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ÉTICA PROFESIONAL

DIVERSAS PERSPECTIVAS Y
CONCEPCIONES SOBRE EL VALOR
MÁXIMO DE REFERENCIA.
Introducción.
 Los valores éticos son los puntos de referencia, racionales y vivenciales, que son
percibidos por el hombre como las metas u objetivos que merecen buscarse en toda
acción humana. El valor ético se autopresenta a sí mismo como valioso en la
medida que es deseable por el hombre no solo para sí mismo, sino para todo el
género humano.
 Son indemostrables tanto empírica como racionalmente y motivan por sí mismo a la
voluntad del hombre que se siente atraído por ellos, no por obligación, sino como
algo deseable para poder realizarse como tal en la existencia. Por eso, la reflexión
ética de todos los tiempos ha sido el intento por descubrir y circunscribir el valor
ético último innegociable, irrenunciable, inintercambiable; al tiempo que buscar
formas de concretarlo en la historia.
 En esta unidad vamos a examinar cuál es el valor ético máximo o aquel valor que
hace de punto de referencia último y que permite jerarquizar a todos los demás
valores éticos, o sea, ordenarlos en niveles de prioridad. De otra manera no sería
decidirnos, cuando hay conflictos de valores, en la praxis histórica del hombre
viviendo en sociedad.
 Valor es la condición de algo que sirve y es deseable. Entre sus principales
acepciones se encuentran:
 Una visión económica y sostiene que el valor es el grado de utilidad o aptitud de
las cosas, para satisfacer las necesidades o proporcionar bienestar o deleite.
 Una visión ética y define el valor como la virtud con la que se afrontan graves
peligros y se emprenden grandes cosas.
 Una perspectiva ontológica y refiere que el valor es la cualidad por la cual una
cosa posee dignidad y es, por tanto, digna de estima y respeto. Es todo aquello
que favorece la plena realización del ser humano como persona. Es una realidad
que resulta importante para su crecimiento y que contribuye a estructurar
mentalmente y orientar su vida.
 Por eso vamos a exponer cuáles siguen siendo las distintas perspectivas de
aproximación al Valor último, o cuáles han sido a lo largo de la historia y en el
debate contemporáneo las teorías éticas sobre el valor. Eso nos permitirá ver al
final del recorrido, cuál es la concepción de la ética cristiana sobre el tema.
 Los valores no son el fruto de un determinismo impuesto por la situación histórica o
la presión social, pues tales imposiciones esclavizan y dejan de ser valor; ni son el
fruto de un voluntarismo indiscriminado, pues tales veleidades carecen de
objetividad. Los valores se ubican en el terreno del ser humano integral, donde la
conciencia existencial toma en cuenta la experiencia histórico-social, la razón
analiza y juzga el valor propicio de realización personal-comunitaria, y la voluntad
decide llevarlo a la práctica y de hecho lo lleva a cabo. El valor es el fruto de la
naturaleza del hombre, la interacción dialéctica entre la libertad y el medio
histórico-social.
 La razón está al servicio de la voluntad, como el conocer a la realización, en el
sentido de conocer la verdad para realizarse trascendentalmente. La voluntad da
sentido a la realización; pero infortunadamente la corrupción política ha identificado,
para confundir el pensamiento, a la voluntad con el poder y por eso se ha afirmado
“conocer para poder”, lo cual ha sido invertido por la independización irracionalista
de la voluntad en “poder es conocer”, lo que equivale en primer término a “la
conciencia al servicio del poder” y que la soberbia oscurantista del politicismo ha
transformado en “el poder dicta la ciencia”.
 El hombre es un ser integral y, por ello, plantearse el problema de la
anterioridad del pensamiento o de la acción, de la teoría o de la práctica,
resulta un planteamiento falso en su abstracción irreal; pues si la anterioridad
es temporal no cabe duda que el bebé actúa antes de pensar, pero cabe
preguntarse el grado en que tal acción es propiamente humana.
 Nos parece que dicho grado depende de la mayor o menor conciencia y
libertad; aquélla hace referencia a la inteligibilidad de la acción y ésta a la
responsabilidad práctica de la decisión teórica.
