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EL GOZO

Extractos tomados del libro: “El Modelo de Vida”


James G. Friesen; E. James Wilder, Anne M. Bierling; Rick Koepcke & Maribeth Pole

El Poder del Gozo.


El mundo es un lugar que produce fracturas y cada uno de nosotros está marcado en alguna
medida por la maldad que existe. Sin embargo, cerca de cada uno de nosotros está la fuerza para
resistir esa maldad, y llegar a ser las personas que debiéramos ser. Dios nos ha creado con mentes
que automáticamente buscan la integridad, y durante nuestra niñez esa búsqueda es estimulada en
forma maravillosa por el gozo.

En los dos primeros años del niño, el deseo de experimentar gozo dentro de relaciones de amor
es la fuerza más poderosa de la vida. De hecho, algunos neurólogos ahora dicen que la necesidad
básica humana es ser el “brillo en el ojo de alguien”. Cuando este gozo es la mayor fuerza en el
mundo del niño, la vida tiene sentido porque los niños desean aquellos momentos cuando pueden
volver a conectarse al gozo –al estar junto a sus seres amados. Sorprendentemente, ese deseo
inocente y puro que comienza en la niñez continúa a través de toda la vida. La vida tiene sentido y es
fortalecida por el gozo cuando las personas están en relación con aquellos que los aman y están
sinceramente felices de estar con ellos.

Debido a que el gozo es relacional, es también una experiencia contagiosa. El gozo es producido
cuando alguien se alegra de verme, lo cual produce algo de gozo en mí. Entonces mi gozo es
devuelto y el gozo del dador aumenta. Esta experiencia va y viene a una velocidad sorprendente
–seis ciclos por segundo, en un intercambio cara a cara no verbal- y todo el tiempo crece un “gozo”
más fuerte entre ambos.

El gozo también proviene de estar en una correcta relación con Dios. A través de la Biblia está
establecido que un gozo poderoso proviene de una relación con Dios, quien conoce todo acerca de
mí, y aun así está muy, muy feliz de estar conmigo. Ahora bien, cuando los autores bíblicos de
antaño inspirados por Dios, y los neuro-científicos del siglo XXI impulsados por el conocimiento
concuerdan que el gozo proviene de relaciones poderosas, sabemos que hay algo de profunda
importancia que aprender de esto.

De hecho, cuando la fuerza del gozo está correctamente colocada, el solo conocimiento que
alguien se sentiría feliz de estar conmigo, aunque no se encuentre presente en ese momento, es
suficiente para devolverme el gozo. Imágenes de rostros, la memoria de sus respuestas, y la
presencia de Dios son todas suficientes para devolvernos el gozo.

Cuando las personas logran que su gozo esté correctamente conectado a los sentimientos que
han sido perjudicados por un mundo fracturado, siente un nuevo poder y dinámica en todas sus
relaciones. El cerebro está diseñado para protegernos de un mundo que nos perjudica, y se empeña
en reparar las fracturas. Si están funcionando en forma correcta, la familia y la comunidad también
están diseñadas para asistir al cerebro en sus tareas de protección y reparación.

En particular para aquellos que se están recuperando emocionalmente, es esencial estar en


relaciones auténticas que produzcan gozo y que puedan aumentar la fuerza del gozo y asistir al
regreso del gozo. Si una persona en recuperación no está siendo fortalecida por el gozo, puede
resultarle imposible enfrentar el dolor que forma parte de esa recuperación. En verdad, la fuente del
gozo tiene que ser mayor que la cantidad de dolor. Por tanto, aumentar el gozo mediante relaciones
que provean vida forma la primera parte de la recuperación.
Tener suficiente fuerza del gozo es fundamental para el bienestar de la persona. Ahora sabemos
que existe un “centro de gozo” en la corteza orbital prefrontal derecha del cerebro. Tiene control
ejecutivo sobre todo el sistema emocional. Cuando el centro de gozo ha sido suficientemente
desarrollado, regula las emociones, el centro de control del dolor y el de la inmunidad; nos guía a ser
nosotros mismos; suelta neurotransmisores como dopamina y serotonina; y es la única parte del
cerebro que está por encima de los principales centros de impulsos -impulsos sexuales y de
alimento, temor e ira.

