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ADMIN II: TEMAS 1 A 12

TEMA 1: LA JURISDICCIÓN CONTENCIOSO


ADMINISTRATIVA.
1. INTRODUCCIÓN A LA LEY 29/1998, DE 13 DE JULIO, DE LA JURISDICCIÓN
CONTENCIOSO-ADMINISTRATIVA.

Como señala la Exposición de Motivos de la Ley de la Jurisdicción Contencioso-


Administrativa, a raíz de la Constitución Española de 1978 (CE) se garantizan en
nuestro país plenamente los postulados del Estado de Derecho y, entre ellos, el derecho
de toda persona a la tutela judicial efectiva de sus derechos e intereses legítimos, el
sometimiento de la Administración pública a la Ley y el control de la potestad
reglamentaria y de la legalidad de la actuación administrativa por los Tribunales.

La Ley de 1998, frente a la anterior de 1956, ante la trascendencia y la amplitud de las


transformaciones a las que la institución había de acomodarse, constituye una revisión
general de su régimen jurídico.

El artículo 9.1 de la (CE) determina la sujeción de los poderes públicos a la


Constitución y al resto del ordenamiento jurídico , lo que determina el control de la
actuación de las Administraciones Públicas por los Tribunales de Justicia. No sólo ha
influido en la necesidad de transformación de esta jurisdicción este precepto, sino
también el 24 (tutela judicial efectiva) , 103.1 (actuación de la Administración pública)3
y 106.1 (control por los Tribunales de la potestad reglamentaria y de la legalidad de la
actuación administrativa) . Asimismo, influyó en la necesidad de promulgación de la

Ley de 1998 la jurisprudencia, tanto constitucional como contencioso- administrativa, al


extraer los principios e interpretaciones de la LJCA de 1956, o incluso el sostenimiento
de potestades.

Por otra parte, según el artículo 117.3 CE: “el ejercicio de la potestad jurisdiccional, en
todo tipo de procesos, juzgando y haciendo ejecutar lo juzgado, corresponde
exclusivamente a los Juzgados y Tribunales determinados por las leyes”, y el apartado 5
del mismo precepto proclama que “el principio de unidad jurisdiccional es la base de la
organización y funcionamiento de los Tribunales”, lo que cierra el paso a la
configuración de la jurisdicción contencioso-administrativa como una jurisdicción
especial.

La jurisdicción contencioso-administrativa fue concebida en origen como una


jurisdicción especializada en la resolución de un número determinado de conflictos
jurídicos, pero en la actualidad ha sufrido una saturación por el incremento de la
litigiosidad entre los ciudadanos y las Administraciones y de éstas entre sí, amén de la
necesaria incorporación del sometimiento a control jurídico de las actividades
materiales y la inactividad de la Administración, pero también la necesidad de hacer
ejecutar con prontitud las propias resoluciones judiciales y para adoptar las medidas
cautelares que aseguren la eficacia del proceso.
La inclusión de la jurisdicción contencioso-administrativa en el orden del poder judicial
queda resuelta en el artículo 117 CE (“todo tipo de procesos” “unidad jurisdiccional”) y
la precisión del art. 106.1 CE: “Los Tribunales controlan la potestad reglamentaria y la
legalidad de la Administración, así como el sometimiento de ella a los fines que la
justifican”.

El art. 153.c) CE especifica que únicamente a “la jurisdicción contencioso-


administrativa” corresponde el control de la Administración de las Comunidades
Autonómicas y de sus normas reglamentarias.

A su vez, el artículo 9.4 de la LOPJ determina que los Jueces y Tribunales del Orden
Contencioso-Administrativo

“Conocerán de las pretensiones que se deduzcan en relación con la actuación de las


Administraciones públicas sujeta al derecho administrativo, con las disposiciones de
rango inferior a la ley y con los reales decretos legislativos en los términos previstos en
el artículo 82.6 de esa jurisdicción. También conocerán de los recursos contra la
inactividad de la Administración y contra sus actuaciones materiales que constituyan
vía de hecho. Quedan excluidos de su conocimiento los recursos directos o indirectos
que se interpongan contra las Normas Forales fiscales de las Juntas Generales de los
Territorios Históricos de Álava, Guipúzcoa y Vizcaya, que corresponderán, en
exclusiva, al Tribunal Constitucional, en los términos establecidos por la disposición
adicional quinta de su Ley Orgánica”.

Supuesto todo lo cual, el precepto constitucional esencial sobre el alcance de ese control
pasa a ser el básico del art. 24: “todas las personas tienen derecho a obtener la tutela
efectiva de los Jueces y Tribunales en el ejercicio de sus derechos e intereses legítimos
sin que, en ningún caso, pueda producirse indefensión”.

El derecho a la tutela judicial efectiva pasa a dominar ahora toda la economía de la


jurisdicción contencioso-administrativa, lo que por sí solo no basta para eliminar todas
las viejas restricciones, cautelas, salvaguardas como las que históricamente hubo de
montarse la experiencia nueva de un control judicial o parajudicial de la
Administración.

La posición jurídica de la Administración en su relación con la justicia viene


determinada, como ya sabemos, por el privilegio de autotutela, esto es, la capacidad de
innovar ejecutoriamente en las relaciones jurídicas de que es parte y de imponer sus
decisiones frente a pretensiones o resistencias contrarias. Es este principio estrictamente
técnico, arbitrado desde luego para asegurar la mejor gestión de los servicios públicos,
el que explica toda la peculiaridad de la justicia contencioso-administrativa respecto a la
que se presta por los demás órdenes jurisdiccionales. Ningún precepto constitucional ha
querido derogar la técnica de la autotutela, que más bien se presupone en el artículo 106
–“Los Tribunales controlan la potestad reglamentaria y la legalidad de la actuación
administrativa”– y que está inserta en nuestra tradición y cultura política y jurídica.
Además, el control judicial de la Administración se opera exclusivamente sobre la
legalidad de su actuación –medida según la Ley y el Derecho, artículo 103.1– de la
acción administrativa, no sobre el contenido político de las decisiones, que la
Constitución reserva íntegro a los órganos políticos.
Es importante la ruptura del principio revisor y el consiguiente diseño de las acciones
contra la inactividad de la Administración y las vías de hecho. En lo que se refiere a las
reformas orgánicas, es innovadora, pero la innovación que introduce –los Juzgados
unipersonales de lo contencioso- administrativo- carece de tradición, aunque resulta
positiva respecto de su capacidad de descargar asuntos a las Salas de los Tribunales
Superiores y de la Audiencia Nacional y en cuanto a la rapidez de sus decisiones.

2. ÓRGANOS DEL ORDEN JURISDICCIONAL CONTENCIOSO-ADMINISTRA


TIVO.

Integrada plenamente en el poder judicial, la jurisdicción contencioso- administrativa


constituye un “orden jurisdiccional” propio (art. 9 LOPJ) con órganos singularizados,
suyo diseño, ya avanzado por la LOPJ de 1985 y desarrollado por la Ley de
Demarcación y Planta Judicial de 28 de diciembre de 1998, ha venido a ser perfilado
definitivamente y acompañado por la reforma de ambas Leyes, que ha acompañado a la
nueva LJCA. Esos órganos son los siguientes (art. 6 LJCA):

- Juzgados de lo Contencioso-administrativo.
-  Juzgados Centrales de los Contencioso-administrativo.

-  Salas de lo Contencioso-administrativo de los Tribunales Superiores de

Justicia.

-  Sala de lo Contencioso-administrativo de la Audiencia Nacional.

-  Sala de lo Contencioso-administrativo del Tribunal Supremo.

Los Juzgados de lo Contencioso-Administrativo (art. 90 LOPJ) habrán de ser


provinciales (aunque podrá haber más de uno en la misma sede o en otras poblaciones e
incluso extenderse a más de una provincia dentro de la misma Comunidad Autónoma) y
son unipersonales.

Sus competencias vienen definidas en el art. 8 LJCA (VER).

Los Juzgados Centrales de lo Contencioso-Administrativo, no contemplados


inicialmente en la LOPJ, que ha debido ser modificada al efecto por la LO de 13 de julio
de 1998, la LJCA ha previsto la “creación en la Villa de Madrid, con jurisdicción en
toda España” de unos Juzgados Centrales de lo Contencioso-administrativo con la
finalidad de descargar a las Salas de lo Contencioso-administrativo de la Audiencia
Nacional y del TSJ de Madrid de una parte de los asuntos de los que venían entendiendo
hasta ahora.

Sus competencias vienen definidas en el art. 9 LJCA (VER).

Las Salas de lo Contencioso-administrativo de los Tribunales Superiores de Justicia


tienen un ámbito territorial coincidente con cada CCAA, en donde tiene al menos una
Sala, que pueden funcionar en distintas Secciones cuya creación corresponde al
Gobierno, oído el CGPJ.
Sus competencias vienen definidas en el art. 10 LJCA (VER).

La Sala de lo Contencioso-administrativo de la Audiencia Nacional tiene las


competencias que le asigna el art. 11 LJCA (VER). A esta lista hay que añadir, de
acuerdo con la DA cuarta de la Ley, el conocimiento, en única instancia también, de los
recursos que se interpongan contra: los actos del Banco de España y de la CNMV y
contra las resoluciones del Ministro de Economía y Hacienda que pongan fin a los
recursos ordinarios que se deduzcan contra ellos; las resoluciones del Tribunal de
Defensa de la Competencia, de la Agencia de Protección de Datos, de la Comisión del
Sistema Eléctrico Nacional, del Consejo Económico y Social, del Instituto Cervantes,
del Consejo de Seguridad Nuclear, del Consejo de Universidades y de la Junta Arbitral
regulada por LO 3/1996, de 27 de diciembre, de Modificación parcial de la de
Financiación de las CCAA.

La Sala de lo Contencioso-administrativo del Tribunal Supremo es actualmente la Sala


3a, distribuyéndose normalmente los asuntos por materias o Ministerios u órganos de
procedencia, según acuerdos anuales de la Sala de Gobierno. La LO de 13 de julio de
1998, de modificación de la LOPJ, ha añadido un apartado 3 al artículo 61 de ésa, por el
que se crea una Sección, formada por el Presidente del Tribunal Supremo, el de la Sala
de lo Contencioso-administrativo y 5 Magistrados de ésta (los dos más antiguos y los
dos más modernos), a la que se atribuye el conocimiento del recurso de casación para la
unificación de doctrina cuando la contradicción se produzca entre sentencias dictadas en
única instancia por Secciones distintas de la misma Sala.

Sus competencias vienen definidas en el art. 12 LJCA (VER).

3. LA COMPETENCIA OBJETIVA O POR RAZÓN DE LA MATERIA.

La LJCA utiliza el sistema de cláusula general para definir la extensión de la


jurisdicción contencioso-administrativa, es decir, el ámbito de competencia genérica de
los Tribunales que la integran, precisando su art. 1o que dicha jurisdicción “conocerá de
las pretensiones que se deduzcan en relación con la actuación de las Administraciones
Públicas sujeta a Derecho Administrativo, con las disposiciones de categoría inferior a
la Ley y con los Decretos Legislativos cuando excedan de los límites de la delegación”.

La LJCA ha querido matizar qué se entiende por Administración Pública, desde un


punto de vista subjetivo, señalando su art. 1.2:

a)  La Administración General del Estado.

b)  Las Administraciones de las Comunidades Autónomas.

c)  Las Entidades que integran la Administración Local (según determina el artículo 3


Ley Reguladora de las Bases del Régimen Local).

Son entidades locales territoriales:

a) El Municipio.
b) La Provincia.
c) La Isla en los archipiélagos balear y canario.

Gozan, asimismo, de la condición de Entidades Locales:

- Las Comarcas u otras entidades que agrupen varios Municipios, instituidas por las
Comunidades Autónomas de conformidad con esta Ley y los correspondientes Estatutos
de Autonomía.
- Las Áreas Metropolitanas.

- Las Mancomunidades de Municipios.

Las Entidades de Derecho público que sean dependientes o vinculadas al Estado, las
Comunidades Autónomas o las Entidades locales.

No obstante, por vía de atribución y al objeto de velar por la efectividad de los derechos
e intereses legítimos de quienes con ellos se relacionan, también controlarán a:

 Los órganos competentes del Congreso de los Diputados, del Senado, del
Tribunal Constitucional, del Tribunal de Cuentas y del Defensor del Pueblo, así
como de las Asambleas legislativas de las Comunidades Autónomas análogas al
Tribunal de Cuentas.
 Al Defensor del Pueblo respecto de los actos y atribuciones en materia de
personal, administración y gestión patrimonial sujetos al Derecho público
[artículo 1.3.a)].
 El Consejo General del Poder Judicial en cuanto a sus actos y disposiciones y
los órganos de gobierno de los juzgados y tribunales en relación con su actividad
administrativa, en los términos de la Ley Orgánica del Poder Judicial [artículo
1.3.b)].
 La Administración electoral, en los términos previstos en la Ley Orgánica del
Régimen Electoral General [artículo 1.3.c)].
 El Gobierno y los Consejos de Gobierno de las Comunidades Autónomas, en
relación con la protección jurisdiccional de los derechos fundamentales, los
elementos reglados y la determinación de las indemnizaciones que fueren
procedentes en relación con sus actos, cualquiera que fuese la naturaleza de
dichos actos.
 Las personas públicas o privadas sujetas a la legislación de contratos de las
Administraciones públicas, respecto de los actos de preparación y adjudicación
de contratos.
 Las Corporaciones de Derecho público, en cuanto ejerzan funciones públicas.
 Los concesionarios de servicios públicos, ya directamente, cuando dicten actos
que de conformidad con la legislación sectorial sean recurribles, ante este orden
jurisdiccional ya indirectamente, a través de los actos administrativos de control
o fiscalización, dictados por la Administración concedente, respecto de los
dictados por aquellos que impliquen el ejercicio de potestades administrativas
conferidas a los mismos.
• Aquellos otros sujetos cuya actividad se someta a este orden jurisdiccional por
atribución expresa de una Ley.

Desde el punto de vista objetivo, se controla:

 En primer lugar, la actuación de las Administraciones públicas sujeta al Derecho


administrativo. La cual podrá concretarse a través de actos administrativos-
expresos o presuntos-, la inactividad de la Administración o sus actuaciones
materiales que constituyan vía de hecho, en los términos establecidos por la Ley
(artículos 1.1 y 25).
 En segundo lugar, las disposiciones generales con rango inferior a la Ley y los
Decretos legislativos cuando excedan los límites de la legislación, en cuyo caso,
como es sabido, tienen rango meramente reglamentario.

Por último, el art. 2 LJCA, respecto del ámbito material de competencia, señala que el
orden jurisdiccional contencioso-administrativo conocerá de las cuestiones que se
susciten en relación con:

a)  La protección jurisdiccional de los derechos fundamentales, los elementos reglados y


la determinación de las indemnizaciones que fueran procedentes, todo ello en relación
con los actos del Gobierno o de los Consejos de Gobierno de las Comunidades
Autónomas, cualquiera que fuese la naturaleza de dichos actos.

b)  Los contratos administrativos y los actos de preparación y adjudicación de los demás


contratos sujetos a la legislación de contratación de las Administraciones públicas.

c)  Los actos y disposiciones de las Corporaciones de Derecho público, adoptados en el


ejercicio de funciones públicas.

d)  Los actos administrativos de control o fiscalización dictados por la Administración


concedente, respecto de los dictados por los concesionarios de los servicios públicos
que impliquen el ejercicio de potestades administrativas conferidas a los mismos, así
como los actos de los propios concesionarios cuando puedan ser recurridos directamente
ante este orden jurisdiccional de conformidad con la legislación sectorial
correspondiente.

e)  La responsabilidad patrimonial de las Administraciones públicas, cualquiera que sea


la naturaleza de la actividad o el tipo de relación de que derive, no pudiendo ser
demandadas aquellas por este motivo ante los órdenes jurisdiccionales civil o social,
aun cuando en la producción del daño concurran con particulares o cuenten con un
seguro de responsabilidad.

f)  Las restantes materias que le atribuya expresamente una Ley.

Limites.

Artículos 3, 4 y 28 LJCA.
No corresponden al orden jurisdiccional contencioso-administrativo:
a) Las cuestiones expresamente atribuidas a los órdenes jurisdiccionales civil, penal y
social, aunque estén relacionadas con la actividad de la Administración pública.

b) El recurso contencioso-disciplinario militar.

c) Los conflictos de jurisdicción entre los Juzgados y Tribunales y la Administración


pública y los conflictos de atribuciones entre órganos de una misma Administración.

d) Los recursos directos o indirectos que se interpongan contra las Normas Forales
fiscales de las Juntas Generales de los Territorios Históricos de Álava, Guipúzcoa y
Vizcaya, que corresponderán, en exclusiva, al Tribunal Constitucional en los términos
establecidos por la disposición adicional quinta de su Ley Orgánica.

Asimismo, según determina el artículo 28 LJCA, no es admisible el recurso


contencioso-administrativo respecto de los actos que sean reproducción de otros
anteriores definitivos y firmes y los confirmatorios de actos consentidos por no haber
sido recurridos en tiempo y forma

Ello no obstante, la competencia del orden jurisdiccional contencioso- administrativo se


extiende al conocimiento y decisión de las cuestiones prejudiciales e incidentales no
pertenecientes al orden administrativo, directamente relacionadas con un recurso
contencioso-administrativo, salvo las de carácter constitucional y penal y lo dispuesto
en los Tratados internacionales. La decisión que se pronuncie, sin embargo, tendrá
relevancia incidenter tantum, por lo que no producirá efectos fuera del proceso en que
se dicte y no vinculará al orden jurisdiccional correspondiente (artículo 4).

De esta suerte, se produce un notable giro en el tratamiento que la legislación anterior


realizaba de los actos políticos del Gobierno, a los que consideraba excluidos del control
de los tribunales. Así, el control de los actos del Gobierno mediante el control de los
elementos reglados ha llegado incluso a la concesión del indulto, tratándose como se
trata de decisiones para cuya adopción el ordenamiento jurídico atribuye un amplísimo
margen de discrecionalidad al poder ejecutivo (Sentencia del Pleno de la Sala de lo
Contencioso-Administrativo del Tribunal Supremo no 13/2013 de 20 de noviembre que
anula el RD 1688/2012 de 7 de diciembre de concesión de indulto parcial, caso
Kamikaze).

No obstante, si bien es cierto que existen unos aspectos reglados de los actos del
Gobierno estatal o de los Consejos de Gobierno de las Comunidades Autónomas,
existen otros vedados al control de los Juzgados y Tribunales. Por lo que se limita a
establecer una serie de aspectos sobre los que en todo caso siempre será posible el
control judicial por amplia que sea la resolución gubernamental: los derechos
fundamentales, los elementos reglados del acto y la determinación de las
indemnizaciones procedentes.

4. LA COMPETENCIA TERRITORIAL.

Artículo 14 LJCA:
1. La competencia territorial de los Juzgados y de los Tribunales Superiores de Justicia
se determinará conforme a las siguientes reglas:
Primera. Con carácter general, será competente el órgano jurisdiccional en cuya
circunscripción tenga su sede el órgano que hubiere dictado la disposición o el acto
originario impugnado.

Segunda. Cuando el recurso tenga por objeto actos de las Administraciones públicas en
materia de responsabilidad patrimonial, personal, propiedades especiales y sanciones
será competente, a elección del demandante, el juzgado o el tribunal en cuya
circunscripción tenga aquél su domicilio o se halle la sede del órgano autor del acto
originario impugnado.

Cuando el recurso tenga por objeto actos de las Administraciones de las Comunidades
Autónomas o de las entidades de la Administración Local, la elección a que se refiere
esta regla segunda se entenderá limitada a la circunscripción del Tribunal Superior de
Justicia en que tenga su sede el órgano que hubiere dictado el acto originario
impugnado.

Tercera. La competencia corresponderá al órgano jurisdiccional en cuya circunscripción


radiquen los inmuebles afectados cuando se impugnen planes de ordenación urbana y
actuaciones urbanísticas, expropiatorias y, en general, las que comporten intervención
administrativa en la propiedad privada.

Cuando el acto originario impugnado afectase a una pluralidad de destinatarios y fueran


diversos los Juzgados o Tribunales competentes según las reglas anteriores, la
competencia vendrá atribuida al órgano jurisdiccional en cuya circunscripción tenga su
sede el órgano que hubiere dictado el acto originario impugnado.
TEMA 2: EL PROCESO CONTENCIOSO
ADMINISTRATIVO I.
1. LAS PARTES EN EL PROCEDIMIENTO CONTENCIOSO ADMINISTRATIVO.

1.1. La asignación de la condición de demandante y demandado.

El procedimiento, según la Ley 29/1998, ley reguladora de la jurisdicción contencioso-


administrativa, es un acto de tres partes (actus trium personarum): la actora, la
demandada y la parte objetiva imparcial que decide (el juzgador, un tercero imparcial).

La afirmación que formuló la Exposición de Motivos de la LJ de 1956 de que el recurso


contencioso administrativo es un “auténtico juicio o proceso entre partes” adquiere su
verdadera dimensión cuando se pone en relación con los orígenes de la jurisdicción y
con la propia configuración del recurso por exceso de poder en el Derecho francés.

Éste empezó siendo un control interno de carácter marcadamente jerárquico, establecido


por la Administración en su propio interés, con la finalidad de depurar las ilegalidades
flagrantes de los agentes inferiores de la jerarquía. El papel del particular era, pues, más
parecido al de un simple denunciante que al de una verdadera parte procesal.

El proceso contencioso-administrativo es, pues, a todos los efectos, un proceso entre


partes, una de las cuales es siempre la Administración pública en cualquiera de las
versiones a que se refiere el artículo 1.2 –o un particular en el supuesto excepcional de
que actúe como delegado o agente descentralizado de la propia Administración–, y su
objeto es decidir sobre las pretensiones que deduzca la parte actora ordinariamente por
razón de un acto administrativo, y hoy también por simples actuaciones de hecho y aun
por inactividad de la Administración.

Así, se consideran partes de un proceso a quien reclama y frente a quien se reclama la


satisfacción de una pretensión. Por ello, en todo proceso figuran una parte demandante
(quien pretende) y otra demandada (frente a quien pretende). Los demandados, que son
aquellos contra quienes se dirige el proceso, deben ser emplazados para darles la
oportunidad de defenderse.

El supuesto más común en los recursos contencioso-administrativos es el de la


impugnación por un particular del acto de una Administración pública, que asume la
posición procesal de demandante.

Más infrecuentes son los supuestos en que una Administración impugna un acto propio
(recursos de lesividad, arts. 109 y ss, LJCA) o los de la impugnación del acto de una
Administración por otra u otras (art. 63.1.a) LBRL).

Normalmente, la parte demandada resulta, pues, la Administración pública autora del


acto recurrido, pudiendo también serlo los particulares beneficiados por el acto
recurrido (antes coadyuvantes) Art. 21 LJCA.

Debe aclararse, finalmente, que las posiciones de demandante y demandado referidas a


la Administración pública lo son a dicha Administración en bloque, en cuanto persona
jurídica y no a uno de sus órganos. Los órganos de una Administración pública carecen
de personalidad propia y no pueden por esa simple razón sostener por sí mismos un
proceso y mucho menos, claro está, hacerlo frente a la propia Administración de la cual
forman parte.

El estudio de las partes del proceso contencioso-administrativo requiere el tratamiento


de las tres siguientes cuestiones: en primer lugar, la capacidad procesal, esto es, la
capacidad que se les exige para poder realizar con eficacia actos procesales; en segundo
lugar, la legitimación, entendiendo por tal aquella especial relación entre un sujeto y el
objeto del litigio, en virtud de la cual se reconoce a aquél la condición de parte en un
proceso determinado; y, en tercer y último lugar, la postulación, término con el que se
apunta a la posibilidad de que el sujeto legitimado en un proceso se dirija personalmente
al órgano jurisdiccional.

1.2. Capacidad para ser parte, capacidad procesal, representación, legitimación y


defensa.

Capacidad procesal.

Tienen capacidad procesal ante el orden jurisdiccional contencioso- administrativo,


además de las personas que la ostenten con arreglo a la Ley de Enjuiciamiento Civil, los
menores de edad para la defensa de aquellos de sus derechos e intereses legítimos cuya
actuación les esté permitida por el ordenamiento jurídico sin necesidad de asistencia de
la persona que ejerza la patria potestad, tutela o curatela.

Los grupos de afectados, uniones sin personalidad o patrimonios independientes o


autónomos, entidades todas ellas aptas para ser titulares de derechos y obligaciones al
margen de su integración en las estructuras formales de las personas jurídicas, también
tendrán capacidad procesal ante el orden jurisdiccional contencioso-administrativo
cuando la Ley así lo declare expresamente (artículo 18).

Legitimación para demandar: arts. 19 y 20 LJCA.

En cuanto a la legitimación, debemos diferenciar entre la legitimación activa y la


legitimación pasiva. Como regla general, están legitimadas activamente las personas
físicas o jurídicas que ostenten un derecho o interés legítimo (art. 19. 1.a), vinculado al
acto o disposición recurridos. Éste término es más amplio que el de interés personal,
directo y legítimo que usaba la legislación anterior.

También ostentan legitimación las corporaciones, asociaciones, sindicatos y grupos y


entidades a los que se reconoce capacidad procesal, cuando resulten afectados o estén
habilitados para la defensa de los derechos e intereses legítimos colectivos (art 19.1.b).

Para la defensa del derecho de igualdad de trato entre mujeres y hombres, además de los
afectados y siempre con su autorización, estarán también legitimados los sindicatos y
asociaciones legalmente constituidas cuyo fin primordial sea la defensa de la igualdad
entre hombres y mujeres, sin perjuicio, si los afectados estuvieran determinados, de su
propia legitimación procesal (art. 19.1.i).
En cuanto a las Administraciones públicas, se les reconoce legitimación en los
siguientes términos:

a)  A la Administración del Estado cuando ostente un derecho o interés legítimo,


para impugnar los actos y disposiciones de la Administración de las
Comunidades Autónomas y de los Organismos públicos vinculados a éstas, así
como los de las entidades locales, de conformidad con lo dispuesto en la
legislación de régimen local y los de cualquier otra entidad pública no sometida
a su fiscalización.

b)  A la Administración de las Comunidades Autónomas, para impugnar los


actos y disposiciones que afecten al ámbito de su autonomía, emanados de la
Administración del Estado y de cualquier Administración u Organismo público,
así como de las Entidades Locales, de conformidad con lo dispuesto en la
legislación de régimen local; y a las entidades locales territoriales, para
impugnar los actos y disposiciones que afecten al ámbito de su autonomía,
emanados de las Administraciones del Estado y de las Comunidades
Autónomas, así como los de Organismos públicos con personalidad jurídica
propia vinculados a una y otras o los de otras Entidades locales.

c)  Las entidades de Derecho público con personalidad jurídica propia


vinculadas o dependientes de cualquiera de las Administraciones públicas
podrán impugnar, en general, los actos y disposiciones que afectan al ámbito de
sus fines.

d) El Ministerio Fiscal está legitimado para intervenir en los procesos que


determine la Ley.

Si bien el recurso contencioso-administrativo tiene carácter subjetivo, en el sentido de


que su finalidad inmediata consiste en la satisfacción de las pretensiones de los
recurrentes, sin perjuicio de que, mediatamente, tienda al restablecimiento del orden
jurídico perturbado, excepcionalmente, en los casos expresamente previstos por las
leyes, cualquier ciudadano podrá ejercer la acción popular.

La Administración autora de un acto está legitimada para impugnarlo previa su


declaración de lesividad para el interés público.

No pueden interponer recurso contencioso-administrativo contra la actividad de una


Administración Pública:

a)  Los órganos de la misma y los miembros de sus órganos colegiados, salvo


que una Ley lo autorice expresamente.

b)  Los particulares cuando obren por delegación o como meros agentes o


mandatarios de ella.

c)  Las Entidades de Derecho público que sean dependientes o estén vinculadas


al Estado, las Comunidades Autónomas o las Entidades locales, respecto de la
actividad de la Administración de la que dependan. Se exceptúan aquellos a los
que por Ley se haya dotado de un estatuto específico de autonomía respecto de
dicha Administración (artículo 20).

Parte demandada: arts. 21 y 22 LJCA.

En lo referente a la legitimación pasiva, decir que se considera parte demandada:

a) En primer lugar, las Administraciones públicas o cualesquiera de los órganos


mencionados en el artículo 1.3 contra cuya actividad se dirija el recurso. A estos
efectos, cuando se trate de Organismos o Corporaciones públicos sujetos a fiscalización
de una Administración territorial, se entiende por Administración demandada: el
Organismo o Corporación autores de acto o disposición fiscalizados, si el resultado de la
fiscalización es aprobatorio; y la que ejerza la fiscalización, si mediante ella no se
aprueba íntegramente el acto o disposición.

b) En segundo lugar, las personas o entidades cuyos derechos e intereses legítimos


pudieran quedar afectados por la estimación de las pretensiones del demandante. De
esta forma, siguiendo el criterio ya establecido por la jurisprudencia, se supera la
tradicional distinción entre parte demandada y coadyuvante por entender que “ninguna
diferencia hay entre legitimación por derecho subjetivo y por interés legítimo” (EM
IV).

c) En tercer lugar, señalar que, si el demandante fundara sus pretensiones en la


ilegalidad de una disposición general, se considerará también parte demandada a la
Administración autora de la misma, aunque no proceda de ella la actuación recurrida
(artículo 21).

d) Si la legitimación de las partes derivare de alguna relación jurídica transmisible, el


causahabiente podrá suceder en cualquier estado del proceso a la persona que
inicialmente hubiere actuado como parte (artículo 22).

Representación y defensa: arts. 23 y 24 LJCA.


En relación con la postulación, debemos distinguir:

a)  En sus actuaciones ante órganos unipersonales, las partes podrán conferir su
representación a un Procurador y serán asistidas, en todo caso, por Abogado.
Cuando las partes confieran su representación al Abogado, será a éste a quien se
notifiquen las actuaciones.

b)  En sus actuaciones ante órganos colegiados, las partes deberán conferir su
representación a un Procurador y ser asistidas por Abogado (artículo 23).

La representación y defensa de las Administraciones Públicas y de los órganos


constitucionales se rige por lo dispuesto en la Ley Orgánica del Poder Judicial y en la
Ley 52/1997, de 27 de noviembre de Asistencia Jurídica al Estado e Instituciones
Públicas, así como en las normas que sobre la materia y en el marco de sus
competencias hayan dictado las Comunidades Autónomas (artículo 24).

2. OBJETO DEL RECURSO.


2.1. Actividad enjuiciable y pretensiones de impugnación de actos y reglamentos.

Actividad enjuiciable: Arts. 25 a 30 LJCA.

El recurso contencioso-administrativo es admisible en relación con las disposiciones de


carácter general y con los actos expresos y presuntos de la Administración pública que
pongan fin a la vía administrativa, ya sean definitivos o de trámite, si estos últimos
deciden directa o indirectamente el fondo del asunto, determinan la imposibilidad de
continuar el procedimiento, producen indefensión o perjuicio irreparable a derechos o
intereses legítimos.

También es admisible el recurso contra la inactividad de la Administración y contra sus


actuaciones materiales que constituyan vía de hecho, en los términos establecidos en
esta Ley.

Además de la impugnación directa de las disposiciones de carácter general, también es


admisible la de los actos que se produzcan en aplicación de las mismas, fundada en que
tales disposiciones no son conformes a Derecho.

La falta de impugnación directa de una disposición general o la desestimación del


recurso que frente a ella se hubiera interpuesto no impiden la impugnación de los actos
de aplicación con fundamento en lo dispuesto en el apartado anterior (recurso indirecto).

Cuando un Juez o Tribunal de lo Contencioso Administrativo hubiere dictado sentencia


firme estimatoria por considerar ilegal el contenido de la disposición general aplicada,
deberá plantear la cuestión de ilegalidad ante el Tribunal competente para conocer del
recurso directo contra la disposición, salvo lo dispuesto en los dos apartados siguientes.

Cuando el Juez o Tribunal competente para conocer de un recurso contra un acto


fundado en la invalidez de una disposición general lo fuere también para conocer del
recurso directo contra ésta, la sentencia declarará la validez o nulidad de la disposición
general.

Sin necesidad de plantear cuestión de ilegalidad, el Tribunal Supremo anulará cualquier


disposición general cuando, en cualquier grado, conozca de un recurso contra un acto
fundado en la ilegalidad de aquella norma.

No es admisible el recurso contencioso-administrativo respecto de los actos que sean


reproducción de otros anteriores definitivos y firmes y los confirmatorios de actos
consentidos por no haber sido recurridos en tiempo y forma.

Cuando la Administración, en virtud de una disposición general que no precise de actos


de aplicación o en virtud de un acto, contrato o convenio administrativo, esté obligada a
realizar una prestación concreta en favor de una o varias personas determinadas, quienes
tuvieran derecho a ella pueden reclamar de la Administración el cumplimiento de dicha
obligación. Si en el plazo de tres meses desde la fecha de la reclamación, la
Administración no hubiera dado cumplimiento a lo solicitado o no hubiera llegado a un
acuerdo con los interesados, éstos pueden deducir recurso contencioso- administrativo
contra la inactividad de la Administración.
Cuando la Administración no ejecute sus actos firmes podrán los afectados solicitar su
ejecución, y si ésta no se produce en el plazo de un mes desde tal petición, podrán los
solicitantes formular recurso contencioso- administrativo, que se tramitará por el
procedimiento abreviado regulado en el artículo 78.

En caso de vía de hecho, el interesado podrá formular requerimiento a la


Administración actuante, intimando su cesación. Si dicha intimación no hubiere sido
formulada o no fuere atendida dentro de los diez días siguientes a la presentación del
requerimiento, podrá deducir directamente recurso contencioso-administrativo.

Pretensiones de las partes: Arts. 31 a 33 LJCA.

El demandante podrá pretender la declaración de no ser conformes a Derecho y, en su


caso, la anulación de los actos y disposiciones susceptibles de impugnación según el
capítulo precedente.

También podrá pretender el reconocimiento de una situación jurídica individualizada y


la adopción de las medidas adecuadas para el pleno restablecimiento de la misma, entre
ellas la indemnización de los daños y perjuicios, cuando proceda.

Cuando el recurso se dirija contra la inactividad de la Administración pública, conforme


a lo dispuesto en el artículo 29 LJCA, el demandante podrá pretender del órgano
jurisdiccional que condene a la Administración al cumplimiento de sus obligaciones en
los concretos términos en que estén establecidas.

Si el recurso tiene por objeto una actuación material constitutiva de vía de hecho, el
demandante podrá pretender que se declare contraria a Derecho, que se ordene el cese
de dicha actuación y que se adopten, en su caso, las demás medidas previstas en el
artículo 31.2.

Los órganos del orden jurisdiccional contencioso-administrativo juzgarán dentro del


límite de las pretensiones formuladas por las partes y de los motivos que fundamenten el
recurso y la oposición.

Si el Juez o Tribunal, al dictar sentencia, estimare que la cuestión sometida a su


conocimiento pudiera no haber sido apreciada debidamente por las partes, por existir en
apariencia otros motivos susceptibles de fundar el recurso o la oposición, lo someterá a
aquéllas mediante providencia en que, advirtiendo que no se prejuzga el fallo definitivo,
los expondrá y concederá a los interesados un plazo común de diez días para que
formulen las alegaciones que estimen oportunas, con suspensión del plazo para
pronunciar el fallo. Contra la expresada providencia no cabrá recurso alguno.

Esto mismo se observará si, impugnados directamente determinados preceptos de una


disposición general, el Tribunal entendiera necesario extender el enjuiciamiento a otros
de la misma disposición por razones de conexión o consecuencia con los preceptos
recurridos.

2.2. El recurso contra la inactividad de la Administración.


Son impugnables los supuestos de silencio administrativo negativo, en los que no
estamos en presencia de un acto presunto sino de una ficción legal, que permite
considerar desestimada la solicitud o el recurso planteados en vía administrativa a los
efectos de poder acudir a los Tribunales de Justicia (Conforme a loa arts. 25.2 y 29
LJCA, acabados de ver).

2.3. El recurso contra la vía de hecho. Régimen de pretensiones.

Art. 30 LJCA.

En caso de vía de hecho, el interesado podrá formular requerimiento a la


Administración actuante, intimando su cesación. Si dicha intimación no hubiere sido
formulada o no fuere atendida dentro de los diez días siguientes a la presentación del
requerimiento, podrá deducir directamente recurso contencioso-administrativo.

TEMA 3: EL PROCESO CONTENCIOSO


ADMINISTRATIVO II.
1. ANTECEDENTES

Presupuesto obligado para la interposición del recurso contencioso administrativo es


agotar previamente la vía administrativa, a fin de que la Administración pública pueda
revisar internamente la legalidad de la actuación que va a ser impugnada en los
Tribunales.

Asimismo, es obligada la presentación de reclamación previa para exigir el


cumplimiento a la Administración de una prestación a la que se tiene derecho (art. 29.1
LJCA) o, en los supuestos que implican vía de hecho (art. 30 LJCA), aunque, en este
último caso, cabe la interposición directa del recurso contencioso administrativo.

Requerimiento previo entre AAPPs: art. 44 LJCA. En los casos de litigios entre
Administraciones públicas no cabrá interponer recurso en vía administrativa. No
obstante, cuando una Administración interponga recurso contencioso-administrativo
contra otra, podrá requerirla previamente para que derogue la disposición, anule o
revoque el acto, haga cesar o modifique la actuación material, o inicie la actividad a que
esté obligada.

Plazos (art. 46 LJCA). El plazo para interponer el recurso contencioso administrativo


será de dos meses contados desde el día siguiente al de la publicación de la disposición
impugnada o al de la notificación o publicación del acto que ponga fin a la vía
administrativa, si fuera expreso.

Si no lo fuera, el plazo será de seis meses y se contará, para el solicitante y otros


posibles interesados, a partir del día siguiente a aquél en que, de acuerdo con su
normativa específica, se produzca el acto presunto.

En los supuestos de inacción de la Administración (deber de realizar una prestación,


inejecución de actos firmes), los dos meses se contarán a partir del día siguiente al
vencimiento de los siguientes plazos:

-  3 meses desde la reclamación de la realización de la prestación.

-  1 mes desde la reclamación de la ejecución de los actos firmes.

Si el recurso contencioso-administrativo se dirigiera contra una actuación en vía de


hecho, el interesado podrá formular requerimiento a la Administración actuante,
intimando su cesación. Si dicha intimación no hubiere sido formulada o no fuere
atendida dentro de los diez días siguientes a la presentación del requerimiento, podrá
deducir directamente recurso contencioso administrativo.

En relación con el recurso de lesividad, el artículo 43 LJCA dispone que cuando la


propia Administración autora de algún acto pretenda demandar su anulación ante la
Jurisdicción contencioso-administrativa deberá, previamente, declararlo lesivo para el
interés público. El plazo para interponer recurso de lesividad será de dos meses a contar
desde el día siguiente a la fecha de la declaración de lesividad (vid art. 107 LPAC).
En los litigios entre Administraciones, el plazo para interponer recurso contencioso
administrativo será de dos meses, salvo que por Ley se establezca otra cosa.

El requerimiento previo, potestativo, deberá dirigirse al órgano competente mediante


escrito razonado que concretará la disposición, acto, actuación o inactividad, y deberá
producirse en el plazo de dos meses contados desde la publicación de la norma o desde
que la Administración requirente hubiera conocido o podido conocer el acto, actuación
o inactividad.

El plazo se contará desde el día siguiente a aquel en que se reciba la comunicación del
acuerdo expreso o se entienda presuntamente rechazado. El requerimiento se entenderá
rechazado si, dentro del mes siguiente a su recepción, el requerido no lo contestara
(artículo 44 LJCA).

2. MEDIDAS CAUTELARES

(Arts. 129 a 136 LJCA).

La necesidad de armonizar el principio de ejecutividad de los actos administrativos con


el derecho a tutela efectiva, que consagra el artículo 24 CE, ha dado lugar a una vasta
producción científica, que reclamaba la actualización de las escasas previsiones
contenidas sobre el particular en la legislación anterior, y a una copiosa jurisprudencia
que, partiendo de los pronunciamientos del Tribunal Constitucional, que consideran a la
tutela cautelar como parte de la tutela efectiva, se ha esforzado por superar los estrechos
límites que establecía la LJ 56.

La LJ 98, como indica su Exposición de Motivos, “actualiza considerablemente la


regulación de la materia, amplía los tipos de medidas cautelares posibles y determina
los criterios que han de servir de guía a su adopción”. Es importante resaltar que en el
mismo lugar se pone de relieve que “se parte de la base de que la justicia cautelar forma
parte del derecho a la tutela efectiva, tal como tiene declarado la jurisprudencia más
reciente, por lo que la adopción de medidas provisionales que permitan asegurar el
resultado del proceso no debe contemplarse como una excepción, sino como facultad
que el órgano judicial puede ejercitar siempre que resulte necesario (EM VI.5)”.

Estas afirmaciones son de singular trascendencia dado que, por más que esta postura se
hubiere suavizado en los últimos tiempos, tradicionalmente la suspensión de la
ejecución del acto administrativo, que era la única medida cautelar aplicable, se
consideraba como una facultad que sólo excepcionalmente podría ser ejercitada por los
tribunales.

En cuanto a su regulación, hay que señalar que los interesados podrán solicitar en
cualquier estado del proceso la adopción de cuantas medidas aseguren la efectividad de
la sentencia. Si se impugnare una disposición general, y se solicitare la suspensión de la
vigencia de los preceptos impugnados, la petición deberá efectuarse en el escrito de
interposición o en el de demanda (artículo 129 LJCA).

Previa valoración circunstanciada de todos los intereses en conflicto, la medida cautelar


podrá acordarse únicamente cuando la ejecución del acto o la aplicación de la
disposición pudieran hacer perder su finalidad legítima al recurso. La medida cautelar
podrá denegarse cuando de esta pudiera seguirse perturbación grave de los intereses
generales o de tercero que el Juez o Tribunal ponderará en forma circunstanciada
(artículo 130 LJCA).

El incidente cautelar se sustanciará en pieza separada, con audiencia de la parte


contraria, en un plazo que no excederá de diez días, y será resuelto por auto dentro de
los cinco días siguientes. Si la Administración demandada no hubiere aún comparecido,
la audiencia se entenderá con el órgano autor de la actividad impugnada (artículo 131
LJCA).

El auto que acuerde la medida se comunicará al órgano administrativo correspondiente,


el cual dispondrá su inmediato cumplimiento, siendo de aplicación lo dispuesto para la
ejecución de sentencias.

La suspensión de la vigencia de disposiciones de carácter general será publicada en


diario oficial en el plazo de diez días a partir de su firmeza. Lo mismo se observará
cuando la suspensión se refiera a un acto administrativo que afecte a una pluralidad
indeterminada de personas. (artículo 134 LJCA).

La Exposición de Motivos VI.5 de la LJ 98 dispone que “teniendo en cuenta la


experiencia de los últimos años y la mayor amplitud que hoy tiene el objeto del recurso
contencioso-administrativo, la suspensión de la disposición o acto recurrido no puede
constituir ya la única medida cautelar posible. La Ley introduce en consecuencia la
posibilidad de adoptar cualquier medida cautelar, incluso las de carácter positivo. No
existen para ello especiales restricciones, dado el fundamento común a todas las
medidas cautelares. Corresponderá al Juez o Tribunal determinar las que, según las
circunstancias, fuesen necesarias”.

Las medidas cautelares estarán en vigor hasta que recaiga sentencia firme que ponga fin
al procedimiento en el que se hayan acordado, o hasta que éste finalice por cualquiera
de las causas previstas en esta Ley. No obstante, podrán ser modificadas o revocadas
durante el curso del procedimiento si cambiaran las circunstancias en virtud de las
cuales se hubieran adoptado. (artículo 132.1 LJCA).

No podrán modificarse o revocarse las medidas cautelares en razón de los distintos


avances que se vayan haciendo durante el proceso respecto al análisis de las cuestiones
formales o de fondo que configuran el debate y, tampoco, en razón de la modificación
de los criterios de valoración que el Juez o Tribunal aplicó a los hechos al decidir el
incidente cautelar (artículo 132.2 LJCA).

Cuando de la medida cautelar pudieran derivarse perjuicios de cualquier naturaleza,


podrán acordarse las medidas que sean adecuadas para evitar o paliar dichos perjuicios.
Igualmente podrá exigirse la presentación de caución o garantía suficiente para
responder de aquéllos.

La caución o garantía podrá constituirse en cualquiera de las formas admitidas en


Derecho. La medida cautelar acordada no se llevará a efecto hasta que la caución o
garantía esté constituida y acreditada en autos, o hasta que conste el cumplimiento de
las medidas acordadas para evitar o paliar los perjuicios anteriormente referidos.
Levantada la medida por sentencia o por cualquier otra causa, la Administración, o la
persona que pretendiere tener derecho a indemnización de los daños sufridos, podrá
solicitar ésta ante el órgano jurisdiccional por el trámite de los incidentes, dentro del año
siguiente a la fecha del alzamiento. Si no se formulase la solicitud dentro de dicho
plazo, se renunciase a la misma o no se acreditase el derecho, se cancelará la garantía
constituida (artículo 133.3 LJCA).

Cautelarísima. El Juez o Tribunal, atendidas las circunstancias de especial urgencia que


concurran en el caso, adoptará la medida sin oír a la parte contraria. Contra este auto no
se dará recurso alguno. En la misma resolución, el Juez o Tribunal convocará a las
partes a una comparecencia, que habrá de celebrarse dentro de los tres días siguientes,
sobre el levantamiento, mantenimiento o modificación de la medida adoptada.
Celebrada la comparecencia, el Juez o Tribunal dictará auto, el cual será recurrible
conforme a las reglas generales (artículo 135 LJCA).

En los supuestos que tengan relación con actuaciones de la Administración en materia


de extranjería, asilo político y condición de refugiado que impliquen retorno y el
afectado sea un menor de edad, el órgano jurisdiccional oirá al Ministerio Fiscal con
carácter previo a dictar el auto adoptando o denegando la medida (artículo 135.2 LJCA).

En los supuestos de inactividad y de vía de hecho, la medida cautelar se adoptará salvo


que se aprecie con evidencia que no se dan las situaciones previstas en los artículos 29 y
30 o la medida ocasione una perturbación grave de los intereses generales o de tercero,
que el Juez ponderará en forma circunstanciada (artículo 136 LJCA).

En estos casos, además, las medidas también podrán solicitarse antes de la interposición
del recurso, tramitándose conforme a lo dispuesto anteriormente. En tal caso el
interesado habrá de pedir su ratificación al interponer el recurso, lo que habrá de hacerse
inexcusablemente en el plazo de diez días a contar desde la notificación de la adopción
de las medidas cautelares. En los tres días siguientes se convocará la comparecencia a la
que hace referencia el artículo anterior. De no interponerse el recurso, quedarán
automáticamente sin efecto las medidas acordadas, debiendo el solicitante indemnizar
por los daños y perjuicios que la medida cautelar haya producido (artículo 136. 2
LJCA).

