Está en la página 1de 12

Por Amor al Arte

(Volumen 5)

Capítulo 17: Sentenciados

-Carlos:

Creo que no debí decirle nada a Andrea ayer, creo que he hablado demasiado
y creo que debería volver a mi modo autista de siempre porque me parece que
he metido la pata hasta el fondo. Ahora las dos están furiosas, creo que saben
que con nosotros no tienen nada que hacer en el plan en el que iban y lo peor
es que creo que saben que tipo de relación tenemos Luis y yo.

Han entrado desempedrando como el caballo de Atila, que por donde pisa no
vuelve a crecer la hierba. Y yo que pensaba que eran inofensivas... pero de
repente se han puesto a gritar para desgracia de mis pobres oídos que por la
mañana se aturden fácilmente. Entre todos los improperios que me sueltan he
podido distinguir uno claramente que no me ha gustado nada de nada.

“Par de maricones, sois un par de maricones, eso es lo que sois, no se como


no os da vergüenza vivir con la gente normal, deberíais estar encerrados como
enfermos que sois”

Luis no parecía hacer caso a los insultos de estas dos fulanillas pero cuando
oyó esto, se levantó escopetado y bastante furioso.

“¿Quién os habéis creído que sois para venir aquí vociferando como terneras
histéricas y encima descalificarnos de esta manera? Y ya no solo a nosotros,
sino que encima os permitís el lujo de llamar “enfermos” a todo un colectivo de
seres humanos que posiblemente estén más cuerdos que vosotras dos, que si
que estáis para que os encierren una temporada”

Estoy totalmente de acuerdo con Luis al respecto pero claro, también hay que
comprender qué les ha podido llevar a estas dos chicas a tomar la resolución
desesperada y bastante irreflexiva de presentarse aquí de esa manera.

“A ver chicas, de verdad ¿Qué os pasa? ¿No podemos llevarnos bien como
vecinos?”

Por la cara que tienen me parece que no va a ser tan fácil

“Os arruinaremos la vida, a ver que dicen los vecinos cuando se enteren de
que hay dos mariconazos viviendo en el edificio”

Y parecían finas las niñas... que miedo... casi nos desmontan la puerta del
golpazo que han dado al cerrarla.
Después de esto Luis y yo nos sentamos en el sofá a reflexionar con la cabeza
mas fría lo que ha pasado.

“Pues la hemos cagao... esas guarras nos estaban espiando ayer... ”

En ese momento me acorde de todo lo que dije ayer... ¡Qué vergüenza! ¿Cómo
he sido capaz de soltar cosas tan asquerosamente bonitas?. Creo que me he
puesto más rojo que los mofletes de Pikachu porque Luis me mira con esa cara
que pone siempre que me ruborizo, me mira como si fuera un niño pequeño.

“Carlos... ¿Estas bien?”

Eso solo va a empeorar las cosas...

“Si, solo que... me acabo de acordar...”

Luis suelta una carcajada, creo que empieza a entenderme bien, es increíble
que estemos compenetrados hasta ese punto. Sé que no sé esta riendo de mí
porque me abraza y me intenta tranquilizar

“No te preocupes por eso... ahora tenemos que pensar un plan, pero tu
tranquilo, a mí me gustó mucho lo de anoche”

Vaya, al fin y al cabo va a resultar que no es todo sexo en su vida y es que


aunque sea un vicioso hay que reconocer que tiene un corazón más grande
que el monte Fuji.

“Bueno Luis... ¿Qué propones?”

Luis se rasca la cabeza como si estuviera pensando algo, pero en realidad


tiene muy claro lo que va a hacer, lo que en realidad esta preparando es la
manera de decírmelo.

“Ellas quieren guerra ¿No? Pues la tendrán... Voy a movilizar a nuestro club de
fans”

“¿Nuestro?”

“Si claro, desde que salimos juntos también son tus admiradoras y además de
han aficionado al yaoi todas. Harán lo que sea para defender nuestra causa y
derrotar a las homófonas esas”

Perfecto... ahora la mitad de la facultad sabe que estoy con un tío... espero que
mis padres no se hayan enterado aún, preferiría decírselo yo y aún así no se
como iban a reaccionar. Por otro lado me agrada la idea de tener club de fans
porque sé que les gusto a mis compañeras, me hace sentir más popular y no
como el mueble que me consideraban antes.