 Conciencia y libertad se desarrollan conjunta e integralmente, de tal modo que
hablar de primacía temporal carece de sentido, al igual que de la primordialidad
valorativa porque la teoría impracticable y la acción inconsciente son
propiamente inhumanas.
 Puede darse la predominancia de una de ellas sobre la otra pero siempre los
resultados conllevan las limitaciones tanto más graves cuando más grave es el
error.
 Una educación que no cultiva la voluntad es una educación que pervierte
la mente. Sólo por los valores humanos cobran valor la ciencia y la
filosofía.
 Lo trascendente no pertenece al ámbito científico experimental; el
pretender aquella reducción desfasaría la ciencia fuera de su eje y aún de
su órbita en una ceguera axiológica total; lo trascendente pertenece a la
esfera de lo existencial realizativo.
 La capacidad racional es limitada por su propia estructura funcional que
requiere entender reflexivamente por una representación abstracta, que ella
misma constituye.
 La conciencia, en cambio, está abierta a la existencia misma y al infinito. El
concepto limita la razón a lo esencial y finito; por ello, la razón jamás podrá
invadir los límites de lo trascendente sin fundamentarse en lo conciencial.
CONCEPCIONES SOBRE EL VALOR
MÁXIMO DE REFERENCIA.

I). Por razones del método.


 Las teorías filosóficas.
Consideran que el hombre puede descubrir el Valor Moral usando como método la
razón humana que estudia e interpreta la realidad de la interacción humana.
 Las teorías vivencialistas.
Sus referentes consideran que el único método para encontrar el valor moral es por
medio de la emoción y de los sentimientos.
 Las teorías descriptivas o científicas.
Serían los que consideran a la dimensión ética como una de las tantas
manifestaciones del ser humano y por tano, como un objeto empírico, al que hay que
estudiar con el mismo método de las ciencias empíricas y formales.
II) Por definición o contenido formal.
Teorías de la satisfacción: Éticas libertarias de tipo individualista:
 Emotivismo.
No existe ninguna referencia ética que trascienda el propio individuo, donde lo único
que vale es el interés de cada uno. Se basa en el interés personal.
 Espontaneismo vitalista.
Es el instinto de poder que tiene el hombre y su tendencia a ejercer el dominio sobre
los demás. Es la ética nietzscheana. El hombre tiene la obligación de buscar la
realización de esta espontaneidad vital, sin que nada se lo impida.
 Epicureísmo y hedonismo.
Es la ética del placer, pues el principio y la raíz de todo bien, es el placer.
 Decisionismo.
Son las decisiones libres de cada uno las que hacen que uno valore una cosa y no
otra.
Éticas de la convivencia social armónica:
 Pragmatismo:
Es una doctrina filosófica desarrollada por los filósofos estadounidenses del siglo XIX
Charles Sanders Peirce, William James y otros, según la cual la prueba de la verdad
de una proposición es su utilidad práctica; el propósito del pensamiento es guiar la
acción, y el efecto de una idea es más importante que su origen. El pragmatismo fue
la primera filosofía de Estados Unidos desarrollada de forma independiente. Se opone
a la especulación sobre cuestiones que no tienen una aplicación práctica. Afirma que
la verdad está relacionada con el tiempo, lugar y objeto de la investigación y que el
valor es inherente tanto por sus medios como por sus fines.
 Altruismo.
Es el deseo del bienestar ajeno. El término fue acuñado en el siglo XIX por el filósofo
y sociólogo francés Auguste Comte a partir de la palabra italiana altrui (‘de o para
otros’). La palabra ha ido adquiriendo con el tiempo el rango de vocablo usual. En
filosofía, describe una teoría de la conducta que consiste en desear el bien de los
demás como último fin de todo acto humano. En cualquier teoría ética, altruismo es la
antítesis de egoísmo (el interés de uno mismo).
 Marxismo.
