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La respuesta está en el interior.

Julio César Alvarado Lozano

No se necesita hacer algo espectacular por la vida


lo más espectacular es la vida
y esa ya la tenemos.
Sergio López Ramos

Vivir como un homínido de nuestra especie homo sapiens durante la primera mitad
del siglo XXI pone nuevas problemáticas a discusión, problemáticas que en
ocasiones no encontraron respuesta en los siglos precedentes y que hoy fomentan
la complejización de las mismas en lugar de acercarse a resolverlas, el panorama
que espera ante esta situación es el de una crisis generalizada; en lo social, lo
individual, lo ecológico o de salud tanto emocional como corporal, está situación es
ineludible para cada individuo que hoy despierta día con día. Todos los seres
humanos pueden hablar de una crisis que les identifica particularmente; unos verán
la crisis en la tierra, en el uso desmesurado de sus recursos, en la producción de
contaminantes que enferman el agua o el aire, en la extinción masiva de especies
diversas que habitan la tierra o en el cambio climático globalizado con climas cada
vez más extremos; otros experimentaran la crisis social que se muestra
construyendo una sociedad violenta e individualista, donde la familia se desintegra
y las relaciones humanas se hacen conflictivas, donde también hay sobrepoblación,
inseguridad, hacinamiento, desigualdad y donde los robos, asaltos o asesinatos son
nota diaria; unos más verán la crisis en los estilos de vida como los hábitos
alimenticios que se refinaron y se hicieron más artificiales o se dedican al consumo
sin medida de especies animales o en los hábitos de sueño que alteraron el ciclo
circadiano debido al uso cada vez más cotidiano de pantallas de ordenadores y
telefonía celular que fomentó el sedentarismo; otros más sentirán la crisis en sus
cuerpos, en enfermedades recurrentes o en síntomas que se harán normales y ante
los que según el médico, ya no habrá nada que hacer, también aparecerán dolores
sin explicación que no puedan ser verificados con estudios de laboratorio, rayos x o
resonancias magnéticas cuya explicación quedará sujeta al determinismo de la
herencia genética o también habrá enfermedades complejas como las
autoinmunitarias, las crónico degenerativas y los diferentes tipos de cáncer; y
finalmente otros sentirán una profunda tristeza que no tiene explicación, vivirán con
ansiedad constante sin comprender sus causas, mientras el miedo domina su vida
sin explicación aparente o se estará molesto con todos o con todo lo que pase,
puede haber un vació en el pecho o todo puede ir bien pero aún hay una sensación
de que algo falta en la vida, no se sabrá sentir paz o felicidad con lo que se tiene.

Con ese horizonte en lo inmediato vale la pena replantear nuestro lugar como seres
humanos, tanto en el espacio que habitamos, es decir la tierra, tanto como la obra
que hemos construido como especie, a decir, nuestra cultura. La situación de haber
nacido como un ser humano se ha convertido en una cuestión que se ha
problematizado porque el ser humano tiene libertad para elegir el camino que desea
seguir y sus acciones tienen implicaciones que tocan a la red de la vida, todos los
seres vivos y orgánicos de la tierra confluyen cada uno para dar forma a una gran
red que se complementa, todo lo que pasa en algún punto de esa red viva toca de
una forma u otra a todo lo vivo, no hay acciones aisladas, todas son una
secuenciación imparable de eventos que dan forma al sistema vivo. Dicho sistema
tiene cualidades auto-organizadoras que garantizan una sustentabilidad armónica
de los participantes que habitan la red, ésta red, que incluye a todos los animales e
insectos, arboles, hongos, bacterias y a todos los elementos orgánicos se
autogestiona en relación al ciclo de la tierra alrededor del sol, así como al
movimiento rotatorio de la tierra sobre su propio eje, en otras palabras, la integración
de las estaciones del año y el día y la noche, dan oportunidad al desenvolvimiento
de formas de vida cada vez más complejas que cohabitan y comparten un solo
momento de la vida en la tierra. La vida de un ser humano comparte una relación
cósmica con el sistema solar, sin las condiciones de autogestión y regulación que
se crean con los movimientos de la tierra, el sol y la luna, la vida en el planeta no
sería como la conocemos. Es en la temperatura, en las estaciones del año, en la
tierra que pisa y el aire que respira en donde el ser humano entra y permanece en
contacto con esta red que se extiende desde el espacio exterior pasando por cada
ser vivo y elemento orgánico de la tierra.