Construyendo gozo

Construir gozo significa acercarse a Dios y a la gente. Si bien es un


proceso muy auténtico que no se puede fabricar, aquí damos algunas
ideas de cómo construir gozo que podemos practicar con nuestras familias
y luego extender a la comunidad de los que sufren.

1. Sonríe cada vez que saludes a quienes amas, y utiliza tonos de voz
sinceros.

2. Formula preguntas que invitan a otros a decirte de verdad como les va


y qué están pensando, Escucha con atención sin interrumpir.

3. Interésate sinceramente en conocer de verdad a la otra persona.


Empéñate en comprender los temores, gozos, pasiones, talentos y
dolor del otro.

4. Que haya un trato digno y de respeto mutuo. Cuando se termina una


discusión, procura que ambos se sientan fortalecidos.

5. Usa el contacto físico cuando sea apropiado: Tomar la mano, tocarse


el brazo, abrazarse, deben utilizarse de la forma más efectiva posible.

6. Descubre qué da gozo a la persona: dedicarle tiempo para conversar,


escribirle notas de ánimo, ofrecerle ayuda o hacer un paseo al
atardecer. Acomoda tus esfuerzos de proveer gozo.

7. Dale pequeñas sorpresas que harán que sus ojos se iluminen y ¡deja
que los tuyos también se iluminen! El gozo aumenta al intercambiarse
miradas.

8. Mima a bebés y niños haciéndoles saber mediante palabras y acciones


que de verdad te sientes feliz de estar con ellos.

El Gozo para Madurar


Los Infantes de 0 a 3 años de edad necesitan fundamentalmente recibir amor y cuidado
incondicionales. El recibir siempre precede al dar. Jamás seremos capaces de dar efectivamente
hasta que hayamos recibido. Cuando nuestras necesidades básicas de dependencia han sido
suplidas, somos motivados a ser independientes y a comenzar a cuidarnos a nosotros mismos. Si
nuestras necesidades primarias de dependencia no son suplidas, pasaremos el resto de nuestra vida
procurando que otros nos cuiden. Por eso durante la mayor parte de esta etapa, los padres tienen
que suplir las necesidades del infante reconociendo cuándo ese pequeñito necesita ser alimentado,
abrazado, consolado o acunado. La enseñanza y la disciplina son necesarias cuando el bebé da sus
primeros pasos, por supuesto, pero una buena enseñanza no quita la imperiosa necesidad que el
niño de 0-3 años tiene de aprender a recibir.

El desarrollo del gozo es el fundamento en esta primera etapa. Los infantes necesitan ser “el brillo
en el ojo de alguien” y estar con personas que se sienten “felices de estar con ellos” para que
puedan vivir en gozo y aprender que el gozo es el estado normal de una persona. Estas condiciones
en verdad aumentan el “centro de gozo” del cerebro que tendrá “control ejecutivo” sobre sus
sistemas emocionales por el resto de sus vidas. Si bien el primer año de desarrollo está dedicado a
construir gozo, el niño de más de 12 meses de edad comienza la importante tarea de regresar al
gozo después de una emoción desagradable.

Algunos infantes son bebés sumamente exigentes y necesitan padres que responderán a sus
señales de desesperación dándoles tanta vida como necesiten. Ignorar el llanto del bebé para tratar
de controlarlo puede ser “práctico”, pero este enfoque no provee la seguridad o bienestar que son
vitales para su desarrollo adulto futuro.

Desarrollar confianza mediante vínculos con los padres es también crucial durante esta etapa.
Este vínculo requiere tiempo, contacto físico y el estar juntos con la participación activa de ambos
padres. Los infantes también comienzan el proceso de desarrollar imágenes identificatorias en esta
etapa, basándose en otros rostros significativos que los están mirando. Cuando un infante está
rodeado por otros que lo ven tal como Dios lo ve, la persona que él quiso que fuese, estos rostros le
comunicaran a muy tierna edad su valor e importancia.

