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Relaciones que funcionan

Amar a la humanidad en lo abstracto es relativamente sencillo. Sentir compasión por los


seres humanos reales o amar a una persona determinada es considerablemente más
difícil. A veces conocemos gente que apoya causas con propósitos sociales o grupos
activistas, pero en su vida privada son insensibles o hasta crueles. En contraste, en
Budismo sentir misericordia por otros seres humanos no es teoría sino algo por lo que
luchamos cada día.
Habíamos visto que nuestra felicidad esta basada en una autoestima elevada o un estado
interior fuerte. Gracias a Budismo lo podemos lograr, pero esta no es una actividad
solitaria. Budismo nos enseña que lograr una interacción basada en la misericordia es la
mejor forma de vivir en sociedad y un requisito fundamental para nuestra iluminación.
Una persona en estado de Buda respeta la individualidad de los otros y desea que ellos
también manifiesten sus cualidades únicas. Por ende el objetivo de la iluminación
comienza por atesorar nuestras personas, luego los individuos alrededor nuestro y
finalmente toda la humanidad.

Ahora veremos como hacerlo:


Todos tenemos relaciones con otras personas, hasta los monjes en un monasterio, y
todos deseamos tener relaciones duraderas, satisfactorias que contribuyen a nuestra
felicidad. Pero muchas veces estas relaciones (trabajo, pareja, compañero, etc.) nos
traen sufrimientos. ¿Por qué gente bien intencionada y sincera, que pone esfuerzo y
energía en buscar y alimentar una relación, tantas veces fracasa?
“Estas relaciones fracasan porque no tenemos la sabiduría para hacerlas funcionar”. Y
muchas veces entramos en esas relaciones por las razones equivocadas y por ende estas
no pueden sobrevivir.

Todo Depende de Uno

Experimentar una relación positiva o negativa esta determinado por uno. Al principio
esta idea puede ser difícil de aceptar. Sin embargo, desarrollar una relación exitosa
comienza por aceptar toda la responsabilidad sobre nuestra vida y sobre nuestro rol en
esa relación.

El Budismo enseña que nuestro medio ambiente refleja nuestro estado de vida interior.

“Es difícil elevarse como un águila cuando uno está rodeado de pavos, y por extensión
nuestro medio ambiente una granja de pavos. El problema no es que los pavos no nos
dejan volar. Sino que uno debe transformarse en el águila que soñó ser.”

Según Budismo no hay nada malo en nosotros en el nivel esencial. No quiere decir que
no haya personas malas que te hagan sufrir, puede ser. Sin embargo no somos
responsables de ellos, sino solo somos responsables de nosotros mismos. Esto es
sumamente liberador: “Como controlamos las decisiones en nuestra vida, tenemos el
poder de hacer algo por nuestras relaciones insatisfactorias”.

El hecho de que es uno el que esta sufriendo, eso significa que es uno el que tiene un
problema que resolver y no otra persona. Si estas esperando que alguien cambie, puede
ser que tengas que esperar mucho tiempo.
Igualmente mucha gente hace esfuerzos extraordinarios por modificar el
comportamiento de otros. Esto es tan inútil como limpiar el espejo en un intento de
limpiar nuestra cara. El espejo va a seguir reflejando nuestra imagen.

A través de la práctica empezamos a vernos más profundamente, quizás por primera vez
en nuestras vidas, en todas nuestras fortalezas y debilidades. Día a día vamos
profundizando y nos damos cuenta que la relación que hemos formado es un reflejo de
nuestro estado interior.

La llave para transformar las relaciones esta en el proceso de nuestra transformación


interior. Como el comportamiento que uno puede controlar es solo el de uno, hay que
usar este poder al máximo. Hay que trabajar desde el interior al exterior.

El Budismo nos enseña que los pensamientos o creencias erróneas, que nos llevan al
sufrimiento pueden rastrearse en los tres venenos: envidia, ira y estupidez. Sobretodo la
ira (donde el ego esta a pleno) destruye las relaciones. El veneno de la ira nos lleva al
conflicto……………….a la guerra.

Por eso para tener buenas relaciones, es tan importante purificarnos de los tres venenos.

