HISTORIA Y VIDA • 3

eleditorial

Cruzada entre
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P
ocos acontecimientos medievales provocan tanta sorpre-
sa como sonrojo. Cuando, en 1202, la cuarta cruzada
partió con rumbo a Tierra Santa para liberar Jerusalén
del dominio del islam, se produjo un giro de guion. Como
afirma el especialista británico Jonathan Phillips, “los lí-
deres de la campaña firmaron un contrato muy oneroso
con Venecia, tierra de marineros, para transportar a los
hombres hasta el otro lado del Mediterráneo porque los cruzados no tenían
dinero para completar la empresa”. La astucia del anciano dogo Dandolo,
unida a sus rencillas contra Bizancio, situó a Venecia en el corazón de una
intriga que modificó el curso de la expedición.
Constantinopla se convirtió en el punto de mira de
los cruzados. Entre sus excusas, someter a la Igle-
sia ortodoxa al poder de Roma. Pero la realidad
demostró grandes dosis de codicia por parte de los
cruzados, que se ensañaron con la capital del Im-
perio bizantino. El saqueo fue proporcional a los
crímenes y la barbarie, y el tráfico de reliquias se
convirtió en un negocio redondo. Durante siglos se
ha especulado con hasta qué punto el papa Inocen-
cio III fue consciente de los desmanes del ejército
cruzado. Ochocientos años después, Juan Pablo II ISABEL
pidió perdón a la Iglesia ortodoxa griega por la
MARGARIT
DIRECTORA
masacre perpetrada. “Es trágico que los agresores,
que tenían como objetivo garantizar a los cristianos el libre acceso a Tierra
Santa, se volvieran contra sus propios hermanos en la fe”.
Bizancio logró sobrevivir, pero la debilidad en que cayó fue tal que los tur-
cos avanzaron hasta convertirse en la potencia que, en 1453, tomaría Cons-
tantinopla. Con ello se abría una nueva era de la historia. ɿ

Revista controlada por

PORTADA Cruzados partiendo a Tierra Santa, en una miniatura

del siglo XIV en el castillo de Chantilly (Francia). HISTORIA Y VIDA no se hace responsable de las opiniones expresadas por los autores de los artículos.

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esperaba de ella. / M. P. QUERALT DEL
HIERRO, historiadora y escritora
66
Los españoles
del Titanic
Diez españoles se embarcaron en ese
lujoso transatlántico, que chocó
contra un iceberg en 1912. Algunos
eran humildes, otros pudientes.
Aquella noche, tres de ellos se
quedaron sin futuro. / A. ORTÍ, periodista
70
El duelo de
Spassky y Fischer
La bolsa era muy cuantiosa, pero, en
el torneo de ajedrez que enfrentó al
estadounidense Bobby Fischer y al
soviético Borís Spassky en Reikiavik,
el dinero era lo de menos. ¿Qué país
daría el jaque mate a su enemigo en la
Guerra Fría? / A. GONZÁLEZ QUESADA, profesor
del Área de Documentación de la UAB
74
Bleda y Rosa
Una exposición en el Centro
de Fotografía KBr de Fundación
MAPFRE en Barcelona repasa
la trayectoria de esta pareja
artística, que nos ha enseñado
a pensar la historia con imágenes.
E. ROS, historiador del cine y periodista
80
Ciencia
El olor del gas
En 1937, una explosión de gas voló
una escuela repleta de alumnos
en Texas. Si el fluido hubiera sido
perfumado en esa época, se podría
haber evitado la tragedia.
J. ELLIOT, periodista
84
Arte
Turner
El MNAC se ilumina hasta septiembre
con el color del paisajista J. M. W.
Turner. / A. ECHEVERRÍA ARÍSTEGUI, periodista
HISTORIA Y VIDA • 5
sumariosecciones JULIO 2022
6
En breve
10
Entrevista
Michael Alpert A la izqda.,
Michael Alpert.
El historiador británico examina el PÁG. 10
fenómeno de los judaizantes en su
obra Inquisición y criptojudaísmo. Abajo, fresco
F. MARTÍNEZ HOYOS, doctor en Historia en la Villa de
Livia. / PÁG. 16
14
Anécdotas
16
Arqueología
Villa de Livia
en Prima Porta
La mansión de Livia Drusila, tercera
esposa de Augusto, fue abandonada
en el siglo v. / R. MONTOYA, doctor en Arqueología
90
Agenda
El arte del tatuaje es la principal cita
expositiva de este mes.
A. ECHEVERRÍA ARÍSTEGUI, periodista
92
Entre libros 98
Un ensayo expone la cruda verdad
sobre el “gulag” chino en Xinjiang. Foto con historia
Johnson vs. Jeffries
96 En 1910, el campeón de los pesos
pesados Jack Johnson, de raza negra,
Cine noqueó al excampeón James Jeffries,
Comentamos un biopic sobre Siegfried de raza blanca, en Reno (Nevada).
Sassoon. / C. JORIC, historiador y periodista F. MARTÍNEZ HOYOS, doctor en Historia
Créditos fotográficos: Aci Agencia de Fotografía: pp. 16-17, 43, 92. Álbum Archivo Fotográfico: portada y pp.
12, 22-23, 24, 28, 30, 32-33, 39, 40-41, 44-45, 59, 61, 64-65, 72-73, 82. Edu García: p. 3. Getty Images:
pp. 11, 27, 31, 46, 65, 73, 80-81, 83, 94, 95, 98. Gtresonline / AP: p. 71. PhotoAISA: p. 13. Scala Archive,
Florence: pp. 34-35, 36-37. Shutterstock.com: portada y pp. 4, 17, 28-29, 47-48, 52-53, 56-57, 57, 93.
Cortesía de Michael Alpert: pp. 5 y 10. Cortesía de Turismo de Austria: p. 7. Library of Congress, Washington
D. C.: pp. 58, 63. MET, Nueva York: p. 49. Cortesía de Centro de Fotografía KBr en Barcelona – Fundación
MAPFRE: pp. 74-79. Cortesía de MNAC, Barcelona: pp. 84-89. Cortesía de CaixaForum, Museo del Prado,
Museo Guggenheim-Bilbao, Centro Andaluz de Arte Contemporáneo: pp. 90-91. Cortesía de Seix Barral, La
Esfera de los Libros, Ariel, Libros de Vanguardia, Booket, Alianza, Marcial Pons: pp. 92-95. Cortesía de
Caramel Films, Conunpack, Movistar Plus+, Festival Films, A Contracorriente Films, Warner Bross
Entertainment España: pp. 96-97. The Noun Project: p. 14. CC: pp. 4, 5, 6, 14, 18, 25, 38, 50, 51, 54, 55,
62, 66-67, 68, 69. Archivo HISTORIA Y VIDA. Infografía y cartografía: Enric Sorribas / Geotec: pp. 19, 26, 42.
6 • HISTORIA Y VIDA
enbreve
El culto al cuerpo en
Roma: verdad y ficción
E
n la antigua Roma, el gusto por
la moda, la belleza y el aseo se
contaba entre las prioridades de
los ciudadanos. De hecho, dejó un ras-
tro que puede seguirse muchos siglos
más tarde. Como en el Renacimiento,
cuando se reinventa el talle alto de las
túnicas femeninas, o en la Gran Breta-
ña del siglo xix, en que el estilo Regen-
La historia que se lee y se escucha
Puedes encontrar el podcast quincenal de HISTORIA Y VIDA, con la directora Isabel Margarit y la
periodista Ana Echeverría Arístegui, en nuestra web y en tu plataforma de audio habitual.
Las termas
de Caracalla,
de Lawrence
Alma-Tadema.
cia vuelve a evidenciar la influencia
latina, tendencia que la serie Los Brid-
gerton ha resucitado ahora. Roma, de
un modo o de otro, siempre vuelve.
Tan importante era la ostentación en
la antigua república del Tíber que las
mujeres ricas se manifestaron para
derogar la Lex Oppia, que limitaba su
derecho a vestirse como quisieran o a
desplazarse en carruajes. Las matronas
lograron su objetivo: ejercer un control
personal sobre sus propias joyas. ¿Pura
frivolidad? Seguramente, no. Los obje-
tos de valor constituían un ornamento
y, a la vez, un tipo de inversión.
Ideas equivocadas
El impacto de la cultura posterior ha
hecho que tengamos una imagen fal-
seada de la moda de la época. En los
péplums, por ejemplo, las mujeres aris-
tocráticas aparecen con transparencias
en lugares públicos. En realidad, la mu-
jer romana, sobre todo si era respeta-
ble, debía atenerse a los límites del pu-
dor como norma de etiqueta.
Tampoco es cierto que los hombres,
mientras tanto, se pasearan todo el
día con la toga encima del brazo, so-
bre todo, porque su peso resultaba ex-
cesivo. Era imposible ponerse sin ayu-
da este incómodo armatoste de unos
cinco metros de largo por dos y medio
de ancho. Poco a poco, su uso se rele-
gó a ceremonias y actos oficiales.
A los romanos les encantaba vestir con
elegancia. Algunas prendas, las teñi-
das de púrpura, otorgaban prestigio,
pero, a su vez, tenían un precio prohi-
bitivo. No obstante, los más adinera-
dos podían permitirse extravagancias
como un manto completamente de ese
color, aún más caro si se elaboraba con
seda o tenía hilos de oro. Sin embargo,
no todo eran ventajas: el tinte provo-
caba un olor a marisco que luego no
desaparecía con facilidad.
Suerte que existían formas de combatir
los aromas molestos, desodorantes con
esencia de rosas, cálamo o jengibre. Pa-
ra un romano era fundamental oler
bien, o al menos no oler mal. La higiene
tenía una importancia básica. Por eso,
las termas o baños públicos adquirieron
un desarrollo tan extraordinario.

La octava maravilla del saber, en la abadía austríaca de Admont
LA BIBLIOTECA DE LA LUZ
S
egún un dicho medieval, “un mo-
nasterio sin biblioteca es como
una fortaleza sin armería”. En la
región de Estiria, “el corazón verde de
Austria”, situada en el sureste del país,
se erige desde el siglo xi la abadía bene-
dictina de Admont, uno de los centros
monásticos y culturales más importan-
tes de la Edad Media. A las puertas del
Parque Nacional Gesäuse, Admont
constituye un imponente complejo, ro-
deado de montañas y bosques. Fue fun-
dado por el arzobispo Gebhard de Salz-
burgo, gracias a las tierras que había
donado la condesa Friesach-Zelschach
(santa Emma) al ingresar en el monas-
terio de Gurk. La abadía adquirió un
fuerte dinamismo en su período medie-
val. Desde su nacimiento se recopilaron
manuscritos y volúmenes. En 1776, el
arquitecto Joseph Hueber construyó su
obra maestra: una biblioteca de 70 me-
tros de longitud, 14 de anchura y 13 de
altura (en la imagen). Se trata de la bi-
blioteca monacal más grande del mun-
do. Su techo está formado por siete cú-
pulas, decoradas con espectaculares
frescos de Bartolomeo Altomonte, que
muestran las etapas del conocimiento
humano. El suelo es de mármol blanco,
rojo y gris, y su original dibujo provoca
en cada visitante lecturas distintas.
Las estanterías de esta biblioteca contie-
nen unos 70.000 volúmenes y más de
HISTORIA Y VIDA • 7
enbreve
500 incunables (en la totalidad de la
abadía se pueden encontrar más de
200.000 libros). La luz, proporcionada
por 48 ventanas, simboliza uno de los
ideales de la Ilustración, época en la que
fue construido este templo de la cultura.
Aunque la biblioteca es la atracción
principal de Admont, este conjunto mo-
nacal austríaco alberga en la actualidad
distintos museos, como el de arte con-
temporáneo, en el que se encuentra la
colección Hannes Schwarz, uno de los
más importantes artistas de Estiria.
Fuera de los muros, el inmenso jardín
de la abadía se mimetiza con la espec-
tacular naturaleza del entorno.
ISABEL MARGARIT
8 • HISTORIA Y VIDA

enbreve
DEL VALLE DE LOS REYES A LA RUMBA CATALANA
Este mes en historiayvida.tv
Q uien quiera conocer el pasa-
do egipcio, tiene a su alcan-
ce dos documentales que es-
trena este mes nuestro canal de
gía sirve para desentrañar los mis-
terios de unas momias en Madrid.
Igualmente, seguiremos la pista a
un gran maestre de la Orden del
abandonó su carrera para ser pastor
evangélico. Un documental nos re-
vela su formidable talla humana.
Descubre los contenidos del canal
streaming historiayvida.tv. Uno de Temple. Determinados caballeros, historiayvida.tv y suscríbete du-
ellos nos muestra incomparables por causa de la fe, lo dejaban todo rante un mes por tan solo 4,99 €.
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jaro. En el otro, la última tecnolo- distancias, el cantante Peret cuando con el código HISTORIAPRUEBA.

ANTIGUO EGIPTO

EGIPTO DESDE EL CIELO

Reino Unido, 2020. Dir.: Hossam Abdoul-Magd. Duración: 52 min
Una oportunidad única para contemplar, desde las alturas, los tesoros de Egip-
to Patrimonio de la Humanidad, sin olvidar su cultura contemporánea. En este
emocionante viaje tendremos un acceso privilegiado a lugares tan míticos co-
mo el Valle de los Reyes, la última morada de tantos monarcas faraónicos.

ANTIGUO EGIPTO

LA HISTORIA SECRETA DE LAS MOMIAS

España, 2018. Dir.: Regis Francisco López. Duración: 56 min
Ganador del Delfín de Oro en Cannes al mejor documental histórico, este tra-
bajo se basa en la investigación sobre cuatro momias del Museo Arqueológico
Nacional de Madrid. Gracias a la tecnología de última generación podemos
profundizar en la obsesión del antiguo Egipto con la muerte y la eternidad.

SIGLO XII

ARQUEOMANÍA: LOS TEMPLARIOS

España, 2011. Dir.: Manuel Pimentel. Duración: 26 min
El catalán Arnau de Torroja, gran maestre del Temple, falleció en Verona en
1184, cuando volvía de Tierra Santa. El descubrimiento de un sarcófago en una
iglesia de esa ciudad fue el detonante de una investigación acerca de su figura,
un trabajo en el que las cruzadas y el Santo Grial aparecen como telón de fondo.

SIGLO XX

PERET, YO SOY LA RUMBA

España, 2018. Dir.: Paloma Zapata. Duración: 93 min

El padre de la rumba catalana, Pedro Pubill Calaf (1935-2014), más conoci-

do como Peret, no solo destacó por ser un cantante de gran éxito. También
se ganó el cariño de muchos en su entorno. El documental de Paloma Zapata
recupera la vertiente más humana de este intérprete legendario.
10 • HISTORIA Y VIDA

laentrevista
MICHAEL ALPERT
“La Inquisición
sospechaba de todo
cristiano nuevo y de
sus descendientes”
FRANCISCO MARTÍNEZ HOYOS
DOCTOR EN HISTORIA

SOBREVIVIR AL SANTO OFICIO

La tradición de hispanistas británicos es larga y gloriosa: John H. Elliott, Raymond
Carr, Hugh Thomas… Discípulo de este último, Michael Alpert (Londres, 1935)
destaca, sobre todo, por sus estudios sobre la España de los años treinta, con
títulos sobre la reforma militar de Azaña o la Guerra Civil en el mar. Sin embargo,
tiene, asimismo, una muy interesante faceta como modernista que podemos re-
descubrir con la nueva edición de Inquisición y criptojudaísmo (Almuzara, 2022).
En esta obra, a partir de fuentes de archivo, se acercó a la trágica realidad de los
hebreos peninsulares que debían permanecer en la clandestinidad en los siglos
XVI y XVII. No tenían otro medio de evitar la represión por motivos religiosos.

A
lpert profundizó en los pro-
cesos de personas con nom-
bre y apellido, envueltas en
un entorno hostil en el que
no siempre es fácil discer-
nir las motivaciones de sus perseguidores.
Estos, en principio, se movían por into-
lerancia religiosa, no por racismo. Sin
embargo, también es verdad que un sec-
tor de la sociedad creía que la ascenden-
cia judía y las ideas heréticas iban siempre
unidas, como si la heterodoxia en cues-
tiones de fe fuera una cuestión genética.
Aprovechamos la ocasión para pedirle al
gran historiador inglés que nos aclare
algunos puntos sobre un mundo tan fas-
cinante como difícil de desentrañar.
¿Cómo se hizo hispanista?
Siempre me ha interesado la historia. De
niño tenía facilidad para los idiomas, y
en el colegio había profesores que me
alentaban. Terminé la carrera de Filolo-
gía Española, continuando unos años
después con un doctorado en Historia,
con una tesis dirigida por el célebre Hugh
Thomas. El tema era un aspecto de la
Guerra Civil de 1936-1939, el ejército re-
publicano. Sobre este período he publi-
cado algunos libros en castellano.
¿Por qué se decidió a estudiar a la
comunidad criptojudía?
 HISTORIA Y VIDA • 11

JUDÍOS EN LA SOMBRA

Hace unos veinte años, cuando hice un

máster en historia judía, una de las asig-
naturas era Historia de los judíos en Es-
paña. La impartía aquel año en Londres
un especialista de la Universidad de Je-
rusalén. Entre mis lecturas, descubrí
obras sobre la Inquisición. Un día, encon-
trándome en la sinagoga fundada por los
judíos durante el período republicano de
Oliver Cromwell, se me ocurrió pensar
en cómo habían vivido aquellas personas,
principalmente portugueses, hasta llegar
a Inglaterra. Antes tuvieron que vivir en
las sombras, después pudieron llevar una
vida completa según su fe, sin enmasca-
rarse como católicos. Decidí, entonces,
estudiar la naturaleza del judaísmo se-
creto practicado en la península, tal como
se revela en las confesiones de los “judai-
zantes” en los procesos del Santo Oficio.

Tendemos a pensar que es el dinero

el que mueve el mundo. ¿Por qué ex-
pulsaron los Reyes Católicos a los ju-
díos? ¿Fue por afán de riquezas?
Al contrario. La expulsión de aquellos
judíos que no aceptaron el bautismo su-
puso una pérdida de un grupo dinámico
en cuanto a la vida económica. Ahora
bien, los Reyes Católicos, aunque perdie-
ron a algún que otro consejero valioso,
retuvieron los servicios de los que acep-
taron bautizarse. En 1492, conquistada
Granada, se obligó también a los musul-
manes a aceptar el bautismo. El principal
motivo parece que fue el afán de que hu-
biese solo una religión en España. En
cuanto al Santo Oficio, este había sido
instituido en Castilla en 1480, precisa-
mente, para investigar y castigar a los
judaizantes, es decir, a aquellos conversos
o cristianos nuevos que seguían obser-
vando la ley de Moisés, o sea, la legislación
del Antiguo Testamento (reglamentos
alimenticios, observancia del sábado co-
mo día de descanso, días santos judíos,
circuncisión, leyes de casamiento, entie-
rro, etc.). Por lo tanto, la Inquisición temía
que, al vivir en España judíos sin bautizar,
sobre los que no se extendía su jurisdic-
ción, los miles de conversos se inclinaran
a mantener sus costumbres hebreas.

Es evidente que existía una fuerte

hostilidad popular contra los judíos
y los conversos del judaísmo. ¿Cómo
12 • HISTORIA Y VIDA
laentrevista
se explica, que no justifica, claro es-
tá, esta animadversión? ¿Por razones
religiosas o económicas?
Me pregunta, en efecto, por las raíces del
antisemitismo. En España, la inquina
contra los judíos tenía dos motivos prin-
cipales. Uno fue la hostilidad provocada
por la Iglesia, y sobre todo por las órdenes
religiosas, convencidas de que Jesucristo
no volvería mientras no lo aceptasen los
hebreos. Estos eran un pueblo deicida,
que vivía apartado y con creencias y leyes
religiosas diferentes de las demás.
Otro motivo de enemistad tenía que ver
con el estatus socioeconómico: los judíos
constituían una especie de clase media,
aunque el grado de prosperidad variaba
según la situación de cada cual. Lo mismo
encontramos grandes financieros que
simples zapateros, tanto hombres de Es-
tado como médicos, y también pobres que
vendían por las calles. Por lo general, sin
embargo, en la lista de castigados por el
Santo Oficio, lo que tenemos delante es
un grupo con cierta preparación técnica
o profesional. Eso suscitaba envidias, so-
bre todo, en momentos de crisis como los
que se produjeron en la Alta Edad Media.
Cuando la Inquisición acusaba a al-
guien de “judaizar”, ¿se debía todo a
una paranoia o existía una base au-
téntica para la sospecha?
En los primeros veinte años, posiblemen-
te, la Inquisición exageraba, y no inves-
tigaba con el cuidado estricto sobre el que
más tarde insistía la Suprema, el orga-
nismo dirigente del Santo Oficio. Sin em-
bargo, en casi todos los procesos que he
examinado, que tuvieron lugar entre 1650
y 1750, es evidente que la Inquisición te-
nía pruebas convincentes de que el acu-
sado judaizaba. En efecto, el “proceso”
tenía como finalidad que el hombre –y a
menudo la mujer– que comparecía ante
los inquisidores confesase y denunciase
a otros que también judaizaban. De vez
en cuando, cuando había ciertas dudas,
se ponía en libertad al encausado con una
fuerte advertencia.
Su libro muestra cómo el Santo Oficio
empujaba a declarar a familiares con-
tra familiares. ¿Cómo afectó la perse-
cución religiosa al entorno doméstico?
No tengo mucha información sobre fa-
milias individuales. Se nota, en algunos
casos, que una persona se sacrifica con
gran valor para proteger a otra. En las
comunidades en el exterior compuestas
de judíos peninsulares, refugiados de
la Inquisición, se insistió en que las pa-
rejas se volviesen a casar según el modo
judío. Eso indica que los matrimonios
se mantuvieron unidos.
Los cristianos viejos querían que los
judíos se convirtieran. Pero, si lo ha-
cían, entonces sospechaban ipso facto
 HISTORIA Y VIDA • 13

JUDÍOS EN LA SOMBRA

A la izqda.,
tugueses en las órdenes militares, aun
Expulsión de
los judíos de cuando no había sospecha de judaizar
España, de entre ellos, y por más que Felipe IV de-
Emilio Sala seara concederles títulos nobiliarios.
Francés.
¿Es cierto, como se ha dicho, que exis-
A la dcha., el tía un paralelismo entre la España in-
conde-duque
de Olivares.
quisitorial y la Alemania nazi?
No lo creo. El antijudaísmo nazi fue cues-
En la pág. tión de descendencia, de biología. Los
anterior, la nazis no diferenciaban entre judíos de
confesión de religión y judíos de descendencia. Los
Judas, en el discriminaban a todos, incluso al que
retablo gótico
solo tenía un abuelo hebreo. En contras-
de la Santa
Cruz de Blesa te, la Inquisición se cebaba solo con los
(Teruel) y hoy que judaizaban, aunque también es ver-
en el Museo dad que el Santo Oficio sospechaba de
de Zaragoza. todos los descendientes de judíos. Pero
hay que recordar también que en Espa-
ña hubo judíos conversos que hicieron
carreras brillantes en la Iglesia.

En la España del siglo xvii, “portugués”

se convirtió en sinónimo de criptojudío.
¿A qué se debe esta identificación?
A que varias decenas de miles de los ju-
díos que abandonaron España en el año
1492 cruzaron la frontera para asentar-
se en Portugal, juntándose con los, di-
gamos, treinta mil judíos portugueses.
Una vez que, en 1497, los judíos en Por-
tugal fueron bautizados forzosamente,
la clase comercial lusitana, mercaderes
“Hubo judíos por una cuestión que, desde el aspecto
numérico, era nimia. Entre 1700 y el final
conocidos no solo en los puertos de Eu-
ropa, sino en todos los centros comer-
conversos de la caza al judaizante, he encontrado
unos mil quinientos casos que salieron
ciales del mundo, estaba compuesta, en
gran parte, de cristianos nuevos.
que hicieron en los autos de fe. El total no es grande,

carreras aunque puede que sucesivas investiga-

brillantes
en la Iglesia”
de la sinceridad de su conversión. ¿Po-
demos decir que nunca iban a estar
satisfechos sucediera lo que sucediera?
La Inquisición sospechaba de todo cris-
tiano nuevo y de sus descendientes, por-
que todos los judaizantes eran descen-
dientes de judíos. Ahora bien, cuando
llegamos a la tercera o cuarta generación
después de las conversiones, la inmensa
mayoría ha dejado de practicar su antigua
religión. El Santo Oficio se preocupaba
ciones incrementen esta cantidad.
¿Hasta qué punto se observaba la
“limpieza de sangre”? ¿Era posible
saltársela con procedimientos como
una falsa genealogía?
Sí, es bien sabido que se falseaban las
genealogías.
El conde-duque de Olivares tenía un
antepasado converso. ¿Quiere esto
decir que los descendientes de judíos
tenían posibilidades de ascenso social?
Evidentemente, tal era el caso. Sin em-
bargo, encontramos durante la época del
mismo Olivares que la Inquisición se opo-
nía a la entrada de cristianos nuevos por-
Todavía se discute acerca de si existe
o no una “leyenda negra” sobre Espa-
ña. ¿Qué opina al respecto? ¿Existe tal
leyenda o solo es el producto de un
sentimiento victimista?
En cuanto al colonialismo español, la
leyenda negra fue falsa, ya que el com-
portamiento de los conquistadores y de
los que los siguieron no fue peor que el
de otros imperios. En lo que se refiere a
la Inquisición, su caza a los criptojudíos
constituía una persecución de personas
generalmente de poca importancia, que
practicaban su fe y sus costumbres reli-
giosas en la intimidad familiar y que no
buscaban persuadir a nadie más. En es-
te sentido, el Santo Oficio fue una rea-
lidad y no una leyenda. ɿ
14 • HISTORIA Y VIDA

anécdotas
por GLORIA DAGANZO

César quería ser un hombre, no una bestia

Durante la conquista de la Galia, cia para con el enemigo. No obstante, su que César no dudó en decir: “Mis solda-
Julio César (100-44 a. C.) insistió generosidad provocó cierto disgusto en- dos no quieren que les gobierne un hom-
en llevar a cabo una política de clemen- tre los miembros de su ejército, por lo bre, sino una bestia sin corazón”.

Solo comprendemos
aquellas preguntas que
podemos responder”.
Friedrich Nietzsche (1844-1900), filósofo alemán

Curioso quid
© Wolf Böse para NounProject.com

pro quo...
UNA MÁQUINA PARA VIVIR Philippe Cospéan (1571-1646) fue
un prelado y predicador francés fa-

L
e Corbusier (1887-1965) solía decir que toda vivien- moso por su mordacidad. Cuando
da es una “máquina para vivir”. Así, aseguraba que otro prelado le dio las gracias por
la construcción de una casa debía ser tan minuciosa haber influido en su nombramiento
como la de un automóvil. De ahí su famosa casa Citrohan, como obispo, le respondió: “Yo ten-
una vivienda unifamiliar que se podía producir en serie y dría que daros las gracias a vos,
que podía acabar conformando bloques de pisos, cuyo Ilustrísima. Hasta ahora yo era el
nombre homenajeaba a la marca de automóviles Citroën. obispo más feo de toda Francia”.
16 • HISTORIA Y VIDA

arqueología

VILLA DE LIVIA
UNA MANSIÓN
PARA LA
EMPERATRIZ
$ÀQDOHVGHOVLJORID&VHFRQVWUX\yDODVDIXHUDV
GH5RPDXQDYLOODGLJQDGHODSRGHURVD/LYLD
RUBÉN MONTOYA GONZÁLEZ '2&725(1$548(2/2*Ì$52<$/1(7+(5/$1'6,167,787(,1520(

A
unos quince kilómetros al
norte de Roma se encuen-
tran los restos de una de
las villas imperiales más
lujosas de la ciudad. Cons-
truida sobre una ladera, entre la conjun-
ción de las vías Flaminia y Tiburtina, en
el suburbio de Prima Porta, el edificio
ofrecía vistas sobre el valle del Tíber y el
paisaje circundante. Actualmente se la
conoce como la Villa de Livia en Prima
Porta, aunque ya en la antigüedad se po-
pularizó el topónimo de “ad gallinas al-
bas” (donde las gallinas blancas), tal y
como indican Plinio o Suetonio.
La denominación se refiere al evento pro-
digioso que experimentó Livia en una de
sus visitas a la villa, cuando un águila
dejó caer en su regazo una gallina blan-
ca que portaba una rama de laurel. Tras
ello, Livia plantó el laurel y cuidó de la
gallina. Según la tradición, el laurel cre-
ció y perduró hasta el final de la dinastía
Julio-Claudia. En torno a este lugar se
erigió, a finales del siglo i a. C., un com-
plejo residencial que formaría parte de
las propiedades imperiales y que estuvo
en uso hasta la tardoantigüedad.
Descubrimiento y excavaciones
Las primeras referencias sobre hallazgos
en el lugar se remontan a 1596, cuando
se encontró la estatua marmórea de un
 HISTORIA Y VIDA • 17

RESIDENCIA CON VISTAS

A la izqda.,
frescos de la
Villa de Livia
en Prima Porta,
hoy conservados
en el Museo
Nacional
Romano.

