Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
A mi querida madre
INTRODUCCION
Mariátegui, que lee a los místicos españoles, que estudia la vida de San An-
tonio de Padua, entra en el primer piano literario ganando el premio municipal
de literatura con su crónica sobre la procesión del Señor de los Milagros: "La
Procesión Tradicional". El mismo año se le otorga el premio a Valdelomar por su
ensayo "La sicología del Gallinazo".
Con Mariátegui el borbotón. romántico, anárquico, apasionado de González Pra-
da, se aquieta en fórmulas casi matemáticas. La fuente de inspiración puede
aprovechar ya los esquemas marxistas, que cuando menos imponen una discipline,
ajustan el razonamiento, así sea a expensas de la imaginación. Por la influencia
rusa, la imaginación tardará un tiempo en recobrar sus derechos, en volver a de-
sempeñar algún papel en el espíritu creador de nuestra América.
Mariátegui es pobre, débil, enfermo. Dudan en atreverse contra él los déspo-
tas. Conmueve el viril afirmarse de su voluntad cuando, después de llorar como
un niño al ver que le han amputado una pierna, se incorpora en las letras para
sostener sin vacilar la pelea. Cumple con rasgos heroicos -a pesar de momentá-
neas vacilaciones- su tares de iniciar a los peruanos y a la gente de América en
un tipo de interpretación de nuestra realidad que le da mayor importancia al
mundo económico, a la substancia física en que han de apoyarse las teorías polí-
ticas. Mariátegui sabe que esto implica dramas interiores. Los conoció luchando
entre su misticismo y su anticlericalismo, entre su vida en una silla de ruedas
y su prédica insomne. "La revolución no es una idílica apoteosis de ángeles del
Renacimiento, sino la tremenda y dolorosa batalla de una clase por crear un or-
den nuevo... La revolución socialista que mueve a los hombres al combate sin
promesas ultraterrenas, que solicita de ellos una extrema e incondicional entre-
ga, no puede ser una excepción de esta inexorable ley de la historia..."
Chang-Rodríguez, hijo de oriental, advierte de inmediato ciertas limitaciones
del maestro: su rechazo de los chinos y los negros, cuya sangre es ya también
sangre peruana. Si hubiera vivido más años, quizás le hubiera ocurrido lo que al
obispo Bartolomé de las Casas, que acabó llorando su desvío de mozo, cuando por
defender a los indios proclamó la esclavitud de los negros. Pero Mariátegui mu-
rió joven. En ese entreacto entre González Prada y Haya de la Torre. Tiene que
moverse dentro del dilema ya clásico de las últimas generaciones: o ser comunis-
ta o buscar una fórmula americana. En ese momento de su vida, un diablillo tra-
vieso, de pocos escrúpulos, buscó la manera de apartarlo de Haya de la Torre,
que ya surgía como el nuevo líder, bajo la declarada guerra de Moscú. Todas las
instrucciones para la convención comunista de Montevideo se reducía a fusilar
políticamente a Haya de la Torre. Y Mariátegui quedó como una figura vacilante,
como un aprista trunco. Los dieses no le regalaron un par de años que le hubie-
ran bastado para llegar a una definición más exacta. Chang Rodríguez apunta: "Un
devoto fiel de los mitos del Kremlin no habría dicho que el socialismo en el Pe-
rú no ha de - calco ni copia sino creación heroica', y sobre todo que 'tenemos
que dar vida con nuestra propia realidad, en nuestro propio lenguaje, al socia-
lismo indoamericano'. En realidad, la lucha por la apropiación de la figura his-
tórica de Mariátegui se asemeja al caso de Sun Yat Sen. Los comunistas peruanos,
como los comunistas, chinos, al no tener en el pasado una figura política de
primer orden, han recurrido a la confiscación histórica de otro líder nacional,
alterando su biografía, tergiversando sus escrito al adulterando su ideología,
para que encaje en el molde de Moscú". Esto: es así. Mariátegui no se plegó a
las exigencias de Moscú. Pero no adhirió a las tesis puramente peruanas que eran
las que el Apra ofrecía.
***
Haya de la Torre, que apenas pasa hoy de los sesenta años, es casi una figura
de leyenda en el mundo americano. Cuando Odría subió al poder no tuvo otra cosa
que ofrecerle al Perú sino borrar del mapa a Haya de la Torre. A Bustamante le
Chang - Literatura política 3
oí decir alguna vez que su última tarea al dejar la presidencia había sido la de
recoger un expediente que sirviera para enjuiciar a Haya de la Torre. Durante
años el fantasma de Haya clandestino formó todo el misterio, la atracción, el
encanto de Lima. Fue "el tapado" del siglo XX. Pero lo que cubría era algo más
que coquetería: era la revolución antioligárquica. Haya de la Torre asilado en
la embajada de Colombia fue el tema de los tribunales internacionales durante
varios años, y noticia de primera página en todos los periódicos del mundo. La
reunión de la XII Conferencia Panamericana en Caracas tuvo como ineludible pró-
logo para el Perú la liberación de Haya de la Torre. Ya esto es bastante. Y sin
embargo la parte seductora de la biografía de Haya es su época de estudiante, la
grandeza de su pobreza, la aventura de su apostolado cuando unía a estudiantes y
obreros en alianzas morales y políticas que le dieron una vitalidad inolvidable
a esos dos brazos que en nuestra democracia son los dos estados iniciales en que
se afirma la nueva República. Haya tomó el poema de su juventud, es decir: El
Mitayo de González Prada, y todo lo que había escrito el precursor sobre su raza
de cobre, y lo convirtió en el elemento primordial de su programa político. Se
entregó a recorrer la sierra, el altiplano, las cumbres, para humanizar la lite-
ratura de Mariátegui. En ese instante el mundo dormido del ayllu despertó. Un
norteamericano que entonces recorrió el Perú me decía: Las piedras hablan. El
nombre de Haya, el nombre del Apra, aprendidos en ese albor, se dibujaron en las
rocas, en las faldas de los montes. El día en que pudieron por primera vez des-
plegarse políticamente, moralmente, los labios del indio, Apra fue la primera
palabra que balbucearon, Apra la primera combinación de letras que pudieron leer
los analfabetos en una cuartilla de hojas de piedra.
Le faltó a Haya mano dura. Es casi imposible para una América de soluciones
violentas, acostumbrada a que no se vuelve una página de la historia sino dejan-
do al pasar una llanura de cadáveres, entender que Haya no moviera un dedo para
adueñarse del poder el día en que claramente se manifestó en las elecciones que
la inmensa mayoría del Perú era suya. Chang, que como buen soñador chino debe
entender estas cosas a través de la filosofía oriental, explica de modo perfecto
este proceso: "No obstante que incluye en su nomenclatura la palabra revolución,
el Apra es esencialmente pacífico: desea llegar al poder por medio del sufragio
electoral, obedeciendo el mandato del pueblo expresado en elecciones libres.
Vale recordar aquí que su fundador ha puntualizado que la palabra revolución no
significa cambio violento, inmediato y sanguinario, observando que Jesucristo
fue tan revolucionario como Tolstoy y Gandhi".
No quiere decir esto que Haya de la Torre fuera un hombre blando. Él fue la
roca con que Leguía se dio en los dientes, el estudiante que al frente de los
obreros y de los universitarios de Lima sacó del anfiteatro los cadáveres del
estudiante y del obrero asesinados, y los llevó a la cámara ardiente en la uni-
versidad. Fue el hombre que con su huelga de hambre obligó al tirano de turno a
dejarlo salir de la cárcel para el destierro. La iglesia no encontró en Haya el
tragacuras que fue González Prada, pero sí el mozo que impidió la consagración
de la República al Corazón de Jesús, ideada por Leguía, como recurso político
para dar a su gobierno un baño de Divina Providencia. Un predicador de los que
nunca faltan, decía una vez en un sermón en Arequipa: "He oído personalmente de-
cir a Haya de la Torre '¡Apra sí, Cristo no!'", y hacía el retrato del líder
"con la nariz corva y las cejas agudas de Satanás, en una palabra, la viva en-
carnación del diablo". A su turno, Cossío del Pomar trae esta anécdota que ahora
recuerda Chang-Rodríguez: "Una madrugada de junio de 1939, viniendo Haya de vi-
sitar una base de resistencia vio a un sacerdote que caminaba con dificultad por
una oscura calle de Lima. Haya detuvo el automóvil e hizo subir al sacerdote
para llevarlo a la casa de un moribundo que reclamaba la presencia del ministro
de Dios. Al descender del automóvil el sacerdote le pidió su nombre para rogar
por él en sus oraciones. Haya le respondió: 'No importa el nombre. Soy un buen
cristiano que también anda de noche haciendo algo por la salvación de sus seme-
jantes: rece usted por los que sufren persecución por causa de la justicia'".
Lo poético en Haya vendría a quedar representado por sus incursiones en el
campo desinteresado de las ideas universales. Haya es una persona que ha pasado
sus treinta anos de aprista o en la cárcel, o en el destierro, o en la clandes-
tinidad, y sólo apenas en brevísimos momentos en libertad de acción en el Perú.
Para su higiene mental ha tenido que leer mucha literatura, escudriñar el mundo
a través de Shakespeare, la historia desmenuzando a Toynbee, la filosofía social
repasando a Marx, y la teoría general de la política a través de una vasta in-
4 Chang - Literatura política
formación de las cosas del mundo. Por eso cada vez que llega a Inglaterra, a
Alemania, a Rusia, a Finlandia, a Dinamarca, a Francia, encuentra viejos amigos
de largas lecturas con quienes dialogar. Se aplica a su propia disciplina de es-
tudios un plan de renovación que ya anunciaba en sus primeros escritos y que es-
tá bien caracterizado por esta posición ante el marxismo, que en el fondo marca
su punto de divergencia con los rusos: "Es menester recordar que existe una pro-
funda diferencia entre el marxismo interpretado como dogma, y el marxismo en su
auténtico significado de doctrina filosófica. En aquél todo es quietismo y pará-
lisis; en éste todo es dinamismo y renovación. El apotegma inmortal de Heráclito
el Oscuro, recogido de Marx a través de Hegel, no debe olvidarse: 'todo se mue-
ve, todo se niega, deviene; todo esta en eterno retorno'. En él se funda la dia-
léctica de la vida y de la historia".
Haya de la Torre amplía el horizonte de la teoría peruana, para mostrar que
en el hemisferio están varias Américas y que la nuestra tiene un frente común
que defender. Tal es el sentido del aprismo como ideal de nuestra América, y de
ahí su insistencia en que se adopte una nueva denominación para designar a nues-
tras repúblicas, siguiendo este proceso: Cuando se dijo Hispanoamérica o Iberoa-
mérica; se reflejó en esa palabra la colonia; en Latinoamérica, fue ya el senti-
miento de la república; el Panamericanismo representa al imperialismo: Indoamé-
rica es ]a revolución social. En un mundo en que tenemos que defendernos de la
colonia, de los galicismos republicanos, de las acometidas del imperialismo, se
impone una revolución social que afirme la dignidad de las repúblicas libres y
le haga justicia a los pueblos olvidados.
***
GERMÁN ARCINIEGAS
Columbia University, Nueva York, marzo de 1957
PALABRAS PRELIMINARES
EUGENIO CHANG-RODRIGUEZ
University of Pennsylvania, Filadelfia, febrero de 1957
PRIMERA PARTE
LA REVOLUCIÓN INCONCLUSA
I
LA EMANCIPACIÓN POLÍTICA
II
LA SUPERVIVENCIA DE LA FEUDALIDAD
4 De acuerdo con las Leyes de Indias, los indígenas eran vasallos del Rey. Enfáticamente
se declaraba que no podían ser esclavos y que eran "racionales". Daniel Valcárcel, catedrático
de la Universidad de San Marcos, observa que "De juris, la tendencia del Estado español era
justa y humanamente generosa. Leal con los indígenas de las Indias Occidentales, considerá -
balos como contribuyentes de la Corona, como súbditos menores y como miembros permanentes de la
iglesia católica". De facto, la situación fue completamente diferente. En un oficio dirigido al
Cabildo de la ciudad del Cusco, Túpac Amaru hizo una afirmación que nos da una idea parcial del
pésimo estado de las cosas: "Todo resultante contra los mismos indios y demás personas y dispo-
siciones de los mismos reyes de España, cuyas leyes tengo por experiencia se hallan suprimidas y
despreciadas". Daniel Valcárcel, Rebeliones Indígenas (Lima: Editorial P. T. C. M., 1946), pp.
22 y 23.
5 Sobre este punto, un economista peruano contemporáneo ha escrito:
"No debe admitirse... que en el Perú el pensamiento económico general hubiera desterrado
el porvenir agrícola. Éste vivía en las entrañas de la nacionalidad. El indio tenía una concien-
cia agraria profunda y su ideal no podía ser otro que el de poseer una tierra y cultivarla. Este
sentimiento agrario existía en él desde el ancestro preincario y no podía desaparecer jamás. Al
contrario, se convertía en una nostálgica aspiración". (Emilio Romero, "Perú", en Pensamiento
económico Latinoamericano (México: Fondo de Cultura Económica, 1945), p. 313.
6 Gabriel Séailles, en el prefacio de Francisco García Calderón, Le Perou Contemporain
(Paris: Dujarric et Cie., 1907), p. ii.
7 Vale aquí repetir una acertada descripción etimológica de la palabra gamonal en el léxi-
co político, que ahora se usa también en Centroamérica, en Colombia, en Venezuela y en España:
"El calificativo 'gamonal' viene de 'gamonito', planta parásita, conocida también Con el nombre
de 'chupón' que se desarrolla en las raíces de los árboles, principalmente en los viñeros, cre-
ciendo a costa de la savia de los mismos, con perjuicio de sus frutos. La lengua popular ha sa-
bido identificar con esta planta parásita a los terratenientes, contratistas y administradores
que prosperan merced al trabajo impago de los indios". Ricardo Martínez de la Torre, Apuntes
para una interpretación marxista de historia social del Perú, I (Lima: Empresa Editora Peruana,
S. A., 1947), 83.
III
LOS GOBIERNOS CASTRENSES Y PSEUDOCIVILES
8 El Gran Mariscal de Orbegoso amó tanto su alto rango militar como apreció sus títulos
nobiliarios: Conde de Olmos, Marqués de Vista Hermosa y Duque de Premio Real.
9 La confesión que a Manuel González Prada le hizo uno de sus peones en trances de muerte
dio lugar al libro Un Crimen Perfecto (N. Y.: H. Wolf, 1941) que escribió su hijo Alfredo. Jor-
ge Basadre ha rechazado esta versión de la muerte de Gamarra, en su Historia de la Republica del
Perú (Lima: Editorial Cultura Antártica, S. A., 1949), I, 231-232.
10 Como don Justo Figuerola rehusara ocupar la presidencia, como le correspondía en
su calidad de primer vicepresidente, Menéndez aceptó la primera magistratura. No transcurrió
mucho tiempo antes de que se criticara severamente la mala administración de Menendez; fue en-
tonces cuando Figuerola se vio obligado a aceptar el mando. Se cuenta que una noche un mensajero
tocó fuertemente la puerta de su residencia. Enterado de que el mensajero venía a anunciarle el
estallido de un nuevo cuartelazo y que era requerido en el palacio, Figuerola le ordenó a su
hija: "¡Ah Juanita! ¡Ha de ser por la banda! ¡Tírasela por el balcón!" Con este gesto irrisorio
el antiguo miembro del Primer Congreso Constituyente expresaba su desprecio por la codiciada
banda presidencial. Santiago Távara, Historia de los Partidos (Lima: Editorial Huascarán, 1951),
p. 176.
IV
LOS LIBERALES QUE PRECEDIERON A GONZALEZ PRADA
Los numerosos problemas sociales y económicos que dejó la Colonia no pudo re-
solver. la República. El cambio político alteró principalmente la vida de las
ciudades, sobre todo las de la costa, y el poder se entronizó en una de ellas:
Lima. Desde los primeros mementos de la vida independiente se impuso la doctri-
SEGUNDA PARTE
MANUEL GONZÁLEZ PRADA (1848-1918)
V
UNA VIDA EJEMPLAR
EL NIÑO REBELDE
Manuel González Prada, noble varón de alta alcurnia (véase el árbol genealó-
gico) el día 6 de enero, día de los Reyes Magos, del significativo año de 1848.
Tercer hijo del aristocrático matrimonio de don Francisco González de Prada Ma-
rrón y Lombera y doña Josefa Alvarez de Ulloa y Rodríguez.
Como era de esperarse en familia tan religiosa, el niño Manuel recibió pronto
el sagrado sacramento del bautismo administrado por el mismo Arzobispo de Lima
en la Iglesia de San Sebastián. Apadrinó la ceremonia el Obispo Pasquel. A fin
de educarlo apropiadamente lo enviaron a los cinco años a una escuelita particu-
lar que dirigían las señoritas Ferreyros en la Calle del Arzobispo. Poco tiempo
después recibió el sacramento de la confirmación, esta vez siendo apadrinado por
el General Vargas Machuca.l
Desde temprana edad Manuel puso en evidencia su carácter fuerte. Un día el
profesor de geografía le golpeó con la vara en la cabeza al no encontrar al cul-
pable de haber lanzado una pelota hecha de papel mascado. Manuel le tiró el tin-
tero y abandonó para siempre la escuela.
Con el triunfo del general Ramón Castilla que dirigía el llamado Partido Li-
beral, don Francisco González Prada, conservador por temperamento y convicción, 2
salió desterrado a Chile. En Valparaíso matriculó a Manuel en el Colegio Inglés,
que dirigía el alemán Goldfinch y el inglés Blum. Mucho se ha exagerado la in-
fluencia que recibió don Manuel en esta escuela, pero sea cual fuere la verdad,
parece que durante estos años Manuel comenzó a interesarse en la química y en el
alemán.
A principios de 1857 la familia González de Prada volvió a Lima porque Casti-
lla había dado amplia amnistía y había llamado a muchos conservadores para que
colaborasen en su Gobierno. Al restaurarse las municipalidades, don Francisco
fue elegido Alcalde de Lima -cargo que ocupó hasta 1858-y Decano del Colegio de
Abogados de la misma ciudad. Rápidamente don Francisco se convertía en una figu-
ra destacada del conservatismo capitalino. Mientras tanto su hijo Manuel era
matriculado en el Seminario de Santo Toribio. Allá trabó una buena amistad que
duraría por algunos anos, la de Agustín Obín y Charrúa, y una enemistad que tam-
bién duraría mucho tiempo, la de Nicolás de Piérola. Como Manuel no quería ves-
tir sotana, a fines de 1860, no pudiendo resistir más el ambiente extremadamente
religioso del plantel, se escapó del Seminario y se matriculó en el Colegio de
San Carlos. Manuel no fue buen estudiante. Tuvo inmensas dificultades con la
preceptiva y la retórica. A la clase de gramática ni siquiera asistía; y cuando
lo hacía, no escuchaba la lección del profesor por encontrarse embebecido con
sus trabajos de química. Eran Química y Matemáticas las únicas asignaturas que
le agradaban. Aun en sus materias favoritas, prefería obtener solamente el cali-
ficativo de once (D). Pero si no estudiaba las materias escolares sino en víspe-
ras de los exámenes, se pasaba la mayor parte del tiempo leyendo toda clase de
libros que no fuesen libros de texto. Además, le preocupaba la vida parlamenta-
ria y se entusiasmaba mucho al leer en los diarios los discursos de los repre-
sentantes liberales.
Cuando supe que la habían abandonado, quise dar una vuelta por la ciudad. Pues
bien, a unos cincuenta metros de mi casa me encontré con un oficial chileno: había
sido mi condiscípulo, mi mejor amigo en un colegio de Valparaíso. Al verme, iluminó
su cara de regocijo, abrió los brazos y se dirigió a mí con intención de estrechar-
me. Yo seguí mi camino como si no le hubiera conocido.l0
El hombre que salía en 1884 era el liberal formado en dos retiros y en ínti-
mas observaciones de la vida nacional. Salía resuelto a predicar contra el des-
barajuste moral que había causado la derrota. La juventud lo rodeó, y el Club
Literario, que desde los días del retiro en el Tutumo lo había incorporado en
sus filas, ahora lo elegía su vicepresidente. El día de la independencia del
mismo año, su artículo "Grau" fue publicado en el folleto dedicado "A los defen-
sores de la Patria", en el que colaboraban Ricardo Palma, Domingo de Vivero, Jo-
sé Antonio de Lavalle y otros. Tanto este artículo como el editorial que escri-
bió para El Comercio con motivo de la muerte de Víctor Hugo lo colocaban entre
los mejores escritores de la época y sobre todo lo definían como libre pensador.
Don Manuel tenía 37 años de edad.
En 1885 había cambiado de aros con Adriana, pero las bodas fueron aplazadas
porque doña Josefa de González Prada se oponía a la unión. 1l E1 11 de septiembre
de 1887, escasamente cuatro meses después de la muerte de doña Josefa, su hijo
Manuel de 39 años de edad y Adriana de 22, se casaron al fin. Desde entonces
Adriana se convirtió en "la animadora" de don Manuel.
Luis Enrique Márquez, que más antes había fundado la Bohemia Literaria, fundó
después con Abelardo Gamarra y Carlos Rey de Castro el Círculo Literario, en el
cual entraron poetas liberales ansiosos de reformar el país. Con el objeto de
convertir la tribuna académica en tribuna nacional, Márquez había enrolado a
González Prada. El 27 de septiembre de 1887 éste le sucedía en la presidencia de
la institución. En la sesión solemne que tuvo lugar en el Palacio de la Exposi-
ción el nuevo presidente les dijo: "Me veo, desde hoy, a la cabeza de una agru-
pación destinada a convertirse en el partido radical de nuestra literatura".12
Transcurridos cinco meses de luna de miel en Barranco, don Manuel volvió a la
palestra. Continuó actuando en el Circulo Literario, ganando cada día más y más
adeptos. Llegó así el 28 de julio de 1888. El músico José Benigno Ugarte, direc-
tor de la banda de músicos del ejército y miembro del Círculo, había preparado
un homenaje para recolectar fondos para el rescate de las provincias irredentas
Tacna y Arica. El discurso principal lo había preparado don Manuel para que lo
Don Manuel sentía la anónima, pero sincera caricia de la juventud, que sin dispo-
ner de diarios, prebendas ni fuerzas organizadas, iban a él como a un guía. La so-
ciedad de Amantes de la Ciencia, igual que el Circulo Literario, le proclamaban su
Maestro. El Centro Ilustrado, los Amantes de la Ilustración se reunían en torno de
la figura de Prada. Desde las columnas de La Integridad, Elías Alzamora, clerical,
publicaba sus vibrantes décimas "Al Perú", leídas en una velada de Chiclayo. Luis
Ulloa invocaba a la "Unión Nacional de Artesanos" para que adoptase el ideario ra-
dical. Gamarra dirigía intimaciones premiosas al Círculo, para que actuase. En se-
guida, el propio Gamarra publicó el discurso del Olimpo, que había alcanzado rápida
celebridad, hasta el punto que escritores extranjeros habían solicitado copia de
él, y un literato argentino pidió que se leyera, en una sesión del Circulo."18
En 1891 gobernaba el Perú el general Morales Bermúdez, impuesto por Cáceres
en su afán de preparar el terreno para volver al poder. Como lo molestasen los
continuos ataques de Prada contra el despotismo militar, el Presidente envió al
doctor Juan José Calle para que le ofreciera la dirección de un periódico y la
senaduría por Lima y al año una legación en Europa, a cambio de su apoyo inte-
lectual. Don Manuel altivamente rechazó la ofensiva proposición.
LA UNIÓN NACIONAL
Don Manuel González Prada y su esposa iniciaron su viaje marítimo de regreso
al Perú el 26 de marzo de 1898. Llegaron al Callao el 2 de mayo de 1898, día que
celebraban la derrota de la escuadra española. Los amigos de la Unión Nacional,
entre los que se destacaba Abelardo Gamarra, les dieron la bienvenida.
Durante varios días le informaron lo que había sucedido en el Perú durante su
larga ausencia y sobre todo lo que había pasado a la Unión Nacional, ahora debi-
litada con la claudicación de algunos miembros que se habían unido al Partido de
Piérola. En su ausencia la Integridad de Abelardo Gamarra había tratado de di-
fundir las ideas de Prada pero la oposición había sido tremenda.
Integrado al seno de su partido, que ahora funcionaba en su propio local de
la calle Matavilela, se dio cuenta de que aun en la misma Unión Nacional había
división. Como su presidente José Balta quería una aproximación al partido libe-
ral de Augusto Durand y Prada se oponía, el Comité Directivo de la Unión Nacio-
nal le pidió a su fundador que le señalara un nuevo derrotero. Así lo hizo don
Manuel el 2 de agosto de 1898 al pronunciar su célebre discurso "Los partidos y
la Unión Nacional", en la cual sacó a luz nuevas verdades, sin temer las conse-
cuencias que le podía traer su critica acerba al Gobierno y todo lo podrido del
país.
Ningún diario se atrevió a publicar la noticia, pero el Gobierno ya se había
enterado del discurso y procedió a tomar medidas para silenciar al peligroso
opositor clausurando periódicos. Entonces se proyectó atacarlo a mano armada con
una multitud ignorante y subvencionada. La agresión personal no se produjo gra-
cias a la oportuna intervención de los estudiantes sanmarquinos. Frustrado el
ataque, un diputado lo desafió "a nombre de los obreros", por los conceptos ver-
tidos en el discurso. Los amigos otra vez lo defendieron e impidieron la burda
treta. El Gobierno, sin embargo, estaba resuelto a amordazar a don Manuel e im-
pidió que su discurso "Libre pensamiento de acción" se leyera en el Teatro Poli-
teama el 28 de agosto de 1898, en la conferencia organizada por la Liga de Li-
brepensadores del Perú. En Lima y en provincias se protestó contra el atropello.
