Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Introducción
Canto Inicial
Señal de la cruz
Oración inicial
Misterio
1 padre nuestro
3 ave maría
1 gloria
Texto bíblico
Reflexión
Petición
Oración final
Canto final
Jaculatoria
INTRODUCCIÓN:
Hoy lunes 28 de noviembre, corresponde la oración del mes de María al primer ciclo
básico.
María, una Mujer que ama ¿Cómo podría ser de otro modo? Como creyentes, que en
la fe piensa con el pensamiento de Dios y quiere con la voluntad de Dios, no puede ser
más que una mujer que ama. Lo intuimos en sus gestos silenciosos que nos narran los
relatos evangélicos de la infancia. Lo vemos en la delicadeza con la que en Canaá se
percata de la necesidad en la que se encuentran los esposos y lo hace presente a Jesús.
Señor y Dios nuestro, concédenos esperar con amor solícito la llegada de tu Hijo
Jesucristo, para que, cuando él venga y nos llame, nos encuentre velando en oración y
cantando con alegría sus alabanzas. Que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu
Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
A continuación, el canto inicial.
SEÑAL DE LA CRUZ:
Nos ponemos en presencia de Dios, En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu
Santo.
ORACIÓN INICIAL:
¡Oh María!, durante el bello mes a Ti consagrado, todo resuena con tu nombre y
alabanza. Tu santuario resplandece con nuevo brillo, y nuestras manos te han elevado
un trono de gracia y de amor, desde donde presides nuestras fiestas y escuchas
nuestras oraciones y votos.
Para honrarte, hemos esparcido frescas flores a tus pies, y adornado tu frente con
guirnaldas y coronas. Mas, ¡Oh María!, no te das por satisfecha con estos homenajes.
Hay flores cuya frescura y lozanía jamás pasan, y coronas que no se marchitan. Éstas
son las que Tú esperas de tus hijos, porque el más hermoso adorno de una madre es
la piedad de sus hijos, y la más bella corona que pueden depositar a sus pies, es la de
sus virtudes.
Sí, los lirios que Tú nos pides son la inocencia de nuestros corazones. Nos
esforzaremos, pues, durante el curso de este mes, consagrado a tu gloria, ¡Oh Virgen
Santa!, en conservar nuestras almas puras y sin manchas, y en separar de nuestros
pensamientos, deseos y miradas aun la sombra misma del mal.
La rosa, cuyo brillo agrada a tus ojos, es la caridad, el amor a Dios y a nuestros
hermanos.
Nos amaremos, pues, los unos a los otros, como hijos de una misma familia, cuya Madre
eres, viviendo todos en la dulzura de una concordia fraternal.
En este mes bendito, procuraremos cultivar en nuestros corazones la humildad,
modesta flor que te es tan querida, y con tu auxilio llegaremos a ser puros, humildes,
caritativos, pacientes y resignados.
¡Oh María!, haz producir en el fondo de nuestros corazones todas estas amables
virtudes; que ellas broten, florezcan y den al fin frutos de gracia, para poder ser algún
día dignos hijos de la más Santa y la mejor de las Madres.
Amén
MISTERIO DEL DÍA:
1 PADRE NUESTRO
3 AVE MARÍA
EVANGELIO DEL DÍA:
REFLEXIÓN:
Basta que lo digas de palabra y mi criado quedará sano. Cristo Jesús, llegó hasta
nosotros para que depositáramos en él nuestra confianza, al asegurarnos que además
de ser hombre era el Hijo de Dios. “Creed en Dios y creed también mí”. Nos dio motivos
más que sobrados para que pusiéramos en él, nuestro amor y nuestra confianza y,
rendidos, le hemos dicho: “Te seguiré donde quiera que vayas”. Sabiendo que siempre
nos llevará por los caminos que nos harán disfrutar de “vida y vida en abundancia”. La
buena fama de Jesús, de estar siempre a favor de todo hombre, curando las heridas del
cuerpo y del alma, se extendió por los lugares que recorrió. Incluso esta buena fama
llegó a los que no eran sus seguidores, como es el caso del centurión romano del que
nos habla el evangelio de hoy. Apoyándose en la fama de Jesús, y desde su amor por
uno de sus criados “que está en cama paralítico y sufre mucho”, le pide que le cure. Y
cuando Jesús está dispuesto a ir a su casa para curarlo, el centurión confiando en el
poder de Jesús le dice: “Señor, ¿quién soy yo para que entres bajo mi techo? Basta que
lo digas de palabra y mi criado quedará sano”. Jesús quedó admirado de la enorme fe
del centurión y curó a su criado. Nosotros sabemos que Jesús, que sigue con el poder
de curar nuestras enfermedades corporales, está más dispuesto a curar nuestras
enfermedades del alma, ofreciéndonos siempre su luz y su amor, para que logremos
llevar una vida con sentido y esperanza. Ya sabemos lo que tenemos que hacer: acudir
constantemente a él.
PETICIONES:
- Pidamos a María que interceda por nosotros, que nos acompañe con
su protección maternal hoy y siempre, para que Cristo nos acoja un día
en su gloria, en la asamblea de los santos. Roguemos al Señor
(Escúchanos Señor, te rogamos)
- Te pedimos por todos los países del mundo, para que sus legislaciones
promuevan y protejan la familia como la mejor escuela de amor que
existe en la tierra. Roguemos al Señor (Escúchanos Señor, te rogamos)
ORACIÓN FINAL
Amén.
JACULATORIA:
Madre Primitiva.
Sagrada Familia.
Señal de la cruz: en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu
Santo.
Amén.