A la dcha.,
la estatua de
Augusto Prima
Porta, descubier-
ta en la villa
en 1863.

y otros elementos que fueron vendidos

en el mercado de antigüedades. Entre
tanto, el conde Senni regaló la gran es-
tatua de Augusto y una crátera que re-
presentaba el mito de Licurgo al pontí-
fice Pío IX. Ante la ausencia de otros
hallazgos sustanciales, las excavaciones
se paralizaron en febrero de 1864.
Hubo que esperar más de cien años para
que se acometieran las primeras investi-
gaciones sistemáticas. Durante ese tiem-
po, las estructuras y terrenos de la villa
se vieron afectados por labores agrícolas
y saqueos en busca de antigüedades. Por

cónsul. Tiempo después, en 1771, los ar-
tistas británicos Gavin Hamilton y Tho-
mas Jenkins localizaron numerosas pie-
zas hechas de ese mismo material. No
obstante, la primera excavación no se
produjo hasta 1863, impulsada por el
dueño de la propiedad, el conde Frances-
co Senni, junto con sus socios Paolo D’Am-
brogi y Giuseppe Gagliardi.
Su objetivo era encontrar antigüedades
para exponerlas en colecciones privadas,
La excavación inicial
tuvo lugar en 1863
siguiendo la moda de la época. Tras varias
jornadas de sondeos, el 20 de abril de
1863 se toparon con una majestuosa es-
tatua con coraza del emperador Augus-
to, que, para sorpresa de todos, todavía
conservaba el color en alguna de sus
partes. Diez días después encontraron
unas suntuosas estancias subterráneas,
ricamente decoradas con escenas de jar-
dín. Además, rescataron numerosos ob-
jetos de mármol, fragmentos de estatuas
ejemplo, aunque las habitaciones subte-
rráneas fueron protegidas para preservar
los frescos, estuvieron a punto de desa-
parecer en 1944, durante los bombardeos
de la Segunda Guerra Mundial. En su
interior se refugiaron durante un tiempo
las tropas alemanas. A la amenaza an-
trópica, pronto se sumó la humedad. Tras
varias décadas en riesgo, en 1951, las
autoridades decidieron extraer las pin-
turas y depositarlas en el Museo Nacional
Romano, donde hoy se exponen.
Desde 1970, la Superintendencia Arqueo-
lógica de Roma ha realizado varias exca-
vaciones en el lugar, que han propiciado
el hallazgo de distintas zonas residencia-
les de la villa. En 1996, el Instituto Sueco
de Roma, junto a la Superintendencia,
18 • HISTORIA Y VIDA

arqueología
Una de las
¿Por qué es la pinturas
murales sobre
Villa de Livia? jardinería
hallada en el
conjunto, hoy
expuesta en el
Museo
Nacional
Romano.

Aunque no hay evidencia direc-

ta de que este sea el lugar indicado
por Plinio, existe consenso sobre la
adscripción de la villa a Livia. En
1837, el arqueólogo italiano Anto-
nio Nibby (sobre estas líneas) iden-
tificó similitudes entre sus técnicas
constructivas y el mausoleo de Au-
gusto. Además, las excavaciones de
1863 encontraron cañerías de plo-
mo de la época de Tiberio.

La técnica de las pinturas, por su

parte, ha sido relacionada con otros
monumentos imperiales de época
augustea, como el Ara Pacis. En es-
te sentido, las excavaciones de fina-
les del siglo pasado descubrieron
que uno de los componentes utiliza-
dos en la ejecución de los frescos
fue el alabastro, en lugar del már-
mol, como en la casa de Livia en el
Palatino o la Villa Farnesina. Por to-
do ello, los investigadores coinciden
en atribuir esta residencia a la pri-
mera emperatriz que vio Roma.
inició un proyecto para investigar los jar-
dines y territorios circundantes. En este
sentido, una prospección geofísica reali-
zada por la Universidad de Uppsala, en
1999, aportó nuevos datos sobre la orga-
nización espacial del conjunto.
Una residencia suburbana
Su localización y distribución arquitec-
tónica han llevado a los investigadores a
clasificarla como una villa suburbana con
una finalidad meramente residencial, al
menos, en función de las estructuras ex-
cavadas. No obstante, las prospecciones
de finales del pasado siglo sugieren que,
al norte del complejo, pudo haber una
superficie dedicada a funciones produc-
tivas, aún por excavar. Esto tiene sentido
si consideramos que los terrenos sobre
los que se asienta pertenecían, probable-
mente, al padre de Livia, y acogieron, en
épocas anteriores, otros edificios.
El acceso se realizaba a través de una pe-
queña calzada, que ascendía desde la vía
Flaminia y conducía a un vestíbulo exte-
rior. Una vez dentro, un atrio y un peris-
tilo servían de espacios para distribuir el
resto de las estancias. Las termas ocupa-
ban el área noroccidental entre ambos,
mientras que, en el extremo suroriental
del atrio, se abría un pequeño jardín y
dos estancias que han sido interpretadas
como cubicula. Un triclinio y una zona
subterránea completaban el conjunto.
Incluir
jardines en las
mansiones
era un lujo
al alcance de
muy pocos
La villa tuvo, al menos, cuatro jardines.
Los más modestos se localizaban en el
peristilo y en el espacio abierto del nin-
feo, en el complejo termal, donde, tal vez,
existieron plantas para adornar el am-
biente. Al sur del atrio, otro pequeño
jardín, con vistas al valle del Tíber, servía
de núcleo de distribución a una zona más
privada de la villa. Las excavaciones des-
cubrieron numerosos recipientes cerá-
micos, a modo de macetas, y evidencia-

Lujo
en Prima
Porta
1 Vía de
acceso
2 Atrio
3 Patio interior
y cubicula
4 Sector
termal
5 Peristilo
6
6 Complejo
subterráneo
7 Gran patio
exterior
porticado
ron, además, la plantación de pequeños
árboles y plantas decorativas.
El más monumental de los jardines re-
frescaba la parte noreste del complejo.
Un gran espacio abierto, porticado en tres
de sus lados –con unas ciento cincuenta
columnas–, servía de mirador sobre el
que se divisaba todo el valle. Estos espa-
cios nos permiten comprender la impor-
tancia que la naturaleza tenía para la más
selecta élite. Incluir grandes jardines en
las mansiones urbanas era un lujo al al-
cance de no muchas personas. Fuera de
la ciudad, esta combinación de arquitec-
tura y naturaleza aumentaba; las villas
eran una demostración de la ostentación
y el poder de sus propietarios.
Un jardín imaginado
Una vez lograda la conjunción de natu-
raleza y arquitectura, los jardines pasaban
a tomar protagonismo también en la de-
coración de las paredes. Así, infinitos
paisajes imaginarios daban perspectivas
de profundidad y luz a cualquier ambien-
te, tal y como observamos en infinidad
de pinturas. En este caso, la Villa de Livia
nos ha legado uno de los mejores ejemplos
conocidos en el mundo romano.
1
4
2
5
3
En el complejo subterráneo de la residen-
cia, al suroeste, se halló uno de los dos
grandes tesoros de la villa. Se cree que
las tres habitaciones formaban parte de
un complejo que permitiría reposar con
una temperatura perfecta en los días más
calurosos del verano, debido a su posición.
En concreto, la gran estancia decorada
con pinturas de jardín pudo ser un tricli-
nio estival, hipótesis que refuerza el canal
de desagüe tras uno de los muros de la
estancia, que apunta a la existencia de
una fuente en el centro de la misma.
Las pinturas que decoraban la totalidad
del espacio siguen el segundo estilo pom-
peyano y presentan especies en tamaño
real, en línea con las pinturas dionisíacas
de la Villa de los Misterios, en Pompeya.
El catálogo de especies representadas
asciende a noventa y tres: veinticuatro
tipos de plantas y árboles –entre los que
destacan laureles, granados, melocoto-
neros y almendros–, además de sesenta
y nueve tipos de aves. Todas ellas apare-
cen ordenadas de manera continuada a
lo largo de las cuatro paredes de la estan-
cia, interrumpidas solo por dos balaus-
tradas o barandillas, que organizan el
espacio y dan profundidad al ambiente.
HISTORIA Y VIDA • 19
RESIDENCIA CON VISTAS
7
0 15 m
Abandono y renacimiento
La villa se usó hasta inicios del siglo v. Se
cree que fue abandonada después del sa-
queo de Roma de 410. Tras dicho suceso,
muchos de sus restos permanecieron a
la intemperie, sufriendo los estragos del
tiempo y de los visitantes que se cobijaron
en sus ruinas. En torno al siglo xvi, algu-
nos autores localizaron los restos descri-
tos por Plinio. Fue cuestión de tiempo que
este lugar se sumara a la moda anticua-
ria asociada a los viajes europeos, y que,
fruto de un interés meramente artístico,
se excavara, en este caso, bajo la promo-
ción de un conde italiano. ɿ
Para saber más...
ENSAYO
CALCI, C. Y MESSINEO, G. La villa di Livia
a Prima Porta. Roma: De Luca Editori,
1984. En italiano.
MASSIMO, GAETANO (ED.). Ad Gallinas
Albas. Villa di Livia. Roma: L’Erma di
Bretschneider, 2001. En italiano.
ARTÍCULO
CARRARA, MATILDE. “La Villa di Livia a
Prima Porta da praedium suburbanum a
villa Caesarum”. En italiano.
https://cutt.ly/rH2T71E
dossier

CRU Z A DA
EN TR E
ER M A NOS
H p ero C on s t a n tin o p la
a e l o b je ti vo , za d o s ,
e r
Jerusalén o en el camino de los capital c ru
se in terp u s ñ a ro n c o n la
2 0 4 , s e e n s a r u z a d a
que, e n 1 . L a c u ar ta c
e r io b iz a n ti n o a c ris tia n os .
del Imp tia no s co n t r
tó , a sí, a cr is
enfren
R T Í N G O N Z Á LE Z
DAVI D M A

E N E C I A N O
M O D E L V
P. 22 -E L T I N S T A N T I N O PL A
U E O D E C O
S A Q
P. 32 -EL
22 • HISTORIA Y VIDA

dossier

EL TIMO DEL
El papa Inocencio III movilizó a sus huestes para
recuperar Tierra Santa en una nueva cruzada, la
FXDUWD3HURDOHPDQHV\YHQHFLDQRVPRGLÀFDURQ
el rumbo de la campaña y se centraron en
Constantinopla, la capital del Imperio bizantino.
DAVID MARTÍN GONZÁLEZ
PERIODISTA
 HISTORIA Y VIDA • 23

CRUZADOS CONTRA CRISTIANOS

VENECIANO
24 • HISTORIA Y VIDA

dossier

Q
uizá esta historia jamás ha-
bría sido contada si a los
pueblos del Turquestán no
se les hubiera acabado la
hierba. Pero desaparecie-
ron los pastos, y, sin alimento para su ga-
nado, las gentes que habitaban aquella
zona de Asia central se vieron obligadas
a migrar. Esos desplazamientos, a través
de los siglos, propiciaron que un pueblo
turco, el selyúcida, acabase chocando, tras
convertirse al islam, con el Imperio bi-
zantino. Y uno de esos choques se produjo
en 1071 en Manzikert, en la actual Tur-
quía, concluyendo con una estrepitosa
derrota de Bizancio que desencadenaría
un cataclismo sin precedentes.
Y es que Manzikert sería una llamada de
atención a los reinos cristianos. Una aler-
ta sobre ese peligro musulmán que se
acercaba demasiado. El detonante de un
proceso complejo, que no puede explicar
una sola derrota, conocido como las cru-
zadas. Un fenómeno que mezcló fe, am-
bición, demografía y barbarie, y que
convirtió Jerusalén en el centro de un
conflicto entre cristianismo e islam, cuyos
ecos aún perduran. Curiosamente, una
de las víctimas de las cruzadas iba a ser
ese Imperio bizantino que había sucum-
bido ante los musulmanes en Manzikert
y en cuya ayuda, tras este episodio, se
lanzaron los cristianos occidentales con
una operación militar internacional sin
precedentes. Una ayuda poco cordial.
La primera consecuencia de la derrota
de Manzikert fue que los bizantinos, al
retirarse, dejaron la puerta abierta de
Anatolia, que hasta entonces había sido
su principal granero, tanto alimenticio
como militar. Y los selyúcidas no desa-
provecharon la oportunidad para que-
darse con aquel rico territorio. Ante aquel
avance, el miedo se apoderó de Cons-
tantinopla, que hizo un llamamiento a
Occidente para que echase una mano
contra el poderío musulmán.
El hermano cristiano de Occidente, se-
parado de los bizantinos tras un cisma
reciente, empezó a resultar molesto ya
durante la primera cruzada. En el invier-
no de 1096 a 1097, por ejemplo, Godo-
fredo de Bouillón, uno de los líderes más
destacados de la operación, se negó a
honrar al emperador Alejo I. Como res-
puesta, el bizantino rodeó el campamen-
 HISTORIA Y VIDA • 25

CRUZADOS CONTRA CRISTIANOS

A la izqda.,
Godofredo de
Bouillón, uno de
los adalides
de la primera
cruzada.

A la dcha., un
manuscrito
iluminado
francés, del
siglo XIV, sobre
las hazañas
de Godofredo
y otros héroes.

En la pág.
anterior, los
cruzados en
Constantinopla
en 1204, por
Doménico
Tintoretto

La curia minio de Constantinopla, y, en 1189, las

tropas de Federico Barbarroja se enfren-
romana tuvo taron nuevamente con los bizantinos,
llegando a derrotar a su armada.
mucho que Algo de roce
ver con la cri- Más allá de conflictos militares concretos,
eran unos cismáticos, decía, “peores que
sarracenos”, según recogió en sus escritos
Roger de Wendover en el siglo xiii.
Por otra parte, existía un factor econó-
mico que también contribuyó a enrarecer
las relaciones. Durante varios siglos, los
caballeros occidentales trabajaron a suel-

minalización las relaciones entre Occidente y Bizancio

de Bizancio
to cruzado con su caballería pechenega,
derrotando a los occidentales en una es-
caramuza. Tras firmar la paz, Alejo se
apresuró a trasladar a los cruzados al otro
lado del Cuerno de Oro para que prosi-
guieran su viaje a Jerusalén, alegrándo-
se de que aquellos visitantes, tan aficio-
nados al saqueo, se alejasen de sus tierras.
Años después, en 1147, un nuevo grupo
de cruzados, en este caso alemanes, en-
tabló una pugna con Bizancio por el do-
se vieron contaminadas por una corrien-
te de pensamiento muy extendida. Tras
la exitosa toma de Jerusalén durante
la primera cruzada, la ciudad caería de
nuevo en manos musulmanas en 1187,
gracias al liderazgo de Saladino. En Oc-
cidente necesitaban un culpable para
justificar la vergüenza tanto de haber
perdido la ciudad como de todo lo que se
perdió después. Y los bizantinos parecían
el chivo expiatorio perfecto.
La curia romana tuvo mucho que ver con
esta criminalización de Bizancio. Duran-
te el siglo xii no cesó de alimentar la ani-
madversión religiosa contra el Imperio;
do del Imperio como mercenarios, y, a
menudo, estimulados por los griegos,
accedían a la familia imperial de forma
adoptiva. Esto hizo que muchos occiden-
tales se acabaran encaprichando de las
riquezas bizantinas y creciera entre las
élites la idea de apoderarse de Constan-
tinopla para lucrarse. Así que el caldo de
cultivo estaba en su punto cuando Ino-
cencio III se convirtió en papa y decidió,
otra vez, que había que recuperar Tierra
Santa de manos de los infieles.
La cuarta cruzada
En 1198, Inocencio III, sentado en el tro-
no de San Pedro, manifestó su interés
26 • HISTORIA Y VIDA

dossier
1204: la primera caída de Constantinopla
La expedición predicada por el papa Inocencio III convulsionó a Europa a caballo de los
siglos XII y XIII y consumió al Imperio bizantino hasta su desaparición en 1453

SACRO IMPERIO
HUNGRÍA
G E R M Á N I CO
Jersón REINO DE
Trieste REINO DE
Venecia Belgrado GEORGIA
RE

RUMANIA MAR NEGRO

P.

Zadar Danubio Trebisonda Menzikert

D

VE
E

Búlgaros (1071)
ESTADOS NE Ragusa I
CI M
PONTIFICIOS A P IMPERIO TURCO
E Constantinopla
Roma SELYÚCIDA
Durazzo R I Nicea
O
Nápoles B
IZ A n a t o l i a EDESA
Cerdeña REINO AN
Corfú TI ARMENIA
NO
DE Croton
Palermo Atenas ANTIOQUÍA
SI CI L I A Peloponeso
Modon TRÍPOLI
CHIPRE
Malta SIRIA
Creta Acre

MAR MEDITERRÁNEO Jerusalén

REINO DE
JERUSALÉN

Cuarta cruzada E G I P TO
0 200 km

en poner en marcha la cuarta cruzada.
El nuevo papa consideraba que una ope-
ración militar paneuropea contribuiría
a lograr un sueño clásico del papado: una
unión de cristianos, que, al final, aca-
barían aglutinando sus reinos bajo el
mando de Roma. Para poner en marcha
la cruzada, Inocencio III lanzó una agre-
siva campaña fiscal, ordenando a sus
huestes sacerdotales que no escatimasen
esfuerzos para conseguir ingresar am-
plios fondos. En paralelo, emprendió una
intensa labor diplomática, de la que hizo
partícipe al emperador de Bizancio, Ale-
jo III, si bien, al mismo tiempo, según el
historiador Mijaíl Zaborov, los mensajes
papales habrían incluido alguna ame-
naza velada. “Si no echas una mano,
Occidente podría intervenir sobre tu im-
perio”, habría venido a decirle.
Para el papa, los más problemáticos eran
los reyes católicos, así que intentó lograr
una tregua entre Ricardo I de Inglaterra,
Corazón de León, a quien le quedaba po-
co de vida, y el francés Felipe II. Después
lanzó a sus predicadores por Europa pa-
ra llegar a los corazones de los campesi-
nos, que, en general, se mantuvieron al
margen de una guerra que poco les be-
neficiaba, para, posteriormente, tratar
de convencer a los nobles, entre quienes
iba a encontrar un buen caladero.
El torneo de la verdad
La historia oficial cuenta cómo, en no-
viembre de 1199, el conde Tribaldo de
Champagne organizó un torneo. Sus ami-
gos de alta alcurnia fueron invitados, y,
tras las justas, salió a colación el tema de
las cruzadas. Fuera casualidad o cálculo,
cerca de allí se encontraba el predicador
Fulco de Neully, un individuo que hacía
milagros sabiendo “muy bien a quién,
cuándo y qué tenía que curar”, en palabras
de Zaborov. El otro don de Fulco debía
de ser la elocuencia, pues sus palabras
encandilaron a su noble audiencia, y la
mayoría de los presentes en el torneo hi-
cieron el voto de abrazar la cruz.
Pero más allá de las bondades de esta
historia, muchos nobles franceses tenían
razones de mayor peso que las religiosas
para emprender el viaje a Tierra Santa.
El hecho es que habían sido aliados de
Ricardo Corazón de León y temían re-
presalias de Felipe II. Si partían a la cru-
zada, la protección de sus bienes estaba
asegurada por ley. Así que vieron el acto
de tomar la cruz como una airosa salida
a su situación; además de salvar los mue-
bles, podían obtener algo de botín.
Tribaldo de Champagne fue aceptado
como jefe del movimiento, al que se fue-
ron uniendo gentes de otras tierras como
Balduino VI de Hainaut (Balduino IX,
conde de Flandes), su hermano Enrique,
Godofredo III de Perche o Simón IV de
Montfort junto a sus hermanos, así como
otros muchos señores menores, magnates
 HISTORIA Y VIDA • 27

CRUZADOS CONTRA CRISTIANOS

San Francis-
co ante el
papa
Inocencio III,
quien, en
1209, aprobó
la regla
franciscana,
que el de
Asís y sus
compañeros
le presenta-
ron en Roma,
según la obra
del pintor
Spinello
Aretino.

Los cruzados de Italia y gentes de Renania. La cosa

marchaba, así que, mientras se producía
Necesitaban barcos y no los tenían. Así
que contactaron con los venecianos, una
necesitaban el reclutamiento, se decidió el destino de
la expedición. No sería Jerusalén, sino
decisión que iba a ser determinante en el
desarrollo de la cuarta cruzada.
barcos, y con- Egipto, el lugar más vulnerable del Im-
perio sarraceno, según había opinado en
Mientras se establecían los primeros con-
tactos con Venecia y el papa hacía lo po-
tactaron con su día Ricardo Corazón de León. sible por mantener bajo control al ejérci-

Venecia para Los problemas crecen

to cristiano, en 1201 moría Tribaldo de
Champagne, a quien sucedió Bonifacio
conseguirlos La primera dificultad a la que hicieron
frente los cruzados fue llegar a Egipto.
de Montferrato, cuya casa tenía conexio-
nes con Oriente. Aquello iba a provocar
28 • HISTORIA Y VIDA
dossier
Más sabe el diablo por viejo
La astucia del anciano dogo Dandolo situó a Venecia en
el corazón de la conjura para conquistar Constantinopla
El historiador musulmán
Ibn al-Athir, contemporáneo del
dogo veneciano Enrico Dandolo (arri-
ba, coronando a Balduino I empera-
dor de Constantinopla), lo describía
así: “Un hombre muy anciano y ciego
que, cuando monta a caballo, nece-
sita un escudero que guíe su cabal-
gadura”. Quizá era ciego, sí, y se ha-
bía convertido en líder de Venecia a
los ochenta y cinco años, pero su bri-
llantez y energía fueron proverbiales.
En tiempos de la cuarta
cruzada, las relaciones de
Dandolo con Bizancio tenían ya mu-
cho recorrido. En 1171, los bizanti-
nos habían incautado los bienes de
los venecianos repartidos por su
imperio antes de encarcelarlos. En
respuesta, Venecia envió un ejérci-
to contra Constantinopla en el que
se encontraba el mismo Dandolo,
pero fracasó en su ataque.
Muchos historiadores
han sostenido que, en aque-
llas fechas, Dandolo fue cegado por
los bizantinos, pero hoy se cree que
una enfermedad fue la causa más
plausible de su ceguera.
Dandolo participó acti-
vamente en los años siguien-
tes en las relaciones diplomáticas
con los bizantinos, que no se lo pu-
sieron demasiado fácil, lo que propi-
ció que desarrollara hacia ellos un
odio casi tan grande como esas ar-
gucias que derrochó para colocar a
Venecia en una posición de poder
dentro de la cuarta cruzada.
La isla de Lido
se convirtió en
una trampa
para los
cruzados,
sometidos a
las cargas y
exigencias de
VXVDQÀWULRQHV
venecianos.
que el papa perdiese el mando sobre los
cruzados y los acercase a la órbita de Fe-
lipe de Suabia, rey de los alemanes y pri-
mo de Bonifacio. Tan buena era la relación
entre ambos que, tras ser ratificado en el
cargo, Bonifacio acudió al encuentro de
Felipe para pasar con él el invierno.
Felipe de Suabia era uno de esos monar-
cas interesados en Oriente. Pero, sobre
todo, en Bizancio, imperio que detestaba.
Su hermano, Enrique VI, había conquis-
tado Sicilia, y entre los prisioneros se
hallaba la viuda del heredero siciliano,
Irene Angelina. Parece que el flechazo
entre Felipe e Irene fue instantáneo: se
amaron con pasión y se casaron en 1197.
El problema es que Irene era, a su vez,
hija de un emperador bizantino caído,
Isaac el Ángel, derrocado y cegado por
su hermano. Este, Alejo III, también ha-
bía encerrado al hijo de Isaac, su sobrino
y tocayo Alejo, poco antes de que la cuar-
ta cruzada echara a andar.

Alejo, hijo de Isaac, consiguió fugarse y
llegar hasta su hermana Irene. Allí, en la
corte de Felipe, se lo encontró Bonifacio
de Montferrato. Las maquinaciones arran-
caron de inmediato. Felipe y Bonifacio
acordaron que la cruzada era una excusa
inmejorable para poner en el trono al cu-
ñado Alejo. Si antes aceptaba convertir-
se en rey cliente de Felipe, claro.
Los transportistas
Mientras tanto, los contactos con los ve-
necianos siguieron su curso. Los cruzados
acabaron cerrando un acuerdo con Ve-
necia, según el cual pagarían ochenta y
cinco mil marcos de plata a cambio de
que cuatro mil quinientos caballeros con
sus monturas, nueve mil escuderos y vein-
te mil infantes fueran transportados y
avituallados durante un año. Además,
Venecia aportaría una flota de protección
de cincuenta galeras de guerra y recibiría
la mitad de las conquistas cruzadas.
Aquel fue “el más famoso y notorio de los
contratos de transporte de la historia de
Europa”, según el historiador Christopher
Tyerman. Y es que, aunque en el acuerdo
con Venecia no había letra pequeña, en
la práctica la tenía en abundancia. Porque
los venecianos no tenían pensado llevar
aquel tremendo ejército a Egipto, ni as-
piraban a ingresar en sus arcas el dinero
prometido por los cruzados, al menos, si
debía salir del ejército occidental.
Venecia tenía, en definitiva, su propia
agenda. Durante mucho tiempo había
disfrutado de privilegios comerciales
entre los bizantinos, pero aquella paz
capitalista se había roto. Incluso en fechas
tan recientes como el año 1182, los suyos
habían sufrido un exterminio en las ca-
lles de la capital del Imperio bizantino,
el episodio conocido como “baño de Cons-
tantinopla”, en el que una rebelión po-
pular contra los extranjeros acabó con
la vida de numerosos venecianos. Ade-
HISTORIA Y VIDA • 29
CRUZADOS CONTRA CRISTIANOS
más, en los últimos años, Venecia estaba
perdiendo los privilegios que había con-
seguido recuperar, así que la república
miraba con recelo a los bizantinos.
Con quien sí mantenían buenas relaciones
los venecianos era con Egipto. En 1202,
coincidiendo con la operación cruzada,
el virrey de Egipto, Al Kamel, visitó Ve-
necia para lanzar una propuesta. Garan-
tizaría a sus mercaderes el acceso a los
puertos del Nilo y les daría protección en
la zona. Los venecianos, que ya habían
firmado el trato con los cruzados, se lo
ocultaron a Al Kamel. Pero, pragmáticos
como eran, decidieron empezar a mani-
pular la cruzada en beneficio propio.
Presión irresistible
En aquel mismo año, los venecianos con-
vocaron a sus clientes cruzados en la isla
de Lido, con la excusa de que desde allí
les sería fácil embarcar rumbo a Egipto.
Pero el hecho de que el lugar de reunión
30 • HISTORIA Y VIDA
dossier
La espada de Ehud
Los promotores de la cruzada no dudaron en tirar
de retórica bíblica para enardecer a las masas
Para conseguir carne de
cañón que engrosara las filas
cruzadas, el papa Inocencio III re-
currió a sus predicadores y sacer-
dotes repartidos por Europa. En
aquellos tiempos, una de las for-
mas de conseguir movilizar a la
ciudadanía era recurrir a la épica
de las historias bíblicas.
Así, gentes como Jacobo
de Vitry –mecenas y predica-
dor, que acabaría siendo obispo de
Acre y cardenal–, antes de la cuarta
cruzada, hacia 1192, hicieron fa-
mosa una pregunta retórica que se
repetiría años más tarde para movi-
lizar a los cristianos: “¿Dónde está
la espada de doble filo de Ehud?”.
Hoy este nombre no nos
suena, pero en la Edad Media
era más conocido. Ehud fue un hé-
roe israelita que, estando los ju-
díos sometidos a Eglón, rey de
Moab, acudió a su encuentro ocul-
tando una espada, o probablemen-
te un puñal, de doble filo. Cuando
se vio ante Eglón, le dijo: “Tengo un
mensaje de Dios para ti”, y lo acu-
chilló (arriba, en un manuscrito de
mediados del siglo XIV).
Aquella historia, que re-
cuerda a alguna escena de El
padrino, sirvió durante las cruzadas
para alentar a los cristianos a to-
mar la espada y asesinar musul-
manes, los reyes Eglón de la época.
fuera una isla dejaba a los cruzados en
poder de los venecianos. La comida, la
leña, el forraje para los caballos o cual-
quier otra cosa que un cruzado necesitara
tenía que traerla una embarcación vene-
ciana. Y, naturalmente, sus anfitriones
cobraban por los suministros, así que,
cuando el dinero escaseó, los cruzados
más pobres murieron de hambre.
Además, mientras el Ejército se congre-
gaba, se dio otra circunstancia que los
venecianos ya habían calculado. Los cru-
zados no pudieron reunir la suma acor-
dada para viajar hasta Egipto, así que los
venecianos, aparte de negarse a cumplir
con el programa previsto, dejaron de en-
viar alimentos a Lido por orden del viejo
dogo Dandolo, el máximo dirigente de la
república, como medida de presión.
Ante la desesperada situación, Venecia
dejó, sin embargo, una puerta abierta, y
ofreció a los cruzados la posibilidad de
saldar sus deudas atacando Zadar (anti-
guamente, Zara), en Dalmacia, ciudad
que, por entonces, pertenecía a Hungría,
pero que los venecianos ambicionaban.
Los cruzados, que veían aquel objetivo
como cercano y asumible, aceptaron sin
complejos, pese a que el papa, al ente-
rarse, los amenazó con la excomunión
por marchar contra cristianos. Zadar
tardó poco en caer, y, tras el saqueo co-
rrespondiente y la entrega a los venecia-
nos, los cruzados acamparon allí hasta
que aparecieron los representantes de
Felipe de Suabia y su cuñado Alejo para
complicar aún más las cosas.
Destino final
Los mensajeros de Alemania traían una
propuesta que el líder de los cruzados,
Bonifacio, conocía de sobra. Ya que el
Ejército estaba reunido en Zadar, ¿por
qué no marchar contra Constantinopla?
A cambio de colocar a Alejo, hijo de Isaac,
en el trono bizantino, este sacaría del te-
soro del Imperio dinero para pagar a Ve-
necia, llenar las alforjas cruzadas de pro-
visiones para tomar Egipto y, de paso,
equipar a diez mil soldados que partici-
parían activamente en la lucha contra los
sarracenos. Un trato que, probablemente,
hizo brillar los ojos de los cruzados y al
que se añadió una guinda final: la con-
quista de Constantinopla para Alejo im-
plicaría someter la Iglesia oriental a Roma.
 HISTORIA Y VIDA • 31

CRUZADOS CONTRA CRISTIANOS

Enrico Dandolo y los cruzados Inocencio III

en el sitio de Zadar, o Zara, en
1202, óleo en el Palacio Ducal. ordenó que
no se atacara
a sus correli-
gionarios de
Bizancio
Los primeros en frotarse las manos ante
el nuevo escenario fueron los venecianos.
Para ellos suponía recibir dinero contan-
te y sonante, humillar a los griegos y con-
seguir beneficios bajo el nuevo gobier-
no. Quedaba el fleco de Egipto, pero, en
aquellos días, ese constituía un problema
para los venecianos del futuro. Entre los
cruzados, salvo algún disidente que de-
cidió marchar por su cuenta a Tierra San-
ta, la mayoría acogió bien el plan. Al fin
y al cabo, en palabras del historiador bri-
tánico Steven Runciman, “el cruzado
medio estaba hecho a la idea de conside-
rar Bizancio como traidor constante a la
cristiandad”. Y el botín que se adivinaba
era, además, bastante generoso.
El papa empezó a asustarse. Por un lado,
los bizantinos no eran santo de su devo-
ción, y poner su Iglesia bajo su mando era
un beneficio aparente para Roma. Por
otro, el plan cruzado implicaba agredir
nuevamente a cristianos, no le gustaba
Alejo y temía los ardides venecianos. Así
que ordenó que no se atacara a correli-
gionarios, por muy cismáticos que fueran.
Para muchos, su orden resultó algo tibia.
Durante siglos, los historiadores han ten-
dido a creer que Inocencio III aprobaba
el ataque contra Bizancio. De cualquier
modo, poco importaban las apetencias
papales. El 23 de abril de 1203, Alejo lle-
gó al campamento de los cruzados y mar-
chó con ellos contra Constantinopla, an-
te cuyos muros llegaron el día 25 de junio.
La ciudad estaba sentenciada. ɿ

Para saber más...

