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Literatura Española 2021

Profesorado de Lengua y Literatura – UNGS

Lírica barroca
Antología

Luis de Góngora y Argote


(Córdoba, 1561 – Córdoba, 1627)

[Mientras por competir con tu cabello]1

Mientras por competir con tu cabello,


oro bruñido al sol relumbra en vano,
mientras con menosprecio en medio el llano
mira tu blanca frente el lilio2 bello;

mientras a cada labio, por cogello3,


siguen más ojos que al clavel temprano,
y mientras triunfa con desdén lozano
del luciente cristal tu gentil cuello;

goza cuello, cabello, labio y frente,


antes que lo que fue en tu edad dorada
oro, lirio, clavel, cristal luciente,

no sólo en plata o vïola troncada4


se vuelva, mas tú y ello juntamente
en tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada.

1 El tema del carpe diem fue muy popular entre los poetas renacentistas. Góngora le dedica este
soneto y otro más al año siguiente. El precedente español de los dos es “En tanto que de rosa y
azucena”, de Garcilaso; tiene parentesco directo con Bernardo Tasso: “Mentre che l'aureo crin
v'ondeggia intorno”. El primer impulso a este tema fue dado por Ausonio: “Collige virgo rosas,
dum flos novus, et nova pubes, / et memor esto aevum sic properare tuum” (“Recoge, muchacha,
las rosas, mientras la flor es nueva y nueva la juventud, / y recuerda que tu propia edad vuela con
similar premura”). Se encuentra también en Horacio, Odas, I, XI, c. 8. En el soneto de Góngora es
de notar el último verso, muy lejos ya del gozo renacentista, con la angustia graduada de la
desaparición total. Es notable también por el uso magistral de la correlación. Se trata del soneto más
comentado del autor.
2 Lirio.

3 Cogerlo.

4 Violeta truncada.

1
Al sol porque salió estando con una dama y le fue forzoso dejarla

Ya besando unas manos cristalinas,


ya anudándome a un liso y blanco cuello,
ya esparciendo por él aquel cabello
que Amor sacó entre el oro de sus minas,

ya bebiendo en aquellas perlas finas5


palabras dulces mil sin merecello6,
ya cogiendo de cada labio bello
purpúreas rosas sin temor de espinas,

estaba, oh claro sol invidïoso7,


cuando tu luz, hiriéndome los ojos,
mató mi gloria y acabó mi suerte.

Si el cielo ya no es menos poderoso,


porque no den los tuyos más enojos,
rayo, como a tu hijo8, te dé muerte.

5 Aquellas perlas finas: los dientes.


6 Merecerlo.
7 Envidioso.

8 Alusión a Faetón, hijo de la oceánide Clímene y el dios del sol Helios en la mitología griega. Para

alardear ante sus amigos, Faetón le pidió a su padre que le permitiera conducir el carruaje del sol
durante un día. Sin embargo, al hacerlo, el joven se dejó arrastrar por el pánico y perdió el control
de los caballos que tiraban del carro. Primero voló demasiado alto, de forma que la tierra se enfrió.
Luego bajó demasiado, y la vegetación se secó y ardió, convirtió en desierto la mayor parte
de África y quemó la piel de los etíopes hasta volverla negra. Ante los desastres que estaba
ocasionando, Zeus se vio forzado a intervenir y arrojó uno de sus rayos contra el carro desbocado
para detenerlo, y en consecuencia Faetón cayó y se ahogó en el río Erídano.
En este terceto, la palabra rayo se utiliza con un doble sentido. Por un lado, los rayos del sol
(“porque no den los tuyos –es decir, tus rayos– más enojos”); por el otro, los rayos de Zeus, las
descargas eléctricas entre dos nubes o entre una nube y la tierra, en el pedido del yo lírico “rayo,
como a tu hijo, te dé muerte”.
2
A los celos9

¡Oh niebla del estado más sereno,


furia infernal, serpiente mal nacida!
¡Oh ponzoñosa víbora escondida
de verde prado en oloroso seno10!

¡Oh, entre néctar de amor mortal veneno,


que en vaso de cristal quitas la vida!
¡Oh espada sobre mí de un pelo asida11,
de la amorosa espuela duro freno!

¡Oh celo del favor verdugo eterno!


Vuélvete al lugar triste donde estabas,
o al reino, si allá cabes, del espanto;

mas no cabrás allá, que pues ha tanto12


que comes de ti mismo, y no te acabas,
mayor debes de ser que el mismo infierno.

9 Tiene parentesco con el soneto XXIII de Sannazaro, “O gelosia, d’amanti orribil freno”, traducido
por varios autores al español, aunque no es necesariamente una imitación directa: los celos de amor
fueron uno de los temas más populares de la época. En Góngora, el final es mucho más intenso y
sombrío que en el soneto italiano.
10 Retoma la consabida imagen de Virgilio “latet anguis in herba”: “la serpiente se oculta entre las

hierbas” (Églogas, III, 93).


