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2020

Material de estudio

Prof. Lic. Brenda Steinaker


JESÚS DE NAZARET - ROSARIO
:: Por qué enseñamos Ciencias de la Comunicación

A lo largo de su historia, diversos paradigmas han acompañado la evolución de la enseñanza


de la Comunicación Social. Los cambios epistemológicos se han sucedido no sólo en el interior
de los espacios curriculares, sino también y lo que es más importante, en el conjunto de la
sociedad.

Hoy ya no es posible pensar la enseñanza de la Comunicación Social como se hacía hace treinta
años, poniendo énfasis en los canales o medios de comunicación, sino que se enfatiza la
necesidad de poner el centro de los procesos de aprendizaje en las audiencias, cada vez más
fragmentadas, pero a la vez cada día más relevantes a la hora de pensar los nuevos procesos
de comunicación.

Los cambios epistemológicos a los que hacemos referencia se pueden agrupar en dos
categorías: los que tienen que ver con la creciente informatización y tecnificación de los canales
de comunicación; y aquellos que se relacionan con la creciente diferenciación de la oferta
informativa, tendiente a capturar audiencias cada vez más específicas, a través de sistemas de
marketing comunicacional cada día más desarrollados.

Esto tiene como consecuencia mayores desigualdades a la hora de informar, promoviendo el


incremento de grupos a los que Orozco Gómez denomina excluidos comunicacionales por una
parte, y por la otra, a un nivel no ya instrumental, sino más bien que tiene que ver con los
cambios operados en los procesos de generación y apropiación del conocimiento y del sentido
de los mensajes comunicados, procesos que cada día más se vuelven plurisémicos, tanto en lo
que tiene que ver con la emisión concreta de un mensaje como con su recepción. Es dentro de
este nuevo orden de cosas que consideramos adecuado seguir el enfoque planteado por
Barbero o el ya citado Orozco Gómes, que propone modificar los procesos de enseñanza de la
comunicación para hacerlos más democráticamente funcionales a los tiempos que vivimos.

Como docentes, nuestro compromiso será el de fomentar la conciencia crítica de nuestros


estudiantes, para que comprendan que el desarrollo de las nuevas tecnologías son el producto
de una gran creatividad e innovación, corolario de años de desarrollo histórico y tecnológico,

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que nos permiten pensar y entender al mundo de otra manera. Y, fundamentalmente,
consideramos que la enseñananza de la comunicación es imprescindible en dos sentidos:
- para erradicar el analfabetismo, no sólo lingüístico sin también tecnológico. Pues, como
dice Aparici Marino, las instituciones educativas formales prestan escasa o nula
atención a nuevos conocimientos vinculados con el contexto comunicativo e
informacional en el que se mueven cotidianamente niños y jóvenes. La escasa atención
que el sistema educativo presta al conocimiento de los nuevos lenguajes, está generando
desde la propia escuela un nuevo tipo de analfabeto: aquellos individuos que no
conocen los instrumentos básicos para analizar los mensajes de los medios de
comunicación y de las tecnologías de la información;
- para la liberación de las conciencias, pues las sociedades industriales avanzadas han
convertido a los ciudadanos en meros consumidores. Martín Barbero dice que para
recuperar las identidades perdidas, es necesario que transformemos la concepción y
usos que se hacen de las tecnologías en la sociedad, y en las aulas. El modelo
instrumentalista y tecnológico se adecua más a la ideología consumista que a una
ideología ciudadana. Por eso sostiene que “la indispensable crítica tanto de los
contenidos como de las distintas formas de seducción de los medios audiovisuales sólo
resultará válida y socialmente eficaz cuando la escuela sea capaz de insertar esa crítica
en un proyecto de cambio educativo de envergadura cultural. Entiendo por tal, en
primer lugar, un proyecto que replantee la idea de cultura con la que la escuela trabaja
en nuestros países para que comience a dar entrada a las ciencias y las tecnologías, tanto
en cuanto dispositivo de productividad como de transformación de los modos de
percibir, de saber y de sentir. Lo que implica incorporar las nuevas tecnologías de
comunicación e información como «tecnologías intelectuales» (P. Levy) esto es como
estrategias de conocimiento y no como meros instrumentos de ilustración o difusión”.

Así, la comunicación es un campo de estudio que explora principalmente las áreas de la


información que puede ser percibida o transmitida, así como el impacto que estas percepciones
y transmisiones pueden tener en la sociedad. Por otra parte, el estudio de la comunicación
social es más complejo pues involucra aspectos políticos y culturales de la vida socialmente
estructurada. Así, nos extendemos por fuera de los límites positivistas de la comunicación para
adentrarnos al universo social de este concepto.

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El estudio de la comunicación social involucra aspectos políticos, culturales y tecnológicos de
la vida socialmente estructurada, es por lo que este espacio curricular pretende actuar sobre
dos ejes: el técnico y el político-cultural.

Por ello, y con relación al primer aspecto, la materia propone como uno de sus objetivos, la
erradicación del analfabetismo tecnológico, entendido éste como la carencia de herramientas
simbólicas para decodificar y analizar los mensajes de los medios de comunicación y de
herramientas técnicas para el uso de las tecnologías de la información.

Además, mediante la construcción de saberes teóricos y prácticos, se creará una instancia


posibilitadora de la interacción entre los jóvenes y las tecnologías comunicacionales que les
permita comprender críticamente el universo audiovisual y digital en el que habitan. Por otro
lado, y refiriéndonos a la esfera político-cultural, este espacio considera indispensable que,
además de formar jóvenes con competencias prácticas, se contribuya a la formación de
ciudadanos críticos. Ciudadanos que puedan analizar los elementos y las estructuras que los
medios de comunicación masiva proporcionan y que puedan percibir los alcances ideológicos
hacia los cuales tienden, con el fin de transformar la concepción y los usos de las tecnologías.

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:: El concepto de Comunicación
multiplicación de sentidos y complejidad de procesos que implica

Raymond Williams, en su libro “Introducción a la Historia de la Comunicación”, plantea que


una de las características fundamentales del hombre -en tanto que especie-, ha sido su deseo y
su capacidad para comunicarse, es decir, para interactuar e intercambiar -a través de diferentes
medios- significados, informaciones, experiencias, etc. con sus prójimos. El autor afirma que
el hombre ha aprendido por sí mismo a hablar y a pensar -el sentido de la sociedad y la cultura,
y a producir los medios de protección material que necesita como base de la vida humana.
Este aprendizaje se ha basado -fundamentalmente- en nuestra capacidad comunicativa en
virtud de la cual el hombre puede ser definido como un animal simbólico.

Podemos deducir, entonces, que -en un sentido muy general- el término comunicación designa
-como mínimo- un proceso de intercambio o de interacción entre dos o más sujetos que -en virtud de este
proceso-, entran en relación.

De la enorme amplitud conceptual que implica un tipo de definición tan genérica y abierta,
surge la necesidad de renunciar a la intención de definirla al estilo del diccionario. Así,
podemos decir que es uno de los conceptos básicos aplicado a todo tipo de relación humana y animal y
designa el proceso de utilización de un código para transmitir un mensaje o cierta información.

Efectivamente, la noción de comunicación -aunque esencialmente humana-, es uno de los conceptos


básicos aplicados a todo tipo de relaciones entre entidades de diversa naturaleza: se habla de comunica
entre el usuario y la computadora o también entre los delfines o las abejas, de modo que la
extensión del campo comunicativo es tan vasta que es imposible describirla en dos palabras.

Muy genéricamente podemos señalar que:

1) la comunicación es un proceso o, al menos, implica un proceso;


2) este proceso es muy complejo y se relaciona estrechamente con el comportamiento humano,
individual o colectivo y;
3) la diversificada capacidad simbólica del hombre es el fundamento de la particularidad de
cada evento comunicativo.
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Asimismo, Dominique Wolton sostiene que la comunicación es el conjunto de técnicas, desde
la televisión a los nuevos medios y su implicación económica, social y cultural, pero también
los valores culturales, las representaciones y los símbolos ligados al funcionamiento de la
sociedad abierta y de la democracia. Él lo liga a la sociedad, más allá de la técnica y considera
que la distinguen tres sentidos: la comunicación directa, técnica y social. La última es trabajada
en el sentido que la comunicación es una necesidad social funcional para las economías
independientes. Entre estos tres niveles está la interacción.

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Unidad I
Teorías de la Comunicación

:: Sociología funcionalista y Comunicación de masas:


la escuela norteamericana

La corriente conformada por los llamados padres de la comunicación, que se inició en 1929
con los estudios pioneros de Harold Laswell, aunque manifestó un desarrollo sostenido desde
esa fecha hasta los años sesenta, significó sobre todo un avance del conocimiento empírico,
comercial y administrativo sobre la comunicación y sus efectos, pero nunca una ruptura del
paradigma clásico que instauró Laswell sustentado en los elementos: emisor-mensaje-medio o
canal-receptor y efectos.

Las teorías clásicas de la comunicación: Los estudios emprendidos por los padres de esta
escuela fueron tales como: los relativos a los efectos directos de los medios sobre el receptor,
realizados por el mismo Laswell, en 1927 y 1930; los de los efectos limitados por la intervención
de factores psicológicos individuales, efectuados en los años de 1940 por Hovland, Lewin,
Lazarfeld y Berelson; los de la intervención de factores grupales y sociales, desarrollados en
1994 por Lazarfeld y Berelson, Lazarfeld y Katz, R. Merton; los relativos a los usos y
gratificaciones de los medios, ejecutados en los años 60, por Klapper, Katz y De Fleur; las
investigaciones sobre la teoría de la fijación de la agenda pública (agenda setting) por parte de
los medios de comunicación, desarrolladas desde 1947 por Cohen, Comb y Shaw y por
Iyengen, y los relativos a la teoría de la “espiral del silencio”, efectuados por la norteamericana
Elizabeth Neüman, contribuyeron con la maduración de la corriente teórica conocida como de
la “Mass Communication Research”, pero no produjeron una transgresión de las fronteras de
la matriz epistemológica neopositivista que la sustentó a lo largo de más de cuatro décadas.

El único cambio de perspectiva introducido en esta corriente tuvo lugar en los años sesenta
con los estudios sobre los usos y las gratificaciones de los medios, que modificaron la pregunta
de ¿qué es lo que hacen los medios con los receptores? por la de ¿qué es lo que hacen los
usuarios con los medios?, los cuales revirtieron la teoría de Laswell sobre el papel poderoso y
unilateral de los mismos para influir sobre las personas, pero sin cuestionar su paradigma que

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continuó manteniendo una visión funcionalista, instrumental y pragmática del proceso de la
comunicación.

En general, esta escuela centró sus enfoques teórico-metodológicos en la psicología social y la


sociología funcionalista y se apoyó en investigaciones empíricas y cuantitativas para medir el
impacto o efectos de los medios en los individuos y la sociedad.

:: Materialismo Histórico y pensamiento crítico:


la escuela de Frankfurt

Esta escuela que incluye a varios pensadores alemanes entre los cuales pensadores más
importantes, entre los cuales destacan T. Adorno; Max Horkheimer; Herbert Marcuse y Walter
Benjamin, constituyó en la primera corriente teórica que se enfrentó a los planteamientos
funcionalistas de los norteamericanos sobre los medios y la sociedad de masas.

A partir de un enfoque desde el psicoanálisis, el marxismo y la sociología crítica, dicha escuela


inicia el estudio y la crítica de la cultura de masas, concepto al cual opone el de “industria
cultural”, término acuñado por Adorno y Horkheimer, en su libro “Dialéctica del Iluminismo”
(1947), por considerar que el primero puede conducir al equívoco de pensar que se trata de
una cultura que surge espontáneamente de las masas, cuando no es así porque el segundo
remite al conjunto de procesos de reproducción técnica de los productos culturales, mediante
las condiciones impuestas por los requerimientos económicos, comerciales y administrativos
de los medios masivos que los convierte en mercancías alejadas totalmente del arte y de las
creaciones estéticas.

Partiendo de una reflexión sobre el desarrollo técnico, comienzan a sentar las bases de un
pensamiento crítico sobre la técnica como sistema de dominación, que al penetrar en el campo
de las producciones culturales las convierten en instancias para la reproducción de las
sociedades capitalistas avanzadas y para el ejercicio del poder y la manipulación ideológica.

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A pesar de tener grandes diferencias con la corriente norteamericana, tanto es su matriz teórica
(marxismo/funcionalismo) y, manteniendo una postura crítica, los fundadores de esta
corriente también se centraron en el estudio de los medios y sus manifestaciones de masas.

Es en los años setenta, Habermas, produce un cambio en la reflexión teórica y replantea el


problema de la comunicación, no desde la perspectiva de la técnica sino desde una teoría del
lenguaje que dé sentido epistemológico y ético a la teoría social crítica de los fundadores.
Habermas elabora su Teoría de la Acción Comunicativa (1986), según la cual los hablantes
están dotados de competencia lingüística para comunicarse con sus semejantes, en un clima
de consenso democrático, con ello desplaza el interés hacia la dimensión humana de la
comunicación y, con su concepto de “giro lingüístico”, introduce como elemento fundamental
el problema del sujeto desplazando al medio como centro del análisis (Habermas, 1997). Se
considera que él refresca la teoría de Frankfurt, porque basa su teoría de la acción comunicativa
en el mundo de lo vivido, con lo cual ayuda a comprender las prácticas significativas
desarrolladas en la vida cotidiana y las experiencias dialógicas de la comunicación popular.

:: El estructuralismo francés:
del medio al mensaje

Desde los años setenta y con sus análisis sobre los discursos y los textos, esta corriente
introduce en los estudios de comunicación los aportes de la antropología cultural de Levy
Strauss, y de la lingüística de Ferdinand de Saussure y Roman Jackobson; manteniendo una
visión muy cerrada sobre la estructura del texto considerándolo independiente del contexto
que le da sentido, y al igual que la Escuela de Frankfurt se ubicó en una posición crítica,
fundamentalmente de denuncia sobre la manipulación ideológica que se escondía detrás de
todo discurso.

Si bien los trabajos de Roland Barthes -basados en la semiología, como la ciencia que aborda
el estudio de los signos no sólo desde la gramática y la lingüística, sino desde el seno de la vida
social, es decir, el contexto-, ayudaron a abordar temas como la moda, la publicidad, el cine y
los medios audiovisuales, con enfoques que se centran no tanto en el texto lingüístico sino en

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su articulación con la imagen, y continuaron poniendo el acento en los instrumentos de
manipulación ideológica y en el poder del emisor.

:: La escuela de Birmingham:
los Estudios Culturales (cultural Studies)

La escuela de Birmingham fundada en los años sesenta, significó un importante avance en la


investigación crítica europea, sobre todo porque desbordó el estudio de lo meramente textual
o discursivo para abordar problemas concretos de la cultura contemporánea -popular-, así
como los procesos de recepción y apropiación de la cultura masiva. Al recurrir a metodologías
etnográficas para estudiar la incidencia del consumo cultural en la vida cotidiana de las
personas, especialmente en lo relativo a la audiencia de la televisión, introdujo enfoques
novedosos en los modos de abordar el papel activo del receptor frente a la cultura masiva y
los procesos de negociación que él establece no sólo con el emisor sino con el texto y con los
mensajes de los medios.

Los pioneros de esta corriente inglesa, - Raymond Williams; Richard Hoggart y E.P.
Thompson-, enriquecieron el enfoque crítico, al introducir renovaciones en los planteamientos
del marxismo clásico y proponer en el debate el concepto de la lucha cultural como parte de la
lucha política para el cambio social, al reivindicar la cultura popular y obrera frente a la de
élite y al introducir el concepto de “agencia social” en los fenómenos culturales.

