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Hechos e interpretaciones.

Hacia una hermenéutica analógica, Mauricio

Beuchot, México, FCE, 2016.

Por lo tanto, tres son los elementos del acontecimiento hermenéutico o acto de

interpretación: el texto (con el significado que encierra y vehicula), el autor y el intérprete.

Hay un texto, que supone y exige un autor, y postula o pide un lector. Pues si es un texto es

porque alguien lo produjo, y sabemos que es texto porque lo podemos leer o leemos. Hay,

además, un lector o intérprete al que está dirigido, y un código o lenguaje en el que fue

expresado. El lector o intérprete tiene que descifrar con ese código el contenido

significativo que le dio el autor o escritor, sin perder la conciencia de que él le añade

también algún significado o matiz subjetivo. Además, hay interferencias, intereses, etc.;

pero podemos centrarnos en esos cuatro elementos principales: texto, código, autor y lector.

Sin embargo, hemos de añadir un quinto elemento muy relevante: el contexto, pues, en

definitiva, interpretar es poner un texto en su contexto. Cuando se ve un texto fuera de

contexto, suele malentenderse. En buena medida la hermenéutica nos enseña a buscarle a

un texto su contexto, para que en él adquiera su significado, se ilumine. La hermenéutica,

pues, en cierta manera, descontextualiza para recontextualizar, llega a la contextualización

después de una labor de elucidación y hasta de análisis. Le añade una síntesis o

comprensión.

Sobre la compresión hermenéutica, p. 14

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