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ETAPAS DE LA PRODUCCIÓN TEXTUAL

Tanto la expresión oral como la escrita siguen los mismo pasos para la realización de un discurso,
por eso lo que viene a continuación puede servirá para ambas. Nos vamos a apoyar en las etapas de
varios autores, en particular por Carlos Gatti y Jorge Wiesse en el libro: “Técnicas de lectura y
redacción”.

1. Marco general.

Para la elaboración de un discurso, antes que nada se identificará y precisará el tema que se desea
comunicar. Se debe delimitar en función de la información que deseamos proporcionar y la
profundidad con que queremos hacerlo. Cuanto más general sea el tema será menos profundo y a la
inversa. La amplitud y el contenido del tema se reflejarán en el título.

2. Variable de producción

Las variables son las condiciones cambiantes que regulan el contexto dentro del cual se dará el
discurso. No tenerlas en cuenta puede ser muy nocivo para su efectividad. Estas variables responde a
las siguientes preguntas: ¿Dónde se dará el discurso?, ¿A quién se dirigirá? ¿Qué pretende el locutor
con él? ¿Qué papel desempeñará? ¿Cuál será el género que adoptará? ¿Cuánto tiempo durará?

3. Intelección.

La intelección es una etapa que consiste en conocer el tema sobre el cual se va hablar. Esta etapa
es receptiva, pues supone almacenar toda la información que esté a nuestro alcance. Se debe conocer
el tema y comprenderlo. Esta materia prima estará formada tanto de información propia como de la
ajena.

Para la adquisición de la información conviene recurrir a diversa fuentes de información: libros,


revistas, periódicos, videos, internet, conferencias, seminarios etc. Buscando que sean de calidad y
confiables. El éxito del contenido dependerá del valor de los datos s informaciones que manejemos.

4. Invención.
Luego de almacenar la información, se la trabaja internamente para descubrir dentro de esas
marañas de datos lo novedoso, el ángulo no encontrado por otros, aquello que hará que nuestro
discurso sea un aporte. Por eso que a esta etapa se la conoce como la del encuentro de las ideas. Se
redescubre de lo ya existente.

Se procesa la información, se evalúa la consistencia de los datos, se contrasta la información


nueva con la realidad y con la información anterior, se juzga, se critica, se toma posición, todo a partir
de nuestra experiencia, nuestro temperamento, nuestro juicio de valores, nuestra propia óptica.
5. Disposición

La disposición o macroestuctura textual se ocupa de la coherencia del texto. En esta etapa se


organiza y filtra la información de tal manera que es un proceso que va de adentro hacia fuera, pues
para organizar el material trabajado es necesario estructurarlo en un esquema. Éste es un mapa
(conceptual) por el cual puedan discurrir nuestras ideas con orden y fluidez. El esquema ayudará tanto
al locutor como al interlocutor; al uno, porque puede seguir la secuencia de sus ideas sin olvidarse y,
al otro, porque podrá seguir la lógica del planteamiento del orador.

Se seleccionará los datos relevantes y pertinentes de acuerdo al tema y a nuestros objetivos. Se


agruparán según criterios jerárquicos. En esta etapa. No sólo importará identificar las grandes partes
del tema, sino también el clasificar la información que corresponde a cada parte y a la secuencialidad
que debe haber entre las partes y entre los puntos incluidos dentro de cada una de ellas.

En todo momento, se debe ser consciente de que un tema es una estructura y como tal debe
cumplir con ciertos requisitos; a) partes, b) funciones y c) relaciones. Toda la información que se
seleccione debe ser relevante y cumplir una función dentro de la totalidad. Además, todas las partes,
tanto las principales como las secundarias, deben estar interrelacionadas mediante una lógica
secuencial.
6. Elocución

La elocución consiste en la elaboración lingüística del texto, es la concretización de las ideas. Aquí
se da cuerpo al esqueleto, que es el esquema. En la expresión escrita, se articulan un conjunto de
oraciones dentro de un párrafo y este con los otros párrafos del texto.

A diferencia de lo anterior, la expresión oral, no contará con el tiempo para la tranquila meditación y
para las continuas correcciones, requeridas para llegar a la versión definitiva; simplemente, la
elaboración lingüística será de una sola versión, la que va ante el público.

Algunos recomiendan escribir el texto que se va a exponer oralmente y, cierto, esto está bien
siempre y cuando se lea; sin embargo, no es muy recomendable si se pretende dar una impresión
natural, abierta y flexible.

Para la eficiencia y eficacia del discurso el hablante debe tener en cuenta las siguientes artes:

6.1. El arte del recto decir o la gramática.-

La corrección idiomática.- que se refiere al respeto por las reglas establecida por el código
lingüístico. Esto significa que los enunciados lingüísticos deben ser correctos, como por ejemplo:
guardar la concordancia, evitar el dequeismo, los anacolutos, conjugar bien los verbos, etc.
La ejemplaridad .- que supone seguir el modelo lingüístico de prestigio. El hablante debe
emplear la norma estándar que es la norma aceptada socialmente. El locutor no se puede permitir
usos coloquiales, locales y otras licencias, salvo nivel cultural en el que se da la comunicación,
básicamente, el académico. Además, se usarán los términos con el sentido exacto, es decir, con
propiedad.

La adecuación .- se tendrá en cuenta las variaciones según la situación comunicativa, la forma


y el modo en que se realice la comunicación. Adecuar la exposición a las características de los
interlocutores, relación formal o familiar, edades, posición social, etc.

6.2. El arte del buen decir o retórica.-

La expresión no deberá dar la sensación de estar con una camisa de fuerza. Las palabras
deben fluir con naturalidad, con una soltura conversacional. Las principales virtudes de un discurso
deben ser la : variedad, claridad, precisión, sencillez y eficacia.
La retórica alude a los recursos expresivos con los que el locutor puede contar para lograr sus
objetivos, sean estos generales o específicos.

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