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Bienes comunales

Introducción

Historia
Los bienes comunales surgen durante el periodo feudal en Europa como el conjunto de
bienes, la mayoría inmuebles, que eran concedidos a un señorío para su explotación:
feudos. Tras la progresiva desaparición del feudalismo a partir del siglo XIII, estos
bienes pasaron a formar parte de las villas y ciudades que habían ido naciendo a lo largo
del tiempo alrededor de los castillos y demás asentamientos feudales. Ya no eran
propiedad de un señor, sino de la comunidad en su conjunto.
En cambio, en España a partir del siglo IX, los comunes empezaron a establecerse sobre
las bases del derecho germánico. Durante esta época medieval existía la “titularidad
germánica / vecinal / hermano común”, donde los miembros de una comunidad podían
utilizar los bienes en función de cuotas o porcentajes de explotación. Aunque en
principio “la tierra” es de propiedad real el sistema dio eventual origen a las llamados
“Comunes de Villa y Tierra”, establecidos sobre la base de propietarios independientes,
del campesinado libre, que solo reconoce al Rey como superior. Se agrupan en caseríos
o pequeñas aldeas, que a su vez se asocian en comarcas o territorios voluntariamente
constituidos. Y finalmente se constituyen en Comunes, recibiendo la confirmación real
de su Fuero. Estos bienes no estuvieron regulados por normas escritas, se correspondía a
las costumbres.
Mientras que los comunes de las villas se dividen entre los que el producto del uso
pertenece a quien los usa y aquellos en los cuales el producto pertenece a la comunidad
como tal, el producto o renta usándose para propios de la villa. El uso de las tierras
comunes solía ser gratuito. Por tanto, se entiende que quien trabajaba la tierra no
disponía del dominio directo, que seguía perteneciendo a la comunidad de vecinos, sino
del dominio útil.
A partir del siglo XVIII los bienes comunales han sufrido fuertes ataques:
Por un lado, ganó importancia la propiedad privada, que secundado por el proceso de
desamortización que se dio a partir de la Ley Madoz de 1855, se redujeron los bienes
comunales, ya que estas propiedades no eran productivas o no eran trabajadas como las
“manos muertas”, pasando a ser propiedad privada. Este proceso de desamortización se
llevó a cabo para aumentar la recaudación e intentar paliar la crisis presupuestaria que
sufría la Corona.
Por otro lado, la creación de municipios modernos se fue apropiando de la titularidad y
administración de estos bienes.
En la actualidad, los bienes comunales los constituyen, en su mayoría, montes o grandes
extensiones forestales que se destinan a la ganadería, recolección y pastos. No obstante,
otro tipo de bienes comunales han ofrecido a sus comunidades otras rentabilidades
como las explotaciones mineras.
Actualidad
Naturaleza jurídica de los bienes comunales:
Según el articulo 132.1 de la Constitución Española: “La ley regulará el régimen
jurídico de los bienes de dominio público y de los comunales, inspirándose en los
principios de inalienabilidad, imprescriptibilidad e inembargabilidad, así como su
desafectación”. Estas leyes a las que hace referencia la Constitución son Ley 7/1985,
Real Decreto 1372/1986, Real Decreto Legislativo 781/1986. A partir de estas leyes
podemos definir los bienes comunales como:
Los bienes comunales son aquellos cuyo aprovechamiento pertenece al común de los
vecinos, como indica el artículo 79 de Ley 7/1985, de 2 de abril, reguladora de las Bases
del Régimen Local. También deben ser, según el artículo 80.1 de la misma ley: “Los
bienes comunales y demás bienes de dominio público son inalienables, inembargables e
imprescriptibles y no están sujetos a tributo alguno”. Como destaca el apartado 4 del
