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Biografía de Clorinda Matto de Turner

Grimanesa Martina Mato Usandivares nació en la capital andina del Perú, Cuzco, el 11 de
noviembre de 1852, en la cercana hacienda de sus padres, denominada Paullu Chico. Su
apellido paterno, Mato, y en concreto la variante preferida por su padre, Matto, daría lugar al
nombre que adoptó finalmente la futura escritora: Clorinda Matto. Hija de Grimanesa
Concepción Usandivares y Ramón Mato y Torres, casi toda su infancia transcurrió en la apacible
hacienda familiar en compañía de sus padres y hermanos, Ramón Segundo David y Ramón
Daniel. Aquellos años marcaron experiencias cuya huella quedaría impresa en sus futuros
escritos: la vida rural, la convivencia con la población indígena o su conocimiento de la lengua
quechua; vivencias que serían fundamentales para la tenaz defensa de los pueblos serranos
que desarrolló a lo largo de su vida con un instrumento que hasta el momento no se había
utilizado en el Perú con tal fin: la escritura. Al mismo tiempo, aquellos años fueron también los
de su formación en el Cuzco, en el Colegio de Nuestra Señora de las Mercedes, que después
se llamaría Colegio Nacional de Educandas, donde mostró tempranamente su vocación literaria
y periodística.
Con tan sólo diez años, en 1862 fallece su madre, y unos años después, en 1868, cuando
su padre es nombrado subprefecto de la provincia en la que se encontraba la hacienda familiar,
Calca, Clorinda abandona la escuela para dedicarse al cuidado del hogar de Paullu-Chico y de
sus hermanos. Muy pocos años quedaban para que la joven dejara el seno familiar para
casarse, en 1871, con John Turner, médico y empresario inglés con el que se trasladó a Tinta,
una población cercana al Cuzco que se convertiría en el lugar donde transcurre su primera
novela, Aves sin nido, sin bien con un nombre imaginario, Kíllac. Según Alberto Tauro es
entonces cuando adopta el nombre de Clorinda Matto de Turner, si bien Francisco Carrillo
informa sobre la aparición del nombre en documentos escolares anteriores durante la década
de 1860. Son aquellos años los que forjan a la futura escritora, pues, con el apoyo de su padre
y de su marido, comienza a publicar artículos en periódicos como El Heraldo, El Ferrocarril, El
Mercurio y El Eco de los Andes (bajo diversos pseudónimos como «Lucrecia», «Betsabé» o
«Rosario») y se inicia en la poesía y en la prosa. Como destaca Mary Berg, los intereses
temáticos principales en estos inicios eran la emancipación y la educación de las mujeres, así
como las condiciones de vida de la población indígena, que se convertirían en los grandes ejes
temáticos de su futura obra. Estos temas se compaginaron con las leyendas y tradiciones del
Cuzco, en piezas cortas a la manera de las Tradiciones peruanas de Ricardo Palma. Pero la
escritura iría siempre de la mano de una intensa actividad pública, y al mismo tiempo que creó
un círculo literario, en 1876 fundó una revista semanal de literatura, ciencia, artes y educación
titulada El recreo del Cuzco, en la que la mayor parte de los artículos eran de la propia Clorinda
Matto.
Al año siguiente, en 1877, un viaje a Lima, junto con su esposo, sería decisivo para su
entrada en los círculos intelectuales limeños de su tiempo. Fue entonces cuando tomó contacto
y comenzó una estrecha relación con Juana Manuela Gorriti, la conocida y admirada escritora
argentina que por aquellos años se había afincado en Lima y que organizaba tertulias y eventos
literarios a los que acudían los más importantes escritores del momento. Con motivo de la
llegada de Clorinda Matto, Gorriti organizó una velada literaria en su honor que contó con la
presencia de grandes intelectuales peruanos de la época como Ricardo Palma -que en este
mismo año publicó la cuarta serie de sus Tradiciones-, Mercedes Cabello de Carbonera o
Abelardo Gamarra, con quienes entablaría con los años estrecha amistad.
