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A)

1) Cicerón, en un pasaje célebre del tratado Sobre la República, elogia a Rómulo, el


fundador de la ciudad, por haber escogido tan acertadamente el lugar donde trazar
el surco sagrado, primera imagen del recinto urbano. Ningún otro lugar, dice
Cicerón, estaba más adaptado a la función de una gran capital; Rómulo había
evitado, muy sabiamente, la tentación de establecer su ciudad a la orilla del mar, lo
que le habría dado, de momento, una fácil prosperidad. No solamente, argumenta
Cicerón, las ciudades marítimas están expuestas a múltiples peligros, de parte de
piratas y de invasores venidos del mar, cuyas incursiones son siempre repentinas y
obligan a mantener una guardia incesante, sino que, sobre todo, la proximidad del
mar acarrea más graves peligros: del mar afluyen las influencias corruptoras, las
innovaciones traídas del extranjero, al mismo tiempo que las mercancías preciosas
y el gusto inmoderado del lujo. Además, el mar —camino siempre abierto— invita
diariamente al viaje. Los habitantes de las ciudades marítimas detestan permanecer
en reposo en su patria; su pensamiento vuela, como sus velas, hacia países lejanos,
y con él sus esperanzas. La perspicacia que Cicerón atribuye a Rómulo, le hizo
preferir una tierra situada a una distancia suficiente de la costa para evitar estas
tentaciones, pero lo bastante próxima, de todas maneras, para que Roma, una vez
sólidamente asentada, pudiese comerciar cómodamente con los países extranjeros.
Su río, el más caudaloso y el más regular de toda la Italia central, permitía el
transporte de las mercancías pesadas, no solamente desde Roma hasta el mar,
sino también hacia el interior, y cuando deja de ser navegable, su valle no deja de
ser una vía de comunicación que penetra profundamente hacia el norte. Desde este
punto de vista, el análisis de Cicerón es perfectamente justo: es cierto que el Tiber
desempeñó un papel esencial en la grandeza de Roma, tanto permitiendo al joven
Estado tener bien pronto «pulmón marítimo», que determinó en parte su vocación
de metrópoli colonial, como, por otra parte, atrayendo hacia él muy pronto y
sometiéndolas a su «control» las corrientes comerciales y étnicas que convergían
de los valles apeninos y se dirigían hacia el sur.

2) En Italia, la situación era compleja. Se distinguen diversos grupos de pueblos