ENSAYO
RUNCIMAN, STEVEN. La caída de Cons-
tantinopla, 1453. Madrid: Reino de Re-
donda, 2016.
TYERMAN, CHRISTOPHER. Las guerras de
Dios. Barcelona: Crítica, 2010.
32 • HISTORIA Y VIDA

dossier

EL SAQUEO DE
CONSTANTINOPLA
Tomar Constantinopla fue coser
y cantar, pero, cuando los cruzados
quisieron cobrarse las facturas,
empezaron los problemas. En 1204,
la ciudad se convirtió en un matadero.
DAVID MARTÍN GONZÁLEZ
PERIODISTA
 HISTORIA Y VIDA • 33

CRUZADOS CONTRA CRISTIANOS

34 • HISTORIA Y VIDA

dossier

R
Alejo IV fue
eparar veinte barcos a los
coronado
que devoraba la carcoma. emperador
Esa fue la única orden que junto con su
dio el emperador bizantino padre, Isaac II,
Alejo III cuando vio que los en 1203; solo
cruzados se le echaban encima. Aquel unos meses
ejemplo de indolencia iba a condenar su después sería
depuesto y
reinado, si bien es cierto que tampoco asesinado.
contaba con muchos apoyos dentro de
las murallas de Constantinopla. Para En la pág.
entonces, Bizancio era un imperio de- anterior,
pendiente, en gran medida, de tropa Entrada de los
mercenaria, entre la que reinaba el des- cruzados en
Constantinopla,
contento. Además, Alejo III no era pre-
obra de Eugène
cisamente un hombre carismático, ni un Delacroix
líder esforzado que pudiera alentar a los en el Museo
suyos a una resistencia suicida contra del Louvre.
unos cruzados bastante más motivados
y bien pertrechados para la guerra.
Los cruzados llegaron ante Constanti-
nopla, lanzaron algunos ataques rápidos
y poco exitosos y se concentraron, final-
mente, al otro lado del Cuerno de Oro,
donde encontraron poca resistencia.
Desde aquella posición, no les costó de-
masiado romper la cadena que impedía
el acceso de los barcos al puerto, tras lo
cual introdujeron en él la flota. Pese a
que la resistencia bizantina no se carac-
terizó, precisamente, por su bravura, lo
de los cruzados no fue tampoco un paseo
militar. En Constantinopla nadie los re-

Los nuevos empera-

dores agasajaron a los
líderes cruzados
cibió con los brazos abiertos, aunque eso
era lo que había prometido el hijo del
encarcelado Isaac el Ángel.
Aun así, tras aumentar la presión, la de-
fensa bizantina acabó por derrumbarse,
y los cruzados tomaron la ciudad. Una de
las primeras cosas que hicieron fue bus-
car al ciego Isaac y entronizarlo junto a
su hijo, que pasó a llamarse Alejo IV. Eso
sí, no sin antes obligarlos a jurar que lo
pactado en Zara iba a cumplirse. Los nue-
vos emperadores se avinieron a ello, pe-
ro entre sus palabras y lo que realmente
podían hacer mediaba un trecho impor-
tante. Y es que Alejo III, su predecesor,
había escapado de la ciudad acompañado
de su hija predilecta y, según la leyenda,
de una bolsa de piedras preciosas. Bien
porque el emperador saliente había sa-
queado el tesoro, bien porque la leyenda
estaba equivocada y ya lo había dilapida-
do durante su mal gobierno, en Constan-
tinopla quedaba poco dinero para hacer
frente al compromiso con los cruzados.
Los nuevos emperadores agasajaron a
los líderes cruzados y les entregaron nu-
merosos regalos, conscientes de que de-
pendían de ellos para mantenerse en el
poder. Pero olvidaron que los venecianos
también existían. Y estos seguían espe-
rando que les pagaran la factura por el
transporte del Ejército, como recordó el
dogo Dandolo al emperador, a quien
amenazó diciendo que, si los cruzados
“le habían sacado del barro”, bien podían
“meterlo de nuevo en él”.
Para acallar las peticiones de la república,
Alejo IV sangró a los bizantinos a base de

impuestos y confiscó los objetos de plata
de las iglesias, lo que, aparte de aumentar
el malestar de la población, acabó por
distanciarlo de su padre, Isaac, que aban-
donó el mando de Bizancio para refugiar-
se en la astrología y en la siembra de ru-
mores sobre su propio hijo, a quien tachó
de homosexual sadomasoquista.
Y, en paralelo al problema económico,
surgieron los roces religiosos entre cris-
tianos occidentales y orientales.
El tercer Alejo
Alejo IV se había comprometido a que
Bizancio se sometería a Roma, pero el
clero nativo no estaba muy por la labor,
lo que fue muy mal visto por los cruzados.
Además, estos se paseaban por las calles
de Constantinopla borrachos, cometien-
do todo tipo de tropelías, provocando
peleas y asaltando a los bizantinos. Lle-
garon al extremo de prender fuego a una
mezquita de mercaderes itinerantes, lo
HISTORIA Y VIDA • 35
CRUZADOS CONTRA CRISTIANOS
que, a su vez, generó un incendio que
devoró un barrio entero de la ciudad.
En aquel clima apareció en escena el
tercer Alejo de esta historia. Apodado
“Murzuphlus” (Murzufle en las fuentes
hispanas), que significaba cejijunto, era
yerno del desaparecido Alejo III, y fue
capaz de aglutinar a su alrededor a los
descontentos y a los nacionalistas bizan-
tinos con un programa político sencillo:
expulsar a los cruzados y convertirse en
emperador. Murzuphlus logró, a princi-
pios de 1204, avivar un tumulto en la
ciudad para derrocar a Alejo IV, pero no
salió tal como había previsto. Los rebel-
des no llegaron muy lejos, más allá de
destruir durante su alzamiento la míti-
ca estatua de Atenea esculpida por Fidias
que decoraba la ciudad.
El segundo golpe, en febrero de 1204,
tuvo más éxito. Aprovechando que una
delegación cruzada se personó ante el
emperador para presionarlo y exigir el
dinero prometido, los rebeldes cargaron
contra los delegados y declararon de-
puesto a Alejo IV, entronizando a Mur-
zuphlus como Alejo V. Por el camino, su
predecesor fue encerrado en una maz-
morra y estrangulado, mientras que su
padre Isaac murió por “malos tratos bien
calculados”, como narró Steven Runci-
man en Historia de las cruzadas.
Alejo V tenía el poder. Ahora solo debía
mantenerlo. Y para eso tenía que derrotar
a los cruzados, que interpretaron, correc-
tamente, que aquel levantamiento tam-
bién iba dirigido contra ellos. Los líderes
occidentales se reunieron en su campa-
mento, situado al otro lado del Cuerno
de Oro, y debatieron sobre el siguiente
paso que dar. Había pocas dudas. Los ve-
necianos, que, entre otras cosas, querían
alejar a los cruzados de una campaña
contra Egipto, llevaban ya tiempo insis-
tiendo en la idea de tomar la ciudad y
colocar en el trono de Bizancio a un oc-
cidental. Aquella posibilidad era compar-
tida por la gran mayoría del Ejército.
Se desata el horror
El 6 de abril llegó el primer ataque cru-
zado. Se pudo frenar, pero un segundo
intento, seis días más tarde, triunfó. Los
cruzados consiguieron abrir una brecha
en los muros justo cuando, en el interior
de la ciudad, estallaba un incendio. Es
36 • HISTORIA Y VIDA
dossier
Huesos de
santos para
todo el mundo
El tráfico de reliquias
expoliadas durante la
cuarta cruzada se tradujo
en un negocio redondo
Dentro del botín obtenido
por los cruzados en el saqueo de
Constantinopla, destacan las nu-
merosas reliquias robadas, en cuya
sustracción tuvieron especial prota-
gonismo ciertos clérigos.
El más notable fue el abad
Martín Litz, que, al frente de una
banda de caballeros, saqueó el
monasterio del Pantocrátor, y a
quien el monje cisterciense Gün-
ther de Pairis, cronista de Alsacia,
describe como alguien que “roba-
ba a dos manos”. Otro individuo
también señalado entre los ladro-
nes del clero fue el obispo Conrado
de Halberstadt, quien, en 1205,
salió rumbo a Turingia junto con un
carro abarrotado de reliquias.
La consecuencia de que los
reinos católicos se vieran inunda-
dos de restos de santos y objetos
relacionados con Cristo no se hizo
esperar. Por ejemplo, el monaste-
rio cluniacense de Bromholm, en
Norfolk, al este de Inglaterra, se hi-
zo de oro tras conseguir nada me-
nos que una astilla de la Vera Cruz.
Y como este, otros muchos tem-
plos vieron incrementadas las re-
caudaciones de sus cepillos gra-
cias a los peregrinos que acudían
a venerar los objetos sagrados.
Además, se levantaron edifi-
cios para albergar las reliquias, lo
que aumentó el empleo entre los
obreros y artesanos locales. Quizá
esto y los monumentos que se
construyeron fue lo único positivo
de la cuarta cruzada.
probable que no fuera fortuito y que las Coronación
llamas las provocara, a modo de distrac- en Santa Sofía
de Balduino I
ción, un grupo de occidentales oculto
entre los muros de Constantinopla.
de Constanti-
nopla, primer
Los cruzados desbordaron las calles de rey del Imperio
la ciudad. Entraron como un torrente de latino, o
furia, deseosos de sangre y botín, mien- Romania, por
tras Alejo V y numerosos nobles lograban el dogo Enrico
Dandolo,
escapar de la terrible matanza. Sin focos
el 16 de mayo
de resistencia notables, los cruzados,
enardecidos, se dieron a un infernal go-
de 1204.
ce. Avanzaron por Constantinopla reven-
tando las puertas de las casas, destrozan-
do los muebles, corriendo por las calles
espada en mano y deteniéndose solo pa-
ra “asesinar, violar o abrir las bodegas de
vino”, como detalla Runciman.
No vacilaron ni ante las puertas de los
templos, que saquearon, asesinando a los
sacerdotes que imploraban clemencia,
destripando los conventos y violando a
cada monja que se cruzó en su camino.
Ni siquiera la grandiosa Santa Sofía los
detuvo. Entraron en ella borrachos, arran-
caron las sedas de sus paredes, arram-
blaron con todo lo que brillaba, hicieron
pedazos su gran iconostasio de plata y
sentaron en el trono del patriarca a una
prostituta francesa, a la que ordenaron
cantar melodías obscenas.
Durante tres días, hombres, mujeres y
niños agonizaron en cada rincón. Cons-
Sin resistencia, los
cruzados se dieron
a un infernal goce
tantinopla “no era más que un matadero”,
como consignó el historiador de la época
Nicetas Choniates, quien se manifestaba
en su relato incapaz de “concluir la des-
cripción de todo lo que hicieron esas gen-
tes impías”. Un testigo ruso de aquellas
atrocidades dejó un curioso relato titu-
lado Sobre la toma de Zargrado por los
fragios. Los fragios, que para los rusos
eran los venecianos, parecían ser para el
autor los verdaderos artífices de aquella
destrucción, a su juicio incalculable, pues
los cruzados no solo saquearon Constan-
tinopla, sino también las iglesias de las
afueras, “sin que podamos hablar de su
número ni de su extraordinaria belleza”.
 HISTORIA Y VIDA • 37

CRUZADOS CONTRA CRISTIANOS

Muchas obras de arte también sucumbie-

ron, bien porque fueron directamente
quemadas, bien porque las despedazaron
para fundirlas. Pero, culturalmente, el
mayor daño se perpetró cuando prendie-
ron fuego a la célebre biblioteca de Cons-
tantinopla. Saber lo que la humanidad
perdió en esas salas es imposible.
Si a alguien tenemos que agradecer que
parte del patrimonio cultural de Bizancio
se salvara, pese a todo y pese a tanto, es
a los venecianos. Ellos, siempre más lis-
tos que la turba cruzada, salvaron lo que
pudieron, plenamente conscientes de su
valor. Entre lo que lograron apartar de
la destrucción estuvo la cuadriga de bron-
ce del escultor Lisipo, de la época de Ale-
jandro Magno. Los caballos de esta obra
todavía pueden contemplarse en el mu-
seo de la basílica de San Marcos.

Repartiendo el botín
Tras la furia inicial, los jefes cruzados
pusieron orden en Constantinopla. No
tanto porque les importara la vida de los
bizantinos, sino para requisar lo robado.
De hecho, las crueldades contra los ciu-
dadanos no solo no disminuyeron, sino
que se incrementaron. Los cruzados pu-
sieron en marcha una operación para
encontrar hasta la última moneda que
permaneciera oculta en la ciudad, y, pa-
ra ello, sometieron a tortura a todo aquel
sospechoso de saber dónde había algo de
valor. Christopher Tyerman, recurriendo
a las fuentes que hablan del tesoro obte-
nido durante el saqueo de Constantinopla,
ha calculado que podría haber servido
para financiar todos los gastos de un Es-
tado europeo durante una década.
Cuando los cruzados tuvieron claro que
no había mucho más que rascar en Cons-
tantinopla, repartieron el botín, el terri-
torio del Imperio bizantino y los cargos
dentro del mismo. Nombraron también
un nuevo emperador, que resultó ser Bal-
duino I (IX conde de Flandes y VI de Hai-
naut), mientras que un veneciano, Tomás
Morosini, fue nombrado patriarca.
En cuanto a los territorios del Imperio,
los venecianos demostraron aquí nue-
vamente su pragmatismo. Renunciando
a cualquier título imperial, se limitaron
a quedarse, dinero aparte, con aquello
que sabían que podían defender: Creta,
los puertos de Modon y Croton, en el
38 • HISTORIA Y VIDA
dossier
¿Qué sabía Inocencio III?
Es posible que el papa no fuera consciente del horror
Durante siglos se ha es-
peculado sobre hasta qué
punto el papa Inocencio III (abajo)
era consciente de los desmanes del
ejército cruzado. Muchos historiado-
res consideran que es difícil creer
que fuera engañado sobre el hecho
de que la campaña iba a pasar por
encima de Constantinopla.
Como prueba, tenemos
el encuentro que Inocencio III
sostuvo con el futuro Alejo IV cuando
este era un fugitivo de Bizancio. Ale-
jo, tras hacerse un corte de pelo a lo
latino y ponerse ropas de aspecto
occidental, consiguió eludir a los
asesinos que Alejo III había enviado
Peloponeso, y Corfú. Al resto les iba a
tocar la tarea, un tanto complicada, de
conquistar tierras que ya estaban aler-
tadas sobre el proceder de los cruzados.
Regocijo en Roma
El nuevo reino se llamó Romania, pero
lo cierto es que, aunque sobre el papel
incluía todas las provincias que eran de
Bizancio, en la práctica, aquellos territo-
rios debían ser sometidos. Y muchos de
tras su pista y reunirse con el papa.
Al pontífice, aquel joven no le causó
buena impresión, pese a que le ofre-
ció unir las dos Iglesias cristianas.
Quizá tras esa reunión, el
papa comprendió que los bi-
zantinos iban a sufrir, pero el proble-
ma iba a ser mayor de lo que se atre-
vió a imaginar. Cuando Alejo
ascendió a emperador, fue incapaz
de controlar la situación y pagar a
los cruzados, lo que acabó desenca-
denando la masacre de 1204 por la
que la Iglesia católica, en palabras
del historiador Mijaíl Zaborov, perdió
“el halo de santidad” con que siem-
pre había rodeado las cruzadas.
ellos jamás serían conquistados. Aun así,
los éxitos de los cruzados llenaron de re-
gocijo a Occidente. El papa, pese a sus
supuestas reticencias iniciales a la hora
de asaltar cristianos, escribió a Balduino
para felicitarlo por su coronación. Ade-
más, en paralelo, llegaron rumores de que
los musulmanes estaban aterrados por
la caída de Constantinopla y se habían
dejado llevar por el pánico ante lo que
pudiera venir de Occidente. En aquellos
primeros días, la mayor parte de los ca-
tólicos pensaban que, a partir de aquel
momento, recuperar Jerusalén era cues-
tión de tiempo. Luego llegó la realidad.
Las críticas más notables surgieron entre
la intelectualidad de la época. Así, el sa-
tírico cluniacense Guiot de Provins pre-
guntaba al papa por qué había permitido
una cruzada contra cristianos, y el tro-
vador provenzal Guillem Figuera acusa-
ba a Roma de perfidia contra los griegos.
Pero sus palabras parecían solo las de un
puñado de disidentes sin importancia.
Hasta que el papa lo comprendió. Porque
si Inocencio III no había sabido nada real-
mente de cómo fue el asalto de Constan-
tinopla, pronto le llegaron denuncias de
las atrocidades cometidas y se mostró
aterrorizado, si bien siguió condenando,
por encima de todo, a los venecianos.
Ellos y sus ardides habían sido los culpa-
bles, consideraba, de la deriva que había
tomado la cuarta cruzada.
En cuanto al miedo de los musulmanes,
que tanto se explotó entre los occidenta-
les, no era ni mucho menos real. Eso lo
comprendieron rápido los francos de Si-
ria, que supieron que, con las ricas tierras
griegas a mano, los posibles refuerzos que
pudieran recibir iban a desviarse en aque-
lla dirección. Algo que beneficiaba a los
musulmanes y perjudicaba enormemen-
te a los cristianos que seguían resistiendo,
todavía, en Tierra Santa. Así que estos
últimos se apresuraron a cerrar una tre-
gua con el sultán Al-Adel, que se la con-
cedió por un período de seis años. Cuan-
do la tregua venciera, las únicas tropas
procedentes de Europa dispuestas a de-
fender Tierra Santa iban a ser las perte-
necientes a las órdenes militares.
Equilibrios rotos
Caído el Imperio romano oriental, los
bizantinos no se resignaron a sucumbir.
Resistieron en tres estados independien-
tes, con el firme propósito de recuperar
Constantinopla. El más temible de ellos
fue el de Nicea, creado por Ana, hija de
Alejo III, y su esposo Teodoro Láscaris.
Aquel matrimonio fue la base de los prin-
cipales garantes de Bizancio, y, cincuen-
ta años después, sus sucesores podrían
retomar Constantinopla.
Entre tanto, el mapa geopolítico había
cambiado para siempre. Los búlgaros, por

Entrada del sultán
Mehmed II en Constan-
tinopla, en 1453.
Caído el Impe- ejemplo, tradicionales enemigos de Bi-
zancio, se vieron obligados a aliarse con
rio romano los griegos contra los cristianos. Incluso
capturaron al nuevo emperador latino,
oriental, los Balduino, al que encerraron en un casti-
llo balcánico. Si entonces no cayó Roma-
bizantinos no nia, fue porque el hermano de Balduino,
se resignaron Enrique, se hizo con el mando y supo
gobernar con energía y tolerancia.
a sucumbir En cuanto a los selyúcidas, estos vieron
en el desmembramiento de Bizancio una
HISTORIA Y VIDA • 39
CRUZADOS CONTRA CRISTIANOS
oportunidad para aumentar sus territo-
rios. Para Steven Runciman, sin embargo,
lo más importante es que, con la caída de
Constantinopla, se perdió la posibilidad,
por entonces todavía factible, de que los
bizantinos hubieran acabado por asimilar
de algún modo a los turcos. Sin embargo,
la debilidad en que cayó Bizancio fue tal
que estos avanzaron hasta convertirse en
la potencia que, en 1453, tomaría Cons-
tantinopla a golpe de bombardas.
Aquella locura política llamada Romania,
tras dislocar las fronteras y dar vigor a
los turcos, supuso el cierre de la vía te-
rrestre de Europa a Siria. Ni los turcos
querían permitir el paso de cristianos, ni
los bizantinos asentados en Nicea se mos-
traban amistosos con quienes habían
violado su ciudad. Además, la vía marí-
tima hacia Tierra Santa perdió rentabi-
lidad, pues los barcos italianos optaron
por transportar pasajeros a las islas grie-
gas. Algo más reclamado, seguro y lucra-
tivo que llevar cristianos hasta Acre.
Hasta el día de hoy
La última gran consecuencia de la cuar-
ta cruzada fue religiosa. Si en 1203 exis-
tía alguna posibilidad de volver a reunir
la Iglesia occidental con la oriental, esta
quedó rota en 1204. La memoria del sa-
queo de Constantinopla pervivió en el
imaginario colectivo bizantino, y cuan-
do, en años posteriores, sus dirigentes
intentaron algún acercamiento a Roma,
el pueblo no quiso seguirlos. A su vez,
los cristianos orientales, perdida Cons-
tantinopla, miraron a la tercera Roma,
Moscovia. La actual Rusia iba a recoger
buena parte del poderío ortodoxo.
El último de los ecos de la cuarta cruza-
da es, sin embargo, mucho más reciente.
En 2001, el papa Juan Pablo II pidió per-
dón por las atrocidades cometidas du-
rante el saqueo de Constantinopla. Para
entonces, hacía más de cinco siglos que,
en parte, a causa de la cuarta cruzada,
aquella ciudad se llamaba Estambul.ɿ
Para saber más...
ENSAYO
RUNCIMAN, STEVEN. Historia de las cru-
zadas. Madrid: Alianza, 2008.
ZABOROV, MIJAÍL. Historia de las cruza-
das. Madrid: Akal, 2016.
40 • HISTORIA Y VIDA

PIDNA
LEGIONES
CONTRA
FALANGES
En el siglo II a. C., el sistema militar que
había llevado a la gloria a Alejandro
Magno mostró sus limitaciones frente
a los legionarios romanos en la batalla
de Pidna, en el golfo de Tesalónica.
IVÁN GIMÉNEZ CHUECA
HISTORIADOR Y PERIODISTA

L
os soldados macedonios ali-
nearon sus largas picas (sa-
risas) al unísono, como un
solo hombre. Aquella forma-
ción se convirtió en un erizo.
Los legionarios no podían atacar las filas
enemigas sin riesgo de quedar ensartados
en esas púas letales. El cónsul romano
Lucio Emilio Paulo contempló con preo-
cupación la escena: la disciplina exhibida
por sus rivales los convertía en dignos
herederos de Alejandro Magno. En el ve-
rano de 168 a. C., el reino de Macedonia
y la República de Roma se disponían a
librar un enfrentamiento decisivo. Tras
décadas de rivalidad, estaba en juego cuál
de los dos se convertiría en la potencia
dominante en Grecia. Pero en Pidna, en
el golfo de Tesalónica, se iba a dirimir
algo más que esa supremacía. Cada ejér-
cito tenía un modo particular de hacer la
guerra: la falange y la legión.
Las formaciones de picas cerradas habían
permitido a Alejandro Magno conquistar

el Imperio persa. Gracias a ellas, los su-
cesores del rey macedonio se convirtieron
en los señores del Mediterráneo oriental.
La principal ventaja de estas filas de pi-
queros era su capacidad para inmovilizar
al enemigo en medio de un bosque de
picas, mientras la caballería y otras uni-
dades de apoyo golpeaban sus flancos.
En sus orígenes (siglos vi-v a. C), las le-
giones romanas habían luchado como
falanges. Pero pronto desarrollaron un
sistema propio, organizado en torno a los
manípulos –unidades flexibles que per-
mitían una gran movilidad en el campo
de batalla–. Este sistema permitía una
mayor maniobrabilidad que la de la ma-
HISTORIA Y VIDA • 41
LA BATALLA DE PIDNA
Los legionarios romanos se abren
paso entre la falange macedonia,
en una acuarela de Peter Connolly.
yoría de los ejércitos helénicos, pero no
era tan letal en el choque directo.
Quien ríe el último...
Si se establece un paralelismo deportivo,
cuando las legiones y las falanges se en-
frentaron en los campos de batalla, los
soldados helénicos vencieron en los pri-
42 • HISTORIA Y VIDA
MA
R NEGRO
AD
RI
Á TR ACI A
Asculum
TI
(279 a.C.)
CO
M ACE D O N I A
Benevento
(275 a.C.)
Heraclea (168 a.C.)
(280 a.C.)
EPIRO
MAR
JÓNICO
Reino de Macedonia
Estados bajo influencia
macedonia
Protectorados romanos
Estados independientes
Batalla
Medio siglo de choques
Las tres guerras macedo-
nias (delineadas en el mapa)
enfrentaron al reino de Macedonia y
a la República romana entre el últi-
mo cuarto del siglo III a. C. y el prime-
ro de la centuria siguiente. La derro-
ta de Perseo en la tercera contienda
supuso el fin de la dinastía antigóni-
da, que llevaba reinando en Mace-
donia doscientos años.
meros partidos. Pirro, rey de Epiro, de-
rrotó a los romanos tanto en Heraclea
(280 a. C.) como en Asculum (279 a. C.).
Sin embargo, Roma aprendió de sus erro-
res e inició la remontada. Las legiones
vencieron al propio Pirro en Benevento
(275 a. C.), pero el duelo entre legiones
y falanges quedó en suspenso durante
cerca de un siglo. Sería durante las dos
guerras que la República libró contra Fi-
lipo V, rey de Macedonia, y en otros con-
flictos en el mundo griego, cuando se
midieran de nuevo los dos sistemas mi-
litares y la legión tomara ventaja.
En la batalla de Cinoscéfalos (197 a. C.),
Filipo V salió derrotado, pero no fue un
choque decisivo; la victoria romana se
decidió por diversos factores (sorpresa,
terreno, capacidad de los comandantes...).
En realidad, no se pudo determinar si un
sistema era mejor que el otro. Algo pare-
cido sucedió en Magnesia (190 a. C.) con-
MAR
Samotracia
Pidna
REINO DE
Calinico PÉRGAMO
Larisa
(171 a.C.) Pérgamo
Cinoscéfalos MAR Magnesia
(197 a.C.) (190 a.C.)
EGEO REINO
Atenas SELÉUCIDA
CARIA
Esparta
Rodas
CRETA
0 100 km
Se daría una cuarta guerra,
de apenas un par de años, a
mediados del siglo II a. C., pero el po-
der de Roma era ya incontestable.
Desencadenada a raíz de la usurpa-
ción del trono macedonio de un falso
hijo de Perseo, volvió a dirimirse en
Pidna, esta vez en 148 a. C. Poco
después, Macedonia pasaba a con-
vertirse en una provincia romana.
tra el ejército de Antíoco III (otro sobe-
rano helenístico): las legiones vencieron,
pero la falange ofreció una dura resisten-
cia, y solo pudo ser derrotada porque el
resto del Ejército no estuvo a la altura.
La tercera guerra macedonia
La pugna entre las legiones y las falanges
se resolvería en la tercera guerra mace-
donia (171 a. C.-168 a. C.). Filipo V fue
sucedido por su hijo Perseo. El nuevo
soberano de la dinastía antigónida optó
por una política continuista en el desafío
a Roma, por ser la potencia hegemónica
en Grecia, con la firma de varios acuerdos
diplomáticos con sus rivales. La escalada
dio un paso decisivo cuando Macedonia
atacó a Abrúpolis, un rey tracio aliado
de los romanos. Aquella agresión fue el
casus belli que estaba esperando el Se-
nado para comenzar la tercera guerra
macedonia, en 171 a. C.
Las tropas de Perseo obtuvieron una pri-
mera victoria contra las fuerzas del cón-
sul Publio Licino Craso en la ciudad te-
salia de Calínico. Sin embargo, la tenaz
resistencia romana a firmar una paz
desfavorable dio paso a tres años de ba-
tallas. En el año 168 a. C., Roma decidió
poner fin al conflicto, y, para ello, nom-
bró cónsul a Lucio Emilio Paulo, quien
ya había dirigido otras campañas en His-
pania y el norte de Italia. Era famoso por
imponer una estricta disciplina a las tro-
pas, una cualidad que le haría mucha
falta, ya que las legiones en Grecia habían
caído en una cierta dejadez, tras varias
campañas que no brindaron ni victorias
ni botín a los soldados.
El nuevo cónsul dejó claro al Senado que
le debía proporcionar “los medios y la
ayuda necesarios para ganar la guerra,
y guardar silencio”. Además, era un au-
gur, un sacerdote que interpretaba los
presagios, por lo que también sabía mo-
tivar a las tropas con los supuestos men-
sajes favorables de los dioses.
A los pies del monte Olimpo
Paulo tenía a sus órdenes un ejército con-
sular –dos legiones romanas y otras dos
de aliados itálicos–. También contaba con
contingentes aliados aportados por Pér-
gamo y, en especial, por Numidia. Este
reino norteafricano, célebre por sus ex-
celentes tropas montadas, envió a 1.200
jinetes y 22 elefantes de guerra. En total,
el cónsul contaba con 37.000 soldados de
infantería y 2.600 de caballería.
En el verano de 168 a. C., los romanos
se encontraron con el ejército macedonio
a los pies del monte Olimpo. Las fuerzas
de Perseo estaban compuestas por unos
44.000 soldados de infantería (21.000
formaban la falange) y 4.000 de caba-
llería. El rey de Macedonia fue precavi-
do y aprovechó el terreno para proteger
sus flancos. Si obligaba a los romanos a
un combate frontal, las filas de picas se-
rían letales para los legionarios.
El ánimo guerrero estaba encendido en
el lado romano. Los soldados querían de-
mostrar su valía al nuevo comandante,
y Paulo acreditó que allí mandaba él, al
recordar que solo lucharían en las condi-
ciones que él dictase. Sabía perfectamen-
te que lanzarse frontalmente contra Per-
seo era una garantía de derrota. Si quería
 HISTORIA Y VIDA • 43

