Está en la página 1de 15

ÉTICA Y RESPONSABILIDAD SOCIAL

Modulo 1

Diferencia entre ética y moral

La moral viene del latín mos (costumbre). La moral es una normativa que molde nuestras
conductas. La ética es la reflexión filosófica del accionar humano. Viene del griego Ethos (morada,
carácter y deliberación). La ética fue fundada por Aristóteles, el cual definió a la ética como una
filosofía practica ya que reflexiona sobre el accionar humano.

Adela Cortina reflexiona sobre el ser moral, el cual es el que tiene conciencia de sus actos, que
busca la felicidad como construcción colectiva y que ética y moral se necesitan entre sí.

La ética no se relaciona con aquello que las diferentes culturas deciden que es bueno o malo, sino
que, con la reflexión filosófica sobre las conductas, ejercicio que va más allá de la cultura a la que
pertenecemos. (ejemplo de niño que salva a su perro en el incendio en vez de su abuela que le
pegaba)

El derecho humano fundamental es la vida.

Moral: robar el malo, no debe robar.

La ética: Analiza respecto a cuál es la acción correcta que te llevará a la autorrealización y


desarrollo de la plenitud.

José Luis Aranguren (2000), filósofo contemporáneo, las llama "moral vivida", y "moral pensada"
correlativamente, en tanto desarrolla esta idea de que la moral se da en la vida práctica y la ética
se da como una reflexión de esa vida práctica. Es por esto que se habla de niveles diferentes: la
moral estaría en lo cotidiano y la ética en lo reflexivo. Lo común para ambas será el objeto de
estudio que es la construcción de un carácter que permita ser justos y felices.

Lo que puede ser moral para un cierto grupo de personas puede no serlo para otras, y la ética, en
cambio, debe preocuparse de lo universal, es decir, de aquello que es válido para todos. Por
ejemplo, en algunos países de Oriente se castiga el adulterio de una mujer lapidándola. Para
nuestra moral occidental, ese castigo es desmedido, cruel e, incluso, criminal. Contrariamente a
culturas orientales, en Chile, aunque el adulterio es sancionado por la ley, no existe un castigo
real. Si pensamos en el adulterio en otros momentos históricos de Chile, sí podemos encontrar
mayores repercusiones y castigos sociales, tanto así que en algún momento se constituyó como
normativa. Sin embargo, en la actualidad es una disposición en desuso que no refleja nuestra
nueva moral, en que se subentiende que el Estado no puede castigar a los adúlteros. Estas dos
situaciones nos manifiestan que existen dos moralidades diferentes, porque se desarrollan en dos
comunidades muy distintas, y que incluso la moral de una comunidad puede ir cambiando, como
sucede con el castigo al adulterio en la historia de Chile.

La ética reflexiona sobre aquello que va más allá de los valores y creencias de determinados
grupos sociales, y, por lo tanto, no debería cambiar según el lugar geográfico en que se desarrolle,
ni tampoco según su tiempo histórico.
La filosofía, que en su origen griego significa amor (filo) a la sabiduría (sofía), es una disciplina que
se dedica al estudio de diferentes fenómenos (conocimientos) desde una reflexión lógica. Según
Aristóteles, la filosofía, al dedicarse a fenómenos tan diversos, se divide en 5 ramas
fundamentales:

Los saberes según Aristóteles:


Estudio del ser en cuanto tal: sus causas y efectos.

Metafísica

Estética Estudio de lo bello: del arte y sus fundamentos.

Gnoseología Estudio del conocimiento, sus orígenes y límites. 

Lógica Estudio de los principios y leyes que guían el pensamiento. 

Ética Estudio de la acción humana, sus causas y finalidad. 

el concepto de ética: La cultura griega clásica emplea la expresión para referir a una forma de ser
en el mundo noble  y recta. Esa actitud, o ethos, depende de la deliberación, entendida como el
proceso de reflexión ante la toma de decisiones de los individuos en cuanto a su naturaleza
racional, surge a través de la educación y del lugar en el que se habita. el concepto nace como
opuesto al de naturaleza (physis) y al de instinto animal (orexis), en tanto implica un ejercicio
constante de control de las bajas pasiones para asegurar un buen vivir: en el sentido de vivir
armónico.

Fue Aristóteles, filósofo que fundó el emblemático Liceo, quien en el siglo V a. de C., empleara la
expresión ética en su sentido más estricto para aludir a una de las ramas más importantes de la
filosofía: aquella que reflexiona sobre los fundamentos de la acción humana. Por ello, el filósofo de
Estagira la definió como filosofía práctica. Para Aristóteles, la disciplina se encarga de reflexionar
acerca de la finalidad de la existencia humana: la felicidad. Y además evalúa los medios que llevan
al ser humano a conseguir dicho fin (thelos). La ética aristotélica es la piedra de origen de la ética,
como rama de la filosofía, y más específicamente, de la ética clásica.

La ética o filosofía práctica ha atravesado distintos momentos según el período histórico que le ha
correspondido transitar.