Los “adultos infantes” que como bebés no fueron receptores en estas importantes áreas, siempre
serán adultos con necesidades. No podrán cuidar de sí mismos emocionalmente ni tampoco podrán
recibir en forma apropiada cosas importantes de otros. Los “adultos infantes” no pedirán lo que
necesitan porque creen que si los demás los quisieran de verdad, se darían cuenta que es lo que
están necesitando. Los “adultos infantes” no pueden manejar la crítica aunque sea válida y
constructiva porque consideran que una retroalimentación negativa es un ataque personal. A
menudo son posesivos en las relaciones, con el territorio, el poder y las cosas materiales.
Lamentablemente para todos los involucrados, también usan en sus relaciones vínculos basados en
el temor para asegurarse que los demás permanezcan enlazados con ellos. Y mientras que “adultos
infantes” bien capacitados pueden parecer responsables en muchas áreas, como manejar finanzas
personales y ser puntuales y confiables, emocionalmente están gravemente discapacitados y se les
dificulta relacionarse con éxito y en forma perdurable.

Cuando el cerebro funciona como Dios quiso que funcionara, el gozo ejerce el control. El cerebro
tiene un mecanismo para resolución de traumas que permite a las personas alejarse de sus
abrumadores efectos y volver al gozo, de tal modo que pueden dejar la atención de los traumas para
más adelante. Ocurre automáticamente sin pensarlo.

Esta es una ilustración de lo que acabamos de decir: Un veterano de guerra que había sido
herido por cañoneo durante una batalla, oye que el silenciador de un automóvil hace un retro
encendido ruidoso y se tira al piso, buscando el rifle que le falta, para tratar de cubrirse. Sin pensar,
el mecanismo de protección ha actuado -el que Le significó supervivencia- y su pasado
traumatizado se hace presente por unos minutos. En ese momento está viviendo en su dolor. Todos
tenemos momentos cuando automáticamente vivimos en nuestro dolor, sin siquiera darnos cuenta.
Necesitamos mecanismos protectores, a veces llamados defensas del ego, para promover el diario
vivir, y en particular los necesitamos cuando afloran los traumas. Este ex-soldado utilizó la defensa
llamada “disociación” para olvidarse del terror del campo de batalla en su vida cotidiana, de modo
que eso no dominara toda su vida. De esta manera la disociación le ayudó a encontrar el camino
para regresar al gozo.
Dios en su sabiduría, ha diseñado el cerebro para desarrollar la fuerza suficiente como para
recuperarnos de los traumas. Cuando los que ofrecen cuidado proveen buenos vínculos iniciales y
un entorno seguro de vida, el cerebro joven puede desarrollarse de modo que las correctas
estructuras del cerebro se activen y estén correctamente alineadas. Si hay suficiente fortalecimiento
durante los primeros años de modo que el cerebro pueda llegar a su potencial, las personas
automáticamente quedan reguladas por el gozo.