LA BATALLA DE PIDNA

tener alguna opción, tenía que aprovechar

Perseo, hijo
la mayor maniobrabilidad de sus legiones.
de Filipo V
de Macedonia
y último rey La mula de la discordia
de la dinastía Paulo intentó sorprender por la espalda
antigónida. a Perseo, maniobrando a través de un
desfiladero. El resultado fue una escara-
muza en la que los macedonios evitaron
el flanqueo romano. El monarca helenís-
tico reubicó su campamento en un llano
cercano. Allí podría desplegar a su falan-
ge en un terreno que les seguía siendo
favorable, si las tropas ligeras cubrían los
flancos. Además, contaba con una leve
superioridad numérica, por lo que los ro-
manos no lo tendrían fácil para rodearlo.
El cónsul Paulo decidió esperar; sus tro-
pas necesitaban descansar, ya que acu-
mulaban varias jornadas de marcha. Por
la noche se produjo un eclipse lunar, y
los soldados de ambos bandos lo contem-

En 168 a. C.,
Roma decidió
poner fin
al conflicto
y nombró
cónsul a Paulo
plaron con desazón, al no saber cómo
interpretar lo que estaban viendo. Los
macedonios lo percibieron como un pre-
sagio del final de su reinado, por lo que
su moral decayó. Paulo, en cambio, ase-
guró a sus tropas que aquello no era un
mensaje de los dioses, sino un simple fe-
nómeno natural. Se creyera o no en la
intervención divina, un eclipse parecía
un excelente prólogo poético para el en-
frentamiento decisivo entre legiones y
falanges. Pero la batalla comenzó por un
motivo muy prosaico: una mula.
Al amanecer, los dos ejércitos seguían
observándose, esperando un movimien-
to en falso del rival. Mientras aguardaban,
macedonios y romanos enviaban peque-
ños grupos en busca de provisiones y agua
para combatir el calor del verano griego.
Una de esas partidas romanas estaba lle-
nando sus vasijas en un riachuelo cuando
escapó una de sus mulas. Salieron corrien-
44 • HISTORIA Y VIDA
do tras ella y se toparon con un grupo de
mercenarios tracios de Perseo. Allí co-
menzó una pelea que no tardó en agra-
varse, ya que se sumaron tropas ligeras
de uno y otro bando. Perseo vio una bue-
na ocasión para atraer a las legiones a la
batalla que él deseaba, así que mandó
formar a su falange en orden de combate.
El despliegue macedonio sorprendió a
Paulo, que sabía que no podía dejar solas
a sus tropas ligeras. Para hacer creer a
sus hombres que tenía la situación bajo
control, dio un discurso montado a caba-
llo, sin casco ni armadura. Les dijo que
estaba convencido de que el enemigo,
tarde o temprano, demostraría su debi-
lidad, unas palabras que sirvieron para
aumentar la moral de los romanos. Entre
tanto, las tropas que combatían en el arro-
yo estaban siendo rodeadas por los ma-
cedonios y comenzaron a huir.
Orden de repliegue
Cuando contempló esa retirada, Paulo se
enfureció. Había abandonado la seguri-
dad del campamento para arriesgarse por
unos hombres que ahora se marchaban
de la batalla sin ningún honor. Además,
el cónsul quedó impactado ante el avan-
ce en perfecto orden de batalla de las
falanges hacia sus filas. Según Polibio,
Paulo aseguró que la imagen de los ma-
cedonios blandiendo sus picas lo acom-
pañó el resto de su vida.
Con esa situación, un choque directo era
un suicidio para los legionarios. El cónsul
mandó un repliegue ordenado hacia su
campamento, que, ubicado en una posi-
ción elevada, podría anular la ventaja de
las falanges. Para proteger esta maniobra,
dispuso que los elefantes númidas avan-
zaran por el flanco derecho. En condicio-
nes normales, los mercenarios tracios de
Los romanos
atacaron las
zonas expues-
tas de la caóti-
ca falange
Perseo habrían protegido el flanco lan-
zando proyectiles que ahuyentasen a los
elefantes. Pero esas tropas estaban can-
sadas por la lucha en el arroyo y no qui-
sieron, o no pudieron, enfrentarse a los
animales. Los paquidermos los arrollaron
y, junto con el resto de la caballería, per-
siguieron a los soldados de fortuna.
Además, la falange de Perseo se confió
al avanzar frente a los legionarios, que
retrocedían sin presentar batalla. A me-

dida que se acercaban al campamento,
ansiosos por una victoria que parecía in-
minente, los macedonios comenzaron a
moverse colina arriba, y esa pequeña
inclinación bastó para desorganizar sus
filas. Desordenadas y con uno de sus flan-
cos expuestos, las formaciones de pique-
ros mostraron sus puntos débiles.
Talón de Aquiles
Los romanos no se lo pensaron ni un mo-
mento y atacaron las zonas expuestas de
la caótica falange. Al tener formaciones
y tácticas más flexibles, los legionarios
peleaban perfectamente en un terreno
más accidentado. Pese a verse superados,
los macedonios no cedieron. Dejaron en
el suelo sus pesadas sarisas –sin el orden
de la formación, eran ya inútiles– y co-
menzaron a luchar con sus espadas. Pe-
se al valiente intento, los romanos eran
superiores en ese tipo de combate y no
tardaron en imponerse.
Al final, el caos se adueñó de las filas ma-
cedonias. Solo la unidad de élite de la
agema se negó a rendirse o a huir, y peleó
hasta el último hombre. Por el contrario,
Perseo se dio a la fuga en cuanto la ba-
talla se torció. Esta muestra de cobardía
le acabaría costando el trono, ya que fue
abandonado por todos sus partidarios y
se vio obligado a huir a la isla de Samo-
tracia, al norte del Egeo.
Allí, las tropas de Paulo lo atraparon. En
lugar de pelear hasta la muerte o suici-
darse –como se esperaba de un rey gue-
rrero de la época–, suplicó por su vida.
Según Plutarco, el cónsul le recriminó:
“¿Por qué echas a perder mi victoria y
apocas mi triunfo, haciendo ver que no
eras un enemigo noble y digno de los
romanos?”. A Perseo aún le tocaría vivir
HISTORIA Y VIDA • 45
LA BATALLA DE PIDNA
El triunfo de Emilio Paulo, obra de
Carle Vernet de 1789 en el Museo
Metropolitano de Arte de Nueva York.
otra humillación. Desfiló por las calles
de Roma encadenado al carro de Paulo.
El rey acabaría sus días como rehén; con
él, desaparecería la dinastía antigónida.
Ya no quedaron dudas entre los dos sis-
temas militares. Las legiones certificaron
su superioridad en Pidna. Macedonia
acabó dividida en cuatro repúblicas. Años
más tarde, una sublevación trataría de
recuperar la antigua gloria, provocando
la cuarta guerra macedonia. Pero aquel
sería un mero epílogo que acabaría con
un nuevo triunfo romano.ɿ
Para saber más...
ENSAYO
COLE, MYKE. Legiones frente a Falanges.
Madrid: Alianza, 2021.
CONNOLLY, PETER. La guerra en Grecia
y Roma. Madrid: Desperta Ferro, 2019.
46 • HISTORIA Y VIDA
 HISTORIA Y VIDA • 47

MÁS ALLÁ DE LA GRAMÁTICA

NEBRIJA
EN EL PUNTO
DE MIRA DE LA
INQUISICIÓN
Este año se cumplen quinientos de la muerte
del humanista que concibió la primera gramática
castellana. Pero Antonio de Nebrija hizo mucho más:
fue pionero de la libertad de expresión y conciencia.
EDUARDO MESA LEIVA
PERIODISTA

C
uando nace, en 1441, la pe-
nínsula ibérica vive en la
Edad Media. En el momento
de su muerte, en 1522, la his-
toria ha pasado página, y sus
coetáneos respiran ya la atmósfera de la
Edad Moderna. Entre esos dos mundos
cabalgó Antonio de Nebrija persiguiendo
siempre “el rastro de la verdad”. Infati-
gable trabajador, valiente e insobornable,
este “detective de las letras”, como le lla-
ma el lingüista José Antonio Millán, no
dudó en enfrentarse a los poderes de su
época para defender la autoridad inte-
lectual y la independencia de criterio, o
para denunciar los errores en traduccio-
nes y legajos, desafiando a los guardianes
de las Sagradas Escrituras.
Su orgullo como filólogo fue el motor de
esta labor investigadora, a través de la
cual “logró encontrar la senda de la ver-
dad y detectar errores en medio de unos
manuscritos complejos, de textos que
habían sido copiados de mano en mano
durante años”, apunta Millán. El celo
profesional, sus robustas convicciones y
una insólita valentía le pusieron en el
foco de atención de la Inquisición, hasta
el punto de que poco faltó para que aca-
bara con sus huesos en la cárcel.
Casi un desconocido
En su biografía de reciente aparición,
Antonio de Nebrija o el rastro de la verdad,
Millán desvela aspectos poco conocidos
del primer humanista hispánico y prin-
cipal introductor del Renacimiento ita-
liano en la península ibérica. Más allá de
su decisiva aportación al desarrollo y la
difusión de la lengua castellana, Nebrija
ofrece ángulos de estudio inesperados
que nos hablan de una marcada perso-
nalidad adelantada al tiempo que le tocó
vivir. “Esta figura tan importante en cual-
quier otro país sería uno de los padres de
la patria; en España, sin embargo, es bas-
48 • HISTORIA Y VIDA
tante desconocido”, afirma desde Bolonia
María José Mora, profesora de Lengua y
Lingüística Española en la universidad
italiana y coordinadora de un libro co-
lectivo sobre la estancia del gramático
español en la universidad más antigua
de Europa. Sin duda, Nebrija no habría
sido Nebrija si no hubiese estudiado en
la Universidad de Bolonia, centro del hu-
manismo académico de entonces. Allí, el
sevillano se empapó de los valores de los
llamados studia humanitatis, germen de
una auténtica revolución cultural y edu-
cativa destinada a crear una ciudadanía
capaz de hablar y escribir con elocuencia
y claridad y de participar activamente en
la vida pública de sus comunidades.
Nebrija llevó a Castilla el esplendor del
Renacimiento italiano en la temprana
década de 1470, convirtiéndose, con el
paso de los años, en un referente intelec-
tual y también moral. “Al margen de sus
logros filológicos, Antonio de Nebrija fue
un defensor acérrimo de la libertad de
cátedra, de pensamiento, de opinión. En
toda su obra late un espíritu crítico abso-
lutamente moderno”, escribe el doctor
en Filología Hispánica Pedro Martín Ba-
ños en su monumental biografía La pasión
de saber. Vida de Antonio de Nebrija.
Aunque conocido, sobre todo, por ser el
padre de la primera Gramática sobre la
lengua castellana (1492), el autor lebri-
jano, como sostiene Diego Moldes, direc-
tor de Relaciones Institucionales de la
Fundación Antonio de Nebrija, fue “un
hombre superdotado”, cuya sabiduría
traspasó las fronteras de diferentes dis-
ciplinas. Hay mucho más detrás del per-
sonaje que ha llegado a nuestros días.
Nebrija fue gramático, pero también tra-
ductor, exégeta bíblico, docente, catedrá-
tico, poeta, historiador, pedagogo e im-
presor. “Fue nuestro Erasmo antes de
Erasmo”, asegura Moldes.
 HISTORIA Y VIDA • 49

MÁS ALLÁ DE LA GRAMÁTICA

A la izqda., el
casco antiguo de
Bolonia, en cuya
universidad
estudió Nebrija.

A la dcha.,
Erasmo de
Róterdam, por
Holbein el Joven.

En la pág.
anterior, el
humanista con
sus alumnos, en
una miniatura de
sus Introductio-
nes latinae,
en la Biblioteca
Nacional.

© MET. Colección Robert Lehman, 1975.

Best seller europeo
La carrera de Nebrija discurre paralela
al desarrollo y la expansión de la impren-
ta, invento surgido en Alemania pocos
años después del nacimiento del gran
humanista. Sin ese revolucionario ha-
llazgo, sostienen los estudiosos, el hu-
manismo italiano no habría pasado a la
historia. Para Nebrija y otros destacados
autores, la imprenta fue una herramien-
ta clave de difusión de su pensamiento
y su obra. “Lo que se ha llamado la revo-
lución de la imprenta coincide plenamen-
te con la etapa profesional de Nebrija que
va desde 1470 hasta su muerte en 1522”,
Su trayectoria
corre paralela
al desarrollo
de la imprenta
asevera Diego Moldes. El autor sevilla-
no, que durante su estancia universita-
ria en Bolonia había tomado conciencia
del potencial del flamante invento, ex-
primiría sus posibilidades una vez de
vuelta a Castilla. “Nebrija fue uno de los
primeros autores que preparó toda su
producción directamente para la impren-
ta”, apunta José Antonio Millán.
En 1472 se había instalado en Segovia el
primer taller de la península ibérica. La
imprenta más temprana en recalar en
un centro universitario fue la de Sala-
manca, en la que Nebrija colaboró acti-
vamente como impresor y editor. De sus
planchas saldría, en enero de 1481, su
libro más exitoso, Introductiones latinae,
una gramática latina elemental, con au-
tores escogidos, para que sus alumnos
aprendieran la lengua clásica.
Al imprimir la obra, Nebrija se aseguraba
de que su programa de enseñanza se si-
guiera fielmente tanto en Salamanca
como en cualquier otro lugar adonde lle-
gase. La primera edición, de mil ejempla-
res, se agotó con rapidez. Con el discurrir
de los años, este manual se convirtió en
uno de los primeros best sellers de la his-
toria europea, contando con “hasta 203
ediciones o impresiones aparecidas entre
1481 y 1599”, según constató el especia-
lista José J. Gómez Asencio en su obra
Nebrija vive. Y no solo en territorio penin-
sular, sino también en urbes como París,
Amberes o Venecia, entre otras.
Nebrija fue, además, el segundo escritor
en el mundo –tras el historiador y biblio-
tecario veneciano Marco Antonio Sabe-
50 • HISTORIA Y VIDA

lico (1436-1506)– y el primero en España A la dcha., el

en reclamar derechos de autor para sus historiador y
bibliotecario
obras, adelantándose más de dos siglos
veneciano Marco
al famoso copyright anglosajón (aproba- Antonio Sabelico,
do en el Estatuto de la reina Ana, 1709). pionero de los
derechos de autor.
Por los derechos de autor
Para defender la situación de autores e Abajo, un taller de
impresores, la Corona había creado los imprenta en el
primer cuarto
llamados privilegios de impresión, que del siglo XVI.
daban la exclusiva para estampar una
determinada obra a un autor o editor con-
creto. Acompañando a esta licencia es-
taban las tasas, que fijaban un precio
exacto de venta para la obra.
“Nebrija fue de los primeros en utilizar,
precisamente con sus diccionarios, este
recurso que defendía sus libros (como
sabemos, por lo general muy exitosos)
frente a reediciones fraudulentas. Y pro-
bablemente fue el primer caso de privi-
legio concedido a un particular”, afirma
José Antonio Millán. “Tuvo una vida
desahogada gracias al éxito comercial
de un libro de texto para aprender latín”,
añade Diego Moldes. Este éxito como
autor le permitió, como señala la exper-
ta María José Mora, “independizarse
económica y materialmente de los me-
cenas”, fuente de sustento para la mayo-
ría de los humanistas de la época.
Nebrija coincide con un momento histó-
rico de gran trascendencia: el descubri-
miento de América y la expansión del
castellano por el nuevo continente. Sus
famosas Introductiones latinae sirvieron
de guía, según Mora, a muchos de los
misioneros que se dedicaron a escribir
gramáticas de las lenguas indígenas, co-
mo el náhuatl, el quechua, el aimara, o
de las distintas lenguas mayas, estudios
conocidos como lingüística misionera.
La reivindicación de los derechos de au-
tor y la estrecha relación con el mundo
de la imprenta serían continuadas por
dos de los hijos de Nebrija, Sancho y
Sebastián, quienes establecieron dos
talleres de impresión en Granada. Los
herederos habían conseguido un per-
miso de Carlos V para imprimir y co-
mercializar en exclusiva las obras de su
padre, manteniendo su pureza, y a sal-
vo, así, de ediciones fraudulentas, con
reducciones, añadidos o erratas.
La “absoluta modernidad” de Nebrija ra-
dica, según Diego Moldes, en que vivía

Página del
Vocabulario
español-latino,
obra de Antonio
de Nebrija
publicada por
primera vez en
Salamanca en
torno a 1495.
Fue acusado
de herejía y
procesado por
la Inquisición
sin prejuicios en una época que estaba
sembrada de ellos. El humanista valora-
ba objetivamente el brillo del conocimien-
to, por encima de cualquier condicionan-
te cultural, étnico, nacional o religioso.
A edad avanzada, y a pesar de tener hijos
varones, no dudó en proponer a su hija
Francisca como sustituta para impartir
lecciones en la clase de Retórica de la
Universidad de Alcalá de Henares.
Muy poco conocida es la labor pionera
de Nebrija como pedagogo. Su tratado
De liberis educandis lo sitúa en la línea de
los educadores españoles. Escribió la obra
para satisfacer los deseos del secretario
HISTORIA Y VIDA • 51
MÁS ALLÁ DE LA GRAMÁTICA
fue el origen de su enfrentamiento con
el implacable tribunal. Su “lectura críti-
ca” del texto de referencia de la Iglesia
católica, con la detección de numerosos
errores en la transcripción de las fuentes
originales, “casi le cuesta la cárcel”, afir-
ma José Antonio Millán. El Tribunal del
Santo Oficio, encabezado por el inquisi-
dor general Diego de Deza, prohibió a
Nebrija “publicar, comunicar, imprimir
o facer imprimir, escribir ni trasladar la
dicha obra”. Y es que, para los celosos
censores, la verdad teológica latente en
la versión clásica de san Jerónimo no
podía ser “corregida” por la moderna
ciencia filológica del humanista.
Nebrija fue acusado de herejía y proce-
sado por la Inquisición en el año 1506.
Solo la decisiva intervención del cardenal
Francisco Jiménez de Cisneros evitó ma-
les mayores. Tras ser absuelto, publicó
en 1507 Apología, “el primer gran alega-
to contra la censura y a favor de la liber-
tad de expresión”, sostiene Diego Moldes.
Intolerante frente a la mentira y la igno-
rancia, el escritor sevillano defendía la
libertad de conciencia y denunciaba los
grilletes impuestos a la inteligencia:
“¿Qué diablos de servidumbre es esta, o
qué dominación tan injusta y tiránica,
que no se permita, respetando la piedad,
decir libremente lo que pienses?”.
La “pasión de saber”, por encima de todo
del rey, Miguel Pérez de Almazán, quien
le pidió que se ocupase de la educación
y de todos, en palabras de Martín Baños,
marcó el destino de este incansable “de-
de sus hijos. Esta obra incompleta (cons-
ta de doce capítulos) sorprende por su
tective de las letras”. Un hombre que fue
mucho más que su famosa gramática y
modernidad, pues, tal como escribió el
filólogo Antonio Quilis, “rechaza los cas-
que encarnó, como pocos, el ideal del
Renacimiento español.ɿ
tigos físicos y propugna la educación co-
lectiva frente a la individual, con el obje- Para saber más...
to de incorporar plenamente al niño a la
vida social”. Una vez más, el maestro del BIOGRAFÍA
humanismo se empeñaba en derribar los GÓMEZ ASENCIO, J. J. Nebrija vive. Ma-
estrechos límites de la conciencia de su drid: Fundación Antonio de Nebrija, 2006.
MARTÍN BAÑOS, PEDRO. La pasión de
época. Tampoco dudó en buscar la cola-
saber. Vida de Antonio de Nebrija. Huel-
boración de los judeoconversos, o “tor-
va: Servicio de Publicaciones Universidad
nadizos”, como se les llamaba en la épo- Huelva, 2019.
ca, para realizar su propia versión de la MILLÁN, JOSÉ ANTONIO. Antonio de Ne-
Vulgata (la traducción de la Biblia hebrea brija o el rastro de la verdad. Barcelona:
y griega al latín, obra de san Jerónimo), Galaxia Gutenberg, 2022.
para escándalo del poder inquisitorial. TRATADO
QUILIS, ANTONIO (estudio y edición). Anto-
Acusado de hereje nio de Nebrija. Gramática de la lengua
Precisamente, la labor del lebrijano en castellana. Madrid: Editorial Centro de
la traducción de las Sagradas Escrituras Estudios Ramón Areces, 1990.
52 • HISTORIA Y VIDA

EL KREMLIN
EL CORAZÓN D
Unido a la historia de Rusia, el Kremlin es la
sede del poder político de este inmenso país.
Bello y amenazante, su pasado está trufado
de ambiciones y ansias nacionalistas.
EVA MILLET PERIODISTA
 HISTORIA Y VIDA • 53

LA FORTALEZA DE MOSCÚ

EL PODER RUSO
54 • HISTORIA Y VIDA

L
a palabra Kremlin es un per- Abajo, el gran príncipe Iván En la pág. anterior, el Kremlin
fecto ejemplo de la metoni- Kalita, en un fresco del templo en la actualidad, con el río
del arcángel san Miguel. Moscova y el puente de Bolshói
mia o el giro que experimen-
Kámenny, en primer término,
tan algunos nombres para A la dcha., Iván III el Grande. y las torres de la muralla.
convertirse en sinónimos de
otros conceptos. En el caso del Kremlin,
estos son muchos: la mención de este vas-
to conjunto de edificios civiles y religiosos
en el centro de Moscú evoca el poder y
la autocracia, el lujo de los zares, la fe
ortodoxa, la revolución y, especialmente,
el gobierno de Rusia, el país más grande
del mundo. Hoy es también sinónimo de
su dirigente, Vladímir Putin, que está
desestabilizando el planeta.
El Kremlin, que significa “fuerte dentro
de una ciudad”, no se ubica en el corazón
de Moscú: es el corazón de Moscú. El
lugar donde “se forjó el Estado ruso”,
como aseguran en la web del presidente.
La sede del poder desde la Edad Media,
cuando lo que era una fortificación de
madera, situada en la orilla izquierda del
río Moscova, se convirtió en la residencia
de los grandes príncipes de la época.
Hasta entonces, los datos sobre sus orí-
genes son bastante nebulosos: la zona
fue habitada, primero, por tribus proce-
dentes, con bastante seguridad, de la
actual Finlandia. Pese a que los patriotas
eslavos disputan este hecho, las huellas
de estos primeros asentamientos se re-
flejan en los nombres que dieron a sus
ríos y ciénagas. El propio nombre Moscú
tiene raíces en el antiguo finés.

De Kiev a Moscú
Entre los siglos ix y xiii, el territorio don-
de se encuentra Moscú formaba parte
de la Rus de Kiev: un grupo de tribus
asentadas en lo que hoy es Bielorrusia,
Ucrania y parte de Rusia. Esta federación
de tribus estaba regida por una dinastía
conocida como Rúrika, integrada por
vikingos escandinavos que gobernaban
lo que ya constituía una mezcla de gen-
tes de origen eslavo y nórdico.
Los Rúrika reinaban desde Kiev, entonces
la ciudad más importante. Sin embargo,
casi mil kilómetros al nordeste, empeza-
ba a forjarse un nuevo centro de poder,
Moscú. Allí fue enviado, en 1156, el prín-
cipe Yuri Dolgoruki, o Jorge I de Rus,
hijo del gran príncipe de Kiev.
El nombre del príncipe Yuri aparece en
el llamado Códice de Hipacio, la fuente
 HISTORIA Y VIDA • 55

LA FORTALEZA DE MOSCÚ

Talento italiano
En el siglo XV, diversos arquitectos italianos dejaron
en el conjunto del Kremlin la impronta de su talento
Sofía Paleólogo, sobri- había trabajado para los Medici. Lle-
na del último emperador bi- gó a Moscú en 1475 y construyó la
zantino, fue la segunda esposa de catedral de la Asunción, o Dormición
Iván III, bajo cuyo reinado se cons- (bajo estas líneas), que, con sus fa-
truyeron algunos de los monumen- chadas de piedra blanca y cúpulas
tos más importantes del Kremlin. doradas, es uno de los edificios más
Criada en Roma, Sofía aconsejó a antiguos. Se convertiría en el templo
su marido que convocara a algunos ortodoxo más importante, sede de
de los mejores arquitectos italianos las bodas y coronaciones de los za-
de la época. Como Pietro Antonio res. La suerte del pobre arquitecto,
Solari, que llegó en 1487 desde su que creía que aquel encargo iba a
Milán natal (donde había colabora- ser su jubilación dorada, es difusa:
do en la construcción del Duomo) unos aseguran que, al pedir retornar
para diseñar las nuevas murallas y a Italia, fue arrojado a las mazmorras
las imponentes torres, como las de por Iván III. Otras versiones dicen
Borovitskaya y Spasskaya. que participó en sus campañas mili-
más sobresaliente sobre la historia de
tares como ingeniero. Sea como sea,
la Rus de Kiev, del siglo xv. En esta cró-
También destaca la figura no volvió a su país de origen, y falle-
nica, escrita en eslavo antiguo, se men-
de Aristóteles Fioravanti, que ció en Moscú en torno a 1486.
ciona por vez primera una fortificación
de madera erigida, por orden del citado
príncipe, en la colina de Borovitsky, lla-
mada así por el espeso bosque de coní-
feras que recubría el área donde se asen-
tó aquel primitivo Kremlin.
Yuri Dolgoruki ha pasado a la historia
como el fundador de Moscú y artífice
del Kremlin; su estatua preside la plaza
del ayuntamiento de la capital. Sin em-
bargo, fue su hijo, Andrei, quien real-
mente finalizó la obra concebida por su
padre. Él se encargó de materializar el
fuerte que, con forma de triángulo irre-
gular –adaptándose al terreno existen-
te–, ocupaba un tercio de las veintiocho
hectáreas que hoy abarca el Kremlin.

