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¿EN QUÉ PAÍS VIVIMOS

LOS CHILENOS?
Una mirada como Psicopedagoga

Nombre estudiante: María Francisca Momberg Pizarro


Asignatura: Bases filosóficas de la educación en Chile
Fecha: 18/06/2022
Nombre profesora: Karen Pozo Henríquez
¿EN QUÉ PAÍS VIVIMOS LOS CHILENOS? UNA MIRADA COMO PSICOPEDAGOGA

El Programa para la Evaluación Internacional de Estudiantes (PISA), por ser una prueba que evalúa los
mismos conceptos y conocimientos a un conjunto amplio de países, permite una oportunidad única de
comparar puntajes, características de la escuela y del entorno entre estudiantes de muchas naciones.
Es en base a estos resultados que queda en evidencia que la educación es una las piedras angulares de
la sociedad del bienestar en el país llamado Finlandia, un sistema educativo que ofrece las mismas
oportunidades de educación para todos, siendo el nivel preescolar hasta la educación gratuitos. Es por
ello que en el presente ensayo se exploran las preguntas generales que muchos se hacen, y es ¿por qué
un país como Finlandia podría presentar mejor desempeño escolar que Chile? ¿Qué tiene de especial
su modelo educativo?, las explicaciones que las subyacen son motivo de investigación para entender
las diferencias educativas y la brecha de desempeño que existen entre países.

La equidad en educación es un tema importante en los estados de bienestar nórdicos, esto significa
mucho más que el solo hecho de permitir el acceso a una educación igualitaria para todos (o equidad).
La equidad en educación es un principio que apunta a garantizar una enseñanza de alta calidad para
todos en distintos lugares y circunstancias, independiente de la situación familiar, el estatus
socioeconómico, el lugar de residencia o las condiciones individuales de los niños. En el contexto
finlandés, la equidad consiste en mantener un sistema educativo socialmente justo e inclusivo que se
base en la igualdad de las oportunidades educacionales y en la ecuanimidad de la asignación de recursos
para la educación. Como resultado de la reforma de la enseñanza general de 1970, las oportunidades
educativas para un aprendizaje de buena calidad se distribuyeron en forma bastante uniforme por toda
Finlandia (OCDE, 2013). Frente a lo anterior nos enfrentamos a un sistema escolar modelo, ¿qué tiene
Finlandia que no tenga Chile?, Pues, primeramente, debemos comprender que las políticas
educacionales que han impulsado las reformas finlandesas desde 1970 han priorizado la creación de
igualdad de oportunidades, mejora de la calidad y aumento de la participación en todos los niveles
educacionales de la sociedad de Finlandia (Aho, Pitkanen, & Sahlberg, 2006). Por consiguiente, más del
99% de un grupo etario termina exitosamente la enseñanza general obligatoria, los datos nos muestran
que sobre un 95% continúa su educación en escuelas de enseñanza secundaria superior y un 3%
adicional se inscriben en un décimo año voluntario de enseñanza general. Sobre un 95% de los
finlandeses reciben finalmente un certificado de educación secundaria que facilita el acceso a la
educación superior.

Entonces, ¿Qué sucede con Chile? Pues hay una respuesta que es muy poco consoladora y es que existe
mucha segregación, competencia y mercado, específicamente apuntando al informe “Desiguales:
orígenes, cambios y desafíos de la brecha social en Chile” , publicado por el Programa de Naciones
Unidas para el Desarrollo (PNUD) en junio del año 2017, el cuál reveló que “La desigualdad en nuestro
país se expresa de forma brutal y se refleja en la segregación escolar: los ricos estudian con los ricos,
los medios con los medios y los pobres con los pobres, provocando que la educación pierda uno de sus
principales objetivos: la integración social”. Así describe el presidente del Colegio de Profesores de
Chile, Mario Aguilar, la realidad educativa del país, es decir, todo lo contrario, a Finlandia.

Ahora bien, no todo es “tan malo” puesto que, las insistentes demandas de los movimientos
estudiantiles obligaron al gobierno de Bachelet a poner en marcha avances en materia educativa. La
Ley de Inclusión, aprobada en 2015, la cual buscó poner fin al lucro del centro que recibían aportes del
Estado y terminar con la selección de alumnos por parte de los colegios. Además, permitió que las
familias elijan el centro escolar que más les guste sin que eso dependa de su capacidad económica.

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El Estado promovió la gratuidad de los centros particulares subvencionados que cumplen determinados
requisitos, pero esto no significa que estos pasen a ser de titularidad pública, sólo que el aporte del
Estado es mayor para liberar a las familias del costo educativo. Sin embargo, cabe destacar que pese a
los logros que significan las reformas implementadas, considero que ninguna de ellas pone en jaque al
modelo mercantilizado de la educación chilena, debido a que los aspectos más brutales se suavizan un
poco, pero la esencia sigue siendo la misma, pese a que inicialmente los artífices de un nuevo modelo
pensaron que las escuelas iban a competir por atraer familias y así mejorarían su calidad, en la práctica
solo ha funcionado como un motor de competencia entre colegios, que seleccionan a unos alumnos y
excluyen a otros para asegurar buenos resultados en las prueba y quedar arriba en los diferentes
ranking.

