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LITERATURA

Las vanguardias en nuestras revistas, 5. Primeras


revistas de vanguardia chilenas
Por M. Ángeles Vázquez

Es unánime la actitud de la crítica especializada respecto a que Vicente


Huidobro, fundador del creacionismo, reúne todas las características
necesarias para considerarle el precursor de las vanguardias
latinoamericanas, ya que en la más pura tradición futurista, se convierte en
el personaje principal del movimiento de avanzada fundado por él. En su
manifiesto Non serviam, leído en Santiago en 1914, y su «Arte poética» de
El espejo del agua (1916) se apuntan las ideas pilares del creacionismo: «un
arte autónomo que rechaza la tradición romántico-impresionista y que
privilegia la elaboración mental impuesta por el poeta que se convierte en
un “pequeño dios”».

La revista Azul. Revista de Arte Libre aparece, con carácter quincenal, en


1913. Es la segunda publicación periódica que Vicente Huidobro funda, junto
a Pablo de Rokha y de la que salen tres números, el primero en septiembre.
Un año antes había sido Musa joven y su duración alcanzó la media docena
de números. De la nueva revista fue uno de sus primeros redactores Carlos
Díaz, que aún no firma como Pablo de Rokha, D’Annunzio, Rubén Darío,
Evaristo Carriego, Unamuno, Juan Ramón Jiménez, serán algunas de sus
firmas, donde ya se comienza a traducir a poetas extranjeros y a publicar
artículos críticos sobre el futurismo.

En 1918, cuando Huidobro ya reside en Madrid, le surge la idea de fundar


una revista de carácter internacional que sirva para unir las diferentes
técnicas de la vanguardia. Inicia su campaña a favor del creacionismo y
utiliza ésta como arma de combate. De ahí nace en 1921 Creación. Revista
Internacional de Arte, cuyo primer número aparece en Madrid en abril. La
revista contiene artículos y poemas en francés, español, inglés, italiano y
alemán que se complementan con la partitura de una canción de Schönberg,
reproducciones de pinturas de Braque, Gleizes, Gris y Picasso y de una
escultura de Jacques Lipchitz. En noviembre, su segundo número ya será
Création. Revue d’Art, publicada en París con colaboraciones de escritores
en lengua francesa exclusivamente, como Paul Morand, Raymond Radiguet,
Tristan Tzara, Ozenfant, Le Corbusier, Paul Éluard, Jean Cocteau, Nicolas
Beauduin y Max Ernst. La revista se extingue, pero la resucita en 1924,
donde inserta su airada respuesta a Guillermo de Torre por haberle acusado
de plagio, «Al fin se descubre mi maestro», y su manifiesto en francés
«Manifieste peut-être», con colaboraciones de Tzara, René Crevel, Juan
Larrea y Erik Satie.

Por otra parte, en los años veinte en Chile abundan revistas experimentales
como Claridad, Elipse, Dionysios, Andamios, Panorama y Caballo de bastos,
y aparece el primer manifiesto, Agú, firmado por Alberto Rojas Giménez y
Martín Bunster en la revista Claridad (núm. 6 del 13 de noviembre de
1920). Estos dos nombres reaparecen en Rosa Náutica, cartel publicado en
1922, en el único número de Antena-Hoja vanguardista. Este manifiesto
claramente provocador asume la paternidad de su renovación estética:
Apollinaire, Marinetti y Huidobro. Se adhieren a él el propio Huidobro,
Borges, Guillermo de Torre, Manuel Maples Arce y el escritor húngaro,
residente en Chile, Zsigmond Remenyik, poniendo al pasquín en sintonía con
la vanguardia internacional.

Claridad (1920-1924) se redacta desde la Federación de Estudiantes de


Santiago, y en ella se publican artículos sobre arte, literatura, estética y
música, con la colaboración de Alberto Rojas Giménez, Pablo de Rokha,
Pablo Neruda y ensayos críticos de Raúl Silva o César Vallejo, entre otros. Y
desde Valparaíso, en 1922, Elipse. Ideario de nuevas literaturas, lanza una
publicación con menor carga ideológica que la de los jóvenes ácratas de
Claridad y se preocupa del aspecto artístico con una visión más analítica. Si
en Claridad su poeta por excelencia es Neruda, en Elipse lo será Apollinaire
y Huidobro. Neftalí Agrella, fundador del manifiesto de los nuevos poetas de
Elipse junto a Pablo Garrido, también en Valparaíso fundan Nguillatún.
Periódico de Literatura y Arte Moderno, en 1924, añadiendo un cariz distinto
a las publicaciones que hervían en la época: deseo de la búsqueda de sus
raíces sin perder de vista el afán renovador, una «voz araucana», donde su
ansia de innovación es un alegato racial y cultural que recorra las diferentes
corrientes de vanguardia existentes en Latinoamérica, aunque reconocen y
se apropian de la energía de los ismos europeos.

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