Es una doctrina y teoría social, económica y política basada en la obra de Karl Marx y sus
seguidores, indisolublemente unida a dos ideologías y movimientos políticos: el socialismo
y el comunismo. Postula que bueno es lo que permite construir la sociedad sin clases o la
que respeta es la estabilidad de la sociedad sin diferencias socioeconómicas.
Utilitarismo.
Proviene del latín, utilis, 'útil'), en el ámbito de la ética, la doctrina según la cual lo que es
útil es bueno, y por lo tanto, el valor ético de la conducta está determinado por el carácter
práctico de sus resultados. El término utilitarismo se aplica con mayor propiedad al
planteamiento que sostiene que el objetivo supremo de la acción moral es el logro de la
mayor felicidad para el más amplio número de personas. Este objetivo fue también
considerado como fin de toda legislación y como criterio último de toda institución social.
En general, la teoría utilitarista de la ética se opone a otras doctrinas éticas en las que
algún sentido interno o facultad, a menudo denominada conciencia, actúa como árbitro
absoluto de lo correcto y lo incorrecto. El utilitarismo está asimismo en desacuerdo con la
opinión que afirma que las distinciones morales dependen de la voluntad de Dios y que el
placer que proporciona un acto al individuo que lo lleva a cabo es la prueba decisiva del
bien y del mal.
 En la Introducción a los principios de la moral y la legislación J. Bentham
propuso el utilitarismo como la base para emprender las reformas sociales.
Mantenía que era posible comprobar de modo científico lo que era justificable en
el plano moral aplicando el principio de utilidad. Así, las acciones eran buenas si
tendían a procurar la mayor felicidad para el mayor número de personas. La
felicidad era equivalente al placer.
 Mediante una especie de cálculo matemático-moral de los placeres y las penas,
se podría llegar a decir qué era una acción buena o mala. Si todos los placeres y
las penas estuvieran en el mismo orden, entonces sería posible una evaluación
utilitarista de las actividades morales, políticas y legales.
 Bentham afirmó también que si los valores se basaban en los placeres y las
penas, entonces las teorías de los derechos naturales y de la ley natural no eran
válidas. John Stuart Mill modificó algunos de los principios de Bentham, excepto
su método para calcular las cantidades de felicidad.
 Positivismo o legalismo.
Sistema de filosofía basado en la experiencia y en el conocimiento empírico de los
fenómenos naturales. En virtud de lo anterior, el positivismo considera a la
metafísica y a la teología como sistemas de conocimiento imperfectos e
inadecuados. Lo bueno está mandado por la ley. Si existe una ley legítimamente
establecida por los representantes del pueblo democráticamente elegidos, eso es lo
que hay que cumplir para poder vivir socialmente. Más allá que la “verdad”
encontrada por los representantes elegidos, no es posible.

En la actualidad, los filósofos positivistas prefieren denominarse a sí mismos


empiristas lógicos, para disociarse de la importancia que dieron los primeros
pensadores del positivismo lógico a la comprobación científica. Mantienen que el
principio de verificación en sí mismo es inverificable en el campo filosófico. Sin
embargo, autores tan representativos como Rudolf Carnap han propuesto nuevos
sentidos del tradicional principio de verificación neopositivista.
Teorías de la excelencia o de la perfección:
Éticas formales:
 Immanuel Kant.
(1724-1804), filósofo alemán, considerado por muchos como el pensador más
influyente de la era moderna. Creó una ética individual y trascendentalista.
Consideraba los objetos del mundo material como incognoscibles en esencia; desde
el punto de vista de la razón, sirven tan sólo como materia pura a partir de la cual se
nutren las sensaciones. Los objetos, en sí mismos, no tienen existencia, y el espacio
y el tiempo pertenecen a la realidad sólo como parte de la mente, como intuiciones
con las que las percepciones son medidas y valoradas. La moralidad está en hacer lo
que establece automáticamente, la razón humana que averigua lo que está bien
siguiendo toda aquella norma que sea universalmente aceptada.
 Racionalismo.
El racionalismo en ética es la afirmación de que ciertas ideas morales primarias son
innatas en la especie humana y que tales principios morales son evidentes en sí a la
facultad racional. El criterio fundamental para juzgar lo que es bueno, es lo que
resulta coherente con la racionalidad humana.