Luis ha convocado en la facultad una reunión urgente de nuestro club de fans


para contarles lo de nuestras vecinas.
En la clase de dibujo Luis esta subido a la tarima en plan general Paton y yo
estoy con él a su lado de pie con las manos detrás de la espalda para añadir
solemnidad al acto. En la sala se hace el silencio cuando se ve la intención de
Luis de empezar su discurso.

“Os he reunido hoy aquí porque nuestras vecinas están emprendiendo


acciones contra nosotros”

Toda la sala se alborota soltando tacos grandísimos y maldiciendo a nuestras


vecinas. Luis hace un gesto para aplacar el alboroto y continua hablando

“Estas harpías quieren echarnos del edificio diciendo a todos los vecinos que
somos gays... vamos una mentira enorme, porque yo soy bisexual, y Carlos
creo que también”

Yo la verdad no estoy seguro de nada, pero si es más seguro que sea bisexual.

“Por eso quiero esta tarde que vengáis todos conmigo a mi edificio a esperarlas
para no dejarlas pasar... ¿Quieren guerra? Pues la tendrán... ¿Estáis
conmigo?”

Es increíble como mueve masas este rubio, porque se han ido todos por la
puerta gritando improperios contra nuestras vecinas y siguiéndonos camino a
casa. Se arrepentirán de ser tan mal intencionadas... pero no sé si esto esta
yendo demasiado lejos.

A la puerta del edificio se agolpan unas 100 personas por lo menos que dejan
pasar a los demás vecinos al comprobar que no son las dos malas.

Los vecinos ya están enterados del asunto, pero nosotros tenemos la ventaja
de que hemos llegado antes y la mayoría nos apoya y ve muy mal que digan
cosas así de nosotros.

La tarde iba pasando sin rastro de esas dos... me huelo que han visto el percal
y han decidido batirse en retirada a un lugar más seguro para pensar una
nueva estrategia así que pido permiso a mi general Luis para peinar el área en
busca de posibles rastros del enemigo.

El casco viejo de Pontevedra es un lugar genial para ocultarse pero yo ya he


paseado muchas veces por aquí hablando con Luis y me sé de memoria cada
rincón. Con todo esto no me es difícil encontrar a una de ellas esperando la
llegada de la otra que en calidad de refuerzo. Cuando Andrea me ve hace
ademán de batirse en retirada pero yo lo evito agarrando fuerte y firmemente
uno de sus brazos. La prisionera no tiene escapatoria y no le queda más
remedio que rendirse. Poco a poco abandona las intenciones de huida y adopta
una posición más sensata y propicia al diálogo.

“¿Qué quieres ahora? ¿No os quedo claro con lo de esta mañana que no
queremos saber nada de vosotros dos?”
“Si, pero yo no entiendo porque habéis montado este complot, además estoy
seguro que no es porque creáis que somos gays”

Andrea no me puede mentir... no sé porque pero tengo unas vibraciones


especiales en ciertos momentos que hacen a la gente decir la verdad.

“La culpa la tenéis vosotros... nos habéis humillado... ¿Crees que íbamos a
pasar por alto una ofensa así?”

Que yo sepa no me he burlado de ellas nunca.

“Yo creo que no me he mofado en absoluto de ti ¿Qué ha sido tan humillante?”

Violentamente consigue soltar su brazo y se acerca a mí con tono amenazante


y palabras violentas

“Nunca nos habían humillado así, ningún chico se nos había resistido jamás,
ninguno. Ahora ¿cómo quieres que volvamos a clase con la cabeza alta ante
una derrota así?”

Ahora lo entiendo.

“No tiene porque enterarse nadie, yo no se lo iba a decir a nadie, pero Andrea,
seguro que hay más chicos mejores que yo locos por ti, debes de tener a tu
facultad en la palma de la mano. No lo estropeéis por una cosa tan absurda
como esta”

Andrea agacha la cabeza y parece que se ha dado cuenta de su grave error.

“Siento haberos dicho todo eso, ahora veo la clase de personas que sois...
pero... ¿Cómo vamos a entrar en casa ahora? Y además tenemos a vuestro
club de fans en nuestra contra. Nos habéis ganado por goleada”

Bueno, ahora tenía que pensar yo una solución a la locura de Luis pero en ese
instante llegaba la otra parte discordante.