artículo 2 del Real Decreto 1372/1986, de 13 de junio, que aprueba el Reglamento de
Bienes de las Entidades Locales, sólo pueden pertenecer a los Municipios y a las
Entidades Locales Menores.
Aun así, no queda claro en qué medida el municipio es titular de los mismos ni cuál sea
su afectación; es decir, no queda claro su carácter demanial, vamos a tratar de
determinar cuál sea su naturaleza jurídica, la confusión parte de el artículo 2.3 del Real
Decreto 1372/1986 que cita lo siguiente: “Tienen la consideración de comunales
aquellos bienes que siendo de dominio público, su aprovechamiento corresponde al
común de los vecinos”.
Es apreciable destacar que un propietario, como el municipal, que carece del derecho de
aprovechamiento y de facultades de disposición resulta un propietario muy especial,
hasta el punto de que la doctrina y la jurisprudencia coinciden en que se trata de una
titularidad compartida entre el municipio y los vecinos, y de naturaleza jurídico-
administrativa, de modo que el municipio es un mero titular teórico de los comunales,
limitado y completado por un auténtico derecho real de goce de que disfrutan los
vecinos. Por tanto, la titularidad no es exclusiva del municipio, sino que es compartida
con los vecinos del mismo. Además, su aprovechamiento es exclusivo de los vecinos y
no del municipio. Es por esto por lo que los bienes comunales no son bienes de dominio
público.
En relación con esto último, el Tribunal Constitucional ha afirmado la “naturaleza
jurídica peculiar” que tienen este tipo de bienes. En este sentido, la Sentencia del
Tribunal Constitucional de 2 de febrero de 1981 establece que “los bienes comunales
tienen la naturaleza jurídica peculiar que ha dado lugar a que la CE haga una especial
referencia a los mismos en el artículo 132.1 al reservar a la ley la regulación de su
régimen jurídico que habrá de inspirarse en los principios de inalienabilidad,
imprescriptibilidad e inembargabilidad”
Cabe destacar cómo el Consejo de Estado también atribuye a los bienes comunales una
naturaleza jurídica peculiar. Así, en el Dictamen de 13 de julio de 1995 viene a sostener
que los bienes comunales, a pesar de que “en la concepción que luce en el artículo 132
de la Constitución están más cerca de los (bienes) de dominio público, y en la Ley de
Bases de Régimen Local se opera un acercamiento de los bienes comunales al dominio
público, aquéllos siguen conservando rasgos propios que los diferencian de los bienes
de dominio público en sentido estricto, calificándose los comunales como aquellos cuyo
aprovechamiento corresponda al común delos vecinos”
Por otro lado, gran parte del sector doctrinal considera que los bienes comunales son
bienes demaniales o de dominio público. El tribunal supremo ha sostenido la
equiparación en el régimen jurídico de los bienes demaniales y de los comunales en la
Sentencia de 18 de noviembre de 1996, a la vez que la Sentencia de 21 de septiembre de
1999 mantiene el carácter demanial de los bienes comunales.
Como indica la Constitución en el articulo 132 los bienes comunales tienen naturaleza
demanial, ya que incluye este tipo de bienes junto a los bienes de dominio público.
Si bien es cierto que este artículo no establece claramente el carácter demanial de los
bienes comunales, ello parece deducirse:
-Del hecho de que les atribuya un régimen jurídico similar al tener que inspirarse
su regulación en los principios de inalienabilidad, imprescriptibilidad e
inembargabilidad.
-De la referencia conjunta a bienes de dominio público y bienes comunales, en
un intento por eliminar la confusión que anteriormente existía sobre si los bienes
comunales eran patrimoniales o de dominio público, incluso, privados.