Como ya habían clausurado La Luz Eléctrica, don Manuel y la Unión Nacional
imprimieron el periódico Germinal para defender al pueblo contra el clericalis-
mo, los gamonales y el gobierno de Piérola. Don Manuel publicó numerosos artícu-
los firmados con seudónimos, pero los lectores reconocían la prosa Insuperable
del Maestro. El Gobierno respondió clausurando Germinal, valiéndose para esto de
un juez de paz venal. No desmayó don Manuel porque en agosto de 1899 fundó otro
periódico El Independiente.
Piérola dejó en el poder a Eduardo L. de Romana, coprovinciano suyo, conser-
vador y extremadamente religioso; también con la condición de que le devolviese
el mando después de cumplido su período.20 Muchos de la Unión Nacional desertaron
mientras que la mayoría se acercaba más y más al Partido Liberal. Prada entonces
se ausentó de las sesiones, aunque ellas seguían celebrándose en su casa. En
1900 la Unión Nacional ya no se reunía en la casa de los González Prada.
En La Idea Libre y en otros periódicos liberales don Manuel publicó numerosos
ataques furibundos contra el clericalismo y el gobierno de Romaña. Entre sus
producciones de valor de entonces está "Política y Religión". En este ensayo
concluía que la político es inseparable de la religión y que la libertad y el
catolicismo no pueden coexistir. Don Romaña, siguiendo la política de Piérola
contra la oposición, clausuró El independiente.
En 1901, después de seis meses de paciente labor, Adriana y Alfredito sacaron
en una maquinita de imprimir tarjetas cien ejemplares de Minúsculas, el primer
libro en verso de don Manuel.
En 1902 el fiel discípulo Gamarra, con gran parte de la Unión Nacional, pro-
puso unirse en alianza con el Partido Liberal de Durand. Prada asistió a la tur-
24 Chang - Literatura política
bulenta sesión y por un voto derrotó la proposición. No contentos con el resul-
tado, Gamarra y los disidentes recurrieron a la estratagema de reunirse aparte y
aprobar "por unanimidad" la componenda política. El 11 de abril de 1902 Manuel
González Prada renunció al partido que había fundado. Días después, Germinal,
que había reaparecido el año anterior, anunciaba, como vocero del partido, que
don Manuel se había separado de sus filas y apuntaba con sorna "haberse incorpo-
rado ese día un nuevo adepto, un honrado obrero, equilibrando así el número de
sus afiliados"21.
Don Manuel siguió la lucha contra el conservatismo da clericales y ultramon-
tanos; unió sus fuerzas con Glisserio Tassara que en su periódico La Idea Libre
proseguía su campaña liberal. Estos fueron los meses durante los cuales escribió
excelentes artículos: "Nuestros Liberales" y "Nuestros Magistrados". Como los
intelectuales habían defraudado sus esperanzas, don Manuel se aproximó a los
obreros.
El Presidente Romaña no cumplió su promesa de apoyar el regreso de Piérola al
poder; al contrario, ayudó al candidato civilista Miguel Candamo que resultó
elegido Presidente y asumió el mando en mayo de 1903. No duró mucho el presiden-
te electo porque un año más tarde moría y le sucedía temporalmente don Serapio
Calderón.
Se aproximaban las elecciones presidenciales y se perfilaba como candidato
civilista José Pardo y Barreda, hijo del fundador del partido. En estas circuns-
tancias la Unión Nacional que se había unido al Partido Liberal concordó con los
radicales, liberales y federales en la conveniencia de lanzar la candidatura de
don Manuel González Prada. El Partido Liberal de Arequipa sugirió la siguiente
lista: para presidente, Augusto Durand; para la primera vicepresidencia, Manuel
González Prada; para la segunda vicepresidencia Fernando Seminario. Hubo oposi-
ción, inclusive del mismo Don Manuel que no aceptó ser nominado candidato ni
para la presidencia ni para la vicepresidencia. No obstante la intensa campaña
de los aliancistas, ganó el candidato civilista.
Don Manuel continuó colaborando con los obreros. Con el seudónimo de Luis Mi-
guel escribió numerosos artículos en Los Parias, periódico ácrata de gran circu-
lación en las masas proletarias que ocasionalmente publicaba Pablo Astete. En
estos artículos don Manuel censuraba acerbamente la organización política y so-
cial del país. Como por esta poca los abusos contra el Indio aumentaran, don Ma-
nuel inició una fuerte campaña pro-indígena. Las provincias leían ávidamente el
mensaje redentor del Maestro.
El primero de mayo de 1905 pronunció su discurso "El Intelectual y el Obrero"
en la Federación de Obreros Panaderos que celebraban la fecha proletaria. En él
ya se nota gran influencia socialista. Don Manuel estaba embebido en la lectura
de los escritores socialistas científicos europeos. El 20 de septiembre del mis-
mo año, don Manuel y Dora Mayer pronunciaron sendos discursos en la Logia "Ste-
lla d'Italia" conmemorando la fecha magna italiana. Don Manuel habló sobre
"Italia y el Papado", siendo entusiastamente aplaudido.
Aconsejado por su animadora don Manuel reunió en 1908 varios de sus ensayos y
artículos y los publicó en forma de libro con el título de Horas de Lucha. Los
provincianos recibieron con alborozo sus enjundiosas páginas y enviaron felici-
taciones y adhesiones. En Lima, los libre-pensadores, los masones, sus amigos y
sobre todo los obreros aplaudieron la publicación de Horas de Lucha; la obra que
para muchos era la mejor del Maestro. Para demostrar su adhesión, los masones le
organizaron una velada de honor en la logia Stella d'Italia.
Escritores de promesa también se le acercaron. A su casa iban a visitarlo En-
rique Bustamante y Ballivián, Julio Hernández, José María Eguren y José Gálvez
Barrenechea. En 1909 Prada publicó su libro anticlerical Presbiterianas, pero
como no quería identificarse con el periódico Los Parias donde se imprimió, el
libro salió anónimo. Por esta época también apareció una segunda edición de Mi-
núsculas, que la critica recibió con alborozos. En 1911 publicó su tercer volu-
men en verso: Exóticas. Clemente Palma lo elogió muy entusiasmado y los poetas
jóvenes acogieron muy bien la obra y se apresuraron a felicitar al eximio poeta.
Lo felicitaron personalmente Federico More, Percy Gibson, Alberto Ureta, Abraham
Vaidelomar y Pedro S. Zulen.
1 En la preparación de esta síntesis biográfica hemos usado, entre otras fuentes: Adriana de Gon-
zález Prada, Mi Manuel (Lima: Edit. Cultura Antártica, 1947) y Don Manuel (Santiago de Chile:
Ercilla, 1937) de L. A. Sánchez, a quien Alfredo, hijo de don Manuel, reconoció como el más
acucioso de los biógrafos de su padre.
2 En virtud de estas características, Rufino Echenique, Presidente derrotado por Castilla lo ha-
bía nombrado, primero, su ministro Plenipotenciario en Bolivia y luego, Vicepresidente del Con-
sejo de Estado.
3 M. González Prada; El Tonel de Diógenes (México Edición Tezontle 1945), p. 59.
4 Nota de Alfredo González Prada al artículo "Algo sobre el almidón y sus derivados" que aparece
en la obra póstuma de don Manuel: Tonel de Diógenes, p. 116.
5 Adriana de González Prada, Mi Manuel :(Lima: Cultura Antártica, 1947), p. 57.
6 E1 Tonel dé Diógenes, p. 32
7 Ibid., pp. 32-33.
8 Nota marginal del autor, El Tonel de Diógenes, p. 38.
VI
EL ANTICLERICALISMO DE GONZALEZ PRADA
NACE UN ANTICLERICAL
En esta atmósfera de predominio clerical, la casa de don Francisco González
de Prada Marrón y Lombera es el escaparate en el que se podía atisbar a la ul-
traconservadora Lima y al Perú atávico.26 Sin embargo, a don Francisco le nace
un niño inteligente, precoz e inquieto, que va a revolucionar más tarde los ci-
mientos de esta sociedad: Manuel González Prada.
Una de las primeras reacciones del niño Manuel fue la de preferir lo que se
opusiera a lo que el hogar le ofrecía; el niño era rebelde y quería más liber-
tad, menos disciplina, nada de catecismo27. Aguda fue la tensión entre este niño
y las fuerzas conservadoras que lo circundaban. De niño aprendió a odiar las
oraciones diarias del rosario y hasta se escapó del Seminario; de joven se per-
filó como el genuino continuador de Vígil, con quien platicaría por largas horas
en la Biblioteca Nacional. Su concepción religiosa tenía un carácter esencial-
mente anticlerical, debido, indudablemente, al abismo que separaba su alma libe-
ral y honrada del clericalismo entrometido de sus dias. En González Prada se re-
petía la historia de Schopenhauer: así como el filósofo de Dantzig aprendió a
odiar la atmósfera mercantil y financiera en la que creció, don Manuel se con-
virtió en el antípoda del fanatismo de su hogar.
No han llegado hasta nosotros los primeros escritos anticlericales que escri-
bió don Manuel en su juventud. Todos ellos, junto con sus otras prosas juveni-
les, se perdieron durante la ocupación chilena de Lima (1880-1884) 28. Su ataque
anticlerical más antiguo que se ha conservado es su "Discurso en el Teatro Olim-
po" de 1888, que más tarde fue incluido en Páginas Libres. En el discurso Prada
se queja de la infiltración clerical en los partidos,29 de la influencia del cle-
ro secular en Lima, Cajamarca y Arequipa, y particularmente se queja de la in-
fluencia excesiva que tiene el sacerdote en la mujer peruana30.
IDEAS FUNDAMENTALES
Al analizar las bases ideológicas del anticlericalismo de don Manuel, no se
puede determinar con certeza cuándo él llegó a las conclusiones que de vez en
Chang - Literatura política 29
cuando emite desde 1871. Lo que sí parece cierto es que los dos ensayos que en-
cierran los fundamentos filosóficos de su anticlericalismo- "Jesucristo y su
doctrina" y "Catolicismo y Ciencia"- fueron escritos antes de su viaje a Europa,
es decir, antes de 189131. En ellos salta a primera vista que su concepción reli-
giosa está más llena de dudas que de afirmaciones. Después de hacerse numerosas
preguntas sobre la autenticidad de los evangelios, la vida de Jesús, su divini-
dad, su doctrina, González Prada sostiene que en la obra del Redentor resalta la
afirmación de su personalidad y el haber hecho explícitos algunos preceptos mo-
rales que ya estaban implícitamente involucrados en otras religiones. Pero para
González Prada, Jesús es un hombre superior y no un ser divino: "...con Jesús y
su doctrina suceda un hecho curioso: el medio semipagano que favoreció la propa-
ganda cristiana desfiguró al hombre y corrompió la doctrina. Cristo, en el cen-
tro puramente mosaico, habría sido un segundo Moisés, un nuevo Esdras o un en-
viado de Jehová, nunca un Dios. La renovación religiosa que, encerrada en el
pueblo judío, hubiera sido un monoteísmo laico, degeneró hasta convertirse en un
politeísmo sacerdotal".32
En las atrevidas páginas de sus ensayos, el autor peruano revela familiaridad
con los libros sagrados y conocimiento del desenvolvimiento histórico dei cris-
tianismo. Sus ideas religiosas no parecen ser caprichos de discursista, sino
productos de profundas meditaciones y largos estudios teológicos. Precisamente
porque su familia abrazaba con ardor la religión oficial, don Manuel se ensaña
contra el catolicismo, haciéndolo, a veces, con gran destreza dialéctica que,
quienquiera que desconozca su vida, diría que don Manuel escribía con rencor.
Lo que más critica del catolicismo es su sacerdocio y el papel histórico que
han desempeñado los clérigos. Don Manuel a veces usa frases cortantes, hirientes
y afirmaciones exageradas.33
El positivismo influyó en su ideología. Muchos de sus escritos, sobre todo
"Catolicismo y Ciencia" están impregnados de positivismo. Indudablemente que mu-
chas de sus aseveraciones encajaban en el positivismo y en el período anticleri-
cal que vivía el Occidente, mas no siempre estaban basadas en la verdad. En "Ca-
tolicismo y Ciencia" Prada afirma que las religiones nacen, crecen y desapare-
cen, siguiendo un ciclo vital bien lento. 34 Ve él, sin embargo, una idea matriz
que forma parte de todas las religiones y que perdura siempre. Prada aquí se
equivoca porque las religiones no siempre han seguido el ciclo vital: muchas de
ellas (el catolicismo, el budismo, el mahometismo) todavía existen, más fuer-
tes, más activas, más vitales que antes. Nosotros creemos con Toynbee que cuando
el Estado y la Iglesia entran en colisión, ésta a veces sobrevive a aquél, como
sucedió con el cristianismo frente al Imperio Romano.
A don Manuel le molestan los cambios de táctica del catolicismo en la histo-
ria,35 censurando acerbamente al clero porque "vincula de tal modo sus privile-
gios con los intereses religiosos que si en algún pueblo surge una voz clamando
por la morigeración de las costumbres sacerdotales, el clero logra inculcar en
las multitudes que la voz se levanta contra el Dogma, que atacar al ministro de
Dios es atacar a Dios mismo".36
Si nos preguntamos qué nombre debemos dar al autor de estas a violentas y ra-
dicales observaciones, no podemos menos que valernos de sus propias frases para
concluir que don Manuel, por lo menos durante largo período de su vida, fue un
hereje; un hereje, usando el sustantivo en su acepción lingüística, como el mis-
mo Manuel lo entiende en su ensayo "Catolicismo y Ciencia":
"POLÍTICA Y RELIGIÓN"
En 1900 Manuel González Prada escribió el ensayo "Política Religión", en cu-
yas páginas ya no revela las dudas que lo asaltaban antes de su viaje a Europa.
Ahora su pensamiento está claramente definido. Don Manuel insiste en que en el
Perú se separe la política la religión, y cree firmemente que el conflicto reli-
gioso desaparecería disminuiría considerablemente si existiera la clara separa-
ción entre el Estado y la Iglesia, o por lo menos si hubiera igualdad de todas
las religiones ante la ley.47
González Prada emite opiniones sustentándolas con ejemplos históricos, citan-
do acontecimientos pasados y opiniones de autoridades intelectuales. En sus es-
tudios de historia nota que las grandes reformas conseguidas por la humanidad en
su marcha hacia el progreso encontraron en la religión "un enemigo, ya descu-
bierto, ya embozado"48. Nos da por ejemplos la oposición de la Iglesia a la eman-
Chang - Literatura política 31
cipación de mujer, a la independencia de las naciones y a la inviolabilidad la
conciencia. Don Manuel nos asegura que "donde asoma un tirano, cuenta con dos
armas -la espada del militar y la cruz del sacerdote".49 Al creer en esto, Gonzá-
lez Prada concluye afirmando que la lucha por la libertad del individuo debe ha-
cerse también contra la Iglesia por que la Revolución no debe hacerse a medias. 50
El ensayo termina con un párrafo demasiado apasionado para repetirse aquí, dema-
siado hiriente porque encierra la pregunta implícita: ¿No es acaso el grado de
catolicismo el índice de atraso de un país?51
En 1903 publicó su artículo "Nuestros Inmigrantes" con motivo de la frecuente
llegada al Perú de monjas y frailes refugiados, víctimas de las persecuciones
religiosas que ocurrieron en varios países a principios del siglo. "La invasión
negra", como la llama don Manuel, se realiza gracias a la protección del go-
bierno peruano y a la indolencia y complicidad de los gobernados. Censura a los
sociólogos que critican la inmigración asiática: "Anatematizan la inmigración
asiática y enmudecen ante la invasión clerical, sin comprender que el chino
trabajador, honrado y pacífico, ejerce una función social más elevada que el
fraile holgazán, mendicante y sedicioso".52
González Prada favorece la inmigración asiática y la prefiere a la inmigra-
ción de otros grupos. El sabía que de las razas que han inmigrado a las Améri-
cas, los chinos han sido los que menos han delinquido, como todavía lo aseveran
las estadísticas policiales. González Prada, hombre inteligente y demócrata, de-
fendió a los inmigrantes chinos, pero nunca se imaginó de que cuarenta y ocho
años más tarde un tirano mestizo, víctima de su pernicioso complejo de inferio-
ridad, lanzaría -para ganar ascensión entre los que consideraba sus superiores-
una persecución racial sin precedentes contra los inmigrantes asiáticos y contra
los mismos peruanos de ascendencia oriental, hijos, nietos y biznietos de perua-
nos.
Al año siguiente, a invitación de la logia "Stella d'Italia", habló el 25 de
septiembre sobre "Las esclavas de la Iglesia". A los italianos allí reunidos
para conmemorar el asalto a Roma y el derrumbamiento del solio pontificio les
confiesa que, no obstante que él no es masón, se siente animado por el espíritu
que inflamó a los antiguos masones en sus luchas seculares contra el altar y el
trono. Don Manuel les asegura que "la ascensión del alma femenina coincide con
el descenso del catolicismo"; y refiriéndose al protestantismo, les hace notar
que el protestantismo, debido a que no se pone en contradicción directa y abier-
ta con las verdades científicas, ha logrado elevar al individuo y a engrandecer
naciones; mientras que en los estados católicos la mujer sufre una esclavitud
canónica y civil en la cual la prohibición del divorcio es uno de los grandes
males.53
En Los Parias y en otros periódicos ocasionales y fugaces, González Prada pu-
blicó numerosos artículos anticlericales que a menudo no llevan su firma. Entre
ellos sobresale el que apareció con el título de "Olivos y aceitunos", en el no.
36 de Los Parias, correspondiente al mes de marzo de 1906, y en el cual se queja
de que se haga distingos entre jesuitas, agustinos y dominicos, o entre curas de
una nacionalidad y curas de otra, porque si resucitara la Inquisición ya se ve-
ría "si el padre francés aporta menos tizones que el fraile español".54 En su li-
bro Presbiterianas, que apareció en forma anónima en 1909, Prada reúne una co-
lección de versos anticlericales. Los poemas no son sobre el dogma ni el culto
católico; con ellos don Manuel ridiculiza la moral de los presbíteros. No discu-
tiremos aquí el valor literario de esta obra censurada por los puristas porque
el libro en realidad debe juzgarse como instrumento de prédica anticlerical como
vocero de las ideas religiosas del autor. Entre los más virulentos versos de
Presbiterianas podrían incluirse las cuartetas "A los clérigos" 55 que le sirven
de prólogo, y resumen el contenido del libro:
En la producción literaria -en prosa y en verso- que dejó inédita, hay muchas
páginas anticlericales que más tarde fueron publicadas por su hijo Alfredo. En
ellas se puede ver claramente que don Manuel, desde el primer memento que comen-
zó a escribir, se preocupó profundamente por la cuestión religiosa en el Perú.
González Prada desde muy joven identificó al catolicismo con el clericalismo. En
su madurez insistió sobre este punto.56 Su anticlericalismo estaba en línea con
su filosofía de la vida, con sus ideas sobre religión, con su pensamiento libe-
ral de pensador de siglo XIX.
De la ideología de González Prada, sus ideas anticlericales son las que menos
sufrieron con el correr del tiempo. Su gusto literario y sus ideas políticas ex-
perimentaron cambios, pero su posición anticlericalista no varió. Razones fami-
liares, repudio del papel histórico de la Iglesia en el Perú, la influencia de
librepensadores americanos y europeos, todo esto hizo que don Manuel librara una
campaña anticlerical intensa y extensa durante toda su vida.
Empero, es difícil o imposible hallar razones de fe en el anticlericalismo de
González Prada porque es más fácil decir qué no fue don Manuel que lo que fue.
Prada definitivamente no fue católico; tampoco ateo ni agnóstico. No simpatizó
con las ideas protestantes, aunque a veces prefiriese algunas de ellas a las del
catolicismo. En realidad, a González Prada no le preocuparon las cuestiones de
dogma ni de cultos sino las cuestiones de moral. ¿Será por esta razón que Gonzá-
lez Prada llegó a ser el más importante de los escritores anticlericales que el
Perú ha dado al liberalismo?
22 Citado por Jesús Véliz Lizárraga, "La Patria en la Guerra de la Independencia", Humanismo, Año
I, No. 6 (diciembre, 1952), pp. 29-30.
23 Recuérdese la oposición a Bolívar y la propaganda que los clericales hicieron después del te-
rremoto de Caracas, culpando a los revolucionarios de enfurecer al Santo Padre. Lo mismo suce-
dió en otras regiones de América. Los clericales usaron el peso de su influencia para di-
suadir a criollos, mestizos e indios para que no se plegasen a los ejércitos de los liberta -
dores. Al padre Hidalgo, por ejemplo, lo excomulgaron. Un siglo más tarde, la Iglesia republi-
cana quiso enmendar la injusticia cometida con el patriotas Hidalgo y propuso su canonización.
24 Algo curioso sucedió en la masonería europea e iberoamericana. Las logias abrieron sus puertas
a los católicos de izquierda. Una tradición lo más peculiar que todavía se practica.
25 Simón Bolívar, Discursos y proclamas, compilados por R. Blanco-Fombona París: Garnier
Hnos.,s.i): p. 111.
26 E. Chang-Rodriguez, "Manuel González Prada, el Precursor", Correo Indoamericano, Año 2, No. 11
(México, mayo-junio, 1953). 22-24.
27 Léanse los contrastes y contradicciones en la vida de don Manuel que Carlos García Prada anota
en su brillante introducción a la Antología poética de González Prada, p. xxv.
28 En su carta del 3 de diciembre de 1942 dirigida a Alfredo González Prada le manifestó que las
colecciones de estos artículos publicados en periódicos con probabilidad fueron destruidos por
los chilenos. Robert J. Mead, Jr., "González Prada y el Catolicismo", La Nueva democracia, XXX-
VII, 1 (enero, 1952), 53.
29 Páginas libres (Madrid: Edit. América, 1915), p. 50.
30 Ibíd., p. 51.
31 Estos dos ensayos no fueron publicados por don Manuel. Aparecieron, por primera vez, al comien-
zo de Nuevas páginas libres que su hijo Alfredo editó diecinueve anos después de la muerte de
su padre (Santiago de Chile: Edit. Ercilla, 1937). En la primera nota del editor, que es válida
para ambos ensayos, se lee: "El manuscrito de este ensayo inédito corresponde a los años de la
residencia de González-Prada en Europa, 1891-1896: está copiado en un cuaderno adquirido en Pa-
rís y posee las características grafológicas de dicha época. Pensamos, sin embargo, que el ma-
nuscrito de París es el segundo borrador de un original redactado en Lima antes de 1891. Des-
pués de 1896, el autor se desinteresó del ensayo: las enmiendas y notes marginales parecen to-
das anteriores a esa fecha, y las citas más recientes corresponden a libros publicados en
1894". Cabe hacer una pregunta: ¿Por qué no los publicó don Manuel?
32 Nuevas páginas libres, p. 30.
33 Ibid. Léase por ejemplo la p. 41 de Nuevas páginas libres.
34 Ibid., pp. 44-45.
35 Ibid, p. 47.
36 Ibíd., p. 50.
37 Nuevas páginas libres, p. 56.
38 Idem.
39 Ibid., p. 60.
VII
CRITICA SOCIO-POLITICA
Si desde la guerra con Chile el nivel moral del país continúa descendiendo, nadie
contribuyó más al descenso que el literato con sus adulaciones y mentiras, que el
periodista con su improbidad y mala fe. Ambos, que debieron convertirse en acusado-
res Y justicieros de los grandes criminales políticos, se hicieron encubridores y
cómplices. El publicista rodeó con atmósfera de simpatías a detentadores de la ha-
Esta caótica etapa del país, con pésimos gobernantes, con incapaces legisla-
dores, con injustos magistrados, con venales periodistas, con ambiciosos milita-
res y con corrompido clero, revela el desquicio moral de sus clases sociales. La
aristocracia, la burguesía y el bajo pueblo, es decir, casi toda la sociedad,
tiene corroídas sus raíces. Su crítica a la aristocracia tiene especial valor
porque él mismo descendía de las más linajudas familias peruanas. Los aristócra-
tas peruanos son para don Manuel: "descendientes de logreros enriquecidos en la
Consolidación, el huano y el salitre".74 A los burgueses peruanos, a los que fra-
guaron fortunas a costa del Estado, los incluye junto con los males capitalistas
del mundo. Con un derroche de adjetivos insultativos, en términos violentos juz-
ga su hipocresía, su crueldad, su ambición, sus crímenes.75 El pueblo, desgracia-
damente no tiene las virtudes que le faltan a la aristocracia y a la burguesía;
las masas peruanas son indolentes y serviles que añoran las cadenas, y le hacen
exclamar:
Don Manuel conoce bien los diferentes actos de la tragicomedia peruana que se
suceden con tanta uniformidad y precisión, que para escribir la historia del ma-
ñana bastaría con recontar lo que sucedió ayer, dejando espacios para nombres y
fechas: "A la revolución o al cuartelazo siguen las elecciones fraudulentas: a
las elecciones fraudulentas, el gobierno malversador, rapaz y tiránico, para
volver a la misma revolución o al mismo cuartelazo, a las mismas elecciones y al
mismo gobierno. Nuestra vida nacional quedaría exactamente simbolizada por una
correa sin fin dividida en tres pedazos: el rojo, el negro y el amarillo, es de-
cir, la sangre, el fraude y el derroche".78
Los sediciosos que González Prada ve en el Perú son los gobiernos, que se en-
cuentran "eternamente rebelados contra la Ley y la Justicia", debido a quienes
el país "gime bajo la tiranía de bárbaros que arrogan el título de civiliza-
dos".79 Los partidos políticos verdaderos no existen. Su mejor retrato nos lo da
a su regreso de Europa, al dar su primer discurso público:
¿Qué fueron por lo general nuestros partidos en los últimos años? sindicatos de
ambiciones malsanas, clubs eleccionarios o sociedades mercantiles. ¿Qué nuestros
caudillos? agentes de las grandes sociedades financieras, paisanos astutos que hi-
cieron de la política una faena lucrativa o soldados impulsivos que vieron en la
Presidencia de la República el último grado de la carrera militar.80
...Los cristianos guardan un cielo para unos y reservan un infierno para otros;
los revolucionarios buscan un paraíso terrestre donde hallen cabida todos, hasta
sus implacables enemigos94.