La relación perfecta

Dos personas paradas solas juntas. Un maestro budista explicó que hay tres tipos de
personas:

1) Dependientes.
2) Independientes.
3) Contributivas.

1) Dependiente o codependiente: es gente que brinda amor y respeto pero no


libremente, sino con ataduras. Es la relación “hagamos un trato”. Te amo
siempre que me des lo que necesito. En este tipo de relaciones la vida es como
una montaña rusa y se pasa del éxtasis al bajón (infierno) fácilmente. Esto es
porque nuestra felicidad depende del comportamiento del otro. La felicidad en
cualquier situación no puede obtenerse sin tener el sentido de control. Si
dependemos de otro para saber que podemos ser amados, le estamos dando a esa
persona el control de nuestras emociones y de nuestra autoestima. Le dimos el
poder a otro (ser feliz a pesar el otro).

2) Independiente: el que se para solo. Puede ser un estado “feliz” porque estamos
en control, algo importante para ser felices. Pero podemos caer fácilmente en la
arrogancia y aislamiento.

3) Contributiva: En cualquier relación, debemos mantener nuestro poder,


desarrollando una fuerte identidad propia y la habilidad de ser felices desde
nuestro interior. Si nos paramos en el cimiento de nuestra propia felicidad,
podemos buscar y nutrir una relación contributiva, donde compartamos, donde
demos nuestro amor libremente sin ataduras ni expectativas. No necesitamos del
otro, ni somos adictos al otro.

Daisaku Ikeda : La felicidad la debemos obtener por nosotros mismos y la única


forma de hacerlo es desarrollando nuestra personalidad, comprendiendo el potencial
que tenemos. No debemos sacrificar nuestro crecimiento ni talento por amor; así
nunca seremos felices.

En vez de estar buscando continuamente la relación correcta para uno, es importante


cultivar la que ya tenemos.
Debemos ver todas nuestras relaciones como un campo fértil para nuestro
crecimiento, desarrollo, madurez y fortalecimiento de nuestro carácter. Es esta
superación que llevamos día a día la que nos hace felices, más que la propia
relación. Esta transformación interior se llama “Revolución Humana”. Esta
transformación en el espacio entre dos personas es la transformación como
resultado de la interacción con otras personas con la intención del mutuo desarrollo.
O sea que nuestro crecimiento es un proceso interdependiente, (esto nos permite no
repetir nuestros errores con otra pareja).

El estado de infierno en una relación surge al tratar de cambiar el comportamiento


de alguien que no sea nosotros mismos. En cambio cuando ejercemos el autocontrol,
tenemos la habilidad de ser felices con nosotros mismos, y podemos conmover el
corazón de los otros. Solo cuando dejamos de tratar de tener control sobre los otros
es que tenemos el poder de influenciarlos.

Ejemplo: “me haces enojar” ¿Quién tiene el control?


Depende de nosotros en qué estado queremos estar. Nosotros elegimos. Tenemos el
control.
Ejemplo: reconocer la estupidez de creer que alguien puede hacernos enojar si
elegimos no estar enojados.

Otro problema que a veces tenemos es compararnos con otros. Solo deberíamos
comparar nuestra vida presente con la nuestra pasada; la del mes pasado ó el año
anterior.
Así si notamos que las cosas están mejor, estamos teniendo la mejor vida, una vida
de crecimiento.

La vida cambia continuamente. Esa es la naturaleza del cosmos. Así es que aunque
generemos circunstancias de completa felicidad, solo podemos esperar que cambien.
Nuestra habilidad para crecer junto a esos cambios es la verdadera felicidad.
Tratar de ser otra persona o la que otra persona quiere que uno sea, es una manera
segura de sufrir. Debemos ser nosotros mismos, de la mejor manera. Si estamos
continuamente creciendo y avanzando, tendemos la mejor vida del mundo, porque
sabemos que mañana ha de ser mejor que hoy.

Expectativas

Las expectativas son importantes, pero también pueden destruir relaciones perfectas.
Tenemos expectativas de la gente, esperamos que sean buenos maridos, buenas
esposas, buenos hijos, buenos jefes, etc. Muchas veces estas expectativas son tan
altas que son irreales, a veces son incluso más altas que nuestras propias
expectativas.