A partir de la Ley 7/1985, de 2 de abril, reguladora de las Bases del Régimen Local se
refiere en el artículo 80 a “Los bienes comunales y demás bienes de dominio público
son inalienables, inembargables e imprescriptibles y no están sujetos a tributo alguno”,
indicándose con ese término «demás» el que además de los bienes de dominio público
propiamente dichos hay otros bienes de dominio público, con un régimen más peculiar,
que son los bienes comunales. En apoyo de la demanialidad de los bienes comunales
cabe citar el artículo 2.3 del Real Decreto 1372/1986, de 13 de junio, que los define
claramente como de dominio público: “Tienen la consideración de comunales aquellos
bienes que siendo de dominio público, su aprovechamiento corresponde al común de los
vecinos.”
Las Comunidades Autónomas que regulan el régimen jurídico de los bienes de sus
Entidades locales han establecido de forma clara la naturaleza demanial de los bienes
comunales. Así, cuando definen los bienes de dominio público incluyen entre ellos a los
bienes comunales, aunque los mismos van a tener un régimen jurídico peculiar.
Aun así, la admisión del carácter demanial de un bien comunal ha planteado
tradicionalmente dos problemas referidos a los dos elementos determinantes para poder
calificar un bien como de dominio público: la titularidad pública, la afectación.
La Titularidad o propiedad de los bienes comunales.
Diversas son las posturas sostenidas por la doctrina y la jurisprudencia del Tribunal
Supremo respecto a la titularidad de los bienes comunales. Y se han clasificado como:
1.Titularidad exclusivamente vecinal:
La Sentencia del Tribunal Supremo de 14 de noviembre de 1995 se apoya no sólo en el
principio de jerarquía normativa que impide que un reglamento, en el caso una
Ordenanza municipal, contradiga lo dispuesto en una ley, sino también en la negación
de la titularidad municipal sobre los bienes comunales, que sostiene, haciendo
referencia nuevamente a que la titularidad corresponde a los vecinos.
Para negar la demanialidad de los bienes comunales y, consecuentemente, su titularidad
municipal se apoya: En que los bienes comunales, a diferencia de los bienes de dominio
público, en los que la titularidad es municipal, no están afectos a un uso o servicio
público, sino al uso o aprovechamiento vecinal. Así pues, es la afectación un elemento
tenido en cuenta para negar la titularidad municipal de los bienes comunales.
Además, en el artículo 79.2 de la Ley 7/1985, se establece que “los bienes de los entes
locales son de dominio público o patrimoniales”, sin incluir en la titularidad de las
Entidades locales los comunales.
La titularidad de los bienes comunales es vecinal, sin embargo, la gestión de estos se
reserva al municipio, es puesta de manifiesto también por el Consejo de Estado en su
Dictamen de 22 de junio de 1995.
2. La titularidad compartida de los bienes comunales:
Un importante sector doctrinal y abundante jurisprudencia del Tribunal Supremo viene
afirmando la titularidad compartida entre el municipio y los vecinos de los bienes
comunales. De esta forma, al ente local corresponderían las facultades de
administración y conservación del bien y a los vecinos las facultades de
aprovechamiento.
3. La titularidad municipal de los bienes comunales:
De la regulación actual de los bienes comunales puede deducirse el carácter de bienes
demaniales que poseen y, en consecuencia, su titularidad administrativa,
fundamentalmente municipal. Si bien es cierto que ni la CE en su artículo 132.1
atribuye la titularidad de los bienes comunales a los municipios (ni siquiera les atribuye
claramente el carácter de demanial), ni tampoco lo hacen los artículos 79.2, 79.3 y 80 de
la Ley 7/1985, los mismos pueden interpretarse en el sentido de que los bienes
comunales son de dominio público y a su vez se diferencian por su afectación a un uso
público, a un servicio público o al aprovechamiento vecinal.
Si partimos de la consideración del dominio público como una relación de propiedad,
según la cual un bien participa de esta naturaleza cuando es de titularidad de una
Administración y está afecto a un destino público, podemos concluir que la titularidad
de los bienes comunales corresponde al Ente local correspondiente, normalmente, el
municipio.
En cambio, la legislación básica de régimen local no determina de forma clara la
titularidad de los bienes comunales, como tampoco lo hace la legislación autonómica en
la materia como especifica el artículo 2.4 del Real Decreto 1372/1986: “Los bienes
comunales solo podrán pertenecer a los Municipios y a las Entidades locales menores”
alegando que el término «pertenecer» no significa lo mismo que propiedad, sino que
hace alusión a las potestades o facultades que sobre determinados bienes
corresponderían a una determinada Administración.

