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Los personajes de Shingeki no son de mi propiedad.

Ni tampoco los Oc’s que dispuse en


esta historia. Gracias.

//Prev. Armin//

Se avecina una fecha, cuyo día, que debido al tiempo, ha ido perdiendo su
importancia y “especial” significado. No es la Navidad, ni tampoco El día de acción de
gracias. Las personas hace años se empezaron a dar cuenta que no vale la pena esperar una
fecha especial más que el día en que naciste; egoístas, individualistas, por desgracia en eso
se está convirtiendo la humanidad. Y todo por esta tétrica y sofocante globalización que se
ha concentrado dentro de estos muros.
Sin embargo, hay una chispa… una chispa basta para encender la vela de la
fraternidad, compañerismo y amor al prójimo. Solo depende cuan motivado esté uno para
que esa pequeña vela crezca hasta llegar a formar una gran hoguera… el día en que me
estoy refiriendo es.

-¿San Valentín?-

-Sin duda mi abuelo estaba enamorado.- Reí suavemente, cerrando después el viejo diario
en mis manos. Ella también rió en cuanto la miré- ¿Qué opinas tú, Chizu? –Pareció
sonrojarse.

-¿Eh? Bueno… Cuando era pequeña mi padre solía hablarme de esa fecha. Decía que
llenaba de flores a mi madre…- Sus ojos brillaban con nostalgia. Sentí que le dolía hablar
de eso, y a la vez que lo disfrutaba. Preferí dejarlo pero continuó hablando-…Después yo
solía darle regalos, le cantaba durante el amanecer, y él me escuchaba atentamente, amaba
cuando sonreía al terminar. Pero eso ya era cosa de casi todos los días.- Al instante ella
sonrió y yo desvié mi mirada, creyendo que me había sonrojado.

Ella no es una chica que se la pasa hablando que digamos. A veces me sorprende
que se atreva a contarme un poco de su vida ¿O será que yo le hablo demasiado y no le doy
oportunidad para hacerlo? Quité inmediatamente aquella idea de mi cabeza. Ella sabía tanto
de mí como yo de ella. Ama que le cuente acerca de las historias de los libros que mi
abuelo tenía en casa. De alguna manera ella me hace sentir que vuelvo nuevamente al
pasado, cuando era un niño, que a pesar de mi pesimismo acerca de los muros; vivía
inocente. Ese sentimiento me hace sentir mucho más tranquilo. Es una linda amistad que he
logrado formar aquí durante mi estadía en el escuadrón de reconocimiento. Sería realmente
una pena que…

-Oye, Armin… ¿Estás pensando lo mismo que yo?-

-¿El qué?- Me sacó de mis pensamientos.


-En hacer una actividad para San Valentín en el escuadrón…no sé si lo has notado, pero
últimamente todos están algo desanimados. Crees que… ¿Crees que podamos ser esa chipa
la cual tu abuelo se refería en el diario? –Sus ojos volvieron a brillar, es como si se le
hubiese ocurrido una gran idea, o descubierto un nuevo mundo, no estaba muy seguro de
cómo interpretarlo. Solo que, en ese momento, me di cuenta que si quería hacer algo.

-Suena bien.- Respondí sin pensarlo mucho, casi igual de emocionado.

Después de eso, nos dirigimos al interior del cuartel en busca de Hanji y Cedric, ya
que, teníamos la certeza de que eran los únicos capaces de causar conmoción a su
alrededor. Por suerte estaban los dos juntos, dentro de un desordenado despacho que se
hacía conocer como la cueva de la científica Hanji Zoe, y cuando mencioné lo de
desordenado es porque ni siquiera estoy exagerando.
Estaban acompañados por una chica con una larga trenza; que creí por un segundo
me estaba asesinando con la mirada, pero no, me costó un momento darme cuenta de que
ella parecía ser así. No era más alta que Chizuru, incluso, era más pequeña. Nunca la había
visto antes.

-Armin, Chizu, que bueno tenerlos aquí. –Exclamó la líder Zoe, antes de empujar a la
pequeña con unas palmadas en la espalda obligándola a tenerla a unos centímetros de
nosotros.

