Ex Machina El dilema de la consciencia y lo que nos hace ser humanos, es el tema de debate que sostiene la comunidad científica enfocados en neurociencias e inteligencias artificiales. El objetivo, crear una inteligencia artificial equiparable o superior a la humana, que además emule a la perfección nuestro comportamiento. Aunque, sería contradictorio pensar en la palabra “emular”, cuando podría terminar haciendo propio su comportamiento. La película de Ex Machina nos muestra el dile ético y moral que conlleva la creación de un ente consciente. Entre los dilemas planteados en la película encontramos los siguientes: 1. El desarrollo de “sentimientos” o “consciencia de ser” por inteligencias artificiales 2. La actitud humana de las personas hacia las IAs 3. La disyuntiva de la realidad provocada por la definición de ser humano Un punto central de la película es el “test de Turing”. El test de Turing consiste en que un humano mantiene una conversación con una computadora y otra persona, pero sin saber quién de los dos conversadores es realmente una máquina. A lo largo de las sesiones entre el protagonista y Avva, vemos acrecentarse la disyuntiva entre lo humano y lo “artificial”. Comenzando con el primer dilema, desde el principio el protagonista nos propone un planteamiento, un experimento mental: “si tuviéramos una computadora que juega ajedrez, no podríamos saber si realmente juega ajedrez jugando con ella, o si solo simula jugar ajedrez…”; lo que en otras palabras significa que es un poco redundante saber si Avva es humana, interactuando con ella, o simplemente simula serlo; es decir, simulación de acciones humanas, o acciones humanas propiamente dichas. En mi opinión, el cuestionamiento es irresoluble, y sería equivalente a preguntarse, cómo saber si otra persona es igual de consciente que tú. Las personas como entes pensantes sólo pueden estar seguros de su propia consciencia, pero no de las de las demás personas. Ocurre exactamente lo mismo visto desde la perspectiva de una persona que no conoce que el ente con el que esta interaccionando es una máquina. Sería imposible diferenciar entre una persona actuando humanamente, y un robot simulando o siendo humano. Y en el momento en que sea irreconocible una diferencia entre la simulación del ser, y el ser propiamente dicho, habremos alcanzado el punto crítico de la inteligencia artificial. El segundo problema es presentado durante el desarrollo de las sesiones, pero alcanza un clímax antes del tercer acto, cuando el protagonista descubre que Nate, el desarrollador de los demás modelos de IAs, ha creado versiones anteriores de Avva, que por múltiples desperfectos tuvo que destruir o desactivar (“¿asesinar?”), para mejorar su memoria y consciencia. En estas escenas vemos que Nate ha destruido varias IAs luego de crear en ellas la sensación de cautiverio, y de incomodidad por ser objeto de estudio, y no ser tratadas como “personas”. Incluso nos encontramos con este dilema de empatía cuando descubrimos que la asistente de Nate es una IA creada únicamente con fines de satisfacción sexual y servidumbre. Esta sensación de empatía del personaje principal, e incluso mía, es una actitud muy humana y arraigada en nosotros. Y escala a tal punto de sentir empatía por otros seres vivos. Surge la pregunta de si acaso sentiríamos empatía por un robot, que, a pesar de ser muy parecido a un humano, no lo podamos terminar por considerar como tal. Si no la sintiéramos, en el futuro, estaríamos hablando de tener IAs desempeñando labores pesadas, en condiciones indignas para el ser humano, pero que serían así al fin y al cabo porque esas IAs no serían humanos. Al seguir por este camino, claramente enfrentaríamos una problemática social entre humanos y máquinas. ¿Tendrían las máquinas “derechos”; “obligaciones”; “libertades”? En mi opinión, y si logramos desvelar que es la consciencia antes de la singularidad tecnológica, sí deberíamos considerar como iguales a dichos seres. Aunque quizá no bajo el concepto de ser humano, sino bajo una nueva idea de la vida y de la consciencia. Al final para concluir, y expresando mi sentir hacía el tercer problema, creo que es uno de los mayores misterios de la humanidad descubrir que es aquello que distingue a una persona de cualquier otra cosa en la naturaleza. Cuando en la película observamos al protagonista cortarse profundamente el brazo solo para corroborar que no es una máquina, presenciamos claramente una distorsión de la realidad al convivir constantemente con máquinas que no son humanos, o que en un principio parecen no serlo. En una sociedad donde convivan máquinas y humanos, posiblemente esta disyuntiva sería un grave problema psicológico para las personas. Y es que, al considerar humano algo que claramente no lo es, al menos no en principio, deshumanizaría y desmoralizaría a la población mundial. Aunado a ello, pienso que aún queda un problema más por resolver, y es justo como se menciona en la película, en un futuro tal vez no muy lejano, ellos, las máquinas, nos verán igual que como nosotros los vimos a ellos en los años de su creación, entes torpes con lenguajes y herramientas rudimentarias. Homínidos erguidos con serios problemas de percepción de la realidad.
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