Aprovechamiento de los bienes comunales.


El aprovechamiento y disfrute de los comunales corresponde exclusivamente a los
vecinos, que pueden ser de una Provincia, un Municipio o de una Entidad local
formalmente constituida como tal, pero también puede corresponder a los vecinos de
cualquier núcleo de población aunque no esté formalmente constituido en Entidad local,
pudiendo ser muy diverso el contenido material de este tipo de aprovechamientos:
pastos, maderas, leñas, caza, aprovechamientos de carácter agrícola, derecho de
superficie, etc. Establece el artículo 18 de la Ley de Bases de Régimen Local de 2 de
abril de 1985, que "son derechos y deberes de los vecinos: c) Utilizar de acuerdo con su
naturaleza los servicios públicos municipales, y acceder a los aprovechamientos
comunales, conforme a las normas aplicables".
No obstante, el derecho de los vecinos al aprovechamiento de los bienes comunales, han
de hacerse dos precisiones:
- En primer lugar, no todos los empadronados en el municipio tienen el
derecho de disfrutar de estos bienes comunales ya que se debe residir de
manera habitual en el municipio. Todo esto para evitar aprovechamientos
abusivos de las personas que aun estando empadronadas no residen de
manera habitual.
- En segundo lugar, según el artículo 75.2 y el 75.4 del Texto Refundido de
Régimen Local, aprobado por Real Decreto Legislativo 781/1986, de 18 de
abril, se establece que, a partir de las costumbres u ordenanzas locales,
tradicionales se ordena el disfrute y aprovechamiento de estos bienes
mediante concesiones periódicas, y también exigir a los vecinos
determinadas condiciones de vinculación y arraigo o de permanencia, según
costumbre local, como condición para participar en los aprovechamientos
forestales indicados. La pérdida de la condición de vecino acarrea el fin del
derecho al aprovechamiento del bien comunal, salvo que dicho derecho se
haya adquirido por el procedimiento de adjudicación mediante precio
previsto en el artículo 75.3 del Texto Refundido de Régimen Local: “Si esta
forma de aprovechamiento y disfrute fuere imposible, el órgano competente
de la Comunidad Autónoma podrá autorizar su adjudicación en pública
subasta, mediante precio, dando preferencia en igualdad de condiciones a
los postores que sean vecinos”
La cesión del aprovechamiento de los bienes comunales, con independencia del título
que la justifique, debe ser aprobada por el Pleno de la Corporación correspondiente,
requiriéndose para tal aprobación la mayoría absoluta. El modelo de explotación
concreto de estos bienes se debe acordar conforme a las reglas del artículo 75 del Texto
Refundido, desarrollado en los artículos 94 y siguientes del Reglamento de Bienes de
las Entidades Locales. El artículo 75 establece un orden estricto de prioridad, que debe
ser respetado por la Administración local a la hora de decidir la aplicable en cada caso.
La explotación comunal no debe confundirse con la utilización común propia de los
bienes de dominio público o demaniales, ya que se trata de un uso privativo de los
vecinos, aunque esté abierto, en principio, a todas las personas que se ajusten al
concepto de vecindad que esté establecido y empadronado en la comunidad de que se
trate.
Los bienes susceptibles de aprovechamiento comunal son muy diversos, pudiendo
citarse los pastos, la explotación de recursos mineros, la caza, la explotación agrícola,
los aprovechamientos forestales, la recogida de plantas medicinales o de setas, o
incluso, usos de carácter turístico.
El régimen jurídico del aprovechamiento y disfrute se desarrolla en los artículos 94 a
108 del Real Decreto 1372/1986, de 13 de Junio, Reglamento de Bienes de las
Entidades Locales, de los que cabe destacar los siguientes:

“Artículo 94
1. El aprovechamiento y disfrute de bienes comunales se efectuará precisamente en
régimen de explotación común o cultivo colectivo.
2. Sólo cuando tal disfrute fuere impracticable se adoptará una de las formas siguientes:
a) Aprovechamiento peculiar, según costumbre o reglamentación local
b) Adjudicación por lotes o suertes.
3. Si estas modalidades no resultaren posibles, se acudirá a la adjudicación mediante
precio.

Artículo 95
Cada forma de aprovechamiento se ajustará, en su detalle, a las ordenanzas locales o
normas consuetudinarias tradicionalmente observadas, o a las que, cuando fuere
procedente, apruebe el órgano competente de la Comunidad Autónoma, en cada caso,
oído el Consejo de Estado o el órgano consultivo superior del Consejo de Gobierno de
aquélla, si existiera.

Artículo 96
La explotación común o cultivo colectivo implicará el disfrute general y simultáneo de
los bienes por quienes ostenten en cada momento la cualidad de vecino.

Artículo 97
La adjudicación por lotes o suertes se hará a los vecinos en proporción directa al
número de personas que tengan a su cargo e inversa de su situación económica.

Artículo 98
1. La adjudicación mediante precio habrá de ser autorizada por el órgano competente de
la Comunidad Autónoma, y se efectuará por subasta pública en la que tengan
preferencia sobre los no residentes, en igualdad de condiciones, los postores vecinos.
2. A falta de licitadores la adjudicación se podrá hacer de forma directa.
3. El producto se destinará a servicios en utilidad de los que tuvieren derecho al
aprovechamiento, sin que pueda detraerse por la Corporación más de un 5 por 100 del
importe.