La historia de la ética se podría dividir básicamente en cuatro períodos bien definidos:

1. Ética clásica
2. Ética medieval
3. Ética moderna
4. Ética contemporánea
La moralidad es un estado delimitado por la sociedad y, en específico, por las doctrinas e
ideologías que circulan en determinado ambiente histórico. Hace referencia a la calidad de los
actos humanos y a su ajuste a los parámetros de bondad y rectitud que son definidos por las
comunidades o colectividades sociales, y que constituyen el contexto de la acción individual. La
moralidad se asocia a la pauta que direcciona la acción normalizada en un determinado tiempo y
espacio cultural; por ende, es generalmente dinámica.

La moralidad también está relacionada con el carácter racional propio de los seres pensantes. Se
considera moral a quien sabe lo que hace, inmoral a quien sabiendo lo malo hace caso omiso de
ello y, por último, desmoral a quien no sabe lo que hace y por consiguiente no es responsable de
su conducta. En este último caso, se trata de seres desprovistos de racionalidad o nulos de
empatía por razones inherentes a su naturaleza. En otras palabras, y según indica la filósofa Adela
Cortina, el hombre moral es aquel que está en su propio quicio (Cortina, 1996), es decir, piensa
por sí mismo y a conciencia. Un inmoral es aquel al que se acusa de no someterse a ciertas
normas, pero puede el mismo sentirse orgullo, por no compartir la misma moral. Un hombre
desmoral, en cambio, es aquel que perdió la capacidad de decidir, ‘está fuera de su radical
autenticidad y por ello no vive su vida’ .

Adela Cortina (1996: 4)

A veces, en nuestra sociedad, la moral es subvalorada, en la medida que es designada como


castigadora, se la relaciona con valores conservadores y se le agrega el compuesto ina: moralina.
La moral no es necesariamente una tábula de reglas conservadoras que murmuran señoras de
edad avanzada. La moral está asociada a la idea de responsabilidad. Mientras la ética es una rama
de la filosofía, que se da en el ámbito reflexivo; la moral es el saber que busca construir un buen
carácter que se da en la vida práctica.

Hoy la moral es un artículo de primera necesidad precisamente porque nuestras "sociedades


avanzadas", con todo su avance, están profundamente desmoralizadas: Cualquier reto nos
desborda. No sabemos qué hacer con los desempleados, con los inmigrantes, con los ancianos y
los discapacitados; la corrupción acaba pareciéndonos bien con tal de ser nosotros quienes la
practiquemos y, por supuesto, que no se nos descubra; no sabemos dónde situar a los enfermos
de SIDA ni cómo valorar la ingeniería genética (1996: 5).

Adela Cortina (1996: 5)

La cita anterior ejemplifica la importancia de actuar moralmente en la vida actual. La moral se da


en la vida practica y la ética se da como una reflexión de esa vida practica En sentido práctico los
propósitos de ambas (ética y moral) son similares: ambas están destinadas a distinguir buenas y
malas conductas. Sin embargo la ética es reflexiva: busca y analiza fundamentos de cada
comportamiento humano.

Modulo 2

Paradigmas éticos

Es un concepto creado por Thomas Kuhn, lo definió como un sistema de creencias, de verdades.
Vimos 3 grandes paradigmas:

Teleológico: desde la antigüedad hasta el fin del medioevo, este precede al paradigma
deontológico: que es el moderno. Éticas aplicadas: paradigma del siglo 20, el que habitamos hoy
en día

 Teleológico: lleva escrito su nombre en Aristóteles, se define a partir de que las acciones
humanas son un medio que busca un fin. Es medio para un fin que excede al accionar
humano. Ese fin es el bien común. La palabra viene de Thelos (fines) tiene que ver con una
ciencia, un saber de los fines. Y ese fin es el bien común de la polis (nombre griego del
estado griego). ¿En qué medida la acción humana para Aristóteles va a ser algo que va a
tener un fin? Va a ser la acción virtuosa, la acción debe ir tallada por la virtud. Aristóteles
planteaba 4 virtudes: prudencia (actuar prudente), templanza, la fortaleza y la justicia.
 Deontológico: Quedo inscrito el nombre de Manuel Kant, el invierte la ética aristotélica: el
obrar humano tiene un fin no fuera de él, no es externo a él. Si no que el fin es inherente
al accionar humano, está en la acción. Funda el periodo ilustrado y la modernidad. En el
sentido de que cierta manera la acción debe estar guiada por el deber, por eso se llama
deontológico, por deber. La ley moral no es externa para Kant, es interna y por lo mismo
es autónoma (auto: sí mismo, nomia: viene de nomos y significa ley. Ósea “yo me doy la
ley”) El ser humano ya no es concebido por algo derivado de dios, si no que nos podemos
auto normar (se puede construir). Imperativo categórico: es el deber por sí mismo, ósea
que si yo me guio por el imperativo categórico voy a obrar con la mayor justicia y mayor
moral posible, también si me guio por ese, se vuelve un poco universal.
 Éticas aplicadas: No está regido bajo un nombre propio, aun no se sabe quien firma debido
a que su definición no obedece una definición univoca (lo único univoco es que no son
antropocéntricas, es decir que no tiene a nombre del centro de su reflexión). Surgen a
través de los desafíos que generan los avances tecnológicos hasta hoy. Se hacen cargo de
los efectos de cierto humanismo que condujo casi toda la modernidad (de que el hombre
se podía auto normar) El terreno de las éticas aplicadas son los conflictos étnicos. Pueden
versar sobre el medioambiente, a las minorías sexuales, pueblos originarios, derechos
reproductivos de las mujeres, etc. (todos estos dilemas caben en las éticas aplicadas)

Vivimos bajo un sistema de creencias que nos ayudan a habitar y entender el mundo. Que el
ascensor arribe cuando lo accionamos es parte de este sistema de creencias. Dicho sistema, que se
nos presenta como verdades es lo que llamamos paradigma. Son modelos que nos ayudan a
comprender la realidad. Cuando la realidad cambia, el paradigma entra en crisis, ya que no es
capaz de dar respuesta y surge uno nuevo.