instalados en las diferentes regiones, y hay que decir que las noticias poco
elaboradas de la prehistoria y de la protohistoria, es decir, la descripción de las
facies de civilización, dan lugar a grandes divergencias de interpretación. Algunos
hechos parecen, sin embargo, probados: una primera oleada de pueblos
incineradores (es decir, que quemaban sus muertos) y que conocían el uso y la
técnica del cobre, aparece en el norte de Italia durante el segundo milenio a.C.: se
agrupan en poblados de forma regular (generalmente de trapecio), instalados a
veces en los pantanos. Constituyen lo que se llama la «civilización de las
terramaras», y se admite generalmente que representan a los primeros invasores
indoeuropeos, llegados a Italia desde los países transalpinos. Una segunda oleada,
de pueblos también incineradores, llega más tarde (a fines del segundo milenio a.C.)
a superponerse a las gentes de las terramaras. Esta civilización, revelada por
primera vez a mediados del siglo pasado por el descubrimiento de la rica necrópolis
de Villanova, cerca de Bolonia, está especialmente caracterizada por sus ritos
funerarios: las cenizas de los muertos eran depositadas en grandes urnas de barro
cocido, tapadas con una especie de escudilla, que se colocaban en el fondo de un
hoyo. La técnica industrial de los villanovienses señala asimismo un progreso sobre
la de los terramarícolas; se caracteriza por el uso del hierro. Los villanoviense
ocupaban una zona mucho más extensa que sus predecesores. Parece que su
centro de difusión haya sido la costa tirrena de la Italia central
y que no hayan llegado sino muy tarde al valle del Po, en el momento de su apogeo,
pero su origen étnico no deja de ser septentrional. Terramarícolas y villanovienses
no llegaron a una Italia desierta. Encontraron en ella oblaciones aparentemente de
origen mediterráneo, que continuaban las civilizaciones neolíticas. Estos «primeros»
habitantes practicaban el rito de la inhumación, y habían sufrido en muchos lugares
la influencia de los egeos. Sea lo que fuere, estas poblaciones, en contacto con los
inmigrantes, no tardaron en evolucionar, dando nacimiento a civilizaciones
originales, diferentes según las regiones. De esta manera, la costa adriática vio
desarrollarse una cultura típica, que debe sin duda mucho a las relaciones
establecidas con las poblaciones ilirias. Esta civilización, llamada «piceniana» (pues
su centro se sitúa en la antigua Picenium), es un ejemplo del parlicularismo de
pueblos que en la época histórica resistieron a la conquista romana y no se
integraron en realidad a Roma sino después de luchas sangrientas, al comienzo del
siglo I antes de nuestra era.
En el Lacio, una civilización de tipo villanoviano estaba sólidamente establecida al
comienzo del primer milenio a.C. De todas maneras, la raza latina, aquella de la que
salió Roma, no es un grupo étnico puro, sino el resultado de una lenta síntesis en la
que los invasores indoeuropeos se asimilaron a los habitantes mediterráneos para
dar nacimiento a un nuevo pueblo. Sin duda, al igual que en Grecia, la lengua que
triunfó fue la de los arios, pero la adopción de un dialecto no supone la desaparición
radical de los primeros habitantes del país. Esta compleja realidad se manifiesta en
forma mítica en los historiadores romanos; contaban éstos que el pueblo latino
surgió de la fusión de dos razas: los aborígenes, rudos habitantes del Lacio,
cazadores seminómadas, doradores de los poderes de los bosques, salidos ellos
mismos del tronco de los árboles, y los troyanos, compañeros de Eneas, venidos de
la lejana Frigia después del desastre que castigó a su patria. Sin duda hay una gran
distancia entre esta leyenda y los datos arqueológicos. Retengamos, empero, esta
concepción de un origen mixto del pueblo latino, en la que los elementos «nacidos
en el suelo» habrían sido civilizados, vivificados por extranjeros. Acaso haya pasado
lo mismo con la civilización etrusca, tan vecina de Roma, y llamada a ejercer una
influencia tan profunda sobre la ciudad naciente. Los historiadores están lejos de
ponerse de acuerdo sobre el origen de los etruscos. Sabemos solamente de manera
segura, por las excavaciones, que la civilización etrusca aparece en Italia central en
el siglo VIII a.C. y que sucede, sin solución de continuidad aparente, a la civilización
villanoviana. Su «acta de nacimiento» es para nosotros la aparición en los mismos
lugares de un arte orientalizante. Pero esto no lleva consigo que tal nacimiento
suponga la inmigración en masa de un pueblo oriental que habría venido hacia esta
época a la Italia central. Este fenómeno parece haberse desarrollado más bien en el
plano cultural que en el plano de la violencia. Todo pasa como si ciertas tendencias
latentes se hubiesen desarrollado súbitamente, a la manera de los gérmenes
llamados a una brusca expansión. Una hipótesis, formulada recientemente, explica
de manera bastante exacta cómo ha podido producirse un fenómeno semejante: la
civilización orientalizante de los etruscos, que de esta manera se ha desarrollado en
el seno de la misma civilización villanoviana, y, en muchos puntos, en reacción
contra ella (rito de la inhumación frente al rito de la incineración típico de los
villanovianos; gusto por la riqueza y aun por el fasto, en contraste con la pobreza de
las sepulturas anteriores), podría no ser más que un Renacimiento bajo la influencia
de aportaciones nuevas llegadas de Oriente, y de la de elementos étnicos
inmigrados del mundo egeo muchos siglos antes, acaso hacia el comienzo del siglo
XII a.C., o incluso a finales del siglo xm, es decir, en plena «edad heroica».

