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LA VIDA.

MACRO-CONCEPTO ARTICULADOR DE LA PSICOLOGÍA COMPLEJA

J. René Alcaraz González

Introducción

En el siglo XXI estamos viviendo la sustitución del paradigma de la modernidad por el de


la posmodernidad. Proceso complicado, difícil e interesante que está adquiriendo las
características de una revolución científica que se extiende paulatinamente a todos los
ámbitos del saber humano. Los recientes descubrimientos de la física cuántica acerca del
papel e influencia del observador en la creación del conocimiento han llevado a replantear
los fundamentos de la ciencia moderna.
La psicología moderna -fundamentada en el paradigma de la modernidad- ha sido
indirectamente cuestionada por el cambio paradigmático, al haber asumido que era posible
alcanzar la objetividad en su conociminto y consolidar su estatus como ciencia positiva
siguiendo las premisas del método científico, lo que la indujo a fragmentar, reducir y
separar la conducta del organismo que la realiza, de la persona que la estudia, de los
instrumentos gnosceológicos que utiliza para estudiarla y del contexto socio-civilizacional
en el que emergen todos estos elementos.
La ciencia de la complejidad tiene otros fundamentos epistemológicos que la inscriben en
el paradigma de la posmodernidad, apartándola del determinismo positivista para acercarla
a lo probabilístico, a lo sistémico y a lo caótico, que son aspectos notorios e importantes en
la psicología, particularmente en la humana.
En este contexto de cambio paradigmático y de revolución científica se perfila la
emergencia de la psicología compleja, cuya construcción -desde nuestro punto de vista-
debe basarse en un proceso de fundamental importancia teórica, filosófica y existencial que
extrañamente ha ocupado un sitio marginal en la psicología moderna por considerarse más
propio de otra ciencia: la vida.
A pesar de que al estudio de la vida se le dedica toda una ciencia (la biología), el
reconocimiento de su importancia axiológica, filosófica, epistemológica, psicológica y
social ha sido relegado por la ideología capitalista neoliberal, que ha puesto en su lugar al
dinero (Estrada, 2008), desacralizandola al negar su valor intrínseco, lo que ha posibilitado
en muchas naciones occidentales la proliferación de discursos que justifican la depredación
del medioambiente y las especies vegetales, animales y humanas que lo habitan, con el
único propósito de ganar dinero.
¿Cómo es que la civilización occidental ha llegado a cometer tales acciones contra la vida?,
indudablemente han sido el producto de un proceso aprendido a lo largo de su desarrollo, y
dado que el aprendizaje es un proceso psicológico, cabe preguntarse: ¿qué responsabilidad
tienen las y los psicólogos ante una sociedad que dia con día enfrenta las consecuencias de
la degradación sistemática de los seres vivientes a simples mercancías a las que se puede
comprar y vender1?, ¿qué significa la vida para la psicología?, ¿la psicología está en favor o
en contra de la vida?

1
Ver Carrillo, T, C, (2009), El racismo en México. Una visión sintética. México: Conaculta. En esta obra
muestra entre otras cosas el drama del comercio de esclavos en nuestro continente.

1
La propuesta de una psicología compleja debería fundarse en una actitud ante la vida que
podría calificarse como “biocéntrica” y “biófila”, porque pretende construirse en torno a la
vida y porque plantea abiertamente su filiación a ella, considerándola merecedora del
mayor respeto y digna de re-ocupar el primer lugar en la escala de valores humanos.
Considerar a la vida como base, no obedece a un capricho o a una tendencia académica de
moda, sino que es consecuencia de una larga reflexión teórica que nos ha llevado a concluir
que no se puede comprender a la psicología separada de la vida, porque todos los procesos
psicológicos emergen siempre en organismos vivos2; por tanto, sin un ser vivo como
condición sine cua non no hay lugar para los procesos psicológicos3.
Por supuesto, considerar a la vida como base de esta propuesta obliga a construír un
concepto de la misma lo suficientemente amplio (un macro-concepto) y claro como para
entender qué es la vida y cómo se articula con los procesos psicológicos; el propósito de
este texto es exponer cómo la vida constituye el macro-concepto articulador de la
psicología compleja.

1 Contextualización histórica

Para alcanzar nuestro propósito es necesario hacer una breve contextualización histórica
para conocer el proceso de transformación que ha tenido el concepto de la vida a lo largo
del tiempo. En el siglo XIX la biología consideraba a la célula como la unidad anatómica,
morfológica y fisiológica para el estudio de la vida; los biólogos de entonces consideraban
que los seres vivos -en general-, eran aquellos que nacen, crecen, se reproducen y mueren,
concepto que durante muchos años parecía bastante claro. Sin embargo, con el avance de la
ciencia y la tecnología en el siglo XX y lo que va del XXI, este concepto comenzó a quedar
obsoleto, entre otras cosas por el avance teórico de la misma biología, que pasó de tener un
enfoque vitalista a uno mecanicista y posteriormente a uno organicista; por otro lado en el
ámbito de la informática se observaron sistemas capaces de desarrollarse, replicarse y
extinguirse; lo que –desde una perspectiva reduccionista- llevó a pensar que la vida era
simplemente “información” que se codifica y autorreplica en la molécula del ADN, de
manera que un sistema informático que cumpliera con las características definidas por los
biólogos podría considerarse “vivo” (Néstor, 2002). La frontera entre lo vivo y lo no vivo
comenzó a hacerse borrosa, causando desacuerdos y problemas, hasta que, con los aportes
de la teoría de sistemas y de la ciencia de la complejidad el concepto de lo vivo fue
redefinido radicalmente.
Pensar de manera reduccionista a la vida como aglomeraciones de elementos químicos que
forman gigantescas moléculas con la capacidad de modificarse, crecer, replicarse y
destruirse no nos permite comprender qué es y cómo se genera un ser vivo. El vitalismo fue
una corriente de pensamiento que intentó llegar a esa comprensión partiendo de la idea de
que la vida era una especie de “fuerza vital” que diferenciaba a los seres vivos de los no
vivos, y que les permite realizar funciones que no pueden llevarse a cabo fuera del
organismo vivo, por lo mismo consideró a la vida como irreductible a cualquier otra

2
Aunque no todos los seres vivos muestran procesos psicológicos.
3
En pocas palabras: el comportamiento emergente en la experiencia ontogénica del individuo.

2
categoría ajena a la vida misma4. El vitalismo afirmó que en el universo no todo es racional
y que la vida no tiene una razón de ser, sino que es cada ser humano quien le da el sentido a
su propia vida.
En oposición al vitalismo, surgió el mecanicismo de Descartes, quien consideraba que los
sistemas vivos no son radicalmente diferentes de los sistemas no vivos, y que funcionaban
de la misma manera que una máquina. La demostración química de que sustancias
inorgánicas podían transformarse en orgánicas, apoyó la idea mecanicista de que las
complejas reacciones de los seres vivos eran reductibles a otras más simples; sin embargo
la misma química también apoyó al vitalismo al observar que muchos compuestos de los
sistemas vivos no se observan en ningun sistema no vivo.
El organicismo es un enfoque que supera a los anteriores al plantear que los procesos de los
organismos vivos a nivel molecular se pueden explicar por mecanismos fisicoquímicos,
pero que dichos mecanismos tienen una influencia cada vez menor conforme los
organismos vivos se hacen más complejos, de manera que sus características no derivan de
su composición, sino de su organización, la cual controla e integra todo el sistema, desde la
célula hasta el organismo completo; es decir, la materia viva se organiza en niveles, donde
los más simples son incluidos por los más complejos, que a su vez son parte de los
hipercomplejos, apareciendo en cada nivel propiedades emergentes con características
propias; es decir, en todo sistema estructurado emergen nuevas propiedades que no se
pueden predecir a partir de las propiedades de sus componentes, por ejemplo una proteína
tiene propiedades que no se encuentran en ninguno de los aminoácidos que la constituyen
(Nestor, 2002).

