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DINÁMICA MAPA DE EMPATÍA

Sin duda, una de las claves para tener éxito en medios y redes sociales, y más aún, en
nuestros negocios, es conocer bien a las personas a las que nos dirigimos, y no
hablo sólo de conocer su edad, poder adquisitivo, estudios, sexo, etc, sino de ir mucho
más allá y conocer sus gustos, sus aficiones, sus necesidades, sus pensamientos... es
decir, entender a la persona, algo que es cada vez más “fácil” gracias a las redes
sociales.
Sólo tenemos que echar un vistazo en Facebook, Twitter, LinkedIn, blogs, etc. para
tener una imagen más que diáfana de nuestros potenciales clientes. Y es que muchas
son las empresas que todavía piensan que pueden vender sus productos y servicios
mirándose su propio ombligo sin molestarse por conocer el mercado.
Algo así debió pasarle a Kodak cuando se fue a pique: no es que no se enterase de la
llegada de la fotografía digital, claro que lo hizo, y con más potencial y capacidad de
adaptación que otras empresas más pequeñas. Lo que no hicieron fue escuchar a
sus clientes potenciales, y pensar que eran tan buenos y poderosos que podían
seguir haciendo lo que siempre habían hecho sin escuchar a sus clientes, sin prestar
atención a las tendencias del mercado, sin evaluar adecuadamente el impacto de lo
“digital” en los usuarios. Y es que en teoría, deberíamos ser siempre empáticos,
pero como la práctica se difumina y olvida, tratemos de compensarlo con un pequeño
ejercicio…
Así que hoy os propongo una actividad, porque quisiera que si tenéis una empresa o
un equipo, los sentéis con vosotros en una mesa armados sólo con bolígrafos y post-
its, y una pizarra grande en la que dibujéis algo así
Vamos a hacer un mapa de empatía, vamos a ver si realmente conocemos tan bien como
pensamos a nuestros chicos y chicas, vamos a tratar de conocerlos mejor a través de las
diferencias que seguro van a salir en nuestro grupo, y sobre todo, vamos a hacer un gran
ejercicio de humildad para mejorar nuestra tarea educativa.

¿Cómo lo hacemos? Vamos paso a paso:


1. Una persona debe actuar como “coordinador del ejercicio”, debe ser quien guía a los
demás y hace las preguntas.
2. La imagen del centro es un alumno o alumna, vamos a ponerle un nombre. ¿Por qué le
vamos a poner nombre? Porque hablar de “alumno/a” es algo abstracto y genérico, algo con
lo que no nos vinculamos emocionalmente, y hoy toca ir a lo emocional, y para eso le vamos
a poner nombre, lo vamos a humanizar para que nos sea más fácil empatizar con él/ella.
Imaginemos que lo llamamos Carlos. Carlos es un chico de nuestro instituto: un alumno al
que creemos conocer. Empezaremos por conocer su mundo. Empecemos con las preguntas
poniéndonos en sus zapatos… Y recuerda, si te pones en sus zapatos, ¿crees que lo
primero que estará pensando es en tus clases? No, así que olvídate de ti y allá vamos:
3. ¿Qué piensa y siente Carlos? Debemos ser capaces de entender qué es importante
para él, qué le hace levantarse cada mañana, cuáles son sus preocupaciones, sus sueños,
sus ideales y aspiraciones.
4. ¿Qué ve Carlos? Carlos no está aislado, está dentro de una familia, una comunidad, una
cultura, un entorno educativo, una sociedad que lo condicionan… ¿cómo es ese entorno?
¿Quiénes son sus amigos? ¿Cuál es su mundo referencial? ¿A qué está expuesto cada
día?
5. ¿Qué escucha Carlos? Si ya sabemos quiénes son sus amigos… ¿qué le dicen? ¿Qué
información le llega? ¿Qué o quién puede influirle? ¿Y desde qué canales le llega la
información trascendente?
6. ¿Qué dice y hace Carlos? ¿Cuál es su discurso? ¿Qué actitud y opinión tiene? ¿Es
realmente lo que opina, o puede no estar diciendo de verdad lo que piensa? ¿Cómo actúa e
interactúa? ¿Qué cuenta a los demás? En este punto, es esencial reflexionar un poco sobre
por qué dice y hace lo que hemos definido como tal para conocerlo mejor.
7. En la parte de abajo, encontramos dos apartados: esfuerzos y beneficios. ¿Qué
esfuerzos realiza Carlos? ¿Cuáles son sus frustraciones? ¿Qué riesgos no se atreve a
correr? ¿Qué le da miedo? ¿Cuáles son los principales obstáculos que le impiden conseguir
lo que necesita y desea?
8. Y por último, ¿qué recompensas consigue Carlos? ¿Qué desea realmente alcanzar?
¿Cómo evalúa sus logros?
Aunque puedes hacer este pequeño ejercicio individualmente, cuando se pone en común es
mucho más interesante por aquello de que las diferentes perspectivas enriquecen la visión
de Carlos. Y es que la inteligencia colectiva siempre es más, recordemos que “nadie lo sabe
todo, todos saben algo”, la máxima de Levy y la inteligencia emocional.
Y de nuevo, insisto, conocer y entender a un alumno no empieza cuando está en nuestro
área de influencia o de interés porque le vamos a explicar algo.. Empieza por él mismo, por
quién es y qué hace.
Así que cuando vayas a completar este mapa de empatía, no pienses desde tu punto de
vista de profesor, ponte en su lugar y piensa como la persona que eres, porque sólo las
personas, se conectan emocionalmente a otras personas.

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