Las acciones de éste ser humano, igual que las de cualquier ser viviente o elemento
orgánico del planeta, tocan la red de lo vivo y tienen un efecto en su proceso de
auto-regulación, pero mientras los animales y la vida orgánica generan cambios
locales que no alteran significativamente el principio de regulación de la tierra, el ser
humano ha construido un estilo de vida y tiene una visión del mundo que ha alterado
rápidamente los ciclos de vida en la tierra, no solamente en la vida animal, vegetal
o geográfica, si no también en su propio proceso orgánico al interior de su cuerpo.
El ser humano ha construido un proceso de socialización que históricamente le ha
permitido tener grandes avances en el terreno tecnológico, el desarrollo de estos se
ha conseguido con un principio cooperativo que posibilitó la organización y la
posterior institucionalización de estrategias que gestionan el orden de una sociedad.
Las sociedades pueden tener más o menos orden, dependiendo de sus principios
éticos y sus lineamientos morales, es decir, la sociedad se funda con un acuerdo
ético, definiéndose cuál es el principio fundamental que guiará al espacio social. Esa
guía marca el ritmo y la intención que tiene el grupo humano para construirse una
vida en la tierra, por eso la crisis global que se extienden en todas las dimensiones
de la vida humana puede leerse como una crisis ética que se ha dedicado a
defender un principio que se aleja de contemplar la red de lo vivo eliminando a la
vida misma como un principio a cuidar y prolongar. Si la vida se elimina de la base
ética de la sociedad habrá espacio para la construcción de nuevos valores
dependiendo las circunstancias y los intereses de cada época, así lo que cada grupo
de humanos protege dependerá de aquellas ideas o condiciones que se consideren
importantes en dicho espacio y geografía, creándose una distinción moral que
diferencia lo bueno de lo malo según la cultura y el tiempo, por lo tanto la moral
siempre será relativa a las ideas que le dan sentido a una realidad social, lo
verdadero o lo real serán conceptos limitados mientras que se sostengan del
relativismo temporal y moral de una cultura.
El ser humano es un agente que ha cambiado velozmente las condiciones sociales,
personales, emocionales y de relación con los ritmos de la tierra, esto significa que
todas las crisis tienen que ver con las ideas que construyen una realidad social que
ayudaron a fundamentar una ética distinta a la del cuidado y prolongación de la vida,
hecho que es comprobable cuando se reconoce que la ética de los grupos humanos
ve primero por valores económicos, personales o ideológicos que buscan la defensa
de una parcialidad de la realidad, nuevamente la red de lo vivo queda olvidada en
la realidad construida por el ser humano y es el propio ser humano quien habita una
vida incomoda en un cuerpo orgánico que contiene la vivo. Es una paradoja, el ser
humano vive con una idea de la vida que sustrae lo vivo del mundo, de su mundo,
de su propio cuerpo, aunque en cada célula de ese cuerpo bulle la red viviente que
tiene una profunda vinculación con lo orgánico de su espacio natural, el cuerpo
humano no ha cambiado significantemente en miles de años, pero lo que sí ha
cambiado es el estilo de vida de ese homínido, “somos el sueño de nuestros
abuelos” dice una frase que hace referencia a que los cambios y adelantos
tecnológicos en los últimos cientos de años eran un tema con el que sólo podían
soñar nuestros ancestros, la velocidad con la que se desarrolló la dimensión técnica
se convirtió en una esperanza que prometía vencer las problemáticas que
aquejaban a la sociedad humana, promesa que fue cumplida a medias y que al día
de hoy ya no alcanza a responder a la emergía de nuevas problemáticas que
parecen no tener una explicación, ni mucho menos tiene un efecto en la prevención
de las diversas crisis que atraviesa la humanidad.