Al interesarse por los procesos de resistencia de las clases subalternas, los estudios culturales
posteriores llegan a extrapolar esa relación a los procesos de recepción de los medios masivos.
Así, Jensen introduce el concepto de “comunidad interpretativa” para explicar cómo inciden
factores contextuales diversos en los procesos de recepción. La escuela inglesa, al otorgar
demasiada autonomía al receptor, al abogar por una democracia cultural y al reivindicar la
cultura popular, llega a concebir que el sujeto es totalmente libre al encontrarse con el texto,
pero olvida la influencia del contexto social y económico. Tampoco aborda más integralmente,
las relaciones de oposición y de complicidad que se pueden dar entre el discurso dominante y
las clases subalternas, lo cual ayudaría a entender el entrecruce que tiene lugar entre lo
hegemónico y lo popular en la cultura masiva.
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:: La comunicación en América Latina

Los estudios sobre comunicación en nuestro país, y en América latina son relativamente
nuevos. Mario Kaplún es considerado uno de los padres de la comunicología latinoamericana.
Este argentino-uruguayo fue quizá la figura que mejor integró dentro de la práctica de la
comunicación los principios dialógicos que Paulo Freire elaboraba a partir de los años 1950 y
que, en la década siguiente, le garantizaron al brasileño una merecida fama mundial. Durante
muchos años cualquier conversación sobre educación y comunicación, en Latinoamérica,
conducía a Mario Kaplún.

Sin embargo, Jesús Martín Barbero menciona que el campo de estudios y, en particular, el
desarrollo y la aplicación de las teorías de la comunicación en América Latina se formaron
prácticamente durante el periodo de los sesenta y hasta mediados de los ochenta por el “efecto
cruzado” de dos hegemonías teóricas: la del pensamiento instrumental de la investigación
norteamericana y la del paradigma ideologista de la teoría social latinoamericana. En la
revisión del periodo y los efectos de las hegemonías, el autor se ve obligado a plantear una
recomposición del campo y de las consecuencias de las apropiaciones teóricas que traspase los
enfoques y las fronteras de los campos disciplinares, utilizando este análisis para la
construcción del campo transdisciplinar de la comunicación. Para Barbero, las bases que
sustentaron la teoría de la comunicación y que explicó el fenómeno (comunicacional) desde
los cuarenta hasta mediados de los ochenta en América Latina son: la corriente de la psicología
conductista, la sociología funcionalista (positivista, empirista, especulativa y escolástica) y la
“amalgama esquizoide” de la semiología estructuralista y el marxismo clásico de la Escuela de
Frankfurt.

A principios de la década de los noventa, sin embargo, las teorías de la comunicación en


América latina han experimentado un cambio renovador, saludable y de necesaria superación.
Este cambio, inicia a partir de cuatro aspectos y situaciones conexas fundamentales: por un
lado,
1) de la superación de la tendencia a adscribir los estudios de la comunicación a una disciplina
e ir creando una conciencia creciente de su estatuto transdisciplinar;

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2) el rompimiento con lo que Lozano llama “los marcos sobreideologizados” de los enfoques
teóricos del pasado;
3) el advenimiento y convergencia de tecnologías informáticas, de telecomunicaciones y
audiovisuales, se revolucionaron las formas de producción, difusión y recepción de la
información que han hecho posible lo que Martín Barbero llama la “alteración de las relaciones
tradicionales de intercambio entre emisores y receptores y usuarios mismos” hasta el punto
de permitir otras modalidades de interrelación mediatizada pero interactiva, dialógica, en
tiempo real e incluso, personalizadas, en un espacio globalizado, sin fronteras, sin limitaciones,
que nos permite movernos entre los límites de lo global a lo local de manera simultánea.
Finalmente;
4) la recuperación de la producción de la enseñanza y la investigación de la comunicación en
América Latina y su intercambio con el plano internacional.

En tal sentido, una buena parte de los investigadores y estudiantes de comunicación


comenzaban a abandonar las lecturas conspiracionistas/antiimperialistas (donde reinaba
soberano Para leer el Pato Donald de Dorfman y Mattelart) y se internaban en un mundo
donde la comunicación y la cultura se presentaban como un territorio mestizo (García Canclini
popularizaba por entonces el concepto de lo “híbrido”), cruzado por reapropiaciones
simbólicas y procesos hegemónicos y contrahegémonicos (Martín Barbero hacía lo mismo con
sus “mediaciones”).

En palabras de Barbero: “Yo diría que hubo un tiempo en que la investigación en comunicación
estuvo muy marcada por una concepción dependiente no sólo de modelos extranjeros, sino de
grandes teorías de las que esperamos la definición de aquello que era verdaderamente
comunicación, de aquello que debería ser realmente estudiado. Mi balance es que en estos años
hemos ido viendo mucho más ajustadamente que definir la comunicación es imposible por
fuera de las especificidades culturales. Un primer elemento es que dejamos de creer que era la
teoría, una cierta teoría -bien fuera de la sociedad o una teoría general de la comunicación- la
que nos iba a demarcar el campo. Esa demarcación del campo es tarea nuestra, es una tarea de
construcción permanente en la medida en que vamos aglutinando más variables de la vida de
nuestros pueblos, que tienen como mediador general a lo cultural. Segundo: este acercarnos
desde las prácticas, desde los modos de comunicación de nuestros pueblos, para valorar de

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una manera mucho más histórica lo que entendemos por comunicación y lo que vale la pena
ser investigado, nos ha reportado el tomar conciencia del papel estratégico que hoy tienen los
problemas y los procesos de comunicación en nuestros pueblos. No estamos diciendo que
estudiar comunicación es estudiar lo fundamental de la sociedad; estamos diciendo que por
los procesos de comunicación pasan algunas de las dimensiones del bloqueo de estas
sociedades y de las posibles estrategias de su desarrollo y transformación, que es algo distinto.
En este sentido yo diría que uno de los elementos más importantes de este balance es que la
investigación en comunicación ha ido posibilitando nuevas formas de hacer comunicación. Yo
sé que estamos empezando, yo sé que todavía estamos muy lejos de una articulación entre
investigación y docencia, y sobre todo docencia en términos profesionales, en términos de
salida de producción. Sin embargo, creo que empieza realmente a haber una conexión entre la
búsqueda del trabajo investigativo y un diseño de formas de transformación de las prácticas
comunicativas.”

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Unidad II
La Comunicación y los lenguajes

:: La semiosis como proceso sociocultural

Una vez definida, entonces, la amplitud del espacio conceptual que implica la noción de
comunicación abordaremos el término semiosis o una acción simbólica. Ejemplo de esto, es lo
descrito por Thomas Sebeok:

Un profesor de francés muestra la fotografía de un caballo. Un discípulo suyo americano dice


"horse". El profesor asiente y pronuncia "cheval".

Los protagonistas de la escena imaginaria han participado de un proceso comunicativo que


podemos definir, en esta primera instancia, como un intercambio de mensajes:
1. visuales, como la fotografía exhibida y
2. verbales, como las interpretaciones lingüísticas -"cheval" y horse"- del estudiante
y el docente.

En este ejemplo simple podemos observar que la acción simbólica o semiosis está contenida
en el acto comunicativo que realizan los personajes a través del intercambio de mensajes que,
a su vez, están constituidos por signos.

:: Los signos y su entramado en la vida social

Umberto Eco describe en la introducción a uno de sus libros la curiosa situación del señor
Sigma, aquejado por un inesperado dolor de panza. Tomando como punto de partida un
ejemplo tan cotidiano, establece los recorridos simbólicos que realiza Sigma hasta que llega a
la consulta médica y, para que no quede ninguna duda acerca de la dimensión simbólica de la
condición humana.

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Pero ¿qué es un signo? El signo constituye la unidad mínima y necesaria sin la cual sería literalmente
imposible llevar adelante cualquier proceso semiótico o acto comunicativo, y allí radica su dimensión
simbólica o semiosis. O, en otros términos, tal como lo planteó Roland Barthes, en el mundo
de la cultura el hombre está rodeado de signos. La intervención humana hace posible que los
objetos naturales o culturales pasen a convertirse en signos siguiendo una ley, probablemente
la más general de la cultura, de semantización universal.

:: Signo lingüístico

Hasta aquí, hemos enunciado el significado teórico que manejaremos en el empleo de términos
elementales para el desarrollo de la materia tales como: comunicación, semiosis y signo.
Agregaremos ahora un cuarto elemento a nuestra reflexión: el término lenguaje.

Al igual que las categorías anteriormente tratadas, el concepto de lenguaje está sujeto a
diferentes acepciones que acompañan sus variados usos. Como ya vimos, el estudio del
espacio comunicativo implica una gran complejidad y muchos especialistas en el tema
acuerdan acerca de la necesidad de incorporar al análisis la noción de lenguaje.

Este acuerdo surge de una constatación evidente: en la mayoría de las acciones comunicativas
intervienen activamente diferentes soportes significativos que, en primera instancia, parecen
actuar de manera similar a como lo hace el lenguaje verbal, es decir, funcionará de manera
análoga a las lenguas naturales en lo referido a la producción de significación.

Ahora bien, no todas la teorías lingüísticas, filosóficas o semiológicas han estado de acuerdo
en cómo y en por qué las lenguas "producen" significación. Para algunos, las lenguas naturales
constituyen el más eficiente instrumento que el hombre posee para expresar un pensamiento
o un sentimiento exterior a las lenguas mismas. Para otros, más que expresar algo "exterior" a
ellas mismas las lenguas naturales organizan el sentido, producen significación a partir de
mecanismos autónomos: estos teóricos consideran a las lenguas o bien como sistemas de
signos concretos o bien como complejas estructuras abstractas destinadas a dicho fin.
Paralelamente, también se han considerado a las lenguas naturales como soportes materiales

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o incluso como ejemplos de una verdadera "tecnología comunicacional" que mediaría en
nuestra relación con la realidad determinando de una manera específica nuestra percepción o
comprensión de la misma, condicionándonos a una semiosis específica.

Quienes extienden la noción de lenguaje a otros "medios de expresión" a otras "estructuras de


significación" o a otro "soporte significativo" o "tecnología comunicacional", quienes entienden
la noción de lenguaje a fenómenos semióticos propios del reino vegetal o animal, están de
hecho adhiriendo a alguna de estas posiciones o mezclándolas.
En este contexto, entonces, se ha podido hablar por ejemplo de: lenguaje gestual; lenguaje
visual; lenguaje verbal; lenguaje pictórico; lenguaje musical; lenguaje radiofónico; lenguaje
fotográfico; lenguaje cinematográfico; lenguaje de las abejas; etc.

Siguiendo este punto de vista, se ha llegado incluso a pensar a la cultura misma como un
"campo de dispersión de los lenguajes" -tal como lo definiría Roland Barthes-, es decir, como
un espacio simbólico donde batallan diferentes sistemas sociales de representación que se
clasificarían según distintos parámetros, todos ellos vinculados con la estratificación social. El
empleo de la noción de lenguaje puede adoptar diferentes significados, pero todos ellos, de
alguna manera, remiten -ya por aceptación, ya por rechazo- al modelo conceptual que propuso
Ferdinand de Saussure a principios del siglo XX, cuando elaboró la distinción entre lengua-
habla que aún hoy es tomada en cuenta en los estudios semiológicos y comunicacionales.

Saussure, -considerado el "padre" de la Lingüística moderna-, postula la necesidad de


existencia de una "ciencia de los signos" o Semiología y, simultáneamente, sentó las bases para
el desarrollo de la Lingüística, como una rama de aquella, especialmente encargada del estudio
de los signos verbales o lingüísticos. ¿Pero, por qué relaciona Saussure Lingüística con
Semiología? ¿Por qué considera que la primera terminará siendo una especificación de la
segunda? La respuesta hay que buscarla en la tarea que Saussure postula (en las primeras
décadas del siglo XX) para la Lingüística en tanto que ciencia: el estudio de la lengua. ¿Qué es
la lengua?

Según el autor, para hacer ciencia, el lingüista se encontraría de entrada ante el lenguaje, objeto
esencialmente "heteróclito y confuso": a la vez, físico y psíquico, natural y cultural, social e

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individual, acción e instrumento y resultado de esa acción. Debe entonces constituir un objeto
claro, preciso y homogéneo y la forma de hacerlo es tomar un parámetro, un punto de vista
específico desde el cual analizar los multiformes fenómenos lingüísticos. Ese punto de vista
será el de la comunicación y el sentido: la constitución de la lengua en objeto de la Lingüística.
De entre los hechos del lenguaje, lo que verdaderamente importa, viene a decirnos Saussure,
es aquello que garantiza que cada vez que hablamos utilizando un idioma común podamos,
en términos generales, relacionar de la misma manera sonidos con sentidos, y a partir de ello,
comunicarnos.

Si nuestra búsqueda de un objeto para la Lingüística se orienta en esa dirección, encontraremos


que la comunicación y el sentido son posibles porque compartimos, como miembros de una
comunidad lingüística, un repertorio organizado de signos -unidades mínimas de
significación, en cierto nivel, que Saussure denominará sistema de signos y que es la lengua.
Este sistema de signos organizará de una manera específica la relación entre sonidos y sentidos
y nos permitirá producir todos los mensajes lingüísticos con los que nos comunicamos. En
otros términos, funcionará como un código común a los miembros de una comunidad
lingüística. Por otra parte, al uso de dicho sistema y al resultado de dicho uso, los enunciados
concretos con los que hablamos, Saussure los denominará habla, A diferencia de la lengua, a la
que está subordinada, el habla es para Saussure de carácter libre, individual, impredecible...
Nunca podría ser ella la que garantice el sentido y la comunicación, no será ella pues el objeto
privilegiado de la ciencia lingüística. Sin embargo, paradojalmente, la lengua sólo existe por y
en función de los hechos de habla, y, por lo tanto, diremos ahora que el lenguaje, en su totalidad,
es definido como la suma de la lengua y el habla.

Saussure, al definir la lengua, habla de sistema de signos. Si estudiar la lengua es esencial para
explicar la comunicación es porque es en su interior, a partir de sus relaciones sistemáticas que
los signos con los que nos comunicamos adquieren su sentido básico.

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:: Peirce y la noción de signo semiótico:
Representamen - Objeto - Interpretante y las tricotomías de los signos

Entre las peculiaridades de la semiótica peirceana cabe señalar, en primer lugar, que cualquier
fenómeno natural, objeto o ser del mundo, o cualquier producción humana puede ser
entendido como representamen o signo de algo, denominado objeto, en algún aspecto o carácter,
si es considerado como tal por un intérprete que desarrollaría en su mente un signo más
desarrollado, denominado interpretante. Tal definición hace depender la existencia de una
relación de signo de una instancia que la semiótica saussureana no consideraba, la instancia
de interpretación y plantea a partir de ello un modelo explicativo de la producción semiótica
de la significación radicalmente diferente del modelo estructural.

Nos interesa detenernos en dos aspectos de este modelo semiótico: la noción de semiosis
ilimitada y el modelo de clasificación de signos planteado por Peirce, generalmente conocido
como las tricotomías peirceanas. Decíamos más arriba que la noción de interpretante planteaba
el resultado de la operación de semiosis como la producción de "un signo más desarrollado"
Esto no es un dato menor: a partir de esta concepción, el establecimiento de una relación de
signo no aparece como una mera relación de sustitución sino que implica una especie de
incremento o especificación de un cierto saber sobre un objeto determinado. Incremento o
especificación de saber que no termina con el establecimiento del primer interpretante: para
Peirce todo interpretante puede devenir a su vez representamen de otro nuevo objeto para una
nueva instancia de interpretación y así ad-infinitum. A este proceso lo denominó Peirce
semiosis ilimitada e intentó pensar a partir de él las transformaciones científicas, culturales y
sociales propias del devenir humano. Ningún saber está consolidado por siempre jamás,
ningún hábito social es inmutable; sólo puede haber detenciones, condensaciones pasajeras
que permiten explicar, por ejemplo, la existencia social de un saber científico consolidado o de
costumbres admitidas como” naturales" para una época dada. Para dar cuenta de estas
"detenciones momentáneas" del proceso de semiosis ilimitada, Peirce creó un concepto
específico, el de interpretante final.

