Está en la página 1de 9

UNIVERSIDAD DE GUAYAQUIL

FACULTAD DE JURISPRUDENCIA, CIENCIAS SOCIALES Y

POLITICA

CARRERA DE SOCIOLOGIA

NOMBRE:

RAI BONE BENITEZ

CURSO:

4-1 MATUTINO

ASIGNATURA

ANTROPOLOGIA SOCIAL

TEMA:

PATRIARCADO Y VIOLENCIA
Patriarcado y violencia

Pregunta de investigación

¿Es el patriarcado un desencadenante para la violencia de género?

Antecedentes

La violencia masculina contra las mujeres es un crimen, un delito histórico e

universal. Comienza en los albores de la civilización, y subsiste hasta nuestros días. El

grado de sometimiento de la mujer al varón, el ejercicio de la violencia contra la misma a lo

largo de los siglos ha alcanzado todas las escalas de la barbarie de que la humanidad es

capaz de desarrollar contra los seres humanos.

La mujer ha estado expuesta desde siempre a los ataques del varón,

indiscriminadamente, esto es, desde su nacimiento como mujer; y por su condición de

mujer ha padecido el abuso sexual, la agresión física, la violencia psicológica, el control de

su persona, el dominio económico, la exclusión de los debates públicos, la prohibición de la

formación intelectual, y por lo tanto el derecho al conocimiento y el saber.

Esta condena al ostracismo ha formado parte de la vida de las mujeres durante

siglos en el mundo de una sociedad que se consideraba civilizada; y aún ahora, muchos

países la siguen practicando al amparo de las imposiciones que encierran las creencias

religiosas a través de las cuales se adoctrina a la población sobre la inferioridad de la mujer,

su papel secundario en la sociedad y el deber de obediencia y subordinación del sexo

femenino al masculino.

Siendo la opresión de la mujer en la historia de la humanidad, el ataque más antiguo

perpetrado contra lo que hoy llamamos derechos humanos, cabe preguntarse, de qué medios
se valió el atropello, cómo logró consolidarse, y qué razones le asisten para persistir en las

modernas sociedades democráticas.

La construcción del orden social supuso la transición del agrupamiento tribal a una

civilización que fundaba sus cimientos en el sistema patriarcal mediante un conjunto de

funciones, normas, valores y principios con un reparto dual de atribuciones, en el cual el

varón ocupaba un lugar de privilegio exclusivista, mientras que a la mujer se le considera

como un apéndice (la famosa costilla de Adán), útil esencialmente para la propagación y

desarrollo biológico de la especie.

Así nacieron las funciones desiguales que hoy llamamos “roles” sexistas. La

masculinidad asociada al poder, el control, el valor, el dominio de la razón, la posesión del

conocimiento, el gobierno de lo público y la independencia individual, configuraron la

identidad del varón.

Resulta obvio que para desarrollar las atribuciones que se le asignan, el hombre,

necesita estar libre, o, mejor dicho, liberado, de otras funciones que siendo de suyo también

necesarias para la supervivencia individual y de la especie, impedirían el desarrollo del

modelo androcéntrico que propugna como ley natural el sistema patriarcal.

Sin embargo el patriarcalismo no podía prescindir de esas funciones cotidianas y

tediosas pero imprescindibles para la supervivencia común, como la condimentación de los

alimentos, el cuidado del hogar, la atención de los hijos, la responsabilidad y cuidado de la

salud de los miembros de la familia, y otras muchas funciones semejantes, que son propias

en efecto, de aquellas (las mujeres) a las que se obliga a vivir en servicio permanente a los

demás –niños, enfermos, ancianos, que no pueden valerse por sí mismos- pero de los cuales
deben exonerarse a los varones, aunque pudieran asumirlos en igualdad de condiciones con

la mujer, porque a éstos se les ha encomendado en exclusividad las magnas funciones del

poder y todo lo demás.

En definitiva, el sistema patriarcal ha elevado a axioma indiscutible el artificio

interesado de un mundo partido en dos: los varones que gobiernan, deciden y ordenan, y las

mujeres que acatan, aceptan y obedecen.

Marco teórico y teoría antropológica

Se denomina como patriarcado al predominio de la autoridad que ejerce un varón

sobre un grupo de personas o sociedad, específicamente sobre las mujeres y los niños.