3) La fundación de Roma está rodeada de leyendas. Los historiadores cuentan que


Rómulo y su hermano Remo, expuestos en las riberas del Tiber pocos días después
de su nacimiento, fueron milagrosamente amamantados por una loba llegada de los
bosques. Había sido enviada evidentemente por el dios Marte, que era el padre de
los gemelos, y los romanos, hasta el fin de su historia, gustaron ser llamados «los
hijos de la loba». Recogidos por un pastor, el buen Faustulus —cuyo nombre es por
sí solo un augurio favorable, pues se deriva de favere—, Rómulo y Remo fueron
criados por la mujer de aquél, Acca Larencia. Nombres de divinidades se encubren
tras los de Faustulus y su mujer; el primero es muy semejante del de Faunos, el dios
pastoral que frecuentaba los bosques del Lacio; el segundo recuerda el de los
dioses Lares protectores de cada hogar romano, y en la misma Roma se rindió culto
a una cierta Madre de los Lares, que podría no haber sido otra cosa, en definitiva,
que la excelente nodriza de los gemelos, a menos que, y esto es lo más probable, la
leyenda haya utilizado los nombres divinos para dar una identidad a sus héroes. La
cabaña de Faustulus se elevaba, si se cree a la tradición, en el Palatino, y en
tiempos de Cicerón los romanos la enseñaban orgullosamente, todavía de pie, con
su techumbre de paja y sus muros.

4)
5) En cada momento crítico de su historia, Roma se interrogará con la angustia de
sentir sobre ella el peso de una maldición. De la misma manera que en su
nacimiento no estaba en paz con los hombres, no lo estaba con los dioses. Esta
ansiedad religiosa pesará sobre su destino. Es fácil —demasiado fácil— oponerla a
la buena conciencia aparente de las ciudades griegas. Y, de todas maneras, Atenas
también había conocido crímenes: en el origen del poder de Teseo estaba el
suicidio de Egeo. La prehistoria mítica de Grecia está tan llena de crímenes como la
leyenda romana, pero parece que los griegos hubiesen considerado que el
funcionamiento normal de las instituciones religiosas bastaba para borrar las peores
manchas. Orestes es siempre absuelto por el Areópago bajo la presidencia de los
dioses. Y al fin y al cabo, la mancha que Edipo infligió a Tebas fue borrada por la
expulsión del criminal; la sangre expiatoria que correrá más tarde será únicamente
la de los Labdácidas. Roma, al contrario, se siente desesperadamente solidaria de
la sangre de Remo. Parece que el optimismo griego le haya sido negado. Roma
tiembla, como más tarde Eneas, en quien Virgilio querrá simbolizar el alma de su
patria, temblará en la espera de un presagio divino. La leyenda de los primeros
tiempos de Roma está así llena de «signos» que se esfuerzan en descifrar los
historiadores de hoy. Cualquiera que sea el origen de las diversas leyendas
particulares (el rapto de las Sabinas, el crimen de Tarquino, la lucha de los Horacios
y los Curiáceos y muchas otras), ya se tratase de recuerdos de hechos reales, de
viejos ritos interpretados o de vestigios más antiguos aún, procedentes de teogonias
olvidadas, estos relatos reflejan otras tantas convicciones profundas, actitudes
determinantes para el pensamiento romano. Quienquiera que intente sorprender el
secreto de la romanidad, debería tenerlas en cuenta, pues son estados de
conciencia siempre latentes en el alma colectiva de Roma.
6) La tradición de los historiadores antiguos sitúa la fundación de Roma a mediados
del siglo VIII a.C., hacia el año 754. Largo tiempo aceptada sin discusión, después
ásperamente criticada, esta tradición encuentra su confirmación en los
descubrimientos arqueológicos. Una muy antigua necrópolis, excavada en el Foro a
comienzos del presente siglo, y después, más recientemente, la continuación
sistemática de las excavaciones del Palatino, han demostrado que había habitantes
en aquel lugar de la ciudad desde mediados
del siglo VIII a.C., es decir, desde los tiempos en que los primeros colonos helenos
instalaron sus establecimientos «históricos» en la Italia meridional (Magna Grecia) y
en Sicilia.