Paradigma, desde la epistemología (filosofía de las ciencias), se define como un conjunto de


creencias, pensamientos y técnicas que comparte una colectividad dada y que posibilita la
prosecución de un conjunto de posibilidades de acción. El término fue acuñado por Thomas Kuhn,
filósofo y científico, quien desarrolló esta definición en su texto La estructura de las revoluciones
científicas (Kuhn, 1971).
Existen paradigmas de diferente tipo, por ejemplo, los científicos tales como el construido a partir
de la teoría de la relatividad (todo es relativo); los estéticos (belleza occidental) y también existen
éticos, es decir, un conjunto de creencias generadas a partir del análisis filosófico.

Aristóteles es uno de los filósofos más renombrados dentro del grupo de pensadores antiguos, se
le conoce generalmente como el primer filósofo sistematizador del saber en esa área y también en
el mundo científico, sabemos que fue discípulo de Platón y que, emulando a su maestro, pero con
ciertas diferencias de opinión, fundó el Liceo. También se le conoce como el maestro de Alejandro
Magno, el filósofo peripatético (debido a su enseñanza de la filosofía recorriendo los jardines del
Liceo) y suele ser llamado por quienes lo citan como el Estagirita por su ciudad de origen.

Es sabido que Aristóteles fue muy prolífico, abordó casi todas las áreas del saber e incluso hizo una
clasificación del conocimiento que resulta interesante para comenzar a ubicar el lugar de la ética
dentro de la paleta de saberes.

Indicó que existen básicamente tres tipos de conocimiento:

  Teórico Aquí se encuentran las ciencias, pues se aborda el conocimiento.

  Técnico o productivo Como la artesanía, el arte y el cultivo de habilidades en general.

  Práctico Referido a lo ético y lo político.


 

La ética sería, pues, un saber práctico (praxis), en tanto su objeto de estudio es la acción y también
el cómo esta se orienta en su medio más próximo (la sociedad).

Para Aristóteles, la acción siempre está en relación o está situada. Su propuesta es que la acción
debe considerar el bien común y para ello debe estar configurada en virtud de la relación
Ciudad/Estado (polis), puesto que se constituye dentro de un orden legal (nomos). En otras
palabras, se actúa dentro de un mundo trazado por reglas sociales.

De acuerdo con el discípulo de Platón, el ser humano no viene predeterminado a actuar de


manera recta o uniforme. Para conseguir ese ideal de perfección se requiere el desarrollo de
ciertas virtudes que se van instalando en la conducta en la medida en que se llevan a cabo en la
práctica. Estas virtudes son:

 Prudencia: Pensar antes de actuar.


 Fortaleza: Actual resiliencia.
 Templanza: Gobierno de las pasiones y los deseos
 Justicia: orientación al bien común y al gobierno de conductas colectivas.

ÉTICA TELEOLOGICA
Se le denomina ética teleológica a la ética aristotélica, pues en ella la acción tiene un fin (thelos)
que está más allá de ella misma, por ejemplo, el bienestar de la ciudadanía. Ferrater Mora, filósofo
español, indica lo siguiente:

Las virtudes éticas son para Aristóteles aquellas que se desenvuelven en la práctica y que van
encaminadas a la consecución de un fin (...). A las primeras pertenecen las virtudes que sirven para
la realización del orden de la vida del Estado —la justicia, la amistad, el valor, etc.— y tienen su
origen directo en las costumbres y en el hábito, por lo cual pueden llamarse virtudes de hábito o
tendencia.

Mora (1964, p. 594)

Aristóteles plantea en su ética la búsqueda de la Eudaimonía (orientación a la felicidad/bienestar)


porque sostiene que el fin último que debe perseguir la ética es el logro de la felicidad entendida
como bienestar (autorrealización) y no como mera consecución de placeres o alegrías pasajeras.

La Ética Teleológica o Ética Aristotélica se configura como un paradigma ético, por ser una de las
éticas trascendentes para el ser humano, con relación a la cantidad de siglos (V a. de C. - XV d. de
C.) en que funcionó como un paradigma. El paradigma se fue desgastando hacia finales del
medievo, cuando el cambio sociocultural dio espacio al surgimiento de la ética formulada por el
filósofo Kant, que vino a reemplazarla.

Vivimos bajo un sistema de creencias que nos ayudan a entender y a habitar el mundo. Este
sistema de creencias, que a nosotros se nos presenta como verdades, es lo que llamamos
paradigma. Los paradigmas no son verdades universales, aunque a nosotros nos parezca así, y
tampoco son verdades infalibles, sino que son construcciones compartidas por aquellos que
pertenecen a una misma comunidad y pueden derrocarse ante coyunturas históricas, científicas o
culturales.

