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SERVICIO EDUCATIVO NACIONAL

DE ADULTOS
“SENDAS”
ORTEGA - TOLIMA

Docente: Andrea del Pilar Rodríguez Espinoza


Elaborado por: ___________________________________
Área: Español

4. MOMENTO DE PRACTICA Y DESARROLLO DE COMPETENCIAS

1. Observar el video “El Modernismo”

en el siglo XX comienza en el momento de máximo esplendor de la estética


modernista. Iniciando plenamente por Rubén Darío en 1888 con la publicación de
azul, el modernismo supone una integración de diversas tendencias que se han
desarrollado a lo largo de la segunda mitad del siglo XIX, en especial del
Simbolismo y del Parnasianismo. El Modernismo fue, en otras cosas una
resurrección de la angustia que caracterizó a la literatura Europea Romántica, que
por un momento parecía haber desaparecido con la fe del siglo XIX en el
racionalismo cientificista.

El modernismo en Colombia fue un movimiento literario que surgió en el país


sudamericano en la segunda mitad del Siglo XIX y se mantuvo vigente durante
la primera mitad del siglo XX. Se considera como el primer movimiento literario
que se dio en este país y en toda Latinoamérica.

Se considera barroco a un movimiento cultural que se desarrolló en Europa a


principios del siglo XVII, cabe resaltar que fueron muchos sus exponentes que
transmitían sentimientos y emociones sobre diferentes campos como la literatura,
la danza, la ópera, los poemas, la obra de teatro, entre otros.

2. Lectura de poemas de Rubén Darío: (lecturas proporcionadas por la


docente)

A MARGARITA DEBAYLE

Margarita está linda la mar,

y el viento,

lleva esencia sutil de azahar;

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yo siento

en el alma una alondra cantar;

tu acento:

Margarita, te voy a contar

un cuento:

Esto era un rey que tenía

un palacio de diamantes,

una tienda hecha de día

y un rebaño de elefantes,

un kiosko de malaquita,

un gran manto de tisú,

y una gentil princesita,

tan bonita,

Margarita,

tan bonita, como tú.

Una tarde, la princesa

vio una estrella aparecer;

la princesa era traviesa

y la quiso ir a coger.

La quería para hacerla

decorar un prendedor,

con un verso y una perla

y una pluma y una flor.

Las princesas primorosas

se parecen mucho a ti:

cortan lirios, cortan rosas,

cortan astros. Son así.

Pues se fue la niña bella,

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bajo el cielo y sobre el mar,

a cortar la blanca estrella

que la hacía suspirar.

Y siguió camino arriba,

por la luna y más allá;

más lo malo es que ella iba

sin permiso de papá.

Cuando estuvo ya de vuelta

de los parques del Señor,

se miraba toda envuelta

en un dulce resplandor.

Y el rey dijo:—«¿Qué te has hecho?

te he buscado y no te hallé;

y ¿qué tienes en el pecho

que encendido se te ve?».

La princesa no mentía.

Y así, dijo la verdad:

—«Fui a cortar la estrella mía

a la azul inmensidad».

Y el rey clama:—«¿No te he dicho

que el azul no hay que cortar?.

¡Qué locura!, ¡Qué capricho!...

El Señor se va a enojar».

Y ella dice:—«No hubo intento;

yo me fui no sé por qué.

Por las olas por el viento

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fui a la estrella y la corté».

Y el papá dice enojado:

—«Un castigo has de tener:

vuelve al cielo y lo robado

vas ahora a devolver».

La princesa se entristece

por su dulce flor de luz,

cuando entonces aparece

sonriendo el Buen Jesús.

Y así dice:—«En mis campiñas

esa rosa le ofrecí;

son mis flores de las niñas

que al soñar piensan en mí».

Viste el rey pompas brillantes,

y luego hace desfilar

cuatrocientos elefantes

a la orilla de la mar.

La princesita está bella,

pues ya tiene el prendedor

en que lucen, con la estrella,

verso, perla, pluma y flor.

         * * *

Margarita, está linda la mar,

y el viento

lleva esencia sutil de azahar:

tu aliento.

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Ya que lejos de mí vas a estar,

guarda, niña, un gentil pensamiento

al que un día te quiso contar

un cuento.

AL REY OSCAR

Así, sire, en el aire de la Francia nos llega

la paloma de plata de Suecia y de Noruega,

que trae en vez de olivo una rosa de fuego.

  Un búcaro latino, un noble vaso griego

recibirá el regalo del país de la nieve.

Que a los reinos boreales el patrio viento lleve

otra rosa de sangre y de luz españolas;

pues sobre la sublime hermandad de las olas,

al brotar tu palabra, un saludo le envía

al sol de media noche el sol de Mediodía.

  Si Segismundo siente pesar, Hamlet se inquieta.

