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Participación comunitaria: ¿necesidad, excusa o estrategia?

O de que
hablamos cuando hablamos de participación comunitaria
Se pueden distinguir dos posiciones acerca de la participación comunitaria la que apoya la
participación de programas y la que los rechaza, además de dos criterios principales que justifican
esas posiciones; una enfatiza las consecuencias políticas y sociales, y la otra que antepone el eje en
las circunstancias de la participación comunitaria.
Dentro de la posición favorable se encuentran tres concepciones básicas, la que privilegia los
aspectos políticos y sociales concibiéndolos como una actividad necesaria para democratizar a la
sociedad, la que privilegia la salud de la población con estrategias para el posible éxito de los
programas y la que se rige bajo el apoyo a la participación por sus efectos en el nivel de la salud.
El primer enfoque se centra en la participación como una forma de resolución de los problemas de
salud, ya que puede ser autogestiva y brinda autosuficiencia e independencia, resolver así los
problemas tiene un efecto de demostración y significa que hay un proceso de aprendizaje en la
resolución de problemas. Según esta posición el involucramiento de la comunidad en actividades
tiene como objetivo el desarrollo como un todo.
El segundo enfoque enfatiza en la argumentación en la salud de la población, esta participación se
ve como un medio técnico que permite un mejor funcionamiento y aceptación de los programas de
salud implementados. La participación de la comunidad puede garantizar la efectividad del
programa, ya que se puede responsabilizar del problema y participar en la solución de problema.
Según la postura de Winch la participación debe ser negociada entre el gobierno, el sector privado y
los residentes de la comunidad, de esta manera se pueden plantera sus diferencias con el enfoque
del desarrollo comunitario en el que se privilegia el punto de vista de la población. Según la
posición de la OMS esta participación comunitaria se basa en dos axiomas que explican la
importancia del involucramiento y responsabilidad de la comunidad para que le programa no
fracase.
Si se concibe como una herramienta que piensa a si misma como social y políticamente neutra, la
participación es solo el medio para llegar al mejoramiento de la calidad de salud de la población a la
que se dirige el programa. No obstante, la participación pocas veces es neutra siempre tiene un
efecto sobre la estructura social de la comunidad, su organización y su capacidad de acción. El
discurso que ignora las consecuencias políticas y sociales de la participación comunitaria tiene el
peligro que se quiera manipular políticamente a la población. Así la participación comunitaria seria
solo un instrumento para legitimar el poder, ejercer el control político y beneficiar intereses ajenos a
los que tiene la población.
Una tercera posición es la que rechaza a la participación argumentando que como los programas de
salud con enfoque participativo tienen que ser más locales y diferentes. Ya que para lograra lo
objetivos de los programas se consideran mayor las dificultades que los beneficios y es por eso que
obstaculizan la extensión de la salud en la población. Cuando se comparan las posiciones extremas
en la dimensión de las consecuencias para la salud, se sustenta la posición que ve a la participación
como una forma de extender la salud a toda la población y también los hay para sustentar a os que
conciben que es buena idea brindar servicios de bajo nivel a los grupos desfavorables.
Es importante considerar que la participación comunitaria tiene tantos efectos sobre los programas
en términos de resultados en el área de la salud comunitaria como sobre la vida social y política de
la misma y estos aspectos deben ser considerados al evaluar la inclusión en los programas. Por ello
se cree que la participación comunitaria debe incluirse en los programas que cumplan
simultáneamente con objetivos explícitos como ser efectiva desde el punto de vista de la salud y
positiva desde le punto de vista de la vida social comunitaria. Esto implica para la primera
dimensión que la participación comunitaria debe formar parte de los programas cuando la población
reciba como resultado beneficios de salud, para la segunda que debe resultar una experiencia
enriquecedora en términos del aprendizaje para resolver de forma autogestiva otras necesidades de
la comunidad.
De Roux señala que la participación social puede ser un proceso que se estimula desde afuera y que
la mayor movilización de la comunidad puede ser manipulada por agentes externos. Varios autores
sostienen la necesidad de transferir esos conocimientos a la población, de esta manera su capacidad
de decisión sobre la participación en los programas tendría un real sustento teórico.
Otro desafío que se encuentra en cuento a la participación comunitaria esta en las múltiples formas
que esta adopta. Estas pueden ser clasificadas según características en sus dimensiones, de las
cuales destacan el aspecto, la etapa o momento del programa, la comunidad que participa, los
mecanismos a través de los cuales se propone la participación y el tipo de acciones que realiza la
comunidad.
En la primera dimensión se encuentran distintas combinaciones de una variedad de estrategias
posibles. Así, la participación puede darse en una discusión, en toma de decisiones, en la ejecución
de tareas y en la utilización de servicios.
En los diferentes programas que se proponen se encuentran diferencias como proponer una
participación permanente y aquellos donde la participación será en periodos de tiempo limitados.
Para poder adoptar programas a las características sociales, culturales, económicas y políticas se
necesita tener un amplio conocimiento sobre la comunidad, para tomar las decisiones adecuadas y
pertinentes. Modificar los programas a la realidad de la comunidad, tomando en cuenta su contexto.

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