11 Alusión a la espada de Damocles, que colgaba atada por un único pelo de crin de caballo sobre la

cabeza de quien se sentara en el trono de Dionisio I, tirano de Siracusa. Por extensión, se emplea
metafóricamente la imagen para referirse a la amenaza persistente de un peligro.
12 Hace tanto.

3
A una rosa

Ayer naciste y morirás mañana;


para tan breve ser, ¿quién te dio vida?
¡Para vivir tan poco estás lucida,
y para no ser nada estás lozana!

Si te engañó tu hermosura vana,


bien presto la verás desvanecida,
porque en esa hermosura está escondida
la ocasión de morir muerte temprana.

Cuando te corte la robusta mano,


ley de la agricultura permitida,
grosero aliento acabará tu suerte.

No salgas, que te aguarda algún tirano;


dilata tu nacer para tu vida,
que anticipas tu ser para tu muerte.

[En el cristal de tu divina mano]

En el cristal13 de tu divina mano


de Amor14 bebí el dulcísimo veneno,
néctar15 ardiente que me abrasa el seno,
y templar con la ausencia pensé en vano;

tal, Claudia bella, del rapaz tirano


es arpón de oro tu mirar sereno,
que cuanto más ausente del16, más peno
de sus golpes el pecho menos sano.

Tus cadenas al pie, lloro al ruido


de un eslabón y otro mi destierro,
más desviado, pero más perdido.

¿Cuándo será aquel día que por yerro,


oh serafín, desates, bien nacido,
con manos de cristal nudos de hierro?

13 Cristal: copa tallada, pero también alusión a la blancura y claridad de la mano.


14 El dios romano del amor y la atracción sexual, equivalente a Eros en la mitología griega. Solía
representárselo armado de arco y flechas, con las que hería a quienes hacía sus víctimas.
15 En la mitología griega, la bebida de los dioses.

16 Apócope de “de él”. Claudia es nombre poético, sin un referente preciso.

4
[La dulce boca que a gustar convida]

La dulce boca que a gustar convida


un humor17 entre perlas distilado18
y a no invidiar19 aquel licor sagrado
que a Júpiter ministra el garzón de Ida20,

amantes no toquéis si queréis vida21;


porque entre un labio y otro colorado
Amor está, de su veneno armado,
cual entre flor y flor sierpe escondida22.

No os engañen las rosas, que a la Aurora23


diréis que, aljofaradas24 y olorosas,
se le cayeron del purpúreo seno;

manzanas son de Tántalo25, y no rosas,


que después huyen del que incitan ahora,
y sólo del Amor queda el veneno.

17 Se llama humor a cada uno de los líquidos de un organismo vivo.


18 Destilado.
19 Envidiar.

20 Referencia a Ganímedes, personaje de la mitología griega. Ganímedes era un príncipe troyano de

excepcional hermosura; al verlo, Zeus se prendó de él y envió un águila (o se transformó él mismo


en una) para raptarlo y llevarlo al Monte Olimpo, la morada de los dioses. Allí hizo de Ganímedes
su amante y el copero de los dioses, es decir, el encargado de escanciar el néctar que bebían (el
“licor sagrado” al que alude el soneto). Ministrar: administrar.
21 Hipérbaton violento: el objeto directo de este verbo es todo el primer cuarteto. El poeta exhorta

a los amantes a no tocar esa dulce boca que se describe en el cuarteto si desean vivir.
22 Alusión al adagio latino “latet anguis in herba” (“la serpiente se oculta entre las hierbas”),

presente en Virgilio, Églogas, III, 93.


23 En la mitología romana, Aurora es la diosa del amanecer, que volando a través del cielo da paso a

la luz solar cada día.


24 Adornadas o cubiertas de aljófares, perlas irregulares y pequeñas como las gotas de rocío.

25 Tántalo es un semidiós de la mitología griega, hijo de Zeus y la oceánide Pluto. Debido a una

serie de crímenes atroces fue condenado al Tártaro, la zona más profunda del Hades o Inframundo,
reservada al castigo de los malvados. Su pena allí consiste en estar en un lago, con el agua hasta la
barbilla, bajo un árbol de ramas bajas repletas de frutas (en muchas representaciones, manzanas).
Cada vez que Tántalo, desesperado por el hambre o la sed, intenta tomar una fruta o sorber algo de
agua, estos se retiran inmediatamente de su alcance, causándole una insatisfacción perpetua.
Góngora compara las rosas del amor con las frutas de Tántalo, objetos de deseo que, incluso
cuando parecen estar cerca, se mantienen inalcanzables.
5
De la brevedad engañosa de la vida

Menos solicitó veloz saeta


destinada señal que mordió aguda,
agonal carro por la arena muda
no coronó con más silencio meta,

que presurosa corre, que secreta,


a su fin nuestra edad26. A quien lo duda,
fiera que sea de razón desnuda,
cada Sol repetido es un cometa27.