Para seguir con la misma idea de la gran calidad educativa en el país nórdico, se debe enfatizar en la
mirada de una educación inclusiva, ya que muchos consideran que el sistema educativo diferencial de
Finlandia es uno de los factores clave que explican los resultados de clase mundial en logros y equidad
del sistema escolar finlandés en estudios internacionales, se fundamenta en que muchos
establecimientos prestan una atención muy particular en aquellos niños que necesitan más ayuda para
convertirse en alumnos exitosos, en comparación con otros estudiantes, debido a que el aprendizaje
de un niño es una situación de una persona particular, se aborda desde la individualidad y desde un
contexto determinado. Muchos profesores y administradores que han visitado escuelas finlandesas,
incluidos expertos y políticos de Chile, piensan de la misma manera, pero comúnmente se estancan en
medio de los dilemas de excelencia vs. equidad, debido a demandas y regulaciones externas en sus
propios países. Tanto las pruebas estandarizadas que comparan a personas con promedios estadísticos,
como la competencia que deja atrás a los estudiantes más débiles y el pago a los profesores en base a
los méritos, ponen en riesgo los esfuerzos de las escuelas por mejorar la equidad. Ninguno de esos
factores existe actualmente en el sistema educativo finlandés. En Chile, con la ley de inclusión, se
avanzó en terminar con la selección académica y económica. Sin embargo, aún existe segregación
territorial: las familias más pobres se concentran en la periferia y los colegios más efectivos en el centro
de las ciudades. Además, los colegios públicos y subvencionados compiten por matrícula para recibir la
subvención. Esta competencia es desigual y perjudica a la Educación Pública, que ha caído de un 80%
de la matrícula nacional a un 40% en 30 años.

En Finlandia se tiene claro que muchos estudiantes necesitan un apoyo especial para lograr los
resultados a los cuales el sistema escolar los quiere llegar. Por tanto, se cree que todos los estudiantes
pueden alcanzar las metas educativas comunes siempre y cuando el aprendizaje se organice según las
características del estudiante. Para los finlandeses, es el manejo pedagógico de esta diversidad lo más
desafiante de la profesión docente, y considerando lo anterior, es que se incluyen educadores
diferenciales en todas las escuelas, pues, la idea es apoyar las dificultades tempranamente para
prevenir y no "reparar". Si el profesor nota en los pequeños alguna leve dificultad, puede solicitar apoyo
especial temprano para el estudiante, antes de que éste se empiece a quedar atrás y se desmotive.
Además, hay disponibles asistentes en sala para dar apoyo desde temprana edad, y la educación
especial o diferencial es para todos los estudiantes, siendo algo normal porque los finlandeses suponen
que todos, en algún punto de nuestras vidas, necesitamos un poco de ayuda para poder seguir adelante.
De esta forma, ir al sicopedagogo o a la educadora diferencial es algo común.

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Me parece esta una medida muy sugerente para Chile adelantarse al posible fracaso dando apoyo
oportuno a quienes presentan atraso de cualquier tipo. De acuerdo con lo señalado la pregunta de
fondo es: ¿Cómo deberían invertirse los fondos públicos en la educación chilena para generar el
impacto más positivo para la sociedad? Referente a ello, debemos entender que Finlandia ha seguido
el camino de la ecuanimidad y la inclusión en la construcción de un sistema escolar más equitativo.
Desde 1970 ha invertido en forma justa y más intensa en escuelas dentro de comunidades
desfavorecidas e insistió en que la mejor manera de proporcionar oportunidades educativas para todos
es a través de escuelas públicas, tal como la OCDE (2013) recomendó a otros países que lo hicieran en
su estudio Equidad y Calidad en Educación tres décadas después. Tal vez el aumento de la equidad para
todo el sistema en vez de la excelencia a través de mediciones como objetivo principal de la educación
pública puede explicar por qué tantos finlandeses jóvenes y talentosos declaran que la enseñanza llega
a ser la carrera de sus sueños, dado que la enseñanza se fundamenta en marcar una diferencia en la
vida de las personas.

Para concluir, si Chile pretende seguir el método finlandés o prestar atención a las experiencias
internacionales exitosas de otros países, no hay mejor lección que invertir sistemática y prudentemente
en mejorar la equidad en las escuelas públicas. Esto significaría que, con el tiempo, se debería adoptar
un nuevo paradigma para la enseñanza en Chile, distinto al modelo de mercado. La dirección es clara e
igual de clara es la evidencia: Nunca ningún sistema educativo ha tenido éxito en mejorar al confiar
principalmente en las políticas que actualmente forman las bases de la lógica de la gestión de la
educación en Chile. Hay, sin duda, varias y claras enseñanzas a extraer del ejemplo de Finlandia en
cuanto al manejo de su sistema educativo y se trata, por tanto, de un sistema que debemos mirar de
cerca para aprender de él. Pero, al mismo tiempo, debemos tener en cuenta que solo lograremos los
resultados finlandeses si junto con asumir sus sugerentes lecciones en el campo educativo, caminamos
también hacia un sistema educativo más igualitario y más integrado socialmente. Tenemos mucho que
aprender, pero sólo resta decir que Chile no es Finlandia, aún podemos ser un buen modelo educativo
si luchamos hacia el mismo fin, no está todo perdido.

BIBLIOGRAFÍA

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Nº. 956, pp. 48-52.
Hannu, S. (2013). El milagro finlandés de PISA: observaciones históricas y sociológicas sobre la
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Ministerio de Educación de Finlandia. (2008). Educación y Ciencia en Finlandia.
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García-Huidobro, Juan Eduardo (2007), "La selección de alumnos en la Ley General de
Educación", en Política educativa. Revista Docencia, núm. 32, Santiago, Chile: Colegio de
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García-Huidobro, Juan Eduardo y Cristian Bellei (2003), "Desigualdad educativa en Chile", en
Hevia, Renato [ed.], La Educación en Chile Hoy, Santiago, Chile: Universidad Diego Portales

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