Hay en la atmósfera algo que nos electriza y nos sacude, vivimos en la espera
de un acontecimiento que ha de volver las cosas a un orden que no es ni puede ser
el desbarajuste creado por el golpe alevoso de la soldadesca. Nadie precede como si
esto pudiera durar un día, todos consideran el régimen actual como un estado tran-
sitorio, imposible de fijarse y de imponerse...
...El Perú es hoy un pajonal desecado por el Sol: una chispa, una sola chispa,
y estalla la conflagración de Norte a Sur y de Oriente a Occidente. Los primeros
que se derritan serán los soldaditos de plomo.l05
En los periódicos liberales había recalcado que, puesto que las iniquidades
estaban basadas en la fuerza, los oprimidos estaban en todo su derecho de valer-
se de la violencia para reivindicar sus derechos. 106 Al pueblo sólo le quedaba
como recurso la revolución; había que imitar a Alejandro: cortar el nudo de un
sablazo.107 Y como Marx, que comparó la revolución social con el nacimiento de un
niño, González Prada nos recordó que toda libertad nacía bañada en sangre y que
el advenimiento de la justicia era como un alumbramiento desgarrador y tempes-
tuoso:108 mientras más dolores había, mejor el niño que nacía.
57 Doña Josefa de González Prada, madre de don Manuel, murió el 2 de mayo de 1887.
58 Páginas libres, pp. 53-54.
59 Ibid., p. 57.
60 Ibid., pp. 57-58.
61 Ibíd., p. 58.
62 62 Ibid., pp. 74-75.
63 Ibid., p. 79.
64 Horas de hcha, p. 199.
65 Ibíd., p. 206.
66 Bajo el oprobio (París: Tip. Louis Bellenand, 1033), p. 87.
67 Horas de lucha p. 184.
68 Anarquía (Santiago de Chile: Ercilla, 1940), p. 47.
69 Ibid., pp. 138-139.
70 Bajo el oprobio, p. 128.
71 Ibid., p. 45.
72 Léase la p. 191 de Páginas libres.
73 De todos los periódicos peruanos es a El Comercio de Lima al que más criticó González Prada.
Léase Grafitos (París: Tip. Louis Bellenänd, 193i), p. 164, en donde se encuentra el grafito
citado.
74 Horas de lucha; p. 208.
75 Estas ideas las expresa principalmente en "Los Capitalistas", Libertarias (París: Tip. Louis
Bellenand, 1938), pp.50-52.
76 Ibid., p. 22.
77 Bajo el oprobio p. 110.
78 Ibid., pp. 183-184.
79 Germinal (hoja suelta del 28 de febrero de 1899), reproducido en Propaganda y ataque (Buenos
Aires: Ed. Imán, 1939), p. 159.
80 Horas de lucha, p. 2.
81 Ibid., p. 3.
82 Figuras y figurones (Paris: Tip. Louis Bellenand, 1939), p. 120.
83 Horas de lucha, p. 8.
84 Ibid., p. 14.
85 Bajo el oprobio, p. 152.
86 Prosa menuda (Buenos Aires, Ed. Imán, 1941), p. 99.
87 Bajo el oprobio, p. 100.
88 Propaganda y ataque, p. 115.
89 Ibid., p. 119.
90 Prosa menuda, pp. 187-188.
91 Júzguese ahora la p. 78 de Trozos de vida (París: Tip. Louis Bellenand, 1933), en la que dice:
Tú me achicas, tú me ahogas / Aire infecto de la patria.
92 Anarquía, p. 21.
93 Ibid., p. 22.
94 Ibid., pp. 20-21.
95 Grafitos, p. 235.
96 Bajo el oprobio, 135.
97 Ibid, p. 177.
98 Ibid, p. 179-180.
99 Estas ideas las expuso es su ensayo "Amarquía" que apareció por primera vez en el Nº 38 de Los
Parias de octubre de 1907. Más tarde fue incluido en su libro póstumo Anarquía, p. 15-19.
100 Anarquía, p. 24-25.
101 Ibid, p. 41.
102 Ibid, p. 22.
VIII
EL INDIGENISMO Y DON MANUEL
DEFINICIÓN
El indigenismo o indianismo es el movimiento intelectual que tiene como tema
central al aborigen de América. El indigenismo canta al indio americano, expone
sus costumbres, sentimientos, deseos, aspiraciones y, sobre todo, denuncia la
explotación de que es objeto, y demanda su redención para incorporarlo en el
campo económico, político y social del país en que reside. Siendo el indigenismo
un movimiento de larga trayectoria histórica que ha experimentado transformacio-
nes, ha sido interpretado de diferentes maneras.109
SU POESÍA INDIGENISTA
Desde su época de colegial en San Carlos, -el niño Manuel se deleitaba leyen-
do a los poetas alemanes. De ellos aprendió a escribir las baladas que nos ha
legado. Durante su retiro en Tutumo (187I-1879), produjo muchas piezas poéticas,
baladas principalmente, varias de las cuales marcan un jalón importante en el
desenvolvimiento del indigenismo literario del Perú. En el periódico literario.
El Correo del Perú publicó tres baladas indigenistas: "La Cena de Atahualpa",
"Las flechas del Inca" y "El Mitayo". ll8 En la primera de ellas, capta el sentir
indígena de la derrota, su sentimiento ante el golpe trágico que le dieron al
Imperio del Tahuantinsuyo en la masacre de Cajamarca. En los verses de "La Cena
de Atahualpa" se sienten los latidos del corazón del hijo de Huáscar, que refre-
na su rabia por la celada en que ha caído, víctima de las falsas promesas de Pi-
zarro. "Las flechas del Inca" es un poema simbólico, a imitación de las creacio-
nes poéticas alegóricas alemanas; el Inca aparece con tres flechas envenenadas,
cada una de las cuales le pide al fuerte guerrero que destrocelas alas del cón-
dor volador, que desgarre el seno del tigre acechador, y que atraviese el pecho
del "vil conquistador"·119 "El Mitayo" es poema de protesta que expresa muy bien
el leit motiv indígena de González Prada:
SU PROSA INDIGENISTA
Sabemos que la Guerra del Pacífico sacó a Prada de su retiro y lo enfrentó
más aún a la realidad nacional. En la contienda contra el chileno invasor, los
indios sirvieron de carne de cañón; los pobres fueron obligados a combatir por
la palabra "patria" que ellos no entendían. Don Manuel, que también luchó en
primera fila, los vio batirse con heroísmo y morir por ese país que los conside-
raba como entes de provecho y no como seres humanos. Nos cuenta Prada que hubo
indios que combatían en favor del general llamado Perú en contra del general
Chile. Pero pese a su ignorancia, el indígena se batió con denuedo; y cuando los
señoritos de Lima cayeron vencidos por el avance arrollador de las huestes chi-
lenas, montoneras de indios seguían defendiendo la bandera que no los amparaba.
Indios y cholos fueron los que se batieron Con el Brujo de los Andes poor varios
años y los que libraron la última batalla, allá en Huamachuco, cerca de Truji-
llo.
Concluido el holocausto comenzó el desbarajuste; y a la ocupación chilena si-
guió la bochornosa querella entre caudillos. Mientras tanto la nación sufría la
bancarrota: la quiebra total de todos los valores.
"NUESTROS INDIOS"
El mejor ensayo indigenista del Maestro es indudablemente "Nuestros indios"
porque ahí encontramos en forma definitiva -pese a que lo dejó inédito e incon-
cluso- la interpretación del problema indígena.
En este ensayo González Prada nos dice que la República es una continuación
del Virreinato; los indios todavía son víctimas del viejo orden basado en la ex-
plotación del hombre por el hombre; los gobiernos y hacendados, nuevo nombre que
adoptan los señores feudales, han reemplazado a los corregidores y caciques; la
palabrería de los gobernantes que prometen ayuda a la raza explotada es una des-
carada hipocresía. El indio en la República vive peor que su abuelo y tatarabue-
lo del Virreinato: hoy ya no existen corregimientos ni encomiendas, pero tenemos
el trabajo forzoso disfrazado y la leva; los explotadores republicanos creen que
el indio no tiene derechos sino obligaciones; la queja personal se considera
como insubordinación y el reclamo colectivo se califica de conato de sublevación
que debe ser sometido a sangre y fuego.133
Al analizar la estructura de la hacienda, González Prada observa que ella se
expande a costa de la propiedad individual del vecino o de la propiedad comunal
indígena. En algunas regiones el hacendado ha reunido los poderes que separó
Montesquieu: el nuevo señor feudal es el poder ejecutivo, el poder legislativo y
el poder judicial. En las haciendas o feudos republicanos los jueces de paz y
los gobernadores a menudo pertenecen a la servidumbre del hacendado. Este, pues,
actúa, como un barón normando: "No sólo influye en el nombramiento de gobernado-
res, alcaldes y jueces de paz, sino hace matrimonios, designa herederos, reparte
las herencias; y para que los hijos satisfagan las deudas del padre, les somete
a una servidumbre que suele durar toda la vida. Impone castigos como la corma,
la flagelación, el cepo de campaña y la muerte; risibles como el rapado del ca-
bello y las enemas de agua fría".l34 Todo esto no se debe a la ignorancia porque
el hijo del hacendado que recibe su educación en Europa vuelve con torturas más
refinadas.
El Maestro indigenista cree que quien acusa al indio de refractario a la ci-
vilización, hace campaña política de desprestigio, porque, después de todo, el
indio sólo recibe lo que le dan: fanatismo y aguardiente. Observa que si moral-
mente hablando el indio de la República se muestra inferior al indígena preco-
lombino, esto se debe a los siglos de opresión: la servidumbre política y el
abuso económico enervan hasta a los hombres más fuertes. Empero, su depresión
moral, a causa del abuse, no indica que los indios sean refractarios a la civi-
lización y que no puedan civilizarse;135 el abatimiento de la raza se debe en
gran parte a la ignorancia en que se los ha mantenido para el provecho de la
clase explotadora.
Empero González Prada toca ligeramente el problema de la tierra al discutir
el problema del indio. Zapata en México y Mariátegui en el Perú, arguyeron que
el problema de la tierra está íntimamente relacionado con el problema indígena.
González Prada se limitó a apuntar: "Donde las haciendas de la Costa suman cua-
tro o cinco mil fanegadas, donde las estancias de la Sierra miden treinta y has-
ta cincuenta leguas, la nación tiene que dividirse entre señores y siervos" 136.
González Prada denuncia, acusa e intenta dar respuestas. Sus consejos son va-
liosos, aunque no formen un programa organizado. Fue necesario que transcurrie-
ran varias décadas para que cuajase en el Perú un programa sistematizado. Sin
embargo, a él le cupo la gloria de haber señalado las primeras pautas efectivas,
reconociendo que la cuestión del indio más que pedagógica es cuestión económica
y social.
Desilusionado porque su prédica se perdía en el vacío, el Maestro indigenista
peruano llegó a la conclusión de que "o cambia la conciencia de los opresores o
se los escarmienta por la fuerza",137 por eso al indio hay que predicarle orgullo
46 Chang - Literatura política
y rebeldía a fin de que cuando llegue la hora, rompa los huevos para hacer tor-
tilla. Ese fue el mensaje indigenista que dejó González Prada antes de morir. A
sus discípulos les tocará después, tomar de su Maestro indigenista lo que con-
venga para la redención de los millones de parias de indios peruanos.
109 Consúltense mis artículos: "Variaciones sobre el indigenismo", La Nueva Democracia, XXXVI, 1
(Enero, 1956), 96-111, y "Reseña histórica del indigenismo", Cuadernos (Paris), No. 17 (Marzo-
Abril, 1956), 61-69.
110 Los Comentarios reales se publicaron en Lisboa, en 1608.
111 Concha Meléndez, La novela indianista en Hispanoamérica, 1823-1899. (Madrid: Edit. Hernando,
1934), p. 24.
112 Ricardo Rojas, Historia de la literatura argentina (Buenos Aires: Roldán, 1924), I, 306. Léase
también Juan Sebastián Ochoa, Los cronistas del Perú (Cusco: Imp. D. Miranda, 1946), p. 65.
113 Léase, por ejemplo, la p. 7 de las memorias del décimo quinto virrey del Perú, D. Pedro de To -
ledo y Leiva (1639-1648): Memoria de Mancera, editada por José Toribio Polo (Lima: Impta. del
Estado, 1896).
114 Este extenso estudio de gran valor histórico y social fue escrito para que el rey de España lo
leyera e instituyera reformas. El manuscrito nunca 1legó manos del soberano español y estuvo
extraviado hasta su descubrimiento en 1908 por Richard Pietchsman en los archivos de la Biblio-
teca de Copenhague. Paul Rivet lo imprimó por primera vez en París en 1925. En 1936-10 volvió
a publicar, con el nombre de Nueva crónica y buen gobierno. Arthur Posnansky sacó una nueva
edición en La Paz, en 1944.
115 Felipe Guamán Poma de Ayala, El primer nuevo cronica i buen gobierno, ed., Arthur Posnansky (La
Paz, 1944), foja 963.
116 C. Meléndez, La novela indianista en Hispanoamérica, p. 61.
117 Discursos y proclamas de Bolivar (París: Garnier, sin año), p. 85.
118 L. A. Sánchez en el prólogo a Baladas peruanas, obra póstuma de don Manuel (Santiago de Chile:
Ercilla, 1935), p. 13.
119 Baladas peruanas, pp. 121-122.
120 Ibid., pp. 133-134.
121 L.A. Sánchez en el prólogo a Baladas peruanas, p. 13.
122 Páginas libres, p. 78. 123
123 Ibid., p. 177.
124 Conviene que para el lector no peruano expliquemos brevemente quién fue Atusparia en la histo-
ria del Perú. Atusparia fue un alcalde indio que encabezó la sublevación indígena que estalló
de 2 de marzo de 1885 en la ciudad de Huaraz, capital del Departamento de Ancash. Nuestros his-
toriadores han señalado al Prefecto Noriega como responsable de la sublevación, pero en reali-
dad, él fue la paja que rompió el lomo del camello. Los desmanes, abusos, y sobre todo el res -
tablecimiento de la contribución personal fueron los pretextos inmediatos de la sublevación.
Las causas deben hallarse en las décadas de explotación republicana llevada a su paroxismo de
abuso con la imposición de la contribución personal. Léanse las dos obras de Jorge Basadre: La
multitud, la Ciudad y el campo, pp. 244-247, y su Historia de la República del Perú, II, 272-
273.
125 Muchas similaridades se han encontrado én estas dos obras, pero todavía no se ha estudiado de-
tenidamente el impacto que ellas inrodujeron en sus respectivos lectores. Mientras que el libro
norteamericano produjo acción, el peruano sólo engendró compasión por los indios: conmovió a
las almas generosas.
126 Va1e observar que el destine quiso unir a dos descendientes de defensores americanos de las ra-
zas oprimidas: Elizabeth Howe, descendiente de la famosa escritora de Litchfield, Connecticut,
casó en 1922 con Alfredo González Prada, hijo de don Manuel. Véase la p. 30 de "Apuntes para la
vida de Alfredo" por L A. Sánchez que, a guisa de prólogo, aparece en la obra póstuma de Alfre-
do González Frada, Redes para captar las nubes (Lima: P.T. C.M. 1946). Los "Apuntes para la
vida de Alfredo" también se publicaron en Letras, Revista de la Universidad de San Marcos
(Lima, 1946).
127 El Dr. Santiago Giraldo fue diputado por la provincia serrana de Huancané que tiene predominan-
te población indígena. El Dr. Giraldo, inspirado en la prédica de Prada, se convirtió en un
abnegado defensor del indio. Fundó y dirigió en Lima el periódico El Indio y en 1903 publicó
anónimamente sus dos folletos que menciona Prada.
128 "La cuestión indígena", Prosa menuda, p. 118.
129 Idem.
130 Ibid., p. 156. En una nota al pie de la página que lleva el título de "El problema indígena",
Alfredo González Prada nos dice que este artículo publicado con las iniciales D. S. y con el
titulo "La cuestión indígena" apareció en el No. 30 de Los Parias, en noviembre de 1906, pero
que en el libro de recortes del autor aparece con el título "El problema indígena".
131 Bajo el oprobio, p. 150.
132 Fue incluido en la segunda edición de Horas de lucha (Callao: Tip. Lux, 1924), por la editora
Adriana de González Prada (pp. 311-338).
133 Horas de lucha. pp. 327-328.
134 Ibid., pp. 328-329.
135 Ibid., p.330. A propósito de la moralidad del indio, léase ("Cosas y gentes", Cuadernos [Pa-
rís], No. 18 [Mayo-junio, 1956], 19-22) el reparo que Salvador de Madariaga hace a mi "Reseña
histórica del indigenismo", Cuadernos, No. 17 (Marzo-abril, 1956), 61-69. Aunque Luis Alberto
Sánchez ya le ha respondido al insigne escritor español ("Madariaga y la América Latina", Cua-
dernos, No. 20 [septiembre-octubre, 1956]), permítaseme añadir algo. Si es difícil probar que
el indio conquistado fue más moral que su conquistador blanco, mucho más difícil es probar lo
contrario. Todo depende de la regla moral que usemos para juzgar a los pueblos. Sin embargo,
IX
LA INFLUENCIA LITERARIA Y POLITICA DE GONZALEZ PRADA
Venimos a luchar por los derechos del ciudadano contra las iniquidades de la sol-
dadesca, por los fueros del racional contra las embestidas del bruto.
Entre los orangutanes puede reinar el estacazo y el mordisco, entre los salvajes
se concibe la trampa y la flecha; entre los hombres civilizados no cabe más imperio
que el de la razón y la justicia.l57
No obstante sus horas de desesperación causadas por la apatía de intelectua-
les y obreros, González Prada se mantuvo optimista. Sabía que si no llegaba a
ver el cambio que predicaba, sus discípulos lo verían. De estos discípulos, los
de más labor fueron José Carlos Mariategui y Víctor Raúl Haya de la Torre. Con
ellos don Manuel, como el Cid, ganó batallas después de muerto.
Las raíces históricas de la unión de los trabajadores manuales e intelectua-
les que más tarde se consumó bajo la égida del Apra se encuentran en el discurso
"El intelectual y el obrero" que González Prada pronunció el primero de mayo de
1905 en la Federación de Panaderos de Lima. He aquí unos trozos luminares:
...Había crecido oyendo decir que González Prada era el demonio, y viendo santi-
guarse a las viejas cada vez que alguien recordaba su nombre. Sin embargo, un sen-
timiento de curiosidad y respeto me atraía hacia la figura del viejo luchador. Re-
cuerdo haber oído conversaciones calurosas de algunos artesanos de mi provincia so-
bre González Piada.160
En 1921, tres años después de la muerte de González Prada, Haya funda las
universidades populares en las que pondría en práctica la idea de unir a los
obreros con los intelectuales. Al siguiente año, Haya les da el nombre del pre-
cursor, y en 1931, al esbozarse el plan de accion del Partido Aprista Peruano,
se adoptan puntos de la "Declaración de Principios" que don Manuel redáctó para
la Unión Nacional. A esta declaración debemos remontarnos para trazar los orige-
nes de la propuesta aprista para la representación de las minorías: en el Con-
greso y del principio de que los peruanos naturalizados en el extranjero, obli-
gados por la persecución de las tiranías, no pierdan sus derechos al volver al
seno de la patria.
Los críticos que mejor han evaluado la labor y la influencia de Manuel Gonzá-
lez Prada son: el ensayista peruano Antenor Orrego y el profesor John A. Crow de
la Universidad de California de Los Angeles. Orrego lo llama hombre de ingenio
sutil y de genio creador, ciudadano libre y viril, apóstol férvido, "agitador-
tipo", el primer agitador ideológico del Perú.161 Crow, por su parte, con un cri-
terio esencialmente pragmático, acierta al afirmar que González Prada dinamitó
la enmarañada selva de la política peruana para que se abrieran surcos y se
TERCERA PARTE
JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI (1895-1930)
X
UNA VIDA TRUNCA
Si González Prada fue el que lanzó el dinamitazo que despejó la floresta, Jo-
sé Carlos Mariátegui y Víctor Raúl Haya de la Torre fueron los que sembraron las
semillas en el pedregoso terreno peruano. Por eso en este estudio continuaremos
con el primero de estos dos sembradores de ideas, no porque sea el más importan-
te, sino porque fue el que más se adelantó a influir en los peruanos por medio
de la pluma y porque, con su temprana desaparición, dejó una labor que, incon-
clusa y controvertible, ha merecido el estudio y el comentario de sus contempo-
ráneos.
Como se verá más adelante, la importancia de Mariátegui en el siglo XX es tal
que la historia, la política y la literatura del Perú de este siglo quedarían
incompletas si no incluyeron a este brillante escritor del pueblo. Su vida fue
corta pero preñada de muchos acontecimientos que han dejado huellas imperecede-
ras en la vida de la nación. Teniendo en cuenta que lo que se mide en todo hom-
bre es el balance de su pensamiento y de su acción, los conservadores y los li-
berales concuerdan al afirmar que la historia peruana del lustro 1924-1928 co-
rresponde en gran parte a Mariátegui. Veamos por qué.
INFANCIA Y JUVENTUD
El 14 de junio de 1895, casi tres meses después de la sangrienta entrada de
Nicolás de Piérola en Lima, nació José Carlos Mariátegui en la enlutada capital.
Su padre, don Francisco Mariátegui, era empleado del Tribunal Mayor de Cuentas y
descendía del gran liberal peruano de principios del siglo republicano, Francis-
co Javier Mariátegui, secretario del Primer Congreso Constituyente del Perú,
tribuno, periodista y escritor de buenos quilates. Su madre, doña Amalia La
Chira, fue una mestiza muy católica del humilde pueblo de Huacho. De sus padres
heredó José Carlos las virtudes de los vascos y los mestizos costeños: fuerza de
voluntad, tenacidad, elevado sentido estético y el don de la amistad.
Dos desgracias le ocurrieron a la abnegada doña Amalia durante la infancia de
José Carlos: la muerte de su hijita Amanda y su separación de don Francisco. Su
esposo había sido trasladado al norte del país, desligándolo de sus obligaciones
paternales. Abandonada así su familia, comenzó el martirologio de doña Amalia;
desde entonces tuvo que coser como modista para sostener a los suyos, especial-
mente a José Carlos, a quien no le sentaba el húmedo y enfermizo clima de Lima; l
ese clima que enerva aún a los más rebeldes y que -como observó Hipólito Unanue-
amansa hasta a los perros.
Para mejorar la condición física del hijo querido y la economía de la fami-
lia, los Mariátegui se mudan a Huacho. Allí José Carlos entra en una escuelita.
Como es de naturaleza endeble, al recibir un golpe en la rodilla se enferma gra-
vemente y la familia se ve obligada a volver a Lima para someterlo al cuidado de
un cirujano. Después de varias operaciones, de meses de hospitalización y sufri-
mientos, José Carlos es dado de alta, pero la enfermedad le ha impuesto un cojeo
en el andar. Desde entonces los amigos lo llamarán cariñosamente "el cojito Ma-
riátegui".
A los catorce años concluye su instrucción primaria, y como la madre no puede
pagarle la educación secundaria, José Carlos comienza a trabajar para mantenerse
PERIODISMO LIBERAL
En 1916 Mariátegui y César Falcón renunciaron sus puestos en La Prensa para
ir a trabajar como redactores del diario izquierdista El Tiempo que comenzó a
publicarse el 17 de julio de ese año. En este diario Mariátegui escribió comen-
tando los vaivenes de la política nacional. Sus trabajos más importantes apare-
cieron en la sección anónima "Voces" y en la sección editorial.
Como la política lo entusiasmaba más y más, se unió a Félix del Valle para
fundar la revista Nuestra Epoca. El 22 de junio de 1918 apareció la revista,
contando entre sus colaboradores a César Falcón, César Ugarte, César A. Rodrí-
guez, Percy Gilbson Moiler y César Vallejo (1892-1938).
Nuestra Época no tenía un programa definido; se redujo a divulgar las ideas
de sus directores y colaboradores; todos ellos, periodistas y escritores que no
habían llegado a la formación completa de su ideología liberal. Del Valle, por
ejemplo, lanzó un ataque contra lo que él llamaba "la política testicular" del
país. Mariátegui, que se sentía avergonzado de la labor intelectual que había
realizado en La Prensa, trató de rectificarse. Una nota editorial explicaba el
cambio: "Nuestro compañero José Carlos Mariátegui ha renunciado totalmente a su
seudónimo Juan Croniqueur, bajo el cual es conocido, y ha resuelto pedir perdón
a Dios y al Público por los muchos pecados que, escribiendo con ese seudónimo,
ha cometido".4 Entre líneas podemos Botar que Mariátegui no se había independi-
zado completamente de la influencia religiosa. El pedir perdón a Dios y la con-
ciencia de su pecados denunciaban su marxismo incompleto. Si su pensamiento no
se había sistematizado, su interés en los problemas nacionales había crecido mu-
cho. El primer número de la revista tenía su artículo "El deber del Ejército y
el deber del Estado" que causó la protesta de los militares de Lima y el cobarde
ataque físico de un capitán fornido.5 Conociendo el estado físico de Mariátegui,
en Lima se protestó por el abuso. No le ayudó mucho la opinión del público por-
que después de publicar el segundo número en julio de 1918, El Tiempo, en cuyas
imprentas se imprimía Nuestra Epoca les negó sus maquinarias. Al ver que el iz-
54 Chang - Literatura política
quierdismo de El Tiempo padecía de timidez, Mariátegui y César Falcón y Humberto
del Aguila6 cesan de trabajar para ese periódico y fundan La Razón, un diario de
orientación más izquierdista. Para este propósito alquilan una imprenta del ar-
zobispado con la ayuda económica que les ofrecía Alfredo Piedra y Salcedo, prime
del Presidente Leguía, el psiquiatra Hermilio Valdizán y los médicos periodistas
Sebastián Lorente y Patrón y Baltasar Caraveo Prado.
Desde que había salido de La Prensa el periodismo en sí ya no le intere-
saba. Su labor en El Tiempo revela que estaba sumamente preocupado en los pro-
blemas sociales y en los libros revolucionarios que llegaban de Europa. La gue-
rra europea estimuló más su interés en las masas desamparadas y le hizo trabajar
más por el bienestar social. Entonces el periodismo se convirtió en tribuna de
defensa del pueblo. El periódico ahora le servía para exponer y defender sus
ideas socialistas.
