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La Igualdad en Nuestra Constitución Política

Para nuestra Constitución Política, la Igualdad tiene una triple


dimensión: es un valor, un principio y un derecho.
Como valor, la Igualdad es una orientación, una guía, es algo que se estima
como bueno y deseable que debe ser seguido por el ordenamiento.
Como principio, en tanto, la igualdad emerge desde el propio texto
constitucional, como una columna que cruza toda la normativa fundamental.
Como principio, la igualdad irradia los diversos capítulos de la Constitución y
todo el ordenamiento jurídico.

La diferencia entre la Igualdad como valor y como principio, pasa porque


mientras valor, la igualdad es un norte, algo que se busca y que reclama a los
órganos del Estado; mientras que la igualdad como principio, es una realidad
que está presente en la Constitución, y que se extraen de su propio
contenido.
Pero a su vez, la Igualdad es un derecho, una facultad jurídicamente
protegida por la Constitución. Como derecho, la igualdad se subjetiviza, y se
incorpora como un área de defensa de cada una de las personas.

Son diversas las normas en las que se expresa la importancia que tiene ella
para nuestra Carta Política.
En primer lugar, debemos citar algunas normas ajenas al artículo 19
sobre Garantías Constitucionales:

- “Las personas nacen libres e iguales en dignidad y derechos” (art. 1°


inciso primero CPR): Incorpora la noción de isonomía, según la cual las
personas son iguales, pero sólo en dignidad y en derechos. En el resto,
los seres humanos somos diferentes entre sí, diferencias que deben ser
respetadas por el Estado y el Ordenamiento Jurídico. La isonomía se
opone a la igualdad absoluta, que entiende que las personas son
íntegramente idénticas. Así se ha entendido que el Ordenamiento
Jurídico chileno entiende a la Igualdad en un sentido isonómico y no
absoluto.

- “Es deber del Estado (...) asegurar el derecho de las personas a


participar en igualdad de oportunidades en la vida nacional” (art. 1°
inciso quinto). La noción de Igualdad de Oportunidades es un concepto
fundamental dentro de una concepción liberal de Estado que trató de
impregnar el constituyente a través de la Carta del ’80.

- “En las votaciones populares, el sufragio será personal, igualitario y


secreto.” (frase primera del art. 15 inciso primero de la CPR).

- Se asegura el derecho a postular en igualdad de oportunidades a la


Administración Pública, así como también, se promoverá que en la
capacitación y perfeccionamiento al interior de la misma, también se
promueva este mismo principio (art. 38 inciso primero):

Por otra parte, el artículo 19 alude en reiteradas ocasiones a la igualdad.


Revisemos algunos casos:
- Art. 19 N° 2: Igualdad ante la ley.
- Art. 19 N° 3: Igual protección de la ley en el ejercicio de los derechos.
- Art. 19 N°9 inciso segundo: Acceso libre e igualitario a las acciones de
salud y rehabilitación.
- Art. 19 N° 16, inciso tercero: En materia de libertad de trabajo, “Se
prohíbe cualquiera discriminación que no se base en la capacidad o
idoneidad personal, sin perjuicio de que la ley pueda exigir la
nacionalidad chilena o límites de edad para determinados casos”.
- Art. 19 N° 17: Igualdad ante los cargos públicos.
- Art. 19 N° 20: Igual repartición de los tributos y las demás cargas
públicas
- Art. 19 N° 22: La no discriminación arbitraria en el trato que deben dar
el Estado y sus organismos en materia económica.

• Clasificación de la Igualdad

1.- Clasificación Tradicional


Tradicionalmente, suele clasificarse la igualdad en tres categorías
sustanciales.
La primera es la IGUALDAD FORMAL, que es aquella que se produce
por la mera constatación normativa de que no existe persona o grupo
privilegiados. Es una igualdad que se produce a nivel normativo, generada
por la norma constitucional de concebir a todos como iguales. Esta primera
clase de igualdad proviene de un Estado formal o liberal de derecho.
La segunda es la IGUALDAD REAL o MATERIAL, que consiste en
entender que las igualdades a nivel normativo son insuficientes. De este
modo, el Estado debe permitir el acceso a una serie de beneficios que se
relacionan con la vida digna. El Estado deberá procurar que todos y sin
excepción alguna, lleguen a un mismo estado final, dentro de un contexto de
un Estado social de derecho. Así, surgen además, los derechos económicos,
sociales y culturales o de segunda generación.
Finalmente, especialmente a partir de tendencias liberales modernas
(“neoliberalismo”), se ha considerado que es injusto y poco eficiente que
todas las personas accedan a los mismos resultados, sino que lo importante
es que el Estado otorgue, igualitariamente a todos sus ciudadanos, las
mismas herramientas para que ellos logren, según sus esfuerzos y
capacidades, el mejor estándar de vida que puedan alcanzar. Así aparece la
noción de IGUALDAD DE OPORTUNIDADES.