Ejemplo: una pareja al tiempo se da cuenta de que hay un 80 % de cosas que andan
bien. Se empiezan a fijar en el 20 % que no funciona. Empiezan a desear que el otro
repare ese 20%. Entonces le dicen al otro las cosas que no funcionan. Empiezan a
desilusionarse. ¿Por qué? Porque aunque tengamos buenas intenciones, el otro solo
empieza a escuchar de uno críticas y reproches. Esto no es esperanzador, y a pesar
del amor que pueda existir, uno y otro empiezan a responder o incluso a rebelarse.
El problema es que aunque el corazón está en el lugar correcto, nos falta sabiduría.
Y así logramos lo contrario de lo que queríamos. Y generalmente, cuando esto
sucede es difícil de cortar. La gente no responde bien a la crítica y a la negatividad.
Esto ¿qué quiere decir? ¿Que nos tenemos que conformar con menos? No, quiere
decir que otra vez estamos cambiando a la persona incorrecta. Si queremos que la
otra persona haga más, debemos agradecer y apreciar lo que ya está haciendo por
uno. O sea que debemos enfocarnos en el 80% que está y no en el 20% que falta. A
las personas les encanta que las aprecien y harán mucho esfuerzo para obtenerlo.
Tomar el aprecio y el agradecimiento como base de nuestras relaciones puede ser
una influencia poderosa y esperanzadora. Para el jardín de las relaciones son como
el sol y el agua.
Cuando se les agradece y aprecia, la gente se desarrolla. La crítica y el reproche
crean un medio ambiente oscuro, un jardín donde las relaciones no pueden crecer.
Es una ilusión pensar que los otros puedan estar motivados por la crítica.

Nichiren: “Cuando uno es alabado, no considera su propio riesgo personal; cuando


uno es criticado, uno solo puede causar su propia ruina. Esa es la manera de los
mortales comunes”.

Trabajo y carrera

El trabajo y las relaciones que desarrollamos en ese lugar son un campo de lucha
para nuestra iluminación. Aquí tenemos un lugar para poner a prueba nuestra
práctica. Qué carrera elegimos tiene poco que ver con nuestra felicidad. No es lo que
hacemos para vivir, sino como lo hacemos y si nos sentimos útiles y le encontramos
un significado a nuestro trabajo, lo que hace la diferencia.

Makiguchi: belleza, bondad y beneficio (tres valores).

Belleza: un trabajo que nos guste.


Bondad: ayude a otra gente y contribuya a la sociedad.
Beneficio: un sueldo para mantenernos.

Lo más importante para encontrar satisfacción en el trabajo, es transformarse en una


persona indispensable en donde estés. Para encontrar el mejor trabajo debemos ser
el mejor empleado. Las buenas circunstancias no hacen a la mejor persona; la mejor
persona hace el mejor ambiente de trabajo. Al ser un individuo ejemplar en el
trabajo, abrimos el camino para lo mejor. Así cuando miramos atrás, vemos que
nuestros esfuerzos no fueron en vano.
Para encontrar la felicidad en el trabajo las tres cosas más importantes son Actitud +
Actitud + Actitud.
A ser indispensable, le podemos agregar crear armonía en el trabajo; utilizando
sabiduría y discreción sin caer en la arrogancia ni en el egoísmo.

Las relaciones nos ayudan a crecer

Todas las relaciones que tenemos tienen algo en común, los mismos cimientos. O
sea, nosotros. La condición interna de nuestras vidas afectará a todas las relaciones.
Así que lo que aprendamos en una relación puede aplicarse en otras. Así como los
tres venenos se manifestarán en nuestras relaciones, también todas nuestras
relaciones mejorarán cuando purifiquemos nuestras vidas a través de la práctica
Budista. Porque lo que se manifiesta en una relación está aparente en otras.

Los individuos que se desafían, desarrollan familias felices y armoniosas y obtienen


beneficios y mejoras en su trabajo. Así mismo el que trata de mejorar su relación en
el trabajo obtendrá grandes beneficios en su hogar.
La práctica budista se basa en desarrollar la personalidad y las relaciones son el foro
o el aula en donde aprendemos como hacerlo.

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