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Sesion 8
Sesion 8
LA PROFESIÓN DE LA FE
SEGUNDA SECCIÓN:
LA PROFESIÓN DE LA FE CRISTIANA
CAPÍTULO PRIMERO
CREO EN DIOS PADRE
ARTÍCULO 1
«CREO EN DIOS, PADRE TODOPODEROSO,
CREADOR DEL CIELO Y DE LA TIERRA»
EL PADRE
232 Los cristianos son bautizados "en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu
Santo" (Mt 28,19). Antes responden "Creo" a la triple pregunta que les pide confesar
su fe en el Padre, en el Hijo y en el Espíritu: Fides omnium christianorum in Trinitate
consistit ("La fe de todos los cristianos se cimenta en la Santísima Trinidad") (San
Cesáreo de Arlés, Expositio symboli [sermo 9]: CCL 103, 48).
233 Los cristianos son bautizados en "el nombre" del Padre y del Hijo y del Espíritu
Santo y no en "los nombres" de éstos (cf. Virgilio, Professio fidei (552): DS 415), pues
no hay más que un solo Dios, el Padre todopoderoso y su Hijo único y el Espíritu
Santo: la Santísima Trinidad.
241 Por eso los Apóstoles confiesan a Jesús como "el Verbo que en el principio
estaba junto a Dios y que era Dios" (Jn 1,1), como "la imagen del Dios invisible"
(Col 1,15), como "el resplandor de su gloria y la impronta de su esencia" Hb 1,3).
242 Después de ellos, siguiendo la tradición apostólica, la Iglesia confesó en el año
325 en el primer Concilio Ecuménico de Nicea que el Hijo es "consubstancial" al
Padre (Símbolo Niceno: DS 125), es decir, un solo Dios con él. El segundo Concilio
Ecuménico, reunido en Constantinopla en el año 381, conservó esta expresión en su
formulación del Credo de Nicea y confesó "al Hijo Único de Dios, nacido del Padre
antes de todos los siglos, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado
no creado, consubstancial al Padre" (Símbolo Niceno-Constantinopolitano: DS 150).
244 El origen eterno del Espíritu se revela en su misión temporal. El Espíritu Santo
es enviado a los Apóstoles y a la Iglesia tanto por el Padre en nombre del Hijo, como
por el Hijo en persona, una vez que vuelve junto al Padre (cf. Jn 14,26; 15,26; 16,14).
El envío de la persona del Espíritu tras la glorificación de Jesús (cf. Jn 7,39), revela
en plenitud el misterio de la Santa Trinidad.
246 La tradición latina del Credo confiesa que el Espíritu "procede del Padre y del
Hijo (Filioque)". El Concilio de Florencia, en el año 1438, explicita: "El Espíritu Santo
[...] tiene su esencia y su ser a la vez del Padre y del Hijo y procede eternamente tanto
del Uno como del Otro como de un solo Principio y por una sola espiración [...]. Y
porque todo lo que pertenece al Padre, el Padre lo dio a su Hijo único al engendrarlo
a excepción de su ser de Padre, esta procesión misma del Espíritu Santo a partir del
Hijo, éste la tiene eternamente de su Padre que lo engendró eternamente" (DS 1300-
1301).
248 La tradición oriental expresa en primer lugar el carácter de origen primero del
Padre por relación al Espíritu Santo. Al confesar al Espíritu como "salido del Padre"
(Jn 15,26), esa tradición afirma que éste procede del Padre por el Hijo (cf. AG 2). La
tradición occidental expresa en primer lugar la comunión consubstancial entre el
Padre y el Hijo diciendo que el Espíritu procede del Padre y del Hijo (Filioque). Lo
dice "de manera legítima y razonable" (Concilio de Florencia, 1439: DS 1302),
porque el orden eterno de las personas divinas en su comunión consubstancial
implica que el Padre sea el origen primero del Espíritu en tanto que "principio sin
principio" (Concilio de Florencia 1442: DS 1331), pero también que, en cuanto Padre
del Hijo Único, sea con él "el único principio de que procede el Espíritu Santo"
(Concilio de Lyon II, año 1274: DS 850). Esta legítima complementariedad, si no se
desorbita, no afecta a la identidad de la fe en la realidad del mismo misterio
confesado.
251 Para la formulación del dogma de la Trinidad, la Iglesia debió crear una
terminología propia con ayuda de nociones de origen filosófico: "substancia",
"persona" o "hipóstasis", "relación", etc. Al hacer esto, no sometía la fe a una
sabiduría humana, sino que daba un sentido nuevo, sorprendente, a estos términos
destinados también a significar en adelante un Misterio inefable, "infinitamente más
allá de todo lo que podemos concebir según la medida humana" (Pablo VI, Credo del
Pueblo de Dios, 2).