CÓMO DESARROLLAR GOZO EN UN BEBÉ


Construyendo el Fundamento del Gozo.
El hecho de ser humano y desear el gozo son dos cosas inseparables. Somos criaturas de gozo.
En su esencia el gozo es relacional. Gozo significa que alguien está feliz de estar conmigo ¡y eso me
gusta! Nuestro creador nos hizo con cerebros que quieren operar bajo el control del gozo, y nuestras
vidas desean estar llenas de relaciones que nos llevan al gozo.
La región que regula el gozo en nuestro cerebro es también el área vincular (vínculos socio-
afectivos). La fuerza de estos vínculos se desarrolla en base a la cantidad de gozo que el infante
recibe en el momento oportuno. Estos vínculos amorosos de gozo también determinan la cantidad de
crecimiento y fuerza del cerebro en el área de regulación de gozo que está en la corteza prefrontal
derecha del cerebro. Un bebé experimenta gozo por medio de sus sentidos. El gusto, el olfato y la
temperatura determinan los vínculos de gozo durante las primeras seis semanas de vida, mientras
que el tacto produce más gozo en las siguientes seis semanas. Cuando las áreas visuales del
cerebro maduran y mielinizan a los tres meses, los ojos introducen la mayor cantidad de gozo, hasta
que el oír tonos de voz se desarrolla a los 12 meses de edad. Cada nueva sensación produce una
nueva fuente de gozo para vínculos más fuertes y mayor desarrollo del cerebro.
Durante los primeros 12 meses se fortalece el área del gozo del cerebro ya que es necesaria
para aprender a volver al gozo desde emociones desagradables como temor, enojo, vergüenza,
repugnancia, humillación y total desesperanza. Es importante que en cuanto el bebé tenga la fuerza
suficiente, aprenda cómo volver al gozo porque al año siguiente el cerebro tiene “dos fechas topes”.
A los 15 meses el sistema límbico mielinizará y accionará la facultad de sentir temor y enojo. El
bebé que no ha aprendido a volver al gozo antes de qué accione esa facultad tendrá mucha
dificultad para regular el terror intenso y también la ira.

La segunda fecha tope llega a los 18 meses. Hasta este momento el bebé ha actuado como si
cada emoción estuviese en un cerebro diferente. Pero a los 18 meses el centro del gozo procura
hacer un círculo alrededor de todos estos centros emocionales y formar una personalidad con ellos.
El cerebro unificará el control sobre las emociones que están conectadas por un trayecto para volver
al gozo; los otros centros del cerebro quedan excluidos. Esto significa que quedan excluidas de la
identidad principal de la persona y fuera de control. Por ejemplo, si el enojo queda excluido, cuando
crezca la persona los demás se darán cuenta que cuando se enoja “actúa como una persona
diferente”. La meta de la madurez, sin embargo, es actuar como uno mismo en todas las emociones
y circunstancias.

En algún punto de tiempo entre los 24 y los 36 meses, el cerebro aprenderá a registrar nuestras
circunstancias y entornos de acuerdo con el tiempo el lugar y nuestras reacciones al entorno. Esto es
lo que normalmente denominamos memoria consciente. Con esta habilidad podemos ahora ser
nosotros mismos bajo muchas diferentes circunstancias. La memoria se ejercita para poder seguir
siendo la misma persona día tras día. Alrededor de los tres años las dos mitades del cerebro
quedan unidas de modo que lo que sentimos (el lado derecho) y lo que pensamos (el lado izquierdo)
acerca de nosotros mismos y el mundo estarán de acuerdo y conectadas.
El desarrollo y la fuerza normales del centro de identidad del gozo en el cerebro son afectados
negativamente tanto por los traumas “A” (la ausencia de experiencias positivas que debieron estar)
como por los “B” (la presencia de experiencias negativas que nunca debieron suceder) que ocurren
durante los tres primeros años de vida. Durante el primer año nuestra fuerza de gozo está
discapacitada. Durante el segundo año las estructuras para regresar al gozo, lo cual nos permite
funcionar como persona íntegra no importa cómo nos sintamos, están separadas. Los traumas en el
tercer año desgajan nuestra capacidad de seguir siendo nosotros mismos en diferentes
circunstancias a través del tiempo y lo que pensamos acerca de nosotros mismos no coincidirá con
lo que sentimos o hacemos.