El príncipe pacífico
En los años sucesivos, la fortaleza fue
expandiéndose, siempre con nuevas cons-
trucciones de madera. Pese a gozar de
una buena posición defensiva, no pudo
resistir el embate de las hordas mongolas,
que invadieron Rusia a principios del si-
glo xiii. Las huestes venidas de Oriente
arrasaron con los principados de la Rus
de Kiev y con el propio fuerte. No sería
la única destrucción a lo largo de la aza-
rosa historia del Kremlin.
De su reconstrucción se ocuparía otro
príncipe de la dinastía Rúrika, Daniil
56 • HISTORIA Y VIDA
Alexandrovich (1261-1303). Cuarto hijo
del mítico príncipe Alexander Nevsky,
héroe de la batalla de los Hielos, Daniil
quedó huérfano de padre muy pronto. Al
ser el más pequeño, recibió como heren-
cia el patrimonio paterno que se consi-
deraba menos valioso: Moscú. Allí se
trasladó siendo un adolescente, y allí fue
nombrado primer príncipe de Moscú.
Como tal, decidió establecer su residencia
permanente en aquella colina. Daniil creó
una nueva morada, que “desde fuera pa-
recía simple y modesta, pero, en su in-
terior, era más un palacio, con salas de
recepción e, incluso, ceremoniales”, de
acuerdo con la web del Kremlin.
A diferencia de sus beligerantes ances-
tros, Daniil Alexandrovich fue un gober-
nante pacífico: reinó durante tres déca-
das y solo participó en una batalla.
Profundamente religioso, fue también
el fundador de los primeros monasterios
de Moscú, convirtiendo una ciudad que
entonces no tenía ni obispo en un nuevo
centro de peregrinación.
Iván Kalita, el segundo hijo de Daniil
Alexandrovich, heredó el principado en
1328. Fue el primero de los gobernantes
de Moscú en proclamarse “gran prínci-
pe de Rusia”. Como su título, su reinado
fue ambicioso: pactó con los mongoles
el derecho a recolectar los tributos de
los otros príncipes, lo que derivaría en
 HISTORIA Y VIDA • 57

LA FORTALEZA DE MOSCÚ

A la izqda., el
palacio de las
Facetas, entre
las catedrales
de la Anunciación
y la Dormición.

A la dcha., un
reciente monumen-
to a Iván IV en la
ciudad de Oriol. La
memoria de este
zar, llamado el
Terrible, está
siendo reivindicada
por algunos
historiadores rusos.

Iván III afian- Aires italianos

La expansión continuó: en el siglo xv,
zó el Kremlin durante el reinado de Iván III, también
de la dinastía Rúrika, Rusia se convirtió
como palacio en un Estado prácticamente centraliza-
do, ya libre de las ataduras a los mongo-
y eje del les y con Moscú como eje. Conocido co-

gobierno y la mo Iván el Grande, en 1478 adoptó el

la supremacía financiera y política de
Moscú. Aquel nuevo poder se reflejaría
en su lugar de residencia, el Kremlin, al
que añadió una serie de extensiones pa-
ra alojar a la corte. Entre otras cosas,
agrandó y reforzó el muro perimetral
con grandes troncos de roble.
Iván Kalita empezó a consolidar la era de
los príncipes de Moscú, que se converti-
rían en los gobernantes más influyentes
de la antigua Rusia. La tarea fue conti-
espiritualidad
nuada a partir de 1340 por su sucesor,
Dmitri Donskói, cuyo largo gobierno mar-
có un nuevo período en la historia de la
ciudad y en la construcción del Kremlin.
Fue el primero en utilizar piedra para su
estructura, con un muro de caliza blanca
que se mantuvo en pie durante un siglo.
Así, el fuerte resistió ataques, y él pudo
consolidar la autoridad de su gobierno.
Al final de su reinado, en 1389, había do-
blado el territorio de su principado.
título de soberano de toda Rusia, cua-
driplicó su territorio y proclamó Moscú
como la tercera Roma y sucesora de Cons-
tantinopla. Sus aspiraciones precisaban
una sede acorde a tanta grandeza, por
lo que se consagró a afianzar el Kremlin
como palacio y eje del gobierno y la es-
piritualidad del país. Para ello, invitó a
arquitectos e ingenieros italianos, que
viajaron a Moscú dispuestos a importar
sus técnicas y su estética.
Durante esa etapa se construyen los prin-
cipales hitos arquitectónicos del Kremlin,
tales como las imponentes murallas y las
torres de defensa, en llamativo ladrillo
58 • HISTORIA Y VIDA
rojo –inspiradas en las fortificaciones del
norte de Italia–, y los templos que con-
forman la plaza de las catedrales: la ca-
tedral de la Asunción, o Dormición, el
templo del arcángel san Miguel, la cate-
dral de la Anunciación y el campanario
de Iván Veliki, que, con sus 82 metros,
fue el edificio más alto de Rusia.
El palacio de las Facetas fue construido,
asimismo, en esa época, también por
arquitectos italianos, Pietro Antonio
Solari y Marco Ruffo. Está considerado
el edificio secular más antiguo de Mos-
cú, y en su espléndido salón principal,
bajo una profusión de frescos y arcos
dorados, el nieto de Iván III, Iván IV el
Terrible, recibía a los embajadores de la
época. El fastuoso lugar sigue utilizán-
dose para agasajar a dignatarios, como
la reina de Inglaterra, que en 1994 fue
recibida allí por Borís Yeltsin.
Coronado gran príncipe de Moscú a los
tres años, Iván IV pasó parte de su infan-
cia en el Kremlin, donde fue semiprisio-
nero de los poderosos clanes boyardos
(miembros de la nobleza rural) que se
disputaban el poder. El futuro primer zar
de Rusia fue testigo allí del envenena-
miento de su madre, que ejercía como
regente. No alcanzó el poder hasta la
adolescencia, pero, una vez conseguido,
lo ejerció con una crueldad remarcable.
Profundamente religioso, fue el artífice
de la construcción de la catedral de San
Basilio, que se levantó entre 1555 y 1561
para celebrar una de sus conquistas mi-
litares. El templo es famoso por sus cú-
pulas coloreadas, en forma de bulbo.
Situado en la plaza Roja, en 1990 fue
declarado, junto al Kremlin, Patrimonio
de la Humanidad, aunque no forma par-
te estrictamente del mismo.
La rivalidad de San Petersburgo
La segunda era de esplendor constructi-
vo del Kremlin aconteció en el siglo xvii,
El zar Pedro I,
de la dinastía
Romanov,
trasladó la
capital a San
Petersburgo
con la ascensión al poder de la dinastía
Romanov. Fue entonces cuando se coro-
naron con chapiteles muchas de las torres
diseñadas por los arquitectos italianos y
se construyó el palacio de los Terems, la
residencia oficial de los zares.
Sin embargo, fue también un Romanov,
el zar Pedro I, quien provocó la primera
pérdida de poder del Kremlin como sím-
bolo nacional. Considerado el creador
de la Rusia moderna y apodado el Gran-

A la izqda., una
fotografía
coloreada del
Kremlin, a
caballo de los
siglos XIX y XX. El
puente original
fue destruido
por el fuego
y reemplazado
en 1937.
A la dcha., el
zar Nicolás II
y su familia en
1913, durante
la celebración
en el Kremlin
del tricentena-
rio de la casa
Romanov.
de por su estatura y sus logros, en 1712
decidió trasladar la capital a San Peters-
burgo. De este modo, el Kremlin dejó
de ser la residencia permanente de la
familia real y el recinto donde se decidía
la sucesión. Pese a ello, todavía jugaba
un papel significativo en la vida políti-
ca, ya que los zares seguían coronándo-
se en la catedral de la Dormición.
Así lo hizo, precisamente, Catalina la
Grande en 1762, después de que su ma-
rido, nieto de Pedro el Grande, renun-
ciara al trono. De origen alemán, nacida
en Pomerania, Catalina fue una gober-
nante ambiciosa, controvertida y culti-
vada. Durante su reinado se produjo la
mayor evolución de las artes en Rusia.
Amante de la arquitectura, Catalina en-
cargó la construcción en el Kremlin de
un gran edificio para albergar el Senado.
Encargó el diseño a su arquitecto favo-
rito, Matvéi Kazakov, quien creó un re-
cinto monumental, de líneas neoclásicas,
con fachada de un llamativo tono ocre,
situado junto al también enorme arsenal,
mandado construir por el zar Pedro.
Finalmente, el Senado fue completado
en 1787, y la emperatriz de Rusia pudo
pasearse por sus estancias. En especial,
por el llamado Salón de Catalina, con
forma circular y decorado con bajorre-
lieves en los que ella aparece como la
diosa Minerva. Catalina murió en San
Petersburgo en 1796, de modo que no fue
testigo de la invasión napoleónica de Mos-
cú, en septiembre de 1812, cuando el
emperador de los franceses ordenó que
se dinamitara el Kremlin después de su
retirada y saqueo. La destrucción no fue
completa, pero el conjunto quedó seria-
mente dañado debido al gran incendio
que provocaron las explosiones.
Siglos de esplendor y pifias
El Kremlin renació de sus cenizas por el
empeño del zar Alejandro I (1801-1825).
HISTORIA Y VIDA • 59
LA FORTALEZA DE MOSCÚ
El nieto de Catalina se propuso restaurar
los palacios, murallas y catedrales afec-
tados por el fuego, aunque no fue hasta
el reinado de su hermano, Nicolás I,
cuando se repararon por completo los
daños provocados por el episodio napo-
leónico. Alejandro I convirtió la armería
en el primer museo público de Moscú y
levantó una nueva residencia, el gran
Palacio Real del Kremlin, que se com-
pletaría en 1849. Toda la familia imperial
asistió a la inauguración del que se con-
sidera el último gran edificio construido
con tanta opulencia en Rusia. Hoy es la
residencia oficial del presidente.
En 1913, el Kremlin fue la sede para la
celebración, con toda la pompa y circuns-
tancia, del trescientos aniversario de la
dinastía Romanov. Aquella fue la última
ceremonia real que tuvo lugar en Rusia:
la Revolución de 1917 provocó la aniqui-
lación de la monarquía y la destrucción
de los monumentos que la representaban.
Muchos de ellos estaban en el Kremlin.
El último atropello arquitectónico tuvo
lugar a finales de los años cincuenta del
pasado siglo, cuando el presidente Niki-
ta Jruschov encargó la construcción de
un palacio de congresos. El gigantesco
edificio de hormigón desentona en la ar-
quitectura del recinto, pero el proyecto
no pudo ser rebatido: como sus antece-
sores, Jruschov gobernaba con mano de
hierro la entonces Unión Soviética.
Tampoco ha podido evitarse la reciente
construcción de un helipuerto para los
traslados del presidente. Pese a que una
obra así debería haberse planteado a la
Unesco, dado el estatus de Patrimonio de
la Humanidad del Kremlin, nadie se mo-
lestó en informarles. Así, cuando Vladímir
Putin desea salir del lugar que es el sím-
bolo de su poder, lo hace volando.ɿ
Para saber más...
ENSAYO
MERRIDALE, CATHERINE. Red Fortress:
The Secret Heart of Russia’s History.
Londres: Allen Lane, 2013. En inglés.
INTERNET
Kremlin. En inglés.
http://en.kremlin.ru/
Museos del Kremlin. En inglés.
https://cutt.ly/1Hyutvl
Unesco. En inglés.
https://whc.unesco.org/en/list/545/
60 • HISTORIA Y VIDA

EUGENIA DE MONTIJO
EL GLAMUR
DEL SEGUNDO
IMPERIO
Nacida en Granada, Eugenia de Montijo puso
a sus pies al emperador Napoleón III Bonaparte
y a una ciudad, París, que luego le dio la espalda.

MARÍA PILAR QUERALT DEL HIERRO

HISTORIADORA Y ESCRITORA

E
l 1 de abril de 1867, París vi-
braba con los fastos inaugu-
rales de la Exposición Univer-
sal. Entre los asistentes al
evento se encontraban perso-
nalidades como Alejandro II de Rusia, el
sultán de Turquía, Guillermo I de Prusia
o el canciller Otto von Bismarck. Para
agasajar a tan regios visitantes, los en-
tonces emperadores, Napoleón III y su
esposa Eugenia de Montijo, ofrecieron
un opulento banquete, al que siguieron
un concierto y un baile en el jardín de las
Tullerías, que abrió la propia emperatriz,
acompañada por el zar ruso.
Lo cierto es que, de no ser por tan regios
invitados, la fiesta hubiera podido ser una
de tantas soirées con las que, diariamen-
te, se adornaba la noche parisina duran-
te el Segundo Imperio. Una época en la
que, mientras París modernizaba su ur-
banismo, la alta burguesía, a modo de
nueva aristocracia, frecuentaba el teatro
y la ópera, cenaba en los restaurantes de
moda del entorno del Palais Royal y con-
tinuaba la velada en alguna de las lujosas
mansiones haussmanniennes, donde las
damas, envueltas en sedas, brillantes o
moarés, conversaban y los caballeros tra-
taban de negocios entre copas de cham-
pán y una cierta frivolidad que disfraza-
ba sus intereses. Una forma de vida que
parecía querer obviar el insalubre París
 HISTORIA Y VIDA • 61

ABANDERADA DE LA ELEGANCIA

La emperatriz Eugenia de
Montijo, en un retrato de Franz
Xaver Winterhalter de 1853.
62 • HISTORIA Y VIDA

de los suburbios, que daba la espalda a

Napoleón III, Eugenia de
los más necesitados y que solo pretendía
Montijo y el príncipe Napoleón
ser un remedo de una corte que, por ex- Eugenio Luis, c. 1858.
preso deseo de su emperador, buscaba
olvidar la simplicidad burguesa de su
antecesor, Luis Felipe de Orleans. Para
conseguirlo, Napoleón III contaba con una
colaboradora de excepción: su esposa, la
granadina Eugenia de Montijo.
Napoleón III Bonaparte (1808-1873) ha-
bía conocido a Eugenia en París el 12 de
abril de 1849. Era la segunda hija de Ci-
priano de Palafox, duque de Peñaranda
y conde de Teba y Montijo, y de María
Manuela Kirkpatrick de Closeburn, una
dama de origen escocés a quien Eugenia
debía el rubio cobrizo de su cabello y su
piel blanca salpicada de pecas. Aunque
española de origen, puesto que nació en
Granada el 5 de mayo de 1826, creció
muy unida a la cultura gala, tanto por el
hecho de estudiar en el colegio del Sa-
cré-Coeur de París, la ciudad donde re-
sidió la familia entre 1829 y 1838, como
por haber tenido como mentor al escritor
Prosper Mérimée. Tras la muerte del con-
de de Montijo, su viuda y sus dos hijas
regresaron a Madrid, donde la mayor de
las hermanas, María Francisca, contrajo
matrimonio con Jacobo Fitz-James Stuart
y Ventimiglia, duque de Alba.
Tras la boda de la primogénita, María
Manuela Kirkpatrick, casamentera im-
penitente, decidió volver a París, conven-
cida de que allí la menor de sus hijas
podría encontrar un esposo que, al me-
nos, la igualara socialmente a su herma-
na. No se equivocaba. Apenas conocerla,
Luis Napoleón Bonaparte, por entonces
presidente de la Segunda República fran-
cesa, cayó rendido a sus encantos. Euge-
nia era extremadamente refinada, culta
e inteligente. Estaba dotada, a decir de
sus contemporáneos, de un extraño po-
der de seducción, que administraba sa-
biamente, y de una belleza singular. Al-
ta, esbelta y de rasgos clásicos, según su
lectora madame Carette, su mayor en-
canto radicaba en sus “ojos de un azul
vivo y profundo llenos de alma, de ener-
gía y, al tiempo, de dulzura”.
Parece ser que Eugenia no accedió inme-
diatamente a los galanteos del sobrino
del Gran Corso. Luis Napoleón era casi
veinte años mayor que ella, y su vida ga-
lante era de todos conocida. Por otra par-

El espejo de la moda en el que se miró toda Francia
Eugenia de Montijo fue
siempre una gran admiradora
de María Antonieta, pero, a diferen-
cia de su antecesora, su interés por
la moda se proyectó más allá de los
muros de palacio. Así, el entorno de
la plaza Vendôme (arriba, a media-
dos del siglo XIX) se convertiría en una
“milla de oro” de la moda y el lujo.
El interés por el arreglo per-
sonal no se ciñó a la corte. La
clase media o la pequeña burguesía,
que no podían acceder a las grandes
te, los avatares políticos interrumpieron
el posible romance, ya que el 2 de diciem-
bre de 1851, Luis Napoleón dio un golpe
de Estado, disolvió el Parlamento y se
autoproclamó “prince-président”. Un año
más tarde, con la aprobación del Senado,
se autotituló “emperador de los franceses”.
La emperatriz “influencer”
El recién creado Segundo Imperio pre-
cisaba un heredero, y, por tanto, su titu-
firmas, encontraron su paraíso particu-
lar en los grandes almacenes, donde
podían comprar a precios más económi-
cos modelos, accesorios o bisutería
similares a los diseños o las joyas de la
corte. El pionero fue, en 1838, Le Bon
Marché, al que siguieron Le Printemps,
en 1865, y La Samaritaine, en 1869.
La higiene personal también
se puso en valor, y, gracias a las
nuevas instalaciones de baño en los
hogares, se promocionaron oficios co-
mo la fontanería o la cosmética. Las in-
lar debía contraer matrimonio. El nuevo
emperador debió de recordar entonces
a la hermosa española, y en esta ocasión
no tardó en lograr sus propósitos, ya que,
deslumbrada por la posibilidad de coro-
narse soberana de Francia, Eugenia ob-
vió al momento la diferencia de edad y
la fama de licencioso del sobrino del Gran
Corso, y el 26 de enero de 1853 salió de
Notre Dame convertida en su esposa
y en emperatriz de los franceses.
HISTORIA Y VIDA • 63
ABANDERADA DE LA ELEGANCIA
dustrias del jabón se multiplicaron
por toda Francia. En especial, cerca
de Marsella, dada la abundancia de
aceite de oliva y hierbas aromáticas,
mientras que la perfumería conoció
un nuevo impulso gracias al empleo
de fragancias exóticas llegadas de
las colonias. El prestigio alcanzado
por la alta perfumería fue tal que
contribuyó al desarrollo de las fábri-
cas de vidrio, ya que los preciados lí-
quidos requerían envases de lujo,
que acabaron por convertirse en au-
ténticas obras de arte.
La pompa con que se celebró el enlace
sirvió para demostrar las expectativas
que los nuevos emperadores tenían para
su corte. Los novios llegaron al templo
en la misma carroza que lo hicieran Na-
poleón y Josefina para su coronación, y
la celebración nupcial alcanzó tales cotas
de boato que incluso reverdeció los fas-
tos versallescos. A partir de ese momen-
to, desde las Tullerías se promovió una
nueva estética cortesana, burguesa en
64 • HISTORIA Y VIDA
sus usos pero aristocrática en su estética.
La impulsora de ese cambio fue, sin du-
da alguna, la emperatriz. En alianza con
su modisto favorito, Charles Frederick
Worth (1825-1895), padre de la alta cos-
tura francesa, Eugenia de Montijo puso
en valor el dress code cortesano y, con él,
una etiqueta desaparecida en los salones
desde los tiempos de la revolución.
No la guiaba la vanidad. Consideraba la
elección de su vestuario como una más
de las obligaciones de su cargo. Era ple-
namente consciente de que su indumen-
taria o sus alhajas eran el mejor escapa-
rate para promocionar determinados
sectores industriales, como la joyería, el
comercio o el ámbito textil. No se equi-
vocaba, y tal comportamiento no solo
sirvió para impulsar determinadas áreas
de la vida económica francesa –como las
manufacturas sederas de Lyon–, sino que
hizo de París el faro de la moda interna-
cional. Lamentablemente, la mayoría de
sus contemporáneos no supieron verlo
así. Eugenia era consciente de ello. Una
vez exiliada, escribió a su amigo y bió-
grafo Lucien Daudet: “Me han acusado
de frívola y de amar demasiado la ropa,
pero es absurdo; no se dan cuenta de que
el papel que debe desempeñar una so-
berana es como el de una actriz. ¡La ro-
pa forma parte de ese papel!”.
Más que una figura decorativa
Desde el mismo día de su boda, Eugenia
de Montijo dejó su impronta personal en
el Segundo Imperio. Primero, renovando
los usos cortesanos, y luego, desde que el
16 de marzo de 1856 naciera su único
hijo, Napoleón Eugenio Luis, volcándose
de lleno en la política imperial.
Para ello, contaba con el beneplácito de
su marido, que la nombró regente en las
tres ocasiones en que debió alejarse del
trono: en 1859, durante la campaña de
Italia, en 1865, cuando Luis Napoleón
viajó a Argelia, y en 1870, ya en las pos-
trimerías del Segundo Imperio. Católica
convencida, Eugenia no dudó en apoyar

a los partidos más conservadores, lo que
le valió la enemistad de determinadas
facciones políticas. Su descrédito aumen-
tó cuando defendió la intervención fran-
cesa en la aventura mexicana de Maxi-
miliano de Habsburgo, que concluyó con
el fusilamiento del emperador austríaco
y un altísimo balance de pérdidas entre
las tropas francesas. Con ello, Francia
pareció olvidar su labor social como fun-
dadora de asilos, orfanatos y hospitales,
su protección a la labor investigadora de
Louis Pasteur, su implicación en la cons-
trucción del canal de Suez o su interven-
ción en la mayor parte de los indultos
concedidos por el emperador, que habían
A la izqda.,
inauguración del
canal de Suez
en presencia
de la emperatriz.
A la dcha.,
Eugenia de
Montijo, de luto
por la muerte de
su hijo, en 1880.
salvado la vida a muchos de sus adversa-
rios. Tanto el pueblo como los políticos
achacaban a “la española”, como la lla-
maban, con el mismo desprecio con que
habían apodado a María Antonieta “la
austríaca”, el declive del Imperio.
Los años del exilio
Tras la derrota francesa en Sedán, en el
transcurso de la guerra francoprusiana,
y la proclamación de la Tercera Repúbli-
ca, la familia imperial encontró refugio
en Inglaterra, concretamente en Camden
House, en Chislehurst. Tras la muerte del
emperador en 1853, Eugenia siguió cons-
pirando a fin de que su hijo recuperara
el trono, pero sus esfuerzos fueron inúti-
les. La república estaba muy afianzada
en Francia, y, además, el joven príncipe
marchó voluntario a combatir a los zulúes
con las tropas británicas y, tras una em-
boscada, murió el 1 de junio de 1879.
Eugenia de Montijo sobrevivió a su hijo
cuarenta años, pero ya nunca fue la mis-
ma. Abandonó cualquier implicación po-
lítica, y tras instalarse en Farnborough
(Hampshire, Inglaterra), muy cerca de
la abadía de Saint-Michel, donde reposa-
ban su esposo y su hijo, se retiró de toda
HISTORIA Y VIDA • 65
ABANDERADA DE LA ELEGANCIA
actividad social. Solo salía de su refugio
para acudir a visitar a sus sobrinos, los
duques de Alba, en el madrileño palacio
de Liria. Allí falleció el 11 de julio de 1920
a consecuencia de un problema renal.
Hasta pocos días antes de enfermar, se
la vio pasear por las inmediaciones de la
residencia ducal, anciana y casi ciega,
pero manteniendo la apostura y la ele-
gancia que hizo del Segundo Imperio una
de las épocas de mayor personalidad es-
tética de la historia de Francia.ɿ
Para saber más...
BIOGRAFÍA
DES CARS, JEAN. Eugenia de Montijo, la
última emperatriz. Barcelona: Ariel, 2003.
ENSAYO
CHAVES PALACIOS, JULIÁN. El Segundo
Imperio francés (1852-1870). Córdoba:
Servicio de Publicaciones de la Universi-
dad de Córdoba, 2012.
YON, JEAN-CLAUDE. Le Second Empire.
Politique, société, culture. París: Armand
Colin, 2012. En francés.
NOVELA HISTÓRICA
CHAUVEL, GENEVIÈVE. Eugenia de Monti-
jo, emperatriz de los franceses. Barcelo-
na: Edhasa, 2000.
66 • HISTORIA Y VIDA
LOS DIEZ
ESPAÑOLES
A BORDO
DEL TITANIC
De la decena de españoles, entre
pasaje y servicio, que se vieron
envueltos en el notorio naufragio,
pudieron salvarse la mayoría.
ANTONIO ORTÍ
PERIODISTA
E
ntre las 2.222 personas que
viajaban en el Titanic había
diez españoles. Siete de ellos
sobrevivieron al choque con
un iceberg camino de Nueva
York. El recién reeditado Los diez del Ti-
tanic, obra de Javier Reyero, Cristina
Mosquera y Nacho Montero, explora có-
mo eran sus vidas antes del 10 de abril
de 1912, cuando el transatlántico inició
su travesía, y qué fue de ellos tras el de-
sastre, cuando 1.516 almas acabaron en
un pecio del Atlántico Norte, a unos cua-
tro mil metros de profundidad.
Momentos antes de ser engullidos por
una garganta misteriosa, los pasajeros
que se lanzaron al agua sin chaleco sal-
vavidas y no fueron capaces de asirse a
los escombros flotantes fueron atenuan-
do sus gritos como la llama de una vela
que se apaga. En total, se salvaron 704
personas, un 31% del pasaje. El 10 de abril
de 1912, cuatro catalanes, dos madrile-
ños, una conquense, un asturiano, una
andaluza y un español que residía en
Francia se embarcaron en el llamado
“barco insumergible”. Todos compartían
la ilusión de conocer Nueva York, pero
sus circunstancias eran distintas. “En mi
opinión, el personaje más fascinante es
Juan Monros”, indica el periodista Nacho
Montero, uno de los autores de Los diez
del Titanic, sobre el joven que acabaría
recibiendo sepultura a cuatrocientas mi-
llas de los grandes bancos de Terranova,
tras ser recubierto con una tosca lona y Bretaña, donde está uno de sus mejores
cosido a ella, literalmente, de la cabeza amigos, el cocinero francés René De-
a los pies. “Monros estuvo en el Titanic prond. Pese a no haber trabajado nunca
sin que nadie de su familia lo supiera, a bordo de un barco, ni tener experiencia
tras aceptar un trabajo para el que no es- alguna como camarero, sorprendente-
taba capacitado, porque él se enroló como mente consigue un puesto como asisten-
ayudante de camarero con uno de los te de camarero en el nuevo restaurante
mejores restaurantes del mundo”. a la carta (una novedad), gracias a expre-
Sin ser camarero, y por puro azar, Mon- sarse con fluidez en francés e inglés. Sa-
ros, quien llevaba años afincado en París biendo que a su familia no le hará gracia,
con su familia, se traslada en 1911 a Gran les cuenta una mentira piadosa: “He sido

contratado como intérprete”. Sin embar-
go, su suerte acaba cuando el Titanic em-
biste a un descomunal iceberg, solamen-
te cuarenta y un segundos después de que
los centinelas dieran el aviso. Dos horas
más tarde, el barco iniciaba su viaje hacia
las profundidades, mientras decenas de
náufragos intentaban trepar sin éxito a
los botes salvavidas y a las cincuenta ha-
macas que se lanzaron al agua para tener
algo a lo que asirse. “El cadáver de Mon-
ros pudo ser identificado porque se ha-
llaron varios resguardos de casas de em-
peños de Londres. Su gran ilusión era
encontrarse con sus primos, que vivían
en Nueva York”, informa Montero.
Por su parte, Javier Reyero, otro de los
autores del libro, elige la historia de En-
carnación Reynaldo. La “pasajera enig-
mática” es una de las que más intriga
suscita en los numerosos foros que exis-
ten sobre el barco. “Ella viajaba en segun-
HISTORIA Y VIDA • 67
TRAGEDIA Y SUPERVIVENCIA
da clase completamente sola en el año
1912. No solamente era una mujer que
viajaba sin compañía, sino que se salvó
sin la ayuda de nadie, gracias a trabajar
desde joven en el Campo de Gibraltar
para familias británicas, lo que le permi-
tió entender las instrucciones”, explica.
“Su intención era visitar a su hermana
Luisa, que estaba embarazada de su se-
gundo hijo”, añade. Al final, esta mujer
nacida en Marbella, que se casó en 1902
68 • HISTORIA Y VIDA
con veintiún años y enviudó poco después,
se quedaría a vivir en la ciudad de los
rascacielos, tras contraer nupcias, por
segunda vez, con un puertorriqueño.
“No toméis ningún barco”
Al margen de Monros y Reynaldo, viaja-
ban otros ocho españoles. En primera
clase iban Víctor Peñasco y su esposa. El
ideal de felicidad de este gentleman que
tenía lazos familiares con José Canalejas,
el presidente del gobierno, era una lar-
guísima luna de miel por las principales
capitales europeas. Tras casarse en Ma-
drid con María Josefa Pérez de Soto Va-
llejo, una atractiva joven de veintiún años,
que era depositaria de una de las mayores
fortunas de la época, ambos festejaron
durante un año y medio su enlace, pa-
sando largas temporadas en los mejores
hoteles de Biarritz, Londres, Montecarlo
y Viena. Finalmente, llegaron a París en
compañía de su mayordomo, Eulogio, y
de una doncella de treinta y ocho años,
Fermina, nacida en Uclés (Cuenca).
Estando los Peñasco cenando en el res-
taurante Maxim’s de París, Víctor, al que
no se le conocía ocupación concreta, se
entera de que el Titanic se apresta a zar-
par a Nueva York. Para no preocupar a
su madre (“Viajad adonde queráis, pero
no toméis ningún barco”, les aconsejó),
urde un divertido plan: deja escritas unas
cuantas postales que su mayordomo, que
se quedará en París, debe mandar a dia-
rio a Madrid. Mientras tanto, él y su mu-
jer se embarcan a Nueva York para pro-
seguir su (inacabable) luna de miel.
Por su parte, Servando José Florentino
Oviés realizaba cada año la misma tra-
vesía por las mismas fechas: tras visitar
a sus familiares en Europa, volvía a Cu-
ba, haciendo escala en Nueva York, don-
de tenía grandes amigos. Y siempre lo
hacía en el barco más rápido y lujoso del
momento. El año 1912 no fue una ex-
cepción, y escogió para su regreso el Ti-
tanic. Oviés era hijo de una antigua fa-
milia de indianos afincada en el barrio
avilesino de Villalegre, donde había
construido un palacete colonial.
Instinto de supervivencia
El resto de españoles viajaban en segun-
da clase. Los compartimentos tenían
muebles de caoba, y, aunque no disponían
de baño propio, contaban con un rudi-
mentario sistema de agua corriente me-
diante un depósito que los mayordomos
se encargaban de abastecer. Allí iban
cuatro catalanes dispuestos a hacer las
Américas: Julián Padró (de veintiséis años
y nacido en Can Tiret, junto a Lliçà
d’Amunt), Emilio Pallás (de veintinueve
años, oriundo del pueblo leridano de Bas-
turs), Florentina Durán (natural de Sant
Adrià, un pueblo de Lérida cercano a
Tremp), con la que Julián tenía pensado
casarse en breve, y su hermana Asunción.

