana, en un barrio azotado por el desamparo y la violencia, por culpa de su
progenitor. De hecho, su primera visión tiene que ver con el momento en el que su padre
mató a su madre a golpes. Continúan las visiones, luego, con el asesinato de su maestra, a la
que arrastraron a un descampado, y de otras jóvenes a las que mantienen encerradas o a las
que dejan tiradas. Así, nos introduce en un mundo en el que intentará reflejar, mediante los
mecanismos de la ficción, las desapariciones de las mujeres de las clases más humildes de
ciertos barrios de Argentina.
Saer (2014) explica cómo la ficción logra librarse de las ataduras que entraña ligarse
únicamente a lo verificable a la hora de contar historias, no para huir de la dificultad que
significa tratar lo “verdadero”, sino para poner en evidencia su carácter complejo. Reyes
consigue, mediante múltiples voces que narran la vida tal y cómo transcurre (la de la
narradora víctima-testigo y la de las personas que buscan su ayuda) poner en juego variadas
perspectivas acerca de los femicidios y de la violencia machista en un lugar donde las
carencias forman parte de lo cotidiano, mezclándolo con elementos de una narración
fantástica. Así, por ejemplo, nos presenta a Ezequiel, un policía que sabe del desinterés de las
instituciones en investigar las desapariciones y los asesinatos. Así hace también con el caso
de Ana, la víctima de un crimen no resuelto. Demuestra así que la ficción no le da la espalda
a la realidad objetiva, si no que se hunde en ella para explorarla desde dentro, a partir de
diversas representaciones, sin pretender saber de antemano el cómo está hecha (Saer, 2014).
La ficción no se recrea en lo falso, sino que lo utiliza para señalar el carácter doble
de la ficción, que mezcla lo empírico y lo imaginario (Saer, 2014:12). En el caso de
Cometierra, esta característica se evidencia en el hecho que la autora narra hechos
inexistentes que tienen un gran parecido con acontecimientos que suceden en la vida real,
desde una trama que involucra dones fantásticos. Los femicidios relatados en su obra jamás
ocurrieron, no son verificables ni reales, pero podrían haber ocurrido y, de hecho, casos
similares tienen lugar todos los días en nuestro país. Reyes no necesita ser creída en tanto
verdad, si no en tanto ficción. Recurre a lo falso para aumentar su credibilidad (Saer, 2014).
En este caso, hace una pormenorización de los sufrimientos de distintas mujeres ficticias en
la obra para denunciar los sufrimientos de muchas mujeres en la vida real. Mujeres a las que
han matado a golpes, como la madre de Cometierra. Huérfanas que han crecido sin referentes
paternos o maternos por culpa de la violencia machista, como la misma Cometierra, casos
como el de la Seño Ana que fuera violada y desaparecida por una manada (que luego le habla
en sueños) o casos como el de la familiar de Ezequiel, que es retenida en contra de su
voluntad por un hombre que se cree su dueño:
Acaricié la tierra que me daba ojos nuevos, visiones que solo veía yo. Sabía
cuánto duele el aviso de los cuerpos robados. Acaricié la tierra, cerré el puño y
levanté en mi mano la llave que abría la puerta por la que se habían ido María y tantas
chicas, ellas sí hijas queridas de la carne de otra mujer. Levanté la tierra, tragué,
tragué más, tragué mucho para que nacieran los ojos nuevos y pudiera ver […].