-Los presento, ella es Paola Vargas. Paola, ellos son Armin y Chizuru ¡Ámense! –Saludé
cortésmente seguido de Chizuru, que a lo que noté estaba el doble de emocionada. Supuse
que es porque los chicos ya no la molestarían tanto por su baja estatura al tener ahora a una
integrante más pequeña. Es más o menos como Christa, pero bueno, nadie molesta a
Christa.

-¡Es toda una luchadora! no sabes cuánto le costó entrar al escuadrón de reconocimiento a
tan corta edad. Estoy seguro que te llevarás bien con ella, Armin. Tiene ideas tan
descabelladas como las tuyas.- Habló por fin Cedric, ya me estaba preguntando qué había
pasado con su lengua.

-A propósito, ¿Nos estaban buscando?- Pregunto la líder. Y por poco ya se me olvidaba.

-Sí, ¡Queremos hacer algo para San Valentín! –Se me adelantó Chizu. Lo cual eso pareció
sonar de chiste, ella se dio cuenta y no tardó en ocultarse detrás de mí.

-¿San… Valentín?- Hanji rompió en risa. Ya me esperaba una reacción como esa- Chicos
qué les pasa…eso es una––

-Gran idea.- Saltó Cedric con una y muy emocionada expresión. Y todas las miradas se
centraron en él.- Es decir… no hemos recibido noticias del comandante Erwin. Por lo que
creo que es una buena oportunidad de hacer algo nuevo ¿No cree?-
Aquello era verdad. Me sentí como un verdadero idiota al olvidar por completo de
que éramos soldados y que en cualquier momento deberíamos estar listos para ir a la batalla
en contra los titanes, o para cualquier misión de exploración. Actividades como estas…
simplemente no calzan en este lugar. Pero el comandante no ha dado señales de vida, ni se
ha presentado por el cuartel, y no podemos hacer mucho si él no da las ordenes, obviamente
desconocía las razones de por qué no estaba aquí, pero la líder Hanji no. Aun así no iba a
dar marcha atrás, Chizu contaba conmigo. Supongo que me había dejado llevar por la
emoción.

-Ay, ustedes los jóvenes…-Suspiró Hanji con una sonrisa de no tener otra opción- Está
bien, yo lo apruebo. Debo admitir que suena divertido. Me hacen sentir otra vez como una
quinceañera.- Rió estrepitosamente. Estoy seguro que ella aceptó todo esto solo para
disfrutar del espectáculo.- Ustedes los jóvenes son tan divertidos. –Despeinó a la pequeña
de Paola a lo que parecía estar algo incomoda con la actividad, obviamente, ya que recién
esta empezado a conocer a la gente del escuadrón.

-Líder Hanji usted también podría recibir un regalo de algún admirador secreto.- Bromeó
Cedric, y eso pareció interesar a la líder.

-Oh, ¿En serio? ¡Me haces sonrojar! –Reímos todos.

En fondo sentí que esto sí podría resultar divertido. Supongo que cuando tienes el apoyo de
todos se resulta más fácil realizar lo que te propones. La chica a mi lado me dedico una
tierna sonrisa.

//Prev. Rivaille//

En estos momentos me estaba preguntando qué era lo qué estaba pasando con el
nuevo cuerpo de reclutas. Hace tres días exactamente he notado lo bullicioso que están los
más jóvenes, es un cambio de ánimo tan repentino que hasta el más idiota lo hubiese
notado. No tengo nada en contra estos mocosos, pero es que son tan impredecibles y
sinceramente la incertidumbre no me deja concentrarme en mi trabajo.

Esa tarde decidí por fin salir de mi oficina a ver qué era de lo que al parecer yo me
estaba perdiendo. Al abrir la puerta me encontré con la sorpresa de lo que tenía cara de ser
una reunión de chicas fuera de mi cuarto. Ninguna era de mi escuadrón. Todas al principio
me prestaron atención y luego se miraron cómplices entre ellas riendo por lo bajo.

-¿Qué es tan gracioso?- Después de observar un poco mejor reconocí a alguien la cual al
parecer trataba de ocultarse de mí; esa Hanji. Que luego saqué casi a rastras del grupito.-
¿Crees que soy idiota? –Rió, y yo gruñí.

-Si lo eres, al parecer te costó darte cuenta. Rivaille te estas poniendo viejo y lento.-
-Cállate, ¿Darme cuenta de qué?- Estaba impaciente, ella lo notó y volvió a reír. Solo ella
podía sacarme de quicio- Tú… cuatro ojos.