7) Estos son los otros 6 reyes que reinaron tras el modelo de gobierno creado por
Rómulo:

-Numa Pompilio fue el segundo rey de Roma, tras Rómulo y fue elegido por el
Senado. Reinó del año 716 a.C. hasta el 674 a.C. y era de origen sabino. Fue el
creador de las principales instituciones religiosas y reformó el calendario
dividiéndolo en doce meses lunares.

-Tulio Hostilio.
Tulio Hostilio se convirtió en el tercer rey de Roma en el año 673 a.C. y reinó hasta
el año 642 a.C. De origen latino, fue muy belicoso y extendió los límites hasta la
cuarta colina del monte Celio..Su abuelo era amigo de Rómulo y fue uno de los
céleres que siempre le acompañaban. Es decir, era uno de los 300 eternos
adolescentes que formaba parte de la guardia personal del rey y que lucharon
contra los sabinos.
Abolidos por Numa Pompilio, Tulio Hostilio los volvió a crear.

-Anco Marcio.
Anco Marcio era nieto de Numa Pompilio de origen sabino y se erigió como cuarto
rey en el año 641 a.C. Consiguió ampliar el terreno y el número de habitantes.
Además, realizó varias obras públicas como fundar el puerto de Ostia, creó la
primera prisión y construyó unas salinas. Su mandato finalizó en el año 617 a.C.

-Tarquinio Prisco
Lucio Tarquinio Prisco tomó el relevo como quinto rey de Roma en el año 616 a.C.
Era de origen etrusco. Fue un gran planificador urbanista y tenía una educación muy
completa. Mandó construir la cloaca Máxima (red de alcantarillado), trazó calles y
barrios nuevos, erigió casas sustituyendo a las cabañas existentes y construyó el
Circo Massimo. Su reinado culminó en el año 575 a.C. cuando fue asesinado por los
hijos del cuarto rey, Anco Marcio.
-Servio Tulio
Gracias a la habilidad de la viuda de Tarquinio Prisco, Tanaquil, al ser asesinado su
marido tomó el mando hasta que su hijo adoptivo Servio Tulio pudo gobernar. Le
dijo al pueblo que su marido estaba herido y que era su voluntad. Cuando Servio
Tulio se convirtió en el sexto rey de Roma en el año 578 a.C., celebraron el funeral
de Tarquinio Prisco. Servio Tulio fue un rey muy admirado y creador del concepto de
la ciudadanía romana. Introdujo el censo, reformó el ejército, amplió los límites de la
ciudad y fijó la organización política. Fue asesinado por su yerno, Lucio Tarquinio en
el año 534 a.C.

-Tarquinio el Soberbio
Tarquinio el Soberbio fue el séptimo y último rey de Roma en el año 534 a.C. El
tercer rey de origen etrusco fue despótico y tirano. Logró un gran periodo de
expansión en la conquista de nuevos territorios y con los saqueos construyó el gran
Templo de Júpiter en la colina capitolina. En el año 509 a.C. Tarquinio el Soberbio
fue destronado y con él finalizó el periodo de la monarquía dando paso al periodo de
la República.

B)
1) Las narraciones orales encierran experiencias acumuladas de manera colectiva
por un pueblo, por lo que tienen un alto significado en la enseñanza. Por medio de
éstas se forma a los niños y jóvenes de acuerdo con la interpretación y la
explicación de la realidad natural y social de cada pueblo. Este ámbito trata también
las prácticas sociales vinculadas con la literatura, enfatizando la intención creativa,
imaginativa y estética del lenguaje y ofreciendo la oportunidad de comparar los
diversos modos de expresión.