“¿Has visto la que habéis armado? Muy bien, si tanto nos odiabais podíais
haberlo dicho antes y nunca os hubiéramos dirigido la palabra”

“No te preocupes, hablaré con Luis, pero por favor... abandonad la idea de
mancillar nuestro honor. Nunca tuvimos intención de molestaros, ya sé que
Luis es muy celoso conmigo y que se puso furioso al ver invadido su territorio
pero es mejor que no lo hagáis más difícil”

Parece que están convencidas, de todos modos nosotros llevamos las de


ganar porque tenemos el apoyo de los vecinos con los que siempre hemos sido
amables. Así que no creo que nos echen porque se les crucen los cables a
estas dos y le empiecen a comer el tarro a todo el vecindario.
Al volver al edificio Luis decide dispersar las tropas a la noticia de la rendición
del enemigo. Las tropas victoriosas marchan hacia La Peregrina dejándonos
solos en el portal a Luis y a mí.

Al llegar la parejita de víboras, nos encuentran sentados en la escalinata del


portal charlando tranquilamente. Luis decide tomar la iniciativa en la firma de
los tratados de paz.

“¿Queréis subir a tomar algo?”

Ellas acceden sabiendo que es la única alternativa que tienen para zanjar el
conflicto y poder vivir con tranquilidad. Sin problemas entran en nuestro hogar y
toman asiento en el sillón central para comenzar él dialogo.

“Bueno, Carlos me lo ha contado todo, podéis estar tranquilas, nosotros no


diremos nada, pero vosotras mejor que abandonéis la idea de arruinarnos”

Nuestras vecinas están poco comunicativas pero a pesar de todo pactan con
nosotros.

“Muy bien, así será, no vamos a fastidiaros mas”

No sé porque pero creo que nos volverán a dar problemas, de todos modos por
el momento creo que el asunto esta zanjado.

Al día siguiente volvemos a la facultad victoriosos, y yo me alegro porque he


solucionado el problema antes de que sea mi cumpleaños. No quería tener
nada de que preocuparme más de lo que quería hacer el día de mí 23
aniversario. Ahora lo primero es ir al médico y después preparar una fiesta
privada en la que nos podamos sorprender mutuamente porque estoy seguro
de que Luis me tiene algo preparado, es típico de el.

Fin del capítulo17

Continuará en el Capítulo 18:

“Japi Verdi Tu Yu”


Capítulo 18:

Japi verdi tu yu

-Luis:

Después del follón que nos habían montado las zorras de las vecinas, ahora ya
puedo prepararlo todo para el cumpleaños de mi querido Carlitos, que cada día
lo quiero más.

Hoy por la mañana he ido a recoger los resultados de unos análisis de sangre
porque viene el autobús de las donaciones a la facultad. Con la comida que
nos dan a veces en la facultad cualquiera puede tener hepatitis o cualquier
cosa extraña. Dudo mucho que tenga enfermedades de transmisión sexual
porque siempre me pongo el chuvasquero, claro, soy un tio previsor.

Al llegar a la ventanilla del hospital la enfermera me ha guiñado un ojo, siempre


lo hace, y tengo que reconocer que me encanta. Yo respondo con una de mis
inigualables sonrisas y otro guiño que la vuelve loca... ah... si con Carlos fuera
tan fácil... sin embargo si fuera así no tendría gracia ¿no?.

Tal y como yo pensaba, estoy hecho un toro, sano y fuerte, o sea, nada de
anemias, ni colesterol ni azucares ni enfermedades chungas. Ya sabía yo que
con mi alimentación sana y el ejercicio que hago no podía estar yo enfermo de
nada. Es que soy perfecto, salvando el pequeño problemilla de la vista... diría
que soy un ser humano como para hacer clones de mi.

Mientras me chupan la sangre me pongo a pensar en mis planes para


sorprender a Carlos mañana, su 23 cumpleaños tiene que ser el mejor de toda
su vida, mas que nada porque se alegre de haberme conocido, que se alegre
mucho mucho.

Por la noche al llegar a casa la cena me sentó de maravilla, y tenerlo delante


es una delicia para mis ojos. Su carita dulce y adorable hace que cada día le
quiera más por ser como un pedacito de pan tierno... no, no puedo pensar eso,
debo reservarme para mañana, hoy mejor le dejaré descansar... pero
mañana... no va a haber tregua de ningún modo.