2.- Clasificación propuesta por José Luis Cea Egaña


Comúnmente se ha indicado que el artículo 19 Nº 2 de la CPR consagra
la igualdad “ante la ley” (así lo establece explícitamente el texto
constitucional), y que el art. 19 Nº 3 garantiza la igualdad “ante la justicia”.
Sin embargo, el profesor José Luis Cea realiza una distinción
conceptual, señala que la verdadera denominación de las instituciones
jurídicas involucradas es la siguiente:
- Igualdad “en la ley”. Corresponde al derecho consagrado en el artículo
19 Nº 2 de la Constitución, vale decir, se garantiza que las personas no
sufrirán en el trato normativo, diferencias arbitrarias o injustificadas.
- Igualdad “ante la ley”. Corresponde al derecho consagrado en el
artículo 19 Nº 3 inciso primero de la Carta Fundamental, vale decir la
garantía que la Constitución realiza a todas las personas en “la igual
protección de la ley en el ejercicio de sus derechos”. Se refiere a que
todos los órganos públicos a quienes les competa la defensa de los
derechos de las personas no podrán hacer diferencias arbitrarias.
- Igualdad “ante la justicia”. Equivale a lo prescrito en el artículo 19 Nº 3
inciso quinto, en lo que se refiere a que nadie puede ser juzgado por
comisiones especiales, sino por el tribunal que señale la ley y que se
hallare establecido con anterioridad a la perpetración del hecho (o
“derecho al juez natural”). Al respecto, no es lícito que una persona
sea juzgada por comisiones ad-hoc, establecidas sólo para conocer de
algún asunto en especial, ya que genera desigualdad y falta de
seguridad jurídica.

No obstante, utilizaremos las expresiones usadas en la propia Constitución,


vale decir: “igualdad ante la ley” (19 Nº2) e “igual protección de la ley en el
ejercicio de los derechos” (19 Nº 3).
ARTÍCULO 19 Nº 2
Del análisis del numeral 2 del artículo 19 se desprende que nuestra Carta
Fundamental asegura a todas las personas:
● La igualdad ante la ley.
● La garantía de que en Chile no hay persona ni grupo privilegiados.
● La interdicción de la esclavitud.
● La igualdad entre hombres y mujeres ante la ley.
● La interdicción de la arbitrariedad.

1) La igualdad ante la ley.


¿Cuál es el núcleo esencial de este derecho?
El núcleo esencial de este derecho consiste en que las personas tienen
derecho a ser objeto de regulaciones por medio de leyes similares.
“Tal concepto ha quedado muy bien definido por el Tribunal Constitucional:
consiste en que las normas jurídicas deben ser iguales para todas las
personas que se encuentren en las mismas circunstancias y,
consecuencialmente, diversas para aquellas que se encuentran en
situaciones diferentes. No se trata, por consiguiente, de una igualdad
absoluta, sino que ha de aplicarse la ley en cada caso, conforme a las
diferencias constitutivas del mismo.
En resumen la igualdad en la ley (igualdad ante la ley) implica por un
lado el derecho que tenemos a ser tratados por el legislador de una
manera similar en aquellas situaciones en que seamos iguales y por
otro lado, el trato diferenciado, en la medida que éste no obedezca
al mero arbitrio del legislador.
Debe entenderse como una igualdad en el trato, o sea, aceptando
las diferencias antes dichas, sin que exista un trato discriminatorio, o
arbitrario entre los diversos sujetos.

2) En Chile no hay persona ni grupo privilegiado.


De acuerdo al Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, la
palabra privilegio consiste en una “exención de una obligación, o ventaja
exclusiva o especial, que goza alguien por concesión de un superior o por
determinada circunstancia propia”.
La igualdad establecida en la norma en análisis tiene un fuerte contenido
sociológico, por cuanto se centra en la prohibición que existan clases
privilegiadas.
La Constitución establece que “en Chile no hay persona ni grupo
privilegiados”, lo que ha sido interpretado por la Corte Suprema en los
siguientes términos: “la igualdad ante la ley consiste en que todos los
habitantes de la República, cualquiera que sea su posición social u origen
gocen de unos mismos derechos, esto es, que exista una misma ley para
todos y una igualdad de todos ante derecho, lo que impide establecer
estatutos legales con derechos y obligaciones diferentes, atendiendo a
consideraciones de razas, ideológicas, creencias religiosas u otras condiciones
o atributos de carácter estrictamente personal” (citado por M. Verdugo y E.
Pfeffer en obra incluida en bibliografía).

Al no existir “grupos privilegiados”, se asume la condición de ser una


sociedad NO estamental, esto es, dividida en clases que jurídicamente tengan
un estatus diferente.
De tal manera, con esta norma se reafirma el valor de igualdad en nuestro
ordenamiento jurídico, puesto que ninguna persona, institución o grupo,
gobernantes o gobernados, pueden ser eximidos de obligaciones o provistos
de ventajas o beneficios, sin una justificación racional y que se enmarque
dentro de la juridicidad.

3) La interdicción de la esclavitud.
Esclavitud deriva del vocablo esclavo, que la RAE Define como: “Dicho de una
persona que carece de libertad por estar bajo el dominio de otra”.
Recordemos que en Chile, bajo el gobierno del Presidente Ramón Freire
(1823-1826), se abolió la esclavitud.
La declaración que dice que “en Chile no hay esclavos”, esto es, “el que pisa
su territorio queda libre”, debe ser entendida como un todo y no puede ser
entendida en el sentido que en nuestro país no se pueda detener, arrestar o
someter a presidio a ninguna persona. Por lo tanto, lo que cabe entender de
esta frase es que toda persona que respeta el ordenamiento jurídico chileno
es libre y que, en esa medida, todos deben ser iguales en el goce de su
libertad y demás derechos asegurados1.
En virtud del principio de libertad de paso, quien ingrese a territorio nacional,
arrastrando desde otros lugares, la condición de esclavo, deja de serlo por el
sólo hecho de ingresar a territorio chileno.

