Está en la página 1de 3

La igualdad y las diferencias

Todos los seres humanos son iguales y distintos al mismo tiempo. Si se piensa en el aspecto
físico de cada persona, en sus gustos e intereses, en sus creencias religiosas o políticas, en sus
habilidades, en sus lenguas, en sus nacionalidades y en su cultura, todas son diferentes entre sí.
Pero por encima de todas estas diferencias, que hacen que cada individuo sea único y
especial, hay algo que tienen en común: su condición de persona. Y es esta condición la que hace
que todos los seres humanos sean iguales en dignidad y en derechos, es decir, merecedores del
mismo trato, consideración, respeto y oportunidades.
El respeto por las diferencias y la igualdad de derechos son dos principios fundamentales en
todas las declaraciones de Derechos Humanos y en todas las normas de los Estados democráticos
modernos.
El derecho a la igualdad es el derecho que tienen todos los que se encuentran en una
misma situación a recibir el mismo trato, sin otorgar privilegios que beneficien a algunos o imponer
condiciones que perjudiquen a otros.
El derecho a la igualdad se relaciona directamente con el derecho a la no discriminación,
que consiste en la obligación que tienen los Estados de respetar y proteger las diferencias entre las
personas y los grupos sociales, lo que les asegura la preservación de sus tradiciones y de su
identidad.
Desde este punto de vista, la igualdad no se entiende como uniformidad, ya que reconoce la
diversidad propia de cada ser humano (características físicas, personalidad) y de cada grupo social.
La igualdad y la libertad son los derechos esenciales de todo ser humano, y son la base y
presupuesto de todos los demás derechos (Declaración Universal de los Derechos Humanos, art. 1).

La igualdad ante la ley

El principio de igualdad, como se entiende en la actualidad, comenzó a ser reconocido por


las leyes de los Estados a partir de los procesos revolucionarios que se produjeron a fines del siglo
XVII y durante el siglo XVIII, como la Revolución Gloriosa en Inglaterra (1688), la Independencia de
los Estados Unidos (1776) y la Revolución Francesa (1779). En este contexto lo derechos civiles y
políticos empezaron a ser reconocidos a todos los miembros de la sociedad.
La Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, promulgada en 1789 durante la
Revolución Francesa, estableció la abolición de los títulos de nobleza y de los privilegios que la ley
les otorgaba a los nobles y al clero, es decir, a los miembros de la iglesia. En esa época, la noción
de igualdad se vinculaba a la igualdad ante la ley. Este principio sostiene que en un Estado
determinado las normas son las mismas para todos sus habitantes y que, por lo tanto, estos deben
ser considerados de la misma manera por las leyes. Esta igualdad, llamada también igualdad
jurídica, coloca a todas las personas en iguales condiciones para exigir sus derechos y para cumplir
con sus obligaciones.
Por supuesto que la igualdad ante la ley no significa que todas las personas sean iguales en
el sentido de ignorar las diferencias naturales o culturales de cada uno. Se trata, por el contrario, de
establecer que todos los habitantes de un Estado, más allá de sus características personales, deben
respetar las mismas leyes y tienen los mismos derechos. Por esta razón, el derecho a no ser
discriminado por motivos de sexo, religión, color de piel, ideas políticas o cualquier otra condición se
complementa directamente con la noción de igualdad jurídica.

El derecho a la igualdad

El derecho a la igualdad es un derecho básico y fundamental reconocido en varias


Convenciones y Tratados Internacionales de Derechos Humanos, como así también en varios
artículos de la Constitución Nacional.
El Artículo 16 de la Constitución Nacional consagra el principio de igualdad ante la ley o
igualdad jurídica.
● “La Nación Argentina no admite prerrogativas de sangre ni de nacimiento”
Las prerrogativas son los privilegios que puede recibir una persona, en este caso por razones
familiares o por su nacimiento.
Antiguamente, el primer hijo de un matrimonio, según las leyes de mayorazgo, era el único heredero
de los bienes familiares en perjuicio de sus hermanos menores. El mayorazgo era una ley surgida en
la Edad Media que concedía a los hijos primogénitos el poder recibir en herencia la propiedad de
todos los bienes familiares.
● “No hay en ella (en la Nación Argentina) fueros personales ni títulos de nobleza”
Los fueros personales eran los privilegios que tenían los integrantes de determinados sectores de la
sociedad, como los militares, los eclesiásticos, los nobles o algunos gremios, como los
comerciantes, de ser juzgados por tribunales especiales conformados por sus colegas o sus pares y
no por los tribunales de justicia comunes (también llamados tribunales ordinarios). La Constitución
Nacional prohibió expresamente estos privilegios al establecer que todos los habitantes deben ser
juzgados por los tribunales de justicia comunes.
Los títulos de nobleza ya habían sido prohibidos en su oportunidad por la Asamblea General
Constituyente del Año XIII.
● “Todos sus habitantes son iguales ante la ley y admisibles en los empleos sin otra
condición que la idoneidad”
Todos los habitantes tienen derecho, en igualdad de condiciones, al mismo trato por las leyes
y las autoridades; y deben ser admitidos en los empleos sin discriminación, la única razón válida
para limitar este acceso es la idoneidad (capacidad que tiene una persona para desempeñar una
tarea determinada). Si alguien no está preparado para ejercer una función, y no es admitido por ello,
no se puede decir que fue discriminado.
Por otra parte, el artículo 14 bis de la Constitución establece el principio de “igual remuneración por
igual tarea”: dos personas que desempeñan una misma función deben ganar lo mismo: se prohíben
las diferencias salariales basadas en el sexo, la nacionalidad o la edad de los trabajadores, entre
otras razones.
● “La igualdad es la base del impuesto y las cargas públicas”
La igualdad en materia impositiva no significa que todas las personas deban pagar el mismo monto
de impuestos. No sería justo que una persona de bajos ingresos pague la misma suma que una
persona con ingresos altos.
Lo que establece la Constitución es que deben tratarse por igual a las personas que se encuentran
en las mismas condiciones. Principio de igualdad fiscal: las obligaciones impositivas deben
calcularse en función de la capacidad contributiva, es decir, la situación económica y patrimonial de
cada contribuyente.
Las cargas públicas son las tareas o servicios que todos los habitantes están obligados a prestar al
Estado, a los que no pueden negarse a cumplir en caso de ser exigidos y sin recibir remuneración
por ellos. Por ejemplo: ser autoridad de una mesa electoral, ser censista, etc.