En la historia de la ética se han desarrollado tres paradigmas:

1. El teleológico.

2. El deontológico.

3. Las éticas aplicadas.

Cada uno de ellos se enfoca en un aspecto diferente. La ética teleológica se destaca por desarrollar
un conocimiento dependiente de sus propósitos o fines, analiza los actos dándoles un sentido.

ÉTICA DEONTOLOGICA

Immanuel Kant es el filósofo alemán más renombrado por la originalidad y por su capacidad de
sistematización de las ideas filosóficas sin precedentes. Kant se sitúa en el contexto histórico del
fin del medioevo y el comienzo de la ilustración, y al igual que Aristóteles, sistematiza el saber muy
concienzudamente.

Kant desarrolla la llamada ética Deontológica, que es una ética del deber (deon= deber). Establece
el concepto de autonomía y con él pretende configurar una ética desprovista de elementos
externos para su justificación. La autonomía es la capacidad exclusiva de la especie humana de
auto normarse. Sobre ella, sostiene:

Un animal lo es ya todo por su instinto; una razón extraña le ha provisto de todo. Pero el hombre
necesita una razón propia; no tiene ningún instinto, y ha de construirse él mismo el plan de su
conducta

Kant (1983, p. 29)

Ese elemento antropológico que distingue al ser humano de los animales, al mismo tiempo lo hace
singular, pues en él está la libertad y la opción (racional) de ser autónomo y no coaccionado por
tendencias naturales (elementos materiales).

En sus textos La crítica de la razón práctica y Prolegómenos para una metafísica de la


posteridad establece que la acción moral realmente justificada desde un punto de vista filosófico
es aquella que depende de máximas universales de acción. Para Kant existen imperativos que
sabemos que debemos cumplir independientemente de si buscan o no nuestra felicidad. Por
ejemplo, sabemos que no debemos matar y esto no tiene que ver con un plan para conseguir
nuestra felicidad, sino más bien con un imperativo respecto a nuestra propia humanidad. Esos
mandatos o imperativos que el ser humano construye a través de sus propios razonamientos
lógicos son los que nos identifican como seres humanos auténticos, ya que al ser capaces de
normarnos a nosotros mismos nos convertimos en seres autónomos y nos dignificamos como
especie.

Kant creó el concepto de imperativo categórico para calificar las acciones. Para ser morales ellas
debían ser necesarias, es decir, de obligación incondicional en cualquier circunstancia. Entonces, la
moralidad de una acción no depende de sus consecuencias sino de las intenciones con que se
realizó, ya que es el deber el que nos impulsa a actuar bien. Kant, en Fundamentación de la
metafísica de las costumbres (1785), da ciertas fórmulas generales del imperativo categórico:

Fórmula de la Ley “Obra solo según una máxima tal que puedas querer al mismo tiempo que se torne
 
Universal ley universal”.

Fórmula de la Ley de “Obra como si la máxima de tu acción debiera tornarse, por tu voluntad, ley
 
la Naturaleza universal de la naturaleza”.

“Obra de tal modo que uses la humanidad, tanto en tu persona como en la persona
Fórmula del Fin en sí
  de cualquier otro, siempre como un fin al mismo tiempo y nunca solamente como
Mismo
un medio”.

Fórmula de la “Obra como si por medio de tus máximas fueras siempre un miembro legislador en
 
Autonomía un reino universal de fines”.

Todas estas fórmulas son sintetizadas en la “Crítica de la razón práctica” (1788) en una ley llamada
“ley básica de la razón pura práctica” que se detalla así “Obra de tal modo que la máxima de tu
voluntad siempre pueda valer al mismo tiempo como principio de una legislación universal”. Las
acciones que no cumplan con estos imperativos solo son buenas en determinadas circunstancias y,
por lo tanto, no son morales. Las normas morales en la ética deontológica son categóricas,
incondicionadas (no buscan un fin) y universales. Son producto de nuestra razón práctica y
expresan nuestra humanidad.

