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y la pared (matemática)
1. Contexto
Como se ha apuntado, uno de los principales problemas con los que se enfrentó
Newton fue la diversidad de los fenómenos que describían los nuevos
experimentos, lo que dificultaba muy mucho una explicación causal unificada
para todos ellos. Así pues, el éter newtoniano fue rarificándose cada vez más
hasta desaparecer para luego regresar de nuevo. Sin embargo, dado su
arrianismo, a Newton no le apasionaba la idea de usar intermediarios o delegados
y restar importancia a Dios. Concluyendo, en Newton no existe una idea de
prediseño, un establecimiento de las leyes de la naturaleza desde el momento de
la creación, sino una constante actividad de las fuerzas, que no actúan mediante
contacto sino a distancia: el espacio necesario para una providencia voluntarista y
no meramente ordinaria, primigenia, mecánica. El espacio no es de los cuerpos
materiales sino de Dios, a modo de su tablero de juego. Una partida de ajedrez
donde Él dirige los movimientos (director) a la vez mueve las piezas (actor).
Mientras en el tablero de ajedrez cartesiano no hay casillas vacías, y el resultado
es tablas perpetuas, en el tablero de ajedrez newtoniano la partida se sigue
jugando y el genio (Dios) siempre puede aparecer para ejecutar una nueva jugada
maestra. “El Dios de Newton no es solamente un Dios filosófico, la impersonal y
desinteresada causa primera de los aristotélicos o el -para Newton- Dios
claramente indiferente y ausente del mundo de Descartes (…). Es (…) el Dios
bíblico, el Dueño y Dominador efectivo del mundo creado por él” . 12
símil filmográfico, las mónadas representan las palabras en que se puede escribe
el guion, mas estas palabras están pre-determinadas a su vez por un ortodoxo
sistema lógico: el cierto número de letras estipulado por Dios. De ahí el salto
desde lo axiomático (principios lógicos), que podemos asociar a las letras del
alfabeto, a lo infinito del mundo de las palabras, las interpretaciones, las
actuaciones, las representaciones... Así, toda libertad del director de la película, o
de los actores, queda predeterminada de raíz a un cierto marco posible. El Dios
guionista determina lo legible y posibilita las lecturas. Mas toda lectura implicará
la actualización del potencial primigenio, es decir, a través de toda lectura Dios
se hace presente. Las palabras son posibles gracias a las letras. Potencia y
actualidad convergen en Dios : el Dios de Leibniz, al igual que el Dios
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3.- La experimentación
3.1.- Óptica
consigo, pues aquellas lagunas, por mucho que estuviesen formadas por Dios,
precisaban una explicación física. El inglés se empeñaba en estudiar los
diferentes resultados experimentales para buscar una causa no meramente
especulativa (diríase metafísica-leibniziana). Ahora bien, el principal problema
del éter será que funciona mecánicamente (a pesar de ser -y seguir siendo-
establecido por Dios, obviamente).
3.2. Gravitación
La causa de la gravedad no llegará a determinarse, pues, a fin de cuentas,
ningún experimentum crucis otorga preeminencia a una hipótesis concreta. Sin
embargo, no cabe duda de la brillante resolución matemática de la teoría, que
Newton no logrará en otras obras como en la Óptica, dada la complejidad
fenoménica de la electricidad y/o el magnetismo. Mas la principal crítica que
recibirá Newton será en torno al cariz hipotético, diríase de corte mágico:
“planteada sin más como una expresión matemática, les parecía, en el fondo, un
retorno a las simpatías y antipatías ocultas del naturalismo renacentista” . Por
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3.3.- Alquimia
“Se sabe que hacia 1669 se entregó seriamente a la alquimia y que hacia 1672 se
hallaba enfrascado en investigaciones teológicas urgidas por la necesidad de
ordenarse como clérigo anglicano si no quería abandonar el Trinity College” . La
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siglos antes y que fue adquiriendo carácter científico en torno a la nueva física
experimental, con aplicaciones médicas. Médico también era el autor de una obra
fundamental, De magnete (1600), de William Gilbert, al que “las fuerzas
magnéticas le parecían pertenecer al reino de lo animado más que al ser
puramente material” . Incluso Kepler enlazará ahí su explicación de la causa de la
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gravedad, con las fuerzas de atracción y repulsión entre el Sol y los planetas,
donde aparecen los conceptos de fuerza y el problema de la acción a distancia
que dará a lugar a acaloradas controversias entre mecanicistas y voluntaristas y al
problemático protagonismo del éter newtoniano.