4) Hombres y mujeres son iguales ante la ley.

En el primer inciso del artículo 1, en su texto original, nuestra Carta


Fundamental declaraba “los hombres nacen libres e iguales en dignidad y
derechos”.
La redacción de esta norma fue entendida por ciertos sectores de nuestra
sociedad, como una forma de discriminación injustificada, pues solamente se

1
Cea Egaña, José Luis: Derecho Constitucional Chileno. Tomo II: Derechos, Deberes y Garantías.
(Ediciones Universidad Católica de Chile, Santiago, 2004). P. 130.
refería a los hombres. No obstante, muchos entendían que el constituyente
al utilizar la expresión hombres lo hacía en forma genérica, y en caso alguno
se pretendía minimizar a la mujer.

De todas maneras, se dicta la Ley Nº 19.611 de 1999, por medio de la cual se


modifica el citado artículo 1º sustituyendo la palabra “hombre” por
“persona” y agregando al artículo 19 Nº 2 la declaración “hombres y mujeres
son iguales ante la ley”.

5. La interdicción de la arbitrariedad.

Dice el inciso final del artículo 19 Nº 2: “Ni la ley ni autoridad alguna podrán
establecer diferencias arbitrarias”.
Esta norma es particularmente importante, por un lado refuerza la idea de la
igualdad en la ley, en el sentido que prohíbe directamente al legislador hacer
diferencias arbitrarias, como a las demás autoridades, por lo que, en caso de
existir alguna discriminación de este tipo que provenga de la ley, será posible
reclamarla vía recurso de inaplicabilidad o acción popular de
inconstitucionalidad ante el Tribunal Constitucional. En tanto, si proviene de
alguna autoridad administrativa, procedería recurrir de protección.
Finalmente, debemos dejar constancia que esta prohibición de arbitrariedad
se vincula con otras normas constitucionales, tales como:
- art. 1º inciso 1º: establecer diferencias entre las personas en lo que a
dignidad y derechos se refiere, es de por sí, arbitraria;
- art. 8º inciso 1º: el funcionario público que dé fiel cumplimiento al
principio de probidad, no puede actuar con arbitrariedad;
- art. 15: el sufragio es igualitario, y también establecer diferencias
respecto de aquél, sería arbitrario;
- art. 19 Nºs. 17, 20 y 22: referidos a la prohibición de realizar
diferencias arbitrarias por parte del Estado en su trato con los
particulares.

Debemos advertir que la Constitución no prohíbe las diferencias, sino que


prohíbe “las diferencias arbitrarias”.

Las diferencias arbitrarias son aquellas que obedecen al mero capricho del
agente que las produce. Se entienden como las distinciones antojadizas o
caprichosas, o sea, que no tienen sustento en la razón ni en la justicia.
Será el legislador o, en general, cualquier generador de normas, quien deberá
evitar cualquier trato o diferencia discriminatoria. Ante la comisión de
discriminación arbitraria, el juzgador (Ordinario o Tribunal Constitucional)
deberá resolver dicha diferencia.

6. Amparo jurisdiccional.

De acuerdo a lo previsto en el artículo 20 de la Constitución, los derechos y


garantías que se consagran en el numeral 2 del artículo 19 se encuentran
amparados por la acción constitucional de protección.

Las principales normas internacionales sobre derechos humanos que


consagran los derechos y garantías relacionados con la igualdad ante la ley:
La Declaración Universal de Derechos Humanos, en su artículo 7º dispone:
“Todos son iguales ante la ley y tienen, sin distinción, derecho a igual
protección de la ley. Todos tienen derecho a igual protección contra toda
discriminación que infrinja esta Declaración y contra toda provocación a tal
discriminación”.
La Convención Americana sobre Derechos Humanos de 1969, al respecto
prescribe:
“Artículo 24. Igualdad ante la Ley.
Todas las personas son iguales ante la ley. En consecuencia, tienen derecho,
sin discriminación, a igual protección de la ley”.

El Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos por su parte dispone:


“Artículo 26.
Todas las personas son iguales ante la ley y tienen derecho sin discriminación
a igual protección de la ley. A este respecto, la ley prohibirá toda
discriminación y garantizará a todas las personas protección igual y efectiva
contra cualquier discriminación por motivos de raza, color, sexo, idioma,
religión, opiniones políticas o de cualquier índole, origen nacional o social,
posición económica, nacimiento o cualquier otra condición social”.

La Convención Europea de Derechos Humanos, del año 1950, establece en su


artículo 14 establece:
“Prohibición de discriminación.
El goce de los derechos y libertades reconocidos en el presente Convenio ha
de ser asegurado sin distinción alguna, especialmente por razones de sexo,
raza, color, lengua, religión, opiniones políticas u otras, origen nacional o
social, pertenencia a una minoría nacional, fortuna, nacimiento o cualquier
otra situación”.

