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1. El concepto de comunidad.
La comunidad puede ser entendida bajo tres acepciones, como:
1. Un lugar (ubicación y características del entorno físico). Localidad (proximidad) y
espacios virtuales (comunidades interpersonales)
2. Un conjunto de personas (características sociales de sus habitantes). Características
de las personas
3. Un sistema social (pautas de interacción y redes sociales). Relaciones
interpersonales.
Para Blanco (1988), el concepto de comunidad se mueve en tormo a:
a) Un ingrediente ecológico (concentración de individuos en un espacio determinado).
b) Un factor macrosocial (estructura y organización social).
c) Un elemento microsocial (relación social entre grupos y personas).
d) Un factor psicológico (sentido de comunidad).
2. Sentido de comunidad.
Para McMillan y Chavis (1986) el sentido de comunidad es un concepto
multidimensional compuesto de las siguientes características:
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e) Sistema simbólico común: el conocimiento del sistema de símbolos de una
comunidad es un prerrequisito para conocerla correctamente. Por ejemplo, cuando
una persona se traslada a vivir a otra ciudad necesita conocer el funcionamiento y las
normas sociales del nuevo contexto, sobre todo si emigra a otro país donde existen
diferencias culturales respecto al país de origen.
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esta conexión emocional y la provisión de ayuda la proporcionan principalmente las
instituciones (v.g., la ayuda a domicilio).
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-Factores sociales.
-Factores físicos.
-Factores económicos.
-Autoeficacia.
-Motivación.
-Apoyo local percibido.
-Participación comunitaria.
-Participación individual.
En la actualidad podemos contar con numerosos instrumentos para evaluar el sentido
de comunidad y la mayoría de ellos evalúan el sentido de comunidad atendiendo a la
estructura multidimensional del concepto.
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Se ha estudiado la organización social de los barrios y se han extraído tres
dimensiones que los caracterizan: interacción (grado de intercambio social en el
barrio); identidad (grado de identificación individual con el barrio); y conexión (lazos
de unión con su comunidad, organizaciones del barrio, etc.). A partir de aquí se
obtienen patrones de diferentes tipos de barrio donde puede emerger el conflicto con
mayor o menor dificultad dependiendo del grado de control social que se pueda
ejercer. De acuerdo con esto la clasificación incluye:
a) Barrios heterogéneos. En composición social, diseño físico, valores, estilo de vida,
perfiles de población, etc.
b) Barrios inestables. Se caracterizan por un alto grado de movilidad de los residentes,
no viven otros miembros de la familia, predominan los pisos de alquiler y existe
incertidumbre respecto a las reglas que llegarán a prevalecer en los procesos sociales.
c) Barrios en transición. Están sufriendo transformaciones que cambian el estilo de
vida de los residentes, pasan de ser barrios tranquilos y silenciosos a ser bulliciosos, de
estar aislados a constituirse en centro comercial, de acogida de población inmigrante,
de encuentros de “botellón”, etc.
d) Barrios con identidad y homogeneidad. Tienen una historia particular, sus
residentes tienen un tiempo alto de permanencia y conocen las reglas que rigen la vida
en la vecindad.
e) Barrio privado. Los residentes comparten estilos de vida similares, el sentido de
pertenencia viene por una identidad social estable, ofrece paz sin interacción, prima la
elección por el prestigio del barrio sobre la existencia de raíces o lazos familiares.
En los tres primeros tipos de barrio aumenta el anonimato, los residentes no se sienten
responsables del barrio, ejercen poco control sobre su espacio y el control social
informal (control interno impuesto por la propia vecindad) es escaso. En tales
circunstancias los sentimientos sobre la falta de predicción, incertidumbre y escaso
control influirán negativamente sobre el sentido de comunidad y la satisfacción con el
barrio. En el caso del barrio homogéneo y con identidad existe un fuerte control social
informal, un fuerte sentimiento de comunidad, y de satisfacción con el barrio. Por
último, el barrio privado se caracteriza por un alto control social formal (control
externo impuesto por entidades que no pertenecen al barrio, buena prestación de
servicios, de recursos, etc.), los sentimientos de comunidad son menores que en el
caso anterior, pero la similitud entre sus residentes permite que el nivel de
incertidumbre sea bajo y que se sientan satisfechos con sus barrios.
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En el momento actual es fundamental analizar los procesos de integración de los
inmigrantes en las áreas de recepción dentro de las ciudades. La inmigración implica
un proceso adaptativo en contextos interculturales, no siempre positivo para las
personas inmigrantes, lo que incrementa su vulnerabilidad. Este mayor riesgo
psicosocial dificulta su integración social, ya que en este proceso están involucrados
tanto los inmigrantes como los miembros de la sociedad de acogida. Por tanto, en este
contexto el sentido de comunidad es un buen indicador de la integración social,
entendida en el sentido de que la persona inmigrada cuenta con los mismos derechos
y oportunidades que la población autóctona en todos los niveles: social, educativo,
sanitario, cultural, económico y político. La comunidad es el entorno donde se ha de
producir la integración y es en este contexto donde el sentido de comunidad tiene un
importante papel como vía de integración de la población inmigrante y el desarrollo de
estrategias que favorecen una adecuada convivencia.
El estilo de vida en el barrio y el tipo de barrio inciden en el sentido de comunidad.
Las transformaciones y los cambios que se producen en el entorno del barrio influyen
en el sentido de comunidad de los residentes. En la actualidad vivimos momentos de
transformaciones importantes en los estilos de vida y características de la población.
