MEDIDAS TOMADAS POR LA DICTADURA FRENTE A LAS ORGANIZACIONES SINDICALES
Las primeras medidas tomadas por los gobernantes de facto, fueron la suspensión de la vigencia de la Constitución Nacional; disolución del Parlamento; la proscripción de los partidos políticos; intervención de las provincias y dictado de un “Estatuto”; declaración del Estado de sitio (fue ratificado porque ya había sido declarado durante el gobierno de María Estela Martínez de Perón), dejando suspendidas las garantías constitucionales para los habitantes del país. Esto último implica que el poder de los gobernantes sobre los gobernados no conoce ninguna restricción; “ninguna” implica que la vida y la muerte de las personas se encuentren en sus manos. Una serie de normas establecieron el congelamiento de la actividad gremial. Llamativamente tres leyes fueron sancionadas por decreto el mismo día del golpe, lo que habla de una planificación detallada de las medidas contra el movimiento obrero: la Ley 21.261 que suspendió el derecho de huelga; la Ley 21.263 que eliminó el fuero sindical y la Ley 21.259 del 24 de marzo de 1976, que reimplantó la Ley de Residencia, en virtud de la cual todo extranjero sospechoso de atentar contra la “seguridad nacional” podía ser deportado; las tres con fecha 24 de marzo de 1976. también se sancionaron : La Ley 21.356 de julio de 1976 , que prohibió la actividad gremial, es decir asambleas, reuniones, congresos y elecciones, facultando al Ministerio de Trabajo a intervenir y reemplazar dirigentes dentro de los establecimientos fabriles. La Ley 21.400 del 9 de septiembre de 1976, denominada de “Seguridad industrial”, que prohibió cualquier medida concertada de acción directa, trabajo a desgano, baja de la producción, estableciendo penas de hasta diez años de prisión. Los dirigentes y trabajadores afiliados a las corrientes combativas del sindicalismo fueron uno de los blancos de la represión dictatorial, en su mayoría fueron encarcelados, desaparecidos, o condenados al exilio externo o interno. En 1994 se reformó el texto de la CN, se puso en discusión la doctrina de los gobiernos de facto y se trató de generar un remedio para que esta doctrina no pudiera aplicarse ante nuevos golpes de Estado,. Resultado de ese intercambio fue la inclusión del llamado artículo de defensa del orden constitucional. El artículo 36 que proclama la necesidad del mantenimiento del orden constitucional y el sistema democrático luego de la larga zaga de golpes de Estado vivida por los argentinos entre los años 1930 y 1983
LOS PARTIDOS POLÍTICOS DURANTE LA DICTADURA
Hacia 1981, durante la presidencia de facto del general Videla, se habían puesto de manifiesto los efectos de política económica que llevó a la reactivación de la actividad de los partidos políticos y los sindicatos. Se planeaba que, en dos turnos presidenciales, se produjera la paulatina institucionalización: primero en las intendencias, luego en las provincias y por último en el gobierno nacional. Pero esas promesas no se concretaron debido a divergencias en el seno de la Junta militar. Al percibir las debilidades del régimen, los partidos políticos comenzaron a reclamar una vuelta a la democracia. Así, el Radicalismo (UCR), el Justicialismo (PJ), el Movimiento de Integración y Desarrollo (MID), el Partido Intransigente (PI) y la Democracia Cristiana (DC) lanzaron una convocatoria al país: la “Asamblea Multipartidaria” que se concretó el 21 de julio de 1981, fundada en un programa de oposición al régimen militar. La economía fue puesta a cargo de los llamados “Chicago boys”, que propiciaban el ultra liberalismo y apertura a los mercados mundiales. En cuanto a la salida política se barajaban tres posibilidades: 1. Consolidación del poder presidencial, expresada a través de la designación de gobernadores 2. Mantener la promesa de apertura democrática controlada. 3. Formación de un partido oficial, integrado por dirigentes partidarios más cercanos. El proceso militar iniciado en 1976 abre para Argentina un proyecto económico absolutamente contrapuesto al que venía atravesando desde 1930, y que se aferrará por muchos años a los planes de nuestro país, incluso una vez asegurada la democracia. De este modo, el modelo neoliberal comienza a institucionalizarse en manos de la dictadura, inclusive de manera precoz en relación a muchos países desarrollados, entendiendo la cúpula militar gobernante que el Estado intervencionista y benefactor era el gran responsable, no solo de las limitaciones de crecimiento y desarrollo del país, sino también del desorden social y político. Sin dudas una de las características del programa económico del proceso, implicó la desindustrialización, en beneficio del sector primario y financiero. El cambio en la composición en la estructura del PBI muestra claramente lo exitoso del programa. Por su parte, la participación del sector primario había aumentado casi un 20% y el sector financiero un 10%. Los cambios en el peso de los anteriores sectores evidencian la orientación del programa, dejando de lado el modelo de desarrollo industrialista-nacional, hacia un modelo rentístico-financiero y la re-primarización del modelo productivo.