Elaborar tipologías (es decir: establecer clases) de signos fue una tarea en la que la Semiótica
no dejó de empeñarse desde sus inicios. Si en Saussure esta tarea adquiere una forma de boceto
con la distinción entre signo y símbolo, en Peirce ocupó un lugar central en su obra a partir de
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la organización de un elaborado sistema de clasificación basado en el establecimiento de tres
clases "madres" de signos de tres miembros cada una: las tricotomías. Del cruzamiento (de
acuerdo a ciertos condicionamientos) de los miembros de estas tricotomías surgirían los tipos
de signos específicos. Como puede verse en la bibliografía obligatoria, las tricotomías se
organizan en torno al representamen considerado ya en sí mismo, ya en relación a su objeto,
ya en su relación con el interpretante.

En torno a la clase de signos que Peirce denomina íconos, es interesante señalar que, en su
definición, pone de relieve dos cuestiones: que el icono remite a su objeto "por virtud de
caracteres propios y que posee por igual tanto si tal objeto existe o no" y que cualquier cosa es
ícono de algo "en la medida en que es como esa cosa y es empleado como un signo de ella".
Esto permitió, por cierto, que el autor considerara íconos a signos tan dispares como un retrato,
un mapa, o los términos de una ecuación matemática. La independencia absoluta del ícono
con respecto a su objeto, es claramente planteada por Peirce para diferenciar íconos de los
índices, pero es de señalar que pone una vez más de relieve la importancia decisiva que tiene
en Peirce la instancia de interpretación en la configuración de un signo: es sólo en esta
instancia, y sin ninguna referencia al origen del representamen, donde algo es considerado
como “otra cosa” a partir de sus caracteres propios y pasa a ser empleado como signo de ella.

Referido a los índices, considera que están afectados por su objeto. ¿Qué quiere decir Peirce
con esto? Los índices son signos de su objeto en tanto que mantienen o han mantenido con este
una conexión física o de tipo causal. Ya no son aquí, pues, los caracteres propios del
representamen los que importan, sino la relación espacial o genética que dichos
representámenes mantienen con sus objetos. Los ejemplos clásicos de Peirce lo muestran
claramente: el humo que es índice del fuego; la huella que lo es del animal, el dedo o el cartel
indicador como índices del objeto señalado, la veleta como índice de una determinada
dirección del viento…

Por último, interesa señalar que el símbolo debe su existencia como signo al hecho de mantener
con su objeto una relación basada en lo que Peirce llama "ley" o "asociación de ideas generales
(es decir, una convención social, cultural o meramente derivada de la capacidad de
conceptualización del pensamiento humano) independientemente de que sea reconocido

18 | C i e n c i a s d e l a C o m u n i c a c i ó n
como parte de un sistema de signos (como las lenguas naturales) o no; por otra parte, no
cualquier representamen deviene símbolo: él mismo es un legisigno, dice Peirce, un signo que
es ley, un modelo abstracto, si se quiere, que sólo puede intervenir en el proceso semiótico
concreto a través de concretizaciones específicas (en términos de Peirce: sinsignos) que
denomina réplicas. (Así piensa Saussure, en este aspecto, la relación lengua habla).

:: El lenguaje fotográfico

El estudio del lenguaje fotográfico implica un tipo específico de análisis que se basa en la
consideración "semiótica" de la fotografía. Por ello consideraremos su semiótica y su influencia
en el ambiente cultural contemporáneo.

La invención de esta nueva tecnología de la imagen trajo consigo grandes cambios en nuestros
hábitos culturales y revolucionó profundamente la concepción de la comunicación, la
representación y el conocimiento que hasta su aparición teníamos. Hoy en día, su
aprovechamiento social resulta cada vez más amplio y diverso, pero, y quizás debido a su
amplia difusión en nuestra vida cotidiana, hemos incorporado las nuevas formas de
comprensión y percepción del mundo que históricamente ha impuesto el lenguaje fotográfico.
Desde los primeros "daguerrotipos" hacia mediados del siglo XIX hasta nuestros días, la
fotografía ha sufrido una cantidad de transformaciones y perfeccionamientos que la han
convertido en lo que es hoy: uno de los "medios" o modos" de comunicación arquetípicos de
nuestra civilización. Su nacimiento se remonta a una época pródiga en inventos. Inicialmente,
los efectos sociales de la fotografía fueron profundamente democratizadores: surge junto a la
prensa popular en el espacio público de la época. En ese momento, la fotografía acompaña la
elaboración de un nuevo concepto de periodismo: los "penny papers", un sistema que resultó
muy favorable para la difusión masiva de la imagen.
En nuestro tiempo, la fotografía está en la base diversas obras "artísticas" (pop art,
hiperrealismo, algunas modalidades conceptuales) y esto agrega un nuevo capítulo a la
discusión acerca de su valor como arte. Pero, lo que más nos importa: los usos sociales de la
fotografía a través de su presencia constante en ciertos medios de comunicación de masas.

19 | C i e n c i a s d e l a C o m u n i c a c i ó n
En términos generales, podríamos decir que el lenguaje fotográfico se caracteriza por:

1. Reducir a la bidimensionalidad del negativo (y luego a la del positivo) la realidad


tridimensional. Esto significa que la fotografía -de acuerdo con su génesis técnica- se
caracteriza por traducir sobre un plano con puntos de mayor o menor intensidad
cromática y tonal las impresiones lumínicas de un espacio y unos objetos situados por
un instante frente a la cámara.
2. Utilizar la luz y sus exigencias como modo condicionador de la representación. En este
sentido, el ojo humano -y las lentes neurofisiológicas de la visión- tienen más
posibilidades de adaptación a las condiciones luminosas que cualquiera de las lentes,
objetivos o películas de los que dispone una cámara.
3. Imponer una determinada mediación tecnológica normatizada entre el dato físico y su
representación. Frente a la percepción visual humana, altamente condicionada por la
cultura y, en virtud de ello, por ciertos hábitos selectivos (ante los estímulos visuales
del mundo exterior sólo vemos aquello que reconocemos, o nos interesa o nos
sorprende), la fotografía se distingue por captar implacablemente todo lo que está
situado dentro del campo del objetivo, dentro del "encuadre”.
4. Imponer un carácter estático y monofocal. Es decir, frente a la mirada humana que
participa del movimiento corporal y ocular, la fotografía implica una detención del
movimiento del sujeto (fotógrafo) y otra similar del objeto (fotografiado) que queda
momentánea y artificialmente detenido en el devenir temporal. En palabras de Barthes,
una "imagen del tiempo”.
5. Establecer una relación específica entre el impregnante u objeto fotografiado y la
impresión o fotografía propiamente dicha que registra el flujo de fotones proveniente
del primero dejando así una constancia visual. Este carácter indicial de la imagen foto
fundamenta la tendencia actual a reconsiderar los principios del realismo fotográfico
dominante durante el siglo XIX y parte del XX: en las palabras de Barthes, toda
fotografía no hace sino decirnos siempre: “Eso ha estado allí”.

Al respecto, y siguiendo a Philippe Dubois en su texto el acto fotográfico, entendemos que un


recorrido histórico nos permitirá conocer diferentes puntos de vista acerca del realismo

20 | C i e n c i a s d e l a C o m u n i c a c i ó n
fotográfico, este principio de realidad propio de la relación entre la imagen fotoquímica y su
referente:

1. La fotografía como espejo de lo real: el discurso de la mimesis. El efecto de realidad


ligado a la imagen fotográfica se atribuyó inicialmente a la semejanza existente entre la
foto y su referente. La fotografía al comienzo es percibida por el ojo natural como un
"análogo" objetivo de lo real.
2. La fotografía como transformación de lo real: el discurso del código y la deconstrucción.
Pronto se manifestó una reacción contra ese ilusionismo de espejo fotográfico. El
principio de realidad fue designado entonces como una pura impresión, un efecto. La
imagen fotográfica no es un espejo sino un útil de transposición, de análisis, de
interpretación, incluso de transformación de lo real, en el mismo sentido que el lenguaje
verbal y como él culturalmente codificado
3. La fotografía como huella de una realidad: el discurso del índex y la referencia. Este
movimiento de deconstrucción semiológica y de denuncia ideológica de la impresión
de realidad (punto 2) nos deja un poco insatisfechos: algo singular subsiste a pesar de
todo en la fotografía como dice Barthes, algo del referente se adhiere a pesar de todo.

21 | C i e n c i a s d e l a C o m u n i c a c i ó n
:: Jakobson
El modelo de comunicación y las funciones del lenguaje

El lingüista ruso Roman Jakobson, perteneció al Círculo Lingüístico de Praga. Él explica a la


lengua como un sistema funcional, producto de la actividad humana. Para el autor, la finalidad
de la lengua consiste en la realización de la intención del sujeto de expresar sus emociones,
manifestar sus deseos y de comunicar sus conocimientos.

Procesamos diariamente una gran variedad de sistemas de comunicación: el sonido de una


campana; las luces de un semáforo; las señalizaciones en las calles y carreteras; el movimiento
de la mano del vecino a manera de saludo; las palabras de bienvenida de los compañeros en
el trabajo... todos son ejemplos de sistemas de comunicación. Los elementos básicos que
subyacen en éstos son tres: un emisor y un receptor, unidos por un mensaje al cual se le
atribuye un significado. Para que se establezca la comunicación es preciso que tanto el emisor
como el receptor le atribuyan al mensaje el mismo significado. Para que esto ocurra se necesita
que ambos compartan el mismo código. Así, el modelo de Jakobson de las funciones del
lenguaje distingue seis elementos o factores de comunicación, que son necesarios para que
ocurra la comunicación: (1) contexto, (2) direccionador (remitente), (3) destinatario (receptor),
(4) contacto, (5) código común y (6) mensaje. Cada factor es el punto focal de una relación o
función que opera entre el mensaje y el factor. Las funciones son las siguientes, en orden: (1)
referencial ("La Tierra es redonda"), (2) emotiva ("¡Yuck!"), (3) conativa ("Come here"), (4)
fáctica (" ¿Hola? "), (5) metalingüística (" ¿Qué quieres decir con 'krill'? "), Y (6) poética (" Smurf
"). Cuando analizamos las funciones del lenguaje para una unidad dada (como una palabra,
un texto o una imagen), especificamos a qué clase o tipo pertenece (por ejemplo, un género
textual o pictórico), qué funciones están presentes / ausentes, y las características de estas
funciones, incluidas las relaciones jerárquicas y cualquier otra relación que pueda operar entre
ellas.

De acuerdo con Jakobson, los factores que constituyen todo hecho discursivo son un destinador
que manda un mensaje a un destinatario. Este mensaje, para ser operativo, requiere de un
contexto de referencia, de un código común al destinador y al destinatario y de un contacto,
canal físico y conexión psicológica que permite establecer y mantener la comunicación entre el

22 | C i e n c i a s d e l a C o m u n i c a c i ó n
hablante y el oyente. A cada uno de estos seis factores corresponde una función diferente del
lenguaje. Al destinador le corresponde la función emotiva (o expresiva) que se refiere a la
actitud del hablante respecto de lo que dice y que se identifica en el proceso comunicativo
mediante las interjecciones. La función conativa, expresada gramaticalmente con el vocativo y
el imperativo, corresponde a la apelación que el hablante hace al oyente. La función referencial,
expresada con oraciones declarativas, corresponde al manejo del a información, al asunto o
tema del cual se habla. Cuando la intención del hablante es establecer y mantener el contacto
con el oyente, se hace uso de la función fática. Finalmente, cuando la intención comunicativa
es precisar que se comparte el mismo código para garantizar una mejor comunicación entre
hablante y oyente, se recurre a la función metalingüística, que consiste en hablar del lenguaje
mismo. Cuando precisamos el significado de las palabras o cuando definimos el sentido de lo
que decimos, estamos usando la función metalingüística en el proceso comunicativo.

En la comunicación social todas las funciones están presentes, pero en un proceso


comunicativo específico y sobre la base de la intención del hablante, predomina una de ellas.
En cuanto al proceso de la significación podría parecer, por obvia, que sólo aparece en la
función metalingüística, pero no es así. Desde el punto de vista de la comunicación social, la
significación atraviesa todo el proceso y, por lo mismo está en todas las funciones. Cuando el
sujeto hablante expresa, cuando pide, cuando informa o cuando interpela, lo hace con base en
un proceso de significación que garantiza el éxito o el fracaso de la interlocución.

El planteamiento de Jakobson hace resurgir al sujeto hablante sobre el sistema de la lengua


(Saussure) y esto es lo que nos permite relacionarlo con el proceso de la significación.
Compartir un código no es hablar el mismo idioma, sino hablar sobre lo mismo y entender lo
mismo. Lo que el hablante dice es entendido por el oyente con el mismo significado. Así, por
ejemplo, la expresión "me muero de hambre" significa tener mucha hambre, con ese significado
se dice y así se entiende.

Ahora bien, aunque la explicación del proceso de la comunicación atendiendo a las distintas
funciones del lenguaje y al papel central del individuo en dicho proceso, nos permite
comprender mejor el proceso de la interlocución, aún persiste la idea de la comunicación sólo
como la transmisión de mensajes en la cual el hablante realiza un papel activo, mientras que

23 | C i e n c i a s d e l a C o m u n i c a c i ó n
el oyente se conforma con una recepción pasiva. Creemos que en el proceso de significación
de la comunicación social ambos papeles son activos: yo digo, tú escuchas, tú interpretas mis
palabras y yo me siento comprendido o corrijo tu interpretación para convenir en un mismo
significado. La comunicación es, entonces, un intercambio.

Para Jakobson, la función principal del lenguaje humano es comunicar. La comunicación


humana, sin embargo, opera de maneras distintas según el tipo de mensaje que queramos
transmitir o el tipo de comunicación que busquemos sostener con uno o varios interlocutores.
En este sentido, el autor ha distinguido seis usos en el lenguaje, a los que clasifica según la
función que cumplen en el acto comunicativo:

1. Función apelativa o conativa: la función apelativa o conativa sucede cuando el emisor emite
un mensaje del cual espera una respuesta, acción o reacción de parte de su receptor. Puede
tratarse de una pregunta o una orden. Podemos reconocerla en nuestra vida cotidiana, así
como en la publicidad o la propaganda política: “Vota verde”, “¿Hiciste la comida?”, “Dime”.

2. Función referencial, representativa o informativa: es aquella donde el emisor elabora


mensajes relacionados con su entorno o con objetos externos al acto comunicativo. Es el tipo
de función característica de los contextos informativos, o de los discursos científicos o
enfocados en transmitir conocimiento. Ejemplos: “El teléfono no sirve”, “Otra vez llueve”, “El
fuego es producto de una combustión”.

3. Función emotiva, expresiva o sintomática: la función emotiva, expresiva o sintomática está


enfocada en transmitir sentimientos, emociones, estados de ánimo o deseos: “Qué bien me
siento hoy”, “Te quiero”.

4. Función poética o estética: el lenguaje es utilizado con fines estéticos, es decir, con especial
atención al cuidado de la forma en sí y del uso de figuras retóricas. Es el tipo de función
característico de los textos literarios. Un poema, una novela o un trabalenguas son buenos
ejemplos.

24 | C i e n c i a s d e l a C o m u n i c a c i ó n
5. Función fática o de contacto: está enfocada en validar el canal comunicativo entre dos
interlocutores. Sirve para iniciar, mantener o finalizar una conversación: “Te oigo, sí”, “Claro”,
“De acuerdo”.

6. Función metalingüística: es la que empleamos para referirnos a la propia lengua, es decir,


cuando usamos el lenguaje para hablar de lenguaje: “La palabra ‘función’ es un sustantivo
femenino”, “Esto es una oración”.

25 | C i e n c i a s d e l a C o m u n i c a c i ó n
Unidad III
Pensamiento Crítico y comunicación en las sociedades de masas

:: Marcuse
La tecnología como modo de control social

La teoría tradicional defiende al statu quo, se basa en una lógica esencialista y determinista
que llega a predominar hasta en el marxismo clásico. Se puede advertir fácilmente en algunos
pensadores que hay un descubrimiento de “leyes naturales” con contenidos teleológicos y
teológicos, más o menos explícitos.

La teoría crítica marcha en otra dirección. En Horkheimer, tiende hacia un marxismo


interdisciplinario. Hay un proceso de acumulación-articulación en distintas disciplinas que se
utiliza para dar cuenta de una totalidad concreta expresada en diferentes momentos. Esta
teoría encierra potencialidades que la convierten en el último bastión contra la razón alienante.
Ella se propone abordar el funcionamiento social en términos materialistas y dialécticos, tanto
en el plano de la subjetividad (conciencia crítica), como en el plano concreto (estudios
empíricos).

