En la escuela “Vicente Guerrero Saldaña” en el grupo de 6 “A” en general, la mayoría no tenía ningún problema en la comprensión lectora, pero en particular encontré dos alumnos que tienen ciertas dificultades en la ortografía y la redacción. Uno de esos alumnos y otro que mencionare en el transcurso del texto, su caligrafía era torpe o como coloquialmente se conoce “tenían letra fea”; pero esto obtuvo mi atención porque la razón de este tipo de caligrafía era porque escribían cada letra empezando el trazo de lado contrario, o sea que no contaban con una grafía ordenada, un ejemplo de ello es la figura 1.1.Claramente si estos aspectos fallaban, la redacción se vería también afectada; de la forma en la que se presentaba en estos casos, era en la repetición de conectores y/o palabras, a un punto en donde su texto si llegaba a ser un poco confuso y repetitivo. Gracias a que se me ofreció la oportunidad de revisar continuamente sus tareas y trabajos de español: lengua materna y otras materias, me percate muy fácilmente de estas áreas de oportunidad, y claramente por la observación de cada uno de ellos. Comenzando por los alumnos con mala ortografía; que tienen por nombre Kamila Ayala y German Montoya, son los que más destacaban en sus faltas de ortográficas, aunque no eran bastantes, solían confundirse regularmente con palabras comunes, los signos de puntuación también eran parte de esta problemática; lo comentado por la maestra (ya que se le cuestiono, por qué creía que a sus alumnos les sucedía esto), y según ella era que estos estaban muy poco habituados a leer, de hecho, ellos entraban en este conflicto de la comprensión lectora; aunque no era muy marcado, solo algunas veces les era muy difícil entender ciertos textos que leían voz alta o incluso personalmente. Este aspecto logre percibirlo cuando a German Montoya se le cuestiono acerca de la guerra de 100 años, (lectura de historia que habían leído primero personalmente y enseguida de forma grupal); este no contesto absolutamente nada, se le solicito nuevamente darle lectura y dar una pequeña síntesis de lo que él había entendido, en este caso ya logro identificar algunas palabras clave, con las cuales el mismo condujo su entendimiento un poco más certero y claro, eso sí, después de haberla leído tres veces, cuando en cada una de ellas se mostró atento. En este caso de la ortografía no logre recabar algunas fotografías de su trabajo en donde si se evidenciaban estas problemáticas ya antes mencionadas. Con Kamila Ayala era un caso similar, también no entendía por completo las lecturas, pero por lo que observaba esta no le daba el suficiente interés como German, de esta alumna si logre recabar fotografías respecto a sus faltas ortográficas (figura 1.2); como se puede observar las palabras que no están escritas de manera correcta son: ojalá y vaya. Como mencione anteriormente no son bastantes faltas ortográficas, sino que son pocas, pero de las palabras más comunes, y esto lo hace bastante curioso. Respecto a la ortografía, (Fraca, 2010) nos menciona que tradicionalmente, el aprendizaje de la ortografía se ha enfocado en la memorización de reglas y su repetición. De este modo, surge el ‘error ortográfico’ como manifestación de un saber que se encuentra en proceso de acomodación y que requiere una toma de conciencia de los fenómenos que complejizan el aprendizaje ortográfico; y es por eso por lo que el hábito de la lectura tiene que ser muy marcado desde que el niño comienza a adentrarse al mundo de la lectoescritura, claro basándose en sus gustos y/o temas relevantes para el infante. Autores como Ferreiro (1992), Vaca (1997) o De la Torre (2004) señalan que estos son errores constructivos, en tanto permiten llegar al dominio del sistema convencional mediante hipótesis sobre la escritura que se van reformulando a medida que el niño adquiere nuevos conocimientos. De esta forma, el error se convierte en un signo de progreso en el desarrollo del conocimiento ortográfico. Es por ello por lo que Fraca, menciona, que resulta evidente, por un lado, se plantee una didáctica específica de la escritura, en la que se enseñe a los estudiantes a regular ese conocimiento, mediante la elaboración de estrategias significativas para su aprendizaje. Por ello es de suma importancia corregir estos errores de manera adecuada, es decir, si el niño tiene cierta palabra escrita incorrectamente, nosotros como docentes tendríamos que intervenir corrigiendo, ya sea en forma de nota o señalándola/marcándola. En la práctica docente de mi maestra titular observada; hacia uso de esta “estrategia” ya que ella aseguraba que esta le había servido específicamente con este grupo, es por eso por lo que la mayoría no contaba con esta dificultad solo los dos alumnos que mencione con anterioridad. Si nos adentramos a la comprensión lectora, como lo describí en párrafos anteriores, este problema no era muy usual, sucedía más en historia, por el hecho de que no era de su interés o no comprendían ciertas palabras; ahora, con relación a ello me enfocare en los procesos inferenciales. Pensemos que en un texto no todo es explícito, hay una gran cantidad de información implícita que debemos completar. Inferir demanda del lector operaciones de completamiento, asociación, deducción, relación, razonamiento, es