2 ¿Definir la vida o las características de los seres vivos?

Los seres vivos son sistemas que no puede ser explicados de manera reduccionista, ni
mecanicista, pues la idea de la célula como un mecanismo constituido por una membrana,
citoplasma, organelos, núcleo y ácidos nucleicos sólo explica algunos aspectos de su
funcionamiento, pero no explica procesos como el metabolismo, la irritabilidad, la
reactividad, la autorregulación, la autorreproducción, la adaptación, el intercambio de
información, la autoorganización y la mutación; todos ellos propiedades de la célula viva
que no existen en la célula muerta aunque ésta conserve intactas todas sus estructuras.
La biología contemporánea ha reconocido -desde la perspectiva organicista- la enorme
dificultad que entraña definir la vida en abstracto, pues ésta no existe fuera de un organismo
vivo5. De modo que la vida en sí, no se puede definir, pero las características de los
organismos vivos sí, pues en ellos podemos identificar procesos autopiéticos y
homeostáticos, mediante los cuales estos organismos se crean y regulan a sí mismos
(Maturana, 2003)6; también podemos observar que tienen una bioquímica común que a

4
Aunque filosóficamente el vitalismo se emparenta con el existencialismo y el animismo metafísico que
afirma que las cosas tienen “ánima”, critica tal idea, tanto como a la de la vida ultraterrena, a la cultura sin
historia, al racionalismo, al dualismo, al reduccionismo y al mecanicismo.
5
Algo similar ocurre con la psicología, no existe en abstracto, sino que es una emergencia en la evolución de
los seres vivos, por lo que podríamos decir que no hay psicología como fenómeno o epifenómeno, sino seres
vivos operando psicológicamente.
6
Desde este punto de vista “un ser vivo es un sistema molecular constituido como una red de interacciones
moleculares que producen las moléculas que lo constituyen como tal red” (Maturana, 2003: 56), o sea es un
ser que se autoproduce continuamente.

3
nivel molecular obedece a las leyes de la física y la química, pero -aunque están formadas
por elementos químicos-, las moléculas orgánicas (ácidos nucleicos, proteinas,
carbohidratos y lípidos) no existen en los sistemas no vivos.
Adicionalmente observamos que los organismos pluricelulares están compuestos por
células en las que emergen propiedades que no se observan en la materia no viva; estas
propiedades están gobernadas por el material genético (ADN) que contiene información
adquirida a lo largo de la evolución (filogenia), la cual se transmite hereditariamente de un
organismo a otro y que se manifiesta en un genotipo y un fenotipo7.

3 El organismo vivo como sistema.

El organismo vivo puede conceptualizarse como un sistema dinámico abierto que


contrarresta su desorganización entrópica8 mediante operaciones neguentrópicas9, que
mantienen su organización al establecer un equilibrio dinámico entre sus partes, las cuales
interactúan entre sí y con el entorno intercambiando sustancias e información para
renovarse continuamente. Esas partes del organismo vivo constituyen “sub-sistemas”, que
en conjunto integran una unidad, la que a su vez se integra a un “supra-sistema” que es el
entorno, el cual no se considera ajeno al organismo vivo, sino parte del mismo.
Los sistemas vivos –y los no vivos- son unidades irreductibles, que no pierden identidad ni
autonomía al relacionarse unos con otros, pero que pueden ser perturbados por factores
provenientes tanto de los sub-sistemas que los integran como del supra-sistema al que están
adscritos, -dependiendo de su magnitud- tales perturbaciones pueden inducir alteraciones
en su estructura u operatividad, hasta llegar a su destrucción o muerte10. Sin embargo, los
sistemas vivos compensan dichas perturbaciones mediante sus procesos neguentrópicos de
reorganización, con los cuales son capaces de adaptarse –hasta cierto límite- a las mismas,
de manera que conservan su auto-organización y su vida. Al compensar las perturbaciones,
en los sistemas, sub y suprasistemas aparecen propiedades emergentes que a veces
provocan nuevas perturbaciones y cambios, lo cual impide que el sistema quede definido y
adaptado de manera permanente, por lo que está en cambio continuo, lo que constituye la
base de su proceso evolutivo, la vida implica movimiento constante e impredecible pero
dentro de ciertos márgenes de probabilidad (Bertalanffy, en Moreno, 2002).
Para adaptarse a las perturbaciones y cambios del entorno en el que viven, los seres vivos
se ordenan jarárquicamente mediante procesos de autocontrol y autorregulación
(homeostasis), los cuales organizan todas sus actividades -desde el desarrollo embrionario

7
El genotipo se refiere a la información genética que confiere las características de la especie a un individuo;
el fenotipo son las caracteristicas particulares del individuo que resultan de la interacción de su genotipo con
el ambiente.
8
La entropía es un concepto retomado de la termodinámica que postula la tendencia de todos los sistemas a
pasar progresivamente de un cierto grado de organización a otro de máximo desorden, lo que de hecho
significa la destrucción del sistema, ya que al operar sus elementos realizan trabajo que convierte una parte de
su energía en calor, el cual se pierde al disiparse en el entorno sin posibilidad de ser recuperado.
9
La neguentropía es el proceso inverso a la entropía y consiste en operaciones que el sistema vivo realiza
para compensar el proceso entrópico, generando por sí mismo un orden que mantiene su estructura y
operatividad, manteniendose integrado y organizado.
10
En este contexto, el concepto de “muerte” se aplica únicamente a los organismos vivos, su equivalente en el
caso de los sistemas no vivos es “destrucción”.

4
hasta el comportamiento individualmente variable- para dirigirse a un mismo objetivo:
mantenerse vivos, conservando su identidad estructural hasta donde sea posible.

4 Características de los organismos vivos

Las características generales de los organismos vivos -según Moreno (2002)- son:
1 Sinergia: el cambio en uno de los elementos del sistema induce cambios en todo el
sistema.
2 Totalidad: el organismo se conserva como un todo por la acción recíproca de sus partes
entre sí y con el entorno.
3 Interrelación: las partes del sistema interactúan entre sí y a su vez el sistema interactúa
con el entorno intercambiando de manera continua y ordenada energía, materia e
información; y eliminando productos de desecho, es decir entradas y salidas del sistema
(input/output).
4 Equifinalidad: los sistemas vivos pueden llegar al mismo fin partiendo de puntos iniciales
distintos.
5 Diferenciación: las partes del sistema vivo tienden a ir -durante el desarrollo- de la
multifuncionalidad a la especialización funcional.
6 Neguentropía: es la compensación de la entropía, que permite conservar la organización
del sistema vivo en un campo de alta improbabilidad.
7 Crecimiento: por los intercambios del sistema vivo con el entorno, rompe, amplia y
reconstruye su estructura, lo que la hace crecer.
8 Reprodución11: es la capacidad de los sistemas vivos de crear réplicas de sí mismos.