Confiésalo Cartago28, ¿y tú lo ignoras?


Peligro corres, Licio29, si porfías
en seguir sombras y abrazar engaños.

Mal te perdonarán a ti las horas,


las horas que limando están los días,
los días que royendo están los años30.

26 Los primeros versos contienen dos frases intercaladas, violentamente trastocadas por el
hipérbaton: [La] saeta solicitó [la] destinada señal, que mordió aguda, menos veloz que presurosa
corre a su fin nuestra edad; [el] carro agonal no coronó [la] meta, por la arena muda, con más
silencio que corre secreta a su fin nuestra edad. Se comparan así, por un lado, la velocidad de la
saeta con la de la vida, y luego el silencio en el que corre el carro con el sigilo con el que corre la
vida.
La señal es la diana a la que se dirige la flecha. Adviértase la aliteración de eses en los dos primeros
versos.
En Roma, los carros que participaban de las fiestas agonales en honor a Jano daban siete vueltas
sobre la arena del circo, y en cada una de ellas tenían que girar alrededor de las metas (o mojones)
situadas en los extremos de la pista recta. El giro era una maniobra muy peligrosa, en la que muchos
aurigas perdían el control y se salían de la pista. Por eso a menudo el público guardaba un silencio
sepulcral cuando un corredor llegaba a la meta y se mantenía la tensión hasta que la superaba.
También hay una aliteración en “no coronó con”, que imita el sonido de las ruedas del carro. Coronó es
cultismo por “rodeó”.
27 Los cometas se consideraban señales de mal presagio. Para quien dude de la brevedad de la vida,

cada Sol que sale y se vuelve a poner es como un cometa –una señal nefasta– que le está advirtiendo
al respecto (aunque se trate de alguien tan irracional y necio como una bestia: en el verso 7 el que
tiene valor de “aunque”).
28 Las ruinas de Cartago, arrasada por Roma y reducida a la nada, atestiguan lo pasajeros que son la

bienaventuranza, el esplendor y la existencia. (“Confiésalo Cartago” equivale a “Lo confiesa


Cartago”, es decir, “lo atestigua Cartago”: se trata de un verbo en presente del indicativo, no un
imperativo). Es un tópico literario que alude a la caída de los grandes imperios.
29 Licio era el nombre con que Góngora solía llamarse cuando hablaba consigo mismo. A través de

este vocativo, se pone de manifiesto el carácter reflexivo del poema, como si se tratara de una
meditación íntima del autor.
30 Nótese la progresión que, a través de las repeticiones y la gradación de los términos, encadena

estos tres versos.


6
A los apasionados de Lope de Vega31

Patos del aguachirle32 castellana33


que de su rudo origen fácil riega34,
y tal vez dulce inunda nuestra Vega,
con razón Vega35 por lo siempre llana;

pisad graznando la corriente cana


del antiguo idioma, y, turba lega36,
las ondas acusad cuantas os niega
ático estilo, erudición romana37.

Los cisnes venerad cultos38, no aquellos


que esperan su canoro fin los ríos;
aquellos sí, que de su docta espuma

vistió Aganipe39. ¿Huís? ¿No queréis vellos


palustres40 aves? Vuestra vulgar pluma41
no borre, no, más charcos. Zambullíos.

31 Crítica del estilo llano de Lope, que según dice solo puede agradar a un público tosco e ignorante.
Debe de ser anterior a 1622.
32 Aguachirle: “usan vulgarmente (...) de esta voz cuando alguna cosa que se hace, como almidón,

almíbar o alguna bebida compuesta, está más clara de lo que es menester”. Bebida o alimento
líquido sin fuerza ni sustancia; y, por extensión, cosa baladí e insustancial.
33 La mayor parte de los partidarios de Lope, así como él mismo, eran castellanos.

34 Alusión a la prolijidad (abundancia, dilatación excesiva) y el poco pulimento de sus versos.

35 Doble juego de palabras con el apellido de Lope.

36 la corriente cana del antiguo idioma: “el anciano (viejo) estilo del antiguo idioma castellano”. Turba lega:

muchedumbre ignorante.
37 La elocuencia y la cultura griegas y romanas.

38 los cisnes cultos: los poetas cultos opuestos al cisne-ave que canta una sola vez antes de morir.

39 Aganipe: la fuente consagrada a las Musas; quien bebía de sus aguas, adquiría sabiduría y

elocuencia.
40 Relativo o perteneciente a una laguna o un pantano.