El panorama aparece adverso para un ser humano que alcanza a mirar el peligro
que se avecina en la complejización de la totalidad dimensional de la experiencia
humana y de la red de la vida, sin ánimos de presentar la situación como una
catástrofe si no como una realidad inmediata que nos compete a todos, el optimismo
nos da oportunidad de perdonar lo realizado con la vida en el pasado y tener los
ojos puestos en la construcción de un porvenir más digno para los no nacidos, es
un esfuerzo que vale el trabajo que sea necesario para buscar o recuperar del olvido
a la vida digna para los seres humanos y para todos con quieres se comparte la
existencia en la tierra. Para ello será necesario recuperar el vinculo que se perdió
con la vida, es decir, se vuelve necesario un acto de volverse a ligar con una
percepción unitaria de la red de lo vivo, sí la relación cósmica del ser humano
desaparece de su concepción mental, es decir, no reconoce que su vida depende
del movimiento de un sol, una luna y la tierra, ni tampoco de las estaciones del año
y el todo orgánico que acontece en el planeta entonces el ser humano construirá un
principio egoísta y egocentrista que se aleja de cultivar la humildad, de una manera
u otra creerá que su existencia no está ligada al cosmos aunque toda su vida aún
dependa de elementos como el Carbono, Hidrogeno, Oxigeno y Nitrógeno, todos
elementos comunes en todas partes del espacio exterior, el egocentrismo es la parte
central de los principios que propician las crisis humanas y obstaculizan la
recuperación del vínculo con la vida, el primerio es la ignorancia.

El principio de la ignorancia es el principio de desconocer las posibilidades que la


propia vida abre en la experiencia de ser un ser humano, recordando que la libertad
es el valor fundamental en la vida y en el humano no ocurre diferente, con tal libertad
la vida siempre tiene oportunidades para ser de otra forma, para construirse de otra
manera porque ésta responde al principio de impermanencia del universo y como
tal nada en la realidad es algo estable o perpetuo, ignorar ese principio es creer en
una ilusión, la ilusión de la permanencia, de los determinismos o de la búsqueda de
la estabilidad social o económica se convierten en objetivos que no puede
concretarse en la realidad porque no existe lo permanente en el universo. Ignorar
significa no conocer los cuidados mínimos para con el cuerpo, no se cuida la
alimentación, el sueño, la vida emocional o el tipo de relaciones humanas que se
tienen, también es olvidar el principio de vida que late al interior del cuerpo que se
comparte con todo lo vivo como un solo latido y que se protege de los embates de
la cultura y de las acciones de un individuo que se alimenta de ésta, también implica
el olvido de la tarea o compromiso que significa estar vivo, vivir en la ignorancia es
vivir en la obscuridad con los ojos cerrados, así sólo queda espacio para mirar para
sí mismo y por la sobrevivencia individual, no hay un proyecto para construir algo
más allá de los interés personales.
El segundo principio, el principio de la negligencia implica abrir los ojos ante la
obscuridad y saber que se está en ella, pero sin construir nuevas posibilidades
porque aún no se ve el camino para salir de ella, ser negligente es engañarse a sí
mismo, la negligencia ya implica un grado de consciencia que permite mirar el lugar
en donde se está parado, se sabe que se tienen opciones pero aún no se tiene
iniciativa para volverlas una realidad, sólo se miran y no se hace nada o se dice con
palabras que se está haciendo algo pero no se concreta en acciones o en
movimientos, la negligencia implica el descuido a pesar de que ya se reconoce el
valor de la vida y se hayan dado algunos pasos hacia su cuidado aún hay desidia
que limita la creación de nuevas posibilidades en el ser humano, también se puede
reconocer que la vida no se vive sólo, si no que se vive en la red diversa de lo vivo
y amerita su cuidado pero estos ocurren esporádicamente, aún no despierta la
entrega al interior, sólo se sabe que se vive en una fantasía y se está en la búsqueda
por cambiarla con algunos esfuerzos pero no los sufrientes.

El principio de la necedad es el tercer movimiento de la vida humana que entorpece


el camino de vinculación con la vida, en la necedad los ojos están bien abiertos en
la obscuridad y ya se han acostumbrado a ella, también se sabe cuál es el camino
para salir de ahí porque la salida ya se encontró y se ha salido de ahí varias veces,
pero eso significa que también se ha vuelto a caer en un lugar ya conocido. Ser
necio es tomar una actitud que ya identifica su libertad y también logra ver
oportunidades para resolver problemáticas, pero se decide engañar y someterse a
una forma de vivir la vida que se sabe afectará de una forma u otra la dignidad
individual, social o ecológica, es un sometimiento voluntario a una condicionante
que se vuelve habitual. La necedad es peligrosa para la vida del ser humano y del
sistema vivo en sí mismo, ésta implica un proceso más complejo en donde se
conocen las consecuencias de las acciones, pero aun así se decide accionar en una
dirección que lastima la vida eliminando la dignidad de la experiencia de vivir. Ser
necio es ver con claridad, pero cerrar los ojos y regresar al descuido, la ignorancia
o la negligencia.
Estos principios basados en la cara egoísta de nuestra especie sólo muestran el
lado más tosco del ser humano, ese lado en donde la animalidad se refina y se
vuelve baja, ninguna otra especie del planeta planea la persecución y eliminación
de otra especie por un fin deportivo o estético, en eso los animales conservan la
sabiduría para encontrar un límite en sus acciones, los animales actúan con la
inteligencia de la vida, mientras que la especie humana actúa sin ella. Es justificado
el hecho de replantear nuestra postura en la tierra porque las crisis actuales son las
crisis del pasado, el ser humano al distanciarse de la vida se alejó de sí mismo y no
sólo de la tierra, esto construye una crisis de existencia, se sabe que se esta vivo
porque se piensa y no porque se sienta la vida en el cuerpo por eso las ideas que
construyen los nuevos valores alejados de la vida son más valiosos que la vida
misma, un ser humano puede matar o morir por una idea o un concepto que
defiende porque le da sentido a su existencia que quedó huérfana de esperanza.