5 Autopoiesis y ciclo vida-muerte-vida

Una característica no mencionada por Moreno (2002) y que es indispensable subrayar es


que los organismos vivos son autopiéticos (Maturana, 2003), es decir, se generan a sí
mismos, manteniendo su organización y estructura mediante un proceso homeostático que
auto-equilibra dinámicamente el interior del sistema vivo y la relación entre éste y el
entorno, de tal manera que, aunque los sistemas vivos se mueven y cambian continuamente,
los elementos que toman del entorno para autoconstruirse no alteran su “identidad”
estructural y operativa, automanteniéndose y autorregulándose en una relación auto-eco-
organizada con el ambiente12 (Maturana, 2003).
De igual forma, los organismos vivos mantienen con el entorno una relación de autonomía-
dependiente (Morin, en Roger, 2007); dependiente en la medida que del entorno obtienen la
energía y las sustancias que usan para renovar su estructura, mantener su metabolismo y
operatividad, devolviendo al mismo sus productos y desechos; autónoma, en la medida que
su estructura y funcionamiento genera y mantiene al propio sistema vivo en una perpétua
adaptación a las condiciones del entorno en el que opera con relativa autonomía, como
sucede -por ejemplo- con los animales homeotermos, los cuales mantienen su temperatura

11
La reproducción puede ser sexual o asexual, lo destacable es que los seres vivos provienen siempre de
otros seres vivos, sin embargo, no sabemos cómo emergieron los primeros de ellos a partir de materia no viva.
12
Lo que significa que los sistemas vivos requieren -para mantener su homeostasis y autopioesis- de un
intercambio continuo de sustancias con el entorno.

5
corporal dentro de ciertos límites, independientemente de las variaciones de temperatura en
el entorno.
Otra característica de los organismos vivos que Moreno no menciona es que tienden a morir
después de cierto tiempo de desarrollo en un ciclo vital, caracterizado por la
autogeneración, el movimiento, el cambio y la muerte. Los sistemas vivos no se pueden
mantener operando indefinidamente en el tiempo, aunque las condiciones de su entorno
sean adecuadas para ello. Esta característica está relacionada con una parte de la estructura
de los cromosomas llamada “telómero13”, la cual se va degradando y haciendo más corta en
cada división celular, hasta que después de cierto número de divisiones -genéticamente
determinadas- ya no lo permite y la célula muere. Cuando este proceso afecta a un número
considerable de las células que integran al organismo, éste envejece, proceso característico
en el que las funciones vitales pierden eficiencia y las operaciones del organismo se van
desorganizando progresivamente, hasta que llega un punto en el que sus procesos
neguentrópicos ya no pueden compersar la desorganización entrópica y el organismo
muere.
Sin embargo, los organismos vivos tienen un extraordinario mecanismo para no extinguirse
con la muerte, preservando su vida indefinidamente, pero no como individuos, sino como
especie, ese mecanismo es la reproducción (Moreno, 2002). Mediante este increible
mecanismo -que puede ser tanto sexual como asexual-, el organismo vivo crea réplicas de
sí mismo antes de morir, transmitiéndoles las características propias de su especie. La
reproducción es muy importante para los organismos vivos, quienes son muy activos
haciendo copias de sí mismos en las que hacen adaptaciones estructurales y operativas para
lograr el máximo de probabilidades de supervivencia14 de cada nueva generación. Podría
decirse que la autopioesis de los organismos vivos tiene dos productos principales: el
propio organismo y las copias que hace de sí mismo.
La actividad reproductiva de los organismos vivos tiene un vinculo a nivel de magno-
contexto-proceso15 en la cadena alimenticia del ecosistema, en la que -para mantenerse
vivo- cada organismo debe devorar a otros, porque al parecer la fuente principal de
alimentación de los organsimos vivos –particularmente los animales- son otros organismos
vivos; de modo que cuando un organismo devora a otro, lo desestructura al digerirlo
haciendo que pierda sus características de ser vivo; disgregando todos sus componentes
estructurales, reduciéndolos a sus elementos básicos para poder asimilarlos. Una vez que
tales elementos han sido asimilados a los subsistemas del organismo depredador, vuelven a
adquirir sistémicamente las características y propiedades de los seres vivos, por lo que este
ciclo no es de vida y muerte, sino de vida-muerte-vida, porque la muerte de un organismo
significa la vida para otro, en ese ciclo los elementos pasan de vivos a no vivos y luego
nuevamente a vivos. Para compensar la depredación masiva de la que son víctimas
prácticamente todos los organismos vivos, deben mantener una alta tasa de reproducción
que conserve viva a la especie en el ecosistema.

13
El telómero es una porción del ADN, cuya función es mantener la estabilidad estructural de los
cromosomas, la división celular y el tiempo de vida de las estirpes celulares.
14
Aunque los seres humanos parecemos empecinados en querer acabar con la vida de otras especies y hasta
con la nuestra, de ahí que Morín (en Roger, 2007) cuestione nuestra autodenominación como homo sapiens
sapiens y proponga en su lugar la de homo sapiens demens.
15
Categoría de la PC, en la que se distinguen procesos globales de magnitudes planetarias que influyen
poderosamente en el comportamiento de grupos e individuos. Ver: Alcaraz y Lara, (2016), Glosario
conceptual. www.complejidadtransdisciplinaymetapsicología.org.mx

6
6 Sólo un cuerpo y una vida

Los organismos vivos son muy persistentes en autopreservarse gracias a su capacidad de


hacer adaptaciones estructurales en sí mismos, lo que los ha hecho increíblemente
adaptables a prácticamente todos los climas de la Tierra, pero también son muy frágiles, ya
que cualquier variación ambiental más allá de sus límites adaptativos los mata; sin
embargo, al morir vuelven a ser “materia prima” disponible para que otros seres vivos se
alimenten de ella, la asimilen a sus estructuras y la vuelvan a la vida, de modo que la vida y
la muerte forman un ciclo de conjunción-disyunción de elementos químicos y energía
altamente eficiente que se ha autopreservado ininterrumpidamente desde que emergió el
primer organismo vivo en nuestro planeta (Capra, 1999).
Los humanos conscientes de esta fragilidad, sabemos que sólo tenemos un cuerpo y una
oportunidad para vivirlo (si se nos permite la expresión), por ello mismo comprendemos el
valor de la vida y del planeta que compartimos con todos los seres vivientes, pues hasta
donde sabemos, en ningún otro lugar del universo conocido existen seres vivos y mucho
menos conscientes16, porque las condiciones medioambientales para la emergencia de seres
vivos como los conocemos es altamente improbable. Dicho de otro modo, en todo el
sistema solar es altamente improbable la emergencia de la vida, de hecho es más probable
nuestra inexistencia que nuestra existencia y sin embargo aquí estamos, lo cual es un
milagro.