De acuerdo con el pensamiento freudiano, la civilización surge en contradicción con los


instintos primarios y con el principio del placer, sometiendo a los instintos humanos. La libre
gratificación de las necesidades instintivas del ser humano sería, entonces, incompatible con
la civilización, pues ésta tiene como prerrequisitos la postergación y la renuncia a la
satisfacción. (Herbert Marcuse, 1999).

Después de la Segunda Guerra Mundial, Adorno comienza a escribir las más importantes de
sus obras. La dominación de los nazis le deja una enorme huella. Este desencanto se acentúa
frente a la capacidad del capitalismo para superar sus contradicciones internas y neutralizar o
cooptar al proletariado. Los pensadores de la Escuela de Frankfurt especialmente, Benjamín y
Marcuse, se concentraron en el estudio de lo cultural y simbólico.

26 | C i e n c i a s d e l a C o m u n i c a c i ó n
Los marxistas ortodoxos veían en el desarrollo del capitalismo la consecución de su propia
crisis, y en la clase obrera un potencial revolucionario que lograría una sociedad sin clases.
Marcuse, en cambio, cree que el capitalismo ha incorporado a la clase obrera a través de la
tolerancia represiva, la política del bienestar y el control social absoluto, que es real pero
invisible.

Marcuse denuncia la homogeneidad aplastante del pensamiento y la acción, esferas castradas


de todo impulso crítico y transformador. Por lo expuesto, se hace notoria la ausencia de una
cultura disidente orientada hacia la emancipación de las estructuras represivas. En su maestro
Heidegger (y en las lecturas de los marxistas Lukács y Korsch), Marcuse encuentra una
filosofía concreta y una apertura hacia la subjetividad revolucionaria, así como un camino
hacia la crítica de la cosificación de la sociedad burguesa (la dialéctica hegeliana implica un
proceso donde las contradicciones se resuelven en el plano de las ideas. Marcuse afirma que
quien, en última instancia, determina el proceso histórico no es la “idea”, sino lo “real”, por
ejemplo, la lucha de clases, y que no hay necesariamente una determinación a futuro, sino que
el proceso histórico está abierto).

Posteriormente, Marcuse se acerca a las posiciones de Adorno y Horkheimer al afirmar que


para superar la dialéctica, ya no se puede pensar en el desarrollo de una “cultura proletaria”.
La Ilustración suponía la liberación y superación del hombre, pero lo que sucedía en las
sociedades del capitalismo tardío era la sustitución de este ideal utópico por un tipo de
racionalidad técnico-instrumental, que, en lugar de conducirnos a la liberación, propugna
nuevas formas de dominio tanto de la naturaleza como de los sujetos.

La racionalidad instrumental: La organización tecno-burocrática, que aplica la racionalidad


instrumental, trata de garantizar una búsqueda eficiente de maximización de ganancias como
fin último, y esto se logra con una gran represión del deseo, y puede conducir a una sociedad
regida por el Tánatos.

El avance de la racionalidad instrumental se caracteriza por un aumento en la “represión" (en


sentido freudiano) donde la maximización de las ganancias conducirá al triunfo del principio
de Tánatos. Sólo la liberación de los instintos y los deseos hará posible salir de esta situación.

27 | C i e n c i a s d e l a C o m u n i c a c i ó n
El avance del racionalismo instrumental se extiende al conjunto de las esferas de la sociedad
hasta el punto de fusionarse con la propia personalidad de los sujetos (cosificación de las
conciencias), de modo tal que implica un notable aumento de la represión. La alienación
invade hasta el ocio, pues no se trata de tener receptores pasivos, sino consumidores activos.

Analizando la obra de Marcuse, podemos descubrir que la neutralidad de la tecnología es sólo


aparente, pues es concebida como un todo conforme y armónico, donde la diferencia de
intereses de los distintos sectores habría sido eliminada. La racionalidad tecnológica es un
instrumento de manipulación y control. La ideología dominante triunfa cuando se produce el
pensamiento identitario, vale decir una identificación (en el receptor) entre el objeto y el
concepto.; y la industria cultural combina pensamiento identitario con razón instrumental.

Aquí, los medios de comunicación de masas son un instrumento importante del capitalismo
totalitario. Se habla de libertad individual, por ejemplo, pero si recorremos los distintos canales
de televisión veremos que todos ellos están pasando similares contenidos, aunque de diferente
manera. El espectador urbano está sometido aparentemente a múltiples incitaciones, pero se
trata de idénticos contenidos presentados de diferente manera.

:: Teoría Crítica y análisis del discurso

Puesto que no hay lecturas inocentes,


deberíamos empezar por confesar de qué
lecturas somos culpables. Louis Althusser
(citado por Grüner, 1995: 16)

La Teoría Crítica busca transformar el orden social, crear conciencia de la injusticia y


desigualdades de clase. En este contexto, “Para leer al Pato Donald” se nos presenta como una
suerte de manual de la comunicación crítica de los años '70, que con preceptos cercanos al
marxismo deconstruía la presencia imperialista en la cultura; y donde los autores buscan
demostrar la dimensión imperialista que se esconde tras la inocencia de la producción cultural
de Disney.

28 | C i e n c i a s d e l a C o m u n i c a c i ó n
Entendiendo no sólo a la comunicación sino también a la literatura como herramientas críticas,
pensamos que la obra supone el desvelamiento de los mecanismos por medio de los cuales la
ideología burguesa se hace efectiva al tiempo que se erige como escenario de lucha política.

Para intentar develar lo que Disney nos disfraza de inocencia, citamos: “Disney expulsa lo
productivo y lo histórico de su mundo, tal como el imperialismo ha prohibido lo productivo y
lo histórico en el mundo del subdesarrollo. Disney construye su fantasía imitando
subconscientemente el modo en que el sistema capitalista mundial construyó la realidad y tal
como desea seguir armándola.”

Con frases como esta, los autores nos invitan a mirar con otros ojos críticos la comunicación
dentro de los procesos de reproducción y transformación social. Ariel Dorfman y Armand
Mattelart introducen, de esta manera, una muy provocadora visión teórica; política y
metodológica de la comunicación, siendo su matriz epistemológica la necesidad indispensable
de comprender los procesos comunicacionales para examinarlos a partir del complejo de
relaciones políticas, económicas, sociales y culturales.

Asimismo, el libro ilustra cómo son las estructuras de parentesco que subyacen en las
historietas del Pato Donald -y, por qué no, en las posteriores producciones animadas. En
primer lugar, y como dato sumamente llamativo, nos encontramos que los protagonistas son
huérfanos, o no se le conocen padre y madre. Además, las relaciones de parentesco se limitan
a ser una red de tío, sobrinos, tíos-abuelos. La ausencia de padres y madres es desplazada a la
relación macho/hembra que se caracteriza por ser la del eterno noviazgo al tiempo que se
manifiesta una preferencia marcadamente masculina.

Para los autores, lo que resulta paradójico es que las relaciones de poder en el mundo de
Disney son verticales y autoritarias, donde la autoridad no se sostiene en el padre, sino en el
tío. De esta manera, «el mundo de Disney es un orfelinato del siglo XIX» (Dorfman; Mattelart,
1972: 30). Tras esas relaciones verticales de poder (tío/sobrinos); se esconde una completa
horizontalidad de quienes nunca podrán ser dominadores (los sobrinos). Sin embargo, esta
horizontalidad no es la de las sociedades sin clases sino la condición de existencia dentro del
capitalismo.

29 | C i e n c i a s d e l a C o m u n i c a c i ó n
En cuanto al estereotipo femenino, a lo largo de las producciones de la época se ve en el eterno
papel de servidora que tiene la mujer. Ésta solo puede servir al hombre y el único poder que
se le concede es el de seducirlo, convirtiéndose de bella doncella a ama de casa que cocina para
“su” hombre.

Al respecto, y si bien, según Dorfman, “Ese libro fue escrito en un momento de lucha social en
Chile y dentro de una revolución que intentó cambiar todo. Se escribió en diez días, en el calor
de la lucha por la supervivencia. Y yo diría que, si uno mira la obra del Pato Donald, no como
problema ideológico sino como forma de escritura, es una apropiación latinoamericana de un
mito norteamericano… Disney es más global que antes. Pero también se matizan mucho más
las cosas, en el sentido que la realidad es mucho más compleja que lo que yo retraté en ese
libro. Hoy, no necesariamente todo lo que viene del norte es negativo, y tampoco las cosas que
hacemos acá son todas positivas.”

En cuanto al Análisis Crítico del Discurso, desde ahora ACD, esta corriente reconoce la relación
existente entre el discurso y la sociedad y el hecho de que la actividad discursiva es una
práctica social, sin embargo, su interés radica en descubrir y describir las importantes
repercusiones sociales e ideológicas del discurso. Las relaciones sociales que cristalizan en el
discurso a menudo implican conceptos como poder, relaciones de género, filiación étnica... El
hecho de concebir este análisis como crítico implica que se debe ir más allá de la simple
constatación de estos conceptos y centrarse en ciertas “desviaciones” de los mismos como el
abuso de poder, la discriminación por razones de género o raza, etc.

El ACD no se propone contribuir al desarrollo de un paradigma científico concreto, sino que


su objetivo es el tratamiento y análisis de los problemas sociales en su vertiente discursiva, es
decir, trata de investigar si cuestiones como, por ejemplo, el racismo o el sexismo tienen un
reflejo en las prácticas discursivas desarrolladas en nuestras sociedades.

Los orígenes teóricos del ACD se sitúan principalmente en la obra de pensadores neomarxistas
occidentales como Gramsci, Louis Althusser o la Escuela de Frankfurt. En un principio, estos
autores no se centraron explícitamente en el lenguaje, sus análisis supusieron la adopción de

30 | C i e n c i a s d e l a C o m u n i c a c i ó n
una perspectiva crítica a la hora de estudiar conceptos como la ideología, el poder social o la
naturaleza de los productos culturales. Para Althusser la ideología no era un concepto
meramente abstracto, sino que estaba inmersa en prácticas sociales concretas a las que
configuraba de una manera determinada. Según Jürgen Habermas, cualquier ciencia que se
considere crítica debe reflexionar, en primer lugar, sobre sus propios intereses y
preocupaciones. De igual manera, la obra de autores como Bajtín o Foucault influyó
poderosamente en los primeros estudios críticos centrados en el lenguaje y la ideología.

El ACD, por otra parte, es una orientación fundamentalmente interdisciplinaria ya que se


propone estudiar aspectos relacionados tanto con el lenguaje como con la sociedad. En
consecuencia, existen varios enfoques o concepciones diferenciadas dentro del mismo que
responden a su vez a la influencia de diferentes disciplinas científicas. Metodológicamente,
una de las características básicas del ACD es la necesidad de integrar conocimientos
procedentes de otras disciplinas para ofrecer una visión completa y adecuada de su objeto de
estudio, lo que equivale a un principio de interdisciplinariedad. Esto supone la inclusión de
conceptos tanto históricos como económicos o sociales en el análisis del discurso; en
consecuencia, una investigación de estas características no se debería limitar al estudio de las
estructuras lingüísticas sino que tendría que relacionarlas con los condicionamientos
socioeconómicos que afectan a un discurso concreto (ya sea literario, publicitario, político,
etc.), con el contexto histórico y sobre todo cultural en el que se desarrolla, con los aspectos
cognitivos implicados en los procesos de producción e interpretación de ese discurso y, en
definitiva, con todos aquellos aspectos que sean relevantes en la relación discurso-sociedad.

Para Van Dijk el ACD debe cumplir una serie de objetivos y principios teóricos de entre los
cuales destacamos los siguientes:

• La labor del ACD se dirige, en gran parte, a las estructuras y estrategias de dominio y
resistencia, tanto las desarrolladas en el discurso como las legitimadas y que se hallan
en las relaciones sociales de clase, de género, étnicas, raciales, de orientación sexual,
lengua, religión, edad, nacionalidad o de nacionalismos.
• En los objetivos descriptivos, explicativos y prácticos de los estudios del ACD radica un
esfuerzo para descubrir, revelar o divulgar aquello que es implícito, que está escondido

31 | C i e n c i a s d e l a C o m u n i c a c i ó n
o que por algún motivo no es inmediatamente obvio en las relaciones de dominación
discursiva o de sus ideologías subyacentes. El ACD se centra específicamente en las
estrategias de manipulación, legitimización, creación de consenso y otros mecanismos
discursivos que influyen en el pensamiento (e indirectamente en las acciones) en
beneficio de los más poderosos. (Van Dijk 1997:16-17)

Para Fairclough, sociolingüista inglés, el ACD tiene como objetivo fundamental tratar de hacer
evidentes las implicaciones ideológicas y sociales de la utilización del lenguaje que, a menudo,
se mantienen en cierta manera ocultas. Postulan una serie de principios teóricos de los cuales
los más importantes son:

• El ACD se ocupa de los problemas sociales: Este principio presupone el hecho de que
el ACD no se centra en el lenguaje en y por sí mismo, sino que su interés principal radica
en estudiar los aspectos lingüísticos de los procesos y cambios sociales y culturales. En
este sentido, se aleja en cierta medida del principio de inmanencia reclamado desde la
lingüística teórica, aunque en oposición opta por centrarse en el criterio de adecuación
metodológica ya que al delimitar el discurso principalmente como una forma de
conducta social debe concentrarse en las consecuencias sociales de la utilización del
lenguaje en su forma discursiva. Los procesos y cambios sociales tienen numerosas
causas tanto de carácter económico como político o histórico, sin embargo, la mayoría
de ellos poseen una vertiente lingüística o discursiva en el sentido de que un cambio
sociocultural implica un cambio en el discurso sobre ese tema concreto; por ejemplo, un
proceso como el que supuso la entrada de España en la OTAN implicó necesariamente
un cambio importante en el propio discurso del gobierno acerca de ese tema. Es en estos
aspectos de los problemas sociales en los que el ACD concentra su atención.

• Las relaciones de poder constituyen elementos discursivos: Un importante problema


social es la concepción, delimitación y estudio de las relaciones de poder. Desde el
punto de vista del ACD, uno de los aspectos fundamentales de este problema es su
carácter lingüístico, es decir, el hecho de que a través del discurso se cambian o se
mantienen las distintas relaciones en una sociedad. Como consecuencia, el ACD se
centrará en el estudio no sólo de estas sino en aquellos aspectos que impliquen la

32 | C i e n c i a s d e l a C o m u n i c a c i ó n
existencia de una posición “desigual” de poder. Por tanto, uno de sus principales focos
de interés lo constituirán aquellos discursos a través de los cuales determinados grupos
sociales traten de mantener un status de poder “sobre” otros grupos. Como
consecuencia de este principio, el ACD estudia también las relaciones de poder sobre el
discurso, esto es, qué grupos sociales controlan el acceso al discurso y cómo se refleja
esta cuestión en las estrategias lingüísticas utilizadas.

• El discurso constituye a la sociedad y a la cultura y viceversa: La relación entre discurso


y sociedad se caracteriza fundamentalmente por su carácter dialéctico, las
características definitorias de una determinada cultura son la base principal de los
discursos (públicos) que se desarrollan en ella y por su parte el discurso posee, entre
otras, una función importante dentro de una sociedad: a través de él se pueden
transformar las estructuras ideológicas de una cultura o por el contrario se puede tratar
de mantener y reproducir una determinada ideología o concepción de las relaciones de
poder.

• El discurso realiza una labor ideológica: Podemos definir la ideología como un intento
de construir una determinada representación de la realidad social, así como de las
relaciones y papeles que desempeñan en esa realidad los diferentes grupos sociales. En
este sentido el principal instrumento empleado en este proceso es el discurso, a través
de él se configuran en gran medida las ideologías; por tanto, el estudio de las
consecuencias ideológicas de los diferentes tipos de discurso es un objetivo principal
del ACD. Esta labor es bastante compleja ya que no basta con constatar si una
determinada estrategia o estructura lingüística es un reflejo de un presupuesto de una
ideología concreta, sino que además es necesario tomar en consideración el contexto en
el que ese discurso va a ser interpretado y los posibles efectos sociales del mismo. Así,
para estudiar adecuadamente la función ideológica de un discurso hay que manejar
conceptos cognitivos como marco, modelo o memoria a corto plazo y también
conceptos relacionados con la cognición social como creencias, actitudes, normas y
valores, representaciones particulares de grupos sociales, etc,.