41 Juego de palabras entre las plumas del ave y las que se usaban para escribir. Borrar charcos puede

valer tanto por enturbiar charcos como por secar charcos: que la pluma vulgar que tanto agrada a
los patos castellanos no consuma más charcos de tinta, es decir, que no siga escribiendo.
7
Francisco de Quevedo
(Madrid, 1580 – Villanueva de los Infantes, 1645)

}
Enseña cómo todas las cosas avisan de la muerte

Miré los muros de la patria mía,


si un tiempo fuertes, ya desmoronados,
de la carrera42 de la edad43 cansados,
por quien44 caduca ya su valentía45.

Salime al campo, vi que el sol bebía


los arroyos del yelo desatados46;
y del monte quejosos los ganados,
que con sombras hurtó su luz al día47.

Entré en mi casa: vi que amancillada


de anciana habitación era despojos;
mi báculo más corvo, y menos fuerte.

Vencida de la edad sentí mi espada48,


y no hallé cosa en que poner los ojos
que no fuese recuerdo de la muerte49.

42 La palabra aúna los sentidos de corrida veloz, curso y camino.


43 El tiempo. La palabra se utiliza frecuentemente con esta acepción en la poesía del período.
44 A menudo se utiliza con un antecedente inanimado, como en este caso en que se refiere a la

carrera de la edad.
45 En el sentido de vigor, fuerza.

46 El hielo, al descongelarse, se deshacía y convertía en arroyos que el sol bebía (vaporizaba).

47 Imagen clásica, frecuente en la poesía bucólica: el ganado muge y se queja del monte, que

proyecta su sombra cada vez más larga y oscurece la luz del día. La caída de la tarde, el pasaje
sombrío, representan plástica y metafóricamente el cansancio, el abatimiento, el fin de un ciclo, y
anuncian la llegada inminente de la noche.
48 La casa mancillada, lastimosa y reducida a despojos, el báculo corvo y debilitado, la espada

vencida por el paso del tiempo, funcionan como una metonimia del propio cuerpo avejentado.
49 Este verso recuerda a Ovidio, Tristia, I, 11, 23: “Quocumque aspexi, nihil est nisi mortis imago”

(“a cualquier lugar que miro, no hay sino la imagen de la muerte”). El poema concluye con el
concepto central, la idea que hasta aquí había rondado pero evitado nombrar: muerte. Obsérvense
además los tres golpes rítmicos del último verso, que caen sobre el diptongo de la rima repetido
además en tres palabras sucesivas, ue: incluso la imagen sonora del último verso refuerza que todo
recuerda y conduce a la muerte.
8
A Roma, sepultada en sus ruinas

Buscas en Roma a Roma, ¡oh peregrino!,


y en Roma misma a Roma no la hallas:
cadáver son las que ostentó murallas50,
y tumba de sí proprio51 el Aventino52.

Yace donde reinaba el Palatino


y, limadas del tiempo, las medallas
más se muestran destrozo a las batallas
de las edades, que blasón latino.

Sólo el Tibre53 quedó, cuya corriente,


si ciudad la regó, ya sepoltura54
la llora con funesto55 son doliente.

¡Oh Roma!, en tu grandeza, en tu hermosura


huyó lo que era firme, y solamente
lo fugitivo permanece y dura56.

50 Hipérbaton: las murallas que ostentó son [un] cadáver.


51 Propio; es decir, de sí mismo.
52 Una de las siete colinas sobre las que se levantaba la antigua Roma. Enseguida nombra otra, el

Palatino.
53 Forma antigua normal para referirse al Tíber, el río que atraviesa Roma.

54 Sepultura.

55 Cultismo del latín funus, “entierro”, “sepelio”. La corriente del río produce un canto funerario.

56 Esta paradoja final cierra un soneto construido sobre contradicciones y juegos paradojales: lo que

era firme huyó, lo fugitivo permanece, etc. “Permanece y dura” es una endíadis (expresión de un
solo concepto mediante dos nombres coordinados) que se emplea para reforzar y enfatizar la idea.
9
Salmo XVIII
Que la vida es siempre breve y fugitiva. Concluye el discurso con
una sentencia estoica57

Todo tras sí lo lleva el año breve


de la vida mortal, burlando el brío
al acero valiente, al mármol frío58,
que contra el tiempo su dureza atreve.

Antes que sepa andar el pie, se mueve


camino de la muerte, donde envío
mi vida oscura: pobre y turbio río
que negro mar con altas59 ondas bebe60.

Cada corto momento es paso largo61


que doy a mi pesar en tal jornada,
pues parado y durmiendo siempre aguijo.