Tan sólo dos años después, en 1879, estalló la dramática «Guerra del Pacífico», corolario
de una depresión nacional que, a decir de Antonio Cornejo Polar (en el prólogo a Aves sin nido),
evidenció «la muy endeble constitución de la sociedad peruana, su desintegración sin
atenuantes y el fracaso sustancial de los distintos (pero muy parecidos) proyectos nacionales
que habían sido asumidos hasta entonces por las diversas (aunque también muy parecidas)
fracciones de la clase-casta dirigente». En el contexto posterior a la guerra se sitúa toda la obra
de la novelista, cuya veta reformista y ejemplarizante hay que leer en relación al mismo.
Si nos situamos en el momento concreto de la guerra, vemos a una Clorinda Matto
comprometida, que ejerció una participación activa en la defensa de su país frente a la invasión
chilena, defendió al general Andrés Avelino Cáceres -en artículos periodísticos que publicó
durante el tiempo del conflicto bélico-, cedió su propia casa para que sirviera de hospital, se
responsabilizó de crear una infraestructura para la atención de los heridos y recaudó fondos
para el ejército peruano. En ese mismo año fue presidente Nicolás de Piérola, en un mandato
que duró hasta 1881. Como apunta Efraín Cristal (en la cronología realizada para la edición
de Aves sin nido en la Biblioteca Ayacucho), «Piérola, futuro rival político de Cáceres, es la
figura pública más despreciada por Clorinda Matto de Turner», lo cual determinaría su futuro
como mujer proscrita en el Perú.
En marzo de 1881, en plena guerra, falleció John Turner, circunstancia que la obligó a
responsabilizarse de los endeudados negocios que éste tenía en Tinta y que la situaron en una
difícil situación económica. Tras conseguir pagar deudas y salir moderadamente airosa de las
dificultades, se trasladó a Arequipa en 1883, cuando las tropas chilenas se retiraron del Perú y
se dio por concluida la guerra. Un año después, en esta misma ciudad, asumía la jefatura de
Redacción del diario La Bolsa. La temática de los artículos allí publicados -el patriotismo o los
temas relacionados con la reorganización del país: agricultura, educación de la población
indígena, situación y educación de la mujer, migraciones, etc.- obedece a la circunstancia
histórica del período de depresión que se inicia tras la guerra y a los esfuerzos con los que
Clorinda Matto, desde el ámbito periodístico, trató de contribuir al renacimiento nacional. Es en
este año de 1884 cuando publica por fin sus primeras obras, ambas en Arequipa: un libro de
literatura destinada a las mujeres, que fue una de sus principales preocupaciones durante toda
su vida: Elementos de literatura. Según el reglamento de instrucción pública. Para el uso del
bello sexo; y la primera serie de relatos históricos sobre el Cuzco: Perú-Tradiciones cuzqueñas,
que apareció con un aval decisivo, el prólogo de Ricardo Palma. En este mismo año de 1884,
se estrenó el 16 de octubre en Arequipa su única obra teatral, Hima-Sumac, que se
representaría nuevamente en Lima en 1888. Con esta obra, que relata un drama amoroso cuyo
trasfondo histórico es la opresión y tortura sufrida por los indígenas en manos de los españoles
durante los tiempos de la colonia, Matto trató de contribuir, desde la comunicación directa del
escenario teatral, a la refundación nacional e identitaria tras la guerra, subrayando la necesaria
integración indígena en ese proyecto de futuro. Los principales ejes temáticos de sus futuras
novelas quedaban trazados en estas obras primerizas: la educación de la mujer en el Perú, y el
proyecto de integración nacional tras la guerra a través de la recuperación de sus tradiciones
históricas y de la inserción de la población indígena en dicho proyecto.
A partir de 1886 Clorinda Matto se traslada a Lima donde, según relata Mary Berg, «se
había establecido su hermano David, que había obtenido título de médico-cirujano en 1885 y
ejercía la presidencia de la Unión Fernandina». La situación social de la escritora se empieza a
consolidar. En este mismo año se reeditaron las Tradiciones cuzqueñas y, en lo concerniente a
la política nacional, se inició la primera presidencia del general Cáceres, a quien ella siempre
apoyó y que ejercería su mandato hasta 1890. En la capital entra en contacto con la
intelectualidad limeña, que se reunía en los salones de las principales asociaciones literarias de
estos años: el Ateneo y el Círculo Literario (fundado en 1885). Manuel González Prada,
vicepresidente del Círculo por aquel entonces, despuntaba como gran orador y escritor, y su
prédica indigenista, en algunas de sus formulaciones (fundamentalmente en la insistencia sobre
la necesaria modernización del país, la educación de los indígenas o la crítica a las elites
eclesiásticas) calaría en el ideario y en las futuras novelas de Matto. Su influencia sería visible
en Aves sin nido en lo referente a la denuncia de la explotación y la tiranía ejercida sobre la
población indígena peruana por lo que el intelectual llamó «la trinidad embrutecedora del indio»,
formada por el juez, el gobernador y el cura. Recordemos que fue en 1888 cuando se pronunció
el famoso «Discurso en el Politeama» (en el teatro que lleva este nombre) en el que González
Prada formuló su denuncia.