33 | C i e n c i a s d e l a C o m u n i c a c i ó n
Estos principios conforman las líneas generales básicas del ACD. Es de destacar que el mismo
es de carácter explicativo, dado que se propone describir no sólo las estructuras y relaciones
sociales presentes en el discurso sino también atender a los significados implícitos o latentes
que puedan determinar la interpretación del mismo, es decir, presupone que una lectura crítica
implica un intento de explicación, si bien ésta nunca debe ser rígida sino fundamentalmente
dinámica y abierta al cambio.

El ACD se configura también como un intento de reflexionar sobre la propia actividad


académica y sobre el hecho de que las investigaciones lingüísticas (como cualquier
investigación científica) tienen importantes repercusiones sociales, pero mientras otro tipo de
orientaciones trata de eludir esta cuestión el ACD formula claramente sus objetivos sociales.

No es de extrañar que los estudiosos consideren a menudo «político» (tendencioso) y por lo


tanto «no científico» («subjetivo») este tipo de planteamiento, puesto que creen que su tarea
«objetiva» y carente de crítica no conlleva un compromiso, y por eso está desprovista de un
posicionamiento sociopolítico; en efecto, se trata de una actitud conservadora que alimenta el
statu quo. El análisis crítico del discurso hace por lo tanto hincapié sobre el hecho de que la
tarea académica forma parte integrante de la vida social y política y en consecuencia las teorías,
métodos, temas y selección de datos de un estudio de discurso son siempre políticos. Al
contrario de otros estudios del discurso implícitamente político, el ACD formula
explícitamente su posicionamiento (opositivo). (Van Dijk 1997:18)

34 | C i e n c i a s d e l a C o m u n i c a c i ó n
Unidad IV
La comunicación y los medios en las sociedades de masas

:: Las etapas de la Televisión

Qué es la televisión: Del ingl. television, de tele- 'tele-1' y vision 'visión'.


Es un sistema de transmisión de imágenes a distancia, que en la emisora se transforman en
ondas electromagnéticas y se recuperan en el aparato receptor. Si lo pensamos desde una
perspectiva de la sociología de los medios de comunicación de masas, la televisión es el medio
de masas por excelencia, el canal audiovisual que llega a mayor cantidad de consumidores y,
sin dudas, la experiencia comunicacional más impactante del siglo XX.

Nacida como medio unidireccional e impregnada de una ideología de servicio público en


Europa - mientras que, en los Estados Unidos, su espíritu fue siempre comercial-, nunca perdió
su estructura. Sin embargo, fue cambiando su morfología para adaptarse a los tiempos que
vivía. Podemos encontrar tres etapas en la genealogía de la TV como medio de comunicación
de masa. La primera, la etapa inicial de este devenir televisivo, se extiende desde el momento
de la instalación de la televisión en el tejido social, a lo largo de los años 1950 hasta fines de los
años ´70 (con reservas relativas a las diferencias de ritmo entre diferentes países y la inevitable
superposición de las características de la primera y segunda etapas), el contexto socio-
institucional extra-televisivo proveyó el interpretante fundamental. La metáfora más clara de
la televisión “de masas” de ese período es la de una ventana abierta al mundo exterior, en la
que el “mundo” (el objeto dinámico de esa primera televisión) estaba construido a partir de
una localización nacional. Esa es la razón por la cual tanto bajo el régimen de monopolio del
Estado en Europa como bajo el régimen de propiedad privada característico de América, el
papel de esa televisión fue esencialmente el mismo. Tanto en un caso como en el otro, el
interpretante central es el Estado-nación, en un sentido simultáneamente político y cultural.
La publicidad, componente esencial de ese contrato, probablemente aceleró el proceso en los
Estados Unidos en comparación a Europa, teniendo en cuenta que la publicidad comporta
dimensiones que van mucho más allá de la lógica de consumo del marketing. En todo caso, lo
que volvió posible (y enormemente eficaz) ese contrato de comunicación fue la escasez de
oferta.
35 | C i e n c i a s d e l a C o m u n i c a c i ó n
Desde el punto de vista de la estrategia enunciativa, el interpretante “nación”, a su vez, busca
activar en la recepción posiciones del destinatario que hayan estado de alguna manera
marcadas por una dimensión de ciudadanía, aunque el vínculo sea el de un contrato de
comunicación y no de un contrato político. Los colectivos formales de los “ciudadanos-
telespectadores” tienden, empíricamente, a coincidir. Más tarde esos colectivos se van
disociando cada vez más.

Esta primera etapa, denominada paleo-televisión se caracteriza para Casetti y Odin, por dos
aspectos fundamentales: su “contrato de comunicación” y la manera en que se estructura el
“flujo” de la oferta. El contrato comunicacional de la paleo-televisión es esencialmente
pedagógico: los espectadores son una especie de “gran aula” y los profesionales de la
televisión, los “profesores”. La comunicación pedagógica tuvo tres características: 1) su
objetivo es la transmisión de saber; 2) se trata de una comunicación voluntarista y 3) supone
una fuerte organización jerárquica de los roles: los que saben y los que esperan la
comunicación de los que saben. En la paleo-televisión el flujo está sometido a una grilla de
programación estructurante: los programas se diferencian claramente unos de otros, están
definidos por géneros (ficción, información, deportes, programas culturales, infantiles, etc.)
que facilitan la identificación del contrato específico de cada uno y se sitúan en una sucesión
preestablecida de horas del día y de días de la semana. La programación puede ser consultada
en la prensa escrita dedicada a la televisión. Dicha grilla permite al espectador elegir y
prepararse para efectuar las operaciones de producción de sentido y de afecto ligadas al
contrato de comunicación correspondiente al programa elegido”.

Los años 1980 son, en buena medida, un período de transición entre la primera y la segunda
etapa. La segunda fase es aquella en que, siempre dentro del marco del vínculo indicial que
caracterizó el dispositivo desde el inicio, la propia televisión se vuelve la institución-
interpretante. Se comprende fácilmente que esa focalización en el propio medio como
institución haya sido menos conflictiva en el contexto de una televisión esencialmente privada
y comercial que en el contexto europeo, donde dicha transformación implicaba una pérdida
importante para el territorio del espacio público del Estado. Eso tal vez explique que para

36 | C i e n c i a s d e l a C o m u n i c a c i ó n
ciertos investigadores europeos esa nueva televisión haya sido percibida contradictoriamente
como un medio sin contrato de comunicación.

Por ello, podemos decir que la segunda fase se extiende desde el inicio de los años ´80 hasta el
final del siglo (o del milenio). Las formas del discurso corresponden a esa transformación en
el plano del interpretante: por ejemplo, la “interiorización” del espacio de los noticieros de
televisión que yo había estudiado en aquel momento; la emergencia de programas de juegos
y talk shows, ya mencionada por Eco; el surgimiento de formatos breves en la programación,
acelerado por la generalización del videoclip como unidad retórica, etc. Una de las
consecuencias importantes de esa multiplicación de operaciones auto-referenciales fue la
creciente visibilidad de las estrategias enunciativas. Lo esencial de esta segunda etapa es que
la televisión, al transformarse en la institución-interpretante en producción, se aparta
definitivamente del campo político. Llamaremos a esta segunda etapa evolutiva del medio, la
neo-televisión. Siguiendo el pensamiento de los académicos que la estudian, Castelli y Odin,
el surgimiento de la misma implica una transformación del “modelo relacional” y los tres
grandes aspectos de la paleo-televisión entran en crisis. De pedagógica, la televisión se vuelve
próxima y accesible. El telespectador comienza a intervenir, expresando sus deseos y
preferencias en tiempo real, vía telefónica y Minitel”. Los principales géneros de la neo-
televisión son los talk-shows y los juegos: la pantalla se torna un espacio de conversaciones y
la vida cotidiana pasa a ser el principal referente de la televisión. Se multiplican los programas
“ómnibus” que mezclan los géneros (información, juegos, variedades, ficción, debate) y son
mostrados de manera cada vez más fragmentada. Por primera vez aparecen las referencias de
un programa a otros y en los noticieros, por ejemplo, se anticipa el programa que va a seguir.
Las formas audiovisuales también se fragmentan en planos más cortos, con montajes más
rápidos y transiciones más bruscas –la neo-televisión coincide con la emergencia del videoclip.

En sus mejores momentos, dicha descripción se aplica a lo que ocurrió a partir de los años ´80,
a ritmos variados, en la mayor parte de los países. Se suma a esto que el pasaje a la neo-
televisión fue más acelerado y contundente en aquellos países donde el desarrollo del cable
fue importante, como Canadá y Estados Unidos, en cuanto a los países europeos (con
excepción, hasta cierto punto, de Italia) estaban mucho más atrasados en la implantación de
sus redes de cable. Para Casetti y Odin no hay contrato en la neo-televisión. “El papel de los

37 | C i e n c i a s d e l a C o m u n i c a c i ó n
contratos de comunicación es invitar a los espectadores a efectuar el mismo conjunto
estructurado de operaciones de producción de sentido y de afectos que han sido movilizados
en el espacio de realización”. Es lo que estos autores llaman “tercero simbolizante” y que un
semiólogo inspirado en Peirce llamaría simplemente “el interpretante”. Según los primeros,
“la neo-televisión no invita a los espectadores a poner en movimiento un conjunto de
operaciones de producción de sentido y de afectos sino simplemente a vivir y vibrar con la
televisión; la relación contractual de tres polos es sustituida por una relación directa (…) pasar
de la paleo-televisión a la neo-televisión es pasar de un funcionamiento en términos de
contrato de comunicación a un funcionamiento en términos de contacto.

Esta evolución tiene, según los autores, dos consecuencias. Por un lado, “la televisión pierde
la dimensión de sociabilidad sobre la cual se basaba el proceso comunicacional de la paleo-
televisión, (en la cual) los espectadores de un programa constituían un público; o sea, una
colectividad unida por la movilización de un mismo tercero simbolizante (…) ver televisión
era entonces un acto social; más que eso, era un acto de socialización. En la neo-televisión, el
proceso relacional es fundamentalmente individualista”. Por otro lado, hay un
empobrecimiento radical de lo que está en juego en esa relación. “Ver la paleo-televisión
implicaba actividades cognitivas o afectivas con plena dimensión humana: comprender,
aprender, vibrar al ritmo de los acontecimientos relatados, reír, llorar, tener miedo, amar o
simplemente distraerse. Ver la neo-televisión no implica más nada.

El pasaje al tercer milenio comporta el esbozo de una tercera etapa en la historia de la televisión
“de masas”. Desde el punto de vista de las estrategias enunciativas (o sea, desde el punto de
vista de la producción), el interpretante que se instala progresivamente como dominante es
una configuración compleja de colectivos definidos como exteriores a la institución televisión
y atribuidos al mundo individual, no mediatizado, del destinatario. Eliseo Verón considera a
la explosión de los reality-shows como un síntoma de entrada en esa tercera etapa, y afirma
que no le parece absurdo pensar que pueda ser la última; y que esta tercera fase anunciaría, tal
vez, el fin de la televisión “de masas”.
Pero es importante remarcar que esta concepción de la nueva etapa del devenir mediático de
la televisión tiene sus contrapuntos. Y es aquí donde Carlos Scolari sostiene que muchas de las
mutaciones neotelevisivas se agudizaron y aceleraron a fines de los años '90. Los géneros se

38 | C i e n c i a s d e l a C o m u n i c a c i ó n
confundieron aún más, lo informativo se terminó de diluir en lo ficcional y el mundo real acabó
convertido en reality show. Desde una perspectiva teórica fue cada vez más evidente que los
medios de comunicación, en vez de representar la realidad, la construyen (Verón, 1983, 2002).
En el caso específico de la televisión, el medio agudizó la tendencia a hablar de sí mismo dando
lugar a la llamada metatelevisión (Carlón, 2006). Pero los cambios del medio van mucho más
allá de una simple profundización de los rasgos distintivos de la neotelevisión: la combinación
con otras especies mediáticas, las transformaciones en todo el ecosistema debido a la difusión
capilar de las tecnologías digitales y la aparición de nuevos formatos y lógicas de uso están
rediseñando de forma acelerada el sistema televisivo. Los investigadores apenas alcanzan a
relevar desde sus cátedras universitarias o grupos de estudio estos procesos. Si la televisión
habla cada vez más de sí misma, resulta también cada vez más difícil hablar de la televisión.

En clara discusión con Alejandro Piscitelli, teórico y referente de las ciberculturas, quien
denomina a esta tercera etapa post-televisión, y la caracteriza como un período gobernado por
el control remoto, en donde el zapping se convierte en una estrategia de lectura, donde se
acelera la visión, la audiencia se segmenta y nos encontramos súbitamente en un mundo
multimediático e interactivo, Carlos Scolari sostiene que las transformaciones dentro del
universo televisivo son tan profundas, que la oposición paleo/neotelevisión se ha visto
superada por la misma evolución del ecosistema mediático. En este contexto, propone buscar
otro concepto para hablar de lo nuevo y afirma que si bien “algunos pensadores lejanos al
mundo semiótico han apostado por el concepto de postelevisión (Piscitelli, 1998; Ramonet,
2002) para definir de alguna manera lo que está pasando con el medio televisivo. De forma
totalmente operativa, proponemos en este texto el término hipertelevisión para definir el
estado actual del dispositivo televisivo.”

En referencia al nuevo concepto concepto acuñado, considera que no debería ser visto como
una nueva fase de la serie paleo/neotelevisión, sino como una particular configuración de la
red sociotécnica. Ésto porque la televisión de inicios del siglo XXI posee una serie de rasgos
pertinentes que la caracterizan. Si una de las características de la neotelevisión era la disolución
de los límites entre ficción y realidad, el género híbrido que termina por mezclar las cartas es
el reality show y se ha convertido en el género por excelencia de las últimas décadas. Otras

39 | C i e n c i a s d e l a C o m u n i c a c i ó n
características de la hipertelevisión no tienen antecedentes en la paleo o neo televisión, por
ejemplo las series de ficción.

En la hipertelevisión se expanden las historias y, en el mismo movimiento, multiplica los


programas narrativos (Scolari, 2008). Estas transformaciones narrativas repercuten en la
interfaz de la televisión. La confrontación de diferentes interlocutores físicamente separados
por medio de un sistema multipantalla, o la modularización de la información que se expresa
en los telenoticieros, son claros ejemplos de adopción de formas visuales provenientes de las
interfaces digitales. Por otro lado, la hipertelevisión retoma uno de los mitos ciberculturales –
nos referimos en este caso al concepto de /tiempo real/ - y lo repropone en clave televisiva.
La obsesión por el directo aparece en los reality shows pero también en ficciones que simulan
el “tiempo real”. Pero la hipertelevisión se caracteriza por integrar sus relatos dentro de
narraciones transmediáticas (Jenkins, 2006). De esta manera la experiencia lúdica se integra a
un macrorrelato que la sitúa dentro de un universo narrativo mayor. En el caso de Big Brother,
una misma narrativa se difunde a través de diferentes plataformas. Por ejemplo, ya la edición
inglesa del 2001 se difundió por televisión terrestre, televisión digital, internet, telefonía móvil,
telefonía fija, audio, vídeo, libro y prensa (Jones, 2003). A estas propiedades podríamos sumar
muchas otras, desde la aparición de lógicas colaborativas - donde los usuarios participan en la
generación de contenidos o en su distribución en línea (como en Youtube.com) - hasta el
desarrollo de nuevas formas de consumo asincrónico (gracias a dispositivos de grabación
digital como el TiVO) o la por ahora incipiente difusión de la mTV (mobile Television).