La igualdad de oportunidades

Si bien el reconocimiento de la igualdad ante la ley ubicó a las personas en un mismo plano
legal, lo cierto es que lasos es desigualdades sociales basadas en las condiciones económicas y
culturales de los habitantes de un Estado no se eliminaron. Por el contrario, el contraste entre
sociedades ricas y sociedades pobres, entre personas con altos ingresos y personas que no pueden
satisfacer sus necesidades básicas es una realidad a nivel mundial.
En muchos países hay niveles muy altos de desigualdad económica, política y social entre
sus habitantes, estas diferencias son obstáculos que les impiden gozar de sus derechos e integrarse
a la comunidad, por lo que se sienten excluidos sociales.
Para que el principio de la igualdad ante la ley sea una realidad debe articularse con el
derecho a la igualdad de oportunidades.
Los Estados tienen la obligación de asegurar a todos sus habitantes las mismas posibilidades
reales y concretas para disfrutar de sus derechos, sin que las condiciones socioeconómicas se
conviertan en obstáculos que les impidan gozar de los derechos que, por naturaleza y dignidad, les
corresponden.
El concepto de igualdad adquiere de esta manera un sentido más amplio. Es responsabilidad
de la comunidad internacional en general y de cada Estado en particular generar las políticas
apropiadas para resolver el problema de la pobreza y todas sus consecuencias, que atentan contra
la vigencia efectiva del principio de igualdad.

Medidas de acción afirmativa o discriminación positiva

Son políticas públicas orientadas a reducir las consecuencias de aquellas situaciones que
impiden la inclusión activa y plena de distintos grupos. Buscan dar un trato preferencial a aquellas
personas o sectores sociales cuyos derechos han sido vulnerados en forma sistemática. De esta
manera, se intenta compensar situaciones injustas, proporcionando oportunidades de participación
efectiva en la vida social.
Estas medidas de acción positiva pueden ser impulsadas por el Estado de forma directa (al
promulgar leyes que establezcan normas de protección) o de manera indirecta (estableciendo
incentivos para quienes brinden oportunidades a las personas en situación de vulnerabilidad).
En Argentina un ejemplo de acción positiva directa es la Ley de Paridad de Género del año
2017. Esta obliga a los partidos políticos a incluir al menos un 50% de mujeres en sus listas de
candidatos legislativos nacionales, y establece que las candidatas estén ubicadas en las listas de
modo que tengan posibilidades reales de ser electas. En cuanto a las medidas indirectas, existen
leyes que establecen beneficios fiscales y reducciones impositivas a las empresas que brindan
oportunidades laborales a personas con algún tipo de discapacidad.

Los grupos vulnerados

Hay sectores de la sociedad que por diferentes causas relacionadas con situaciones de
desigualdad -natural, económica o cultural- están más expuestos que otros a la violación de sus
derechos. Según la legislación del derecho internacional sobre los Derechos Humanos, estos
sectores se denominan grupos vulnerados (niños/as, jóvenes, mujeres, ancianos, discapacitados/as,
enfermos/as y pobres)

La Constitución Nacional y los grupos vulnerados

Complementariamente al principio de igualdad ante la ley, la Constitución Nacional reconoce


el principio de igualdad de oportunidades, ya que considera la situación particular de los grupos
vulnerados y determina que el Estado debe actuar en ese sentido por medio de la creación de leyes
y acciones promovidas por el Congreso de la Nación.
Artículo 75, inciso 23: el Congreso de la Nación debe “legislar y promover medidas de acción
positiva que garanticen la igualdad real de oportunidades y de trato, y el pleno goce y ejercicio de los
derechos reconocidos por esta Constitución y por los tratados internacionales vigentes sobre
Derechos Humanos, en particular respecto de los niños, las mujeres, los ancianos y las personas
con discapacidad”.

También podría gustarte