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UNIDAD 3

Clase 5

DERECHOS HUMANOS, GÉNERO Y


DIVERSIDAD EN EL CAMPO DE LA SEGURIDAD

UNIDAD 3
Clase 5: Violencia por razones de género

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Clase 5

Marco Teórico. Violencia por razones de género. Tipos y


Modalidades. Círculo de la Violencia. Interseccionalidad. Ruta
Crítica. Femicidio, travesticidio y Transfemicidio.

Introducción

En el marco de los compromisos internacionales asumidos por el Estado Argentino,


la violencia por razones de género ha sido reconocida como una violación a los
derechos humanos. Ello implica un especial deber de protección y la obligación de
enfrentar dicha problemática, tanto en el ámbito de la prevención como en los de la
asistencia, la investigación y la sanción. Este problema, históricamente oculto y
silenciado, se volvió cada vez más visible en nuestro país. Los avances logrados en
los últimos años —fruto de las demandas de organizaciones y movimientos de
mujeres— nos obligan a asumir un rol activo en la sensibilización y denuncia de la
violencia estructural y sistemática que afecta la vida de tantas mujeres en nuestra
sociedad en todos los ámbitos donde desarrollan sus vidas.

Abordar la problemática de la violencia por razones de género requiere, en primer


lugar, reconocer su complejidad en tanto fenómeno sociocultural, vincular e histórico.
Una aproximación a su lógica y dinámica hace necesaria la intervención de múltiples
miradas y diversos aportes que han posibilitado su visibilización como problema
social y político.

El recorrido que proponemos en esta clase nos permitirá alcanzar una


conceptualización más completa de la noción de violencia por razones de género.
Esto resulta fundamental no solo para poner en valor las luchas que han hecho
posible reconocer los abusos perpetrados contra mujeres, lesbianas, trans, travestis,
bisexuales y no binaries, históricamente naturalizados y minimizados al interior de
muchas otras desigualdades, sino también para recuperar las demandas y los
aportes que han permitido pensar lo personal como político, frente a un sistema
patriarcal, sexista y violento que nos atraviesa una y otra vez de diversas maneras.

El desarrollo de los conceptos vistos en las clases anteriores nos permite reflexionar
en relación a la estructura de la sociedad patriarcal, de modo tal que habilita la
comprensión de la violencia como un fenómeno de carácter social. En este sentido,
es importante destacar que el enfoque de las violencias desde la perspectiva social
se diferencia de otras posturas con miradas más individuales que la asocian a
conductas personales, trastornos, adicciones, enfermedades o a la falta de

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instrucción. Sin embargo, como ya hemos visto, en las sociedades patriarcales


asumir comportamientos violentos forma parte de la demanda social a la
masculinidad.

“Ser varón implica en nuestra sociedad rechazar cualquier elemento que


refiera cierta fragilidad o penetrabilidad. Ser varón en los términos de la
normativa, implica sostener el modelo de género esperado a cualquier
costo, siempre insistiendo con ocultar la fragilidad constitutiva, a riesgo de
que en esa insistencia se termine con la vida de otras personas y también
del mismo sujeto varón.” (Manual de masculinidades Vol. 3, Ministerio de
las mujeres)

La violencia contra las mujeres constituye una grave problemática de carácter


mundial que implica la violación de los Derechos Humanos de las mujeres. Las
estadísticas publicadas por la Organización Mundial de la salud (OMS) muestran
que alrededor de una de cada tres (35%) mujeres en el mundo han sufrido violencia
física y/o sexual de pareja o violencia sexual por terceros en algún momento de su
vida1. Las investigaciones mundiales coinciden en identificar a las mujeres y las
infancias como la población en riesgo con mayores posibilidades de sufrir tratos
abusivos.

Historización de la terminología de la violencia por razones de


género

La terminología utilizada para definir el fenómeno de la violencia ha recorrido un


camino de transformaciones, que nos permiten un análisis de sus alcances y
limitaciones.

