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ANTOLOGÍA DE POESÍA LÍRICA DEL MODERNISMO Y 98


1. RUBÉN DARÍO (1867-1916)

1. AZUL... (1888): es un libro de prosa y verso y de acusada influencia romántica y


posromántica, donde ya deja entrever su riqueza formal y métrica, la influencia variada,
pero principalmente francesa, gran musicalidad y nuevos temas, como el indígena
americano, del que es buena muestra el famoso “Caupolicán”.

Es algo formidable que vio la vieja raza;


Robusto tronco de árbol al hombro de un campeón
Salvaje y aguerrido, cuya fornida maza
Blandiera el brazo de Hércules, o el brazo de Sansón.

Por casco sus cabellos, su pecho por coraza,


Pudiera tal guerrero, de Arauco en la región,
Lancero de los bosques, Nemrod que todo caza
Desjarretar un toro, o estrangular un león.

Anduvo, anduvo, anduvo. Le vio la luz del día,


Le vio la tarde pálida, le vio la noche fría,
Y siempre el tronco de árbol a cuestas del titán.

“¡El Toqui, el Toqui!”, clama la conmovida casta,


Anduvo, anduvo, anduvo. La Aurora dijo: “Basta”,
E irguióse la alta frente del gran Caupolicán.

2. PROSAS PROFANAS (1896): es un libro ya de plenitud y madurez artísticas. Los


elementos fundamentales que lo componen son los siguientes:
- Homenaje a la Literatura española (Berceo, El Cid, la seguidilla, en su prólogo
elogia a Góngora, a Quevedo, a Cervantes)
- Presencia de la mitología grecolatina (Hay un poema largo que se llama
“Coloquio de los centauros”).
- Elogio de los poetas simbolistas franceses (“Responso a Verlaine”)

EJEMPLO DE HOMENAJE A LA LITERATURA ESPAÑOLA

COSAS DEL CID

Cuenta Barbey en versos que vale bien su prosa


Una hazaña del Cid, fresca como una rosa,
Pura como una perla. No se oyen en la hazaña
Resonar en el viento las trompetas de España,
Ni el azorado moro las tiendas abandona
Al ver al sol el alma de acero de Tizona.

Babieca, descansando del huracán guerrero,


Tranquilo pace, mientras el bravo caballero
Sale a gozar del aire de la estación florida.
Ríe la Primavera, y el vuelo de la vida
Abre lirios y sueños en el jardín del mundo.
Rodrigo de Vivar pasa, meditabundo,
Por una senda en donde, bajo el sol glorioso,
Tendiéndole la mano le detiene un leproso

Frente a frente, el soberbio príncipe del estrago


Y la victoria, joven, bello como Santiago,
Y el horror animado, la viviente carroña
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Que infecta los suburbios de hedor y de ponzoña.


Y al Cid tiende la mano el siniestro mendigo,
Y su escarcela busca, y no encuentra Rodrigo.
- ¡Oh Cid, una limosna!” dice el precito.
-“Hermano,
¡te ofrezco la desnuda limosna de mi mano!”
dice el Cid; y quitando su férreo guante, extiende
la diestra al miserable, que llora y que comprende.

Cuando su guantelete hubo vuelto a la mano


El Cid siguió su rumbo por la primaveral
Senda. Un pájaro daba su nota de cristal
En un árbol. El cielo profundo desleía
Un perfume de gracia en la gloria del día.
Las ermitas lanzaban en el aire sonoro
Su melodiosa lluvia de tórtolas de oro;
El alma de las flores iba por los caminos
A unirse a la piadosa voz de los peregrinos,
Y el gran Rodrigo Díaz de Vivar, satisfecho
Iba cual si llevase una estrella en el pecho.
Cuando de la campiña aromada de esencia
Sutil salió una niña vestida de inocencia:
Una niña que fuera una mujer, de franca
Y angélica pupila, y muy dulce y muy blanca.
Una niña que fuera un hada, o que surgiera
Encarnación de la divina Primavera.
Y fue el Cid y le dijo: “Alma de amor y fuego,
¡por Jimena y por Dios un regalo te entrego
esta rosa naciente y este fresco laurel!”
Y el Cid, sobre su yelmo las frescas hojas siente,
En su guante de hierro ha un flor naciente,
Y en lo íntimo del alma como un dulzor de miel.

3. CANTOS DE VIDA Y ESPERANZA (1907): es un libro en el que se encuentran ya casi


todos los registros de la poesía contemporánea: hay poesía esteticista, intimista,
religiosa, política, noventayochista (tema de España).

Introducción

Yo soy aquel que ayer no más decía


El verso azul y la canción profana,
En cuya noche un ruiseñor había
Que era alondra de luz por la mañana.