Especialmente, hay un fenómeno que contribuye a ello, como es el asentamiento de la
población inmigrante en determinadas zonas de la ciudad. Es por ello, que se están
realizando estudios que analizan los entornos a través del sentido de comunidad ya
que éste facilita la relación, la identidad, la organización social y la adaptación a los
nuevos contextos. Las migraciones actuales conllevan una mayor diversificación en
todos los órdenes, generando gran variedad de perfiles y modelos de asentamiento,
con la inmigración, las experiencias personales y colectivas están relacionadas con el
asentamiento en lugares diversos.
Los inmigrantes tienden a concentrarse espacialmente en unas pocas zonas
geográficas. Por tanto, la percepción que los autóctonos tienen de los inmigrantes
puede variar considerablemente según su mayor o menor proximidad con ellos, siendo
para algunos un hecho próximo y cotidiano, mientras que para otros es algo lejano o
poco común. Es por ello que adquiere una especial relevancia el estudio de la relación
que los residentes mantienen con las personas inmigradas en el entorno en el que
conviven. Es importante conocer, las reacciones que provoca entre la población
autóctona la convivencia con los inmigrantes, los problemas de convivencia que
aparecen en los bloques de vivienda y la valoración que hacen los residentes de
aquellos inmigrantes que conocen personalmente. Así pues, es clave analizar cuál es el
sentido de comunidad de estos grupos de población ya que el sentido de comunidad
es un elemento potencialmente fortalecedor de la integración social y la calidad de
vida.
El conocimiento de esta realidad es fundamental para conocer y anticipar los efectos
no deseados de la inmigración y permite desarrollar estrategias concretas de
intervención adecuadas a las necesidades de los residentes y a la convivencia
intercultural. En un estudio en el que analizamos el sentido de comunidad y la calidad
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de vida de la población autóctona que convive con inmigrantes (Hombrados, Gómez y
Domínguez, 2009) los resultados mostraron que los residentes que no conviven con
inmigrantes perciben más conexión entre los vecinos, participan en más actividades
sociales, tienen más sentido de pertenencia al lugar y perciben más apoyo social que
aquellos residentes que conviven con inmigrantes en el bloque. Estas diferencias se
hacen más patentes cuando se evalúa la calidad de vida, nuevamente perciben más
calidad de vida los residentes que no conviven con inmigrantes. En cambio, son
especialmente interesantes los resultados hallados cuando se analizan únicamente el
sentido de comunidad y la calidad de vida de los residentes que conviven con
inmigrantes. En este caso, aumenta el sentido de comunidad y la calidad de vida
conforme aumenta el contacto con los inmigrantes. Igualmente ocurre cuando nos
centramos en los residentes que conviven con inmigrantes en el barrio ya que la
presencia de inmigrantes se corresponde con un aumento en el sentido de comunidad
y en la calidad de vida percibida por los residentes autóctonos.
Estos resultados son muy importantes para planificar una correcta intervención social
que facilite la integración con los inmigrantes a través del sentido de comunidad. La
presencia de inmigrantes en el barrio no afecta de forma diferente a los residentes que
conviven con ellos cuando los comparamos con los residentes que no tienen
inmigrantes en sus barrios. En cambio, las diferencias más importantes se producen
cuando la convivencia se produce en el ámbito más cercano de la interacción social, es
decir, en el mismo bloque. En este caso sí que se ve afectado tanto el sentido de
comunidad como la calidad de vida. Como ya se indicó, el sentido de comunidad es
complejo y éste puede referirse tanto al entorno más cercano (bloque, casa) como al
entorno menos próximo (barrio, ciudad).
En los dos estudios realizados hemos encontrado que la presencia de inmigrantes tiene
una influencia diferente en los residentes dependiendo del grado de proximidad e
interacción. Esto nos hace pensar que es necesario crear estrategias de intervención
que faciliten las relaciones interculturales entre inmigrantes y autóctonos. Esta idea
tiene aún más fuerza cuando nos centramos únicamente en los residentes que
conviven con inmigrantes puesto que la adecuada convivencia mejora el sentido de
comunidad y la calidad de vida percibida tanto en el contexto del barrio como en el del
bloque.
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En cambio, ya mostraron los miembros de la Escuela de Sociología Urbana de Chicago
que el desarraigo con la comunidad genera violencia y desadaptación. También, se
encuentra relación entre sentido de comunidad y las redes de apoyo social. Los
barrios con alto sentido de comunidad realizan más actividades sociales con sus
vecinos, y como es sabido, las personas satisfechas con el apoyo social muestran
menor estrés que quienes experimentan menor nivel de apoyo.
El sentido de comunidad se relaciona con mayor tiempo de estancia en la
comunidad, más competencia social y mayor satisfacción con la vida.
El sentido de comunidad también media entre la estabilidad del vecindario y el
bienestar de los residentes. Respecto al contexto, se ha encontrado que el sentido de
comunidad y la calidad de vida son más altas en ciudades pequeñas o en pueblos que
en las ciudades mayores y se relacionan positivamente con el número de vecinos
conocidos, la satisfacción con la composición del barrio, valorar positivamente el
hecho de conocerse unos a otros y satisfacción con los hogares. En otro estudio
(Hombrados y García, 2005) relacionan sentido de comunidad y calidad de vida y
encuentran que la variable predictora que tiene una mayor influencia sobre la calidad
de vida es la seguridad, ésta hace referencia a que los residentes hacen posible que el
lugar donde viven sea más seguro. También el apoyo social, la pertenencia y la
participación son buenos predictores de la calidad de vida.
Estos datos son sumamente importantes ya que confirman como en las comunidades
pequeñas (v.g., pueblos) o en las comunidades que facilitan la interacción social, la
ayuda entre los vecinos es una realidad social que permite a determinados grupos de
población como son las personas mayores prolongar sus redes sociales más allá del
entorno familiar y encontrar el apoyo que necesitan en su entorno más próximo.