La ética kantiana si bien se centra en el seguimiento de una ley universal al mismo tiempo
constituye una defensa acérrima de la idea de autonomía. Por ello el filósofo alemán sostiene que:
“Un animal lo es ya todo por su instinto; una razón extraña le ha provisto de todo. Pero el hombre
necesita una razón propia; no tiene ningún instinto, y ha de construirse él mismo el plan de su
conducta” (Kant, 1983: 29). Ese elemento antropológico que distingue al ser humano de los
animales al mismo tiempo lo hace singular, pues en él está la libertad y la opción (racional) de ser
autónomo y no coaccionado por tendencias naturales (elementos materiales). Pero esa exigencia
formal de la moralidad no es cartesiana o meramente racionalista pues se posa cobre la idea de un
ser susceptible de experiencias sensoriales, el humano requiere sobre un cuerpo sobre el cual
incidir: no parece, por ejemplo, que tengan el mismo valor de fines en sí los árboles, los animales o
los objetos inanimados que los seres humanos. Y la mera formalidad no es capaz de efectuar esa
selección “si no se le supone un contenido material; la formalización por sí misma no exige el
respeto a la persona, sólo es una condición de universalidad” (Klappenbach, 2007: 55). Pero Kant
siempre rechazó una ética que reduzca todo a lo material por no proveer ningún fundamento para
las acciones según verdaderos motivos universales, y aunque la hubiese aceptado no le parecería
suficiente como para afirmar todos los alcances de la idea de autonomía. Sin duda, existe en su
propuesta ética una parte que se basa en los contenidos que dota la experiencia (antropología
práctica) y existe otra que considera los elementos puramente morales (metafísica de las
costumbres). Kant destacó los motivos de justificación racional contrapuestos a aquellos motivos
que se basan en el simple egoísmo personal o en aquellos de carácter empírico: acciones que,
independiente de los motivos que la impulsen, se puede observar bajo la apariencia de actos
buenos tras las experiencias personales como bajo el propio respeto de la ley universal; no
obstante, la clave está en la calidad de las decisiones. Klappenbach sostiene que “la acción más
meritoria puede ser realizada por motivos inconfesables, así como acciones objetivamente
inmorales pueden surgir, por ejemplo, de una obnubilación mental que absuelve de
responsabilidad a su autor. La única garantía moral de una acción radica en la voluntad del agente,
inaccesible a la observación empírica” (2007: 55). No se trata solo de una ética cuya estructura de
formulación y contenido incluyan lo formal y el talante moral que implica la idea de autonomía,
pues también es importante cómo las acciones se revisten de crédito y de garantía moral. Lo
contrario se genera bajo consideraciones que sitúan el fundamento meramente en contenidos
empíricos, lo cual relativiza las pretensiones de validez universal de una teoría moral y la inviste de
una apariencia de realidad que se diluye finalmente en la inmediatez o en la mera utilidad de los
logros asociados a las acciones arregladas a fines particulares. La formalidad kantiana opera en
términos de dispositivos metodológicos, en tanto sintetiza racionalmente el comportamiento de
sujetos genuinamente morales. De modo que, “no es en el interior del sujeto donde se genera la
obligación moral sino en una exigencia que proviene del encuentro con lo que Kant llama la
humanidad” (Klappenbach, 2007: 57). Así se justifica la deontología kantiana, en el supuesto
universal según el cual el ser humano es un fin en sí mismo, por ello esta viene a una propuesta de
resistencia ética frente a las éticas historicistas o heterónomas. La resistencia deontológica
además previene de la sagacidad, vale decir, de la habilidad de “elegir los medios para conseguir el
mayor bienestar propio (Kant, 1996: 39).
BIEN COMÚN EN KANT

El bien común en el pensamiento kantiano se aleja de la ética teleológica, en tanto no reduce el


bien a la idea de colectividad: de clase o de ciudadanía. El bien buscado es de índole universal y
supone el respeto del imperativo categórico y con ello se asegura el mayor bienestar posible de los
pueblos. El imperativo categórico es un mecanismo interno del sujeto que lo custodia de la
contaminación que puede suponer una orden externa o un impulso visceral. La ética kantiana no
es un conjunto arbitrario de leyes moralizantes, sino más bien un llamado a la autonomía, la
universalidad y el absoluto desinterés. Como indica el crítico Mijaíl Malishev, para entender a Kant
hay que comprender a su vez su contexto de eclecticismo y de ambigüedad normativa. Se trataba
de reglas: Excesivamente pedantes e incluso cómicas, representaban una mezcla ecléctica
normativa con amenazas de castigos no menos absurdos (…) que le parecen a la gente no más
sagrados que las recomendaciones higiénicas o normas de etiqueta. Pero las consecuencias más
tristes de tal situación consistían en que la tutela moral administrativa convertía el miedo al
castigo en el motor de los actos morales. (2014: 10) La Alemania de aquella época estaba colmada
de reglas triviales que terminaban disuadiendo la verdadera responsabilidad de los sujetos. Y Kant
representa un pensador imprescindible para justificar el anti-tutelaje o negar así la obediencia
ciega a autoritarismos o a deseos inherentes a la naturaleza de cada uno.

ÉTICAS APLICADAS

Durante el siglo XX, las nuevas tecnologías comenzaron a desafiar al paradigma deontológico. La
filósofa chilena Ana Escribar indica que se produjo una especie de desfase entre la normativa
moral, por un lado, y la capacidad humana de actuar, por otro. Este desfase se explica a partir de
la capacidad de actuar del ser humano y de su incapacidad de prever las consecuencias de sus
acciones.

El siglo XX junto al desarrollo tecnológico amplió la capacidad de actuar y las consecuencias de las
acciones del ser humano, fundamentalmente en dos ámbitos: 

 La naturaleza: alcances éticos de los actos sobre el planeta.

 Las relaciones entre sí: con sus contemporáneos y con las futuras generaciones.

El primer ámbito, la naturaleza, antes se presentaba como invulnerable. Hasta la modernidad, las
personas no tenían real poder frente a ella, por lo que tampoco había consecuencias ni
responsabilidad en sus actos. Los paradigmas éticos anteriores (teleológico y deontológico)
solamente resguardaban las relaciones que establece el ser humano consigo mismo y en sociedad,
y no con la naturaleza que le rodea. Cuando los avances tecnológicos empoderaron al ser humano
frente al medio ambiente, e incluso frente a su biosfera, las éticas, como la deontológica que
solamente consideraba al ser humano como un fin en sí mismo, comenzaron a flaquear. Surgió la
necesidad de reflexionar sobre los alcances éticos que tienen nuestros actos por sobre el universo
que nos rodea.

