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Si se ve alrededor, los cambios en las sociedades son constantes, indudablemente esto
se debe a que los miembros de las mismas son individuos con concepciones,
necesidades, características y problemáticas muy diversas. Dicho esto, si se adentra en el
ámbito educativo, los ritmos y estilos de aprendizaje de los estudiantes son variados y no
se puede obviar que dentro del aula existe una diversidad en el estudiantado que muchas
veces supone una serie de problemas para los docentes que se atemorizan al no saber
cómo guiar los procesos. Es por lo anterior que a lo largo de este ensayo se abordará el
tema de la diversidad en el aula y como la implementación del Decreto 83 considera los
desafíos para avanzar en la cultura inclusiva en el propio contexto educativo orientando a
los docentes desde una perspectiva que podría abarcar una multicplicidad de factores que
intervienen para que aparezca un fracaso escolar. Todo aquello a fin de que estas
necesidades educativas puedan ser comprendidas por el profesorado y asistentes de la
educación y así se brinde ayuda buscando estrategias de apoyo que permitan obtener un
exitoso aprendizaje y evitar la segregación que muchas veces, aunque es involuntaria se
observa frecuentemente en el aula.
Los trastornos de aprendizaje han sido descritos desde el siglo XIX, sin embargo, es a
partir de la segunda década del siglo XX cuando el trabajo científico dedicado a la
comprensión de estos problemas toma relevancia. Fuese cual fuese la causa, reciban
asistencia o no, de forma temporal o permanente estos estudiantes están en el mismo
espacio físico con sus demás compañeros, y aunque se quiera creer lo contrario, desde la
experiencia profesional, se observa como son tratados con un currículo no inclusivo que
no permite la utilización de todas las experiencias que estos estudiantes pueden aportar
con actividades y evoluciones que exigen al docente más conocimientos y destreza para
poder adaptarlos. En consecuencia de lo anterior, cuando se menciona “la adaptabilidad
curricular” no significa que se deben preparar o que existan dos currículos paralelos,
simplemente es la utilización de otras actividades, recursos y evaluaciones que se crean
de manera más específica para ciertos estudiantes, pues, éstas deben integrar aspectos
psicológicos, evolutivos y curriculares, teniendo como base una evaluación
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psicopedagógica del estudiante que valore áreas de los estudiantes como las cognitivas,
sociales, emocionales, motrices y sensoriales (Navarrete, 2005). Es necesario un
currículo abierto, flexible y que responda a tales necesidades, conjugando aspectos
específicos, compartidos y modificados, dando así a los estudiantes el tratamiento
adecuado con una adaptación curricular con aspectos específicos que da como resultado
una individualización del aprendizaje, en este punto a los estudiantes se le facilita el
aprendizaje partiendo de las aptitudes con las que cuentan, puesto que, cada quien se
adueña de la realidad a su forma, y los docentes deben estar preparados para afrontar el
abanico de habilidades, aptitudes y actitudes que sus estudiantes presentan.
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educación a partir de la consigna: “Educación pública, gratuita y de calidad”. Posterior a
esta movilización, y bajo el mandato de la presidenta Michel Bachelet, se comenzaron a
realizar cambios profundos en el sistema educativo. En el año 2015 se promulga la Ley
20.845 de Inclusión Escolar, la cual tiene por objeto eliminar el lucro en la educación, el
copago y la selección, los cuales son elementos trascendentales para la política neoliberal
instaurada en dictadura y que después de décadas estaban siendo abolidos. En el plano
de la selección de estudiantes, el que no pueda ser efectuada de forma arbitraria abre una
nueva hoja de ruta para la Educación Diferencial, ya que todos los estudiantes
participarán de un nuevo sistema de admisión, de carácter aleatorio, lo cual provocaba
que tanto las escuelas que posean Proyectos de Integración Escolar y las que no,
deberán recibir a todos y cada uno de los estudiantes sin importar su condición política,
social, económica, étnica, cultural, o si presenta o no Necesidades Educativas Especiales.