Una nueva jefatura de Redacción viene a consolidar el lugar de Clorinda Matto en Lima y
su solidez y reputación como periodista: en 1889 asume la dirección de la más prestigiosa
revista literaria del momento, El Perú Ilustrado. El prestigio de esta publicación no era
injustificado, pues a través de esta revista se difundió en Perú la obra de los más afamados
escritores hispanoamericanos del momento, como Rubén Darío, así como la de las principales
figuras peruanas de aquellos años: Ricardo Palma y González Prada. 1889 es sin duda una
fecha clave de su biografía, pues a esta dirección de la reputada revista viene a unirse la
publicación de su primera y más famosa novela, Aves sin nido, que fue muy aclamada y, sobre
todo, muy leída en el Perú de su tiempo.
Con Aves sin nido Clorinda Matto de Turner se convertía en la primera novelista peruana
que inauguró el indigenismo literario. La novela puede definirse como un alegato étnico-social
en el que planteó un programa para la regeneración del indio peruano basado
fundamentalmente en los valores de la educación y de la cultura. Con esta obra se adelantaba
Matto al gran defensor del indigenismo, José Carlos Mariátegui, al anticipar la idea de este
último según la cual «la solución del problema del indio tiene que ser una solución social» -
coincidiendo por otra parte con los planteamientos de González Prada-, y fue la primera que
formuló desde el espacio de la novela los grandes problemas que unas décadas después
estarían en el centro del pensamiento de Mariátegui: el abuso del poder de las elites no
indígenas, la discriminación racial, la depresión educacional, la marginación socioeconómica de
los indígenas, las humillaciones y vejaciones cometidas en la sierra con las mujeres por parte
de las elites gubernamentales y eclesiásticas: en sus palabras,
la carencia de escuelas, la falta de buena fe en los párrocos y la depravación manifiesta de
los pocos que comercian con la ignorancia y la consiguiente sumisión de las masas alejan, cada
día más, a aquellos pueblos de la verdadera civilización, que, cimentada, agregaría al país
secciones importantes con elementos tendentes a su mayor engrandecimiento[1].
Clorinda Matto puso por tanto las bases para democratizar la idea de igualdad con un
indigenismo que en estos orígenes se formulaba como integrador y armonizador dentro de la
ideología burguesa de la autora (tal y como se infiere de la alusión a la «verdadera civilización»),
muy propio de los procesos hispanoamericanos decimonónicos que trataron de construir la idea
de nación integrada en una sociedad ya independiente.
Un año después de la publicación de Aves sin nido, en 1890, Clorinda Matto daría a la luz
otra de sus obras, Bocetos al lápiz de americanos célebres que, como su propio título evidencia,
se trata de un conjunto de textos sobre ilustres figuras de la historia hispanoamericana. En este
mismo año de 1890 tuvo que abandonar su puesto de jefa de redacción en El Perú Ilustrado, a
consecuencia de la publicación en la revista -al parecer sin la autorización de Matto- de
«Magdala», cuento del brasileño Enrique Coelho en el que se relataba el deseo -sexual- de
Jesús por María Magdalena. El suceso significó la prohibición de la revista por parte del obispo
de Lima, y no sólo le costó el puesto de trabajo sino que provocó el inicio de una persecución
por parte de la iglesia que terminaría en excomunión; persecución que no se justificaba
únicamente por este suceso puntual sino por la acusación de la Iglesia por difamaciones
anticlericales en Aves sin nido. El cerco sobre Clorinda Matto encendió la polémica en torno a
su figura: tanto en Cuzco como en Arequipa fue quemada su efigie y en 1891 Aves sin nido pasó
a formar parte de la lista de libros prohibidos por la iglesia católica en el Perú. Pero la
persecución no aplacó la pluma de la escritora, y en este mismo año publicó su segunda
novela, Índole, en la que se desquitaría de la afrenta sufrida a través del planteamiento,
nuevamente, de toda una serie de denuncias a la Iglesia, que pueden sintetizarse en la
presentación de la corrupción de la iglesia peruana en connivencia con el ejército y el gobierno.