-¿No te ha llegado alguna carta con perfume a rosas por casualidad? Anda, cuéntame,
cuéntame.- Supuse que se trataba de una estúpida broma, pero el grupo de soldadas que
miraba expectante comenzó a reírse de nuevo. Mujeres… entonces estaba en lo cierto;
sucedía algo de lo que yo no estaba enterado ¿Qué traman? Por un segundo pensé que le
estaba dando demasiada importancia. Por lo que la dejé.

-Creo que muy pronto lo sabrás, no seas impaciente.- Dijo respondiendo a mis
pensamientos. Si es así, supongo que no tardaré en averiguarlo.

-Daré un paseo por el cuartel.-

Todo estaba en orden, olía bien y por lo que veía han tenido la capacidad de
mantener todo limpio. Además se podía percibir un aire distinto, acogedor, e incluso me
atrevería a decir que hasta especial. Supongo que desde que llegaron estos mocosos el
cuartel ya no ha vuelto ser el mismo lugar de antes. En cuanto me iba alejando más y más
de mi oficina, cuarto, como quieran llamarlo; empecé a sentir el bullicio que desde mi
ventana se escuchaba ¿Es a esto a lo que le llaman juventud? Podía sentir una cierta
conmoción.
Un presentimiento me decía que me iba a cruzar con una persona al pasar al siguiente
pasillo perpendicular al que me encontraba caminando, sabía de quien se trataba y era la
perfecta para interrogar. La esperé detrás de la pared, hasta que pasó y entonces la atrapé
antes de que pudiera dejar escapar algún grito que delatará que estaba debajo el peligro de
mi aburrida e impaciente curiosidad. No obstante la llevé a otro sitio ya que podía sentir
más personas acercarse.

Al parecer, para mí, este era el día de arrastrar a la gente.

Mordió mi mano en un descuido mío, y la solté, pero no huyó. Ella tenía la


costumbre de casi siempre fastidiarme y ser grosera conmigo cada vez que tenía
oportunidad. Que alguien de gracias a que ella no tuvo la desgracia de quedar en mi
escuadrón, sino, la disciplina hubiese sido la mejor opción de poder acabar con aquella
arrogancia que tiene hacia mí.
Su nombre es Marie, y sus ojos amenazaban con abofetearme de la pura ira y
frialdad.

-¡Casi logra asfixiarme!-

-Es una pena no haberlo conseguido.- Miré disimuladamente hacia ambos lados y nadie
parecía venir.
-Hanji se enterará de esto, enano.- Dio media vuelta dispuesta a irse. Demasiado pronto a lo
que solían durar nuestras discusiones, pero parecía apurada, y tardé un poco al darme
cuenta que escondía algo entre las manos. Entonces la detuve jalándola del brazo hacia y
contra la muralla. Volviéndola a donde la había dejado desde el principio.

-Mira mocosa irrespetuosa, eres solo unos cuantos miserables centímetros más alta que yo.
–Suspiré- Prometo no quitarte más de tu tiempo, solo quiero saber una cosa.- Mi expresión
seguía calmada al igual que mi tono de voz. No sabía el por qué ella parecía tan nerviosa
ahora.- ¿Han recibido alguna noticia de Erwin?

-¿Cre-cree que soy idiota? Dígame qué es lo que quiere. –Me gritó. Esta niña me gritó.

-¿Qué han estado haciendo?-

-Dijo que solo quería saber una cosa.-

-¡Entonces respóndeme lo primero! – Ahora era yo el que estaba elevando un poco el tono.
Ella se encogió y abrió la boca.

-No hemos recibido noticias del comandante, y por eso Hanji y Cedric nos han estado
diciendo…qué…hacer.- Ha estado disminuyendo su volumen. Comenzó a jugar con sus
largos cabellos y a desviar la mirada hacia ambos lados. Estaba avergonzada de algo.

-¿Hacer qué?- Insistí.

-Para el día de San Valentín.- Estoy seguro no haber hecho algo como para que ella se
sonrojara de la manera que lo está haciendo ahora- El día de los enamorados.-

-… Es broma.-

-¡No! Quiero decir, no se trata de solamente darle algún presente a un enamorado, sino
también… a un amigo, o alguien a quien admires. Solo quedan tres días-

-Suena interesante.- Mi cara decía todo lo contrario.

