Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Vivir como un homínido de nuestra especie homo sapiens durante la primera mitad
del siglo XXI pone nuevas problemáticas a discusión, problemáticas que en
ocasiones no encontraron respuesta en los siglos precedentes y que hoy fomentan
la complejización de las mismas en lugar de acercarse a resolverlas, el panorama
que espera ante esta situación es el de una crisis generalizada; en lo social, lo
individual, lo ecológico o de salud tanto emocional como corporal, está situación es
ineludible para cada individuo que hoy despierta día con día. Todos los seres
humanos pueden hablar de una crisis que les identifica particularmente; unos verán
la crisis en la tierra, en el uso desmesurado de sus recursos, en la producción de
contaminantes que enferman el agua o el aire, en la extinción masiva de especies
diversas que habitan la tierra o en el cambio climático globalizado con climas cada
vez más extremos; otros experimentaran la crisis social que se muestra
construyendo una sociedad violenta e individualista, donde la familia se desintegra
y las relaciones humanas se hacen conflictivas, donde también hay sobrepoblación,
inseguridad, hacinamiento, desigualdad y donde los robos, asaltos o asesinatos son
nota diaria; unos más verán la crisis en los estilos de vida como los hábitos
alimenticios que se refinaron y se hicieron más artificiales o se dedican al consumo
sin medida de especies animales o en los hábitos de sueño que alteraron el ciclo
circadiano debido al uso cada vez más cotidiano de pantallas de ordenadores y
telefonía celular que fomentó el sedentarismo; otros más sentirán la crisis en sus
cuerpos, en enfermedades recurrentes o en síntomas que se harán normales y ante
los que según el médico, ya no habrá nada que hacer, también aparecerán dolores
sin explicación que no puedan ser verificados con estudios de laboratorio, rayos x o
resonancias magnéticas cuya explicación quedará sujeta al determinismo de la
herencia genética o también habrá enfermedades complejas como las
autoinmunitarias, las crónico degenerativas y los diferentes tipos de cáncer; y
finalmente otros sentirán una profunda tristeza que no tiene explicación, vivirán con
ansiedad constante sin comprender sus causas, mientras el miedo domina su vida
sin explicación aparente o se estará molesto con todos o con todo lo que pase,
puede haber un vació en el pecho o todo puede ir bien pero aún hay una sensación
de que algo falta en la vida, no se sabrá sentir paz o felicidad con lo que se tiene.
Con ese horizonte en lo inmediato vale la pena replantear nuestro lugar como seres
humanos, tanto en el espacio que habitamos, es decir la tierra, tanto como la obra
que hemos construido como especie, a decir, nuestra cultura. La situación de haber
nacido como un ser humano se ha convertido en una cuestión que se ha
problematizado porque el ser humano tiene libertad para elegir el camino que desea
seguir y sus acciones tienen implicaciones que tocan a la red de la vida, todos los
seres vivos y orgánicos de la tierra confluyen cada uno para dar forma a una gran
red que se complementa, todo lo que pasa en algún punto de esa red viva toca de
una forma u otra a todo lo vivo, no hay acciones aisladas, todas son una
secuenciación imparable de eventos que dan forma al sistema vivo. Dicho sistema
tiene cualidades auto-organizadoras que garantizan una sustentabilidad armónica
de los participantes que habitan la red, ésta red, que incluye a todos los animales e
insectos, arboles, hongos, bacterias y a todos los elementos orgánicos se
autogestiona en relación al ciclo de la tierra alrededor del sol, así como al
movimiento rotatorio de la tierra sobre su propio eje, en otras palabras, la integración
de las estaciones del año y el día y la noche, dan oportunidad al desenvolvimiento
de formas de vida cada vez más complejas que cohabitan y comparten un solo
momento de la vida en la tierra. La vida de un ser humano comparte una relación
cósmica con el sistema solar, sin las condiciones de autogestión y regulación que
se crean con los movimientos de la tierra, el sol y la luna, la vida en el planeta no
sería como la conocemos. Es en la temperatura, en las estaciones del año, en la
tierra que pisa y el aire que respira en donde el ser humano entra y permanece en
contacto con esta red que se extiende desde el espacio exterior pasando por cada
ser vivo y elemento orgánico de la tierra.
Las acciones de éste ser humano, igual que las de cualquier ser viviente o elemento
orgánico del planeta, tocan la red de lo vivo y tienen un efecto en su proceso de
auto-regulación, pero mientras los animales y la vida orgánica generan cambios
locales que no alteran significativamente el principio de regulación de la tierra, el ser
humano ha construido un estilo de vida y tiene una visión del mundo que ha alterado
rápidamente los ciclos de vida en la tierra, no solamente en la vida animal, vegetal
o geográfica, si no también en su propio proceso orgánico al interior de su cuerpo.
El ser humano ha construido un proceso de socialización que históricamente le ha
permitido tener grandes avances en el terreno tecnológico, el desarrollo de estos se
ha conseguido con un principio cooperativo que posibilitó la organización y la
posterior institucionalización de estrategias que gestionan el orden de una sociedad.
Las sociedades pueden tener más o menos orden, dependiendo de sus principios
éticos y sus lineamientos morales, es decir, la sociedad se funda con un acuerdo
ético, definiéndose cuál es el principio fundamental que guiará al espacio social. Esa
guía marca el ritmo y la intención que tiene el grupo humano para construirse una
vida en la tierra, por eso la crisis global que se extienden en todas las dimensiones
de la vida humana puede leerse como una crisis ética que se ha dedicado a
defender un principio que se aleja de contemplar la red de lo vivo eliminando a la
vida misma como un principio a cuidar y prolongar. Si la vida se elimina de la base
ética de la sociedad habrá espacio para la construcción de nuevos valores
dependiendo las circunstancias y los intereses de cada época, así lo que cada grupo
de humanos protege dependerá de aquellas ideas o condiciones que se consideren
importantes en dicho espacio y geografía, creándose una distinción moral que
diferencia lo bueno de lo malo según la cultura y el tiempo, por lo tanto la moral
siempre será relativa a las ideas que le dan sentido a una realidad social, lo
verdadero o lo real serán conceptos limitados mientras que se sostengan del
relativismo temporal y moral de una cultura.
El ser humano es un agente que ha cambiado velozmente las condiciones sociales,
personales, emocionales y de relación con los ritmos de la tierra, esto significa que
todas las crisis tienen que ver con las ideas que construyen una realidad social que
ayudaron a fundamentar una ética distinta a la del cuidado y prolongación de la vida,
hecho que es comprobable cuando se reconoce que la ética de los grupos humanos
ve primero por valores económicos, personales o ideológicos que buscan la defensa
de una parcialidad de la realidad, nuevamente la red de lo vivo queda olvidada en
la realidad construida por el ser humano y es el propio ser humano quien habita una
vida incomoda en un cuerpo orgánico que contiene la vivo. Es una paradoja, el ser
humano vive con una idea de la vida que sustrae lo vivo del mundo, de su mundo,
de su propio cuerpo, aunque en cada célula de ese cuerpo bulle la red viviente que
tiene una profunda vinculación con lo orgánico de su espacio natural, el cuerpo
humano no ha cambiado significantemente en miles de años, pero lo que sí ha
cambiado es el estilo de vida de ese homínido, “somos el sueño de nuestros
abuelos” dice una frase que hace referencia a que los cambios y adelantos
tecnológicos en los últimos cientos de años eran un tema con el que sólo podían
soñar nuestros ancestros, la velocidad con la que se desarrolló la dimensión técnica
se convirtió en una esperanza que prometía vencer las problemáticas que
aquejaban a la sociedad humana, promesa que fue cumplida a medias y que al día
de hoy ya no alcanza a responder a la emergía de nuevas problemáticas que
parecen no tener una explicación, ni mucho menos tiene un efecto en la prevención
de las diversas crisis que atraviesa la humanidad.
El panorama aparece adverso para un ser humano que alcanza a mirar el peligro
que se avecina en la complejización de la totalidad dimensional de la experiencia
humana y de la red de la vida, sin ánimos de presentar la situación como una
catástrofe si no como una realidad inmediata que nos compete a todos, el optimismo
nos da oportunidad de perdonar lo realizado con la vida en el pasado y tener los
ojos puestos en la construcción de un porvenir más digno para los no nacidos, es
un esfuerzo que vale el trabajo que sea necesario para buscar o recuperar del olvido
a la vida digna para los seres humanos y para todos con quieres se comparte la
existencia en la tierra. Para ello será necesario recuperar el vinculo que se perdió
con la vida, es decir, se vuelve necesario un acto de volverse a ligar con una
percepción unitaria de la red de lo vivo, sí la relación cósmica del ser humano
desaparece de su concepción mental, es decir, no reconoce que su vida depende
del movimiento de un sol, una luna y la tierra, ni tampoco de las estaciones del año
y el todo orgánico que acontece en el planeta entonces el ser humano construirá un
principio egoísta y egocentrista que se aleja de cultivar la humildad, de una manera
u otra creerá que su existencia no está ligada al cosmos aunque toda su vida aún
dependa de elementos como el Carbono, Hidrogeno, Oxigeno y Nitrógeno, todos
elementos comunes en todas partes del espacio exterior, el egocentrismo es la parte
central de los principios que propician las crisis humanas y obstaculizan la
recuperación del vínculo con la vida, el primerio es la ignorancia.