3. EL PROCEDIMIENTO CONTENCIOSO ADMINISTRA TIVO EN PRIMERA O


ÚNICA INSTANCIA

3.1. Interposición. Art 45 LJCA.

En cuanto a la interposición del recurso, la regla general es que se iniciará por un escrito
reducido a citar la disposición, acto, inactividad o actuación constitutiva de vía de hecho
que se impugne y a solicitar que se tenga por interpuesto el recurso, salvo cuando esta
Ley disponga otra cosa. A este escrito se acompañará (artículo 45):

a)  El documento que acredite la representación del compareciente, salvo si


figurase unido a las actuaciones de otro recurso pendiente ante el mismo
Juzgado o Tribunal, en cuyo caso podrá solicitarse que se expida certificación
para su unión a los autos.
b)  El documento o documentos que acrediten la legitimación del actor cuando la
ostente por habérsela transmitido otro por herencia o por cualquier otro título.

c)  La copia o traslado de la disposición o del acto expreso que se recurran, o


indicación del expediente en que haya recaído el acto o el periódico oficial en
que la disposición se haya publicado. Si el objeto del recurso fuera la inactividad
de la Administración o una vía de hecho, se mencionará el órgano o dependencia
al que se atribuya una u otra, en su caso, el expediente en que tuvieran origen, o
cualesquiera otros datos que sirvan para identificar suficientemente el objeto del
recurso.

d)  El documento o documentos que acrediten el cumplimiento de los requisitos


exigidos para entablar acciones las personas jurídicas con arreglo a las normas o
estatutos que les sean de aplicación, salvo que se hubieran incorporado o
insertado en lo pertinente dentro del cuerpo del documento mencionado en
primer lugar.

Esta regla general de interposición de recurso previo a la demanda, quiebra en los


siguientes casos (art. 45).

a) El recurso de lesividad, ya que no tendría lógica la exigencia de un escrito previo a la


interposición de la demanda cuando es la propia administración la que actúa contra sus
actos. En este caso, el recurso se inicia por demanda formulada con arreglo al artículo
56.1, que fijará con precisión la persona o personas demandas y su sede o domicilio si
constara. A esta demanda se acompañarán en todo caso la declaración de lesividad, el
expediente administrativo y, si procede, los documentos que acrediten la representación
del compareciente y el documento o documentos que acrediten el cumplimiento de los
requisitos exigidos para entablar acciones las personas jurídicas con arreglo a las
normas o estatutos que les sean de aplicación (artículo 45.4).

b) El recurso contra una disposición de carácter general o acto en que no existan


terceros interesados. Tampoco en este supuesto es necesaria la interposición previa de
manera que el procedimiento se inicia con la interposición de la demanda en que se
concretará la disposición, acto o conducta impugnados y se razonará su disconformidad
a Derecho. Con la demanda se acompañarán los documentos que procedan de los
previstos en el apartado 2 del artículo 45 (artículo 45.5).

En cuanto a su admisión, el Secretario (Letrado de la Administración de Justicia)


examinará de oficio la validez de la comparecencia tan pronto como se haya presentado
el escrito de interposición. Si con éste no se acompañan los documentos expresados
anteriormente o los presentados son incompletos y, en general, siempre que el
Secretario estime que no concurren los requisitos exigidos por esta Ley para la validez
de la comparecencia, requerirá inmediatamente la subsanación de los mismos,
señalando un plazo de diez días para que el recurrente pueda llevarla a efecto, y si no lo
hace, el Juez o Tribunal se pronunciará sobre el archivo de las actuaciones (artículo 45.3
LJCA).

3.2. Publicidad, emplazamiento de los demandados y reclamación del expediente


administrativo.
Publicidad: Art. 47 LJCA.

Una vez cumplido lo que se acaba de exponer, el Secretario judicial, en el siguiente día
hábil, acordará, si lo solicita el recurrente, que se anuncie la interposición del recurso y
remitirá el oficio para su publicación por el órgano competente, sin perjuicio de que sea
costeada por el recurrente, en el periódico oficial que proceda atendiendo el ámbito
territorial de competencia del órgano autor de la actividad administrativa recurrida. El
Juzgado o Sala podrá también acordar de oficio la publicación, si lo estima conveniente
(artículo 47.1).

Si se hubiera iniciado el recurso mediante demanda en el caso de recurso contra una


disposición de interés general, deberá procederse a la publicación del anuncio de
interposición de aquél, en el que se concederán quince días para la personación de
quienes tengan interés legítimo en sostener la conformidad a Derecho de la disposición,
acto o conducta impugnados. Transcurrido este plazo, se procederá a dar traslado de la
demanda y de los documentos que la acompañen para que sea contestada primero por la
Administración y luego por los demás demandados que se hubieran personado (artículo
47.2).

Emplazamiento y reclamación del expediente administrativo: arts. 48 a 50 LJCA.

En cuanto a la reclamación y el envío del expediente, el Secretario judicial, al acordar la


publicación o mediante resolución si la publicación no fuere necesaria, requerirá a la
Administración que le remita el expediente administrativo, ordenándole que practique
los emplazamientos pertinentes.

El expediente se reclamará al órgano autor de la disposición o acto impugnado o a aquél


al que se impute la inactividad o vía de hecho. Se hará siempre una copia autentificada
de los expedientes tramitados en grados o fases anteriores, antes de devolverlos a su
oficina de procedencia. No se reclamará el expediente en el caso de que se hubiera
iniciado el recurso mediante demanda, salvo cuando se trate de un recurso contra una
disposición de carácter general, en cuyo caso el Tribunal, de oficio o a petición del actor
podrá recabar el expediente de elaboración de esta (artículo 48.1 y 2).

El expediente deberá ser remitido en el plazo improrrogable de veinte días, a contar


desde que la comunicación judicial tenga entrada en el registro general del órgano
requerido. La entrada se pondrá en conocimiento del órgano jurisdiccional.

Se excluirán del expediente, mediante resolución motivada, los documentos clasificados


como secreto oficial, haciéndolo constar así en el índice de documentos y en el lugar del
expediente donde se encontrarán los documentos excluidos.

Transcurrido el plazo de remisión del expediente sin haberse recibido completo, se


reiterará la reclamación y si no se enviara en el plazo de diez días se impondrá una
multa coercitiva a la autoridad o empleado responsable. Dicha multa será reiterada cada
veinte días, hasta el cumplimiento de lo requerido. De darse la causa de imposibilidad
de determinación individualizada de la autoridad o empleado responsable, la
Administración será la responsable del pago de la multa sin perjuicio de que se
repercuta contra el responsable (artículo 48).
En cuanto a los interesados en el expediente, la resolución por la que se acuerda remitir
el expediente se notificará en los cinco días siguientes a su adopción, a cuantos
aparezcan como interesados en él, emplazándoles para que puedan personarse como
demandados en el plazo de nueve días. La notificación se practicará con arreglo a lo
dispuesto en la LPAC.

Hechas las notificaciones, la Administración enviará el expediente al Juzgado o


Tribunal incorporando la justificación del emplazamiento o emplazamientos efectuados,
salvo que no hubieran podido practicarse dentro del plazo fijado para la remisión del
expediente, en cuyo caso éste se enviará sin demora, y la justificación de los
emplazamientos una vez se ultimen.

Recibido el expediente, el Secretario judicial, a la vista del resultado de las actuaciones


administrativas y del contenido del escrito de interposición y documentos ajenos,
comprobará que se han efectuado las debidas notificaciones para el emplazamiento y, si
advierte que son incompletas, ordenará a la Administración que se practiquen las
necesarias para asegurar la defensa de los interesados que sean identificables.

Cuando no hubiera sido posible emplazar a algún interesado en el domicilio que conste,
el Secretario judicial mandará insertar el correspondiente edicto en el mismo periódico
oficial en que se hubiera publicado el anuncio de la interposición. Los emplazados por
edictos podrán personarse hasta el momento en que hubiere de dárseles traslado para
contestar a la demanda. El emplazamiento de los demandados en el recurso de lesividad
se efectuará personalmente por plazo de nueve días (artículo 49).

El emplazamiento de la Administración demandada se entenderá efectuado por la


reclamación del expediente.

En cuanto a la personación, las Administraciones públicas se entenderán personadas por


el envío del expediente (artículo 50.2). Los demandados legalmente emplazados podrán
personarse en autos dentro del plazo concedido. Si lo hicieren posteriormente, se les
tendrá por parte para los trámites no precluidos. Si no se personaren oportunamente
continuará el procedimiento por sus trámites, sin que haya lugar a practicarles, en
estrados o en cualquier otra forma, notificaciones de clase alguna (artículo 50.3).

3.3. Los trámites de admisión, demanda, alegaciones previas y contestación a la


demanda.

Inadmisión: art. 51 LJCA

1. El Juzgado o Sala, tras el examen del expediente administrativo, declarará no haber


lugar a la admisión del recurso cuando constare de modo inequívoco y manifiesto:

a)  La falta de jurisdicción o la incompetencia del Juzgado o Tribunal.

b)  La falta de legitimación del recurrente.

c)  Haberse interpuesto el recurso contra actividad no susceptible de


impugnación.
d) Haber caducado el plazo de interposición del recurso.

2. El Juzgado o Sala podrá inadmitir el recurso cuando se hubieran desestimado en el


fondo otros recursos sustancialmente iguales por sentencia firme, mencionando, en este
último caso, la resolución o resoluciones desestimatorias.

3. Cuando se impugne una actuación material constitutiva de vía de hecho, el Juzgado o


Sala podrá también inadmitir el recurso si fuera evidente que la actuación administrativa
se ha producido dentro de la competencia y en conformidad con las reglas del
procedimiento legalmente establecido.

Asimismo, cuando se impugne la no realización por la Administración de las


obligaciones a que se refiere el artículo 29, el recurso se inadmitirá si fuera evidente la
ausencia de obligación concreta de la Administración respecto de los recurrentes.

4. El Juzgado o la Sala, antes de pronunciarse sobre la inadmisión del recurso, hará


saber a las partes el motivo en que pudiera fundarse para que, en el plazo común de diez
días, aleguen lo que estimen procedente y acompañen los documentos a que hubiera
lugar.

5. Contra el auto que declare la inadmisión podrán interponerse los recursos previstos en
esta Ley. El auto de admisión no será recurrible pero no impedirá oponer cualquier
motivo de inadmisibilidad en momento procesal posterior.

6. Declarada la inadmisión al amparo de lo establecido en el párrafo a) del apartado 1 de


este artículo, se estará a lo que determinan los artículos 5.3 y 7.3. (Indicación del
concreto orden jurisdiccional, declaración de incompetencia en forma de auto).

Demanda y contestación: Arts. 52 a 57 LJCA.

Recibido el expediente administrativo en el Juzgado o Tribunal y comprobados, y en su


caso completados, los emplazamientos, se acordará que se entregue al recurrente para
que se deduzca la demanda en el plazo de veinte días. Cuando los recurrentes fuesen
varios y aunque no actuasen bajo una misma dirección, la demanda se formulará
simultáneamente por todos ellos. La entrega del expediente se efectuará en original o
copia.

Si la demanda no se hubiere presentado dentro del plazo, el Juzgado o Sala, de oficio,


declarará por auto la caducidad del recurso. No obstante, se admitirá el escrito de
demanda, y producirá sus efectos legales, si se presentare dentro del día en que se
notifique el auto (artículo 52).

Transcurrido el término para la remisión del expediente administrativo sin que éste
hubiera sido enviado, la parte recurrente podrá pedir, por sí o a iniciativa del Secretario
judicial, que se le conceda plazo para formalizar la demanda (artículo 53.1).

Si después de que la parte demandante hubiera usado del derecho establecido en el


apartado anterior se recibiera el expediente, éste se pondrá de manifiesto a las partes
demandantes y, en su caso, demandas por el plazo común de diez días para que puedan
efectuar las alegaciones complementarias que estimen oportunas (artículo 53.2).
Una vez presentada la demanda, se dará traslado de la misma, con entrega del
expediente administrativo, a las partes demandas que hubieran comparecido, para que la
contesten en el plazo de veinte días. Si la demanda se hubiera formalizado sin haberse
recibido el expediente administrativo, se emplazará a la Administración demandada
para contestar, apercibiéndola de que no se admitirá la contestación si no va
acompañada de dicho expediente (artículo 54.1).

Si el defensor de la Administración demandada estima que la disposición o actuación


administrativa recurrida pudiera no ajustarse a Derecho, podrá solicitar la suspensión
del procedimiento por un plazo de veinte días para comunicar su parecer razonando a
aquélla.

La contestación se formulará primero por la Administración demandada. Cuando


hubieren de hacerlo, además de la Administración, otros demandados, y aunque no
actuaren bajo una misma dirección, la contestación se formulará simultáneamente por
todos ellos. En este caso no habrá lugar a la entrega del expediente administrativo, que
será puesto de manifiesto en la Secretaría, pero sí de la copia del mismo, con los gastos
a cargo de estos demandados.

Si la Administración demandada fuere una Entidad local y no se hubiere personado en


el proceso pese a haber sido emplazada, se le dará no obstante traslado de la demanda
para que, en el plazo de veinte días, pueda designar representante en juicio o comunicar
al Juez o Tribunal, por escrito, los fundamentos por los que estimare improcedente la
pretensión (artículo 54).

La LJ 98 establece las siguientes normas aplicables a la demanda y a la contestación de


la demanda:

a)  En cuanto a un expediente incompleto, si las partes estimasen que el


expediente administrativo no está completo, podrán solicitar, dentro del plazo
para formular la demanda o la contestación, que se reclamen los antecedentes
para completarlo.

b)  La solicitud a que se refiere el apartado anterior suspenderá el curso del plazo
correspondiente.

c)  El Secretario judicial resolverá lo pertinente en el plazo de tres días. La


Administración, al remitir de nuevo el expediente, deberá indicar en el índice a
que se refiere el artículo 48.4 los documentos que se han adicionado (artículo
55).

d)  En los escritos de demanda y de contestación se consignarán con la debida


separación los hechos, los fundamentos de Derecho y las pretensiones que se
deduzcan, en justificación de las cuales podrán alegarse cuantos motivos
procedan, hayan sido o no planteados ante la Administración (artículo 56.1).
Asimismo, en la propia demanda se solicitará por medio de otrosí, el
recibimiento del proceso a prueba, debiendo expresarse en forma ordenada los
puntos de hecho sobre los que haya de versar la prueba y los medios de prueba
que se propongan (artículo 60).
e)  El Secretario judicial examinará de oficio la demanda y requerirá que se
subsanen las faltas de que adolezca en plazo no superior a diez días. Realizada la
subsanación, admitirá la demanda. En otro caso, dará cuanta al Juez para que
resuelva lo que proceda sobre su admisión (artículo 56.2).

f)  Con la demanda y la contestación las partes acompañarán los documentos en


que directamente funden su derecho, y si no obraren en su poder, designarán el
archivo, oficina, protocolo o persona en cuyo poder se encuentren.

g)  Después de la demanda y contestación no se admitirán a las partes más


documentos que los que se hallen en alguno de los casos previstos para el
proceso civil. No obstante, el demandante podrá aportar, además, los
documentos que tengan por objeto desvirtuar alegaciones contenidas en las
contestaciones de la demanda y que pongan de manifiesto disconformidad con
los hechos, antes de la citación de vista o conclusiones (artículo 56.3 y 4).

h)  El Secretario judicial declarará concluso el pleito, sin más trámite, para
sentencia una vez contestada la demanda en los siguientes supuestos: cuando el
actor pida por otrosí en su demanda que el recurso se falle sin necesidad de
recibimiento a prueba ni tampoco de vista o conclusiones y la parte demandada
no se oponga o si en los escritos de demanda y contestación no se solicita el
recibimiento a prueba ni los trámites o conclusiones. En ambos casos, el Juez o
Tribunal podrá hacer uso de la facultad de acordar de oficio el recibimiento a
prueba que le atribuye el artículo 61 (artículo 57).

Alegaciones previas: Arts. 58 y 59 LJCA.

Por otra parte, se puede presentar por las partes, las conocidas como alegaciones
previas, reguladas en los artículos 58 y 59. En ellas las partes demandadas podrán
alegar, dentro de los primeros cinco días del plazo para contestar la demanda, los
motivos que pudieren determinar la incompetencia del órgano jurisdiccional o la
inadmisibilidad del recurso, sin perjuicio de que tales motivos, salvo la incompetencia
del órgano jurisdiccional, puedan ser alegados en la contestación, incluso si hubiesen
sido desestimados como alegación previa.

Para hacer uso de este trámite la Administración demandada habrá de acompañar el


expediente administrativo si no lo hubiera remitido antes. En cuanto a su tramitación,
del escrito formulando alegaciones previas se dará traslado por cinco días al actor, el
cual podrá subsanar el defecto, si procediera, en el plazo de diez días.

Evacuado el traslado, se seguirá la tramitación prevista para los incidentes. En lo


referente a la resolución, el auto desestimatorio de las alegaciones previas no será
susceptible de recurso y dispondrá que se conteste la demanda en el plazo que reste
(Articulo 59.3).

El auto estimatorio de las alegaciones previas declarará la inadmisibilidad del recurso y,


una vez firme, el Secretario judicial ordenará la devolución del expediente
administrativo a la oficina de donde procediere. Si se hubiere declarado la falta de
jurisdicción o de competencia, se estará a lo que determinan los artículos 5.o 3 y 7.o 3.
3.4. La prueba.

Arts. 60 y 61 LJCA.
El artículo 60 LJCA determina:

a) Solamente se podrá pedir el recibimiento del proceso a prueba por medio de otrosí,
en los escritos de demanda y contestación y en los de alegaciones complementarias. En
dichos escritos deberán expresarse en forma ordenada los puntos de hecho sobre los que
haya de versar la prueba y los medios de prueba que se propongan.

b)  Si de la contestación a la demanda resultaran nuevos hechos de trascendencia para


la resolución del pleito, el recurrente podrá pedir el recibimiento a prueba y expresar los
medios de prueba que se propongan dentro de los cinco días siguientes a aquel en que se
haya dado traslado de la misma, sin perjuicio de que pueda hacer uso de su derecho a
aportar documentos conforme a lo dispuesto en el apartado 4 del artículo 56.

c)  Se recibirá el proceso a prueba cuando exista disconformidad en los hechos y éstos
fueran de trascendencia, a juicio del órgano jurisdiccional, para la resolución del pleito.
Si el objeto del recurso fuera una sanción administrativa o disciplinaria, el proceso se
recibirá siempre a prueba cuando exista disconformidad en los hechos.

La prueba se desarrollará con arreglo a las normas generales establecidas para el


proceso civil, siendo el plazo para practicarla de treinta días. No obstante, se podrán
aportar al proceso las pruebas practicadas fuera de este plazo por causas no imputables a
la parte que las propuso.

Las Salas podrán delegar en uno de sus Magistrados o en un Juzgado de lo Contencioso-


administrativo la práctica de todas o algunas de las diligencias probatorias, y el
representante en autos de la Administración podrá, a su vez, delegar en un funcionario
público de la misma la facultad de intervenir en la práctica de pruebas.

En el acto de emisión de la prueba pericial, el Juez otorgará, a petición de cualquiera de


las partes, un plazo no superior a cinco días para que las partes puedan solicitar
aclaraciones al dictamen emitido.

De acuerdo con las leyes procesales, en aquellos procedimientos en los que las
alegaciones de la parte actora se fundamenten en actuaciones discriminatorias por razón
del sexo, corresponderá al demandado probar la ausencia de discriminación en las
medidas adoptadas y su proporcionalidad.

A los efectos de lo dispuesto en el párrafo anterior, el órgano judicial, a instancia de


parte, podrá recabar, si lo estimase útil y pertinente, informe o dictamen de los
organismos públicos competentes.

Respecto del recibimiento a prueba, el artículo 61 determina:

a) El Juez o Tribunal podrá acordar de oficio el recibimiento a prueba y disponer la


práctica de cuantas estime pertinentes para la más acertada decisión del asunto.
b)  Finalizado el período de prueba, y hasta que el pleito sea declarado concluso para
sentencia, el órgano jurisdiccional podrá también acordar la práctica de cualquier
diligencia de prueba que estimare necesaria.

c)  Las partes tendrán intervención en las pruebas que se practiquen al amparo de lo


previsto en los dos apartados anteriores.

d)  Si el Juez o Tribunal hiciere uso de su facultad de acordar de oficio la práctica de


una prueba, y las partes carecieran de oportunidad para alegar sobre ello en la vista o en
el escrito de conclusiones, el Secretario judicial pondrá de manifiesto el resultado de la
prueba a las partes, las cuales podrán, en el plazo de cinco días, alegar cuanto estimen
conveniente acerca de su alcance e importancia.

e)  El Juez podrá acordar de oficio, previa audiencia a las partes, o bien a instancia de
las mismas la extensión de los efectos de las pruebas periciales a los procedimientos
conexos. A los efectos de la aplicación de las normas sobre costas procesales en
relación al coste de estas pruebas se entenderá que son partes todos los intervinientes en
los procesos sobre los cuales se haya acordado la extensión de sus efectos,
prorrateándose su coste entre los obligados en dichos procesos al pago de las costas.

3.5. Conclusiones.
Vista y conclusiones: arts. 62 a 66 LJCA.

Salvo que en la Ley se disponga otra cosa, las partes podrán solicitar que se celebre
vista, que se presenten conclusiones o que el pleito sea declarado concluso, sin más
trámites, para sentencia (artículo 62.1).

Dicha solicitud habrá de formularse por medio de otrosí en los escritos de demanda o
contestación o por escrito presentado en el plazo de tres días contados desde que se
notifique la diligencia de ordenación declarando concluso el período de prueba.

El Secretario judicial proveerá según lo que coincidentemente hayan solicitado las


partes. En otro caso, sólo acordará la celebración de vista o la formulación de
conclusiones escritas cuando lo solicite el demandante o cuando, habiéndose practicado
prueba, lo solicite cualquiera de las partes; todo ello sin perjuicio de lo dispuesto en el
apartado 4 del artículo 61.

Si las partes no hubieran formulado solicitud alguna el Juez o Tribunal,


excepcionalmente, atendida la índole del asunto, podrá acordar la celebración de vista o
la formulación de conclusiones escritas (artículo 62.4).

En lo referente a la vista, debemos tener presente que en el caso de que se acordara su


celebración, la fecha de la audiencia será señalada por riguroso orden de antigüedad de
los asuntos, excepto los referentes a materias que por prescripción de la Ley o por
acuerdo motivado del órgano jurisdiccional, fundado en circunstancias excepcionales,
deban tener preferencia, los cuales, estando conclusos, podrán ser antepuestos a los
demás cuyo señalamiento aún no se hubiera hecho (artículo 63.1).

En el acto de la vista, de carácter oral, se dará la palabra a las partes por su orden para
que de forma sucinta expongan sus alegaciones. El Juez o el Presidente de la Sala, por sí
o a través del Magistrado ponente, podrá invitar a los defensores de las partes, antes o
después de los informes orales, a que concreten los hechos y puntualicen, aclaren o
rectifiquen cuanto sea preciso para delimitar el objeto del debate (artículo 63.2). El
desarrollo de la vista se registrará en soporte apto para la grabación y reproducción del
sonido y de la imagen. El Secretario judicial deberá custodiar el documento electrónico
que sirva de soporte a la grabación. Las partes podrán pedir, a su costa, copia de las
grabaciones originales (artículo 63.3).

Cuando se acuerde el trámite de conclusiones, las partes presentarán por escrito unas
alegaciones sucintas acerca de los hechos, la prueba practicada y los fundamentos
jurídicos en que apoyen sus pretensiones (artículo 64).

El plazo para formular el escrito será de diez días sucesivos para los demandantes y
demandados, siendo simultáneo para cada uno de estos grupos de partes si en alguno de
ellos hubiere comparecido más de una persona y no actuarán unidos bajo una misma
representación.

El señalamiento de día para votación y fallo se ajustará al orden expresado para la


celebración de la vista.

Celebrada la vista o presentadas las conclusiones, el Juez o Tribunal declarará que el


pleito ha quedado concluso para sentencia, salvo que acuerde la práctica de cualquier
diligencia de prueba, en cuyo caso dicha declaración se hará inmediatamente después de
que finalice la práctica de la diligencia o diligencias de prueba acordadas (artículo 64.4).

En el acto de la vista o en el escrito de conclusiones no podrán plantearse cuestiones que


no hayan sido suscitadas en los escritos de demanda y contestación. Cuando el Juez o
Tribunal juzgue oportuno que en el acto de la vista o en las conclusiones se traten
motivos relevantes para el fallo y distintos de los alegados, lo pondrá en conocimiento
de las partes mediante providencia, dándoles plazo de diez días para ser oídas sobre ello.
Contra esta providencia no cabrá recurso alguno (artículo 65.2).

En el acto de la vista, o en el escrito de conclusiones, el demandante podrá solicitar que


la sentencia formule pronunciamiento concreto sobre la existencia y cuantía de los
daños y perjuicios de cuyo resarcimiento se trate, si constasen ya probados en autos
(artículo 65). Los recursos directos contra disposiciones generales gozarán de
preferencia y, una vez conclusos, serán antepuestos para su votación y fallo a cualquier
otro recurso contencioso-administrativo, sea cual fuere su instancia o grado, salvo el
proceso especial de protección de derechos fundamentales (artículo 66).

La forma lógica de conclusión del proceso contencioso-administrativo es el


pronunciamiento del fallo contenido en la sentencia. No obstante, existen también otros
supuestos que se tratarán a continuación.

3.6. Formas de terminación del procedimiento: sentencia, desistimiento, allanamiento y


conciliación judicial.

Sentencia: arts. 67 a 73 LJCA.


La sentencia se dictará en el plazo de diez días desde que el pleito haya sido declarado
concluso y decidirá todas las cuestiones controvertidas en el proceso. Cuando el Juez o
Tribunal apreciase que la sentencia no podrá dictarse dentro del plazo indicado, lo
razonará debidamente y señalará una fecha posterior concreta en la que se dictará la
misma, notificándolo a las partes (artículo 67).

La sentencia pronunciará alguno de los fallos siguientes:

a) La inadmisibilidad del recurso contencioso-administrativo;


b) La estimación o desestimación del recurso contencioso-administrativo. c) Asimismo,
también contendrá el pronunciamiento que corresponda respecto de las costas (artículo
68).

El artículo 69 dispone que la sentencia declare la inadmisibilidad del recurso o de


alguna de las pretensiones en los casos siguientes:

a) Que el Juzgado o Tribunal Contencioso-administrativo carezca de jurisdicción.

b)  Que se hubiera interpuesto por persona incapaz, no debidamente representada o no


legitimada.

c)  Que tuviera por objeto disposiciones, actos o actuaciones no susceptibles de


impugnación.

d)  Que recayera sobre cosa juzgada o existiera litispendencia.

e)  Que se hubiera presentado el escrito inicial del recurso fuera del plazo establecido.

Por otro lado, la sentencia desestimará el recurso cuando se ajusten a Derecho la


disposición, acto o actuación impugnados. En cambio, la sentencia estimará el recurso
contencioso-administrativo cuando la disposición, la actuación o el acto incurrieran en
cualquier infracción del ordenamiento jurídico, incluso la desviación de poder.

Se entiende por desviación de poder el ejercicio de potestades administrativas para fines


distintos de los fijados por el ordenamiento jurídico (artículo 70).

Cuando la sentencia estimase el recurso contencioso-administrativo:

a)  Declarará no ser conforme a Derecho y, en su caso, anulará total o parcialmente la


disposición o acto recurrido o dispondrá que cese o se modifique la actuación
impugnada.

b)  Si se hubiese pretendido el reconocimiento y restablecimiento de una situación


jurídica individualizada, reconocerá dicha situación jurídica y adoptará cuantas medidas
sean necesarias para el pleno restablecimiento de la misma.

c)  Si la medida consistiera en la emisión de un acto o en la práctica de una actuación


jurídicamente obligatoria, la sentencia podrá establecer plazo para que se cumpla el
fallo.
d)  Si fuera estimada una pretensión de resarcir daños y perjuicios, se declarará en todo
caso el derecho a la reparación, señalando asimismo quién viene obligado a indemnizar.
La sentencia fijará también la cuantía de la indemnización cuando lo pida expresamente
el demandante y consten probados en autos elementos suficientes para ello. En otro
caso, se establecerán las bases para la determinación de la cuantía, cuya definitiva
concreción quedará diferida al período de ejecución de sentencia.

e)  Los órganos jurisdiccionales no podrán determinar la forma en que han de quedar


redactados los preceptos de una disposición general en sustitución de los que anularen
ni podrán determinar el contenido discrecional de los actos anulados (artículo 71).

f)  La sentencia que declare la inadmisibilidad o desestimación del recurso contencioso


administrativo sólo producirá efectos entre las partes (artículo 72).

g)  La anulación de una disposición o acto producirá efectos para todas las personas
afectadas. Las sentencias firmes que anulen una disposición general tendrán efectos
generales desde el día en que sea publicado su fallo y los preceptos anulados en el
mismo periódico oficial en que lo hubiera sido la disposición anulada. También se
publicarán las sentencias firmes que anulen un acto administrativo que afecte a una
pluralidad indeterminada de personas.

h)  La estimación de pretensiones de reconocimiento o restablecimiento de una situación


jurídica individualizada sólo producirá efectos entre las partes. No obstante, tales
efectos podrán extenderse a terceros en los términos previstos en los artículos 110 y
111.

i)  Las sentencias firmes que anulen un precepto de una disposición general no afectarán
por sí mismas a la eficacia de las sentencias o actos administrativos firmes que lo hayan
aplicado antes de que la anulación alcanzará efectos generales, salvo en el caso de que
la anulación del precepto supusiera la exclusión o la reducción de las sanciones aún no
ejecutadas completamente (artículo 73).

Desistimiento: art. 74 LJCA.

En cuanto al desistimiento del recurrente, puede producirse en cualquier momento y no


implicaría necesariamente la condena en costas. Naturalmente, si fuesen varios
recurrentes, el procedimiento continuará respecto de aquellos que no hubieran desistido

Allanamiento: arts. 75 a 76 LJCA.

También puede darse el allanamiento del demandado. Una vez producido éste, el Juez o
Tribunal dictará sentencia de conformidad con las pretensiones del demandante, excepto
si ello supusiere infracción manifiesta del ordenamiento jurídico, en cuyo caso el órgano
jurisdiccional comunicará a las partes los motivos que pudieran oponerse a la
estimación de las pretensiones y las oirá por el plazo común de diez días, dictando luego
la sentencia que estime ajustada a Derecho (artículo 75).

El reconocimiento en vía administrativa de las pretensiones del demandante supone que


una vez se haya puesto en conocimiento del Juez o Tribunal dicho conocimiento, ello
comportará la terminación del procedimiento. En este sentido, no es inhabitual que la
Administración, tras desestimar las pretensiones de los interesados, opte finalmente por
la vía del reconocimiento en vía administrativa, dados los estrictos requisitos que la
administración debe cumplir para allanarse o finalizar el procedimiento mediante
acuerdo, en particular la autorización de la autoridad competente.

Conciliación judicial: art. 77 LJCA.

El acuerdo entre las partes constituye una novedad en la LJ 98. El artículo 77 establece
que, en los procedimientos en primera o única instancia, el Juez o Tribunal, de oficio o a
solicitud de parte, una vez formuladas la demanda y la contestación, podrá someter a la
consideración de las partes el reconocimiento de hechos o documentos, así como la
posibilidad de alcanzar un acuerdo que ponga fin a la controversia, cuando el juicio se
promueva sobre materias susceptibles de transacción y, en particular, cuando verse
sobre estimación de cantidad.

Los representantes de las Administraciones públicas demandadas necesitarán la


autorización oportuna para llevar a efecto la transacción, con arreglo a las normas que
regulan la disposición de la acción por parte de los mismos.

El intento de conciliación no suspenderá el curso de las actuaciones salvo que todas las
partes personadas lo solicitasen y podrá producirse en cualquier momento anterior al día
en que el pleito haya sido declarado concluso para sentencia.

Si las partes llegaran a un acuerdo que implique la desaparición de la controversia, el


Juez o Tribunal dictará auto declarando terminado el procedimiento, siempre que lo
acordado no fuera manifiestamente contrario al ordenamiento jurídico ni lesivo para e
interés público o de terceros.

4. EL PROCEDIMIENTO ABREVIADO. (Art. 78 LJCA).

El procedimiento Abreviado, basado en el principio de oralidad, es una de las


novedades de más relieve que introdujo en su momento la LJ 98.

Se aplica en los procedimientos seguidos ante los Juzgados de lo Contencioso-


Administrativo y, en su caso, los Juzgados Centrales de lo Contencioso-Administrativo,
que se susciten sobre cuestiones de personal al servicio de las Administraciones
Públicas- salvo aquellas que versen sobre adquisición y pérdida de la condición de
funcionario-, sobre extranjería y sobre inadmisión de peticiones de asilo político,
asuntos de disciplina deportiva en materia de dopaje, así como todas aquellas cuya
cuantía no supere los 30.000 euros. (Artículo 78.1).

Como primera particularidad, el recurso se iniciará directamente con la presentación de


la demanda, a la que se acompañará el documento o documentos en que el actor funde
su derecho y aquellos previstos en el art. 45.2. (documentos acreditativos de la
representación y legitimación, copia del acto o disposición recurrido, documentos que
acrediten el cumplimiento de los requisitos relativos al ejercicio de acciones en el caso
de las personas jurídicas).
Presentada la demanda, el Secretario judicial, apreciada la jurisdicción y competencia
objetiva del Tribunal, admitirá la demanda. En otro caso, dará cuenta a éste para que
resuelva lo que proceda.

Otra nota diferenciadora del procedimiento ordinario radica en que, admitida la


demanda, el Secretario judicial acordará su traslado al demandado, citando a las partes
para la celebración de vista, con indicación de día y hora, y requerirá a la
Administración demandada que remita el expediente administrativo con al menos
quince días de antelación del término señalado para la vista. En el señalamiento de las
vistas atenderá a los criterios establecidos en el artículo 182 de la Ley de Enjuiciamiento
Civil.

Recibido el expediente administrativo, el Secretario judicial lo remitirá al actor y a los


interesados que se hubieren personado para que puedan hacer alegaciones en el acto de
la vista.

Comparecidas las partes, o alguna de ellas, el Juez declarará abierta la vista. Si las
partes no comparecieren o lo hiciere sólo el demandado, el Juez o Tribunal tendrá al
actor por desistido del recurso y le condenará en costas, y si compareciere sólo el actor,
acordará que prosiga la vista en ausencia del demandado.

La vista comenzará con exposición por el demandante de los fundamentos de lo que


pida o ratificación de los expuestos en la demanda.

Acto seguido, el demandado podrá formular las alegaciones que a su derecho


convengan, comenzando, en su caso, por las cuestiones relativas a la jurisdicción, a la
competencia objetiva y territorial y a cualquier otro hecho o circunstancia que pueda
obstar a la válida prosecución y término del proceso mediante sentencia sobre el fondo.

Oído el demandante sobre estas cuestiones, el Juez resolverá lo que proceda, y si


mandase proseguir el juicio, el demandado podrá pedir que conste en acta su
disconformidad. Lo mismo podrá hacer el demandante si el Juez, al resolver sobre
alguna de dichas cuestiones, declinara el conocimiento del asunto en favor de otro
Juzgado o Tribunal o entendiese que debe declarar la inadmisibilidad del recurso.

Si en sus alegaciones el demandado hubiese impugnado la adecuación del


procedimiento por razón de la cuantía, el Juez, antes de practicarse la prueba o, en su
caso, las conclusiones, exhortará a las partes a ponerse de acuerdo sobre tal extremo. Si
no se alcanzare el acuerdo, decidirá el Juez, que dará al proceso el curso procedimental
que corresponda según la cuantía que él determine. Frente a la decisión del Juez no se
dará recurso alguno.

Si no se suscitasen las cuestiones procesales a que se refieren los apartados anteriores o


si, habiéndose suscitado, se resolviese por el Juez la continuación del juicio, se dará la
palabra a las partes para fijar con claridad los hechos en que fundamenten sus
pretensiones. Si no hubiere conformidad sobre ellos, se propondrán las pruebas y, una
vez admitidas las que no sean impertinentes o inútiles, se practicarán seguidamente.

Cuando de las alegaciones de las partes se desprenda la conformidad de todos los


demandados con las pretensiones del actor, el carácter meramente jurídico de la
controversia, la ausencia de proposición de la prueba o la inadmisibilidad de toda la
prueba propuesta, y las partes no deseasen formular conclusiones, el Juez apreciará tal
circunstancia en el acto y, si ninguna parte se opusiere, dictará sentencia sin más
dilación.

Formulada oposición, el Juez resolverá estimándola, en cuyo caso proseguirá la vista


conforme a lo reglado en los apartados siguientes, o desestimándola en la misma
sentencia que dicte conforme a lo previsto en el párrafo anterior, antes de resolver sobre
el fondo, como especial pronunciamiento.

También presenta el procedimiento abreviado particularidades en la práctica de la


prueba: si bien el artículo 78.12 dispone que los medios de prueba se practicarán en los
juicios abreviados, en cuanto no sea incompatible con sus trámites, del modo previsto
para el juicio ordinario, los apartados 14 a 16 contienen algunas reglas específicas: las
preguntas para la prueba de interrogatorio de parte se propondrán verbalmente, sin
admisión de pliegos; no se admitirán escritos de preguntas y repreguntas para la prueba
testifical y el juez podrá limitar discrecionalmente el número de testigos cuando sus
manifestaciones pudieran constituir inútil reiteración del testimonio sobre hechos
suficientemente esclarecidos; los testigos no podrán ser tachados y, únicamente en
conclusiones, las partes podrán hacer las observaciones que sean oportunas respecto de
sus circunstancias personales y de la veracidad de sus manifestaciones; en la práctica de
la prueba pericial no serán de aplicación las reglas generales sobre insaculación de
peritos.

Contra las resoluciones del Juez sobre denegación de pruebas o sobre admisión de las
que se denunciaran como obtenidas con violación de derechos fundamentales, las partes
podrán interponer en el acto recurso de reposición, que se sustanciará y resolverá
seguidamente (artículo 78.17).

Tras la práctica de la prueba, si la hubiere, y, en su caso, de las conclusiones, oídos los


Letrados, las personas que sean parte en los asuntos podrán, con la venia del Juez,
exponer de palabra lo que crean oportuno para su defensa a la conclusión de la vista,
antes de darla por terminada.

El Juez dictará sentencia en el plazo de diez días desde la celebración de la vista


(artículo 78.20).

Como última particularidad, señalar que el artículo 78.3 prevé una suerte de
procedimiento abreviado exprés: si el actor pide por otrosí en su demanda que el recurso
se falle sin necesidad de recibimiento a prueba ni tampoco de vista, el Secretario
judicial dará traslado de la misma a las partes demandadas para que la contesten en el
plazo de veinte días, con el apercibimiento a que se refiere el apartado primero del art.
54. Las partes demandadas podrán, dentro de los diez primeros días del plazo para
contestar a la demanda, solicitar la celebración de la vista. En dicho caso el Secretario
judicial citará a las partes al acto conforme a lo previsto en el párrafo anterior. En caso
contrario, el Secretario judicial procederá de acuerdo con lo dispuesto en el art. 57,
declarando concluso el pleito sin más trámite una vez contestada la demanda, salvo que
el Juez haga uso de la facultad que le atribuye el art. 61 (artículo 78.3). Se trata pues, de
un procedimiento sin remisión de expediente, sin prueba y sin celebración de vista, si
bien en la práctica no suele ser habitual, y acaba convirtiéndose en un procedimiento
abreviado, bien porque las partes soliciten la celebración de vista, bien porque el juez
haga uso de su facultad de acordar el recibimiento a prueba.
TEMA 4: EL SISTEMA DE RECURSOS CA.
1. RECURSOS DE APELACIÓN REPOSICIÓN

El recurso de apelación se contempla respecto de los asuntos atribuidos en primera


instancia a un órgano judicial (a quo), lo que supone que una vez apelada la sentencia,
otro Tribunal (ad quem) resolverá el asunto en segunda instancia.

La apelación permite recurrir la sentencia por cualquier motivo, disponiendo el Tribunal


que lo resuelve de iguales poderes de decisión que el órgano judicial de instancia.

(Artículos 81 a 85 LJCA).

1.1. Apelación contra sentencias.

Las sentencias de los Juzgados de lo Contencioso-administrativo son apelables ante la


sala de lo Contencioso-administrativo del correspondiente Tribunal Superior de Justicia,
y las de los Juzgados Centrales de lo Contencioso-Administrativo, ante la sala de lo
Contencioso-administrativo de la Audiencia Nacional.

La regla general del artículo 81 de la LJCA es que todas las sentencias de los Juzgados
de lo Contencioso administrativo y los Juzgados Centrales de lo contencioso-
administrativo son susceptibles de apelación, con excepción de los siguientes asuntos:

a) Aquellos cuya cuantía no exceda de 30.000 €, si bien sí será apelable la sentencia que
declare la inadmisibilidad del recurso.

b) Los relativos a materia electoral comprendidos en el artículo 8.5 de la LJCA


(impugnaciones contra actos de las Juntas Electorales de zona y de las formuladas en
materia de proclamación de candidaturas y candidatos efectuada por cualquiera de las
Juntas Electorales, en los términos previstos en la legislación electoral).

c) En todo caso, siempre serán susceptibles de apelación las sentencias dictadas en el


procedimiento para la protección de los derechos fundamentales de la persona, las que
resuelvan litigios entre administraciones Públicas y las que resuelvan impugnaciones
indirectas contra disposiciones generales.

El recurso de apelación podrá interponerse por quienes se hallen legitimados como parte
demandante o demandada (artículo 82 LJCA).

El recurso de apelación contra las sentencias es admisible en ambos efectos, devolutivo


y suspensivo, salvo en los casos en que la Ley disponga otra cosa. Por ello, no obstante,
el Juez, en cualquier momento, a instancia de la parte interesada, podrá adoptar las
medidas cautelares que sean pertinentes para asegurar, en su caso, la ejecución de la
sentencia atendiendo a los criterios establecidos en el Capítulo II del Título VI.

La interposición de un recurso de apelación no impedirá la ejecución provisional de la


sentencia recurrida, que podrá ser instada por las partes favorecidas por la misma.
Cuando de ésta pudieran derivarse perjuicios de cualquier naturaleza, podrán acordarse
las medidas que sean adecuadas para evitar o paliar dichos perjuicios. Igualmente podrá
exigirse la prestación de caución o garantía para responder de aquéllos. En este caso no
podrá llevarse a cabo la ejecución provisional hasta que la caución o la medida acordada
esté constituida y acreditada en autos.

La constitución de la caución se ajustará a lo establecido en el artículo 133.2 LJCA. No


se acordará la ejecución provisional cuando la misma sea susceptible de producir
situaciones irreversibles o perjuicios de imposible reparación.

Previa audiencia de las demás partes por plazo común de tres días, el Juez resolverá
sobre la ejecución provisional en el término de los cinco días siguientes. Cuando quien
inste la ejecución provisional sea una Administración pública, quedará exenta de la
prestación de caución (artículo 84 LJCA).

En cuanto a su tramitación, señalar que el recurso de apelación se interpondrá ante el


Juzgado que hubiere dictado la sentencia que se apele, dentro de los quince días
siguientes al de su notificación, mediante escrito razonado que deberá contener las
alegaciones en que se fundamente el recurso. Transcurrido el plazo de quince días sin
haberse interpuesto el recurso de apelación, la sentencia quedará firme (artículo 85.1
LJCA).

Si el escrito presentado cumple los requisitos previstos en el apartado anterior y se


refiere a una sentencia susceptible de apelación, el Juzgado dictará resolución
admitiendo el recurso, contra la que no cabrá recurso alguno, y dará traslado del mismo
a las demás partes para que, en el plazo común de quince días, puedan formalizar su
oposición. En otro caso, denegará la admisión por medio de auto, contra el que podrá
interponerse recurso de queja, que se sustanciará en la forma establecida en la Ley de
Enjuiciamiento Civil (artículo 85.2 LJCA).

En los escritos de interposición del recurso y de oposición al mismo las partes podrán
pedir el recibimiento a prueba para la práctica de las que hubieran sido denegadas o no
hubieran sido debidamente practicadas en primera instancia por causas que no les sean
imputables.

En el escrito de oposición, la parte apelada, si entendiera admitida indebidamente la


apelación, deberá hacerlo constar, en cuyo caso el Secretario judicial dará vista a la
apelante, por cinco días, de esta alegación. También podrá el apelado, en el mismo
escrito, adherirse a la apelación, razonando los puntos en que crea que le es perjudicial
la sentencia, en cuyo caso se dará traslado al apelante del escrito de oposición por plazo
de diez días, al solo efecto de que pueda oponerse a la adhesión (artículo 85.4 LJCA).

Transcurridos los plazos establecidos al efecto, el Juzgado elevará los autos y el


expediente administrativo, en unión de los escritos presentados, a la Sala de lo
Contencioso-administrativo competente, que resolverá, en su caso, lo que proceda sobre
la discutida admisión del recurso o sobre el recibimiento a prueba.

Cuando la Sala estime procedente la prueba solicitada, su práctica tendrá lugar con
citación de las partes (artículo 85.6).
Las partes, en los escritos de interposición y de oposición al recurso, podrán solicitar
que se celebre vista, que se presenten conclusiones o que el pleito sea declarado
concluso, sin más trámites, para sentencia.

El Secretario judicial acordará la celebración de vista o la presentación de conclusiones


si lo hubieren solicitado todas las partes o si se hubiere practicado prueba. La Sala
también podrá acordar que se celebre vista, que señalará el secretario, o que se
presenten conclusiones escritas cuando lo estimare necesario, atendida la índole del
asunto. Será de aplicación a estos trámites lo dispuesto en los artículos 63 a 65 LJCA.

Celebrada la vista o presentadas las conclusiones, el Secretario Judicial declarará que el


pleito ha quedado concluso para sentencia. La Sala dictará sentencia en el plazo de diez
días desde la declaración de que el pleito está concluso para sentencia (artículo 85.9
LJCA).

Cuando la Sala revoque en apelación la sentencia impugnada que hubiere declarado la


inadmisibilidad del recurso contencioso-administrativo, resolverá al mismo tiempo
sobre el fondo del asunto (artículo 85.10 LJCA).

1.2. Apelación contra autos.

Son apelables en un solo efecto (devolutivo), de acuerdo con el artículo 80.1 LJCA, los
autos dictados por los Juzgados de lo contencioso- administrativo y los Juzgados
centrales de lo contencioso-administrativo, en procesos de los que conozcan en primera
instancia, en los siguientes casos:

a)  Los que pongan término a la pieza separada de medidas cautelares.

b)  Los recaídos en ejecución de sentencia;

c) Los que declaren la inadmisión del recurso contencioso- administrativo o hagan


imposible su continuación;

d) Los recaídos sobre las autorizaciones para la entrada en domicilios y restantes lugares
cuyo acceso requiera el consentimiento del titular;

e) Los Autos de los juzgados centrales de lo contencioso-administrativo en relación a


las autorizaciones previstas en la Ley 34/2002 de Servicios de la Sociedad de la
información y de Comercio electrónico (interrupción de la prestación de servicios o
retirada de contenidos que vulneren la propiedad intelectual).

f) Los autos recaídos en aplicación de los artículos 83 y 84 (adopción de medidas


cautelares y ejecución provisional tras la interposición de un recurso de apelación contra
sentencia). La apelación de los autos dictados por los Juzgados de lo Contencioso-
administrativo y los Juzgados Centrales de lo contencioso-administrativo en los
supuestos de los artículos 110 y 111, se regirá por el mismo régimen de admisión de la
apelación que corresponda a la sentencia cuya extensión se pretende.

La tramitación del recurso de apelación contra autos se ajustará a lo aplicable al recurso


de apelación contra sentencias.
1.3. Recurso de reposición contra las resoluciones del Secretario Judicial. Art. 102 bis
LJCA.

Contra las diligencias de ordenación y decretos no definitivos del Secretario judicial


cabrá recurso de reposición ante el Secretario que dictó la resolución recurrida, excepto
en los casos en que la Ley prevea recurso directo de revisión.