Por último la Carta Africana sobre los Derechos Humanos y de los Pueblos
dispone:
“Artículo 3.
1. Todos los individuos serán iguales ante la ley.
2. Todos los individuos tendrán derecho a igual protección de la ley”.

ARTÍCULO 19 Nº 3
Del análisis del artículo 19 Nº 3 se derivan los siguientes derechos y garantías:
1. La igual protección de la ley en el ejercicio de los derechos.
2. El derecho a la defensa jurídica.
3. El derecho al juez natural.
4. El derecho al justo y racional procedimiento.
5. Las bases constitucionales del derecho penal.
a. La prohibición de presunciones penales de derecho.
b. El principio de legalidad penal.
c. La irretroactividad de la ley penal.
d. Principio de tipicidad

1. La igual protección de la ley en el ejercicio de los derechos.


El profesor Silva Bascuñán sostiene que este derecho no solo lo tienen las
personas respecto del legislador, sino que respecto a cualquier órgano del
Estado. Se trata de una norma de carácter general, esto es, no sólo referida a
los Tribunales. De allí que no sea correcto denominar a esta garantía
simplemente como “Igualdad ante la Justicia”, puesto que involucra también
a los demás órganos del Estado.
¿Cuál es el núcleo de este derecho? “La norma busca asegurar a todos, en un
plano de igualdad jurídica y sin discriminación, la posibilidad de recurrir ante
cualquiera autoridad para pedir la protección de los derechos. Se trata, por
tanto, de entregar a cada persona la posibilidad de accionar ante la
jurisdicción que corresponda para lograr que los derechos asegurados por la
Carta efectivamente puedan ejercerse”.

Como bien dice Ángela Vivanco, el núcleo de este derecho implica “asegurar
que los derechos que les son reconocidos en abstracto a las personas,
requieran de la existencia de una organización procesal adecuada para que
en la práctica no sean conculcados. Lo que se pretende es hacer justiciables o
defendibles directamente los derechos que se tienen en la teoría” 2. Así
también es parte de este derecho, el acceso a la justicia.

En consecuencia, el contenido esencial de este derecho es el siguiente:


a) Toda persona tiene derecho de acceder a los órganos que ejercen
jurisdicción para hacer valer sus derechos.
b) Una vez que se actúa frente a éstos, se hará en un plano de igualdad y
sin ser objeto de discriminación arbitraria.
c) Debe existir igualdad en la aplicación e interpretación del
ordenamiento jurídico.
d) Este derecho no se hace valer únicamente ante los Tribunales de
Justicia sino ante cualquier órgano que ejerce jurisdicción.

2. El derecho a la defensa jurídica.

Este derecho “se refiere en términos amplios al derecho de toda persona a


acceder a una asesoría legal cuando lo requiera, es decir, que toda persona
2
Vivanco M., Ángela: Curso de Derecho Constitucional. Aspectos dogmáticos de la Carta Fundamental de
1980. Tomo II. (Ediciones Universidad Católica de Chile, Santiago, 2006). P. 313.
tiene derecho a actuar representada por un abogado en las causas civiles,
contenciosas o voluntarias, y criminales en que actúe como parte o
solicitante, y también en toda clase de gestiones públicas que impliquen una
asistencia de letrado”3.

El el artículo 520 del COT define Abogado de la siguiente manera: “Los


abogados son personas revestidas por la autoridad competente de la facultad
de defender ante los Tribunales de Justicia los derechos de las partes
litigantes".

En consecuencia, a propósito de la defensa jurídica podemos decir:


1. “Que implica que el sujeto pueda ser representado por abogado, este
último debe tener una labor activa, quien debe requerir los antecedentes,
entrevistarse y estar en contacto con su defendido y hacer valer los derechos
de éste”4.
2. La defensa jurídica no sólo tiene razón de ser cuando se actúa ante los
Tribunales de Justicia, sino que cuando se actúa ante cualquier autoridad que
ejerza jurisdicción para el adecuado resguardo y protección de los derechos
de las personas.
3. El derecho a la defensa jurídica se practicará dentro del marco que la ley
señale. Principalmente este marco regulatorio se encuentra en el Código de
Procedimiento Civil y en el Código Procesal Penal, además de otras leyes
especiales como las que regulan procedimientos ante el Juez de Policía de
Local o Jueces de Familia.
4. El derecho a la defensa jurídica no puede llevar a pensar que se
contemplen múltiples acciones y recursos, ya que podría promoverse el
abuso, facilitar la lentitud e inducir la ineficacia que, por supuesto, equivale a
la denegación de la justicia. El exceso de garantismo puede, entonces, derivar
en inseguridad jurídica. Es por eso que el derecho en comento no se
3
Vivanco M., Ángela: Op. Cit. P. 313.
4
Vivanco M., Ángela: Op. Cit. P. 313.
reconoce de manera absoluta, sino en la forma y en los términos que la ley
señale”5. Límite

Como garantía, y a modo de reforzar aún más el derecho, nuestra


Constitución prescribe:
“Ninguna autoridad o individuo podrá impedir, restringir o perturbar la
debida intervención del letrado si hubiere sido requerida”.

El Derecho a la defensa jurídica en las Instituciones Armadas.