En la ausencia de esperanza el vació que tendría que llevar al ser humano a una
búsqueda interior para el desarrollo de sus cualidades más sutiles se convierte en
un problema con el cuál no se sabe lidiar, vació que buscará llenarse con comida,
placer, trabajo, sueño o se buscarán las formas para distraerse y no sentir el vació
en el interior, el vació se mueve en el silencio como un llamado de vinculación con
la vida, llamado que no se puede silenciar por más ruido que el ser humano realice
y muy a pesar de que la cultura de nuestro tiempo se haya encargado de construir
formas cada vez más sofisticadas para ocultar o silenciar dicha búsqueda, las crisis
mencionadas antes son una señal de alarma que remite a indagar en ese llamado
al interior del cuerpo. El interior del ser humano tiene una necesidad que supera las
expectativas o proyectos específicos del sujeto que habita un cuerpo, es decir, la
vida que late en el cuerpo, que nunca perdió su vinculación con la red orgánica de
lo vivo, tiene otros planes más allá de los establecidos por la cultura de un tiempo,
al interior se reconoce que se necesita algo más que limitarse a comer, dormir o
evacuar, ahí aparece el vació como cualidad para construir un proyecto más allá de
las necesidades básicas del individuo o de su especie, el mantenimiento de una
realidad social que se distancia de construir un proyecto que escuche el llamado
interior fomenta la prolongación de una cultura de pobreza humana en donde el ser
uno no crece ni se desarrolla, sólo sobrevive.

La apuesta está en la construcción de una nueva cultura que ponga de base el valor
ético del cuidado y prolongación de una vida digna porque sin la vida, o sin su vivirse
dignamente, cualquier otro objetivo a alcanzar será distante y para ello se necesita
vencer la ignorancia y actuar con bondad, es decir, reconocer o diferenciar aquello
que cultiva la vida en el cuerpo, ser bondadoso con ese cuerpo que exige nutrientes
de calidad que se pueden obtener de una alimentación que incluya vegetales
verdes, frutas y cereales, que requiere descanso de calidad que sea profundo y
reparador, también precisa respirar aire y agua sin contaminantes y mantener
relaciones humanas que fomenten una actitud cooperativa, comprensiva y que sean
realmente humanas, de la misma manera el cuerpo tiene necesidades afectivas o
emocionales que sugieren la búsqueda de un interlocutor que permita ser un asidero
emocional al cual consultar cuando sea necesario, el interlocutor puede ser un guía
que enseña una forma de escuchar el llamado en el interior para desarrollar las
cualidades humanas que se encuentran adormecidas por la ignorancia, es decir, se
desconoce la posibilidad que tiene el ser humano para humanizarse y el interlocutor
puede señalar el camino a seguir, mientras el individuo mantenga una actitud
humilde alcanzará a escuchar la enseñanza de su interlocutor.