El segundo ámbito, el de las relaciones entre los seres humanos, estaba regulado por el paradigma
ético imperante, sin embargo, este se vio desafiado por lo que Ana Escribar llama como “Extraños
morales”. La globalización ha traído como consecuencia que personas provenientes de diferentes
tradiciones y cosmovisiones convivan en un mismo espacio físico, dentro de una misma sociedad
que es plural (étnica y culturalmente). La ética entonces está llamada a salvaguardar lo múltiple
del ser humano y la igualdad de sus derechos.

Más allá de la globalización, las tecnologías desafían la relación ética entre los seres humanos en la
medida en que se realizan prácticas complejas e inéditas, como las que incluyen manipulación
genética, criopreservación, fertilización in vitro, extensión artificial de la vida, y todas aquellas en
que el poder tecnológico del ser humano lo ayuda a desafiar el orden tradicional de la naturaleza.

Con todo, fuera de las relaciones que se establecen entre contemporáneos, la ética debe
reflexionar sobre la relación que establece el ser humano con las futuras generaciones, pues el
alcance de sus acciones puede destruir el planeta, transformar la especie, eliminar la
biodiversidad, y, en otras palabras, cambiar las condiciones que el ser humano tiene para vivir.

A partir de los desafíos que planteó el surgimiento de una nueva realidad tecnológica y compleja
durante el siglo XX, el paradigma ético varió hacia las éticas aplicadas. Los paradigmas éticos
previos habían puesto acento en su aspecto teórico, en cambio, las éticas aplicadas ponen el
acento en el análisis filosófico de cuestiones concretas, como lo son las tratadas por la bioética, la
ética ambiental, la ética del ciberespacio, entre otras.

Hacia los años setenta, más específicamente en 1971, Van Rensselaer Potter publicó su libro
Bioética: un puente hacia el futuro dando el pie inicial a las éticas aplicadas y, en especial, a la
bioética, cuyo desarrollo fue rápido y fecundo. Posteriormente, han aparecido otras como la ética
empresarial, de las comunicaciones, eco-ética, ética cívica, entre otras.

Las éticas aplicadas, según Adela Cortina:

...intentan de algún modo aplicar los principios descubiertos en el nivel fundamentador a las
distintas dimensiones de la vida cotidiana.

Cortina (2001, p. 165)

Conclusión: Vivimos bajo un sistema de creencias que nos ayudan a entender y a habitar el
mundo. Este sistema de creencias, que a nosotros se nos presenta como verdades, es lo que
llamamos paradigma. Los paradigmas no son verdades universales, aunque a nosotros nos parezca
así, y tampoco son verdades infalibles, sino que son construcciones compartidas por aquellos que
pertenecen a una misma comunidad y pueden derrocarse ante coyunturas históricas, científicas o
culturales.

En la historia de la ética se han desarrollado tres paradigmas: 1. El teleológico, 2.El deontológico,


Las éticas aplicadas.

Cada uno de ellos se enfoca en un aspecto diferente. La ética teleológica se destaca por desarrollar
un conocimiento dependiente de sus propósitos o fines, analiza los actos dándoles un sentido. La
ética deontológica se destaca por los imperativos racionales que valorizan al ser humano como un
fin en sí mismo, analiza los actos según una ley u obligación universal, se debe cumplir con la ley
moral. Las éticas aplicadas se destacan por su reflexión de situaciones concretas que aquejan al ser
humano contemporáneo. En el actual paradigma de las éticas aplicadas subyacen nuestras
preocupaciones por el futuro de la humanidad, por la especie humana y por el mundo que nos
rodea.
Modulo 3

El bien común

Para Aristóteles el bien común de la polis es el fin de la ética. Con Kant, uno puede construir el
bien común, Adela cortina: todo sociedad pluralista debe estar equilibrada entre un régimen de
creencias y una perspectiva laica. La sociedad debe ser plural en ese sentido y debe tener unos
mínimos axiológicos normativos, que son unos valores morales mínimos. Lucran haderman
(filosofo alemán): el bien común debe ir mas allá del bienestar y de la solidaridad, y se debe por
eso escuchar a las minorías.

Perspectiva de Michelini (pensador argentino): habla de la ética publica (idea que tb está en ética
aplicada)

Modulo 4

Axiología

Es una rama de la filosofía que estudia los valores y los juicios. Se dice que Giu fue el primer en
pensar la axiología, ya que el pensaba en el valor de las cosas, de cierta manera pensaba en la
cualidades de las cosas (de las idea, impresiones que tenemos de las cosas).

¿Qué son realmente los valores? Es la importancia que yo le doy a cierta conducta, cierto habito
(por eso tiene relación con la moral) es la cualidad que yo le doy al accionar humano.

Esta entre 2 polos que es la perspectiva subjetivista y objetivista.

 perspectiva subjetivista: Todo es subjetivo, todo está en la mente el valor que yo le doy a
las cosas.
 perspectiva objetivista: Las cosas tiene SU valor.

Los valores se deben regir por dos principios: la dicotomia y la jerarquía, estos me permiten
valorizar, pensar los valores. Es muy difícil pensar un perspectiva moral sin la axiología.