En la ausencia de esperanza el vació que tendría que llevar al ser humano a una
búsqueda interior para el desarrollo de sus cualidades más sutiles se convierte en
un problema con el cuál no se sabe lidiar, vació que buscará llenarse con comida,
placer, trabajo, sueño o se buscarán las formas para distraerse y no sentir el vació
en el interior, el vació se mueve en el silencio como un llamado de vinculación con
la vida, llamado que no se puede silenciar por más ruido que el ser humano realice
y muy a pesar de que la cultura de nuestro tiempo se haya encargado de construir
formas cada vez más sofisticadas para ocultar o silenciar dicha búsqueda, las crisis
mencionadas antes son una señal de alarma que remite a indagar en ese llamado
al interior del cuerpo. El interior del ser humano tiene una necesidad que supera las
expectativas o proyectos específicos del sujeto que habita un cuerpo, es decir, la
vida que late en el cuerpo, que nunca perdió su vinculación con la red orgánica de
lo vivo, tiene otros planes más allá de los establecidos por la cultura de un tiempo,
al interior se reconoce que se necesita algo más que limitarse a comer, dormir o
evacuar, ahí aparece el vació como cualidad para construir un proyecto más allá de
las necesidades básicas del individuo o de su especie, el mantenimiento de una
realidad social que se distancia de construir un proyecto que escuche el llamado
interior fomenta la prolongación de una cultura de pobreza humana en donde el ser
uno no crece ni se desarrolla, sólo sobrevive.
La apuesta está en la construcción de una nueva cultura que ponga de base el valor
ético del cuidado y prolongación de una vida digna porque sin la vida, o sin su vivirse
dignamente, cualquier otro objetivo a alcanzar será distante y para ello se necesita
vencer la ignorancia y actuar con bondad, es decir, reconocer o diferenciar aquello
que cultiva la vida en el cuerpo, ser bondadoso con ese cuerpo que exige nutrientes
de calidad que se pueden obtener de una alimentación que incluya vegetales
verdes, frutas y cereales, que requiere descanso de calidad que sea profundo y
reparador, también precisa respirar aire y agua sin contaminantes y mantener
relaciones humanas que fomenten una actitud cooperativa, comprensiva y que sean
realmente humanas, de la misma manera el cuerpo tiene necesidades afectivas o
emocionales que sugieren la búsqueda de un interlocutor que permita ser un asidero
emocional al cual consultar cuando sea necesario, el interlocutor puede ser un guía
que enseña una forma de escuchar el llamado en el interior para desarrollar las
cualidades humanas que se encuentran adormecidas por la ignorancia, es decir, se
desconoce la posibilidad que tiene el ser humano para humanizarse y el interlocutor
puede señalar el camino a seguir, mientras el individuo mantenga una actitud
humilde alcanzará a escuchar la enseñanza de su interlocutor.
Cada ser humano tiene la oportunidad de descubrir su tarea en la vida, pero antes
será necesario trabajar hacia la construcción de nuevas memorias corporales que
no le teman al vació o al llamado interior del cuerpo, por eso todas las crisis tienen
el mismo origen, son la crisis del espíritu humano que ya no se asombra por la vida
ni se indigna de la pérdida de dignidad ni tampoco se enamora de la realidad sin
poner un pero, el espíritu dormido no reconoce su tarea en la vida atorándose en la
luminosidad o ilusión del mundo artificial y desgasta tiempo o energía en situaciones
innecesarias, mientras el espíritu despierto ha encontrado su camino para hacer un
servicio humano que al mismo tiempo lo humanice y para hacerlo de ésta manera
no hace falta nada extraordinario porque lo extraordinario es lo que ya está pasando
en este momento con nuestras vidas, sólo hace falta valorarlo. De esta manera la
vida de los no nacidos podrá entrar en un camino preventivo en donde ser humano
no sea visto como una problemática si no como una cualidad emergente que permita
el diseño y propuesta de formas de vivir más amables, ecológicas y armónicas.