Nuestra Constitución establece:
“Tratándose de los integrantes de las Fuerzas Armadas y de Orden y
Seguridad Pública, este derecho se regirá, en lo concerniente a lo
administrativo y disciplinario, por las normas pertinentes de sus respectivos
estatutos”.
Esta norma constituye sin lugar a dudas un trato diferenciado en relación al
resto de la población.
Surge la duda: ¿Esta diferenciación es justa o injusta?
Para el profesor José Luis Cea se trata de una norma justa, atendidas las
siguientes razones:
a) Se refiere a los estatutos propios de las cinco Instituciones dependientes
del Ministerio de Defensa Nacional, debiendo entenderse que esos estatutos,
aunque puedan hallarse contenidos en reglamentos, son normas de
jerarquía legal, respetando el principio de reserva legal.
b) La naturaleza propia o diferente que tienen la Fuerzas Armadas,
Carabineros de Chile e Investigaciones exige, para regirlas en lo
administrativo y disciplinario, normas especiales. Esto justifica que a estas

5
Cea Egaña, José Luis: Op. Cit.: P. 144.
Instituciones no se les puedan aplicar las normas del Código de
Procedimiento Civil o Penal, sin adecuaciones o salvedades”6.

En definitiva, es una norma de excepción respecto de la primera frase de este


inciso, y sólo se refiere a lo referente a “lo administrativo y disciplinario”,
por lo que en lo relativo a la defensa, se regirá por sus normas estatutarias,
las que en todo caso, deberán igualmente estar establecidas por ley, ya que
en caso contrario se afectarían el principio de reserva legal.

El 19 n°3 establece como complemento al derecho a la defensa jurídica, la


siguiente garantía:
“La ley arbitrará los medios para otorgar asesoramiento y defensa jurídica a
quienes no puedan procurárselos por sí mismos”.
Esta norma es claramente una manifestación del principio de subsidiariedad.
En primer lugar son los particulares los que haciendo uso de su derecho a la
defensa jurídica deben proveerse el asesoramiento y la defensa jurídica de su
elección. Sin embargo, en aquellos casos en que los particulares no estén en
condiciones de hacerlo, el Estado de Chile deberá procurárselos. Estas
personas gozan del llamado “Privilegio de Pobreza”
De acuerdo al mandato constitucional la ley será la encargada de establecer
los medios para otorgar asesoramiento y defensa jurídica a los que no
puedan procurárselos por sí mismos.

Algunas manifestaciones de este mandato constitucional:


a) La Defensoría Penal Pública.
b) Las corporaciones de Asistencia Judicial

6
Cea Egaña, José Luis: Op. Cit.: P. 144.
c) Los abogados de turno.

3. El derecho al juez natural.


Nuestra Constitución dispone en el inciso 5 del numeral 3 del artículo 19
dispone:
“Nadie podrá ser juzgado por comisiones especiales, sino por el tribunal que
señalare la ley y que se hallare establecido por ésta con anterioridad a la
perpetración del hecho”.

¿Qué son las comisiones especiales? Son tribunales especialmente creados


para el fallo y resolución de situaciones acaecidas antes de su
establecimiento. Es decir, la comisión se crea después de ocurridos los
hechos.
El profesor Cea Egaña señala que las comisiones especiales son “entidades
formadas por un individuo o grupo de individuos que, de facto, ejercen
jurisdicción”7.
La prohibición de ser juzgado por comisiones especiales no solo se aplica al
ámbito penal, sino a cualquier materia. Además, este derecho trasciende el
ámbito puramente judicial, abarcando incluso las relaciones particulares.
Finalmente se debe tener presente, que de acuerdo a lo dispuesto en el
artículo 20 de la Carta Fundamental, este derecho a no ser juzgado por
comisiones especiales, contenido en el inciso quinto del número 3 del
artículo 19, es el único de este numeral que se encuentra amparado por la
acción constitucional de protección.

7
Cea Egaña, José Luis: Op. Cit.: P. 152.
4. El derecho al justo y racional procedimiento.
El inciso sexto del número 3 del artículo 19 de la Constitución establece:
“Toda sentencia de un órgano que ejerza jurisdicción debe fundarse en un
proceso previo legalmente tramitado. Corresponderá al legislador establecer
siempre las garantías de un procedimiento y una investigación racionales y
justos”.

En este punto cabe preguntarse porqué nuestra Constitución no utilizó la


expresión debido proceso y optó por hablar de un justo y racional
procedimiento. De la historia fidedigna de la Constitución se desprende que
el Constituyente discutió la idea de consagrar el derecho al debido proceso.
Sin embargo, se entendió también que este es un concepto más propio del
derecho anglosajón, repleto de principios y reglas, lo que podría ocasionar en
el futuro ciertos problemas de interpretación. Dado lo anterior, se prefirió
utilizar la expresión “justo y racional procedimiento”, un concepto flexible,
capaz de ir adecuándose de acuerdo a las necesidades de los tiempos.

La sentencia, es decir, la resolución final, debe fundarse “en un proceso


previo”, o sea la sentencia debe dictarse tomando en consideración lo
sucedido en determinado proceso. En otras palabras, la sentencia debe ser el
resultado de lo ocurrido dentro de ese proceso.
Este proceso previo debe además haber sido “legalmente tramitado”, es
decir, respetando las normas de procedimiento establecidas en la ley.

Respecto del procedimiento señala nuestro constituyente que:


“Corresponderá al legislador establecer siempre las garantías de un
procedimiento y una investigación racionales y justos”.