En primer lugar, podemos identificar el término “violencia doméstica”, uno de los


primeros utilizados para definir el problema de la violencia por razones de género.
En dicha conceptualización se torna difícil identificar claramente al sujeto de esta
violencia, dado que todas las personas que forman parte del entorno doméstico
pueden potencialmente serlo. De igual manera, el término pareciera circunscribirse a
la violencia únicamente al espacio físico del hogar. Asimismo, la utilización de este
término para definir la totalidad de la violencia ejercida contra las mujeres, lesbianas,
trans, travestis, bisexuales y no binaries, puede invisibilizar otros tipos de violencias

1https://www.who.int/es/news/item/09-03-2021-devastatingly-pervasive-1-in-3-women-globally-
experience-violence

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de los que éstas pueden ser víctimas, como por ejemplo la violencia sexual que
incluye la violación dentro del matrimonio o de otras relaciones vinculares o de
parentesco, reconocida por la Ley No. 26.485 de Protección Integral a las Mujeres
(2009).

Finalmente, el término “violencia doméstica” no permite dar cuenta de la motivación


principal de la violencia por razones de género: la subordinación de las mujeres y
personas LGBTI+ frente a la lógica de poder que impone la sociedad patriarcal.

Por estas razones, el término “violencia doméstica” resulta de mayor utilidad para
referirse a una modalidad específica de violencia por razones de género: aquella que
sucede en el entorno familiar originado por parentesco, ya sea por consanguinidad o
por afinidad y en cualquiera de los tipos en la que ésta se dé, de acuerdo con
nuestra Ley de Protección Integral a las Mujeres.

En segundo lugar, otro de los términos más utilizados es el de “violencia familiar”,


dado que sabemos que estadísticamente la mayor parte de las agresiones basadas
en género se comenten en entornos familiares o próximos. Sin embargo, de forma
similar al caso anterior, el término implica a otras personas, relaciones y
motivaciones, que se alejan de la violencia ejercida contra las mujeres y personas
LGBTI+ por el hecho de pertenecer a estos colectivos. Estos dos términos, violencia
doméstica y violencia familiar, resultan importantes si pensamos en sus contextos de
producción (inicios de los ’80) dado que han permitido la delimitación y visibilización
del problema para su abordaje político, pero fueron encontrando limitaciones,
haciendo necesario encontrar conceptualizaciones más precisas.

Por su parte, el término “violencia contra las mujeres”, quizás el más utilizado en
los instrumentos jurídicos, sobre todo de orden internacional, pareciera explicitar al
sujeto de esta violencia: las mujeres. Sin embargo, sus principales debilidades son,
por un lado, no poder dar cuenta de la motivación sexista o de género, por la que la
violencia se dirige contra éstas, dando lugar a otros motivos ajenos al género que
pudieran relacionarse con ella, e interfiriendo nuevamente en el sentido de su
definición. Por otro lado, este término invisibiliza tanto la histórica violencia ejercida
contra otras orientaciones, identidades y/o expresiones de género, como así también
toda una enorme tradición de lucha de estos colectivos contra dicha violencia y
discriminación.

Finalmente, el término “violencia por razones de género”, cuya incorporación en


instrumentos jurídicos es relativamente reciente, destaca y refiere en primer lugar al

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género como categoría que organiza la adscripción social de los sexos y permite
pensar cómo estos se relacionan y operan. En segundo lugar y a partir de estas
relaciones de poder, la categoría de género posibilita señalar las asimetrías que
motivan la discriminación y violencia, fundamentalmente hacia las mujeres y
personas LGBTI+, lo que implica además una direccionalidad en su ejercicio: como
manifestación de lógicas y conductas que se expresan desde la masculinidad
hegemónica, creando y manteniendo normas cis-heteropatriarcales que excluyen a
quienes se desvían de este modelo.

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¿Qué es la violencia por razones de género?

La violencia por razones de género se asienta en una concepción cultural que otorga
mayor valoración social a lo masculino en relación a lo femenino, y a partir de la cual
una persona ejerce poder sobre otra. Son víctimas de violencia de género aquellas
personas identificadas socialmente con aspectos o atributos femeninos. En
consecuencia, son principalmente las mujeres quienes padecen este tipo de
violencia, pero también niñas/os, homosexuales, trans y travestis. En todos estos
grupos poblacionales lo que subyace a las situaciones de violencia que padecen es
la idea de posible feminización de la persona o “falta de hombría”, lo cual las vuelve
pasibles de ser objeto de violencia.