Breve suspiro y último y amargo62,


es la muerte forzosa y heredada;
mas si es ley y no pena63, ¿qué64 me aflijo?

57 El estoicismo es una escuela filosófica fundada por Zenón de Citio en el 301 a. C., en la antigua
Grecia. Su doctrina se basa en el dominio de las pasiones, la imperturbabilidad ante los vaivenes de
la fortuna, el cultivo de la sabiduría y la templanza y el llamado a regir la propia vida por los
principios de la razón y la virtud, con el objetivo de alcanzar la felicidad.
58 Estos objetos indirectos se refieren semánticamente al brío mencionado en el verso anterior. Se

podría parafrasear, alterando la sintaxis: burlando el brío del acero valiente y del mármol frío.
59 Cultismo con el sentido de “profundas”.

60 Utilización de dos metáforas de extendida tradición: la vida como un río, el fin de la vida o la

muerte como un mar donde el río desemboca. La personalización se consigue por medio de las
calificaciones que Quevedo aplica a ese río y ese mar. Adviértase que es el mar el que se bebe el río,
y no al revés.
61 Construcción quiasmática para la expresión de la paradoja: adj. + sust. <> sust. + adj., que de

este modo refleja la contraposición paradojal también en el plano de la estructura sintáctica.


62 La construcción nominal con triple adjetivación añadida por polisíndeton es típica de expresiones

apasionadas y vehementes, que van añadiendo calificaciones para dar cuenta de su objeto.
63 Esta frase remite a la sentencia de Séneca en Epigramas, 7, 7: “Lex est, non poena, perire” (“morir

es ley, no pena”), que es asimismo un lugar común de la filosofía estoica.


64 Con el sentido de “por qué”.

10
Enseña a morir antes y que la mayor parte de la muerte es la vida,
y ésta no se siente, y la menor, que es el último suspiro, es la que
da pena

Señor don Juan, pues con la fiebre apenas


se calienta la sangre desmayada,
y por la mucha edad desabrigada
tiembla, no pulsa, entre la arteria y venas;

pues que de nieve están las cumbres llenas,


la boca, de los años saqueada,
la vista enferma en noche sepultada,
y las potencias de ejercicio ajenas;

salid a recibir la sepoltura,


acariciad la tumba y monumento65,
que morir vivo es última cordura66.

La mayor parte de la muerte67 siento68


que se pasa en contentos y locura
y a la menor se guarda el sentimiento.

65 Aquí monumento alude al sepulcro, el monumento mortuorio.


66 Este terceto recoge, a modo de exhortación, mediante dos imperativos (salid, acariciad), el
resultado de la meditación que precede, que comienza con el pues.
67 La exposición previa ha generado esta imagen, expresada a través del oxímoron morir vivo: debe

aceptarse la vida como un modo de empezar a morir.


68 Nótese el cambio de persona: desde la segunda persona admonitoria, dominante hasta el verso

anterior, que se dirigía al señor don Juan, a la primera persona meditativa ahora, que presenta este
último terceto como una reflexión íntima del poeta.
11
Arrepentimiento y lágrimas debidas al engaño de la vida

Huye sin percibirse lento el día,


y la hora secreta y recatada
con silencio se acerca, y despreciada69
lleva tras sí la edad lozana mía.

La vida nueva, que en niñez ardía,


la juventud robusta y engañada,
en el postrer invierno sepultada
yace entre negra sombra y nieve fría70.

No sentí resbalar mudos los años,


hoy los lloro pasados y los veo
riendo de mis lágrimas y daños.

Mi penitencia deba a mi deseo,


pues me deben la vida mis engaños,
y espero el mal que paso, y no le creo71.

69 Despreciada reúne los sentidos de “desdeñada” y “no advertida”.


70 Construcción quiasmática elaborada sobre adjetivos epítetos, que denotan una cualidad
prototípica del sustantivo al que califican. Subyace, por otra parte, la contraposición entre lo negro y
lo blanco. Nieve suele ser metáfora de canas y, por extensión, de vejez.
71 Adviértase cómo en los tercetos se enlazan y contraponen pasado, presente y futuro del yo lírico.

12
Conoce la diligencia con que se acerca la muerte, y procura
conocer también la conveniencia de su venida, y aprovecharse de
ese conocimiento

Ya formidable72 y espantoso suena


dentro del corazón el postrer día
y la última hora negra y fría
se acerca de temor y sombras llena.

Si agradable descanso, paz serena,


la muerte en traje de dolor envía,
señas da su desdén de cortesía,
más tiene de caricia que de pena.

¿Qué pretende el temor desacordado73


de la que a rescatar piadosa viene
espíritu en miserias anudado?

Llegue rogada, pues mi bien previene;


hálleme agradecido, no asustado;
mi vida acabe y mi vivir ordene.

