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1985

Materia: Historia y OCL.


Título del trabajo: Película 1985.
Nombre del docente: Profesora Marina Chiaverano.
Integrantes: Santiago Rivero y Valentín Gómez.
(1) IMPACTO
La proyección de la película fue aplaudida por la población argentina y hasta extranjera
con buenas críticas, algunas, muy interesantes, acerca del cine como medio para
representar hechos históricos. Otras, al contrario, agrietadas y estériles, sobre cuán
peronista o radical es la película según las decisiones estéticas de sus guionistas. Se la
ha calificado de “necesaria”. Las redes sociales están repletas de testimonios del público
en la sala emocionado con escenas clave de la película, aplaudiendo y llorando.
También a lo largo de las distintas provincias se buscó que se pueda proyectar la
película con el objetivo de poner en valor un hecho histórico como fue el Juicio a las
Juntas y que los estudiantes del nivel secundario conozcan la historia del “Nunca Más”
en la Argentina, coincidieron los senadores sobre este proyecto y revalorizar lo
importante que fue para nuestro país el recuperar la democracia.

(2) El caso del juicio a las juntas en 1985 fue único en el mundo, ya que nunca un
tribunal civil se había hecho cargo de darle cargos a organismos militares y sirvió para
darle una gran trascendencia internacional y sobre todo para la región, en donde
gobernaban dictaduras similares coordinadas a nivel continental por el Plan Cóndor que
cometieron crímenes de lesa humanidad de forma sistemática y planeada desde lo más
alto del poder. El juicio ubicó a la Argentina en un lugar de vanguardia en la lucha por
lograr que se respeten los derechos humanos.

3) Cómo se logra observar en el filme, luego de la dictadura del Proceso de


Reorganización Nacional y el juicio transcurriendo, tanto el fiscal como alguno de los
jueces recibieron llamadas telefónicas amenazantes, provenientes de los sectores
vinculados al exjefe del Ejército Albano Harguindeguy y un sector de la derecha del
gobierno de Alfonsín, con el fin de presionarlos para que aceptaran un acuerdo, que
consistía en que los miembros de las juntas reconocerían su responsabilidad en las
violaciones de derechos humanos, a cambio de que no ser juzgados por la Cámara
Federal, ni permitir que declaren los testigos.

(4) En 1986, el presidente Alfonsín, presionado por las fuerzas armadas, promovió la
sanción de las llamadas leyes de Punto Final y Obediencia Debida, que impidieron
enjuiciar a la mayor parte de los criminales. A partir de 1989, el presidente Carlos
Menem dictó una serie de decretos de amnistía liberando a los criminales que no habían
sido alcanzados por las leyes antes citadas, en conjunto, esas normas han sido conocidas
como las leyes de impunidad.
leyes de impunidad
Con leyes de impunidad se refiere a dos leyes y una serie de decretos sancionados entre
1986 y 1990, mediante los cuales se impidió el juzgamiento de las condenas contra los
autores de los crímenes durante el Terrorismo de Estado llevado a cabo por la Junta
Militar en el último golpe de Estado cívico-militar, que ejerció el gobierno en el periodo
de 1976-1983.
Ley de autoamnistía: Por medio de la misma, los dirigentes de la dictadura militar
autodenominada Proceso de Reorganización Nacional, ante la posibilidad de ser
enjuiciados por el gobierno que resultara al levantar la veda política y llamar a
elecciones, procuraron dictar una amnistía sobre sí mismos. (Con la amnistía se puede
lograr perdonar a personas que fueron forzadas a trabajar con el crimen organizado) el
candidato presidencial del Partido Justicialista en las elecciones de octubre de 1983,
Ítalo Argentino Lúder se pronunció por la validez de la ley en tanto el candidato de la
Unión Cívica Radical, Raúl Alfonsín denunció durante su campaña la existencia de un
pacto sindical-militar y se comprometió a dejarla sin efecto.
Ley de Punto Final: La ley establecía que "se extinguirá la acción penal contra toda
persona que hubiese cometido delitos vinculados a la instauración de formas violentas
de acción política hasta el 10 de octubre de 1983". Solo quedaban fuera del ámbito de
aplicación de la ley los casos de secuestro de recién nacidos, hijos de prisioneras
políticas destinadas a desaparecer, que eran por lo general adoptados por militares,
quienes les ocultaban su verdadera identidad biológica.
Ley de Obediencia Debida: Estableció una presunción de que los delitos cometidos
por los miembros de las Fuerzas Armadas cuyo grado estuviera por debajo de coronel
durante el Terrorismo de Estado y la dictadura militar no eran punibles, por haber
actuado en virtud de la denominada "obediencia debida" (concepto militar en el cual los
soldados están obligados a acatar las ordenes de los superiores).