Como sus horizontes se han ensanchado, Mariátegui y César Falcón fundan
el Comité de Propaganda Socialista. Uno de sus miembros, Luis Ulloa, propone su
Inmediata transformación en partido. Mariátegui se opone porque cree que todavía
no habían llegado a la formación completa de su ideología socialista. Le dice a
este abigarrado comité compuesto de radicalistas, gonzalezpradistas y socialis-
tas neófitos, que no había entrado a la etapa madura de desarrollo ideológico
marxista y por eso le recomienda que estudie y trate de estrechar los lazos de
unión entre los trabajadores manuales e intelectuales, es decir, le pide que
siga con las enseñanzas de, González Prada, como las había trazado en su discur-
so "El intelectual y el obrero" del 10 de mayo de 1905. Poco tiempo después un
grupo de ellos sacó el periódico Germinal para ponerlo al servicio del leguiís-
mo. Mariátegui y Falcón se separaron del movimiento.
Varias veces nos ha recordado Mariátegui que su actividad socialista en
el Perú comienza a raíz de su separación de La Prensa y al entregarse frenética-
mente a la campana de izquierda desde El Tiempo, Nuestra Epoca y sobre todo des-
de La Razón. En efecto desde este último diario Mariátegui defendió la lucha de
los empleados de comercio y el movimiento obrero de 1919 y la reforma universi-
taria de ese año.
La primera Guerra Mundial, que trajo prosperidad a la burguesía y capita-
lista peruana y le ofreció ideas avanzadas a la clase media, impuso más miseria
a la clase desposeída peruana, compuesta principalmente de campesinos, proleta-
rios y artesanos. La guerra necesitaba productos que la clase gamonal explotaba
con grandes utilidades. Los barones del algodón y del azúcar multiplicaron sus
fortunas con el aumento de las exportaciones. Pero para satisfacer estas fuertes
demandas, los grandes hacendados sacrificaron los terrenos que estaban dedicados
al cultivo de verduras y otros productos de primera necesidad. El costo de vida
subió y la suerte del hombre del pueblo empeoró en proporción geométrica inversa
al progreso económico del terrateniente y del exportador. Los salaries, en cam-
bio, siguieron sumamente bajos; el poder adquisitivo dei salario de principios
de 1919 era menor del 50 por ciento del miserable salario que recibía al produ-
cirse la conflagración europea.7
Los obreros de Lima hicieron representaciones ante los patrones y ante el
Gobierno de Pardo para que mejorasen la crítica situación del proletariado. Como
sus gestiones cayeron en oídos sordos, el 13 de abril de 1919, a las 5:30 p.m.,
en el Parque Neptuno de Lima se reunió una asamblea de obreros, a la cual asis-
tieron trabajadores de la mayoría de gremios de Lima metropolitana y el Centro
de Estudios Sociales -Manuel González Prada. La asamblea lanzó un manifiesto y
creó el Comité Pro-Abaratamiento de las Subsistencias bajo la dirección del lí-
der obrero Nicolás Gutarra. El Comité representaba la voluntad de unos 30.000
trabajadores confederados.
Como las representaciones del Comité no obtuvieron concesión alguna, el
27 de abril se acordó decretar un paro de 24 horas para el 1P de mayo, si para
esa fecha el gobierno no había resuelto sus reclamos. El 31 una comisión del Co-
mité fue al Palacio de Gobierno para hacer entrega de su memorial de reclamos.
El Gobierno rehusó recibirlos y el paro estalló el 1º. Este mismo día el Comité
de Propaganda socialista se transformó oficialmente en el Partido Socialista del
Perú, pero no llegó a progresar porque no contó con el apoyo de las masas obre-
ras.
El paro general continuó por varios días. El domingo cuatro se celebró un
mitin de protesta, pero fue disuelto violentamente por la policía. Los huelguis-
tas se congregaron en la Alameda de los Descalzos. Allí se insistió en los re-
Chang - Literatura política 55
clamos del Manifiesto del 13 de abril y se pidió la libertad de los obreros de
Trujillo que habían sido apresados por apoyar a sus compañeros de Lima. La poli-
cía siguió hostilizando a los obreros, despojándolos de las calles y apresando a
sus líderes. Los trabajadores no se desalentaron porque la prédica del Maestro
González Prada ya comenzaba a surtir efectos. Las mujeres se unieron a los hom-
bres en defensa de sus derechos: el 22 de mayo se realizó la primera asamblea
femenina reunida para apoyar las demandas de los trabajadores, en el local de la
Federación de Estudiantes del Perú.
En estas luchas reivindicadoras La Razón de Mariátegui lanzó todo su peso
a favor de los obreros. Pero algo contradictorio sucedió en aquellas jornadas
que no atrajo la atención de Mariátegui. Adalberto Fonkén, conductor obrero tru-
jillano, muchacho intrépido de ascendencia china, desempeñó papel importante en
defensa de los obreros. Bajo su dirección, el Comité Central de Lima decretó el
paro general para el 27 de mayo de 1919, en protesta por la captura de Carlos
Barba y Nicolás Gutarra. Fonkén mismo fue apresado al salir del local. Al si-
guiente día, mientras Fonkén sufría prisión, la plebe ignorante saqueaba las
tiendas de indefensos chinos, sus hermanos en el dolor, víctimas, como los tra-
bajadores peruanos, de la explotación de la alta burguesía. En Lima, la muche-
dumbre, en su desesperación, cometía barbaridades contraproducentes. Estos cen-
tenares de ignorantes limeños no se atrevían a ir a saquear los almacenes de los
ricos explotadores, pero sí a descargar su furia psicopatológica contra las pe-
queñas chinganas, pobres tienduchas, bodegas mal aprovisionadas de los sufridos
trabajadores chinos que hacía poco habían comprado su libertad de las haciendas
y ahora se dedicaban a ganarse la vida y la de sus hijos peruanos. Este atrope-
llo no fue denunciado por los llamados defensores de las clases desposeídas.
Durante la manifestación en homenaje a los libertados, el 8 de julio de
1919, los obreros ovacionaron al diario La. Razón al pasar por su local, expre-
sando su agradecimiento por el apoyo que las había dado el diario.8
El mismo 8 de julio, en la Calle Tigre una asamblea de obreros presidida
por Adalberto Fonkén acordó formar la Federación Obrera Regional Peruana, la
cual el 22 del mismo mes publicó su declaración de principios. Mariátegui alentó
a su amigo Fonkén.
El arzobispado de Lima, propietario de los talleres de "La Tradición"
donde se publicaba el periódico de Mariátegui, no vio con buenos ojos la campaña
pro-obrera y pro-estudiantil de La Razón, y negó el uso de sus prensas al perió-
dico. A los pocos días el Gobierno de Leguía que se había inaugurado con el gol-
pe de estado del 4 de julio, suspendió definitivamente la salida de La Razón.
EUROPA (1919-1923)
Leguía se dio cuenta de la habilidad intelectual de Mariátegui. y mien-
tras con una mano le cerraba su periódico, con la otra le ofrecía ayuda. Alfredo
Piedra, ministro del régimen, fue el instrumento en la cesión de becas a perio-
distas y estudiantes de letras y artes para ganarlos a su lado o por lo menos
alejarlos por un tiempo del país. Fue una forma de exilio; una forma muy agrada-
ble y muy cómoda por cierto. En virtud de este gesto táctico de Leguía, a fines
de 1919 salieron con becas de estudios a Europa: Mariátegui, César Falcón, Félix
del Valle y otros enemigos potenciales del Gobierno. Mariátegui, joven pobre de
24? años, sabía bien que su preparación autodidacta no podría progresar rápida-
mente, a menos que alguien le ayudase. Sin considerar el significado moral de la
ayuda del Gobierno, aceptó el viaje a Europa. La crítica de su viaje no tardó en
producirse apenas se conoció la rápida aceptación de Mariátegui. Sus compañeros
y amigos hicieron coro con sus enemigos para censurarlo.
La primera ciudad que visitó más o menos detenidamente en Europa fue Pa-
rís. Allá vivió en el Barrio Latino, e inmediatamente trató de ponerse en con-
tacto con los socialistas. Mariátegui mismo ha narrado su entrevista con el lí-
der comunista francés:
Una de las obras que más me impresionaron en mi época de intelectual puro es El in-
fierno. Las voces y las imágenes que se agitan en este libro son difíciles de olvidar. Se
quedan pegadas a la conciencia de uno en forma extraña por la veracidad del gesto y del
acento. Barbusse era, pues, uno de mis ídolos cuando salí del Perú, y abrigaba la remota
esperanza de conocerle personalmente. Grande fue, pues, mi alegría cuando, al salir del
hotel donde vivía, en el boulevard Saint-Michel, vi la vidriera de una librería atestada
LEADER SOCIALISTA
Mariátegui estuvo de regreso en Lima el 20 de marzo de 1921. En la ciudad
todavía critican su viaje oficial de estudios a Europa y muchos desconfían de él
porque corre el falso rumor de que en Roma había actuado de secretario "extra-
oficial" del civilista Arturo Osores, Ministro Peruano en Italia. Mariátegui se
aleja de toda actividad ostensible, pero recibe a sus amigos íntimos en su pe-
queña casa de la calle Washington No. 544.
Su interés por el arte lo hizo aceptar unos cuadros de pintores italianos
modernos para exhibirlos en Lima. La exhibición tuvo lugar en el local de la So-
ciedad Filarmónica sin obtener cl éxito que esperaba.
Chang - Literatura política 57
A los pocos meses de su llegada a Lima nació su segundo hijo, a quien
bautizó con el nombre de Sigfrido, en honor de Wagner, uno de sus músicos favo-
ritos.
Una tarde, Haya de la Torre al salir de visitar a El Tiempo, principal
diario antigobiernista, se encontró con Mariátegui y le habló: de la jornada que
estaba organizando contra la dedicación del Perú al Corazón de Jesús por Leguía
y el arzobispo de Lima. Mariátegui le rehusó su colaboración alegando que era
"una lucha liberalizante y sin sentido revolucionario".l0
Se produjo la jornada del 23 de mayo, en la que la alianza de trabajadores
manuales e intelectuales quedó sellada con la sangre del tranviario Salomón Pon-
ce y del estudiante Manuel Alarcón Vidal. El movimiento obrero-estudiantil pagó
con dos vidas el éxito rotundo de la campaña contra la maniobra politiquera gu-
bernamental. Mariátegui percibió sus alcances, y aunque no confesó su error sino
hasta varios años después, rompió su indiferencia y se apresuró a colaborar con
Haya. Como la situación siguiese tensa y se sabia que el Gobierno estaba espe-
rando el memento oportuno para castigar a sus opositores, Haya presentó a Ma-
riátegui a las Universidades Populares González Prada y le invitó a colaborar Lo
presentó también a sus compañeros de lucha y lo llevó a la Federación Estudian-
til. El 2 de octubre Haya fue apresado. Numerosos profesionales y los alumnos de
las universidades populares trataron de organizar una protesta contra las inten-
ciones del Gobierno de deportar a Haya. Se planeaba una huelga general. En una
de estas reuniones, mientras unas cincuenta personas discutían el plan de ata-
que, la policía irrumpió en la reunión y los capturó a todos, inclusive a Ma-
riátegui, que se encontraba en el grupo. En la intendencia tuvo lugar una escena
aleccionadora cuando Mariátegui dio una enseñanza moral al burdo oficial de po-
licía que insultaba soezmente a los detenidos. No pudiendo mantener su calma
acostumbrada, Mariátegui se puso de pie y con voz firme y enérgica le increpó su
conducta. El policía insolente se lanzó a paso apresurado sobre la débil figura
de Mariátegui y cuando parecía que le iba a descargar unos golpes, se detuvo,
desarmado por la mirada penetrante, desafiente y valerosa del rebelde limeño.
Mariátegui lo había dominado con su mirada férrea. El coronel sólo balbuceó un
débil ¡Siéntese!, pero volvió la cara hacia otros prisioneros. Mariátegui no le
obedeció. Después de varios minutos, con mucha serenidad se sentó.11
Antes de salir del Perú, Haya designó a Mariátegui como su sucesor en la di-
rección de la revista Claridad, órgano de las Universidades Populares González
Prada, que había comenzado a publicar en abril de ese año y cuyo cuarto número
estaba a punto de salir.
Después de la expulsión de Haya, Mariátegui poco a poco se convirtió en la
principal figura izquierdista dentro del Perú. Colabora estrechamente con Luis
Alberto Sánchez, Manuel Seoane, Carlos Manuel Cox, Luis Heysen y otros jóvenes
intelectuales que más tarde llegarían a ser líderes del movimiento aprista. En
sus conferencias en la Federación de Estudiantes del Perú y en las universidades
populares explica la situación europea y difunde las ideas que ha traído de Eu-
ropa. Los leguiístas menos conservadores también cultivan su amistad. Clemente
Palma, que dirigía la revista Variedades (1908-1932) desde el comienzo de la
Primera Guerra Mundial, le invita a que colabore en su semanario. En Variedades
inicia la sección "Figuras y aspectos de la vida mundial". Muchos de los ensayos
que aparecieron en esta sección, más tarde fueron a formar parte de sus libros
La escena contemporánea y El alma matinal y otras estaciones del hombre de hoy.
Otra importante revista de las derechas de Lima, Mundial (1920-1931), también
publicó los enjundiosos artículos de Mariátegui.
No obstante su colaboración en las revistas de derecha, Mariátegui sigue
preocupado con las ideas socialistas y en 1924 comienza sus trabajos de investi-
gación de la realidad nacional e intensifica su colaboración con líderes obre-
ros, algunos de ellos, como Adalberto Fonkén, son compañeros de lucha de Haya ae
la Torre. Mariátegui seguía creyendo, como González Prada y como Haya, en la
eficacia y conveniencia del Frente Unico de los trabajadoras manuales e intelec-
tuales. En su llamamiento que formuló en 1924 con motivo de la celebración del
día del trabajo y que lleva el significativo nombre de "El 19 de Mayo y el Fren-
te Unico", Mariátegui puntualiza: "A muchas meditaciones invita esta fecha in-
ternacional. Pero para los trabajadores peruanos la más actual, la más oportu-
na, es la que concierne a la necesidad y a la posibilidad del frente Único". En
otro párrafo observa:
Pasaron varios días, después de la operación. Anita había salido del hospital a
atender al pequeño Sigfrido que estaba enfermo. Mariátegui, a quien acompañaba un
amigo, levantó las frazadas de su lecho. No sentía dolor alguno en la pierna, sino
un adormecimiento y tenía curiosidad de saber cómo estaba esa pierna. Fue entonces
un memento de inmenso desaliento -el único que manifestó en toda su existencia- el
que se produjo en el espíritu de Mariátegui. Al verse amputado, al constatar que
iba a ser inválido par el resto de su vida tuvo una crisis de llanto verdaderamente
patética y se halaba el cabello, en un arranque de desesperación.l3
Unos días después fue llevado a Miraflores para que convaleciera. Vinieron
luego meses de gran estrechez económica. La familia no tenía dinero para pagar
los gastos de la operación y de la larga convalecencia. Los amigos acudieron a
su ayuda y le tocó a Luis Alberto Sánchez iniciar en Lima el movimiento pro ayu-
da a Mariátegui. Desde Rusia Haya se apresuró a felicitar a Sánchez por su enco-
miosa labor. Intelectuales de diferentes tendencias, artistas de diversas escue-
las, estudiantes de todas las disciplinas, obreros de distintas orientaciones
respondieron al llamado de Sánchez. Resuelto el problema económico, Mariátegui
fue llevado a Chosica para que en ese lugar seco y sano completara su restable-
cimiento.
De vuelta en Lima Mariátegui se entregó de nuevo al estudio de la realidad
peruana y a escribir sus colaboraciones para Variedades, Mundial, el Mercurio
Peruano y publicaciones extranjeras. El Repertorio Americano de Joaquín García
Chang - Literatura política 59
Monge reproducía el 27 de julio de 1925 su artículo: "Un congreso más Panameri-
cano que científico".l5 Su hogar volvió a convertirse en el centro de reunión de
los intelectuales y artistas de vanguardia de Lima. Estudiantes universitarios y
obreros de las universidades populares acudían a escuchar al nuevo orientador.
En 1925 la Federación de Estudiantes lo propuso para que ocupase una de las
cátedras de San Marcos, pero, como Mariátegui ha escrito, la mala voluntad del
Rector y su delicado estado de salud impidieron que progresara la iniciativa.
En 1925 organizó con la cooperación de su hermano Julio César, la Editorial y
Librería Minería en la que editó ese mismo año, su primer libro: La escena con-
temporánea, En esta editorial también se publicaron sus ensayos de interpreta-
ción de la realidad peruana y las obras de varios de sus amigos: El nuevo abso-
luto (1925), de Mariano Ibérico Rodríguez, Tempestad en los Andes (1927) de Luis
E. Valcárcel, Poesías (Simbólicas, La canción de las figuras, Sombra, Rondine-
les) (1929) de José María Eguren (1882-1824).
AMAUTA (1926-1930)
De Europa había traído el proyecto de fundar una revista izquierdista de in-
fluencia que sirviera de tribuna de avanzada para las nuevas ideas que él quería
aplicar al Perú y para difundir los ideales socialistas. Ahí, para estos propó-
sitos sale el primer número de Amauta en septiembre de 192G. Mariátegui había
querido que llevase el nombre de Claridad, Como la revista que fundó Haya antes
de la proscripción. Algunos lo persuadieron que buscara otro nombre; propuso en-
tonces el nombre de Vanguardia, pero tampoco fue aceptado. Entonces José Sabogal
sugirió el nombre de Amauta y se ofreció a pintar la carátula: la cabeza del ma-
estro y poeta incaico de acuerdo coa el significado de la palabra quechua. Ese
es el nombre que todos aceptaron.
En su "Presentación a Amauta" Mariátegui recalca que era hombre de una filia-
ción y de una fe y que por eso la revista todo lo que es contrario a la ideolo-
gía o que no traduce ideología alguna. Promete proscribir de su revista la retó-
rica y concluye la presentación con estas palabras significativas:
...El título no traduce sino nuestra adhesión a la Raza, no refleja sino nuestro
homenaje al Incaísmo. Pero específicamente: la palabra "Amauta" adquiere con esta
revista una nueva acepción. La vamos a crear otra vez.
El objeto de esta revista es el de plantear, esclarecer y conocer los problemas
peruanos desde puntos de vista doctrinarios y científicos. Pero consideraremos
siempre el Perú dentro del panorama del mundo. Estudiaremos todos los grandes movi-
mientos de renovación -políticos, filosóficos, artísticos, literarios, científicos.
Todo lo humano es nuestro. Esta revista vinculará a los hombres nuevos del Perú,
primero coa los otros pueblos de América, en seguida con los otros pueblos del mun-
do.
Nada más agregaré. Habrá que ser muy poco perspicaz para no darse cuenta de que
al Perú le nace en este memento una revista histórica. (Amauta, Año I, No. 1, p.
3).
XI
LA CONCEPCION RELIGIOSA DE JOSE CARLOS
LA INFLUENCIA MATERNA
José Carlos Mariátegui, como González Prada, nació en un hogar muy católico,
un hogar extremadamente religioso e influido del fanatismo ciego de las familias
humildes del Perú. Si el exceso religioso acompaña a la riqueza o a la holgadez
económica, como en el caso de los González de Prada Marrón y Lombera, este exce-
so toma peculiaridades más o menos discernibles y características que se pueden
identificar; en cambio la religiosidad en el hogar humilde y de escasa educación
adquiere manifestaciones alarmantes por su intensidad progresiva y peligrosidad
ofensiva.
Doña Amalia La Chira de Mariátegui, madre de José Carlos, fue una mujer muy
católica de una pequeña ciudad al norte de Lima. En el Perú la religiosidad del
pueblo parece estar en proporción inversa al tamaño de la población. Mientras
más pequeña es la ciudad o la villa, más fanática es su población. El Huacho de
doña Amalia, de unos 15,000 habitantes, no se escapa de esa regla.
El enclenque niño José Carlos recibió la continua prédica católica en el ho-
gar y en la iglesia que frecuentaba con su madre. Creció siendo un fervoroso ca-
tólico con rezos al levantarse, oraciones durante el día y más rezos al acostar-
se. El rosario y el cariño materno fortificaron su espíritu. El catecismo, el
62 Chang - Literatura política
misal y otros libros religiosos fueron sus primeros compañeros de lectura.
Pronto José Carlos da un salto de sus obligaciones de adolescente a los debe-
res del hombre maduro, sostén de la familia. Apenas termina su instrucción pri-
maria entra a trabajar en La Prensa para ganarse el pan de cada día. Pasan sus
años de ayudante, viene la época de periodismo diletante y de actividad de inte-
lectual que él mismo llamó decadente. José Carlos va desarrollándose mentalmen-
te, aferrado a las ideas religiosas de la madre. En sus horas apacibles el joven
intelectual se entrega a sus piadosas meditaciones y rezos. Su catolicismo au-
menta, su fervor crece y en un arranque místico, decide en 1916 retirarse del
mundo y va a visitar el Convento de los Descalzos de Lima. En la soledad de su
celda, a los 21 años, escribe el soneto:
XII
EL SOCIALISMO DE MARIATEGUI
JORNADAS SOCIALISTAS
La labor democrática que José Carlos Mariátegui realizó en El Tiempo (1916-
1919), La Noche (1917), Nuestra Epoca (1918) y La Razón (1919) no puede ser con-
siderada propiamente como labor socialista. Antes de su viaje a Europa, Mariáte-
gui todavía no se había definido políticamente. Su izquierdismo se había desa-
rrollado como proceso normal de su desenvolvimiento intelectual, estimulado por
la amistad con hombres de avanzada limeños como Manuel González Prada- y provin-
cianos -como Víctor Raúl Haya de la Torre y César Vallejo. Su campaña de prensa
en favor de las reivindicaciones obreras y la Reforma Universitaria, y su vincu-
lación con gonzalezpradistas, anarcosindicalistas y socialistas ponen en eviden-
cia su inclinación política. Pero en rigor, fue durante su viaje a Europa (1919-
1923) cuando abrazó completamente el credo socialista, tomando la filiación
y la fe que le dieron el sello característico a su labor posterior. Su estada
en Europa le sirvió para ampliar sus conocimientos marxistas y definir su derro-
tero político.
A1 regresar al Perú, sus amigos notan el cambio en Mariátegui: ha desarrolla-
do su inteligencia, su romanticismo revolucionario, su preparación socialista.
Por eso Haya de la Torre lo invita que colabore en las Universidades Populares y
Gonzalez Prada, al salir deportado, lo deja a cargo de la dirección de la revis-
ta Claridad. Poco a poco Mariátegui comienza a crecer en estatura política sus-
tituyendo eficientemente al compañero de lucha desterrado26.
Tan pronto como se entera de la fundación de la Alianza Popular Revoluciona-
ria Americana y conoce su programa máximo, Mariátegui se plega a sus filas ayu-
dando a formar la célula aprista limeña. En 1926 publica Amauta como tribuna iz-
quierdista y se rodea de los más entusiastas reformadores peruanos. En enero de
1927, en su "Mensaje al Congreso Obrero", reconoce que los apristas tienen razón
al pedir originalidad de método y acción en la lucha por las reivindicaciones de
los trabajadores manuales e intelectuales:
El Apra niega la necesidad para los obreros del Perú de crear su partido de clase
y de ligar este partido del proletariado peruano con el movimiento proletario in-
ternacional. El Apra quiere ser ella misma "un gran partido anti-imperialista lati-
noamericano que lucha por la libertad del pueblo. En este gran partido latinoameri-
cano, especie de Kuomintang de la América Latina, el pueblo es llamado a organizar-
se sin distinción de clase...
............... ............................
6. Si la I. C. [Internacional Comunista] está dispuesta a recibir delegados del
Apra para discutir sobre los desacuerdos señalados más arriba.
El Ejecutivo de la I. C. que condena la ideología pequeñoburguesa y la acción
anti-comunista del Apra" no juzga útil invitar una delegación del Apra. Pero por
consideración a los obreros revolucionarios del Perú ilusionados sobre el rol del
Apra, el Secretario de la I. C. estará siempre dispuesto a discutir con una delega-
ción sobre los problemas revolucionarios del Perú, si la dirección del Apra, bajo
la presión de la clase obrera peruana, decide enviar una delegación para discutir
con el Ejecutivo de la I. C. los desacuerdos señalados más arriba.
7. Sobre la formación de un P. C. [Partido Comunista]. Existen en el Perú comu-
nistas aislados que están de acuerdo con el programa y la táctica de la I. C. Estos
elementos deben tomar la iniciativa de construir un P. C. peruano. El Secretario de
la I. C. está pronto a ayudarlos en este trabajo29.
No obstante las radicales medidas que el Partido Socialista del Perú propug-
naba, el camarada Peters34 agente soviético que traía la palabra oficial, criticó
rudamente la idea de Mariátegui de fundar un partido socialista en vez de formar
inmediatamente el partido comunista peruano de acuerdo con la orden que ya se
había enviado antes.
Una vez que se conoció el veredicto oficial del Primer Congreso Comunista la-
tinoamericano., el flamante partido socialista peruano comenzó a desintegrarse.
