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DESTRUYA A SU CLON PARA SALVARSE

La habilidad de fotocopiar a un organismo ha permitido un avance descomunal del conocimiento


de nuestro entorno y de los seres vivos. Desde cortar un esqueje de una planta y sembrarlo, hasta
producir animales con substancias químicas humanas que satisfagan la demanda de proteínas, se
han demostrado las numerosas aplicaciones científicas en la vida, porque de nada serviría una
montaña de papeles y ensayos con observaciones, análisis e ininteligibles conclusiones, si no
cumplieran un propósito. Pues bien, uno de los enfoques más amplios de los humanos ha sido el
de curarse como especie, y cualquier enfermo grave se gozaría en recibir su tratamiento, sin
importar los métodos. Siguiendo aquella lógica surge la clonación terapéutica, una pericia
considerablemente cuestionada por la bioética, rama que se encarga de evitar una frívola
insensatez de algún científico o empresa desmedida.

En la clonación terapéutica participan células madre embrionarias para experimentos y sus


consecuentes tratamientos. Tiene un enfoque médico y su objetivo, como se explicó
anteriormente, es el de mejorar la salud de las personas, salvándoles de enfermedades y
complicaciones severas, como Parkinson, Alzheimer o diabetes. La clave del asunto radica en
identificar las fuentes ricas en tejidos de células madre, siendo una de estas el blastocito:
estructura celular derivada de la mórula que presenta una masa interna y una capa limítrofe que
se convertirá en la placenta (trofoblastos). Tiene 5 o 6 días.

Ahora bien, la resolución de enfermedades por trasplante celular se realizaría de la siguiente


manera. Mediante la transferencia nuclear, se efectúa un facsímil de las células reprogramadas y
diferenciadas de la persona a quien se quiere curar. Sabiendo esto, se extraen las células madres
del blastocito, destruyéndolo, pero se cultivan aquellas unidades que tienen la capacidad de
especializarse en todas. Luego se diferencian de manera guiada, hasta resultar en tejidos
ectodérmicos, mesodérmicos y endodérmicos. Por último, se implantan al paciente sin rechazo
alguno o, se congelan para tener estos tejidos por siempre.

Sin embargo, el pragmatismo del procedimiento no es tan viable, puesto que existen ciertos
riesgos potenciales que no merecen ignorarse. Dentro de las desventajas más primordiales, se
encuentra que después de 60 ciclos de división celular, las células madre podrían volverse
mutantes, y acabar en cáncer.

Por otra parte, su posible y cercana ejecución está siendo debatida por la ética. No existen
verdades absolutas, puesto que cada persona tiene derecho y está predispuesta a asumir su propia
posición. Respecto al caso, el conflicto moral de matar a un embrión prematuro para sanar a una
persona se considera, por ciertos sectores eclesiásticos y científicos, un homicidio. ¿Pero dónde
comienza la vida? ¿principiará desde la fecundación, la mórula, blastocito, embrión, feto, o el
nacimiento? ¿Se justifica entonces, quitar una vida para salvar a otra?

El mundo no se ha puesto de acuerdo sobre el inicio de la vida. Hay quienes defienden la unión
del espermatozoide y óvulo como respuesta al interrogante. Si así fuese, el dilema se solucionaría
fácilmente tomando un blastocito clonado del paciente, de su médula ósea, sistema nervioso y
otros órganos ¿o acaso esa vida también merece existir? Recordemos que cada célula contiene el
ADN con la suficiente información para ejecutar cualquier función, así que el truco de la
clonación está en reprogramar las células o extraer las estructuras madre.

Si me lo preguntan a mí, estoy completamente de acuerdo con el trasplante celular terapéutico


clonado. Carece de problemas y es una solución efectiva, puesto que la blástula es una copia de
una vida preexistente, la cual tiene su oportunidad de vivir y está buscando métodos para
mantenerla. Además, la capacidad de carga del planeta se encuentra reducida por la inmensa
cantidad de humanos, por lo que unas células que parvamente aumentan, no necesitan mayor
consideración.

Sin embrago, para quienes no están conformes con argumentos de sobrepoblación o de


oportunidades gastadas, se han planteado alternativas al método destructor de blástulas (ajenas o
propias). Por ejemplo, se ha descubierto que las células de la sangre del cordón umbilical
contienen en 1 ml, 800 eritrocitos, de 13000 a 24000 mieloides, e incluso de 1000 a 10000
células madres pluripotenciales. Vuelve a quedar demostrado que la ciencia es capaz (o lo será,
prontamente) de encontrar disyuntivas a todo problema médico.

Se cuidan mucho y nos vemos la semana que viene.

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