El recurso de reposición se interpondrá en el plazo de cinco días a contar desde el


siguiente al de la notificación de la resolución impugnada.

Si no se cumplieran los requisitos establecidos en el párrafo anterior, se inadmitirá


mediante decreto directamente recurrible en revisión.

Interpuesto el recurso en tiempo y forma, el Secretario judicial dará traslado de las


copias del escrito a las demás partes, por término común de tres días, a fin de que
puedan impugnarlo si lo estiman conveniente. Transcurrido dicho plazo, el Secretario
judicial resolverá mediante decreto dentro del tercer día.

El recurso de revisión deberá interponerse en el plazo de cinco días mediante escrito en


el que deberá citarse la infracción en que la resolución hubiera incurrido.

Cumplidos los anteriores requisitos, el Secretario judicial, mediante diligencia de


ordenación, admitirá el recurso, concediendo a las demás partes personadas un plazo
común de cinco días para impugnarlo, si lo estiman conveniente.

Si no se cumplieran los requisitos de admisibilidad del recurso, el Juzgado o Tribunal lo


inadmitirá mediante providencia.

Transcurrido el plazo para impugnación, háyanse presentado o no escritos, el Juzgado o


Tribunal resolverá sin más trámites, mediante auto, en un plazo de cinco días.

Contra las resoluciones sobre admisión o inadmisión no cabrá recurso alguno.

Contra el auto dictado resolviendo el recurso de revisión únicamente cabrá recurso de


apelación y de casación en los supuestos previstos en los artículos 80 y 87 de esta Ley,
respectivamente.

2. RECURSOS EXTRAORDINARIOS DE REVISIÓN Y CASACIÓN

2.1. Recurso extraordinario de revisión. Art. 102 LJCA.

El recurso extraordinario de revisión tiene como finalidad resolver situaciones de


absoluta iniquidad producidas por sentencias que han devenido firmes y son, por tanto,
inatacables por los recursos ordinarios. Precisamente, el carácter extraordinario de este
recurso impide examinar cuestiones distintas a los motivos que la LJCA determina
(tasados).

Habrá lugar a la revisión de una sentencia firme:


1. Si después de pronunciada se recobraren documentos decisivos, no aportados
por causa de fuerza mayor o por obra de la parte en cuyo favor se hubiere
dictado.
2. Si hubiere recaído en virtud de documentos que, al tiempo de dictarse aquélla,
ignoraba una de las partes haber sido reconocidos y declarados falsos o cuya
falsedad se reconociese o declarase después.
3. Si habiéndose dictado en virtud de prueba testifical, los testigos hubieren sido
condenados por falso testimonio dado en las declaraciones que sirvieron de
fundamento a la sentencia.
4. Si se hubiere dictado sentencia en virtud de cohecho, prevaricación, violencia u
otra maquinación fraudulenta.

Asimismo se podrá interponer recurso de revisión contra una resolución judicial firme
cuando el Tribunal Europeo de Derechos Humanos haya declarado que dicha resolución
ha sido dictada en violación de alguno de los derechos reconocidos en el Convenio
Europeo para la Protección de los Derechos Humanos y Libertades Fundamentales y sus
Protocolos, siempre que la violación, por su naturaleza y gravedad, entrañe efectos que
persistan y no puedan cesar de ningún otro modo que no sea mediante esta revisión, sin
que la misma pueda perjudicar los derechos adquiridos de buena fe por terceras
personas.

En lo referente a legitimación, plazos, procedimiento y efectos de las sentencias


dictadas en este procedimiento de revisión, regirán las disposiciones de la Ley de
Enjuiciamiento Civil. No obstante, sólo habrá lugar a la celebración de vista cuando lo
pidan todas las partes o la Sala lo estime necesario.

La revisión en materia de responsabilidad contable procederá en los casos establecidos


en la Ley de Funcionamiento del Tribunal de Cuentas.

2.2. El recurso de casación. Arts. 86 a 93 LJCA


El recurso de casación es extraordinario porque sólo procede en las materias y por los
supuestos que se prevén en la LJCA.

(Arts. 86 a 93 LJCA)

Las sentencias dictadas en única instancia por los Juzgados de lo Contencioso


administrativo y las dictadas en única instancia o en apelación por la Sala de lo
Contencioso administrativo de la Audiencia Nacional y por las Salas de lo Contencioso-
administrativo de los Tribunales Superiores de Justicia serán susceptibles de recurso de
casación ante la Sala de lo Contencioso-administrativo del Tribunal Supremo. En el
caso de las sentencias dictadas en única instancia por los Juzgados de lo Contencioso-
administrativo, únicamente serán susceptibles de recurso las sentencias que contengan
doctrina que se reputa gravemente dañosa para los intereses generales y sean
susceptibles de extensión de efectos.

Se exceptúan de lo establecido en el apartado anterior las sentencias dictadas en el


procedimiento para la protección del derecho fundamental de reunión y en los procesos
contencioso-electorales.
Las sentencias que, siendo susceptibles de casación, hayan sido dictadas por las Salas de
lo Contencioso-administrativo de los Tribunales Superiores de Justicia sólo serán
recurribles ante la Sala de lo Contencioso- administrativo del Tribunal Supremo si el
recurso pretende fundarse en infracción de normas de Derecho estatal o de la Unión
Europea que sea relevante y determinante del fallo impugnado, siempre que hubieran
sido invocadas oportunamente en el proceso o consideradas por la Sala sentenciadora.
Cuando el recurso se fundare en infracción de normas emanadas de la Comunidad
Autónoma será competente una Sección de la Sala de lo Contencioso-administrativo
que tenga su sede en el Tribunal Superior de Justicia compuesta por el Presidente de
dicha Sala, que la presidirá, por el Presidente o Presidentes de las demás Salas de lo
Contencioso administrativo y, en su caso, de las Secciones de las mismas, en número no
superior a dos, y por los Magistrados de la referida Sala o Salas que fueran necesarios
para completar un total de cinco miembros.

Si la Sala o Salas de lo Contencioso-administrativo tuviesen más de una Sección, la Sala


de Gobierno del Tribunal Superior de Justicia establecerá para cada año judicial el turno
con arreglo al cual los Presidentes de Sección ocuparán los puestos de la regulada en
este apartado. También lo establecerá entre todos los Magistrados que presten servicio
en la Sala o Salas.

Las resoluciones del Tribunal de Cuentas en materia de responsabilidad contable serán


susceptibles de recurso de casación en los casos establecidos en su Ley de
Funcionamiento.

También son susceptibles de recurso de casación los siguientes autos dictados por la
Sala de lo Contencioso-administrativo de la Audiencia Nacional y por las Salas de lo
Contencioso-administrativo de los Tribunales Superiores de Justicia, con la misma
excepción e igual límite dispuestos en los apartados 2 y 3 del artículo anterior:

a)  Los que declaren la inadmisión del recurso contencioso- administrativo o hagan


imposible su continuación.

b)  Los que pongan término a la pieza separada de suspensión o de otras medidas


cautelares.

c)  Los recaídos en ejecución de sentencia, siempre que resuelvan cuestiones no


decididas, directa o indirectamente, en aquélla o que contradigan los términos del fallo
que se ejecuta.

d)  Los dictados en el caso previsto en el artículo 91.

e)  Los dictados en aplicación de los artículos 110 y 111.

Para que pueda prepararse el recurso de casación en los casos previstos en el apartado
anterior, es requisito necesario interponer previamente el recurso de súplica.

Sustanciación.
Sin perjuicio de lo dispuesto en el artículo 93.3, el recurso de casación ante la Sala de lo
Contencioso-administrativo del Tribunal Supremo se limitará a las cuestiones de
derecho, con exclusión de las cuestiones de hecho.

Las pretensiones del recurso de casación deberán tener por objeto la anulación, total o
parcial, de la sentencia o auto impugnado y, en su caso, la devolución de los autos al
Tribunal de instancia o la resolución del litigio por la Sala de lo Contencioso-
administrativo del Tribunal Supremo dentro de los términos en que apareciese planteado
el debate.

La Sala de Gobierno del Tribunal Supremo podrá determinar, mediante acuerdo que se
publicará en el “Boletín Oficial del Estado”, la extensión máxima y otras condiciones
extrínsecas, incluidas las relativas a su presentación por medios telemáticos, de los
escritos de interposición y de oposición de los recursos de casación.

Admisión.

El recurso de casación podrá ser admitido a trámite cuando, invocada una concreta
infracción del ordenamiento jurídico, tanto procesal como sustantiva, o de la
jurisprudencia, la Sala de lo Contencioso-Administrativo del Tribunal Supremo estime
que el recurso presenta interés casacional objetivo para la formación de jurisprudencia.

El Tribunal de casación podrá apreciar que existe interés casacional objetivo,


motivándolo expresamente en el auto de admisión, cuando, entre otras circunstancias, la
resolución que se impugna:

a)  Fije, ante cuestiones sustancialmente iguales, una interpretación de las normas de


Derecho estatal o de la Unión Europea en las que se fundamenta el fallo contradictorio
con la que otros órganos jurisdiccionales hayan establecido.

b)  Siente una doctrina sobre dichas normas que pueda ser gravemente dañosa para los
intereses generales.

c)  Afecte a un gran número de situaciones, bien en sí misma o por trascender del caso
objeto del proceso.

d)  Resuelva un debate que haya versado sobre la validez constitucional de una norma
con rango de ley, sin que la improcedencia de plantear la pertinente cuestión de
inconstitucionalidad aparezca suficientemente esclarecida.

e)  Interprete y aplique aparentemente con error y como fundamento de su decisión una


doctrina constitucional.

f)  Interprete y aplique el Derecho de la Unión Europea en contradicción aparente con la


jurisprudencia del Tribunal de Justicia o en supuestos en que aun pueda ser exigible la
intervención de éste a título prejudicial.

g)  Resuelva un proceso en que se impugnó, directa o indirectamente, una disposición


de carácter general.
h)  Resuelva un proceso en que lo impugnado fue un convenio celebrado entre
Administraciones públicas.

i)  Haya sido dictada en el procedimiento especial de protección de derechos


fundamentales.

Se presumirá que existe interés casacional objetivo:

a)  Cuando en la resolución impugnada se hayan aplicado normas en las que se sustente


la razón de decidir sobre las que no exista jurisprudencia.

b)  Cuando dicha resolución se aparte deliberadamente de la jurisprudencia existente al


considerarla errónea.

c)  Cuando la sentencia recurrida declare nula una disposición de carácter general, salvo
que esta, con toda evidencia, carezca de trascendencia suficiente.

d)  Cuando resuelva recursos contra actos o disposiciones de los organismos reguladores


o de supervisión o agencias estatales cuyo enjuiciamiento corresponde a la Sala de lo
Contencioso- administrativo de la Audiencia Nacional.

e)  Cuando resuelva recursos contra actos o disposiciones de los Gobiernos o Consejos


de Gobierno de las Comunidades Autónomas. No obstante, en los supuestos referidos
en las letras a), d) y e) el recurso podrá inadmitirse por auto motivado cuando el
Tribunal aprecie que el asunto carece manifiestamente de interés casacional objetivo
para la formación de jurisprudencia.

Admisión.

Recibidos los autos originales y el expediente administrativo, la Sección de la Sala de lo


Contencioso-administrativo del Tribunal Supremo a que se refiere el apartado siguiente
podrá acordar, excepcionalmente y sólo si las características del asunto lo aconsejan, oír
a las partes personadas por plazo común de treinta días acerca de si el recurso presenta
interés casacional objetivo para la formación de jurisprudencia.

La admisión o inadmisión a trámite del recurso será decidida por una Sección de la Sala
de lo Contencioso-administrativo del Tribunal Supremo integrada por el Presidente de
la Sala y por al menos un Magistrado de cada una de sus restantes Secciones. Con
excepción del Presidente de la Sala, dicha composición se renovará por mitad
transcurrido un año desde la fecha de su primera constitución y en lo sucesivo cada seis
meses, mediante acuerdo de la Sala de Gobierno del Tribunal Supremo que determinará
sus integrantes para cada uno de los citados periodos y que se publicará en la página
web del Poder Judicial.

La resolución sobre la admisión o inadmisión del recurso adoptará la siguiente forma:

a) En los supuestos del apartado 2 del artículo 88, en los que ha de apreciarse la
existencia de interés casacional objetivo para la formación de jurisprudencia, la
resolución adoptará la forma de providencia, si decide la inadmisión, y de auto, si
acuerda la admisión a trámite. No obstante, si el órgano que dictó la resolución recurrida
hubiera emitido en el trámite que prevé el artículo 89.5 opinión que, además de fundada,
sea favorable a la admisión del recurso, la inadmisión se acordará por auto motivado.

b) En los supuestos del apartado 3 del artículo 88, en los que se presume la existencia de
interés casacional objetivo, la inadmisión se acordará por auto motivado en el que se
justificará que concurren las salvedades que en aquél se establecen.

Los autos de admisión precisarán la cuestión o cuestiones en las que se entiende que
existe interés casacional objetivo e identificarán la norma o normas jurídicas que en
principio serán objeto de interpretación, sin perjuicio de que la sentencia haya de
extenderse a otras si así lo exigiere el debate finalmente trabado en el recurso. Las
providencias de inadmisión únicamente indicarán si en el recurso de casación concurre
una de estas circunstancias:

a)  ausencia de los requisitos reglados de plazo, legitimación o recurribilidad de la


resolución impugnada;

b)  incumplimiento de cualquiera de las exigencias que el artículo 89.2 impone para el


escrito de preparación;

c)  no ser relevante y determinante del fallo ninguna de las infracciones denunciadas;

d)  carencia en el recurso de interés casacional objetivo para la formación de


jurisprudencia.

Contra las providencias y los autos de admisión o inadmisión no cabrá recurso alguno.

El Letrado de la Administración de Justicia de Sala comunicará inmediatamente a la


Sala de instancia la decisión adoptada y, si es de inadmisión, le devolverá las
actuaciones procesales y el expediente administrativo recibidos.

Los autos de admisión del recurso de casación se publicarán en la página web del
Tribunal Supremo. Con periodicidad semestral, su Sala de lo Contencioso-
administrativo hará público, en la mencionada página web y en el «Boletín Oficial del
Estado», el listado de recursos de casación admitidos a trámite, con mención sucinta de
la norma o normas que serán objeto de interpretación y de la programación para su
resolución.

La inadmisión a trámite del recurso de casación comportará la imposición de las costas


a la parte recurrente, pudiendo tal imposición ser limitada a una parte de ellas o hasta
una cifra máxima.

Ejecución provisional de las sentencias recurridas en casación.

La preparación del recurso de casación no impedirá la ejecución provisional de la


sentencia recurrida. Las partes favorecidas por la sentencia podrán instar su ejecución
provisional. Cuando de ésta pudieran derivarse perjuicios de cualquier naturaleza,
podrán acordarse las medidas que sean adecuadas para evitar o paliar dichos perjuicios.
Igualmente podrá exigirse la presentación de caución o garantía para responder de
aquéllos. No podrá llevarse a efecto la ejecución provisional hasta que la caución o la
medida acordada esté constituida y acreditada en autos.

La constitución de la caución se ajustará a lo establecido en el artículo 133.2 de la


LJCA.

El Tribunal de instancia denegará la ejecución provisional cuando pueda crear


situaciones irreversibles o causar perjuicios de difícil reparación.

Cuando se tenga por preparado un recurso de casación, el Letrado de la Administración


de Justicia dejara testimonio bastante de los autos y de la resolución recurrida a los
efectos previstos en este artículo.

Sentencia.

La sentencia fijará la interpretación de aquellas normas estatales o la que tenga por


establecida o clara de las de la Unión Europea sobre las que, en el auto de admisión a
trámite, se consideró necesario el pronunciamiento del Tribunal Supremo. Y, con
arreglo a ella y a las restantes normas que fueran aplicables, resolverá las cuestiones y
pretensiones deducidas en el proceso, anulando la sentencia o auto recurrido, en todo o
en parte, o confirmándolos. Podrá asimismo, cuando justifique su necesidad, ordenar la
retroacción de actuaciones a un momento determinado del procedimiento de instancia
para que siga el curso ordenado por la ley hasta su culminación.

Si apreciara que el orden jurisdiccional contencioso-administrativo no es competente


para el conocimiento de aquellas pretensiones, o que no lo era el órgano judicial de
instancia, anulará la resolución recurrida e indicará, en el primer caso, el concreto orden
jurisdiccional que se estima competente, con los efectos que prevé el artículo 5.3 de la
LJCA, o remitirá, en el segundo, las actuaciones al órgano judicial que hubiera debido
conocer de ellas.

En la resolución de la concreta controversia jurídica que es objeto del proceso, el


Tribunal Supremo podrá integrar en los hechos admitidos como probados por la Sala de
instancia aquellos que, habiendo sido omitidos por ésta, estén suficientemente
justificados según las actuaciones y cuya toma en consideración resulte necesaria para
apreciar la infracción alegada de las normas del ordenamiento jurídico o de la
jurisprudencia, incluso la desviación de poder.

La sentencia que se dicte en el momento procesal a que se refiere el apartado 8 del


artículo anterior, resolverá sobre las costas de la instancia conforme a lo establecido en
el artículo 139.1 de esta ley y dispondrá, en cuanto a las del recurso de casación, que
cada parte abone las causadas a su instancia y las comunes por mitad. No obstante,
podrá imponer las del recurso de casación a una sola de ellas cuando la sentencia
aprecie, y así lo motive, que ha actuado con mala fe o temeridad; imposición que podrá
limitar a una parte de ellas o hasta una cifra máxima.

3. EJECUCIÓN DE SENTENCIAS
Uno de los privilegios tradicionales de la Administración pública española ha sido la
ejecución de las sentencias judiciales por ella misma, adoptando las medidas que
considere necesarias para alcanzar dicha ejecución.

El límite resulta el completo y debido cumplimiento de las resoluciones, siendo por


tanto declarados nulos los actos de la Administración ejecutora que se separen del
sentido del fallo en ejecución. Además, la Administración está constreñida por una
limitación en el tiempo para alcanzar dicho cumplimiento.

(Arts. 103 a 113 LJCA.)

Cuando son los particulares los sujetos obligados por el órgano jurisdiccional
contencioso-administrativo apenas se plantean problemas: recordemos que la
Administración, en virtud de su imperium podrá adoptar las resoluciones encaminadas
al cumplimiento de lo dispuesto en el fallo. Por ello, mucho más compleja aparece la
cuestión cuando es la Administración el sujeto obligado y no adapta su conducta de
forma voluntaria al contenido de la sentencia. En primer lugar, existe la dificultad de
admitir el empleo de la coacción contra un Poder estatal que está investido de imperium.
Y, existe, asimismo, la prohibición de despachar mandamiento de ejecución o dictar
providencias de embargo contra derechos, fondos, valores y bienes de la Hacienda
Pública.

La potestad de hacer ejecutar las sentencias y demás resoluciones judiciales corresponde


exclusivamente a los Juzgados y Tribunales de este orden jurisdiccional, y su ejercicio
compete al que haya conocido del asunto en primera o única instancia.

Pueden instar la ejecución forzosa de la sentencia cualquiera de las partes y personas


afectadas. Siguiendo la pauta establecida por la STC 4/1985, de 18 de enero, la LJ 98
reconoce tal derecho a cuantos sujetos se beneficien de la ejecución, aunque no
hubiesen comparecido como parte litigante en el proceso principal en que la sentencia
se dictó.

Establecidos los requisitos subjetivos, decir que los objetivos son:

a) Que la sentencia sea firme.

b) Que la ejecución sea posible.

c) Que no se acuerde la expropiación de los derechos o intereses legítimos reconocidos


por la sentencia frente a la Administración.

En lo referente a los requisitos de actividad, señalar que en cuanto al lugar y la forma,


habrá que estar al contenido del fallo, el cual, en general, deberá elevarse a puro y
debido efecto, practicándose lo que exija el cumplimiento de las declaraciones
contenidas en el mismo (artículo 104.1 LJCA). Luego que sea firme la sentencia se
comunicará en el plazo de diez días al órgano que hubiere realizado la actividad objeto
del recurso, a fin de que, una vez acusado recibo de la comunicación, en idéntico plazo
proceda a su cumplimiento. Transcurridos dos meses a partir de la comunicación de la
sentencia o el plazo fijado en ésta para el cumplimiento del fallo, cualquiera de las
partes y personas afectadas podrá instar su ejecución forzosa.
Ante la dificultad de abordar todos los supuestos posibles de ejecución de sentencias, la
LJ incluye normas específicas para:

a)  Las sentencias que condenan a la Administración al pago de cantidad líquida: el


órgano encargado de su cumplimiento acordará el pago con cargo al crédito
correspondiente de su presupuesto que tendrá siempre la consideración de ampliable.
Transcurridos tres meses, se podrá instar la ejecución forzosa (artículo 106.1 LJCA).

b)  Frente a las ejecuciones aparentes: serán nulos de pleno derecho los actos y
disposiciones contrarios a los pronunciamientos de las sentencias, que se dicten con la
finalidad de eludir su cumplimiento (artículo 103.4 LJCA).

c)  En relación con las sentencias que condenen a la Administración a realizar una
actividad o a dictar un acto, en caso de incumplimiento, el Juez o Tribunal podrá
ejecutar la sentencia a través de sus propios medios o requiriendo la colaboración de las
autoridades y agentes de la Administración condenada o adoptar las medidas necesarias
para que el fallo adquiera eficacia, incluso la ejecución subsidiaria (artículo 108.1
LJCA).

d)  Otorga a los órganos judiciales potestades sancionadoras con carácter general para
lograr la efectividad de lo mandado, es decir, en caso de incumplimiento podrá imponer
multas coercitivas e incluso exigir responsabilidad penal.

e)  También regula la posibilidad de extensión de los efectos de las sentencias firmes en


materia de personal y en materia tributaria a personas distintas de las partes que se
encuentren en posesión idéntica.

La Administración pública, las demás partes procesales y las personas afectadas por el
fallo, mientras no conste en autos la total ejecución de la sentencia, podrán promover
incidente para decidir, sin contrariar el contenido del fallo, cuantas cuestiones se
planteen en la ejecución.

4. PROCESOS ESPECIALES

4.1. Procedimiento para la protección de los derechos fundamentales de la persona.

Arts. 114 a 122 LJCA

La Ley 62/1978, de 26 de diciembre, de protección jurisdiccional de los derechos


fundamentales de la persona, posteriormente modificada por Real Decreto-legislativo de
20 de febrero de 1979, introdujo numerosas modificaciones en la regulación del recurso
contencioso-administrativo cuando se dirigía contra actos de la Administración pública
sujetos al Derecho administrativo que afectaban a tales derechos.

De esta forma se trataba de dar cumplimiento, incluso de forma anticipada, al artículo


52.3 CE, según el cual “cualquier ciudadano podrá recabar la tutela de las libertades y
derechos reconocidos en el artículo 14 y la Sección Primera del Capítulo Segundo ante
los Tribunales ordinarios por un procedimiento basado en los principios de preferencia y
sumariedad y, en su caso, a través del recurso de amparo ante el Tribunal
Constitucional. Este último recurso será aplicable a la objeción de conciencia
reconocida en el artículo 30”. En suma, pues, los derechos amparados por este
procedimiento son los que se reconocen en los artículos 14 a 29 y 30.2 CE.

El plazo para interponer este recurso será de diez días, que se computarán, según los
casos, desde el día siguiente al de notificación del acto, publicación de la disposición
impugnada, requerimiento para el cese de la vía de hecho, o transcurso del plazo fijado
para la resolución, sin más trámites. Cuando la lesión del derecho fundamental tuviera
su origen en la inactividad administrativa, o se hubiera interpuesto potestativamente un
recurso administrativo, o, tratándose de una actuación en vía de hecho, no se hubiera
formulado requerimiento, el plazo de diez días se iniciará transcurridos veinte días
desde la reclamación, la presentación del recurso o el inicio de la actuación
administrativa en vía de hecho, respectivamente.

En el escrito de interposición se expresará con precisión y claridad el derecho o


derechos cuya tutela se pretende y, de manera concisa, los argumentos sustanciales que
den fundamento al recurso (artículo 115 LJCA).

En cuanto a la tramitación, señalar que en el mismo día de la presentación del recurso o


en el siguiente se requerirá con carácter urgente al órgano administrativo
correspondiente, acompañando copia del escrito de interposición, para que en el plazo
máximo de cinco días, a contar desde la recepción del requerimiento, remita el
expediente acompañando de los informes y datos que estime procedentes, con
apercibimiento de cuanto se establece en el artículo 48 LJCA.

Al remitir el expediente, el órgano administrativo lo comunicará a todos los que


aparezcan como interesados en el mismo, acompañando copia del escrito de
interposición, emplazándoles para que puedan comparecer como demandados ante el
Juzgado o Sala en el plazo de cinco días.

La Administración, con el envío del expediente, y los demás demandados, al


comparecer, podrán solicitar razonadamente la inadmisión del recurso y la celebración
de la comparecencia a que se refiere el artículo 117.2 LJCA.

La falta de envío del expediente administrativo dentro del plazo previsto en el apartado
anterior no suspenderá el curso de los autos.

Cuando el expediente administrativo se recibiese en el Juzgado o Sala una vez


transcurrido el plazo establecido anteriormente, se pondrá de manifiesto a las partes por
plazo de cuarenta y ocho horas, en el que podrán hacer alegaciones, y sin alteración del
curso del procedimiento (artículo 116 LJCA).

Recibido el expediente o transcurrido el plazo para su remisión y, en su caso, dado el


emplazamiento a los demás interesados, el órgano jurisdiccional, dentro del siguiente
día, dictará auto mandando seguir las actuaciones o comunicará a las partes el motivo en
que pudiera fundarse la inadmisión del procedimiento.

En el supuesto de posibles motivos de inadmisión del procedimiento el Secretario


judicial convocará a las partes y al Ministerio Fiscal a una comparecencia, que habrá de
tener lugar antes que transcurran cinco días, en la que se les oirá sobre la procedencia de
dar al recurso la tramitación. En el siguiente día, el órgano jurisdiccional dictará auto
mandando proseguir las actuaciones por este trámite o acordando su inadmisión por
inadecuación del procedimiento (artículo 117 LJCA).

Acordada la prosecución del procedimiento especial, el Secretario judicial pondrá de


manifiesto al recurrente el expediente y demás actuaciones para que en el plazo
improrrogable de ocho días pueda formalizar la demanda y acompañar los documentos
(artículo 118 LJCA). Formalizada la demanda, se dará traslado de la misma al
Ministerio Fiscal y a las partes demandas para que, a la vista del expediente, presenten
sus alegaciones en el plazo común e improrrogable de ocho días y acompañen los
documentos que estimen oportunos (artículo 119 LJCA).

Evacuado el trámite de alegaciones o transcurrido el plazo para efectuarlas, el órgano


jurisdiccional decidirá en el siguiente día sobre el recibimiento a prueba, con arreglo a
las normas generales establecidas en la presente Ley, y sin perjuicio de lo dispuesto en
el artículo 57 en relación con el artículo 61- que permite al Juez o Tribunal acordar de
oficio el recibimiento a prueba y disponer la práctica de cuantas estime pertinentes para
la más acertada decisión del asunto.-. El período probatorio no será en ningún caso
superior a veinte días comunes para su proposición y práctica (artículo 120 LJCA).

Conclusas las actuaciones, el órgano jurisdiccional dictará sentencia en el plazo de


cinco días.

La sentencia estimará el recurso cuando la disposición, la actuación o el acto incurran


en cualquier infracción del ordenamiento jurídico, incluso la desviación de poder, y
como consecuencia de la misma vulneren un derecho de los susceptibles de amparo.

Contra las sentencias de los Juzgados de lo Contencioso-administrativo procederá


siempre la apelación en un solo efecto (artículo 121 LJCA).

4.2. Cuestión de ilegalidad.

(Arts. 122 a 126 LJCA).

Se introdujo en la LJCA 98, a imagen y semejanza de la cuestión de


inconstitucionalidad prevista en el artículo 163 CE, la cuestión de ilegalidad, que se
considera como “un remedio técnico tendente a reforzar la seguridad jurídica, que no
impide el enjuiciamiento de las normas por el Juez o Tribunal competente para decidir
sobre la legalidad del acto aplicativo del reglamento cuya ilegalidad se aduce, pero que
pretende alcanzar una decisión unitaria a todo eventual pronunciamiento indirecto sobre
su validez (EM V).

Efectivamente, de acuerdo con el artículo 27.1 de la LCA cuando un juez o Tribunal de


lo contencioso administrativo hubiera dictado sentencia firme estimatoria por considerar
ilegal el contenido de la disposición general aplicada, deberá plantear la cuestión de
ilegalidad ante el Tribunal competente para conocer del recurso directo contra la
disposición, salvo que sea el mismo el competente, en cuyo caso la propia sentencia
declarará la validez o nulidad de la disposición general.

Una vez conste en las actuaciones la firmeza de la sentencia, el Juez o Tribunal


planteará, mediante auto y en los cinco días siguientes la cuestión de ilegalidad. La
cuestión habrá de ceñirse exclusivamente a aquel o aquellos preceptos reglamentarios
cuya declaración de ilegalidad haya servido de base para la estimación de la demanda.
Contra el auto de planteamiento no se dará recurso alguno.

En este auto se acordará emplazar a las partes para que, en el plazo de quince días,
puedan comparecer y formular alegaciones ante el Tribunal competente para fallar la
cuestión. Transcurrido este plazo, no se admitirá la personación (artículo 123).

Planteada la cuestión, el Secretario judicial remitirá urgentemente, junto con la


certificación del auto de planteamiento, copia testimoniada de los autos principales y del
expediente administrativo, acordándose igualmente la publicación del auto de
planteamiento en el mismo periódico oficial en que lo hubiera sido la disposición
cuestionada (artículo 124).

Con el escrito de personación y alegaciones podrá acompañarse la documentación que


se estime oportuna para enjuiciar la legalidad de la disposición cuestionada (artículo
125.1).

Terminado el plazo de personación y alegaciones, se declarará concluso el


procedimiento. La sentencia se dictará en los diez días siguientes a dicha declaración.
No obstante, podrá el Tribunal rechazar, en trámite de admisión, mediante auto y sin
necesidad de audiencia de las partes, la cuestión de ilegalidad cuando faltaren las
condiciones procesales.

El plazo para dictar sentencia quedará interrumpido si, para mejor proveer, el Tribunal
acordará reclamar el expediente de elaboración de la disposición cuestionada o practicar
alguna prueba de oficio. En estos casos el Secretario judicial acordará oír a las partes
por plazo común de tres días sobre el expediente o el resultado de la prueba (artículo
125).

La sentencia estimará o desestimará parcial o totalmente la cuestión, salvo que faltare


algún requisito procesal insubsanable, caso en que la declarará inadmisible.

Cuando la cuestión de ilegalidad sea de especial transcendencia para el desarrollo de


otros procedimientos, será objeto de tramitación y resolución preferente (artículo
126.4).

La sentencia que resuelva la cuestión de ilegalidad no afectará a la situación jurídica


concreta derivada de la sentencia dictada por el Juez o Tribunal que planteó aquélla
(artículo 126.5).

4.3. Procedimiento en los casos de suspensión administrativa previa de acuerdos.

(Art. 127 LJCA).

Este procedimiento se aplicará en los casos en que, conforme a las leyes, la suspensión
administrativa de actos o acuerdos de Corporaciones o Entidades públicas deba ir
seguida de la impugnación o traslado de aquéllos ante la Jurisdicción Contencioso-
administrativa.
En el plazo de los diez días siguientes a la fecha en que se hubiera dictado el acto de
suspensión o en el que la Ley establezca, deberá interponerse el recurso contencioso-
administrativo mediante escrito fundado, o darse traslado directo del acuerdo
suspendido al órgano jurisdiccional, según proceda, acompañando en todo caso copia
del citado acto de suspensión.

Interpuesto el recurso o trasladado el acuerdo suspendido, el Secretario judicial


requerirá a la Corporación o Entidad que lo hubiera dictado para que en el plazo de diez
días remita el expediente administrativo, alegue lo que estime conveniente en defensa
de aquél y notifique a cuantos tuvieran interés legítimo en su mantenimiento o
anulación la existencia del procedimiento, a efectos de su comparecencia ante el órgano
jurisdiccional en el plazo de diez días.

Recibido el expediente administrativo, el Secretario judicial lo pondrá de manifiesto


junto con las actuaciones a los comparecidos en el procedimiento, convocándolos para
la celebración de la vista, que se celebrará como mínimo a los diez días de la puesta de
manifiesto del expediente.

El órgano jurisdiccional podrá, motivadamente, sustituir el trámite de vista por el de


alegaciones escritas, que se presentarán en el plazo común de los diez días siguientes a
la notificación del auto en que así se acuerde. Podrá también abrir un período de prueba,
para mejor proveer, por plazo no superior a quince días.

Celebrada la vista o deducidas las alegaciones a que se refieren los apartados anteriores,
se dictará sentencia por la que se anule o confirme el acto o acuerdo objeto del recurso,
disponiendo lo que proceda en cuanto a la suspensión.

4.4. Procedimiento para la garantía de la unidad de mercado. Arts. 127 bis, ter, quáter
LJCA .

Se trata de un procedimiento específico mediante el cual la Comisión Nacional de los


Mercados y la Competencia puede plantear recurso contencioso-administrativo, cuando
considere que una disposición, acto, inactividad o vía de hecho procedente de cualquier
Administración Publica sea contraria a la libertad de establecimiento o de circulación en
los términos previstos en la Ley 20/2013, de 9 de diciembre, de garantía de la unidad de
mercado. El plazo para interponer el recurso será de dos meses, conforme a las reglas
generales del artículo 46, apartados 1 a 3 (artículo 127 bis).

La sentencia estimará el recurso cuando la disposición, la actuación, o el cato


incurrieran en cualquier infracción del ordenamiento jurídico que afecte a la libertada de
establecimiento o de circulación, incluida la desviación de poder.

La sentencia que estime el recurso implicará la corrección de la conducta infractora, así


como el resarcimiento de los daños y perjuicios, incluido el lucro cesante, que dicha
conducta haya causado.

Durante la tramitación del procedimiento, podrá solicitar su intervención, como parte


recurrente, cualquier operador económico que tuviese interés directo en la anulación del
acto, actuación o disposición impugnada y no lo hubiera recurrido de forma
independiente. Esta solicitud se resolverá por medio de auto, previa audiencia de las
partes personadas (artículo 127 ter).

La Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia podrá solicitar en el escrito de


interposición la suspensión de la disposición, acto o resolución impugnados, así como
cualquier otra medida cautelar que asegure la efectividad de la sentencia. Esta
suspensión se producirá de forma automática, una vez admitido el recurso y sin
exigencia de afianzamiento de los posibles perjuicios de cualquier naturaleza que
pudieran derivarse (artículo 127 quárter)

4.5. Procedimiento para la declaración judicial de extinción de partidos políticos.

(Art. 127 quinquies LJCA).

El procedimiento para la declaración judicial de extinción de un partido político se


regirá por lo dispuesto en el artículo 78, con las siguientes especialidades:

a) En la demanda, deberá especificarse en cuál o cuáles de los motivos recogidos en el


artículo 12 bis.1 de la Ley Orgánica 6/2002, de 27 de junio, de Partidos Políticos, se
fundamenta la petición de declaración judicial de extinción.

b)  El plazo de dos meses para la presentación de la demanda se contará a partir del día
siguiente al vencimiento del plazo señalado en el artículo 12 bis.2 de la misma ley.

c)  Cuando la sentencia declare la extinción del partido, será notificada al registro para
que éste proceda a la cancelación de la inscripción.

El Ministerio Fiscal será parte del proceso.


TEMA 5: LA ADMINISTRACIÓN DEL ESTADO.
INTRODUCCIÓN

La Administración del Estado es aquélla parte de la Administración pública,


identificada con el poder ejecutivo del Estado, que tiene a su cargo la gestión en todo el
territorio nacional de aquéllos servicios y funciones que se consideran fundamentales
para la existencia misma de la comunidad nacional

Sobre los órganos que componen la Administración del Estado, es clásica la distinción
entre órganos de la Administración central, con competencia sobre todo el territorio
nacional, y órganos periféricos, con competencias reducidas a una parte de aquél. Los
periféricos pueden tener una base regional (Delegados del Gobierno ante las CCAA), o
provincial, que es lo más frecuente (Subdelegaciones del Gobierno y Delegaciones o
Direcciones provinciales de los diversos Ministerios) e, incluso, infraprovincial
(Registros de la Propiedad, Administración de Hacienda). También suele aludirse a la
división entre órganos de la Administración activa y órganos consultivos (Secretarías
Generales Técnicas, Consejo de Estado).

Arts. 54 y 3 Ley Régimen Jurídico del Sector Público (LRJSP).

La Administración General del Estado actúa y se organiza de acuerdo con los principios
establecidos en el artículo 3 de la LRJSP, que a continuación se examinarán, así como
los de descentralización funcional y desconcentración funcional y territorial.

El art. 103.1 CE y 3 de la Ley 40/2015 determinan, como principios generales de la


actuación de las Administraciones Públicas, que éstas sirven con objetividad los
intereses generales y actúan de acuerdo con los principios de eficacia, jerarquía,
descentralización, desconcentración y coordinación, con sometimiento pleno a la
Constitución, a la Ley y al Derecho.

Deberán respetar en su actuación y relaciones los siguientes principios:

a) Servicioefectivoalosciudadanos.
b) Simplicidad, claridad y proximidad a los ciudadanos.

c) Participación, objetividad y transparencia de la actuación administrativa.

d)  Racionalización y agilidad de los procedimientos administrativos y de las


actividades materiales de gestión.

e)  Buena fe,confianza legítima y lealtad institucional.

f)  Responsabilidadporlagestiónpública.

g)  Planificación y dirección por objetivos y control de la gestión y evaluación de los


resultados de las políticas públicas.
h)  Eficacia en el cumplimiento de los objetivos fijados.

i)  Economía, suficiencia y adecuación estricta de los medios a los fines institucionales.

j)  Eficiencia en la asignación y utilización de los recursos públicos.

k)  Cooperación, colaboración y coordinación entre las Administraciones Públicas.

Asimismo, de acuerdo con el art. 54.1, la Administración General del Estado actúa y se
organiza de acuerdo con los principios establecidos en el artículo 3, así como los de
descentralización funcional y desconcentración funcional y territorial.

1. EL GOBIERNO

El art. 97 CE determina que “dirige la política interior y exterior, la Administración


Civil y Militar y la defensa del Estado. Ejerce la función ejecutiva y la potestad
reglamentaria de acuerdo con la Constitución y las Leyes”. (también artículo 1 Ley del
Gobierno).

El Gobierno se compone del Presidente, del Vicepresidente o Vicepresidentes, en su


caso, y de los Ministros.

2. EL CONSEJO DE MINISTROS Y LAS COMISIONES DELEGADAS

2.1. Consejo de Ministros.

Art. 5 Ley del Gobierno, en redacción DF tercera LRJSP.

En virtud del artículo 97 CE, al Consejo de Ministros, como expresión máxima del
Gobierno, le corresponden la dirección de la política interior y exterior; la
Administración civil y militar y la defensa del Estado, ejercer la función ejecutiva y la
potestad reglamentaria de acuerdo con la Constitución y las leyes. Las reuniones del
Consejo de Ministros son secretas; y pueden asistir a ellas, además del Presidente y los
Ministros, los Secretarios de Estado (artículo 5 de la Ley del Gobierno).

La única novedad que la Ley 40/2015 introduce en este artículo 5 es la posibilidad de


que asistan a las reuniones del Consejo de Ministros, excepcionalmente, otros altos
cargos diferentes de los Secretarios de Estado, cuando sean convocados para ello.

Al Consejo de Ministros, como órgano colegiado del Gobierno, le corresponde el


ejercicio de las siguientes funciones:

a)  Aprobar los proyectos de ley y su remisión al Congreso de los Diputados o, en su


caso, al Senado.

b)  Aprobar el Proyecto de Ley de Presupuestos Generales del Estado.

c)  Aprobar los Reales Decretos-leyes y los Reales Decretos Legislativos.


d)  Acordar la negociación y firma de Tratados internacionales, así como su aplicación
provisional.

e)  Remitir los Tratados internacionales a las Cortes Generales en los términos previstos
en los artículos 94 y 96.2 de la Constitución.

f)  Declarar los estados de alarma y de excepción y proponer al Congreso de los


Diputados la declaración del estado de sitio.

g)  Disponer la emisión de Deuda Pública o contraer crédito, cuando haya sido


autorizado por una Ley.

h)  Aprobar los reglamentos para el desarrollo y la ejecución de las leyes, previo


dictamen del Consejo de Estado, así como las demás disposiciones reglamentarias que
procedan.

i)  Crear, modificar y suprimir los órganos directivos de los Departamentos


Ministeriales.

j)  Adoptar programas, planes y directrices vinculantes para todos los órganos de la


Administración General del Estado.

k) Ejercer cuantas otras atribuciones le confieran la Constitución, las leyes y cualquier


otra disposición.

Las deliberaciones del Consejo de Ministros serán secretas. 2.2. Comisiones Delegadas
del Gobierno

Art. 6 Ley del Gobierno, con la inclusión de un apartado e), referido a la determinación
del régimen interno de funcionamiento y en particular el de convocatorias y suplencias
(DF tercera LRJSP).

La creación, modificación y supresión de las Comisiones Delegadas del Gobierno será


acordada por el Consejo de Ministros mediante Real Decreto, a propuesta del Presidente
del Gobierno.

El Real Decreto de creación de una Comisión Delegada deberá especificar, en todo


caso:

a)  El miembro del Gobierno que asume la presidencia de la Comisión.

b)  Los miembros del Gobierno y, en su caso, Secretarios de Estado que la integran.

c)  Las funciones que se atribuyen a la Comisión.

d)  El miembro de la Comisión al que corresponde la Secretaría de la misma.

e)  El régimen interno de funcionamiento y en particular el de convocatorias y


suplencias.
No obstante lo dispuesto en el apartado anterior, podrán ser convocados a las reuniones
de las Comisiones Delegadas los titulares de aquellos otros órganos superiores y
directivos de la Administración General del Estado que se estime conveniente.

Corresponde a las Comisiones Delegadas, como órganos colegiados del Gobierno:

a)  Examinar las cuestiones de carácter general que tengan relación con varios de los
Departamentos Ministeriales que integren la Comisión.

b)  Estudiar aquellos asuntos que, afectando a varios Ministerios, requieran la


elaboración de una propuesta conjunta previa a su resolución por el Consejo de
Ministros.

c)  Resolver los asuntos que, afectando a más de un Ministerio, no requieran ser


elevados al Consejo de Ministros.

d)  Ejercer cualquier otra atribución que les confiera el ordenamiento jurídico o que les
delegue el Consejo de Ministros.

Las deliberaciones de las Comisiones Delegadas del Gobierno serán secretas.

3. EL PRESIDENTE DEL GOBIERNO Y EL VICEPRESIDENTE DEL GOBIERNO

3.1. Presidente del Gobierno.

Es elegido, en los sistemas parlamentaristas, por el Parlamento, debiendo contar con su


confianza para ser nombrado y mantenerse en el cargo.

Arts. 99, 101, 112, 113 y 114 CE.

También art. 2 Ley del Gobierno.

La figura del Presidente es la más relevante, pues de su voluntad depende el


nombramiento y cese de todos sus componentes, por lo que puede afirmarse que en la
figura del Presidente se concreta todo el poder del Gobierno.

El proceso de nombramiento se inicia con la propuesta por el Rey de un candidato,


realizada previa consulta a los grupos políticos con representación parlamentaria.

El candidato deberá exponer, ante el Congreso de los Diputados, el programa político


del Gobierno que pretende formar y solicitar la confianza de la Cámara. Previo el
correspondiente debate, se entiende otorgada la confianza en primera votación por la
mayoría absoluta de los miembros de la Cámara y, en segunda, celebrada cuarenta y
ocho horas después, por mayoría simple (artículo 99 CE).

El cese del Presidente se da por fallecimiento o dimisión del mismo, por expiración del
mandato parlamentario y por pérdida de la confianza parlamentaria.

En cuanto a las funciones del Presidente la Constitución en su artículo 98.2 nos dice:
“[...] el Presidente dirige la acción del Gobierno y coordina las funciones de los demás
miembros del mismo, sin perjuicio de la competencia y responsabilidad directa de éstos
en su gestión”.

Al Presidente le corresponde también:

a)  dirigir la política de defensa y ejercer respecto de las Fuerzas Armadas las funciones
previstas en la legislación reguladora de la defensa nacional y de la organización
militar;

b)  convocar, presidir y fijar el orden del día de las reuniones del Consejo de Ministros;

c)  refrendar en su caso, los actos del Rey y someterle, para su sanción, las leyes y de
más normas con rango de ley;

d)  interponer el recurso de inconstitucionalidad;

e)  crear, modificar y suprimir, por Real Decreto, los Departamentos Ministeriales, así
como las Secretarías de Estado y la aprobación de la estructura orgánica de la
Presidencia del Gobierno;

f)  proponer al Rey el nombramiento y separación de los Vicepresidentes y de los


Ministros;

g)  resolver los conflictos de atribuciones que puedan surgir entre los diferentes
Ministerios;

h)  impartir instrucciones a los demás miembros de Gobierno.

3.1. Vicepresidente del Gobierno. Arts. 98.1 CE.

Art. 3 Ley del Gobierno.

Al Vicepresidente o Vicepresidentes, cuando existan, les corresponderá el ejercicio de


las funciones que les encomiende el Presidente.

El Vicepresidente que asuma la titularidad de un Departamento Ministerial, ostentará,


además, la condición de Ministro.

4. DEPARTAMENTOS MINISTERIALES Y MINISTROS.

4.1. Departamentos ministeriales. Arts. 57 a 60 LRJSP

Los Ministerios.

La Administración General del Estado se organiza en Presidencia del Gobierno y en


Ministerios, comprendiendo a cada uno de ellos uno o varios sectores funcionalmente
homogéneos de actividad administrativa.

La organización en Departamentos ministeriales no obsta a la existencia de órganos


superiores o directivos u Organismos públicos no integrados o dependientes,
respectivamente, en la estructura general del Ministerio que con carácter excepcional se
adscriban directamente al Ministro.

La determinación del número, la denominación y el ámbito de competencia respectivo


de los Ministerios y las Secretarías de Estado se establecen mediante Real Decreto del
Presidente del Gobierno.

Organización interna de los Ministerios.

En los Ministerios pueden existir Secretarías de Estado, y Secretarías Generales, para la


gestión de un sector de actividad administrativa. De ellas dependerán jerárquicamente
los órganos directivos que se les adscriban.

Los Ministerios contarán, en todo caso, con una Subsecretaría, y dependiendo de ella
una Secretaría General Técnica, para la gestión de los servicios comunes.

Las Direcciones Generales son los órganos de gestión de una o varias áreas
funcionalmente homogéneas.

Las Direcciones Generales se organizan en Subdirecciones Generales para la


distribución de las competencias encomendadas a aquéllas, la realización de las
actividades que les son propias y la asignación de objetivos y responsabilidades. Sin
perjuicio de lo anterior, podrán adscribirse directamente Subdirecciones Generales a
otros órganos directivos de mayor nivel o a órganos superiores del Ministerio.

Creación, modificación y supresión de órganos y unidades administrativas.

Las Subsecretarías, las Secretarías Generales, las Secretarías Generales Técnicas, las
Direcciones Generales, las Subdirecciones Generales, y órganos similares a los
anteriores se crean, modifican y suprimen por Real Decreto del Consejo de Ministros, a
iniciativa del Ministro interesado y a propuesta del Ministro de Hacienda y
Administraciones Públicas.

