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El viaje del Hombre, un guiño al pasado.

3ª parte
El asentamiento suevo en Galicia

José María López-Dafonte Sanjuán

1. Introducción

El Imperio Romano fue el Estado de mayor tamaño que haya


conocido nunca la Europa Occidental. Se da la circunstancia, que
durante más de cuatrocientos años se extendió desde el Muro de
Adriano (Inglaterra) hasta el río Éufrates. Un fenómeno que hizo
mella en todos los habitantes circunscritos por sus fronteras.
Asimismo, el ejército romano no tenía reparos en aniquilar cualquier
vecino que no respetase sus reglas. Tal como indica Heather, las
primeras escenas del éxito cinematográfico del año 2000 titulado
Gladiator están basados en las victorias de Marco Aurelio sobre los
marcomanos, una tribu germánica de la zona meridional del centro
de Europa, en el tercer cuarto del siglo II (HEATHER, 2005:9).

En relación a la romanización en Galicia (fusión de


la cultura castreña con la romana), a partir del siglo
I, mejoró la agricultura, se introdujeron nuevos
cultivos: uvas para el vino, higos, castañas y olivos.
Se emplearán nuevas técnicas: arado, barbecho y
regadíos; de igual manera que el poblamiento rural
se hará sedentario. Los romanos también
introducirán la propiedad privada. A medida que
caminamos en el tiempo, es decir, en el Bajo Imperio,
Galicia, pese a su situación periférica registrará un
fuerte grado de romanización, a juzgar por el número
elevado de inscripciones romanas que se han
conservado (ORLANDIS, 1977:20).
Afinando un poco más, a inicios del siglo V el grado
de romanización de las ciudades de Hispania era
superior a las zonas rurales. En el caso de Galicia, el
ejemplo más palpable es Lucus Augusti (Lugo), la
ciudad más importante del conventus jurídicus
lucensis. En cuanto a las primeras comunidades
cristianas en Gallaecia, aparecerán a mediados del
siglo III, en Astorga y León. Desde entonces, se van
hallando testimonios de existencia de estas
comunidades en las pocas ciudades romanas. En los
castros parece que no se introdujo el cristianismo
hasta el siglo IV.

Todavía, en el año 357, doce mil soldados del emperador Juliano


pusieron en fuga a un ejército de treinta mil alamanes en la batalla de
Estrasburgo (HEATHER, Ibidem).

Sin embargo, los pueblos bárbaros de Centroeuropa cederán ante el


empuje aplastante de los hunos. Las fuentes mencionan varios reyes
hunos, como Uldin, Charaton y Octar, los cuales mantuvieron un
liderazgo parcial sobre los hunos. Aun así, la presión ejercida por los
hunos obligará a los vándalos, suevos, alanos y burgundios a cruzar
el Rin en el año 406 devastando la Galia y asentándose finalmente
en Hispania (a excepción de los burgundios que se quedaron en el
valle del Ródano).
En el año 409 bandas de suevos, vándalos y alanos que recorrían las
Galias desde hace varios años antes, pasarán a Hispania. Consumada
la penetración de los suevos, vándalos y alanos en las tierras
peninsulares, las autoridades imperiales aceptan, en un principio,
firmar con ellos un pacto o foedus que les permitirá el reparto entre
si del territorio, excepto la provincia Tarraconense que seguía
adscrita a la autoridad directa de Roma, Este reparto al parecer se
hizo por sorteo. Fruto del mismo, los suevos se asentarán en
Gallaecia, que en aquel tiempo abarcaba hasta Numancia y Cuca. A
partir de entonces la influencia directa de Roma se va a reducir y, el
sustrato indígena volverá a reaparecer. En la práctica, la mayor parte
de Hispania dejará de ser provincia romana.

Para un mayor entendimiento del ocaso de Roma, resulta


necesaria la lectura de la Historia de la decadencia y caída
del Imperio Romano, de Edward Gibson, edición abreviada
de Dens A. Saundersy, (GIBBON&SAUNDERSY, 2001). Es
bien sabido que muchas de las majestuosas frases de
Winston Churchill se inspiraban en este trabajo. Sin
embargo, tal vez no se sepa que otro primer ministro
británico, Clement R. Atlee, releía esta misma obra durante
el crítico verano de 1949.
Conviene también indicar, que en los primeros siglos de nuestra Era, junto
a la decadencia del dominio romano en Galicia, observamos el crecimiento
de otra gran fuerza religiosa, social y política: la Iglesia.

Dicho esto, lo que se propone el autor es historiar el pueblo suevo en


Galicia, a través de la descripción, el análisis y la síntesis de los hechos más
palpables de este pueblo germánico: sus orígenes, su establecimiento en
Gallaecia, su organización política, sus relaciones con el arrianismo y el
cristianismo, sus aportaciones y sus limitaciones. Asimismo, su vinculación
con los galaico romanos, además de otras reflexiones que puedan dar luz
sobre su presencia en Galicia.

2. Los origenes de los suevos

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