La axiología es la rama de la filosofía que estudia los valores (teoría de los valores) y sus juicios. Se
podría señalar que comienza junto a la teoría anti-metafísica del filósofo David Hume (en la
imagen), quien reflexiona sobre los valores morales y estéticos. Ahora bien, ¿sabes qué son los
valores? Los valores, como su nombre lo indica, se relacionan con el grado de valor o importancia,
aptitud o utilidad que entregamos a ciertas conductas e ideas. En este sentido, son cualidades, es
decir, características positivas por ser tributarias de un bien.

Por ejemplo, observa La noche estrellada de Van Gogh:

Según las cartas que Vincent Van Gogh escribió a su hermano, La noche estrellada era la visión que
el artista tenía desde su ventana. La pintó mientras estaba interno en el monasterio Saint Paul de
Mausole, un sanatorio psiquiátrico, y la consideraba un completo fracaso. Van Gogh solamente
pudo vender 2 pinturas en vida, pues su obra no era valorada por sus contemporáneos. Es así
como su hermano Theo Van Gogh y luego su viuda Johanna Gezina van Gogh-Bonger se
convirtieron en los primeros dueños. Con el paso del tiempo, la obra obtuvo mayor notoriedad.
Finalmente, en 1941 fue vendida al Museum of Modern Art (MoMA) de Nueva York.

Es la pintura más conocida de Vincent Van Gogh y, sin embargo, al igual que la mayor parte de su
obra, no logró ser apreciada mientras el pintor vivía. Cuando fue realizada la obra, entre los óleos
y la tela, tuvo un costo que no alcanzó a ser cubierto por la apreciación valórica que realizó su
contexto social. La primera vez que tuvo un valor económico fue de 400 francos, que son
alrededor de 400 dólares. Hoy, es una creación tan apreciada que no tiene un valor monetario.
Excede el valor económico que se puede consignar, ¿cómo podemos explicar esto?, ¿la obra es
diferente?, ¿se modificó el cuadro? La tela no ha variado, lo que cambió es la apreciación que se
hace de ella. Cuando Van Gogh la pintó fue incomprendida, probablemente porque el estado del
arte y la sociedad no alcanzaban el desarrollo suficiente como para valorarla. Actualmente, La
noche estrellada se encuentra como exposición fija en el MoMA.

Probablemente pienses que es una pintura bella. Cuando uno la observa detenidamente sus luces
parecieran titilar, producto de la técnica utilizada y de nuestros procesos cerebrales.

La belleza es precisamente un valor en el ámbito de la estética (valor: bello).

En otros ámbitos, existen otros valores, por ejemplo, en la ciencia existe el valor de la verdad y en
la ética el valor del bien. La belleza, la verdad y el bien son entidades simbólicas en la medida en
que no tienen una materialidad, pero sí simbolizan principios orientadores de la humanidad y se
pueden observar en manifestaciones concretas.

Volvamos al cuadro La noche estrellada, que es considerada la obra maestra de Van Gogh, ¿es
bella porque nosotros la encontramos bella o porque es intrínsecamente bella? En otras palabras,
¿algo es bello porque nosotros le damos esa cualidad o es bello por sí mismo? 

En ambas perspectivas, se puede determinar que los valores existen más bien en la interrelación
sujeto/objeto, es decir, existen ciertas características en el objeto que el sujeto reconoce y valora.
Todos los valores cumplen dos principios básicos que determinan su existencia:

1. El principio de la dicotomía (valor/disvalor), por ejemplo: bello/feo, verdadero/falso,


bueno/malo.
2. El principio de la jerarquía (valores superiores e inferiores), por ejemplo, en las ciencias lo
verdadero está sobre lo bello. Este principio es el mayor reconocimiento que se le confiere
a unos valores por sobre otros.

Los valores morales son consensos de determinadas conductas humanas. Son absolutos en la
medida de que se hallan independientemente del sujeto que los observa, pues lo relativo e incluso
subjetivo es la apreciación que se realiza de ellos.

Por ejemplo, el valor de la dignidad humana existe y es absoluto, independientemente de que


existan y haya habido sociedades que no lo apreciaban de forma significativa.

Se podría señalar que existen dos caminos para la identificación de los valores humanos: desde la
humanidad y desde el ser humano mismo.
Desde una visión general se puede observar cómo la humanidad, a lo largo de su historia y junto al
avance de sus sociedades, ha buscado consensuar ciertos valores que le parecen indispensables
para su convivencia y posterioridad. La humanidad históricamente reconoció algunas conductas
que considera como valiosas y las plasmó en reglamentos morales, tales como el Código de Manú
(India, 200 a. de C.), la Carta Magna (Inglaterra, 1215) o la Declaración de los Derechos del Hombre
y del Ciudadano (Francia, 1789).

Estos tres ejemplos son representativos del intento humano histórico de establecer valores en
común, independientemente de las épocas y diferentes lugares geográficos en que se desarrolle.
El consenso que se establece en reconocer ciertos valores morales, se realice o no a través de un
código, es fruto de un proceso complejo que una sociedad realiza, en que identifica e, incluso
podríamos decir, descubre valores importantes para su propio desarrollo. El hecho de que existan
pueblos que hayan realizados sacrificios humanos como prácticas habituales de su cultura no
manifiesta que el respeto a la vida sea un valor relativo, sino que el desarrollo de la sociedad no
logró llegar a un estadio de reflexión tal que lo comprenda o reconozca. Para nuestra civilización,
en el contexto occidental de globalización, el código moral que refleja nuestro avance es La
Declaración Universal de los Derechos Humanos (París, 1948).