Logrando que cada sentimiento se conecte con el gozo, y estableciéndolo como el estado normal
de vida no estaría insignificante. Durante tres años los padres y el niño tienen que pasar juntos
mucho tiempo de calidad para poder establecer esta estructura tan importante. Se concreta de esta
manera: El propósito es que el gozo gradualmente crezca a niveles altos, durante un periodo de
tiempo, de modo que sea lo suficientemente fuerte para soportar altos niveles de sentimientos
negativos. Es esencial que el gozo sea bastante fuerte como para sobrellevar la intensidad de
sentimientos relacionados con traumas. Los sentimientos fuertes, incluyendo los que están
relacionados con traumas, deben trabajarse hasta llegar a un punto de reposo. Si no se desarrolla
fuerza los sentimientos negativos no llegarán al punto de descanso, y no habrá resolución. Hasta
que el gozo sea bastante fuerte y esté conectado con otros sentimientos, tendrán dominio los que
estén relacionados con traumas, y prevalecerá el temor. Si hay resolución, el cerebro vuelve al gozo.
Sin resolución una persona termina atascándose en el temor. La meta de la recuperación es
aumentar el gozo hasta que tenga la fuerza suficiente como para que otros sentimientos puedan
conectarse con él y llegar a un punto de descanso (punto de descanso es recibir consuelo y amor
por parte de un ser amado, hasta que el bebé se siente contenido y confortado, y es capaz de sentir
con esa persona alegría y paz otra vez). De este modo el cerebro puede funcionar bajo el dominio
del gozo, de acuerdo con el propósito de Dios. Las trayectorias emocionales pueden establecerse
para lograr normas efectivas que durarán toda la vida.

Jim Wilder ha encontrado en el “Campamento de Gozo” una interesante analogía que ilustra la
amplia investigación sobre el desarrollo del cerebro que se ha llevado a cabo en centros de
formación especializados.

Campamento de gozo. Los primeros tres meses de vida están dedicados a establecer el
“Campamento de Gozo” como base de operaciones. Durante estas doce semanas el bebé siente
gozo por estar cerca de su madre. Actividades como amamantar, acunar, dormir cerca del bebé o
cargarlo cerca de su cuerpo son muy beneficiosas. Estados gozosos constituyen la raíz de todo
desarrollo humano. Vivir en el “Campamento de Gozo” es la base para entender el amor de madre,
la paz, la seguridad y todas las experiencias que atesoramos. No importa cuánto podamos alejarnos
durante nuestra vida, el “Campamento de Gozo” es donde deseamos estar cada noche cuando nos
quedamos dormidos. A los tres meses de vida el bebé se ha desarrollado lo suficiente como para
visualizar, en su mente, lo que la madre siente acerca de él. Desde ahora en más el gozo se torna
muy interactivo. Hasta aquí la capacidad del bebé para sentir gozo ha sido muy limitada y suplida
con facilidad. Después de los tres meses sin embargo las principales estructuras de gozo en el
cerebro desarrollan un crecimiento significativo.

El Ascenso al Monte del Gozo. A los tres meses de edad el bebé ya tiene una imagen de cómo
su madre lo ve. No es sorprendente que queda grabado, sin palabras, como una imagen de su
rostro. Tampoco sorprende que escalar el “Monte de Gozo” tiene que esperar hasta que las áreas
visuales del cerebro se desarrollen a esta edad. Para entonces el centro visual ha sido fijado en su
lugar haciendo que la visión sea el sentido dominante. Lo que los bebés comienzan a buscar son
ojos que los miren con gozo. El gozo le significa: “Alguien está feliz de verme”.
El gozo es la emoción que los bebés voluntariamente buscan por sí solos. Debido a que están
motivados a tener cada vez más altos niveles de gozo, seguirán tratando de lograr gozo aun cuando
las cosas no andan bien. Al escalar cada vez a niveles de gozo más altos, los bebés literalmente
construyen la capacidad del cerebro. Si el Infante tiene la ayuda de los padres, la capacidad de
experimentar gozo intenso se desarrolla entre los 3 y 12 meses de edad cuando procura, repetidas
veces, alcanzar niveles cada vez más altos de gozo. Cada vez que el bebé ve ojos gozosos, un
rostro que se ilumina cuando lo mira, hace otro intento de escalar el “Monte de Gozo” hasta que, al
cumplir un año, el niño puede alcanzar la cima en forma regular ¡y sentir gozo con la misma fuerza
que todo humano siente cualquier otra cosa! Horas de esta clase de práctica hacen que el niño
crezca fuerte y gozoso.