De esta norma se derivan dos aspectos:


1. El justo y racional procedimiento.
2. La investigación racional y justa.

El procedimiento es racional, cuando es razonable, cuando sus etapas


cumplen con una consecución lógica, y cuando permiten al juez convencerse
efectivamente de la veracidad o no de las defensas de las partes. A su vez, el
procedimiento será justo, cuando permite que ambas partes puedan exponer
sus alegaciones, que puedan aportar sus pruebas, y que todos estos derechos
sean efectivamente ejercitables.
Así por ejemplo, podemos señalar que es parte de un procedimiento racional
y justo la existencia de las notificaciones judiciales y que ellas sean
practicadas por medio idóneos.

La investigación racional y justa.


Este derecho se encuentra estrechamente ligado con el nuevo proceso penal
y con la creación del Ministerio Público. Se incorpora con la Ley de Reforma
Constitucional 19.519 (D.O. de 16 de Septiembre de 1997).
La investigación cobra relevancia a la luz de los procesos penales, aún cuando
apuntan a realidades diversas, ambas se encuentran estrechamente
vinculadas. Según el profesor José Luis Cea Egaña8:

El proceso, que sigue a la


“La investigación busca investigación, tiene por objeto
descubrir y constatar los juzgar estos hechos y
hechos y aclararlos”. sentenciarlos.

5. Los principios constitucionales del derecho penal y del derecho


procesal penal.
Estos son:

8
Cea Egaña, José Luis: Op. Cit.: P. 159.
a. La ley no podrá presumir de derecho la responsabilidad penal.
b. Ningún delito se castigará con otra pena que la que señale una
ley promulgada con anterioridad a su perpetración, a menos que
una nueva ley favorezca al afectado.
c. Ninguna ley podrá establecer penas sin que la conducta que se
sanciona esté expresamente descrita en ella.
a. La ley no podrá presumir de derecho la responsabilidad penal.
Lo único que se prohíbe es la presunción de derecho de la responsabilidad
penal, y no así de la responsabilidad civil (el art. 706 del Código Civil estatuye,
por ejemplo, a propósito de la posesión que “el error en materia de derecho
constituye una presunción de mala fe, que no admite prueba en contrario”);
Ahora bien, esta norma es una manifestación directa del principio de la
presunción de inocencia. En nuestra Constitución este principio no se
consagra directamente, pero de todas maneras está vigente en nuestro
ordenamiento jurídico, ya sea implícitamente como sucede con esta norma o
bien por vía de tratados internacionales sobre derechos humanos. De esta
manera, el artículo 11 de la Declaración Universal de Derechos Humanos
prescribe:
“1. Toda persona acusada de delito tiene derecho a que se presuma su
inocencia mientras no se pruebe su culpabilidad, conforme a la ley y en juicio
público en el que se le hayan asegurado todas las garantías necesarias para
su defensa”.
El artículo 8º, denominado Garantías Judiciales, del Pacto de San José de
Costa Rica señala:
2. Toda persona inculpada de delito tiene derecho a que se presuma su
inocencia mientras no se establezca legalmente su culpabilidad”.
En todo caso, en nuestro derecho, el artículo 4º del Código Procesal Penal lo
consagra directamente:
“Ninguna persona será considerada culpable ni tratada como tal en tanto no
fuere condenada por una sentencia firme”.
b. Ningún delito se castigará con otra pena que la que señale una ley
promulgada con anterioridad a su perpetración, a menos que una nueva ley
favorezca al afectado.
De esta norma constitucional se desprende dos principios fundamentales en
materia penal y procesal penal, los que a su vez constituyen fuertes pilares
en la defensa de los derechos de las personas, a saber:

El principio de legalidad o reserva legal.


El principio de irretroactividad de la ley penal.

Dado lo anterior, los delitos y las penas solamente pueden ser establecidos
por la ley. Además, cualquier hecho que revista los caracteres de delito debe
ser sancionado con una pena establecida por la ley, pero esta ley debe ser
anterior a la comisión de dicho hecho. En otras palabras, se establece como
principio la irretroactividad de la ley penal. Con una excepción: Salvo que la
nueva ley favorezca al afectado.
La ley penal más favorable debe entenderse que es aquella que establece
una pena menor respecto de los delitos, como las que eliminan la sanción a
una conducta anteriormente considerada delictiva, como asimismo aquellas
que crean nuevas causas de justificación, exculpación y de impedimento a la
operatividad de la penalidad, entre otros casos.
En esta norma constitucional se encuentra consagrado el principio de
tipicidad. Este principio “tiene por objeto primordial asegurar que los
ciudadanos sepan, con la precisión y claridad posible, cuáles son las
conductas cuya ejecución u omisión trae aparejada la imposición de una
pena”9.