7 La vida como milagro

La ocurrencia de un evento en condiciones de alta improbabilidad es a lo que


coloquialmente llamamos “milagro”, si consideramos que la vida en el sistema solar es
altamente improbable, entonces no exageramos al decir que la existencia de seres vivos en
nuestro planeta es un milagro, ya que es algo extraordinariamente raro en el universo, pero
extraordinariamente abundante en la Tierra. Tomemos por ejemplo a la Luna -que es el
cuerpo celeste más cercano a nuestro planeta-, es un lugar estéril en el que no hay rastro
alguno de vida. La observación del resto de los planetas y satélites del sistema solar
muestra un panorama similar: en ninguno hay condiciones para la emergencia de la vida. Si
reflexionamos un poco al respecto, nos daremos cuenta de que tenemos la fortuna de estar
en el único lugar conocido en el que la vida es posible. Por si esto fuera poco, los humanos
además de ser organimos vivos somos inteligentes, pensantes y conscientes de que a pesar
de nuestro empeño en autopreservarnos, todos moriremos inexorablemente. Esta certeza de
nuestra finitud nos ha hecho reflexionar profundamente en torno al sentido de nuestra
existencia, llegando a comprender que la vida en sí misma no tiene más sentido que su
autopreservación, pero igualmente hemos comprendido que como seres pensantes podemos
darle un sentido adicional a nuestra existencia, y que tal sentido está en crear, ya sean las
cosas más excelsas y placenteras o las más horrendas y dolorosas, pues tenemos libertad
para elegir.
Evidentemente, el sentido de la existencia de los seres vivos rebasa el alcance disciplinar de
la biología y la psicología, alcanzando el de la filosofía, en donde podemos cuestionar las
elecciones que -como individuos y como humanidad- hemos tomado. Por ejemplo, elegir

16
Aunque no negamos la posibilidad de que los haya en algún otro lugar del universo.

7
que unos pocos vivan como reyes -literalmente-, mientras muchos viven como esclavos,
siervos u obreros sujetos al capricho de quienes embriagados por su poder han encontrado
un mórbido placer en martirizarlos. El gusto por la crueldad se observa en todas partes del
mundo occidental, convirténdose en un gran negocio que genera jugosas ganancias con los
más grotescos espectáculos públicos y privados. Estos perversos comportamientos
humanos resultan inexplicables desde la biología, pero su génesis y significación se
evidencia y comprende al contextualizarlos en los hipercomplejos procesos psicológicos y
socio-civilizacionales de la racionalidad occidental, donde se hace patente cómo la
inteligencia humana ha sido utilizada para construir los “discursos” que los justifican. La
contradicción es tremenda: una racionalidad que justifica su irracionalidad.

8 Otro milagro: el amor

¿Cómo podemos rectificar el camino que hemos elegido?, paradójicamente con otro
discurso que aún está por construírse y no puede ser obra de un sólo individuo, sino que
tendrá que ser producto de la colaboración de una colectividad multicultural que comparta
sus saberes, sus puntos de vista, sus experiencias, sus inquietudes y cuestionamientos, para
comprenderse recíprocamente y construír un discurso al que tentativamente podemos
denominar “bio-filo-céntrico”.
Generar un discurso alterno al de la irracionalidad occidental, requiere vincular el milagro
de la vida con otro milagro: el del amor. Si la emergencia de organismos vivos es altamente
improbable en nuestro sistema solar, que estos seres sean inteligentes y capaces de sentir
amor, lo es más todavía. Estamos conscientes de lo inusual que es hablar del amor en una
disciplina científica, sin embargo -y a riesgo de sonar a cliché cursi y trasnochado- tenemos
que hacerlo, pues resulta difícil entender –desde la racionalidad occidental- cómo es que ha
emergido un sentimiento tan complejo en los organismos vivos si careciera de un
significado vital, aunque sea indirecto.
No es el propósito de este escrito hacer una disertación sobre el amor y su definición,
porque con el amor pasa lo mismo que con la vida, no puede definirse en abstracto. No
obstante, podemos enunciar las características de los comportamientos amorosos.
1 Por principio, -conscientes de nuestro antropocentrismo- este sentimiento al parecer sólo
existe en los humanos; aunque muchas especies animales muestran comportamientos
parecidos, no podemos afirmar con certeza que se trate de amor, sino más bien de instintos.
2 Sólo aplica para un semejante u otro ser vivo. A las cosas o eventos no se les ama, se les
desea, se les disfruta y valora pero no se les ama.
3 No hay un solo sentimiento amoroso sino varios, que emergen de diferentes relaciones
con las personas, animales o plantas; tales como el amor filial, el amor fraternal, el amor
sexual, el amor nacional, el amor maternal, el afecto, la gratitud, la amistad, la lealtad, etc.
4 Aunque se puede relacionar con el instinto reproductivo o sexual, el amor no se reduce a
un mecanismo natural, como intenta hacer Schopenhauer (2013), quien consideró que la
función del amor es asegurar la perpetuación de la especie mediante la reprodución, lo cual
-desde nuestro punto de vista- puede lograrse con un instinto biológico -como observamos
en todas las especies animales- lo cual haría del amor una complicación innecesaria, más
parecida a una enfermedad que a una función del organismo.
5 Su vivencia es totalmente subjetiva, no hay manera de objetivizarlo, ni de reducirlo a
reacciones químicas en el sistema nervioso como intenta el dr. Eduardo Calixto (2017);
tampoco es reductible a procesos de la dimensión social.

8
6 El amor tiene un sustrato bioquímico, pero en tanto sentimiento humano, emerge en la
dimensión psicológica, es decir, es aprendido y este aprendizaje se colectiviza en la
dimensión social mediante acuerdos que se transmiten socialmente de generación en
generación.
7 Sensorialmente es agradable y se siente en todo el cuerpo; cuando no es así, se trata de
otros sentimientos o emociones con los que se puede confundir.
8 La persona que ama encuentra sentido y satisfacción en preservar la existencia, vida y
bienestar de quien ama, lo que hace de manera altruista y desinteresada, no exige
retribución, lo hace por el gusto de hacerlo o expresarle al ser amado lo que siente por él.
9 El amor es un sentimiento complejo, que en la dimensión soci-civilizacional permite darle
sentido a la existencia.
10 El amor favorece la vida, no la destruye, sino que la cuida, la hace hermosa, disfrutable
y eso le da un sentido existencial.

Psicológicamente el amor tiene la función de poner al individuo que lo siente, al servicio de


otro u otros, haciendo todo lo que esté a su alcance para mantenerlos vivos de la mejor
manera posible, proporcionándoles todas las oportunidades a su alcance para el goce de la
vida evitándoles o disminuyéndoles cualquier sufrimiento innecesario.
Si articulamos estos conceptos comenzaremos a ver a los humanos como seres vivos,
sensibles, inteligentes, conscientes y con capacidad de amar. Como profesionales de la
psicología no sólo no debemos renunciar a esta capacidad, sino que debemos usarla para
hacer de nuestra profesion un acto amoroso y bello (no reductible a lo sexual o a lo
económico), cuyo sentido fundamental es la preservación de la vida, que es sana por
definición.
Hacer este intento nos permitirá a profesionales y usuarios experiementar el milagro y la
felicidad de estar vivos, conscientes de amar y ser amados. Esta es la intención de la PC.