 Ética del discurso o de la acción comunicativa.
Su principal contribución a la filosofía fue una teoría sobre la racionalidad, es decir, la
habilidad para pensar de forma lógica y analítica. Habermas imagina un futuro en el
que la razón y el conocimiento trabajen en pro de una sociedad mejor. En ese futuro,
la comunicación humana no debería estar sujeta a la dominación del Estado y los
ciudadanos racionales deberían poder actuar en la sociedad de forma libre en el
ámbito político.
 Ética intuicionista.
La discusión contemporánea sobre la ética ha continuado con los escritos de George
Edward Moore, en particular por los efectos de su Principia ethica. Moore mantuvo
que los principios éticos son definibles en los términos de la palabra bueno,
considerando que ‘la bondad’ es indefinible. Esto es así porque la bondad es una
cualidad simple, no analizable. A Moore se le califica de intuicionista. Naturalistas e
intuicionistas consideran los enunciados éticos como descriptivos del mundo, o sea,
verdadero o falso. Los filósofos que difieren de esta posición pertenecen a una tercera
escuela, no cognitiva, donde la ética no representa una forma de conocimiento y el
lenguaje ético no es descriptivo. Algunos empiristas lógicos afirman que los
enunciados éticos sólo tienen significado emocional o persuasivo.
 Ética valorativa.
Max Scheler (1874-1928), filósofo social y religioso alemán, inspirador de la teoría de
los valores, cuyo trabajo reflejaba la influencia de la fenomenología de su compatriota
Edmund Husserl. Nacido en Munich, Scheler enseñó en las universidades de Jena,
Munich, y Colonia. En “La naturaleza de la simpatía (1913)”, Scheler aplicó el método
de Husserl de la descripción fenomenológica detallada a las emociones sociales que
relacionan a los seres humanos unos con otros, especialmente el amor y el odio.
Partiendo del concepto husserliano de reducción fenomenolífica, Scheler distinguió
las esencias de lo intangible, lo que llevó a la afirmación de la independencia de los
valores eternos e inmortales.
A este libro le siguió su obra más famosa “El formalismo en la ética y teoría material
de los valores (1913)”, un estudio en dos volúmenes de ética en el que criticaba el
enfoque ético formal del filósofo alemán Immanuel Kant y lo sustituía por un estudio
de los valores específicos como se presentan de un modo directo a la conciencia. Más
tarde rechazó el catolicismo y desarrolló una filosofía, basada en la ciencia, en la que
todo conocimiento abstracto y valores religiosos son considerados sublimaciones de
los instintos básicos humanos, que expone en su último libro, El puesto del hombre en
el cosmos (1928).
 Ética aristotélica o tomista.
El objetivo esencial de los escolásticos determinó algunas actitudes comunes, de las
que la más importante fue su convicción de la armonía fundamental entre razón y
revelación. Los escolásticos afirmaban que el mismo Dios era la fuente de ambos
tipos de conocimiento y la verdad era uno de Sus principales atributos. No podía
contradecirse a Sí mismo en estos dos caminos de expresión. Cualquier oposición
aparente entre revelación y razón podía deberse o a un uso incorrecto de la razón o
a una errónea interpretación de las palabras de la revelación. Como los escolásticos
creían que la revelación era la enseñanza directa de Dios, ésta tenía para ellos un
mayor grado de verdad y certeza que la razón natural.
En los conflictos entre fe religiosa y razonamiento filosófico, la fe actuaba siempre
como árbitro supremo y la decisión de los teólogos prevalecía sobre la de los
filósofos. Desde principios del siglo XIII, el pensamiento escolástico puso mayor
énfasis en la independencia de la filosofía en su ámbito propio. A pesar de todo,
durante el periodo escolástico la filosofía estuvo al servicio de la teología, no sólo
porque la verdad de la filosofía estaba subordinada a la de la teología, sino también
porque los teólogos utilizaban la filosofía para comprender y explicar la revelación.
III). Teorías más relevantes de la actualidad.