A la mañana siguiente al despertarme el ya se había machado... ¡¡¡DIOS MÍO


NO ESTA!!! ¿QUÉ HAGO YO AHORA? ... bueno, ante todo calma... seguro que
en la facultad alguien lo ha visto.

A la entrada me encuentro a Gaspar, el 50% de la pareja de gemelos más


famosa de toda la facultad. Seguramente tiene información preciada para mi
persona.

“Hey Gaspar, que pasa tío ¿Has visto a Carlos entrar en clase?”
Gaspar se separa un poco de la columna donde estaba apoyado y mira al
interior de la facultad.

“Pues no tío, al menos no le he visto pasar por aquí en el tiempo que llevo
esperando a mi hermano Aspar”

No me queda más remedio que buscarlo por todo el edificio pero no hay ni
rastro de él y las clases van a empezar. Lo que está claro es que yo no voy a
clase hasta que no le encuentre y pienso remover cielo y tierra porque yo tengo
que ser el primero que le felicite por su cumpleaños.

Mientras buscaba a Carlos desesperadamente por los sitios donde suele estar
me di cuenta de que debía echar un vistazo al trabajo maravilloso de nuestro
club de fans, que había decidido hacerle una fiesta sorpresa a mi amado. Estan
colocando los adornos y preparando la plazoleta que esta en frente a nuestro
balcón como si fueran las fiestas del barrio, de hecho estan invitados todos los
vecinos de la plaza ya que son estudiantes como nosotros.

Deprimido ante la ausencia del homenajeado, me siento en la fuente de la


plazoleta dejando mi mano jugar con el agua fresca que caía desde lo alto de la
escultura que la coronaba. Aspar pasaba por ahí y al verme deprimido me
dirigió unas palabras de aliento.

“Bueno tio, no te preocupes, seguro que esta preparando algo el también para
darte una sorpresa”

Como me gustaría que fuera así, sería genial, pero la verdad es que no lo
encuentro por ningún lado y su fiesta empieza a las 8 de la tarde. Quiero verle,
estoy desesperado. Recorro la ciudad y en el puerto recuerdo aquel día que lo
encontré alli en el muelle sentado. Aquel día también deseaba encontrarlo, el
recuerdo casi hace que se me salten las lágrimas... ¡No!, soy un hombre, no
una nenita llorona...

Se acerca la hora de su fiesta sorpresa y después de dar los últimos retoques y


dejarlo preparado salgo en su búsqueda de nuevo, con el ánimo un poco bajo,
con la cabeza gacha mirando a los adoquines que cubren la calle.

Nada mas dejar la plazoleta atrás, en el silencio que guardan todos los
invitados escondidos en sus puestos, oigo el eco de unos pasos acercándose
por el callejón. No puede ser, ¿será él? Automáticamente levanto la cabeza
para ver quién se acerca. Siento su aura, aunque este a lo lejos y sin gafas no
veo mucho, puedo sentir que es él el que se acerca despacio. Mis ojos
necesitan verle con claridad, por eso saco las gafas del bolsillo y cuando me
las coloco... nada más verle... siento la imperiosa necesidad de correr a su
encuentro.

Esa sonrisa, quiero llegar a ella, mi cuerpo acelera más y más mientras Carlos,
inmóvil en medio de la calle me sonrie. Ya estoy, ya he llegado, en el momento
en que mi cuerpo puede alcanzar el suyo nos fundimos en un fuerte abrazo.
“Idiota, ¿Dónde estabas?”

“Luis, si aprietas más vas a atravesarme la espalda”

“Felicidades tonto”

“Gracias imbecil”

Con mi brazo rodeando su hombro vamos camino a casa por ese antiguo
callejón que va a dar a la plazoleta donde tengo montado todo el pastelón.
Menudo jolgorio tengo preparado, mi corazón se acelera según vamos
acercándonos a la entrada de la plaza, Carlos sospecha.

“¿Qué ha pasado aquí? No veo el movimiento que suele haber...”

Pero ya es tarde, ya estamos entrando en la plazoleta y en cuanto hacemos


nuestra entrada, de unos bafles puestos en el balcón empieza a salir una
melodía, la canción preferida de Carlos, la que canta por las mañanas en la
ducha: la canción del Capitán Harlock. Hay que comprender que mi niño es un
freak en toda regla, y yo también, por eso le apoyo.