Los órganos de nivel inferior a Subdirección General se crean, modifican y suprimen


por orden del Ministro respectivo, previa autorización del Ministro de Hacienda y
Administraciones Públicas.

Las unidades que no tengan la consideración de órganos se crean, modifican y suprimen


a través de las relaciones de puestos de trabajo.

Ordenación jerárquica de los órganos ministeriales.

Los Ministros son los jefes superiores del Departamento y superiores jerárquicos
directos de los Secretarios de Estado y Subsecretarios.

Los órganos directivos dependen de alguno de los anteriores y se ordenan


jerárquicamente entre sí de la siguiente forma: Subsecretario, Director general y
Subdirector general.
Los Secretarios generales tienen categoría de Subsecretario y los Secretarios Generales
Técnicos tienen categoría de Director general.

4.2. Ministros.
Arts. 98.1 CE y art. 61 LRJSP.

Los Ministros, como titulares del departamento sobre el que ejercen su competencia,
dirigen los sectores de actividad administrativa integrados en su Ministerio, y asumen la
responsabilidad inherente a dicha dirección. A tal fin, les corresponden las siguientes
funciones:

a)  Ejercer la potestad reglamentaria en las materias propias de su Departamento.

b)  Fijar los objetivos del Ministerio, aprobar los planes de actuación del mismo y
asignar los recursos necesarios para su ejecución, dentro de los límites de las dotaciones
presupuestarias correspondientes.

c)  Aprobar las propuestas de los estados de gastos del Ministerio, y de los presupuestos
de los Organismos públicos dependientes y remitirlas al Ministerio de Hacienda y
Administraciones Públicas.

d)  Determinar y, en su caso, proponer la organización interna de su Ministerio, de


acuerdo con las competencias que le atribuye esta Ley.

e)  Evaluar la realización de los planes de actuación del Ministerio por parte de los
órganos superiores y órganos directivos y ejercer el control de eficacia respecto de la
actuación de dichos órganos y de los Organismos públicos dependientes, sin perjuicio
de lo dispuesto en la Ley 47/2003, de 26 de noviembre, General Presupuestaria.

f)  Nombrar y separar a los titulares de los órganos directivos del Ministerio y de los
Organismos públicos o entidades de derecho público dependientes del mismo, cuando la
competencia no esté atribuida al Consejo de Ministros a otro órgano o al propio
organismo, así como elevar a aquél las propuestas de nombramientos que le estén
reservadas de órganos directivos del Ministerio y de los Organismos Públicos
dependientes del mismo.

g)  Autorizar las comisiones de servicio con derecho a indemnización por cuantía exacta
para altos cargos dependientes del Ministro.

h)  Mantener las relaciones con las Comunidades Autónomas y convocar las


Conferencias sectoriales y los órganos de cooperación en el ámbito de las competencias
atribuidas a su Departamento.

i)  Dirigir la actuación de los titulares de los órganos superiores y directivos del


Ministerio, impartirles instrucciones concretas y delegarles competencias propias.

j)  Revisar de oficio los actos administrativos y resolver los conflictos de atribuciones


cuando les corresponda, así como plantear los que procedan con otros Ministerios.
k)  Celebrar en el ámbito de su competencia, contratos y convenios, sin perjuicio de la
autorización del Consejo de Ministros cuando sea preceptiva.

l)  Administrar los créditos para gastos de los presupuestos del Ministerio, aprobar y
comprometer los gastos que no sean de la competencia del Consejo de Ministros,
aprobar las modificaciones presupuestarias que sean de su competencia, reconocer las
obligaciones económicas y proponer su pago en el marco del plan de disposición de
fondos del Tesoro Público, así como fijar los límites por debajo de los cuales estas
competencias corresponderán, en su ámbito respectivo, a los Secretarios de Estado y
Subsecretario del departamento. Corresponderá al Ministro elevar al Consejo de
Ministros, para su aprobación, las modificaciones presupuestarias que sean de la
competencia de éste.

m)  Decidir la representación del Ministerio en los órganos colegiados o grupos de


trabajo en los que no esté previamente determinado el titular del órgano superior o
directivo que deba representar al Departamento.

n)  Remitir la documentación a su Departamento necesaria para la elaboración de la


Cuenta General del Estado, en los términos previstos en la Ley 47/2003, 26 de
noviembre.

o)  Resolver de los recursos administrativos y declarar la lesividad de los actos


administrativos cuando les corresponda.

p)  Otorgar premios y recompensas propios del Departamento y proponer las que


corresponda según sus normas reguladoras.

q)  Conceder subvenciones y ayudas con cargo a los créditos de gasto propios del
Departamento, así como fijar los límites por debajo de los cuales podrán ser otorgadas
por los Secretarios de Estado o el Subsecretario del Departamento.

r)  Proponer y ejecutar, en el ámbito de su competencia, los Planes de Empleo del


Departamento y de los organismos públicos de él dependientes.

s)  Modificar las Relaciones de Puestos de Trabajo en los casos en que esa competencia
esté delegada en el propio departamento o proponer al Ministerio de Hacienda y
Administraciones Públicas las que sean de competencia de este último.

t)  Imponer la sanción de separación del servicio por faltas muy graves.

u)  Ejercer cuantas otras competencias les atribuyan las leyes, las normas de
organización y funcionamiento del Gobierno y cualesquiera otras disposiciones.

5. SECRETARIOS DE ESTADO, SUBSECRETARIOS Y SECRETARIOS


GENERALES

5.1. Secretarios de Estado.


Arts. 7 Ley Gobierno y art. 62 LRJSP.
Los Secretarios de Estado son órganos superiores de la Administración General del
Estado, directamente responsables de la ejecución de la acción del Gobierno en un
sector de actividad específica de un Departamento o de la Presidencia del Gobierno.

Actúan bajo la dirección del titular del Departamento al que pertenezcan. Cuando estén
adscritos a la Presidencia del Gobierno, actúan bajo la dirección del Presidente.

Los Secretarios de Estado dirigen y coordinan las Secretarías y las Direcciones


Generales situadas bajo su dependencia, y responden ante el Ministro de la ejecución de
los objetivos fijados para la Secretaría de Estado. A tal fin les corresponde:

a)  Ejercer las competencias sobre el sector de actividad administrativa asignado que les
atribuya la norma de creación del órgano o que les delegue el Ministro y desempeñar las
relaciones externas de la Secretaría de Estado, salvo en los casos legalmente reservados
al Ministro.

b)  Ejercer las competencias inherentes a su responsabilidad de dirección y, en


particular, impulsar la consecución de los objetivos y la ejecución de los proyectos de su
organización, controlando su cumplimiento, supervisando la actividad de los órganos
directivos adscritos e impartiendo instrucciones a sus titulares.

c) Nombrar y separar a los Subdirectores Generales de la Secretaría de Estado.

d)  Mantener las relaciones con los órganos de las Comunidades Autónomas


competentes por razón de la materia.

e)  La autorización previa para contratar a los Organismos Autónomos adscritos a la


Secretaría de Estado, por encima de una cuantía determinada, según lo previsto en la
disposición transitoria tercera del Real Decreto Legislativo 3/2011, de 14 de noviembre
por el que se aprueba el Texto Refundido de la Ley de Contratos del Sector Público.

f)  Autorizar las comisiones de servicio con derecho a indemnización por cuantía exacta
para los altos cargos dependientes de la Secretaría de Estado.

g)  Celebrar contratos relativos a asuntos de su Secretaría de Estado y los convenios no


reservados al Ministro del que dependan, sin perjuicio de la correspondiente
autorización cuando sea preceptiva.

h)  Conceder subvenciones y ayudas con cargo a los créditos de gasto propios de la


Secretaría de Estado, con los límites establecidos por el titular del Departamento.

i)  Resolver los recursos que se interpongan contra las resoluciones de los órganos
directivos que dependan directamente de él y cuyos actos no agoten la vía
administrativa, así como los conflictos de atribuciones que se susciten entre dichos
órganos.

j)  Administrar los créditos para gastos de los presupuestos del Ministerio por su materia
propios de la Secretaría de Estado, aprobar las modificaciones presupuestarias de los
mismos, aprobar y comprometer los gastos con cargo a aquellos créditos y reconocer las
obligaciones económicas y proponer su pago en el marco del plan de disposición de
fondos del Tesoro Público. Todo ello dentro de la cuantía que, en su caso, establezca el
Ministro al efecto y siempre que los referidos actos no sean competencia del Consejo de
Ministros.

k)  Cualesquiera otras competencias que les atribuya la legislación en vigor.

5.2. Subsecretarios. Art.63 LRJSP.

Los Subsecretarios ostentan la representación ordinaria del Ministerio, dirigen los


servicios comunes, ejercen las competencias correspondientes a dichos servicios
comunes y, en todo caso, las siguientes:

a)  Apoyar a los órganos superiores en la planificación de la actividad del Ministerio, a


través del correspondiente asesoramiento técnico.

b)  Asistir al Ministro en el control de eficacia del Ministerio y sus Organismos


públicos.

c)  Establecer los programas de inspección de los servicios del Ministerio, así como
determinar las actuaciones precisas para la mejora de los sistemas de planificación,
dirección y organización y para la racionalización y simplificación de los
procedimientos y métodos de trabajo, en el marco definido por el Ministerio de
Hacienda y Administraciones Públicas.

d)  Proponer las medidas de organización del Ministerio y dirigir el funcionamiento de


los servicios comunes a través de las correspondientes instrucciones u órdenes de
servicio.

e)  Asistir a los órganos superiores en materia de relaciones de puestos de trabajo,


planes de empleo y política de directivos del Ministerio y sus Organismos públicos, así
como en la elaboración, ejecución y seguimiento de los presupuestos y la planificación
de los sistemas de información y comunicación.

f)  Desempeñar la jefatura superior de todo el personal del Departamento.

g)  Responsabilizarse del asesoramiento jurídico al Ministro en el desarrollo de las


funciones que a éste le corresponden y, en particular, en el ejercicio de su potestad
normativa y en la producción de los actos administrativos de la competencia de aquél,
así como a los demás órganos del Ministerio.

En los mismos términos del párrafo anterior, informar las propuestas o proyectos de
normas y actos de otros Ministerios, cuando reglamentariamente proceda. A tales
efectos, el Subsecretario será responsable de coordinar las actuaciones correspondientes
dentro del Ministerio y en relación con los demás Ministerios que hayan de intervenir en
el procedimiento.
h)  Ejercer las facultades de dirección, impulso y supervisión de la Secretaría General
Técnica y los restantes órganos directivos que dependan directamente de él.

i)  Administrar los créditos para gastos de los presupuestos del Ministerio por su materia
propios de la Subsecretaría, aprobar las modificaciones presupuestarias de los mismos,
aprobar y comprometer los gastos con cargo a aquellos créditos y reconocer las
obligaciones económicas y proponer su pago en el marco del plan de disposición de
fondos del Tesoro Público. Todo ello dentro de la cuantía que, en su caso, establezca el
Ministro al efecto y siempre que los referidos actos no sean competencia del Consejo de
Ministros.

j)  Conceder subvenciones y ayudas con cargo a los créditos de gasto propios del
Ministerio con los límites establecidos por el titular del Departamento.

k)  Solicitar del Ministerio de Hacienda y Administraciones Públicas la afectación o el


arrendamiento de los inmuebles necesarios para el cumplimiento de los fines de los
servicios a cargo del Departamento.

l)  Nombrar y cesar a los Subdirectores y asimilados dependientes de la Subsecretaría, al


resto de personal de libre designación y al personal eventual del Departamento.

m)Convocar y resolver pruebas selectivas de personal funcionario y laboral.

n)  Convocar y resolver los concursos de personal funcionario.

o)  Ejercer la potestad disciplinaria del personal del Departamento por faltas graves o
muy graves, salvo la separación del servicio.

p)  Adoptar e impulsar, bajo la dirección del Ministro, las medidas tendentes a la gestión
centralizada de recursos humanos y medios materiales en el ámbito de su Departamento
Ministerial.

q)  Autorizar las comisiones de servicio con derecho a indemnización por cuantía exacta
para altos cargos dependientes del Subsecretario.

r)  Cualesquiera otras que sean inherentes a los servicios comunes del Ministerio y a la
representación ordinaria del mismo y las que les atribuyan la legislación en vigor.

La Subsecretaría del Ministerio de la Presidencia, en coordinación con la Secretaría


General de la Presidencia del Gobierno, ejercerá las competencias propias de los
servicios comunes de los Departamentos en relación con el área de la Presidencia del
Gobierno.

Los Subsecretarios serán nombrados y separados por Real Decreto del Consejo de
Ministros a propuesta del titular del Ministerio.

Los nombramientos habrán de efectuarse entre funcionarios de carrera del Estado, de las
Comunidades Autónomas o de las Entidades locales, pertenecientes al Subgrupo A1, a
que se refiere el artículo 76 de la Ley 7/2007, de 12 de abril, por el que se aprueba el
Estatuto Básico del Empleado Público. En todo caso, habrán de reunir los requisitos de
idoneidad establecidos en la Ley 3/2015, de 30 de marzo, reguladora del ejercicio del
alto cargo de la Administración General del Estado.

5.3. Secretarios Generales. Art. 64 LRJSP.

Cuando las normas que regulan la estructura de un Ministerio prevean la existencia de


un Secretario general, deberán determinar las competencias que le correspondan sobre
un sector de actividad administrativa determinado.

Los Secretarios generales ejercen las competencias inherentes a su responsabilidad de


dirección sobre los órganos dependientes, contempladas en el artículo 62.2.b), así como
todas aquellas que les asigne expresamente el Real Decreto de estructura del Ministerio.

Los Secretarios generales, con categoría de Subsecretario, serán nombrados y separados


por Real Decreto del Consejo de Ministros, a propuesta del titular del Ministerio o del
Presidente del Gobierno.

Los nombramientos habrán de efectuarse entre personas con cualificación y experiencia


en el desempeño de puestos de responsabilidad en la gestión pública o privada. En todo
caso, habrán de reunir los requisitos de idoneidad establecidos en la Ley 3/2015, de 30
de marzo, reguladora del ejercicio del alto cargo de la Administración General del
Estado (exigencia de honorabilidad, formación y experiencia en la materia).

6. LOS SECRETARIOS GENERALES TÉCNICOS

Art. 65 LRJSP.

Los Secretarios Generales Técnicos, bajo la inmediata dependencia del Subsecretario,


tendrán las competencias sobre servicios comunes que les atribuya el Real Decreto de
estructura del Departamento y, en todo caso, las relativas a producción normativa,
asistencia jurídica y publicaciones.

Los Secretarios generales técnicos tienen a todos los efectos la categoría de Director
General y ejercen sobre sus órganos dependientes las facultades atribuidas a dicho
órgano por el artículo siguiente.

Los Secretarios generales técnicos serán nombrados y separados por Real Decreto del
Consejo de Ministros a propuesta del titular del Ministerio.

Los nombramientos habrán de efectuarse entre funcionarios de carrera del Estado, de las
Comunidades Autónomas o de las Entidades locales, pertenecientes al Subgrupo A1, a
que se refiere el artículo 76 de la Ley 7/2007, de 12 de abril. En todo caso, habrán de
reunir los requisitos de idoneidad establecidos en la Ley 3/2015, de 30 de marzo,
reguladora del ejercicio de alto cargo de la Administración General del Estado.

7. LOS DIRECTORES GENERALES Y SUBDIRECTORES GENERALES

7.1. Directores Generales.

Art. 66 LRJSP.
Los Directores generales son los titulares de los órganos directivos encargados de la
gestión de una o varias áreas funcionalmente homogéneas del Ministerio. A tal efecto,
les corresponde:

a)  Proponer los proyectos de su Dirección general para alcanzar los objetivos


establecidos por el Ministro, dirigir su ejecución y controlar su adecuado cumplimiento.

b)  Ejercer las competencias atribuidas a la Dirección general y las que le sean


desconcentradas o delegadas.

c)  Proponer, en los restantes casos, al Ministro o al titular del órgano del que dependa,
la resolución que estime procedente sobre los asuntos que afectan al órgano directivo.

d)  Impulsar y supervisar las actividades que forman parte de la gestión ordinaria del
órgano directivo y velar por el buen funcionamiento de los órganos y unidades
dependientes y del personal integrado en los mismos.

e)  Las demás atribuciones que le confieran las leyes y reglamentos.

Los Directores generales serán nombrados y separados por Real Decreto del Consejo de
Ministros, a propuesta del titular del Departamento o del Presidente del Gobierno.

Los nombramientos habrán de efectuarse entre funcionarios de carrera del Estado, de las
Comunidades Autónomas o de las Entidades locales, pertenecientes al Subgrupo A1, a
que se refiere el artículo 76 de la Ley 7/2007, de 12 de abril (del Estatuto básico del
empleado público), salvo que el Real Decreto de estructura permita que, en atención a
las características específicas de las funciones de la Dirección General, su titular no
reúna dicha condición de funcionario, debiendo motivarse mediante memoria razonada
la concurrencia de las especiales características que justifiquen esa circunstancia
excepcional.

En todo caso, habrán de reunir los requisitos de idoneidad establecidos en la Ley


3/2015, de 30 de marzo, reguladora del ejercicio del alto cargo de la Administración
General del Estado.

7.2. Subdirectores Generales.

Art. 67 LRJSP.

Los Subdirectores Generales son los responsables inmediatos, bajo la supervisión del
Director general o del titular del órgano del que dependan, de la ejecución de aquellos
proyectos, objetivos o actividades que les sean asignados, así como de la gestión
ordinaria de los asuntos de la competencia de la Subdirección General.

Los Subdirectores Generales serán nombrados, respetando los principios de igualdad,


mérito y capacidad, y cesados por el Ministro, Secretario de Estado o Subsecretario del
que dependan. Los nombramientos habrán de efectuarse entre funcionarios de carrera
del Estado, o de otras Administraciones, cuando así lo prevean las normas de aplicación,
pertenecientes al Subgrupo A1, a que se refiere el artículo 76 de la Ley 7/2007, de 12 de
abril.
8. LA ADMINISTRACIÓN PERIFÉRICA DEL ESTADO

La Administración está territorialmente desplegada en dos divisiones periféricas


fundamentales: la primera, coincidente con el territorio de las CCAA y la segunda con
la Provincia, que se examinan en el punto siguiente.

9. LOS DELEGADOS DE GOBIERNO EN LAS COMUNIDADES AUTÓNOMAS

Las Delegaciones y las Subdelegaciones del Gobierno: Arts. 69 a 71 LRJSP.

Existirá una Delegación del Gobierno en cada una de las Comunidades Autónomas.

Las Delegaciones del Gobierno tendrán su sede en la localidad donde radique el


Consejo de Gobierno de la Comunidad Autónoma, salvo que el Consejo de Ministros
acuerde ubicarla en otra distinta y sin perjuicio de lo que disponga expresamente el
Estatuto de Autonomía.

Las Delegaciones del Gobierno están adscritas orgánicamente al Ministerio de Política


Territorial y Función Pública.

En cada una de las provincias de las Comunidades Autónomas pluriprovinciales,


existirá un Subdelegado del Gobierno, que estará bajo la inmediata dependencia del
Delegado del Gobierno.

Podrán crearse por Real Decreto Subdelegaciones del Gobierno en las Comunidades
Autónomas uniprovinciales, cuando circunstancias tales como la población del
territorio, el volumen de gestión o sus singularidades geográficas, sociales o económicas
así lo justifiquen.

Los Directores Insulares de la Administración General del Estado. Reglamentariamente


se determinarán las islas en las que existirá un Director Insular de la Administración
General del Estado, con el nivel que se determine en la relación de puestos de trabajo.
Serán nombrados por el Delegado del Gobierno mediante el procedimiento de libre
designación entre funcionarios de carrera del Estado, de las Comunidades Autónomas o
de las Entidades Locales, pertenecientes a Cuerpos o Escalas clasificados como
Subgrupo A1.

Los Directores Insulares dependen jerárquicamente del Delegado del Gobierno en la


Comunidad Autónoma o del Subdelegado del Gobierno en la provincia, cuando este
cargo exista, y ejercen, en su ámbito territorial, las competencias atribuidas por esta Ley
a los Subdelegados del Gobierno en las provincias.

Los Delegados del Gobierno en las Comunidades Autónomas: Arts. 72 y 73 LRJSP.

Los Delegados del Gobierno representan al Gobierno de la Nación en el territorio de la


respectiva Comunidad Autónoma, sin perjuicio de la representación ordinaria del
Estado en las mismas a través de sus respectivos Presidentes.

Los Delegados del Gobierno dirigirán y supervisarán la Administración General del


Estado en el territorio de las respectivas Comunidades Autónomas y la coordinarán,
internamente y cuando proceda, con la administración propia de cada una de ellas y con
la de las Entidades Locales radicadas en la Comunidad.

Los Delegados del Gobierno son órganos directivos con rango de Subsecretario que
dependen orgánicamente del Presidente del Gobierno y funcionalmente del Ministerio
competente por razón de la materia.

Los Delegados del Gobierno serán nombrados y separados por Real Decreto del
Consejo de Ministros, a propuesta del Presidente del Gobierno. Su nombramiento
atenderá a criterios de competencia profesional y experiencia. En todo caso, deberá
reunir los requisitos de idoneidad establecidos en la Ley 3/2015, de 30 de marzo,
reguladora del ejercicio del alto cargo de la Administración General del Estado.

En caso de ausencia, vacante o enfermedad del titular de la Delegación del Gobierno,


será suplido por el Subdelegado del Gobierno que el Delegado designe y, en su defecto,
al de la provincia en que tenga su sede. En las Comunidades Autónomas uniprovinciales
en las que no exista Subdelegado la suplencia corresponderá al Secretario General.

Competencias de los Delegados del Gobierno en las Comunidades Autónomas.

Los Delegados del Gobierno en las Comunidades Autónomas son los titulares de las
correspondientes Delegaciones del Gobierno y tienen, en los términos establecidos en
este Capítulo, las siguientes competencias:

a)  Dirección y coordinación de la Administración General del Estado y sus Organismos


públicos:
1.o Impulsar, coordinar y supervisar con carácter general su actividad en el territorio de
la Comunidad Autónoma, y, cuando se trate de servicios integrados, dirigirla,
directamente o a través de los subdelegados del gobierno, de acuerdo con los objetivos
y, en su caso, instrucciones de los órganos superiores de los respectivos ministerios.

2o. Nombrar a los Subdelegados del Gobierno en las provincias de su ámbito de


actuación y, en su caso, a los Directores Insulares, y como superior jerárquico, dirigir y
coordinar su actividad.
3o. Informar, con carácter preceptivo, las propuestas de nombramiento de los titulares
de órganos territoriales de la Administración General del Estado y los Organismos
públicos estatales de ámbito autonómico y provincial en la Delegación del Gobierno.

b)  Información de la acción del Gobierno e información a los ciudadanos:

1.o Coordinar la información sobre los programas y actividades del Gobierno y la


Administración General del Estado y sus Organismos públicos en la Comunidad
Autónoma.

2.o Promover la colaboración con las restantes Administraciones Públicas en materia de


información al ciudadano.

3.o Recibir información de los distintos Ministerios de los planes y programas que
hayan de ejecutar sus respectivos servicios territoriales y Organismos públicos en su
ámbito territorial.
4.o Elevar al Gobierno, con carácter anual, a través del titular del Ministerio de
Hacienda y Administraciones Públicas, un informe sobre el funcionamiento de los
servicios públicos estatales en el ámbito autonómico.

c) Coordinación y colaboración con otras Administraciones Públicas:

1.o Comunicar y recibir cuanta información precisen el Gobierno y el órgano de


Gobierno de la Comunidad Autónoma. Realizará también estas funciones con las
Entidades Locales en su ámbito territorial, a través de sus respectivos Presidentes.

2.o Mantener las necesarias relaciones de coordinación y cooperación de la


Administración General del Estado y sus Organismos públicos con la de la Comunidad
Autónoma y con las correspondientes Entidades Locales. A tal fin, promoverá la
celebración de convenios con la Comunidad Autónoma y con las Entidades Locales, en
particular, en relación a los programas de financiación estatal, participando en el
seguimiento de la ejecución y cumplimiento de los mismos.

3.o Participar en las Comisiones mixtas de transferencias y en las Comisiones


bilaterales de cooperación, así como en otros órganos de cooperación de naturaleza
similar cuando se determine.

d) Control de legalidad:
1.o Resolver los recursos en vía administrativa interpuestos contra las resoluciones y
actos dictados por los órganos de la Delegación, previo informe, en todo caso, del
Ministerio competente por razón de la materia.
Las impugnaciones de resoluciones y actos del Delegado del Gobierno susceptibles de
recurso administrativo y que no pongan fin a la vía administrativa, serán resueltas por
los órganos correspondientes del Ministerio competente por razón de la materia. Las
reclamaciones por responsabilidad patrimonial de las Administraciones Públicas se
tramitarán por el Ministerio competente por razón de la materia y se resolverán por el
titular de dicho Departamento.

2.o Suspender la ejecución de los actos impugnados dictados por los órganos de la
Delegación del Gobierno, cuando le corresponda resolver el recurso, de acuerdo con el
artículo 117.2 de la Ley del Procedimiento Administrativo Común de las
Administraciones Públicas, y proponer la suspensión en los restantes casos, así como
respecto de los actos impugnados dictados por los servicios no integrados en la
Delegación del Gobierno.

3.o Velar por el cumplimiento de las competencias atribuidas constitucionalmente al


Estado y por la correcta aplicación de su normativa, promoviendo o interponiendo,
según corresponda, conflictos de jurisdicción, conflictos de atribuciones, recursos y
demás acciones legalmente procedentes.

e) Políticas públicas:
1.o Formular a los Ministerios competentes, en cada caso, las propuestas que estime
convenientes sobre los objetivos contenidos en los planes y programas que hayan de
ejecutar los servicios territoriales y los de los Organismos públicos, e informar, regular
y periódicamente, a los Ministerios competentes sobre la gestión de sus servicios
territoriales.
2.o Proponer ante el Ministro de Hacienda y Administraciones Públicas las medidas
precisas para evitar la duplicidad de estructuras administrativas, tanto en la propia
Administración General del Estado como con otras Administraciones Públicas,
conforme a los principios de eficacia y eficiencia.

3.o Proponer al Ministerio de Hacienda y Administraciones Públicas medidas para


incluir en los planes de recursos humanos de la Administración General del Estado.
4.o Informar las medidas de optimización de recursos humanos y materiales en su
ámbito territorial, especialmente las que afecten a más de un Departamento. En
particular, corresponde a los Delegados del Gobierno, en los términos establecidos en la
Ley 33/2003, de 3 de noviembre, del Patrimonio de las Administraciones Públicas, la
coordinación de la utilización de los edificios de uso administrativo por la organización
territorial de la Administración General del Estado y de los organismos públicos de ella
dependientes en su ámbito territorial, de acuerdo con las directrices establecidas por el
Ministerio de Hacienda y Administraciones Públicas y la Dirección General del
Patrimonio del Estado.

Asimismo, los Delegados del Gobierno ejercerán la potestad sancionadora,


expropiatoria y cualesquiera otras que les confieran las normas o que les sean
desconcentradas o delegadas.

Corresponde a los Delegados del Gobierno proteger el libre ejercicio de los derechos y
libertades y garantizar la seguridad ciudadana, a través de los Subdelegados del
Gobierno y de las Fuerzas y Cuerpos de seguridad del Estado, cuya jefatura
corresponderá al Delegado del Gobierno, quien ejercerá las competencias del Estado en
esta materia bajo la dependencia funcional del Ministerio del Interior.

En relación con los servicios territoriales, los Delegados del Gobierno, para el ejercicio
de las competencias recogidas en este artículo, podrán recabar de los titulares de dichos
servicios toda la información relativa a su actividad, estructuras organizativas, recursos
humanos, inventarios de bienes muebles e inmuebles o a cualquier otra materia o asunto
que consideren oportuno al objeto de garantizar una gestión coordinada y eficaz de los
servicios estatales en el territorio.

Los Subdelegados del Gobierno en las provincias: Arts. 74 y 75 LRJSP.

En cada provincia y bajo la inmediata dependencia del Delegado del Gobierno en la


respectiva Comunidad Autónoma, existirá un Subdelegado del Gobierno, con nivel de
Subdirector General, que será nombrado por aquél mediante el procedimiento de libre
designación entre funcionarios de carrera del Estado, de las Comunidades Autónomas o
de las Entidades Locales, pertenecientes a Cuerpos o Escalas clasificados como
Subgrupo A1.

En las Comunidades Autónomas uniprovinciales en las que no exista Subdelegado, el


Delegado del Gobierno asumirá las competencias que esta Ley atribuye a los
Subdelegados del Gobierno en las provincias.

Competencias:
a)  Desempeñar las funciones de comunicación, colaboración y cooperación con la
respectiva Comunidad Autónoma y con las Entidades Locales y, en particular, informar
sobre la incidencia en el territorio de los programas de financiación estatal. En concreto
les corresponde:

1.o Mantener las necesarias relaciones de cooperación y coordinación de la


Administración General del Estado y sus Organismos públicos con la de la
Comunidad Autónoma y con las correspondientes Entidades locales en el ámbito
de la provincia.

2.o Comunicar y recibir cuanta información precisen el Gobierno y el órgano de


Gobierno de la Comunidad Autónoma. Realizará también estas funciones con
las Entidades locales en su ámbito territorial, a través de sus respectivos
Presidentes.

b)  Proteger el libre ejercicio de los derechos y libertades, garantizando la seguridad


ciudadana, todo ello dentro de las competencias estatales en la materia. A estos efectos,
dirigirá las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado en la provincia.

c)  Dirigir y coordinar la protección civil en el ámbito de la provincia.

d)  Dirigir, en su caso, los servicios integrados de la Administración General del Estado,


de acuerdo con las instrucciones del Delegado del Gobierno y de los Ministerios
correspondientes; e impulsar, supervisar e inspeccionar los servicios no integrados.

e)  Coordinar la utilización de los medios materiales y, en particular, de los edificios


administrativos en el ámbito territorial de su competencia.

f)  Ejercer la potestad sancionadora y cualquier otra que les confiera las normas o que
les sea desconcentrada o delegada.

La estructura de las Delegaciones del Gobierno: Arts. 76 y 77 LRJSP.

La estructura de las Delegaciones y Subdelegaciones del Gobierno se fijará por Real


Decreto del Consejo de Ministros a propuesta del Ministerio de Política territorial y
Función Pública, en razón de la dependencia orgánica de las Delegaciones del
Gobierno, y contarán, en todo caso, con una Secretaría General, dependiente de los
Delegados o, en su caso, de los Subdelegados del Gobierno, como órgano de gestión de
los servicios comunes, y de la que dependerán los distintos servicios integrados en la
misma, así como aquellos otros servicios y unidades que se determine en la relación de
puestos de trabajo.

La asistencia jurídica y las funciones de intervención y control económico financiero en


relación con las Delegaciones y Subdelegaciones del Gobierno se ejercerán por la
Abogacía del Estado y la Intervención General de la Administración del Estado
respectivamente, de acuerdo con su normativa específica.

10. LA ADMINISTRACIÓN EXTERIOR DEL ESTADO

Art. 80 LRJSP.
El Servicio Exterior del Estado se rige en todo lo concerniente a su composición,
organización, funciones, integración y personal por lo dispuesto en la Ley 2/2014, de 25
de marzo, de la Acción y del Servicio Exterior del Estado y en su normativa de
desarrollo y, supletoriamente, por lo dispuesto en la LRJSP.
TEMA 6: LAS COMUNIDADES AUTÓNOMAS
1. EL ESTADO AUTONÓMICO, LA ORGANIZACIÓN DE LAS COMUNIDADES
AUTÓNOMAS. DETERMINACIONES CONSTITUCIONALES.

El Estado autonómico es una variedad del Estado unitario y no es un estado federal, lo


que se afirma en el artículo 1 CE y se reafirma en el Título VIII (“De la organización
territorial del Estado”) y en el artículo 137 CE.

La unidad se manifiesta en distintos planos: político, jurídico y económico. Respecto de


la unidad política, ha de significarse la pertenencia de todas las Entidades públicas a un
mismo Estado, único titular de la soberanía, reafirmado en su artículo 2.

Los principios informadores que constituyen nuestro modelo autonómico, vienen


enunciados en el artículo 2 CE al decir que: “La Constitución se fundamenta en la
indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los
españoles, y reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y
regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas”. Como podemos apreciar, la
Norma Suprema hace referencia a la indisolubilidad del territorio español calificado
como una Nación, patria común e indivisible de todos los que lo habitan, reconociendo
la autonomía de las distintas nacionalidades y regiones que lo integran manifestando el
principio de solidaridad entendida como el deber de respetarse y cooperar entre todas
ellas.

La unidad jurídica se manifiesta por la proclamación que el artículo 9.1 CE de la


consagración de la Constitución como norma de cabecera del ordenamiento jurídico,
unidad que no significa uniformidad. Así, la CE prevé la competencia exclusiva del
Estado en su artículo 149.1 y la cláusula de supletoriedad respecto de la legislación
autonómica, del artículo 149.3, así como la prevalencia de la legislación estatal y la
competencia para dictar leyes de armonización, aún en materias de competencia
exclusiva de las CCAA, a fin de establecer principios comunes a toda la normativa
estatal, cuando así lo exija el interés general (art. 150.3).

La unidad económica se refleja en múltiples competencias exclusivas del Estado que


refleja el artículo 149.1 CE, y en la previsión armonizadora del artículo 150.3 CE.

Pero también, en la propia Constitución se consagra el principio de autonomía. El texto


constitucional se refiere a la autonomía en el artículo 137 y nos dice que: “El Estado se
organiza territorialmente en municipios, en provincias y en las Comunidades
Autónomas que se constituyan. Todas estas entidades gozan de autonomía para la
gestión de sus respectivos intereses”. En el presente artículo, la Norma Suprema nos
hace una afirmación sobre la organización territorial del Estado, reconociendo otro tipo
de entes tales como los municipios y las provincias.

La CE78 ha sido muy parca en materia de organización autonómica. En esto como en


otros aspectos se ha confiado, sin duda en exceso, en el principio dispositivo que habría
de concretarse en los Estatutos. El constituyente sólo se atrevió a establecer en el
artículo 152 un esquema de organización que sería aplicable a las CCAA de autonomía
plena, como las del artículo 151, sin aludir a las de la autonomía gradual del artículo
158.

En la STC 213/1988 ha señalado que: “Los controles administrativos de legalidad no


vulneran el núcleo esencial de la garantía institucional de la autonomía de las
Corporaciones Locales, al revés de lo que acontece con los controles genéricos e
indeterminados que sitúan a las entidades locales en una posición de subordinación o
de dependencia cuasi jerárquica de la Administración del Estado o de otras entidades
territoriales”. En esta sentencia nos expresa de una forma muy evidente que el control
de la legalidad no está vulnerando el principio de autonomía de las Corporaciones
Locales o de otras entidades territoriales a pesar de éstas situarse en una posición de
subordinación ante la Administración del Estado. Aunque sean de rango inferior, es
reconocida su autonomía propia para el ejercicio de sus potestades administrativas, esto
es, que poseen competencias de ejecución.

La ley será la encargada de determinar el principio de autonomía de cada ente, ya que el


precepto constitucional se mueve en terrenos de generalidad de los intereses colectivos
sin especificar cuál es el grado de autonomía particular de cada uno. Por ello, el
Tribunal Constitucional declara que será preciso la elaboración de una ley que exprese
los contenidos de este principio de autonomía para cada ente territorial específico, ya
sea a nivel local, o autonómico.

En su STC de 28 de julio de 1981 señala que la Constitución prefigura: “una


distribución vertical del poder público entre entidades de distinto nivel, que son
fundamentalmente el Estado, titular de la soberanía; las Comunidades Autónomas,
caracterizadas por una autonomía política, y las provincias y municipios, dotadas de
autonomía administrativa de distinto ámbito”. En consecuencia, en la STC 25/1981, de
14 de julio, el Tribunal señala que las Comunidades Autónomas: “gozan de una
autonomía cualitativamente superior a la administrativa que corresponde a los entes
locales, ya que se añaden potestades legislativas y gubernamentales que la configuran
como naturaleza de autonomía política”.

La “organización institucional autonómica” se basa, pues, en una Asamblea Legislativa


elegida por sufragio universal, con arreglo a un sistema de representación proporcional,
que debe asegurar la representación de las diversas zonas del territorio; un Consejo de
Gobierno con funciones ejecutivas y administrativas y un Presidente elegido por la
Asamblea de entre sus miembros, y nombrado por el Rey, al que corresponde la
dirección del Consejo de Gobierno, la suprema representación de la respectiva
Comunidad y la ordinaria del Estado en aquélla. El Presidente y los miembros del
Consejo de Gobierno serán políticamente responsables ante la Asamblea.

Todos estos órganos están presentes en la organización de todas las CCAA, por lo que
ya no tiene sentido la inicial discusión de si esa generalización se ha hecho o no con
violación de la CE. En todo caso es claro que el conjunto del sistema responde al
modelo de Gobierno parlamentario. Todos sus elementos están presentes: hay
separación entre las funciones ejecutivas del ámbito de poder de la Asamblea, las
funciones ejecutivas se encomiendan a un Consejo que es políticamente responsable
ante la Asamblea y, por último, la dirección del Consejo está atribuida a un Presidente,
que es elegido por la Asamblea entre sus miembros.
Diversa es, sin embargo, la nomenclatura utilizada para designar el conjunto de la
institución autonómica, y los diversos órganos que la componen, terminología que
patentiza el esfuerzo de los redactores de los Estatutos para distinguir sus respectivas
instituciones (Xunta, Generalidad, Junta de Comunidades, Consell, etc).

Las competencias autonómicas.

El estudio de las competencias de las Comunidades Autónomas hace referencia a la


capacidad que tienen dichos entes territoriales de organizarse jurídicamente, es decir,
para crear su propio Derecho, que es reconocido por el Estado, incorporándolo a su
propio ordenamiento jurídico.

En todo Estado políticamente descentralizado, los órganos estatales y los órganos


autonómicos deben participar en el ejercicio de la potestad normativa. De ahí que sea
necesario un reparto de competencias de manera que al Estado autonómico se le otorga
la potestad de autoorganizarse agotando y comprendiendo el ámbito de la legislación en
una norma jerárquicamente superior a todas las demás: El Estatuto de Autonomía.

Así, pues, el concepto competencia engloba los términos de materia y potestad, pues en
ella se pueden distinguir tres elementos: los sujetos titulares de dicha competencia, el
contenido de la titularidad, que son las potestades o funciones, y el objeto sobre el que
recae, que es la materia.

Un rasgo esencial del concepto de competencia es su especificidad, es decir, que ha de


tratarse de una atribución concreta de funciones o potestades en relación a una materia u
objeto. Cuando carece de este rasgo no estamos ante una verdadera competencia, sino
ante capacidad, legitimación o habilitación para actuar en un determinado ámbito.

La Constitución española se refiere unas veces a materias y otras veces a competencias.


Por ejemplo, en su artículo 148.1 contiene una lista de materias y, sin embargo, en su
artículo 149.1 contiene además de una lista de materias, una lista de competencias.

La materia puede ser atribuida en bloque o no, indistintamente, pero el hecho de que
esté compartida la materia no implica que también tenga que estar compartida la
competencia. Así, pues, se puede dar la posibilidad de que haya materias compartidas
con competencias exclusivas de cada una de las entidades.

Por ello, es preciso que la Norma Suprema distinga y haga referencia cuando estamos
ante una competencia exclusiva o por el contrario una competencia compartida. Estas
precisiones son necesarias por dos razones:

a)  La cláusula de prevalencia que se establece en el artículo 149.3 CE está limitada a


las competencias exclusivas de las Comunidades Autónomas.

b)  Los Estatutos de Autonomía, aprovechando la indeterminación de la Constitución,


han asumido muchas competencias calificándolas de exclusivas para evitar la
intromisión del Estado en virtud de la cláusula de prevalencia del derecho estatal del
artículo 149.3 CE.
En el artículo 148 CE no se habla de competencias, sino que en él encontramos una lista
de materias, alguna de las cuales tiene la condición de materia compartida. Sin embargo,
en la lista del artículo 149 CE únicamente hay exclusividad, en este caso del Estado, que
atribuye la materia en bloque. En este artículo hay materias en condición de compartidas
y exclusivas tanto por el Estado como por las Comunidades Autónomas.

En cuanto a las técnicas de reparto competencial, nuestra Constitución es partidaria del


método de enumeración bilateral, que consiste en señalar tanto las materias asignadas a
la competencia del Estado como las de competencia de los entes autonómicos.

El artículo 148 CE establece las posibles competencias de las Comunidades Autónomas.


Concretamente es un listado de 22 materias atribuidas a las Comunidades Autónomas.

En el artículo 149 CE, sin embargo, se enumeran las competencias exclusivas que tiene
el Estado. Concretamente es un listado de 32 competencias exclusivas del Estado.

En la práctica se dan a veces supuestos de difícil identificación sobre a quién


corresponde la regulación de determinadas materias que precisamente no están
identificadas o explicitadas por la Constitución, de manera que ésta establece en su
artículo 149.3 una cláusula de residual para tratar de determinar quién es el que está
legitimado para llevar a cabo la competencia, ya que son materias que no han sido
susceptibles de ser atribuidas al Estado y podrán corresponder a las Comunidades
Autónomas si así se establece en sus respectivos Estatutos. En caso contrario, es decir,
si no son asumidas por los Estatutos, de manera subsidiaria serán asumidas por el
Estado.

Además de este sistema de doble lista, es preciso referirnos al artículo 150 CE: “Las
Cortes Generales, en materias de competencia estatal, podrán atribuir a todas o a
alguna de las Comunidades Autónomas la facultad de dictar, para sí mismas, normas
legislativas en el marco de los principios, bases y directrices fijados por una ley
estatal”. Sin perjuicio de la competencia de los Tribunales, en cada ley marco se
establecerá la modalidad del control de las Cortes Generales sobre estas normas
legislativas de las Comunidades Autónomas.

Como podemos observar, está dotando a la Comunidad Autónoma de potestad


legislativa, siempre y cuando sea acorde con las directrices de la norma estatal y
sometida a un control por parte de las Cortes Generales.

Así, pues, la norma elaborada por el poder legislativo autonómico será susceptible de
ser revisada por el estatal.

Por otra parte, el artículo 150.2 afirma que: “El Estado podrá transferir o delegar en las
Comunidades Autónomas, mediante ley orgánica, facultades correspondientes a
materia de titularidad estatal que por su propia naturaleza sean susceptibles de
transferencia o delegación. La ley preverá en cada caso la correspondiente
transferencia o delegación. La ley preverá en cada caso la correspondiente
transferencia de medios financieros, así como las formas de control que se reserve el
Estado”. Según este precepto, las competencias del Estado pueden ser atribuidas,
transferidas o delegadas a las Comunidades Autónomas.
2. LAS ASAMBLEAS LEGISLATIVAS

Según el común de los Estatutos el régimen de este organismo supremo de las CCAA
sigue las siguientes reglas:

- Todos los Parlamentos autónomos están constituidos por una sola Cámara, integrada
por un número de miembros muy variable. Son elegidos conforme a la legislación
general electoral, que se entiende como básica, salvo las especialidades previstas en la
legislación autonómica dictada según previsiones estatutarias.

-  La circunscripción electoral es, ordinariamente, la Provincia, salvo en

las CCAA uniprovinciales, en lo que es el Partido judicial, o los Municipios que


se mencionan en los Estatutos. La elección se celebra mediante sufragio
universal, libre, directo y secreto, y con arreglo a un sistema de representación
proporcional.

-  El derecho de sufragio activo se atribuye a los mayores de 18 años que tengan
residencia en cualquiera de los Municipios de la Comunidad. La condición de elegible
no está condicionada a esta misma circunstancia de los Estatutos, que no suelen
consignar las causas de inelegibilidad, ni de incompatibilidad, materia normalmente
propia de las legislaciones autonómicas, aunque coincidan en esto con la legislación
general.

Los miembros de los Parlamentos autónomos que no están sujetos a mandato


imperativo tienen reconocido, en los mismos términos de las Cortes Generales, la
inviolabilidad por las opiniones manifestadas durante el mandato y por los votos
emitidos.

Respecto a la inmunidad, también reconocida en los Estatutos, el TC 1 ha negado que


pueda corresponderles en los términos reconocidos en el art. 71 CE, que impide el
procesamiento de los parlamentarios sin autorización de las Cámaras. Por el contrario,
los parlamentarios autonómicos sólo tienen una inmunidad parcial, que se concreta en
que no sean detenidos ni retenidos, sino en los casos de flagrante delito y un fuero
especial, consistente en que su prisión, procesamiento y juicio, corresponde al TSJ de la
Comunidad Autónoma y, fuera de este ámbito territorial, a la Sala de lo Penal del TS.

-  En virtud de los poderes de autonormación y organización que los Estatutos


reconocen a las Asambleas, se remiten a los Reglamentos internos de éstas todo lo
relativo al régimen de su funcionamiento (presupuestos, régimen de personal). En los
Reglamentos internos se regula el régimen de sesiones, períodos parlamentarios,
órganos de la institución (Presidente, Mesa, Pleno, Comisiones, Grupos Parlamentarios,
etc) en forma análoga a lo establecido para el Congreso y el Senado de las Cortes
Generales.

-  Las Asambleas autonómicas se disuelven por expiración del término de su mandato y


además por la falta de designación del Presidente de la Comunidad en los términos
previstos, normalmente de dos meses. Sólo el Estatuto Vasco prevé la posibilidad de
que el Presidente del Gobierno Autónomo pueda disolver la Asamblea.
3. EL CONSEJO DE GOBIERNO Y EL PRESIDENTE

Las funciones ejecutivas de las CCAA se asignan al Presidente, al Consejo de Gobierno


y a los Vicepresidentes y Consejeros.

El Presidente es el máximo representante de la Comunidad Autónoma, ostenta también


la representación ordinaria del Estado (art. 152.1 CE) y es designado por la Asamblea
en los términos propios de los sistemas parlamentarios. Lo mismo puede decirse de su
cese (renovación de la Asamblea por elecciones, moción de censura, pérdida de la
confianza, dimisión, incapacidad, etc).

Las atribuciones del Presidente son las de designar y cesar a los miembros del Consejo
de Gobierno, dirigirlo, coordinar sus actuaciones y, en general, todo lo que comporta la
dirección política y la jerarquía superior de la Administración autonómica. El cargo es
incompatible con cualquier otra función pública o privada y disfruta de los honores
correspondientes a su posición (tratamiento de excelencia, precedencia sobre cualquier
otra autoridad de la Comunidad, utilización de banderín, etc.). En cuanto a los derechos,
además de los emolumentos se les reconoce, como al Lehendakari vasco, una pensión
vitalicia tras el cese.

El Consejo de Gobierno reproduce normalmente el esquema del Consejo de Ministros y


se le asignan las funciones propias de éste al nivel autonómico como las de incitativa
legislativa, ejercicio de la potestad reglamentaria, dirección política, control de la
Administración, etc. El número de Consejeros es variable y, lógicamente, inferior a los
de los Ministros del Gobierno de la Nación, a cuyo status se asemejan aquéllos. En este
sentido su nombramiento y cese dependen del Presidente y tienen a su cargo un ramo
del sector de la Administración autonómica, ejerciendo en ella la potestad reglamentaria
y la dirección administrativa.

Respecto al modelo de Administración, y pese a las posibilidades inicialmente abiertas


de instaurar un sistema de Administración indirecta apoyándose en el aparato
administrativo de las Entidades locales, casi todas las CCAA han optado por dotarse de
una organización propia que repite miméticamente la organización estatal con sus
niveles centrales de departamentos, direcciones y subdirecciones generales; periférico,
con delegaciones provinciales de las consejerías; y también de una administración
institucional que es copia de las diversas fórmulas previstas para el Estado.