9
Vivanco M., Ángela: Op. Cit. P. 323.
Principales normas internacionales sobre derechos humanos que consagran
los derechos y garantías relacionados con la igualdad ante la justicia:
El artículo 10 de la Declaración Universal de Derechos Humanos, del año 1948
dispone:
“Toda persona tiene derecho, en condiciones de plena igualdad, a ser oída
públicamente y con justicia por un tribunal independiente e imparcial, para la
determinación de sus derechos y obligaciones o para el examen de cualquier
acusación contra ella en materia penal”.
Por su parte, el artículo 11 de la misma Declaración Universal señala:
“1. Toda persona acusada de delito tiene derecho a que se presuma su
inocencia mientras no se pruebe su culpabilidad, conforme a la ley y en juicio
público en el que se le hayan asegurado todas las garantías necesarias para
su defensa.
2. Nadie será condenado por actos u omisiones que en el momento de
cometerse no fueron delictivos según el Derecho nacional o internacional.
Tampoco se impondrá pena más grave que la aplicable en el momento de la
comisión del delito”.
Por su parte, el artículo 8 de la Convención Americana sobre Derechos
Humanos, del año 1969, lo consagra en los siguientes términos:

“Artículo 8.  Garantías Judiciales:


1. Toda persona tiene derecho a ser oída, con las debidas garantías y dentro
de un plazo razonable, por un juez o tribunal competente, independiente e
imparcial, establecido con anterioridad por la ley, en la sustanciación de
cualquier acusación penal formulada contra ella, o para la determinación de
sus derechos y obligaciones de orden civil, laboral, fiscal o de cualquier otro
carácter.
2. Toda persona inculpada de delito tiene derecho a que se presuma su
inocencia mientras no se establezca legalmente su culpabilidad. Durante el
proceso, toda persona tiene derecho, en plena igualdad, a las siguientes
garantías mínimas:

a) derecho del inculpado de ser asistido gratuitamente por el traductor o


intérprete, si no comprende o no habla el idioma del juzgado o tribunal;
b) comunicación previa y detallada al inculpado de la acusación formulada;

c) concesión al inculpado del tiempo y de los medios adecuados para la


preparación de su defensa;
d) derecho del inculpado de defenderse personalmente o de ser asistido por
un defensor de su elección y de comunicarse libre y privadamente con su
defensor;
e) derecho irrenunciable de ser asistido por un defensor proporcionado por
el Estado, remunerado o no según la legislación interna, si el inculpado no se
defendiere por sí mismo ni nombrare defensor dentro del plazo establecido
por la ley;
f) derecho de la defensa de interrogar a los testigos presentes en el tribunal y
de obtener la comparecencia, como testigos o peritos, de otras personas que
puedan arrojar luz sobre los hechos;
g) derecho a no ser obligado a declarar contra sí mismo ni a declararse
culpable, y
h) derecho de recurrir del fallo ante juez o tribunal superior.

3. La confesión del inculpado solamente es válida si es hecha sin coacción de


ninguna naturaleza.

4. El inculpado absuelto por una sentencia firme no podrá ser sometido a


nuevo juicio por los mismos hechos.
5. El proceso penal debe ser público, salvo en lo que sea necesario para
preservar los intereses de la justicia”.

El artículo 9 de este mismo documento dispone:

“Artículo 9. Principio de Legalidad y de Retroactividad

Nadie puede ser condenado por acciones u omisiones que en el momento de


cometerse no fueran delictivos según el derecho aplicable. Tampoco se
puede imponer pena más grave que la aplicable en el momento de la
comisión del delito. Si con posterioridad a la comisión del delito la ley
dispone la imposición de una pena más leve, el delincuente se beneficiará de
ello”.

El Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos de Naciones Unidas, del


año 1966, dispone en su artículo 14:

“1. Todas las personas son iguales ante los tribunales y cortes de justicia.
Toda persona tendrá derecho a ser oída públicamente y con las debidas
garantías por un tribunal competente, independiente e imparcial, establecido
por la ley, en la substanciación de cualquier acusación de carácter penal
formulada contra ella o para la determinación de sus derechos u obligaciones
de carácter civil. La prensa y el público podrán ser excluidos de la totalidad o
parte de los juicios por consideraciones de moral, orden público o seguridad
nacional en una sociedad democrática, o cuando lo exija el interés de la vida
privada de las partes o, en la medida estrictamente necesaria en opinión del
tribunal, cuando por circunstancias especiales del asunto la publicidad
pudiera perjudicar a los intereses de la justicia; pero toda sentencia en
materia penal o contenciosa será pública, excepto en los casos en que el
interés de menores de edad exija lo contrario, o en las acusaciones
referentes a pleitos matrimoniales o a la tutela de menores.
2. Toda persona acusada de un delito tiene derecho a que se presuma su
inocencia mientras no se pruebe su culpabilidad conforme a la ley.
3. Durante el proceso, toda persona acusada de un delito tendrá derecho, en
plena igualdad, a las siguientes garantías mínimas:

a) A ser informada sin demora, en un idioma que comprenda y en forma


detallada, de la naturaleza y causas de la acusación formulada contra ella;

b) A disponer del tiempo y de los medios adecuados para la preparación de


su defensa y a comunicarse con un defensor de su elección;
c) A ser juzgado sin dilaciones indebidas;
d) A hallarse presente en el proceso y a defenderse personalmente o ser
asistida por un defensor de su elección; a ser informada, si no tuviera
defensor, del derecho que le asiste a tenerlo, y, siempre que el interés de la
justicia lo exija, a que se le nombre defensor de oficio, gratuitamente, si
careciere de medios suficientes para pagarlo;
e) A interrogar o hacer interrogar a los testigos de cargo y a obtener la
comparecencia de los testigos de descargo y que éstos sean interrogados en
las mismas condiciones que los testigos de cargo;
f) A ser asistida gratuitamente por un intérprete, si no comprende o no habla
el idioma empleado en el tribunal;
g) A no ser obligada a declarar contra sí misma ni a confesarse culpable.

