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Francisco de Quevedo

Francisco [Gómez] de Quevedo [Villegas y Santibáñez Cevallos] nació el 14 de septiembre de 1580 en Madrid, España.

Fue un escritor representante del Siglo de Oro. Realizó sus estudios en el Colegio Imperial de los Jesuitas, y en la
Universidad de Alcalá de Henares y de Valladolid. En esos años desarrolló su fama como poeta, y sus intereses por la
filosofía y la filología. Continuó con sus estudios de teología en Madrid, donde conoció al duque de Osuna, a quien le
dedicó las traducciones de Anacreonte. En 1616, obtuvo el hábito de caballero de la Orden de Santiago. Lo condenaron
al destierro por la supuesta participación en la conjuración de Venecia. El duque de Olivares lo libró de este castigo y
Quevedo fue nombrado secretario real.

Se dedicó a escribir todos los géneros literarios de la época. Su obra poética se publicó en dos volúmenes de manera
póstuma.

Fallecimiento: 8 de septiembre de 1645, Villanueva de los Infantes, España

Sus obras más destacadas son Historia de la vida del Buscón (1603), Los Sueños (1605-1622), Política de Dios, gobierno
de Cristo, tiranía de Satanás (1626), La cuna y la sepultura (1635) y Marco Bruto (1646), entre otras. Son numerosos los
sonetos, letrillas y romances divulgados por los juglares, recogidos póstumamente.

A un hombre de gran nariz Definición del amor


Es hielo abrasador, es fuego helado,
Érase un hombre a una nariz pegado, es herida que duele y no se siente,
Érase una nariz superlativa, es un soñado bien, un mal presente,
es un breve descanso muy cansado.
Érase una alquitara medio viva, Es un descuido que nos da cuidado,
Érase un peje espada mal barbado; un cobarde con nombre de valiente,
un andar solitario entre la gente,
Era un reloj de sol mal encarado. un amar solamente ser amado.
Érase un elefante boca arriba, Es una libertad encarcelada,
que dura hasta el postrero
Érase una nariz sayón y escriba, paroxismo;
Un Ovidio Nasón mal narigado.
enfermedad que crece si es curada.
Éste es el niño Amor, éste es su
Érase el espolón de una galera, abismo.
¿Mirad cuál amistad tendrá con nada
Érase una pirámide de Egito,
el que en todo es contrario de sí
Los doce tribus de narices era; mismo!
Érase un naricísimo infinito,
Frisón archinariz, caratulera,
Sabañón garrafal morado y frito.
Luis de Góngora
Nacido en Córdoba en el año 1561, Luis de Góngora creció en el seno de una familia
acomodada y estudió en la Universidad de Salamanca. Fue nombrado racionero en la catedral
de Córdoba, un hecho que le llevó a viajar por gran parte de España y conocer las diferentes
ciudades y poetas. Fue en el año 1603, cuando se hallaba en la corte de Valladolid, cuando
comenzó a escribir numerosas letrillas que tiempo después se hicieron muy famosas a la vez
que estrechaba su amistad con Pedro Espinosa y surgía su conocida enemistad con el poeta
Francisco de Quevedo. Más tarde, fue nombrado capellán por Felipe III.
En sus primeras composiciones se adivina ya una parte muy satírica en sus obras al que se le
terminó uniendo un estilo culto y elegante que se definió como culteranismo o gongorismo y
se caracteriza por tener como objetivo principal lograr que la expresión se haga más intensa.
Su estilo, sin duda, comienza a volverse muy personal, su lenguaje utiliza expresiones muy
cultas constantemente y utiliza numerosas hipérboles barrocas, así como hiperbatones y
aliteraciones que enriquecen el léxico de una forma muy complicada y colorida. Su fama fue
enorme durante el Barroco y pasó a ser uno de los poetas más reconocidos del Barroco
español.
Obras más importantes:
Soledades, Fábula de Polifemo y Galatea, Fábula de Píramo y Tisbe, El Panegírico
A cierta dama que se dejaba vencer
A los celos
Mientras Corinto, en lágrimas deshecho, ¡Oh niebla del estado más sereno,
Furia infernal, serpiente mal nacida!
La sangre de su pecho vierte en vano, ¡Oh ponzoñosa víbora escondida
Vende Lice a un decrépito indïano De verde prado en oloroso seno!

Por cient escudos la mitad del lecho. ¡Oh entre el néctar de Amor mortal
¿Quién, pues, se maravilla deste hecho, veneno,
Que en vaso de cristal quitas la vida!
Sabiendo que halla ya paso más llano, ¡Oh espada sobre mí de un pelo asida,
De la amorosa espuela duro freno!
La bolsa abierta, el rico pelicano,
Que el pelícano pobre, ¿abierto el pecho? ¡Oh celo, del favor verdugo eterno!,
Vuélvete al lugar triste donde estabas,
Interés, ojos de oro como gato, O al reino (si allá cabes) del espanto;
Y gato de doblones, no Amor ciego,
Mas no cabrás allá, que pues ha tanto
Que leña y plumas gasta, cient arpones Que comes de ti mismo y no te acabas,
Mayor debes de ser que el mismo infierno.

Le flechó de la aljaba de un talego.


¿Qué Tremecén no desmantela un trato,
Arrimándole al trato cien cañones?
Baltasar Gracián
Baltasar Gracián y Morales nació en Belmonte de Gracián, en 1601 y murió en Tarazona, en
1658. Hijo de un funcionario, estudió en un colegio jesuita de Calatayud y en la Universidad de
Huesca. En 1619 ingresó en la Compañía de Jesús. Se ordenó sacerdote en 1635. Fue confesor
del virrey Nochera, a quien acompañó a Madrid, ciudad donde trabó amistad con el poeta
Hurtado de Mendoza. Por sus enemistades en la orden de los jesuitas, lo enviaron castigado a
Lérida, a sofocar la revuelta catalana. Fue brevemente secretario de Felipe IV. Su salud se
quebrantó tras un largo castigo a pan y agua impuesto por Jacinto Piquer, el provincial de
Aragón (superior religioso de una provincia). La influencia de su obra, elegante y pesimista, ha
llegado hasta la posmodernidad.
Obras importantes:
El Héroe (1639), El Político don Fernando el Católico (1640), Arte de ingenio. Tratado de la
agudeza (1642), El Discreto (1646), Oráculo manual y arte de prudencia (1647), Agudeza y arte
de ingenio (1648), El Comulgatorio (1655)
Triste no tener amigo El héroe (fragmento)
Triste cosa es no tener amigos, ¡Oh, pues, varón culto,
pretendiente de la heroicidad!
Nota el más importante primor,
pero más triste debe ser no tener repara en la más constante
enemigos, destreza.

porque quien enemigos no tenga, No puede la grandeza fundarse en


señal de que el pecado, que es nada, sino en
Dios, que lo es todo.

no tiene: ni talento que haga


sombra, ni valor que le teman, Si la excelencia mortal es de
codicia, la eterna sea de ambición.

ni honra que le murmuren, ni


bienes que le codicien, Ser héroe del mundo, poco o nada
es; serlo del cielo es mucho. A cuyo
gran monarca sea la alabanza, sea
ni cosa buena que le envidien. la honra, sea la gloria.

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