Está en la página 1de 1

Pensamiento crítico y Ética

Por una curiosa ironía del destino, el ser humano no sólo es el único animal “lógico”, sino también

el único animal “ilógico”. Es el único animal que utiliza significaciones —ideas, conceptos,

analogías, metáforas, modelos, teorías y explicaciones— para dar sentido a las cosas, para

comprenderlas, preverlas y dominarlas. También es el único que se sirve de significaciones para

negarse a sí mismo, contradecirse y engañarse, para interpretar erróneamente los hechos,

desvirtuarlos y transformarlos en estereotipos, así como para alimentar su dogmatismo, sus

prejuicios y la estrechez de su criterio. El ser humano es el único animal cuyo pensamiento puede

ser llamado claro, preciso, exacto, adecuado, coherente, profundo e imparcial; pero es, asimismo

el único animal cuyo pensamiento es a menudo impreciso, vago, inexacto, inadecuado, superficial,

trivial o tendencioso.

A la luz de esta paradójica dicotomía, comprendemos mejor la razón de ser del pensamiento

crítico. El ser humano no debería fiarse simplemente de su instinto, ni creer, sin plantearse

preguntas, todo lo que se le ocurre, ni admitir como verdad indiscutible todo lo que se le ha

enseñado. Tampoco debería creer que su experiencia sea siempre confiable. Tiene que construir,

en cuestión de creencias, de verdad y de validez, normas sólidas en el plano intelectual, pues éstas

no son innatas. Y debe cultivar costumbres y rasgos de carácter que le permitan integrarse a esas

normas a su vida.

Richard Paul, Critical Thinking, Center for Critical Thinking and Moral Critique, Rohnert Park, CA,

1990, pp. 44-45. Citado por Blackburn Pierre, La Ética Fundamentos contemporáneos, México, FCE,

2006, pp. 23-24.

También podría gustarte