2) En ambos géneros son muy frecuentes las imitaciones (una leyenda o una fábula
se crea a partir de otra), las duplicaciones (de un mismo relato pueden surgir dos
con ligeras variantes), las contaminaciones (dos relatos pueden fundirse en uno), los
cambios en los personajes (de nombre o en el número de protagonistas), y otros.
Son géneros abiertos, donde el autor se siente autorizado a realizar ampliaciones,
cambios argumentales, variaciones ideológicas, y donde son patentes los
fenómenos típicos de la trasmisión oral. Por otra parte, por lo general no existe una
leyenda, ni una fábula ni un exemplum, sino versiones distintas de un mismo relato,
con variaciones más o menos apreciables, aunque sea útil hablar de leyenda
canónica, como solemos hacer.

3) En primer lugar, tenemos el origen divino del fundador: lo lógico es que la leyenda
busque el máximo prestigio para el fundador, idealmente su procedencia divina. En
este
caso, la versión canónica hace a Rómulo hijo de Marte.
En segundo lugar, podemos ver que la voluntad divina se impone a los designios
humanos; un hombre muy poderoso intenta acabar con el fundador, pero
determinadas circunstancias de apariencia milagrosa consiguen salvarlo. En el caso
de la leyenda de Rómulo y Remo, por ejemplo, Amulio ordena que los gemelos sean
arrojados al Tíber, pero una sucesión de eventos propicia su supervivencia.
En tercer lugar, podemos considerar la santidad de la madre del fundador. La madre
es, mínimamente, un ser inocente, víctima de una violación, pero lo más frecuente
es que
sea un ser espiritualmente superior. En el caso de Rómulo y Remo, su madre, Rhea
Silvia era una vestal.
En cuarto lugar, tenemos la exposición del fundador. El intento de hacer
desaparecer al fundador mediante su exposición es claro en la leyenda de Rómulo y
Remo, si bien en este punto la leyenda de Rómulo coincide más con las leyendas
de Sargón, Moisés y Massi, héroe de los maoríes, porque los gemelos fueron
abandonados en un río y metidos en una canastilla.
Como quinto elemento, un animal amamanta al fundador. Nuevamente, esta
característica es bien conocida en la leyenda de Rómulo y Remo, amamantados por
una loba.
Finalmente, un pastor salva al fundador, como ocurre con los gemelos. De este
hecho también encontramos antecedentes en la leyenda de Edipo, salvado de su
exposición por unos pastores, también en la de los gemelos Neleo y Pelías, pero
sobre todo en la leyenda de Ciro, donde un pastor descubre al niño amamantado
por la perra y se lo lleva a su mujer.

4) Símbolos que podemos encontrar en la leyenda:


• Los gemelos fundadores. Algunos antropólogos, como Meslin o Meurant, han
insistido en que los gemelos entre los pueblos primitivos representaban la
fecundidad y la abundancia. Por otra parte, debemos tener en cuenta el factor
religioso: las posibilidades de que en la Antigüedad dos gemelos salieran adelante
con vida eran muy inferiores a las que tenemos hoy, lo que de alguna manera
pudiera significar que los niños contaban con el favor divino.
• Sacerdocio vestal de la madre. Rhea Silvia fue obligada a convertirse en
vestal, con lo cual debía cumplir con una castidad que le impediría tener
descendencia. Parece que la presencia de la vestal viene a celebrar, por un lado, la
antigüedad e importancia que para los romanos tenía el templo de Vesta, y por otro,
a convertir a la madre de los fundadores en alguien relevante desde el punto de
vista religioso, ya que la misión de las vestales era proteger el fuego sagrado, que
representaba el alma de los muertos y no podía apagarse pues esto podía significar
l perder la conexión con los antepasados. El fuego tenía, además, una misión
vivificadora. Por tanto, la aparición de la vestal en la leyenda se carga de sentido,
como representante de la fuerza generadora de la ciudad.
• Atribución a Marte de la paternidad del fundador. Se ha comentado que en
algunas poblaciones de Italia en época arcaica, Marte ocupó la suma jerarquía
divina. Al entender de autores como Cascón Dorado, sin embargo, la paternidad de
Marte debe ser que interpretarla como un símbolo de lo que más tarde iba a ser la
actividad más sobresaliente de los romanos: la guerra.
• Exposición de los gemelos. La exposición era, según sabemos, el método
más empleado en la Roma antigua para deshacerse de los niños no queridos. Si los
superaban, era indicio no solo de su valor y fortaleza sino también de que los dioses
estaban de acuerdo con la elección; una forma de demostrar la intervención directa
de la divinidad y su predilección por el glorioso porvenir del héroe.
• Amamantamiento de la loba. No parece que debamos considerar aleatorio el
animal elegido. En el Lacio y Etruria habitaban muchos lobos y parece que este
animal gozaba de una especial veneración; un testimonio de ello serían las fiestas
Lupercalia. Normalmente se considera que Lupercalia es una palabra emparentada
con lupa y en algunas descripciones que conocemos de esta fiesta se nos dice que
los jóvenes se disfrazaban de lobos.
• Onomástica y toponimia. Parece que el nombre que se da al pastor que
encuentra a los gemelos, Faustulus, es derivado de faustus, “feliz”, en posible
alusión a su feliz hallazgo; otros autores relacionan su nombre con el dios Fauno,
divinidad protectora de los rebaños y los campos, sin olvidar que Faustitas era la
diosa que protegía la fecundidad del ganado. El nombre de su mujer, Larentia, hay
que ponerlo en relación con los Lares, los antepasados de los romanos convertidos
en dioses del hogar; evidentemente, Larentia sería la madre de los Lares por
antonomasia, Rómulo y Remo, y la fiesta de los Larentalia se relaciona igualmente
con su nombre. También la higuera que aparece en la leyenda, llamada Ruminal,
pero que en algún momento fue llamada Romular haciendo una falsa etimología con
el nombre de Romulus, debe su nombre según todos los indicios, a la palabra ruma,
que significa en latín ‘ubre’ o ‘teta’ de los animales y, la leyenda cuenta que Rómulo
y Remo fueron encontrados debajo de ella, cuando la loba los amamantaba.

5) Según la leyenda, Ciro el Grande, rey de Persia, era el monarca bajo el cual la
cautividad babilónica acabó. En el primer año de su reinado es incitado por Dios
para decretar que el Templo en Jerusalén debía ser reconstruido y que los judíos
que lo desearan pudieran ingresar a su tierra.

6)

Rómulo y Remo Ciro “El Grande”

Fueron expuestos con la intención de Fueron expuestos con la intención de


ser eliminados, pero el incumplimiento ser eliminados, pero el incumplimiento
de la orden por parte de los pastores de la orden por parte de los pastores
encargados de llevarla a cabo, junto encargados de llevarla a cabo, junto
con la aparición milagrosa de una loba con la aparición milagrosa de una perra
para amamantar a los bebés, hizo para amamantar a los bebés, hizo
posible la salvación de los dos posible la salvación de Ciro.
fundadores.
El nombre del pastor el del pastor que El nombre del boyero que salva a Ciro,
salva a Rómulo, Faustulus, con el de está relacionado con Mitra, Mitradates.
Fauno.

Se dice que la mujer del pastor, Se dice que la mujer del pastor era
Larencia, la llamaban la “loba”, porque llamada la “perra”, “Cino” en griego,
había prostituido su cuerpo. “Spaco” en persa.

El conflicto del origen se plantea entre El conflicto del origen se plantea entre
padre e hija. padre e hija.

Visión fantasmal: el falo que sale del Visión fantasmal: la viña que sale del
fuego en Rómulo. vientre de la hija ensombreciendo toda
Asia en Ciro.