-Usted quería saber.- Me reprochó

-¿Esta es la razón por la que Eren ha estado evitándome?- Solté sin pensar.

-¿Qué? ¿Eren?-

-No importa, ya me marcho.- Quedó un tanto confundida, pero parecía suspirar de alivio
una vez que di media vuelta. La miré por sobre el hombro- Por cierto ¿A quién le piensas
dar eso? –Apunte vagamente el sobre entre sus manos. Era lo que trataba de esconder.

-So-son unos reportes que debo entregar ¡N-no es de su incumbencia!-


-Claro.- Comencé a caminar en sentido contrario.

//Prev. Eren//

-¿Q-qué fue lo que dijo?-

-Lo que oíste, él cree que lo estás evitando ¿Por qué?- Ella se cruzó de brazos, y yo tragué
profundo. No sabía si contarle o no el porqué de todo esto, pues, a Marie no le agrada del
todo al Sargento Rivaille. Pero ella no era una idiota, y de alguna manera ella parecía
conocer perfectamente mi manera de actuar.

-Pienso hacerle una carta para San Valentín al… Sargento, algo así como una carta de algún
admirador.- Me apresuré a decir. Aquello no era del todo mentira, solo que… le quería
“agregar” algo más a esa carta. Creo sentirme preparado para eso.

-Eso es demasiado lindo de tu parte, Eren, como para que él se lo merezca.- Sus palabras no
sonaban crueles, más bien, eran sinceras y supongo que debo rescatar algo de eso. Pero no
puedo reprimir lo que siento, de alguna forma quiero que él lo sepa, y no quiero perder esta
oportunidad, sino… ¿Cuándo? Después de esto ya todos lo habrán olvidado, y volveremos
a la cruda realidad.

-Él recibirá montones de cartas, estoy seguro.- No pude evitar sonreír tristemente- Una más
no hará tanta diferencia. ¿No?

-… ¿Ah…no?- Desvíe la mirada hacía Marie, y sus claros cabellos me impedían ver su
rostro- En fin, suerte con esa carta… Yo debo seguir trabajando con Hanji. Aunque creo
que con todo esto, ya debe tener su cabeza en otra parte.

Ella comenzó a alejarse mientras yo la seguía con la mirada, y arrugó un papel


entre sus manos, que no me había dado cuenta que lo sosténía.
A pesar de que comencé a sentirme solo en este cuarto, me sirvió para pensar
claramente qué escribir en dicha carta, pero no llegaban tantas ideas a mi mente. Supongo
que no parecía nada sencillo. Tan solo pensar en que tenía que abrir mi corazón me hacía
sonrojar, aunque sean solo inútiles letras, la manera de expresarse es la misma.
Comencé a sentir calor, por lo que abro la ventana que esta junto a mi cama para
que el viento helado refresque mis mejillas y las devuelva a su color habitual. Desde aquí
puedo ver todo el paisaje que da hacia la entrada del cuartel, y por lo que veía, había mucha
más actividad. Las chicas; Christa, la enana de Chizu intentaban adentrarse más hacia el
bosque, supongo que para buscar algunas flores, también estaba Mikasa, pero no parecía
decir nada. Koldan, un hombre monstruosamente alto y grande, no quería que se alejaran
tanto por lo que se interpuso en su camino, parándose como una muralla de brazos
cruzados.
No es como si les fuera a pasar algo tampoco, estamos en una zona segura y tenemos
vigilantes. Pero él siempre es un tanto sobreprotector con nosotros. No sé muchos detalles
acerca de su vida, pero se rumoreaba que detuvo el golpe de un titán de siete metros con sus
propias manos con tal de proteger a unos cuantos soldados. Es realmente admirable.

Sin darme cuenta mis pensamientos se habían alejado de su principal objetivo; la


carta. Voltee para ver sobre un pequeño escritorio que se encontraba en la esquina del
cuarto, ahí estaba todo lo que necesitaba, una hoja y una fina pluma, pero las palabras no.

-¡AARGH! Por qué es tan difícil esto.-

Supongo que debí haberle dicho a Marie la verdad, y dejar que me ayudara,
aunque a ella no le agrade al Sargento, estoy seguro que podría haberme dado algún
consejo. Después de todo siempre me resultó fácil convencerla para hacer cualquier cosa.
No pude evitar sonreír con gracia.