La cara de emoción que pone Carlos al escuchar esa melodía en unos


potentes bafles es realmente indescriptible. El sonido es espectacularmente
armonioso debido a la acustica de la plazoleta.

En unos segundos la plaza empieza a llenarse de gente que estaba escondida


en los edificios. Salen gritando “Feliz cumpleaños” con pancartas que yo mismo
me ocupé de diseñar. En ellas pueden leerse cosas como:”Carlos
Cachondon!!!” o “Carlos es el tio mas bueno del universo” o “Todos queremos a
Carlos pero Luis mas que nadie”.

Creo que el chico esta realmente emocionado porque no sabe como reaccionar
a todo esto. Por mi parte se que tengo que llevarlo a nuestro balcón para que
dirija unas palabras a todos los asistentes al evento.

Carlos en el balcón con solemnidad alza una mano para pedir un poco de
silencio ya que va a hablar. Este gesto es tremendamente efectivo porque en la
plaza solo se puede oir el ruido que hace una mosca al beber en la fuente y
eso que son unas 100 personas ahí metidas.

“Bueno, en realidad no sé como empezar porque nunca me había pasado algo


así... y... ya sabeis que soy hombre de pocas palabras”

Entre el publico se oye una voz femenina chillando “Tio bueno, tu si que sabes,
¡Animo!”

“Eh... gracias, bueno, eso... gracias por todo... espero que os divirtáis y que
sepais que me ha gustado mucho la sorpresa. Que empiece la fiesta ¿no?”
Los aplausos resuenan en toda la plaza y el volumen de la música aumenta
para ir creando ambiente. La gente se divierte y Carlos parece que se siente
muy feliz, todo parece ser perfecto.

La tarta llega y Carlos se dispone a soplar las velas aunque se toma unos
segundos para pensar el deseo que va a pedir. Espero que sea que estemos
juntos mucho tiempo porque eso me haría muy feliz... y si no lo pide el, lo
pediré yo cuando sea mi cumpleaños.

Todo iba sobre ruedas, la gente bailaba y cantaba en la plaza, la fiesta era
increíble, hasta las 12 de la noche podíamos hacer lo que quisiéramos ahí... o
eso es lo que nosotros creíamos. Dos figuras fanasmagóricas aparecieron a
eso de las 10:30 para aguarnos la fiesta... bueno, aún menos mal que fue a esa
hora porque esas zorras son capaces de todo.

Andrea, que tan modosita parecía se dirigió a mi que parecía sacada de la


película de “El exorcista”. Yo estaba pensando en que no quería que me
escupiera en la camiseta nueva que me había comprado para la ocasión.

“¿Qué demonios creeis que estais haciendo? Esto se acaba ya, nosotras
tenemos derecho a la tranquilidad o si no llamamos a la policía”

Ya creía yo que esto era demasiado perfecto para acabar bien, tenían que
venir a estropearlo.

Carlos se acerca por mi espalda con un vaso de coca cola en la mano.

“¿No quereis beber algo? Podeis uniros a la fiesta, es mi cumpleaños


¿Sabeis?”

A ellas parece no importarles demasiado

“Nos importa una mierda, por mi como si te mueres hoy mismo, o parais esto o
llamamos a la policía y os denunciamos por escándalo público. Además, dudo
que tengais licencia del ayuntamiento para organizar fiestas, asi que a recoger
todos”

Les diría un montón de cosas en ese momento por la manera en que tratan a
Carlos pero éste decide que no quiere meterse en problemas y pronto la
multitud se vuelve apesadumbrada a sus casas ante la indicación de Carlos de
que la fiesta se acabó.

Subiendo las escaleras hacia nuestro piso, mis reflexiones apuntan a que estas
dos se estan ganando mucha simpatía en el vecindario y que así vamos a
acabar muy mal.

Ya en casa me dirijo al dormitorio apesadumbrado y me desplomo sobre la


cama. Carlos esta de pie enfrente de mi:

“Luis, ¿Puedes atenderme un momentito?”


Mi cuerpo da un giro en la cama para mirarle... pero... Carlos... Carlos solo
lleva los calzoncillos puestos... ¡Dios mio! Está tentando a la suerte... el
pequeño/gran Luis empieza a removerse en mi bragueta.

