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1° año
Año: 2022
En la antigua Grecia los primeros filósofos determinaron que el asombro fue el motor y
el punto de partida que dio inicio al filosofar. Estos hombres aristócratas, eran
personas que tenían prácticamente todas sus necesidades materiales satisfechas y
cubiertas, el tiempo que le dedicaban al ocio facilitó que pudieran enfocarlo a la
contemplación, apertura al saber. Comenzaron por el asombro de cosas simples hasta
que luego estas se fueron complejizando, consideraban que si existía el asombro era
porque se estaba dando cuenta de que se ignoraba algo. La filosofía buscaba
desprenderse en absoluto de la ignorancia buscando el saber por el saber, aunque se
entendía que no era productiva en sí misma, pero si libre, porque existe por sí misma.
Vivimos en una sociedad que ha perdido la capacidad del asombro, el ocio que
pudieron experimentar los antiguos filósofos queda ya casi relegado para los
individuos postmodernos que habitan sobre un mundo que no para de girar, que exige
con rigor el consumo para que todo gire tal cual se espera de él, este mundo
capitalista somete a la sociedad al consumismo inescrupuloso y a vivir una vida bajo
un sistema en el que no será fácil lograr un tiempo para alcanzar pensamientos
profundos.
Ya nada nos sorprende, los acontecimientos suceden por delante de nuestros ojos sin
llamar demasiado nuestra atención, recargados de información, sobre estimulados de
imágenes, plataformas virtuales, tecnologías, hemos establecido una manera de vivir
en la cual, el asombro carece de fuerza e importancia. Lamentablemente esta
condición, problema también está siendo experimentada por las infancias, cuando de
ellas es nato el asombro ya que están en proceso de descubrir el mundo.
Me propongo trabajar sobre los roles en el hogar y los estereotipos de género dentro
del mismo.
Llego a la escuela, voy directo al SUM, donde mis estudiantes me esperan cada
mediodía formados en una sola fila, camino expectante pensando en lo esa tarde
sucederá en el salón. La seño de la mañana me hace el intercambio, charlamos sobre
lo acontecido durante ese trayecto del día, ellos/as me reciben entre abrazos y
comunicándome los conflictos que tuvieron con otro/a compañerito/a. Y ahí aparece
las dos preguntas que nunca faltan, seño, ¿hoy que vamos a hacer?, seño, ¿hoy
puedo ser yo el/la secretario/a? ¡Ah!, respondo... ¡Sorpresa! Llegamos a nuestro salón,
cada quien se sienta dónde y con quien quiere, los secretarios/as seleccionados/as
comienzan con su labor, repartiendo cubiertos, pan, agua y el plato calentito que el
cocinero nos preparó ese día, comenzamos a comer, luego viene el momento de la
fruta, nos apuramos en terminarla porque todos/as sabemos que comienza el primer
recreo de la tarde. Termina el momento del almuerzo, nos vamos al patio para estirar
un poco el cuerpo, hacer la digestión y jugar con los demás. Mientras iban saliendo del
salón, les aviso a mis compañeros/as que cuiden a mi grupo, cierro la puerta y
comienzo a armar la carpita de tela de mis hijas y a dejar en diferentes sectores,
juguetes, objetos diversos, entre ellos, un batidor de mano, un bol, molde para hacer
cupcakes, martillo con clavos, bebotes con pañales, oleos, algodón, autos/tractores
chiquitos y grandes, perros de peluche, una plancha, un balde con un secador y un
trapo de piso, un peine para quitar piojos, un lavarropas, detergente y esponja, una
escoba, un sobre lleno de boletas de impuestos, hilo y aguja, una cajita de ibuprofeno
con una jeringa, entre otras cosas, salgo del salón, me voy a la sala de informática y le
pido a la tics que me lleve la tele al aula. Salgo a disfrutar los últimos minutos que
quedan del recreo. Toca el timbre, ellos automáticamente me buscan y me siguen cual
patitos/as de mamá pata.
En el patio ya formados, listos para entrar a trabajar con la propuesta del día en el
taller de arte. En la fila comienza la clase, el resto de los grados entran, pero nosotros
nos quedamos un ratito para poder explicar la actividad.
A ver... ¡Nos sentamos!, un ratito, ¡Vamos!, bueno, ahora vamos a entrar al salón y
van a ver que hay muchos objetos diferentes y una carpita, lo que ustedes tienen que
hacer es jugar un rato, pueden tocar lo que quieran tranquilos, también pueden entrar
a la carpita si así lo desean, pero por turnos y sin amontonarnos. Ansiosos entran al
salón, rápidamente se ubican en un sector y comienzan a tocar, a jugar. Después de
un buen tiempo, recojo cada objeto y los dejo sobre mi escritorio, hacemos una ronda
en el piso y yo me ubico en el medio. Les pido silencio y llamo a una escucha atenta.