En este sentido, la violencia por razones de género se dirige siempre hacia otras
personas sobre la base de su condición de género, siendo por tanto la feminidad y el
valor que esta feminidad tiene en las sociedades patriarcales, lo que expone a las
personas a la discriminación y a las violencias.

En este marco cuando hablamos de violencia por razones de género nos


referimos a todas las formas y conductas basadas en relaciones desiguales de
poder, que producen daño y afectan la vida e integridad de las mujeres e
identidades subordinadas; y al mismo tiempo, perpetúan el sistema de jerarquías
impuesto por la cultura patriarcal. Se trata de una violencia estructural que se dirige
hacia las mujeres, LGTTBI+ con el objeto de mantener o incrementar su
subordinación al género masculino hegemónico. La violencia por razones de género
puede afectar: la vida, la libertad, la dignidad, la integridad física, psicológica o
sexual, la situación económica, la seguridad, el acceso al trabajo, a la educación y a
la atención médica.
Protocolo VG-VF

a. Violencia de género toda conducta, acción u omisión, basadas en


razones de género que, de manera directa o indirecta, tanto en el ámbito
público como en el privado, basada en una relación desigual de poder,
afecte la vida, libertad, dignidad, integridad física, psicológica, sexual,
económica o patrimonial, como así también la seguridad
personal. quedan comprendidas las perpetradas por el Estado o por parte
de sus agentes.

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b. Violencia familiar toda acción, omisión, abuso, que afecte la vida, la


libertad, seguridad personal, dignidad, integridad física, psicológica,
sexual, económica o patrimonial, de una persona en el ámbito del grupo
familiar. Se entenderá por grupo familiar al originado en el matrimonio o
en las uniones de hecho, incluyendo a los ascendientes, descendientes,
colaterales y/o consanguíneos y a convivientes o descendientes directos
de algunos de ellos. Se aplicará también, cuando se ejerza violencia
sobre la persona con quien tenga o haya tenido relación de noviazgo o
pareja o con quien estuvo vinculado por matrimonio o unión de hecho.

La posibilidad de incluir la violencia que padecen las mujeres en el espacio


doméstico como un tema de Estado radica en la concepción social y cultural de
la problemática, y el enfoque va más allá de la situación particular de la víctima
individual y se proyecta a la evaluación de un patrón sociocultural de violencia,
discriminación y subordinación hacia las mujeres.

Tipos y modalidades de violencia regulados en la Ley Nº 26.458

El siguiente material fue extraído de la Guía de Información sobre Violencia de


Género, elaborada por el Ministerio de Derechos Humanos Nacional 2

Modalidades

¿En qué ámbitos ocurre la violencia contra las mujeres y personas LGBTI+?
Puede ocurrir en cualquier espacio público o privado. Es decir, las modalidades son
los ámbitos/lugares donde se presentan los distintos tipos de violencia.

Violencia doméstica
Es la ejercida por cualquier integrante del grupo familiar de la mujer o persona
LGBTI+ –en la mayoría de los casos, la pareja o expareja–, independientemente
del espacio físico donde se desarrolle. La violencia doméstica afecta a todas las
personas que integran la familia. Violencia institucional Es la ejercida por
funcionarios o funcionarias, profesionales, personas que integran fuerzas de
seguridad y personal perteneciente a cualquier órgano, ente o institución pública,
que obstaculizan o impiden que las mujeres y personas LGBTI+ accedan a
políticas públicas y ejerzan sus derechos.

2 https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/2019/02/guiaviolenciadegenero_mayo2022.pdf

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Violencia laboral
Es la discriminación contra las mujeres y personas LGBTI+ en los ámbitos de
trabajo públicos o privados, que pone obstáculos a su acceso, ascenso o
permanencia en el empleo.

Violencia contra la libertad reproductiva


Es la que vulnera el derecho de las mujeres y personas con capacidad de gestar
a decidir libre y responsablemente cuántos embarazos quieren tener o cuánto
tiempo quieren esperar para tener más hijas o hijos.

Violencia obstétrica
Es la que ejerce el personal de salud sobre el cuerpo y los procesos reproductivos
de las mujeres y personas con capacidad de gestar.