(Dolores Reyes, 2019: 62)
Para Piglia (1986:8) la ficción trabaja con la verdad para construir un discurso que
no es verdadero ni falso y que no pretende serlo. Es en ese matiz indecible entre la verdad y
la falsedad donde se juega todo el efecto de la ficción. Reyes construye su mundo en
Cometierra a través de las referencias de la realidad que tiene en su entorno y a través de la
creación de su mundo, pone en juego sus creencias y crea una obra cuyo propósito no es ser
creída en tanto a verdad y tampoco tiene la intención de reivindicar lo falso, si no que su
efecto más grande es mostrar una proyección de la violencia machista a través de la narración
de múltiples personajes imaginarios que sufren sus consecuencias. Para ello, utiliza varias
herramientas que van desde el colocar a una protagonista sin nombre como víctima de los
mismos sucesos que narra, hasta generar empatía por medio de las voces y de las experiencias
de otros personajes que tienen vivencias distintas pero similares. También juega mucho con
la elaboración del contexto en su obra: nos habla de la existencia tal y cómo es vivida en
zonas del Conurbano bonaerense, haciendo alusión a los tipos de música que escuchan, a las
formas en las que se entretienen y al tipo de relaciones que se forman en esos entornos
(como, por ejemplo, la de la protagonista con su hermano Walter y los amigos de su
hermano).
Considerando lo anterior, se podría afirmar que Reyes trabaja arduamente con lo que
Piglia (1986) define como la zona indeterminada donde se entrecruzan la realidad y la
ficción. Encontramos un perfecto ejemplo de esto en varias escenas conmovedoras, donde la
protagonista sueña con su maestra asesinada. La víctima de feminicidio se va abriendo poco a
poco, revelando los deseos que tenía cuando aún estaba viva y en cierto momento, también
expresa su necesidad de que su cadáver sea encontrado y que sus asesinos sean castigados. En
esta narración, se juegan muchos hechos a la vez. El primero, es un claro intento de la autora
por lograr que empaticemos, o bien nos pongamos en el lugar de aquellos desaparecidos que
se han quedado sin voz. Imagina y describe sus anhelos, sus sueños del pasado, la nostalgia
por las cosas que ya no lograran hacer desde una perspectiva ampliamente humana donde se
confunden los elementos de la realidad (mujeres asesinadas cada treintaiún horas, personas
desaparecidas de las que ya no se vuelve a saber nada) y la ficción (encuentros con muertos
que pueden expresar sus sentires a través del mundo onírico). Incluso metafóricamente, la
escena plantea el limbo que es el sueño de la misma manera en que hay un limbo donde se
entrecruzan realidad y ficción.
En conclusión, la hipótesis de lectura de este texto es que la autora hace uso de la
ficción para poner en evidencia situaciones de opresión, violencia y vulnerabilidad a la que
están expuestas las mujeres (y, sobre todo, las que viven en la periferia) así también como el
abandono del Estado y las instituciones a los familiares de desaparecidos. Para sustentar
dicho análisis, me sustenté en los conceptos de ficción tanto de Saer (2014) como de Piglia
(1986). Así mismo, y como ya he mencionado, Cometierra es un texto en el que tienen
prioridad los personajes femeninos y sus voces: las mujeres asesinadas, las víctimas de
feminicidio, son presentadas como personas reales, lejos del morbo. Son madres, hermanas,
trabajadoras, estudiantes. Sus vidas poseen el mismo valor que otras, y se vieron amputadas
por la violencia machista. De esta manera, la ficción retrata y construye un relato acercado a
la realidad sobre los feminicidios y sus consecuencias, que busca reflejar sus complejidades,
sin caer en los reduccionismos de la verdad o de la falsedad.
Bibliografía
Fernández Romeral, Diego (26 de abril de 2020). “Dolores Reyes: "Tomo mis
materiales de la sociedad en la que vivo"”. Página 12.
https://www.pagina12.com.ar/261934-dolores-reyes-tomo-mis-materiales-de-la-
sociedad-en-la-que-v
Piglia, Ricardo (1986). “La lectura de la ficción”, en: “Crítica y ficción”; Editor digital:
Un_Tal_Lucas
Reyes, Dolores (2019). “Cometierra”; Editorial digital: Samarkanda.
Saer, Juan José (2014). “El concepto de ficción”, en: “El concepto de ficción”; Seix Barral;
Buenos Aires.

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