72 Se conjugan en formidable el sentido de “magnífico, grande” y la acepción latina de “temible, que


infunde asombro y miedo”.
73 Fuera de lugar, destemplado.

13
Algunos años antes de su prisión última, me envió este excelente
soneto desde la torre74

Retirado en la paz de estos desiertos,


con pocos pero doctos libros juntos,
vivo en conversación con los difuntos75
y escucho con mis ojos a los muertos.

Si no siempre entendidos, siempre abiertos,


o enmiendan o fecundan mis asuntos;
y en músicos callados contrapuntos76
al sueño de la vida hablan despiertos77.

Las grandes almas que la muerte ausenta,


de injurias de los años78 vengadora,
libra, ¡oh gran don Ioseph!, docta la imprenta79.

En fuga irrevocable huye la hora80;


pero aquella el mejor cálculo cuenta81
que en la lección y estudios nos mejora.

74 Como en el resto de los poemas que se encuentran encabezados por un epígrafe, el epígrafe por
lo general proviene de las primeras ediciones impresas de los poemas y se debe a la pluma de los
editores. En el caso de los poemas de Quevedo, fueron redactados por su editor José González de
Salas; aunque cabe la posibilidad de que en ocasiones puntuales hayan sido dictados por el propio
poeta (no, sin embargo, en este soneto).
75 La idea de la lectura como forma de conversación con los muertos ya aparece en Séneca, De

brevitate vitae.
76 Músicos tiene aquí el sentido de armoniosos. Callados contrapuntos es una metáfora que designa a la

lectura como una conversación o un intercambio silencioso. El verso construye un doble oxímoron:
entre contrapuntos y callados, por un lado, y por el otro entre músicos (armoniosos) y callados, los dos
calificativos que se aplican a esos contrapuntos. El oxímoron, a su vez, se apoya en un concepto
filosófico de la escuela pitagórica: la música callada es la armonía de las esferas, música celestial que
los oídos humanos no perciben, por ser constante y sin variaciones.
77 Adviértase la contraposición paradojal entre el sueño en que transcurre la vida y los difuntos

despiertos.
78 La imagen de la injuria de los años está tomada del Epistolario de Séneca.

79 La imprenta libra (libera) a las grandes almas que la muerte ausenta, y al actuar así obra como

vengadora de la injuria de los años. La forma culta “Ioseph” invoca a José González de Salas, amigo
y editor de Quevedo. El poeta reelabora aquí el viejo tópico del arte vencedor del tiempo y de la
muerte; la novedad consiste en el elogio de la imprenta como liberadora de la muerte, a través del
cual se actualiza el antiguo tópico.
80 Hora con el sentido de “tiempo”.

81 Aquella remite a la hora. El mejor cálculo cuenta alude a la costumbre romana de señalar o contar los

días felices con piedra blanca, y con piedra negra los aciagos. El sentido general de la frase sería: “la
hora (aquella) que nos mejora a través de la lección y el estudio se cuenta con la mejor piedrecilla (el
mejor cálculo)”.
14
Amor constante más allá de la muerte

Cerrar podrá mis ojos la postrera


sombra que me llevare el blanco día,
y podrá desatar esta alma mía
hora a su afán ansioso lisonjera82;

mas no desotra parte en la ribera83


dejará la memoria en donde ardía84,
nadar sabe mi llama la agua fría
y perder el respeto a ley severa85.

Alma a quien todo un dios prisión ha sido86,


venas que humor87 a tanto fuego han dado,
médulas88 que han gloriosamente ardido,

su cuerpo dejará, no su cuidado89;


serán ceniza, mas tendrá sentido,
polvo serán, mas polvo enamorado90.

82 Los encabalgamientos y el hipérbaton contribuyen a la intrincada y ambigua sintaxis de este


cuarteto. “La postrera sombra que me llevare el blanco día”, metáfora de la muerte, es el sujeto de
“cerrar podrá mis ojos”. La “hora lisonjera” (es decir, la hora de la muerte, otra metáfora para el
mismo concepto) puede entenderse como el sujeto de “podrá desatar esta alma mía”, donde
“desatar” equivale a liberar o soltar. “A su afán ansioso” se refiere a que el alma está ansiosa por
morir y ser liberada, por eso se dice que la hora la lisonjea, es decir, le cumple los deseos. Existen
otras interpretaciones y combinaciones sintácticas posibles.
83 En la mitología griega, los muertos debían cruzar el río Leteo para poder llegar al Hades. Esa otra

ribera que se menciona en el soneto es, pues, una nueva metáfora de la muerte, asentada en el
imaginario clásico.
84 En la poesía amorosa, “arder” suele utilizarse con el sentido de sentir la pasión, amar.