Violencia mediática
Es la publicación o difusión de mensajes e imágenes que denigran a las mujeres y
personas LGBTI+, y atentan contra su dignidad en cualquier medio masivo de
comunicación y redes sociales.

Violencia en el espacio público (“acoso callejero”)


Es la violencia ejercida contra las mujeres y personas LGBTI+ en lugares públicos
o de acceso público, como los medios de transporte o centros comerciales.

Violencia pública-política
Es la que impide o limita el desarrollo propio de la vida política o el acceso a
derechos y deberes políticos de las mujeres y personas LGBTI+ por medio de
intimidación, hostigamiento, deshonra, descrédito, persecución, acoso o
amenazas.
Tipos

¿Qué tipos de violencia contra las mujeres y personas LGBTI+ existen?


La violencia contra las mujeres y personas LGBTI+ se puede ejercer de distintas
maneras. La ley las protege en todos los casos.

Violencia física
Son las agresiones contra los cuerpos de las mujeres y las personas LGBTI+.
Hay violencia física cuando: las golpean, obligan a consumir drogas o alcohol, les
tiran cosas.

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Violencia psicológica
Son las agresiones que producen un daño emocional, bajan la autoestima y
afectan la salud psicológica de las mujeres y personas LGBTI+.
Hay violencia psicológica cuando: controlan lo que hacen o deciden sobre sus
vidas, las celan, las alejan de sus familias y amistades, las amenazan, las
insultan.
La violencia psicológica puede generar un daño duradero o permanente en la
persona víctima, aun cuando no es tan fácil identificar como la violencia física.

Violencia sexual
Sucede cuando a las mujeres y personas LGBTI+ no las dejan elegir si quieren o
no tener relaciones sexuales, o la manera en la que quieren tener un contacto
sexual.
Hay violencia sexual cuando: las violan, las acosan, las manosean, las obligan a
tener contactos sexuales de cualquier tipo, no respetan su decisión de usar
métodos anticonceptivos en la relación sexual.

Violencia económica
Sucede cuando la pareja o la expareja de la mujer o persona LGBTI+, por acción
o falta de acción, daña sus bienes, ingresos o economía.
Hay violencia económica cuando: les prohíben trabajar, las amenazan con
echarlas de su casa, les manejan la plata que ganan con su trabajo, no les pagan
la cuota de alimentos para sus hijas e hijos, las obligan a tomar decisiones
económicas que no quieren, por ejemplo, firmar solicitudes de préstamos, les
ocultan ingresos económicos del hogar y las excluyen de la planificación
económica.

Violencia simbólica
Son todos los signos, imágenes, mensajes e ideas que muestran a las mujeres y
personas LGBTI+ en una situación de inferioridad con relación a los hombres y,
por eso, contribuyen al trato desigual de las mujeres y personas LGBTI+ y a su
discriminación. Por ejemplo, las publicidades que ponen a la mujer como única
responsable del cuidado de la casa, de las hijas e hijos, o de la limpieza.

Femicidio, travesticidio y transfemicidio

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El término “femicidio” surge en la década de 1970 de la mano de Diana Russel,


quien lo define como “los asesinatos realizados por varones motivados por un
sentido de tener derecho a ello o superioridad sobre las mujeres, por placer o
deseos sádicos hacia ellas, o por la suposición de propiedad sobre las mujeres.”
Radford & Russel (1992). Con esta definición la autora pretende dar cuenta de las
formas extremas que adquieren las violencias hacia las mujeres, llegando en
muchas ocasiones a terminar con sus vidas.

Por otra parte, el término feminicidio fue desarrollado por Marcela Lagarde (1996), la
cual le incorpora la dimensión política al hecho de matar a una mujer sólo por el
hecho de pertenecer al sexo femenino. La autora se propone denunciar la falta de
respuesta por parte del Estado en los casos de feminicidios debido al incumplimiento
de sus obligaciones internacionales de garantía, considerando a este tipo de
crímenes como Crímenes de Estado: “una fractura del Estado de derecho que
favorece la impunidad”. Feminicidio, por tanto, abarca los crímenes y las
desapariciones de niñas y mujeres en las que las respuestas de los responsables
del Estado sean la omisión, la inercia, el silencio, la ausencia de prevención para
erradicar estos delitos.

