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La relación simbiótica de los consumidores frente al sistema económico

Existe una gran dimensión alrededor de nosotros, es decir una circulación de bienes
y servicios, comunicaciones, mercados, empresas, etc. Pero los mencionados, no
están solo conformados de manera estática, sino que se encuentran en una notoria
evolución dentro de nuestra sociedad, así como también provocando fenómenos en
cadena dentro de nuestras demandas.
Podemos decir que existe una especie de simbiosis, en relación con los servicios
que contratamos, así como también con las actividades de producción que van
naciendo día a día, guiándonos, a una estrecha relación comercial.
Esa diversidad de contrataciones nos encamina a lo que este capítulo analizará, el
consumidor dentro del proceso económico y para poder comprender el trasfondo de
la cuestión puntual, debemos desglosar algunos conceptos básicos.
En principio podemos transcribir estos enlaces, como un conjunto homogéneo de
elementos básicos imprescindibles a los cual llamamos (Trabajo – consumidores –
recursos naturales y empresas o mercado).
Tendremos en cuenta el breve resumen sobre las herramientas elementales de
nuestro esquema comercial 1:
1. TRABAJO. Es todo tipo de acción realizada por el hombre o toda actividad
humana que se pueda o se deba reconocer como trabajo. ser de manera
lícita y reconocido dentro de la industria.

2. CONSUMIDOR. El consumidor es aquel individuo dentro del campo de la


economía y mercado, es aquel que se beneficia de los servicios prestados
por una compañía o adquiere los productos de esta a través de los de los
diferentes mecanismos de intercambio de pagos y bienes disponibles en la
sociedad (compra – venta)

3. RECURSOS NATURALES. Son todos aquellos bienes proporcionados por la


naturaleza sin la intervención de la raza humana, pero son de un gran valor
para el hombre, ya que estos contribuyen de manera directa al bienestar de
la sociedad ayudando a desarrollar materia prima, servicios y alimentos.

4. EMPRESA. Una empresa destinada a los consumidores, realizan


prestaciones de servicios, para satisfacer los distintos requerimientos del ser
humano – consumidor; es decir, estas organizan, distribuyen y venden los
productos fabricados por empresas del sector primario y secundario.

Desde el punto de vista dentro de nuestra Constitución Nacional y en relación a esta


base de pre conceptos nuestro artículo 14 nos da un pantallazo sobre a regulación
del trabajo, como punto de partida: ─ “Todos los habitantes de nuestra Nación
gozan de los siguientes derechos conforme a las leyes que reglamenten su
ejercicio; a saber: de trabajar y ejercer toda industria lícita; de navegar y
comerciar…”. Dicha norma nos direcciona dentro del mundo del comercio y la
producción y el permiso de como las personas se pueden insertar en un esquema,
uno muy grande llamado CONSUMO2 reconocido jurídicamente.
No se puede ignorar el hecho de que nuestro elemento no menos importante es el
individuo, prácticamente cada persona humana con su mano de obra genera trabajo
dentro de una empresa que a su vez inicia una interacción con la empresa que
realiza venta de productos y servicios llevando a la desembocadura de un contrato
de consumo con otra persona humana o con una familia que a su vez gasta parte
del salario que gana para involucrarse en el sistema económico adhiriéndose a una
reciprocidad. Este proceso se lo conoce como el nacimiento de las relaciones
contractuales.
El rol de nosotros es esencial, somos un motor de arranque frente a la negociación y
relación económica dentro de estos gigantes empresarios y a veces puede resultar
ser una ruptura por más que poseamos igualdad y libertad a la hora de elegir.
Sobre esto hubo muchos estudios epistemológicos y sociales que se han
concentrado en explicar las condiciones de comercialización y consumismo, pero en
este capítulo el único punto conceptual que profundizaremos es el abuso de este
sistema económico frente a nuestra vivencia económica.
La vida cotidiana de los consumidores es un fenómeno social constante sostenido
por un eje mucho más universal, el derecho y que a su vez es un elemento de
control esquemático; del mismo deviene el contrato como herramienta mencionada
anteriormente. Así mismo se inicia una dinámica de roles y funciones entre la
economía y el mundo jurídico3.
Lo que nos planteamos en este párrafo es si dentro de este esquema numerado en
escala de papeles protagónicos, ¿existe alguna especie de poder?; la respuesta es
afirmativa, se lo conoce como el Poder Económico4 frente a estos sujetos.
Para que estos sujetos se sumerjan en dicha adhesión de negocios contractuales es
necesario que el mercado sea global o mejor dicho masivo para que genere una sed
incontrolable de consumición. Pero esto desata un resultado a veces no muy
positivo, conocido como el abuso de su poder, que llevan adelante los mercados
dominantes.