¿Protagonizaron los diez españoles a
bordo del buque alguna historia de he-
roicidad o cobardía? “En lugar de cobar-
día, yo lo llamaría instinto de supervi-
vencia”, responde Montero. Y es que los
dos catalanes consiguieron, pese a ser
hombres, embarcarse en uno de los vein-
te botes salvavidas que llevaba el Titanic
para transportar 1.176 pasajeros (la mi-
tad del pasaje). Cuando el agua helada
comenzó a penetrar en el casco, Julián,
Emilio, Florentina y Asunción acudieron
a cubierta, y se apercibieron de la grave-
dad del asunto al contemplar las benga-
las blancas que los marineros disparaban
cada cinco minutos. A la sazón, había
cada vez más escenas de pánico.
Pasada la medianoche, los primeros bo-
tes salvavidas comenzaron a caer al agua,
y Florentina y Asunción fueron acomo-
dadas en la barcaza número doce. Vien-
do cómo los marineros intentaban hacer
retroceder con hachas y revólveres a quie-
A la izqda., un
repartidor de
periódicos en
Londres anuncia
a los viandantes
el desastre del
Titanic, el 16 de
abril de 1912.
En la pág.
opuesta, uno de
los botes
salvavidas con
supervivientes
del naufragio.
En la pág.
anterior, la
partida de
Southampton del
“insumergible”
Titanic, el 10 de
abril de 1912.
Cientos de pasajeros
hicieron un esfuerzo
titánico por salvarse
nes trataban de encaramarse a las em-
barcaciones, Julián y Emilio pensaron en
tirarse al mar, confiando en sus chalecos.
No obstante, al observar cómo el bote
número nueve comenzaba a descender
por estribor, Julián se desliza por la soga
y acaba en el centro de la embarcación.
Al verlo, Emilio salta también, pero cho-
ca con el travesaño de la barca, dislocán-
dose una rodilla y perdiendo el conoci-
miento. Sin embargo, su amigo consigue
sostenerlo por la espalda y ambos se ale-
jan en el bote, junto con un marinero, un
ayudante y decenas de mujeres.
Primero, las mujeres y los niños
Ante las mismas circunstancias, Peñasco
obrará distinto. Al igual que buena parte
de los aristócratas y prohombres que via-
jaban en primera clase, cumplir el código
de conducta que aconsejaba salvar pri-
mero la vida de las mujeres y niños en
una situación de peligro le impedirá man-
HISTORIA Y VIDA • 69
TRAGEDIA Y SUPERVIVENCIA
char su apellido con un acto deshonroso.
Al principio, María Josefa, su mujer, tam-
bién se niega a embarcar, pero Víctor la
arroja en brazos de la condesa de Rothes
rogándole que la cuide, y, presintiendo
que no sobrevivirá, se despide para siem-
pre de ella: “Pepita, que seas muy feliz”.
Se ignora qué pudo hacer Víctor en los
momentos finales del Titanic, pero pare-
ce seguro que no se lanzó al mar y que,
al igual que Oviés, permaneció en el in-
terior del transatlántico. Siete años des-
pués del naufragio, María Josefa contrae-
rá segundas nupcias y se instalará en la
madrileña calle Serrano. Para poder ha-
cerlo, conseguirá que el cónsul de Espa-
ña le expida un certificado de defunción
que le permita volverse a casar y cobrar
la herencia. Por su parte, Fermina Oliva,
su doncella, vivirá hasta los noventa y
siete años, siendo durante un tiempo la
superviviente con más edad del Titanic,
honor que le quitará Lillina Asplund tras
morir con noventa y nueve años, pues
tenía solo cinco al viajar en el Titanic.
Hay muchas otras historias que han in-
vestigado los autores del estudio. Por
ejemplo, aunque, durante un tiempo, se
rumoreó que Víctor Peñasco murió al ce-
der su plaza en el bote salvavidas a una
mujer con un niño, hay que descartar
esta hipótesis, ya que en el bote que via-
jaba su esposa no había ningún niño.
Tampoco es verdad, como ha circulado,
que un español se disfrazó de mujer para
poder salvarse. Pero es completamente
cierto que cientos de pasajeros hicieron
un esfuerzo titánico por salvarse, y no
solamente los españoles.ɿ
Para saber más...
ENSAYO
REYERO, JAVIER, MOSQUERA, CRISTINA
Y MONTERO, NACHO. Los diez del Titanic.
Madrid: LID Editorial, 2022.
INTERNET
Encyclopedia Titanica. En inglés.
www.encyclopedia-titanica.org
70 • HISTORIA Y VIDA
LA GUERRA FRÍA
EN UN TABLERO
DE AJEDREZ
6HFXPSOHPHGLRVLJORGHODÀQDOHQ5HLNLDYLN
HQWUH%REE\)LVFKHU\%RUtV6SDVVN\HOGXHOR
PiVIDPRVRGHODKLVWRULDGHODMHGUH]
ALFONSO GONZÁLEZ QUESADA
352)(625'(/É5($'('2&80(17$&,Ð1'(/$8$%
E
n los primeros días de julio
de 1972, corresponsales y
enviados especiales de todo
el mundo copaban la oferta
hotelera de Reikiavik. Aquel
hervidero de periodistas no obedecía a
ninguna cumbre internacional, ni a la
erupción de alguno de los volcanes que
salpican la isla, sino al Campeonato Mun-
dial de Ajedrez. Nunca antes aquel torneo
había despertado tal interés, hasta que,
en plena Guerra Fría, un soviético y un
norteamericano se dieron cita en la final.
Durante los casi dos meses que duró el
duelo entre Borís Spassky y Bobby Fischer,
las superpotencias trasladaron su con-
frontación a un tablero. Era evidente que
el resultado no influiría en la geopolítica,
pero en juego estaba el prestigio de los
países representados en la final. Y en
aquella batalla, la Unión Soviética tenía
más que perder que Estados Unidos.
Desde 1948, el título mundial parecía un
club reservado a jugadores soviéticos. Su
superioridad abrumadora permitía a la
Unión Soviética lucir el mejor palmarés
de la historia. Todo ello era fruto de una
concienzuda política que había fomenta-
do el ajedrez hasta transformarlo en un
deporte de masas al servicio del Estado.
Desde hacía décadas, el Kremlin había
concebido la extensión de su práctica co-
mo una estrategia de ingeniería social,
viendo en él la herramienta que reforza-
ría la disciplina y agudizaría la mente de
millones de trabajadores para moldearlos
a imagen del ideal comunista. No resul-
taba extraño que de aquella cantera in-
finita surgiera luego la saga de grandes
maestros que acaparó éxitos internacio-
nales. El Kremlin estaba convencido de
que su liderazgo en un deporte con tan
alto componente intelectual demostraba
la superioridad del socialismo.
Sin embargo, la final de Reikiavik, con
un norteamericano en liza, amenazaba
su hegemonía por primera vez desde
1948. Para Estados Unidos, donde el aje-

drez era minoritario, la posibilidad de que
un compatriota arrebatara al enemigo
una de sus coronas más preciadas era una
oportunidad inmejorable de torpedear
el orgullo y prestigio soviéticos. Y la Ca-
sa Blanca intentaría que así fuera, porque,
enzarzada en la guerra de Vietnam, ne-
cesitaba buenas noticias.
El campeón y el aspirante
Spassky y Fischer estaban en la élite des-
de hacía más de una década. El vigente
campeón, la última joya de la escuela
soviética de ajedrez, defendía el título
conquistado tres años antes. Su juego
directo y agresivo le había proporciona-
do un sinfín de triunfos. Como el resto
de figuras del ajedrez de su país, Borís
Spassky era una celebridad, admirado
por haber alcanzado la cima de la meri-
tocracia deportiva, y eso se traducía en
condiciones de vida inimaginables para
la ciudadanía de a pie: vivienda propia,
automóvil y sueldo de ministro.
A los quince años, y después de ganar
todo lo que era posible en su país, Fischer
fue el ajedrecista más joven en obtener
el título de Gran Maestro Internacional.
A partir de entonces, se hizo tan popular
como polémico. Afirmaba sin rubor que
era el mejor y que destronaría a los so-
viéticos. Pero, para ello, exigía cambiar
HISTORIA Y VIDA • 71
EL MATCH DEL SIGLO
el sistema que designaba al finalista del
campeonato. Según él, el sistema de li-
guilla pervertía la competición, al bene-
ficiar siempre a los soviéticos, mayorita-
rios en aquel formato. Como alternativa,
propuso a la Federación Internacional un
sistema de rondas eliminatorias por pa-
rejas, cuyo ganador se mediría con el
campeón. La idea fue desestimada, y, en
protesta, Fischer dejó de competir por el
título mundial hasta que, años más tarde,
con vistas al campeonato de 1972, se
adoptaron las rondas eliminatorias. Con
el nuevo sistema, el norteamericano ob-
tuvo el pasaporte para Reikiavik después
de fulminar a todos sus contrincantes.
72 • HISTORIA Y VIDA

A la dcha.,
Fischer poseía un coeficiente intelectual
XQRVDÀFLRQD-
superior al de Einstein y una memoria GRVVLJXHQ
portentosa, capaz de recordar los movi- ODSDUWLGD
mientos de infinidad de partidas. Todo WUDVODYHQWDQD
ello, unido a una exquisita precisión es- GHXQDWLHQGD
tratégica, lo convertía en un ajedrecista GHDMHGUH]
temible. El contrapunto sorprendente a HQ3UDJD
esa genialidad eran sus exigencias en los En la pág.
torneos. La iluminación, el tablero, la anterior,
distancia del público, e incluso el horario 6SDVVN\GH
de las partidas, que no podían interferir EUD]RV
en sus prácticas religiosas, debían ajus- FUX]DGRV\VX
tarse a su criterio. Y, por supuesto, tam- ULYDODEVRUWRV
HQHOWDEOHUR
bién imponía exigencias económicas,
porque si algo apasionaba a Fischer tan-
to como el ajedrez, era el dinero.
El duelo de Reikiavik enfrentó a dos egos
antagónicos. La cordialidad y diplomacia
de Spassky contrastaban con los desplan-
tes de Fischer. El campeón era sociable,
cultivado y un punto bohemio. El aspi-
rante, un solitario falto de habilidades
sociales, esquivo ante focos y micrófonos.
El ruso disfrutaba con el ajedrez, pero
sin la obsesión del norteamericano, siem-

El gobierno islandés
ofreció un premio
muy suculento
pre acompañado de su tablero de bolsillo
estudiando partidas. A pesar de tales
diferencias, compartían un rasgo singu-
lar en el contexto de aquella final mar-
cada por la Guerra Fría. Ninguno se ajus-
taba a los valores de la superpotencia a
la que representaba. Spassky no era co-
munista ni ateo. Se sentía ruso antes que
soviético. Y sus opiniones políticas inco-
modaban al Kremlin, pero, como estrella
del ajedrez, era intocable. Fischer, por su
parte, estaba en las antípodas del este-
reotipo del afable norteamericano. Y sus
excentricidades y soberbia, a ojos de la
Casa Blanca, no hacían de él el mejor
embajador del mundo libre.
El mejor de veinticuatro
El gobierno islandés había querido pro-
mocionar su país apostando fuerte por
Reikiavik como sede de la final. Ofreció
un premio suculento, veinte veces mayor
al ganado por Spassky en 1969. En mar-
zo de 1972, todos los detalles de la orga-
nización del match se habían pactado
entre representantes de ambos jugadores,
y el palacio de deportes estaba acondi-
cionado para albergar el duelo.
La inauguración del torneo sería el 2 de
julio, pero, días antes, Fischer sorprendió
al mundo negándose a competir si el ár-
bitro de la final no era sustituido. El due-
lo peligraba. La Federación Internacional
no pensaba ceder al chantaje, y los orga-
nizadores tampoco querían que su inver-
sión se fuera al traste. El gobierno islan-
dés no vio otra solución que pedir ayuda
a la Casa Blanca. Una llamada de Henry
Kissinger, la mano derecha del presiden-
te Nixon, recordando a Fischer que el país
entero quería que derrotara a los rusos,
y la generosidad de un magnate que do-
bló el premio de la final convencieron al
aspirante de volar a Reikiavik, a donde
llegó el 4 de julio, sin que las protestas
del Kremlin, exigiendo su descalificación,
se hubieran aplacado.
Ganaría la final el mejor de veinticuatro
partidas. Spassky se anotó las dos prime-
ras. Una ventaja engañosa. El segundo
punto lo había conseguido por la incom-
parecencia de Fischer, que se había ne-
gado a jugar porque la sala no cumplía
sus exigencias, y amenazó con regresar
a EE. UU. si no se atendían. El propio Fis-

cher propuso la solución para salvar la
final: disputar la siguiente partida en una
pequeña habitación sin público, mientras
se acomodaba la sala principal a sus ca-
prichos. Spassky, que a toda costa quería
jugar, porque rechazaba vencer sin gloria,
transigió contra la opinión del Kremlin,
que denunció la actitud del aspirante co-
mo una maniobra para desgastar psico-
lógicamente a su jugador.
La tercera partida cambió el signo del
match. Fischer desarboló la barricada del
soviético exhibiendo una superioridad
incontestable. En las tres siguientes, el
campeón solo pudo forzar unas tablas,
mientras su rival tomaba ventaja después
En 1972, los
maestros
reeditaron
su duelo en
Yugoslavia.
de una partida magistral, la sexta, que
ha pasado a la historia por la belleza del
juego del norteamericano.
Ante el bajo nivel de Spassky, que desa-
provechaba situaciones ventajosas y co-
metía errores inexplicables, el Kremlin
comenzó a sospechar que todo se debía
a algún tipo de manipulación del match,
y cayó en la conspiranoia. Se habló de
espionaje al equipo de asesores de Spass-
ky. Incluso se creyó que los norteameri-
canos empleaban alguna tecnología que
dificultaba la concentración del campeón.
En secreto, se envió un experto a Reikia-
vik para dar con ella. Y aunque no des-
cubrió nada, las sospechas del Kremlin
no se disiparon en absoluto.
En la partida número once, Spassky in-
fligió una severa derrota al aspirante,
pero no hubo remontada. Siete tablas
consecutivas acercaron a Fischer a un
punto del título, que conquistó ganando
la vigesimoprimera partida.
El match del siglo, como se lo conoció en-
tonces, había concluido. Por primera vez,
un norteamericano se alzaba con el cam-
peonato del mundo. Un éxito memorable
para Estados Unidos. En el otro bando,
la pérdida de la hegemonía en los tableros
a manos de un representante del impe-
rialismo supuso un fracaso doloroso.
El reinado de Bobby Fischer, sin embar-
go, fue efímero. Tres años más tarde, en
1975, renunció a defender el título, des-
pués de que la Federación Internacional
rechazara su larga lista de condiciones
para participar en la final. Le sucedió el
aspirante, Anatoli Kárpov, el nuevo ta-
lento soviético, un veinteañero dócil a
Moscú y comunista convencido. Gracias
a él, la Unión Soviética recuperó la he-
gemonía del ajedrez hasta su disolución.
HISTORIA Y VIDA • 73
EL MATCH DEL SIGLO
Revancha en Yugoslavia
El duelo de Reikiavik se repitió veinte
años después, en Yugoslavia. Cinco mi-
llones de dólares eran buena razón para
el reencuentro de los antiguos rivales.
Fischer reapareció tras muchos años ale-
jado de la vida pública. Spassky residía
en Francia, después de abandonar la
Unión Soviética en 1976. El norteameri-
cano volvió a vencer. Pero esta vez su
victoria no entusiasmó en la Casa Blanca,
al contrario. A causa de la guerra en los
Balcanes, Estados Unidos había prohi-
bido a sus ciudadanos cualquier tipo de
contacto con el régimen de Slobodan Mi-
losevic. Fuera de la ley, Fischer comenzó
entonces el periplo más tortuoso de su
vida para evitar la deportación. En 2005
obtuvo la ciudadanía islandesa, y tres
años después murió en el país donde se
coronó como campeón del mundo.
En 1999, un jurado formado por sesen-
ta y cuatro jugadores de todo el mundo
eligió a Bobby Fischer como el mejor
ajedrecista del siglo xx.ɿ
Para saber más...
ENSAYO
EDMONDS, DAVID Y EIDINOW, JOHN. Bo-
bby Fischer se fue a la guerra. Barcelona:
Debate, 2006.
GULKO, BORIS, POPOV, VLADIMIR, FELSH-
TINSKY, YURI Y KORTSCHNOI, VIKTOR.
The KGB plays chess. Milford (G. B.): Rus-
sell, 2010. En inglés.
DOCUMENTAL
Bobby Fischer contra el mundo (EE. UU.,
2011). Dir.: Liz Garbus.
https://shorturl.at/fmtF9
La guerra del ajedrez: Spassky vs. Fis-
cher (Francia, 2002). Dir.: Valéry Gaillard.
https://shorturl.at/dwyV3
74 • HISTORIA Y VIDA

BLEDA Y ROSA
ARQUEÓLOGOS
DE LO
INVISIBLE
Galardonados con el Premio Nacional
de Fotografía en 2008, estos prestigiosos
fotógrafos españoles proponen, a través
de una extensa obra que ahora puede verse
en el Centro de Fotografía KBr de Fundación
MAPFRE en Barcelona, una serie de
LQWHUHVDQWHVUHÁH[LRQHVVREUHODVUHODFLRQHV
entre memoria, historia y espacio.
ENRIC ROS
HISTORIADOR DEL CINE Y PERIODISTA

C
omo ya es sabido, el filósofo
alemán Walter Benjamin se
sirvió del cuadro Angelus No-
vus, pintado por Paul Klee en
1920, para acuñar su célebre
alegoría del “ángel de la historia”. En el
ensayo titulado, justamente, Sobre el con-
cepto de historia, escribió acerca de ese
ángel que percibe el pasado que trata de
dejar atrás como si fuera “una catástrofe
única que amontona ruina tras ruina”. El
deseo del ángel es recomponer los peda-
zos dispersos a su espalda, pero un hu-
racán que sopla desde el paraíso –“Ese
huracán es lo que nosotros llamamos
progreso”, aclara Benjamin– le empuja
irremediablemente hacia el futuro.
También nuestra actual civilización pa-
rece arrastrarse, movida por ráfagas in-
cesantes, hacia un futuro incierto que
amenaza con borrar las huellas de cual-
quier pasado. El trabajo de los fotógrafos
María Bleda (Castellón, 1969) y José Ma-
ría Rosa (Albacete, 1970), que ahora pue-
de verse en una gran exposición retros-
pectiva en el Centro de Fotografía KBr
de Fundación MAPFRE en Barcelona, nos
invita a descubrir un “ángel de la historia”
oculto tras espacios aparentemente or-
dinarios o cotidianos.
Bleda y Rosa se conocieron durante sus
años de estudiantes en la Escuela de Ar-
tes Aplicadas y Diseño de Valencia. Des-

Palacio de Verano. Pekín, 2005. Serie de entonces, han trabajado conjuntamen-
“Estancias”, 2001-2006. Colecciones te en la creación de una obra que, a
Fundación MAPFRE.
partir de paisajes concretos, reflexiona
sobre conceptos como el tiempo, la hue-
Su obra re- lla o la memoria. Ya en sus primeras fo-
tografías confluye una única mirada
flexiona sobre común, al modo de las figuras inspira-
el tiempo doras de Bernd y Hilla Becher, pioneros
de la fotografía industrial.
y la memoria Su proyecto inicial, “Campos de fútbol”
(1992-1994), arranca con una imagen
HISTORIA Y VIDA • 75
EL TIEMPO ENTRE OBTURADORES
© Bleda y Rosa, VEGAP, Barcelona, 2022.
tomada en 1992 en El Ballestero (Alba-
cete), que condensa aspectos visuales y
discursivos que encontraremos en su obra
posterior. La solitaria portería sin red que
parece desdibujarse en una atmósfera
etérea y neblinosa de descampado es el
testimonio mudo de un mundo popular
convertido ahora en fantasma. Como los
propios artistas han explicado, esta co-
lección de fotografías muestra un tipo
de espacios que podemos encontrar en
76 • HISTORIA Y VIDA

la periferia de cualquier ciudad; unos

lugares que han vivido una brusca tran-
sición hacia el abandono y la despobla-
ción, a irremediable merced de nuevos
intereses económicos y sociales.
Esta serie fotográfica entremezcla el es-
tilo documental con la voluntad concep-
tual. Las imágenes son, en apariencia,
objetivas, neutrales, pero, en realidad,
contienen un hálito poético que resig-
nifica los ambientes retratados como
depósitos, forzosamente parciales, de
historia y recuerdo. Como bien afirma Abajo, Cerca
de Almansa, 25
la comisaria de la exposición de KBr,
de abril de 1707.
Marta Dahó, “en Bleda y Rosa, la repre- Almansa, 1994.
sentación del territorio como espacio de Serie “Campos de
memoria interpela a la imaginación po- batalla”,
tencial del espectador para dar visibili- 1994-2016.
dad a los modos en que el relato histó- © Bleda y Rosa, VEGAP,
Barcelona, 2022.
rico y sus imágenes han pautado formas
de ver, comprender y recordar”.

Fotografiar lo que no se ve
Con su siguiente trabajo, el ambicioso
“Campos de batalla” (1994-2016), Bleda
y Rosa alcanzan una pronta madurez
artística que les hace merecedores de un
reconocimiento inmediato, aún en plena
juventud. Es un proyecto extenso desde
el punto de vista cronológico y geográ-
fico, organizado en tres partes (España,
Europa y Ultramar), con el que, por pri-
mera vez, se acercan a lugares donde,
como ellos mismos explican, “se produ-
jeron hechos trascendentes, pero que hoy
no son nada”. Así, en la primera parte
descubrimos, en dípticos de espacios
abiertos, normalmente frontales, con
amplios horizontes y colores tenues, es-
cenarios de lo que hoy denominamos la
España vacía, en los que, hace siglos, se
libraron batallas tan relevantes como las
de Bailén o Covadonga.
Cuando amplían su investigación, nos
trasladan a través del tiempo y el espacio,
tal como sugieren las leyendas que acom-
pañan a las imágenes. Nos situamos, así,
cerca de Almansa, el 25 de abril de 1707.
Vamos hasta el paso de las Termópilas,
en el verano del año 480 a. C., o paseamos
por Bunker Hill, el 17 de junio de 1775.
Pero al llegar a todos estos lugares, ya no
hay ni rastro de épica u horror, aunque
intuyamos la presencia de fuerzas telú-
ricas que remiten al pasado. Como expli-
can Bleda y Rosa, “comprendemos las
imágenes a través de lo que no se ve, pe-
ro que se supone que está ahí”.
Una idea parecida mueve a otra artista,
la estadounidense Sally Mann, para rea-
lizar la serie fotográfica “Battlefields”,
en la que captura con su cámara los es-
pacios naturales donde se desarrollaron
algunos de los pasajes más cruentos de
la guerra civil norteamericana. Mientras
que esta fotógrafa convierte estos luga-
res en escenarios mágicos y a la vez si-
niestros, que parecen surgidos de algún
oscuro relato gótico al estilo de Ambro-
se Bierce, Bleda y Rosa optan, por el
contrario, por una aparente asepsia ex-
presiva. Contemplando sus imágenes
despobladas, rectilíneas y llenas de luz
diáfana, no parece que escondan un pa-
sado violento. Sin embargo, a poco que
reparemos con atención, una tensión
indiscernible subyace en fotografías co-
mo Austerlitz, 2 de diciembre de 1805. El
paisaje desnudo se torna más amenaza-
dor a medida que seguimos contemplán-
dolo, como si la historia agazapada tras
el aparente vacío fuera descomprimién-
dose, poco a poco, ante nuestros ojos.
El crítico e historiador del arte francés
Nicolas Bourriaud, que ha comisariado
alguna exposición de ambos, define, acer-
tadamente, a Bleda y Rosa como “arqueó-
logos de lo invisible”. Su voluntad de ras-
trear las huellas, en apariencia borradas,
del pasado, de tratar el tiempo como una
sucesión de estratos superpuestos, con-
sigue que la historia adquiera una textu-
ra tectónica. Como bien afirma Dahó,
“desde un enfoque cercano a una sensi-
bilidad arqueológica, Bleda y Rosa evocan
las memorias latentes que atraviesan de
forma menos explícita los lugares de in-
terés patrimonial. Sus obras no solo per-
miten que contemplemos algo que toda-
vía no hemos imaginado, también abren
una importante reflexión sobre los pro-
cesos de musealización del pasado”.
 HISTORIA Y VIDA • 77

EL TIEMPO ENTRE OBTURADORES

Testimonio de la ausencia
Sin necesidad de discursos, Bleda y Ro-
sa consiguen cuestionar el concepto dia-
crónico de historia, para proponernos
una visión más líquida y premeditada-
mente difusa, en la que un espacio es
capaz de albergar múltiples capas de
pasado. Es algo no tan distinto a lo que
hace el cineasta tailandés Apichatpong
A la izquierda, Bunker
de Fundación MAPFRE titulada “Estan-
Hill, 17 de junio de
1775. Boston, cias”. El acceso al interior de villas se-
Massachusetts, 2014. ñoriales y palacios nos adentra en una
Serie “Campos de doble dimensión: los espacios vinculados
batalla”, 1994-2016. con el poder que, a su vez, fueron lugares
© Bleda y Rosa, VEGAP, para la vida íntima; el tiempo del acon-
Barcelona, 2022.
tecimiento histórico combinado con el
recuerdo biográfico. Como explican los
artífices de las fotografías, este juego de
tensiones es plasmado “a través de la frag-
mentación de la arquitectura: columnas,
suelos o rincones remiten a un espacio
íntimo y cercano que resiste a la monu-
Abajo, Paso de las
Termópilas, verano
mentalización. Las imágenes no nos des-
del año 480 a. C. criben ni nos sitúan en las estancias, sino
Termópilas, 2011. que nos hacen experimentarlas y retor-
Serie “Campos de nar a ellas desde la evocación”.
batalla”, 1994-2016. La crítica cultural Paola Cortés-Rocca
© Bleda y Rosa, VEGAP, relaciona la obra de Bleda y Rosa con la
Barcelona, 2022.
tradición que se inaugura a finales del
siglo xix, “cuando la representación visual
del paisaje se transforma de manera ra-
dical con la aparición de la cámara”. En
ese momento, la visión del paisaje como
metáfora de los sentimientos humanos
da paso a la posibilidad técnica de apre-
hender su pura materialidad. Estos fotó-
grafos evitan merodear por escenarios
de naturaleza exultante, como los que
testimonió la pintura romántica. En su
lugar, prefieren inspeccionar “geografías
menores, cotidianas y lábiles”, como
apunta Cortés-Rocca. Las imágenes que
Bleda y Rosa muestran parecen contener una melan-
colía secreta, que también puede ser la
consiguen de los bodegones de Giorgio Morandi, las
arquitecturas espectrales de Giorgio de
cuestionar Chirico o incluso la “puesta en paisaje”
de islas volcánicas, desiertos, parques
el concepto londinenses o zonas residenciales vacías
diacrónico de los filmes de Michelangelo Antonioni.