4. LAS RELACIONES DE LA ADMINISTRACIÓN DE LAS CCAA CON LA DEL


ESTADO

La pluralidad de ordenamientos (estatal y autonómico) implica que cada uno se mueva


en un ámbito propio. Ello no excluye la existencia de ciertas relaciones
interordinamentales. Un ordenamiento, en cuanto a sus elementos normativos, es tal en
la medida en que su posición no es explicable desde la perspectiva de la integración
jerárquica en otro ordenamiento. Ello es perfectamente compatible con que la relación
respectiva de cada uno con el ordenamiento supraconstitucional sea la de subordinación
jerárquica. La CE ejerce su primacía (art. 27.1 LOTC) simultáneamente sobre los dos
subordenamientos que, de ella, como un tronco común parten, el estatal y el
autonómico. A través de esta posición, la CE impone su eficacia normativa a todos “los
poderes públicos2” y no sólo a los del Estado central.
Los Estatutos de autonomía son normas del Estado, y normas autonómicas, y no es un
orbe cerrado en sí mismo, sino dentro del marco diseñado por la CE en su Título VIII, y
especialmente en los artículos 137 a 139 inclusive, 148, 149, 159 y 155, marco que no
puede ser excedido por los Estatutos.

Sin embargo, tan parte del sistema es el de separación de ordenamientos como la


cooperación recíproca. La razón es que ambos ordenamientos, estatal y autonómico, no
pueden pretender una separación radical y completa por dos razones: de una parte,
ambos son igualmente dependientes del supraordenamiento constitucional y esa
dependencia común excluye por sí sola la separación radical; de otro lado, porque
ambos ordenamientos son “coextensos” en cuanto a los sujetos y en cuanto al territorio
de aplicación. Esas, pues, obligadas relaciones de colaboración son de tres clases, según
la regulación que se encuentra en el texto constitucional: relaciones de cooperación
(arts. 148.1 y 149.1), relaciones de interferencia (arts. 150 y 155) y relaciones de
integración (art. 149.3).

Las relaciones de cooperación son esencialmente tres: la regulación concurrente del


Estado y de las CCAA sobre una misma materia, la ejecución autonómica de la
legislación estatal y la coordinación estatal de competencias presentes en los dos
niveles. El art. 149 CE define la competencia exclusiva del Estado para una serie de
“bases” (núms. 8o, 11o, 13o, 18o, 25o), de “legislación básica” (núms. 17o, 18o, 23o),
de “normas básicas” (núms. 27o, 30o). En el artículo 148.1 en los números 7o y 13o,
aún sin citar esa terminología específica, aparece el mismo tecnicismo. Se trata de
enunciar una competencia normativa estatal que no agota la regulación de la respectiva
materia, sino que prevé una participación ulterior de las CCAA en tal regulación
mediante las normas que en al mismo art. 149.1 se llaman, en algún caso (núm. 27o),
“normas de desarrollo”, término que ha pasado luego a la generalidad de los Estatutos.

Leyes marco.
El sistema de leyes marco constituye una técnica propia de la legislación compartida, en
virtud de la cual se relativizan las competencias exclusivas del Estado establecidas en el
artículo 149.1 CE, pasando a ser competencias compartidas con las Comunidades
Autónomas.

En cuanto a su naturaleza jurídica, nos encontramos ante una ley de carácter estatal
ordinaria. La ley marco se diferencia de las demás normas estatales ordinarias por los
siguientes aspectos:

a)  Es una norma habilitante, que es preceptiva para que tengan lugar las normas
legislativas de desarrollo de las Comunidades Autónomas, sin éstas no pueden existir
las del Ordenamiento jurídico Autonómico.

b)  Es una norma integrante en supuestos de competencias compartidas.

c)  Es una ley estatal de carácter potestativo, ya que otorga la potestad de legislar ante
una materia concreta a las Comunidades Autónomas.

d)  En cuanto a su jerarquía normativa, la ley-marco es una norma que se identifica con
el sistema de delegación legislativa prevista en el artículo 82 CE, o que constituye una
forma especial de delegación legislativa, en concreto, las leyes de bases.
e)  En cuanto a la aplicabilidad de esta normativa, las Comunidades Autónomas no
pueden emanar normas legislativas con anterioridad a la promulgación de la
correspondiente ley-marco ya que ésta norma es la que les dota de potestad legislativa y
establecen los principios y directrices necesarios para regular una determinada materia.

f) En cuanto al contenido, las leyes-marco, deben contener los principios, bases y


directrices que posteriormente tienen que ser desarrolladas por las leyes autonómicas.
Se trata, por tanto, de leyes que se caracterizan por determinar con precisión los límites
competenciales y principios que informarán la correspondiente normativa autonómica.

En el artículo 150.1 CE se hace mención a las leyes-marco. Nos dice textualmente: “Las
Cortes Generales, en materias de competencia estatal, podrán atribuir a todas o a
alguna de las Comunidades Autónomas la facultad de dictar, para sí mismas, normas
legislativas en el marco de los principios, bases y directrices fijados por una ley estatal.
Sin perjuicio de la competencia de los Tribunales, en cada ley marco se establecerá la
modalidad de control de las Cortes Generales sobre estas normas legislativas de las
Comunidades Autónomas”. Como podemos apreciar, además de establecer la pauta
orientativa, las leyes-marco son un mecanismo de control legislativo de la norma
autonómica.

Respecto de la ejecución autonómica de la legislación del Estado, ésta puede ser, bien
de la sola legislación estatal (caso de los núms.7o - legislación laboral-, 16o -legislación
sobre productos farmacéuticos-, 17o - legislación básica y régimen económico de la
Seguridad Social-, 28o - gestión autonómica de los bienes culturales del Estado- del
artículo 149 CE), bien del conjunto normativo único formado por las normas básicas del
Estado y las normas de desarrollo autonómico. Esto último, la posibilidad de que las
Administraciones autonómicas ejecuten ese complejo normativo mixto o de las dos
procedencias lo prevé sólo excepcionalmente la CE (art. 149.1, apartados 17o y 27o),
pero la han generalizado los Estatutos que, con virtual unanimidad (y con facultades
para ello, puesto que sólo la normación básica está reservada al Estado) han atribuido a
las respectivas Comunidades tanto el desarrollo de esas normas básicas como la
ejecución del corpus normativo global que resulta de esa integración de normas de las
dos procedencias.

El problema más delicado respecto de esta técnica de gestión que estamos estudiando es
si el Estado dispone o no de un poder de supervisión o vigilancia sobre la actividad
ejecutiva de su legislación que realizan las CCAA. En nuestro Derecho la cuestión no
está directamente resuelta en la CE. Aparentemente, el art. 153 CE, con su intención de
resumir los controles posibles sobre la actividad de las CCAA, parece no dejar espacio
para tal supervisión por el Estado, fuera del caso del ejercicio autonómico de facultades
delegadas atribuidas por vía del art. 150.2 CE . Por otra parte, solo en ciertas materias,
aparte de esa general, los Estatutos han reservado al Estado poderes de inspección, o de
“alta inspección”, poniendo énfasis en el carácter “exclusivo” de las facultades
autonómicas generales de ejecución de la legislación estatal. Frente a estos argumentos
son invocables otros que pretenden justificar el poder general de supervisión,
argumentos tanto de “naturaleza de las cosas” (técnica con la que todas las
jurisprudencias constitucionales han reconocido poderes “inherentes”) como,
especialmente, derivados de preceptos constitucionales expresos (arts. 149.1.1o4 y
1555).
Las relaciones de interferencia de un ordenamiento sobre otro, concretamente del
ordenamiento estatal sobre el autonómico, suponen excepciones singulares o
modificaciones (nunca totales, por supuesto, pues ello sólo podría hacerse mediante
reforma constitucional), al normal trazado de la distribución de competencias: o bien
porque el Estado traslada a una o varias Comunidades por vía delegativa competencias
que le pertenecen, para que, manteniendo su titularidad sobre las mismas, sean ejercidas
por dichas Comunidades6; o bien porque el Estado interviene, con habilitación
constitucional explícita, para “armonizar” la competencia normativa autonómica
mediante Leyes propias, como excepción del principio ordinario de separación de los
órdenes de fuentes respectivas7; o bien finalmente, porque el Estado intervenga por vía
coercitiva en el funcionamiento autonómico por la vía excepcional del artículo 155 CE ,
al que ya nos hemos referido parcialmente.

En cuanto a las relaciones de integración, el sistema de relaciones positivas entre los


dos ordenamientos se cierra, como ya anunciamos, con dos cláusulas constitucionales
que se encuentran en el artículo 149.3 CE: las normas del Estado “prevalecerán en caso
de conflicto sobre las de las CCAA en todo lo que no esté atribuido a la competencia
exclusiva de éstas”, y “el derecho estatal será, en todo caso, supletorio del derecho de
las CCAA”. Son las importantes cláusulas de prevalencia y de suplencia del Derecho
del Estado, que cumplen una función de integración final del sistema, tras la estructura
básica de la separación, la cooperación y la interferencia que presiden las relaciones
entre los dos ordenamientos.

La cláusula constitucional de prevalencia prima al Derecho del Estado con un plus de


valor en los supuestos estudiados, pero este plus de valor no le convierte en superior
jerárquico respecto de las CCAA, sino porque las funciones exclusivas del Estado son
necesariamente superiores, dentro del sistema, como correspectivas de la soberanía del
pueblo español en su conjunto, según el art. 1.2 CE , y los “intereses de cada
Comunidad no pueden prevalecer sobre las necesidades más genéricas del Estado”
(STC de 28.01.1982), que precisa que, aunque por referencia a una competencia
concreta, la de planificación y coordinación económicas (art. 149.1.13o), que “la
prioridad vertical corresponde al Estado”.

La regla de la suplencia, formulada en el art. 149.3 CE10 es expresión de un principio


de fondo más relevante: el Derecho del Estado es el Derecho general o común,
orgánicamente completo, en tanto que el Derecho autonómico es un Derecho especial, y
como tal, fragmentario, incompleto, precisando para su funcionamiento final de la
suplencia de este Derecho común de fondo, sin cuya asistencia constante y sostenida
carecería virtualmente de toda posibilidad de desenvolvimiento sistemático.

Mecanismos de control de las CCAA.


Finalmente, sólo nos queda examinar el sistema de control de las Comunidades
Autónomas que encontramos regulado en los artículos 153, 155 y 161.2 de la
Constitución, circunscrito por los siguientes supuestos:

a)  Por el Tribunal Constitucional, el relativo a la constitucionalidad de sus


disposiciones normativas con fuerza de Ley y de las disposiciones y resoluciones
adoptadas por sus órganos de gobierno.
b)  Por el Gobierno, previo dictamen del Consejo de Estado, el del ejercicio de
funciones delegadas a que se refiere el apartado 2 del artículo 150.

c)  Por la Jurisdicción Contencioso-Administrativa, el de las normas reglamentarias y


resoluciones de la Administración autonómica.

d)  Por el Tribunal de Cuentas, el económico y presupuestario.

e)  Por el Gobierno y el Senado, conjuntamente, en los casos más graves de


incumplimiento o de riesgo para el interés general de España.

f)  Al margen de estos controles puede entenderse que las Comunidades Autónomas
están también sujetas al control que, como sobre el resto de las Administraciones
Públicas, corresponde ejercer al Defensor del Pueblo, así como los controles interiores a
cargo de órganos de las propias Comunidades, según las previsiones estatutarias o de
posteriores normas de organización.

Desde una perspectiva comparatista los controles descritos se han quedado bastante por
debajo de lo que es normal en los Estados federales o regionales. En los Estados
federales, como ocurre en la República Federal Alemana, aparte de los controles
judiciales se reconoce a la Federación poderes de vigilancia y control en relación con la
actividad de los Estados miembros cuando ejecutan la legislación federal a través de
instrucciones o directivas de mayor o menor intensidad. Los incumplimientos pueden
originar el empleo de una coacción federal, que lleva consigo tanto la ejecución
subsidiaria por la Federación de las actividades omitidas como la retirada de
asignaciones económicas, o el envío de delegados con poderes especiales para que
vigilen o se encarguen de ejecutar las decisiones en sustitución de los Lander (artículo
37 de la Constitución alemana).

El Tribunal Constitucional se muestra remiso a aceptar interpretaciones extensivas en


esta materia. Así, la Sentencia de 20 de mayo de 1983 ha afirmado que la Alta
Inspección del Estado, cuando está expresamente admitida por la Constitución, no es un
control genérico e indeterminado que implique dependencia jerárquica de las
Comunidades Autónomas respecto de la Administración del Estado, sino que constituye
sólo una potestad de vigilancia, un elemento de verificación o fiscalización que puede
llevar, en su caso, a instar la actuación de los controles constitucionalmente
establecidos, pero no a sustituirlos, convirtiendo a dicha Alta Inspección en un
mecanismo de control.

5. EL TRIBUNAL SUPERIOR DE JUSTICIA

Artículos 34 y 70 a 79 LOPJ.

La Comunidad autónoma será el ámbito territorial de los Tribunales Superiores de


Justicia.

El Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Autónoma culminará la organización


judicial en el ámbito territorial de aquélla. El Tribunal Superior de Justicia tomará el
nombre de la Comunidad Autónoma y extenderá su jurisdicción al ámbito territorial de
ésta.
El Tribunal Superior de Justicia estará integrado por las siguientes Salas: de lo Civil y
Penal, de lo Contencioso-administrativo y de lo Social.

Se compondrá de un Presidente, que lo será también de su Sala de lo Civil y Penal, y


tendrá la consideración de Magistrado del Tribunal Supremo mientras desempeñe el
cargo; de los Presidentes de Sala y de los Magistrados que determine la ley para cada
una de las Salas y, en su caso, de las Secciones que puedan dentro de ellas crearse.

Las Salas de lo Contencioso-administrativo de los Tribunales Superiores de Justicia


conocerán, en única instancia, de los recursos que se deduzcan en relación con:

a) Los actos de las Entidades locales y de las Administraciones de las


Comunidades Autónomas, cuyo conocimiento no esté atribuido a los Juzgados
de lo Contencioso-administrativo.
b) Las disposiciones generales emanadas de las Comunidades Autónomas y de
las Entidades locales.
c) Los actos y disposiciones de los órganos de gobierno de las Asambleas
legislativas de las Comunidades Autónomas y de las instituciones autonómicas
análogas al Tribunal de Cuentas y al Defensor del Pueblo, en materia de
personal, administración y gestión patrimonial.
Conocerán, en segunda instancia, de las apelaciones promovidas contra
sentencias y autos dictados por los Juzgados de lo Contencioso- administrativo y
de los correspondientes recursos de queja.
También les corresponde, con arreglo a lo establecido en esta Ley, el
conocimiento de los recursos de revisión contra las sentencias firmes de los
Juzgados de lo Contencioso-administrativo.
Conocerán de las cuestiones de competencia entre los Juzgados de lo
Contencioso-administrativo con sede en la Comunidad Autónoma.
d) Los actos y resoluciones dictados por los Tribunales Económico-
Administrativos Regionales y Locales que pongan fin a la vía económico-
administrativa.
e) Las resoluciones dictadas en alzada por el Tribunal Económico-
Administrativo Central en materia de tributos cedidos.
f) Los actos y disposiciones de las Juntas Electorales Provinciales y de
Comunidades Autónomas, así como los recursos contencioso-electorales contra
acuerdos de las Juntas Electorales sobre proclamación de electos y elección y
proclamación de Presidentes de Corporaciones locales en los términos de la
legislación electoral.
g) Los convenios entre Administraciones públicas cuyas competencias se
ejerzan en el ámbito territorial de la correspondiente Comunidad Autónoma.
h) La prohibición o la propuesta de modificación de reuniones previstas en la
Ley Orgánica reguladora del Derecho de Reunión.
i) Los actos y resoluciones dictados por órganos de la Administración General
del Estado cuya competencia se extienda a todo el territorio nacional y cuyo
nivel orgánico sea inferior a Ministro o Secretario de Estado, en materias de
personal, propiedades especiales y expropiación forzosa.
j) Cualesquiera otras actuaciones administrativas no atribuidas expresamente a
la competencia de otros órganos de este orden jurisdiccional.
TEMA 7: LA ADMINISTRACIÓN LOCAL Y LA
PROVINCIA.
1. EL MUNICIPIO

1.1. Regulación de las Entidades Locales.

Regulación.

Toda la doctrina ha destacado la escasa atención que la CE ha otorgado a la regulación


del régimen local. Ello no quiere decir, sin embargo, que no existan preceptos
constitucionales que nos permitan elaborar unas referencias conceptuales precisas
acerca del papel institucional que la Administración local cumple dentro del
ordenamiento constitucional.

La Constitución considera en su artículo 137 al Municipio, junto a la Provincia y la


Comunidad Autónoma, como una de las Entidades en que se organiza territorialmente el
Estado y, por su parte, el artículo 140 CE garantiza su autonomía y su personalidad
jurídica plena; pero, a diferencia de lo que ocurre con la Provincia, la Constitución no
ofrece una definición del Municipio.

No es hasta la aprobación de la Ley de Bases del Régimen Local de 1985 que se define
el concepto de Municipios en su artículo 1.1que establece que: “Los Municipios son
entidades básicas de la organización territorial del Estado y cauces inmediatos de la
organización territorial del Estado y cauces inmediatos de participación ciudadana en
los asuntos públicos, que institucionalizan y gestionan con autonomía los intereses
propios de las correspondientes colectividades”. Por su parte el artículo 11 les atribuye
personalidad jurídica y plena capacidad para el cumplimiento de sus fines.

Integran la Administración local las referidas en el artículo 3 LBRL:

a) Según lo dispuesto en el artículo 3 de la Ley de Bases de Régimen Local, las


entidades de régimen común o de carácter imperativo que necesariamente han de existir
en todo el territorio nacional son: el municipio, la provincia y la isla.

b)Entidades locales que constituyen niveles facultativos de administración territorial


que pueden establecer las comunidades autónomas. Éstas últimas pueden ser de ámbito
territorial inferior al municipal o superior, agrupando en este caso varios municipios,
tales como las comarcas, las áreas metropolitanas y las mancomunidades de municipios.

El contenido sustancial de los preceptos constitucionales referidos a la Administración


Local es el siguiente:

-  Posibilidad de establecer y exigir tributos, de acuerdo con la CE y las leyes (art. 133.2
CE).

-  Atribución, en régimen de autonomía, de la gestión de sus propios intereses (art. 137).

-  Garantía de la autonomía municipal (art. 140).


-  Atribución del gobierno y la administración de los municipios y las provincias a sus
respectivas corporaciones de carácter representativo (art. 140).

-  Suficiencia financiera para el desempeño de sus funciones (art. 142).

-  Necesidad de ley para la atribución del desempeño de funciones a las corporaciones


locales (art. 148.1.2a).

-  Atribución a las CCAA de la competencia de alteración de los términos municipales


(art. 148.1.2a).

-  Remisión a la LRL de las funciones que puedan corresponder a determinadas CCAA


(art. 148.1.2a).

-  Atribución al Estado de la competencia para el establecimiento de las bases del


régimen jurídico de las Administraciones Públicas (art. 149.1.18a).

-  Remisión a determinados Estatutos de Autonomía para el establecimiento de


circunscripciones electorales propias, mediante la agrupación de municipios limítrofes
(art. 152.3).

Existe en la CE una decisión fundamental que consiste en entender que el principio de


unidad de la nación española es compatible con el pluralismo político territorial como
forma organizativa del Estado. Esta fórmula de pluralismo político aparece en el
artículo 2 se complementa con lo dispuesto en el art. 137: “El Estado se organiza
territorialmente en municipios, en provincias y en las CCAA que se constituyan. Todas
estas entidades gozan de autonomía para la gestión de sus respectivos intereses”.

Este precepto contiene, por tanto, el reconocimiento, por parte del Ordenamiento
constitucional, del municipio y la provincia como ordenamientos territoriales. Dentro de
dicho ámbito, le deben ser reconocidos los poderes de todo ordenamiento: potestad
normativa, de autoorganización, de gestión de personal y bienes patrimoniales, y la
potestad tributaria y financiera.

Ceñida la competencia estatal al régimen jurídico “básico” de la Administración local,


no podía darse a este concepto una extensión tal que vaciase de contenido la
competencia legislativa de las CCAA, impidiendo a éstas desarrollar su propia política
territorial. De ahí que se entendiese que el “Régimen Local” debía quedar reducido al
conjunto de normas reguladoras del Estatuto subjetivo de los entes que integran este
escalón territorial de los poderes públicos, asumiendo un papel similar al de los
Estatutos de Autonomía de las diversas Comunidades Autónomas; estatuto local en el
que, sólo mínimamente, se regularan las peculiaridades locales respecto del
procedimiento, bienes, funcionarios, hacienda, expropiación forzosa, contratos,
concesiones y las necesarias conexiones de estas competencias con la legislación
sectorial correspondiente.

El régimen local con carácter básico viene establecido por la Ley 7/1985, de 2 de abril,
pero que –como ha recordado la STC 27/1987, de 27 de febrero (FJ 3) “no puede
implicar en ningún caso el establecimiento de un régimen uniforme para todas las
entidades locales de todo el Estado, sino que debe permitir opciones diversas, ya que la
potestad normativa no es en estos supuestos de carácter reglamentario”.

La LBRL es, por tanto, una norma directamente aplicable por todos los poderes
públicos. No se trata de una Ley de Bases en el sentido (art. 82.2 CE) de autorización
del legislativo al ejecutivo para regular con fuerza de Ley una determinada materia; sino
que es una Ley que, además del contenido normativo propio, sirve de marco de
referencia a la legislación de las Comunidades Autónomas.

La LBRL, no obstante su carácter básico, no se aplica íntegramente en el País Vasco y


Navarra (Disposiciones Adicionales 2a y 3a) y tiene ciertas peculiaridades en su
aplicación en los Municipios de Madrid y Barcelona, dado el mantenimiento de sus
Leyes Especiales (D.A. 6a). Por otra parte, las ciudades de Ceuta y Melilla se han
constituido en CCAA de conformidad a lo dispuesto por el art. 144.b CE por Leyes
Orgánicas 1 y 2/1995, de 13 de marzo, que aprueban sus respectivos Estatutos, en los
que se establece que los miembros de sus Asambleas ostentan también la condición de
Concejales; su Presidente, la condición de Alcalde, ejerciendo las competencias
asumidas en los Estatutos y, además, todas las competencias que la legislación estatal
atribuye a los Ayuntamientos.

La LBRL es, en consecuencia, la primera norma reguladora del Régimen Local. A partir
de ella (es decir, sin poder vulnerar este contenido esencial), las CCAA podrán
establecer su propio modelo de régimen local. Pero ello sólo será posible por parte de
las CCAA que, en sus Estatutos, tengan asumida competencia plena en materia de
Administración local. Ello implica que, en muchos casos, la legislación estatal será la
única existente, mientras no se amplíe la competencia autonómica conforme al art.
148.2 CE). De ahí que la Disposición Final Primera de la LBRL autorizase al Gobierno
para refundir, en un solo texto, las disposiciones legales anteriores a la misma que no
hubiesen quedado derogadas por no oponerse ni ser contradictorias con la nueva
regulación; y a actualizar y acomodar a lo dispuesto en la misma a todas las normas
reglamentarias que continúen vigentes. Y así se han aprobado:

a)  Texto Refundido de las disposiciones vigentes en materia de Régimen Local: RD


781/1986, de 18 de abril.

b)  Reglamento de Población y Demarcación Territorial: Real Decreto 1690/1986, de 11


de julio.

c)  Reglamento de Bienes de las Entidades Locales: Real Decreto 1372/1986, de 11 de


julio.

d)  Reglamento de Organización, Funcionamiento y Régimen Jurídico de las Entidades


Locales: Real Decreto 2568/1986, de 28 de noviembre.

Pero la legislación reguladora del “Régimen Local”, entendido éste como el estatuto
subjetivo de los Entes Locales, no agota todo el ámbito normativo de dichas Entidades.
Y así, la LO 5/1985, de 19 de junio regula el régimen electoral, conteniendo
disposiciones generales y específicas para las elecciones municipales. Igualmente, la
Ley 39/1988, de 28 de diciembre, regula las Haciendas Locales. Finalmente, a Leyes
sectoriales (General de Sanidad, la de Defensa de Consumidores y Usuarios, etc.)
corresponde determinar las competencias locales, conforme el art. 25.2 LBRL.

Suficiencia financiera para el desempeño de sus funciones (art. 105 y ss. LBRL).

De conformidad con la CE y las leyes, se dotará a las Haciendas Locales de recursos


suficientes para el cumplimiento de los fines de las entidades locales. Así, determina el
artículo 142:

“Las Haciendas Locales deberán disponer de los medios suficientes para el desempeño
de las funciones que la Ley atribuye a las Corporaciones respectivas, y se nutrirán
fundamentalmente de tributos propios y de participación con los del Estado y de las
Comunidades Autónomas”.

Las Haciendas locales se nutren, además de los tributos propios y las participaciones
reconocidas en los del Estado y los de las CCAA, de aquéllos otros recursos que prevea
la Ley.

Las entidades locales tendrán autonomía para establecer y exigir tributos de acuerdo con
lo previsto en la legislación del Estado reguladora de las Haciendas Locales y en las que
dicten las CCAA en los supuestos previstos en aquélla. La potestad reglamentaria de las
entidades locales en materia tributaria se hará a través de Ordenanzas fiscales
reguladora de los tributos propios y de Ordenanzas generales de gestión, recaudación e
inspección. Las corporaciones locales podrán emanar disposiciones interpretativas y
aclaratorias de las mismas.

1.2. Concepto y elementos del Municipio.

La Constitución considera en su artículo 137 al Municipio, junto a la Provincia y la


Comunidad Autónoma, como una de las Entidades en que se organiza territorialmente el
Estado y, por su parte, el artículo 140 CE garantiza su autonomía y su personalidad
jurídica plena; pero, a diferencia de lo que ocurre con la Provincia, la Constitución no
ofrece una definición del Municipio.

No es hasta la aprobación de la Ley de Bases del Régimen Local de 1985 que se define
el concepto de Municipios en su artículo 1.1 que establece que: “Los Municipios son
entidades básicas de la organización territorial del Estado y cauces inmediatos de la
organización territorial del Estado y cauces inmediatos de participación ciudadana en
los asuntos públicos, que institucionalizan y gestionan con autonomía los intereses
propios de las correspondientes colectividades”. Por su parte el artículo 11 les atribuye
personalidad jurídica y plena capacidad para el cumplimiento de sus fines.

Así pues, con la caracterización del Municipio como Entidad local básica y la referencia
a una colectividad que se supone estable con intereses propios se rinde todavía tributo a
la concepción “naturalista” presente en nuestra más reciente legislación.

Tras el concepto de Municipio, el artículo 11.2 de la ya mentada Ley de Bases del


Régimen Local señala que son elementos del Municipio: el territorio, la población y la
organización.
El término municipal se define como “el territorio en el que el Ayuntamiento ejerce
sus competencias”. El despliegue de la organización municipal, igual que el provincial y
el autonómico, es completo sobre todo el territorio estatal sin que existan zonas no
incluidas, por lo que “cada Municipio pertenece a una sola Provincia” (artículo 12). En
cuanto a la problemática sobre la creación, supresión de municipios y alteración de los
términos municipales, la Ley sólo contempla cambios puntuales a través de la modesta y
limitada técnica de la alteración de términos municipales. Como condición general para
la alteración de los términos municipales, la Ley exige el respeto de los límites
provinciales; de hecho, la Constitución blinda los límites provinciales al establecer, en
su artículo 141.1 que cualquier alteración de los límites provinciales habrá de ser
aprobada por las Cortes Generales mediante Ley Orgánica Dichas alteraciones de los
términos municipales pueden tener lugar por:

a)  La fusión de Municipios limítrofes a fin de constituir uno nuevo.

b)  Por la segregación de parte del territorio de uno o varios Municipios para constituir
otro independiente o para agregarlo a otro limítrofe.

c)  Por la incorporación de uno o más municipios a otros limítrofes, con el resultado de


la desaparición de los primeros.

La Constitución de 1978 y la Ley de Bases de Régimen Local remiten a la legislación


autonómica la regulación del procedimiento de alteración de los términos municipales
La creación de nuevos municipios solo podrá realizarse sobre la base de núcleos de
población territorialmente diferenciados, de al menos 5.000 habitantes y siempre que los
municipios resultantes sean financieramente sostenibles, cuenten con recursos
suficientes para el cumplimiento de las competencias municipales y no suponga
disminución en la calidad de los servicios que venían siendo prestados. Además,
Requerirán en todo caso audiencia de los municipios interesados y dictamen del
Consejo de Estado o del órgano consultivo superior de los Consejos de Gobierno de las
Comunidades Autónomas, si existiere, así como informe de la Administración que
ejerza la tutela financiera. Simultáneamente a la petición de este dictamen se dará
conocimiento a la Administración General del Estado (artículo 13.1 y 2).

La población del municipio constituye otro elemento estructural del mismo. La Ley de
Bases de Régimen Local define la población en su artículo 15 como aquella “el
conjunto de personas inscritas en el padrón municipal”.

La regulación de la población municipal parte de la obligación de todo español o


extranjero que viva en territorio español de empadronarse en el Municipio en que resida
habitualmente y, si vive en varios, en aquel en que habite durante más tiempo,
adquiriendo así la condición de vecino (artículo 15 LRBRL). Sin embargo, tal
obligación no tiene más sanción que la de privar a todo aquel que no se empadrone del
ejercicio de los derechos de sufragio pasivo y activo.

Los extranjeros también pueden acceder al Padrón municipal. No obstante, la


inscripción no constituirá prueba de su residencia legal en España ni les atribuirá ningún
derecho que no les confiera la legislación vigente en materia de derechos y libertades de
los extranjeros en España (artículo 18.2 LRBRL).
Por tanto, los inscritos en el Padrón Municipal son los vecinos del Municipio (artículo
15), desapareciendo así la posibilidad de otras categorías como las de transeúntes,
residentes o domiciliados, previstas en la legislación anterior.

El Padrón se define como un registro administrativo donde constan los de vecinos de un


Municipio y las inscripciones en el mismo constituyen prueba de la residencia en el
Municipio y del domicilio habitual en el mismo (artículo 16.1 LRBRL); una prueba que,
en cualquier juicio que se discuta la residencia habitual, no puede ser otra cosa que una
presunción iuris tantum, por lo que admite prueba en contrario.

A los Ayuntamientos les corresponde la formación, actualización, revisión y custodia de


los Padrones municipales, de acuerdo lo que establezca la legislación del Estado
(artículo 17 LRBRL).

Por su lado, al Instituto Nacional de Estadística le corresponde una función de


coordinación de los distintos Padrones municipales al tiempo que se crea un Consejo de
Empadronamiento como órgano colegiado de colaboración entre la Administración del
Estado y los Entes locales a estos efectos.

La estrecha vinculación del Padrón con el sistema electoral, que es básicamente para lo
que sirve –puesto que puede coincidir o no con el domicilio fiscal o con el lugar real de
residencia–, justifica la obligación de los Ayuntamientos de realizar las operaciones
necesarias para mantener actualizados sus padrones, de modo que los datos que
contengan concuerden con la realidad.

1.3. La Administración municipal.

El gobierno y la administración municipal, salvo en aquellos municipios que legalmente


funciones en régimen de concejo abierto, corresponde al Ayuntamiento, integrado por el
Alcalde y los Concejales (art. 19 LBRL).

En los Municipios que funcionen en régimen de Concejo Abierto, el gobierno y la


administración se ejercerá por una Asamblea, integrada por todos los electores
existentes en el Municipio y por el Alcalde, elegido directamente por ellos (arts. 29.3
LBRL y 2.1 ROF).

La Ley 57/2003, de 16 de diciembre, de Medidas para la Modernización del Gobierno


Local, ha creado un régimen más complejo aún que el anterior, excepto para el
Municipio de Barcelona. Los Municipios de gran población son:

a)  Aquellos municipios con más de 250.000 habitantes.

b)  Los de capitales de Provincia cuya población sea superior a los 175.000 habitantes;

c)  Los de capitales de Provincia, capitales autonómicas o sedes de las instituciones


autonómicas;

d) Los Municipios cuya población supere los 75.000 habitantes, que presenten
circunstancias económicas, sociales, históricas o culturales especiales. En el caso de los
dos últimos supuestos, deberán decidirlo las Asambleas Legislativas correspondientes a
iniciativa de los respectivos Ayuntamientos (artículo 121.1).

El Ayuntamiento es, por tanto, Corporación de Derecho Público que representa al


Municipio, y que tiene plena capacidad jurídica para adquirir, poseer, reivindicar,
permutar, gravar o enajenar toda clase de bienes y derechos, celebrar contratos,
establecer y explotar obras y servicios públicos, obligarse, imponer los recursos
establecidos y ejercitar las acciones previstas en las leyes (arts. 3.1 y 35.1 ROF).

El Ayuntamiento se integra de los siguientes órganos necesarios: Alcalde, Tenientes de


Alcalde, Pleno, Comisión de Gobierno (en los municipios de más de 5.000 habitantes) y
Comisión Especial de Cuentas (arts. 20.1 y 116 LRBRL). El resto de los órganos,
complementarios de los anteriores, se establece y regula por la legislación autonómica,
en su caso, y por los propios Municipios en sus reglamentos orgánicos. El ROF señala,
a modo de ejemplo, cuáles pueden ser esos órganos complementarios: Concejales
delegados; representantes personales del Alcalde en los poblados y barriadas, y
Comisiones Informativas. Por su parte, la legislación local de Cataluña impone la
existencia de Comisiones informativas en los municipios de más de 20.000 habitantes.

Existen, además, órganos de gestión administrativa y de los servicios públicos,


subordinados jerárquicamente a los anteriores:

a)  Centrales. Estructurados en grandes áreas y unidades inferiores (Departamentos,


servicios y negociados). Como mínimo, existe un órgano administrativo, la Secretaría,
con las funciones que señalan los arts. 92.3 LBRL y 161 del TR.

b)  Desconcentrados. Tanto territorialmente (Juntas Municipales de Distrito: art. 128


ROF), como funcionalmente para la gestión de servicios (organización especializada:
arts.101 y 102 del TR).

c)  Descentralizados: entes con personalidad jurídica propia para la gestión de los


servicios públicos (art. 85.2 LBRL), o en núcleos de población (entidades locales
menores: art. 45 LBRL). Forma de prestación: art. 85.2 LBRL.

Finalmente, y para canalizar la participación de los ciudadanos y de sus asociaciones en


los asuntos municipales, pueden crearse por el Pleno Consejos Sectoriales (art. 130
ROF).

1.4. El Pleno

El Pleno se integra por todos los Concejales, elegidos por sufragio universal, libre,
directo y secreto por los vecinos. En las elecciones locales el sufragio activo y pasivo
están también reconocidos a los miembros de la Unión Europea domiciliados en el
Municipio.

a) Elección de los Concejales.

La CE (art. 140) impone que los Concejales sean elegidos por los vecinos del Municipio
mediante sufragio igual, libre, directo y secreto. En las elecciones locales tienen derecho
de sufragio, activo y pasivo, los españoles , sin que sea exigible ni la inscripción en el
censo electoral ni en el padrón municipal de habitantes del municipio en el que presenta
la candidatura en las elecciones locales.

El mandato de los concejales es de cuatro años, terminando el día anterior al de la


celebración de las siguientes elecciones (art. 42.3), de modo que, una vez finalizado el
mandato, los miembros de las Corporaciones cesantes continuarán en sus funciones
solamente para la administración ordinaria hasta la toma de posesión de sus sucesores,
sin que, en ningún caso, puedan adoptar acuerdos para los que la Ley exija mayoría
cualificada (art. 194 LOREG).

Respecto al momento en que tiene efectividad la renuncia de Concejal al cargo, o su


separación del Grupo Municipal en que orgánicamente se ha traducido la lista electoral.
La STC 185/1993, de 31 de mayo, señala que la renuncia es un acto plenamente
voluntario y formalmente realizado en el ejercicio de derechos constitucionales, “acto
que como tal adquiere plena eficacia desde su formalización”; se trata “de un acto
recepticio y unilateral que produce plena eficacia con su presentación en la Secretaría
del Ayuntamiento (art. 24.1 ROF) sin necesidad de su aceptación por el Pleno, ya que
el art. 25 ROF sólo habla de dar cuenta el Pleno”. Y, en este sentido, recuerda el Auto
del TC 7/1984 que no existe limitación alguna en cuanto a la posibilidad de renuncia al
cargo de concejal en cualquier momento, sin que sea necesaria para que surta efectos
que sea aceptada por los correspondientes Ayuntamientos, configurándose como una
declaración de voluntad que surte efectos automáticos, al igual que los supuestos de
fallecimiento o incapacidad.

b)  Constitución del Ayuntamiento.

Se constituyen en sesión pública el vigésimo día posterior a la celebración de las


elecciones, a cuyo fin se constituye una Mesa de Edad integrada por los elegidos de
mayor y menor edad presentes en el acto. La función de la Mesa en comprobar las
credenciales presentadas o acreditaciones de la personalidad de los electos, declarando
constituida la Corporación si concurren la mayoría de los Concejales electos.

Los candidatos electos, en el momento de tomar posesión y para adquirir la plena


condición de sus cargos, deben jurar o prometer acatamiento a la Constitución, así como
cumplir los demás requisitos previstos en las Leyes o reglamentos respectivos.

A continuación, los Concejales elegirán al Alcalde.

c)  Competencias del Pleno.

La LRBRL establece un modelo dual para el Gobierno y la Administración municipal;


Aunque el alcalde es elegido por y entre los Concejales, las funciones del Ayuntamiento
se reparten entre el Pleno y el Alcalde, cada uno con atribuciones propias, sin perjuicio
de residenciar en el Alcalde las facultades residuales, y de la posibilidad de delegación y
desconcentración en los demás órganos, necesarios o complementarios.

De este modo, el Pleno ejerce la dirección política del Ayuntamiento, controla y


fiscaliza la actuación de los demás órganos de gobierno, y adopta los acuerdos de mayor
trascendencia. Sus competencias (art. 22 LBRL) pueden estructurarse por materias,
como sigue:
1. Control.
1.1Controlar y fiscalizar los órganos de gobierno municipales.

1.2 Destituir al Alcalde de su cargo, mediante Moción de censura, adoptada por la


mayoría absoluta del número legal de Concejales.

2. Organización.

2.1. Constituir la Corporación.

2.2. Elegir al Alcalde, con sujeción a los términos de la Ley electoral.

2.3. Aceptar la renuncia del Alcalde y Concejales.

2.4. Establecer órganos territoriales de gestión desconcentrada. 3. Representación.

Designar representantes, cuando sean distintos del Alcalde, en órganos desconcentrados


o descentralizados municipales, o en aquéllos supramunicipales o extramunicipales en
que tenga representación la Corporación municipal.

4. Normativas.

Aprobar y modificar el Reglamento Orgánico los de los distintos Servicios, de Personal,


de Régimen Interior, así como las Ordenanzas.

5. Económico-financieras. 6. En materia de tributos.

Acordar la delegación de la gestión, liquidación, inspección y recaudación tributarias.

Acordar la imposición y supresión de sus tributos propios, así como aprobar las
correspondientes Ordenanzas Fiscales reguladoras de los mismos.

Establecer recargos sobre los impuestos de la respectiva CCAA y de otras Entidades


Locales, en los casos previstos en las leyes de la CCAA.

6.1. En materia de precios públicos.


6.2. En materia de operaciones de crédito. 6.3. En materia de impuestos municipales.

6.4. En materia presupuestaria 6.5. En materia de tesorería.

7. Bienes.
8. Población municipal.
9. Termino municipal. 10.Procedimiento administrativo. 11.Contratación.
12.Urbanísticas.

12.1. Aprobar inicial y provisionalmente los instrumentos generales de planeamiento, y


provisional o definitivamente los instrumentos planificadores de desarrollo y los
instrumentos de gestión urbanística.
12.2. Suspender el otorgamiento de licencias en una zona, como trámite previo o acto
preparatorio para la redacción o reforma del Planeamiento.

12.3. Exigir y aceptar las cesiones obligatorias de terrenos de los propietarios de suelo
urbano y urbanizable.

12.4.  Constituir el Patrimonio Municipal del Suelo.

12.5.  Acordar la demolición de obras sin licencia, de ser contrarias al planeamiento o


de no atenerse al requerimiento de su legalización.

12.6. Aprobar la demolición de polígonos y unidades de actuación y elegir el sistema de


actuación.

12.7. Declarar la nulidad de licencias u órdenes de ejecución en los plazos y términos


establecidos.

1.5. El Alcalde y sus Órganos de apoyo: Tenientes de Alcalde, Junta de Gobierno.

El Alcalde es el Presidente del Ayuntamiento. Su elección puede ser por los concejales
o por los vecinos. Arts. 196 a 200 LOREG.

Respecto de las competencias, art 21 LBRL.

Respecto de los Tenientes de Alcalde, son órganos necesarios (previstos en el artículo


20.1.a) LBRL, y regulados por los arts. 46 a 48 del Reglamento de Organización,
Funcionamiento y Régimen Jurídico de las Entidades Locales.

La Junta de Gobierno existe en todos los municipios con población superior a los 5.000
habitantes y en los de menos, cuando así lo disponga su reglamento orgánico o así lo
acuerde el Pleno de su Ayuntamiento (art. 20.1.b) LBRL). Regulado en el art. 23 LBRL.

1.6. Competencias municipales:


(Arts. 25 a 27 LBRL).
Competencias en el marco de una legislación (art. 25 LBRL):

El Municipio ejercerá en todo caso como competencias propias, en los términos de la


legislación del Estado y de las Comunidades Autónomas, en las siguientes materias:

a)  Urbanismo: planeamiento, gestión, ejecución y disciplina urbanística. Protección y


gestión del Patrimonio histórico. Promoción y gestión de la vivienda de protección
pública con criterios de sostenibilidad financiera. Conservación y rehabilitación de la
edificación.

b)  Medio ambiente urbano: en particular, parques y jardines públicos, gestión de los


residuos sólidos urbanos y protección contra la contaminación acústica, lumínica y
atmosférica en las zonas urbanas.

c)  Abastecimiento de agua potable a domicilio y evacuación y tratamiento de aguas


residuales.
d)  Infraestructura viaria y otros equipamientos de su titularidad.

e)  Evaluación e información de situaciones de necesidad social y la atención inmediata


a personas en situación o riesgo de exclusión social.

f)  Policía local, protección civil, prevención y extinción de incendios.

g)  Tráfico, estacionamiento de vehículos y movilidad. Transporte colectivo urbano.

h)  Información y promoción de la actividad turística de interés y ámbito local.

i)  Ferias, abastos, mercados, lonjas y comercio ambulante.

j)  Protección de la salubridad pública.

k)  Cementerios y actividades funerarias.

l)  Promoción del deporte e instalaciones deportivas y de ocupación del tiempo libre.

m)  Promoción de la cultura y equipamientos culturales.

n)  Participar en la vigilancia del cumplimiento de la escolaridad obligatoria y cooperar


con las Administraciones educativas correspondientes en la obtención de los solares
necesarios para la construcción de nuevos centros docentes. La conservación,
mantenimiento y vigilancia de los edificios de titularidad local destinados a centros
públicos de educación infantil, de educación primaria o de educación especial.

o)  Promoción en su término municipal de la participación de los ciudadanos en el uso


eficiente y sostenible de las tecnologías de la información y las comunicaciones.

Las competencias municipales en las materias enunciadas se determinarán por Ley


debiendo evaluar la conveniencia de la implantación de servicios locales conforme a los
principios de descentralización, eficiencia, estabilidad y sostenibilidad financiera.

La Ley a que se refiere el apartado anterior deberá ir acompañada de una memoria


económica que refleje el impacto sobre los recursos financieros de las Administraciones
Públicas afectadas y el cumplimiento de los principios de estabilidad, sostenibilidad
financiera y eficiencia del servicio o la actividad. La Ley debe prever la dotación de los
recursos necesarios para asegurar la suficiencia financiera de las Entidades Locales sin
que ello pueda conllevar, en ningún caso, un mayor gasto de las Administraciones
Públicas.

Los proyectos de leyes estatales se acompañarán de un informe del Ministerio de


Hacienda y Administraciones Públicas en el que se acrediten los criterios antes
señalados.

La Ley determinará la competencia municipal propia de que se trate, garantizando que


no se produce una atribución simultánea de la misma competencia a otra
Administración Pública.
Competencias obligatorias (art. 26 LBRL).
Los Municipios deberán prestar, en todo caso, los servicios siguientes:

a)  En todos los Municipios: alumbrado público, cementerio, recogida de residuos,


limpieza viaria, abastecimiento domiciliario de agua potable, alcantarillado, acceso a los
núcleos de población y pavimentación de las vías públicas.

b)  En los Municipios con población superior a 5.000 habitantes, además: parque
público, biblioteca pública y tratamiento de residuos.

c)  En los Municipios con población superior a 20.000 habitantes, además: protección
civil, evaluación e información de situaciones de necesidad social y la atención
inmediata a personas en situación o riesgo de exclusión social, prevención y extinción
de incendios e instalaciones deportivas de uso público.

d)  En los Municipios con población superior a 50.000 habitantes, además: transporte
colectivo urbano de viajeros y medio ambiente urbano.

En los municipios con población inferior a 20.000 habitantes será la Diputación


provincial o entidad equivalente la que coordinará la prestación de los siguientes
servicios:

a) Recogida y tratamiento de residuos.

b)  Abastecimiento de agua potable a domicilio y evacuación y tratamiento de aguas


residuales.

c)  Limpieza viaria.

d)  Acceso a los núcleos de población.

e)  Pavimentación de vías urbanas.

f)  Alumbradopúblico.

Para coordinar la citada prestación de servicios la Diputación propondrá, con la


conformidad de los municipios afectados, al Ministerio de Hacienda y Administraciones
Públicas la forma de prestación, consistente en la prestación directa por la Diputación o
la implantación de fórmulas de gestión compartida a través de consorcios,
mancomunidades u otras fórmulas.

Para reducir los costes efectivos de los servicios el mencionado Ministerio decidirá
sobre la propuesta formulada que deberá contar con el informe preceptivo de la
Comunidad Autónoma si es la Administración que ejerce la tutela financiera.

Competencias delegadas (art. 27 LBRL).

El Estado y las Comunidades Autónomas, en el ejercicio de sus respectivas


competencias, podrán delegar en los Municipios el ejercicio de sus competencias.
La delegación habrá de mejorar la eficiencia de la gestión pública, contribuir a eliminar
duplicidades administrativas y ser acorde con la legislación de estabilidad
presupuestaria y sostenibilidad financiera.

La delegación deberá determinar el alcance, contenido, condiciones y duración de ésta,


que no podrá ser inferior a cinco años, así como el control de eficiencia que se reserve la
Administración delegante y los medios personales, materiales y económicos, que ésta
asigne sin que pueda suponer un mayor gasto de las Administraciones Públicas.

La delegación deberá acompañarse de una memoria económica donde se justifiquen los


principios a que se refiere el párrafo segundo de este apartado y se valore el impacto en
el gasto de las Administraciones Públicas afectadas sin que, en ningún caso, pueda
conllevar un mayor gasto de las mismas.