La definición de Femicidio adoptada a nivel internacional, es la que se acuñó en el


año 2008 en la convención de Belém de Pará (MESECVI) “La muerte violenta de
mujeres por razones de género, ya sea que tenga lugar dentro de la familia, unidad
doméstica o en cualquier otra relación interpersonal; en la comunidad, por parte de
cualquier persona, o que sea perpetrada o tolerada por el Estado y sus agentes, por
acción u omisión”.

En Argentina, en el año 2012, mediante la Ley Nº 27.791, se incorporó el concepto


de muertes violentas de mujeres por cuestiones de género como agravante, en el
Código Penal Argentino. De este modo, se sustituyeron los incisos 1° y 4° del
artículo 80 del Código Penal Argentino quedando redactados del siguiente modo:

“Se impondrá reclusión perpetua o prisión perpetua, pudiendo aplicarse lo


dispuesto en el artículo 52, al que matare:

1°. A su ascendiente, descendiente, cónyuge, ex cónyuge, o a la persona con


quien mantiene o ha mantenido una relación de pareja, mediare o no
convivencia.
4°. Por placer, codicia, odio racial, religioso, de género o a la orientación
sexual, identidad de género o su expresión.”

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De este modo se considera a todos los vínculos de pareja, vigentes o pasados, haya
mediado o no convivencia, y se hace una referencia explícita a la motivación.

Esta modificación se realizó para sancionar como crímenes de odio los perpetrados
a colectivos especialmente victimizados por cuestiones de género y orientación
sexual, como las lesbianas, gays, bisexuales, transexuales, travestis, transgéneros,
e intersexuales (LGBTI).

A través de las modificaciones introducidas por la Ley Nº 26.791, en el inciso 11° del
mismo Artículo 80, se incorpora el femicidio: “A una mujer cuando el hecho sea
perpetrado por un hombre y mediare violencia de género”. Así, la violencia de
género es concebida como elemento definitorio del delito, para comprender todos los
homicidios de mujeres perpetrados por varones que reflejan la desigualdad de poder
estructural existente entre ambos.

El inciso 12° se incorpora la figura de femicidio vinculado, este comprende la muerte


cometida por un femicida para castigar o destruir psicológicamente a una mujer
sobre la cual ejerce dominación, como ser el asesinato de sus padres, de sus
hija/os, etc.

También se ha comenzado a visibilizar la problemática de la violencia por razones de


género específicamente al interior del colectivo travesti y trans. En este orden, los
términos “travesticidio” y “transfemicidio” son expresiones que buscan dar cuenta de
dicha visibilización. En el año 2018, por primera vez se utilizó el término
“travesticidio” en el juicio por el asesinato de la activista trans Diana Sacayán. En el
marco de este proceso, fue encontrado coautor de este delito Gabriel David Marino,
sentenciado a prisión perpetua por “homicidio calificado por odio de género y por
haber mediado violencia de género” (según Art. 80, Incs. 4 y 11, del CPA).

Los asesinatos de mujeres y diversidades sexuales están inscriptos en un sistema


patriarcal, que las, los, les considera posibles de ser controladas/os/es y
descartadas/os/es, sometidas/os/es y torturadas/os. Los femicidios y los crímenes
de odio son la manifestación extrema de esta forma de concebir la sociedad, por
ello, la incorporación del Femicidio y de los crímenes de odio en el Código Penal
Argentino, constituyen el reconocimiento del flagelo y de la necesidad de erradicar la
violencia de género.

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El ciclo de la violencia

La psicóloga norteamericana Leonor Walker en 1978 estableció la teoría que explica


la dinámica cíclica de la violencia y la razón por la cual muchas mujeres se quedan
atrapadas en dicha relación violenta de pareja.

Existen tres fases en que se produce y reproduce la violencia: acumulación de


tensión, estallido de violencia y luna de miel. La articulación de estos momentos da
origen a lo que conocemos como círculo o ciclo de la violencia.