Weerasethakul, Palma de Oro en Cannes

por El tío Boonmee que recuerda sus vidas
pasadas (2010), cuando, en películas
como Cemetery of Splendour (2015), nos
adentra en el paisaje del noreste de su
país, ahora aparentemente en paz, pero
que fue el enclave de un trauma nacional,
el de la agresiva represión del comunis-
mo que tuvo lugar en los años sesenta y
setenta del pasado siglo.
En “Ciudades” (1997-2000), Bleda y Ro-
sa nos trasladan a un pasado muy remo-
to, que evoca las culturas iberas, celtas,
romanas, griegas o fenicias, que dejaron
de historia
su huella en la península ibérica. Los en-
cuadres de esta serie, más variados que
en anteriores proyectos, convierten los
asentamientos de antiguas civilizaciones
en algo próximo al land art.
A partir de 2001 y hasta 2006, estos ar-
tistas amplían su ámbito de investigación
a otros contextos geográficos, donde se
ubican yacimientos fenicios, griegos, ro-
manos, árabes y celtas, para la serie que
forma parte de la colección de fotografía
Especies de espacios
En “Tipologías” (en proceso desde 2007),
Bleda y Rosa abordan de nuevo la arqui-
tectura como espacio de memoria, arti-
culando la dialéctica entre la función
original del monumento y su conversión
museística. La serie adopta, como el tí-
tulo sugiere, la forma de un inventario
tipológico de la Antigüedad, en el que las
extensas leyendas despliegan un voca-
bulario aparentemente didáctico, como
el que podríamos encontrar en un libro
de historia del arte. Villas, domus, arcos
de triunfo, altares, monumentos funera-
78 • HISTORIA Y VIDA

Una retrospec-
tiva integral
264 imágenes se dan cita
en el Centro KBr
Hasta el 4 de septiembre de
2022, el Centro de Fotografía KBr
alberga la retrospectiva más com-
pleta realizada hasta la fecha dedi-
cada a la obra de María Bleda y Jo-
sé María Rosa, comisariada por la
historiadora del arte Marta Dahó.

En ella se repasan tres décadas

de trabajo artístico al completo, a
través de nueve videoinstalaciones
pensadas específicamente para KBr,
compuestas por un total de 264
imágenes. La propuesta expositiva,
que parte de una concepción del es-
pacio como lugar de ensayo y re-
flexión, nos invita a experimentar la
obra con un ritmo más pausado de
contemplación al que estamos acos-
tumbrados, para descubrir asocia-
ciones entre las imágenes de cada
serie y profundizar en los grandes
ejes discursivos de las creaciones de
Bleda y Rosa, desde la dialéctica en-
tre paisaje y territorio a la relación
entre geografía, relato histórico, me-
moria y experiencia personal. del xviii, en las que se plantean intere- política o la protesta, como vemos en los
santes reflexiones sobre el expolio y la carteles reivindicativos de Norman Mayer
Las fotografías de estos artis- conservación de los sitios históricos. Monument (Pennsylvania Avenue, 2010).
tas forman hoy parte de numerosas “Memoriales” (2005-2010) supone un El proyecto de Bleda y Rosa que cubre
colecciones públicas y privadas, co- considerable giro en su trayectoria, al una mayor extensión geográfica, “Origen”
mo las del Museo Nacional Centro abordar el modo en que la ciudad moder- (en proceso desde 2003), propone un re-
de Arte Reina Sofía, el Musée d’Art na gestiona y administra la memoria his- corrido por distintos enclaves que las
Moderne de Céret, la Fundación tórica. El proyecto se desarrolla en tres sucesivas teorías científicas desarrolladas
“la Caixa”, el Banco de España urbes distintas: Berlín, Washington y desde finales del siglo xviii han vincula-
o Fundación MAPFRE. Jerusalén. En este caso, vemos cómo apa- do con el nacimiento de la especie huma-
https://kbr.fundacionmapfre.org recen una serie de “obstáculos” contem- na, desde el valle de Neander hasta el del
poráneos que irrumpen en la ensoñación Rift, pasando por Atapuerca. Los fotógra-
rios o acueductos forman parte de estas del pasado, como la señal de tráfico en fos regresan al formato panorámico de
imágenes de aspecto documental, que Puerta de Sión (Barrio judío, 2010), o los “Campos de batalla”, para recorrer a tra-
proponen una reflexión sobre nuestra rastros comerciales de un restaurante de vés de distintos paisajes nuestro proceso
comprensión de la arquitectura antigua. comida rápida en Surratt Boarding Hou- de “hominización”. En estas imágenes,
Los autores citan, a modo de referentes se (Chinatown, 2010). La monumentali- la huella de la presencia humana apare-
genealógicos, De architectura, de Vitruvio, zación conlleva el riesgo de petrificar la ce como un reflejo casi irónico, como
el primer tratado clásico sobre esta ma- memoria, de banalizarla, convirtiéndola ocurre en la red de elaboración industrial
teria, olvidado durante siglos y después en mero lugar de peregrinaje turístico y de Mandíbula de Sitges o en la precaria
recuperado como referente de la arqui- contemplación apresurada. Al mismo tienda de campaña de George (2008).
tectura grecolatina; o las Cartas a Miran- tiempo, parte de la ciudadanía utiliza “Corporaciones” (en proceso desde 2006)
da, de Quatremère de Quincy, de finales estos espacios para mostrar la disidencia prosigue con las investigaciones sobre las

A la izqda., Puerta
del mercado de
Mileto. Museo
de Pérgamo,
Berlín, 2021.
Serie “Tipologías”
(en proceso
desde 2007).
© Bleda y Rosa, VEGAP,
Barcelona, 2022.
A la dcha.,
Mandíbula
de Sitges.
Sitges, 2005.
Serie “Origen”
(en proceso
desde 2003).
© Bleda y Rosa, VEGAP,
Barcelona, 2022.
“Memoriales” supone
un considerable giro
en su trayectoria
funciones de la arquitectura, a través de
dos cuerpos de trabajo distintos. En el
primero, los artistas se centran en com-
prender el modo en que distintas empre-
sas han simbolizado, en espacios arqui-
tectónicos, conceptos vinculados con el
conocimiento. Las fotografías dedicadas
a las bibliotecas de la Universidad de Sa-
lamanca, Bolonia y Oxford representan
espacios privilegiados que ofrecen una
promesa de sabiduría, pero siempre de
acceso restringido. Hay aquí un choque
implícito entre el carácter universal del
saber y el elitismo académico, condensa-
do en los viejos volúmenes encerrados
bajo llave en muebles vetustos. La elección
de textos de acompañamiento de filóso-
fos “iconoclastas”, como los franceses
Michel Foucault, Jacques Derrida (nacido
en Argelia) o Sartre, sirve para confirmar
este implícito cuestionamiento de unas
estructuras que legitiman cierta idea po-
co igualitaria de la erudición.
La segunda parte del proyecto está reali-
zada en las sedes corporativas de Telefó-
nica. En ella, Bleda y Rosa contraponen
dos momentos históricos y sociológicos
bien distintos: las primeras décadas del
siglo xx y el inicio del xxi. Las imágenes
de las antiguas oficinas de la compañía
están acompañadas de textos de escrito-
res como Arturo Barea o Ramón Gómez
de la Serna. Las nuevas y asépticas insta-
laciones se relacionan con fragmentos del
ensayo La corrosión del carácter (1998),
de Richard Sennett, sobre el nuevo capi-
talismo, evidenciando así las tensiones
subyacentes que vinculamos a la concep-
ción neoliberal del mundo laboral.
Las relaciones cruzadas entre geografía
e historia alcanzan su mayor complejidad
en la serie “Prontuario” (2010-2017), en
la que, de nuevo mediante dos partes di-
ferentes, Bleda y Rosa se acercan al con-
texto de los procesos revolucionarios de
los siglos xviii y xix, que supusieron la
superación del Antiguo Régimen y la di-
fusión de los ideales del pensamiento
ilustrado. Articulando, como en otras
ocasiones, un diálogo entre fotografías
y textos, en “Notas en torno a la Guerra
y la Revolución” proponen un recorrido
geográfico por cinco lugares relacionados
con la guerra de la Independencia espa-
ñola, mientras que en “El Continente y
el Viento” abordan otros dos momentos
HISTORIA Y VIDA • 79
EL TIEMPO ENTRE OBTURADORES
históricos de signo muy distinto: la fase
de colonización que tuvo lugar en Amé-
rica a partir del siglo xvi, relacionada con
el espíritu de la conquista, la explotación
de recursos y las persecuciones religiosas;
y las primeras expediciones científicas,
vinculadas al espíritu de la Ilustración y
los procesos revolucionarios que llevaron
a la independencia de diversos países.
Se trata, en cierto modo, de una repre-
sentación de la “luz” y las “tinieblas” de
nuestro pasado, que, una vez más, nos
traslada a escenarios aparentemente in-
diferentes al “ángel de la historia”, pero,
en verdad, repletos de resonancias.
Todas estas obras construyen un fresco
tremendamente coherente que desarti-
cula un montón de lugares comunes acu-
mulados en torno a la memoria, el espa-
cio geográfico y la propia práctica de la
fotografía. Frente a la tan divulgada y
mitificada captación del “instante deci-
sivo”, Bleda y Rosa proponen, a través
de un trabajo meticuloso y alérgico al
énfasis, una serie de imágenes marcadas
por la lentitud en la selección y elabora-
ción, que nos remiten a una sensación
porosa del tiempo y el espacio, invitán-
donos, al modo de Walter Benjamin, a
volver la cabeza para contemplar las rui-
nas del pasado, mientras seguimos avan-
zando a tientas hacia el futuro.ɿ
Para saber más...
ENSAYO Y FOTOGRAFÍA
MARTÍN, ALBERTO. Bleda y Rosa hablan
con Alberto Martín. Nueva York:
Bloomsbury Visual Arts-Routledge, 2020.
VV. AA. Heterocronías. Tiempo, arte y ar-
queologías del presente. Cartagena, Mur-
cia: Cendeac, 2008.
80 • HISTORIA Y VIDA

ciencia
LA TRAGEDIA
QUE DIO
OLOR AL GAS
Cerca de trescientas personas
murieron en una escuela de
Texas en 1937 por una
explosión de gas. Las
autoridades tomaron cartas en
el asunto para tratar de que una
catástrofe así no se repitiera.

JULIÁN ELLIOT
PERIODISTA

E
l típico olor a gas no es del
gas. El fluido se perfuma con
un aroma intenso para que
alarme al instante en caso de
fuga. El mercaptano y otros
aditivos malolientes buscan evitar una
tragedia como la que ocurrió en Texas
en 1937. Una explosión debida a un es-
cape se cobró doscientas noventa y cua-
tro vidas en esa fecha. Como el suceso
ocurrió en un colegio, nueve de cada diez
víctimas mortales fueron chicos y chicas
de entre diez y diecisiete años, con el
consiguiente horror generalizado.
Considerada la mayor catástrofe escolar
de Estados Unidos, el tercer siniestro más
mortífero en la historia de Texas y una
de las mayores deflagraciones del perío-
do de entreguerras, la explosión de Nue-
va Londres también resonó con potencia
en el exterior. Tanto fue así que hasta un
Hitler ya metido en preparativos para la
Segunda Guerra Mundial envió un tele-
grama de condolencias por el desastre.
Esta mortífera detonación, de hace ochen-
ta y cinco años, ha seguido repercutien-
do a través del tiempo. El estado sureño
pronto exigió por ley que se mezclasen
con el gas aditivos fétidos para facilitar
la detección de fugas. Otros parlamentos
regionales no tardaron en sumarse a es-
ta iniciativa, que el Capitolio terminó
convirtiendo en un imperativo federal.

Aunque en Europa el gas se olorizaba
desde 1880, la desgracia de Texas tam-
bién influyó, como en otras latitudes,
para normativizar esta práctica, hasta
ese momento de aplicación irregular.
Un oasis en la Depresión
Nada permitía augurar la fatalidad que
se avecinaba en una zona que, en la dé-
cada de 1930, era una excepción feliz
dentro de la Gran Depresión. El este de
Los equipos de
rescate
trabajan entre
las ruinas horas
después de la
explosión. La
fotografía da
idea de las
dimensiones de
la tragedia.
El centro educativo
era el mayor orgullo
de Nueva Londres
Texas, una vasta franja territorial con
personalidad propia, experimentaba, a
la sazón, un dinámico boom económico
gracias a su subsuelo. El petróleo ma-
naba a raudales en esta región, que se
funde paisajística y culturalmente con
el contiguo Sur profundo. Se vivía en
un oasis de prosperidad.
El condado de Rusk era un buen ejemplo
de esta bonanza. El oro negro se había
descubierto en sus entrañas en 1930, por
HISTORIA Y VIDA • 81
DESASTRE EN TEXAS
lo que no hizo falta el New Deal de Roo-
sevelt ni se sufrieron las sequías, ham-
brunas y polvaredas del Dust Bowl, co-
mo sucedió en el noroeste del propio
Texas. Las inversiones fluían sin corta-
pisas en pequeñas ciudades comarcales
como Henderson y hasta en caseríos un
tanto dispersos como Londres, rebauti-
zado Nueva Londres en 1931, porque ya
había una oficina postal con ese nombre
en otro rincón del estado.
Nueva Londres pregonaba su bienestar
con edificios a la última en ese entorno
rural. Era el caso del centro educativo.
Costeado generosamente por los impues-
tos del oro negro, su construcción, en
1932, había ascendido a un millón de
dólares, unos veinte de la actualidad. Así
como su equipo de fútbol americano dis-
frutaba de uno de los primeros estadios
completamente electrificados de Texas,
el complejo, con aulas, biblioteca, gim-
nasio, cafetería y otras dependencias,
mostraba instalaciones tan amplias como
modernas. Estructuras de acero y hormi-
gón. Ladrillo a la vista. Ventanales diá-
fanos. Era el mayor orgullo del pueblo.
Chapuzas para ahorrar
El dinero no era el único recurso que pro-
veía el petróleo. Este también proporcio-
naba un valioso producto de desecho. El
gas se venía utilizando para calefacción
–ya poco para iluminación, desde la pro-
pagación de la electricidad– desde la Re-
volución Industrial en Inglaterra. Sin
embargo, esa comodidad solía destinar-
se solo a las ciudades. Encontrar reservas
abundantes y canalizarlas resultaba caro,
salvo que se tratara de una población pe-
trolera cuyos pozos generasen, por aña-
didura, gas natural para dar y regalar.
Este beneficio extra sería la perdición de
Nueva Londres. Aunque existía una red
comercial de este fluido, parte del pueblo
prefería encanalarlo a su vivienda o su
negocio de forma clandestina. Para ello,
bastaba tener alguna idea de tuberías, lo
82 • HISTORIA Y VIDA
ciencia
Oler fuerte por seguridad
La explosión de Nueva Londres actuó como un revulsivo
El metilmercaptano hue-
le a repollo podrido. Su primo
hermano, el etanotiol, es más acebo-
llado. El aceite de gaulteria tiene un
dulce olor leñoso. El primero suele
mezclarse con el metano, el segun-
do, con el GLP (gas licuado del petró-
leo), y el tercero, con el dióxido de
carbono. Por ejemplo, en extintores.
Estos aditivos, y muchos otros, ad-
vierten al olfato de la fuga de un gas
tóxico cuando este es inodoro. Cada
país regula qué componente y en
qué cantidad debe añadirse a cada
variedad de fluido peligroso, aunque
al principio no hacía falta.
El primer hogar calefaccio-
nado con gas en la era moder-
cual no escaseaba en un sitio donde, quien
más, quien menos, todo el mundo estaba
relacionado con las industrias extractivas.
Así, los gasoductos improvisados estaban
a la orden del día. Se trataba de conexio-
nes alegales y chapuceras al gas crudo,
de baja calidad, que las petroleras entu-
baban para sus propias necesidades ener-
géticas, no para la venta.
Ese era el panorama cuando el inspector
de educación y el consejo escolar de Nue-
na estaba en Redruth, Cornualles.
La sustancia combustionada allí por
William Murdoch en 1792 procedía
de una destilación de carbón (abajo).
Tenía un perfume dulzón característi-
co, y no necesitaba añadidos. De ahí
que no fuera en la Inglaterra de la
Revolución Industrial, sino en la Ale-
mania de Bismarck, donde se busca-
ra sumar un aromatizante al gas.
En 1880, Julius Quaglio
mezcló nitrobenceno y el citado
etanotiol para que el gas de agua, ya
en sí una síntesis artificial, oliera “a
gas”. Quería hacer un fluido tan per-
ceptible y seguro como el gas ciudad
de los ingleses, pero con la ventaja
de industrializarlo a gran escala.
va Londres buscaron recortar gastos de
calefacción en el colegio. Tiempo atrás
habían descartado el sistema habitual,
de caldera y agua caliente, para sustituir-
lo por setenta y dos radiadores de fuego
vivo a gas, alimentados por una telaraña
de tuberías que recorrían el estableci-
miento. A comienzos de 1937, los respon-
sables de la escuela la dieron de baja de
la United Gas Company para chupar del
fluido desaprovechado por la Parade Ga-
soline Company. Unos fontaneros hicieron
el montaje. El ahorro saldría muy caro.
Un siseo inoloro y letal
El 18 de marzo, a las 15:17 horas, tras un
par de meses con niños quejándose de
dolor de cabeza sin que se supiera la cau-
sa, el edificio entero se elevó un par de
metros del suelo. Un instante después, se
desplomó con un estruendo ensordecedor.
Durante ese efímero y destructivo vuelo,
se había oído una explosión tan violenta
(el sonido viaja más lento que la luz) que
una pieza de hormigón de dos toneladas
aterrizó a sesenta metros de donde había
salido disparada. El coche que aplastó al
caer, un Chevrolet del año anterior, fue
lo de menos. Solo una esquina permane-
cía en pie, a duras penas, de un complejo
que había ocupado cuatro manzanas. El
edificio principal del recinto escolar, de
unos setenta y siete metros de largo por
diecisiete de ancho, había quedado redu-
cido a un manto de añicos, del que sobre-
salían hierros retorcidos bajo una nube
blanquecina de polvo en suspensión.
Lo peor aún estaba por conocerse. En el
momento de la deflagración, faltaba un
cuarto de hora para la salida de clase. Ese
jueves, para colmo, el colegio estaba a
rebosar. Los niños preparaban un encuen-
tro interescolar, para el día siguiente, en
Henderson, la capital comarcal, y la aso-
ciación de padres y profesores realizaba
un plenario en el gimnasio. Podía haber
cientos de víctimas entre las personas
impactadas por la detonación y las aplas-
tadas por las paredes y los techos.
El dispositivo de rescate se activó en cues-
tión de minutos. Lo estrenaron los propios
padres supervivientes, aún aturdidos,
rebuscando desesperados entre las ruinas
y el silencio inicial. Las llamadas telefó-
nicas y los telegramas alertaron pronto
a otros progenitores, vecinos y pueblos.
Los trabajadores de los campos petroleros
llevaron a toda prisa herramientas de
corte y excavadoras. Comenzaron a llegar
dotaciones de policía, los Rangers y la
Guardia Nacional, enviados por el gober-
nador de Texas. Sheriffs locales, aviado-
res militares de una base cercana y hasta
los boy scouts participaron en las tareas.
También los periodistas que cubrían la
noticia, entre ellos, el legendario Walter
Cronkite, en su primer encargo impor-
 HISTORIA Y VIDA • 83

DESASTRE EN TEXAS

Docenas de
profesionales
y voluntarios
ayudaron a
recuperar los
cerca de
trescientos
cuerpos hallados
entre los
escombros del
centro, la
mayoría, de
menores entre
los diez y los
diecisiete años.

La fuga se centros sanitarios y funerarios del este de

Texas, adonde no dejaban de arribar he-
te instalación llevada a cabo semanas
antes. No hubo manera de percatarse del
había origina- ridos y a veces restos irreconocibles, de-
bieron levantar tiendas de campaña para
escape. El fluido, básicamente metano
sin tratar, era invisible e inodoro. Se ha-
do en la insta- poder atender a tantos damnificados.
Diecisiete horas después de la explosión,
bía ido acumulando bajo el edificio prin-
cipal en un espacio situado entre el te-
lación llevada el lugar de los hechos estaba despejado. rreno, irregular, y la construcción. El día

a cabo sema- Al hacer el recuento de las víctimas, la

nas antes
tante, optaron por abandonar las cáma-
ras y libretas para echar una mano.
Diecisiete horas frenéticas
El operativo se prolongó toda la noche,
entre antorchas y bajo la lluvia. A medi-
da que progresaba, se multiplicaban los
médicos y las enfermeras. Llegaron a su-
perar el centenar largo. Por desgracia,
también proliferaron los forenses, los
embalsamadores y los enterradores. Los
cifra ascendió a doscientos noventa y
cuatro, que pudieron ser identificadas.
Había medio millar de menores y unos
cuarenta educadores en ese fatídico me-
diodía de 1937. De ellos, apenas ciento
treinta niños y adolescentes salieron ile-
sos. La mayoría de los más pequeños elu-
dieron la tragedia por hallarse ya en ca-
sa. Sin embargo, perecieron doscientos
setenta alumnos de entre diez y diecisie-
te años, además de veinticuatro adultos,
entre personal escolar y visitantes.
Las investigaciones precisaron que el po-
tente estallido se había debido a una fuga
de gas. Se había originado en la deficien-
del siniestro, un profesor de manualida-
des encendió una lijadora eléctrica en un
aula del subsuelo para una clase con die-
ciocho alumnos. Fue la chispa que deto-
nó el combustible comprimido. ɿ
Para saber más...
ENSAYO
BROWN, DAVID M. Y WERESCHAGIN, MI-
CHAEL. Gone at 3:17. The Untold Story of
the Worst School Disaster in American
History. Dulles (EE. UU.): Potomac, 2012.
En inglés.
ROZELLE, RON. My Boys and Girls Are in
There. College Station: Texas A & M Uni-
versity Press, 2012. En inglés.
84 • HISTORIA Y VIDA

arte

WILLIAM TURNER
LA DISOLUCIÓN
DEL PAISAJE
 HISTORIA Y VIDA • 85

TESTIGO DEL COLOR

Más de un centenar de obras del romántico inglés

se exponen, hasta el 11 de septiembre, en el MNAC
de Barcelona, en colaboración con la Tate Gallery.
ANA ECHEVERRÍA ARÍSTEGUI PERIODISTA
86 • HISTORIA Y VIDA
arte
L
os dos paisajistas más admi-
rados de Inglaterra nacieron
con poco más de un año de
diferencia. En 1832, estando
ambos en plena madurez ar-
tística, coincidieron, marco con marco,
en la exposición de verano de la Royal
Academy. John Constable presentaba el
resultado de más de diez años de arduo
trabajo: La inauguración del puente de
Waterloo, un óleo complejo y minucioso
que el artista, con permiso del museo,
aún estaba retocando frenéticamente in
situ unas horas antes de la inauguración.
Su colorido, rico y vibrante, deslucía un
tanto la obra contigua, una marina de
William Turner titulada Helvoetsluys. Al
percatarse, Turner se acercó y aplicó a
su propio lienzo una sola pincelada roja.
Con este simple gesto, eclipsó la obra de
Constable. Su propio rival lo admitió con
estas palabras: “Llegó y disparó un tiro
de pistola”. Aquella pincelada letal, en
osado contraste con los azules y grises
del cielo y el mar, realzó la marina con
una simplicidad y una eficacia insupe-
rables. Turner, 1; Constable, 0.
Deslumbrante en sus obras
La pugna venía de lejos. El verano ante-
rior, poco antes de la apertura de la mues-
tra anual, Constable había desplazado
uno de los cuadros de Turner a otra po-

A la izqda., Luna nueva, o
“He perdido mi barca, tú
no tendrás tu aro”.
Aceptado por la nación como parte
del Legado Turner, 1856.
A la dcha., Desembocadu-
ra del río Humber, obra de
Turner hacia 1824-1825.
Aceptado por la nación como parte
del Legado Turner, 1856.
En la pág. anterior, Lago,
Petworth, atardecer,
esbozo de estudio hacia
1827-1828.
Aceptado por la nación como parte
del Legado Turner, 1856.
Turner no fue
un artista
maldito, pero
tuvo que de-
rribar varios
prejuicios
sición en la pared, para desventaja de su
competidor, por supuesto.
Este pequeño triunfo del londinense fren-
te al de Suffolk va más allá de la mera
anécdota. Toda la carrera de Turner es
un largo ejercicio de síntesis, donde la
habilidad se va poniendo al servicio de
la eficacia, y una sabia economía de re-
cursos da lugar a emociones estéticas
cada vez más intensas. Ambos, Constable
y Turner, son románticos hasta la médu-
la, pero si el primero tiene inclinaciones
realistas, el segundo transforma el gusto
de sus contemporáneos hasta el punto de
inspirar a varias generaciones de impre-
sionistas e incluso, ya en el siglo xx, a los
expresionistas abstractos.
Turner estuvo lejos de ser un artista mal-
dito. Destacó desde los quince años en la
Royal Academy y alcanzó el éxito siendo
todavía joven. Para ello, sin embargo,
tuvo que derribar varios prejuicios. El
primero de ellos, sobre sus orígenes. De-
lacroix, que lo conoció en persona, plas-
mó su decepción en su diario: “Me pro-
dujo una impresión mediocre: tenía el
aspecto de un granjero inglés, traje negro,
bastante tosco, zapatos gruesos y expre-
sión dura y fría”. Nacido del matrimonio
entre un fabricante de pelucas de Covent
Garden y la hija de un carnicero, Joseph
Mallord William Turner (1775-1851) no
podía presumir de haber heredado la for-
tuna o los modales de un caballero. Era
un profesional, no un diletante, y aunque
HISTORIA Y VIDA • 87
TESTIGO DEL COLOR
no le faltaron mecenas en la alta sociedad,
lo suyo no era deslumbrar en los salones.
Hombre de pocas palabras y aún más es-
casos amigos, su timidez era legendaria.
El conde de Egremont solía invitarlo a
pasar largas temporadas en su mansión
de Petworth, donde se preocupaba poco
por codearse con el resto de los huéspedes
y mucho, en cambio, por exprimir cada
jornada tomando notas de color del en-
torno natural, acuarelas y gouaches que
más tarde, en la calma de su estudio, po-
dría convertir en óleos más elaborados.
Todo en la naturaleza
El otro gran obstáculo que hubo de supe-
rar Turner para consagrarse como artis-
ta de prestigio también guardaba relación
con el rango. En este caso, la jerarquía
académica de los géneros, aún vigente
por entonces, que pretendía clasificar los
géneros pictóricos según su “nobleza” y
situaba al paisaje en penúltimo lugar, por
detrás de la pintura de historia, el retra-
to y las escenas costumbristas, aventa-
jando únicamente a las naturalezas muer-
tas. Pero, a diferencia de los pintores de
bodegones, los paisajistas contaban con
la ventaja de poder lucir su talento camu-
flado en escenas históricas, mitológicas
o de género, donde el paisaje siempre era
un telón de fondo bienvenido. Turner de-
dica ambiciosas obras a Ulises, a Dido, a
Moisés, a Aníbal, a personajes de la an-
tigua Roma. También pinta temas de ac-
88 • HISTORIA Y VIDA
arte
tualidad, como el incendio del palacio de
Westminster en 1834 o la batalla de Tra-
falgar, aunque estas obras, de lenta eje-
cución, se presentan siempre varios me-
ses o años después del suceso. En todas
ellas, no obstante, la naturaleza es la gran
protagonista. Si aparecen figuras, son
casi siempre diminutas, irreconocibles,
insignificantes ante la apabullante inmen-
sidad del firmamento, el mar o el bosque.
Turner navega con el viento a favor. Su
capacidad de emocionar a través del pai-
saje es recibida con los brazos abiertos en
una sociedad que se entrega a la delicio-
sa melancolía del Romanticismo. Los jó-
venes de buena posición intercambian
libros de poesía. Las vistas pintorescas se
valoran más que la pulcritud geométrica
de los jardines versallescos. Las ruinas
resultan más inspiradoras que las nuevas
edificaciones. La naturaleza pone su es-
plendor al servicio de las almas atormen-
tadas. El propio Turner acompaña a me-
nudo sus obras con versos propios o con
citas de sus poemas favoritos. Su sensi-
bilidad sintoniza a la perfección con las
nuevas tendencias. No es extraño, pues,
que no tardara en recibir encargos de la
nobleza para retratar sus casas solariegas
o las vistas más atractivas de sus domi-
nios. De pronto, una pintura del hogar
de sus ancestros era un signo de prestigio
comparable a un retrato personal.
Luz y color
Estos ingresos, sumados a su sueldo como
profesor de perspectiva en la Royal Aca-
demy y a los royalties de sus libros de
grabados, proporcionaron a Turner la
independencia económica necesaria pa-
ra viajar a Italia, Francia o Suiza, en bus-
ca de panoramas espectaculares que lle-
var a sus lienzos. La solvencia se tradujo,
además, en una creciente libertad artís-
tica que el londinense aprovechó con de-
cisión. Sabía contentar a su público, como
lo demuestran la apertura de su propia
galería y el éxito de sus estampas, pero
su único compromiso lo tenía con el arte.
O, más concretamente, con la luz. Sus
pinturas se van desprendiendo de la anéc-
dota para centrarse, progresivamente,
en cómo la luz transforma el entorno a
través del color. Experimenta con pig-
mentos más luminosos, aun a costa de
emplear tintes, como el carmín, de esca-
sa duración, que hoy en día constituyen
un quebradero de cabeza para los restau-
radores. Superpone capas de pintura que
retira parcialmente, una y otra vez, para
lograr efectos evanescentes. Buen cono-
cedor de las teorías ópticas de Goethe y
Newton, las aplica para obtener atractivos
contrastes de color. Pero, sobre todo, ob-
serva. Caza arcoíris que reproduce en sus
pinturas. Trasnocha para capturar el
efecto de la luna en cielos y lagos noctur-
nos. Madruga para estudiar los reflejos
del amanecer en las nubes o el agua. Se

A la izqda., Lago Buttermere, con parte de
Cromackwater, Cumberland, un chaparrón
(expuesto en 1798).
Aceptado por la nación como parte del Legado Turner, 1856.
Su disolución
de la forma
en la luz fue
cada vez más
osada, casi
abstracta
percata de que la niebla, el humo o la
simple contaminación de Londres afectan
o difuminan los contornos de los objetos.
Incluso, según él mismo cuenta, llega a
atarse al mástil de una embarcación en
plena tormenta, para poder pintarla des-
pués con mayor dramatismo, desde den-
tro, adoptando el punto de vista de un
marinero, en vez de conformarse con la
seguridad de la tierra firme. Es así, con
perseverancia obsesiva, como logra crear
Abajo, Festival de Venecia, óleo sobre
lienzo hacia 1845. Turner visitó varias
veces la ciudad de los canales.
Aceptado por la nación como parte del Legado Turner, 1856.
las atmósferas inigualables que le hicie-
ron pasar a la posteridad.
El museo que nunca existió
La posteridad era, por cierto, algo que
preocupaba sumamente al artista. No
legó ni una libra a las dos viudas con las
que convivió sin llegar a casarse, pese a
que una de ellas, con toda probabilidad,
tuvo dos hijas con él. En cambio, quiso
que su fortuna se invirtiera en becar a
jóvenes artistas y que el Estado británico
heredase la mayor parte de su obra, a
condición de que le dedicaran un museo.
El museo Turner jamás se construyó; tras
largas vacilaciones, su legado se trasladó
a la Clore Gallery en 1987.
Lo cierto es que sus últimos años estu-
vieron marcados por la controversia. Su
apuesta por la disolución de la forma en
la luz empezó a adoptar expresiones tan
osadas, tan cercanas a la abstracción, que
a veces era preciso hacer una marca en
HISTORIA Y VIDA • 89
TESTIGO DEL COLOR
la parte superior de sus obras para indi-
car en qué posición debían ser colgadas.
Hasta el público más fiel llegó a pregun-
tarse si el maestro habría perdido la cha-
veta. A Turner no le importó. “Decidle
que lo indefinible es mi fuerte”, mandó
responder a un coleccionista que tildó
una de sus obras de demasiado indefini-
da. “Si entonces hubiera existido la pa-
labra impresionista –escribió el poeta
Émile Verhaeren–, se lo habrían llamado
a gritos, como insulto”. Estas “pinturas
de la nada”, como las denominó el ensa-
yista y crítico William Hazlitt, se cuentan
hoy entre las más admiradas del inglés.
No logró su museo, pero nadie le arre-
batará ya el título de visionario. ɿ
Para saber más...
MONOGRAFÍA
RIOUT, DENYS. William Turner. Barcelona:
Polígrafa, 1996.
90 • HISTORIA Y VIDA

agendaexposiciones
PINTURA
ANTROPOLOGÍA
Paret
Museo del Prado.
Tattoo. Arte bajo la piel Ruiz de Alarcón, 23. Madrid
Tel.: 91 330 28 00
CaixaForum Barcelona. Av. Francesc Ferrer i Guàrdia, 6-8. Barcelona. Tel.: 93 476 86 00
Fechas: hasta el 21 de agosto
Fechas: hasta el 28 de agosto
1
Al madrileño Luis Paret
(1746-1799) se le ha lla-
mado, a menudo, “el
Watteau español”, tanto por
su paleta en tonos suaves co-
mo por su afán de introducir
temas extraordinariamente
modernos para el público de
su época: bailes de másca-
ras, escenas galantes, alego-
rías mitológicas… Sin em-
bargo, sería un error
encasillarlo en el Rococó. Su
personalidad, brillante y
ecléctica, recoge influencias
del Barroco y del Neoclasi-
cismo. Una figura ensombre-
cida por la fama de su con-
temporáneo Francisco de
Goya, que el Prado reivindi-
ca dedicándole esta primera
exposición monográfica.