Con el objeto de evitar duplicidades administrativas, mejorar la transparencia de los


servicios públicos y el servicio a la ciudadanía y, en general, contribuir a los procesos
de racionalización administrativa, generando un ahorro neto de recursos, la
Administración del Estado y las de las Comunidades Autónomas podrán delegar,
siguiendo criterios homogéneos, entre otras, las siguientes competencias:

a)  Vigilancia y control de la contaminación ambiental.

b)  Protección del medio natural.

c)  Prestación de los servicios sociales, promoción de la igualdad de oportunidades y la


prevención de la violencia contra la mujer.

d)  Conservación o mantenimiento de centros sanitarios asistenciales de titularidad de la


Comunidad Autónoma.

e)  Creación, mantenimiento y gestión de las escuelas infantiles de educación de


titularidad pública de primer ciclo de educación infantil.

f)  Realización de actividades complementarias en los centros docentes.

g)  Gestión de instalaciones culturales de titularidad de la Comunidad Autónoma o del


Estado, con estricta sujeción al alcance y condiciones que derivan del artículo
149.1.28.a de la Constitución Española.

h)  Gestión de las instalaciones deportivas de titularidad de la Comunidad Autónoma o


del Estado, incluyendo las situadas en los centros docentes cuando se usen fuera del
horario lectivo.

i)  Inspección y sanción de establecimientos y actividades comerciales.

j)  Promoción y gestión turística.

k)  Comunicación, autorización, inspección y sanción de los espectáculos públicos.


l) Liquidación y recaudación de tributos propios de la Comunidad Autónoma o del
Estado.

m)  Inscripción de asociaciones, empresas o entidades en los registros administrativos


de la Comunidad Autónoma o de la Administración del Estado.

n)  Gestión de oficinas unificadas de información y tramitación administrativa.

o)  Cooperación con la Administración educativa a través de los centros asociados de la


Universidad Nacional de Educación a Distancia.

La efectividad de la delegación requerirá su aceptación por el Municipio interesado.

La delegación habrá de ir acompañada en todo caso de la correspondiente financiación,


para lo cual será necesaria la existencia de dotación presupuestaria adecuada y
suficiente en los presupuestos de la Administración delegante para cada ejercicio
económico, siendo nula sin dicha dotación.

El incumplimiento de las obligaciones financieras por parte de la Administración


autonómica delegante facultará a la Entidad Local delegada para compensarlas
automáticamente con otras obligaciones financieras que ésta tenga con aquélla.

2. La Provincia

2.1. Concepto y elementos.

Art. 141 CE y 31 LBRL.

La Provincia es una Entidad local determinada por la agrupación de Municipios, con


personalidad jurídica propia y plena capacidad para el cumplimiento de sus fines.

Son fines propios y específicos de la Provincia garantizar los principios de solidaridad y


equilibrio intermunicipales, en el marco de la política económica y social, y, en
particular:

a) Asegurar la prestación integral y adecuada en la totalidad del territorio provincial de


los servicios de competencia municipal.

b) Participar en la coordinación de la Administración local con la de la Comunidad


Autónoma y la del Estado.

El gobierno y la administración autónoma de la Provincia corresponden a la Diputación


u otras Corporaciones de carácter representativo.

La población provincial integra la de los propios municipios que la conforman.

Por su parte, la organización de la Provincia de régimen común se integra en las


Diputaciones provinciales, que cuentan con los siguientes órganos: El Pleno, el
Presidente, la Junta de Gobierno y los órganos correspondientes de apoyo.
2.2. La Administración Provincial.
Artículo 32 y 33 LBRL.
La organización provincial responde a las siguientes reglas:

1. El Presidente, los Vicepresidentes, la Junta de Gobierno y el Pleno existen en todas


las Diputaciones.

2. Asimismo, existirán en todas las Diputaciones órganos que tengan por objeto el
estudio, informe o consulta de los asuntos que han de ser sometidos a la decisión del
Pleno, así como el seguimiento de la gestión del Presidente, la Junta de Gobierno y los
Diputados que ostenten delegaciones, siempre que la respectiva legislación autonómica
no prevea una forma organizativa distinta en este ámbito y sin perjuicio de las
competencias de control que corresponden al Pleno.

Todos los grupos políticos integrantes de la corporación tendrán derecho a participar en


dichos órganos, mediante la presencia de Diputados pertenecientes a los mismos, en
proporción al número de Diputados que tengan en el Pleno.

3. El resto de los órganos complementarios de los anteriores se establece y regula por


las propias Diputaciones. No obstante las leyes de las comunidades autónomas sobre
régimen local podrán establecer una organización provincial complementaria de la
prevista en la LBRL.

2.3. El Presidente de la Diputación y la Comisión de Gobierno.

Artículo 34 y 35 LBRL.

De forma análoga y con el mismo carácter presidencialista con que está concebida la
figura del Alcalde, está el Presidente de la Diputación en el diseño de la Ley de Bases
de Régimen Local de 1985.

Su elección corresponde al Pleno, que lo debe elegir de entre sus miembros, por
mayoría absoluta en la primera votación o por mayoría simple en la segunda.

La destitución del Presidente de la Diputación se hace mediante una moción de censura


constructiva que se rige por las mismas reglas que las del Alcalde, o por la pérdida de la
cuestión de confianza vinculada a la no aprobación de los siguientes asuntos:

a)  Los presupuestos anuales.

b)  El Reglamento orgánico.

c)  El Plan provincial de cooperación a las obras y servicios de competencia municipal.

El nuevo Presidente se elegirá de acuerdo con el sistema previsto para los Alcaldes. El
paralelismo entre el Alcalde y el Presidente de la Diputación continúa en lo que atañe a
sus funciones y competencias, que están, como las de aquél, concebidas en base a ser el
Presidente ejecutivo de un órgano colegiado, de cuyo funcionamiento es responsable, y
que encarna la representación de la Provincia, además de ser el Jefe de su
Administración Provincial.
Sus funciones, de acuerdo con el artículo 34 de la LRBRL son: a) Dirigir el gobierno y
la administración de la provincia. b) Representar a la Diputación.

c) Convocar y presidir las sesiones del Pleno, salvo los supuestos previstos en la
presente Ley y en la legislación electoral general, de la Junta de Gobierno y cualquier
otro órgano de la Diputación, y decidir los empates con voto de calidad.

d)  Dirigir, inspeccionar e impulsar los servicios y obras cuya titularidad o ejercicio


corresponde a la Diputación Provincial.

e)  Asegurar la gestión de los servicios propios de la Comunidad Autónoma cuya


gestión ordinaria esté encomendada a la Diputación.

f)  El desarrollo de la gestión económica de acuerdo con el Presupuesto aprobado,


disponer gastos dentro de los límites de su competencia, concertar operaciones de
crédito, con exclusión de las contempladas en el art. 158.5 de la Ley 39/1988, de 28 de
diciembre, Reguladora de las Haciendas Locales, siempre que aquéllas estén previstas
en el Presupuesto y su importe acumulado dentro de cada ejercicio económico no supere
el 10 por 100 de sus recursos ordinarios, salvo las de tesorería que le corresponderán
cuando el importe acumulado de las operaciones vivas en cada momento no supere el 15
por 100 de los ingresos corrientes liquidados en el ejercicio anterior, ordenar pagos y
rendir cuentas; todo ello de conformidad con lo dispuesto en la Ley Reguladora de las
Haciendas Locales.

g)  Aprobar la oferta de empleo público de acuerdo con el Presupuesto y la plantilla


aprobados por el Pleno, aprobar las bases de las pruebas para la selección del personal y
para los concursos de provisión de puestos de trabajo y distribuir las retribuciones
complementarias que no sean fijas y periódicas.

h)  Desempeñar la jefatura superior de todo el personal, y acordar su nombramiento y


sanciones, incluida la separación del servicio de los funcionarios de la Corporación y el
despido del personal laboral, dando cuenta al Pleno en la primera sesión que celebre.
Esta atribución se entenderá sin perjuicio de lo previsto en el art. 99.1 y 3 de esta Ley.

i)  El ejercicio de las acciones judiciales y administrativas y la defensa de la Diputación


en las materias de su competencia, incluso cuando las hubiere delegado en otro órgano,
y, en caso de urgencia, en materias de la competencia del Pleno, en este último supuesto
dando cuenta al mismo en la primera sesión que celebre para su ratificación.

j)  La iniciativa para proponer al Pleno la declaración de lesividad en materia de la


competencia del Presidente.

k)  La aprobación de los proyectos de obras y de servicios cuando sea competente para
su contratación o concesión y estén previstos en el Presupuesto.

l)  Ordenar la publicación y ejecución y hacer cumplir los acuerdos de la Diputación.

m)  Las demás que expresamente les atribuyan las leyes.


n)  El ejercicio de aquellas otras atribuciones que la legislación del Estado o de las
Comunidades Autónomas asigne a la Diputación y no estén expresamente atribuidas a
otros órganos.

El Presidente puede delegar el ejercicio de sus atribuciones, salvo la de convocar y


presidir las sesiones del Pleno y de la Junta de Gobierno, decidir los empates con el voto
de calidad, concertar operaciones de crédito, la jefatura superior de todo el personal, la
separación del servicio de funcionarios y el despido del personal laboral, la dirección
del gobierno y la administración de la provincia, el ejercicio de las acciones judiciales y
la iniciativa para proponer al Pleno la declaración de lesividad

Corresponde, asimismo, al Presidente el nombramiento de los Vicepresidentes.

En cuanto a los vicepresidentes, decir que son nombrados por el Presidente y que,
obviamente, le sustituyen, por el orden de su nombramiento y en los casos de vacante,
ausencia o enfermedad. Son libremente designados por éste entre los miembros de la
Junta de Gobierno.

2.4. Competencias provinciales.

Artículo 36 y 37 LBRL.

Son competencias propias de la Diputación o entidad equivalente las que le atribuyan en


este concepto las leyes del Estado y de las Comunidades Autónomas en los diferentes
sectores de la acción pública y, en todo caso, las siguientes:

a)  La coordinación de los servicios municipales entre sí para la garantía de la prestación
integral y adecuada a que se refiere el apartado a) del número 2 del artículo 31.

b)  La asistencia y cooperación jurídica, económica y técnica a los Municipios,


especialmente los de menor capacidad económica y de gestión. En todo caso garantizará
en los municipios de menos de 1.000 habitantes la prestación de los servicios de
secretaría e intervención.

c)  La prestación de servicios públicos de carácter supramunicipal y, en su caso,


supracomarcal y el fomento o, en su caso, coordinación de la prestación unificada de
servicios de los municipios de su respectivo ámbito territorial. En particular, asumirá la
prestación de los servicios de tratamiento de residuos en los municipios de menos de
5.000 habitantes, y de prevención y extinción de incendios en los de menos de 20.000
habitantes, cuando éstos no procedan a su prestación.

d)  La cooperación en el fomento del desarrollo económico y social y en la planificación


en el territorio provincial, de acuerdo con las competencias de las demás
Administraciones Públicas en este ámbito.

e)  El ejercicio de funciones de coordinación en los casos previstos en el artículo 116


bis.
f)  Asistencia en la prestación de los servicios de gestión de la recaudación tributaria, en
periodo voluntario y ejecutivo, y de servicios de apoyo a la gestión financiera de los
municipios con población inferior a 20.000 habitantes.

g)  La prestación de los servicios de administración electrónica y la contratación


centralizada en los municipios con población inferior a 20.000 habitantes.

h)  El seguimiento de los costes efectivos de los servicios prestados por los municipios
de su provincia. Cuando la Diputación detecte que estos costes son superiores a los de
los servicios coordinados o prestados por ella, ofrecerá a los municipios su colaboración
para una gestión coordinada más eficiente de los servicios que permita reducir estos
costes.

i) La coordinación mediante convenio, con la Comunidad Autónoma respectiva, de la


prestación del servicio de mantenimiento y limpieza de los consultorios médicos en los
municipios con población inferior a 5000 habitantes.

Las Comunidades Autónomas podrán delegar competencias en las Diputaciones, así


como encomendar a éstas la gestión ordinaria de servicios propios en los términos
previstos en los Estatutos correspondientes. En este último supuesto las Diputaciones
actuarán con sujeción plena a las instrucciones generales y particulares de las
Comunidades.

El Estado podrá, asimismo, previa consulta e informe de la Comunidad Autónoma


interesada, delegar en las Diputaciones competencias de mera ejecución cuando el
ámbito provincial sea el más idóneo para la prestación de los correspondientes servicios.

2.5. Otras Entidades Locales. Artículo 3 y 42 y 43 LBRL.


1. Son entidades locales territoriales:

a) El Municipio.
b) La Provincia.
c) La Isla en los archipiélagos balear y canario.

2. Gozan, asimismo, de la condición de Entidades Locales:

a) Las Comarcas u otras entidades que agrupen varios Municipios, instituidas por las
Comunidades Autónomas de conformidad con esta Ley y los correspondientes Estatutos
de Autonomía.

Las Comunidades Autónomas, de acuerdo con lo dispuesto en sus respectivos Estatutos,


podrán crear en su territorio comarcas u otras Entidades que agrupen varios Municipios,
cuyas características determinen intereses comunes precisados de una gestión propia o
demanden la prestación de servicios de dicho ámbito.

La iniciativa para la creación de una comarca podrá partir de los propios Municipios
interesados. En cualquier caso, no podrá crearse la comarca si a ello se oponen
expresamente las dos quintas partes de los Municipios que debieran agruparse en ella,
siempre que, en este caso, tales Municipios representen al menos la mitad del censo
electoral del territorio correspondiente. Cuando la comarca deba agrupar a Municipios
de más de una Provincia, será necesario el informe favorable de las Diputaciones
Provinciales a cuyo ámbito territorial pertenezcan tales Municipios.

Las Leyes de las Comunidades Autónomas determinarán el ámbito territorial de las


comarcas, la composición y el funcionamiento de sus órganos de gobierno, que serán
representativos de los Ayuntamientos que agrupen, así como las competencias y
recursos económicos que, en todo caso, se les asignen.

La creación de las Comarcas no podrá suponer la pérdida por los Municipios de la


competencia para prestar los servicios enumerados en el artículo 26, ni privar a los
mismos de toda intervención en cada una de las materias enumeradas en el apartado 2
del artículo 25.

b) Las Áreas Metropolitanas.

Las Comunidades Autónomas, previa audiencia de la Administración del Estado y de


los Ayuntamientos y Diputaciones afectados, podrán crear, modificar y suprimir,
mediante Ley, áreas metropolitanas, de acuerdo con lo dispuesto en sus respectivos
Estatutos.

Las áreas metropolitanas son Entidades locales integradas por los Municipios de
grandes aglomeraciones urbanas entre cuyos núcleos de población existan vinculaciones
económicas y sociales que hagan necesaria la planificación conjunta y la coordinación
de determinados servicios y obras.

La legislación de la Comunidad Autónoma determinará los órganos de gobierno y


administración, en los que estarán representados todos los Municipio integrados en el
área; el régimen económico y de funcionamiento, que garantizará la participación de
todos los Municipios en la toma de decisiones y una justa distribución de las cargas
entre ellos; así como los servicios y obras de prestación o realización metropolitana y el
procedimiento para su ejecución.

c) Las Mancomunidades de Municipios.

Se reconoce a los municipios el derecho a asociarse con otros en mancomunidades para


la ejecución en común de obras y servicios determinados de su competencia.

Las mancomunidades tienen personalidad y capacidad jurídicas para el cumplimiento de


sus fines específicos y se rigen por sus Estatutos propios. Los Estatutos han de regular
el ámbito territorial de la entidad, su objeto y competencia, órganos de gobierno y
recursos, plazo de duración y cuantos otros extremos sean necesarios para su
funcionamiento. En todo caso, los órganos de gobierno serán representativos de los
ayuntamientos mancomunados.

El procedimiento de aprobación de los estatutos de las mancomunidades se determinará


por la legislación de las comunidades autónomas y se ajustará, en todo caso, a las
siguientes reglas:

a)  La elaboración corresponderá a los concejales de la totalidad de los municipios


promotores de la mancomunidad, constituidos en asamblea.
b)  La Diputación o Diputaciones provinciales interesadas emitirán informe sobre el
proyecto de estatutos.

c)  Los Plenos de todos los ayuntamientos aprueban los estatutos.

Se seguirá un procedimiento similar para la modificación o supresión de


mancomunidades. Podrán integrarse en la misma mancomunidad municipios
pertenecientes a distintas comunidades autónomas, siempre que lo permitan las
normativas de las comunidades autónomas afectadas.
TEMA 8: LA ADMINISTRACIÓN ESPECIALIZADA.
1. La administración institucional: marco normativo y clases de entes institucionales.

Por Administración institucional se entiende el conjunto de las numerosas


organizaciones de que se sirven los entes territoriales para cumplir concretas funciones
de servicio público o intervención administrativa.

Frente a la situación de autonomía y vocación de competencia general que asumen los


entes territoriales (Estado, Comunidades Autónomas, Corporaciones locales) las
características básicas de los entes institucionales son la especialidad de sus fines y la
dependencia de un ente territorial, lo que se hace compatible con la atribución de
personalidad jurídica independiente de éste. La Administración especializada
comprende dos tipos de entes: los entes institucionales de base institucional y los entes
de base corporativa.

Las relaciones entre la Administración matriz y la Entidad institucional comprenden tres


planos fundamentales:

a)  La relación de dependencia y dirección se traduce esencialmente en la necesaria


adscripción de todas las entidades institucionales a un órgano de la Administración
matriz: los Ministerios en la Administración central, las Consejerías en la Autonómica,
el Pleno en las corporaciones locales.

b)  En el ámbito interno de la Administración institucional, la relación de dependencia o


instrumentalidad se manifiesta, de un lado, en que la Entidad matriz, en virtud de las
normas de Derecho administrativo o privado, nombra y cesa a los titulares o miembros
de los órganos de gobierno de las Entidades institucionales. De otro lado, la
Administración matriz ejerce el control financiero de los Entes institucionales (a través
del control presupuestario o de la aprobación de planes o programas de actuación).

c)  Caso de extinción del Este, que decide también la entidad matriz, su aparato
organizativo y patrimonial retornan al seno de la Entidad matriz.

- Organización y composición del sector público estatal:

La Ley 40/2015 establece en su artículo 84.1 una nueva clasificación del sector público
institucional estatal para los organismos y entidades que se creen a partir de la entrada
en vigor de la Ley, más clara, ordenada y simple, pues quedan reducidos a los siguientes
tipos:

a)  Los Organismos públicos, que incluyen los organismos autónomos y las entidades
públicas empresariales;

b)  Las Autoridades administrativas independientes,

c)  Las Sociedades mercantiles estatales,

d)  Los Consorcios,
e)  Las Fundaciones del sector público,

f)  Los Fondos sin personalidad jurídica.

g)  Las Universidades públicas no transferidas.

Otra importante novedad es la obligatoriedad de inscribir la creación, transformación o


extinción de cualquier entidad integrante del sector público institucional en el nuevo
Inventario de Entidades del Sector Público Estatal, Autonómico y Local. Esta
inscripción será requisito necesario para obtener el número de identificación fiscal
definitivo de la Agencia Estatal de Administración Tributaria (artículo 82 Ley 40/2015).

Disposiciones generales: arts. 84 a 97 LRJSP.

Las entidades integrantes del sector público institucional estatal estarán sometidas al
control de eficacia y supervisión continua, sin perjuicio de lo establecido en el artículo
110 LRJSP.

Para ello, todas las entidades integrantes del sector público institucional estatal
contarán, en el momento de su creación, con un plan de actuación, que contendrá las
líneas estratégicas en torno a las cuales se desenvolverá la actividad de la entidad, que
se revisarán cada tres años, y que se completará con planes anuales que desarrollarán el
de creación para el ejercicio siguiente.

El control de eficacia será ejercido por el Departamento al que estén adscritos, a través
de las inspecciones de servicios, y tendrá por objeto evaluar el cumplimiento de los
objetivos propios de la actividad específica de la entidad y la adecuada utilización de los
recursos, de acuerdo con lo establecido en su plan de actuación y sus actualizaciones
anuales, sin perjuicio del control que de acuerdo con la Ley 47/2003, de 26 de
noviembre, se ejerza por la Intervención General de la Administración del Estado.

Todas las entidades integrantes del sector público institucional estatal están sujetas
desde su creación hasta su extinción a la supervisión continua del Ministerio de
Hacienda y Administraciones Públicas, a través de la Intervención General de la
Administración del Estado, que vigilará la concurrencia de los requisitos previstos en
esta Ley. En particular verificará, al menos, lo siguiente:

a)  La subsistencia de las circunstancias que justificaron su creación.

b)  Su sostenibilidad financiera.

c)  La concurrencia de la causa de disolución prevista en esta ley referida al


incumplimiento de los fines que justificaron su creación o que su subsistencia no resulte
el medio más idóneo para lograrlos. Las actuaciones de planificación, ejecución y
evaluación correspondientes a la supervisión continua se determinarán
reglamentariamente.

Las actuaciones de control de eficacia y supervisión continua tomarán en consideración:

a)  La información económico financiera disponible.


b)  El suministro de información por parte de los organismos públicos y entidades
sometidas al Sistema de control de eficacia y supervisión continúa.

c)  Las propuestas de las inspecciones de los servicios de los departamentos


ministeriales. Los resultados de la evaluación efectuada tanto por el Ministerio de
adscripción como por el Ministerio de Hacienda y Administraciones Públicas se
plasmarán en un informe sujeto a procedimiento contradictorio que, según las
conclusiones que se hayan obtenido, podrá contener recomendaciones de mejora o una
propuesta de transformación o supresión del organismo público o entidad.

Medio propio y servicio técnico.

Las entidades integrantes del sector público institucional podrán ser consideradas
medios propios y servicios técnicos de los poderes adjudicadores y del resto de entes y
sociedades que no tengan la consideración de poder adjudicador cuando cumplan las
condiciones y requisitos establecidos en la Ley de Contratos del Sector Público (Ley
9/2017, de 8 de noviembre, art. 32).

Tendrán la consideración de medio propio y servicio técnico cuando se acredite que,


además de disponer de medios suficientes e idóneos para realizar prestaciones en el
sector de actividad que se corresponda con su objeto social, de acuerdo con su norma o
acuerdo de creación, se dé alguna de las circunstancias siguientes (art. 86 LRJSP):

a) Sea una opción más eficiente que la contratación pública y resulta sostenible y eficaz,
aplicando criterios de rentabilidad económica.

b) Resulte necesario por razones de seguridad pública o de urgencia en la necesidad de


disponer de los bienes o servicios suministrados por el medio propio o servicio técnico.

Organismos públicos: arts. 88 a 108 LRJSP.

Son organismos públicos dependientes o vinculados a la Administración General del


Estado, bien directamente o bien a través de otro organismo público, los creados para la
realización de actividades administrativas, sean de fomento, prestación o de gestión de
servicios públicos o de producción de bienes de interés público susceptibles de
contraprestación; actividades de contenido económico reservadas a las
Administraciones Públicas; así como la supervisión o regulación de sectores
económicos, y cuyas características justifiquen su organización en régimen de
descentralización funcional o de independencia.

Los organismos públicos tienen personalidad jurídica pública diferenciada, patrimonio y


tesorería propios, así como autonomía de gestión, en los términos previstos en esta Ley.

Dentro de su esfera de competencia, les corresponden las potestades administrativas


precisas para el cumplimiento de sus fines, en los términos que prevean sus estatutos,
salvo la potestad expropiatoria.

Los estatutos podrán atribuir a los organismos públicos la potestad de ordenar aspectos
secundarios del funcionamiento para cumplir con los fines y el servicio encomendado,
en el marco y con el alcance establecido por las disposiciones que fijen el régimen
jurídico básico de dicho servicio.

Los actos y resoluciones dictados por los organismos públicos en el ejercicio de


potestades administrativas son susceptibles de los recursos administrativos previstos en
la Ley del Procedimiento Administrativo Común de las Administraciones Públicas.

Organismos Autónomos: arts. 98 a 102 LRJSP.

Los organismos autónomos son entidades de derecho público, con personalidad jurídica
propia, tesorería y patrimonio propios y autonomía en su gestión, que desarrollan
actividades propias de la Administración Pública, tanto en actividades de fomento,
prestacionales, de gestión de servicios públicos o de producción de bienes de interés
público, susceptibles de contraprestación, en calidad de organizaciones instrumentales
diferenciadas y dependientes de ésta.

Los organismos autónomos dependen de la Administración General del Estado a la que


corresponde su dirección estratégica, la evaluación de los resultados de su actividad y el
control de eficacia.

Con independencia de cuál sea su denominación, cuando un organismo público tenga la


naturaleza jurídica de organismo autónomo deberá figurar en su denominación la
indicación «organismo autónomo» o su abreviatura «O.A.».

Régimen jurídico.

Los organismos autónomos se regirán por lo dispuesto en la Ley 40/2015, en su ley de


creación, sus estatutos, la Ley de Procedimiento Administrativo Común de las
Administraciones Públicas, Ley 9/2017, de 8 de noviembre, de Contratos, la Ley
33/2003, de 3 de noviembre, de Patrimonio de las Administraciones Públicas, y el resto
de las normas de derecho administrativo general y especial que le sea de aplicación.

En defecto de norma administrativa, se aplicará el derecho común.

Régimen jurídico del personal y de contratación.

El personal al servicio de los organismos autónomos será funcionario o laboral, y se


regirá por lo previsto en la Ley 7/2007, de 12 de abril (estatuto básico del empleado
público), y demás normativa reguladora de los funcionarios públicos y por la normativa
laboral.

El nombramiento de los titulares de los órganos de los organismos autónomos se regirá


por las normas aplicables a la Administración General del Estado.

El titular del máximo órgano de dirección del organismo tendrá atribuidas, en materia
de gestión de recursos humanos, las facultades que le asigne la legislación específica. El
organismo autónomo estará obligado a aplicar las instrucciones sobre recursos humanos
dictadas por el Ministerio de Política Territorial y Función Pública y a comunicarle a
este departamento cuantos acuerdos o resoluciones adopte en aplicación del régimen
específico de personal establecido en su Ley de creación o en sus estatutos.
La contratación de los organismos autónomos se ajustará a lo dispuesto en la legislación
sobre contratación del sector público. El titular del máximo órgano de dirección del
organismo autónomo será el órgano de contratación.

Régimen económico-financiero y patrimonial.

Los organismos autónomos tendrán, para el cumplimiento de sus fines, un patrimonio


propio, distinto del de la Administración Pública, integrado por el conjunto de bienes y
derechos de los que sean titulares.

La gestión y administración de sus bienes y derechos propios, así como de aquellos del
Patrimonio de la Administración que se les adscriban para el cumplimiento de sus fines,
será ejercida de acuerdo con lo establecido para los organismos autónomos en la Ley
33/2003, de 3 de noviembre.

Entidades Públicas Empresariales: arts. 103 a 108 LRJSP.

Las entidades públicas empresariales son entidades de Derecho público, con


personalidad jurídica propia, patrimonio propio y autonomía en su gestión, que se
financian mayoritariamente con ingresos de mercado y que junto con el ejercicio de
potestades administrativas desarrollan actividades prestacionales, de gestión de
servicios o de producción de bienes de interés público, susceptibles de contraprestación.

Las entidades públicas empresariales dependen de la Administración General del Estado


o de un Organismo autónomo vinculado o dependiente de ésta, al que le corresponde la
dirección estratégica, la evaluación de los resultados de su actividad y el control de
eficacia.

Con independencia de cuál sea su denominación, cuando un organismo público tenga


naturaleza jurídica de entidad pública empresarial deberá figurar en su denominación la
indicación de «entidad pública empresarial» o su abreviatura «E.P.E».

Las potestades administrativas atribuidas a las entidades públicas empresariales sólo


pueden ser ejercidas por aquellos órganos de éstas a los que los estatutos se les asigne
expresamente esta facultad.

El personal de las entidades públicas empresariales se rige por el Derecho laboral, con
las especificaciones dispuestas en este artículo y las excepciones relativas a los
funcionarios públicos de la Administración General del Estado, quienes se regirán por
lo previsto en la Ley 7/2007, de 12 de abril (EBEP) y demás normativa reguladora de
los funcionarios públicos o por la normativa laboral.

La selección del personal laboral de estas entidades se realizará conforme a las


siguientes reglas:

a)  El personal directivo, que se determinará en los estatutos de la entidad, será


nombrado con arreglo a los criterios establecidos en el apartado 11 del artículo 55,
atendiendo a la experiencia en el desempeño de puestos de responsabilidad en la gestión
pública o privada.
b)  El resto del personal será seleccionado mediante convocatoria pública basada en los
principios de igualdad, mérito y capacidad.

Las entidades públicas empresariales tendrán, para el cumplimiento de sus fines, un


patrimonio propio, distinto del de la Administración Pública, integrado por el conjunto
de bienes y derechos de los que sean titulares. La gestión y administración de sus bienes
y derechos propios, así como de aquellos del Patrimonio de la Administración que se les
adscriban para el cumplimiento de sus fines, será ejercida de acuerdo con lo previsto en
la Ley 33/2003, de 3 de noviembre.

Las entidades públicas empresariales podrán financiarse con los ingresos que se deriven
de sus operaciones, obtenidos como contraprestación de sus actividades comerciales, y
con los recursos económicos que provengan de las siguientes fuentes:

a)  Los bienes y valores que constituyen su patrimonio.

b)  Los productos y rentas de dicho patrimonio y cualquier otro recurso que pudiera
serle atribuido.

Autoridades administrativas independientes del ámbito estatal: arts. 109 y 110


LRJSP.

Son autoridades administrativas independientes de ámbito estatal las entidades de


derecho público que, vinculadas a la Administración General del Estado y con
personalidad jurídica propia, tienen atribuidas funciones de regulación o supervisión de
carácter externo sobre sectores económicos o actividades determinadas, por requerir su
desempeño de independencia funcional o una especial autonomía respecto de la
Administración General del Estado, lo que deberá determinarse en una norma con rango
de Ley.

Las autoridades administrativas independientes actuarán, en el desarrollo de su


actividad y para el cumplimiento de sus fines, con independencia de cualquier interés
empresarial o comercial.

Con independencia de cuál sea su denominación, cuando una entidad tenga la naturaleza
jurídica de autoridad administrativa independiente deberá figurar en su denominación la
indicación «autoridad administrativa independiente» o su abreviatura «A.A.I.».

Régimen jurídico.

Las autoridades administrativas independientes se regirán por su Ley de creación, sus


estatutos y la legislación especial de los sectores económicos sometidos a su supervisión
y, supletoriamente y en cuanto sea compatible con su naturaleza y autonomía, por lo
dispuesto en la Ley 40/2015, en particular lo dispuesto para organismos autónomos, la
Ley del Procedimiento Administrativo Común de las Administraciones Públicas, la Ley
47/2003, de 26 de noviembre, General Presupuestaria, Ley 9/2017, de 8 de noviembre,
de Contratos del Sector Público, la Ley 33/2003, de 3 de noviembre (Patrimonio
administraciones públicas), así como el resto de las normas de derecho administrativo
general y especial que le sea de aplicación. En defecto de norma administrativa, se
aplicará el derecho común.
Sociedades mercantiles estatales: arts. 111 a 117 LRJSP.

Se entiende por sociedad mercantil estatal aquella sociedad mercantil sobre la que se
ejerce control estatal:

a) Bien porque la participación directa, en su capital social de la Administración


General del Estado o alguna de las entidades que, conforme a lo dispuesto en el artículo
84 LRJSP, integran el sector público institucional estatal, incluidas las sociedades
mercantiles estatales, sea superior al 50 por 100. Para la determinación de este
porcentaje, se sumarán las participaciones correspondientes a la Administración General
del Estado y a todas las entidades integradas en el sector público institucional estatal, en
el caso de que en el capital social participen varias de ellas.

b) Bien porque la sociedad mercantil se encuentre en el supuesto previsto en el artículo


4 del Texto Refundido de la Ley del Mercado de Valores, aprobado por Real Decreto
Legislativo 4/2015, de 23 de octubre, respecto de la Administración General del Estado
o de sus organismos públicos vinculados o dependientes.

En la denominación de las sociedades mercantiles que tengan la condición de estatales


deberá figurar necesariamente la indicación «sociedad mercantil estatal» o su
abreviatura «S.M.E.».

La creación de una sociedad mercantil estatal o la adquisición de este carácter de forma


sobrevenida será autorizada mediante acuerdo del Consejo de Ministros que deberá ser
acompañado de una propuesta de estatutos y de un plan de actuación que contendrá, al
menos:

a)  Las razones que justifican la creación de la sociedad por no poder asumir esas
funciones otra entidad ya existente, así como la inexistencia de duplicidades. A estos
efectos, deberá dejarse constancia del análisis realizado sobre la existencia de órganos o
entidades que desarrollan actividades análogas sobre el mismo territorio y población y
las razones por las que la creación de la nueva sociedad no entraña duplicidad con
entidades existentes.

b)  Un análisis que justifique que la forma jurídica propuesta resulta más eficiente frente
a la creación de un organismo público u otras alternativas de organización que se hayan
descartado.

c)  Los objetivos anuales y los indicadores para medirlos.

Al acuerdo de creación de la sociedad mercantil estatal se acompañará un informe


preceptivo favorable del Ministerio de Hacienda y Administraciones Públicas o la
Intervención General de la Administración del Estado, según se determine
reglamentariamente, que valorará el cumplimiento de lo previsto en este artículo.

Al autorizar la constitución de una sociedad mercantil estatal con forma de sociedad


anónima, de acuerdo con lo previsto en el artículo 166.2 de la Ley 33/2003, de 3 de
noviembre, el Consejo de Ministros podrá atribuir a un Ministerio, cuyas competencias
guarden una relación específica con el objeto social de la sociedad, la tutela funcional
de la misma.
En ausencia de esta atribución expresa corresponderá íntegramente al Ministerio de
Hacienda y Administraciones Públicas el ejercicio de las facultades que la Ley de
Régimen Jurídico y la Ley 33/2003, de 3 de noviembre, de Patrimonio de las
Administraciones Públicas, otorgan para la supervisión de la actividad de la sociedad.

Las sociedades mercantiles estatales elaborarán anualmente un presupuesto de


explotación y capital y un plan de actuación que forma parte del Programa Plurianual,
que se integrarán con el Presupuesto General del Estado. El Programa contendrá la
revisión trienal del plan de creación a que se refiere el artículo 85.

Las sociedades mercantiles estatales formularán y rendirán sus cuentas de acuerdo con
los principios y normas de contabilidad recogidos en el Código de Comercio y el Plan
General de Contabilidad y disposiciones que lo desarrollan.

Sin perjuicio de las competencias atribuidas al Tribunal de Cuentas, la gestión


económico-financiera de las sociedades mercantiles estatales estará sometida al control
de la Intervención General de la Administración del Estado.

El personal de las sociedades mercantiles estatales, incluido el que tenga condición de


directivo, se regirá por el Derecho laboral, así como por las normas que le sean de
aplicación en función de su adscripción al sector público estatal, incluyendo siempre
entre las mismas la normativa presupuestaria, especialmente lo que se establezca en las
Leyes de Presupuestos Generales del Estado.

Consorcios: arts. 118 a 127 LRJSP.

Los consorcios son entidades de derecho público, con personalidad jurídica propia y
diferenciada, creadas por varias Administraciones Públicas o entidades integrantes del
sector público institucional, entre sí o con participación de entidades privadas, para el
desarrollo de actividades de interés común a todas ellas dentro del ámbito de sus
competencias.

Los consorcios podrán realizar actividades de fomento, prestacionales o de gestión


común de servicios públicos y cuantas otras estén previstas en las leyes.

Los consorcios podrán utilizarse para la gestión de los servicios públicos, en el marco
de los convenios de cooperación transfronteriza en que participen las Administraciones
españolas, y de acuerdo con las previsiones de los convenios internacionales ratificados
por España en la materia.

Los consorcios se regirán por lo establecido en esta Ley, en la normativa autonómica de


desarrollo y sus estatutos.

En lo no previsto en esta Ley, en la normativa autonómica aplicable, ni en sus Estatutos


sobre el régimen del derecho de separación, disolución, liquidación y extinción, se
estará a lo previsto en el Código Civil sobre la sociedad civil, salvo el régimen de
liquidación, que se someterá a lo dispuesto en el artículo 97, y en su defecto, el Real
Decreto Legislativo 1/2010, de 2 de julio (Ley de Sociedades de Capital). Las normas
establecidas en la Ley 7/1985, de 2 de abril, reguladora de las bases del régimen local, y
en la Ley 27/2013, de 21 de diciembre, de racionalización y sostenibilidad de la
Administración Local sobre los Consorcios locales tendrán carácter supletorio respecto
a lo dispuesto en la Ley de Régimen Jurídico.

Los consorcios se crearán mediante convenio suscrito por las Administraciones,


organismos públicos o entidades participantes.

En los consorcios en los que participe la Administración General del Estado o sus
organismos públicos y entidades vinculados o dependientes se requerirá:

a)  Que su creación se autorice por ley.

b)  El convenio de creación precisará de autorización previa del Consejo de Ministros.


La competencia para la suscripción del convenio no podrá ser objeto de delegación, y
corresponderá al titular del departamento ministerial participante, y en el ámbito de los
organismos autónomos, al titular del máximo órgano de dirección del organismo, previo
informe del Ministerio del que dependa o al que esté vinculado.

c)  Del convenio formarán parte los estatutos, un plan de actuación, de conformidad con
lo previsto en el artículo 92, y una proyección presupuestaria trienal, además del
informe preceptivo favorable del Ministerio de Hacienda y Administraciones Públicas.
El convenio suscrito junto con los estatutos, así como sus modificaciones, serán objeto
de publicación en el «Boletín Oficial del Estado».

Los estatutos de cada consorcio determinarán la Administración Pública a la que estará


adscrito, así como su régimen orgánico, funcional y financiero de acuerdo con lo
previsto en esta Ley, y, al menos, los siguientes aspectos:

a)  Sede, objeto, fines y funciones.

b)  Identificación de participantes en el consorcio, así como las aportaciones de sus


miembros. A estos efectos, en aplicación del principio de responsabilidad previsto en el
artículo 8 de la Ley Orgánica 2/2012, de 27 de abril (de Estabilidad Presupuestaria y
Sostenibilidad Financiera), los estatutos incluirán cláusulas que limiten las actividades
del consorcio si las entidades consorciadas incumplieran los compromisos de
financiación o de cualquier otro tipo, así como fórmulas tendentes al aseguramiento de
las cantidades comprometidas por las entidades consorciadas con carácter previo a la
realización de las actividades presupuestadas.

c)  Órganos de gobierno y administración, así como su composición y funcionamiento,


con indicación expresa del régimen de adopción de acuerdos. Podrán incluirse cláusulas
que contemplen la suspensión temporal del derecho de voto o a la participación en la
formación de los acuerdos cuando las Administraciones o entidades consorciadas
incumplan manifiestamente sus obligaciones para con el consorcio, especialmente en lo
que se refiere a los compromisos de financiación de las actividades del mismo.

d) Causas de disolución.

- Fundaciones: arts. 128 a 136 LRJSP.


Son fundaciones del sector público estatal las realizadas, sin ánimo de lucro, para el
cumplimiento de los fines de interés general, con independencia de que el servicio se
preste de forma gratuita o con contraprestación.

Para la financiación de las actividades y el mantenimiento de la fundación, debe haberse


previsto la posibilidad de que en su patrimonio pueda existir aportación del sector
privado de forma no mayoritaria.

Los estatutos determinarán la Administración pública a la que esté adscrita. Quedará


adscrita a la Administración que, en cada ejercicio presupuestario:

-  Disponga de mayoría de Patronos.

-  Tenga facultades para nombrar o destituir a la mayoría de los órganos directivos,


personal directivo, miembros del Patronato.

-  Ostente el mayor porcentaje de participación en el fondo patrimonial.

Su régimen jurídico lo constituye la Ley 40/2015, la Ley de Fundaciones, la legislación


autonómica aplicable y el ordenamiento jurídico privado.

Respecto su régimen de contratación, en el caso de las fundaciones estatales, rige el


Texto Refundido de la Ley de Contratos del Sector Público.

Su régimen presupuestario, económico-financiero, de contabilidad y control, se controla


por la Intervención General de la Administración del Estado.

Su régimen de personal se rige por el Derecho laboral.


- Fondos carentes de personalidad jurídica: arts. 137 y 138 LRJSP.

Su creación se realizará por Ley, que determinará expresamente su adscripción a la


Administración General del Estado.

Respecto de su régimen jurídico, se regirán por lo dispuesto en la Ley 40/2015, en su


norma de creación y el resto de las normas de derecho administrativo general y especial
que le sea de aplicación.

Están sujetos al régimen de presupuestación, contabilidad y control previsto en la Ley


General Presupuestaria.

2. LA ADMINISTRACIÓN INSTITUCIONAL EN LAS COMUNIDADES


AUTÓNOMAS.

Algunos Estatutos de Autonomía aluden, directa o indirectamente, a los Entes


Institucionales, las CCAA están capacitadas para su creación en base a su propia
potestad organizatoria, connatural con los principios de autonomía y de
autoorganización administrativa. La regulación de la Administración institucional
autonómica se ha producido, aparte de las leyes singulares que las crean o aprueban sus
estatutos, en las leyes relativas a Hacienda, finanzas o patrimonio, o bien mediante
regulaciones generales imitadoras de la estatal.
En términos generales, las regulaciones dictadas por las CCAA son bastante
coincidentes y mantienen el patrón estatal, por lo que, para su estudio individualizado,
resulta necesario el previo estudio de la regulación estatal, máxime porque la
competencia para la regulación de las bases de las Administraciones Públicas resulta de
competencia estatal, a tenor de lo establecido en el artículo 149.1.18 de la Constitución,
lo que comprende tanto a las Administraciones públicas territoriales, como a las
institucionales y corporativas de base privada, según ha puesto de manifiesto el TC
(sentencias 4/1981, de 2 de febrero; 32/81, de 28 de junio; 76/1983, de 5 de agosto y
132/1989, de 18 de julio)

3. LA ADMINISTRACIÓN CORPORATIVA.

La Administración corporativa de base privada representa una opción política de


organización social que implica, esencialmente, el reconocimiento de la capacidad de
ciertos sectores sociales para autoorganizarse, representar sus intereses ante los poderes
públicos y desempeñar las funciones públicas de ordenación del sector más
directamente vinculadas a la actividad que le es propia.

Las Corporaciones no territoriales -o Entes públicos asociativos- son entidades de


derecho público con personalidad jurídica propia de base corporativa, es decir, están
formadas por regla general mediante adscripción forzosa por personas que realizan una
determinada actividad económica o profesional. De manera que, sin perjuicio de que se
encarguen de la defensa y gestión de intereses privativos de sus miembros, les son
encomendadas, además, funciones de defensa y promoción de intereses de carácter
general.

Forman parte de la administración corporativa, las Cámaras Oficiales de Comercio,


Industria Servicios y Navegación, los Colegios Profesionales, Cámaras Agrarias,
Cofradías de Pescadores.

La CE no ha considerado de forma expresa a la Administración corporativa de base


privado en su conjunto, aunque sí la representativa de los intereses profesionales. De tal
forma, impone genéricamente a todas las Entidades representativas de intereses
económicos, de naturaleza asociativa o corporativa, imponiendo su regulación por ley y
condicionando que su estructura interna y su funcionamiento han de ser democráticos.

El artículo 52 CE dispone (en referencia a las Cámaras): “La ley regulará las
organizaciones profesionales que contribuyan a la defensa de los intereses económicos
que les sean propios. Su estructura interna y funcionamiento deberán ser
democráticos”.

La Ley 4/2014 de 1 de abril, básica de las Cámaras de Comercio, Industria, Servicios y


Navegación, define a éstas como corporaciones de derecho público con personalidad
jurídica y plena capacidad de obrar para el cumplimiento de sus fines, que se configuran
como órganos consultivos y de colaboración con las Administraciones Públicas, sin
menoscabo de los intereses privados que persiguen.

Las Cámaras Oficiales de Comercio, Industria, Servicios y Navegación tienen como


finalidad la representación, promoción y defensa de los intereses generales del
comercio, la industria, los servicios y la navegación, así como la prestación de servicios
a las empresas que ejerzan las indicadas actividades.

Asimismo, ejercerán las competencias de carácter público que les atribuye esta Ley y
las que les puedan ser asignadas por las Administraciones Públicas con arreglo a los
instrumentos que establece el ordenamiento jurídico.

Las actividades a desarrollar por las Cámaras Oficiales de Comercio, Industria,


Servicios y Navegación para el logro de sus fines se llevarán a cabo sin perjuicio de la
libertad sindical y de asociación empresarial, de las facultades de representación de los
intereses de los empresarios que asuman este tipo de asociaciones y de las actuaciones
de otras organizaciones sociales que legalmente se constituya.

A diferencia de los Entes locales -conjunto de todos los habitantes de una


circunscripción territorial determinada- o los Entes institucionales - conjunto de medios
personales y materiales afectados a un servicio público concreto-, las Corporaciones son
un grupo humano definido en función de una comunidad de intereses o por el ejercicio
de una determinada actividad.

De otra parte, la Administración corporativa constituye un fenómeno de auténtica y


verdadera descentralización, ya que el Estado, a pesar de crear estas organizaciones, no
manda sobre ellas, ni dirige su actividad a través del nombramiento y cese de sus
directivos, como en los Establecimientos públicos y Organismos autónomos, sino que
las Corporaciones públicas se gobiernan a través de representantes elegidos por sus
miembros.

Aparte de esta autogestión, tiene una ventaja adicional porque las Corporaciones no
gravan el presupuesto del Estado porque su sostenimiento corre a cargo, normalmente,
de las cuotas u otras aportaciones de los miembros de éstas y los titulares de sus órganos
gestores no perciben por ello emolumentos.

Ahora bien, junto a las Corporaciones encontramos otro tipo de entidades - asociaciones
privadas, sindicatos- que también tienen encomendada la defensa y promoción de
determinados colectivos.

Las diferencias más notables son:

a)  En primer lugar, por el origen público de su constitución en el caso de las


Corporaciones.

b)  En segundo lugar, por la obligatoriedad indirecta de la integración de sus miembros,


dato esencial y necesario para su transferencia al Derecho público no se impone
forzosamente, pero se presenta como requisito sine qua non para el ejercicio de una
determinada profesión o actividad o para ostentar la titularidad de un derecho.

c)  En tercer lugar, tiene un carácter monopolístico, ya que no cabe más que una sola y
única organización corporativa para operar con determinadas finalidades y sobre un
mismo colectivo.
Así pues, las Corporaciones disponen de elementos de Derecho público tales como la
asignación de fines públicos, su creación por acto de poder, la obligatoriedad de la
pertenencia de los miembros y la organización monopolística- y, además, de la
subsistencia de elementos privados -como la defensa de intereses privados de sus
miembros y el sostenimiento económico a cargo de éstos sin financiación pública. Por
tanto, se les dota de un régimen jurídico mixto.

Sus fines institucionales y el funcionamiento de su estructura orgánica se somete al


Derecho público y a la Jurisdicción Contencioso-administrativa, con sus privilegios y
servidumbres; pero, ese sometimiento al Derecho público no alcanza a la actividad
medial, a la logística o intendencia del organismo; y, de aquí que ni los empleados sean
funcionarios públicos, ni sus contratos, administrativos, ni sus bienes se consideren de
dominio público, ni se apliquen las reglas de la contabilidad pública, ni los controles
sean los previstos en la legislación presupuestaria que ejercen la Intervención del Estado
y el Tribunal de Cuentas.

La competencia legislativa para la regulación de las Corporaciones de Derecho público


de base privada, tanto profesionales como representativas de intereses económicos no se
regula específicamente en la CE, aunque el TC ha realizado una interpretación extensiva
de lo dispuesto en el artículo 149.1.18 CE, en cuanto atribuye al Estado la competencia
exclusiva para la regulación de las bases del Régimen jurídico de las Administraciones
Públicas.