Artículo 99
En casos extraordinarios, y previo acuerdo municipal adoptado por la mayoría absoluta
del número legal de miembros de la Corporación, podrá fijarse una cuota anual que
deberán abonar los vecinos por la utilización de los lotes que se les adjudiquen, para
compensar estrictamente los gastos que se originen por la custodia, conservación y
administración de los bienes.

Artículo 100
1. Si los bienes comunales, por su naturaleza o por otras causas, no han sido objeto de
disfrute de esta índole durante más de diez años, aunque en alguno de ellos se haya
producido acto aislado de aprovechamiento, podrán ser desprovistos del carácter de
comunales en virtud de acuerdo de la Corporación respectiva. Este acuerdo requerirá
información pública, voto favorable de la mayoría absoluta del número legal de
miembros de la Corporación y posterior aprobación por la Comunidad Autónoma.
2. Tales bienes, en el supuesto de resultar calificados como patrimoniales, deberán ser
arrendados a quienes se comprometan a su aprovechamiento agrícola, otorgándose
preferencia a los vecinos del municipio.

Artículo 101
Para la formación de los planes de ordenación y aprovechamiento de los bienes
comunales, se tendrá en cuenta lo dispuesto en el artículo 42 ("las Corporaciones locales
observarán en la administración de su patrimonio las normas dictadas por los diversos
órganos de la Administración Estatal o Autonómica en materia de su competencia para
el mejor aprovechamiento o régimen de bosques, montes, terrenos cultivables u otros
bienes, cualquiera que fuere su naturaleza").

Artículo 102
La cesión por cualquier título del aprovechamiento de bienes comunales deberá ser
acordada por el Pleno de la Corporación, requiriéndose el voto favorable de la mayoría
absoluta del número legal de miembros.

Artículo 103
1. El derecho al aprovechamiento y disfrute de los bienes comunales, en cualquiera de
sus modalidades, corresponderá simultáneamente a los vecinos sin distinción de sexo,
estado civil o edad. Los extranjeros domiciliados en el término municipal gozarán
también de estos derechos.

Artículo 104
En los supuestos en que las Administraciones Públicas competentes en materia de
reforma y desarrollo agrario adjudiquen bienes a las Corporaciones locales para que
sean destinados a usos o aprovechamiento de carácter comunal, las competencias
municipales deberán ejercitarse respetando las prescripciones específicas previstas en la
legislación sectorial.

Artículo 105
Cuando la Administración competente adquiera fincas para acoger poblaciones
trasladadas como consecuencia de la ejecución de obras públicas, el producto de la
enajenación o expropiación de los bienes municipales de todas clases que resulten
afectados se aplicará a los fines previstos en el párrafo 2 del artículo 96 de la Ley de
Expropiación Forzosa de 16 de diciembre de 1954.

Artículo 106
Parte de los bienes comunales podrá ser acotada para fines específicos, tales como
enseñanza, recreo escolar, caza o auxilio a los vecinos necesitados. La extensión de
dichos cotos y su régimen jurídico peculiar deberá ajustarse a las previsiones de la
legislación sectorial aplicable.

Artículo 107
Las Corporaciones locales podrán ejercer el derecho de tanteo en las subastas de pastos
sobrantes de dehesas boyales y de montes comunales y patrimoniales, dentro de los
cinco días siguientes al que se hubiere celebrado la licitación, con estas condiciones:
a) Que acuerden la adjudicación en la máxima postura ofrecida por los
concurrentes.
b) Que sujeten a derrama o reparto vecinal la distribución del disfrute y el pago
del remate.
Artículo 108
1. En los bienes de carácter forestal que, circunstancialmente y para favorecer su
restauración arbórea, admitieran trabajos de descuaje y roturación, podrá
autorizarse el aprovechamiento agrícola en estas condiciones:

1ª Que la autorización sea temporal y se obtenga con ella la efectiva restauración


y mejora arbórea del predio.

2ª Que el cultivo se efectúe en forma directa por los autorizados o por quienes
con ellos convivan en su domicilio.

3ª Que el aprovechamiento sobre cualquier parcela en favor del mismo


usufructuario no exceda de cinco años.

2. Además de todos los trabajos y prestaciones personales que guarden relación


inmediata con el cultivo a que se destinen las parcelas, los autorizados habrán de
realizar en ellas cuantas operaciones de mejoras determine la Administración
forestal, de oficio o a instancia del Ayuntamiento.