decir, operaciones superiores que lo llevan a construir significado completando lo no dicho. Esas operaciones ayudan a superar el nivel de comprensión literal. Luna y Sanz señalan que inferir “es la habilidad de comprender algún aspecto determinado del texto a partir del significado del resto. Consiste en superar lagunas que por causas diversas aparecen en el proceso de construcción de la comprensión”. Por ello estos mencionan que los procesos inferenciales se despliegan cuando el lector: desconoce el significado de una palabra, el autor no lo presenta explícitamente, falta alguna información, etc. Un buen lector aprovecha su conocimiento, sus saberes previos, los recupera y los aplica. Entonces, si desconoce el significado de una palabra, lo infiere por el contexto. Para tratar de resanar un poco esta área de oportunidad, sería bueno primero identificar y determinar previamente la estructura del texto como lo menciona (Kintsch, 1998, esto permitirá al lector predecir el tipo de información que pretende ser comunicada; por tanto, es adecuado y conveniente que los escolares desarrollen capacidades para detectar el tipo de texto que van a leer y qué tipo de información se espera que representen en su mente; ello facilitará su planificación y organización de la información en base a la estructura textual. También para ello, tal y como señalan Block & Pressley (2007) y Kintch (1998), es crucial el uso de estrategias para realizar con efectividad procesos de reconocimiento de palabras, interpretación de frases y párrafos, comprensión del texto y supervisar dicha comprensión. La docente observada tenía muy en cuenta la comprensión de palabras confusas (para los alumnos) que se encontraban en los textos que leían; muchas de las veces explicaban el significado de la palabra que les resultaba difícil comprender y esto hacía que el alumno ya no se sintiera tan perdido a partir de ahí, también cuestionaba si se había entendido lo que se había leído y para retroalimentar el texto, ella lo explicaba al nivel que el alumno lo comprendiera y lo digiriera con más facilidad. De hecho, una actividad permanente era escribir una frase motivadora en el pizarrón, se leía y se cuestionaba el que significaba para ellos y que quería dar a entender. Ahora enfocándonos más en la grafía ordenada, que es realizar el trazo de manera correcta y/u ordenada de cada letra, el mismo alumno del que ya se habló con anterioridad (German Montoya) y otro llamado Alejandro Gallegos contaban con esta situación, como lo mencione ya con anterioridad en el texto, con esta condición su letra no era la más estética (figura 1.3), Esta es una redacción de una carta de Alejandro hacia mi persona, como se logra percibir en la imagen su letra también no es muy entendible, la manera en la que me percate que este alumno trazaba de diferente orden las letras, fue porque lo observe haciendo esta misma carta, este se sentaba a un lado de mí, así que no era muy complicado identificar esta manera de trazo, e incluso su manera de tomar el lápiz era distinta. En la figura 1.4 el alumno German tiene unas preguntas copeadas del su libro de español y sus respectivas respuestas, de él logre identificar su trazo cuando le solicite que pasara al pizarrón a escribir su opinión de lo que creía que era un múltiplo. Comente enseguida a la docente titular esta situación, de hecho, pensé que el alumno había escrito así porque no estaba acostumbrado a hacerlo en la pizarra, entonces lo mandamos llamar a que nos escribiera el nombre de sus compañeros que conformaban su equipo en esa misma clase, como pretexto para observar su trazo y en efecto, su grafía no era ordenada y eso hacía que su letra no fuera estética y entendible. En este caso la docente, solo se limitaba a mencionar que tenían que mejorar su letra estéticamente, ya que en la secundaria los maestros no aceptarían sus trabajos de esa manera. Antes que nada, a esta situación se le conoce como escritura desordenada, porque estos alumnos lo que hacían era escribir las letras de abajo hacia arriba, en lugar de arriba hacia abajo. O también como disgrafia que, según Ajuriaguerra, (2004) consiste en la dificultad que presenta un individuo en su escritura haciéndola bastante errónea y poco legible. Con relación a el mejoramiento de esta no encontré estrategias que haya presentado un autor fundamentadas en algún artículo y demás, pero indagando en la red, varios artículos (que no son tan confiables) sugerían que nuevamente se repasara el alfabeto escrito, pero ahora guiándolos de manera correcta en su trazo, con ayuda de flechas, para que el alumno identificara de donde tenía que comenzar a trazar y en qué orden. Desde mi punto de vista para esta edad ya sería muy complicado habituar al individuo a hacerlo correctamente, ya que no se hizo desde la etapa del preescolar, que es cuando regularmente se hacen los primeros trazos e incluso desde primer grado de primaria. Para finalizar mi texto, no podría sugerir algo más, sinceramente desde mi perspectiva la docente trata de resanar estas dificultades y es muy notable, por el hecho de que la mayoría no tiene estos sesgos en la materia de español: lengua materna, a pesar de haber estado en clases virtuales por la pandemia.