El concepto mencionado en el párrafo anterior, se encuentra normativizado, aunque


mucho más general en nuestro Código Civil y Comercial de la Nación, en el Articulo
N°10. - “…La ley no ampara el ejercicio abusivo de los derechos. Se considera tal el
que contraría los fines del ordenamiento jurídico o el que excede los límites
impuestos por la buena fe, la moral y las buenas costumbres…”; seguido a este el
articulo N°11 nos explica que el anterior se aplica cuando existe un abuso de la
posición dominante en el mercado por lo que nos da un claro entendimiento de que
no es aceptado el aprovechamiento de una mejor posición en el lego del marketing.
¿Cómo se da un abuso de poder y como se emplea una cláusula abusiva?
Este hecho humano y jurídico, como vemos es un conflicto que se da entre el
individuo, en este caso, más débil frente a una empresa o persona mucho más
fuerte en su posición contractual. El papel protagónico en el abuso es el acto
voluntario o la intención de aceptar del hombre, que a veces se ve doblegado por el
otro sector con más conocimiento del producto o servicio que se encuentra
ofreciendo. Esta sumatoria de hechos se relaciona estrechamente con la confianza
que vamos a depositar en las empresas, algo que más adelante será desarrollado
en vista de que es una herramienta quebrantada por circunstancias abusivas.
Sin embargo, previamente, se debe explicar el concepto de una cláusula abusiva.
Es una disposición, un mandamiento o unas normas contractuales donde el usuario
no tiene un espacio o una opción de negociación debido a que vienen impuestas por
la posición dominante dentro del contrato, es decir se encuentra prestablecido en la
relación jurídica bilateral.
Esto implica que no se puede modificar las características que están dentro del
formato contractual produciendo lo que llamaríamos una notable ventaja. Se
encuentra en jaque frente a esta enorme grieta la: Buena Fe, no olvidando, que la
mencionada debería de respetarse a todo momento frente al consumidor.
Este impacto, genera pesos y contrapesos que solo favorecen a la parte que fue
hilando esas características dominantes frente al usuario vulnerable.

Es menester mencionar una ley emitida por la Ciudad Autónoma de Buenos


Aires en el año 2012 donde se dejan en claro aplicaciones contra las
"prácticas abusivas"5, la ley 4.389 en su art. 1°, inc. a), predispone lo siguiente:
─ Establécese el carácter de "práctica abusiva" contraria al "trato digno" al
consumidor o al usuario.
Al desglosar estas facultades, podemos notar un peso significativo al " trato
digno" dando por entendido que es toda acción contraria a lo que el legislador
estableció en el art. 8 bis de la Ley Nacional de Defensa al Consumidor –
24.240 incorporado en su modificación, la 26.361 en el art. 6: ─ Trato digno.
Prácticas abusivas. Los proveedores deberán garantizar condiciones de
atención y trato digno y equitativo a los consumidores y usuarios. Deberán
abstenerse de desplegar conductas que coloquen a los consumidores en
situaciones vergonzantes, vejatorias o intimidatorias. No podrán ejercer sobre
los consumidores extranjeros diferenciación alguna sobre precios, calidades
técnicas o comerciales o cualquier otro aspecto relevante sobre los bienes y
servicios que comercialice. Cualquier excepción a lo señalado deberá ser
autorizada por la autoridad de aplicación en razones de interés general
debidamente fundadas.

Todas estas maniobras o prácticas restrictivas que debilitan al consumidor, tienen


una correlación con el NEGOCIO.
El hombre negociante
Otro concepto necesario de tener en cuenta es el de “negociación” es un proceso de
dos o más personas que tienen un interés común y cuando no es equitativo, suelen
ser intereses opuestos. El punto en una interacción de estas características, es que
ambas partes logren un arreglo satisfactorio respondiendo a sus demandas. Es, así
como entra en juego la confianza de las personas que se encuentran en un
supuesto estado reciproco de contrataciones, es decir, no deben quebrantar las
normas prestablecidas no solo por el acuerdo que se encuentran prometiéndose
sino también por la Ley de defensa al consumidor y el orden público.
Dentro de una sociedad organizada, nuestras actividades humanas tanto
individuales como colectivas son lo que le dan constancia al derecho como así
también a su evolución y con este conglomerado se tiene en consideración al
nacimiento de muchas nuevas normas o pautas culturales. Sin embargo, no siempre
hay cosas positivas sin la aparición de recursos negativos y estos mismos pueden
seguir fecundando conductas ilegales o desafortunadas como lo es la MALA FÉ en
un pacto de consumo.
La palabra más conocida como el SI, o un simple ACEPTO nos pueden servir de
ejemplo para entender la intención de algo o el discernimiento a la hora de expresar
una elección. Si existe un acto con intención hay una porción de razonabilidad en
ello por lo que pretendía querer hacerlo o elegir con conocimiento en el tema.
La persona siempre debe aceptar con sus facultades plenas acompañado de una
misma posición frente al empresario o el mercado, sin embargo, muchas veces no
solo no se logra detectar libertad de negociación, sino que también alteran la
decisión del consumidor para que terminen convenciéndose de dar un paso más en
aquel pacto entre dos o más personas.