::Viejos y nuevos medios

Si bien la mediatización es un proceso cuyos antecedentes son tan lejanos como la aparición
de nuestra especie, es indudable que un momento clave fue la emergencia, como resultado de
la Revolución Industrial, de esas máquinas que son los medios masivos, que instauraron un
cambio extraordinario en la historia de los procesos de circulación discursiva. A partir de la
novedad que primero instauró el libro (el primer medio masivo de la historia) que luego tuvo
otro momento clave con la irrupción de la fotografía, el cine y, finalmente, la televisión
(además de los medios sonoros: fonógrafo, teléfono y radio) los medios masivos dominaron

40 | C i e n c i a s d e l a C o m u n i c a c i ó n
hegemónicamente la historia de la comunicación en el siglo XX (período en el que, no
casualmente, surge la comunicación como campo disciplinar y las teorías de la comunicación).
Pero esa fase hegemónica ha concluido: ese período quedará en la historia como la gran era de
la comunicación masiva. Desde la Revolución Informática y, por sobre todo, desde la
consolidación y expansión de Internet en la vida social, un nuevo sistema de mediatización
(con nuevas máquinas) ha emergido. Este nuevo sistema, cuya relevancia cada vez es más
indisimulable, está afectando de un modo u otro todas las prácticas sociales: nuestros modos
de trabajar, de comunicarnos, de practicar la política, el arte, las transacciones comerciales, de
entretenernos, etcétera. Y asimismo, como está habilitando la construcción de nuevos sujetos,
está reconfigurando las formas en que lo público, lo privado y lo íntimo se constituyeron e
interrelacionaron en la modernidad, cuando los espacios del ocio y del trabajo constituían
campos claramente diferenciados. Todo esto además de que, a su vez, está modificando la
forma en que percibimos y circulamos por los grandes centros urbanos, que ahora brindan
hiperconexión (redes celulares más wifi).

La llegada de nuevos medios digitales que amenazan con devorar toda la trama mass-
mediática. Pero parece ser que los medios masivos nunca terminan de irse. Apenas algún
sacerdote proclama la extremaunción, la pantalla del televisor se enciende y alcanza
audiencias globales insólitas, las páginas de libros y periódicos son leídas con más atención,
los espectadores corren a comprar entradas para el estreno mundial de Batman vs Superman
y las discográficas se sorprenden con un récord de ventas luego de que una banda (Radiohead)
dejó tiempo antes que su último álbum se descargara al precio que ofrecía pagar el
consumidor. ¿T-Rex a punto de extinguirse o especies capaces de sobrevivir? Vivimos un
momento de transición, y para poder entender lo que se viene no podemos dejar de mirar al
pasado, a las mutaciones que forjaron la cultura en que vivimos. Cada vez que un “nuevo
medio” se integra al ecosistema de comunicación se producen de manera indefectible ciertos
movimientos o desplazamientos teóricos que se indican a continuación:

1) De forma casi automática se generan movimientos culturales de rechazo o de aceptación


acrítica de “lo nuevo”. El debate entre apocalípticos e integrados (Eco, 1964) alrededor de la
televisión y la cultura de masas se repitió en los años noventa con la web: frente a los que
ensalzaron lo “nuevo” de los new media los defensores de los old media se refugiaron detrás

41 | C i e n c i a s d e l a C o m u n i c a c i ó n
de una trinchera de volúmenes para resistir un ataque que sólo ellos veían. Cualquier discurso
con pretensiones de cientificidad debe colocarse más allá de la razón dualista que reduce todo
a oposiciones maniqueas.

2) El discurso maniqueo algunas veces pretende ser superado a golpes de instrumentalismo:


el medio, según esta versión, es sólo un instrumento neutro que, dependiendo de quién o cómo
lo utilice, puede tener efectos positivos o negativos. Esta lectura apresurada –basada en la
vulgata mcluhaniana- es refutada por el mismo McLuhan: los instrumentos creados por los
humanos, lejos de ser una dócil prótesis en sus manos, los remodelan. Los “nuevos medios”
no son ni buenos ni malos, pero es indudable que están reformateando nuestra cognición y
muchos aspectos de la vida cultural y social.

3) Cada vez que aparece una nueva tecnología y se la pretende encuadrar teóricamente, se
producen otros dos movimientos que tienden a anularse mutuamente. Por un lado surgen los
investigadores acríticos discontinuistas cuyo planteo puede reducirse al siguiente postulado:
el “nuevo medio” es tan revolucionario e innovador que todo el saber científico acumulado
hasta ahora no puede ser aplicado; la salida, obviamente, se encontraría en los siempre citados
y nunca explicitados “nuevos paradigmas” teóricos. Por otra parte, los críticos continuistas
sostienen que el “nuevo medio” de “nuevo” no tiene nada, y por lo tanto se puede seguir
trabajando con los modelos teóricos y las metodologías tradicionales. Se trata de seguir
regando el propio paradigma y seguir comiendo de sus magros frutos (Scolari, 2008a).

4) Cada discurso que ensalza la aparición de un “nuevo medio” se complementa con un


discurso que extiende un certificado de defunción a un “viejo medio”. Algunos predijeron la
muerte del teatro por la llegada del cine, la desaparición del cine por la difusión de la radio y
la televisión, la extinción del libro por culpa de la web.

Como se puede deducir a partir del párrafo anterior, la historia de los medios se repite,
primero como irrupción innovadora –la radio era un new media en la década del veinte, y la
televisión lo fue en los cincuenta- y después como velorio. En los comienzos de la era digital
parecía que todos los textos se estaban moviendo, como decía Coover, “off the page”. Después
de 500 años de libros impresos y 2.000 años de pasar páginas con la yema del dedo la web

42 | C i e n c i a s d e l a C o m u n i c a c i ó n
afectó formas muy radicadas de producir y hacer circular el conocimiento. En este contexto los
libros de Gutenberg, como los grandes depredadores del jurásico, parecían condenados a la
extinción. Sin embargo, podemos decir que la visión de autores como Umberto Eco sobre el
futuro del libro no se aleja demasiado de las concepciones de Marshall McLuhan y otros
miembros de la llamada Escuela de Toronto (Harold Innis, Derrick de Kerkhove, Robert
Logan). Eco considera que los libros no desaparecerán: simplemente están redefiniendo su
lugar en el sistema de medios. Si bien en la actualidad “el concepto de alfabetismo comprende
muchos medios”, el libro es todavía “el más económico, flexible sistema para transportar
información a muy bajo costo” (1997b). El libro no ha muerto.

Entonces… ¿Desaparecen los libros? Es muy probable. Las tablas de arcilla duraron varios
milenios, los papiros sobrevivieron otro tanto, los códices de pergamino tuvieron su momento
de gloria durante unos trece siglos… ¿Por qué habrían de ser eternos estos objetos de papel
impreso? Como ya dijimos, que el soporte material desaparezca no significa que la escritura o
las prácticas de lectura mueran ni que sus interfaces pasen a mejor vida.

Veamos rápidamente estos cambios. El paso del rollo de papiro al códice de pergamino hace
unos 2.000 años significó dos cambios: una modificación del soporte (de una trama de juncos
a la piel) y un cambio de interfaz (de un texto que se desenrollaba a un texto que se hojeaba).
Por otro lado, el paso del códice de pergamino al códice de papel en el siglo XIII no fue tan
traumático: cambió el soporte material pero la interfaz siguió siendo la misma. La llegada de
la imprenta, revolucionaria bajo tantos aspectos, apenas modificó la interfaz de los libros que
se copiaban a mano a comienzos del siglo XV. En la Biblioteca del Congreso de los Estados
Unidos se encuentran expuestos dos ejemplares enfrentados: por un lado, la Biblia de
Gutenberg (una de las mejores ediciones salidas de su imprenta), por otro la Biblia Gigante de
Mainz (manuscrita). Ambas fueron realizadas alrededor del 1450. Resulta cuanto menos
interesante ver cómo los impresores hicieron todo lo posible para reproducir con medios
mecánicos lo que hasta ese momento se hacía a mano.

Siguiendo con esta rápida lectura histórica, los actuales libros digitales reproducen en la
pantalla interactiva el gesto de “pasar página” proveniente de los códices manuscritos nacidos
con la era cristiana, al mismo tiempo que los programas de videoescritura se presentan en la

43 | C i e n c i a s d e l a C o m u n i c a c i ó n
pantalla bajo la forma de un rollo vertical sin solución de continuidad… Si los soportes
materiales de la escritura pueden terminar en un museo, las interfaces nunca mueren: se
transforman y aparecen en otros soportes (Scolari, 2004). Si trasladamos este planteo desde las
interfaces a los medios nos encontramos con lógicas similares. Los medios rara vez
desaparecen: suelen adaptarse al nuevo ecosistema para sobrevivir, por ejemplo, adoptando o
simulando los rasgos pertinentes de los recién llegados o integrándose dentro del nuevo medio
(Scolari, 2008a, 2008b). Según Marshall McLuhan el contenido de un nuevo medio es siempre
otro medio. El cine deglutió al teatro, la televisión al cine, la web a la televisión.

:: Canclini
Hibridez Cultural; consumo y globalización.

Uno de los pocos investigadores especializados en los estudios sobre consumo cultural,
audiencias y recepción en América Latina es el antropólogo Néstor García Canclini. Apoyado
fuertemente en algunos teóricos que reelaboran la problemática del consumo cultural como
Pierre Bourdieu, Manuel Castells, Mary Douglas y Michel de Certeau; García Canclini (1998:
17), concibe el estudio del consumo cultural como la mejor forma de analizar los procesos de
recepción de la comunicación de masas. En la construcción teórica de García Canclini (1990:
6), se toman en cuenta una gran variedad de factores que intervienen en los campos de estudio
de la antropología, la sociología y las ciencias de la comunicación, entre los que destacan la
racionalidad de los intercambios económicos y culturales (convivencia y conflicto) en los dos
primeros campos y, el uso de los bienes de consumo cultural como transmisores de
información y significado en el último. García Canclini (1991: 2) define al consumo como el
conjunto de procesos socioculturales en que realizan la apropiación y los usos de los
productos. Esta ubicación del consumo como parte del ciclo de producción y circulación de los
bienes, le permite hacer visible aspectos más complejos y afines que los encerrados en la mera
[compulsión consumista] y economista del término: la recepción, apropiación y las audiencias
o usos. De manera particular, García Canclini (1991:4), define el consumo cultural como el
conjunto de procesos de apropiación y usos de productos en los que el valor simbólico
prevalece sobre los valores de uso y de cambio, o donde al menos estos últimos se configuran
subordinados a la dimensión simbólica. Para ocuparse del estudio detallado del consumo
cultural, García Canclini instrumenta seis modelos teóricos metodológicos que provienen de
44 | C i e n c i a s d e l a C o m u n i c a c i ó n
diversas disciplinas. Cada uno de los seis modelos son necesarios para explicar aspectos del
consumo, aun cuando, según García Canclini, ninguno de ellos es autosuficiente ni se han
establecido principios teórico-metodológicos para su conexión.

La palabra globalización es uno de esos novedosos y ciertamente exitosos términos con los que
hoy tratamos de nombrar y hacer inteligible, siquiera en parte, algunas de las enormes y
múltiples transiciones en las que nos hallamos inmersos. En ella se condensan, de forma
polisémica y con frecuencia harto confusa, muchos significados, intenciones y expectativas
sobre las nuevas realidades sociales, políticas y culturales propias del capitalismo
mundializado. Néstor García Canclini, del que puede afirmarse que es uno de los más
fecundos y originales antropólogos latinoamericanos contemporáneos, y cuya extensa y
diversa obra se ha construido en una encrucijada a la que no son ajenas la filosofía, la sociología
y los estudios culturales, ha analizado la complejidad de los actuales procesos de
globalización, especialmente por lo que hace a las sociedades latinoamericanas, y las
consecuencias que éstos comportan para los procesos identitarios, centrando sus análisis en
dos de los escenarios fundamentales en los que habitan e interactúan lo transnacional y lo
local: esto es, las ciudades y las industrias culturales.

En su libro, La globalización imaginada (Paidós, 1999), no sólo ha pretendido, como viene


siendo habitual en su obra, re-pensar las formas en que cabe estudiar y comprender la
creatividad y el arte, los consumos culturales y la comunicación bajo las condiciones de un
mercado cultural cada vez más polimorfo, globalizado e industrializado, sino que en esta
ocasión ha pretendido además abordar, más allá de los hechos mismos de la globalización, las
metáforas y narrativas que la imaginan, los imaginarios que la surcan y configuran, que la
consagran o que la contestan. Hay, en sus palabras, una sobreutilización del término
globalización, que se debe en parte a la complejidad de los cambios de las últimas décadas y a
la pretensión de designarlos apresuradamente con una palabra-síntesis. Ni neoliberalismo, ni
globalización, ni posmodernidad son —cada uno por sí solo— suficientes para nombrar los
procesos socioeconómicos, políticos y culturales recientes. Es ante el desconcierto que generan
estas tranformaciones que se llega a convertir «globalización» en una especie de valija mal
hecha. Por la necesidad de viajar con ella a muchos países y combinar procesos de distinta
escala, se ponen en la maleta objetos heterogéneos que tienen usos diversos más algunos otros

45 | C i e n c i a s d e l a C o m u n i c a c i ó n
que no se van a utilizar. Diferenciar entre las herramientas que sirven o no es más fácil cuando
se habla de los mercados financieros o de otras áreas de la economía, donde la globalización
es circular, planetaria, o sea que todas las sociedades son interdependientes con las demás. La
cuestión es más complicada cuando nos referimos a globalizaciones tangenciales, como en la
industria editorial o en otros agrupamientos de países por conexiones históricas o regiones
culturales.

La globalización ha intensificado la interculturalidad, o sea el acceso simultáneo a repertorios


de muy diverso origen. Por lo mismo, aumenta la heterogeneidad con mayores cruces de
lenguas, estilos de producción y de consumo. Algo significativo es que, a diferencia de la
mayor parte de los estudios sobre multiculturalidad que se refieren a multietnicidad, la
multiculturalidad globalizada se desenvuelve especialmente haciendo interactuar o colocando
en competencia culturas modernas que no tienen perfiles étnicos, sino más bien de edad, de
diferencias educativas o de gustos. En algunos casos, la manera en que se produce la
hibridación intercultural dentro de las reglas de industrialización de la cultura genera nuevas
formas de segmentación dentro de las sociedades nacionales, de interrelación entre los grupos
étnicos. Dentro de una sociedad nacional como México, hay varios millones de indígenas
mestizados con los colonizadores blancos, pero algunos se han chicanizado al viajar a Estados
Unidos, otros remodelan sus hábitos y grupos en relación con los espacios comunicacionales
masivos, otros adquieren un alto nivel educativo y enriquecen su patrimonio indígena
tradicional con saberes y recursos comunicacionales de varios países, otros se incorporan a
empresas coreanas o japonesas crecientes en los últimos años en México, fusionan así su capital
étnico de origen con los conocimientos y disciplinas de esos espacios transnacionales. Estas
condiciones interculturales nos llevan, más que a afirmar una identidad autosuficiente, a
situarnos en medio de una heterogeneidad compleja, no sólo interétnica, y es en ese contexto
complejo en que debemos estudiar las hibridaciones.

46 | C i e n c i a s d e l a C o m u n i c a c i ó n
Unidad IV
La comunicación y las tecnologías de la información

:: De la interacción a la colaboración
Web 2.0

“La sociedad de principios del XXI vive inmersa en una serie de cambios vertiginosos,
una vorágine de transformaciones que de manera exponencial están permutando las
formas de vida de todos los rincones del planeta. Estos procesos subyacen bajo una
sociedad cosmopolita y moderna que aparentemente sigue su camino impasible ante
estas cuestiones. Autores como Weber ya estudiaron este cambio continuo e impasible
que desde dentro va transformando las sociedades. Sin embargo, según Weber
esos cambios se producían de manera ordenada y paulatina. Pero si la sociedad ha
venido ha evolucionado de manera aritmética, los procesos tecnológicos lo están haciendo
de manera exponencial, lo que está repercutiendo en una serie de factores sociales
que también han experimentado una evolución a un ritmo similar.”