9 La emergencia de la dimensión psicológica en los organismos vivos

Si tenemos en cuenta las características de los organismos vivos que hemos mencionado
antes, no resulta pertinente desarrollar una psicología compleja al márgen de ellas, pues -
como ya señalamos- en la evolución de los organismos vivos los procesos psicológicos
emergen como una nueva dimensión y no son deducibles, ni reductibles a los procesos de la
dimensión biológica, química o física17.
Sin embargo, a pesar de la profunda interrelación que existe entre los procesos biológicos y
psicológicos, para la psicología la vida es un concepto cuyo significado se da por
sobreentendido, quizá por considerar que escapa a sus límites disciplinares; lo que desde
nuestro punto de vista es una grave omisión, pues consideramos absolutamente necesario
que como psicólogas y psicólogos sepamos qué es eso que caracteriza a los organismos en
los que emergen los procesos psicológicos, ya que si aceptamos que los procesos
psicológicos son emergencias que se observan exclusivamente en los organismos vivos,
deben tener un papel muy importante en su autopoiesis, homeostasis y evolución, y
consecuentemente deben ser congruentes con su tendencia a la autopreservación.
La importancia de las propiedades emergentes de los procesos psicológicos reside en que
modifican profundamente la forma en que los organismos vivos mantienen su autopoiesis y

17
Tampoco son reductibles a procesos de la dimensión social.

9
realizan su homeostasis, incrementando sustancialmente sus posibilidades de supervivencia
como individuos y como especie.
Sabemos que en el proceso evolutivo, los organismos vivos modifican su estructura y
operatividad, adaptándose continuamente a las cambiantes condiciones de su entorno
(Luria, 1982; Humphrey, 1995), generando una inmensa diversidad de especies que se han
taxonomizado desde las bacterias18 hasta los seres humanos; sin embargo dicha taxonomía
ordena únicamente este proceso en su dimensión biológica, pero no considera en el mismo
la aparición de los procesos psicológicos, los cuales sólo se observan en ciertas especies
animales a partir de los platelmintos; siendo particularmente notables en los mamíferos
primates, entre los cuales se ubica el ser humano (Luria, 1982).
La característica más importante de los organismos animales que han evolucionado hasta
alcanzar la dimensión psicológica, es su capacidad de aprender, es decir de desarrollar
formas de comportamiento individualmente variables en función de su experiencia
ontogenética, manteniendo simultáneamente -pero en segundo plano- la operación de los
programas genéticos de comportamiento característicos de la especie.
El salto evolutivo del comportamiento biológico al psicológico es de trascendental
importancia, pues le permite a cada individuo automodificar rápidamente su
comportamiento, ajustándolo a las cambiantes exigencias de su entorno, optimizando así
sus posibilidades de mantenerse con vida. Entre los ajustes más importantes que hacen los
organismos vivos a su comportamiento en la dimensión psicológica está el establecimiento
de relaciones de asociación, lo que les permite anticipar eventos con los que hayan tenido
contacto en su ontogenia, usándolos como señal de otros potencialmente dañinos o
nutricios19. Los procesos correlativos a las relaciones de asociación se van complejizando
conforme se asciende en la escala evolutiva, hasta llegar –en el caso de los humanos- al
desarrollo del lenguaje, proceso de fundamental importancia que constituye la base para la
emergencia de otra dimensión: la social20, en la que los humanos establecen entre sí una
variedad infinita de relaciones concensuales de las que recursivamente son productos y
productores, pues ellos mismos son producto de las organizaciones sociales que los crean
como seres sociales (Alcaraz, 2010).
Podemos concluir entonces, que la emergencia de los procesos psicológicos significó un
aumento exponencial en las posibilidades de sobrevivencia de los organismos vivos más
complejos, pues al modificar rápidamente su comportamiento21 en función de su
experiencia ontogénica, se adaptaron más eficientemente a las cambiantes condiciones del
entorno, pudiéndo incluso anticiparse a ellas, evitando situaciones potencialmente
peligrosas o buscando activamente condiciones favorables22 para mantener su autopoiesis y
homeostasis; lo que -entre más complejo es el organismo- es más importante para su
supervivencia, ya que estos organismos –por su tamaño y complejidad operativa- tienen
más dificultades para mantener su organización e identidad estructural que los organismos
más simples.

18
Los virus no se consideran seres vivos.
19
Los estudios de Pavlov (1927) y Skinner (1994) sobre condicionamiento clásico y operante respectivamente,
han analizado al detalle estos procesos.
20
Que es característicamente humana.
21
En vez de tener que hacerlo en el curso de inumerables generaciones para que los cambios y adaptaciones
estructurales y operativas se transmitan genéticamente a los individuos de la especie.
22
Los humanos incluso, somos capaces de crear las condiciones ambientales que queremos, construyendo
entornos artificiales como casas, aldeas y ciudades de acuerdo con nuestros deseos.

10
Dicho de otra manera, en los organismos más evolucionados, billones de células que
podrían sobrevivir como organismos autónomos, lograron -tras innumerables adaptaciones
evolutivas- acoplarse estructuralmente unas con otras para operar conjunta y
organizadamente como un solo organismo, en el que simultáneamente operan como un todo
unitario. Comparativamente, los organsimos unicelulares23 mueren por millones ante cada
variación medioambiental a la que no logran adaptarse rápidamente en el curso de su
ontogenia, compensando su tasa de mortalidad con su gran capacidad reproductiva,
reproduciendose por millones para que sólo unos cuantos individuos logren sobrevivir y
mantengan viva a la especie. En contraste, los organismos más evolucionados y
complejos24 sólo tienen en el curso de sus vidas unas cuantas decenas -o menos- de crías,
pero cada una con alta probabilidad de supervivencia individual, lo que garantiza la
supervivencia tanto del individuo como de la especie, tal como ocurre en el caso de los
humanos.
La asociación de células que cooperan entre sí formando organismos pluricelulares, les
confiere enormes ventajas para su sobrevivencia, mismas que han creado una fuerte
tendencia entre los organismos más complejos a cooperar entre sí. Esta tendencia se
observa tanto en plantas como en animales que forman conjuntos o grupos que incrementan
aún más sus posibilidades de éxito para alimentarse, defenderse, reproducirse y sobrevivir.
Esta tendencia también se observa en la dimensión psicológica y en la social; los humanos
aprenden a cooperar formando parejas, familias, grupos, clanes, aldeas, naciones y
civilizaciones que han alcanzado -como sistemas vivos- el más alto grado de complejidad
estructural y operativa que conocemos.
Desde nuestra perspectiva podemos afirmar que la interrelación entre los procesos
biológicos de los organismos vivos con la emergencia de la dimensión psicológica es de
vital importancia, pues les confiere capacidades y potencialidades adaptativas muy
superiores a las que se logran biológicamente, incrementando dramáticamente sus
posibilidades de supervivencia, ya que ámbas dimensiones operan, cooperan y se
interinfluyen simultánea y recursivamente, lo biológico da lugar a la emergencia de lo
psicológico que modifica a lo biológico; esta co-operación bio-psicológica ha dado lugar a
esa emergente y elusiva propiedad del comportamiento que Maturana (2002) aborda
magistralmente: la inteligencia.