En su seno había varios comunistas encubiertos que deseaban encauzar el partido
en la dirección de las consignas internacionales y enmendar lo que ellos llama-
ban "error táctico". Ellos fueron los que propusieron que el Comité Central del
partido socialista se adhiriese a la Tercera Internacional y se acordase traba-
jar por obtener esta misma adhesión de los demás grupos que integraban el parti-
do. Como esta propuesta ponía al descubierto la filiación política verdadera de
sus autores, varios socialistas renunciaron sus puestos en el Comité Central y
se apartaron del partido. Mariátegui, mientras tanto, se debatía entre la vida y
la muerte y no pudo definirse claramente no obstante la presión de los extremis-
tas que lo rodeaban. Murió pronto, en parte, víctima de las intrigas de los
agentes de la Internacional Roja. Varios días después de su entierro llegó una
extensa comunicación de la Internacional Comunista ampliando la polémica que se
había iniciado en Buenos Aires, sobre la necesidad de fundar un partido comunis-
ta en vez de un partido socialista. En ella se elogiaba la labor de los comunis-
tas peruanos al desprestigiar al Apra y urgía la organización del Partido Comu-
nista. Como estaban más interesados en pulverizar al Apra que en conseguir las
reivindicaciones sociales, la comunicación recalcaba:
La lucha ideológica contra el Apra es pues, una de las condiciones primeras para
volear una claridad absoluta en la conciencia del proletariado peruano, claridad
indispensable si queréis evitar que vuestro trabajo ulterior no quede en la esteri-
lidad por las sobrevivencias de la ideología aprista en el movimiento obrero35.
En cumplimiento de esta orden, los pocos miembros del Partido Socialista que
quedaban se reunieron en sesión el 20 de mayo de I930 en la huerta del comunista
Peves, más allá de Chosica. Después de breve díscusión, todos los asistentes,
menos Ricardo Martínez de la Torre, aprobaron el cambio de nombre. Así, con una
maniobra espuria y por manipulación remota, nacía el Partido Comunista del Perú.
Cabe recalcar que el mismo Martínez de la Torre confiesa en sus Apuntes para una
interpretación marxista... que él se opuso a la creación del partido comunis2a
siguiendo el pensamiento de Mariátegui36.
Basándonos en documentos incontestables publicados por los mismos comunistas,
Los marxistas no creemos que la empresa de crear un nuevo orden social, superior
al orden capitalista, incumba a una amorfa masa de parias ni de oprimidos" guiada
por evangélicos predicadores del bien. La energía revolucionaria del socialismo no
se alimenta de compasión y de envidia. En la lucha de clases, donde residen todos
los elementos de lo sublime y heroico de su ascensión, el proletariado debe elevar-
se a una "moral de productores", muy distante y distinta de la "moral de esclavos"
de que oficiosamente se empeñan de proveerlo sus gratuitos profesores de moral, ho-
rrorizados de su materialismo. Una nueva civilización no puede surgir de un triste
y humillado mundo de ilotas y de miserables, sin más título ni más actitud que los
de su ilotismo y su miseria. El proletariado ingresa en la historia políticamente,
si no como clase social, en el instante en que descubre su misión de edificar con
los elementos allegados por el esfuerzo humano, moral o amoral, justo o injusto, un
orden social superior. Y esta capacidad no ha arribado por milagro. La adquiere si-
tuándose sólidamente en el terreno de la economía, de la producción. Su moral de
clase depende de la energía y heroísmo con que opere en este terreno y de la ampli-
tud con que conozca y domine la economía burguesa49.
La nueva humanidad, en sus dos expresiones antitéticas y enemigas acusa una misma
intuición de la vida. Esta intuición de la vida no asoma, exclusivamente, en la
prosa beligerante de los políticos. En unas de las divagaciones de Luis Bello en-
cuentro esta frase: "Conviene corregir a Descartes: combato luego existo". La co-
rrección resulta, en verdad, oportuna. La fórmula filosófica de una edad raciona-
lista tenía que ser: "Pienso, luego existo". Pero a esta edad romántica, revolucio-
Pasaron los años y aunque cambiasen algunos de sus puntos de vista socialis-
XIII
EL INDIGENISMO Y MARIATEGUI
ANTECEDENTES INMEDIATOS
Con Manuel González Prada el interés en el indigenismo creció en el Perú con
mucha rapidez. Su obra literaria ïndigenista sirvió de inspiración y modelo a la
inquietud juventud de sus días. En 1909 Pedro S. Zulen propuso la educación in-
dígena como tema para las "conversaciones" del Centro Universitario de San Mar-
cos. El 24 de abril de ese año, la escritora Dora Mayer en su discurso sobre el
indigenismo propuso la creación de una sociedad destinada a defender los dere-
chos del indio. El 13 de octubre Pedro S. Zulen y Dora Mayer fundaron la Asocia-
ción Pro-Indígena. La prensa local los aplaudió y les ofreció sus columnas. La
junta dirsctiva de la asociación sesionó puntualmente todos los viernes hasta
1915, gracias a la abnegada labor de sus fundadores, que en 1912 iniciaron la
publicación El deber pro-indigenista. Dora Mayer, directora del vocero mensual
de la asociación, no obstante las numerosas dificultades que tuvo que enfrentar,
logró continuar la publicación hasta el mes de diciembre de 1917. El deber pro-
incligenista daba cuenta de las actividades de la asociación, proporcionaba no-
ticias sobre las condiciones de los indios del interior, denunciando abusos y
publicando documentos acusatorios contra los gamonales. Además, publicaba traba-
Pero Mariátegui no nos dice que esos conceptos que coincidían con los suyos,
TESIS INDIGENISTA
El último trabajo indigenista de Mariátegui fue su tesis sobre el problema
indígena que envió al Congreso Constituyente de la Confederación Sindical Latino
Americana de Montevideo (mayo de 1929) y a la Primera Conferencia Comunista La-
tinoamericana de Buenos Aires (junio de 1929)71.
La tesis sostiene que la revolución socialista no se pueda hacer al margen de
la reivindicación indígena, y como el problema indígena es creado por la explo-
tación feudal de los nativos, su solución radica en la liquidación de la feuda-
lidad. Mariátegui cree que el indio por su habilidad de asimilación al progreso,
a la técnica de la producción moderna, es generalmente superior al mestizo. Para
salvar la barrera lingüística que impide la estrecha coordinación de la lucha de
los explotados indios con los proletarios mestizos y blancos de la urbe, Ma-
riátegui aconseja el empleo de propagandistas indios para difundir la doctrina
socialista.
Niega que el indio sea incapaz de luchar por sus reivindicaciones dándonos
como prueba las innumerables insurrecciones y asonadas indígenas de las que des-
taca la encabezada por el mayor del ejército peruano Teodomiro Gutiérrez, mesti-
zo serrano que se hacía llamar Rumimaqui, que se lanzó a la revuelta en Puno se-
guido por millares de indios al creer que con el derrocamiento del gobierno de
Billunghurst no había más perspectiva de reivindicaciones legales.
Teniendo en cuenta la importancia histórica de las comunidades
indígenas cree que ellas representan la clave para la socialización de la
tierra y pide que se entreguen las tierras de los latifundios a las comunidades.
Aunque no nos dice cómo debe realizarse esta adjudicación, ni cuánta tierra de
los latifundios debe entregarse a estas antiguas cooperativas indias, quiere que
los "yanaconas", especie de aparceros agrícolas, reciban el suelo que trabajan.
Para la educación ideológica de las masas indígenas, Mariátegui recomienda el
uso de propagandistas indios entrenados especialmente para este propósito; reco-
mienda, también, la difusión entre los indígenas de los métodos de autoeduca-
ción: que se lleve a cabo la lectura periódica de las publicaciones del movi-
miento sindical latinoamericano, para que aprendan los métodos de lucha, las
formas de organización, la disciplina de combate, el espíritu de sacrificio, el
deseo de cooperación y la voluntad de vencer. Para protegerlos de las catástro-
fes naturales y de la persecución de los terratenientes vecinos, propone la
aplicación de un plan de ayuda que se elabore con representantes indios, coordi-
nando las comunidades indígenas por regiones. Como la educación de las masas es
imprescindible en la lucha reivindicacionista, la organización de pequeñas bi-
bliotecas y centros de estudios se hace indispensable. La organización y educa-
ción del proletariado minero es para Mariátegui una de las cuestiones inmediatas
que deben resolverse, porque los indígenas de las minas, en gran parta, conti-
núan siendo campesinos, de modo que las conquistas realizadas en los centros mi-
neros tienen resonancia en todo el campesinado indígena peruano. La organización
y la educación del minero puede conseguirse con la ayuda de periódicos especia-
les que deben circular entre ellos y entre los demás indios de la región72.
De lo anteriormente expuesto se colige que Mariátegui supeditó su indigenismo
a sus ideas socialistas. Con un criterio estrictamente marxista interpretó el
problema del indio y trató de esbozar pautas generales para su reivindicación
total, haciendo girar el problema alrededor de la economía. Consecuente con esta
interpretación, relacionó su solución con la solución del problema agrario, in-
dicando claramente que el añejo problema indígena podía resolverse mediante el
aniquilamiento de la feudalidad superviviente.
60 Mis críticos que como Jorge Bacacorzo ("Actualización del indigenismo", La Crónica, Lima, 23 de
mayo, 195ó, pp. 7, 29) han puesto reparos a mi inclusión de Vallejo en el movimiento indigenis -
ta, olvidan dos cosas: 1) lo que se debe entender por indio, y 2) lo que yo entiendo por indige-
nismo. A mi juicio, indio es el aborigen de la selva, el indio puro de las serranías, el cholo
de las haciendas y todo indoamericano con mucha o poca sangre india. El indio, como el germano,
el eslavo y el semita, no ha podido conservarse puro. En cuanto al segundo punto. léase el co -
mienzo del capítulo "El indigenismo y don Manuel".
61 "La raza cósmica", en Vasconcelos (México: Ediciones de la Secretaría de Educación), p. 188.
62 Estas aserciones más bien racistas que marxistas, aparecen en "E1 proceso de la literatura" de 7
ensayos, pp. 365-366.
XIV
LA INFLUENCIA POLITICO-LITERARIA DE MARIATEGUI
Ya hemos dicho que si Manuel González Prada lanzó el dinamitazo que aclaró la
enmarañada selva de la política peruana, José Carlos Mariátegui fue uno de los
mejores sembradores de ideas: sembró semillas socialistas.
Su influencia en el Perú comienza a partir de su artículo antimilitarista pu-
blicado en 1928, cuando apenas tenía veintitrés años de edad. Desde 1923 hasta
su muerte Mariátegui es la figura política de izquierda más importante en el Pe-
rú.
El brillante autodidacta sufrió pobreza, prisiones y, sobre todo, la traicio-
nera enfermedad que en 1924 le cercenó una pierna y en 1930 le quitó la vida.
Pero si grande fue el sufrimiento de este izquierdista sincero, honrado y va-
liente, grande también fue su devoción a las ideas que él creía, casi fanática-
mente, que salvarían al Perú. La pobreza y los múltiples dolores, en vez de ha-
cer mella en su alma, la fortificaron dándole la consistencia del granito y la
fe de místico. En Mariátegui hubo siempre una mezcla de optimismo de redentor
martirizado y devoción mística. Tenía la voluntad de monje, la devoción del re-
volucionario sincero y la persistencia monótona del marxista europeo de postgue-
rra. Estas cualidades añadidas a su aguda inteligencia lo convirtieron en el más
influyente de los socialistas peruanos de sus días, que vivió tratando de cum-
plir su "declarada y enérgica ambición: la de concurrir a la creación del socia-
lismo peruano"73.
Después de su regreso al Perú, su casa en la calle Washington se convirtió en
el cenáculo de los intelectuales izquierdistas de Lima. Iban los estudiantes,
obreros e intelectuales a cambiar ideas y a pedir consejos; a dar información y
a recibirla; a proporcionar un dato, o a conseguirlo del caudal inagotable de
conocimientos del bien leído Mariátegui o de su rica biblioteca que poseía volú-
menes que no se encontraban en otros lugares del país.
Siguiendo los consejos de González Prada y la obra iniciada por Haya en la
formación del frente de trabajadores manuales e intelectuales, Mariátegui se en-
tregó íntegramente a la propagación de las ideas socialistas en las revistas na-
cionales, en las universidades populares y en la Federación de Estudiantes del
Perú; a obreros y estudiantes les informó sobre las noticias que no daban las
agencias cablegráficas, les enseñó a interpretar los acontecimientos europeos a
la luz de la ideología marxista. Sus experiencias en el extranjero las revivió
con sus discípulos, amigos y admiradores.
Además de su labor en la tribuna, también Mariátegui publicó numerosos ar-
tículos, y cuando en 1924, queda mutilado, redobla su campaña de divulgación de
ideas, valiéndose de la palabra escrita. En enero de 1927, en el Boletín No. 1
de las Universidades González Prada da, correspondiente a enero de 1927, resume
su labor:
César Vallejo escribe que mientras Haya de la Torre piensa que la Divina Comedia y
el Quijote tienen un abstracto político, Víctor Huidobro pretende que el arte es in-
dependiente de la política. Esta aserción es tan antigua y caduca en Sus razones y
motivos que no la concebiría en un poeta ultraísta, Si Creyese a los poetas ultraís-
tas en grado de discurrir sobre política, economía y religión. En ésta, como en otras
cosas estoy naturalmente con Haya de la Torre. Si política es para Huidobro, exclusi-
vamente, la del Palais Bourbon, claro está que podemos reconocerle a su arte toda la
autonomía que quiera. Pero el caso es que la política para Haya y para mí, que la
sentimos elevada a la categoría de una religión, como dice Unamuno, es la trama misma
de la Historia. En las épocas clásicas o de plenitud de un orden, la política puede
ser sólo administración y parlamento; en épocas románticas o de crisis de un orden,
la política ocupa el primer plano de la vida80.
...Su puesto está por eso al lado de los grandes constructores de descontentos,
principalmente junto a González Prada. Su obra cauterizadora fue, sin duda; menos
rotunda y armoniosa; menos cuidadosa del pliegue de la túnica del Maestro. Usó el
bisturí satírico, sin el anestésico de las metáforas, pero tuvo en cambio mayor
agilidad, cierta moderna destreza periodística, que hizo su obra más eficaz y más
próxima a la masa, o con palabra suya, más beligerante que la prédica radical. Su
verbo, a diferencia de el verbo del Maestro, no fue simplemente tribunicio y aren-
Chang - Literatura política 85
gatorio, sino esencialmente dialéctico y polemístico. Por todas esas condiciones
Mariátegui será con Haya de la Torre -aparte de disidencias sectarias- uno de los
máximos representativos de la inquietud de las generaciones nuevas del Perú. Su
programa revolucionario tendrá todos los defectos propios de la utopía, pero hay
que reconocer que puso en servicio de él, no sólo la brillantez excepcional de su
inteligencia, sino cualidades morales inusitadas en nuestro medio: fe y constancia,
que son aureola de apostolado87.
Jorge Basadre cree que su obra es tan trascendental en el Perú, que parece
ungida por la predestinación que él intuyó en 1924 al decir que las vidas eran
como las saetas, que la suya todavía no había llegado al blanco y por eso no po-
día morir88. Xavier Abril nos dice en su libro Hollywood; que al volver al Perú
en 1928 la prédica marxista de Mariátegui lo ganó y se entregó a la revolución,
confesándonos que su conocimiento y revelación del mundo político están vincu-
lados a la agonía del amauta limeño89.
Los mejores panegíricos argentinos se encuentran en el número especial dedi-
cado a Mariátegui por La Vida Literaria de Buenos Aires al poco tiempo de la
muerte del escritor peruano. Por múltiples razones, sobresalen los elogios de
Leopoldo Lúgones, Horacio Quiroga y Alberto Gerchunoff.
Lugones, que había sido su enemigo intelectual, le dedica bellas líneas de
justo reconocimiento. Dice que estimó en Mariátegui la libertad del pensamiento,
la nobleza del propósito, la valentía del entusiasmo y la claridad de la expre-
sión que lo hacían "el mejor de todos los izquierdistas". Aunque Lugones era un
poeta cantor de la espada, él también sintió que era un honor tener en el campo
intelectual adverso a un hombre del talento de Mariátegui y lamentó sinceramente
la partida del limeño:
...De éste, pues, que fue el mejor de todos los izquierdistas, tuve afecto y con-
sideración que me bastan y me obligan al homenaje ante la estela truncada de su se-
pulcro. Pues se ha ido, en efecto, antes de la sazón,, bien que ya florido y dolo-
roso como todos los señalados por la divina fatalidad de la belleza. Soñando su au-
rora roja al dormirse en la eternidad, éste que por su amor al pueblo y a la justi-
cia revolucionaria, pudo ser tal vez, un Couthon sin guillotina. Queriendo la dicha
de los débiles y de los tristes, este fulminado del destino, sobre cuya lápida po-
dría exhibirse al modo de un antiguo epitafio, el elogio de la glicina tronchada:
Floreció en su dolor90.
Hace cien años, el paso de Bolívar y San Martín del Atlántico al Pacífico fue el
símbolo de la libertad hispanoamericana de España en lo económico y en lo político.
Y precisamente, un símbolo tal era para mí el cruce de José Carlos del Pacífico al
Atlántico- un símbolo de la coordinación cultural, intelectual y espiritual de la
América Hispánica96.
CUARTA PARTE
VÍCTOR RAÚL HAYA DE LA TORRE (1895)
XV
UNA VIDA INFATIGABLE
Así como es imposible hablar de la vida literaria y política del Perú de los
años 1924 a 1930 sin mencionar a José Carlos Mariátegui, es inconcebible pres-
cindir de Víctor Raúl Haya de la Torre si se desea historiar la vida del Perú de
los últimos treinta, y tres años.
Haya de la Torre le ha dado un nuevo derrotero a su patria. Su personalidad
INFANCIA Y JUVENTUD
En Trujillo, una de las primeras ciudades del Perú que proclamó su indepen-
dencia de España, nació Víctor Raúl Haya de la Torre el 22 de febrero de 1895.
Sus padres fueron don Raúl Edmundo Haya de Cárdenas y Urdapilleta y doña Zoila
María de la Victoria y de las Mercedes Rosa Francisca de Paula de la Torre y de
Cárdenas. Ambos pertenecientes a aristocráticas familias trujillanas.
El deán de la Catedral de Trujillo, doctor y presbítero José Antonio de Cár-
denas, tío de doña Zoila Victoria, le aplicó los óleos del bautismo el 12 de ju-
lio, apadrinándolo su tío Carlos A. Washburn y Salas de la Torre, quien llegó a
ser más tarde Ministro de Justicia del Presidente José Pardo (1904-1908), y su
tía Ana Lucía de la Torre y Cárdenas.
Su educación primaria y secundaria la cursó en el plantel favorito de la
aristocracia trujillana: el Seminario de San Carlos y San Marcelo, dirigido por
padres lazaristas franceses. En este plantel, rival del laico Colegio Nacional
de San Juan, tuvo Víctor Raúl por maestro al padre Lissón que más tarde llegó a
ser Arzobispo de Lima.
Su niñez y adolescencia la pasó entre los mimos de los familiares, el depor-
te, la intensiva lectura y en constantes paseos a los alrededores, correteando
por las tapias de la hermosa campiña que rodea a la hidalga ciudad. No fueron
pocas las horas que pasó en práctica naturista bajo la dirección de su padre y
de su tío Agustín de la Tarre González.
En 1912 Víctor Raúl fundó el club de fútbol Jorge Chávez, organizó torneos
deportivos y programas culturales Por su capacidad organizadora fue elegido pre-
sidente de la institución.
Con pseudónimo, o sin él, colaboraba de vez en cuando en el diario La Indus-
tria, de su padre. Desde muy joven había demostrado mucha habilidad para expre-
sarse en forma oral y escrita. Su gran locuacidad le granjeó numerosas amistades
en los círculos sociales. A menudo asistía a la Biblioteca Obrera que funcionaba
cerca de su casona de la calle Ayacucho. Años más tarde, ya en el destierro,
Haya recordó en un artículo autobiográfico, que en esa Biblioteca Obrera se iza-
ba todos los años, en el 1º de mayo, una bandera roja 1. Allí cambiaba impresio-
nes con los campesinos de las haciendas vecinas que frecuentemente se quejaban
de los abusos que se cometían en los feudos de los valles de Chicama y de Moche.
Concluido su 5º año de Media, ingresó a la Universidad de La Libertad a estu-
diar letras para seguir la carrera de abogado. Entonces su vida deportiva e in-
telectual se intensificó. A menudo visitaba la encantadora caleta de Huanchaco.
En este colorido balneario Víctor Raúl bogaba mar adentro en los famosos caba-
llitos unipersonales de totora, compitiendo con sus amigos indios, fornidos des-
cendientes de la raza Chimú. Los fines de semana organizaba excursiones hacia
los cerros vecinos.
Las seniles matronas indígenas saludaban entusiasmadas al fornido trujillano
que, corriendo a la cabeza de un nutrido grupo de jóvenes, subía el empinado ce-
rro, en cuya cima está la Iglesia de Huanchaco, ruta obligada para las caminatas
hacia los agrestes cerros que visitaban los chaposos-muchachos. Otras veces, los
aguadores indígenas, que obtenían su mercancía en los pozos artesianos de la en-
trada de Huanchaco, les ofrecían agua cuando iban en camino a los totorales ale-
daños de Chan Chan. De ellos, de estos aguateros, Haya escuchó los relatos sobre
la progresiva pérdida de las tierras comunales de los indios a manos de los le-
88 Chang - Literatura política
guleyos zamarros y rapaces terratenientes2.
Durante el año académico pasaba gran parte de su tiempo libre con el círculo
literario de Trujillo que dirigía Antonio Orrego Espinoza, a quien había conoci-
do en el Seminario. Pertenecían al grupo liberal, Alcides Spelucín, César Valle-
jo (1892-1938), José Eulogio Garrido, Luis Armas, Santiago R. Vallejo, el pintor
Macedonio de la Torre, Juan Espejo, Oscar Imaña, el dibujante Julio Esquerre,
Julio Gálvez Orrego y otros intelectuales y artistas de la región.
Con motivo de una querella literaria, en 1917 Haya escribió una comedia des-
tinada a realzar el don poético de César Vallejo, compañero de estudios univer-
sitarios. Esta comedia, intitulada Triunfa vanidad, fue representada por la ac-
triz española Amalia de Isaura.
Pero así como en el mundo de las letras su grupo se enfrentaba con el círculo
literario conservador dirigido por el escritor Vicente Alejandro Hernández, en
la Universidad Haya de la Torre pertenecía al estudiantado izquierdista que lo
había llevado a ocupar primero la secretaría y luego la dirección del Centro
Universitario. Durante el banquete de celebración por el triunfo de Haya en las
elecciones de la junta directiva del Centro, el poeta César Vallejo brindó por
el agasajado, con la frase: "Yo, poeta, brindo mi copa por este pichón de cón-
dor... Yo profeta, anuncio que volará muy alto y será grande, grande"3.
En Lima, a los 16 días del mes de enero de 1919, los suscritos, delegados de las
Fábricas de Tejidos de lana y algodón, como Vinarte, Inca, Victoria, San Jacinto,
Progreso, Santa Catalina, La Unión y Progreso [sic], reunidos bajo la presidencia
del delegado universitario, señor Víctor Raúl Haya de la Torre; acordaron:
1º La formación de la Federación de Trabajadores de Tejidos del Perú, que tienda
a unificar a todo el elemento obrero de las fábricas de la industria textil; y
2º Realizar a favor de esta nueva institución la más activa propaganda a fin de
convertirla en un verdadero centro de unificación proletaria7.
PRIMER DESTIERRO
En las elecciones de la FEP de octubre de 1923 se presentó la candidatura de
Haya para la presidencia de esa importante organización. EI candidato opositor
era Manuel Seoane. En la noche del 2 de octubre, mientras se realizaban las
elecciones, llegó la noticia de que Víctor Raúl había sido apresado. Los electo-
Chang - Literatura política 93
res entonces por unanimidad eligieron al candidato encarcelado, presidente de la
Federación y a Seoane, vicepresidente encargado de la presidencia. Al siguiente
día en Lima se sabía del secuestro del héroe del 23 de mayo. El prisionero hizo
llegar un mensaje a los estudiantes y obreros que publicó El Textil, órgano
clandestino del proletariado. En él denunciaba la triquiñuela que se había uti-
lizado para capturarlo y concluía con su declaración de fe:
Con palabras no puedo. Con palabras no puedo. Hay que extraerlas, una a una, del
fondo doloroso de dos años que parecen dos siglos, dos siglos angustiosos, dos si-
glos por la intensidad prodigiosa de la obra realizada en la evolución del espí-
ritu. Porque éste es el aporte máximo de nuestra obra. en dos años: obra de espíri-
tu. Porque eso era lo que le faltaba á esta tierra: le faltaba el soplo de lo cós -
mico, de lo eterno, de lo alto, de lo puro, y, como no lo tenía, fue preciso pedír-
selo a los muertos37.
La multitud que escuchaba sabía lo que se le decía, porque hubiera sido difí-
cil encontrar a alguien dentro o fuera del Teatro que no hubiese perdido en la
Revolución a un familiar cercano o distante o a un amigo íntimo. Entonces unas
madres de luto que tenían a sus hijos en brazos, los levantaron en alto y grita-
ron: "¡Aquí tengo otro hijo para dárselo al aprismo!", "¡Aquí está un nuevo sol-
dado del Apra!" y "¡Mi hijo seguirá la lucha de su padre!"
A su regreso a Lima, Haya se encontró con que la ofensiva contra el Apra
nuevamente comenzaba. Se clausuró La Tribuna, diario oficial del partido, y ce-
rraron los locales apristas. El 6 de enero de 1934 se acusó al PAP de fomentar
un complot de clases del ejército e inmediatamente se ordenó la prisión de algu-
nos dirigentes apristas: No obstante 1a represión policial, al siguiente día mil
jóvenes de doce a veinte años fundaron la Federación Aprista Tuvenil (FAJ), y a
ellos Haya les dio un código moral y un lema: "Prepárate para la acción y no
para el placer".
Pero continuaban las represiones. En Lima solamente se capturó a 4~00 apris-
tas. El 4 de febrero intentaron asesinar al líder aprista Manuel Seoane a la
salida del Estadio Nacional. "El cachorro" se defendió revólver en mano y esca-
pó.
En mayo de 1934, la Conferencia Bipartita de Río anunció que se había acorda-
do una tregua definitiva entre el Perú y Colombia, en tanto que una comisión ad
hoc examinaba la situación. Se había aprobado la propuesta aprista. El Comercio
atacó el acuerdo. Benavides para defenderse recurrió por segunda vez a un acer-
camiento con el Apra. El 27 de mayo se reabrieron los locales apristas, y al día
siguiente, 40,000 apristas recorrieron las calles de Lima celebrando el acuerdo
de paz y el triunfo de la tesis aprista 38. El mismo día reaparecía La Tribuna
bajo la dirección de Luis Alberto Sánchez.
