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La libertad es la capacidad de elegir dentro de lo posible.

Es la posibilidad y el
derecho que tiene cada uno de elegir una de las alternativas que se
presentan en un determinado momento. Cuando somos libres somos
responsables de nuestras decisiones, ya que somos nosotros quienes las
tomamos y por ello asumimos la autonomía, con todo lo bueno y lo malo que
ello conlleva. Asumir el coste de lo que decidimos implica la valentía de ser
libre para tomar un camino ser libres no significa que podemos hacer lo que
nos dé la gana. La verdadera libertad se ejerce en una comunidad humana,
no a solas en una isla desierta; la libertad implica al otro con respecto al cual
soy libre, y esto es más básico y fundamental y es que cuando una persona
acude a psicoterapia lo que principalmente le preocupa es su relación con los
demás, con ciertas personas en particular que están más estrechamente
vinculadas a su afecto o su forma de ser.
solo a través de la libertad es que puede desarrollarse plenamente. El
objetivo del ser humano es buscar la felicidad pero debe hacer esto en
libertad ya que cada individuo es quien de acuerdo a sus particularidades
internas decide que es la felicidad por lo tanto no se puede obligar a alguien
a ser feliz por lo subjetivo del concepto. Cuando hay libertad el individuo
puede escoger que desea hacer, que actividad quiere desarrollar y esto lo
terminara haciendo feliz, si por el contrario se le colocan más y más trabas. Si
se le impide arbitrariamente su accionar se aniquila la libertad y por ende la
felicidad es uno de nuestros grandes privilegios. Sin duda la mayoría de
nosotros contamos con un buen margen para hacer y deshacer a nuestro
antojo, para decidir y crecer de una manera, en el fondo tan dependiente
como autónoma.
La fe puesta en Dios permite al ser humano establecer con él una relación
sana que nos proporciona tranquilidad, confianza y seguridad. Esa fe en él
nos hace vencer el temor que nos produce ver tantos acontecimientos
negativos que suceden a diario en el mundo en que vivimos es más que
creer; es una completa confianza en Dios, acompañada de acción. Es más que
desear; Es más que simplemente sentarnos, asentir con la cabeza, y decir que
estamos de acuerdo. Cuando decimos “el justo por la fe vivirá”, estamos
diciendo que nuestra fe nos guía y nos dirige no obstante, la fe por sí misma,
aunque no es lo contrario de la razón, sí es distinta de ella.
Tener fe en Jesucristo significa confiar totalmente en Él: confiar en Su poder,
inteligencia y amor infinitos, lo cual incluye creer en Sus enseñanzas; significa
creer que aunque no entendamos todas las cosas, Él sí las entiende. Debido a
que Él ha experimentado todos los dolores, las aflicciones y las enfermedades
que podamos sufrir, Él sabe cómo ayudarnos a superar las dificultades del día
a día y simplemente reconocemos que el Señor Jesús es el Dios verdadero y
creemos que es nuestro Salvador, lo que no implica que tengamos auténtica
fe en Él. Sobre todo, no implica que nunca vayamos a negar ni a abandonar a
Dios sea cual sea el entorno en que nos hallemos. Eso se debe a que nuestra
fe no se fundamenta en una verdadera comprensión de Dios, sino en si
podemos o no recibir Sus bendiciones y promesas y sacar algún provecho.

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