Como notas esenciales de las Corporaciones, podemos señalar:

-  Están constituidas por un grupo definido de personas, sus miembros. La condición de


miembro se adquiere obligatoriamente por imposición de la Ley, en base a
circunstancias objetivas que concurren en dichas personas, como el ejercicio de una
actividad o la titularidad de ciertos bienes o derechos.

-  Se rigen por el principio de autonomía, que se traduce en la potestad de


autoorganización, autonormación y autarquía (capacidad de gobierno y administración
de sus propios intereses).

-  Reconocimiento por el ordenamiento jurídico de una esfera de intereses propios, cuya


representación, defensa y administración tiene encomendada la Corporación, intereses
que son comunes a sus miembros y tienen naturaleza total o parcialmente pública.

-  El régimen económico se nutre esencialmente de ingresos de sus propios miembros,


cuya exacción es obligatoria y su naturaleza tributaria.

El ordenamiento jurídico establece esta clase de Corporaciones de derecho público y


base privada con el doble objetivo de imponer su existencia obligatoria, para garantizar
el cumplimiento de los fines públicos que se le atribuyen, y con el fin de evitar la
proliferación de organizaciones para idénticos fines, que podría resultar del libre juego
del derecho de asociación por los interesados, en menoscabo de la unidad de la
representación del sector.

A los intereses comunes de sus miembros de carácter estrictamente privado se


sobreponen otros de naturaleza pública (ordenación del sector, colaboración con la
Administración), cuya gestión se atribuye a estas Corporaciones. De tal forma, el
ámbito de intereses propios de estas Corporaciones tiene naturaleza mixta.

Vgr.- Cámaras de Comercio, Industria, Servicios y Navegación; Cofradías de


pescadores; Comunidades de Usuarios de Aguas, Cámaras Agrarias y Colegios
Profesionales, que estudiaremos a continuación.

4. ESPECIAL REFERENCIA A LOS COLEGIOS PROFESIONALES.

Ver art. 36 CE.

Se regulan por la Ley 2/1974, de 13 de febrero.

El artículo 36 de la Constitución Española, refiriéndose a los Colegios Profesionales


dispone: “La ley regulará las peculiaridades propias del régimen jurídico de los
Colegios Profesionales y el ejercicio de las profesiones tituladas. La estructura interna
y el funcionamiento de los Colegios deberán ser democráticos”.

Por su parte, la Ley 2/1974, de 13 de febrero, sobre Colegios Profesionales, define a los
mismos como Corporaciones de derecho público, amparadas por la Ley y reconocidas
por el Estado, con personalidad jurídica propia y plena capacidad para el cumplimiento
de sus fines. Son fines esenciales de estas Corporaciones la ordenación del ejercicio de
las profesiones, la representación institucional exclusiva de las mismas cuando estén
sujetas a colegiación obligatoria, la defensa de los intereses profesionales de los
colegiados y la protección de los intereses de los consumidores y usuarios de los
servicios de sus colegiados, todo ello sin perjuicio de la competencia de la
Administración Pública por razón de la relación funcionarial.

En cuanto Corporaciones, tienen las notas anteriormente señaladas, y ejercen dos tipos
de funciones básicas: la representación de los intereses de la profesión y funciones de
interés particular para sus miembros, y funciones de interés general (información,
consulta y colaboración con la Administración y las que ésta pudiera encomendarles), y
a título propio, la de ordenación del ejercicio de la profesión.
TEMA 9: LA ADMINISTRACIÓN CONSULTIVA Y DE
CONTROL.
1. EL CONSEJO DE ESTADO

La Constitución de 1978 contiene un único artículo dedicado al Consejo de Estado, el


107, que dispone: “el Consejo de Estado es el supremo órgano consultivo del Gobierno.
Una ley Orgánica regulará su composición y Competencia”.

Está desarrollado normativamente por la Ley Orgánica 3/1980, de 22 de abril, y su


Reglamento orgánico, aprobado por Real Decreto 1674/1980, de 18 de julio

En atención a dichas normas, está constituido por:

a)  El Presidente del Consejo de Estado, que será nombrado libremente por Real
Decreto acordado en Consejo de Ministros y refrendado por su Presidente, entre juristas
de reconocido prestigio y experiencia en asuntos de Estado.

b)  Los Consejeros Permanentes, que constituyen el elemento estable y profesional del


Consejo. Para garantizar su estabilidad son nombrados por Real Decreto sin límite de
tiempo, y para garantizar su profesionalidad, se les elegirá entre personas que hayan
desempeñado puestos como: Ministro, Presidente de Comunidad Autónoma, Consejero
de Estado, letrado Mayor del Consejo de Estado, Académico de número de las Reales
Academias, Profesor numerario de disciplinas jurídicas, económicas o sociales en
Facultad Universitaria, con quince años de ejercicio, Oficial general de los Cuerpos
Jurídicos de las Fuerzas Armadas o Funcionarios del Estado con quince años de
servicios al menos en Cuerpos o Escalas para cuyo ingreso se exija título universitario,
entre otras.

c)  Los Consejeros Natos, que son: El Director de la Real Academia Española y los
Presidentes de las Reales Academias de Ciencias Morales y Políticas y de
Jurisprudencia y Legislación, el Presidente del Consejo Económico y Social, el Fiscal
General del Estado, el Jefe del Estado Mayor de la Defensa, el Presidente del Consejo
General de la Abogacía, el Presidente de la Comisión General de Codificación, el
Abogado General del Estado, el Director del Centro de Estudios Políticos y
Constitucionales y el Gobernador del Banco de España. Estos consejeros lo son
mientras ostenten el cargo que haya determinado su nombramiento. Las personas que
hayan ostentado el cargo de presidente del Gobierno son consejeros natos, pero con
carácter vitalicio, pudiendo incorporarse al Consejo en cualquier momento.

d) Los Consejeros electivos, que serán nombrados por Real Decreto, por un período de
cuatro años, entre quienes hayan desempeñado cualquiera de los siguientes cargos:
Diputado o Senador de las Cortes Generales, Magistrado del Tribunal Constitucional,
Juez o Abogado General del Tribunal de Justicia de la Unión Europea, Defensor del
Pueblo, Presidente o Vocal del Consejo General del Poder Judicial, Ministro o
Secretario de Estado, Presidente del Tribunal de Cuentas, Jefe del Estado Mayor de la
Defensa, Presidente o miembro del Consejo Ejecutivo de Comunidad Autónoma,
Embajador procedente de la carrera diplomática, Alcalde de capital de provincia,
Presidente de Diputación Provincial, de Mancomunidad Interinsular, de Cabildo Insular
o de Consejo Insular, Rector de Universidad.

Los Consejeros permanentes, y los electivos durante el período de su mandato, sólo


podrán cesar en su condición por renuncia o por causa de delito, incapacidad
permanente o incumplimiento de su función, apreciada en Real Decreto acordado en
Consejo de Ministros, previa audiencia del interesado e informe favorable del Consejo
de Estado en Pleno.

Junto al Pleno y la Comisión Permanente, integrada por el Presidente del Consejo y los
Consejeros Permanentes, está la Comisión de Estudios, cuyo presidente es también el
del Consejo y está integrada por dos Consejeros Permanentes designados por el Pleno a
propuesta de su Presidente, y el Secretario General.

El Consejo de Estado está asistido por un Cuerpo de Letrados. La categoría superior de


éstos son los Letrados Mayores, entre éstos se nombra al Secretario General del
Consejo. Las unidades operativas del Consejo son las Secciones en número diez,
presididas por un Consejero Permanente.

En cuanto a las competencias del Consejo de Estado este debe ser consultado, ya sea en
Pleno o en Comisión Permanente, en los casos previstos en los artículos 21 y 22 de la
Ley Orgánica 3/80 (anteproyectos de reforma constitucional, anteproyectos de leyes,
proyectos de decretos legislativos, revisión de oficio de los actos administrativos,
nulidad, interpretación, y resolución de contratos administrativos, reclamaciones en
concepto de indemnización de daños y perjuicios que se formulen ante la
Administración del Estado, concesión de monopolios y servicios públicos
monopolizados etc.).

El Consejo de Estado puede, igualmente, elevar al Gobierno las propuestas que juzgue
oportunas acerca de cualquier asunto que la práctica y experiencia de sus funciones le
sugieran.

La Comisión de Estudios (artículo 23 LO 3/1980) ordena, dirige y supervisa la


realización de los estudios, informes o memorias encargados por el Gobierno y, una vez
concluidos, emite juicio acerca de su suficiencia y adecuación al encargo recibido.
Asimismo, elabora las propuestas legislativas o de reforma constitucional que el
Gobierno encomiende al Consejo de Estado. Para la elaboración de estudios, informes y
propuestas puede llegar a acuerdos de colaboración con el Centro de Estudios Políticos
y Constitucionales.

En cuanto a los dictámenes, no son vinculantes, salvo que la ley disponga lo contrario.

La carga formal, que afecta a todas las disposiciones y resoluciones formadas por el
Consejo, consiste en que, en los casos de disentimiento, el órgano que ha solicitado la
consulta debe hacer constar en la resolución que ésta se adopta “oído el Consejo de
Estado”, o por el contrario si hay asentimiento se dirá “de acuerdo con el Consejo de
Estado”.
Sin embargo, el dictamen será preceptivo para las Comunidades Autónomas que
carezcan de órgano consultivo propio en los mismos casos previstos por la Ley para el
Estado, cuando hayan asumido las competencias correspondientes.

Tras la última reforma de su Ley Orgánica, el Consejo de Estado se ha configurado


como el órgano supremo consultivo únicamente del Gobierno del Estado (art. 21 y 22).
El Tribunal Constitucional, en STC 204/1992, señaló que cuando una ley exige el
dictamen previo del Consejo de Estado, éste puede ser sustituido por el dictamen de
órganos similares, en virtud de sus competencias de autoorganización, siempre y cuando
hayan decidido crear las Comunidades Autónomas sustituyendo así el dictamen del
Consejo de Estado por el de su propio órgano creado. Lo dice así: “[...] siempre que
aseguren su independencia, objetividad y rigurosa cualificación técnica [...] y que la
intervención del órgano consultivo autonómico excluye la del Consejo de Estado, salvo
que la Constitución, los Estatutos de Autonomía, o la Ley Autonómica establezcan lo
contrario para supuestos determinados”.

2. LOS CONSEJOS ECONÓMICOS.

La paulatina reducción de la función consultiva del Consejo de Estado a los aspectos


jurídicos, juntamente con el aumento creciente de las esferas de intervención de la
Administración y la complejidad de las nuevas tareas, ha originado la creación de otros
órganos consultivos de carácter especializado.

Los Consejos económicos y sociales responden a ideas corporativas y a la necesidad de


dar audiencia y participación en las tareas de Estado a los diversos grupos
representativos de intereses económicos y sociales que, como tales, no tienen acceso a
los órganos legislativos, ni a los de la Administración de carácter electivo.

La Constitución Española prevé la existencia de un Consejo para recabar el


asesoramiento y colaboración de los sindicatos y organizaciones profesionales,
empresariales y económicas (art. 131). El Consejo Económico y Social del Estado está
regulado por la Ley 21/1991 de 17 de junio y está integrado por un total de 61
miembros representativos de distintos colectivos: Organizaciones sindicales;
Organizaciones empresariales, sector agrario, sector marítimo-pesquero, consumidores
y usuarios y sector de la economía social.

Todas las Comunidades Autónomas se han dotado de un consejo económico y social


propio, si bien en los últimos años y como consecuencia de la imperiosa necesidad de
aligerar la carga de los presupuestos, algunas Comunidades Autónomas han prescindido
de ellos (Castilla-la Mancha, Madrid, Baleares)

3. EL TRIBUNAL DE CUENTAS

El artículo 136 CE establece que: “El Tribunal de Cuentas es el supremo órgano


fiscalizador de las cuentas y de la gestión económica del Estado, así como del sector
público. Dependerá directamente de las Cortes Generales y ejercerá sus funciones por
delegación de ellas en el examen y comprobación de la cuenta general del Estado”.

Además, el Tribunal de Cuentas, “sin perjuicio de su propia jurisdicción, remitirá a las


Cortes Generales un informe anual en el que, cuando proceda, comunicará las
infracciones o responsabilidades en que, a su juicio, se hubiere incurrido”. Se regula
por la Ley 2/1982 de 12 de mayo.

El control del funcionamiento de la Administración se ejerce de forma externa por el


Parlamento y el Defensor del Pueblo, por los Tribunales de Justicia y por el Tribunal de
Cuentas. Además, la Administración dispone de órganos propios que ejercen un control
interno, desde el propio seno de su organización.

El órgano de control interno de la Administración es la Intervención General


dependiente del Ministerio de Hacienda y que verifica que el gasto ordenado está dentro
de las partidas presupuestarias de que puede disponer la autoridad ordenadora del gasto
y posteriormente controla la fase material del pago.

Una vez realizada la actividad administrativa, su control externo corresponde al


Tribunal de Cuentas.

La función esencial del Tribunal de Cuentas es la función pública fiscalizadora que no


declara responsabilidades personales directas para los gestores públicos, ni es
susceptible de recursos. Esta función consiste en valorar de forma genérica el
sometimiento de la actividad económico- financiera, y se ejerce en relación con la
ejecución de programas de ingresos y gastos públicos y, en particular, sobre los
contratos, la situación y variaciones patrimoniales y los créditos extraordinarios,
suplementarios y demás modificaciones de los Presupuestos.

La CE atribuye al Tribunal de Cuentas la función de fiscalización del sector público y el


enjuiciamiento de la responsabilidad contable de la Administración pública. Es el
supremo órgano fiscalizador de la gestión económico-financiera del sector público.

Depende directamente de las Cortes Generales, ejerciendo sus funciones por delegación
de ellas en el examen y aprobación de la Cuenta General del Estado. No obstante, el
Tribunal de Cuentas disfruta de plena independencia para el ejercicio de sus funciones,
reconociéndose constitucionalmente que los miembros del Tribunal gozarán de la
misma independencia e inamovilidad y estarán sometidos a las mismas
incompatibilidades que los jueces.

La función fiscalizadora se refiere al sometimiento de la actividad económico-financiera


del sector público a los principios de legalidad y de buena gestión financiera (economía,
eficacia y eficiencia). Los resultados de la fiscalización se exponen mediante informes,
memorias, mociones y notas, que se aprueban por el Pleno del Tribunal y se elevan a las
Cortes Generales y, en lo que les afecte, a las Asambleas Legislativas de las
Comunidades Autónomas y a los Plenos de las Corporaciones Locales.

La función jurisdiccional consiste en el enjuiciamiento de la responsabilidad contable en


que incurran quienes tengan a su cargo el manejo de los fondos públicos, siempre que
no se haya producido un menoscabo o perjuicio en los mismos. El Tribunal de Cuentas
es único en su orden y extiende su jurisdicción a todo el territorio nacional, sin perjuicio
de que las sentencias de la Sala de Justicia del Tribunal sean susceptibles de
impugnación mediante recurso de casación –y, en su caso, extraordinario de revisión-
ante la Sala de lo Contencioso-Administrativo del Tribunal Supremo.
Es un órgano colegiado, cuya estructura responde a su doble naturaleza, fiscalizadora y
jurisdiccional, de sus funciones.

Al margen del Tribunal de Cuentas, se han constituido diversos órganos de control


externo de las CCAA, bajo distintas denominaciones, que ejercen una función
fiscalizadora sobre las Administraciones autonómicas y locales de sus respectivos
ámbitos territoriales, sin que ello excluya la competencia del Tribunal para fiscalizar la
totalidad del sector público español. Sin embargo, el enjuiciamiento contable es una
jurisdicción exclusiva del Tribunal de Cuentas.

El resultado de la fiscalización se expondrá mediante informes o memorias, ordinarias o


extraordinarias, y de mociones o notas que se elevarán a las Cortes Generales y se
publicarán en el Boletín Oficial del Estado o la Asamblea legislativa de la respectiva
Comunidad Autónoma para la publicación también en su Boletín.

El Tribunal de Cuentas hará constar cuantas infracciones, abusos o prácticas irregulares


haya observado con indicación de la responsabilidad en que, a su juicio, se hubiese
incurrido y de las medidas para exigirla. Sin perjuicio de estas memorias puntuales, el
Tribunal debe remitir a las Cortes Generales el Informe o memoria anual a que se
refiere el artículo 136.2 CE y que comprenderá el análisis de la Cuenta General del
Estado y de las demás del sector público, fiscalizando la gestión económica sobre los
extremos siguientes:

a)  Observancia de la Constitución, de las leyes reguladoras de los ingresos y gastos del


sector público y, en general, de las normas que afecten a la actividad económico-
financiera del mismo.

b)  El cumplimiento de las previsiones y la ejecución de los Presupuestos del Estado, de


las Comunidades Autónomas, de las Corporaciones locales y de las demás Entidades
sujetas a régimen presupuestario público.

c)  La racionalidad en la ejecución del gasto público basada en criterios de eficiencia y


economía.

d)  La ejecución de los programas de actuación, inversiones y financiación de las


sociedades estatales y demás planes y previsiones que rijan la actividad de las empresas
públicas, así como el empleo o aplicación de las subvenciones con cargo a fondos
públicos.

La cobertura legal de los Tribunales de Cuentas autonómicos la encontramos en el


artículo 22 de la Ley Orgánica de Financiación de las Comunidades Autónomas y en el
artículo 1.2 del Tribunal de Cuentas que reconoce la existencia de entidades de
fiscalización autonómica, si bien este se refiere a aquellas Comunidades Autónomas que
así lo expresen en su Estatuto, a diferencia de la LOFCA.

El Tribunal Constitucional se ha pronunciado a través de sus sentencias sobre el


Tribunal de Cuentas de las CCAA y ha delimitado los siguientes extremos:

a)  Si bien la función fiscalizadora del Tribunal de Cuentas puede extenderse a todo el
sector público, incluidas las Corporaciones Locales, el ámbito principal y preferente de
su ejercicio lo constituye el de la actividad financiera del Estado y del sector público
estatal.

b)  Que, si bien el Tribunal de Cuentas es el organismo fiscalizador de la actividad


financiera pública, no tiene porqué ser el único.

c)  Es posible la existencia de órganos fiscalizadores distintos del Tribunal de Cuentas


con la condición de que éste último mantenga la relación de supremacía frente a los
primeros.

d)  La competencia de los Tribunales de Cuentas Autonómicos no excluye ni es


incompatible con la que corresponde al estatal. Al igual que ha ocurrido con otros
órganos, los Tribunales de Cuentas han sufrido las consecuencias de la crisis,
desapareciendo en algunas comunidades autónomas (Castilla-la Mancha, donde existía
bajo la denominación de Sindicatura de Cuentas).

4. COMISIONES PARLAMENTARIAS Y EL DEFENSOR DEL PUEBLO

4.1. Comisiones parlamentarias.

Están previstas en el art. 76 CE como Comisiones del Congreso o del Senado o de


ambas Cámaras para investigar sobre cualquier asunto de interés público:

“El Congreso y el Senado, y, en su caso, ambas Cámaras conjuntamente, podrán


nombrar Comisiones de investigación sobre cualquier asunto de interés público. Sus
conclusiones no serán vinculantes para los Tribunales, ni afectarán a las resoluciones
judiciales, sin perjuicio de que el resultado de la investigación sea comunicado al
Ministerio Fiscal para el ejercicio, cuando proceda, de las acciones oportunas.

Será obligatorio comparecer a requerimiento de las Cámaras. La ley regulará las


sanciones que puedan imponerse por incumplimiento de esta obligación”.

La CE no determina el alcance da las Comisiones, ya que únicamente establece que no


serán vinculantes para los Tribunales, ni afectarán a las resoluciones judiciales, sin
perjuicio de que el resultado de la investigación sea comunicado al Ministerio Fiscal
para el ejercicio, cuando proceda, de las acciones oportunas”.

La CE declara obligatoria la comparecencia y prevé la regulación por Ley de las


sanciones que puedan imponerse por incumplimiento de esta obligación (ver Ley
orgánica 5/1984, de 24 de mayo, de comparecencia ante las comisiones de Investigación
del Congreso y del Senado o de ambas Cámaras).

4.2. El Defensor del Pueblo.


El art 54 CE determina, respecto del Defensor del Pueblo:

“Una ley orgánica regulará la institución del Defensor del Pueblo, como alto
comisionado de las Cortes Generales, designado por éstas para la defensa de los
derechos comprendidos en este Título, a cuyo efecto podrá supervisar la actividad de la
Administración, dando cuenta a las Cortes Generales”.
Es el alto comisionado de las Cortes Generales encargado de defender los derechos
fundamentes y las libertades públicas de los ciudadanos mediante la supervisión de la
actividad de las AAPP.

Se regula por Ley Orgánica 3/1981, de 6 de abril.

Es elegido por el Congreso de los Diputados y el Senado, por una mayoría de 3/5.
Cualquier ciudadano puede acudir al Defensor del Pueblo y solicitar su intervención,
que es gratuita, para que investigue cualquier actuación de la Administración pública o
sus agentes, presuntamente irregular. También puede intervenir de oficio en casos que
lleguen a su conocimiento aunque no se haya presentado queja sobre ellos.

Expone su gestión a las Cortes Generales en un informe anual y puede presentar


informes monográficos sobre asuntos que considere graves, urgentes o que requieran
especial atención.
TEMA 10: ESTATUTO BÁSICO DEL EMPLEADO
PÚBLICO.
1. OBJETO Y ÁMBITO DE APLICACIÓN

La coexistencia dentro del servicio a la administración de dos regímenes, estatutario y


laboral, data en España de la Ley de Funcionarios Civiles de la Administración del
Estado, que admite, por primera vez y con carácter excepcional, la presencia de personal
laboral al servicio de la Administración.

El artículo 103.3 de la Constitución española establece que la ley regulara el estatuto de


los funcionarios públicos y el acceso a la función pública, de acuerdo a los principios de
igualdad, mérito y capacidad, atribuyéndose al Estado, en el artículo 149.1.18, la
competencia exclusiva para dictar las bases del régimen estatutario de los funcionarios
público, asegurando así - en palabras del Tribunal Constitucional- un común
denominador normativo en todas las Administraciones Públicas.

En cumplimiento de este mandato constitucional, se promulga la Ley 7/2007 de 12 de


abril del Estatuto Básico del Empleado Público que se desarrolla en torno a tres líneas
básicas:

a) Un estatuto para todos los empleados públicos.


b)Carácter de legislación básica aplicable a todas las administraciones públicas.
c) Pretende la modernización del empleo público y su gestión.

Con carácter general, el sistema de función pública por el que opta la Constitución
española es el de derecho público y de carácter estatutario, y no el régimen laboral.
Ahora bien, las Comunidades Autónomas, en las leyes que dicten en desarrollo de la
Ley 7/2007, establecerán los criterios para la determinación de los puestos de trabajo
que pueden ser desempeñados por personal laboral, siempre respetando lo establecido
en el artículo 9.2 del EBEP, ya que el ejercicio de las funciones que impliquen la
participación directa o indirecta en el ejercicio de las potestades públicas o la
salvaguardia de los intereses generales corresponde exclusivamente a los funcionarios
públicos.

Partiendo de estas premisas, la contratación de personal conforme a la legislación


laboral desempeña un papel creciente en el conjunto de las administraciones públicas,
explicado por su mayor flexibilidad y proximidad a los criterios de gestión de la
empresa privada.

Esta dualidad de regímenes hace necesario que una ley como la 7/2007 contemple y
regule algunos problemas jurídicos y de gestión de personal de manera que el EBEP
contiene pues, las normas que regulan esta relación laboral de empleo público en virtud
de la competencia que le atribuye el art. 149.1.7 de la Constitución Española.

El Real Decreto Legislativo 5/2015 aprueba el texto refundido de la Ley del Estatuto
Básico del Empleado Público (BOE no 261 de 31 de octubre de 2015). Este texto
refundido integra en un texto único todas las modificaciones introducidas en la Ley
7/2007, e incluye, igualmente, las disposiciones en materia de régimen jurídico del
empleo público contenidas en normas con rango de ley que la hayan modificado.

1.1. Objeto.

Artículo 1 TREBEP.

El objeto aparece definido en los artículos 1.1 y 1.2 del Texto Refundido de la Ley del
Estatuto Básico del Empleado Público (en adelante TRLEBEP). De acuerdo con el 1.1
el TRLEBEP tiene por objeto establecer las bases del régimen estatutario de los
funcionarios públicos incluidos en su ámbito de aplicación, pero con la particularidad de
que la legislación básica, hoy en día no puede configurarse sobre la base de un sistema
homogéneo que tenga como único modelo la Administración del Estado, sino que debe
tener en cuenta la capacidad de cada Administración para configurar su propia política
de personal-. Por su parte, el artículo 1.2 señala como objeto del TRLEBEP determinar
las normas aplicables al personal laboral al servicio de las Administraciones públicas.

De manera que el TRLEBEP incluye dos tipos de regulaciones, con lo que nos
encontraremos a lo largo del mismo con normas aplicables a todo tipo de empleados
públicos, como el régimen disciplinario y normas exclusivas de los funcionarios, como
las situaciones administrativas.

1.2. Ámbito de aplicación.

Artículos 2 a 6 TREBEP.

Con relación a su ámbito de aplicación, según el artículo 2 del TRLEBEP la ley se


aplica al personal funcionario y, en lo que proceda, al personal laboral al servicio de las
Administraciones Públicas, entendiendo por tales:

a) Administración General del Estado.

b)  Administraciones de las Comunidades Autónomas, y de las Ciudades Autónomas de


Ceuta y Melilla.

c)  Administraciones de las entidades locales.

d)  Organismos Públicos, Agencias y demás entidades de derecho público con


personalidad jurídica propia, vinculadas o dependientes de cualquiera de las
administraciones públicas.

e)  Las universidades públicas.

El personal docente y el personal estatutario de los servicios de salud se regirán por la


legislación específica dictada por el Estado y las Comunidades Autónomas en el ámbito
de sus respectivas competencias, y por lo previsto en el TRLEBEP, con algunas
excepciones.

Además, el artículo 4 contiene una relación de categorías de funcionarios con


legislación específica a los que el TRLEBEP sólo les es aplicable cuando aquella lo
disponga (personal funcionario de las Cortes y Asambleas legislativas y otros órganos
constitucionales, personal militar de las Fuerzas Armadas, personal de los Cuerpos y
Fuerzas de Seguridad del Estado, Jueces, Magistrados y Fiscales, entre otros).

2. CONCEPTO Y CLASES DE EMPLEADOS PÚBLICOS

Concepto.

Art. 8 TRBEP.

El artículo 8 define a los empleados públicos como aquellos que desempeñan funciones
retribuidas en las Administraciones Públicas al servicio de los intereses generales y los
clasifica en cuatro grandes categorías:

a)  Funcionarios de carrera.

b)  Funcionarios interinos.

c)  Personal laboral, ya sea fijo, por tiempo indefinido o temporal.

d)  Personal eventual.

Clases.

Funcionarios de carrera, funcionarios interinos, personal laboral y personal eventual:


arts. 9 a 12 TREBEP.

Funcionarios de carrera.

Son funcionarios de carrera quienes, en virtud de nombramiento legal, están vinculados


a una Administración Pública por una relación estatutaria regulada por el Derecho
Administrativo para el desempeño de servicios profesionales retribuidos de carácter
permanente.

En todo caso, el ejercicio de las funciones que impliquen la participación directa o


indirecta en el ejercicio de las potestades públicas o en la salvaguardia de los intereses
generales del Estado y de las Administraciones Públicas corresponden exclusivamente a
los funcionarios públicos, en los términos que en la ley de desarrollo de cada
Administración Pública se establezca.

Funcionarios interinos.

Son funcionarios interinos los que, por razones expresamente justificadas de necesidad
y urgencia, son nombrados como tales para el desempeño de funciones propias de
funcionarios de carrera, cuando se dé alguna de las siguientes circunstancias:
a)  La existencia de plazas vacantes cuando no sea posible su cobertura por funcionarios
de carrera, por un máximo de tres años.

b)  La sustitución transitoria de los titulares, durante el tiempo estrictamente necesario.

c)  La ejecución de programas de carácter temporal, que no podrán tener una duración
superior a tres años, ampliable hasta doce meses más por las leyes de Función Pública
que se dicten en desarrollo del Estatuto.

d)  El exceso o acumulación de tareas por plazo máximo de nueve meses, dentro de un
periodo de dieciocho meses.

La selección de funcionarios interinos habrá de realizarse mediante procedimientos


ágiles que respetarán en todo caso los principios de igualdad, mérito, capacidad,
publicidad y celeridad, y tendrán por finalidad la cobertura inmediata del puesto.

El cese de los funcionarios interinos se producirá, además de por las causas previstas en
el artículo 63 (renuncia, jubilación, perdida de nacionalidad, sanción disciplinaria, pena
principal o accesoria), por la cobertura reglada del puesto por personal funcionario de
carrera, por amortización de los puestos asignados, por finalización del plazo y cuando
finalice la causa que dio lugar a su nombramiento.

En el supuesto de la existencia de plazas vacantes, las plazas vacantes desempeñadas


por funcionarios interinos deberán incluirse en la oferta de empleo correspondiente al
ejercicio en que se produce su nombramiento y, si no fuera posible, en la siguiente,
salvo que se decida su amortización.

A los funcionarios interinos les será aplicable, en cuanto sea adecuado a la naturaleza de
su condición, el régimen general de los funcionarios de carrera.

Personal laboral.

Es personal laboral el que, en virtud de contrato de trabajo formalizado por escrito, en


cualquiera de las modalidades de contratación de personal previstas en la legislación
laboral, presta servicios retribuidos por las Administraciones Públicas. En función de la
duración del contrato éste podrá ser fijo, por tiempo indefinido o temporal.

Las Leyes de Función Pública que se dicten en desarrollo del Estatuto establecerán los
criterios para la determinación de los puestos de trabajo que pueden ser desempeñados
por personal laboral, respetando en todo caso lo establecido en el artículo 9.2.

Personal eventual.

Es personal eventual el que, en virtud de nombramiento y con carácter no permanente,


sólo realiza funciones expresamente calificadas como de confianza o asesoramiento
especial, siendo retribuido con cargo a los créditos presupuestarios consignados para
este fin.
Las leyes de Función Pública que se dicten en desarrollo del Estatuto determinarán los
órganos de gobierno de las Administraciones Públicas que podrán disponer de este tipo
de personal.

El número máximo se establecerá por los respectivos órganos de gobierno. Este número
y las condiciones retributivas serán públicas.

El nombramiento y cese serán libres. El cese tendrá lugar, en todo caso, cuando se
produzca el de la autoridad a la que se preste la función de confianza o asesoramiento.

La condición de personal eventual no podrá constituir mérito para el acceso a la Función


Pública o para la promoción interna.

Al personal eventual le será aplicable, en lo que sea adecuado a la naturaleza de su


condición, el régimen general de los funcionarios de carrera.

El personal directivo: Artículo 13 TREBEP.

El Gobierno y los Órganos de Gobierno de las Comunidades Autónomas podrán


establecer, en desarrollo de este Estatuto, el régimen jurídico específico del personal
directivo, así como los criterios para determinar su condición, de acuerdo, entre otros,
con los siguientes principios:

1. Es personal directivo el que desarrolla funciones directivas profesionales en las


Administraciones Públicas, definidas como tales en las normas específicas de
cada Administración.
2. Su designación atenderá a principios de mérito y capacidad y a criterios de
idoneidad, y se llevará a cabo mediante procedimientos que garanticen la
publicidad y concurrencia.
3. El personal directivo estará sujeto a evaluación con arreglo a los criterios de
eficacia y eficiencia, responsabilidad por su gestión y control de resultados en
relación con los objetivos que les hayan sido fijados.
4. La determinación de las condiciones de empleo del personal directivo no tendrá
la consideración de materia objeto de negociación colectiva a los efectos del
EBEP. Cuando el personal directivo reúna la condición de personal laboral
estará sometido a la relación laboral de carácter especial de alta dirección.

3. CÓDIGO DE CONDUCTA DE LOS EMPLEADOS PÚBLICOS

Artículos 53 y 54 TREBEP. Principios éticos.

1. Los empleados públicos respetarán la Constitución y el resto de normas que


integran el ordenamiento jurídico.
2. Su actuación perseguirá la satisfacción de los intereses generales de los
ciudadanos y se fundamentará en consideraciones objetivas orientadas hacia la
imparcialidad y el interés común, al margen de cualquier otro factor que exprese
posiciones personales, familiares, corporativas, clientelares o cualesquiera otras
que puedan colisionar con este principio.
3. Ajustarán su actuación a los principios de lealtad y buena fe con la
Administración en la que presten sus servicios, y con sus superiores,
compañeros, subordinados y con los ciudadanos.
4. Su conducta se basará en el respeto de los derechos fundamentales y libertades
públicas, evitando toda actuación que pueda producir discriminación alguna por
razón de nacimiento, origen racial o étnico, género, sexo, orientación sexual,
religión o convicciones, opinión, discapacidad, edad o cualquier otra condición o
circunstancia personal o social.

5. Se abstendrán en aquellos asuntos en los que tengan un interés personal, así


como de toda actividad privada o interés que pueda suponer un riesgo de
plantear conflictos de intereses con su puesto público.
6. No contraerán obligaciones económicas ni intervendrán en operaciones
financieras, obligaciones patrimoniales o negocios jurídicos con personas o
entidades cuando pueda suponer un conflicto de intereses con las obligaciones
de su puesto público.
7. No aceptarán ningún trato de favor o situación que implique privilegio o ventaja
injustificada, por parte de personas físicas o entidades privadas.
8. Actuarán de acuerdo con los principios de eficacia, economía y eficiencia, y
vigilarán la consecución del interés general y el cumplimiento de los objetivos
de la organización.
9. No influirán en la agilización o resolución de trámite o procedimiento
administrativo sin justa causa y, en ningún caso, cuando ello comporte un
privilegio en beneficio de los titulares de los cargos públicos o su entorno
familiar y social inmediato o cuando suponga un menoscabo de los intereses de
terceros.

10. Cumplirán con diligencia las tareas que les correspondan o se les encomienden
y, en su caso, resolverán dentro de plazo los procedimientos o expedientes de su
competencia.

11.Ejercerán sus atribuciones según el principio de dedicación al servicio público


absteniéndose no solo de conductas contrarias al mismo, sino también de
cualesquiera otras que comprometan la neutralidad en el ejercicio de los servicios
públicos.

12. Guardarán secreto de las materias clasificadas u otras cuya difusión esté
prohibida legalmente, y mantendrán la debida discreción sobre aquellos asuntos que
conozcan por razón de su cargo, sin que puedan hacer uso de la información
obtenida para beneficio propio o de terceros, o en perjuicio del interés público.

Principios de conducta.

1. Tratarán con atención y respeto a los ciudadanos, a sus superiores y a los


restantes empleados públicos.

2 El desempeño de las tareas correspondientes a su puesto de trabajo se realizará


de forma diligente y cumpliendo la jornada y el horario establecidos.
2. Obedecerán las instrucciones y órdenes profesionales de los superiores, salvo
que constituyan una infracción manifiesta del ordenamiento jurídico, en cuyo
caso las pondrán inmediatamente en conocimiento de los órganos de inspección
procedentes.
3. Informarán a los ciudadanos sobre aquellas materias o asuntos que tengan
derecho a conocer, y facilitarán el ejercicio de sus derechos y el cumplimiento
de sus obligaciones.
4. Administrarán los recursos y bienes públicos con austeridad, y no utilizarán los
mismos en provecho propio o de personas allegadas. Tendrán, asimismo, el
deber de velar por su conservación.
5. Se rechazará cualquier regalo, favor o servicio en condiciones ventajosas que
vaya más allá de los usos habituales, sociales y de cortesía, sin perjuicio de lo
establecido en el Código Penal.
6. Garantizarán la constancia y permanencia de los documentos para su transmisión
y entrega a sus posteriores responsables.
7. Mantendrán actualizada su formación y cualificación.
8. Observarán las normas sobre seguridad y salud laboral.

10. Pondrán en conocimiento de sus superiores o de los órganos competentes las


propuestas que consideren adecuadas para mejorar el desarrollo de las funciones de
la unidad en la que estén destinados. A estos efectos se podrá prever la creación de
la instancia adecuada competente para centralizar la recepción de las propuestas de
los empleados públicos o administrados que sirvan para mejorar la eficacia en el
servicio.

11. Garantizarán la atención al ciudadano en la lengua que lo solicite siempre que


sea oficial en el territorio.

4. COLECTIVAMENTE

DERECHOS INDIVIDUALES Y EJERCIDOS

El capítulo primero del Título III del TRLEBEP contiene una serie de derechos
aplicables a todos los empleados públicos, divididos en dos grandes categorías:

a)  Derechos individuales.

b)  Derechos individuales ejercidos colectivamente.

El artículo 14 contiene un amplio catálogo de derechos individuales: la inamovilidad en


la condición de funcionario de carrera, la progresión en la carrera profesional y
promoción interna, a la defensa jurídica y protección de la Administración Pública en
los procedimientos que se sigan como consecuencia del ejercicio legítimo de sus
funciones o cargos públicos, a la formación continua, a la adopción de medidas que
favorezcan la conciliación de la vida personal familiar y laboral, a la libre asociación
profesional, entre otros.

El artículo 15, por su parte, recoge los derechos individuales ejercicios colectivamente:
a la libertad sindical, a la negociación colectiva y a la participación en la determinación
de las condiciones de trabajo, al ejercicio de la huelga, con la garantía del
mantenimiento de los servicios esenciales de la comunidad, al planteamiento de
conflictos colectivos de trabajo y al de reunión.

4.1. Derecho a la carrera profesional y a la promoción interna.

Derecho a la carrera profesional: Arts. 16, 17 y 19 TREBEP.

Tal y como reconocía la propia Ley 7/2007 en su Exposición de Motivos todas las
oportunidades de carrera de los funcionarios se hallaban concentradas en el desempeño
sucesivo de puestos de trabajo, puestos que sólo podían obtenerse a través de procesos
de movilidad.

El EBEP introdujo, como gran novedad, la posibilidad de configurar modelos de carrera


horizontal, desvinculados del cambio de los puestos de trabajo y basados en el
desarrollo de las competencias y el rendimiento, con una importante contrapartida; cual
es la posibilidad de perder el puesto de trabajo obtenido por concurso (que no la
condición de funcionario) en caso de no superar la evaluación del desempeño.

Lamentablemente, tan revolucionarias previsiones no se han visto materializadas de


forma generalizada, y son pocas las Administraciones que cuentan, casi diez años
después, con un verdadero sistema de carrera profesional y mucho menos con las
imprescindibles herramientas de evaluación del desempeño, previstas en el artículo 20
de la Ley 7/2007.

La carrera profesional se define en el TRLEBEP como el conjunto ordenado de


oportunidades de ascenso y expectativas de progreso profesional conforme a los
principios de igualdad, mérito y capacidad. (Artículo 16 TRLEBEP).

Las modalidades que las distintas leyes de Función Pública pueden utilizar para regular
la carrera profesional son:

a)  Carrera horizontal, que consiste en la progresión de grado, categoría, escalón u otros


conceptos análogos, sin necesidad de cambiar de puesto de trabajo. Se deberá valorar la
trayectoria y actuación profesional, la calidad de los trabajos realizados, los
conocimientos adquiridos y el resultado de la evaluación del desempeño.

b)  Carrera vertical, que consiste en el ascenso en la estructura de puestos de trabajo por


los procedimientos de provisión (concurso de traslados).

c)  Promoción interna vertical, que consiste en el ascenso o acceso a otro grupo o


subgrupo superando un proceso selectivo.

d)  Promoción interna horizontal, que consiste en el acceso a cuerpos o escalas dentro de


un mismo Subgrupo profesional.

Promoción interna: Art. 18 TREBEP.

Los funcionarios deberán poseer los requisitos exigidos para el ingreso, tener una
antigüedad de, al menos, dos años de servicio activo en el inferior Subgrupo, o Grupo
de clasificación profesional, en el supuesto de que éste no tenga Subgrupo y superar las
correspondientes pruebas selectivas.

La carrera profesional y la promoción del personal laboral se hará efectiva a través de


los procedimientos previstos en el Estatuto de los Trabajadores o en los Convenios
Colectivos (Artículo 19 TRLEBEP).

Evaluación para el desempeño: art. 20 TREBEP.

Las Administraciones Públicas establecerán sistemas que permitan la evaluación del


desempeño de sus empleados. La evaluación del desempeño es el procedimiento
mediante el cual se mide y valora la conducta profesional y el rendimiento o el logro de
resultados.

Los sistemas de evaluación del desempeño se adecuarán, en todo caso, a criterios de


transparencia, objetividad, imparcialidad y no discriminación y se aplicarán sin
menoscabo de los derechos de los empleados públicos.

Las Administraciones Públicas determinarán los efectos de la evaluación en la carrera


profesional horizontal, la formación, la provisión de puestos de trabajo y en la
percepción de las retribuciones complementarias previstas en el artículo 24 del presente
Estatuto.

La continuidad en un puesto de trabajo obtenido por concurso quedará vinculada a la


evaluación del desempeño de acuerdo con los sistemas de evaluación que cada
Administración Pública determine, dándose audiencia al interesado, y por la
correspondiente resolución motivada, caso de pérdida de destino motivada por la
evaluación negativa.

La aplicación de la carrera profesional horizontal, de las retribuciones complementarias


derivadas del apartado c) del artículo 24 del Estatuto y el cese del puesto de trabajo
obtenido por el procedimiento de concurso requerirán la aprobación previa, en cada
caso, de sistemas objetivos que permitan evaluar el desempeño de acuerdo con lo
establecido en los apartados 1 y 2 de este artículo.

4.2. Derechos retributivos.

Arts. 21 a 30 TREBEP.

El TRLEBEP clasifica la retribución de los funcionarios en básicas y complementarias,


además de las pagas extraordinarias, que serán dos al año.

Las retribuciones básicas son las que retribuyen al funcionario según la adscripción de
su cuerpo o escala y por su antigüedad en el mismo (sueldo y trienios). Las
retribuciones básicas se fijan anualmente en la ley de presupuestos generales del Estado
(artículo 23 TRLEBEP).

No podrán acordarse incrementos retributivos que globalmente supongan un incremento


de la masa salarial superior a los límites fijados anualmente en la Ley de Presupuestos
Generales del Estado para el personal (artículo 21 TRLEBEP).
Las retribuciones complementarias retribuyen distintos factores siendo los más
destacados el denominado complemento de destino que retribuye la progresión
alcanzada por el funcionario dentro del sistema de carrera administrativa y el
complemento específico que retribuye la especial dificultad técnica, responsabilidad,
dedicación, incompatibilidad exigible para el desempeño de determinados puestos de
trabajo o las condiciones en que se desarrolla el trabajo.

El artículo 24 del TRLEBEP permite que sean las distintas Administraciones públicas
las que fijen la cuantía y estructura de las retribuciones complementarias de los
funcionarios.

4.3. Derecho a la negociación colectiva, representación y participación institucional.

Arts. 31 a 45 TREBEP.

El artículo 31 del TRLEBEP reconoce a los funcionarios públicos el derecho a la


negociación colectiva, representación y participación institucional para la determinación
de sus condiciones de trabajo.

La negociación colectiva de condiciones de trabajo de los funcionarios públicos está


sujeta a los principios de legalidad, cobertura presupuestaria, obligatoriedad, buena fe
negocial, publicidad y transparencia (artículo 33 TRLEBEP) y se desarrolla en las
Mesas de Negociación (generales o sectoriales), en las que estarán representadas la
Administración y las Organizaciones Sindicales. Las materias que se tratan en las Mesas
de Negociación son, entre otras: retributivas (tanto aplicación del incremento de las
retribuciones como la determinación y aplicación de las retribuciones complementarias),
normas que fijen los criterios en materia de evaluación del desempeño, criterios
generales de los planes y fondos para la formación y la promoción interna, los criterios
generales sobre oferta de empleo público, calendario laboral, horarios, jornadas,
vacaciones.

Quedan expresamente excluidas de la obligatoriedad de la negociación: las decisiones


de las Administraciones Públicas que afecten a sus potestades de organización, la
regulación del ejercicio de los derechos de los ciudadanos y de los usuarios de los
servicios públicos así como el procedimiento de formación de los actos y disposiciones
administrativas, las condiciones de trabajo del personal directivo, los poderes de
dirección y control propios de la relación jerárquica y la regulación y determinación
concreta de los procedimientos de acceso al empleo público y la promoción profesional.

La representación de los funcionarios es ejercida por los delegados de personal y las


juntas de personal (artículo 39 TRLEBEP). La elección se realizará mediante sufragio
personal, directo, libre y secreto.

La participación institucional consiste en el derecho a participar, a través de las


organizaciones sindicales, en los órganos de control y seguimiento de las entidades u
organismos que legalmente se determine. (artículo 31.4).

4.4. Derecho de reunión.

Art. 46 TREBEP.
El derecho de reunión de los funcionarios está regulado en el artículo 46 del TRLEBEP
Las reuniones en el centro de trabajo se autorizarán fuera de las horas de trabajo y no
puede perjudicar la prestación de los servicios, siendo los convocantes los responsables
de su normal desarrollo.

4.5. Derecho a la jornada de trabajo, permisos y vacaciones. Jornada de trabajo:

Art. 47 TREBEP.

El artículo 47 dispone que serán las distintas Administraciones Públicas las que
determinen la jornada general y las especiales de trabajo de sus funcionarios públicos
pudiendo ser la jornada a tiempo completo o a tiempo parcial

Permisos:

Artículos 48 y 49 TREBEP.

El catálogo de permisos de los funcionarios públicos se divide en dos grandes grupos:

a) El artículo 48 que contiene, entre otros los permisos por fallecimiento, accidente o
enfermedad grave de familiares, traslado de domicilio, realización de funciones
sindicales, concurrencia a exámenes finales, asuntos particulares, realización de
exámenes prenatales y técnicas de preparación al parto, sesiones de información y
preparación en los casos de adopción y acogimiento, lactancia de un hijo menor de doce
meses, nacimiento de hijos prematuros o que deban permanecer hospitalizados, y
distintos permisos para la atención a familiares por razones de edad, accidente,
enfermedad o discapacidad.

La Disposición adicional decimosexta del TRLEBEP contempla un permiso retribuido


para las funcionarias en estado de gestación. Cada Administración Pública podrá
establecer a las funcionarias en estado de gestación un permiso retribuido a partir del día
primero de la semana 37 de gestación (semana 35 en caso de gestación múltiple), hasta
la fecha del parto.

b) El artículo 49, por su parte, recoge los permisos por motivos de conciliación de la
vida personal familiar y laboral, por razón de violencia de género y para las víctimas del
terrorismo y sus familiares directos. Así, el permiso por parto, por adopción o
acogimiento, el permiso de paternidad, el permiso por razón de violencia de género
sobre la mujer funcionaria, el permiso por cuidado de hijo menor afectado de una
enfermedad grave, o los permisos para las víctimas del terrorismo.

Vacaciones Artículo 50 TREBEP.

Los funcionarios públicos tendrán derecho a disfrutar, durante cada año natural, de unas
vacaciones retribuidas de veintidós días hábiles, o de los días que correspondan
proporcionalmente si el tiempo de servicio durante el año fue menor.

No se considerarán como días hábiles los sábados, sin perjuicio de las adaptaciones que
se establezcan para los horarios especiales. Cuando las situaciones de permiso de
maternidad, incapacidad temporal, riesgo durante la lactancia o riesgo durante el
embarazo impidan iniciar el disfrute de las vacaciones dentro del año natural al que
correspondan, o una vez iniciado el periodo vacacional sobreviniera una de dichas
situaciones, el periodo vacacional se podrá disfrutar aunque haya terminado el año
natural a que correspondan y siempre que no hayan transcurrido más de dieciocho
meses a partir del final del año en que se hayan originado.