Vencida la oposición al acuerdo de Río, Benavides ya no tenía más necesidad
del aprismo y reasumió su persecución. El 5 de julio apareció un decreto difi-
cultando a conmemoración del segundo aniversario de la Revolución de Trujillo.
Pese a la prohibición, el país rindió honores a los mártires trujillanos.
En agosto se clausuró nuevamente la prensa y los restaurantes populares
apristas.
Tan pronto se enteró que su padre había fallecido en Trujillo en la noche del
27 de octubre, Víctor Raúl, su hermano Edmundo, su secretario Jorge Idiáquez y
L. A. Sánchez tomaron un avión especial de la Panagra para asistir a los funera-
les. El avión se precipitó a tierra rompiéndose un ala y el tren de aterrizaje,
pero sus ocupantes salieron ilesos del atentado criminal. En otro avión prosi-
SEGUNDO DESTIERRO
El 6 de abril de 1954 las 5 de la tarde, Haya de la Embajada de Colombia ha-
cia el aeropuerto de donde partió para México "expulsado" por la dictadura58.
En México fue recibido apoteósicamente por los exilados apristas y los inte-
lectuales amigos la noche del 6 de abril de 1954. Con motivo del trigésimo ani-
versario de la fundación del Apra, varios ex-presidentes latinoamericanos y nu-
merosos intelectuales de América y de España le rindieron homenaje el 7 de mayo
de 1954.
Entretanto, a principios de mayo, el American Friends Service Committee le
extendía una invitación para que ofreciese un ciclo de conferencias en varias
regiones de los Estados Unidos59.
Al mismo tiempo, varias universidades norteamericanas, a iniciativa de la
Universidad de Washington, le invitaron a que dictase conferencias en el Oeste
de la Unión. Debido a compromisos ya contraídos previamente con la Universidad
de Montevideo y la urgencia que había de su asistencia a las sesiones del REDAM
(Reunión de Desterrados Apristas en Montevideo), Haya tuvo que postergar su via-
je a los Estados Unidos60.
Después de su visita al Uruguay, viajó al Brasil, en ruta a Europa. Desde en-
tonces ha visitado varió países europeos, sobre todo Bélgica, Finlandia, Alema-
nia, Francia, Italia, Inglaterra y los países escandinavos. Profundamente impre-
sionado por el progreso de la democracia en estos últimos países, Haya ha escri-
to artículos y un libro (Mensaje de la Europa Nórdica) sobre el experimento de-
mocrático escandinavo.
En julio de 1955 recibió el nombramiento de Cónsul ad honorem del Uruguay en
Finlandia61.
Mientras viaja por Europa, de país en país, de universidad en universidad,
dictando conferencias, escribiendo artículos, preparando y revisando sus manus-
critos, orientando la política de su partido, contagiando a sus compañeros de
lucha con su entusiasmo, en el Perú ya comienza a establecerse la democracia.
Esta es, a grandes rasgos, la vida infatigable del hombre que a través de sus
libros y artículos, escritos a veces en la prisión, en el exilio, o en la perse-
cución a muerte, ha forjado uno de los partidos políticos de más raigambre demo-
crática de Indoamérica. Su influencia intelectual en el Perú es producto de su
labor intelectual y de su dinámica acción en el terreno de los hechos. Ambas se
entrelazan y se complementan en ese fornido y original cuerpo de doctrina que se
llama aprismo.
1 "Mis recuerdos de González Prada", Repertorio Americano, XV, 6 (13 agosto 1927), 84.85. Trans-
crito de Sagitario (La Plata, Argentina, 1926).
2 La juventud trujillana que pasa la temporada de verano en Huanchaco ha continuado la tradición
de Haya de la Torre. Durante los meses de enero, febrero y marzo, los jóvenes veraneantes orga -
nizan caminatas a los alrededores del viejo pueblo de Huanchaco. Las excursiones los llevan has-
ta los cerros que se levantan al norte de la caleta. Desde 1931 hasta 1934, el autor también ve-
raneaba en Huanchaco y escuchó a los ancianos indios huanchaqueros reminiscencias de las activi-
dades deportivas de Víctor Raúl. Los que hoy siguen la tradición deportiva de la juventud truji-
llana de la Primera Guerra son descendientes o parientes de los que acompañaban a Víctor Raúl.
En 1944, por ejemplo, en las excursiones a los totorales, hacia los aledaños de Huanchaco, al
XVI
EL A.P.R.A. Y EL P.A.P.
EL PROGRAMA MÍNIMO
Ya Harry Kantor de la Universidad de Florida ha analizado cuidadosamente el
programa aprista en su tesis doctoral The Ideology and Program of the Peruvian
Aprista Movement, traducida al castellano con el título de Ideología y programa
del movimiento aprista65. Aquí, nosotros nos concretamos a señalar únicamente los
puntos más salientes del programa nacional o mínimo y del programa internacional
o máximo que encajen en la estructura de este estudio.
La estructura económica, política y social del Estado Aprista aparece en el
programa en forma esquemática porque el partido propugna varios pasos iniciales
e indispensables previos que deben darse antes de que se señalen al detalle re-
formas económicas, políticas y sociales que reclama la realidad peruana. El plan
incluye, por eso, el levantamiento de un censo general de la República conducido
110 Chang - Literatura política
en forma científica para estudiar la realidad económica del país. Al mismo tiem-
po se crearía un Departamento Nacional de Estadística, que es tan indispensable
en toda democracia moderna que anhela planificar su economía. Luego vendría la
celebración de un Congreso Nacional de Economía, con la intervención de los na-
cionales y extranjeros que participan en los diversos aspectos de la vida econó-
mica nacional: producción, distribución y consumo.
La información que se obtenga facilitará la descentralización administrativa.
Las regiones adquirirían autonomía económica y administrativa, para lo cual se
procedería a una nueva división geográfica del país. La presente división del
Perú en departamentos y provincias, a la usanza francesa, está muy lejos de res-
ponder a las verdaderas necesidades del país. La división es caprichosa e irra-
cional. Haya de la Torre en 1928 sostenía que la división incásica en suyos se
ajustaba más a la realidad del Imperio: la división política de entonces se
afirmaba en razones económicas66. El considera el regionalismo económico como
punto central del programa aprista, porque una vez que se hayan clasificado las
regiones, se las haya dividido con el criterio económico, la legislación regio-
nal será su obvia consecuencia: "Con ella el centralismo -medio y no fin en po-
lítica- devendría resultado ineludible"67.
El plan aprista también comprende la organización funcional del Parlamento y
las Municipalidades, haciendo del Poder Legislativo Peruano una entidad unicame-
ral, basada en las entidades económicas por crearse, y vigorizando los gobiernos
municipales con más poder político, económico y administrativo.
El aprismo reconoce los derechos políticos de la mujer y su facultad para de-
sempeñar todos los cargos públicos obtenibles por elección o nombramiento. Ele-
vada la mujer al nivel político del hombre, la ciudadanía -como se la entiende
en el Perú, es decir, la mayoría ciudadana que posee el derecho a elegir y ser
elegida- se fijaría en los 18 años68.
El programa mínimo incluye también la idea de la organización técnica del Es-
tado. El Jefe del Aprismo, en su estudio de la historia de la China -país en
donde se creó por primera vez el servicio selectivo de los empleados públicos
mediante exámenes que milenios después fue adoptado por Inglaterra y Estados
Unidos- encontró la respuesta a la ineficiencia burocrática administrativa que
el Perú heredó de la España imperial. Consecuentemente con esta idea hoy adopta-
da por los países democráticos del mundo, el aprismo propone crear un cuerpo de
empleados especialistas, seleccionados a base de mérito, que deben llenar los
cargos públicos de carácter técnico, reglamentando el ascenso y creando el Esca-
lafón de Empleados Públicos. El ingreso al servicio público, como lo es en Esta-
dos Unidos de hoy, se haría por medio de exámenes comprensivos y modernos, a los
cuales todos los peruanos tendrían acceso. De esta manera se eliminaría el nepo-
tismo, el favoritismo, el compadrazgo y los gastos banales que extorsionan el
presupuesto nacional. Algo interesante en la propuesta aprista es la declaración
y constatación por escritura pública del estado financiero personal del que ha
obtenido un cargo público por elección o nombramiento; declaración detallada que
se renovará al cesar en el cargo o al ser promovido a otro. Ambas declaraciones
deberán publicarse en el órgano oficial del Estado. Además, toda persona que
haya desempeñado un cargo público estaría obligada a permanecer en el país cier-
to período de tiempo a fin de que puedan producirse las denuncias a que diera
lugar su actuación. Para evitar la delincuencia de los servidores del Estado, se
propone el establecimiento de sobresueldos para los empleados públicos que per-
ciban haberes bajos, en relación con el número de hijos que tengan bajo su pa-
tria potestad.
Con el propósito de mejorar los diferentes departamentos administrativos, el
aprismo propone la creación de una serie de comités técnicos, independientes y
apolíticos para que sirvan de centros consultivos para los departamentos guber-
namentales69.
En lo que respecta a la economía nacional el partido propone la aceleración
del proceso de transformación, superando el feudalismo, y llegar a la economía
capitalista planificada, controlada por el Estado para que se evite el descarrío
capitalista. El aprismo quiere, como Ramsey MacDonald, la difusión de la propie-
dad privada, no su abolición. Haya sintetizó este anhelo en su discurso del 20
de mayo de 1945 al declarar que su partido no quería quitar la riqueza a nadie,
sino, al contrario, deseaba crear nuevas riquezas para los que no la tenían70.
El capitalismo que se promovería sería un capitalismo planificado sin los de-
fectos del capitalismo imperialista, absorbente y abusivo, contra el cual el
Chang - Literatura política 111
Apra combate de acuerdo con uno de los postulados de su programa máximo. Esta
etapa capitalista sería una etapa transitoria, etapa puente que serviría para
unir la economía actual a la economía de la etapa superior del Estado aprista
que todavía está por dictarse, Antes que venga la total transformación, el
aprismo se apresta a aceptar el capitalismo planificado y controlado para que no
cause los estertores de prepotencia perjudicial que ha causado en otros países
donde esta etapa económica histórica se ha desarrollado sin más norma que la ca-
duca frase "Laissez faire, laissez passer".
El Apra se propone dictar una legislación represiva para evitar las maniobras
y especulaciones de los trusts. También propone la anulación y la cancelación de
todos los contratos lesivos a la soberanía nacional. A1 mismo tiempo, se fomen-
tarían las cooperativas de crédito, de producción y de consumo; se organizarían
las industrias de carácter básico del Estado; y se nacionalizarían los medios de
transporte.
Así como el primer instrumento de la economía planificada sería el Congreso
Económico Nacional el segundo instrumento sería la Corporación Financiera Nacio-
nal encargada de financiar los proyectos sugeridos por el Congreso Económico y
adoptados por los órganos políticos del Estado. Esta organización sería similar
a la Reconstruction Finance Corporation, que se creó en los Estados Unidos en
1932, y a la Nacional Financiera, S. A. de México, constituida en 193371.
En cuanto a las altas finanzas, se desea controlar y restringir la exporta-
ción de capitales. Haya de la Torre no se ha opuesto al capital extranjero; en
lo que sí ha recalcado es en la necesidad de que los capitales extranjeros se
sometan a la legislación del país, recompensen debidamente al trabajador nacio-
nal y paguen los impuestos. El partido conoce bien la necesidad que hay de esti-
mular la llegada de capital inversionista para fomentar la producción nacional y
contribuir al mejoramiento del standard de vida del peruano.
El aprismo aboga por una completa revisión de las relaciones entre patrones y
obreros, y la dación de un código de trabajo que ampare ampliamente al trabaja-
dor, estableciendo el salario y sueldo mínimos, pensiones de jubilación y ofici-
nas de municipales de trabajo. La legislación sobre el trabajo debe ser igual
para los hombres y las mujeres. A igual labor, igual remuneración, sin conside-
rar el sexo ni la nacionalidad.
El programa nacional aprista recomienda la nacionalización de la industria
extractiva en el futuro próximo, excepto la industria de algunos metales (oro y
vanadio, por ejemplo) debería nacionalizarse inmediatamente. Conforme a la polí-
tica minera del partido, el Estado debería reservar los yacimientos de las sus-
tancias no metálicas cuya explotación no se haya emprendido en el Perú y estimar
el desarrollo de la explotación del carbón.
Teniendo presente la tendencia de algunos altos oficiales del ejército pe-
ruano a desvirtuar su misión, a intervenir en la política nacional, violando la
Constitución que están llamados a defender, el aprismo aspira a garantizar el
apartamiento de las fuerzas armadas de la política y la eliminación de la in-
fluencia política en los institutos armados. Desde que el personal militar debe
formar parte de la organización técnica dedicada a defender el honor y la inte-
gridad de la nación y al mismo tiempo que ampara la vigencia de la Constitución
y las leyes, se contempla el establecimiento de un consejo de defensa que podría
tomar la forma de un ministerio, tal como sucede en los Estados Unidos y en Chi-
le. Este consejo podría garantizar la neutralidad política de las fuerzas arma-
das si estuviera compuesto de civiles y militares bajo la dirección de un civil,
como en la Unión Norteamericana.
Haya de la Torre, en su mencionado discurso del 23 de agosto de 1931, puntua-
lizó la necesidad de que el ejército ayude al progreso material y moral del
país. Según su plan, el ejército podría servir dé base para la organización de
colonias en la selva peruana, de donde se formarían los núcleos para la explota-
ción de la riqueza de esa olvidada región. Estas colonias semimilitares conta-
rían con maestros, ingenieros, agricultores e industriales dedicados a impulsar
su economía. Además, el ejército debería contribuir a la construcción de caminos
y ferrocarriles por intermedio de sus batallones de zapadores y ferrocarrile-
ros72.
Advirtiendo la triste suerte que sufre el recluta al ser dado de baja, aban-
donado a su suerte en lugares a veces muy distantes del hogar de donde se le
arrancó, el partido propone que cada recluta reciba una buena bonificación al
terminar su período de servicio.
112 Chang - Literatura política
En cuanto a la policía, todavía no se ha propuesto un programa concordante
con la descentralización económica y administrativa. Además de las medidas que
debieran adopotarse para asegurar permanentemente la neutralización de los ins-
titutos armados en la política, la policía debería reorganizarse sobre bases mu-
nicipales. Esta medida es, sin duda alguna indispensable para el mejor funciona-
miento de la descentralización y el rompimiento de la acumulación de poder mili-
tar en pocas manos. Dispersa así la policía, sin comando nacional único, queda-
ría disminuido el peligro de la unión de todas las fuerzas armadas con fines po-
líticos y personales. Entonces, el ejército podría ser lanzado en una ofensiva
contra la ignorancia, ayudando a combatir las enfermedades, a fortificar la cam-
paña de higiene y asistencia social, es decir, podría ser lanzado a una guerra
contra el atraso del país. El arma del soldado debiera ser doble: un fusil y una
pala. La mecanización del ejército rendiría mejores resultados si se la equipara
con tanques y con tractores y otras maquinarias da labranza. La aviación debiera
contar con aviones militares capaces de ser adaptados para la eyaculación de DDT
y otros insecticidas. La marina de guerra también debiera contar con una flota
pesquera encargada de abastecer alimentos a los institutos armados y a las cla-
ses desposeídas. Si se mantiene a los institutos armados con múltiples ocupacio-
nes, si se deja que se encarguen de planear ofensivas de trabajo remunerador en
la selva, en la sierra y en la costa de Perú, entonces se destruiría la ambición
por el poder político. Los institutos armados deben cumplir otras funciones
prácticas mientras esperan alertas cualquier ataque que se realice contra la na-
ción, su integridad, su Constitución, sus leyes tutelares, por los enemigos de
fuera y de dentro del país. Reorganizado el ejército, la marina, la aviación y
la policía de acuerdo con las necesidades inmediatas del país, entonces ya se
les puede apropiar el gran porcentaje que quieren del presupuesto anual de la
nación.
En el acápite sobre obras públicas del programa mínimo, se propone el estudio
técnico y el planeamiento de las obras públicas exclusivamente en las oficinas
del Estado. Las concesiones y explotación de estas obras se harían sobre la base
de recuperación de capitales invertidos, previa licitación pública. Además, se
crearían juntas técnicas regionales encarnadas de controlar científica y econó-
micamente la construcción, conservación y administración de las obras públicas.
EL PROGRAMA MÁXIMO
El programa máximo del PAP ha quedado resumido en los cinco puntos generales que
Haya de la Torre dio a la Alianza Popular Revolucionaria Americana en 1924 y que
sirven de base para los programas de cada partido nacional:
62 Castilla ha cosechado la gloria de estas dos importantes medidas libera les que decretó la Revo-
lución de 1854, la que en realidad también pertenece a los hermanos Gálvez. Pedro Gálvez fue
quien sugirió y firmó el decreto del 5 de julio de 1854, que declaraba abolido el tributo del
indio. Y él también, en su calidad de Ministro de Castilla, fue testigo de la firma del decreto
del 5 de diciembre de 1854, que apoyaba ardientemente y en virtud del cual se abolía la escla -
vitud del negro. Su hermano José, mucho más liberal, desde 1852 había predicado desde la direc-
ción del Colegio de Guadalupe, la abolición del tributo del indio y de la esclavitud del negro.
A1 estallar la "Revolución Popular y Liberal da 1854", José Gálvez fue uno de sus principales
sostenes. Sobre la labor liberal de los Gálvez léanse el ensayo biográfico de Francisco Mostajo,
"D. José Gálvez", Mercurio Peruano, IV, (1920); 334-353; 433-4466, y su "Conferencia en el cin-
cuentenario del 2 de mayo", El Derecho, Arequipa (1916). Pero sobre todo, consúltese a Jorge
Guillermo Leguía en su Elogio de don José Gálvez (Lima: C. Torres Benavides, 1927), que es indu-
dablemente el mejor trabajo que hasta hoy se ha escrito sobre Gálvez.
63 Desde 1925 Haya de la Torre señaló la similaridad que había entre el Apra y el Kuo Min Tang que
fundó el Dr. Sun Yat Sen De las mismas palabras chinas, que significan Partido del Pueblo, tomó
el Apra su denominación extraoficial hasta 1944, cuando, por decisión unánime de la Segunda Con-
vención Nacional del PAP se oficializó. Téngase en cuenta sin embargo que el Apra se inspiró en
el Kuo Min Tang basado en los Tres Principios del Pueblo y en el Testamento que el Dr Sun legó a
la alianza de trabajadores manuales e intelectuales de China Toda comparación con cualquier
adulteración posterior de la doctrina del Padre de la República China no viene al caso Léanse,
por ejemplo, las declaraciones de Haya de la Torre a un corresponsal chino en Londres: "Declara-
ciones de Haya de la Torre a la Tribuna de Cantón", Repertorio Americano, XIV, 22 (11 junio
1927), 344, 349; en marzo de 1927 escribió en Oxford el artículo "China en el despertar de
Asia", que aparece en Ex-Combatientes y Desocupados (Santiago de Chile: Ercilla, 193b); las pp.
68 y 69 de su libro El Antiimperialismo y el Apra; su carta a José María Zeledón en Repertorio
Americano, XVI, 4 (28 enero 1928), 63-64; sus declaraciones de Londres, en 1927, en Construyendo
el Aprismo, pp. 65-66; su artículo que escribió en Oxford, en enero de 1927, "Los imperialismos
de Inglaterra y Norteamérica sobre China y América Latina", que está incluido en las pp. 133 a
141 del mismo libro Construyendo el Aprismo; su artículo "El aprismo en su línea" que escribió
en marzo de 1944 y que aparece en. su libro Y después de la guerra ¿qué? (Lima: P.T.C.M., 1946),
pp. 235-236, y en Almanaque "La Tribuna", pp. 239-24U. Léase también sus declaraciones a un pe-
riodista norteamericano que están incluidas en F. Cossío del Pomar, Haya de la Torre, el indoa-
mericano (1939), pp. 137-140.
64 El discurso de Haya del 23 de agosto de 1931 se encuentra inserto en Política aprista, pp. 31-
75. El Programa Mínimo del PAP puede leerse, en su forma originaria también, en Política apris-
ta; pp. 5-29, y en su forma actual en Almanaque "La Tribuna", 1948; pp. 218-242.
65 La tesis doctoral presentada en la Universidad de California como parte del requisito para el
grado doctoral (Ph D.) en ciencias políticas, en 1952, mereció ser publicada al año siguiente
por la misma universidad en su serie University of California Publications in Political Science.
En marzo de 1955, la Editorial Humanismo de México sacó la versión castellana con una bibliogra-
fía más extensa que la que aparece en la edición inglesa.
66 "Realidad Económico-social" en El Antiimperialismo y el Apra, p. 180.
67 Manifiesto a la Nación de febrero de 1932", en Construyendo el Aprismo, p. 193; Política apris-
ta, p. 114; Repertorio Americano, XXIV, 15 (30 abril 1932), 236.
68 El PAP, desea amparar a los ciudadanos peruanos electores como a todos los ciudadanos peruanos
en general. El programa mínimo, en su título "El Perú ante América y el Mundo", hace esta tras-
cendental declaración: "Defenderemos la ciudadanía peruana declarando que ésta no se pierde por
naturalización en el extranjero; y propugnaremos la ciudadanía continental latinoamericana". Po-
lítica aprista, p. 12; Almanaque "La Tribuna", 1948, p. 219.
69 Para mayores detalles sobre la organización técnica del Estado, léase el acápite correspondiente
XVII
APRISMO Y ANTICLERICALISMO
Cuando nos encaminábamos hacia la Plaza de Armas por el Pasaje de Huérfanos, so-
naron descargas de fusilería. Nadie supo en realidad si las descargas venían de una
torra de una iglesia cercana o si partían de la policía acostada en una de las bo-
cacalles. Cayeron algunos heridos. La manifestación se disolvió. Parecía que todo
había terminado. Pero la voz de Haya seguía resonando, violenta por los calles cen-
trales, llamando impetuosamente a redoblar la protesta. Su obstinación, valiente y
temeraria llegó a infundir nuevos ánimos y la manifestación se rehizo. Comenzó en-
tonces su serie de discursos fogosos, incendiarios -hirientes en el más alto grado-
contra el "tirano que me escucha detrás de esas ventanas del Palacio"79.
...Pienso que el "liberalismo mental" inglés, que trajo el libre examen desde la
Reforma, y que ha favorecido tanto el ambiente económico del país, ha dejado un
rastro, aún fuerte, en la conciencia, del pueblo. El libre examen en materia reli-
giosa, y consecuentemente en política, es la válvula de escape de la no libertad
económica que soportan las clases trabajadoras en Inglaterra. De ahí que sean la
clase dominante y la Iglesia las que con más tenacidad hayan empujado a los ingle-
ses a "pensar" libremente en política y religión...82.
ANTIAPRISMO CLERICAL
Así pues, es fácil demostrar que Haya, asiduo lector de la Biblia, se ha vis-
to movido por una fe y no puede ser acusado de antirreligioso. Sin embargo, una
vez que se fundó el Partido Aprista Peruano y comenzó la lucha contra la oligar-
quía y el feudalismo, contra el militarismo y la inmoralidad, contra el atraso y
la ignorancia, los clericales se sintieson ofendidos. Los clericales comprendie-
ron que el aprismo tenía fuerza popular y se cernía sobre el viejo orden social,
y cuando comenzó el choque entre aprismo y sanchocivilismo, los clericales pe-
ruanos ya hacían causa común con el régimen autocrático que había derrotado a
Leguía desde Arequipa. Se desencadenó entonces una campaña contra el supuesto
anticatolicismo del Apra.
Frente a esta campaña antiaprista los líderes del partido reaccionaron. Ma-
nuel Seoane fue uno de los primeros en explicar la verdadera posición de su par-
tido en relación con el problema religioso. A fines de 1930 en un discurso clan-
destino criticó a la Iglesia por poseer grandes extensiones de tierras y por fo-
mentar la superstición entre los indios:
Yo he visto en una humilde aldehuela del Perú, donde las viviendas eran burdas
casuchas de adobe, levantarse imponentemente, ventrudas bóvedas católicas. Templos
magníficos, de espléndidas paredes, con fachadas que constituyen maravillas arqui-
tectónicas, con altares tallados en cedro e íconos de oro o plata macizos. En esos
templos se sintetiza el esfuerzo anónimo de miles de indios sudorosos, que habrán
entregado sus mejores años para construirlos. El testimonio era, a mis ojos laicos
y socialistas, de una evidencia indignante. Empero, los pobres indígenas, dominados
por el fanatismo, la coca y el alcohol, no lo veían así. Y en el interior del tem -
plo suntuoso, donde brillaba el oro de las efigies, y relumbraba el dorado de los
altares, observé el contraste doloroso: una multitud indígena, harapienta y de ro-
dillas. No en balde existen en el país 4,100 edificios religiosos y sólo 3,500 es-
cuelas primarias...85
Al siguiente año, cuando ya Sánchez Cerro se perfilaba como candidato presi-
dencial, el ingeniero Luis E. Heysen, líder aprista de Lambayeque, publicó su
interpretación de la posición del PAP en relación con la Iglesia86.
En su discurso del 10 de agosto de 1931, en la inauguración del Congreso Nacio-
nal del PAP, Manuel Seoane adhirió a las ideas de Heysen, señaló la inconvenien-
cia de que la educación siguiera en manos religiosas, y añadió que "las reivin-
dicaciones fundamentales de hoy, son reivindicaciones de carácter económico. No-
sotros cometeríamos un grave error político en levantar una bandera antirreli-
giosa que nos dividiría a nosotros mismos"87.