Llegó la noche, y todos esperábamos a cenar, era lo de siempre; pan y estofado de


papas. Dicen que han logrado traer avena, otros cereales, y carnes, pero no veía nada de eso
en la encimera. Me senté solo en una mesa esperando a los demás y cenar juntos. El
ambiente comenzó a animarse a medida que iba llegando la gente de distintos escuadrones,
me alegra saber que todos hemos podido llevarnos bien, son todos muy agradables.

-Disculpa, Eren, ¿Me puedo sentar aquí?- Era Paola, que apareció justo a mi lado. Yo asentí
con energías. Ella llegó hace tres días al cuartel por recomendaciones del Comandante, y
comenzó a juntarse con nosotros, es muy alegre a pesar de su característico semblante serio.
Tras ella llegaron Armin, Chizuru y Mikasa con sus bandejas de comida.

-Hoy esperaba que nos dieran un poco de filete, en vez de esto.- Dijo un tanto decepcionada
Chizu a la vez que tomaba asiento justo en frente.

-Yo también.- La imité. Nadie más se quejó.

-Quizá lo están guardando para San Valentín, y comer así en ese día comer algo distinto.-
Intentó animar Armin, pero solo consiguió que se me revolviera el estómago al recordar
que debo empezar esa carta y tenerla lista para esa fecha. Sin querer desvié la mirada
cuando justo venía llegando el Sargento Rivaille al comedor y me miró, yo me devolví
rápidamente hacia mi comida.

-¿Qué sucede, Eren?- Preguntó Mikasa.

-Na…nada. –Intenté evadir cualquier tipo de pensamientos.- Chicos, ¿Alguna idea para una
carta de San Valentín? –Solté en un impulso desesperado. Mikasa casi escupe su agua.

-¿Te animaste a hacer algo?- No sé si Armin sonaba sorprendido o más bien emocionado.
-Este… Sí.- Respondí un tanto nervioso. Me sentía un idiota.

Se quedaron en silencio por un corto rato, pero aun así, resultó ser incómodo. No
despegué la vista de mi comida, pero podía presentir que se miraban entre ellos.

-Depende de que sea la carta.- Paola habló por fin- Si es de amor, pues supongo que debes
recurrir a las palabras cursis y esas cosas. Pero si es para un amigo, es mejor si no lleva
ningún tipo de formalidad, ya que es como si te estuvieras dirigiendo a él–

-Es de amor.- Interrumpí. - O algo por el estilo… -

Pensé que sería más fácil hablar de esto estando Marie ausente, ya que ninguno de
ellos sabía que pretendía escribirle una carta a Levi, pero me equivoqué. Supongo que no
pensaron a que podría estar involucrado en este tipo de cosas.
No sé con qué cara habré estado que Armin me tocó el hombro y dijo:

-No te preocupes, Eren, no le des más vueltas.- Él hizo una pausa- A veces si buscas
demasiado; las palabras suenan un poco vacías. Deja que esas palabras fluyan de ti, esa
persona lo va a valorar.

Me quedé mirándolo en silencio, y sus palabras no dejaron de rebotar en mi cabeza.

Los días decidieron pasarse muy rápido hasta llegar a San Valentín, y ya se podían sentir
los ansiosos corazones del cuartel en especial el de los más jóvenes de ahí. No se
equivocaban aquellos que decían que solo era un día más como cualquier otro, y entonces
decidieron pasar de largo el día… trabajando, o entrenando para la realidad que los espera,
o quizá simplemente, haciendo absolutamente nada. Otros sólo se felicitaban entre sí, con
abrazos, risas y bromas, incluso los más veteranos se unieron a la pequeña celebración de la
amistad y el amor. Los más valientes aprovecharon la oportunidad para confesar su amor
hacia alguna persona, esperando a ser correspondidos. Y personas como Hanji simplemente
disfrutaban con ver y disfrutar de las reacciones de sus colegas. Cualquiera diría que tanto
humanos como titanes son realmente interesantes de observar.

