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Primer Discurso de Pedro (Hch 2,14-ss)

Análisis Evangelii Nuntiandi, Nos. 21 y 76

Como bien es sabido, nadie puede dar de lo que no tiene, y pudiéramos ser
más enfáticos aún y decir “Quien no conoce a Dios puede hablar de Él”. Y es una
realidad, en la vida del cristiano, el llamado que se le hace a evangelizar; a llevar
esa buena nueva que le ha sido proclamada y que ha despertado su fe en un Dios
que es fundamentalmente amor y misericordia. Ese conocimiento de Dios no se
debe quedar en un rito vacío, en un “darse golpes de pecho” y por la otra parte
hacer actos que contradigan lo que decimos creer, vivir y proclamar.

Es por eso que el cristiano debe tener una coherencia entre la fe y la vida,
entre lo que predica y lo que hace, y esa coherencia de vida debe ser reflejo de la
Buena Nueva que le ha sido anunciada para todos los que le rodean. En las
primeras comunidades cristianas llamaba la atención fundamentalmente su amor
fraterno, su sentido de solidaridad con todos los que les rodeaban, la confianza en
Dios y sobre todo la esperanza de que la salvación ofrecida por Jesús con su
muerte en cruz iba a ser recibida muy pronto.

Estamos llamados pues a ser Evangelizadores a tiempo completo, no cabe el


divorcio entre la fe y la vida, sino que la vida debe ser reflejo de esa fe y de ese
evangelio que nos ha sido anunciado. Debemos ser pues, testigos auténticos de
Jesucristo en medio de un mundo convulsionado por el odio, la guerra, la violencia,
el rencor, la maldad, la miseria, la pobreza, la esclavitud de los vicios, en otras
palabras, en un mundo que ha olvidado la presencia de Dios y su amor.

Pero para poder dar ese testimonio debemos tener una comunicación
permanente con el que inspira y anima nuestra existencia. La oración y el
acercamiento a Jesús por medio de los sacramentos, de la liturgia, de la palabra,
de los hermanos deben ser el alimento de nuestra fe, para poder tener ese
conocimiento de Dios y, por supuesto, poder hablar, sin palabras, de El.

Jesús Bladimir Dávila


29/09/1999
Primer Discurso de Pedro (Hch 2,14-ss)

PRIMER DISCURSO DE PEDRO (Hch 2.14-ss)

Según los parámetros indicados en el Nº 22 de la Evangelii Nuntiandi. “No hay


evangelización verdadera mientras no se anuncie el nombre, la doctrina, la vida,
las promesas, el reino, el misterio de Jesús de Nazaret Hijo de Dios”, se pueden
distinguir éstos en el Primer Discurso del Apóstol Pedro (cf. Hch 2, 14-ss.)

 EL NOMBRE DE JESUS:
Hch 2,22b: “A Jesús, el Nazoreo,”
Hch 2,32a “A este Jesús Dios lo resucitó”
Hch 2,36b “A este Jesús a quien vosotros crucificasteis “
Hch 2,38b “Convertios y que cada uno de vosotros se haga bautizar en el
nombre de Jesucristo, para remisión de vuestros pecados”

 LA DOCTRINA:
Hch 2,38b “Convertios y que cada uno de vosotros se haga bautizar en el
nombre de Jesucristo, para remisión de vuestros pecados y recibiréis
el don del Espíritu Santo”

 LA VIDA:
Hch 2,25-28 “Porque dice de él David: Veía constantemente al Señor delante de
mí, puesto que está a mi derecha, para que no vacile. Por eso se ha
alegrado mi corazón y se ha alborozado mi lengua y hasta mi carne
reposará en la esperanza de que no abandonarás mi alma en el
Hades ni permitirás que tu santo experimente la corrupción. Me has
hecho conocer caminos de vida, me llenará de gozo con tu rostro”

 LA PROMESA:
Hch 2,15-21 “No están estos borrachos como vosotros suponéis, pues es la hora
tercia del día, sino que es lo que dijo el profeta: Sucederá en los
últimos días, dice Dios: Derramaré mi Espíritu sobre toda carne y
profetizarán vuestras hijas y vuestras hijas; vuestros jóvenes verán
visiones y vuestros ancianos soñaran sueños. Y yo sobre mis siervos
y sobre mis siervas derramaré mi Espíritu. Haré prodigios arriba en
el cielo y señales abajo en la tierra. El sol se convertirá en tinieblas y
la luna en sangre, antes de que llegue el día grande del Señor. Y
todo el que invoque el nombre del Señor se salvará”
Hch 2.22b.c “A Jesús, el Nazoreo, hombre acreditado por Dios entre vosotros con
milagros, prodigios y señales que Dios hizo por su medio entre
vosotros”
Hch 2,32-33 “A este Jesús Dios lo resucitó; de lo cual todos nosotros somos
testigos. Y exaltado por la diestra de Dios, ha recibido del Padre el
Espíritu Santo prometido y ha derramado lo que vosotros veis y oís”
Primer Discurso de Pedro (Hch 2,14-ss)

Hch 2,38b “Convertios y que cada uno de vosotros se haga bautizar en el


nombre de Jesucristo, para remisión de vuestros pecados y recibiréis
el don del Espíritu Santo”
Hch 2,39 “Pues la promesa es para vosotros y para vuestros hijos, y para
todos los que están lejos, para cuantos llame el Señor Dios nuestro”.

 EL REINO:
Hch 2.22b.c “A Jesús, el Nazoreo, hombre acreditado por Dios entre vosotros con
milagros, prodigios y señales que Dios hizo por su medio entre
vosotros”
Hch 2,36 “Sepan, pues, con certeza toda la casa de Israel que Dios ha
constituido Señor y Cristo a este Jesús a quien vosotros habéis
crucificado”

 EL MISTERIO:
Hch 2,23-24 “A éste que fue entregado según el determinado designio y previo
conocimiento de Dios, vosotros lo matasteis clavándole en la cruz,
por mano de los impíos; a éste Dios lo resucitó librándole de los
dolores del Hades, pues no era posible que quedase bajo su dominio"
Hch 2,32-33 “A este Jesús Dios lo resucitó; de lo cual todos nosotros somos
testigos. Y exaltado por la diestra de Dios, ha recibido del Padre el
Espíritu Santo prometido y ha derramado lo que vosotros veis y oís”
Hch 2, 36 “Sepan, pues, con certeza toda la casa de Israel que Dios ha
constituido Señor y Cristo a este Jesús a quien vosotros habéis
crucificado”

Jesús Bladimir Dávila


01 de Noviembre de 1999

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