El Norte ama las palmas; y se junta el poeta

del fiord con el del carmen, porque el mismo oriflama

es de azur. Su divina cornucopia derrama

sobre el polo y el trópico la Paz; y el orbe gira

en un ritmo uniforme por una propia lira:

el Amor. Allá surge Sigurd que al Cid se aúna,

cerca de Dulcinea brilla el rayo de luna,

y la musa de Bécquer del ensueño es esclava

bajo un celeste palio de luz escandinava.

  Sire de ojos azules, gracias: por los laureles

de cien bravos vestidos de honor; por los claveles

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de la tierra andaluza y la Alhambra del moro;

por la sangre solar de una raza de oro;

por la arrnadura antigua y el yelmo de la gesta;

por las lanzas que fueron una vasta floresta

de gloria y que pasaron Pirineos y Andes;

por Lepanto y Otumba; por el Perú, por Flandes;

por Isabel que cree, por Cristóbal que sueña

y Velázquez que pinta y Cortés que domeña;

por el país sagrado en que Herakles afianza

sus macizas columnas de fuerza y esperanza,

mientras Pan trae el ritmo con la egregia siringa

que no hay trueno que apague ni tempestad que extinga;

por el león simbólico y la Cruz, gracias, sire.

  ¡Mientras el mundo aliente, mientras la esfera gire,

mientras la onda cordial aliente un ensueño,

mientras haya una viva pasión, un noble empeño,

un buscado imposible, una imposible hazaña,

una América oculta que hallar, vivirá España!

  ¡Y pues tras la tormenta vienes de peregrino

real, a la morada que entristeció el destino,

la morada que viste luto su puerta abra

al púrpureo y ardiente vibrar de tu palabra:

  y que sonría, oh rey Óscar, por un instante;

y tiemble en la flor áurea el más puro brillante

para quien sobre brillos de corona y de nombre,

con labios de monarca lanza un grito de hombre!

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RIMA XVI
El ave azul del sueño
sobre mi frente pasa:
tengo en mi corazón la primavera
y en mi cerebro el alba.
Amo la luz, el pico de la tórtola,
la rosa y la campánula,
el labio de la virgen
y el cuello de la garza.
!Oh, Dios mío, Dios mío!...
Sé que me ama...

Cae sobre mi espíritu


la noche negra y trágica;
busco el seno profundo de sus sombras
para verter mis lágrimas.
Sé que en el cráneo puede haber tormentas,
abismos en el alma
y arrugas misteriosas
sobre las frentes pálidas.
¡Oh, Dios mío, Dios mío!...
Sé que me engaña...

EL FAISÁN
Dijo sus secretos el faisán de oro:
En el gabinete mi blanco tesoro,
de sus claras risas el divino coro,

las bellas figuras de los gobelinos,


los cristales llenos de aromados vinos,
las rosas francesas en los vasos chinos.

(Las rosas francesas, porque fue allá en Francia


donde en el retiro de la dulce estancia
esas frescas rosas dieron su fragancia.)

La cena esperaba. Quitadas las vendas,


iban mil amores de flechas tremendas
en aquella noche de Carnestolendas.

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La careta negra se quitó la niña,
y tras el preludio de una alegre riña
apuró mi boca vino de su viña.

Vino de la viña de la boca loca,


que hace arder el beso, que el mordisco invoca.
¡Oh los blancos dientes de la loca boca!

En su boca ardiente yo bebí los vinos,


y, pinzas rosadas, sus dedos divinos
me dieron las fresas y los langostinos.

Yo la vestimenta de Pierrot tenía,


y aunque me alegraba y aunque me reía,
moraba en mi alma la melancolía.

La carnavalesca noche luminosa


dio a mi triste espíritu la mujer hermosa,
sus ojos de fuego, sus labios de rosa.

Y en el gabinete del café galante


ella se encontraba con su nuevo amante,
peregrino pálido de un país distante.

Llegaban los ecos de vagos cantares


y se despedían de sus azahares
miles de purezas en los bulevares.

Y cuando el champaña me cantó su canto,


por una ventana vi que un negro manto
de nube, de Febo cubría el encanto.

Y dije a la amada un día: ¿No viste


de pronto ponerse la noche tan triste?
¿Acaso la Reina de luz ya no existe?

Ella me miraba. Y el faisán cubierto


de plumas de oro: «¡Pierrot, ten por cierto
que tu fiel amada, que la Luna ha muerto!»

LA ROSA NIÑA

Cristal, oro y rosa. Alba en Palestina.


Salen los tres reyes de adorar al rey,
flor de infancia llena de una luz divina
que humaniza y dora la mula y el buey.

Baltasar medita, mirando la estrella


que guía en la altura. Gaspar sueña en

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la visión sagrada. Melchor ve en aquella
visión la llegada de un mágico bien.