253 La Trinidad es una. No confesamos tres dioses sino un solo Dios en tres
personas: "la Trinidad consubstancial" (Concilio de Constantinopla II, año 553: DS
421). Las personas divinas no se reparten la única divinidad, sino que cada una de
ellas es enteramente Dios: "El Padre es lo mismo que es el Hijo, el Hijo lo mismo que
es el Padre, el Padre y el Hijo lo mismo que el Espíritu Santo, es decir, un solo Dios
por naturaleza" (Concilio de Toledo XI, año 675: DS 530). "Cada una de las tres
personas es esta realidad, es decir, la substancia, la esencia o la naturaleza divina"
(Concilio de Letrán IV, año 1215: DS 804).
254 Las Personas divinas son realmente distintas entre sí. "Dios es único pero no
solitario" (Fides Damasi: DS 71). "Padre", "Hijo", Espíritu Santo" no son simplemente
nombres que designan modalidades del ser divino, pues son realmente distintos
entre sí: "El que es el Hijo no es el Padre, y el que es el Padre no es el Hijo, ni el
Espíritu Santo el que es el Padre o el Hijo" (Concilio de Toledo XI, año 675: DS 530).
Son distintos entre sí por sus relaciones de origen: "El Padre es quien engendra, el
Hijo quien es engendrado, y el Espíritu Santo es quien procede" (Concilio de Letrán
IV, año 1215: DS 804). La Unidad divina es Trina.
255 Las Personas divinas son relativas unas a otras. La distinción real de las Personas
entre sí, porque no divide la unidad divina, reside únicamente en las relaciones que
las refieren unas a otras: "En los nombres relativos de las personas, el Padre es
referido al Hijo, el Hijo lo es al Padre, el Espíritu Santo lo es a los dos; sin embargo,
cuando se habla de estas tres Personas considerando las relaciones se cree en una
sola naturaleza o substancia" (Concilio de Toledo XI, año 675: DS 528). En efecto,
"en Dios todo es uno, excepto lo que comporta relaciones opuestas" (Concilio de
Florencia, año 1442: DS 1330). "A causa de esta unidad, el Padre está todo en el Hijo,
todo en el Espíritu Santo; el Hijo está todo en el Padre, todo en el Espíritu Santo; el
Espíritu Santo está todo en el Padre, todo en el Hijo" (Concilio de Florencia, año
1442: DS 1331).
«Ante todo, guardadme este buen depósito, por el cual vivo y combato, con el cual
quiero morir, que me hace soportar todos los males y despreciar todos los placeres:
quiero decir la profesión de fe en el Padre y el Hijo y el Espíritu Santo. Os la confío
hoy. Por ella os introduciré dentro de poco en el agua y os sacaré de ella. Os la doy
como compañera y patrona de toda vuestra vida. Os doy una sola Divinidad y Poder,
que existe Una en los Tres, y contiene los Tres de una manera distinta. Divinidad sin
distinción de substancia o de naturaleza, sin grado superior que eleve o grado
inferior que abaje [...] Es la infinita connaturalidad de tres infinitos. Cada uno,
considerado en sí mismo, es Dios todo entero[...] Dios los Tres considerados en
conjunto [...] No he comenzado a pensar en la Unidad cuando ya la Trinidad me baña
con su esplendor. No he comenzado a pensar en la Trinidad cuando ya la unidad me
posee de nuevo...(Orationes, 40,41: PG 36,417).
258 Toda la economía divina es la obra común de las tres Personas divinas. Porque
la Trinidad, del mismo modo que tiene una sola y misma naturaleza, así también
tiene una sola y misma operación (cf. Concilio de Constantinopla II, año 553: DS
421). "El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo no son tres principios de las criaturas, sino
un solo principio" (Concilio de Florencia, año 1442: DS 1331). Sin embargo, cada
Persona divina realiza la obra común según su propiedad personal. Así la Iglesia
confiesa, siguiendo al Nuevo Testamento (cf. 1 Co 8,6): "Uno es Dios [...] y Padre de
quien proceden todas las cosas, Uno el Señor Jesucristo por el cual son todas las
cosas, y Uno el Espíritu Santo en quien son todas las cosas (Concilio de
Constantinopla II: DS 421). Son, sobre todo, las misiones divinas de la Encarnación
del Hijo y del don del Espíritu Santo las que manifiestan las propiedades de las
personas divinas.