La humildad ayuda a vencer el egoísmo y la negligencia, con humildad se reconoce


que la vida que se tiene es gracias a las acciones de muchos otros antes, sin el
trabajo del sol, la luna, el movimiento de la tierra, del flujo del agua, de la vida vegetal
o los animales o de otros seres humanos, la vida humana no tendría lugar, por eso
el ser humano reconoce su ubicación con humildad, que no está por encima de todo
lo demás, si no se encuentra ubicado al mismo nivel que todo lo vivo, la humildad
genera una actitud en el ser humano que le da oportunidad para aprender de todo
lo que le rodea, es una actitud de receptividad en donde el ego no domina y por lo
tanto el sujeto se deja guiar y hace lo que tiene que hacer o sigue las indicaciones
de su guía o interlocutor, con el desarrollo de ésta actitud humilde la consciencia del
mundo despierta, se sabe que no se está sólo y que todos los seres humanos tienen
problemas o sufren lo cual también se extiende a las especies de plantas y los
elementos orgánicos que también han sido mermados por la actividad humana, la
humildad posibilita recordar que la vida que se tiene es resultado de muchas vidas
antes que la propia y como acto de agradecimiento se asume un compromiso para
hacer lo mismo con las generaciones futuras, compromiso que empieza con la
recuperación del espacio vivo inmediato, la recuperación del cuerpo propio que
amerita la depuración de los sentidos, es decir, apuntar a la mesura y el uso ético
de los estilos de vida artificiales, se sabe que no se puede eliminar todo rasgo
cultural de la vida humana pero es necesario un diálogo con estos estilos para tomar
lo mejor de ellos y limitar su consumo o su uso si no es necesario, eso se traduce
en acciones compasivas que empiezan a abrir las cualidades sutiles del ser
humano.

Un acto compasivo hacia la vida se encuentra en escuchar el llamado del vació


interior que exige que la vida sea una oportunidad para ir más allá de lo inmediato,
la compasión amerita la construcción de un proyecto así como el compromiso de un
individuo para elaborarlo, por lo tanto implica dejar formas de pensar, sentir o hacer
que están sujetas a la temporalidad de una cultura, es decir, ser compasivo implica
una renuncia consciente a las actitudes y circunstancias que fomentaban la
necedad, acto que lleva de base un profundo aprecio por la vida y una claridad
certera de lo que se desea vivir. La compasión abre el corazón humano como un
recuerdo de su vinculación con la vida en la tierra, entonces el corazón permite
recobrar la memoria fundamental de la impermanencia, con el corazón abierto se
reconoce que toda la realidad es transitoria, incluso la vida propia es un suspiro en
el tiempo del universo, este hecho le da perspectiva a las intenciones del ser
humano, la vida se convierte en una oportunidad para ofrecer el trabajo de una vida
a la red de lo vivo, la vida humana es corta pero las acciones de una sola vida
pueden cambiar la forma de vivir de muchas otras, la compasión lleva la experiencia
plena y digna de la vida a todas las dimensiones de lo vivo.
Con la compasión el cuerpo recupera la conciencia de la vida mientras las ideas
prestadas por la cultura y la época se organizan después de la protección del valor
fundamental que es estar vivo, la vivencia se integra y el llamado se hace más fuerte
al interior, ahora que ya fue escuchado late con intensidad marcando el camino que
cada ser humano ah de transitar para encontrar su manera de ofrecer un servicio
hacia la vida, el latido lleva a una búsqueda que se debe hacer sólo aunque en
compañía del interlocutor para volver a él cuando sea necesario. Las cualidades de
la vida despiertan al interior del cuerpo cuando la vida no peligra por la cultura o las
acciones del individuo, así se supera la sobrevivencia y se miran desde una
perspectiva más amplia los temas de la vida cotidiana, los momentos gratos o no
gratos son todas instantes que no serán para siempre y por eso valen la pena vivirlos
intensamente, ambos llegarán y se irán.

Cada ser humano tiene la oportunidad de descubrir su tarea en la vida, pero antes
será necesario trabajar hacia la construcción de nuevas memorias corporales que
no le teman al vació o al llamado interior del cuerpo, por eso todas las crisis tienen
el mismo origen, son la crisis del espíritu humano que ya no se asombra por la vida
ni se indigna de la pérdida de dignidad ni tampoco se enamora de la realidad sin
poner un pero, el espíritu dormido no reconoce su tarea en la vida atorándose en la
luminosidad o ilusión del mundo artificial y desgasta tiempo o energía en situaciones
innecesarias, mientras el espíritu despierto ha encontrado su camino para hacer un
servicio humano que al mismo tiempo lo humanice y para hacerlo de ésta manera
no hace falta nada extraordinario porque lo extraordinario es lo que ya está pasando
en este momento con nuestras vidas, sólo hace falta valorarlo. De esta manera la
vida de los no nacidos podrá entrar en un camino preventivo en donde ser humano
no sea visto como una problemática si no como una cualidad emergente que permita
el diseño y propuesta de formas de vivir más amables, ecológicas y armónicas.

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