Somos criaturas de gozo, de modo que el bebé que no ve gozo en el rostro de su madre, se llena
de temor. Si está junto a un padre que tiene temor o está enojado, aprende a esperar amenazas. Si
no encuentra ojos que lo observen con gozo, no se vinculara en forma segura; ante la ausencia de
ellos monitorea del mundo procurando encontrar cualquier cosa que pudiera hacerle sentir mal.
Desarrolla vínculos de temor, identidades basadas en el temor y conductas evitativas porque no
tiene esperanza alguna de obtener gozo del temor en el que está atascado. Los infantes necesitan a
alguien que les de atención y les ayude a sentir gozo, o de otro modo no crecerán bien. Es verdad,
estos bebés ni siquiera explorarán ni buscarán sendas para volver al gozo, porque no conocen el
camino. A medida que crezcan, las personas que nunca recibieron vínculos de amor están siempre
buscando a alguien o algo que les haga sentirse mejor -a menudo drogas, sexo, poder, relaciones
abusivas o dinero.

Aquellas personas que tienen poco gozo a menudo están abrumadas, y no pueden recuperarse a
tiempo de sentimientos heridos. Aunque es posible que esto no sea evidente cuando son niños, a
medida que llegan a la adultez se hace patente que sus personalidades son más débiles, y al no
haber hecho ejercicios vigorosos en el “Monte del Gozo” sus cerebros están subdesarrollados. Se ha
encontrado debilidad en el cerebro en el área de identidad del gozo en cuadros como ansiedad,
depresión, síndrome de falta de atención, desórdenes alimenticios; los que pueden conducir a
desórdenes de personalidad narcisistas, histriónicos, obsesivo-compulsivos, o aún más graves. Las
personas con estas características sufren de incapacidad de mantener el gozo.

Para poder desarrollarse también es necesario descansar. El bebé necesita estar con su madre
no sólo para desarrollar el gozo sino también para descansar sin temor. Hasta que el Infante haya
desarrollado un cerebro fuerte, puede también ser abrumado por “demasiado” gozo cada vez que
asciende a niveles altos en el Monte. ¡Esto se percibe como cuando nos hacen tantas cosquillas que
no lo podemos aguantar! El gozo se transforma en dolor cuando el bebé llega a estar “abrumado”. Si
la madre utiliza su bebé para ella estar feliz, seguirá procurando que el bebé sonría aun cuando éste
se haya cansado y dado vuelta, y esto lo abrumara en lugar de ayudarlo. Una buena madre se dará
cuenta que el bebé ha tenido demasiado gozo y dejará de mirarlo por un momento para que
descansen juntos. Cuando el bebé vuelva a mirarla, la madre sabe que es tiempo de comenzar a
escalar nuevamente. Este proceso se repite miles de veces hasta que el bebé pueda alcanzar la
cima del “Monte del Gozo”. Pero todas estas detenciones y reanudaciones de la marcha proveen
beneficios escondidos. El bebé aprende que puede sobrevivir cuando se siente abrumado y que
puede recuperarse al descansar, y que al final puede volver al gozo. Estos pasos repetidos muchas
veces, enseñan al niño a evitar presionar demasiado a otros, a ser respetuosos, ¡y a no abrumar a
los demás!

Todos nosotros conocemos personas que no saben cuándo deben detenerse. Tienen mucha
dificultad en regular sus propios sentimientos, y por cierto no vuelven al gozo con facilidad. Nunca
aprendieron a tratar con sentimientos abrumados. Sus padres no se alejaban cuando ellos estaban
“abrumados”. No aprendieron a descansar para luego volver al gozo. Esto probablemente ocurrió
porque los padres necesitaban que el niño estuviese alegre, para que ellos se sintieran bien.

Volviendo al Campamento del Gozo. Alrededor del primer cumpleaños nuestro robusto
escalador puede con confianza a llegar a las cima del Monte. Utilizará esta fuerza durante el
segundo año de vida y en este periodo, la madre debe enseñar al niño como volver al gozo desde
todos los sentimientos desagradables de la vida. Cuando un bebé tiene un vínculo seguro con
alguien que le ayudará a sentirse mejor después de una emoción dolorosa, crecerá fuerte y
enfrentará los contratiempos con esperanza.