10 Emergencia del comportamiento inteligente

Efectivamente el comportamiento inteligente es un proceso bio-psicológico, que permite a


los organismos que lo han desarrollado, afrontar situaciones novedosas, anticipando –hasta
cierto punto- las posibles consecuencias de sus actos a partir de operaciones de asociación e
interrelación de sus experiencias ontogénicas previas en situaciones similares, aprendiendo
a responder ante ellas de la manera más eficiente, o sea aquella que maximice sus
posibilidades de mantenerse vivos y sanos, evitando riesgos y buscando activamente los
elementos y condiciones necesarias para su sobrevivencia como señalamos líneas antes.
Los procesos cerebrales implicados en el comportamiento inteligente son increiblemente
complejos y rápidos, lo que los hace muy poderosos, pero al mismo tiempo muy frágiles,
pues cualquier daño que rebase la capacidad de compensación de las estructuras nerviosas o
23
Que no tienen la capacidad de operar psicológicamente.
24
Que si tienen la capacidad de operar psicológicamente.

11
cerebrales tiene importantes repercusiones en el funcionamiento de todo el organismo, lo
que compromete inmediatamente sus posibilidades de sobrevivencia al mermar su
inteligencia.
En los humanos, la inteligencia junto con su increíble capacidad de aprendizaje constituyen
sus rasgos más distintivos, mismos que en conjunción con sus condiciones de vida (Luria,
1982) han permitido la emergencia de un nuevo y fascinante proceso que ha revolucionado
por completo su manera de estar en el mundo: el lenguaje, el cual marca la emergencia de
una nueva dimensión sólo accesible a los seres humanos: la dimensión social. En este
terreno, la escuela histórico-cultural ha hecho importantes aportaciones a la comprensión de
la interrelación entre el lenguaje y la socialización (Vigotsky, 1979), así como los
profundos cambios que producen en la menera de vivir de los seres humanos, pues al
emerger la dimensión social, la manera en que operan los individuos que recursivamente
crean y son creados por una cultura particular, desarrollan formas de comportamiento,
pensamiento y relación específicos e increiblemente complejos. La gran diversidad de
idiomas que existen en el mundo es sólo un ejemplo que evidencia cómo el lenguaje se
diversifica y particulariza en cada cultura, dando lugar a grandes diferencias culturales y -
por supuesto- psicológicas que generan conflictos entre grupos humanos como resultado de
los hipercomplejos procesos que implica la vida socializada.
En esta dimensión los humanos pueden incluso ir en contra del principio fundamental de
los organismos vivos; pues aunque éstos operan, se adaptan y evolucionan para seguir
viviendo, en la dimensión social emergen procesos tan complejos que resultan tóxicos,
haciendo que muchas personas decidan actuar en contra del principio de autopreservación,
suicidándose; otros más deciden no tener hijos contradiciendo la tendencia a la
reproducción de la especie; muchos más consumen sustancias tóxicas que los destruyen
más o menos lentamente y muchísimos más establecen relaciones violentas que
frecuentemente terminan en el asesinato de algunos de los involucrados, ya sea por
conducta criminal, enfrentamientos bélicos, peleas callejeras o profesionales, feminicidios,
infanticidios, genocidios, ecocidios y un largo etcétera. ¿Cómo podemos las y los
psicólogos explicar y trabajar con estos tremendos y complejísimos procesos tomando a la
vida como punto de partida y eje articulador de nuestro modo de pensar y actuar?

11 ¿Humanismo o biocentrismo?

Ante la complejísima problemática bio-psico-social que enfrentamos día con día en la


sociedad occidentalizada, consideramos que no se puede trabajar con una psicología
simplificadora y deshumanizada que no conciba a los seres vivos como sistemas
escencialmente distintos de una máquina (Moreno, 1999); pero tampoco es suficiente apelar
a una psicología humanista, porque el humanismo es intrínsecamente antropocéntrico y
como tal, no le da el mismo estatus axiológico a la vida de las plantas y los animales que el
que le da a la vida humana. Dicho antropocentrismo es uno de los cuatro
magnopresupuestos de la civilización occidental (Lara, inédito) que está en la raíz de las
múltiples manifestaciones del racismo y la discriminación que han llevado al hombre-
varón-blanco-anglosajón a autoconsiderarse como “raza” superior, destinada a gobernar y
explotar a todas las demás –incluidas las mujeres de su propia raza-, como observamos hoy
día en casi todas partes del mundo (Carrillo, 2009).
Partiendo de esta consideración, resulta preferible optar por una psicología “biocéntrica”, es
decir centrada en la vida, pero no sólo en la de los seres humanos, como si ésta fuera más

12
importante que la de todos los otros seres, sino en la de todos los organismos vivientes,
trabajando explícitamente por y para la vida.

12 La transdimensionalidad de los organismos vivos

Hemos afirmado antes que los procesos psicológicos no son reductibles a procesos
biológicos, porque constituyen una dimensión emergente en los organismos vivos que les
confiere un incremento enorme en sus posibilidades de supervivencia. En esta dimensión
emergente, se entrelazan la evolución filogenética de la especie con el aprendizaje
ontogénico del individuo y la experiencia social históricamente acumulada del grupo al que
pertenece. En este sentido, el ser humano es conceptualizado como un sistema complejo,
que es recursivamente producto y productor de sí mismo en un determinado contexto
(espacio-temporal-biológico-psicológico-social-civilizacional) en el que se articulan e
interinfluyen continuamente procesos de diferentes niveles, desde el micro-proceso del
ciclo circadiano que sincroniza la vigilia y el sueño con el día y la noche, hasta el macro-
proceso socio-civilizacional que a su vez se articula con el magno-proceso filogenético de
la especie y el cosmo-proceso de evolución de la vida en nuestro planeta.
A partir de estas consideraciones la psicología compleja conceptualiza a los organismos
vivos -y particularmente a los humanos- como sistemas abiertos, complejos y
multidimensionales, con una dimensión física: masa, peso, densidad, volumen, largo, ancho
y espesor; una dimensión química: formados principalmente por carbono, hidrógeno,
oxígeno y nitrógeno, organizados en moléculas orgánicas que dan lugar a proteínas,
carbohidratos, lípidos, hormonas, etc. de las cuales emerge la dimensión biológica:
metazoarios, vertebrados, mamíferos, antropoides, sapiens viviendo gregariamente en un
ecosistema; de la dimensión biológica emerge la dimensión psicológica: que comprende el
comportamiento ontogénicamente aprendido, individualmente variable, modificable, no
determinado genéticamente; con base en el cuál construimos relaciones convencionales,
históricas, económico-políticas entre individuos y grupos de individuos, las que constituyen
la dimensión social: de la que a su vez emergen una infinidad de procesos: género, estética,
política, ético-moral, economía, espiritualidad, etc.
Ahora bien, debemos aclarar que las dimensiones mencionadas no se observan confinadas
dentro de límites ontológicos discretos, que nos permitan observarlas nítidamente separadas
unas de otras de manera ordenada; sino que se superponen, se traslapan, se interinfluyen y
retroactúan recíprocamente de maneras complejas, de tal modo que en la realidad siempre
aparecen entremezcladas, por ello nos parece más apropiado decir que los seres humanos
son estructuralmente multidimensionales y operativamente transdimensionales, pues en
ellos, los procesos característicos de cada dimensión se traslapan de una a otra de múltiples
maneras, dando lugar a la co-existencia de partes y procesos ordenados y desordenados que
se interinfluyen, dando como resultante la infinita variabilidad del comportamiento
humano.