-Lider Hanji, por favor, acepte esto –La aludida dio una media vuelta hasta que sus ojos se
toparon con los del rubio ojiazul, uno de sus más jóvenes ayudantes, quien sostenía un
formal sobre blanco entre sus manos- ¡Oh! ¿Te me estás declarando? –Exclamó la mujer
fingiendo gran sorpresa-

-N-no me mal interprete –Rió nerviosamente el más joven, y ella recibió la carta- Creí que
era una buena oportunidad para darles las gracias.

-¿Gracias de qué?-

-De poder trabajar a su lado. –Respondió el muchacho dedicándole una de sus más amplias
y sinceras sonrisas. Hanji le miró con los ojos muy abiertos en cuanto el chico le dijo lo
anterior.
La vida con el tiempo le ha enseñado cosas realmente crudas a esta mujer, desde que
comenzó a dedicar su vida como soldada y científica, una de ellas era prohibirse crear
vínculos, encariñarse, o querer, sabía que en su situación no podría permitirse
desmoronarse por la pérdida de aquellas personas que hubiera querido, sabiendo que en
cada segundo la vida de sus compañeros y amigos podría estar en peligro. Obviamente, no
es la única que quizá se sienta de la misma manera, sus colegas; Rivaille, Erwin, llevaban
marcada consigo la misma enseñanza, y quien sabe cuántos más. Con esto, se podría sacar
un montón de conclusiones por las que amaba a los titanes; criaturas que no tienen la
capacidad de sentir, más que solo el impulso de destruir.

Tomó unos segundos para pensar, y una pequeña sonrisa se formó en sus labios hasta
agrandarse.

-¡Mmmh¡ Cómo es posible que no me encariñe con ustedes, enano, ¡ven aquí! –Abrazo por
el cuello al chico frente a ella, atrayéndolo hacia sí- Tu también –Agarro de la misma forma
a Paola quien justamente pasaba por el lugar a buscar quien sabe qué, y confundida no tuvo
más opción que unirse al abrazo-

Por otro lado, Rivaille se encontraba solo en su oficina, como sabía que nadie iría a trabajar
hoy, quiso hacerlo por su propia cuenta. En realidad, no había mucho que hacer, por lo que
solo se dedicó a hacer unas copias de algunos reportes a mano. Eso consumiría su tiempo lo
suficiente hasta terminar el día.

-Tks -Desvió su mirada a los pies de la puerta. Desde muy temprano este comenzó a recibir
cartas de toda clase por debajo de la puerta, no recogió ninguna y no pensaba hacerlo hasta
que dejaran de hacerlo. En ese mismo instante recibió otra que se unió al montón en el
suelo.

-Podría ser…-

De pronto la imagen de su “enemiga” de cabellos claros, se le cruzó por la mente, ella


llevaba un sobre aquel día… no tenía idea del por qué relacionó aquel sobre con alguna
carta vinculada con San Valentín. Pero la curiosidad a veces no nos deja tranquilos, y
menos para alguien tan impaciente como Rivaille. Por lo que se paró de su silla y recogió
cada sobre del suelo y la desparramó sobre su escritorio. Separó cada una de ellas a
cualquier lado con la intensión de poder leer el nombre de quien lo habría enviado en la
plana de sobre. Pero no había mucho, y entonces reviso su interior de forma rápida; Casi la
mayoría eran anónimas, y el resto parecía ser cartas de algunos admiradores. Tampoco es
como si se la pasara memorizando nombres, la cosa es que ninguno se la hacía conocido.

De alguna manera, se sentía desilusionado. No pudo evitar sentirse también como un


estúpido.
-Ya estoy viejo para este tipo de cosas.- Continuó transcribiendo.

La situación era que, cierta enemiga de cabellos largos y claros, llamada Marie, era una de
las personas que decidió pasar el día haciendo cualquier cosa. Y ahí estaba, leyendo un
libro a lo que parecía ser un historial de las investigaciones de la científica. El sobre, que a
lo que Rivaille si estaba en lo cierto, aún seguía arrugada en uno de sus bolsillos esperando
ser entregada.

Ella suspiraba cada segundo que recordaba lo que había escrito en su interior,
convenciéndose de que quizá sí hubiese sido una estupidez entregárselo, quizá sí Eren tenía
razón; que tanta carta no haría tanta diferencia con una más, además era Rivaille, él no se
conmovería con estas cosas. Y también, no se llevan bien ¿Cierto? Qué clase de persona le
entrega una hoja confesando sus sentimientos a su “enemigo”. Esas y miles de razones más
se le venían a la mente, e intentaban inútilmente convencerla de que esto de San Valentín
no era nada más que un día normal.