La palabra patriarcado deriva del latín tardío patriarchālis, que significa gobierno

de los padres. El patriarcado es un tipo de organización social cuya autoridad y poder recae

en el varón con mayor autoridad de la familia o grupo social, llamado patriarca. De allí que

el patriarcado establezca el dominio masculino sobre la figura femenina y los demás

miembros de un grupo familiar y social.

En este sentido, el patriarcado impone una distribución desigual del poder y de los

derechos entre hombres y mujeres. Dicha desigualdad ha impulsado diversos movimientos

y luchas feministas a favor del respeto e igualdad de trato y derechos femeninos en relación

con los hombres.

Estos movimientos han logrado que las mujeres puedan ocupar importantes roles

sociales y políticos, el acceso a la educación, el derecho al sufragio, mayores oportunidades

laborales, el respeto a la sexualidad femenina, la defensa ante la violencia de género, entre

otros.
En la actualidad todavía es posible ver diferentes ejemplos de patriarcado, unos más

marcados que otros. Un caso en el que el patriarcado está todavía muy presente en la

actualidad es el tema de la violencia de género, muchas son las mujeres que todavía sufren

de maltratos psicológicos y físicos por parte de sus parejas por ser consideradas como seres

inferiores y de servicio.

Se entiende por violencia de género cualquier acto violento o agresión, basados en

una situación de desigualdad en el marco de un sistema de relaciones de dominación de los

hombres sobre las mujeres que tenga o pueda tener como consecuencia un daño físico,

sexual o psicológico, incluidas las amenazas de tales actos y la coacción o privación

arbitraria de la libertad, tanto si ocurren en el ámbito público como en la vida familiar o

personal.

Entender la violencia como un asunto personal refuerza a las mujeres a una

situación de subordinación respeto del hombre e implica asumir las relaciones de poder

históricamente desiguales entre ambos y a través de las cuales se legitima al hombre a

mantener su status-quo de la dominación incluso a través de la violencia. Esta percepción

contribuye a que las mujeres no denuncien su situación por miedo, vergüenza o

culpabilidad.

La discriminación de las mujeres y la violencia de género (como la manifestación

más brutal de las desigualdades entre hombres y mujeres) es un problema que traspasa

fronteras y que está presente en la mayor parte de los países del mundo con la

particularidad de que las vivencias del maltrato son enormemente parecidas en todos los

lugares y culturas.
Debe recordarse que la violencia es una estrategia de relación aprendida, no es

innata. Si esto fuera así, todas las personas serían violentas o todas las personas ejercerían

la violencia de la misma manera y en el mismo grado; sin embargo, no siempre la

empleamos en nuestras relaciones: hablamos, negociamos, pactamos, tratamos de

comprender el punto de vista de la otra persona y finalmente llegamos a un acuerdo, aunque

no obtengamos el que en principio queríamos.

Los maltratadores son selectivos en el ejercicio de la violencia, lo que demuestra

que son capaces de controlarse en cualquier otra situación.

La antropología ha definido el patriarcado como un sistema de organización social

en el que los puestos clave de poder (político, económico, religioso y militar) se

encuentran, exclusiva o mayoritariamente, en manos de varones. Ateniéndose a esta

caracterización, se ha concluido que todas las sociedades humanas conocidas, del pasado y

del presente, son patriarcales. Se trata de una organización histórica de gran antigüedad que

llega hasta nuestros días. En efecto, consideremos uno a uno los aspectos del poder a los

que se refiere esta definición y veremos que somos incapaces de dar un solo ejemplo que no

corresponda a ella.

Ahora bien, es evidente que no todas las sociedades se ajustan a la definición de

patriarcado de la misma manera ni con la misma intensidad. En otro lugar, he distinguido

entre patriarcados de coerción y patriarcados de consentimiento. Aunque se trata de un

intento de clasificación y, como tal, es siempre esquemático y simplificador, puede

ayudarnos a pensar las preguntas iniciales. Los que he llamado “patriarcados de coerción”

mantienen unas normas muy rígidas en cuanto a los papeles de mujeres y hombres.