(5) En 1998 el Congreso Nacional derogó las leyes de Punto Final y Obediencia
Debida y en 2003 procedió a anularlas. Fue convalidada por la Corte Suprema, que las
declaró inconstitucionales el 14 de junio de 2005.
Luego de que en 2003 el Congreso de la Nación declarara la nulidad de las leyes de
Punto Final y Obediencia Debida algunos jueces comenzaron a declarar
inconstitucionales aquellos indultos referidos a crímenes de lesa humanidad y a reabrir
los casos.
El 15 de junio de 2006 la Cámara de Casación Penal consideró que los indultos
concedidos en delitos de lesa humanidad eran inconstitucionales.
El 31 de agosto de 2010 la Corte Suprema confirmó sentencias de tribunales inferiores,
dictando que los indultos no fueron constitucionales pero que las condenas que anularon
debían ser cumplidas.
Tras su anulación y el fallo de la Corte, en la reapertura de los juicios de lesa humanidad
se dictaron 269 sentencias en 15 años. También se condenaron 1065 personas y 165
fueron absueltas en los procesos de investigación de los crímenes ocurridos en la última
dictadura cívico-militar.

(6) Era poco después del mediodía. Leandro estaba en Lanús, en la casa de un amigo
con el que compartía el equipo de fútbol desde la escuela primaria. Los dos estaban, con
un tercer muchacho, en el patio del PH del fondo de la calle Juncal 67. De pronto,
oyeron un estruendo y muchos gritos. Alguien había entrado a la casa por la fuerza.
Asustados, aprovecharon una escalera que se apoyaba en la medianera y subieron al
techo. Leandro, el más flaco y ágil de los tres, saltó al patio del departamento vecino. En
apenas unos instantes, se oyeron cuatro disparos. Los tres policías de la Ciudad que
habían irrumpido para allanar el departamento y detener al amigo de Leandro declararon
que no había pasado ni un minuto o minuto y medio desde que tumbaron la puerta de
acceso y oyeron los tiros. Cuando salieron al patio, vieron sobre el techo a los dos
muchachos, que bajaron sin resistirse. El primer policía porteño que subió a la
medianera, vio en el patio vecino a Leandro, herido de muerte, y un hombre armado a
su lado. “Tranquilo, soy poli”, dijo Néstor Gabriel Anríquez. Los policías de Ciudad
dieron aviso a los de provincia y llamaron a la ambulancia. Leandro murió en el
Hospital Evita a pesar del esfuerzo médico. Una de las balas había atravesado
limpiamente su cuerpo de atrás hacia adelante, con lesiones irreversibles en varios
órganos.
El sumario se inició caratulado “violación de domicilio”, con el policía federal como
víctima, y el adolescente como imputado. Recién cuando la autopsia demostró sin dudas
que cuando recibió los disparos Leandro estaba de espaldas, y los policías de Ciudad
corroboraron que no tenía armas de fuego ni de otro tipo, se invirtieron los roles, y
Anríquez fue indagado por homicidio.
Desde esa primera citación, hasta el juicio que acaba de terminar, el federal no afrontó
el dilema de cualquier persona acusada por un delito, que debe optar entre confiarse a la
defensoría oficial o pagar de su bolsillo una particular. Se presentaron de inmediato los
profesionales de la Dirección de Asuntos Jurídicos – División Asuntos Penales del
Ministerio de Seguridad de la Nación. De acuerdo a su propia normativa, ese cuerpo de
profesionales sólo puede intervenir cuando se trata de “actos de servicio”. Antes de su
designación, las autoridades del ministerio deben dictar un acto administrativo que diga
que el caso amerita la defensa orgánica e institucional, lo que sucede “cuando se trate de
causas exclusivamente iniciadas a consecuencia del ejercicio de la labor policial”. Es
decir, ya desde el inicio, para el Poder Ejecutivo Nacional, el agente Anríquez mató a
Leandro en un acto de servicio, en ejercicio de la labor policial.

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