El dueño fui de mi jardín de sueño,


Lleno de rosas y de cisnes vagos;
El dueño de las tórtolas, el dueño
De góndolas y liras en los lagos;

Y muy siglo diez y ocho, y muy antiguo


Y muy moderno; audaz, cosmopolita;
Con Hugo fuerte y con Verlaine ambiguo,
Y una sed de ilusiones infinita.

Yo supe de dolor desde mi infancia;


Mi juventud..., ¿fue juventud la mía?,
Sus rosas aún me dejan su fragancia,
Una fragancia de melancolía (...)
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Oda a Roosevelt

Los Estados Unidos son potentes y grandes.


Cuando ellos se estremecen hay un hondo temblor
Que pasa por las vértebras enormes de los Andes.

Más la América nuestra que tenía poetas


Desde los viejos tiempos de Netzahualcoyotl,
Que ha guardado las huellas de los pies del gran Baco,
Que el alfabeto pánico en un tiempo aprendió;
Que consultó los astros, que conoció la Atlántida
Cuyo nombre nos llega resonando en Platón,
Que desde los remotos tiempos de su vida
Vive de luz, de fuego, de perfume, de amor,
La América del grande Moctezuma, del Inca,
La América fragante de Cristóbal Colón,
La América católica, la América española,
La América en que dijo el noble Guatemoc:
“yo no estoy hecho en un lecho de rosas”; esa América
que tiembla de huracanes y que vive de amor,
hombres de ojos sajones y alma bárbara, vive.
Y sueña. Y ama, y vibra, y es la hija del Sol.
Tened cuidado. ¡Vive la América española!
Hay mil cachorros sueltos del León español.
Se necesitaría Roosevelt, ser, por Dios mismo,
El Riflero terrible, el fuerte Cazador,
Para poder tenernos, en vuestras férreas garras.
Y, pues contáis con todo, falta una cosa: ¡Dios!

POEMA DEL OTOÑO Y OTROS POEMAS (1910)

Destaca en él el hermoso cuento “A Margarita Debayle”:

A MARGARITA DEBAYLE

Margarita, está linda la mar,


y el viento
lleva esencia de sutil azahar;
yo siento
en el alma una alondra cantar;
tu acento,
Margarita, te voy a contar
un cuento.

Éste era un rey que tenía


un palacio de diamantes,
una tienda hecha del día
y un rebaño de elefantes.

Un kiosco de malaquita,
un gran manto de tisú,
y una gentil princesita,
tan bonita,
Margarita,
tan bonita como tú.
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Una tarde la princesa


vio una estrella aparecer;
la princesa era traviesa
y la quiso ir a coger,

la quería para hacerla


decorar un prendedor,
con un verso, una perla,
una pluma y una flor.

Las princesas primorosas


se parecen mucho a ti,
cortan lirios, cortan rosas,
cortan astros, son así.

Pues se fue la niña bella


bajo el cielo, y sobre el mar,
a cortar la blanca estrella
que la hacía suspirar.

Y siguió camino arriba,


por la luna y más allá;
mas lo malo es que ella iba
sin permiso del papá.

Cuando estuvo ya de vuelta


de los parques del Señor,
se miraba toda envuelta
en un dulce resplandor.

Y el rey dijo: ¿Qué te has hecho?


Te he buscado y no te hallé;
y ¿qué llevas en el pecho
que encendido se te ve?

La princesa no mentía,
y así dijo la verdad:
“Fui a cortar la estrella mía
a la azul inmensidad.”

Y el rey clama: ¿”No te he dicho


que el azul no hay que tocar?
¡Qué locura! ¡Qué capricho!
El Señor se va enojar”

Y dice ella: “No hubo intento:


yo me fui, no sé por qué;
por las olas y en el viento
fui a la estrella y la corté.”

Y el papá dice enojado:


“Un castigo has de tener:
vuelve al cielo y lo robado
vas ahora a devolver.”

La princesa se entristece
por su dulce flor de luz,
cuando entonces aparece
sonrïendo el Buen Jesús.
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Y así dice: “En mis campiñas


esa rosa le ofrecí:
son mis flores de las niñas
que al soñar piensan en Mí”.

Viste el rey ropas brillantes,


y luego hace desfilar
cuatrocientos elefantes
a la orilla de la mar.

La princesa está bella,


pues ya tiene el prendedor
en que lucen, con la estrella,
verso, perla, pluma y flor.

Margarita, está linda la mar,


y el viento
lleva esencia sutil de azahar:
Tu aliento.

Ya que lejos de mí vas a estar,


guarda, niña, un gentil pensamiento
al que un día te quiso contar
un cuento.