Con exactitud al tematizar sobre la alteración de la decisión de un consumidor,


hablamos sobre la información y el deber de que sea no solo clara sino cierta.
El convencimiento viaja a la par del manejo de información, dentro de la
Negociaciones de la vida cotidiana que necesitan del Derecho:
Nuestras vidas sociales al encontrarse estrechamente relacionadas con la
negociación en repetitivas veces, dificultosa.
El típico ejemplo que nos relatan para comprender uno de nuestros derechos más
orgánicos, es el de una persona, dentro de una sociedad civil, que debe salir a
cargar su sube para poder tomar un transporte público que lo encamine hacia su día
laboral; explicando como entra en primer plano nuestro mundo jurídico y un
conteniendo detallado de normas que defiendan al ser humano desde el minuto cero
que comienza a tener una estrecha relación con quien le brinde un servicio. Cabe
destacar, que dicha defensa de derechos debe poder llevar al equilibrio de estos
dos sujetos que entran en juego.
Para sobrevivir dentro de una comunidad con obligaciones contractuales y
promesas de prestaciones, es menester reconocer, que no se puede dejar de lado
algunos aspectos básicos de nuestro marco normativo. Los conocemos
preferentemente como principios imprescindibles que en párrafos anteriores fueron
mencionados como el Buena fe, el de Libertad de partes y de elección, pero
insistimos que hay una lectura de estos elementos que se encadenan con otros no
menos importantes como lo son el deber de información clara a la par del deber de
respeto, el trato digno, el derecho a obtener una respuesta justificada; entre otros.
Actualmente, estamos conscientes de que todo lo que venimos redactando al solo
efecto de su estudio nos hace reflexionar sobre diversas etapas que están
debilitando a un común denominador, la SOCIEDAD y que sus formas empujan a la
persona, a una posición inferior como consumidor, permitiendo que el usuario tome
la mala costumbre de no poner un freno por no conocer las limitaciones a estas
prohibidas prácticas, lo cual lleva al cansancio de defender su posición y sin más;
guardando silencios hacia un camino errático por no saber los mínimos principios
contra estos actos que poco a poco van desarrollando un consumo inadecuado.
Respecto de esto último, se podría decir que parte de aquella manera incorrecta de
confiar se relaciona con la ignorancia constante que se acopla a la poca información
que adquirimos de la publicidad de estos servicios, un tema que se desarrollara más
adelante
Podemos decir que tenemos una especie de ajedrez, un juego de normas expuestas
que desprenden por el solo hecho de conseguir un trabajo y firmar, o contratar un
servicio básico, etc. Y como respuesta a nuestro llamado de auxilio, se nos
presentan algunas posibilidades para sentirnos asesorados, frente a determinadas
situaciones dentro de nuestra orbita jurídica, dejándonos en claro algunas
interpretaciones básicas que no debemos olvidar. Por ejemplo, debemos saber las
características de cada sujeto dentro de este marco:

Consumidor: Es todo aquel que adquiere un bien o servicio para beneficio


propio o del grupo familiar, como destinario final.
El segundo sujeto llamado: Proveedor. Es aquella persona o empresa que
comercializa bienes o presta servicios de manera profesional, como por
ejemplo una empresa de telefonía celular o una concesionaria que vende
vehículos.

La protección al consumidor: se da cuando se produce una relación de


consumo, esta se refiere a cualquier vínculo entre el consumidor y el
proveedor de bienes y servicios. De esta forma hay relación de consumo
tanto cuando estas frente a una publicidad, como cuando adquirís un
producto o servicio, e incluso después de celebrado el contrato.
. Al respecto, destacamos que nuestra ley de Defensa al Consumidor actualizada la
26. 631, expresa en su Artículo 4°: “ El proveedor está obligado a suministrar al
consumidor en forma cierta, clara y detallada todo lo relacionado con las
características esenciales de los bienes y servicios que provee…”

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