Quietitos, intrigados, me observan con los ojos bien grandes, yo los miro y saco dos
carteles grandes, primeramente, saco un cartel que dice “HOGAR” y luego otro que
dice “CASA”, entre todos y un poco con mi ayuda, los leemos.
¿Qué dicen entonces los carteles?, al unísono contestan, ¡¡¡dice hogar y casa!!!, ¡muy
bien!, y ahora yo pregunto, ¿qué es un hogar?, ¿qué es una casa? ¿Y cuál es la
diferencia entre ambas?
Entre las respuestas que recibo, los/as estudiantes llegan a la conclusión de que hogar
y casa es lo mismo y responden: hogar es una casa, el lugar en el que vivimos, donde
viven las personas y las mascotas, la familia, y respuestas similares.
Bueno, ahora vamos a ver este video corto que nos va a explicar las características de
un hogar y de una casa, y vamos a ver si es que hay diferencias o no, ¿les parece?
¡Observemos con mucha atención!, al terminar el video, nuevamente pregunto,
entonces ¿casa y hogar es lo mismo?, ¡No, seño!, una casa se construye con ladrillos,
es un lugar para que podamos vivir y un hogar se construye con amor, es un lugar en
el que nos sentimos seguros y cómodos, el hogar somos todos/as los/as que vivimos
dentro, fueron algunas de las respuestas.
Bueno entonces ahora que logramos diferenciar estas dos palabras, vamos a hacer de
cuenta que la carpa es nuestro hogar, le voy a pegar este cartel y vamos a charlar y a
debatir sobre las actividades que se realizan dentro de un hogar, y quienes hacen
cada actividad. Vamos a llevar adentro de la carpa los objetos que ustedes consideren
importantes.
Coloco cinta de papel al cartel que dice “hogar” lo pego sobre el frente de la carpa y
comenzamos a pensar, debatir y a responder.
Volvimos a los objetos que habían quedado sobre el escritorio y de a uno por vez
comenzamos desde la oralidad, en ronda y entre todos/as a describir su uso y función,
concluimos que en un hogar se cocinan los alimentos, se limpia, se bañan y se
cambian pañales de los más pequeños/as, se pagan impuestos, se arregla la casa, se
plancha lo que está muy arrugado, se lava la ropa, se remienda la ropa, se hacen
deberes de la escuela, se hacen los controles con el pediatra, se dan los
medicamentos cuando enfermamos, se alimenta a los animales de compañía, entre
muchas cosas más.
El peine para quitar piojos, la olla, el martillo, la escoba, etc., ¿para qué sirve?, ¿cómo
se usa? ¿Hay uno/a en sus hogares? ¿Qué actividad se puede realizar con este
objeto? ¿Es importante? ¿Lo pueden usar chicos y chicas? ¿O solo las chicas? ¿O
solo los chicos? ¿Lo pueden usar los/as niños/as?
El pañal sucio de un/a bebé ¿lo pueden cambiar los chicos? ¿Lo pueden cambiar las
chicas? Sacamos la conclusión que dentro de nuestros hogares había diferentes tipos
de actividades importantes que debían desarrollarse para poder vivir, las respuestas
en su mayoría, no indicaron género específico a la actividad que se podía realizar con
cada objeto, sino que todas las actividades podían ser ejercidas por los chicos y chicas
de cada hogar y que también había algunas de ellas, como dar los alimentos a los
animales que era una actividad que podían realizarla tanto los adultos (chicos y
chicas) como los niños/as de cada hogar.
Terminamos la jornada observando por la entrada de la carpa que finalmente todos los
objetos estaban dentro. Concluyendo que el hogar somos todos/as y que nos
pertenece a todos/as. Y que si todos/as colaboramos es mejor y más fácil y con mucho
más amor.
Durante el próximo encuentro con ese grado se realizará una producción plástica
colectiva que represente y registre todo lo que aprendimos sobre roles y
responsabilidades dentro de un hogar.
Habrá tantas verdades como seres humanos, tantas verdades como experiencias y
percepciones. Por ejemplo, para una persona latinoamericana (México, Bolivia, Chile)
un plato parecerá más o menos picante que para un argentino, uruguayo, el concepto
de picor, variará según el sentido del gusto, que estará afectado por las diferentes
culturas culinarias. Es así que no existen verdades absolutas, estas verdades tendrán
variaciones, que cada ser le aportará mediante el contexto en el que se encuentre.
El relativismo es peligroso porque cada sujeto tomaría su verdad a su conveniencia
generando que se pierda la noción del bien y el mal ya que sería relativa, y cada uno
le daría diferentes juicios a cada cosa, toda sociedad necesita ser regulada mediante
normas, leyes universales para evitar caer en un caos total.
Ese prisionero “recuerda su vida anterior y siente alegría por haberla dejado, a
pesar de que en un primer momento aborrecía la nueva morada” (Carpio, 1997, p.
100), quizá ya esté listo para volver a la caverna.
Bibliografía: