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Lírica barroca
Antología
1 El tema del carpe diem fue muy popular entre los poetas renacentistas. Góngora le dedica este
soneto y otro más al año siguiente. El precedente español de los dos es “En tanto que de rosa y
azucena”, de Garcilaso; tiene parentesco directo con Bernardo Tasso: “Mentre che l'aureo crin
v'ondeggia intorno”. El primer impulso a este tema fue dado por Ausonio: “Collige virgo rosas,
dum flos novus, et nova pubes, / et memor esto aevum sic properare tuum” (“Recoge, muchacha,
las rosas, mientras la flor es nueva y nueva la juventud, / y recuerda que tu propia edad vuela con
similar premura”). Se encuentra también en Horacio, Odas, I, XI, c. 8. En el soneto de Góngora es
de notar el último verso, muy lejos ya del gozo renacentista, con la angustia graduada de la
desaparición total. Es notable también por el uso magistral de la correlación. Se trata del soneto más
comentado del autor.
2 Lirio.
3 Cogerlo.
4 Violeta truncada.
1
Al sol porque salió estando con una dama y le fue forzoso dejarla
8 Alusión a Faetón, hijo de la oceánide Clímene y el dios del sol Helios en la mitología griega. Para
alardear ante sus amigos, Faetón le pidió a su padre que le permitiera conducir el carruaje del sol
durante un día. Sin embargo, al hacerlo, el joven se dejó arrastrar por el pánico y perdió el control
de los caballos que tiraban del carro. Primero voló demasiado alto, de forma que la tierra se enfrió.
Luego bajó demasiado, y la vegetación se secó y ardió, convirtió en desierto la mayor parte
de África y quemó la piel de los etíopes hasta volverla negra. Ante los desastres que estaba
ocasionando, Zeus se vio forzado a intervenir y arrojó uno de sus rayos contra el carro desbocado
para detenerlo, y en consecuencia Faetón cayó y se ahogó en el río Erídano.
En este terceto, la palabra rayo se utiliza con un doble sentido. Por un lado, los rayos del sol
(“porque no den los tuyos –es decir, tus rayos– más enojos”); por el otro, los rayos de Zeus, las
descargas eléctricas entre dos nubes o entre una nube y la tierra, en el pedido del yo lírico “rayo,
como a tu hijo, te dé muerte”.
2
A los celos9
9 Tiene parentesco con el soneto XXIII de Sannazaro, “O gelosia, d’amanti orribil freno”, traducido
por varios autores al español, aunque no es necesariamente una imitación directa: los celos de amor
fueron uno de los temas más populares de la época. En Góngora, el final es mucho más intenso y
sombrío que en el soneto italiano.
10 Retoma la consabida imagen de Virgilio “latet anguis in herba”: “la serpiente se oculta entre las
cabeza de quien se sentara en el trono de Dionisio I, tirano de Siracusa. Por extensión, se emplea
metafóricamente la imagen para referirse a la amenaza persistente de un peligro.
12 Hace tanto.
3
A una rosa
4
[La dulce boca que a gustar convida]
a los amantes a no tocar esa dulce boca que se describe en el cuarteto si desean vivir.
22 Alusión al adagio latino “latet anguis in herba” (“la serpiente se oculta entre las hierbas”),
25 Tántalo es un semidiós de la mitología griega, hijo de Zeus y la oceánide Pluto. Debido a una
serie de crímenes atroces fue condenado al Tártaro, la zona más profunda del Hades o Inframundo,
reservada al castigo de los malvados. Su pena allí consiste en estar en un lago, con el agua hasta la
barbilla, bajo un árbol de ramas bajas repletas de frutas (en muchas representaciones, manzanas).
Cada vez que Tántalo, desesperado por el hambre o la sed, intenta tomar una fruta o sorber algo de
agua, estos se retiran inmediatamente de su alcance, causándole una insatisfacción perpetua.
Góngora compara las rosas del amor con las frutas de Tántalo, objetos de deseo que, incluso
cuando parecen estar cerca, se mantienen inalcanzables.
5
De la brevedad engañosa de la vida
26 Los primeros versos contienen dos frases intercaladas, violentamente trastocadas por el
hipérbaton: [La] saeta solicitó [la] destinada señal, que mordió aguda, menos veloz que presurosa
corre a su fin nuestra edad; [el] carro agonal no coronó [la] meta, por la arena muda, con más
silencio que corre secreta a su fin nuestra edad. Se comparan así, por un lado, la velocidad de la
saeta con la de la vida, y luego el silencio en el que corre el carro con el sigilo con el que corre la
vida.
La señal es la diana a la que se dirige la flecha. Adviértase la aliteración de eses en los dos primeros
versos.
En Roma, los carros que participaban de las fiestas agonales en honor a Jano daban siete vueltas
sobre la arena del circo, y en cada una de ellas tenían que girar alrededor de las metas (o mojones)
situadas en los extremos de la pista recta. El giro era una maniobra muy peligrosa, en la que muchos
aurigas perdían el control y se salían de la pista. Por eso a menudo el público guardaba un silencio
sepulcral cuando un corredor llegaba a la meta y se mantenía la tensión hasta que la superaba.
También hay una aliteración en “no coronó con”, que imita el sonido de las ruedas del carro. Coronó es
cultismo por “rodeó”.
27 Los cometas se consideraban señales de mal presagio. Para quien dude de la brevedad de la vida,
cada Sol que sale y se vuelve a poner es como un cometa –una señal nefasta– que le está advirtiendo
al respecto (aunque se trate de alguien tan irracional y necio como una bestia: en el verso 7 el que
tiene valor de “aunque”).
28 Las ruinas de Cartago, arrasada por Roma y reducida a la nada, atestiguan lo pasajeros que son la
este vocativo, se pone de manifiesto el carácter reflexivo del poema, como si se tratara de una
meditación íntima del autor.
30 Nótese la progresión que, a través de las repeticiones y la gradación de los términos, encadena
31 Crítica del estilo llano de Lope, que según dice solo puede agradar a un público tosco e ignorante.
Debe de ser anterior a 1622.
32 Aguachirle: “usan vulgarmente (...) de esta voz cuando alguna cosa que se hace, como almidón,
almíbar o alguna bebida compuesta, está más clara de lo que es menester”. Bebida o alimento
líquido sin fuerza ni sustancia; y, por extensión, cosa baladí e insustancial.
33 La mayor parte de los partidarios de Lope, así como él mismo, eran castellanos.
36 la corriente cana del antiguo idioma: “el anciano (viejo) estilo del antiguo idioma castellano”. Turba lega:
muchedumbre ignorante.
37 La elocuencia y la cultura griegas y romanas.
38 los cisnes cultos: los poetas cultos opuestos al cisne-ave que canta una sola vez antes de morir.
39 Aganipe: la fuente consagrada a las Musas; quien bebía de sus aguas, adquiría sabiduría y
elocuencia.
40 Relativo o perteneciente a una laguna o un pantano.
41 Juego de palabras entre las plumas del ave y las que se usaban para escribir. Borrar charcos puede
valer tanto por enturbiar charcos como por secar charcos: que la pluma vulgar que tanto agrada a
los patos castellanos no consuma más charcos de tinta, es decir, que no siga escribiendo.
7
Francisco de Quevedo
(Madrid, 1580 – Villanueva de los Infantes, 1645)
}
Enseña cómo todas las cosas avisan de la muerte
carrera de la edad.
45 En el sentido de vigor, fuerza.
47 Imagen clásica, frecuente en la poesía bucólica: el ganado muge y se queja del monte, que
proyecta su sombra cada vez más larga y oscurece la luz del día. La caída de la tarde, el pasaje
sombrío, representan plástica y metafóricamente el cansancio, el abatimiento, el fin de un ciclo, y
anuncian la llegada inminente de la noche.
48 La casa mancillada, lastimosa y reducida a despojos, el báculo corvo y debilitado, la espada
vencida por el paso del tiempo, funcionan como una metonimia del propio cuerpo avejentado.
49 Este verso recuerda a Ovidio, Tristia, I, 11, 23: “Quocumque aspexi, nihil est nisi mortis imago”
(“a cualquier lugar que miro, no hay sino la imagen de la muerte”). El poema concluye con el
concepto central, la idea que hasta aquí había rondado pero evitado nombrar: muerte. Obsérvense
además los tres golpes rítmicos del último verso, que caen sobre el diptongo de la rima repetido
además en tres palabras sucesivas, ue: incluso la imagen sonora del último verso refuerza que todo
recuerda y conduce a la muerte.
8
A Roma, sepultada en sus ruinas
Palatino.
53 Forma antigua normal para referirse al Tíber, el río que atraviesa Roma.
54 Sepultura.
55 Cultismo del latín funus, “entierro”, “sepelio”. La corriente del río produce un canto funerario.
56 Esta paradoja final cierra un soneto construido sobre contradicciones y juegos paradojales: lo que
era firme huyó, lo fugitivo permanece, etc. “Permanece y dura” es una endíadis (expresión de un
solo concepto mediante dos nombres coordinados) que se emplea para reforzar y enfatizar la idea.
9
Salmo XVIII
Que la vida es siempre breve y fugitiva. Concluye el discurso con
una sentencia estoica57
57 El estoicismo es una escuela filosófica fundada por Zenón de Citio en el 301 a. C., en la antigua
Grecia. Su doctrina se basa en el dominio de las pasiones, la imperturbabilidad ante los vaivenes de
la fortuna, el cultivo de la sabiduría y la templanza y el llamado a regir la propia vida por los
principios de la razón y la virtud, con el objetivo de alcanzar la felicidad.
58 Estos objetos indirectos se refieren semánticamente al brío mencionado en el verso anterior. Se
podría parafrasear, alterando la sintaxis: burlando el brío del acero valiente y del mármol frío.
59 Cultismo con el sentido de “profundas”.
60 Utilización de dos metáforas de extendida tradición: la vida como un río, el fin de la vida o la
muerte como un mar donde el río desemboca. La personalización se consigue por medio de las
calificaciones que Quevedo aplica a ese río y ese mar. Adviértase que es el mar el que se bebe el río,
y no al revés.
61 Construcción quiasmática para la expresión de la paradoja: adj. + sust. <> sust. + adj., que de
apasionadas y vehementes, que van añadiendo calificaciones para dar cuenta de su objeto.
63 Esta frase remite a la sentencia de Séneca en Epigramas, 7, 7: “Lex est, non poena, perire” (“morir
10
Enseña a morir antes y que la mayor parte de la muerte es la vida,
y ésta no se siente, y la menor, que es el último suspiro, es la que
da pena
anterior, que se dirigía al señor don Juan, a la primera persona meditativa ahora, que presenta este
último terceto como una reflexión íntima del poeta.
11
Arrepentimiento y lágrimas debidas al engaño de la vida
12
Conoce la diligencia con que se acerca la muerte, y procura
conocer también la conveniencia de su venida, y aprovecharse de
ese conocimiento
13
Algunos años antes de su prisión última, me envió este excelente
soneto desde la torre74
74 Como en el resto de los poemas que se encuentran encabezados por un epígrafe, el epígrafe por
lo general proviene de las primeras ediciones impresas de los poemas y se debe a la pluma de los
editores. En el caso de los poemas de Quevedo, fueron redactados por su editor José González de
Salas; aunque cabe la posibilidad de que en ocasiones puntuales hayan sido dictados por el propio
poeta (no, sin embargo, en este soneto).
75 La idea de la lectura como forma de conversación con los muertos ya aparece en Séneca, De
brevitate vitae.
76 Músicos tiene aquí el sentido de armoniosos. Callados contrapuntos es una metáfora que designa a la
lectura como una conversación o un intercambio silencioso. El verso construye un doble oxímoron:
entre contrapuntos y callados, por un lado, y por el otro entre músicos (armoniosos) y callados, los dos
calificativos que se aplican a esos contrapuntos. El oxímoron, a su vez, se apoya en un concepto
filosófico de la escuela pitagórica: la música callada es la armonía de las esferas, música celestial que
los oídos humanos no perciben, por ser constante y sin variaciones.
77 Adviértase la contraposición paradojal entre el sueño en que transcurre la vida y los difuntos
despiertos.
78 La imagen de la injuria de los años está tomada del Epistolario de Séneca.
79 La imprenta libra (libera) a las grandes almas que la muerte ausenta, y al actuar así obra como
vengadora de la injuria de los años. La forma culta “Ioseph” invoca a José González de Salas, amigo
y editor de Quevedo. El poeta reelabora aquí el viejo tópico del arte vencedor del tiempo y de la
muerte; la novedad consiste en el elogio de la imprenta como liberadora de la muerte, a través del
cual se actualiza el antiguo tópico.
80 Hora con el sentido de “tiempo”.
81 Aquella remite a la hora. El mejor cálculo cuenta alude a la costumbre romana de señalar o contar los
días felices con piedra blanca, y con piedra negra los aciagos. El sentido general de la frase sería: “la
hora (aquella) que nos mejora a través de la lección y el estudio se cuenta con la mejor piedrecilla (el
mejor cálculo)”.
14
Amor constante más allá de la muerte
ribera que se menciona en el soneto es, pues, una nueva metáfora de la muerte, asentada en el
imaginario clásico.
84 En la poesía amorosa, “arder” suele utilizarse con el sentido de sentir la pasión, amar.
86 El poeta hiperboliza la pasión refiriéndose a ella como “todo un dios” que ha estado encerrado
en la prisión del alma del amante. La concepción del Amor como un dios se remonta a la mitología
grecolatina.
87 Los líquidos corporales.
88 En la poesía amorosa latina, médulas (medulla) alterna con huesos (ossa) para referirse a la
interioridad del cuerpo. El propio Quevedo tradujo el verso de la Eneida IV, 101, “Ardet amans
Dido traxitque per ossa furorem” (“Arde Dido enamorada y corre por sus huesos el furor”)
utilizando la variante medulas en vez de huesos.
89 Preocupación, sentimiento.
90 Nótese el cambio rítmico que se observa entre los cuartetos y los tercetos. En el primer cuarteto,
cada par de versos está fundido y entremezclado a través de los encabalgamientos y los hipérbatos;
en el segundo cuarteto, cada frase (unidad sintagmática) se desarrolla en dos versos, aunque más
ordenadamente. En el primer terceto, en cambio, los versos coinciden perfectamente con la
secuencia sintáctica, por lo que la pausa al final de cada verso se hace sentir con fuerza. Para
potenciar este efecto, además, los versos se construyen de forma paralela, encabezados por un
sustantivo seguido de su complemento. Por último, el terceto final incrementa las pausas, cortando
15
Contra don Luis de Góngora91
los versos a la mitad para introducir adversativas (encabezadas por no, pero, mas). El clímax final se
construye a través de estas adversativas, contraponiendo a las imágenes de la muerte (cuerpo, cenizas,
polvo) la persistencia y el triunfo del amor (el cuidado, el sentido, el mantenerse enamorado). No es casual
que esta sea la última palabra del poema, la que queda resonando tras su conclusión.
91 Según Blecua, posterior, pero no mucho, a la publicación de la Fábula de Polifemo y Galatea (1612),
poema en el que Góngora recrea la historia del cíclope Polifemo narrada en Las metamorfosis de
Ovidio. Es probable que haya sido escrito en vida de Góngora, por la virulencia que exhibe. Por lo
tanto, es fechable entre 1613 y 1627. Todo el soneto se construye a base de perífrasis metafóricas
que aluden al culo, tal como se explicita en el verso 13.
92 Cíclope: por tener “un solo ojo” o agujero. Alusión al Polifemo gongorino. Siciliano: Polifemo era
cíclope siciliano. Asimismo, nueva alusión escatológica, puesta de relieve a través de la diéresis que
disocia ingeniosamente sicili-ano. Adviértase asimismo que “-ano” constituye una de las rimas
destacadas a lo largo del poema.
93 La idea del hombre como microcosmos o pequeño mundo tuvo gran difusión en la Edad Media
y el Renacimiento. Si el cosmos tiene varios orbes, el hombre, en tanto microcosmos, tendrá otros
varios: el postrero es el último o trasero.
94 Faz antípoda: la cara o el rostro (faz) opuesto a la cara que mostramos comúnmente.
95 Hemisfero: cada una de las dos mitades de una esfera dividida por un plano.
96 Término: distrito, terreno; en astronomía, se llama así a ciertos grados y límites en que los planetas
propio Góngora de lo que en la época se llamaba “sodomía pasiva”. En suma, “aunque el ano, por
su forma, es un cero, un abaquista o contador veneciano (es decir, sodomita) es capaz de operar
con él –incluso partirlo–”. Juego de palabras con partir, que vale por “dividir” y por “romper”.
98 Minóculo: de un solo ojo, destacando el componente “culo”. A pesar de tener un ojo, se trata de
99 El diccionario de Autoridades define bujarrón como “El hombre vil e infame que comete
activamente el pecado nefando”, es decir, la sodomía.
100 De continuo, continuamente.
101 La amarillez de la tez se considera signo del sufrimiento del enamorado, en dilogía con el color
del oro.
102 Doblón: nombre de una moneda, pero también en oposición a sencillo, es decir, “con engaño o
doblez” o con sencillez y sinceridad: por lo tanto, sea cual sea su conducta.
103 En estos cuatro versos se describe lo que era una realidad: se extraía el oro de América y se lo
llevaba a España, donde desaparecía por la crisis, y terminaba en las arcas de los banqueros
genoveses que habían prestado dinero a la Corona española, con intereses, para hacer frente a los
gastos de la Monarquía.
104 Es como un oro: frase hecha que se aplica a lo que es excelso, aquí empleada no solo en su sentido
106 Infringe cualquier ley y avasalla cualquier derecho, para el dinero no rigen normas.
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y es de nobles descendiente,
porque en las venas108 de oriente
todas las sangres son reales.
Y pues es quien hace iguales
al duque y al ganadero,
poderoso caballero
es don Dinero.
110 Lo menos: la moneda de menos valor, la blanca, que así se llamaba en Castilla. Blanca de Castilla
(1188-1252), por otra parte, había sido infanta de Castilla y reina consorte de Francia por su
matrimonio con Luis VIII. A través de este juego de palabras se pone de relieve que el dinero
trastoca todo y se impone sobre los más altos linajes.
111 El escudo era una moneda de mucho valor, de oro o plata, que tenía en una de sus caras el dibujo
de un escudo. En los versos que siguen se juega con esta acepción de la palabra y su sentido de
“escudo de nobleza” en el que se pintan las armas propias. También hay dilogía en reales, que era
una moneda de escaso valor además de funcionar como adjetivo (“relativo al rey”).
112 Gato se utiliza en cada caso con una acepción distinta: “bolsas apropiadas para dineros” lo
protegen de “ladrones”.
18
poderoso caballero
es don Dinero.
Y es tanta su majestad
(aunque son sus duelos hartos)
que con haberle hecho cuartos113
no pierde su autoridad.
Pero pues da calidad
al noble y al pordiosero,
poderoso caballero
es don Dinero.
113 Se hace cuartos a las reses en los mataderos; pero también a los condenados a muerte vil, para
dejarlos a la entrada de las ciudades, como advertencia de lo que aguardaba a los delincuentes. El
cuarto era, por otra parte, la cuarta parte de un real, y por lo tanto una moneda de escaso valor.
114 Escudo redondo y delgado que cubría el pecho al que se servía de él para pelear con espada.
19