Éticas consecuencialistas o relativistas:
 El Emotivismo y la ética de la postmodernidad.
a) Nihilismo (del latín nihil, ‘nada’), término aplicado a diversas filosofías radicales, y
por lo general dotado de carácter peyorativo por sus oponentes, con el propósito de
denotar que quienes se adhieren a estas filosofías rechazan los valores positivos y
no creen en nada. b) Relativismo, término que posee distintos significados en
diferentes ramas de la filosofía. En teoría del conocimiento, se entiende por
relativismo la imposibilidad de que existan verdades absolutas; al no existir éstas,
sólo se puede conocer en forma relativa al contexto y circunstancia de esas
verdades. En ética, supone que no es posible considerar algo que sea bueno o malo
absolutamente; es decir, que no hay referencias absolutas para la bondad o la
maldad: éstas siempre dependen de determinadas circunstancias de la acción.
Muchas veces se ha identificado relativismo con escepticismo, aun cuando
semejante equiparación no es precisa, ya que el relativismo no plantea una postura
tan radical como el escepticismo.
c) Posmodernismo, movimiento internacional extensible a todas las artes.
Históricamente hace referencia a un periodo muy posterior a los modernismos, y en
un sentido amplio, al comprendido entre 1970 y el momento actual. Los teóricos de la
posmodernidad sólo coinciden en un punto: que el escándalo radical provocado en su
momento por el arte moderno ha sido asimilado y recuperado por esos mismos
burgueses liberales que en un principio tan sorprendidos y críticos se mostraron con
él. Lo moderno ha llegado a integrarse en la cultura institucional elevado a los altares
en galerías de arte, museos y programas de estudios académicos. Sin embargo, no
hay consenso entre los posmodernistas sobre el valor de lo moderno, como tampoco
hay consenso cultural sobre el valor del posmodernismo.
El filósofo francés Jean-François Lyotard considera que la explosión de las
tecnologías de la información, y la consiguiente facilidad de acceso a una abrumadora
cantidad de materiales de origen en apariencia anónimo es parte integrante de la
cultura posmoderna y contribuye a la disolución de los valores de identidad personal y
responsabilidad. Con todo, entiende la multiplicidad de estilos posmodernos como
parte de un ataque al concepto representativo de arte y lenguaje, con lo que afirma
más de lo que rechaza el modernismo de altos vuelos y allana paradójicamente el
camino para su regreso triunfal.
Éticas personalistas:
 La fundamentación propuesta por Xavier Zubiri:
Xavier Zubiri (1898-1983), filósofo español. Nacido en San Sebastián (Guipúzcoa),
estudió Filosofía en las universidades de Madrid, Lovaina, Friburgo, Berlín, Munich y
París. Posteriormente fue profesor de Historia de la Filosofía en las de Madrid (1926-
1936) y Barcelona (1940-1941). En 1941 se retiró de la enseñanza oficial y llevó una
vida alejada y dedicada al estudio, que sólo abandonó de forma esporádica para
impartir cursos privados.
Con una notable incidencia de la tradición escolástica, así como un detallado
conocimiento de las aportaciones de la lógica y de la filosofía de las ciencias
contemporáneas, Zubiri desarrolló una amplia obra filosófica, en la que destacan sus
investigaciones ontológicas. En sus primeras obras trató temas históricos, analizó
ciertos aspectos de la física contemporánea y planteó algunos rasgos de la que sería
su filosofía de madurez, centrada en el estudio de la esencia.
A este periodo corresponderían Naturaleza, Historia, Dios (1944) y Sobre la esencia
(1962). Según Zubiri, es posible distinguir entre una “filosofía primera”, que se
ocupa de la realidad, de lo que “es de suyo”, anterior a toda forma de ser. La
realidad es, pues, fundamental: es el primer inteligible y se da como “realidad
sentida”. Tras analizar el carácter de la realidad, Zubiri se embarcó en el estudio de
temas y en ámbitos tales como la antropología, la libertad y la voluntad. El ser
humano puede definirse como “animal de realidades” que posee una “inteligencia
sentiente”: su función primera estriba en enfrentarse de un modo sentiente con la
realidad de las cosas. Para Zubiri será, pues, necesario abordar el análisis de la
intelección humana, que es uno de los modos más eficaces que el hombre tiene de
afrontar el mundo. A este análisis dedicó los tres volúmenes de su gran trilogía
Inteligencia sentiente: Inteligencia y realidad (1980), Inteligencia y logos (1982) e
Inteligencia y razón (1983).
La inteligencia permite que el ser humano realice la aprehensión primera de las
cosas como reales. Esta aprehensión se expresa mediante el logos, que sólo
supone una manifestación lógica de las cosas reales, pero no equivale a su
conocimiento. El nivel de la razón es el nivel más importante de apertura a la
realidad: permite superar el mero entendimiento racional y llegar al conocimiento.
Mediante la razón se conoce de verdad lo que es la realidad y se alcanza el sentido
de la existencia humana como religada y abierta a la trascendencia. Su pensamiento
ha influido en algunos ámbitos de la filosofía española contemporánea, gracias
especialmente a las actividades realizadas por la Fundación Xavier Zubiri,
constituida en 1989 para la difusión de su obra. El deber básico de todo hombre es
ser feliz. El sistema de referencia moral. Posibilidades de concreción del sistema de
referencia: los principios y valores fundamentales. Comprobación de los esbozos en
la experiencia. Justificación de los esbozos. Personalismo formal o material.
 Ley natural.
Es el conjunto de principios que, en ética, teología, derecho y teoría social, remite a lo
que se supone son las características permanentes de la naturaleza humana, que pueden
servir como modelo para guiar y valorar la conducta y las leyes civiles. La ley natural se
considera, en esencia, invariable y aplicable en un sentido universal. A causa de la
ambigüedad de la palabra “naturaleza”, el significado de natural varía. Así, la ley natural
puede ser considerada como un ideal al que aspira la humanidad, o un hecho general
entendido como el modo en que actúan por norma o regla general los seres humanos. La
ley natural es diferente de la ley positiva, establecida por la sociedad civil.
Los filósofos griegos fueron los primeros en elaborar una doctrina de la ley natural. En el
siglo VI a.C., Heráclito hablaba de una sabiduría común que impregna todo el Universo:
“todas las leyes humanas se nutren de una, la divina”. Aristóteles distinguía entre dos
clases de justicia: “Una norma de justicia es natural cuando tiene la misma validez en
todas partes, y no depende de que la aceptemos o no; una norma es legal (convencional)
cuando en primera instancia puede ser fijada en un sentido u otro con indiferencia”. Los
filósofos estoicos, sobre todo Crisipo de Soli, elaboraron una teoría sistemática de la ley
natural. Según el estoicismo, el cosmos está ordenado respondiendo a un principio
racional por un principio activo, el logos, llamado de diversos modos: Dios, alma o
distinto.
Toda naturaleza individual es parte del cosmos. Vivir conforme al imperativo de la
virtud significa vivir en armonía con la propia naturaleza, vivir de acuerdo a la
razón. Puesto que la pasión y la emoción se consideran movimientos irracionales
del alma, el sabio busca erradicar las pasiones y abraza de forma consciente la
vida racional. Esta doctrina fue popularizada entre los romanos por el orador del
siglo I a.C. Marco Tulio Cicerón, que formuló una famosa definición de ley natural
en su De Republica: “La ley verdadera es la razón justa de acuerdo con la
naturaleza; es de aplicación universal, invariable y eterna; requiere el cumplimiento
de sus mandatos, y aparta del mal por sus prohibiciones.
No existirán leyes diferentes en Roma y Atenas, o diferentes leyes ahora y en el
futuro, sino que una ley eterna e invariable tendrá validez para todas las naciones y
en todas las épocas”. En el Corpus Iuris Civilis, compilación y codificación del
Derecho romano promulgada en el 534 por el emperador Justiniano I, se reconocía
una ius naturale, pero no existía ninguna afirmación de que la ley natural sea
superior a la ley positiva y ninguna reivindicación de los derechos humanos (la
esclavitud, por ejemplo, era entonces legal).