13 Comportamientos a favor o contra la vida

En términos generales el comportamiento de los individuos, grupos u organizaciones puede


clasificarse en dos categorías:

13
1 Nutricios: son aquellos que mantienen o incrementan las probabilidades de supervivencia
del individuo o la especie.
2 Tóxicos: son los que reducen tales posibilidades de supervivencia.
Los comportamientos que destruyen el ambiente y matan o dañan a los seres vivos
pertenecen a la segunda categoría, es decir: son tóxicos y como tales deben ser
profundamente estudiados por la psicología para poder entender porqué los seguimos
haciendo si sabemos que nos perjudican. Los comportamientos tóxicos no pueden
entenderse de manera lineal y simplificada, al contrario, así es como se justifican; al pensar
unicamente en el “progreso” de la “tecnología” automáticamente ignoramos las
consecuencias ecológicas y sociales del mismo. Es necesario abordar estos
comportamientos desde un punto de vista complejo y transdisciplinario para llegar a la raíz
o núcleo de los mismos, y para ello es indispensable cuestionar la forma en que los
conocimientos de la psicología y la ciencia moderna han sido utilizados para justificar el
estilo de vida occidental en el que emergen.
Este cuestionamiento admite más de una respuesta, pero sea cual sea ésta, sin duda se
relaciona con los proceso psicológicos o más propiamente expresado psico-socio-
civilizacionales, entre los que destaca la racionalidad occidental.
La historia nos muestra como esta racionalidad se ha impuesto por la fuerza de las armas,
del dinero y de la política en prácticamente todos los pueblos del mundo, causando
innumerables conflictos entre los diferentes pueblos del mundo y terribles sufrimientos a
los seres vivos. Lamentablemente en dicha imposición, la psicología ha sido usada
sistemáticamente como instrumento de control social (Le Bon, 2005), sin embargo hoy está
siendo llamada para ayudar a entender cómo es que hemos llegado a este estado de cosas y
qué podemos hacer para revertirlas.
La psicología compleja se necesita en este momento histórico para ayudarnos a auto-eco-
organizar conscientemente nuestro comportamiento, entrelazándolo con los procesos del
contexto socio-civilizacional en el que emerge, metaobservando las motivaciones que nos
inducen a actuar como lo hacemos y probabilizando la emergencia de nuevos
comportamientos que revolucionen nuestro modo de pensar y trabajar en favor de la vida.

14 Posición política de la psicología compleja

En contraste con la psicología positivista, que -en su pretendida “objetividad y neutralidad


científica”- ha sido utilizada como instrumento de control de individuos, grupos y masas
(Freud, 2010; Le Bon, 2005) causando terribles sufrimientos a infinidad de personas en el
mundo occidental, la psicología compleja plantea explícitamente su posición política en
contra de este uso de la ciencia en general y de la psicología en particular, pues aceptándo
que ningún conocimiento o instrumento es “neutro” o intrínsecamente “malo” o “culpable”
del uso que se le dá, en nuestro caso es distinto porque el instrumento somos las mismas
psicólogas y psicólogos (Polster y Polster, 1991)25, por tanto tenemos responsabilidad en el
uso que le damos a nuestros conocimientos.
Por otro lado, al estudiar la génesis del comportamiento individual ontogénicamente
adquirido, la psicología puede explicar cómo y porqué una persona en particular aprende a
respetar su vida, la de los otros seres y al planeta mismo, mientras que otra aprende lo

25
La psicoterapia gestalt desarrolla ampliamente esta cuestión, afirmando que el instrumento con el que
trabajan los psicoterapeutas, son ellos mismos.

14
contrario, es decir a destruír la vida de los otros seres y al ecosistema en el que viven.
Entonces, la psicología puede decirnos qué procesos de aprendizaje y condiciones de vida
llevan a alguien a concebir y usar a la Naturaleza y a los seres vivos como “materia prima”,
como “bienes” o “mercancías” que puede explotar impunemente en su beneficio personal,
llegando a extremos de crueldad e insensatez difícilmente creíbles en el mundo “civilizado”
del siglo XXI; sin embargo así es.
Las y los psicólogos que compartimos el enfoque de la psicología compleja, tenemos claro
que cada individuo “aprende” a comportarse bajo la poderosa influencia de los paradigmas
implícitos en el contexto socio-civilizacional en el que se desarrolla, los cuales inducen en
él –sin que éste se de cuenta- formas preconcebidas de pensar y actuar en su relación con la
Naturaleza, los seres vivos y consigo mismo. El paradigma de la modernidad que engendró
el capitalismo y más recientemente al capitalismo neoliberal, ha inducido a millones de
personas en el mundo a pensar que no sólo es “posible” sino “bueno”26 el negocio de oradar
la tierra para extraer petroleo, metales y minerales, tanto como capturar hombres y mujeres
para verderlos como esclavos, raptar niños para extraerles órganos y venderlos al mejor
postor o explotar sexualmente a mujeres en contra de su voluntad. Este mismo paradigma y
su concomitante racionalidad, permite usar el conocimiento de la psicología humana para
convertir a las personas en soldados mediante un sofisticado “adiestramiento” que les
enseña sistemáticamente a no ver en el “enemigo” a un semejante, a una persona como
ellos mismos, a un igual; sino como algo opuesto, contrario y ajeno a ellos, a quien no solo
pueden, sino que “deben” matar, porque ese es su deber, para eso se les “adiestra” en la
academia militar y se les paga en el ejército, ahí aprenden que matar al enemigo no es malo
y que no deben sentir remordimiento o vergüenza por hacerlo, sino satisfacción y orgullo.
Del mismo modo, un narcotraficante ha aprendido en su organización delictiva, que puede
vender sustancias tóxicas a quien sea, hombres, mujeres, niños y ancianos, sin importar
nada más que las ganancias económicas que obtendrá por ello, ha aprendido -mediante un
pensamiento lineal-a insensibilizarse ante los terribles efectos que su “mercancía” producirá
en sus “clientes” una vez pasado el momento de éxtasis y también aprende a “vivir” -o
mejor dicho “sobrevivir”- con la amenaza continua de una muerte prematura y violenta a
manos de un sicario pagado por alguien más que “compite” por la plaza. Los adictos por su
parte, han aprendido en sus casas, en las calles, en las escuelas, en las fiestas, con los
amigos, en el cine, en la televisión y en internet a ver como algo normal el consumo de
sustancias adictivas y dañinas como el alcohol, el tabaco, la mariguana, la cocaína, las
anfetaminas, el LSD, el éxtasis, el crack y todas las demás que existen en el “mercado”, por
eso es que tan fácil y tempranamente inician su consumo, es parte de su manera de vivir y
han aprendido a verlo como algo normal, “cool”. Pero el soldado no nació soldado,
aprendió a ser soldado; el ladrón no nació ladrón, aprendió a ser ladrón; el asesino no nació
siendo asesino, aprendió a asesinar; el político no nació corrupto, aprendió a ser corrupto;
todos los seres humanos aprendemos a comportarnos como lo hacemos, todos los
comportamientos tóxicos de los humanos occidentalizados son procesos psicológicos que –
para ser afrontados- exigen una mirada y un pensamiento complejo y transdisciplinario que
supere las limitaciones del pensamiento reduccionista que los concibe en términos lineales
de causa y efecto y que por ello mismo no ha logrado comprender sus complejas
interrelaciones, lo que ha limitado mucho sus propuestas de solución a los mismos.