Cualquiera que haya llevado a niños pequeños de campamento sabe que hay que vigilarlos con
sumo cuidado para evitar que se alejen demasiado y se pierdan. Cuando los niños aprenden como
bajarse en forma segura de las rocas, y sepan cómo descender del Monte y volver al Campamento,
y como salir del bosque sin perderse, los padres suspiran de alivio. Su niño ya puede encontrar el
“Campamento del Gozo” desde cualquier lugar y acampar con él es más seguro y mucho más
divertido.

Del mismo modo, los infantes tienen que aprender cómo volver al “Campamento del Gozo” desde
todos sus otros sentimientos. Hay que guiarlos a volver al gozo desde la vergüenza, la repugnancia,
el temor, la tristeza, la humillación y la desesperanza total. Una vez que el infante conoce el camino
de regreso, no será intimidado por sentimientos y no se quedará atascado. Sin embargo, el niño sólo
podrá subir al gozo con la fuerza que ha desarrollado al escalar el “Monte del Gozo”. Si el
sentimiento de tristeza, por ejemplo, está más arriba de lo que el niño ha aprendido a subir en el
“Monte del Gozo”, se le acabarán las fuerzas antes de volver al “Campamento del Gozo”. De allí en
más evitará este sentimiento en lugar de resolverlo, a menos que alguien le enseñe cómo volver al
gozo. Es por eso que los infantes deben ser guiados por sus padres a través de estos sentimientos
demandantes y también a regresar con seguridad.

Regular las emociones significa poder sentir una emoción negativa, quedar, quizá, abrumado por
ella, y aun así poder regresar al gozo. Los infantes aprenden este proceso imitando a otros. Por
ejemplo, un pequeño de 15 meses va hasta su madre mostrándole con orgullo su mano manchada
que con todo éxito ha metido en su pañal sucio. La respuesta inmediata de su madre no es de gozo
sino de repugnancia. El niño siente que la repugnancia de la madre su reacción inmediata es
vergüenza al ir a esconderse. Su madre que es madura y sensible a las necesidades de su pequeño,
reconoce su angustia y va a consolarlo. En cuestión de momentos, del rostro de la madre
desaparece la repugnancia, ella suple la angustia del niño, y juntos, madre hijo, pueden volver al
gozo. El cerebro más desarrollado de la madre acaba de enseñarle al cerebro más joven del infante
que aun cuando uno se aleja siempre hay un camino para regresar al gozo. Por medio de este
proceso repetido diariamente, la madre enfrenta a su pequeño en sus emociones negativas, lo
consuela y lo guía para volver al gozo. No lo está “rescatando”, o evitándole consecuencias, sino
sencillamente comunicándole que aunque no le gustan las circunstancias negativas, ama al niño y
sigue estando “feliz de estar con él” al volver juntos al gozo.

Con la práctica, el pequeño encontrará caminos de regreso al “Campamento del Gozo” desde
cualquier punto -desde toda dificultad y sentimiento perturbador y desde todo lo malo que le
acontezca. Saber que hay un camino de regreso el gozo cuando sentimos una emoción fortalece la
esperanza, la resistencia, y la confianza (ahora todo esto se define como “resiliencia”). Volver
siempre al gozo después de un sentimiento duro enseña satisfacción. Cuando todos están de vuelta
en el “Campamento del Gozo”, hay satisfacción por el gozo compartido. Esto se refiere a volver
automáticamente -no solamente a evitar un sentimiento atascado o desagradable. Cuando las
personas están juntas en el “Campamento del Gozo” se desarrolla la madurez y abunda el gozo.
De acuerdo con las estructuras cerebrales establecidas durante el desarrollo, los siguientes tres
años están caracterizados por aprender a autorregular los sentimientos. Los traumas pueden causar
fracturas que se transforman en bloqueos significativos en la autorregulación. Las personas
necesitan asistencia con amor de parte de otros para poder recuperarse de los traumas, y volver a la
autorregulación.

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