Los cambios en las TICs han dado origen a la Web 2.0, y este término hace referencia a una
nueva concepción de páginas Web, basadas en contenidos compartidos y producidos por los
propios usuarios o navegantes de la página. El término Web 2.0 se utilizó por primera vez en
el año 2004, cuando Tim O´Reilly y Dale Dougherty, de la editorial estadounidense
especializada en libros de tecnología O´Reilly Media, utilizaron este término en una
conferencia en la que expusieron sobre el renacimiento y evolución de la Web.

Como su nombre lo indica, la Web 2.0 es la evolución de una Web anterior, la 1.0, que es la
Web tradicional, que se caracteriza porque el contenido e información de una página o sitio es
producido por una persona, el editor o webmaster. Esos contenidos son, una vez publicados,
visitados por los navegantes, sin la posibilidad de ser modificados, opinar sobre ellos o agregar
contenidos nuevos. La primera es estática, es decir, los datos que se encuentran en esta no se
pueden cambiar, se encuentran fijos, no varían, no se actualizan. En el modelo actualizado, en
cambio, la información y contenidos se producen directa o indirectamente por los usuarios del
sitio Web y es compartida. Anteriormente internet era unidireccional, es decir, la información

47 | C i e n c i a s d e l a C o m u n i c a c i ó n
era más bien de corte informativo y no permitía la interacción directa con y entre los usuarios.
Con la 2.0, se ha convertido en bidireccional y permite la interacción de todo tipo de contenido,
sean estos videos, imágenes o textos e incluso el almacenamiento y edición de archivos online
y en tiempo real.

En la Web 2.0 los consumidores de información se han convertido en prosumidores, es decir,


en productores de la información que ellos mismos consumen. La nueva forma de vincularnos
con internet nos propone la conexión con millones de personas, herramientas y plataformas
de fácil uso para la publicación de información en la red. Por ello, y estimulada por las nuevas
tecnologías, permiten que cualquier persona -aunque no sepa nada sobre programación-,
pueda, por ejemplo, gestionar su propio blog y publicar sus artículos de opinión, fotos, videos,
archivos de audio, etc., y compartirlos con otros portales e internautas, contribuyendo a la
democratización de los medios. Ésto nos permite:
• Compartir información
• Subir archivos a la red
• Escribir (colaborar en la producción de contenidos por medio de wikis, blogs y otras
herramientas).
• Reescribir la información (editar).
• Escuchar y hablar (participar en video o teleconferencias por medio de herramientas
como: Skype, YouTube entre otras).
• Participar en redes sociales (por medio de herramientas como: Myspace,Second Life,
Facebook).

En el libro español Web 2.0, se plantea de manera interesante, cómo los cambios sociales y
tecnológicos de las últimas décadas fueron moldeando la red, para convertirla en un espacio
social, capaz de dar soporte y formar parte de una verdadera sociedad de la información, la
comunicación y/o el conocimiento. En en ese escenario, en el que interactúan lo social (cómo
y dónde nos comunicamos y relacionamos) y lo tecnológico (nuevas herramientas, sistemas,
plataformas, aplicaciones y servicios) provocando cambios de lo uno sobre lo otro. Surge una
nueva Red caracterizada como la web de las personas frente a la web de los datos,
correspondiente a la versión uno, la Web 1.0.

48 | C i e n c i a s d e l a C o m u n i c a c i ó n
Ese proceso aparece caracterizado socialmente por una serie de fenómenos multifacéticos,
como es el caso de los blogs, el de los servicios online vinculados a las redes sociales y su
gestión, o todo el universo de servicios, aplicaciones y nuevos usos sociales que se generan a
su alrededor. Así, nos orientamos hacia un supuesto cambio de paradigma, el paso de la
interacción a la colaboración, hacia la segunda versión de Internet.

De la misma manera que la retórica del cambio de versión se ha extendido hasta el extremo
con la incorporación “2.0” a casi todo aquel concepto relacionado con el original a modo de
apellido haciendo que apareciera caracterizada ya en los medios la Vida 2.0, en la propia Red
podemos ver cómo se añade el apelativo de “social” a casi cualquier aplicación o servicio que
gire en torno a las características propuestas como propias de la Web 2.0, llegando a ser
calificada ésta como Web Social. Entonces, el concepto de Web 2.0, aunque quizá estemos
hablando de un término que, según su propio autor está quedando obsoleto, refiere a un nuevo
modo de vinculación entre internet y el usuario. Es decir, estamos en presencia de una red
mucho más dinámica y participativa, con un claro protagonismo del cibernauta.

Estamos frente a una estructura que se impone en todos los ámbitos (personal,
laboral/profesional, empresarial o educativo) empujandolos hacia un punto incierto de
convergencia. Y con capacidad de autoorganización suficiente para dar cabida a la innovación
de usuario como motor de un cambio continuo y sostenible. Se trataría de una dinámica
conversacional que pretende tener su realización principal en la blogosfera, eso sí, olvidando
los matices que impone la teoría del lenguaje, de la cual los autores no tienen un conocimiento
experto. La gestión on line de las redes sociales ofrece una serie de funcionalidades, asociadas
a servicios básicos de comunicación y presencia, que han logrado convertirla en un fenómeno
en sí misma, tal como muestran las cifras de crecimiento registradas por algunos de los
servicios más representativos, hasta el punto de que se ha llegado a identificar la Web de
Nueva Generación con tal fenómeno, así como sus posibilidades de negocio.

Todo el universo web se sustenta en una diversidad considerable de aplicaciones y servicios


agrupados bajo el concepto de software social, como puede ser el fenómeno blog multifacético,
mediático y mediatizado, el que más fácilmente puede ilustrar y ayudar a entender el impacto
de esa nueva realidad sociotécnica. Ya sea en los medios de comunicación e información, en la

49 | C i e n c i a s d e l a C o m u n i c a c i ó n
política, en las empresas o en la propia ciudadanía se percibe como una avanzadilla de
infociudadanos que obtiene todo el partido a lo que ya es “una virtualidad muy real” y que
trasciende la tradicional, artificial y prácticamente inoperante e innecesaria ya hoy, separación
entre ciberespacio y mundo real (físico). Se habla por tanto de una supuesta blogocultura, que
se sustenta en la creación colectiva y los contenidos abiertos y que parece configurarse como
parte de una realidad sociocultural que apunta hacia la Sociedad de la Conversación.

:: De Barthes a McLuhan
El Hipertexto

En la década del ´60, Marshall McLuhan consideró a todos los medios tecnológicos no sólo
elementos determinantes de la comunicación, sino también como una prolongación de alguna
facultad humana, psíquica o física. Es así entonces que, para McLuhan, la rueda, por ejemplo,
es una tecnología que prolonga el pie; el libro, una prolongación del ojo; la ropa, una
prolongación de la piel. De la relación que surge entre el hombre y las distintas tecnologías, se
conforma un ambiente mediático, un complejo sistema de mensajes que impone al individuo
ciertas formas de pensar, de sentir y de comportarse.

Para comprender mejor el impacto que los medios tienen en sus usuarios (o audiencia o
público, en los “medios tradicionales”), el autor establece principios básicos para diferenciar
las tecnologías de la información según la intensidad en que extienden los sentidos del hombre
y el grado de participación que permiten por parte de sus usuarios, y los clasificó en medios
“fríos” y medios “calientes”. Los parámetros para medir para definir si un medio es frío o
caliente, son: la apertura del mismo, el grado de participación que permite al usuario, la o las
facultades humanas que extiende, y la densidad con la que compromete esas extensiones:

1. Medios cálidos: extienden en “alta definición” un solo sentido y proporciona tanta


información que no da lugar a que su público lo complete, son bajos en participación.
Por ejemplo, la radio.
2. Medios fríos; extienden, en cambio, en “baja definición” en cuanto su videoimagen,
debe ser completado siempre: se trata de un medio que requiere una participación

50 | C i e n c i a s d e l a C o m u n i c a c i ó n
activa y una implicancia profunda de los sentidos del público. Por ejemplo, la TV o
internet.

En este último caso, caracterizamos a Internet como medio frío pues requiere la participación
activa por parte de sus usuarios; y lo que permite esta participación activa en la web, esa
interactividad: el hipertexto. Marshall McLuhan afirma que el mensaje de cualquier medio
puede considerarse como la forma en que este moldea al usuario; el hipertexto es una
tecnología que directamente contiene a un usuario sin cuya participación no podría funcionar:
requiere de su intervención activa, constante, permanente y envolvente. Se podría decir que el
hipertexto no sólo es un medio frío, sino que lo es por excelencia, ya que, en cuanto a las
facultades humanas que extiende, el hipertexto logró la extensión casi total, al permitir la
extensión de los contenidos de la mente.

Pero ¿qué es el hipertexto? Según Scolari, es un “macrotexto compuesto por microtextos”, y


está caracterizado por:
– organización modular y reticular del contenido
– presencia de diferentes tipologías de links que conectan los módulos textuales
– ausencia de una dirección de lectura única y obligatoria
– interactividad en la lectura

Para comprender la definición del hipertexto y su historia como concepto, vamos a citar a
George P. LANDOW y su libro “ Hipertexto”: “...en S/Z, Roland Barthes describe un ideal de
textualidad que coincide exactamente con lo que se conoce como hipertexto electrónico, un
texto compuesto de bloques de palabras (o de imágenes) electrónicamente unidos en múltiples
trayectos, cadenas o recorridos en una textualidad abierta, eternamente inacabada y descrita
con términos como nexo, nodo, red, trama y trayecto.

Dice Barthes: “En este texto ideal, abundan las redes (réseaux) que actúan entre sí sin que
ninguna pueda imponerse a las demás; este texto es una galaxia de significantes y no una
estructura de significados; no tiene principio, pero sí diversas vías de acceso, sin que ninguna
de ellas pueda calificarse de principal; los códigos que moviliza se extienden hasta donde
alcance la vista; son indeterminables…; los sistemas de significados pueden imponerse a ese

51 | C i e n c i a s d e l a C o m u n i c a c i ó n
texto absolutamente plural, pero su número nunca está limitado, ya que está basado en la
infinidad del lenguaje” (cursiva en el original).

Como Barthes, Michel Foucault concibe el texto en forma de redes y nexos. En Arqueología
del saber, afirma que “las fronteras de un libro nunca están claramente definidas”, que se
encuentra “atrapado en un sistema de referencias a otros libros, otros textos, otras frases: es
un nodo dentro de una red… una red de referencias”. Como todos los estructuralistas y
posestructuralistas, Barthes y Foucault describen el texto, el mundo de la literatura, y las
relaciones de poder y categoría que implican, en términos que también pueden aplicarse al
campo del hipertexto informático.

Hipertexto, expresión acuñada por Theodor H. Nelson en los años sesenta, se refiere a un tipo
de texto electrónico, una tecnología informática radicalmente nueva y, al mismo tiempo, un
modo de edición. Como él mismo lo explica: “Con “hipertexto”, me refiero a una escritura no
secuencial, a un texto que bifurca, que permite que el lector elija y que se lea mejor en una
pantalla interactiva. De acuerdo con la noción popular, se trata de una serie de bloques
conectados entre sí por nexos, que forman diferentes itinerarios para el usuario”.

El hipertexto, término que seguiremos utilizando a lo largo de esta obra, implica un texto
compuesto de fragmentos de textos -lo que Barthes denomina lexias- y los nexos electrónicos
que los conectan entre sí. La expresión hipermedia simplemente extiende la noción de texto
hipertextual al incluir información visual, sonora, animación y otras formas de información.
Puesto que el hipertexto, al poder conectar un pasaje de discurso verbal a imágenes, mapas,
diagramas y sonido tan fácilmente como a otro fragmento verbal, expande la noción de texto
más allá de lo meramente verbal, no haré la distinción entre hipertexto e hipermedia.

Con hipertexto, pues, me referiré a un medio informático que relaciona información tanto
verbal como no verbal. Los nexos electrónicos unen lexias tanto “externas” a una obra, por
ejemplo, un comentario de ésta por otro autor, o textos paralelos y comparativos, como
internas y así crean un texto que el lector experimenta como no lineal o, mejor dicho, como
multilineal o multisecuencial. Si bien los hábitos de lectura convencionales siguen válidos

52 | C i e n c i a s d e l a C o m u n i c a c i ó n
dentro de cada lexia, una vez que se dejan atrás los oscuros límites de cualquier unidad de
texto, entran en vigor nuevas reglas y experiencias.

El hipertexto difumina las fronteras entre lector y escritor y con ello presenta otra calidad del
texto ideal de Barthes. A la luz de los cambios actuales en informática, la distinción de Barthes
entre texto de lector y texto de escritor coincide con la distinción entre los textos basados en la
tecnología de la imprenta y el hipertexto. [...]

:: Virtualidad e ineractividad

Lo virtual, en un sentido estricto, tiene poca afinidad con lo falso, lo ilusorio o lo imaginario.
Lo virtual no es, en modo alguno, lo opuesto a lo real, sino una forma de ser fecunda y potente
que favorece los procesos de creación, abre horizontes, cava pozos llenos de sentido bajo la
superficialidad de la presencia física inmediata.

La palabra virtual procede del latín medieval virtualis, que a su vez deriva de virtus: fuerza,
potencia. En la filosofía escolástica, lo virtual es aquello que existe en potencia, pero no en acto.
Lo virtual tiende a actualizarse, aunque no se concretiza de un modo efectivo o formal. Por
ejemplo: el árbol está virtualmente presente en la semilla.

"Lo virtual, en un sentido estricto, tiene poca afinidad con lo falso, lo ilusorio o lo imaginario;
lo virtual no es, en modo alguno, lo opuesto de lo real, sino una forma de ser fecunda y potente
que favorece los procesos de creación, abre horizontes, cava pozos llenos de sentido bajo la
superficialidad de la presencia física inmediata" (LÉVY, 1999) . De forma similar, lo virtual es
muy real, puesto que permite actuar sobre la realidad. Simétricamente, lo real posee una cierta
virtualidad, a la que Aristóteles llamaba "potencia". Hay virtualidad en lo real y realidad en lo
virtual. La paradoja aumenta cuando, en algunos casos, es posible decir que lo "virtual es más
que lo real". Como es sabido, la simulación virtual posee una realidad propia capaz de sustituir
los eventuales déficits de la realidad real (QUÉAU, 1995).

53 | C i e n c i a s d e l a C o m u n i c a c i ó n
Frente al concepto técnico de realidad virtual, surge entonces el concepto de Virtualidad real
-no realidad virtual como se suele decir- porque el concepto de realidad virtual implica que,
por un lado, existe una realidad que es la verdadera, la realidad en que vivimos y, por otro
lado, una realidad virtual que es la realidad de los medios de comunicación y de Internet, que
no vivimos. Sin embargo, recibimos la mayoría de nuestros códigos de comunicación cultural
a través de medios electrónicos. Mucho de nuestro imaginario y de nuestras prácticas sociales
y políticas son condicionadas y organizadas por y a través del sistema de comunicación
electrónico. Consecuentemente, un elemento fundamental, o mismo el elemento fundamental
de la comunicación y transmisión cultural de nuestra sociedad es llevado a cabo a través del
hipertexto. Esta es nuestra realidad y, consecuentemente, la realidad es virtual y la cultura es
una cultura de virtualidad real (Castells, 2001).

En la actualidad, todos medios de comunicación -la televisión, la radio, los periódicos, Internet,
etc.- convergen a través de la digitalización, entrelazándose... resultando en una socialización
de la comunicación. Lo digital, lo virtual, se torna entonces la expresión cultural de la sociedad,
afectando nuestro propio concepto de la realidad y el término sufre una "inflación semántica":
lo virtual se ha deslizado con rapidez desde lo que no siendo podria ser, a lo que no siendo se
presenta como lo que es.

En cuanto a la comunicación mediatizada, Bettetini y Colombo (1995) establecen una


taxonomía de los nuevos medios en relación con su funcionalidad, distinguiendo entre los
medios de representación, más allá de las características y funciones meramente técnicas. En
un primer lugar se sitúa la función de representación, en otras palabras, de manifestación
expresiva con el objetivo de reproducir la realidad en sus detalles.