Los cristianos encontraban la doctrina de la ley natural de los estoicos compatible con
sus creencias. San Pablo hablaba de los gentiles, que no asumen la ley de Moisés,
cumpliendo “por naturaleza lo que la ley exige” (Rom. 2,14). El teólogo hispano del
siglo VI san Isidoro de Sevilla afirmaba que la ley natural se observa en todas partes
por instinto natural; citaba como muestra las leyes que ordenan el matrimonio y la
procreación. Los textos de san Isidoro, citados por el erudito italiano Graciano en el
comienzo de su Decretum (1140?), el principal manual de Derecho canónico durante la
edad media, incitaron a una amplia discusión entre los más importantes
representantes del escolasticismo. De las teorías de estos últimos sobre la ley natural,
la de santo Tomás de Aquino es la más conocida.
En su Summa Theologiae (1265-1273), santo Tomás llamaba “ley eterna” al gobierno
racional de la creación de Dios. Ésta confiere a todos los seres la orientación de
aquellas acciones y fines que les son propios. Las criaturas racionales, mediante la
dirección de sus propias acciones y guiando las acciones de los otros, participan de la
razón divina en sí misma. “Esta participación en la ley eterna de las criaturas naturales
se llama ley natural”. Sus dictados corresponden a las inclinaciones elementales de la
naturaleza humana. Así, de acuerdo con santo Tomás de Aquino, es posible distinguir
el bien del mal mediante el conocimiento natural de la razón.
El jurista holandés Hugo Grocio (1583-1645), está considerado el fundador de la
teoría moderna de la ley natural. Su definición de ésta como el conjunto de reglas que
pueden ser descubiertas por el uso de la razón es tradicional, pero al presentar la
hipótesis de que su ley tendría validez siempre, aunque no existiera Dios o en el
supuesto de que los problemas de los seres humanos no tuvieran ninguna importancia
para Dios, estableció una separación de los presupuestos teológicos y preparó el
camino para las teorías racionalistas de los siglos XVII y XVIII. Por esta vía se
desvinculó del escolasticismo en su metodología, aunque no en su contenido. Una
segunda innovación de Grocio fue considerar esta ley como deductiva e independiente
de la experiencia; en su obra De iure belli ac pacis (Sobre el derecho de la guerra y la
paz, 1625) afirmaba: “Así como los matemáticos tratan las figuras como abstracciones
de sus cuerpos, así en el trato de la ley he alejado mi juicio de todos los hechos
particulares”. El jurista alemán Samuel von Pufendorf desarrolló de manera más
completa el concepto de una ley que instaurase el orden natural. En sus obras
Leviatán (1651) y Tratados sobre el gobierno civil (1690), los filósofos ingleses del siglo
XVII Thomas Hobbes y John Locke, respectivamente, proponían una condición
primigenia de la naturaleza de la cual surgía un contrato social, y relacionaban y
complementaban esta teoría con la de la ley natural.
La doctrina de Locke, para quien la condición humana había dotado a los
individuos de ciertos derechos inalienables que no podían ser violados por
ninguna autoridad terrenal, fue incorporada a la Declaración de Independencia
estadounidense (1776).
Durante el siglo XIX, un espíritu crítico dominó las discusiones sobre la ley
natural. Su misma existencia se consideró improbable, y fue en gran parte
sustituida en la teoría legal por el utilitarismo, enunciado por el filósofo inglés
Jeremy Bentham como “la máxima felicidad del mayor número de personas”, y
por el positivismo legal, según el cual la ley se basa en exclusiva en los
“mandatos del gobernante”, en expresión del jurista inglés John Austin.
Las atrocidades cometidas por la Alemania nacionalsocialista durante la II Guerra
Mundial reavivaron el interés por hallar una norma superior a la ley natural. La
Carta fundacional de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) proclamaba
la “fe” de esta organización en los derechos humanos. El 10 de diciembre de
1948, la Asamblea General de la ONU estableció la Declaración Universal de
Derechos Humanos que, sin embargo, constituyó más un pronunciamiento moral
que un tratado de obligado cumplimiento.

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