II) ANTONIO MACHADO (1875-1939)

SOLEDADES (1903) y SOLEDADES, GALERÍAS Y OTROS POEMAS (1907)

Es un ciclo poético donde se recoge la influencia del Modernismo, de un modernismo intimista


y fuertemente influenciado por el posromanticismo de Bécquer. Sus temas básicos son el
tiempo, la muerte y Dios y la consecuencia de esta reflexión es la soledad, la melancolía y la
angustia. Del Modernismo le viene también la versificación con preferencia de versos
dodecasílabos y alejandrinos, y también formas más simples como las silvas.

RECUERDO INFANTIL

Una tarde parda y fría


de invierno. Los colegiales
estudian. Monotonía
de lluvia tras los cristales.

Es la clase. En un cartel
se representa a Caín
fugitivo, y muerto Abel,
junto a una mancha carmín.

Con un timbre sonoro y hueco


truena el maestro, un anciano
mal vestido, enjuto, seco,
que lleva un libro en la mano.

Y todo el coro infantil


va cantando la lección:
“mil veces ciento, cien mil
mil veces mil, un millón”.

Una tarde parda y fría


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de invierno. Los colegiales


estudian. Monotonía
de la lluvia tras los cristales.

ULTIMAS COMPOSICIONES. POESÍAS DE GUERRA

LA MUERTE DEL NIÑO HERIDO

Otra vez es la noche...Es el martillo


de la fiebre en las sienes bien vendadas
del niño. - Madre, ¡el pájaro amarillo!
¡Las mariposas negras y moradas!

- Duerme, hijo mío. Y la manita oprime


la madre, junto al lecho. - ¡Oh, flor de fuego!
¿Quién ha de helarte, flor de sangre, dime?
Hay en la pobre alcoba olor de espliego;

Fuera la oronda luna que blanquea


cúpula y torre a la ciudad sombría.
Invisible aviación moscardonea.

- ¿Duermes, oh dulce flor de sangre mía?


El cristal del balcón repiquetea.
- ¡Oh, fría, fría, fría, fría, fría!

LA OBLIGADA SEPARACIÓN DE PILAR POR CAUSA DE LA GUERRA

De mar a mar, entre los dos la guerra,


más honda que la mar. En mi parterre,
miro a la mar que el horizonte cierra.
Tú, asomada, Guiomar, a un finisterre,

miras hacia otro mar, la mar de España


que Camoens cantara, tenebrosa.
Acaso a ti mi ausencia te acompaña.
A mí me duele tu recuerdo, diosa.

La guerra dio al amor el tajo fuerte.


Y es la total angustia de la muerte,
con la sombra infecunda de tu llama

y la soñada miel de amor tardío,


y la flor imposible de la rama
que ha sentido del hacha el corte frío.

MADRID SITIADO (7 de noviembre de 1936)

¡Madrid, Madrid!, ¡Qué bien tu nombre suena,


rompeolas de todas las Españas!
La tierra se desgarra, el cielo truena,
tú sonríes con plomo en las entrañas.
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EL CRIMEN FUE EN GRANADA: A FEDERICO GARCÍA LORCA

1. El crimen

Se le vio caminando entre fusiles


por una calle larga,
salir al campo frío,
aún con estrellas de la madrugada.
Mataron a Federico
cuando la luz asomaba.
El pelotón de verdugos
no osó mirarle a la cara.
Todos cerraron los ojos;
rezaron: ¡ni Dios te salva!
Muerto cayó Federico
-sangre en frente y plomo en las entrañas-
...Que fue en Granada el crimen
sabed - ¡pobre Granada! -, en su Granada.

2. El poeta y la muerte

Se le vio caminar solo con Ella,


sin miedo a la guadaña.
- Ya el sol en torre y torre, los martillos
en yunque- yunque y yunque de las fraguas.
Hablaba Federico
requebrando a la muerte. Ella escuchaba.
“Porque ayer en mi verso, compañera,
sonaba el golpe de tus secas palmas,
y diste el hielo a mi cantar, y el filo
a mi tragedia de tu hoz de plata,
te cantaré la carne que no tienes,
los ojos que te faltan,
tus cabellos que el viento sacudía,
tus rojos labios donde te besaban...
Hoy como ayer, gitana, muerte mía,
qué bien contigo a solas,
por estos aires de Granada, ¡mi Granada!

Se le vio caminar....
Labrad, amigos
de piedra y sueño en el Alhambra,
un túmulo al poeta,
sobre una fuente donde llore el agua,
y eternamente diga:
el crimen fue en Granada, ¡en su Granada!