La segunda función es la de comunicación, que en las nuevas tecnologías asume determinadas


características: la forma abierta o bidireccional de intercambio, la posibilidad de inversión de
los papeles de emisor y destinatario, la valoración de la actividad participativa del
destinatario, el papel del receptor como usuario-operador. Así, la textualidad producida por
la computadora no puede considerarse como "sistema cerrado de signos, sino como una acción
que se ha de realizar", como una integración creativa del usuario. El usuario interactúa con
unas posibilidades preordenadas y predefinidas, pero cuyo resultado no es cerrado. Esto

54 | C i e n c i a s d e l a C o m u n i c a c i ó n
supone un cambio de la naturaleza del enunciador, desde un conjunto almacenado hacia un
conjunto de estrategias previstas como opciones posibles.

Dentro de la función comunicativa, el concepto de interactividad surge como imitación de la


interacción, entendida como una "forma particular de acción social de los sujetos en sus
relaciones con otros sujetos", con el objetivo de establecer una función de comunicación con el
usuario. Algunas de las características de la interactividad son el papel activo del usuario, la
pluridireccionalidad de los mensajes y los ritmos de comunicación acelerados. Según
Echeverría, la interactividad es un factor fundamental, en el sentido de que promueve un
cambio en el usuario-lector, desde el percibir hacia el actuar, desde espectador hacia operador.
En los mundos virtuales, se pueden distinguir dos formas de interactividad, entre la relación
persona-máquina (P-M) y en entre la relación persona-máquina-persona (P-M-P).

Esta última función, relacionada con el conocimiento, sitúa los medios orientados a la
"conservación estructurada de un saber". A partir de la interpelación por parte de los usuarios,
surge un amplio espectro de posibilidades, que a la vez afectan a la representación. El conjunto
total de las nuevas tecnologías genera un espacio alternativo, creado y controlado por el
usuario que se rebautiza como ciberespacio.

:: La noción de Convergencia Mediática de Jenkins

¿Qué es la convergencia para el autor?


Convergencia: Palabra que describe los cambios tecnológicos, industriales, culturales y
sociales en la circulación de los medios en nuestra cultura. Entre las ideas comunes a las que
se refiere el término figuran el flujo de contenidos a través de múltiples plataformas
mediáticas, la cooperación entre múltiples industrias mediáticas, la búsqueda de nuevas
estructuras de financiación mediática que caen en los intersticios entre los viejos y los nuevos
medios, y el comportamiento migratorio de las audiencias mediáticas, que irían casi a
cualquier parte en busca del tipo de experiencias de entretenimiento que desean. En términos
tal vez más generales, la convergencia mediática designa una situación en la que coexisten
múltiples sistemas mediáticos y en la que los contenidos mediáticos discurren con fluidez a

55 | C i e n c i a s d e l a C o m u n i c a c i ó n
través de ellos. La convergencia se entiende aquí como un proceso o una serie de intersecciones
entre diferentes sistemas mediáticos, no como una relación fija. Existen diversos tipos:
1. Convergencia corporativa: EI flujo de contenidos mediáticos comercialmente dirigido.
2. Convergencia cultural: Cambio en la lógica con la que opera la cultura, enfatizando el
flujo de contenidos a través de los canales mediáticos.
3. Convergencia orgánica: Un término industrial para los tipos de conexiones mentales
que establecen los consumidores entre informaciones extraídas de múltiples plataformas
mediáticas.
4. Convergencia popular: El flujo informal y a veces no autorizado de contenidos
mediáticos cuando a los consumidores les resulta fácil archivar, comentar, apropiarse de y
volver a poner en circulación los contenidos mediáticos.
5. Convergencia tecnológica: La combinación de funciones en un mismo dispositivo
tecnológico.

El mismo Jenkins explica que con «convergencia» hace referencia al flujo de contenido a través
de múltiples plataformas mediáticas, la cooperación entre múltiples industrias mediáticas y el
comportamiento migratorio de las audiencias mediáticas, dispuestas a ir casi a cualquier parte
en busca del tipo deseado de experiencias de entretenimiento; y es una palabra que logra
describir los cambias tecnológicos, industriales, culturales y sociales en función de quienes
hablen y de aquello a lo que crean estar refiriéndose.

En tal sentido, Sandra Valdettaro afirma que “el perfeccionamiento técnico de los dispositivos
icónico-indiciales deriva en soportes que pueden considerarse meta-medios (Internet,
celulares) originando un proceso de convergencia tecnológica en el nivel de la producción. Ello
implica, tendencialmente, la desaparición de los límites entre los medios de comunicación. Tal
convergencia se asienta en la digitalización. Tres dispositivos diferentes -PC, teléfono móvil y
televisión digital- buscan complementarse para lograr la fusión de las pantallas (básicamente
la de PC y TV) a través del protocolo de Internet y el sistema de codificación de la televisión
digital. La digitalización de la televisión se presenta, entonces, como la vía hacia la
convergencia de medios. Pero provocando una paradoja: convergencia en producción;
divergencia en recepción”

56 | C i e n c i a s d e l a C o m u n i c a c i ó n
:: Cultura participativa e Inteligencia colectiva

Íntimamente ligada a la convergencia, Jenkins nos propone pensar en dos conceptos


igualmente importantes: la cultura participativa y la inteligencia colectiva. ésto porque el autor
sostiene que el fenómeno de la convergencia “no tiene lugar mediante aparatos mediáticos,
por sofisticados que éstos puedan llegar a ser. La convergencia se produce en el cerebro de los
consumidores individuales y mediante sus interacciones sociales con otros. Cada uno de
nosotros construye su propia mitología personal a partir de fragmentos de información
extraídos del flujo mediático y transformados en recursos mediante los cuales conferimos
sentido a nuestra vida cotidiana.

Así, y en palabras del propio autor, el término «cultura participativa» contrasta con nociones
más antiguas del espectador mediático pasivo. Más que hablar de productores y consumidores
mediáticos como si desempeñaran roles separados, podríamos verlos hoy como participantes
que interaccionan conforme a un nuevo conjunto de reglas que ninguno de nosotros
comprende del todo… De la mano, se presenta el término acuñado por Pierre Lévy
«inteligencia colectiva». Pero ¿Qué es la inteligencia colectiva? Es una inteligencia repartida
en todas partes, valorizada constantemente, coordinada en tiempo real, que conduce a una
movilización efectiva de las competencias. Ninguno de nosotros puede saberlo todo; cada uno
de nosotros sabe algo; y podemos juntar las piezas si compartimos nuestros recursos y
combinamos nuestras habilidades. La inteligencia colectiva puede verse como una fuente
alternativa de poder mediático. Estamos aprendiendo a usar ese poder mediante nuestras
interacciones cotidianas en el seno de la cultura de la convergencia.

:: De la lectura a la participación colectiva


el caso del diario.

Según Valdettaro, en este contexto de la irrupción de la web 2.0, no sólo nuestro modo de ser
con internet se modifica: la prensa en soporte papel sufre profundas modificaciones. En tal
sentido, “los diarios se transforman en “viewpapers” (diarios visuales), mediatizados por la
pantalla. En este nuevo contexto, es indispensable indagar las características peculiares que
asume el vínculo enunciativo entre el medio y el destinatario:
57 | C i e n c i a s d e l a C o m u n i c a c i ó n
lector/espectador/usuario/navegante; las condiciones actuales de producción de la noticia,
ya no concebida como fin sino como el principio alrededor del cual (mediante la participación
del lector) surgirá más información; la posible desaparición del concepto de “sección” tal y
como se lo conoció hasta la actualidad; la condición de “metadispositivo” que el diario on-line
asume, etc.

:: Redes sociales y colaboración

Las redes sociales son “comunidades virtuales”. Es decir, plataformas de Internet que agrupan
a personas que se relacionan entre sí y comparten información e intereses comunes. Este es
justamente su principal objetivo: entablar contactos.

Nadie se imaginaba, hasta hace poco tiempo, que la interacción social dejaría de ser patrimonio
exclusivo del contexto presencial, para pasar a ser igual de importante la que se produce de
modo virtual. La evolución de las aplicaciones Web 2.0 no vienen sino a ofrecer más espacios
para la comunicación e interacción que amplían las posibilidades de intercambiar información.
De hecho, las herramientas Web 2.0 han dado origen a nuevos modelos de interacción social,
ya que éstas permiten y potencian los espacios virtuales para la participación y la interacción
social gratuita, siendo esto una revolución social que busca una arquitectura de la
participación a través de aplicaciones y servicios abiertos.

Cada día más adolescentes eligen unirse a una red social. Su crecimiento en los últimos años,
según datos del Ministerio de Educación de la Nación, llegó de la mano de la llamada Web 2.0,
que propuso un nuevo uso de Internet. Hasta el año 2000, la Red permitía básicamente buscar
información. La Web 2.0 posibilita, además, la producción y el intercambio de contenidos por
y entre usuarios.

De la colaboración nos ocuparemos más tarde. Pensemos en redes sociales, en intercambio de


mensajes: en Facebook. Las RS y, entre ellas, especialmente Facebook, han inaugurado un
espacio de exposición y circulación de los discursos individuales -tanto aquellos que refieren
a la vida privada como a la pública-, que no pareciera tener comparación ni antecedentes. Ya

58 | C i e n c i a s d e l a C o m u n i c a c i ó n
lo decía Verón: Internet es un gigantesco dispositivo que transforma las condiciones de acceso
a los discursos y que “comporta [también] una mutación en las condiciones de acceso a los
actores individuales".

Facebook irrumpe en el ecosistema mediático en un momento en el que gran parte del


consumo cultural estaba ya atravesado por la lógica de funcionamiento de lo que Jenkins
(2008) denomina cultura participativa; es decir, que Facebook es, en cierto modo, fruto de un
ambiente cultural -y parte de una cultura digital-, en el que se hace cada vez más habitual que
los miembros de las audiencias intervengan en la producción de los contenidos que publican
los medios y que, por otra parte, los medios incorporen dicha participación a la cadena de
valor.

Más allá de la participación, otra cuestión que cobra notoriedad desde el estallido de las RS, es
la re-configuración de las esferas de lo público y lo privado. En este sentido, las redes como
Facebook parecen funcionar, precisamente, como ese territorio donde lo público y lo privado
se confunden en una misma interfaz. Las imágenes públicas y privadas de un individuo se
mezclan en su mismo perfil como resultante de sus modos de participación en la red -tanto en
cantidad como en calidad, es decir, cuánto y qué comenta, cuánto y qué postea, cuáles son sus
amigos, qué posteos destaca con “me gusta”, qué régimen de privacidad selecciona de los que
propone la plataforma, etc.-, pero, también, de la participación de sus amigos/contactos. Todo
esto se conjuga con la facilidad que otorgan las esferas virtuales actuales para conseguir
información de otros e, incluso, difundirla.

Thompson usa para ilustrar esos límites cambiantes entre vidas pública y privada un
escándalo desatado en 2004 en Inglaterra cuando una periodista amparada en el Acta de
Libertad de Información accedió al detalle de los gastos de los parlamentarios. El episodio
generó una serie de conflictos que llegaron a la Justicia quien finalmente decidió poner a
disposición pública las declaraciones juradas de todos los miembros del Parlamento con
algunas omisiones de información delicada. Sin embargo, las declaraciones se difundieron sin
correcciones dado que el empleado a cargo de la edición decidió filtrar a la prensa la
información completa. La movilidad de las fronteras entre lo público y lo privado parece

59 | C i e n c i a s d e l a C o m u n i c a c i ó n
quedar graficada no sólo en el relato de este ejemplo, sino también en la percepción que hoy
podemos tener sobre este tipo de fenómeno.

:: Wikis y Blogs

Las Wikis son una de las herramientas de colaboración y participación más poderosa de la web
2.0, que permiten generar y publicar contenido fácilmente, el cual puede ser actualizado on-
line por cualquier persona, miembro de un equipo de trabajo o una comunidad de aprendizaje,
en cualquier momento, desde cualquier lugar con acceso a Internet, donde todos se encargan
de la supervisión y control del contenido publicado, favoreciendo de esta forma la autoría en
equipo.

Mientras, un blog es una página web sencilla, fácil de actualizar con comentarios y enlaces a
otras páginas. Está compuesto por posts, organizados por fechas del más reciente al más
antiguo. Un post es un texto con fecha y hora, su longitud varía, tiene título y ofrece la
posibilidad de responder. El origen de los blogs está en la evolución de las páginas web que
comenzaban a incluir comentarios u opiniones de los usuarios y ofrecían enlaces a otras
páginas web. Los blogs son asociados con diarios personales donde se publican las opiniones
o informaciones de un autor o varios autores. Aunque en la actualidad existen diferentes blogs,
como, por ejemplo, blogs personales, profesionales, corporativos, de asociaciones
profesionales, de jornadas, congresos, etcétera, y cada día aparecen otros nuevos. Los tipos de
blog por su contenido pueden ser; blogs (textual + multimedia), fotolog (imagen + texto),
podcast (audio) y Vlog – Videoblog (video). El uso de los blogs se ha difundido rápidamente
debido a su gratuidad, facilidad de registro y de instalación, facilidad de publicación,
versatilidad, visibilidad e interactividad con los lectores, además del tono personal que cada
bloguero pueda darle a su blog. Esta difusión del uso de los blogs ha permitido la aparición
de nuevos términos, tales como blogosfera, bloguero (blogger) y bloguear (blogging).

60 | C i e n c i a s d e l a C o m u n i c a c i ó n
:: El Celular

Su movilidad, conectividad e instantaneidad lo han convertido en la tecnología de


comunicación personal más usada alrededor del mundo, y en uno de los objeto de consumo
más deseados por grandes segmentos de población. Además de su función básica como medio
de comunicación interpersonal, el celular brinda acceso a una amplia gama de servicios
relacionados con la información, el consumo, el entretenimiento, la política, la religión y la
salud, diversificando sus posibilidades de uso. Incluso para algunos el valor simbólico del
aparato sobrepasa su valor funcional, y se consume por sí mismo como objeto de moda o
estatus, convirtiéndose en un bien cultural (García Canclini, 1999).

En el caso del teléfono móvil, diseñado para utilizarse primordialmente más allá de los límites
del hogar, resulta evidente la necesidad de considerar también el papel que juegan amigos,
compañeros de trabajo y demás redes sociales en las que interactúan los sujetos al momento
de establecer sus prácticas de uso. Y aunque la familia sigue ejerciendo una influencia
determinante sobre el consumo tecnológico de sus integrantes, los procesos personales y
familiares de domesticación se insertan en un proceso más amplio de domesticación social
(Castells, 2007).

El uso masivo del celular está pensado en torno a dos grandes ejes: el instrumental y el afectivo.
El primero está relacionado con la información que requieren para coordinar actividades y
solucionar problemas del ámbito académico, laboral o doméstico; mientras que el segundo
responde a la necesidad de mantener el contacto con la familia, pareja y amigos, desde una
perspectiva emocional.

Sin embargo, hay una variable que diferencia y determina el modo de uso del dispositivo
móvil: la económica. Ésta se presenta como factor diferenciador de acceso y consumo, tanto de
los aparatos como de los servicios que los jóvenes pueden adquirir, y que ve reflejado
posteriormente en sus prácticas de uso.

Así, el celular parece estar configurando nuevos patrones de interacción y sociabilidad a través
de una presencia continua entre personas distantes, que experimentan formas diferentes de

61 | C i e n c i a s d e l a C o m u n i c a c i ó n
estar juntos en nuevos espacios virtuales, no necesariamente físicos ni próximos, a través de
intercambios comunicativos mediados, que resultan altamente significativos para los usuarios
y desafían la visión tradicional de la necesidad de la copresencia. Estas nuevas formas de
comunicación son particularmente más fáciles de adoptar por los jóvenes, que generan
patrones y reglas más creativamente.

Finalmente, aunque la asociación celular-estatus parece desdibujarse a medida que la


tecnología alcanza a todos los grupos sociales, democratizando su uso, el dispositivo sigue
ligado a una imagen social positiva, y los usuarios lo adoptan como parte de su identidad
personal.

62 | C i e n c i a s d e l a C o m u n i c a c i ó n

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