Las cabalgaduras sacuden los cuellos


cubiertos de sedas y metales. Frío
matinal refresca belfos de camellos
húmedos de gracia, de azul y rocío.

Las meditaciones de la barba sabia


van acompasando los plumajes flavos,
los ágiles trotes de potros de Arabia
y las risas blancas de negros esclavos.

¿De dónde vinieron a la Epifanía?


¿De Persia? ¿De Egipto? ¿De la India? Es en vano
cavilar. Vinieron de la luz, del Día,
del Amor. Inútil pensar, Tertuliano.

El fin anunciaban de un gran cautiverio


y el advenimiento de un raro tesoro.
Traían un símbolo de triple misterio,
portando el incienso, la mirra y el oro.

En las cercanías de Belén se para


el cortejo. ¿A causa? A causa de que
una dulce niña de belleza rara
surge ante los magos, todo ensueño y fe.

¡Oh, reyes! ?les dice?. Yo soy una niña


que oyó a los vecinos pastores cantar,
y desde la próxima florida campiña
miró vuestro regio cortejo pasar.

Yo sé que ha nacido Jesús Nazareno,


que el mundo está lleno de gozo por El,
y que es tan rosado, tan lindo y tan bueno,
que hace al sol más sol, y a la miel más miel.

Aún no llega el día... ¿Dónde está el establo?


Prestadme la estrella para ir a Belén.
No tengáis cuidado que la apague el diablo,
con mis ojos puros la cuidaré bien.

Los magos quedaron silenciosos. Bella


de toda belleza, a Belén tornó
la estrella y la niña, llevada por ella
al establo, cuna de Jesús, entró.

Pero cuando estuvo junto a aquel infante,


en cuyas pupilas miró a Dios arder,
se quedó pasmada, pálido el semblante,
porque no tenía nada que ofrecer.

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La Madre miraba a su niño lucero,
las dos bestias buenas daban su calor;
sonreía el santo viejo carpintero,
la niña estaba temblando de amor.

Allí había oro en cajas reales,


perfumes en frascos de hechura oriental,
incienso en copas de finos metales,
y quesos, y flores, y miel de panal.

Se puso rosada, rosada, rosada...


ante la mirada del niño Jesús.
(Felizmente que era su madrina un hada,
de Anatole France o el doctor Mardrús).

¡Qué dar a ese niño, qué dar sino ella!


¿Qué dar a ese tierno divino Señor?
Le hubiera ofrecido la mágica estrella,
la de Baltasar, Gaspar y Melchor...

Mas a los influjos del hada amorosa,


que supo el secreto de aquel corazón,
se fue convirtiendo poco a poco en rosa,
en rosa más bella que las de Sarón.

La metamorfosis fue santa aquel día


(la sombra lejana de Ovidio aplaudía),
pues la dulce niña ofreció al Señor,
que le agradecía y le sonreía,
en la melodía de la Epifanía,
su cuerpo hecho pétalos y su alma hecha olor.

3. Investigue

a) Poesía, prosa y teatro del barroco en el siglo XVII y sus principales


exponentes y obras.
Poesía: La poesía es un género literario que se caracteriza por manifestar, a
través de la palabra, los sentimientos, emociones y reflexiones que puede
expresar el ser humano en torno a la belleza, el amor, la vida o la muerte.
La poesía es un género literario escrito en verso o prosa que se caracteriza
por expresar ideas, sentimientos e historias de un modo estético y bello. Se
vale de recursos poéticos con los que expande las fronteras del  lenguaje.

Prosa: La prosa es la forma del lenguaje escrito que se diferencia del verso, o
sea, que no tiene métrica, repetición poética ni rima. Sin embargo, la prosa

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tiene un ritmo propio y en algunos casos puede aproximarse al género de
la poesía .

Tipos de prosa

Se distinguen los siguientes tres tipos de prosa:

 coloquial: se trata de un discurso no elaborado, expresado principalmente

de forma oral.

 elaborada no literaria: esta definición abarca todas las formas de prosa que,

independientemente de su grado de complejidad, no hayan sido creadas

con intenciones literarias (como ocurre con la prosa científica, la

periodística, la ensayística, la oratoria, la de divulgación y la jurídica);

 elaborada literaria: toda la prosa artística, sea poética, teatral o narrativa,

se incluye en esta clasificación, dado que se crea con intención literaria.

La poesía, prosa y el teatro del barroco en el siglo XVII y sus principales


exponentes y obras son:

 Lope de Vega: cuando imagino de mis breves días.


 Francisco de Quevedo: inútil y débil victoria del amor, en el que ya es vencido
amante.
 Luis de Góngora: Soneto CLXVI.
 William Shakespeare: Soneto XXX.
 Francisco de Quevedo: el buscón.

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