85 La ley que dicta que todos debemos morir.

86 El poeta hiperboliza la pasión refiriéndose a ella como “todo un dios” que ha estado encerrado

en la prisión del alma del amante. La concepción del Amor como un dios se remonta a la mitología
grecolatina.
87 Los líquidos corporales.

88 En la poesía amorosa latina, médulas (medulla) alterna con huesos (ossa) para referirse a la

interioridad del cuerpo. El propio Quevedo tradujo el verso de la Eneida IV, 101, “Ardet amans
Dido traxitque per ossa furorem” (“Arde Dido enamorada y corre por sus huesos el furor”)
utilizando la variante medulas en vez de huesos.
89 Preocupación, sentimiento.

90 Nótese el cambio rítmico que se observa entre los cuartetos y los tercetos. En el primer cuarteto,

cada par de versos está fundido y entremezclado a través de los encabalgamientos y los hipérbatos;
en el segundo cuarteto, cada frase (unidad sintagmática) se desarrolla en dos versos, aunque más
ordenadamente. En el primer terceto, en cambio, los versos coinciden perfectamente con la
secuencia sintáctica, por lo que la pausa al final de cada verso se hace sentir con fuerza. Para
potenciar este efecto, además, los versos se construyen de forma paralela, encabezados por un
sustantivo seguido de su complemento. Por último, el terceto final incrementa las pausas, cortando
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Contra don Luis de Góngora91

Este cíclope, no sicilïano92,


del microcosmo sí, orbe postrero93;
esta antípoda faz94, cuyo hemisfero95
zona divide en término italiano96;

este círculo vivo en todo plano;


este que, siendo solamente cero,
le multiplica y parte por entero
todo buen abaquista veneciano97;

el minóculo sí, mas ciego vulto98;


el resquicio barbado de melenas;
esta cima del vicio y del insulto;

este, en quien hoy los pedos son sirenas,


este es el culo, en Góngora y en culto,
que un bujarrón le conociera apenas99.

los versos a la mitad para introducir adversativas (encabezadas por no, pero, mas). El clímax final se
construye a través de estas adversativas, contraponiendo a las imágenes de la muerte (cuerpo, cenizas,
polvo) la persistencia y el triunfo del amor (el cuidado, el sentido, el mantenerse enamorado). No es casual
que esta sea la última palabra del poema, la que queda resonando tras su conclusión.
91 Según Blecua, posterior, pero no mucho, a la publicación de la Fábula de Polifemo y Galatea (1612),

poema en el que Góngora recrea la historia del cíclope Polifemo narrada en Las metamorfosis de
Ovidio. Es probable que haya sido escrito en vida de Góngora, por la virulencia que exhibe. Por lo
tanto, es fechable entre 1613 y 1627. Todo el soneto se construye a base de perífrasis metafóricas
que aluden al culo, tal como se explicita en el verso 13.
92 Cíclope: por tener “un solo ojo” o agujero. Alusión al Polifemo gongorino. Siciliano: Polifemo era

cíclope siciliano. Asimismo, nueva alusión escatológica, puesta de relieve a través de la diéresis que
disocia ingeniosamente sicili-ano. Adviértase asimismo que “-ano” constituye una de las rimas
destacadas a lo largo del poema.
93 La idea del hombre como microcosmos o pequeño mundo tuvo gran difusión en la Edad Media

y el Renacimiento. Si el cosmos tiene varios orbes, el hombre, en tanto microcosmos, tendrá otros
varios: el postrero es el último o trasero.
94 Faz antípoda: la cara o el rostro (faz) opuesto a la cara que mostramos comúnmente.

95 Hemisfero: cada una de las dos mitades de una esfera dividida por un plano.

96 Término: distrito, terreno; en astronomía, se llama así a ciertos grados y límites en que los planetas

tienen mayor fuerza en su influjo. Parafraseando, el orbe postrero se encuentra dividido en el


distrito italiano o en un límite sometido al influjo italiano, por alusión al afeminamiento y las
prácticas sodomíticas que en España se atribuían a los italianos.
97 Veneciano alude nuevamente a la sodomía atribuida a los italianos, acusando indirectamente al

propio Góngora de lo que en la época se llamaba “sodomía pasiva”. En suma, “aunque el ano, por
su forma, es un cero, un abaquista o contador veneciano (es decir, sodomita) es capaz de operar
con él –incluso partirlo–”. Juego de palabras con partir, que vale por “dividir” y por “romper”.
98 Minóculo: de un solo ojo, destacando el componente “culo”. A pesar de tener un ojo, se trata de

un rostro ciego, que no ve. Vulto es latinismo por “rostro”.


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Poderoso caballero es don Dinero
-Letrilla satírica-

Madre, yo al oro me humillo,


él es mi amante y mi amado,
pues de puro enamorado
de contino100 anda amarillo101,
que, pues doblón o sencillo102,
hace todo cuanto quiero,
poderoso caballero
es don Dinero.