Los valores morales son considerados necesarios para el desarrollo de las sociedades
democráticas, pues cautelan sus estructuras, ya que los valores tienen como finalidad conformar
una comunidad con cimientos sólidos.

Desde una visión más particular, es decir, desde el ser humano mismo, también existe un camino
para reconocer cuáles son las conductas u objetos que nos parecen valiosas.

No nacemos con claridad respecto a los valores, pero sí con la capacidad de descubrir aquello por
lo que vale la pena ser un ser humano. Es a través de ambas rutas que los seres humanos llegamos
a establecer valores morales, cruzados por el desarrollo de la sociedad a la que pertenecemos, el
tipo de experiencia y análisis que nos puede ofrecer, y a través de nuestras propias vivencias.

Existen dos tipos de valores morales:

1) Éticos o humanos: Son aquellos que poseen un carácter absoluto y de naturaleza


infranqueable. Estos valores poseen una fundamentación filosófica que los avala y se
consideran valores de índole universal, eso quiere decir que son valores trans-históricos.
Por ejemplo, los valores que aborda la Declaración Universal de los Derechos Humanos,
tales como dignidad, libertad y respeto. Para profundizar al respecto ver: Los valores
consagrados en la Declaración Universal de Derechos Humanos están bajo asedio y
debemos defenderlos.
2) Sociales: Son aquellos que dependen del contexto, de las tradiciones y del momento
histórico que experimentan los pueblos y las sociedades. En este sentido, son valores que
cambian en la medida en que se complejizan las relaciones sociales y de convivencia. En
este caso, también estamos ante valores de carácter político y son de índole
específicamente coyunturales e históricos.
Por ejemplo, el valor de la democracia en esta época y lugar territorial es muy reconocida
como valor fundamental para el desarrollo de las sociedades, pero en otros momentos
históricos e incluso en otras latitudes del mundo, no tienen el mismo reconocimiento o
importancia. Pensemos en lo que sucede en el Estado de la Ciudad del Vaticano, donde
existe una teocracia, en que el gobernador coincide con el líder religioso y, en este caso, es
elegido a través de un cónclave. Nadie piensa en cambiar el régimen de gobierno ni en
proponer una democracia para el Vaticano.
Otro ejemplo actual es la controversia que genera la estatua del filósofo alemán Immanuel
Kant en Kaliningrado. Kant nació en Prusia Oriental, específicamente en Königsberg
(Alemania) actualmente Kaliningrado (Rusia). Pese a su origen alemán, Kant fue súbdito del
imperio ruso, trabajó en su universidad y fue muy bien valorado allí. Sin embargo, con la
contingencia histórica que enfría la relación de ambos países, su estatua fue atacada y se
señaló al filósofo como un enemigo de la patria rusa. La vigencia del valor de la figura de
Kant en Rusia es dudosa, ¿sus postulados han cambiado? No, lo que ha cambiado es la
apreciación que se realiza de su figura.

¿Qué es lo que cambia cuando cambia el valor de un objeto, por ejemplo, La noche estrellada?

Los valores son absolutos en la medida de que existen independientemente del sujeto que los
observa, pues lo relativo e incluso subjetivo es la apreciación que se realiza de ellos. Por ejemplo,
el valor de la dignidad humana existe y es absoluto, independientemente de que existan y hayan
existido sociedades que no lo apreciaban de forma significativa

Conclusión: En este módulo definimos que los valores son entidades simbólicas de orden
relacional, es decir, que son productos de la relación entre sujeto y objeto, pero al mismo tiempo
son entidades absolutas e irrestrictas, esto es, no son relativas, ni responden a ciertas condiciones.
El relativismo o las condiciones se dan en la apreciación de los valores y responden al desarrollo
que tiene el ser humano respecto a su propia humanidad.

Los valores constituyen un tema de discusión ampliamente trabajado en filosofía y últimamente


en otros saberes, asimismo, la ética no puede abstenerse de tal discusión. Desde valores
esenciales hasta tablas de valores históricos renovables, todo merece atención para poder
configurar un patrimonio cultural importante que nos permita desarrollar con amplitud una
sociedad equilibrada.

Ética privada: de cierta manera no ayuda en el bien comun, yo puedo hacer en mi casa, con mi
familia.

La ética pública es laica, la ética privada, ya sea la de los individuos en su carácter personal, de los
grupos sociales y políticos o la de las iglesias, en cambio, puede basarse en las ideas que aceptan
esos individuos, grupos o iglesias en términos religiosos o filosóficos sin que el estado intervenga
con la libertad de creencias de las personas que las profesan. En ocasiones, la ética pública y
alguna de las éticas privadas pueden coincidir en lo que se considera ético o no-ético, bueno o
malo, moral o inmoral. Pero esa coincidencia no guarda las mismas motivaciones ni tampoco se da
porque alguien le imponga al estado y a los demás ciudadanos su propia ética privada.

También podría gustarte