-Ya deja de darle tantas vueltas, Marie –Se dijo a sí misma, tratando de animarse, pero no
sabía por qué seguía con esa presión en el pecho.

San Valentín no solamente es un día de completa alegría, también había


contradicción. Y total sorpresa.

Por ejemplo aquellos dos amigos de la infancia que por cosas de la vida decidieron por
separado escribirle una carta al mismo destinatario.

Armin, al ver la carta de Chizu; Chizu, al ver la carta de Armin. Se quedaron petrificados
¿Desde cuándo la misma persona hacia estremecer el corazón de estos chicos? No pudieron
evitar preguntarse. Y entonces Jean llegó, y ambos no supieron que hacer, más que mirarse
el uno al otro.

Por otro lado, un hombre de corazón paternal y una menor decidieron simplemente
regalarle a sus amigos figuras echas de madera. Era simplemente un detalle, y no se
quisieron quedar atrás.

-Yo solía hacerle juguetes a mis hijos, así –Dijo amablemente Koldan, alzando un pequeño
caballo de madera muy bien tallado. Y Paola sonrió por acto siguiente

-Es muy bonito-

Eso le trajo gran nostalgia al mayor quien no alcanzó a disfrutar la infancia de sus tres
hijos, los cuales, había perdido junto a su esposa por la invasión de los titanes en aquel
entonces. Sin embargo, para él, todos estos jóvenes le hacían revivir todos aquellos
recuerdos, y no iría a perder esta oportunidad, de poder ofrecerles un detalle, como si
fuesen sus hijos.

En esa noche de San Valentín se tenía planeado un gran banquete, por fin irían a
disponer de la comida que habían logrado traer. Todos los soldados del cuartel estaban muy
contentos por eso, ya algunos habían olvidado que era poder darse el gusto. Carnes,
cereales, bebidas y postres. Todo aquello estaba sobre una gran mesa que lograron hacer
uniendo todas las demás, y así, poder compartir todos lo mismo. Todo se convirtió en una
sana y especial celebración donde adultos tanto jóvenes pudieron compartir hasta altas
horas de la noche incluso pasado San Valentín.

El principal objetvo de Armin y Chizuru se estaba cumpliendo, sin embargo le ambiente


entre ellos estaba algo tenso, aún no podían creer que a ambos le gustaba la misma persona.
Por ahora, no decidieron hablar sobre aquello.

-¿Qué? ¿Ya te vas, Rivaille? Pero si la estamos pasando bien- Dijo Hanji al ver como el
hombre se levantaba de su silla

-Sí, ya me siento algo cansado- Sin más, se fue del comedor.

Rivaille pasaba por el pasillo en dirección a su cuarto. Estaba oscuro, por lo que no había ni
un alma, ya que, todos se encontraban celebrando. Solo unas débiles luces iluminaban su
camino.

-¡Sargento! –Alguien exclamó a sus espaldas. Él volteó

-Eren ¿Qué sucede? –Preguntó con calma el mayor, y entonces, a pesar de la poca
iluminación pudo notar aquel débil sonrojo en las mejillas del menor a medida que se iba
acercando. Sostenía algo entre sus manos.

-Acepte esto, por favor – Eren hizo una leve reverencia extendiendo el sobre en sus manos,
esperando a ser recibido. Se notaba el esfuerzo que hacía por sonar firme, pero aun así, su
vos temblaba.

-…¿Qué? No pensé que también estabas metido en estas cosas. –Chasqueó la lengua-
Bueno, después de todo, eres solo un mocoso –Intentó sonar desinteresado, pero
internamente su pecho luchaba por no salirse de un inesperado control. Era bastante bueno
manejando la situación. Puesto de que no escuchó respuesta, no le quedó otra opción que
recibir aquella carta. Era la primera vez en el día que alguien se atrevía a darle una carta
directamente.
-Está bien con que tan solo la reciba –Se reincorporó Eren, mostrando una pequeña sonrisa.
Y salió de ahí casi corriendo. Cosa que, para alivio de Rivaille, estaba bien, ya que no sabía
que más decirle sobre ese “detalle”

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