Al año siguiente, en 1892, funda, con la ayuda de su hermano David, la editorial «La
Equitativa», una imprenta «femenina» cuya propaganda decía lo siguiente: «Muestrario de la
Imprenta "La Equitativa", servida por señoras, fundada en febrero de 1892 por Clorinda Matto
de Turner». Allí publicó, a partir de 1893, otra revista creada por ellas misma, la quincenal
titulada Los Andes, e imprimió su libro Leyendas y recortes (de 1893), así como obras de otras
escritoras de su tiempo.
En 1894 se inició la segunda presidencia del general Cáceres. De nuevo Clorinda Matto
participó activamente en la defensa de este último frente a su rival, Nicolás de Piérola; una toma
de partido que, como he apuntado más arriba, hay que tener en cuenta para visualizar su camino
hacia el exilio final.
Sólo queda una tercera obra en la trayectoria novelística de Clorinda Matto: Herencia, que
salió de las imprentas a comienzos de 1895. La imagen de Lima que ella misma había dado
en Aves sin nido, como el centro irradiador de la necesaria modernidad para el Ande, se
transforma ahora, en esta última novela, en una ciudad moralmente degradada, en la que tan
sólo prima el valor de las apariencias. Los acontecimientos políticos ocurridos en este mismo
año fueron definitivos para su destino. Un golpe de estado de Piérola le dio el poder y, como
consecuencia, Clorinda Matto sufrió el saqueo y la destrucción de su casa y de su imprenta.
Todo ello, unido a la pérdida de su anterior situación social en el Perú, provocó su exilio a Chile
el 25 de abril de 1895, donde tuvo una gran acogida, y finalmente a Buenos Aires, ciudad en la
que se afincaría para siempre. En la capital argentina fue profesora de la Escuela Comercial de
Mujeres y de la Escuela Normal de Profesoras, tradujo al quechua libros del Antiguo Testamento
(publicados entre 1901 y 1904) y escribió en los periódicos más importantes de la época: La
Nación, La Prensa, La Razón y El Tiempo.
En esta misma ciudad, en 1896, inició la publicación de la revista Búcaro Americano, sobre
temas sociales y literarios, que se publicó hasta el año 1909. El 1 de febrero de este año
apareció en la revista uno de sus artículos más célebres: «Las obreras del pensamiento en la
América del Sur»; conferencia que había pronunciado el año anterior en el Ateneo de Buenos
Aires, en la que evocó a las escritoras latinoamericanas como verdaderas heroínas que «luchan,
día a día, hora tras hora, para producir el libro, el folleto, el periódico, encarnados en el ideal del
progreso femenino». Y lo hizo reconociendo una deuda a la mujer silenciosa y resignada que
cruzó barreras de siglos «repitiendo apenas, con miedoso sigilo, las mágicas palabras: libertad,
derecho». En 1902 publicó su citada obra Boreales, miniaturas y porcelanas, y en 1904 apareció
la primera traducción de Aves sin nido al inglés por J. H. Hudson.
Un largo viaje por Europa en 1908 fue el último gran capítulo de la intensa vida de la
novelista. En su estancia europea contrajo una bronquitis crónica de la que ya no se curaría.
Sin embargo, ello tampoco truncó la tenacidad de la escritura, y Clorinda Matto dejó escrito un
diario con sus vivencias e impresiones de Italia, Francia, Inglaterra, Suiza y Alemania, que sólo
póstumamente, en 1909, vería la luz, con el título Viaje de recreo: España, Francia, Inglaterra,
Italia, Suiza y Alemania.
A finales de 1808 regresó a Buenos Aires con aquella dolencia que arrastraría hasta el día
de su fallecimiento, el 25 de octubre de 1909. Hubo que esperar más de una década, hasta el
año 1924, para que el Congreso del Perú y su presidente Augusto B. Leguía realizaran el
trasladado a Lima de los restos de Clorinda Matto de Turner; la infatigable «obrera del
pensamiento» y de la acción social por la defensa de los más elementales derechos humanos,
cuya vida ha quedado signada por una palabra: compromiso.

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