1. Acumulación de tensión
Durante esta etapa el varón acumula enojos y su ira va en aumento. Se burla,
humilla y muchas veces ridiculiza a la mujer que intenta calmarlo y en varias
ocasiones minimiza lo sucedido o justifica las agresiones. Se incrementa la
agresividad del varón. A medida que pasa el tiempo aumenta su irritabilidad.
Cada vez son más las cosas que desencadenan la fase de explosión.
Generalmente la mujer, con el paso del tiempo empieza a “creerse” todo lo
que él le dice. Esto genera un impacto directo en su autoestima. Siente que
no sirve para nada, que se merece el maltrato.

2. Etapa o fase de agresión


Implica la explosión y descarga de la agresividad acumulada sobre la víctima.
El varón puede perder el control y agrede físicamente a la mujer. Se desata la
violencia física. La mujer siente impotencia y dolor. Generalmente, a medida
que pasa el tiempo estos episodios son más seguidos y más violentos.

3. Etapa o fase calma, arrepentimiento o “luna de miel”


En esta etapa se suspende la violencia. Generalmente hay un pedido de
perdón y arrepentimiento por parte del agresor quien se comporta de manera
cariñosa y promete que las cosas van a cambiar y no volverán a suscitarse
episodios similares. La mujer cree en ese cambio.

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Fuente: https://www.mpf.gob.ar/direccion-general-de-politicas-de-genero/files/2020/08/Herramientas-
para-el-abordaje-de-la-violencia-de-ge%CC%81nero-desde-los-espacios-institucionales.pdf

Cada vez que el ciclo da una nueva vuelta:

 la violencia se va consolidando;
 la fase de calma, reconciliación o luna de miel tiende a desaparecer;
 la violencia se hace más frecuente y sus consecuencias más graves.

El ciclo de la violencia (sumado a otros factores como la dependencia económica),


ayuda a comprender por qué muchas mujeres permanecen en vínculos violentos
durante mucho tiempo, sobreviviendo en precarias condiciones emocionales y de
integridad física. Cuando la mujer está inmersa en el ciclo de la violencia, se auto
adjudica responsabilidad por la conducta de su pareja, desarrollando sentimientos
de culpa y vergüenza. A su vez, en la la fase de luna de miel, los varones realizan
constantes promesas de cambio, lo cual genera nuevas esperanzas en las mujeres.

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Es por ello importante poder comprender y acompañar los tiempos personales que le
lleva a cada mujer poder salir de un vínculo violento, sin revictimizar o culpabilizar
sus acciones.

La ruta crítica

Las mujeres que denuncian ser víctimas de una situación de violencia llegan a esas
instancias inmersas en un proceso en el que enfrentan sus propios miedos, las
amenazas externas y los sentimientos de vergüenza y culpa. A la vez deben
enfrentar la propia desconfianza respecto de la posibilidad de encontrar apoyo del
Estado. Este proceso de salida de una situación de violencia por razones de género
es conocido como RUTA CRÍTICA y se da en una posición de extrema vulnerabilidad
para la mujer.

Así, la ruta crítica se muestra como un proceso complejo que no siempre es lineal y
que implica avances y retrocesos, en el cual conviven los estímulos que impulsan a
una mujer a salir de esta situación y aquellos que la inhiben. En dicho proceso
influyen diversos factores:

Factores internos
Están relacionados íntimamente con los sentimientos y con el proceso personal
en sí de la mujer en situación de violencia.

Factores externos
Están vinculados con los apoyos y recursos materiales, la información a la que
accede, el aumento de la violencia entre otros.
Estos factores se encuentran interrelacionados y actúan sobre la subjetividad de
la mujer para fortalecerla o debilitarla en su decisión de iniciar y continuar la
búsqueda de ayuda y soluciones.

La misma violencia que recibe la mujer afectada, en cualquiera de sus


manifestaciones, es el principal factor impulsor externo en la ruta crítica. En general
el aumento de la violencia o la aparición de nuevas formas de agresión, como la
violencia sexual, la posibilidad de perder los bienes, la negación de la persona
agresora a cubrir los gastos familiares, sean propios de la mujer o de sus hijos/as, la
motiva a buscar ayuda.

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En este proceso es determinante, muchas veces, tanto la contención de su red


sociofamiliar, como la respuesta institucional en la búsqueda de soluciones, debido a
que el inicio de la ruta crítica implica la asunción de riesgos para la mujer, que
abarcan desde el aumento de la violencia hasta la eventual pérdida de sus bienes
patrimoniales e, incluso, puede llegar a ponerse en juego su vida.