El anuncio de un nieto que sería El anuncio de un nieto que sería


poderoso, donde, además, es necesario poderoso.
subrayar que se anuncia un único hijo,
aunque al final nacieran gemelos.

7) Aunque hay quienes sostienen una procedencia distinta, la gran mayoría de los
estudiosos considera que Rómulo es también un nombre epónimo, es decir, creado
a partir del nombre de Roma; la opinión más generalizada es que se trata de un
nombre de origen etrusco, una lengua en la que el sufijo -ulus, serviría para
subrayar la pertenencia a un lugar: Siculus sería el siciliano por antonomasia como
Romulus el romano por excelencia. También podría pensarse que fuera el
diminutivo latino de Romus, aunque esto daría poca gloria al fundador de tan gran
potencia. Sea como fuere, es claro que para el autor Rómulo es un nombre
epónimo, creado a partir de Roma, como antes Rome o Romo.

8) El origen divino del fundador: lo lógico es que la leyenda busque el máximo


prestigio para el fundador, y nada mejor que indicar su procedencia divina. En este
caso, la versión canónica hace a Rómulo hijo de Marte. Otros fundadores de origen
divino serían Alejandro Magno (Júpiter-Amón en forma de serpiente fecundó a su
madre), Buda (Maya fue fecundada por el gran elefante blanco que se convierte en
haz de luz en el divino país del Loto) y un número muy importante de los fundadores
de ciudades griegas; citemos, por ejemplo, a Teseo, de quien se dice que era hijo
de
Poseidón, y a Mileto, fundador de la ciudad de este nombre, hijo de Apolo y Deione.
La voluntad divina se impone a los designios humanos: un hombre muy poderoso
intenta acabar con el fundador, pero determinadas circunstancias de apariencia
milagrosa consiguen salvarlo. Amulio ordena que los gemelos sean arrojados al
Tiber, pero una sucesión de avatares propician su supervivencia. Moisés consiguió
salvarse de las órdenes del faraón. Astiages, rey de los medos, ordenó matar a su
nieto Ciro, pero este sobrevivió y fue el primer gobernante persa del imperio.
Herodes no pudo acabar con la vida de Cristo a pesar de la matanza de los
inocentes. También Gargoris, rey de los curetes, intentó acabar de modos diversos
con la vida de Habis, pero no lo consiguió y este se convirtió en el mítico rey
tartesio.
Santidad de la madre del fundador: la madre es, cuando menos, un ser inocente,
como la madre de Habis, víctima de una violación, o la de Ciro, que no puede
enfrentarse a los mandatos de su padre Astiages, pero lo más frecuente es que sea
un ser espiritualmente superior, como Maya, madre de Buda, en cuya personalidad
se advierten algunos rasgos del misticismo de su hijo o Rhea Silvia, que era, como
hemos dicho, vestal.
Exposición del fundador: el intento de hacer desaparecer al fundador mediante su
exposición es también familiar a muchas leyendas: Rómulo y Remo, Neleo y Pelías,
Ciro… Aunque en este punto la leyenda de Rómulo coincide más con las leyendas
de Sargón, Moises y Massi, héroe de los maoríes, porque los gemelos fueron
abandonados en un río y metidos en una canastilla. Por lo demás, es de notar el
caso de Habis, rey de Tartesos, que salió ileso, a pesar de haber sido expuesto en
lugares de alto riesgo.
Un animal amamanta al fundador: Este aspecto también encuentra
correspondencias importantes: a Habis, de quien acabamos de hablar, lo
amamantaron las perras y cerdas hambrientas y la cierva; a Neleo y Pelías, una
yegua; a Ciro, una perra, y a Mileto, varias lobas.
Un pastor salva al fundador: Encontramos antecedentes en la leyenda de Edipo,
salvado de su exposición por unos pastores, también en la de los gemelos Neleo y
Pelías, pero sobre todo en la leyenda de Ciro, donde un pastor descubre al

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