AUTOMÓVILES

Motion. Autos, Art,

Architecture
Museo Guggenheim-Bilbao
Abandoibarra, 2. Bilbao
Tel.: 944 35 90 80
Diseño de tatua- Fechas: hasta el 18 de sept.
je en una espal-
2
Los vehículos a motor
da masculina, nacieron con el ánimo
por Filip Leu. Sui- de resolver los atascos y la
za, 2013.
contaminación que genera-
© Musée du Quai
Branly-Jacques Chirac. ban los carruajes de caba-
llos. Paradójicamente, hoy
Ötzi, la momia humana más antigua de Europa, ya lucía tatuajes hace unos nos encontramos ante una
cuatro mil quinientos años. Marco Polo los menciona; en el siglo xviii, la tri- tesitura similar, pero la im-
pulación del capitán Cook aprendió la técnica y el nombre que les daban los portancia de este medio de
polinesios. Se sabe de tatuajes ancestrales en Indonesia, Filipinas, Nueva Ze- transporte va más allá de lo
landa o la América maya. De práctica marginal, propia de la yakuza y de otros funcional. En los años cin-
colectivos asociados a la delincuencia, ha pasado a ser una opción estética. cuenta, el arquitecto Arthur
Hablamos de un arte tan longevo como volátil, que perece con su portador. Drexler los consideraba “es-
Esta muestra, procedente del Musée du Quai Branly, resuelve con ingenio el culturas vacías con ruedas”.
problema de la conservación mediante reproducciones corporales en silicona, Otro célebre arquitecto,
tatuadas para la ocasión por maestros de todo el mundo. También se exhiben Norman Foster (Manches-
herramientas, bocetos, máscaras tradicionales y otras piezas relacionadas. ter, 1935), ha comisariado
esta muestra, que repasa la

exposicionesagenda
Vista de Bermeo,
óleo sobre cobre de
Luis Paret de 1783.
Bilbao, Museo de Bellas
Artes de Bilbao. Adquirido
gracias al patrocinio de
BBK y la aportación de los
Amigos del Museo en 2017.
Mantones de Manila,
de Muntadas, en Sevilla.
3 Foto: Pepe Morón.
historia del automóvil desde
un punto de vista artístico,
haciendo énfasis en los prin-
cipales avances del diseño.
GLOBALIZACIÓN
Muntadas.
Ejercicios sobre
memorias pasadas
y presentes
Centro Andaluz de Arte
Contemporáneo.
Américo Vespucio, 2. Sevilla
Tel.: 95 503 70 70
Harley Earl. General Motors, Firebirds I, II y III, 1954-58. Fechas: hasta el 4 de sept.
2
General Motors / Foto: Rodney Morr.
3
Coincidiendo con el
quinto centenario de la
expedición de Magallanes y
Elcano, el artista conceptual
Antoni Muntadas (Barcelo-
na, 1942) ha creado un mon-
taje expositivo que propone
reflexionar sobre el colonia-
lismo, la emigración y la glo-
balización, a partir de una
revisión del papel que el Ga-
león de Manila desempeñó
en las rutas comerciales del
siglo xvi, entre América, Eu-
ropa y Filipinas. Mantones
de Manila y cerámicas de la
HISTORIA Y VIDA • 91
por ANA ECHEVERRÍA ARÍSTEGUI
Cartuja son algunos de los
elementos reinterpretados
por el barcelonés.
POP ART
Amazons of Pop!
Kunsthaus Graz.
Lendkai, 1. Graz (Austria)
Tel.: +43 316 80179200
Fechas: hasta el 28 de agosto
Andy Warhol, Jasper Johns,
Roy Lichtenstein, David
Hockney… La escena del
primer Pop Art parece domi-
nada por nombres masculi-
nos. Sin embargo, el movi-
miento contó desde el
principio con un gran núme-
ro de impulsoras, algunas de
las cuales siguen en primera
línea, como Valie Export o
Yoko Ono. Menos vincula-
das a la pintura o las artes
gráficas que sus compañeros
de movimiento, optaron por
enfoques multidisciplinares.
Fotografía, performance, es-
cultura, instalaciones y arte
textil se dieron la mano en
la faceta más femenina y fe-
minista del pop.
92 • HISTORIA Y VIDA

entrelibros
EL PIANISTA DEL FÜHRER
Biografía novelada de Ernst Hanfstaengl, un pianista y marchante
de arte alemán que llegó a susurrar al oído de Hitler y de Roosevelt
do su investigación como un novelista.
El resultado es una excelente biografía
novelada, el retrato de un personaje enor-
memente singular, dibujado por el autor
con una voz muy presente: interrumpien-
do la narración para añadir
BIOGRAFÍA comentarios sobre la docu-
NOVELADA mentación o avisando de que
3XW]L(OFRQÀ- se dispone a hacer conjeturas.
dente de Hitler
Thomas
Snégaroff Nazismo en EE. UU.
Barcelona: Seix El libro se centra en la etapa
Barral, 2022 en que Putzi estuvo susurran-
400 pp. do al oído de Hitler. Desde
20,90 € (papel) 1921 hasta que Goebbels se
9,99 € (digital) interpuso en su camino, en la
década de 1930. Años que pa-
só intentando convencer al
líder nazi de que aprendiera
inglés, se casara con la hija del
embajador estadounidense (o
con alguna de las británicas
hermanas Mitford) y se afei-
tara ese “ridículo bigote”. To-
do ello con un propósito: per-
suadir al futuro canciller de la
conveniencia de una alianza
–política, biológica– entre Alemania y
Estados Unidos, esto es, entre el mundo
germánico y el anglosajón, entre el país
de su padre y el de su madre.
Este es uno de los aspectos más intere-
santes del libro: Putzi como cabeza visible
Hanfstaengl, de una corriente muy favorable a la Ale-
en los años
sesenta.
mania nazi que se extendió por EE. UU.
durante los años treinta al calor del an-
tibolchevismo, el antisemitismo y las in-

E
rnst Hanfstaengl es un personaje
tan fascinante como olvidado.
Apodado irónicamente “Putzi”
(hombrecito, en dialecto bávaro), este
hombretón de dos metros, hijo de una
familia acaudalada (de madre estadou-
nidense y padre alemán) y educado en
Harvard, pasó de ser marchante de arte
en el Nueva York bohemio de principios
del siglo xx, donde fue amante de la es-
critora vanguardista Djuna Barnes, a
involucrarse en la financiación del par-
tido nazi en los años veinte y formar par-
te del círculo íntimo de Adolf Hitler como
confidente, relaciones públicas y pianis-
ta especializado en Wagner. Durante la
Segunda Guerra Mundial, Putzi realiza-
rá el trayecto inverso. De Alemania a
Estados Unidos, donde actuará como
informante del presidente Roosevelt.
En Putzi. El confidente de Hitler, el histo-
riador y periodista Thomas Snégaroff ha
rescatado del olvido a Hanfstaengl. Ha
seguido sus pasos como un historiador
(el libro está rigurosamente documenta-
do, como se detalla al final) y ha plasma-
fluyentes teorías sobre “higiene racial”
del supremacista neoyorquino Madison
Grant. El ataque japonés a Pearl Harbor
terminó con las esperanzas de quienes
abogaban por este entendimiento, mu-
chos de los cuales se afanaron en ocultar
esta simpatía. Entre ellos, Putzi, quien,
defenestrado por sus antiguos camaradas,
decidió exiliarse a Londres, donde fue
encarcelado, y luego lavó su imagen in-
formando a Washington sobre la perso-
nalidad de Hitler. ¿Oportunismo o arre-
pentimiento? CARLOS JORIC

Imágenes de Grecia y Roma
UNA REFLEXIÓN CRÍTICA SOBRE LA(S) HISTORIA(S) DEL ARTE ANTIGUO
A
bordar la complejidad de las cul-
turas de Grecia y Roma en el Me-
diterráneo conlleva un conoci-
miento excelente de su historia. Además,
cuando se trata de su producción artísti-
ca, requiere también un dominio literario
único, que permita superar los tradicio-
nales manuales en los que aparecen listas
de obras, fechas y notas sobre el contex-
to. Mary Beard y John Henderson, re-
nombrados clasicistas de la Universidad
de Cambridge (Reino Unido), consiguen
abrirnos una nueva ventana a la historia
del arte antiguo. Su periplo comienza
tras la muerte de Alejandro Magno, en
torno a 323 a. C., y finaliza en 138 d. C.
con la muerte de Adriano en Baiae. A lo
largo de esos cuatrocientos cincuenta
años, develan los aspectos clave de la
cultura visual de Grecia y Roma y su re-
cepción hasta la actualidad.
La historia del arte antiguo, creada a par-
tir del Renacimiento y, especialmente,
tras los descubrimientos de Herculano y
Pompeya en el siglo xviii, no la compone
solo un catálogo cronológico de obras
fruto de un contexto, sino la interpreta-
ción que de las mismas hemos realizado
desde nuestra óptica sociocultural. Una
práctica común en la Antigüedad, y re-
plicada desde el Renacimiento, son las
copias de originales griegos y romanos.
Beard y Henderson afirman que “copiar
es recrear el original; pero también es
crear un original”. Por ello, uno de los
elementos clave de este libro es su clasi-
ficación temática y no diacrónica.
Con los ojos del presente
A través de la pintura, la escultura, el
amor o el poder, Beard y Henderson con-
siguen que el lector se sumerja en las
descripciones de autores como Plinio,
comprenda el gusto que los romanos te-
nían por el arte griego y diferencie entre
famosas obras de arte y copias que ilus-
HISTORIA Y VIDA • 93
entrelibros
ENSAYO
El arte clásico
Mary Beard y
John Henderson
Madrid: La
Esfera de los
Libros, 2022
392 pp.
27,90 € (papel)
12,99 € (digital)
Ruinas de Pompe-
ya, destruida por la
erupción del Vesu-
bio en 79 d. C.
traban relatos míticos. En el caso de la
pintura, por ejemplo, desvelan cómo el
redescubrimiento de la misma desde el
Renacimiento ha influido en la percepción
e interpretación de nuestro pasado artís-
tico. En el caso de la escultura, los des-
nudos clásicos, que tan comunes nos pa-
recen hoy en día, se nos presentan como
rompedores y polémicos en sus orígenes.
En general, estos autores presentan una
historia del arte antiguo en continua crea-
ción, hasta que el espectador moderno
lo percibe y dota de un nuevo significado.
Una crítica mínima o, mejor dicho, suge-
rencia es que el relato se habría benefi-
ciado mucho de una reflexión sobre cómo
ese arte clásico fue percibido desde el
siglo iv por el cristianismo, creencia en
torno a la cual se fundaron los pilares de
Occidente los siglos posteriores y que tan-
to influyó en la visión que, en el Renaci-
miento y la Ilustración, se tuvo del pasa-
do grecorromano. RUBÉN MONTOYA
94 • HISTORIA Y VIDA
entrelibros
UN INUSITADO TESTIMONIO
DIRECTO DE LA OPRESIÓN CHINA
Implacable diario de una uigur que ha sufrido la tragedia de su pueblo
E
l decálogo colgado en la celda 202
lo dice alto y claro: “Está termi-
nantemente prohibido hablar en
uigur”, “rezar”, “pelearse”, “iniciar una
huelga de hambre”, “no respetar órdenes”.
Incluso “dibujar en las paredes”. No se
puede hacer nada que no manden o per-
mitan las autoridades chinas. Se sufren
interrogatorios, hambre, frío, gritos. Abu-
sos de toda clase en un largo y metódico
proceso sin la mínima garantía judicial.
Hay arrestos arbitrarios, desapariciones,
esterilizaciones forzosas, tortura.
En esa prisión, una “infatigable luz de
neón que suprime toda distinción entre
día y noche” contribuye al lavado de ce-
rebro. Y para Gulbahar Haitiwaji, quien
ha padecido en carne propia esta deshu-
manización, habrá trabajo constante en
un campo de reeducación. Sin fines de
semana ni nada que diferencie una jor-
nada de otra. “Somos bestias idiotizadas
por la labor”, reflexiona esta exingeniera
petroquímica uigur, sometida a repetir
una y otra vez con sus compañeras con-
signas y cantos patrióticos.
Reprogramación de disidentes
Pekín afirma que estos procedimientos
buscan “erradicar el terrorismo islamis-
ta” (los uigures son musulmanes). Pero
la autora de El gulag chino, una obra fir-
mada con la periodista francesa Rozenn
Morgat, denuncia la neutralización cul-
tural e incluso el genocidio de su pueblo.
Los uigures habitan en Xinjiang, el oeste
del gigante asiático. De “tez color oliva,
casi mate, con rasgos angulosos”, forman
una etnia de origen turco, distinta, física
y culturalmente, de la mayoría han. Se
estima que uno de cada doce uigures, un
millón, se encuentra internado hoy en
una de las cuatrocientas “escuelas”, o
centros de adoctrinamiento, existentes.
La prensa se viene haciendo eco de esta
situación, al menos, desde su agravamien-
ENSAYO
El gulag chino
Gulbahar
Haitiwaji y
Rozenn Morgat
Barcelona:
Ariel, 2022
224 pp.
17,90 € (papel)
10,99 (digital)
Manifestación
en Washington
por los abusos
a los uigures.
to con la reelección presidencial de Xi
Jinping en 2017. Región estratégica y ri-
ca en petróleo, Xinjiang es una pieza esen-
cial en el proyecto estrella gubernamen-
tal de unas “nuevas rutas de la seda”, tal
como las define el régimen, con Asia,
Europa y África. La novedad de El gulag
chino radica en que pone cara y ojos al
tremendo coste humano de ese plan.
Primer testimonio directo de una mujer
uigur, esta obra permite conocer sin fil-
tros cómo funciona un sistema cruel que
la censura oficial cuida que no trascien-
da. Gulbahar Haitiwaji, atrapada en esa
red represiva de 2016 a 2019, narra en
forma de diario cada instancia de la so-
brecogedora reprogramación mental.
Además de plasmar el pasado de su pue-
blo, la relación histórica con Pekín –in-
cluida la política menos opresiva de los
años noventa– o, en lo personal, su libe-
ración y regreso a Francia, donde vivía
ya antes de su pesadilla. JULIÁN ELLIOT
 HISTORIA Y VIDA • 95

entrelibros
Toulouse-Lautrec
en su taller (1895),
También
por Guibert.
en librerías
Viaje a Tierra Santa
JUAN ESLAVA GALÁN
Y ANTONIO PIÑERO
Barcelona:
Booket, 2022
496 pp. 13,95 €
El talento divulgativo
de Eslava Galán y el
conocimiento acadé-
mico de Piñero se unen en este viaje
absorbente a los orígenes del cristia-
QLVPR/RVGRVDXWRUHVUHÁH[LRQDQ
sobre la veracidad de los episodios

Todos somos diferentes bíblicos, nos descubren las cos-

tumbres de la zona y proporcionan
claves para que podamos entender
LAS PERSONAS CON DISCAPACIDAD HAN SIDO HOFRQÁLFWRHQWUH,VUDHO\3DOHVWLQD

VÍCTIMAS DE LA INCOMPRENSIÓN Y LA Breve historia de la

INTOLERANCIA A LO LARGO DE LA HISTORIA superstición

E
n títulos tan celebrados como La con Homero, Toulouse-Lautrec, Stephen STUART VYSE
casta (2007), el escritor, ensayista Hawking o Greta Thunberg? Su diferen- Madrid: Alianza Edito-
y periodista italiano Gian Antonio cia hábil. Personas cuya discapacidad no rial, 2022
Stella ha destacado por sus trabajos de les ha impedido desarrollar su talento, 224 pp. 11,95 €
investigación y denuncia social. En su franqueando barreras de todo tipo. Suponemos que
último libro aborda sin filtros un tema tan En las páginas de este libro discurren vivimos en un mundo
necesario como controvertido. Distintos casuísticas muy diversas, en su mayor de ciencia y racionalidad, pero las
supersticiones se resisten a morir;
es un toque a la conciencia co- parte marcadas por el estigma
ENSAYO hay gente que, para tener buena
lectiva, un fresco descarnado Distintos social y el poder de superación.
suerte, toca madera. El autor traza
de las atrocidades cometidas Gian Antonio Pero no se trata de una mera la historia de estas creencias desde
por la humanidad ante la dife- Stella relación. En Distintos, su autor la Antigüedad hasta hoy, al tiempo
rencia física y cognitiva, pero Barcelona: Libros realiza un tránsito por esta TXHH[SOLFDORVPRWLYRVSVLFROyJLFRV
también un hermoso recorrido de Vanguardia, historia de discriminación y
2022 que hacen posible su supervivencia.
por la lucha de los discapacita- planea por dramáticas reali-
280 pp. 22 €
dos para cambiar la historia. dades del pasado. Otras son
En su documentado estudio, más próximas y tienen nombre
Los olvidados
IÑIGO LÓPEZ SIMÓN
Stella transita por todas las propio, como Joe Kennedy o
Madrid: Marcial
épocas para profundizar en la Arthur Miller. El autor expone
Pons, 2022
terrible realidad de “la cultu- el escapismo de estos persona-
352 pp. 31 €
ra del descarte”. Los ejemplos jes ante la discapacidad de sus
En España, el desa-
se suceden, y no solo en esce- hijos. Pero también recupera rrollismo franquista
narios marginales. Las políti- la grandeza de otras figuras, dejó fuera del progre-
cas eugenésicas empezaron como Frida Kahlo. Pese a sus so a un sector de la
antes del Tercer Reich, cuyo régimen terribles dolores –“intenté ahogarlos, pe- población. La sociedad de consumo
justificó la eliminación de millones de ro aprendieron a nadar”–, la pintora mexi- no estaba al alcance de todos. Este
personas, pero no desaparecieron tras cana supo brillar y exhibirse. Sí, exhibir- es un estudio sobre la marginación y
la Segunda Guerra Mundial. se. Es decir, lo contrario de lo que Platón la delincuencia juvenil, en los últimos
recomendaba para los niños “físicamen- años de la dictadura y los primeros
Afán de superación te deformes”: “Serán escondidos por ra- de la democracia. Los “quinquis”
¿Qué une a Romito 8, un lejano antepa- zones de conveniencia en un lugar inac- se colocaron fuera de la ley como
sado de hace dos mil quinientos años, cesible y desconocido”. ISABEL MARGARIT respuesta a la falta de futuro.
96 • HISTORIA Y VIDA
decine
MUSICAL BIOGRÁFICO
LAS CADERAS
DE ELVIS PRESLEY
Elvis
Dirección: Baz Luhrmann.
Reparto: Austin Butler, Tom
Hanks, Richard Roxburgh.
Elvis no es un biopic so-
3 4
bre Elvis Presley, sino
sobre su mito. A Baz Luhr-
mann no le interesa tanto la
vida del cantante como lo
que su figura significó para
la sociedad estadounidense.
Siguiendo la estela de su
mayor éxito, Moulin Rouge
(2001), el cineasta australia-
no ha realizado un barroco
espectáculo musical en el
que explora la dimensión so-
cial del icono a través de los
ojos de su visionario mána-
ger, el “coronel” Tom Parker.
DRAMA POLÍTICO
BAILES
REVOLUCIONARIOS
Mali Twist
Dirección: Robert Guédiguian.
Reparto: Stéphane Bak, Diou-
counda Koma.
Socialismo y twist no
son una buena combina-
ción. O eso pensaba Modibo
Keita, presidente del Mali
poscolonial de los años se-
senta. Ese baile “contrarre-
volucionario” es el que prac-
tican los protagonistas de
Mali Twist, un joven socialis-
ta y una adolescente que ha
huido de su aldea. Guédi-
guian, conocido por sus fil-
mes sobre la clase trabajado-
ra, firma una historia de
amor marcada por el peso
de la ideología y la tradición.
4
DOCUMENTAL
LA REBELIÓN DE
LOS COMUNEROS
Comuneros
Dirección: Pablo García Sanz.
Reparto: Geoffrey Parker, Julia
Rodríguez de Diego.
Coincidiendo con el
5 6
centenario de la revuel-
ta de los comuneros, finali-
zada en 1522 con el perdón
general promulgado por
Carlos V, se estrena este do-
cumental promovido por la
Fundación de Castilla y
León. La película narra la
historia de los comuneros a
través de los testimonios de
diversos historiadores, co-
mo Geoffrey Parker, escenas
de animación y los versos
del poema de Luis López Ál-
varez Los comuneros (1972).
SERIE DOCUMENTAL
LOS NAZIS
EN GUERRA
El ascenso de los nazis
Dirección: Julian Jones.
Reparto: Kate Fleetwood, Juo-
zas Budraitis, Richard Overy.
Tras el buen recibimien-
to de la primera tempo-
rada, llega la continuación
de esta miniserie documen-
tal producida por la BBC.
Estos nuevos episodios (Mo-
vistar+) analizan tres mo-
mentos clave de la Segunda
Guerra Mundial: la Opera-
ción Barbarroja, la batalla
de Stalingrado y la Opera-
ción Valkiria. La serie está
narrada a través de imáge-
nes de archivo, reconstruc-
ciones dramáticas y testimo-
nios de historiadores.
 HISTORIA Y VIDA • 97

decine por CARLOS JORIC

DRAMA BIOGRÁFICO BIOGRÁFICO

EL MUNDO FELINO
Poemas desde las trincheras DE LOUIS WAIN
Benediction Mr. Wain
Dirección: Terence Davies. Dirección: Will Sharpe.
Reparto: Jack Lowden, Simon Russell Beale, Peter Capaldi, Jeremy Irvine, Kate Phillips, Reparto: Benedict Cumberbatch, Claire Foy,
Gemma Jones, Ben Daniels, Geraldine James, Joanna Bacon. Andrea Riseborough.
Tras recrear la vida de la poetisa Emily Dickinson en la magnífica His- Louis Wain se adelantó más de cien
1 2
toria de una pasión (2016), el veterano Terence Davies regresa con un años a la fiebre gatuna de Internet.
nuevo biopic sobre otro de los grandes nombres de la poesía en lengua in- Sus ilustraciones de gatos antropomórfi-
glesa: Siegfried Sassoon (1886-1967). Con su habitual delicadeza en la cos en actitudes humanas –tomando el
composición de los planos y el refinamiento en la escritura de los diálogos, té, jugando a las cartas– fueron muy po-
el cineasta británico compone un melancólico retrato de Sassoon, ponien- pulares en la Inglaterra de principios del
do el acento en tres aspectos que marcaron su vida y obra: su traumática siglo xx. Mr. Wain narra la turbulenta
experiencia en la Primera Guerra Mundial, que el escritor reflejó en sus ce- existencia del artista en un tono de fábula
lebrados poemas antibelicistas; sus problemas sentimentales y de acepta- tragicómica y con una estética colorista,
ción de su homosexualidad, que le llevaron a casarse, tener un hijo y vivir en sintonía con el estilo de su obra. Una
un matrimonio infeliz; y sus conflictos religiosos, que le impulsaron a con- vida marcada por las dificultades econó-
vertirse al catolicismo al final de su vida. El director combina el preciosis- micas (era un pésimo negociador y tenía
mo de la reconstrucción de los ambientes acomodados y artísticos de la In- que mantener a su madre y cinco herma-
glaterra de entreguerras con la crudeza de las imágenes de archivo de la nas), las desgracias sentimentales (enviu-
Gran Guerra. Una mezcla que funciona como metáfora visual de la tormen- dó a los tres años de casarse) y la enfer-
tosa batalla interna que vivió el poeta durante su vida. medad mental (sufría esquizofrenia).
98 • HISTORIA Y VIDA
fotoconhistoria
Johnson y Jeffries en el
campeonato de pesos
pesados en Reno, en 1910.
Mucho más que una victoria
L
a guerra civil en Estados Unidos
supuso el fin de la esclavitud, no
el de la discriminación racial, es-
pecialmente escandalosa en los estados
del sur. El deporte no permaneció aje-
no al segregacionismo, a excepción de
uno como el boxeo, en el que blancos y
negros podían medir sus fuerzas siem-
pre que no fuera por el título mundial.
Jack Johnson (1878-1946), conocido
como “el gigante de Galveston”, desafió
todo este muro de prejuicios y logró
convertirse en el campeón de los pesos
pesados. Tuvo que enfrentarse al re-
chazo de muchos, que no veían en él a
un ser humano, sino a una especie de
simio. Los supremacistas, histéricos,
buscaron un oponente que pudiera dar-
le una lección, una “gran esperanza
blanca” capaz de restablecer el supues-
to orden natural de las cosas.
El candidato elegido, James J. Jeffries,
tal vez no fuera el más adecuado, pues-
to que llevaba varios años alejado de la
competición, pero un poderoso incenti-
vo iba a sacarle de su granja. Un premio
sustancioso, equivalente a más de un
millón de dólares actuales, le conven-
ció para ponerse en forma, por más que
su esposa, atenta a su bienestar físico,
deseara que no volviera a pelear. Su re-
torno no le sirvió de nada: Johnson, co-
mo acostumbraba, se impuso con una
superioridad incontestable en el “com-
bate del siglo”, que tuvo lugar en Reno
(Nevada) el 4 de julio de 1910.
Mientras tanto, fuera del ring, la ten-
sión interracial desembocó en distur-
bios en una cincuentena de ciudades,
que se saldaron con una veintena de
muertos. El triunfador no pudo librarse
del odio racista durante el resto de su
vida. Murió en un accidente de tráfico
cuando abandonaba una cafetería en la
que se habían negado a atenderle. Falta-
ba aún mucho tiempo para las grandes
leyes igualitarias de los años sesenta, y
más todavía para que un presidente ne-
gro, Barack Obama, se sentara en el
despacho oval de la Casa Blanca.
ɿFRANCISCO MARTÍNEZ HOYOS