Nace en las Indias honrado,


donde el mundo le acompaña,
viene a morir a España
y es en Génova enterrado103.
Y pues quien le trae al lado
es hermoso, aunque sea fiero,
poderoso caballero
es don Dinero.

Es galán y es como un oro104,


tiene quebrado el color,
persona de gran valor,
tan cristiano como moro105,
pues que da y quita el decoro
y quebranta cualquier fuero106,
poderoso caballero
es don Dinero.

Son sus padres principales107

99 El diccionario de Autoridades define bujarrón como “El hombre vil e infame que comete
activamente el pecado nefando”, es decir, la sodomía.
100 De continuo, continuamente.

101 La amarillez de la tez se considera signo del sufrimiento del enamorado, en dilogía con el color

del oro.
102 Doblón: nombre de una moneda, pero también en oposición a sencillo, es decir, “con engaño o

doblez” o con sencillez y sinceridad: por lo tanto, sea cual sea su conducta.
103 En estos cuatro versos se describe lo que era una realidad: se extraía el oro de América y se lo

llevaba a España, donde desaparecía por la crisis, y terminaba en las arcas de los banqueros
genoveses que habían prestado dinero a la Corona española, con intereses, para hacer frente a los
gastos de la Monarquía.
104 Es como un oro: frase hecha que se aplica a lo que es excelso, aquí empleada no solo en su sentido

figurado sino también en su sentido literal, lo que exhibe y deshace el modismo.


105 Lo mismo vale en unas tierras como en otras, entre unos u otros.

106 Infringe cualquier ley y avasalla cualquier derecho, para el dinero no rigen normas.

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y es de nobles descendiente,
porque en las venas108 de oriente
todas las sangres son reales.
Y pues es quien hace iguales
al duque y al ganadero,
poderoso caballero
es don Dinero.

Mas ¿a quién no maravilla


ver en su gloria sin tasa109
que es lo menos de su casa
doña Blanca de Castilla110?
Pero pues da al bajo silla
y al cobarde hace guerrero,
poderoso caballero
es don Dinero.

Sus escudos111 de armas nobles


son siempre tan principales,
que sin sus escudos reales
no hay escudos de armas dobles;
y pues a los mismos robles
da codicia su minero,
poderoso caballero
es don Dinero.

Por importar en los tratos


y dar tan buenos consejos
en las casas de los viejos
gatos le guardan de gatos112;
y pues él rompe recatos
y ablanda al juez más severo,

107 Principales: de alta alcurnia.


108 Juego de palabras. Las venas son los conductos por los que fluye la sangre y asimismo los filones
donde se encuentran los metales.
109 Sin medida.

110 Lo menos: la moneda de menos valor, la blanca, que así se llamaba en Castilla. Blanca de Castilla

(1188-1252), por otra parte, había sido infanta de Castilla y reina consorte de Francia por su
matrimonio con Luis VIII. A través de este juego de palabras se pone de relieve que el dinero
trastoca todo y se impone sobre los más altos linajes.
111 El escudo era una moneda de mucho valor, de oro o plata, que tenía en una de sus caras el dibujo

de un escudo. En los versos que siguen se juega con esta acepción de la palabra y su sentido de
“escudo de nobleza” en el que se pintan las armas propias. También hay dilogía en reales, que era
una moneda de escaso valor además de funcionar como adjetivo (“relativo al rey”).
112 Gato se utiliza en cada caso con una acepción distinta: “bolsas apropiadas para dineros” lo

protegen de “ladrones”.
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poderoso caballero
es don Dinero.

Y es tanta su majestad
(aunque son sus duelos hartos)
que con haberle hecho cuartos113
no pierde su autoridad.
Pero pues da calidad
al noble y al pordiosero,
poderoso caballero
es don Dinero.

Nunca vi damas ingratas


a su gusto y afición
que a las caras de un doblón
hacen sus caras baratas;
y pues las hace bravatas
desde una bolsa de cuero,
poderoso caballero
es don Dinero.

Más valen en cualquier tierra,


mirad si es harto sagaz,
sus escudos en la paz
que rodelas114 en la guerra.
Y pues al natural destierra
y hace proprio al forastero,
poderoso caballero
es don Dinero.

113 Se hace cuartos a las reses en los mataderos; pero también a los condenados a muerte vil, para
dejarlos a la entrada de las ciudades, como advertencia de lo que aguardaba a los delincuentes. El
cuarto era, por otra parte, la cuarta parte de un real, y por lo tanto una moneda de escaso valor.
114 Escudo redondo y delgado que cubría el pecho al que se servía de él para pelear con espada.

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