4.- Conclusiones
La figura de Newton resulta fundamental tanto por sus aportes como por
sus ambigüedades. No siempre se aprende más del error que de la confusión,
contraviniendo las célebres palabras de Francis Bacon, dado el contexto
científico de la segunda mitad del siglo XVII y principios del XVIII, donde se
estaban conformando los modos conceptuales para fundamentar la cohesión entre
teoría y práctica, la ciencia tal y como la comprendemos hoy en día. La diversa
correspondencia que mantuvo Newton a lo largo de su vida (sea directamente o
bien a través de representantes) con diferentes contertulios otorgan un nuevo
carácter a la ciencia. El compromiso con la explicación de la naturaleza aparece
de la mano de la experimentación. Se construye un espíritu crítico, dialógico e
integrador (véase: la física terrestre de Galileo junto a la celeste de Kepler dentro
de un mismo sistema). Sin embargo, en el continente, el cartesianismo
mecanicista corpuscular regirá hasta que algunas figuras, como Voltaire y Emilie
du Chatelet, desafíen el paradigma vigente en Francia y encuentren en Newton
una firme alternativa a la idea de la extensión como esencia de los cuerpos y
otros postulados análogos. También en el continente se llevará a cabo la
matematización de las fórmulas newtonianas, destacando Leonard Euler. En
cuanto al impacto sobre el terreno filosófico, en las islas británicas surgirá la
corriente empirista (Locke, Hume) de la mano de la filosofía experimental y,
medio siglo más tarde, Kant, a su vez influenciado por Euler, recogerá el espíritu
newtoniano en su sistema filosófico, suponiendo un punto de inflexión en la
historia de la filosofía occidental. No obstante, el alemán mantendrá un espíritu
crítico y le objetará diferentes puntos, como el caso del concepto de espacio. Lo
absoluto / trascendente newtoniano se convertirá en trascendental kantiano, que
poco tiene que ver con aquél, centrándose en las condiciones de posibilidad de la
sensibilidad que otorga el sujeto racional a priori. Mas no debemos olvidar al
último Kant del Opus Postumum, quien regresa al éter y lo presenta como
candidato de toda condición de posibilidad física, que ya no metafísica. En
resumen, Newton conduce un navío a través de un río no demasiado profundo.
Ha de tratar de que el barco no se acerque demasiado a ninguna de las dos orillas
so pena de encallar. Una de las orillas representa el plano meramente lógico-
matemático (determinista, diciéndolo con Kant: a priori); la otra orilla, el plano
físico (experimental, a posteriori). Como en el mito platónico del carro alado, el
auriga, en este caso Dios, ha de evitar los extremos que implicarían un excesivo
flirteo, bien con el ateísmo (mecanicismo, sin espacio para la voluntad divina),
bien con la indeterminación, el triunfo del azar y la ausencia de toda ciencia (el
paroxismo del voluntarismo y la disolución de Dios).
5.- Bibliografía
Koiré, A. (2015). Del mundo cerrado al universo infinito. Madrid: Siglo XXI.
NOTAS
1 Este manuscrito no llegó a publicarse porque quedó sin finalizar, por lo que no puede datarse de una forma
precisa. Pero sí recoge el espíritu moderno y crítico de las intenciones de Newton. “It indicates the depth of
Newton’s interest in Cartesian ideas in metaphysics and natural philosophy”.
Fuente: Janiak, Andrew, "Newton’s Philosophy", The Stanford Encyclopedia of Philosophy (Winter 2019
Edition), Edward N. Zalta (ed.). URL = <https://plato.stanford.edu/archives/win2019/entries/newton-
philosophy/>.
2 Newton dirige a Locke una carta (“Two Notable Corruptions of Scripture”) en la que escribe: “The original
version of Christianity was corrupted beginning in the 4 th century by the introduction of the doctrine of the
Trinity”.
Fuente: Janiak, Andrew, "Newton’s Philosophy", The Stanford Encyclopedia of Philosophy (Winter 2019
Edition), Edward N. Zalta (ed.). URL = <https://plato.stanford.edu/archives/win2019/entries/newton-
philosophy/>.
3 En el citado artículo sobre Newton de la Enyiclopedia Standford se concreta el origen del término: “at a
meeting of the British Association for the Advancement of Science in June of 1833, the Cambridge
philosopher William Whewell coined the word ‘scientist’”.
6 Véase el artículo de la Enciclopedia Standford sobre Gassendi: “Newton reveals various interests in
Gassendist themes, dating to an early reading in his student days (see the Trinity Notebooks)”. Asimismo, la
adopción instrumental del atomismo: “In the spirit of Boyle, though, Newton tends to treat his matter theory
as instrumentally useful rather than as a universal hypothesis in search of further instances”.
7 A. Koiré, Del mundo cerrado al universo infinito, Siglo XXI, Madrid, 2015, pág. 133.
9 C. Solís, La fuerza de Dios y el éter de Cristo, 1987, Sylva Clius, Año 1, nº 2, pág. 52.
10 A. Koiré, Del mundo cerrado al universo infinito, Siglo XXI, Madrid, 2015, pág. 161.
11 C. Solís, La fuerza de Dios y el éter de Cristo, 1987, Sylva Clius, Año 1, nº 2, pág 65.
12 A. Koiré, Del mundo cerrado al universo infinito, Siglo XXI, Madrid, 2015, pág. 209.
13 Obviamente, dejando a un lado los problemas de asociar a Dios, per se trascendente, con la inmanencia,
pues nos situamos en una investigación de corte científico.
14 El dios cartesiano sería como el motor inmóvil aristotélico, mas añadiéndole el factor Creador.
15 Pese a las enormes distancias conceptuales que los separan, en muchos lugares se ha visto su concepción
de la materia como energía un claro precedente de la afamada fórmula de Einstein (E=mc2).
17 De ahí su simplicidad, pues no hay cambio como en el caso del ser en potencia y el ser en acto
aristotélicos, ya que su ser en potencia y su ser en acto son indistinguibles: Dios es el Ser autoejecutable.
20 C. Solís, La fuerza de Dios y el éter de Cristo, 1987, Sylva Clius, Año 1, nº 2, pág. 67.
23 A. Koiré, Del mundo cerrado al universo infinito, Siglo XXI, Madrid, 2015, pág. 167.
26 C. Solís, La fuerza de Dios y el éter de Cristo, 1987, Sylva Clius, Año 1, nº 2, pág. 60.
28 A. Koiré, Del mundo cerrado al universo infinito, Siglo XXI, Madrid, 2015, pág. 127.
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