El 20 de septiembre de 1931 el Primer Congreso del PAP aprobó unánimemente el
Programa Mínimo del partido en el que se declaraba: "Separaremos la Iglesia del
Estado y garantizaremos la neutralidad del Estado en materia religiosa" 88. La
proposición no era ofensiva para ninguna religión, pero hubo quienes la tomaron
como ataque directo dirigido hacia la Iglesia Católica e hicieron de este punto
un asunto controvertible. Se equivocaban, porque en realidad el PAP se había me-
118 Chang - Literatura política
dido en su declaración, ya que ni siquiera propugnaba medidas que, para contro-
lar la interferencia de la Iglesia en la política, ya se encontraban en vigor en
otros países democráticos con población católica. Sin embargo, los clericales
peruanos veían en el surgimiento del aprismo una amenaza a su posición privile-
giada en el país y se aliaron con los enemigos del nuevo partido.
Durante la campaña electoral de 1931 los poderosos terratenientes lograron
que en sus extensos dominios los párrocos a su servicio, particularmente los ex-
tranjeros, lanzasen desde el púlpito una campaña de calumnias contra el Apra. En
el Cusco, por ejemplo, se acusó al PAP de proyectar el incendio de los templos,
el estupro de las monjas y el asesinato de frailes y feligreses.s'9 Un predica-
dor afirmó enfáticamente, desde el púlpito de una iglesia de Arequipa, "que él
había oído personalmente decir a Haya de la Torre ¡Apra sí! ¡Cristo no! Y al ha-
cer el retrato verbal del Jefe Aprista, explicó a sus oyentes cómo Haya tenía la
nariz corva y las cejas agudas de Satanás. ¡Que era en una palabra, la viva en-
carnación del diablo!"90. Después de la inauguración del régimen "sanchecerrino",
los clericales intensificaron su ataque contra el Apra. Durante el reino de te-
rror que se apoderó de Trujillo inmediatamente después de la Revolución de 1932,
en tanto que centenares de jóvenes caían fusilados en las zanjas que ellos mis-
mos habían cavado, algunos clericales colaboraban con los soplones para la cap-
tura de los apristas. Hubo quienes pidieron a las ingenuas devotas que confesa-
ran los "delitos" de los miembros de la familia. "¿Tienen escondidas armas en tu
casa, hijita?, ¿Cómo se llaman sus parientes o tus amigos que han luchado en la
Revolución?, ¿Has visto propaganda aprista en alguna parte?", eran las preguntas
que a veces se hacían91. La inquina contra el Apra era demasiado perversa y mal
intencionada, pues, en Trujillo se sabía que durante los días en que la ciudad
estuvo en manos de los apristas, se celebraron misas con gran asistencia de los
revolucionarios. No obstante las falsas acusaciones, la mayoría aprista siguió
siendo católica. Uno de sus líderes" el ancashino Carlos Phillips, católico de-
voto, momentos antes de que el pelotón de fusilamiento le segase la vida por su
participación en la Revolución de Huaraz, que estalló al siguiente día de la
captura de Trujillo por las fuerzas gobiernistas (12 de julio de 1932), gritó:
"Dios salve a mi alma, y el Apra salvará al Perú", según informaron los periódi-
cos peruanos de la época92.
Suspendido temporalmente el reino de terror con el asesinato del
tirano Sánchez Cerro, Haya de la Torre aprovechó su primer manifiesto a la
Nación que lanzó durante el falso período de "paz y concordia", para decirle al
pueblo peruano:
En el Perú, como en los demás países de América, existe un alto y un bajo clero.
El alto clero está formado por descendientes de ricas familias que donan sus rique-
zas a la Iglesia y obtienen prebendas para sus allegados. Este alto clero oligár-
quico y aliado de los políticos "civilistas" a cuya clase pertenecen, desprecia al
bajo clero nacional. La separación es absoluta. El bajo clero nacional, criollo o
indígena, se siente desplazado, y, como ocurre en el juego de la política partidis-
ta, reemplazado por el clero extranjero. De manera que se verifica una alianza tam-
bién económica entre alto clero y clero extranjero contra el bajo clero nacional
(criollo o indígena). Este bajo clero tiene marcadas y lógicas simpatías por el mo-
vimiento Aprista, mientras que el alto clero y el clero extranjero, una especie de
imperialismo y latifundismo de sotana, repudian al Aprismo. Igual que los oligarcas
e imperialistas seglares, estos de sotana no vacilan en utilizar contra nosotros
toda clase de imposturas. Ya he referido varias97.
Y Sánchez nos repite la actitud del predicador de Arequipa y de los curas ex-
tranjeros do Huaraz.
Es justo observar, sin embargo, que eran muy pocos los sacerdotes enemigos
del Apra. Ha habido muchos que en silencio han simpatizado con su causa y otros
que han alentado a sus parientes laicos a unirse a sus filas. Por eso, no debe
sorprender el hecho de que en diciembre de 1931 una comisión de sacerdotes pe-
ruanos de diferentes regiones del país se entrevistara con Haya para cambiar
ideas sobre la posición aprista frente a la Iglesia. Esta entrevista terminaba
la serie de conversaciones con otros líderes del partido. Los sacerdotes plan-
tearon cuestiones concretas y bien estudiadas e hicieron entrega de un proyecto
de ley en el que se contemplaba "la prohibición de extraer dinero del Perú bajo
el pretexto de limosnas, por las congregaciones extranjeras", alegando que en
1930 una congregación había remitido al extranjero una fuerte cantidad de dine-
ro, producto de donativos y limosnas. El bien meditado proyecto de ley también
establecía la obligación de designar párrocos en los curatos de la sierra perua-
na a los nacionales que supieran el idioma quechua; se indicaba,: además, "la
necesidad de proteger al clero nacional desplazado de las principales parroquias
y viceparroquias"98.
La lucha antiaprista del clericalismo no quedó allí porque más tarde apare-
cieron varios panfletos, casi todos anónimos, sin indicar lugar de publicación,
sin pie de imprenta. Eran fogonazos que disparaban los clericales con o sin apo-
yo oficial. Por ejemplo, en la página 6 de un folletín mal titulado Aprismo=An-
ticatolicismo, que apareció en Lima en 1934, se afirmaba:
LA LIBERTAD DE RELIGIÓN
Durante el nuevo reino de terror impuesto por Benavides en el período que
irónicamente bautizó con el nombre de "Orden y Progreso", los clericales dejaron
de ensañarse con el aprismo. Algunos de los miembros del bajo clero de Trujillo
ayudaron a varios perseguidos apristas a escapar de las garras de la policía.
Despejado el frente de la contienda entre el Apra y el clericalismo que lo
atacaba, el PAP también modificó su actitud. Sus líderes cesaron de mencionar el
problema religioso.
Coincide con este período la anécdota que Cossío del Pomar narra en su bio-
grafía de Haya. Una madrugada de junio de 1939, viniendo el jefe del PAP de vi-
sitar una "base" de resistencia, vio a un sacerdote que caminaba con dificultad
por una oscura calle de Lima. Haya detuvo el automóvil e hizo subir al sacerdote
para llevarlo a la casa de un moribundo que reclamaba la presencia del ministro
de Dios. Al descender del automóvil el sacerdote le pidió su nombre para rogar
por él en sus oraciones. Haya le respondió: "No importa el nombre. Soy un buen
cristiano que también camina de noche haciendo algo por la salvación de sus se-
mejantes. Rece usted por los que sufren persecución por causa de la justicia"103.
Refleja esta calma en las controversias con el clericalismo, la declaración
77 Léanse los 12 valiosos capítulos de este estudio, pero particularmente la sección intitulada "A
Pathfinder", pp. 193-198 de la edición inglesa que apareció en Nueva York (The Macmillan Co.)
en 1932.
78 Así comentó el diario de Mariátegui el discurso de Haya. Léase El Tiempo del 24 de mayo de
1923.
79 Armando Bazán, Biografía de José Carlos Mariátegui, p. 92.
80 Cfr. L. A. Sánchez, en Haya de la Torre y el Apra, p. 126.
81 El artículo apareció en La Voz de Madrid y fue reproducido en Repertorio Americano, t. 6, 17
(30 julio 1923, 259-260.
82 Esta cita ha sido extractada del penúltimo párrafo del artículo intitulado "Educación obrera y
educación oficial" que fue publicado por Crítica de Buenos Aires el 21 de diciembre de 1926 y
más tarde incluido en Ex-combatientes y desocupados, pp. 115-123.
83 El artículo tenía el título de "La actitud de los estudiantes españoles", Repertorio Americano,
XIX, 5 (3 agosto 1929), 80.
84 Sobre la entrevista de Mackay con Haya en el barrio de Charlottenburg de Berlín, léanse las pp.
1% y 197 de The Other Spanish Christ por John Mac kay. La cita corresponde a la p. 197 de la
edición inglesa (New York: Macmillan, 1932).
85 M. Seoane, Nuestros fines 2ª ed. (Lima: F y E Rosay, 1931), p, 35. El Partido Aprista Peruano
organizó la conferencia en el Teatro Segura en el cual hablarían Carlos Manuel Cox y M. Seoane
pero la Junta Militar que presidía el comandante Sánchez Cerro aprisionó a Cox y notificó al
Comité Central del PAP que la conferencia quedaba terminantemente prohibida. Seoane logró elu-
dir a la policía y en un lugar clandestino pronunció su discurso. La versión taquigráfica de
esta conferencia prohibida, más otros trozos taquigráficos de conferencias que Seoane dio en su
primera jira aprista por los departamentos de Puno Cusco y Arequipa sirvieron de texto para el
folleto Nuestros fines, cuya primera edición de tres mil ejemplares salió en Buenos Aires, en
1931, publicado por la Editorial Claridad. A los pocos meses, debido a la gran difusión que
tuvo el folleto salió la segunda edición (65 pp. ) en Lima. En el turbulento debate que Seoane
sostuvo con los comunistas de Chile a fines de 1932 en el Teatro Septiembre de Santiago el re -
fugiado aprista repitió similares conceptos e insistió que frente a cada iglesia se levantara
una escuela. Léase la versión taquigráfica del debate: Comunistas criollos (Santiago de Chile:
Edit. Indoamérica, 1933), pp. 35-36.
86 Esta declaración del líder aprista coincide con la posición oficial del PAP Léanse las pp. 21-
22 de L. E Heysen, El A.B.C. de la peruanización, 2a. ed. (Lima: Edit. Apra, 1931). La primera
edición apareció en el Cusco, en agosto de 1931.
87 Léanse las pp. 82-83 del discurso de Seoane que aparece inserta en sus Páginas polémicas (Lima:
Edit. "La Tribuna", 1931).
88 Así aparece la declaración en la versión original del "Plan de Acción Inmediata o Programa Mí -
nimo" que se publicó en La Tribuna (Lima), 20 Sept. 1951; aparece al principio de Política
aprista, p. 11; así se la retiene en la última publicación oficial del programa en Almanaque
"La Tribuna". 1948, p. 219.
89 Según la versión dada por L. A. Sánchez en su Aprismo y religión (Lima: Edit Coop. Aprista
"Atahualpa", 1933), p. 27.
90 Léase la nota No. 1 a la p XXVII de la excelente introducción de El proceso de Haya de la To-
rre. L. A. Sánchez, quien también dio más tarde la misma versión en Aprismo y religión, pp. 38-
39 identifica al predicador en la persona del Padre Inocencio Hernández, ex-capellán de Leguía,
en su Haya de la Torre y el Apra; p 278. En la aludida nota No. 1 también se informa que du-
rante el período electoral varios sacerdotes colocaron grandes cartelones en los que se presen-
taba al aprismo como una de las manifestaciones del Juicio Final. Léase el editorial de La Tri-
buna. del 12 de agosto de 1931, escrito por Manuel Seoane, que aparece con el título de "Apra y
Religión", en Páginas polémicas, PP· 44-45.
XVIII
EL INDIGENISMO Y EL APRA
EXPERIENCIA PROINDIGENISTA
El aprismo nació llevando en su bandera de lucha las reivindicaciones indí-
genas. No fue un accidente el hecho de que la Alianza Popular Revolucionaria
Americana se fundara en México, la capital de más rica tradición indígena de las
Américas.
El fundador del partido y sus líderes ya contaban para 1924 con experiencia
de lucha proindigenista adquirida durante los años estudiantiles. Víctor Raúl
Haya de la Torre, por ejemplo, había vivido ocho meses en las serranías del sur
y centro del Perú durante la segunda mitad de 191? y los cuatro primeros meses
de 1918. Se había internado en esta región cuando desempeñaba el cargo de secre-
tario del Prefecto del Cusco. Allí vio profundamente conmovido los crímenes que
se cometían con los indios. Trató de ayudarlos, exigiendo que se les hiciera
justicia. Estudió el quechua para comunicarse con ellos
y explorar el secreto que los indios guardan en lo más recóndito de su con-
ciencia.
A1 volver a Lima el 1º de mayo de 1918, asiste esa misma noche a una comida
en casa de su tío influyente don Amador del Solar a quien le cuenta sus expe-
Reconoce que los términos coexisten porque también coexisten las diferentes
formas de organización social y los diversos grados de evolución económica den-
tro de las fronteras del continente y dentro de las fronteras de cada país; por
eso encontramos, en un mismo país americano: salvajismo, barbarie, civilización
y agricultura comunal primitiva, feudalismo, industrialismo, capitalismo e impe-
rialismo107.
En mayo de 1927 escribía en una carta, que la causa del problema del indio
era social y no racial y que al indio había que redimirlo, no porque fuese indio
sino porque era, en su gran mayoría, explotado. Haya, pues, se adhería a la opi-
nión de González Prada: el problema indígena como una cuestión económica y so-
cial más que una cuestión pedagógica108. En esta carta repite algunos conceptos
que sobre el indio había emitido el 23 de septiembre de 1926 en París. Afirma
que el latifundio representa la conquista, la invasión; sus dueños, la clase do-
minante que le arrebató el poder a los Incas. La comunidad indígena, en cambio,
representa la tradición social del Perú, la vértebra económica del Incario. Como
desde la llegada de los conquistadores el conflicto económico ha sido planteado
por estas dos organizaciones económicas, Haya recuerda la frase de Plinio: "La-
tifundia Italia perdiere". Puesto que la lucha entre el latifundio y la comuni-
dad indígena no puede resolverse por decretos y leyes que jamás se cumplen, él
Yo prefiero mil veces que miremos hacia nosotros con exageración a que nos perda-
mos en un internacionalismo simplista y necio o en un europeísmo de remedo, vio de
nuestros intelectuales, barniz de nuestras mediocridades. Soy indoamericanista por-
que creo con Engels que la realidad social no se inventa, se descubre112.
Seoane reconoce que el cura es solamente uno de los explotadores del indio
que opera junto al malvado gamonal, la pérfida autoridad política y el ambicioso
agente imperialista.
Además, en las otras secciones del Plan de Acción Inmediata que contempla los
problemas nacionales, se incluyen medidas tendientes a favorecer al indio pe-
ruano: la expropiación de tierras ociosas, proyectos de irrigación, la promulga-
ción de un código de agricultura, el fomento de las estaciones experimentales
agropecuarias, la organización del seguro agrícola integral y otras medidas ag-
rícolas que beneficiarían al indio agricultor. Al expresar el propósito de de-
fender al trabajador doméstico, hasta hoy tan cruelmente vilipendiado y explo-
tado en la costa y la sierra del país, el programa mínimo se refiere especial-
mente al sirviente doméstico indio. En cuanto a la educación, el aprismo quiere
que se preste especial atención a la educación elemental, que es la más urgente,
y que se abran institu2os de estudios superiores en las diversas regiones del
país, acordes con sus necesidades específicas. La higiene y la asistencia social
tampoco han sido descuidadas porque el plan de acción inmediata propone la crea-
ción de hospitales regionales y de casas de salud, dispensarios y sanatarios en
las diferentes áreas de concentración indígena. E1 P.A.P. quiere que se amplíe
el cuerpo médico del Estado para que llegue a beneficiar a las más apartadas lo-
calidades del interior del país.
Como es fácil comprender, el aprismo considera el problema indígena como un
problema primordialmente económico, dentro de cuya petición
complejidad está la imperiosa necesidad de dar solución a la petición de tie-
rra de los indios. Respetando el innato gregarismo del aborigen americano y con-
siderando la organización social basada en la célula económica llamada ayllu, el
PAP ha pedido la conservación de la estructura económica incaica y su moderniza-
ción. El ayllu se convertiría en la base de la nueva organización cooperativa
indígena.
El sindicato de ingenieros apristas solicitó que el Primer Congreso del PAP
aprobase una serie de medidas para defender y ampliar las comunidades indígenas.
Todas sus mociones fueron aprobadas, pero como algunas de ellas no quedaron in-
cluidas en el Programa de Acción Inmediata, conviene que repitamos algunas de
las mociones, ya que varias de ellas fueron recogidas posteriormente por los le-
gisladores no apristas:
...El Perú... debe su desgracia a esa raza indígena, que ha llegado, en su diso-
lución síquica, a obtener la rigidez biológica de los seres que han cerrado defini-
tivamente el ciclo de su evolución y no han podido trasmitir al mestizaje las vir-
tudes propias de razas en el período de progreso...121
Para que América arribara a su virginidad y a su juventud, era preciso que los
dos elementos principales de la colisión; el indio y el europeo, tornaran, por des-
composición, al caos primordial al mismo informe, al humus original y primitivo.
Esta descomposición debía alcanzar, también, a las demás razas, como la asiática y
la africana, que vinieron, después, a fundirse en este inmenso crisol telúrico. De
%
Blanca y mestiza ....... 3.283,360 52.89
India 2.847,196 45.86129 Ama-
rilla.................. 41,945 0.68
Negra 29,054 0.47
No declarada 6,412 0.10
Este censo ese a las notorias deficiencias con que se llevó a cabo 130, confir-
maba el hecho innegable de que el país era esencialmente indio y mestizo, y que
la mayoría de la población permanecía al margen del negocio público, sujeta al
desgobierno de esa pequeña minoría que se hace pasar por blanca.
Las cifras en sí no interesan; lo que vale conocer es el estado económico de
los habitantes, sus condiciones de vida, su ubicación en la pirámide social pe-
ruana. Desde 1927 Haya de la Torre ha insistido en que se salve a los indios, no
porque son indios sino porque son explotados"131. Pero si se persiste en usar la
palabra indio como sinónimo de abusado de explotado, entonces habrá que incluir
también ; mestizo y al blanco que viven como él. En los departamentos de Caja-
marca, La Libertad y Ancash, por ejemplo, hay blancos de ojos azules que visten
viven y se expresan como indios. Por esta razón la palabra indio no debe ser
usada como sinónimo de explotado. El aprismo ha observado que no todos los ex-
plotados son indios, ni todos los indios, son explotados. Como el partido está
formado por la alianza de trabajadores manuales e intelectuales de todas las ra-
zas hace distingos étnicos, al explotador (sea blanco, mestizo, indio o negro),
lo combate; y al explotado (sea indio, mestizo, negro, amarillo o blanco), lo
defiende.
El programa indigenista aprista es parte consubstancial de su programa de ac-
ción inmediata. La interpretación indigenista del Apra tiene hondas raíces his-
tóricas y está bien respaldada por su doctrina democrática. Recuérdese que la
mayoría de los líderes del partido son provincianos. Buen número de ellos viene
de Trujillo, la ciudad norteña situada junto a la gigantesca ciudad de Chan
Chan, antigua capital del Reino de los Chimú; otros vienen del Cusco, centro me-
tropolitano del Imperio Incaico, de Arequipa, la altiva ciudad andina favorita
de algunos generales del Incario; de Huacayo, ciudad indígena de Junín; de Chi-
clayo, ciudad norteña de rica tradición legendaria indígena; de Puno, capital
del departamento aymará bañado por el Lago Titicaca; y de las demás regiones an-
dinas del Perú, donde en otros tiempos las civilizaciones nativas alcanzaron paz
y prosperidad para todos sus asociados. De todos estos líderes de la costa, de
la sierra y de la montaña, ha recibido su más cálido apoyo la orientación pro-
105 Sobre la primera etapa del indigenismo de Haya, consúltese F. Cossío del Pomar Haya de la To-
rre, el indoamericano (1946), pp. 76-78.
106 Por la emancipación de la América Latina, pp. 99.100.
107 Aunque sus ideas sobre el nombre Indoamérica ya las había expresado en 1926, 1927 y 1928, su
artículo "A propósito de un prólogo de don Luis Jiménez de Asúa", escrito en Berlín en octubre
de 1928, es el que mejor resume sus ideas. El artículo apareció primero en Repertorio Ameri-
cano, XX, 5 (1° Feb. 1930), 73-75, y más tarde fue reproducido con el título de "¿Hispanos, la-
tinos, panamericanos o indoamericanos?", en Construyendo el Aprismo, pp. 75.
108 Compárense las opiniones de Haya presentadas en su carta a Casiano Rado, Secretario del Grupo
Renacimiento del Cusco fechada en Europa el 5 de mayo de 1927 y publicada con el título de "El
problema del indio", en Construyendo el Aprismo, p. 105, y las ideas de González Prada en sus
Horas de lucha (1924), P. 337.
109 Las ideas de Haya sobre el indigenismo que aquí hemos resumido y seleccionado aparecen en "El
problema del indio", Construyendo el Aprismo, pp. 104-113.
110 Haya cita con aprobación la aserción de Jung de que "el ideal nacional de Norte-América es casi
puramente indio, como lo prueba la imagen o representación norteamericana del héroe la idea
norteamericana del deporte, india, y no europea como lo es igualmente la tenacidad y la concen-
tración de un objetivo o propósito determinado". Construyendo el Aprismo, p. 11. Sobre la par-
ticipación de Haya en las discusiones en el Instituto de Ciencias Políticas de Williamstown,
léase el N.Y. Times, 21 de agosto, 1927, p.12, columna 3.
111 Construyendo el Aprismo, pp. 11-12.
112 Esta carta dirigida a J. Guillermo Guevara, director de la revista La Sierra, editada en Lima
con un cuerpo de redactores provincianos, en gran parte serranos; fue fechada en México D. F.,
el 29 de marzo de 1928. Se publicó en Repertorio Americano, XVII, 1 (7 julio 1928), 6-7, con el
título de "Del Cusco salió el nuevo verbo y del Cusco saldrá la nueva acción", frase central
de su misiva. Con el mismo título fue reproducida en Construyendo el Aprismo, pp. 99-103. La
cita corresponde a la p. 7 del Repertorio y a la p. 102 de Construyendo el Aprismo.
113 Léanse las pp. 177 a 180 del capítulo IX, intitulado "Realidad económico-social", en El Antiim-
perialismo y el Apra (2ª. ed., 1936).
114 En V. R. Haya de la Torre, "Reflexiones sobre asuntos de América", que apareció originalmente
XIX
LA TESIS DEL ESPACIO-TIEMPO HISTORICO
En Lima, durante los meses de 1918 y 1919 en que trabajó de amanuense, estu-
dió a Marx y a Einstein, quedando profundamente impresionado por las teorías
económicas y el materialismo histórico del primero y por la teoría de la relati-
vidad del segundo. Cuatro años más tarde, deslumbrado por la revolucionaria teo-
ría de Einstein, publicó un interesante artículo en El Tiempo de Lima (11 de
mayo de 1923), en el cual atacaba "el falso concepto de las verdades intocables
y de los principios eternos en esta hora de profunda revolución científica y de
incontenible corriente relativista, precursora de nuevas y distintas afirmacio-
nes fundamentales en todo orden". El inquieto estudiante sanmarquino ya avizora-
ba los trascendentales cambios que en el mundo de las ideas y de los hechos, y
en su propia formación ideológica, iba a efectuar la teoría einsteiniana.
Años después, en Europa, Haya leyó con ahínco todas las obras marxistas que
caían en sus manos y buen número de los libros de los filósofos alemanes. Hegel
fue el que más le conmovió particularmente porque en su interpretación de la
Historia no entraba el mundo americano. Haya supo tomar lo aprovechable de las
Lecciones sobre Filosofía de la Historia Universal; se le grabaron en la mente
ideas como las que afirmaban que "la Filosofía de la Historia es la consi-
deración pensante de la Historia", y que "la historia propiamente dicha de un
pueblo comienza cuando este pueblo se eleva a la conciencia" sobre todo, la su-
gerente reflexión de que la individualidad histórica de cada pueblo, que Hegel
llama su espíritu, se separa en el Espacio y en el Tiempo en el que actúan la
conexión entre lo espiritual y lo natural, el temperamento, etc". De ellas Haya
formuló sus propias reflexiones sobre la relación de la conciencia histórica de
un pueblo, como conciencia de su Espacio y de su Tiempo133.
Para 1928, cuando escribe en México El Antiimperialismo y el Apra, ya tiene
ideas más concretas sobre las diferencias básicas que existen entre Indoamérica
y Europa. Al ocuparse de la tarea histórica del Apra, apunta:
Nos explica que la doctrina aprista ofrece una nueva y metódica confrontación
de la realidad indoamericana. Nos anota que si aceptamos que Europa y América
están muy lejos de ser idénticas por su geografía, por su historia y por sus
presentes condiciones económicas y sociales, es imperativo que se reconozca que
la aplicación global y simplista en América Latina de doctrinas y normas de in-
terpretación europeas debe someterse a radicales transformaciones. Y cuando la
interpretación de la realidad niegue los preceptos que se creyeron universales y
eternos, entonces se cumplirá la ley de las contradicciones del devenir: "la
continuidad condicionada por la negación"l35. En los siguientes capítulos recal-
ca: "Nuestro tiempo y nuestro espacio económicos nos señalan una posición y un
camino: mientras el capitalismo subsista como sistema dominante en los países
más avanzados, tendremos que tratar con el capitalismo" 136. Haya de la Torre se
acercaba cada vez más a su propia concepción filosófica interpretativa de la
historia; su pensamiento se aclaraba más y más, pero todavía no formaba un cuer-
po de doctrina.
En su segundo destierro en Europa, aprovechó el tiempo para ordenar la base
filosófica de la tesis que iba a servir de trasfondo doctrinario de su partido.