“Bien, bueno, he visto tus análisis de sangre... no tienes nada... Aquí tengo los
míos, puedes comprobar que tampoco tengo nada”

Me tira un papel en el vientre y yo lo recojo viendo que efectivamente eran los


análisis de sangre de Carlos...

“Estas anémco....”

“Bueno, eso son pequeñeces, lo que quiero decir... tu estas bien... yo estoy
bien... pues eso... no estamos enfermos... entonces hoy... “

Mientras dice eso va acercándose a mi subido a cuarto patas encima de la


cama, rodeando con sus extremidades mi cuerpo. Si no fuera porque llevo
puestos los pantalones, el pequeño/gran Luis estaría rozando ya sus
maravillosos abdominales pulidos en estos meses de sexo.

“Eh... quieres decir... que... que lo hagamos... hoy... sin?”

Carlos me sonríe y me besa

“Si, pero solo hoy, con esto no se pueden correr riesgos “

Oh dios mio, mi cuerpo reacciona salvajemente con espasmos de puro e


intenso placer. Carlos me esta bajando la bragueta... esto es como un sueño
que no se suele tener a menudo y de esos que recuerdas toda tu vida.

Me despojo de mi camiseta mientras Carlos se ocupa de dejar mis partes bajas


sin protección alguna para que el pequeño/gran Luis libere su esplendor. No
puedo creer que este ocurriendo esto, Carlos esta ahí abajo... como si yo fuera
un polo de fresa... esto hace que me convulsione... no puedo más.

En un movimiento violento decido que esa tortura placentera debe acabarse...


quiero que sea él el que hoy se revuelva debajo de mi cuerpo y cuando ya no
tiene escapatoria le despojo de sus bonitos gallumbos.

“Luis...”

Mi nombre en su suspiro, mientras mi lengua recorre cada rincón de su cuerpo.


Sus pezones reaccionan ante mis estímulos, están duros como esa maravilla
que tiene entre las piernas y hacia la que me dirijo.

“Carlos... voy a prepararte para la mejor noche de tu vida”

Sus preciosos ojos color aguamarina se abren de par en par intentando divisar
lo que pasa por aquí abajo, donde me encuentro haciendo mi trabajo. Al sentir
la primera caricia sus manos agarran mi pelo medio tirando de él medio
acariciándolo.

“Luis... por favor... dejame alcanzar lo tuyo tambien...”

No puedo creer que me este pidiendo que hagamos el 69... no debo dejarle
tomar tanta coca cola que le sienta mal luego y mira lo que pasa... pero bueno,
hoy sus deseos son ordenes.

Llegan los momentos mas calientes de la noche, cuando ya no aguanto más y


decido que ha llegado la hora de ponerse en serio. Mis dedos untados en
vaselina ayudan a que se dilate la puerta trasera de Carlos.

No puedo creer que vaya a hacer esto sin nada, según voy introduciéndola con
cuidado noto su tacto, nada nos separa, piel contra piel.... y esto es un placer
tremendo.

Nuestros cuerpos se convulsionan frenéticamente moviéndose el uno contra el


otro, pidiendo mas, probando nuevas posturas... esta noche es para recordar
siempre.

Llegado el momento del extasis el cuerpo de Carlos se convulsiona


violentamente dejando su blanco regalo en mi abdomen. Las convulsiones
hacen que ese anillo de músculos se cierre más en torno a mí y es lo que
produce que yo le deje en el interior también mi blanco producto.

Exhausto por la emoción me dejo caer en el otro lado de la cama y Carlos


entonces rodea mi pecho con su brazo apoyando su cabeza sobre mi hombro.

“Gracias Luis”

“No... gracias a ti”

“Debería disculparme por haberte tenido todo el día preocupado por mí... fui a
recoger los análisis y ya sabes que el hospital esta en el quinto coño”

“No te preocupes... lo comprendo ahora...”

“Gracias por la fiesta...”

“Ha sido un placer....”

“Te quiero idiota...”

Esta última frase hizo que me diera un vuelco el corazón... miré a Carlos pero
ya estaba dormido... quería contestar que yo sentía lo mismo... pero creo que
ya lo sabe de sobra.
Fin del capítulo 18

Continuará en el capítulo 19:

“Adios Florindo”

También podría gustarte