Finalmente, debe destacarse que el principal problema que vienen planteando las
fórmulas tradicionales de aprovechamiento es su carácter antieconómico, por lo cual
deben hoy intentarse nuevos usos comunales más eficaces y acordes con la evolución
de la economía, que permitan a los vecinos una explotación más rentable.

La afectación y desafectación de los bienes a un aprovechamiento comunal


Una primera consideración que ha de tenerse en cuenta a la hora de plantearse la
afectación de bienes a un aprovechamiento comunal es el hecho de que la afectación
misma sólo procede a partir de propiedades de carácter privado, esto es, bienes que no
sean propiedad de las Administraciones públicas o que, siéndolo, no tengan naturaleza
demanial.
El dominio público no puede ser objeto de este tipo de afectación porque representa una
operación contraria al principio de inalienabilidad propio del régimen jurídico de este
tipo de bienes.
La afectación de los bienes se puede producir por tres vías: Afectación expresa, tácita y
dentro de esta ultima una modalidad.
-Afectación Expresa: Para conseguir esta afectación se ha de lograr mayoría
absoluta en la corporación local y se debe demostrar que el cambio es de interés
público.
-Afectación tácita: se consigue cuando la Corporación y los vecinos adquieren
conjuntamente por usucapión, de conformidad con las normas civiles, la
propiedad de un bien que venía estando destinado a un uso comunal. Es
importante destacar que la usucapión debe justificarse no sólo en la posesión por
parte de la comunidad vecinal sino también en la realidad de la existencia de la
vinculación que es propia de los bienes comunales con la Entidad local de que
en cada caso se trate. Sin embargo, si no se realiza de este modo, el bien podría
ser adquirido por prescripción por los vecinos, pero en concepto de bien en
mano común o vecinal, quedando excluida la cotitularidad de la Entidad local.
-Modalidad de la afectación tácita: se produce cuando un bien
patrimonial (que ya pertenecía a la entidad local correspondiente) ha sido
objeto de aprovechamiento comunal por un período de 25 años. Esta
modalidad está recogida en el artículo 8.4 del Reglamento de Bienes de
las Entidades Locales.

Por otro lado, la imposibilidad de enajenación recogida en el articulo 132.1 de la CE


implica que un bien no puede enajenarse mientras está afectado a un uso o
aprovechamiento comunal, lo que supone, a su vez, que la enajenación sólo será posible
si media previamente una desafectación. El régimen de desafectación de los comunales
está condicionado por la doble titularidad propia de estos bienes, pudiendo afirmarse,
con carácter general, que toda desafectación de un bien comunal exige la concurrencia
de las voluntades de ambos cotitulares.
Por lo tanto, la desvinculación de su uso o desafectación debe de realizarse con una
aceptación clara de los vecinos hacia este proceso. El artículo 78 del Texto Refundido
de Régimen Local (RDL 781/1986) exige para proceder a un cambio de afectación de
un bien comunal que haya dejado de ser utilizado como tal bien comunal durante un
período de diez años. Por ello si los vecinos no hacen uso de este tipo de bienes se
puede iniciar el proceso de desafectación.
Para que sea posible proceder a la desafectación de los comunales es necesario, en
primer lugar, que el bien no haya sido objeto de disfrute comunal durante más de diez
años, aunque se hayan producido actos aislados de aprovechamiento; en segundo lugar,
que la Entidad local correspondiente, previa información pública, adopte el acuerdo de
desafectación por la mayoría absoluta legal de los miembros de la Corporación; y, en
tercer término, la resolución posterior de la Comunidad Autónoma aprobando
finalmente la desafectación.
La Entidad no está obligada a proceder a la desafectación de los bienes comunales en
desuso, atendiendo al tenor literal del artículo 78.1 del Texto Refundido, que
simplemente establece que la Entidad local "podrá" desafectar.

También puede producirse la desafectación por acuerdo expreso entre la Corporación


Local y los vecinos al objeto de ceder un bien comunal para una concentración
parcelaria. Igualmente, tiene lugar la desafectación, implícita, cuando el bien sea objeto
de expropiación forzosa.
A parte la ley impone una importante limitación al destino futuro de esos bienes que han
dejado de ser comunales como indica artículo 78.2 del Texto Refundido de Régimen
Local: “En el supuesto de que tales bienes resultasen calificados como patrimoniales y
fueren susceptibles de aprovechamiento agrícola, deberán ser arrendados a quienes se
comprometieren a su explotación, otorgándose preferencia a los vecinos del Municipio”.

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