4. En el procedimiento aplicable a los menores de edad a efectos penales se


tendrá en cuenta esta circunstancia y la importancia de estimular su
readaptación social.
5. Toda persona declarada culpable de un delito tendrá derecho a que el fallo
condenatorio y la pena que se le haya impuesto sean sometidos a un tribunal
superior, conforme a lo prescrito por la ley.

6. Cuando una sentencia condenatoria firme haya sido ulteriormente


revocada, o el condenado haya sido indultado por haberse producido o
descubierto un hecho plenamente probatorio de la comisión de un error
judicial, la persona que haya sufrido una pena como resultado de tal
sentencia deberá ser indemnizada, conforme a la ley, a menos que se
demuestre que le es imputable en todo o en parte el no haberse revelado
oportunamente el hecho desconocido.

7. Nadie podrá ser juzgado ni sancionado por un delito por el cual haya sido
ya condenado o absuelto por una sentencia firme de acuerdo con la ley y el
procedimiento penal de cada país”.

En el artículo 15 Nº 1 del Pacto aludido se consagra:


“1. Nadie será condenado por actos u omisiones que en el momento de
cometerse no fueran delictivos según el derecho nacional o internacional.
Tampoco se impondrá pena más grave que la aplicable en el momento de la
comisión del delito. Si con posterioridad a la comisión del delito la ley
dispone la imposición de una pena más leve, el delincuente se beneficiará de
ello”.

La Convención Europea de Derechos Humanos, del año 1950, establece en su


artículo 6º:
“Artículo 6. Derecho a un proceso equitativo.
1. Toda persona tiene derecho a que su causa sea oída
equitativa, públicamente y dentro de un plazo razonable, por
un Tribunal independiente e imparcial, establecido por la Ley,
que decidirá los litigios sobre sus derechos y obligaciones de
carácter civil o sobre el fundamento de cualquier acusación
en materia penal dirigida contra ella. La sentencia debe ser
pronunciada públicamente, pero el acceso a la Sala de
Audiencia puede ser prohibido a la prensa y al público
durante la totalidad o parte del proceso en interés de la
moralidad, del orden público o de la seguridad nacional en
una sociedad democrática, cuando los intereses de los
menores o la protección de la vida privada de las partes en el
proceso así lo exijan o en la medida considerada necesaria
por el Tribunal, cuando en circunstancias especiales la
publicidad pudiera ser perjudicial para los intereses de la
justicia.

2. Toda persona acusada de una infracción se presume inocente hasta que su


culpabilidad haya sido legalmente declarada.
2. Todo acusado tiene, como mínimo, los siguientes derechos:
a) a ser informado, en el más breve plazo, en una lengua que
comprenda y detalladamente, de la naturaleza y de la causa
de la acusación formulada contra él;
b) a disponer del tiempo y de las facilidades necesarias para la
preparación de su defensa;
c) a defenderse por sí mismo o a ser asistido por un defensor de
su elección y, si no tiene medios para pagarlo, poder ser
asistido gratuitamente por un Abogado de oficio, cuando los
intereses de la justicia lo exijan;
d) a interrogar o hacer interrogar a los testigos que declaren
contra él y a obtener la citación y el interrogatorio de los
testigos que declaren en su favor en las mismas condiciones
que los testigos que lo hagan en su contra;
e) a ser asistido gratuitamente de un intérprete, si no
comprende o no habla la lengua empleada en la Audiencia”.
La misma Convención Europea establece en su artículo 7:
“Artículo 7. No hay pena sin ley.
1. Nadie podrá ser condenado por una acción y o una omisión que, en el
momento en que haya sido cometida, no constituya una infracción según el
Derecho nacional o internacional. Igualmente no podrá ser impuesta una
pena más grave que la aplicable en el momento en que la infracción haya
sido cometida.

3. El presente artículo no impedirá el juicio y el castigo de una


persona culpable de una acción o de una omisión que, en el
momento de su comisión, constituía delito según los
principios generales del derecho reconocidos por las naciones
civilizadas”.

Finalmente, la Carta Africana sobre los Derechos Humanos y de los Pueblos,


del año 1981, establece en su artículo 7:
“Artículo 7.
1. Todo individuo tiene derecho a que sea visto su caso, lo cual implica:
a) derecho de apelación a órganos nacionales competentes contra actos que
violen sus derechos fundamentales reconocidos y garantizados por los
convenios, leyes, ordenanzas y costumbres vigentes;
b) el derecho a ser considerado inocente hasta que un tribunal competente
demuestre su inocencia;
c) el derecho a la defensa, incluido el derecho a ser defendido por un
abogado de su elección;
d) el derecho a ser juzgado dentro de un plazo de tiempo razonable por un
tribunal imparcial.
3. Nadie puede ser condenado por un acto u omisión que no constituya
una ofensa legalmente punible, en el momento en que se cometió. No
se puede infligir pena alguna por una ofensa contra la que no existe
ninguna disposición en el momento de ser cometida. Las penas son
personales y sólo pueden ser impuestas al trasgresor”.

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