El desarrollo de una mejora en la respuesta social - institucional en cuanto al


acceso, la disponibilidad y calidad de los recursos, así como la visibilización y
condena social hacia la violencia contra las mujeres, ha representado otro factor
impulsor externo de gran importancia. El mejoramiento de los canales de acceso a la
información y del abordaje de las situaciones de violencia intrafamiliar constituyen
elementos fundamentales en la toma de decisión de la mujer para salir de estas
situaciones. En especial porque muchas de las personas afectadas desconocen sus
derechos y la existencia de servicios especializados en la temática para ayudarlas a
dar fin a esta modalidad de violencia.

Teoría de la interseccionalidad de género

Como ya se describió en las clases anteriores, la interseccionalidad es un concepto


que acuñó la académica estadounidense Kimberlé Crenshaw en 1989. El mismo se
refiere a la imposibilidad de reducir la violencia de género a una cuestión biológica y
propone observar como un todo, teniendo en cuenta las múltiples dimensiones que
construyen la identidad, tales como la etnia, la raza, la sexualidad, etc.

“En el contexto de la violencia contra las mujeres, la omisión de la diferencia es


problemática, fundamentalmente porque la violencia que viven muchas
mujeres a menudo se conforma por otras dimensiones de sus identidades,
como son la raza o la clase. Incluso, ignorando las diferencias dentro de los
grupos, a menudo, contribuimos a crear tensión entre los grupos, que es otro
problema de las políticas identitarias, frustrando cualquier esfuerzo por politizar
la violencia contra las mujeres.” (Crenshaw 1991).

En este sentido es que la perspectiva de género desde el concepto de


interseccionalidad propone una mirada que abarca la diversidad de historias de vida
que construyen la identidad de una persona y/o comunidad. Al mismo tiempo,
plantea que estas dimensiones son construcciones sociales en permanente cambio
y que influyen a la hora de relacionarnos en cualquier ámbito de la vida social y
personal. Estas historias de vida, se encuentran marcadas no sólo por el género,

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sino también por su condición de clase, su etnia, su orientación sexual, su lugar de


residencia, entre otras. Estas categorías permiten entender los distintos modos de
opresión y desigualdad que impactan en la vida cotidiana de cada persona,
generando vulneraciones en el acceso a la salud, educación, trabajo, vivienda, lo
que reproduce múltiples violencias.

Esta perspectiva se pone en juego a la hora de determinar quiénes son las personas
que tienen “privilegios” y quiénes no, y que tiene consecuencias concretas que se
materializan en el acceso a los derechos sociales, culturales, económicos y políticos
de diferentes sectores de la sociedad.

Para concluir….

Abordar la violencia por razones de género requiere, en primer lugar, entender que
se trata de un problema social y político cuyas raíces están inscriptas profundamente
en la cultura, la historia y las formas en las que se desarrollan los vínculos y el poder
en las diversas sociedades.

Es así que la violencia por razones de género ha entrado en la agenda pública y


social en las últimas décadas, determinando la adhesión a diferentes tratados,
convenciones e intervenciones de organismos internacionales gracias a los
inconmensurables esfuerzos de los movimientos de mujeres y el feminismo. También
han llevado a las modificaciones de determinadas normas con la finalidad de
actualizar e incluir la perspectiva de género en las mismas.

La reforma al Código Penal Argentino, en su artículo 80, sustituyendo los incisos 1°


y 4°, es un ejemplo de estas reformas. Como veremos en la próxima clase, en
Argentina existe un conjunto de normas tanto nacionales, provinciales y tratados
internacionales con jerarquía constitucional, que brindan protección legal contra las
violencias que sufren las mujeres y el colectivo de la diversidad sexual.

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Material audiovisual

https://www.youtube.com/watch?v=hBaIhlmM3ow

https://www.youtube.com/watch?v=T-dFITULQZs&t=154s

https://www.youtube.com/watch?v=z_N15qYmb1Y

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Bibliografía obligatoria

 Giberti Eva (2017), Mujeres y Violencias. Capítulo 6, Violencia Contra las Mujeres.
 Giberti Eva (2017), Mujeres y Violencias. Capítulo 18, Género y Violencia

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