Durante meses consecutivos se dedicó a estudiar el desarrollo histórico de la
filosofía europea. En Berlín sostiene constantes conversaciones filosóficas con
Gunther, el moderno traductor bávaro de Calderón de la Barca; con el profesor
Alfonso Goldschmidt, su compañero de trabajo en el instituto de asuntos latino-
americanos. En 1929, por intermedio de Goldschmidt conoce a Einstein. Desde en-
tonces intensifica sus estudios de la teoría de la relatividad y sigue las acti-
vidades del sabio judío alemán. A fines de ese año, el joven estudioso se inte-
rroga: ¿Ha de traer el relativismo nuevas formas de pensamiento humano?, y otras
preguntas específicas que probablemente el mismo Einstein no podría haber res-
pondido: Fuera de la pauta euclidiana y tridimensional, ¿hallará el hombre nue-
vas expresiones y nuevas concepciones? ¿Nos acerca el sistema einsteiniano a una
síntesis egregia de la oposición de contrarios (tesis y antítesis)? Haya todavía
no se atreve a contestar. El solamente sabe que el mundo ha vivido varios siglos
de filosofía "tridimensional". "Rígida" ha sido la noción de la geometría eucli-
diana, y "rígidas" han sido también las concepciones filosóficas y hasta la tra-
dición dogmática religiosa: "¡La cuarta dimensión no entra en estas ideaciones!
El espacio-tiempo nada significa en una concepción espacial infinita y eterna".
Pero con la teoría de la relatividad de Einstein todos estos principios evolu-
cionan y la teoría plantea nuevas bases para una concepción física del universo.
Haya se ha dado cuenta de que Newton ha sido negado y superado por Einstein:
Sin embargo, Haya nos hace presente que Engels había dicho en su Anti-Duhring
que negar en dialéctica no consistía en anular o suprimir. Para el pensador pe-
ruano, el método dialéctico de negaciones es positivo porque afirma, cambia y
hace que el pensamiento progrese. Y partiendo de la concepción cuatridimensional
einsteiniana del Espacio-Tiempo, el ensayista enuncia su propia concepción de lo
que él intitula Espacio-Tiempo histórico, base de su tesis interpretativa del
devenir histórico:
...Vale decir, que así como el primer hombre que formuló el consciente veredicto
de que "todo ser humano tiene que morir", murió también, así Hegel y Marx, descu-
bridores de la dialéctica como sistematización esclarecedora de la Historia, no
pueden escapar a sus negaciones. El marxismo negó el hegelianismo por continuidad
dialéctica. Hoy, el marxismo es negado también, por las mismas motivaciones de di-
námica histórica144.
Y como ha habido imperios antes de que hubiera capitalismo -sistema económico que
aparece sólo entre los siglos XIV y XV de esta era- puede haberlos de nuevo sin que
el capitalismo sea necesario. Pero la primera consideración histórica de Stalin y
sus hombres es que de la presente Guerra Mundial, Rusia insurge ante el mundo como
un grande y poderoso imperio. Y como tal hay que considerarlo, comprenderlo y go-
bernarlo150.
En el último diálogo nos dice que ya no hay únicamente una gravitación histó-
rica universal, "un paralelismo absoluto euclídeo, fatal, para todos los proce-
sos de la Historia". Haya concibe "espacios gravitacionales" y constata que así
como en los fenómenos físicos, los fenómenos históricos varían según el ángulo
de observación155. Es decir, el autor peruano cree en la existencia de lo que To-
ynbee llama en su Study ot History, la perspectiva del historiador.
Aunque la tesis de Haya quedara completamente definida y sistematizada en
1948, su autor no ha cesado de continuar ampliando algunos de sus puntos, desa-
rrollando sus diversos conceptos y buscando más ejemplos para hacerla más inte-
ligible al ciudadano común. Su encierro en la Embajada de Colombia de Lima no le
impidió proseguir con sus investigaciones para pulir su teoría. De este período
son sus ensayos que aparecieron en Cuadernos Americanos de México a partir de
1950 y en los cuales aplicó su tesis a la interpretación de específicos proble-
mas históricos. En uno de ellos, al comentar la teoría del "Reto-Respuesta" de
Toynbee, sostiene que todo reto-respuesta, a de una ciudad primitiva o de una
civilización, planteado en un espacio geográfico dado, supone un condominio en-
tre el hombre -o grupo social- y el espacio que le sirve de escenario para el
desarrollo de su existencia, sea ésta quieta o primitiva, sea dinámica o civili-
zada. Este condominio, según Haya; determina en él hombre -o grupo- la formación
de una progresiva conciencia del Espacio ganado, que resulta de las acciones y
reacciones entre el hombre y su medio. Luego introduce una cuarta dimensión que
considera indispensable para el análisis interpretativo de las civilizaciones.
Esta cuarta dimensión, a la cual llama Tempo, "viene a ser como la escala y dia-
pasón cada vez más preciosos, de la velocidad variable que las mutuas influen-
cias del hombre y la tierra imponen al proceso de una sociedad primitiva, o de
una civilización"156.
De sus trabajos recientes escritos después de su última expulsión del Perú,
los que más acogida han tenido son dos. Uno en castellano, publicado en México
con el título de "Enfoque Aprista de Imperialismo, Antiimperialismo y Marxismo"
y otro publicado en castellano y en inglés: en Colombia, con el nombre de "Den-
tro del Marco del Espacio-Tiempo. La historia en Indoamérica", y en los Estados
Unidos, con el título "History in Latin America: Within de Framework of Space-
Time". En el primero, Haya resume su tesis en palabras sencillas:
Mi tesis es la siguiente: que así como hay un Espacio-Tiempo físico, tanto obje-
tivo como subjetivo, o sea tanto de perspectiva cuanto de conciencia o mente; del
mismo modo hay un Espacio-Tiempo histórico objetivo y subjetivo, vale decir, de
perspectiva y de conciencia157.
132 V. R. Haya de la Torre, Espacio-Tiempo histórico (Lima: [Edit. "La Trihuna"], 1948), pp. IX-X.
133 Ibid. pp. XII-XIII.
134 El antiimperialismo y el Apra, 2a. ed. (Santiago de Chile: Ercilla, 1936), p, 117.
135 Ibid., pp. 117-118.
136 Ibid., pp. 156.
137 Un artículo señero que escribió Haya en Berlín en diciembre de 1929 lleva por título "¿Todo re-
lativo?"; está incluido en Ex-combatientes y desocupados (Santiago de Chile: Ercilla, 1936),
pp. 223-227.
138 V. R. Haya de la Torre, ¿A dónde va Indoamérica? (Santiago de hile: Ercilla, 1936), p. 37.
139 Haya de la Torre, el Indoamericano (1946), p. 192.
140 La pregunta del juez, que le hizo a fs. 72 de la instructiva, decía: "¿No cree Ud. que nuestro
problema sea el problema que mundialmente se ha presentado de lucha entre el capitalismo y el
proletariado?" Consúltese el acta de 22 de mayo de 1932, en El proceso de Haya de la Torre, pp.
39-40.
141 Publicado en 1935, aparece también al principio del libro Espacio-Tiempo histórico, pp. 3-13.
Las citas y referencias hasta aquí dadas, corresponden a las pp. 39-40.
142 Ibid., pp. 8-9.
143 Ibid., p. 12.
144 Este artículo intitulado "Sobre la teoría funcional del capitalismo", en el que Haya opone la
dialéctica hegeliano-marxista a la teoría de Stuart Chase, se publicó en 1942 en Chile; tres
años más tarde reapareció en Cuadernos Americanos, IV, 14 (Julio-agosto, 1945), 127-130. En
1946 fue incluido en el libro de Haya Y después de la guerra ¿qué? (Lima: P.T.C.M.; 1946), pp.
161-162. La cita corresponde a las pp. 128-129 y 162, respectivamente.
145 Ibid., pp. 130 y 1b5, respectivamente.
146 También está incluido el artículo en Y después de la guerra ¿qué?, pp. 166-175.
147 Incluido también en Y después de la guerra ¿qué? pp. 176-182 y en Espacio-Tiempo histórico, pp.
67-78. La cita corresponde a las pp. 179 y 72, respectivamente.
148 Ibid., pp. 181-182 y 76-77, respectivamente.
149 R. Haya de la Torre, "El 'rompan filas' de la Tercera Internacional". Cuadernos Americanos, Año
II, No. 5 (Sept.-Oct., 1943), p. 64; Y después de la Guerra ¿qué?, p. 187.
150 Ibid., pp. 160 y 165, respectivamente.
151 Espacio-Tiempo histórico, pp. 1?-28.
152 En otro ensayo escrito también por esta época, Haya define al pueblocontinente de la siguiente
manera: "El 'Pueblo-Continente' es el Espacio-Tiempo-y-Movimiento históricos considerados como
conciencia social, indesligable de su existencia y acontecer. O reiterando este mismo enunciado
en otros términos, no es sólo calidad existencial o vegetativa de un grupo o grupos sociales en
un área dada, sino conciencia histórica y cultural de su raison d'être. Vale decir: relación
pensante del Espacio-Tiempo-y-Movimiento como permanente dinámica social de su evolución histó-
rica". Luis Pachacutec (seudónimo de Haya), "Derrotero de Juventud", Renovación (Lima), Año IV,
No. 19 (Junio, 1945), p. 11.
153 En el ensayo de Haya: "Algo más sobre la tesis del Espacio-Tiempo histórico" que apareció ori -
ginalmente en Cuadernos Americanos VI 2 (marzoabril, 1947), 97-103, y al año siguiente, en Es-
pacio-Tiempo histórico, pp. 57-66.
154 Espacio-Tiempo histórico, p. 87.
155 bid., p. 178.
156 J. Pulgar Vidal, "La teoría del 'Reto-Respuesta' de Toynbee y el Espacio-Tiempo histórico",
Cuadernos Americanos, IX, 5 (Sept-Oct., 1950), 108-109. Este ensayo en realidad fue escrito por
Haya de la Torre y por equívoco apareció con el nombre del diputado aprista y catedrático de
San Marcos a la sazón en el destierro. Consúltese también el extenso ensayo "Toynbee frente a
los panoramas de la historia", que sí apareció con el nombre de Haya en Cuadernos Americanos,
Año X, 6 (Nov.-Dic., 1951), 127-137; Año XII 2 (Marzo-abril, 1953), 97-119; Año XII, 3 (Mayo-
junio, 1953), 67-97, Año XIII, 1 (Enero-febrero, 1954), 75-110.
157 V. R. Haya de la Torre, Enfoque aprista de imperialismo, antiimperialismo y marxismo (México:
Edic. Humanismo, 1955), p. 6; Humanismo, Ano III, No 29 (Marzo, 1955), 12.
158 Ibid., pp. 6 y 8, 12 y 14, respectivamente.
159 V. R. Haya de la Torre, "Dentro del marco del Espacio-Tiempo. La Historia en Indoamérica", El
Tiempo (Bogotá), 29 mayo 1955; History in Latin America: Within the Framework of Space-Time
(Seattle: Casa Hispana, IJni· versity of Washington, 1955), pp. 2.3.
Pocos hombres han influido en la historia del Perú tanto como Víctor Raúl
Haya de la Torre. Su polifacética actividad en la vida nacional ha determinado
la proyección de su influencia en múltiples campos. No cabe lugar a duda que
Haya de la Torre es primordialmente un político. Pero, difiriendo de los políti-
cos regulares, él no sólo se ha interesado en el arte de gobernar en sí: su in-
terés en la regeneración del Perú y la unión de Indoamérica lo ha conducido a lo
largo de su tormentosa vida a efectuar notables contribuciones en otros campos
de la vida nacional.
Desde sus años juveniles en Trujillo, sobresalió entre sus compañeros de es-
tudio, amigos intelectuales y contertulios como un orador con pensamientos atre-
vidos, reveladores de un alma inquieta y batalladora. Buen número de sus amigos
de este período de formación intelectual han sido sus mejores colaboradores.
Cualquiera que por más de cuarenta años mantenga la atención de tantos intelec-
tuales de valía, despertando en ellos cada vez más y más admiración, fortificán-
doles su fe en el triunfo de los ideales que él les forjó, necesita ser un hom-
bre excepcional.
Acerca del influjo de Haya en los intelectuales que formaban el grupo que li-
deraba Antenor Orrego, en los círculos literarios de Trujillo que vinieron des-
pués, en los sindicatos que se formaron con o sin su ayuda personal, es decir,
sobre su influencia en la vida de Trujillo de los últimos treinticinco año, se
necesitaría escribir todo un libro.
Apartándonos del orden cronológico que ha prevalecido en esta obra, tratemos
de señalar sus diversas influencias que, como si fueran fuerzas magnéticas, pue-
den estudiarse por olas. Ellas corresponden a diversas etapas de su vida y afec-
tan a diversas disciplinas, entrecruzándose y a menudo confundiéndose.
El poder sugestivo de Haya de la Torre en el estudiantado peruano todavía se
mantiene con la misma intensidad que durante los años que presidió la Federación
de Estudiantes del Perú, dirigió el Congreso Nacional de Estudiantes y organizó
los conservatorios universitarios. A1 estudiantado peruano le ha dado una espe-
ranza, le ha estimulado el interés en los problemas nacionales, le ha dado una
amplia misión social. Recuérdense los numerosos cargos estudiantiles que desem-
peñó y las manifestaciones de simpatía, aprecio y reconocimiento que le han
ofrecido universidades peruanas y de otros países del continente.
La Reforma Universitaria tuvo en él a uno de sus mejores luchadores. Cuando
Alfredo Palacios visitó a Lima y se entrevistó con Haya, quedó completamente
convencido de que estaba platicando con uno de los futuros gestores de la refor-
ma universitaria peruana. No se equivocó el dirigente argentino, porque pronto
Haya se puso al frente del movimiento estudiantil de su patria. Más tarde, cuan-
do salió expulsado del país, los círculos universitarios panameños, cubanos y
mexicanos le reconocieron como el embajador de la reforma universitaria sudame-
ricana.
Porque se ha sentido hijo de América, él ha pensado en términos continenta-
les; ha hecho suyo el deseo bolivariano de la unión de los países americanos en
una patria grande y poderosa; se ha opuesto a los sentimientos patrioteros de
los dictadores que estimulan en las masas sentimientos chauvinistas. Por eso, ha
sido uno de los primeros en denunciar el pretexto de Tacna y Arica que las cla-
ses dominantes de Chile y el Perú usaron para distraer la atención del pueblo en
tanto que abusaban de la cosa pública 160. A él se le debe que el odio al chileno
y el odio al peruano, que corroyeron los corazones de dos generaciones, convir-
tiera en la amistad peruano-chilena de hoy. Años más tarde, cuando se produjo el
Conflicto de Leticia, Haya, desde la prisión, y sus correligionarios, desde el
destierro o desde las clandestinidad, denunciaron la maniobra desviacionista del
general Sánchez Cerro. Ya hemos visto cómo después del asesinato del tirano
triunfó la tesis aprista en favor de la solución pacífica del diferendo peruano-
colombiano. Más tarde, duranne otro período de persecución Haya pidió que el
conflicto con el Ecuador se lo resolviera pacíficamente. En el Sur y en el Norte
los litigios territoriales servían de añagazas a los políticos y militaristas
ambiciosos, traficantes de patriotismo. Después de todo ¿no cree Haya que algún
día las fronteras artificiales que hoy separan a los países hermanos de Indoamé-
Haya mismo les dio el ejemplo de resistencia física y espiritual ante las
torturas, pidiéndoles que lo dejaran ser "el primero en el honor del sacrifi-
cio". Al salir de la segunda prisión que lo mantuvo quince meses y cuatro días
encerrado en una celda estrecha y sin servicios higiénicos, pidió a los tribuna-
les que levantaran el juicio a sus torturador entablado por sus abogados y ami-
gos. Haya les explicó:
Nuestra causa es más grande que todas esas miserias. aquellos hombres son vícti-
mas de su anormalidad o de su educación inferior que no pueden dominar las pasiones
primitivas... Nosotros debemos convertir nuestros dolores en una gran energía reno-
vadora y ejemplarizante163.
Y cada vez que el P.A.P. ha tenido los medios para castigar a los soplones,
torturadores y perseguidores de apristas, su jefe ha contenido a los exaltados
que reclamaban enseñanza con justicia, recordándoles que: "La venganza del
Aprismo debe ser salvar al Perú".
Por el mismo interés que tienen en mejorar las costumbres de los latinoameri-
canos, de inculcarles hábitos saludables, el líder aprista se ha interesado en
las buenas costumbres de los pueblos que ha visitado. En sus largos viajes por
el extranjero ha permanecido alerta para captar la ética y la moral del pueblo.
En Inglaterra le impresionó el "fair play", la caballerosidad y el valor de la
Es justicia que hacemos al reconocer en usted, Haya de la Torre, a uno de los me-
jores hombres de hoy en la América de Bolívar y de Martí. Ha agitado usted la con-
ciencia hacia la justicia, cumpliendo su profesión de fe de San Lorenzo. Ha des-
pertado usted inquietudes de superación, anhelos de bien colectivo, dormidas acti-
tudes de defensa, en nacionalidades sordas a los peligros del vasallaje. Ha librado
usted cien batallas por América autónoma, sin déspotas criollos y sin tutores ex-
tranjeros. Por todo esto los hombres de estas latitudes estamos con usted, alentan-
do sus labores dentro del Perú con solidaria simpatíal79.
Débese reconocer esta valoración social de la obra de Palma a Víctor Raúl Haya de
la Torre: El mismo punto de vista del escritor político lo adopta, más tarde, José
Carlos Mariátegui al glosarlo agudamente en su Ensayo sobre el Proceso de la Lite-
ratura. Ambos escritores coinciden, pues, en rescatar la figura de Palma" mejor di-
cho su obra181.
Me parece que la Iliada y la Odisea, por ejemplo, están basadas en hechos políti-
cos que es preciso demostrar; me parece que en la literatura griega encontramos ese
valor político, ya simbólica, ya concretamente expresado, muy frecuentemente. Pa-
sando a saltos, hallo en La Divina Comedia ese mismo factor político, muy profundo;
Dante como proscrito de un partido, escribe toda aquella obra maravillosa con un
sentido y una inspiración política, sin duda. En el Quijote como en El Alcalde de
Zalamea, en La Estrella de Sevilla, en todo lo más grande y eterno de la literatura
clásica española, desde el Poema de Mío Cid encontramos un nuevo factor político.
Don Quijote- ya lo había insinuado en una carta a la juventud dominicana- represen-
ta una tragedia de indisciplina, de dislocación política, de desorganización y de
desproporción: Don Quijote es un político militante con un programa de justicia, de
reivindicación, de bien, de renovación y con un impulso revolucionario profundo.
Don Quijote se lanza a componer el mundo, solo, con el individualismo que España
ostenta hasta hoy como causa de su definitivo desastre político. La indisciplina de
Don Quijote, su falta de sentido realista, su programa político y su incapacidad
para encontrarle la verdadera técnica de aplicación, representa para mí lo más fun-
damental, lo eterno de la tragedia de aquel inadaptado luchador... cuya falta de
realismo, cuyo anarquismo idealista lo lleva a la derrota. Don Quijote es loco, no
por los fines de justicia y de corregir los entuertos del mundo que perseguía, sino
por su irrealidad para ver dónde debía atacar y cómo debía atacar...184
...Anatole France es un literato político. Sus obras están hechas todas sobre
problemas políticos más o menos actuales. Rolland es otro gran literato político,
amén de militante. Lo mismo Wells; y Shaw, "periodista", como él se llama, es emi-
nentemente político, sin duda alguna, y el más político de todos. Recordemos Cesar
y Cleopatra, sátira maravillosa contra el imperialismo inglés; recordemos Androcles
y el León, Las Islas de John Bull, Los Incas de Jerusalén, Santa Juana, Vuelta a
Matusalén, Hombre y Superhombre, y recordemos que las obras de Shaw menos políti-
cas, como La profesión de Mrs. Warren, -censurada por cuarenta años-, no despierta
tan inmenso interés como aquéllas...185
Debido al gran arraigo que han tenido sus ideas en el Perú y en los demás
países hispanoamericanos, varios gobiernos, cámaras legislativas y muchas perso-
nalidades científicas y literarias, así como prominentes políticos de casi todas
las tendencias políticas, gremios nacionales e internacionales,, intercedieran
por su libertad de la Embajada de Colombia, en donde se lo mantuvo encerrado
desde enero de 1949 hasta abril de 1954.
De todos los honores que le han rendido desde su libertad de la Embajada de
Colombia, el más significativo es el que le ofreció la Universidad de América el
15 de mayo de 1954. El Consejo Directivo de esa institución, presidido por el
rector Baldomero Sanín Cano, resolvió:
160 Entre las muchas conferencias, declaraciones y artículos en los que Haya ha abogado por la fra-
ternidad chileno-peruana y el abandono del "odio de nuestros abuelos", se encuentran las confe-
rencias que dictó en Chile durante su visita de 1922; sus declaraciones que aparecieron en La
Crónica de Lima del 21 de junio de 1922; su artículo de mayo de 1925: "Desenmascaremos a los
demagogos del chauvinismo...", Por la emancipación de la América Latina, pp. 85.87; y su carta
abierta a don Joaquín García Monge, "Sobre la cuestión de Tacna y Arica", Repertorio Americano,
XIII, 18 (13 Nov. 1926), 286.
161 Partido Aprista Peruano, Federación Aprista Juvenil, Código de Acción FAJ (Lima: Edit. Coop.
Aprista Atahualpa, 1934), pp. 4-8.
162 Interesante apreciación dada por el profesor argentino Gregorio Bermann, Juventud de América
(México: Ediciones "Cuadernos Americanos", 1946), p. 159. Entre los destacados miembros de la
FAJ que han escrito sobre la organización están: Andrés Townsend Ezcurra, "La Nueva Juventud
Aprista del Perú", Claridad (Buenos Aires), mayo de 1935; autor también de "La muchachada
aprista", Claridad, noviembre de 1935; y Nicanor Mujica Alvarez Calderón, "Forja el Aprismo una
nueva juventud", Apra (Buenos Aires), enero de 1935.
163 "Recuerda sus días de prisión V. R. Haya de la Torre", Repertorio Americano XXX, 14 (13 abril
1935) 312.
164 El autor de este trabajo estuvo presente en esta reunión que tuvo lugar en el Hotel Belmont
Plaza de Nueva York, el 6 de abril de 1948.
165 En 1928 la más tarde proclamada "Juana de América", publicó en Renovación de Buenos Aires su
"Profesión de Fe", en uno de cuyos párrafos declaraba: "Yo vengo ahora espontáneamente a poner-
me bajo las banderas de ese grupo juvenil que lucha y sufre por la autonomía real e ideológica
de América (Apra). Nunca he sido combativa, siempre el ensueño me ha tenido presa en su red. En
realidad no sé, compañero Seoane, de qué pueda servirles una mujer que no tiene el espíritu ni
la voz hechos para el combate. Pero el impulso de estar junto a ustedes es incontenible; un re-
cio convencimiento de corazón y de conciencia me empuja al lado de ustedes. Háganme un lugar en
las filas. Ya veremos luego en qué forma he de ser útil y de qué modo me ganaré el lugar que
pido a los trabajadores manuales e intelectuales de América". La profesión de fe de la notable
poetisa uruguaya fue reproducida en Repertorio Americano, XVII 19 (17 Nov 1928) 291.
166 Alberto Masferrer, notable escritor centroamericano, autor de numerosos libros de valor, escri-
bió el 26 de octubre de 1928 una declaración de fe que se publicó con el nombre de "la misión
de América". En uno de los párrafos, declaraba:
"Aprista soy: es decir, soldado de la Independencia Americana sirviendo en las mismas filas en
que sirven Alfredo Palacios, Manuel Ugarte Juana de Ibarbourou, Julio R. Barcos toda la juven-
tud argentina Haya de la Torre, Esteban Pavletich, Magda Portal, Gabriela Mistral José Joli-
bois, la juventud de México, Joaquín García Monge, Froylán Turcios y Augusto Sandino" Reperto-
rio Americano, XVIII, 1 (5 enero 1929), 4-5.
167 F. Cossío del Pomar, Haya de la Torre, el indoamericano (1946), pp. 176-177.
168 El proceso de Haya de la Torre, pp. 145-183.
169 Cossío del Pomar, Haya de La Torre, el indoamericano (1946), p. 193.
170 Léase el apéndice intitulado "Clamor mundial por la vida y libertad de Haya de la Torre", que
sus compañeros argentinos y peruanos de Buenos Aires insertaron al final del libro que publica-
ron al cumplirse los 400 días de su prisión: Construyendo el Aprismo, pp. 2-4-238.
171 Léase su artículo de elogio a Abd-El-Krim por su resistencia contra el invasor francés, que
lleva por título el de "El asesinato de un pueblo", Repertorio Americano XI 7 (19 Oct. 1925)
98-99.
172 En una carta abierta a un aprista costarricense, Haya le cuenta, en 1930, que, mientras en la
América Latina le han. impedido hablar contra el imperialismo, en los Estados Unidos ha hablado
con entera libertad y recuerda las universidades norteamericanas en las que había hablado hasta
entonces Léase la "Carta de Haya de la Torre a don Víctor Guardia Quirós", Repertorio Ameri-
cano; XX, 10 (8 marzo 1930), 150.
173 C. Beals, "Aprismo, the Rise of Haya de la Torre", Foreign Affairs, (N.Y.), vol. 13 No. 2
(Jan., 1935), 245-246.
174 Idem., América ante América (Santiago de Chile: Zig Zag, 1940), pp. 357-358.
175 W. G. Fletcher, "Aprismo Today; an Explanation and a Critique", InterAmerican Quarterly, vol. 3
(Oct. 1941), 15.
176 J. Gunther, Inside Latin America (N. Y.: Harper and Brothers 1941), pp. 201, 208, 212. El Drama
de la América Latina (Buenos Aires: Claridad, 1942) pp 193, 199, 203.
177 Ray Josephus, "Uncle Sam's Latin Salesman", Colliers, vol. 122 (Oct. 16, 1948), 62.
178 Consúltese "Los intelectuales argentinos envían un mensaje... a Haya de la Torre felicitándolo
por su regreso a la patria", Repertorio Americano, XXII, 19 (23 mayo 1931), 295.
179 El mensaje fue fechado en San José de Costa Rica, en agosto de 1931 y apareció en la principal
publicación de ese país: "Pro Haya de la Torre", Repertorio Americano, XXIII, 12 (26 Sept.
CONCLUSIÓN