Es por esta razón que una nueva arista emerge, puesto que se hizo necesario generar las
condiciones dentro del contexto escolar para velar por el éxito en el cumplimiento y
desarrollo de la Ley de Inclusión social de personas con discapacidad (20.422) y la Ley de
Inclusión (20.845) con la finalidad de que todos los estudiantes puedan acceder al
currículum nacional y lograr aprendizajes significativos sin importar su condición. Para
estos efectos, el año 2015 se promulga el Decreto nº83, el cual “aprueba criterios y
orientaciones de adecuación curricular para estudiantes con necesidades educativas
especiales de educación parvularia y educación básica”. La Ley General de Educación
que establece cuatro principios orientadores para la educación regular, que servirán de
guía para el desarrollo del Decreto 83 en los establecimientos educacionales, los cuales
son: igualdad de oportunidades, calidad educativa con equidad, inclusión educativa y
valoración de la diversidad, flexibilidad en la respuesta educativa. En el marco del Decreto
nº83, el proceso diagnóstico de estudiantes que presentan o no Necesidades Educativas
Especiales se realiza en relación a las directrices propuestas por el Decreto nº170, y que
el proceso educativo se llevará a cabo a partir de los lineamientos entregados por este
nuevo decreto. El Decreto nº83, en concordancia con la LGE y con el principio de “Diseño
Universal” establecido en la Ley 20.422, promueve la respuesta a la diversidad en el
espacio didáctico a partir del Diseño Universal de Aprendizaje (DUA), con el fin de
“maximizar las oportunidades de aprendizaje de todos los estudiantes, considerando la
amplia gama de habilidades, estilos de aprendizaje y preferencias”. El DUA, basa su
accionar en tres principios fundamentales: Proporcionar múltiples medios de presentación
y representación, proporcionar múltiples medios de ejecución y expresión, y proporcionar
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múltiples medios de participación y compromiso, los cuales serán el marco didáctico para
el desarrollo de la acción pedagógica.
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Oportunidades e Inclusión Social para Personas con Discapacidad que establece que las
escuelas regulares deben incorporar las innovaciones y adecuaciones necesarias para
asegurar la permanencia de las personas con discapacidad en el sistema educacional,
pero cuando la integración no es posible, atendida la naturaleza y tipo de discapacidad del
estudiante, la enseñanza debe ser entregada en aulas o escuelas especiales.
Ahora bien, ¿Qué podemos hacer los profesionales involucrados en la educación de los
niños, y/o adolescentes? Indudablemente existen muchas estrategias para apoyar esta
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área como es el respetar las etapas de pensamiento, así como los ritmos y estilos de
aprendizaje de ellos, sin adelantar experiencias y contenidos que no están
neuropsicológicamente preparados para procesar y que provocan pseudoproblemas de
aprendizaje, además de baja autoestima, auto concepto escolar entre otros. Además
capacitarse en el dominio de estrategias de aprendizaje (cognitivas y meta cognitivas) que
estimulen distintos niveles de procesamiento, desde las más sencillas que facilitan la
recirculación de la información y el aprendizaje al pie de la letra hasta las de elaboración o
asociación de conceptos, la organización de la información a través de múltiples
esquemas, la recuperación de la información guardada en nuestro cerebro, y las de apoyo
para la formación de hábitos y el estudio eficiente y eficaz, todo para enseñar
explícitamente las estrategias cognitivas y meta cognitivas pertinentes según la naturaleza
del curso y la edad del alumnado.
A pesar de que los educadores reconocen todos estos beneficios respecto al proceso de
inclusión educativa, ellos también expresan un considerable número de reticencias. En
relación a la percepción negativa sobre el proceso de inclusión educativa, los hallazgos de
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diferentes estudios son coincidentes. Una de las principales preocupaciones de los
profesores es no tener los recursos para desarrollar un proceso adecuado con sus
estudiantes, señalan que les faltan tiempo, espacio y materiales para diseñar y evaluar su
propia práctica. Relacionado con esto, el número de estudiantes por sala es visto como
una importante limitación para satisfacer las necesidades de todos. Ambos argumentos
están relacionados con las condiciones de la escuela para desarrollar una educación
inclusiva. Diseñar un curriculum y estrategias de enseñanza para todos requiere tiempo y
una adecuada proporción entre educadores y estudiantes en el aula, pues sin estas
condiciones básicas, la atención de las N.E.E. en el aula depende únicamente de la
buena voluntad de los profesores.