26
Sólo faltaría agregar para quién es “bueno” el negocio y para quienes no lo es.

15
Entonces, el comportamiento característicamente humano está condicionado, pero no
determinado por los genes, sino por la experiencia psico-socio-civilizacional, de modo que
todo el comportamiento humano socializado es aprendido. En el contexto familiat y socio-
cultural hemos aprendido a vivir como vivimos, pero también podemos aprender a vivir de
otras maneras, como nos muestran los pueblos originarios de Anáhuac que han logrado
sobrevivir respetando a la tierra, al agua, al aire, a las plantas y a los animales, a los que han
aprendido a ver como sus hermanos, logrando formas de coexistencia en las que la muerte
de un ser vivo sólo está en función de la vida de otro, es decir, se mata a un animal para
comerlo y poder vivir de él, pero no se le mata por diversión, por entretenimiento, por
deporte, por ganar un trofeo o simplemente porque si; las plantas se siembran y cuidan para
ser sacrificadas y producir el alimento que la comunidad necesita para subsistir, pero no
para hacer “negocio”, especulando con su precio en el mercado (Tehuacatl, 2004).
La psicología puede ayudarnos a cambiar nuestra racionalidad, nuestro estilo de vida,
nuestra manera de ver, pensar y estar en el mundo; la psicología compleja debe estar al
servicio de la vida y no contra ella porque eso implicaría su autodestrucción, se trata de que
la psicología se reconozca como una manifestación más de la vida, pero de una vida
consciente y autoconsciente de sí y de los otros, responsable de sus actos y libre de
modificarlos para cumplir su función adaptativa y permitir su propia autoprodución y
autorregulación, aprendiendo de su propia experiencia y con base en su auto-observación
corregir su rumbo dejando de ser un instrumento de explotación, manipulación y
justificación de atrocidades, para convertirse en un agente de cambio que promueva la
convivencia sana, justa, de respeto a la vida de los individuos y los pueblos, tanto como de
la ecología planetaria. Lamentablemente no puede llegarse a una psicología de este tipo si
no autocriticamos lo que hacemos, si desconocemos los mandatos conscientes,
inconscientes o subconscientes que obedecemos, ya sea que provengan de nuestros padres,
maestros, amigos, instituciones, creencias, tradiciones, costumbres o doctrinas, hace falta
una psicología que observe y se autoobserve, una psicología compleja articulada en torno a
la vida.

Conclusión

La vida no puede definirse en sí misma, pero se pueden describir las características de los
sistemas vivos, los cuales son abiertos, complejos, autopoiéticos, homeostáticos con una
fuerte tendencia a su autopreservación neguentrópica a pesar de su inexorable mortalidad;
igualmente, su evolución tiende hacia la complejización, misma que también se observa en
sus procesos psicológicos, que constituyen una dimensión emergente, irreductible a los
procesos de las dimensiones fisica, química y biológica.
Los procesos psicológicos son parte de la autopoiesis de los organismos más complejos,
que se auto-organizan congruentemente con sus características estructurales y operativas
como sistemas vivos. Estos procesos emergieron inicialmente como formas de adaptación a
las cambiantes condiciones del medioambiente mediante el aprendizaje ontogénico de
comportamientos individualmente variables que ampliaron considerablemente sus
posibilidades de supervivencia.
Conceptualizar a los procesos psicológicos como una dimensión de los sistemas vivos,
coincide con la perspectiva organicista de la biología, pues las posibilidades operativas de
éstos no dependen únicamente de los componentes anatomo-fisiológicos que les subyacen y
a los que no pueden ser reducidos, sino que están en función de su auto-organización.

16
Como sistema vivo, el individuo humano es irreductible a sus partes y no pierde su
identidad al relacionarse con otros individuos y con su entorno. En los procesos
psicológicos podemos observar subprocesos y supraprocesos, cuya inter-retroacción
modifica al sistema individual, a sus subsistemas orgánicos y al suprasistema ambiental. Es
decir, un cambio en un proceso psicológico del individuo tiene efectos en sus sub-sistemas
orgánicos tanto como en su comportamiento y en el de otros individuos en el suprasistema
social. En otras palabras, los procesos psicológicos del individuo -entendido como sistema-
se articulan como subsistemas al suprasistema social, el cual es la resultante de su
autoorganización mediante consensos o acuerdos (lingüísticos) característicos de cada
grupo culturalmente definido. El comportamiento psicológico de cada individuo tiene
entonces un sentido vital: mantenerse vivo; y un sentido social: vivir de acuerdo a los
convencionalismos del grupo cultural al que pertenece.
Si aceptamos la propuesta de una psicología biofílica y biocéntrica, entonces los conceptos
e instrumentos que utilicemos o contruyamos para trabajar como psicólogas y psicólogos
deben favorecer la autopoiesis y el desarrollo sano de las personas como seres vivos,
diferenciando los comportamientos nutricios de los tóxicos, distición que debe guiar en
todo momento nuestros quehaceres científicos y profesionales.
La psicología compleja se propone articular y comprender estos dos sentidos de los
procesos psicológicos en los humanos, quienes tienden a su autopreservación aún en los
tóxicos contextos artificiales creados por ellos mismos, cuyas complicaciones,
inconsistencias y contradicciones han generado toda clase de problemas. Sin duda, la
misma conciencia humana que generó tales ambientes puede construir alternativas que
superen su toxicidad, dando lugar a la emergencia de estilos de vida que sean nutricios para
todos los seres vivos.
Las mismas contradicciones y sinsentidos que ha producido la racionalidad occidental han
generado el cuestionamiento de un número cada vez mayor de personas en el mundo que se
están dando cuenta de que el camino de la civilización occidental no es el único, ni el
mejor, y que si queremos conservar la vida en este planeta y darle otro sentido a nuestra
existencia, tenemos que autocriticar seriamente el antropocéntrico de nuestro
comportamiento y sus motivaciones, hasta encontrar los invisibles hilos que nos han
convertido en marionetas de personas que murieron hace siglos, pero cuyos discursos
siguen gobernándonos al ser retomados y repetidos por sus sucesores. Esto no significa que
caigamos en la ingenua pretensión de lograr un macro-acuerdo humano que elimine de tajo
todos los prolemas y contradicciones de nuestra sociedad, ya que teóricamente esto no es
posible, porque todos los sistemas, subsistemas y suprasistemas producen perturbaciones al
operar, de modo que siempre habrá problemas por resolver, la cuestión es que nuestras
desiciones determinan qué clase de problemas hemos de enfrentar.

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