Desobedecerlas puede acarrear incluso la muerte. Este tipo de patriarcado puede ilustrarse
de manera paradigmática con el orden de los muhaidines en Afganistán, que recluyó a las

mujeres en el ámbito doméstico y castigó duramente a quien no se limitara estrictamente a

los roles de su sexo. El segundo tipo, en cambio, responde a las formas que el patriarcado

adquiere en las sociedades desarrolladas. Como Michel Foucault señaló con respecto al

dispositivo de sexualidad y al poder en su conjunto, con la modernidad, la coerción deja su

lugar central a la incitación. Así, no nos encarcelarán ni matarán por no cumplir las

exigencias del rol sexual que nos corresponda. Pero será el propio sujeto quien busque

ansiosamente cumplir el mandato, en este caso a través de las imágenes de la feminidad

normativa contemporánea (juventud obligatoria, estrictos cánones de belleza, superwoman

que no se agota con la doble jornada laboral, etc.). La asunción como propio del deseo

circulante en los media, tiene un papel fundamental en esta nueva configuración histórica

del sistema de género-sexo.

Aplicando la teoría antropológica de la cultura y el individuo el patriarcado ha

existido desde tiempos inmemoriales y actualmente está presente en todas las sociedades.

Su carácter universal no se admite como argumento legitimador, aunque no siempre los

hombres detentaron el mismo poder, ni las relaciones con las mujeres fueron iguales, pues

no hay referencias científicas de sociedades matriarcales o sociedades regidas y gobernadas

por las madres o las mujeres. Una sociedad patriarcal es una configuración socio-cultural

que otorga al hombre predominio, autoridad y ventajas por sobre la mujer, quien queda en

una relación de subordinación y dependencia. La cultura de la sociedad lo abarca todo, está

compuesta de conceptos, hábitos, artes, moral, leyes, costumbres, instituciones etc. La

sociedad impone al individuo sus costumbres y sus creencias. Hay una conciencia colectiva

que es una realidad diferente de los individuos, anterior y superior a ellos, que se apodera
de la conciencia de estos. En cuanto a la violencia cuya raíz etimológica está en el concepto

de fuerza, conlleva el uso de ella para hacer daño, y a su vez nos remite al concepto de

poder. La violencia es siempre una forma de demostrar que se ostenta el poder mediante el

empleo de la fuerza, sea física, psicológica, económica, política etc., e implica la existencia

de un ser “superior” y de un “subordinado”

El ejercicio de poder de dominación de un sexo sobre otro es transversal es decir

independiente de la ideología política, del nivel cultural o socioeconómico de la víctima y

el agresor. Sucede en todos los niveles y no es una violencia ciega e indiscriminada, sino

que se ejerce sobre individuos en posición de inferioridad.

La violencia pretende ser un mecanismo de control social de la mujer que sirve para

reproducir y mantener el status quo de la dominación masculina.

Hipótesis

Una explicación muy popular es que los hombres lograron dominar a las mujeres

por la fuerza física, obligándolas a asumir papeles sumisos bajo la amenaza de violencia.

Esta hipótesis viene con la suposición de que desde que el hombre es hombre, la sociedad

siempre ha sido patriarcal. También observamos ante la opinión pública que la violencia de

género es un problema familiar y no un problema social. Este hecho hace que la gente no

sienta la responsabilidad de actuar cuando conoce un caso de violencia si no le toca muy de

cerca.
Conclusión

Podemos decir que la sociedad patriarcal que va siempre de la mano del machismo

ha estado presente a lo largo de la historia y ha sido un desencadenante en la violencia de

género que está muy presente en la actualidad. Por lo expuesto, podemos concluir que el

autoritarismo y la violencia son prácticas que tienden a naturalizarse en las familias que se

han convertido en un habitus que define el carácter de las relaciones humanas, afectivas y

familiares. Persiste, además, la noción de que todo lo que acontece en el espacio familiar o

doméstico es un asunto privado que debe resolverse en su interior, sin la intervención del

Estado.

Bibliografía

https://www.significados.com/patriarcado/

https://www.te.gob.mx/genero/media/pdf/1f9e7873748f2c0.pdf

https://concepto.de/sociedad-patriarcal/

https://www.mujeresenred.net/spip.php?article739

file:///C:/Users/HP%20PAVILION%20DV4/Downloads/Dialnet-

ElPatriarcadoComoOrigenDeLaViolenciaDomestica-206323%20(1).pdf

También podría gustarte