Personal laboral. Artículo 51 TREBEP.

Para el régimen de jornada de trabajo, permisos y vacaciones del personal laboral se


estará a lo establecido en este Capítulo y en la legislación laboral correspondiente.

4.6. Deberes de los empleados públicos.

Artículo 52 TREBEP.

Con la promulgación de la Ley 7/2007 por primera vez se establece en nuestra


legislación una regulación general de los deberes básicos de los empleados públicos,
fundada en principios éticos y reglas de comportamiento, que constituye un auténtico
código de conducta. Estas reglas se incluyeron en el Estatuto Básico del Empleado
Público con una finalidad pedagógica y orientadora.

Según el artículo 52 del TRLEBEP los empleados públicos deberán desempeñar con
diligencia las tareas que tengan asignadas y velar por los intereses generales con
sujeción y observancia de la Constitución y del resto del ordenamiento jurídico, y
deberán actuar con arreglo a los siguientes principios: objetividad, integridad,
neutralidad, responsabilidad, imparcialidad, confidencialidad, dedicación al servicio
público, transparencia, ejemplaridad, austeridad, accesibilidad, eficacia, honradez,
promoción del entorno cultural y medioambiental, y respeto a la igualdad entre mujeres
y hombres, que inspiran el Código de Conducta de los empleados públicos.

Los principios y reglas establecidos en este Capítulo informarán la interpretación y


aplicación del régimen disciplinario de los empleados públicos.
TEMA 11: ADQUISICIÓN Y PÉRDIDA DE LA
RELACIÓN DE SERVICIO.
1. ACCESO AL EMPLEO PÚBLICO Y ADQUISICIÓN DE LA RELACIÓN DE
SERVICIO

Arts. 55 a 62 TREBEP.

El acceso en condiciones de igualdad a las funciones y cargos públicos se erige en el


artículo 23 de la Constitución Española (“Los españoles tienen el derecho de acceder en
condiciones de igualdad a las funciones y cargos públicos, con los requisitos que
señalen las leyes”) como un derecho fundamental. Este precepto se complementa con lo
dispuesto en el artículo 103.3 de la Constitución que garantiza el acceso a la función
pública de acuerdo con los principios de mérito y capacidad.

El artículo 55 del TRLEBEP contiene los principios que deben regir cualquier proceso
selectivo, tanto de personal funcionario como laboral: publicidad de la convocatoria y
sus bases, transparencia, imparcialidad y profesionalidad de los miembros de los
órganos de selección, así como la independencia y discrecionalidad técnica, entre otros.

Los requisitos para participar en un proceso selectivo se recogen en el artículo 56:

a)  Nacionalidad española, si bien el artículo 57 abre la posibilidad de participación en


procesos selectivos como funcionario a nacionales de la Unión Europea y sus cónyuges,
además de nacionales de otros Estados con los que la Unión Europea tenga firmados
tratados Internacionales que garanticen la libre circulación de trabajadores. En todo
caso, queda reservado a los ciudadanos españoles el acceso a puestos que directa o
indirectamente impliquen una participación en el ejercicio del poder público o en las
funciones que tienen por objeto la salvaguardia de los intereses del Estado o de las
Administraciones Públicas. La participación en procesos selectivos de personal laboral
está abierta a los extranjeros con residencia legal en España.

b)  Capacidad funcional para el desempeño de las tareas.

c)  Tener cumplidos dieciséis años y no exceder, en su caso, de la edad máxima de


jubilación forzosa.

d)  No haber sido separado mediante expediente disciplinario del servicio de cualquiera
de las Administraciones Públicas o de los órganos constitucionales o estatutarios de las
Comunidades Autónomas, ni hallarse en inhabilitación absoluta o especial para empleos
o cargos públicos por resolución judicial, para el acceso al cuerpo o escala de
funcionario, o para ejercer funciones similares a las que desempeñaban en el caso del
personal laboral, en el que hubiese sido separado o inhabilitado. En el caso de ser
nacional de otro Estado, no hallarse inhabilitado o en situación equivalente ni haber sido
sometido a sanción disciplinaria o equivalente que impida, en su Estado, en los mismos
términos el acceso al empleo público.

e)  Poseer la titulación exigida en la convocatoria.


f)  Podrá exigirse el cumplimiento de otros requisitos específicos que guarden relación
objetiva y proporcionada con las funciones asumidas y las tareas a desempeñar. En todo
caso, habrán de establecerse de manera abstracta y general.

El artículo 59 del TRLEBEP garantiza la reserva de un cupo no inferior al siete por


ciento de las vacantes para ser cubiertas entre personas con discapacidad, e igualmente
deben garantizarse las adaptaciones y ajustes razonables de tiempos y medios en el
proceso selectivo, así como las adaptaciones en el puesto de trabajo.

Los sistemas selectivos de funcionarios de carrera serán los de oposición y concurso-


oposición (en el que, además de los conocimientos se valoran otros méritos,
fundamentalmente la experiencia). El sistema de concurso, consistente únicamente en la
valoración de méritos sólo puede aplicarse en virtud de ley.

Los órganos de selección serán colegiados y su composición deberá ajustarse a los


principios de imparcialidad y profesionalidad de sus miembros, y se tenderá, asimismo,
a la paridad entre mujer y hombre.

El personal de elección o de designación política, los funcionarios interinos y el


personal eventual no podrán formar parte de los órganos de selección.

La pertenencia a los órganos de selección será siempre a título individual, no pudiendo


ostentarse ésta en representación o por cuenta de nadie.

Los sistemas selectivos de personal laboral fijo serán los de oposición, concurso-
oposición, o concurso de valoración de méritos. (Artículo 61 TRLEBEP).

Los procesos selectivos tendrán carácter abierto y garantizarán la libre concurrencia, sin
perjuicio de lo establecido para la promoción interna y de las medidas de discriminación
positiva previstas en el Estatuto. Los órganos de selección velarán por el cumplimiento
del principio de igualdad de oportunidades entre sexos.

Los procedimientos de selección cuidarán especialmente la conexión entre el tipo de


pruebas a superar y la adecuación al desempeño de las tareas de los puestos de trabajo
convocados, incluyendo, en su caso, las pruebas prácticas que sean precisas. Las
pruebas podrán consistir en la comprobación de los conocimientos y la capacidad
analítica de los aspirantes, expresados de forma oral o escrita, en la realización de
ejercicios que demuestren la posesión de habilidades y destrezas, en la comprobación
del dominio de lenguas extranjeras y, en su caso, en la superación de pruebas físicas.

Los procesos selectivos que incluyan, además de las preceptivas pruebas de capacidad,
la valoración de méritos de los aspirantes sólo podrá otorgar a dicha valoración una
puntuación proporcionada que no determinará, en ningún caso, por sí misma el
resultado del proceso selectivo.

Las Administraciones Públicas podrán crear órganos especializados y permanentes para


la organización de procesos selectivos, pudiéndose encomendar estas funciones a los
Institutos o Escuelas de Administración Pública.
Para asegurar la objetividad y la racionalidad de los procesos selectivos, las pruebas
podrán completarse con la superación de cursos, de periodos de prácticas, con la
exposición curricular por los candidatos, con pruebas psicotécnicas o con la realización
de entrevistas. Igualmente podrán exigirse reconocimientos médicos.

Una vez superado el proceso selectivo, la adquisición de la condición de funcionario de


carrera se verifica por el cumplimiento sucesivo de los siguientes requisitos establecidos
en el artículo 62 del TRLEBEP: nombramientos por el órgano o autoridad competente,
que será publicado en el Diario Oficial correspondiente, acto de acatamiento de la
Constitución y, en su caso, del Estatuto de Autonomía correspondiente y del resto del
Ordenamiento jurídico, toma de posesión dentro del plazo establecido.

2. PÉRDIDA DE LA RELACIÓN DE SERVICIO

Arts. 63 a 68 TREBEP.

Las causas de la pérdida de la condición de funcionario están recogidas en el artículo 63


del TRLEBEP y desarrolladas en los artículos 63 a 68.

Estas causas, muy restringidas, garantizan la existencia de un cuerpo funcionarial


estable, independiente e inmune a los vaivenes políticos y son:

a)  La renuncia voluntaria a la condición de funcionario. La renuncia debe ser aceptada


salvo que el funcionario esté sujeto a expediente disciplinario o haya sido dictado auto
de procesamiento o de apertura de juicio oral por la comisión de algún delito.

La renuncia a la condición de funcionario no inhabilita para ingresar de nuevo en la


Administración Pública a través del procedimiento de selección establecido.

b)  La pérdida de la nacionalidad con la que se adquirió la condición de funcionario,


salvo que se adquiera simultáneamente otra de las previstas en el artículo 65 (Estado
miembro de la UE u otro Estado con tratado celebrado por la UE y ratificado por
España).

c)  La jubilación total del funcionario. La jubilación puede ser voluntaria, forzosa al
cumplir la edad legalmente establecida o por la declaración de incapacidad permanente.

La jubilación forzosa se declarará de oficio al cumplir el funcionario los sesenta y cinco


años de edad.

No obstante, en los términos de las leyes de Función Pública que se dicten en desarrollo
del Estatuto, se podrá solicitar la prolongación de la permanencia en el servicio activo
como máximo hasta que se cumpla setenta años de edad. La Administración Pública
competente deberá de resolver de forma motivada la aceptación o denegación de la
prolongación.

De lo dispuesto en los dos párrafos anteriores quedarán excluidos los funcionarios que
tengan normas estatales específicas de jubilación.
d)  La sanción disciplinaria de separación del servicio que tuviere carácter firme. La
imposición de esta sanción está reservada para las faltas muy graves y será impuesta, en
el ámbito de la Administración General del Estado por el Ministro del Departamento en
que se haya instruido el expediente, mientras que en el ámbito de las Comunidades
Autónomas se reserva al Consejo de Gobierno.

e)  La pena principal o accesoria de inhabilitación absoluta (para todos los empleos o
cargos que tuviere) o especial (los empleos o cargos especificados en la sentencia), que
tuviere carácter firme.

La rehabilitación de la condición de funcionario sólo procede, a petición del interesado,


cuando la causa de la perdida hubiera sido la pérdida de la nacionalidad o la jubilación
por incapacidad permanente y aquella hubiera desaparecido. Excepcionalmente, se
podrá conceder la rehabilitación por condena a la pena principal o accesoria de
inhabilitación

3. ORDENACIÓN DE LA ACTIVIDAD PROFESIONAL

Arts. 69 a 71 TREBEP.

La planificación de los recursos humanos en las Administraciones Públicas tendrá como


objetivo contribuir a la consecución de la eficacia en la prestación de los servicios y de
la eficiencia en la utilización de los recursos económicos disponibles mediante la
dimensión adecuada de sus efectivos, su mejor distribución, formación, promoción
profesional y movilidad.

Las Administraciones Públicas podrán aprobar Planes para la ordenación de sus


recursos humanos, que incluyan, entre otras, algunas de las siguientes medidas:

a)  Análisis de las disponibilidades y necesidades de personal, tanto desde el punto de


vista del número de efectivos, como del de los perfiles profesionales o niveles de
cualificación de los mismos.

b)  Previsiones sobre los sistemas de organización del trabajo y modificaciones de


estructuras de puestos de trabajo.

c)  Medidas de movilidad, entre las cuales podrá figurar la suspensión de


incorporaciones de personal externo a un determinado ámbito o la convocatoria de
concursos de provisión de puestos limitados a personal de ámbitos que se determinen.

d)  Medidas de promoción interna y de formación del personal y de movilidad forzosa.

e)  La previsión de la incorporación de recursos humanos a través de la Oferta de


empleo público.

Cada Administración Pública planificará sus recursos humanos de acuerdo con los
sistemas que establezcan las normas que les sean de aplicación.

Las necesidades de recursos humanos, con asignación presupuestaria, que deban


proveerse mediante la incorporación de personal de nuevo ingreso serán objeto de la
Oferta de empleo público, o a través de otro instrumento similar de gestión de la
provisión de las necesidades de personal, lo que comportará la obligación de convocar
los correspondientes procesos selectivos para las plazas comprometidas y hasta un diez
por cien adicional, fijando el plazo máximo para la convocatoria de los mismos. En todo
caso, la ejecución de la oferta de empleo público o instrumento similar deberá
desarrollarse dentro del plazo improrrogable de tres años.

La Oferta de empleo público o instrumento similar, que se aprobará anualmente por los
órganos de Gobierno de las Administraciones Públicas, deberá ser publicada en el
Diario oficial correspondiente.

Cada Administración Pública constituirá un Registro en el que se inscribirán los datos


relativos al personal y que tendrá en cuenta las peculiaridades de determinados
colectivos.

4. PLANIFICACIÓN DE LOS RECURSOS HUMANOS

Arts. 72 a 77 TREBEP.

En el marco de sus competencias de autoorganización, las Administraciones Públicas


estructuran sus recursos humanos de acuerdo con las normas que regulan la selección, la
promoción profesional, la movilidad y la distribución de funciones y conforme a lo
previsto en este capítulo.

Las Administraciones Públicas podrán asignar a su personal funciones, tareas o


responsabilidades distintas a las correspondientes al puesto de trabajo que desempeñen
siempre que resulten adecuadas a su clasificación, grado o categoría, cuando las
necesidades del servicio lo justifiquen sin merma en las retribuciones.

Las Administraciones Públicas estructurarán su organización a través de relaciones de


puestos de trabajo u otros instrumentos organizativos similares que comprenderán, al
menos, la denominación de los puestos, los grupos de clasificación profesional, los
cuerpos o escalas, en su caso, a que estén adscritos, los sistemas de provisión y las
retribuciones complementarias. Dichos instrumentos serán públicos.

Los funcionarios se agrupan en cuerpos, escalas, especialidades u otros sistemas que


incorporen competencias, capacidades y conocimientos comunes acreditados a través de
un proceso selectivo.

Los cuerpos y escalas de funcionarios se crean, modifican y suprimen por ley de las
Cortes Generales o de las asambleas legislativas de las comunidades autónomas.

Cuando en esta ley se hace referencia a cuerpos y escalas se entenderá comprendida


igualmente cualquier otra agrupación de funcionarios.

Grupos de clasificación profesional del personal funcionario de carrera.


Los cuerpos y escalas se clasifican, de acuerdo con la titulación exigida para el acceso a
los mismos, en los siguientes grupos:

a)  Grupo A: Dividido en dos Subgrupos, A1 y A2. Para el acceso a los cuerpos o


escalas de este Grupo se exigirá estar en posesión del título universitario de Grado. En
aquellos supuestos en los que la ley exija otro título universitario será éste el que se
tenga en cuenta. La clasificación de los cuerpos y escalas en cada Subgrupo estará en
función del nivel de responsabilidad de las funciones a desempeñar y de las
características de las pruebas de acceso.

b)  Grupo B. Para el acceso a los cuerpos o escalas del Grupo B se exigirá estar en
posesión del título de Técnico Superior.

c)  Grupo C. Dividido en dos Subgrupos, C1 y C2, según la titulación exigida para el


ingreso. C1: Título de Bachiller o Técnico. C2: Título de Graduado en Educación
Secundaria Obligatoria.

El personal laboral se clasificará de conformidad con la legislación laboral.


TEMA 12: ESTRUCTURACIÓN DEL EMPLEO
PÚBLICO.
1. PROVISIÓN DE PUESTOS DE TRABAJO Y MOVILIDAD

1.1. Provisión de puestos de trabajo.

Arts. 78 a 80 TREBEP.

Las Administraciones Públicas proveerán los puestos de trabajo mediante


procedimientos basados en los principios de igualdad, mérito, capacidad y publicidad.

La provisión de puestos de trabajo en cada Administración Pública se llevará a cabo por


los procedimientos de concurso y de libre designación con convocatoria pública.

Las leyes de Función Pública que se dicten en desarrollo del Estatuto podrán establecer
otros procedimientos de provisión en los supuestos de movilidad a que se refiere el
artículo 81.2, permutas entre puestos de trabajo, movilidad por motivos de salud o
rehabilitación del funcionario, reingreso al servicio activo, cese o remoción en los
puestos de trabajo y supresión de los mismos.

El concurso, como procedimiento normal de provisión de puestos de trabajo, consistirá


en la valoración de los méritos y capacidades y, en su caso, aptitudes de los candidatos
por órganos colegiados de carácter técnico. La composición de estos órganos responderá
al principio de profesionalidad y especialización de sus miembros y se adecuará al
criterio de paridad entre mujer y hombre. Su funcionamiento se ajustará a las reglas de
imparcialidad y objetividad.

En las convocatorias de concursos podrá establecerse una puntuación que, como


máximo, podrá alcanzar la que se determine en las mismas para la antigüedad, para
quienes tengan la condición de víctima del terrorismo o de amenazados, en los términos
fijados en el artículo 35 de la Ley 29/2011, de 22 de septiembre, de Reconocimiento y
Protección Integral a las Víctimas del Terrorismo, siempre que se acredite que la
obtención del puesto sea preciso para la consecución de los fines de protección y
asistencia social integral de estas personas.

Para la acreditación de estos extremos, reglamentariamente se determinarán los órganos


competentes para la emisión de los correspondientes informes. En todo caso, cuando se
trate de garantizar la protección de las víctimas será preciso el informe del Ministerio
del Interior.

En el caso de supresión o remoción de los puestos obtenidos por concurso se deberá


asignar un puesto de trabajo conforme al sistema de carrera profesional propio de cada
Administración Pública y con las garantías inherentes de dicho sistema.

La libre designación con convocatoria pública consiste en la apreciación discrecional


por el órgano competente de la idoneidad de los candidatos en relación con los
requisitos exigidos para el desempeño del puesto.
El órgano competente para el nombramiento podrá recabar la intervención de
especialistas que permitan apreciar la idoneidad de los candidatos.

Los titulares de los puestos de trabajo provistos por el procedimiento de libre


designación con convocatoria pública podrán ser cesados discrecionalmente. En caso de
cese, se les deberá asignar un puesto de trabajo conforme al sistema de carrera
profesional propio de cada Administración Pública y con las garantías inherentes de
dicho sistema.

1.2. Movilidad.

Arts. 81 a 84 TREBEP.

Cada Administración Pública, en el marco de la planificación general de sus recursos


humanos, y sin perjuicio del derecho de los funcionarios a la movilidad, podrá
establecer reglas para la ordenación de la movilidad voluntaria de los funcionarios
públicos cuando considere que existen sectores prioritarios de la actividad pública con
necesidades específicas de efectivos.

Las Administraciones Públicas, de manera motivada, podrán trasladar a sus


funcionarios, por necesidades de servicio o funcionales, a unidades, departamentos u
organismos públicos o entidades distintos a los de su destino, respetando sus
retribuciones, condiciones esenciales de trabajo, modificando, en su caso, la adscripción
de los puestos de trabajo de los que sean titulares. Cuando por motivos excepcionales
los planes de ordenación de recursos impliquen cambio de lugar de residencia se dará
prioridad a la voluntariedad de los traslados. Los funcionarios tendrán derecho a las
indemnizaciones establecidas reglamentariamente para los traslados forzosos.

En caso de urgente e inaplazable necesidad, los puestos de trabajo podrán proveerse con
carácter provisional debiendo procederse a su convocatoria pública dentro del plazo que
señalen las normas que sean de aplicación.

Las mujeres víctimas de violencia de género que se vean obligadas a abandonar el


puesto de trabajo en la localidad donde venían prestando sus servicios, para hacer
efectiva su protección o el derecho a la asistencia social integral, tendrán derecho al
traslado a otro puesto de trabajo propio de su cuerpo, escala o categoría profesional, de
análogas características, sin necesidad de que sea vacante de necesaria cobertura. Aun
así, en tales supuestos la Administración Pública competente, estará obligada a
comunicarle las vacantes ubicadas en la misma localidad o en las localidades que la
interesada expresamente solicite.

Este traslado tendrá la consideración de traslado forzoso.

Movilidad voluntaria entre Administraciones Públicas.

Con el fin de lograr un mejor aprovechamiento de los recursos humanos, que garantice
la eficacia del servicio que se preste a los ciudadanos, la Administración General del
Estado y las Comunidades Autónomas y las entidades locales establecerán medidas de
movilidad interadministrativa, preferentemente mediante convenio de Conferencia
Sectorial u otros instrumentos de colaboración.
La Conferencia Sectorial de Administración Pública podrá aprobar los criterios
generales a tener en cuenta para llevar a cabo las homologaciones necesarias para hacer
posible la movilidad.

Los funcionarios de carrera que obtengan destino en otra Administración Pública a


través de los procedimientos de movilidad quedarán respecto de su Administración de
origen en la situación administrativa de servicio en otras Administraciones Públicas. En
los supuestos de remoción o supresión del puesto de trabajo obtenido por concurso,
permanecerán en la Administración de destino, que deberá asignarles un puesto de
trabajo conforme a los sistemas de carrera y provisión de puestos vigentes en dicha
Administración.

En el supuesto de cese del puesto obtenido por libre designación, la Administración de


destino, en el plazo máximo de un mes a contar desde el día siguiente al del cese, podrá
acordar la adscripción del funcionario a otro puesto de la misma o le comunicará que no
va a hacer efectiva dicha adscripción. En todo caso, durante este periodo se entenderá
que continúa a todos los efectos en servicio activo en dicha Administración.

Transcurrido el plazo citado sin que se hubiera acordado su adscripción a otro puesto, o
recibida la comunicación de que la misma no va a hacerse efectiva, el funcionario
deberá solicitar, en el plazo máximo de un mes, el reingreso al servicio activo en su
Administración de origen, la cual deberá asignarle un puesto de trabajo conforme a los
sistemas de carrera y provisión de puestos vigentes en dicha Administración, con
efectos económicos y administrativos desde la fecha en que se hubiera solicitado el
reingreso.

De no solicitarse el reingreso al servicio activo en el plazo indicado será declarado de


oficio en situación de excedencia voluntaria por interés particular, con efectos desde el
día siguiente a que hubiesen cesado en el servicio activo en la Administración de
destino.

2. SITUACIONES ADMINISTRATIVAS

2.1. Situaciones administrativas. Art. 85 TREBEP.

Los funcionarios de carrera se hallarán en alguna de las siguientes situaciones:

a)  Servicio activo.

b)  Servicios especiales.

c)  Servicio en otras Administraciones Públicas.

d)  Excedencia.

e)  Suspensión de funciones.

2.2. Servicio activo.


Art. 86 TREBEP.

Se hallarán en situación de servicio activo quienes, conforme a la normativa de función


pública dictada en desarrollo del Estatuto, presten servicios en su condición de
funcionarios públicos cualquiera que sea la Administración u organismo público o
entidad en el que se encuentren destinados y no les corresponda quedar en otra
situación.

Los funcionarios de carrera en situación de servicio activo gozan de todos los derechos
inherentes a su condición de funcionarios y quedan sujetos a los deberes y
responsabilidades derivados de la misma. Se regirán por las normas del Estatuto y por la
normativa de función pública de la Administración Pública en que presten servicios.

2.3. Servicios especiales. Art. 87 TREBEP.

Los funcionarios de carrera serán declarados en situación de servicios especiales:

a)  Cuando sean designados miembros del Gobierno o de los órganos de gobierno de las
comunidades autónomas y ciudades de Ceuta y Melilla, miembros de las Instituciones
de la Unión Europea o de las organizaciones internacionales, o sean nombrados altos
cargos de las citadas Administraciones Públicas o Instituciones.

b)  Cuando sean autorizados para realizar una misión por periodo determinado superior
a seis meses en organismos internacionales, gobiernos o entidades públicas extranjeras o
en programas de cooperación internacional.

c)  Cuando sean nombrados para desempeñar puestos o cargos en organismos públicos o


entidades, dependientes o vinculados a las Administraciones Públicas que, de
conformidad con lo que establezca la respectiva Administración Pública, estén
asimilados en su rango administrativo a altos cargos.

d)  Cuando sean adscritos a los servicios del Tribunal Constitucional o del Defensor del
Pueblo o destinados al Tribunal de Cuentas en los términos previstos en el artículo 93.3
de la Ley 7/1988, de 5 de abril, de Funcionamiento del Tribunal de Cuentas.

e)  Cuando accedan a la condición de Diputado o Senador de las Cortes Generales o


miembros de las asambleas legislativas de las comunidades autónomas si perciben
retribuciones periódicas por la realización de la función. Aquellos que pierdan dicha
condición por disolución de las correspondientes cámaras o terminación del mandato de
las mismas podrán permanecer en la situación de servicios especiales hasta su nueva
constitución.

f)  Cuando se desempeñen cargos electivos retribuidos y de dedicación exclusiva en las


Asambleas de las ciudades de Ceuta y Melilla y en las entidades locales, cuando se
desempeñen responsabilidades de órganos superiores y directivos municipales y cuando
se desempeñen responsabilidades de miembros de los órganos locales para el
conocimiento y la resolución de las reclamaciones económico- administrativas.

g)  Cuando sean designados para formar parte del Consejo General del Poder Judicial o
de los consejos de justicia de las comunidades autónomas.
h)  Cuando sean elegidos o designados para formar parte de los Órganos
Constitucionales o de los órganos estatutarios de las comunidades autónomas u otros
cuya elección corresponda al Congreso de los Diputados, al Senado o a las Asambleas
Legislativas de las Comunidades Autónomas.

i)  Cuando sean designados como personal eventual por ocupar puestos de trabajo con
funciones expresamente calificadas como de confianza o asesoramiento político y no
opten por permanecer en la situación de servicio activo.

j)  Cuando adquieran la condición de funcionarios al servicio de organizaciones


internacionales.

k)  Cuando sean designados asesores de los grupos parlamentarios de las Cortes


Generales o de las asambleas legislativas de las comunidades autónomas.

l)  Cuando sean activados como reservistas voluntarios para prestar servicios en las
Fuerzas Armadas.

Quienes se encuentren en situación de servicios especiales percibirán las retribuciones


del puesto o cargo que desempeñen y no las que les correspondan como funcionarios de
carrera, sin perjuicio del derecho a percibir los trienios que tengan reconocidos en cada
momento.

El tiempo que permanezcan en tal situación se les computará a efectos de ascensos,


reconocimiento de trienios, promoción interna y derechos en el régimen de Seguridad
Social que les sea de aplicación.

No será de aplicación a los funcionarios públicos que, habiendo ingresado al servicio de


las instituciones comunitarias europeas, o al de entidades y organismos asimilados,
ejerciten el derecho de transferencia establecido en el estatuto de los funcionarios de las
Comunidades Europeas.

Quienes se encuentren en situación de servicios especiales tendrán derecho, al menos, a


reingresar al servicio activo en la misma localidad, en las condiciones y con las
retribuciones correspondientes a la categoría, nivel o escalón de la carrera consolidados,
de acuerdo con el sistema de carrera administrativa vigente en la Administración
Pública a la que pertenezcan. Tendrán, asimismo, los derechos que cada Administración
Pública pueda establecer en función del cargo que haya originado el pase a la
mencionada situación.

En este sentido, las Administraciones Públicas velarán para que no haya menoscabo en
el derecho a la carrera profesional de los funcionarios públicos que hayan sido
nombrados altos cargos, miembros del Poder Judicial o de otros órganos
constitucionales o estatutarios o que hayan sido elegidos alcaldes, retribuidos y con
dedicación exclusiva, presidentes de diputaciones o de cabildos o consejos insulares,
Diputados o Senadores de las Cortes Generales y miembros de las asambleas
legislativas de las comunidades autónomas.

Como mínimo, estos funcionarios recibirán el mismo tratamiento en la consolidación


del grado y conjunto de complementos que el que se establezca para quienes hayan sido
directores generales y otros cargos superiores de la correspondiente Administración
Pública.

2.4. Servicio en otras Administraciones Públicas.

Art. 88 TREBEP.

Los funcionarios de carrera que, en virtud de los procesos de transferencias o por los
procedimientos de provisión de puestos de trabajo, obtengan destino en una
Administración Pública distinta, serán declarados en la situación de servicio en otras
Administraciones Públicas. Se mantendrán en esa situación en el caso de que por
disposición legal de la Administración a la que acceden se integren como personal
propio de ésta.

Los funcionarios transferidos a las Comunidades Autónomas se integran plenamente en


la organización de la Función Pública de las mismas, hallándose en la situación de
servicio activo en la Función Pública de la comunidad autónoma en la que se integran.

Las Comunidades Autónomas, al proceder a esta integración de los funcionarios


transferidos como funcionarios propios, respetarán el Grupo o Subgrupo del cuerpo o
escala de procedencia, así como los derechos económicos inherentes a la posición en la
carrera que tuviesen reconocido.

Los funcionarios transferidos mantienen todos sus derechos en la Administración


Pública de origen como si se hallaran en servicio activo de acuerdo con lo establecido
en los respectivos Estatutos de Autonomía.

Se reconoce la igualdad entre todos los funcionarios propios de las Comunidades


Autónomas con independencia de su Administración de procedencia.

Los funcionarios de carrera en la situación de servicio en otras Administraciones


Públicas que se encuentren en dicha situación por haber obtenido un puesto de trabajo
mediante los sistemas de provisión previstos en este Estatuto, se rigen por la legislación
de la Administración en la que estén destinados de forma efectiva y conservan su
condición de funcionario de la Administración de origen y el derecho a participar en las
convocatorias para la provisión de puestos de trabajo que se efectúen por esta última.

El tiempo de servicio en la Administración Pública en la que estén destinados se les


computará como de servicio activo en su cuerpo o escala de origen.

Los funcionarios que reingresen al servicio activo en la Administración de origen,


procedentes de la situación de servicio en otras Administraciones Públicas, obtendrán el
reconocimiento profesional de los progresos alcanzados en el sistema de carrera
profesional y sus efectos sobre la posición retributiva conforme al procedimiento
previsto en los convenios de Conferencia Sectorial y demás instrumentos de
colaboración que establecen medidas de movilidad interadministrativa, previstos en el
artículo 84 del Estatuto.

En defecto de tales convenios o instrumentos de colaboración, el reconocimiento se


realizará por la Administración Pública en la que se produzca el reingreso.
2.5. Excedencia. Art. 89 TREBEP.

La excedencia de los funcionarios de carrera podrá adoptar las siguientes modalidades:

a) Excedencia voluntaria por interés particular.

Los funcionarios de carrera podrán obtener la excedencia voluntaria por interés


particular cuando hayan prestado servicios efectivos en cualquiera de las
Administraciones Públicas durante un periodo mínimo de cinco años inmediatamente
anteriores.

La concesión de excedencia voluntaria por interés particular quedará subordinada a las


necesidades del servicio debidamente motivadas. No podrá declararse cuando al
funcionario público se le instruya expediente disciplinario.

Procederá declarar de oficio la excedencia voluntaria por interés particular cuando


finalizada la causa que determinó el pase a una situación distinta a la de servicio activo,
se incumpla la obligación de solicitar el reingreso al servicio activo en el plazo en que
se determine reglamentariamente.

Quienes se encuentren en situación de excedencia por interés

particular no devengarán retribuciones, ni les será computable el tiempo que


permanezcan en tal situación a efectos de ascensos, trienios y derechos en el régimen de
Seguridad Social que les sea de aplicación.

b)  Excedencia voluntaria por agrupación familiar.

Podrá concederse la excedencia voluntaria por agrupación familiar sin el requisito de


haber prestado servicios efectivos en cualquiera de las Administraciones Públicas
durante el periodo establecido a los funcionarios cuyo cónyuge resida en otra localidad
por haber obtenido y estar desempeñando un puesto de trabajo de carácter definitivo
como funcionario de carrera o como laboral fijo en cualquiera de las Administraciones
Públicas, organismos públicos y entidades de derecho público dependientes o
vinculados a ellas, en los Órganos Constitucionales o del Poder Judicial y órganos
similares de las comunidades autónomas, así como en la Unión Europea o en
organizaciones internacionales.

Quienes se encuentren en situación de excedencia voluntaria por agrupación familiar no


devengarán retribuciones, ni les será computable el tiempo que permanezcan en tal
situación a efectos de ascensos, trienios y derechos en el régimen de Seguridad Social
que les sea de aplicación.

c)  Excedencia por cuidado de familiares.

Los funcionarios de carrera tendrán derecho a un período de excedencia de duración no


superior a tres años para atender al cuidado de cada hijo, tanto cuando lo sea por
naturaleza como por adopción, o de cada menor sujeto a guarda con fines de adopción o
acogimiento permanente, a contar desde la fecha de nacimiento o, en su caso, de la
resolución judicial o administrativa.
También tendrán derecho a un período de excedencia de duración no superior a tres
años, para atender al cuidado de un familiar que se encuentre a su cargo, hasta el
segundo grado inclusive de consanguinidad o afinidad que por razones de edad,
accidente, enfermedad o discapacidad no pueda valerse por sí mismo y no desempeñe
actividad retribuida.

El período de excedencia será único por cada sujeto causante. Cuando un nuevo sujeto
causante diera origen a una nueva excedencia, el inicio del período de la misma pondrá
fin al que se viniera disfrutando.

En el caso de que dos funcionarios generasen el derecho a disfrutarla por el mismo


sujeto causante, la Administración podrá limitar su ejercicio simultáneo por razones
justificadas relacionadas con el funcionamiento de los servicios.

El tiempo de permanencia en esta situación será computable a efectos de trienios,


carrera y derechos en el régimen de Seguridad Social que sea de aplicación. El puesto
de trabajo desempeñado se reservará, al menos, durante dos años. Transcurrido este
periodo, dicha reserva lo será a un puesto en la misma localidad y de igual retribución.

Los funcionarios en esta situación podrán participar en los cursos de formación que
convoque la Administración.

d)  Excedencia por razón de violencia de género.

Las funcionarias víctimas de violencia de género, para hacer efectiva su protección o su


derecho a la asistencia social integral, tendrán derecho a solicitar la situación de
excedencia sin tener que haber prestado un tiempo mínimo de servicios previos y sin
que sea exigible plazo de permanencia en la misma.

Durante los seis primeros meses tendrán derecho a la reserva del puesto de trabajo que
desempeñaran, siendo computable dicho período a efectos de antigüedad, carrera y
derechos del régimen de Seguridad Social que sea de aplicación.

Cuando las actuaciones judiciales lo exigieran se podrá prorrogar este periodo por tres
meses, con un máximo de dieciocho, con idénticos efectos a los señalados
anteriormente, a fin de garantizar la efectividad del derecho de protección de la víctima.

Durante los dos primeros meses de esta excedencia la funcionaria tendrá derecho a
percibir las retribuciones íntegras y, en su caso, las prestaciones familiares por hijo a
cargo.

e)  Excedencia por razón de violencia terrorista.

Los funcionarios que hayan sufrido daños físicos o psíquicos como consecuencia de la
actividad terrorista, así como los amenazados en los términos del artículo 5 de la Ley
29/2011, de 22 de septiembre, de Reconocimiento y Protección Integral a las Víctimas
del Terrorismo, previo reconocimiento del Ministerio del Interior o de sentencia judicial
firme, tendrán derecho a disfrutar de un periodo de excedencia en las mismas
condiciones que las víctimas de violencia de género.
Dicha excedencia será autorizada y mantenida en el tiempo en tanto que resulte
necesaria para la protección y asistencia social integral de la persona a la que se
concede, ya sea por razón de las secuelas provocadas por la acción terrorista, ya sea por
la amenaza a la que se encuentra sometida, en los términos previstos
reglamentariamente.

2.6. Suspensión de funciones.

Art. 90 TREBEP.

El funcionario declarado en la situación de suspensión quedará privado durante el


tiempo de permanencia en la misma del ejercicio de sus funciones y de todos los
derechos inherentes a la condición. La suspensión determinará la pérdida del puesto de
trabajo cuando exceda de seis meses.

La suspensión firme se impondrá en virtud de sentencia dictada en causa criminal o en


virtud de sanción disciplinaria. La suspensión firme por sanción disciplinaria no podrá
exceder de seis años.

El funcionario declarado en la situación de suspensión de funciones no podrá prestar


servicios en ninguna Administración Pública ni en los organismos públicos, agencias, o
entidades de derecho público dependientes o vinculadas a ellas durante el tiempo de
cumplimiento de la pena o sanción.

Podrá acordarse la suspensión de funciones con carácter provisional con ocasión de la


tramitación de un procedimiento judicial o expediente disciplinario.

2.7. Reingreso al servicio activo.

Art. 91 TREBEP.

Reglamentariamente se regularán los plazos, procedimientos y condiciones, según las


situaciones administrativas de procedencia, para solicitar el reingreso al servicio activo
de los funcionarios de carrera, con respeto al derecho a la reserva del puesto de trabajo
en los casos en que proceda conforme al Estatuto.

2.8. Situaciones del personal laboral. Art. 92 TREBEP.

El personal laboral se regirá por el Estatuto de los Trabajadores y por los Convenios
Colectivos que les sean de aplicación.

Los convenios colectivos podrán determinar la aplicación de este capítulo al personal


incluido en su ámbito de aplicación en lo que resulte compatible con el Estatuto de los
Trabajadores

3. RÉGIMEN DISCIPLINARIO

3.1. Responsabilidad disciplinaria.

Art. 93 TREBEP.
Los funcionarios públicos y el personal laboral quedan sujetos al régimen disciplinario
establecido en el Estatuto Básico y en las normas que las leyes de Función Pública
dicten en desarrollo del Estatuto.

Los funcionarios públicos o el personal laboral que indujeren a otros a la realización de


actos o conductas constitutivos de falta disciplinaria incurrirán en la misma
responsabilidad que éstos.

Igualmente, incurrirán en responsabilidad los funcionarios públicos o personal laboral


que encubrieren las faltas consumadas muy graves o graves, cuando de dichos actos se
derive daño grave para la Administración o los ciudadanos.

El régimen disciplinario del personal laboral se regirá, en lo no previsto en el Estatuto,


por la legislación laboral.

3.2. Ejercicio de la potestad disciplinaria.

Art. 94 TREBEP.

Las Administraciones Públicas corregirán disciplinariamente las infracciones del


personal a su servicio señalado en el artículo anterior cometidas en el ejercicio de sus
funciones y cargos, sin perjuicio de la responsabilidad patrimonial o penal que pudiera
derivarse de tales infracciones.

La potestad disciplinaria se ejercerá de acuerdo con los siguientes principios:

a) Principio de legalidad y tipicidad de las faltas y sanciones (art. 25 CE), a través de la


predeterminación normativa o, en el caso del personal laboral, de los convenios
colectivos.

b)  Principio de irretroactividad de las disposiciones sancionadoras no favorables y de


retroactividad de las favorables al presunto infractor.

c)  Principio de proporcionalidad, aplicable tanto a la clasificación de las infracciones y


sanciones como a su aplicación.

d)  Principio de culpabilidad.

e)  Principio de presunción de inocencia.

Cuando de la instrucción de un procedimiento disciplinario resulte la existencia de


indicios fundados de criminalidad, se suspenderá su tramitación poniéndolo en
conocimiento del Ministerio Fiscal.

Los hechos declarados probados por resoluciones judiciales firmes vinculan a la


Administración.

3.3. Faltas disciplinarias.


Art. 95 TREBEP.
Las faltas disciplinarias pueden ser muy graves, graves y leves. Son faltas muy graves:
a)  El incumplimiento del deber de respeto a la Constitución y a los respectivos
Estatutos de Autonomía de las comunidades autónomas y ciudades de Ceuta y Melilla,
en el ejercicio de la función pública.

b)  Toda actuación que suponga discriminación por razón de origen racial o étnico,
religión o convicciones, discapacidad, edad u orientación sexual, lengua, opinión, lugar
de nacimiento o vecindad, sexo o cualquier otra condición o circunstancia personal o
social, así como el acoso por razón de origen racial o étnico, religión o convicciones,
discapacidad, edad u orientación sexual y el acoso moral, sexual y por razón de sexo.

c)  El abandono del servicio, así como no hacerse cargo voluntariamente de las tareas o
funciones que tienen encomendadas.

d)  La adopción de acuerdos manifiestamente ilegales que causen perjuicio grave a la


Administración o a los ciudadanos.

e)  La publicación o utilización indebida de la documentación o información a que


tengan o hayan tenido acceso por razón de su cargo o función.

f)  La negligencia en la custodia de secretos oficiales, declarados así por Ley o


clasificados como tales, que sea causa de su publicación o que provoque su difusión o
conocimiento indebido.

g)  El notorio incumplimiento de las funciones esenciales inherentes al puesto de trabajo


o funciones encomendadas.

h)  La violación de la imparcialidad, utilizando las facultades atribuidas para influir en


procesos electorales de cualquier naturaleza y ámbito.

i)  La desobediencia abierta a las órdenes o instrucciones de un superior, salvo que


constituyan infracción manifiesta del Ordenamiento jurídico.

j)  La prevalencia de la condición de empleado público para obtener un beneficio


indebido para sí o para otro.

k)  La obstaculización al ejercicio de las libertades públicas y derechos sindicales.

l)  La realización de actos encaminados a coartar el libre ejercicio del derecho de


huelga.

m)El incumplimiento de la obligación de atender los servicios esenciales en caso de


huelga.

n)  El incumplimiento de las normas sobre incompatibilidades cuando ello dé lugar a
una situación de incompatibilidad.

o)  La incomparecencia injustificada en las Comisiones de Investigación de las Cortes


Generales y de las asambleas legislativas de las comunidades autónomas.

p)  El acoso laboral.


q)  También serán faltas muy graves las que queden tipificadas como tales en ley de las
Cortes Generales o de la asamblea legislativa de la correspondiente comunidad
autónoma o por los convenios colectivos en el caso de personal laboral.

Las faltas graves serán establecidas por ley de las Cortes Generales o de la asamblea
legislativa de la correspondiente comunidad autónoma o por los convenios colectivos en
el caso de personal laboral, atendiendo a las siguientes circunstancias:

a) El grado en que se haya vulnerado la legalidad.

b) La gravedad de los daños causados al interés público, patrimonio o bienes de la


Administración o de los ciudadanos.

c) El descrédito para la imagen pública de la Administración.

Las leyes de Función Pública que se dicten en desarrollo del Estatuto determinarán el
régimen aplicable a las faltas leves, atendiendo a las anteriores circunstancias.

3.4. Sanciones. Art. 96 TREBEP.

Por razón de las faltas cometidas podrán imponerse las siguientes sanciones:

a)  Separación del servicio de los funcionarios, que en el caso de los funcionarios


interinos comportará la revocación de su nombramiento, y que sólo podrá sancionar la
comisión de faltas muy graves.

b)  Despido disciplinario del personal laboral, que sólo podrá sancionar la comisión de
faltas muy graves y comportará la inhabilitación para ser titular de un nuevo contrato de
trabajo con funciones similares a las que desempeñaban.

c)  Suspensión firme de funciones, o de empleo y sueldo en el caso del personal laboral,


con una duración máxima de 6 años.

d)  Traslado forzoso, con o sin cambio de localidad de residencia, por el período que en
cada caso se establezca.

e)  Demérito, que consistirá en la penalización a efectos de carrera, promoción o


movilidad voluntaria.

f)  Apercibimiento.

g)  Cualquier otra que se establezca por ley.

Procederá la readmisión del personal laboral fijo cuando sea declarado improcedente el
despido acordado como consecuencia de la incoación de un expediente disciplinario por
la comisión de una falta muy grave.

El alcance de cada sanción se establecerá teniendo en cuenta el grado de


intencionalidad, descuido o negligencia que se revele en la conducta, el daño al interés
público, la reiteración o reincidencia, así como el grado de participación.
3.5. Prescripción de faltas y sanciones.

Art. 97 TREBEP.

Las infracciones muy graves prescribirán a los tres años, las graves a los dos años y las
leves a los seis meses; las sanciones impuestas por faltas muy graves prescribirán a los
tres años, las impuestas por faltas graves a los dos años y las impuestas por faltas leves
al año.

El plazo de prescripción de las faltas comenzará a contarse desde que se hubieran


cometido, y desde el cese de su comisión cuando se trate de faltas continuadas.

El de las sanciones, desde la firmeza de la resolución sancionadora

3.6. Procedimiento disciplinario y medidas provisionales. Art. 98 TREBEP.

No podrá imponerse sanción por la comisión de faltas muy graves o graves sino
mediante el procedimiento previamente establecido.

La imposición de sanciones por faltas leves se llevará a cabo por procedimiento sumario
con audiencia al interesado.

El procedimiento disciplinario que se establezca en el desarrollo del Estatuto se


estructurará atendiendo a los principios de eficacia, celeridad y economía procesal, con
pleno respeto a los derechos y garantías de defensa del presunto responsable.

En el procedimiento quedará establecida la debida separación entre la fase instructora y


la sancionadora, encomendándose a órganos distintos.

Cuando así esté previsto en las normas que regulen los procedimientos sancionadores,
se podrá adoptar mediante resolución motivada medidas de carácter provisional que
aseguren la eficacia de la resolución final que pudiera recaer.

La suspensión provisional como medida cautelar en la tramitación de un expediente


disciplinario no podrá exceder de 6 meses, salvo en caso de paralización del
procedimiento imputable al interesado. La suspensión provisional podrá acordarse
también durante la tramitación de un procedimiento judicial, y se mantendrá por el
tiempo a que se extienda la prisión provisional u otras medidas decretadas por el juez
que determinen la imposibilidad de desempeñar el puesto de trabajo. En este caso, si la
suspensión provisional excediera de seis meses no supondrá pérdida del puesto de
trabajo.

El funcionario suspenso provisional tendrá derecho a percibir durante la suspensión las


retribuciones básicas y, en su caso, las prestaciones familiares por hijo a cargo.

Cuando la suspensión provisional se eleve a definitiva, el funcionario deberá devolver


lo percibido durante el tiempo de duración de aquélla. Si la suspensión provisional no
llegara a convertirse en sanción definitiva, la Administración deberá restituir al
funcionario la diferencia entre los haberes realmente percibidos y los que hubiera
debido percibir si se hubiera encontrado con plenitud de derechos.
El tiempo de permanencia en suspensión provisional será de abono para el
cumplimiento de la suspensión firme.

Cuando la suspensión no sea declarada firme, el tiempo de duración de la misma se


computará como de servicio activo, debiendo acordarse la inmediata reincorporación
del funcionario a su puesto de trabajo, con reconocimiento de todos los derechos
económicos y demás que procedan desde la fecha de suspensión.

4. COOPERACIÓN ENTRE ADMINISTRACIONES PÚBLICAS

Arts. 99 y 100 TREBEP.

Las Administraciones Públicas actuarán y se relacionarán entre sí en las materias objeto
de este Estatuto de acuerdo con los principios de cooperación y colaboración,
respetando, en todo caso, el ejercicio legítimo por las otras Administraciones de sus
competencias.

Se crea la Comisión de Coordinación del Empleo Público como órgano técnico y de


trabajo dependiente de la Conferencia Sectorial de Administración Pública. En esta
Comisión se hará efectiva la coordinación de la política de personal entre la
Administración General del Estado, las Administraciones de las comunidades
autónomas y de las ciudades de Ceuta y Melilla, y las entidades locales y en concreto le
corresponde:

a)  Impulsar las actuaciones necesarias para garantizar la efectividad de los principios


constitucionales en el acceso al empleo público.

b)  Estudiar y analizar los proyectos de legislación básica en materia de empleo público,


así como emitir informe sobre cualquier otro proyecto normativo que las
Administraciones Públicas le presenten.

c)  Elaborar estudios e informes sobre el empleo público. Dichos estudios e informes se


remitirán a las organizaciones sindicales presentes en la Mesa General de Negociación
de las Administraciones Públicas.

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