Otro factor que influye en una actitud negativa hacia la inclusión es la percepción de los
profesores hacia su propia capacitación: ellos se sienten poco preparados para responder
a sus estudiantes “especiales”. Esto puede ser explicado en relación a la fuerte influencia
del modelo médico en el sistema educacional chileno, en el cual el diagnóstico médico es
lo que define el acceso de los estudiantes al apoyo educativo. Los profesores ante tal
terminología médica perciben su propio conocimiento como insuficiente para responder a
las N.E.E. (Tenorio, 2005). Esto sugiere la necesidad de trabajar en una perspectiva
inclusiva desde la formación inicial docente, desarrollando una comprensión profunda del
significado de la inclusión entre los profesores y otorgándoles estrategias para ser
flexibles, creativos y dispuestos a trabajar con cualquier niño, niña o joven. Para esto es
necesario considerar como conocimiento fundamental la evaluación diagnóstica de
carácter educativo, por sobre el diagnóstico médico.
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estudiantes, una educación escolar pertinente y relevante, considerando la diversidad de
sus necesidades educativas (incluyendo aquellas que implican apoyos más específicos),
en un constante trabajo colaborativo entre los docentes y distintos profesionales, con las
familias y la comunidad.
Se puede decir que todo el profesorado y asistentes de la educación “lleva una mochila”,
en ella se guarda la forma de enseñar, de mirar y entender la educación, las creencias y
valores, los juicios y prejuicios, barreras, y fortalezas. Pues, esa mochila, fruto de la
experiencia, es difícil de cambiar y en ocasiones contiene prácticas basadas en el error y
la ilusión, que producen ceguera, y muchas veces no se quiere cambiar la forma de
enseñanza pensando que “lo estoy haciendo bien”. Sin embargo, cambiar esa mochila,
llenarla de propuestas e ideas nuevas, reflexionar sobre ella, es prioritario para caminar
hacia la inclusión y poder ver frutos del trabajo. Es inevitable invitar a preguntar, ¿Cómo
es mi mochila? ¿Cómo es mi metodología? ¿Cómo son mis prácticas educativas? ¿Cómo
es mi mirada? ¿Qué es lo que más pesa en mi mochila? ¿Es necesario cambiarlo,
modificarlo, quitarlo? ¿Es necesario mejorarlo, ampliarlo? ¿Sé hacerlo, necesito
formación, estoy dispuesta a hacerlo?, etc.
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capacitación de los docentes, y fundamentalmente, entregarles mejores condiciones
laborales: mejor distribución del tiempo no lectivo y la disminución progresiva de la
cantidad de estudiantes por sala de clases.
Finalmente, no se debe olvidar que un niño con dificultades de aprendizaje es aquel que
no logra aprender con los métodos con los que aprenden la mayoría de los niños a pesar
de tener las bases intelectuales apropiadas para esto, y ha quedado claro que intervienen
múltiples factores, y que cada caso es particular y debe ser tomado en cuenta de manera
diferente, por lo que es importante analizar en cada uno el significado, la causa y la
modalidad de la perturbación, ya que cada estudiante es único, y las formas como se
manifiestan los problemas están relacionados con su individualidad, no existirán ni causas
únicas, ni tratamientos iguales, pues, la reacción frente a los factores que intervienen en
su aprendizaje será distinta, por su estructura biológica, su emocionalidad, o su entorno
sociocultural. Por esto es importante conocer al estudiante en su totalidad, entender su
problemática específica, ayudarle a conocer sus fortalezas y debilidades y buscar
estrategias de apoyo que le permitan ser exitoso en su aprendizaje. Así pues, mientras
más temprano se realicé la intervención de apoyo, él podrá aprender a manejar mejor su
dificultad en el aprender.
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