ÚLTIMO VERSO

Estos días azules y este sol de la infancia…


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JUAN RAMÓN JIMÉNEZ (1881-1956)

1. Etapas poéticas de Juan Ramón.

De 1918 es el famoso poema en que Juan Ramón resume la evolución de su poesía


hasta ese momento:

Vino, primero, pura,


vestida de inocencia,
y la amé como un niño.

Luego se fue vistiendo


de no sé qué ropajes,
y la fui odiando, sin saberlo.

Llegó a ser reina,


fastuosa de tesoros...
¡Qué iracundia de yel y sin sentido!

...Mas se fue desnudando,


y yo le sonreía.

Se quedó con la túnica


de su inocencia antigua.
Creí de nuevo en ella.

Y se quitó la túnica,
y apareció desnuda toda...
¡Oh, pasión de mi vida, poesía
desnuda, mía para siempre!

Según estos versos, su trayectoria habría pasado por la siguientes etapas:

POESÍA SENCILLA

RECUERDOS

Íbamos paseando por la orilla


solitaria del lago.
La tarde estaba hermosa;
el ígneo sol de mayo
sonriendo se moría,
una canción de luces suspirando.

Serenos nuestros ojos,


unidas nuestras manos,
vagábamos tranquilos,
dulcemente, mirándonos,

Latía el parque, mudo,


se estasiaban las flores y los pájaros.
De pronto, “Di”, me dijo,
¿por qué el azul espacio,
por qué el cielo purísimo
se mancha, al reflejarse
en la verdina lóbrega del lago?
Miré su frente blanca,
y la besé en los ojos, sollozando.
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En la calma magnífica del parque


resonó el beso con un eco largo.
Un ruiseñor despierto
lanzó un dulce quejido, desgarrado.

POESÍA CON ROPAJES DE MODERNISMO

DESNUDOS

Nacía, gris, la luna, y Beethoven lloraba


bajo la mano blanca, en el piano de ella...
En la estancia sin luz, ella, mientras tocaba,
morena de la luna, era tres veces bella.

Teníamos los dos desangradas las flores


del corazón, y acaso llorábamos sin vernos...
Cada nota encendía una herida de amores...
- El dulce piano intentaba comprendernos-

Por el balcón abierto a brumas estrelladas,


venía un viento triste de mundos invisibles...
Ella me preguntaba de cosas ignoradas
y yo le respondía de cosas imposibles.

“Y SE FUE DESPOJANDO DE ESOS ROPAJES LENTAMENTE…”

LA CARBONERILLA QUEMADA

En la siesta de julio, ascua violenta y ciega,


prendió el horno las ropas de la niña. La arena
quemaba cual fiebre; dolían las cigarras;
el cielo era igual que de plata calcinada.

...Con la tarde, volvió - ¡anda potro! – la madre.


El pinar se reía. El cielo era de esmalte
violeta. La brisa renovaba la vida...
La niña rosa y negra, moría en carne viva.
Todo le lastimaba. El roce de los besos,
el roce de los ojos, el aire alegre y bello:
- ¡Mare, me jeché arena zobre la quemaúra.
Te yamé, te yamé dejde er camino... ¡Nunca
ejtubo ejto tan zolo! Laj yama me comían,
mare, yo te yamaba, y tú nunca benía”!

Por el camino - ¡largo! -, sobre el potrillo rojo,


murió la niña. Abiertos, espantados, sus ojos
eran como raíces secas de las estrellas.
La brisa jugueteaba, ensombrecida y fresca.
Corría el agua por el lado del camino.
Ondulaba la yerba. Trotaban los pollinos,
oyendo ya los gritos de los niños del pueblo...
Dios estaba bañándose en su azul de luceros

LA COJITA

La niña sonríe: “¡Espera,


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voy a coger la muleta!”


Sol y rosas. La arboleda
movida y fresca, dardea
limpias luces verdes. Gresca
de pájaros, brisas nuevas,
la niña sonríe: “¡Espera,
voy a cojer la muleta!”
Un cielo de ensueño y seda,
hasta el corazón se entra
los niños, de blanco, juegan,
chillan, sudan, llegan:
“...nenaaa!
La niña sonríe: “¡Espeeera,
voy a cojer la muleta”!
Saltan sus ojos. Le cuelga
jirando, falsa, la pierna.
Le duele el hombro, jadea
contra los chopos. Se sienta.
Ríe y llora y ríe: ¡“Espera,
voy a cojer la muleta!”
Mas los pájaros no esperan;
¡Los niños no esperan! Yerra
la primavera. Es la fiesta
del que corre y del que vuela...
la niña sonríe: “¡Espera,
voy a cojer la muleta!”

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